Bueno Conqueror, opiniones hay para todos los gustos..................por mi parte, me quedo con las de reconocidos economistas (que no le trabajan a los partidos políticos de la derecha, a las AFPs, Isapres, gremios empresariales o Think Thank que viven al alero de las asesorías de parlamentarios de RN o la UDI):
Eduardo Engel
Profesor titular de economía de la Universidad de Chile, profesor visitante de la Universidad de Yale y presidente de la Fundación Espacio Público, es ingeniero civil de la Universidad de Chile, doctor en estadística de la Universidad de Stanford y doctor en economía del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT). Fue presidente fundador de la Sociedad Chilena de Políticas Públicas, y es vicepresidente y presidente electo de la Asociación de Economistas de América Latina y el Caribe (LACEA). El profesor Engel fue elegido el mejor profesor del doctorado de economía de Yale los años 2001, 2003, 2009 y 2011. Ha publicado extensamente en las áreas de macroeconomía, finanzas públicas y regulación. Obtuvo la Medalla Frisch de la Econometric Society el 2002. Recientemente, terminó un libro sobre concesiones de infraestructura, junto a Ronald Fischer y Alexander Galetovic que será publicado próximamente por Cambridge University Press.Líderes empresariales, expertos tributarios, consultores y políticos de derecha salieron a criticar el proyecto de reforma tributaria que ingresó al Congreso con argumentos que, en su inmensa mayoría, son equivocados.
LA afirmación de Upton Sinclair según la cual “es difícil lograr que un hombre entienda un argumento cuando su remuneración depende de no entenderlo” ha cobrado validez durante esta semana. Líderes empresariales, expertos tributarios, consultores y políticos de derecha salieron a criticar el proyecto de reforma tributaria que ingresó al Congreso con argumentos que, en su inmensa mayoría, son equivocados.
“Esta reforma lleva los impuestos al nivel que había en 1970”, afirmó un ex ministro. La carga tributaria, definida como la razón entre lo que se recauda por impuestos y lo que produce el país, pasará del 19 por ciento promedio que ha tenido durante las últimas dos décadas a un 22 por ciento cuando la reforma tributaria entre en régimen en 2018. La nueva carga seguirá siendo inferior al promedio de países con niveles de desarrollo similar, luego no se entiende la relevancia de comparar con 1970, salvo que la intención sea contribuir a una campaña de sicosis en el empresariado.
“No es una reforma tributaria, es un alza de impuestos”, afirmó muy enojado un senador UDI, agregando a continuación que “si alguien cree que subir los impuestos no tiene ningún efecto en la inversión es que obviamente de economía no ha aprendido”. Terminar con el FUT y pasar de base retirada a devengada califica, según cualquier criterio razonable, como reforma tributaria. Y basta con un mínimo de memoria, aunque no se sepa de economía, para recordar que este discurso catastrofista fue el mismo que utilizó la derecha para oponerse al alza de impuestos que se aprobó al comienzo del gobierno de Aylwin y que no tuvo efectos adversos sobre la inversión.
También se ha vuelto un lugar común afirmar que la reforma significa que algunos accionistas deberán pagar impuestos por utilidades que no recibieron. Aunque esta conclusión no se podía descartar antes de conocer los detalles de la reforma, quienes se tomen la molestia de leer el proyecto de ley concluirán que la crítica no es válida.
Los orígenes
Dos son las motivaciones principales para la reforma tributaria. La primera es que los incrementos de gastos que se deriven de la reforma educacional se financien con fuentes de ingreso permanentes. La segunda es contribuir a reducir la mala distribución de la riqueza que hay en Chile, la cual está relacionada con una estructura tributaria particularmente favorable a sectores de rentas altas que derivan sus ingresos principalmente del capital.
En efecto, la legislación tributaria, FUT mediante, permite diferir de manera indefinida el pago de impuestos de quienes perciben ingresos a través de sociedades y empresas. Así evitan la tasa impositiva del 40 por ciento contemplada para las rentas más altas y pagan sólo el 20 por ciento que se cobra a las utilidades de sus empresas y sociedades.
La situación es peor, los sectores de altos ingresos tampoco pagan el 20 por ciento. Según las estimaciones disponibles (que sólo abarcan algunos años y que el SII debiera complementar y actualizar), la tasa promedio de impuesto a la renta, cuando se incluye el retorno del capital entre los ingresos, están entre 12 y 15 por ciento para el uno por ciento de más altos ingresos. Lo que sucede es que existen una serie de exenciones que reducen el pago de impuestos, a lo cual se agrega que en años recientes la evasión de impuestos ha crecido de manera importante. No se requiere ningún estudio sofisticado para concluir que se ha vuelto habitual pedir facturas en supermercados y restaurantes, por lo que evidentemente constituyen gastos personales. Por cada millón de pesos gastados de esta forma hay una evasión de 400 mil pesos.
La reforma
La reforma tributaria que ingresó al Congreso esta semana tiene cinco componentes principales. La primera termina con la posibilidad de diferir los pagos de impuestos personales, es decir, se acaba el FUT. Los contribuyentes pasarán a pagar impuestos a la renta por todas las utilidades que generan las sociedades de que son dueños, no sólo por las utilidades que retiran, como sucede en la actualidad. Como esto significa un aumento importante en las tasas relevantes para los dueños de empresas, se reduce la tasa máxima personal de 40 a 35 por ciento.
Segundo, se eliminan (o limita) varias exenciones que más bien respondían a presiones de grupos de interés que a criterios económicos. Tercero, se introduce una serie de impuestos verdes que significan acercarnos a la realidad de países desarrollados en estos temas. Cuarto, se suben las tasas de impuestos correctivos a bienes cuyo consumo es dañino, como el alcohol y las bebidas azucaradas, de modo de estar en línea con las tasas que existen en países desarrollados. Quinto, se incluye una serie de medidas para reducir la evasión y elusión, por ejemplo, fortaleciendo al SII y acotando el uso del régimen de renta presunta.
Ganadores y perdedores
Es habitual que los sectores de altos ingresos defiendan sus intereses escudándose en contribuyentes de ingresos medios que también se ven afectados por las alzas que los perjudica. Dicho de otra manera, las reformas tributarias y alzas de impuestos son ocasiones donde los sectores de altos ingresos y sus representantes descubren un repentino interés en el bienestar de las pequeñas y medianas empresas.
Es así como quien en la actualidad recibe un ingreso líquido mensual de cinco millones de pesos o menos seguirá recibiendo el mismo ingreso. Sólo la pequeña fracción de dueños de sociedades y empresas que tienen utilidades que exceden los 76 millones de pesos verá aumentar su carga tributaria.
Etapas del duelo
“¿Y si subimos el IVA en lugar del impuesto a la renta?” propuso hace poco un importante líder empresarial durante una reunión gremial para plantear alternativas a la propuesta tributaria de la Nueva Mayoría. La falta de sintonía con la realidad que vive el país de esta idea es evidente cuando un tema central de la reforma es que los sectores de altos ingresos hagan una contribución mayor a las arcas fiscales. Se trataba de una forma un tanto burda de pretender que el incremento de impuestos lo paguen los demás o, si queremos ser más benevolentes, de una manifestación de la negación del hecho que tendrá que pagar más impuestos.
Fuego amigo
El desafío mayor durante la tramitación de la reforma será evitar la introducción de modificaciones que la desvirtúen por parte de parlamentarios afines al gobierno, la oposición no cuenta con los votos para detenerla. Hay varios riesgos en este proceso.
Un primer riesgo es dejar en un 40 por ciento la tasa más alta a las personas en lugar de reducirla a un 35 por ciento como propone el gobierno. Si se desea eliminar el FUT y mantener un sistema integrado, lo cual me parece razonable, no es aconsejable pasar a tasas superiores al 35 por ciento para los ingresos más altos. Estas tasas sólo son compatibles con sistemas tributarios desintegrados.
Un segundo riesgo es subir el umbral de ingresos exentos. Aunque sea impopular, es importante que la fracción de la población que paga impuestos crezca a medida que el país se desarrolla. Quienes pagan impuestos se sienten con mayor derecho a exigir que el Estado gaste bien sus recursos, un tema clave para mejorar los bienes y servicios que provee el Estado.
El desafío político que tendrá el nuevo gobierno será mayor. Los grupos de interés más diversos presionarán por ser los únicos que no aumenten sus impuestos, otros presionarán por rebajas que los favorezcan. La tentación de parlamentarios de la Nueva Mayoría para ceder a estas presiones será grande. El tiempo dirá si estarán a la altura de los desafíos.
enlaceNadie que no sea UDI extremo podrá tildar a Engel ni de lejos de "izquierdista".............más bien es un liberal (NO neoliberal, obviamente) que no tiene ni intereses creados ni está por las clásicas campañas del terror de tipos que se venden como “independientes o emprendedores”, como Swett, o que están al servicio de los "poderosos de siempre" (esta verdad histórica causó tanto revuelo, cínicamente, entre quienes ahora se muestran tan, pero tan "preocupados" por la clase media y las PYMES............vaya, vaya………mejor lean la última columna de Peña, aparecida el pasado domingo en El Mercurio
Los Poderosos de Siempre )........
El otro es el destacado economista venezolano Ricardo Haussman (y antichavista, vale recordarle a los fanáticos chilenos, que meten campañas del terror e igualan el adoptar políticas OCDE con ser "chavistas"..............así de caraduras y mentirosos son algunos sectores en Chile), que le acaba de dar una interesante entrevista a la revista Capital:
Revista Capital
Ricardo Haussman: “Los empresarios se quejan mucho”
Viernes, 02 mayo, 2014
El economista venezolano acusa poca diversidad en la base productiva chilena y critica el rol que ha jugado la clase empresarial en el crecimiento. “El FUT es 100% el PIB, ¿Qué es lo que han hecho ellos con el PIB que les dio el FUT?”, se pregunta. Además, pone paños fríos al impacto de la reforma tributaria: “Uno o dos puntos del PIB en impuestos no es lo que va a causar un colapso en la inversión o una aceleración del crecimiento”, asegura.
Por Carla Sánchez M.
Ricardo Hausmann sabe que sus comentarios son ácidos. Que incomodan a muchos en Chile. Pero a este economista, profesor de Harvard, eso no le importa. “Digo las cosas con sinceridad porque quiero el bienestar de Chile, no tengo otro juego”, asegura. Muy cercano al ex ministro de Hacienda y precandidato presidencial, Andrés Velasco, el ex economista jefe del BID viene con bastante frecuencia a nuestro país. Esta vez fue invitado como panelista al seminario “Además del cobre, ¿qué? Políticas para el crecimiento de la productividad en Chile”, organizado por el BID, la OCDE y el Gobierno de Chile. Y sus críticas apuntan siempre en la misma dirección: “Chile tiene una base productiva muy poco diversificada”.
¿A qué se refiere el ex ministro de Planificación venezolano? En términos simples, a que “Chile exporta cobre, forestal, pesca, fruta, un poco de vino y para de contar. Si tú comparas lo que exportaba Chile hace 20 años con lo que exportaban en esa misma época países como Singapur, Israel, Turquía o Australia, ves que hay una transformación mucho más significativa en el aparato productivo de esas naciones”, afirma.
-Entonces, cuando se habla de que Chile es un ejemplo, ¿no es tan así?
-Lo que pasa es que Chile ha logrado posicionarse como el país más rico y estable de América Latina y hay muchas lecciones que los demás pueden sacar sobre qué hizo Chile, pero el país lleva tiempo creciendo bastante poco y no ha cerrado la brecha con los países ricos.
-Pero Chile ha tenido un crecimiento sostenido, el 2013 el PIB aumentó un 4,1%, mucho más que otras naciones latinoamericanas, ¿eso no es una señal de que las cosas se están haciendo bien?
-En 1960, Chile tenía un ingreso per cápita que era el 40% del de Australia. Hoy sigue siendo igual. La brecha no se ha cerrado. El buen desempeño de los últimos años se debe en parte a la recuperación de la crisis 2008-2009 y al efecto multiplicador de los gastos de construcción asociados al terremoto. No hay que dejar que lo anecdótico distraiga de lo fundamental.
-¿En qué fallamos?
-Han fallado en diversificarse, en incorporar nuevas tecnologías y desarrollar nuevas formas de crear valor. Ello implica también una intención de hacerlo…
-¿Es un tema político entonces?
-Bueno, también es un tema de cultura empresarial. Si bien los empresarios se concentran mucho en las cosas que debería estar haciendo el Gobierno, se deberían preocupar un poco más de las cosas que debieran estar haciendo ellos.
-¿Los empresarios chilenos tienen una deuda con la productividad?
-Chile es un país que prácticamente no ha pedido prestado neto plata al resto del mundo en los últimos 30 años. Si no lo ha hecho, no debería estar pagando intereses y dividendos sobre una deuda que no tiene. Sin embargo, ¡Chile paga más de 7 puntos del PIB en intereses y dividendos al resto del mundo!
-¿Por?
-Básicamente, las inversiones que hace Chile en el exterior típicamente son en instrumentos financieros, bonos de gobierno. Por otro lado, los extranjeros en Chile se ocupan de manejar empresas que en este país no saben manejar. A pesar de que ustedes llevan 150 años produciendo minerales, tienen que venir los extranjeros a sacarlos, ¡incluso los polacos! Usted me podría decir, “bueno, nosotros somos una economía abierta y tratamos al capital extranjero igual que al nacional”. Pero si Chile fuera muy bueno en la extracción de minerales, habría chilenos sacando minerales afuera. Eso refleja que ni siquiera en minería son buenos.
“El sector privado chileno no sabe hacer I+D, tienen los índices más bajos de I+D de todos los países de la OCDE y tienen el equivalente a 100% del PIB en el FUT, el cual no han usado en I+D”.
Si vamos a otras áreas, el sector eléctrico, el bancario, todo termina en manos de empresas extranjeras porque en Chile no saben manejarlo. Hay muy pocas empresas chilenas en el resto del mundo. Ustedes tienen el desierto de Atacama, que es el mejor lugar del mundo para producir energía solar, pero tiene que venir una empresa española –Abengoa, en la cual estoy vinculado– a aplicar su tecnología porque los chilenos no han sido capaces de desarrollarla, pese a que además tienen una crisis energética.
-Pero según el último ranking Latinvex, las empresas chilenas registraron el año pasado el mejor desempeño entre las 500 mayores firmas de América latina...
-Mis comentarios no están relacionados con subidas o bajadas de rankings de un año a otro. Chile es el país más avanzado de América Latina y compararse con un grupo inferior genera autocomplacencia. Sin embargo, Chile es el país que tiene el mayor desbalance entre los dividendos que ganan las empresas extranjeras en su país y las que devengan las empresas del país en el extranjero. Esto refleja un déficit en la capacidad de las corporaciones.
-¿El país se ha quedado dormido en los laureles?
-El sector privado chileno no sabe hacer investigación y desarrollo, no lo hace, tienen los índices más bajos de I+D de todos los países de la OCDE y tienen el equivalente a 100% del PIB en el FUT, el cual no han usado en I+D…
-¿Ha faltado cabeza?
-La tecnología tiene tres formas: aquélla incorporada en bienes –como teléfonos celulares–, las fórmulas y recetas, y un tercer componente que es el know how. ¿Cómo empiezas a hacer cosas que nunca has hecho si no hay nadie que te entrene? Por eso es que el movimiento de personas es tan central para la difusión de la tecnología y Chile se ha beneficiado muy poco de la inmigración de talento.
-Para usted, ¿iniciativas como Start-Up Chile son casi una anécdota?
-Start-Up Chile es quizás un paso en la dirección correcta. Pero mire, Estados Unidos es un país donde hay 300 millones de personas que nacieron ahí, Chile es un país donde hay 15 millones de personas que nacieron aquí, y las personas nacidas en Estados Unidos son minoría en Harvard. El pensamiento en Harvard es que para ser una universidad de excelencia tiene que suplirse de los talentos del mundo. En Chile, el grueso de los profesores en las universidades son predominantemente chilenos.
EL "MITO" DE LA REFORMA TRIBUTARIA
-Sus comentarios sobre Chile no suelen caer muy bien en la elite local. Generan anticuerpos en la centroderecha…
-Y también en la izquierda, por mi posición política respecto al Gobierno de Venezuela (ver recuadro).
-Uno de los temas de discusión en Chile es la intromisión del Estado en el mercado, a raíz de la reforma tributaria. ¿Cree que el Estado debiera jugar un rol más protagónico?
-El Estado es una organización que se dan los ciudadanos para resolver problemas que no se pueden solucionar de otra manera. Por ejemplo, el tráfico en Santiago o el problema de la infraestructura o la educación. Entonces, no es una pregunta hipotética sobre el rol que debiera jugar el Estado en un mundo perfecto, sino que en el actual. Hoy en Chile hay millones de páginas de legislación y miles de entes públicos. La pregunta que hay que responder es dado lo que tenemos, qué constituye una mejora. Es central un rol más activo del Gobierno en facilitar la diversificación productiva, la difusión de la tecnología interna y el desarrollo de nuevas áreas de punta. Si uno se concentra en resolver sus mayores dolores de cabeza –como la crisis energética o la escasez de agua en el norte– eso se convierte en la ventaja comparativa del futuro.
-Ahí entramos a la discusión de que los empresarios se quejan del exceso de regulación, de que no los dejan trabajar…
-Los empresarios deberían ser un poquito más autocríticos. Por ejemplo, en innovación, BHP Billiton convoca a empresas a desarrollar soluciones a sus problemas, luego les compran el producto que desarrollen y les entregan el derecho de venderlo a terceros. Mi pregunta es cuántos grupos en el sector privado están haciendo lo mismo…
-¿El Estado debiera dar un empujón al sector privado?
-Los empresarios se quejan mucho, pero lo cierto es que ellos, que son capitanes de empresa, ¿qué están haciendo al respecto? El FUT es 100% el PIB, ¿qué es lo que han hecho con el PIB que les dio el FUT? ¿Por qué no lo invirtieron en I+D? ¿Por qué es que hay tan pocos extranjeros entre los capitanes de empresas chilenos?
En este país, si un trabajador se quiere independizar, en su empresa le ofrecen promoverlo o subirle el sueldo, pero si se llega a ir es una especie de traición. La actitud contraria es la que tenía David Packard. Si venía un ingeniero con la idea de un nuevo producto, el fundador de HP le decía: “Inténtalo, incluso te mentoreo y te ofrezco ayuda. Si fracasas, esta es tu casa”. Quisiera que los empresarios –que en toda América Latina tienen un problema de legitimidad social– se presentaran con una tarjeta mostrando cuántos nuevos empleos crearon, cuánto más impuesto pagaron, cuántas divisas generaron y cuántas empresas nacieron de las personas que se formaron dentro de su organización. Ésa es la forma de transmitirle a la sociedad el valor que ellos generan y no diciéndole a la sociedad que no quieren pagar más impuestos.
-¿Cuál cree que es la explicación?
-Hay una cultura empresarial demasiado cerrada, aquí los capitanes de empresas típicamente son hijos, nietos y bisnietos de inmigrantes, pero aquí hace tiempo que se frenó la inmigración, ¿dónde están los inmigrantes capitanes de empresas? Estados Unidos se pegó un salto tecnológico porque Hitler expulsó cualquier cantidad de talento europeo en las décadas del 30 y del 40. Los premios Nobel pasaron de ser europeos a ser americanos, porque los europeos se mudaron a Estados Unidos. Los siguientes Nobel fueron los alumnos de esos premios. La inmigración es una parte fundamental de la difusión del conocimiento.
-Volviendo a la reforma tributaria, ¿cree que en Chile es necesaria?
-En todos los países, a medida que crecen, el gasto público aumenta proporcionalmente más que el PIB, entonces siempre tienen que estar ajustando su base tributaria. Chile tiene más gasto público que Haití y menos que Estados Unidos. En el proceso de desarrollo, los países tienden a demandar más de lo público. No me sorprende que haya una reforma tributaria en curso.
-¿Una mayor carga tributaria afectará la inversión?
-Las reformas tributarias tienen siempre muchos menos efectos reales de los que la gente se imagina. Cuando los suben y cuando los bajan. Los problemas de Chile no son los efectos positivos o negativos de la reforma, ahí no está el futuro del país, ése es un pleito distributivo que tiene pocos impactos de crecimiento. Uno o dos puntos del PIB en impuestos no es lo que va a causar un colapso en la inversión o una aceleración del crecimiento.
-La mayoría de los empresarios aseguran que esta reforma sí va a afectar el crecimiento…
-No son argumentos creíbles porque no les han faltado recursos, su interés es parcialmente pecuniario, es decir, nadie quiere que le suban los impuestos.
No conozco los detalles de la reforma tributaria y es muy importante conocerlos porque el Gobierno va a pensar mucho en cuál es la reforma que quiere, pero el sector privado va a pensar muchísimo más en cómo eludir o minimizar la carga tributaria. Subir la carga tributaria es normal, fíjese, en el año 94 se subió la carga tributaria en Estados Unidos y el crecimiento económico se aceleró, se bajó la carga tributaria en el gobierno de Bush y el crecimiento económico se desaceleró…
-Es decir, ¿no hay una correlación entre aumento de la carga tributaria con el crecimiento?
-Los efectos son muy pequeños y muy difíciles de identificar. Ahí no es donde se juega el futuro de Chile. De hecho, los impactos en la educación sobre el crecimiento también han sido fuertísimamente exagerados. Si Chile quisiera tener más capital humano, lo puede importar ya, no tiene que esperar diez años para formarlo.
-Los empresarios chilenos no deben quererlo mucho a usted…
-(Risas) No; yo recibo fuego de ambos lados, digo las cosas con sinceridad porque quiero el bienestar de Chile, no tengo otro juego. Me pasé 7 años siendo economista jefe del BID y me volví profundamente latinoamericano. Los que están construyendo Estados Unidos no son ni los Carnegie ni los Morgan, son los Zuckerberg, gente nueva, salida de ninguna parte, es un juego mucho más abierto. Si hay alguna lección que aprender de Estados Unidos es ésa. •••
“No he visto la condena moral (a Venezuela), por parte del Gobierno chileno”
La situación política de Venezuela le toca la fibra a este economista. Más allá de la certeza de una devaluación –“hay cuatro tipos de cambio y estamos en vías de una inflación del 100%”, dice– lo más grave, a su juicio, es que “se están violando todos los derechos humanos y democráticos habidos y por haber. El Gobierno cree que si saca el 50% +1 de los votos puede hacer lo que le dé la gana con el país”, afirma.
-¿Por dónde podría venir la solución?
-Saludo la declaración del Senado chileno sobre la situación económica y de los derechos humanos en Venezuela. Saludo el hecho de que en la última reunión de la OEA, Chile haya votado por dejar hablar a María Corina Machado en una sesión abierta. Saludo las declaraciones de Heraldo Muñoz al llegar a Venezuela, pero no he visto la condena moral por parte del Gobierno chileno a cosas que deberían ser inaceptables. Los gobiernos que en su momento fueron fuertemente beneficiarios de la solidaridad democrática venezolana –como lo fue la Concertación o la Nueva Mayoría– no se han expresado con la voz que hubiese esperado.
enlaceObviamente que me quedo con opiniones de economistas del nivel de Engel, Haussman ó Pikket, que abalan lo acertadas de las difíciles reformas que se quieren implementar (nadie lo duda, como lo dijo el empresario y ex Pdte. de la SOFOFA, don Felipe Lamarca -que nadie puede decir que sea de izquierda-, acá en Chile los empresarios "no quieren soltar la teta"), las que obviamente que generan rechazo en la mayor parte de la derecha (que desinforma a la gente vía sus clásicas campañas del miedo/terror), pero que deberemos abordar si queremos dar el salto al desarrollo y no terminar con estallidos sociales que solo los muy ciegos y avaros no quieren admitir ni ver (NO quiero vivir en un país donde en 5 ó 10 años más, mis hijos tengan que andar con guardaespaldas, debido a desigualdades sociales groseras propias del país africano más atrasado).
saludos,
Falcon V8