Ucronia España vs EE.UU., Duelo de aguilas

La Historia Militar española desde la antiguedad hasta hoy. Los Tercios, la Conquista, la Armada Invencible, las guerras coloniales y de Africa.
Gaspacher
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Mensaje por Gaspacher »

OPERACIÓN CIMITARRA V/III, 10 de octubre

Un furioso cañoneo atrajo entonces su atención. Los franceses estaban bombardeando algo que se encontraba aún más al oeste de su posición. Sin duda era la línea de avance de las columnas del brigadier Maestro, las tropas encargadas de completar el cerco de la división enemiga. Para ellos el terreno era aún más abrupto que para los hombres de este sector, aunque tenían la ventaja que no habiendo caminos o posiciones vitales el contraataque enemigo difícilmente iría dirigido hacia el Oeste.

El cabo Molina y sus tres hombres agacharon la cabeza cuando el enemigo empezó a bombardear sus posiciones. Una hora atrás había podido observar como desde la cercana población de Fronsac partían cientos, tal vez miles de hombres en su dirección. Por desgracia la visibilidad era poca a causa de la vegetación, lo que impedía que hiciesen fuego sobre ellos, además la cantidad de municiones de artillería que la batería del capitán López había logrado transportar a través de la montaña era limitada, por lo que había que racionarla hasta que llegase la columna de transporte que esperaban en aquellos momentos. En cambio el enemigo no parecía tener esos problemas, y unos minutos atrás una batería de artillería, sin duda recién llegada, rompió el fuego disparando sobre sus posiciones. Molina no quería sorpresas desagradables, por lo que sus hombres y él se agazaparon en el fondo de los pozos de tirador, se calaron los cascos, y se colgaron las máscaras de gas del cuello por si las moscas.

Los soldados franceses habían avanzado con relativa facilidad hasta Marignac, donde tan solo intercambiaron algunos disparos con el enemigo que no tardo en abandonar la localidad para refugiarse en las colinas de detrás de la población. Ahora sin embargo tenían que afrontar el hecho de que el enemigo dominaba el valle desde una posición elevada desde la que podían hacer fuego de forma casi impune contra todo aquello que se movía bajo ellos. Debido a esto pronto tendrían las primeras bajas que pronto se convirtieron en un reguero constante que erosionaba sus filas. Había que atacar y expulsar al enemigo de sus posiciones, un trabajo que sin duda sería duro al tener que atacar cuesta arriba.

Durante las horas siguientes varios miles de soldados franceses trataron de asaltar las posiciones españolas ascendiendo trabajosamente por la montaña. Los 500 metros que debían superar se convirtieron así en un suplicio, aunque la vegetación impidió que el fuego enemigo fuese todo lo efectivo que podía llegar a ser. En lo alto de la colina el cabo Molina siguió disparando con su ametralladora sobre los asaltantes causando numerosas bajas, al tiempo que maldecía a los árboles que acortaban su visión y reducían el campo de fuego de su ametralladora. La clave de la batalla estuvo sin embargo en otro lugar.

Imagen

Al sur de Marignac había dos colinas, la del oeste era de pendientes duras pero practicables y con abundante vegetación, y en ella se encontraba el núcleo de las defensas españolas. Por el contrario la cara septentrional de la montaña oriental era poco más que un acantilado casi imposible de ascender a menos que fuese con arreos de escalada. En ella el coronel Bustos había instalado la batería del capitán López, que en aquellos momentos hacia fuego sobre las fuerzas enemigas casi a placer. Por supuesto entre ambas montañas existía una vaguada que ascendía de forma mucho más suave hasta la zona superior, en la que existía una pequeña capilla cerca de la cual, el brigada Hierro había ordenado cavar una red de pozos de tirador para su sección.

Sería allí donde los 80 hombres de aquella sección se enfrentarían con decisión a las dos compañías de infantería enviadas por Dupont para infiltrarse y flanquear las posiciones españolas. Luchando entre los arboles los cazadores emplearon eficazmente el estar en posiciones elevadas y los pozos de tirador y obstáculos que tenían a su disposición. El combate se alargaría hasta la noche, cuando los agotados franceses que habían sido rechazados en todos sus intentos de abrirse paso, se vieron obligados a retirarse a sus posiciones de partida. Los combates no saldrían baratos a la sección del Bgda Hierro, que había sufrido 21 muertos y 41 heridos.

A medianoche las divisiones que guarnecían los pasos de Canfranc y Bagneres de Luchon, dos de los pocos pasos de montaña en condiciones de los pirineos por los que discurrían las carreteras N-135 y N-125 en denominación francesa, o N-330, y N-230 en la española, estaban en peligro de quedar rodeadas.


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Luis M. García
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Mensaje por Luis M. García »

Apónez escribió:Son los Loring R-III :wink:
http://www.ejercitodelaire.mde.es/ea/pa ... 500032780F


Mil gracias, excelencia. :saludo2:

Ya me parecía que tenían unas líneas algo modernas para la época.

Saludos


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Mensaje por Gaspacher »

OPERACIÓN CIMITARRA VI, noche del 10 de octubre

El general Petain permanecía reunido con su estado mayor desde que se inició el ataque el día anterior, trabajando casi sin descanso. Para su desgracia, justo cuando parecía que el ataque enemigo se extinguía en la zona Cantábrica, había empezado el ataque en la pirenaica poniéndolo contra las cuerdas. El ataque enemigo le preocupaba, había algo en él que no lograba entender. Un ataque que se extendía desde la costa cantábrica hasta la frontera de Cataluña, difícilmente lograría concentrar suficientes tropas en un punto como para romper su frente. Sin embargo seguía pensando que había algo en él que escapaba a su comprensión, un peligro que no lograba atisbar, y el peligro desconocido cuenta siempre como dos.

-El avance enemigo se ha detenido tras avanzar un máximo de 3km, aunque generalmente han avanzado menos de eso, mi general. –Dijo el general François Paul Anthoine, su jefe de Estado Mayor. –Tan solo en las montañas donde el frente era más permeable han avanzado más terreno y se han colocado a nuestras espaldas, pero allí no pueden movilizar su artillería pesada a través de las montañas, y sus suministros avanzaran también con extrema lentitud. Por supuesto eso significa que no podrán explotar el éxito que han logrado, y cuando contraataquemos los derrotaremos por completo y los expulsaremos de vuelta al sur.

En estos momentos el mayor peligro es que las guarniciones de Bagneles de Luchon y Urdos sean rodeadas. De hecho la primera de ellas ya no puede recibir suministros por estar la carretera en manos enemigas.

-Gracias François.
–Respondió Petain indeciso. –Pero hay algo que no vemos. Sé que hay algo que se nos escapa. ¿Cuál es la situación en el flanco derecho? –Quiso saber en un intento de encontrar aquel elemento que se le escapaba.

-Los ataques enemigos finalizaron tan pronto lograron superar al Zona Avanzada, por lo que el frente está bastante tranquilo. Tan solo la artillería continua disparando sin descanso, no sabemos si con vistas a posteriores ataques. En cuanto a nuestras fuerzas, el 6º Ejército británico ha sufrido unas 33.000 bajas en los últimos dos días y ha tenido que utilizar sus reservas para reforzar los puntos más expuestos del frente, aunque informan que no hay peligro de ruptura. Los norteamericanos acumulan ya 69.000 bajas ya que el ataque principal fue dirigido contra ellos, así que hemos tenido que apoyarlos con tres divisiones de reserva. En cuanto a nuestras fuerzas de montaña los informes aún son difusos, pero podemos aventurarnos a calcular, que en los puestos con los que hemos perdido el contacto habremos sufrido unas 16.000 bajas.

-Más de 100.000 bajas en tan solo dos días. ¿Cuántas tropas nos quedan en el flanco? ¿Un cuarto de millón de hombres más las reservas? Esas son pocas tropas en un sector tan expuesto como ese. Nos estamos quedando sin reservas. ¿Sabemos algo de Foch?

-Sigue negándonos los refuerzos mi general. Simplemente no hay nada en la reserva. Según los informes de los que dispongo, la última ofensiva alemana causo casi 300.000 bajas entre nuestras fuerzas. Así que mientras los alemanes sigan presionando no podemos esperar ayuda. Por fortuna y aunque nuestras bajas han sido numerosas, el enemigo ha desistido de continuar la ofensiva y no hay peligro de que rompan nuestras líneas.
–Finalizo mirando a su comandante en jefe.

-Precisamente por ello hay algo que no cuadra. No es lógico que lancen una ofensiva de esta envergadura, movilizando a cientos de miles de hombres, posiblemente entre medio y tres cuartos de millón y un millón de soldados, y no traten de romper nuestras líneas. No es lógico que movilicen tamañas fuerzas únicamente para atacar la línea avanzada. No es logi… ¡Hijos de Perra! –La imprecación pareció salir del alma de Petain resonando en la sala.

-¿Mi general? –Pregunto alarmado el general François.

-No es el terreno. ¿Se da cuenta? No es el terreno, no quieren romper nuestras líneas, son los hombres lo que quieren destruir. Esta ofensiva tiene como único objetivo el destruir a nuestro ejército y causar decenas de miles de bajas.

-No lo entiendo mi general, las batallas que más bajas nos han causado han sido precisamente las de Verdun, Somme, y en general aquellas que buscaban romper el frente.
–Respondió rápidamente François.

-Eso es cierto, pero en esas batallas también los atacantes sufrían decenas o cientos de miles de bajas. Esta batalla es diferente. Están atacando la zona de vanguardia que es la más débil, por lo que pueden derrotarla con escasas pérdidas con la ayuda de sus tropas de asalto. –Alecciono Petain a su jefe de Estado Mayor. –Nuestro despliegue que ofrece grandes ventajas para enfrentarnos a ofensivas que traten de romper el frente nos debilita ante este tipo de ataque. Dime François ¿Cuál sería la forma de actuar de nuestras tropas ante un ataque que tratase de romper el frente?

-Eso es sencillo, mi general. Cada división tiene tres zonas de combate, la Avanzada, la de Combate propiamente dicha, y la de Reserva. En la primera hay tres batallones, en la segunda cuatro, y los dos últimos permanecen en Reserva, bien para acudir a apoyar a los de las zonas avanzadas o de combate, bien para contraatacar.

En cuanto a su disposición, la Zona Avanzada está formada por nidos de ametralladoras, puestos de escucha, y defensas menores cuyo objetivo es frenar al enemigo en primera instancia. Erosionar sus oleadas por así decirlo, romper las formaciones enemigas. Si esta línea es superada se enfrentan a la zona de combate, establecida en núcleos de defensa que pueden apoyarse los unos a los otros. Lo normal sería que las formaciones enemigas llegasen desestructuradas a esta línea, precisamente a causa de los combates en la Zona Avanzada. En última instancia tenemos a las fuerzas de reserva, por supuesto.

-Exacto. ¿Y qué ha ocurrido con los puestos de la línea avanzada en la últimas batallas libradas en Flandes?

-El enemigo utilizo sus tropas de asalto, los Stosstruppen, para infiltrarse entre los puestos aislados y derrotarlos, pero a continuación sufrieron fuertes bajas al tratar de superar a nues… ahh, ya entiendo.
–Comprendió el general François por fin. –Tiene razón, mi general. El tipo de defensa de esa zona avanzada deja espacios por los que el enemigo puede infiltrarse y derrotar a esa línea con escasas bajas entre sus fuerzas. En Flandes esa desventaja inicial se revertió al combatir con las líneas de combate y avanzada y les causamos graves bajas, pero si los españoles no tratan de romper nuestras líneas…

-Seremos nosotros los que sufriremos esa desproporción de bajas.
–Finalizo la frase Petain. –Si no lo remediamos esta será nuestra derrota. Hasta ahora hemos sufrido unas 100 a 130.000 bajas correspondientes a los 37 regimientos de vanguardia atacados por el enemigo. Dudo mucho que el enemigo haya sufrido más de 50.000. No cuando ha empleado esas tropas de asalto para superar rápidamente a nuestros defensores y se ha parado antes de enfrentarse a nuestra línea principal. Hagamos unos cálculos… –A continuación estudió unos minutos el mapa de operaciones que tenía desplegado ante sí. –Si mis previsiones son correctas podríamos llegar a perder entre 200 y 250.000 hombres en un ataque generalizado con esas técnicas en todo el frente. Si eso ocurriese el enemigo habría logrado una ventaja numérica considerable sobre nuestras fuerzas, cuyas líneas habrían quedado igualmente debilitadas para una posterior ofensiva total.

-Si eso es cierto debemos retirar las divisiones de los pirineos, mi general.
–Sugirió François. –Los españoles no podrán ni querrán avanzar por el Midi, sobre todo si sus líneas de suministros dependen de los carros que logren atravesar los pasos de montaña y más con el invierno en ciernes. Pero si nos quedamos en los pirineos y perdemos esos 43.000 hombres de Urdos y Bagneles de Luchon estaremos contra las cuerdas. Además debemos advertir aun más al general Noel de Castelnau para que extreme las medidas de precaución en la zona Mediterránea. Hasta ahora el enemigo no ha atacado en aquella zona, si lo hiciese con los mismos resultados podríamos llegar a sufrir las 200.000 bajas que menciona, mientras las del enemigo no llegaran a la mitad, puede que incluso estén más cerca de un cuarto que de la mitad. Eso dejaría al Ejército del Sur con medio millón de hombres para enfrentarnos al doble de enemigos. El terreno perdido puede recuperarse, los hombres no.

-Exacto, François. ¡Comunícame con Foch de inmediato! Quiera o no voy a ordenar a esas divisiones de los pirineos que abandonen la zona. ¡Me lo debe! Y ordene que cada aeroplano capaz de volar despegue para reconocer el frente enemigo. Debemos saber que traman, debemos saber donde darán el siguiente paso.


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Luis M. García
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Mensaje por Luis M. García »

Cada división tiene tres zonas de combate, la Avanzada, la de Combate propiamente dicha, y la de Reserva. En la primera hay tres batallones, en la segunda cuatro, y los dos últimos permanecen en Reserva, bien para acudir a apoyar a los de las zonas avanzadas o de combate, bien para contraatacar.


No tenía en aquella época 12 batallones cada división? :confuso:

Saludos.


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Mensaje por Gaspacher »

No, para 1918 las bajas habían sido tantas que las divisiones habían tenido que afrontar la reforma a 9 batallones incluso en el caso británico


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Mensaje por Luis M. García »

Hmmm! Eso fue lo que sucedió con las divisiones de la Alemania nazi tras Barbarossa, pero no sabía que en la Gran Guerra hubiera sucedido. Siempre me pareció una especie de trampa infantil, un hacerse trampas en el solitario muy propio de la gradilocuencia hitleriana.

Gracias por la aclaración.

Saludos.


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Mensaje por astute »

Luis M. García escribió:Eso fue lo que sucedió con las divisiones de la Alemania nazi tras Barbarossa, pero no sabía que en la Gran Guerra hubiera sucedido. Siempre me pareció una especie de trampa infantil, un hacerse trampas en el solitario muy propio de la gradilocuencia hitleriana.


No solo fue cosa de los Nazis,las divisiones Soviéticas (que ya eran pequeñas de por si en comparación con las Alemanas) solían estar al 50% en no pocos casos.


Una situación compleja la que se nos va a presentar en el Frente Francés...lejos de los Pirineos no vamos a tener capacidad de ataque,y casi ni de defensa por cuestiones logísticas. Esto va a ser bueno para nosotros por que aleja el peligro de nuestras fronteras y de nuestro corazón industrial dandonos un respiro,pero va a ser malo para los Alemanes,ya que la Entente podrá sacar algunas tropas del sur para mandarlas al norte.

Aún asi,Petain ordena el repliegue,pero abrá que ver si los políticos y demás generales Franceses lo aceptan.La retirada tras nuestra ofensiva puede interpretarse como una derrota,y como la imposibilidad de acabar con nosotros. Nada bueno para una moral Francesa que está tocada desde hace dos años.

Saludos :thumbs:


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Mensaje por astute »

Una cosa mas,con la situación actual en el Mediterraneo yo presionaría para que Grecia interviniera en la guerra a cambio de alguna promesa territorial. Su ejército será pobre,pero en el N.de África sería un apoyo muy digno.


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Mensaje por Gaspacher »

OPERACIÓN CIMITARRA VII, 10 de octubre

En su puesto de mando el general Borja contemplaba el mapa de operaciones, especialmente la zona pirenaica donde en esos momentos se centraban sus esfuerzos. En las últimas horas los cazadores de montaña habían capturado los pueblos de Fos, Arlos, Saint Beat, y tenían bajo fuego de la artillería de montaña Gurat, y Cierp Gaut, cortando de forma efectiva la carretera francesa N-125. Eso significaba que los 20 o 30.000 defensores de Bagneres de Luchon habían quedado asilados y se encontraban en graves dificultades. También en Urdos estaban avanzando, aunque con dificultad por la defensa francesa que había descubierto a una de las columnas que descendían desde el Castillo de Acher. Esperaba que los 8.000 hombres enviados en aquel ataque lograsen superar al enemigo y cortar la carretera de Urdos. Si lo lograban dejarían aislada a la división francesa que defendía el puerto de Canfranc.

Cuando recibió el mando de aquel ejército se había enfrentado a la tarea de encontrar la forma de derrotar al enemigo, encontrando serias limitaciones a las tácticas empleadas por los diversos contendientes los últimos años. Años en los que una vez adoptada la guerra de trincheras por los diversos ejércitos, no se había logrado ninguna penetración en profundidad que permitiese desarrollar los planes en su plenitud. La sucesión de acontecimientos siempre solía ser la misma con escasas variaciones. Un ataque inicial con más o menos éxito, aunque generalmente con bastante acierto, y un posterior estancamiento conforme la infantería salía de la cobertura de la artillería propia y empezaba a recibir los contraataques enemigos.

El general Borja creía sin embargo, haber encontrado la llave maestra. Avezado espadachín con varios duelos a su espalda, comparaba los intentos de romper el frente con las feroces acometidas de un estoque. Cierto era que en condiciones normales la estocada siempre superaba al corte, pues tan solo eran necesarios 3cm de penetración en el lugar adecuado para acabar con la vida del enemigo, sin embargo ahora ese enemigo contaba con protecciones que evitaban esa penetración…pero aún le quedaba el filo.

Aún quedaba el filo, se repitió por enésima vez. Si trataba de dar una estocada decisiva fracasaría tan pronto como la infantería avanzase unos pocos kilómetros y fuese masacrada al quedar fuera del rango de protección de la artillería. En cambio podía utilizar el filo, asestar un tajo sobre la primera línea enemiga con el simple objetivo de causar miles de bajas. Desangrar al enemigo como el tajo de un sable desangraría a un espadachín, no matándolo sino debilitándolo. Simplemente destrozar las decenas de batallones situados en primera línea por el enemigo. Si lograba derrotarlo asestaría un duro golpe a las divisiones enemigas que perderían hasta un 30% de sus fuerzas en el embate inicial. Simultáneamente y mientras las fuerzas de asalto trataban de romper las líneas enemigas, la artillería machacaría las líneas de combate y reserva enemigas con el fin de aumentar las bajas y la destrucción. Eso no conllevaría directamente la victoria, pero dudaba mucho que unas divisiones con un índice de bajas tan elevado pudiesen mantener su capacidad combativa durante mucho tiempo.

http://upload.wikimedia.org/wikipedia/c ... map-fr.svg

Hasta ese momento las cosas habían discurrido según lo planeado. Las tropas de asalto se habían infiltrado entre la línea avanzada enemiga para destruirla, mientras la artillería enemiga desperdiciaba su esfuerzo disparando sobre unas trincheras vacías. Incluso en algunos puntos en los que los núcleos defensivos de la línea de combate estaban muy separados, habían sido atacados con éxito, dejando al enemigo en una mala posición. Eso obligo al enemigo a lanzar apresurados contragolpes el 2º día en el que la artillería y las ametralladoras causaron graves bajas entre los atacantes. Para entonces las unidades de guías ya se habían adentrado entre las defensas enemigas en las montañas, abriendo paso a las columnas de cazadores que atacaron ese 2º día, en un escenario diferente para reducir la posibilidad de respuesta enemiga.

Según los primeros informes habían capturado ya 60.000 prisioneros incluyendo los capturados en los pirineos. De ser cierto sin duda las bajas enemigas ascenderían a entre 100 y 120.000, todo ello con menos de 45.000 bajas propias. Aun así no se quería arriesgarse a una penetración de las líneas enemigas que alejase a su infantería de la protección de la artillería, pues era en ese momento donde las tornas de la batalla solía revertirse. Por ello emplearía el resto del día en enviar refuerzos a las unidades del frente, mientras unidades de asalto reconocían las líneas enemigas una vez más. No atacaría hasta que viese que las capacidades enemigas habían llegado al límite, fuese al día siguiente o tres meses después.

De momento la tarea de su ejército sería destruir uno a uno los numerosos batallones y compañías francesas que habían quedado aislados en los pirineos. El premio gordo serían como no, las dos divisiones que guarnecían los grandes pasos de montaña en Canfrac y el Valle de Aran. Tenía ante sí la oportunidad de eliminar otros 40.000 hombres de la ecuación y quería aprovecharla. Sin embargo en el sector, el situado en las cercanías de San Juan de Pie de Puerto se empezaba a abrir una oportunidad. Tal vez debería jugársela y acelerar sus planes para aprovecharla…

Un movimiento atrajo entonces su atención. Uno de los asesores alemanes se había acercado al gran mapa desplegado en el centro de la sala de operaciones y observaba cuidadosamente el despliegue enemigo. Eso hizo que viniese a su mente una conversación que habían mantenido con la ayuda de un intérprete el día anterior.

–El despliegue enemigo era calcado de las viejas tácticas de mosquetes de las guerras napoleónicas. –Dijo el general Borja explicándole las tácticas a su asesor.

-¿Las guerras napoleónicas? –Dijo extrañado el alemán.

-Exacto. En las guerras napoleónicas los soldados formaban en grandes líneas de mosqueteros que eran precedidos por fusileros o voltigeurs en el caso de los franceses. Los fusileros y voltigeurs luchaban en parejas, delante de las líneas, y causaban estragos entre el enemigo antes del choque principal. Disparaban contra los oficiales, los portaestandartes y sargentos, así como contra cualquiera que pudiese organizar las tropas. Luchar contra ellos era por supuesto muy complicado. Eran un blanco demasiado pequeño para que disparar contra ellos con las armas de la época fuese efectivo. Su mayor problema era que si avanzaban demasiado y se separaban de la línea principal podían ser víctimas de una carga de caballería que los arrasase antes de que pudiesen protegerse tras la línea de bayonetas, que si tenía la consistencia como para rechazar una carga.

-Y precisamente el enemigo había dispuesto a sus fuerzas de una forma similar.

-¡Exacto! Tiene usted razón. Sus posiciones avanzadas eran tan pequeñas que para destruirlas con artillería hubiésemos precisado millones de proyectiles, todo ello sin tener la seguridad de lograrlo. En cambio un asalto de nuestra línea principal nos hubiese costado grandes bajas frente a sus ametralladoras y hubiésemos llegado agotados al combate en la línea principal con los resultados imaginables. Imagínese un ataque contra la línea principal con las compañías llegando una a una y agotadas por los combates en lugar de coordinadas y frescas.

-Hubiese sido una matanza, tiene razón. La solución fue la carga de caballería, o en este caso de sus stosstruppen, sus tropas de asalto sobre esos puestos.
–Finalizo Guderian. –Nosotros hicimos lo mismo en Flandes, pero en los días siguientes sufriríamos las consecuencias de continuar los combates contra las líneas principales del enemigo, e incluso contra sus reservas. También es cierto que la cantidad de la artillería enemiga en este frente es mucho menor que la que puede verse en Flandes. De todas formas esta táctica valdría para una guerra de desgaste en la que España aún estuviese fresca. A estas alturas ya no pueden permitirse perder más tiempo. Más temprano que tarde van a tener que acabar atacando con todo y asumir esas bajas...

El recordar la mención a la artillería le devolvió a la realidad. Sí, la artillería, era el momento de ordenar a la artillería que se concentrase en el sector Rojo. Reuniría 3.000 cañones en ese frente de 20km y lanzaría un devastador ataque sobre las líneas enemigas. Esperaba superar al enemigo en esa zona en un 3 a 1 en hombres y entre 5 y 10 a 1 en piezas de artillería. Como ya avanzara Guderian, había llegado el momento de jugársela al todo por el todo…


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Mensaje por Domper »

En el caso de la reestructuración de las divisiones, fue un arma de dos filos.

Las grandes divisiones del principio de la guerra tenían unidades muy nutridas y sufrieron bajas desproporcionadas, y tras su reestructuración tuvieron más proporción de armas de apoyo y colectivas, lo que las hizo igualmente eficaces sufriendo bastantes menos bajas. Por otra parte significa tener menos niveles lo que aporta flexibilidad: las grandes divisiones norteamericanas de la SGM se dividían en tres grupos de combate, brigadas reforzadas, que venían a ser como divisiones pequeñas pero justas de infantería.

Otra cuestión fue cuando se mantuvo la organización sin cubrir las plantillas, porque eso afectaba sobre todo a las unidades de combate y no a las de servicio, y menoscaba la eficiencia. Pero en todas partes cuecen habas, que he estado revisando las batallas de los Balcanes, y en vísperas de la ofensiva soviética había cuerpos de tanques que no llegaban a los 6.000 hombres, y regimientos de Guardias con ¡45 soldados y dos tanques!

Por otra parte, veo que el general Borja por fin ha apreciado la gran debilidad del despliegue enemigo en la zona del río Nive y el Adour. Entrando en Guipúzcoa sin ampliar la brecha de Irán la Entente se ha metido en un buen berenjenal. Especialmente si los españoles siguen conservando el monte Larrún.

Saludos



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Mensaje por Gaspacher »

Únicamente dos apreciaciones.

El entrante británico es peligroso, y por supuesto ellos lo saben, por ello su intención era ensancharlo en cuanto fuese posible. Por desgracia para ellos, Michael, corto esa posibilidad.

El general Borja sabe cuáles son los posibles puntos débiles del enemigo, o al menos supone cuales son. Sabe que atacar en esa zona podría conducirle a la victoria, pero sin duda a costa de un gran número de bajas porque el enemigo también sera consciente de ello y reforzara esa zona. Un número de bajas que por desgracia o por fortuna España podría no ser capaz de asumir, y que por lo tanto quiere evitar.


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BARCELONA, OTOÑO DE 1918

Mensaje por urquhart »

BARCELONA, OTOÑO DE 1918 (I)

BARCELONA, SEPTIEMBRE Y OCTUBRE DE 1918

Hacía ya semanas que no llegaba suficiente carbón a la conocida como Fábrica de la Luz, lo que obligaba a cortes de suministro al alumbrado público, uso doméstico y a las dos compañías de transporte metropolitano de Barcelona, los Ferrocarriles de Catalunya y la compañía de Tranvías de la ciudad; ambas propiedad de la Barcelona Traction, Light and Power; conocida como la Canadiense, y que dada su propiedad, el Bank of Toronto, había sido intervenida por la administración española.

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El Gobierno de Dato, en 1915, y ante la necesidad del apoyo de la Lliga en el Congreso de Diputados, había cedido la gestión a la Mancomunitat de Catalunya.

A medida que finalizaba septiembre y empezaba octubre, las reservas de carbón se reducían, y los aportes de las presas hidroeléctricas de Camarasa y de Sant Antoni, no cubrían la reducción de producción de la termoeléctrica de Barcelona. El Ingeniero Joan Sales, estudiaba cada día la cantidad necesaria para mantener al menos un suministro del 70% a la industria bélica y auxiliar.

Las presas que debían sumar su potencia a la generación de la popular Fábrica, Iniciadas en 1913, estaban programadas para entrar a pleno funcionamiento en 1916, pero la necesidad de materiales de construcción para la defensa de la Patria, y las sucesivas movilizaciones de la mano de obra especializada en el trabajo del hormigón para la construcción de fortificaciones, había dilatado los plazos constructivos. Las mediciones de Sales apuntaban a un aporte equivalente al 30% de la potencia de la termoeléctrica. Todavía estaban frescos en su memoria los estudios previos que auguraban una vez finalizada la red de la canadiense como la primera productora de energía de Europa.

Las reducidas, cuando no inexistentes llegadas de carbón en las últimas semanas, habían producido el momento tan crítico como esperado desde que el Ministerio de Fomento le avisaran de la necesidad de la práctica totalidad de los convoyes ferroviarios para el uso militar.

Solo había que ser un poco hábil para saber que el incremento de potencia demandada por la industria, la falta de reposición de carbón, y el que los cortes no afectaran a los proveedores militares, especialmente la Hispano Suiza y la Maquinista Terrestre y Marítima para saber que los Ejércitos de España estaban a un paso de iniciar una vasta operación.

De acuerdo con las medidas a tomar, Sales enviaba un escueto mensaje a la Plaza San Jaime:

Mañana día 10 solo podemos asegurar suministro a la industria. Todos los demás usos a partir de la medianoche, sino antes, irán siendo apartados de la red


El 9 de octubre, en el Palacio de la Genetralitat, sede de la Mancomunitat, Josep Puig i Cadafalch, segundo Presidente tras la muerte el año anterior de Enric Prat de la Riba, convocaba al Consell Permanent.

Prat de la Riba informaba que de las conversaciones con el Gobierno y los informes del Ingeniero Sales. Mientras las operaciones del Ejército estuvieran en marcha, la no disponibilidad del ferrocarril para el transporte de carbón haría imprescindible el uso de las reservas acumuladas en la termoeléctrica para la producción necesaria para el funcionamiento de la industria, quedando restringido cuando no anulado el uso para transporte público, uso doméstico y alumbrado público.

En unos días llegarían al puerto de Barcelona dos vapores con carbón suficiente para su gasificación y para poner de nuevo a la Fábrica de la Luz al 100%. También se dispondría de algunas compañías de la milicia para aumentar los lánguidos trabajos en Camarasa y Tremp.

A partir del día siguiente, los Ferrcocarriles de Catalunya, totalmente electrificados, y el Tranvía de Barcelona dejarían de circular. La falta de animales de tiro, también impediría recuperar la totalidad de los antiguos vagones de tracción animal

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Para el Consell Permanent, aquella era una decisión que comportaría serios problemas de movilidad, especialmente la de los trabajadores industriales desde sus hogares a las fábricas y viceversa. Puig i Cadafalch prometió ponerse en contacto con varios de los industriales próximos a la Lliga y rogarles que durante los próximos días se hicieran cargo de los obreros en sus instalaciones.

En una extraña decisión, y mientras durada la suspensión del servicio, la Mancomunitat dejaría de pagar los sueldos y salarios de las empresas pertenecientes a la Barcelona Traction, Light and Power Company.

Otras empresas de capital público o particular, privadas de energía para su funcionamiento a lo largo y ancho del país tomarían decisiones similares. Sin trenes, no había carbón, sin carbón no había luz, sin luz no había producción. Los cuatro años de Guerra pasaban factura.

En las cocheras del barrio de Sants de Barcelona, al regresar el último turno, los tranvías dejaban de funcionar, al caer la potencia eléctrica. Algunos trenes quedarían en las calles, al llegar el momento del apagón antes de su entrada en las cocheras.

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El 10 de octubre solo circularían los escasos tranvías a vapor, alimentadas sus calderas con madera; y algún que otro convoy de Ferrocarriles de Catalunya con las escasa locomotoras con la que contaba la compañía y las pocas unidades automotoras. Al ser el ancho de vía de la compañía similar al francés, en 1914 la mayoría fueron requisadas y trasladadas a Francia; de dónde no habían regresado.

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NOTAS:

los datos de la Canadiense, su interés en las compañías de tranvías y ferrocarriles, las presas, son ciertos, así como el ancho de vía europeo en los tramos de Sabadell y Tarrasa/Terrassa de la compañía Ferrocarriles de Cataluña, actual Ferrocarrils de la Generalitat de Catalunya. Aún conserva ésta locomotoras a vapor.


Tempus Fugit
Gaspacher
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Ucronia España vs EE.UU., Duelo de aguilas

Mensaje por Gaspacher »

OPERACIÓN CIMITARRA VIII, 11 de octubre

Tras el embate inicial los combates estaban remitiendo en la zona occidental de los pirineos. El día anterior las fuerzas españolas aun habían realizado algún reconocimiento sobre la zona de combate enemiga, pero estos fueron languideciendo conforme avanzaba el día, y para última hora de la tarde ya se habían agotado por completo. Eso dejo la iniciativa en manos de las fuerzas de la Entente, que realizaron algunos contraataques locales con el fin de mejorar sus posiciones defensivas, especialmente en torno de la cota 356, que sería finalmente reconquistada a costa de fuertes bajas. El día por lo demás se preparaba muy similar al anterior, las fuerzas españolas permanecían a la expectativa, esperando el momento de lanzarse al asalto final. Mientras tanto las fuerzas de la Entente se contentaban por el momento, en lanzar contraataques locales en vista a mejorar sus posiciones.

En Toulouse, el general Petain advirtió del peligroso estado del frente sur a Foch, quien comandaba todos los ejércitos de la Entente en Francia. Por desgracia el envío de refuerzos era imposible en aquellos momentos, pues aunque la operación Michael había sido abortada tras duras perdidas, los alemanes habían continuado atacando de inmediato en la operación Georgette. La batalla continuaba en el norte con gran intensidad, en un intento de evitar que los alemanes rompiesen el frente británico y llegasen al mar aislando a la BEF. Esto significaba que Petain tendría que hacer la guerra con lo que tenía, y eso era nada tras haber partido sus dos últimas divisiones de reserva a apuntalar las defensas en la zona de montaña de los pirineos.

Los mayores combates del día se darían precisamente en los alrededores de Bagneles de Luchon. Finalmente Petain había autorizado la retirada de la división del general Seigner, pero para ese entonces las fuerzas españolas habían aumentado a unos 6.000 hombres y dos docenas de piezas de montaña, que se interponían entre la salvación y la división francesa. Para empeorar las cosas el enemigo dominaba la carretera desde una posición elevada, siendo la única ventaja de Seigner que un regimiento de reserva permanecía estacionado al norte de esa maldita colina. Si quería sacar su división de allí no tendría más remedio que salir por la fuerza.

A mediodía el regimiento de apoyo ataco las posiciones enemigas desde el norte al mismo tiempo que sus fuerzas lo hacían desde el Suroeste. La defensa enemiga fue terriblemente dura. Aunque tan solo disponían de fortificaciones de circunstancias los soldados españoles se aferraron al terreno y se negaron a rendirse, rechazando uno tras otro, tres ataques franceses. Al final serían necesarios seis asaltos y cinco horas de combates para lograr expulsarlos de las colinas cercanas a la carretera. La lucha sin embargo había sido terriblemente sangrienta. Más de 3.000 soldados franceses yacían muertos en las laderas de la colina, siendo los heridos cercanos a 7.000. Con todo, la carretera estaba abierta, y el resto de la división huyo por ella aprovechando la oscuridad. En su puesto de ametralladora el cabo Molina disparo sobre la carretera hasta agotar sus municiones, pasando a disparar entonces con su máuser 1916 mientras cubría a dos de sus hombres que retrocedieron con la máquina. Finalmente él mismo se vería obligado a retroceder, recibiendo un disparo en el muslo que provocaría su evacuación horas después.

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Cuando las fuerzas españolas advirtieron el repliegue, el brigadier Maestro ordenó pasar al ataque, logrando derrotar a la retaguardia enemiga en un feroz combate nocturno en el que capturo 2.189 hombres. Al amanecer las fuerzas españolas habían quedado dueñas del campo capturando 2.780 hombres y 31 piezas de artillería más, así como otros muchos suministros correspondientes a toda una división. En las últimas horas del combate y con la carretera de nuevo en peligro, muchos soldados franceses se habían retirado directamente hacia el norte, a través de las montañas. Semanas después las fiebres atacarían a muchos de los participantes en esta batalla, tanto de un bando como del otro.

Las fuerzas francesas del paso de Canfranc los defensores tuvieron más suerte, y pudieron replegarse en orden aunque bajo el fuego de la artillería y de los morteros que causo varios cientos de bajas. No serían las únicas, pues al abandonar los puestos de montaña más expuestos las bajas ascenderían con rapidez. Al amanecer del día 12 las fuerzas francesas ya se habían retirado de aquellos lugares tan expuestos y tan solo continuaban resistiendo en las posiciones de mayor envergadura y mejor defendidas.

Para el general Borja la ofensiva discurría según lo planeado. Tras tres días de combates sus bajas ascendían a unos 53.000 hombres, pero había causado al enemigo unas bajas estimadas del triple de esa cantidad, bien es cierto que la debilidad de la artillería enemiga le había beneficiado sobremanera. Al Oeste el entrante británico era bombardeado sistemáticamente por medio de las armas cohete. Unas armas que si bien no tenían ninguna precisión bastaban para desgastar sus defensas y mantenerlos pegados a las trincheras con un escaso coste. Mientras tanto en la zona norteamericana la presión sobre el enemigo continuaba por medio de un duelo de artillería en el que las fuerzas españolas llevaban las de ganar por simple cantidad de bocas de fuego.

Mientras tanto su artillería se estaba trasladando al amparo de la oscuridad, con destino a sus nuevos emplazamientos. La línea de Erratzu a Valcarlos, denominada a partir de ese momento como sector Alfil, sería reforzada por decenas de baterías que se prepararon para abrir fuego a su orden. Había llegado el momento de golpear de nuevo, por lo que ordeno al resto de sus fuerzas que se preparase para avanzar. La artillería empezaría a disparar al anochecer y continuaría durante toda la noche para pulverizar a los defensores, y por fin al amanecer del día 14 el grueso de su ejército pasaría al ataque, empleando esta vez sí, sus carros. Su misión, empujar al enemigo hacia el noreste y alejarlo del ejército británico a su derecha, abriendo una brecha que pusiese en peligro a las fuerzas del 6º Ejército. Contaba para ello con el haber encontrar varios puntos vulnerables en las defensas enemigas. Núcleos de resistencia demasiado alejados del resto y que por lo tanto no podrían apoyarse entre sí, pudiendo sus fuerzas de asalto infiltrarse entre ellos con facilidad relativa. Artillería, infiltración, y carros para romper la línea enemiga de forma definitiva.

Mientras tanto a retaguardia en la estación de Pamplona, los soldados del batallón de voluntarios de Granada desembarcaron del tren siendo recibidos en el andén por grupos de guardias civiles que les indicaron con rapidez la dirección que debían seguir, espoleándoles para que abandonasen el andén y la estación. A duras penas lograron dar un corto vistazo a los camilleros que no lejos de allí subían heridos a un tren hospital, sin duda para enviarlos a otros hospitales y desalojar los cercanos al frente en vista a las batallas venideras. No tardaron en comprender que España estaba en la mayor batalla de su historia, cientos de miles de hombres luchaban al norte de allí, y aún seguían llegando más, como pudieron comprobar al trasladarse a las afueras de la ciudad, donde acamparían. Los cansados hombres acababan de llegar procedentes de Valencia, donde habían subido a un tren que los había llevado hasta la ciudad a través de Tarragona y Zaragoza. Ahora eran decenas los trenes que llegaban procedentes de la frontera portuguesa y Valencia, o que trasladaban las propias reservas del grupo de Ejércitos, y decenas de miles de hombres y cientos de cañones los que convergían con rapidez al frente del noroeste. El ataque final estaba a punto de empezar.

Columnas de soldados avanzaban al paso llegando al gran campamento de Berrioplano. Allí un ejército de paisanos movilizado al efecto, había levantado un colosal campamento cuyas tiendas de campaña se extendían hasta donde llegaba la vista. Tan pronto llegaban los hombres un guía les indicaba la zona de acampada para que dejasen sus equipos y la dirección de las cocinas, donde mujeres de la zona cocinaban sin descanso para que los cansados soldados pudiesen comer antes de retirarse a descansar. Al día siguiente los hombres subirían a los camiones que los llevarían hasta el frente situado a unos 30 kilómetros al norte. En solo semana y media más de 200.000 hombres pasarían por aquel campamento.

Mientras tanto, en su cuartel general, el general Petain se preguntaba cuál sería el siguiente movimiento enemigo. Tras un día de relativa tranquilidad tras los dos primeros días de lucha sin cuartel en la que había llegado a estar contra las cuerdas, la relativa tranquilidad de ese día parecía la calma que precedía la tempestad. Era evidente que las fuerzas enemigas se preparaban para dar el golpe de gracia, pero desgraciadamente la escasez de aviones y la relativa superioridad aérea en la zona de los pirineos cantábricos, habían impedido un reconocimiento aéreo adecuado. Tan solo podía imaginar las intenciones de su enemigo, y las más evidentes eran un ataque en la zona de Lesaca tratando de alcanzar el mar para copar a los ingleses. Por lo tanto sería a aquel frente al que dedicaría sus últimas reservas.


A todo hombre tarde o temprano le llega la muerte ¿Y cómo puede morir mejor un hombre que afrontando temibles opciones, defendiendo las cenizas de sus padres y los templos de sus dioses?" T. M.
ferrolanoexiliado
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Mensaje por ferrolanoexiliado »

A mi no me quedan uñas ni en los dedos de las manos ni de los pies :loco:


Domper
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Mensaje por Domper »

Mientras te queden dedos...

La estrategia de "roer" está muy bien pero al no ser decisiva al final implica más bajas. Es lo que decía Joffre en 1915 "los estoy royendo"... usando como dientes lo mejor de la juventud francesa.

Saludos



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