¿Son los Políticos Españoles los peores enemigos de España?
- Yorktown
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Yorktown escribió:Que yo sepa, las CCAA, o entidades más locales, también son el estado.
Las Cajas de Ahorro son una anomalía que debería desaparecer mejor pronto que tarde.
Saludos.
Que yo sepa, las CCAA, o entidades más locales, también son el estado...
NO, no Yorktown....el estado no es un ayuntamiento, no tiene nada que ver.
Pero aún así las cajas no tienen dueño, las que son cooperativas, son de sus socios, y las que no son fundaciones, pero no son tampoco de las comunidades, simplemente estas escogen sus organos de gobierno.
Y si, deberian desparecer...de hecho no creo que falte mucho para que salga una directiva europea, obligando a ello.
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- Yorktown
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Ein? como que un ayuntamiento no es estado?
Yap, pues eso, una anomalía...una cosa rara e híbrida, pero que al final...responden muchas de sus decisiones a intereses puramente políticos.
Saludos.
pero no son tampoco de las comunidades, simplemente estas escogen sus organos de gobierno.
Yap, pues eso, una anomalía...una cosa rara e híbrida, pero que al final...responden muchas de sus decisiones a intereses puramente políticos.
Saludos.
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¡Sois todos un puñado de socialistas!. (Von Mises)
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- ZULU 031
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no, no y no....los ayuntamientos, diputaciones, en mi opinión no son estado.
Si un ayuntamiento me debe dinero, no puedo exigirselo al estado, y viceversa
Zulu:
las dos cosas, algunas son fundaciones y otras tienen fundaciones.
Si un ayuntamiento me debe dinero, no puedo exigirselo al estado, y viceversa
Zulu:
Las cajas tienen fundaciones, pero no son fundaciones.
las dos cosas, algunas son fundaciones y otras tienen fundaciones.
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ZULU 031 escribió:¡QUE SIIIIIIII....
No confundas Estado (Todo), con gobierno central (nacional) o estado central (nacional)
bueno he de admitir que el término estado, es interpretable y dificilmente se puede explicar, ya que es un concepto politico.
Veamos la definición de Max Weber :
define el Estado como una organización que reclama para sí -con éxito- el "monopolio de la violencia legítima"; por ello, dentro del Estado se incluyen instituciones tales como las fuerzas armadas, la administración pública, los tribunales y la policía, asumiendo pues el Estado las funciones de defensa, gobernación, justicia, seguridad y otras como las relaciones exteriores.
de todas maneras es irrelevante, hablabamos de las cajas de ahorros...
Saludos.
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- ZULU 031
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ZULU 031 escribió:hablabamos de las cajas de ahorros...
¿Me puedes decir alguna caja que, sea fundación? Lo pregunto porque no conozco ninguna
de la página web de las cajas de ahorros.(confederación).trascribó literalmente:
Las Cajas de Ahorros españolas son entidades de crédito constituidas bajo la forma jurídica de fundaciones de naturaleza privada, con finalidad social y actuación bajo criterios de puro mercado, aunque revirtiendo un importante porcentaje de los beneficios obtenidos a la sociedad a través de su obra social.
Saludos
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YO PROTESTO.
Como todo español estoy preocupado por la situación económica de mi país, de manera que hoy domingo – como siempre - compré varios periódicos y me quedé perplejo cuando comprobé que, excepto en uno especializado en temas económicos, apenas me informaban de las noticias que buscaba. Evidentemente los medios de comunicación le están haciendo el enorme favor al Ejecutivo : no hablar del asunto que nos preocupa y recordar, a la opinión pública, que hay miles de parados más cada día. Porque es un claro objetivo del Gobierno que no se hable de la grave crisis que estamos padeciendo. Y la prensa sigue la consigna al pie de la letra : la liga de fútbol, las nevadas, los espías autonómicos, las “chorradas” del presidente del PNV que solo se siente español para aceptar la financiación de su partido en los Presupuestos, si D3M y Askatasuna se pueden o no presentar a las elecciones vascas ... y otras cuestiones por el estilo llenan todos los espacios sin que quede sitio para el problema.
Ya estaba resignado cuando abro “La Voz de Galicia” y ahí - como Émile Zola en 1898 con su famoso :"YO ACUSO” (J’ accuse) por el caso del capitán Alfred Dreyfus – me encuentro con este ”YO PROTESTO” de Santiago Rey Fernández-latorre – Presidente Editor de la Voz de Galicia - que, como creo que no tiene desperdicio, comparto con vosotros.
YO PROTESTO
"Inmersos de lleno en la crisis - cuyos zarpazos, con ser graves, no son solo económicos - la parte más vital de la sociedad gallega asiste atónita al baile de confusiones y a la inoperancia que se ha instalado en nuestra vida pública, mientras se encienden cada día más luces rojas de alarma. Resulta difícil mirar para otro lado o dejarse llevar confiando en que las cosas se irán arreglando por sí solas. Por eso es necesario levantar la voz y llamar la atención de los corazones nobles, como hemos hecho siempre en momentos cumbre, desde grandes medios de comunicación, aquellos que tenemos como norma cumplir con nuestra responsabilidad. Y eso ha de hacerse por encima de cualquier posición cómoda, aun a riesgo de ganarse las incomprensiones de unos y las declaradas hostilidades de otros.
No es nada nuevo. Quienes hace ya dos años vimos aproximarse, con bastante antelación, toda la crudeza de la depresión económica, fuimos tachados entonces de agoreros del pesimismo, de alentadores del desánimo e incluso de antipatriotas. Los hechos, tan inapelables, han venido a demostrar lo que hoy ya son dos evidencias: una, que no era la querencia por lo negativo, sino un ejercicio de ciudadanía, avisar entonces de lo que se nos venía encima; y dos - lo que resulta mucho más grave -, que no se aprovechó aquel tiempo precioso para reaccionar. Ni siquiera ahora se toman medidas resolutivas para enderezar un rumbo meridianamente equivocado. Por eso yo protesto.
Yo protesto contra el cortoplacismo miope de los agentes políticos, enfrascados hoy en satisfacer sus ansias electorales escondiendo el polvo debajo de las alfombras, aun a sabiendas de que el viento que soplará después de marzo lo esparcirá todo hasta dejar la estancia inhabitable. No de otra forma se pueden entender, por ejemplo, las ayudas al sector de la automoción, inoperantes si tienen como objeto ocultar los dramáticos efectos de la crisis hasta después de la batalla electoral
Yo protesto también porque pequeñas y medianas empresas, que son parte esencial de nuestro tejido productivo y han creado tanto empleo, se ven abocadas al cierre sin que nadie se digne reparar en su drama. Y al mismo tiempo, grandes empresas y grandes empresarios que han demostrado con hechos y sin retórica su amor por Galicia son prácticamente expulsados y casi obligados a llevar su capacidad de iniciativa a otros lugares.
Es difícil encontrar en nuestro entorno despropósitos más grandes que los que aquí se cometen, mientras se despilfarra sin tino en operaciones de imagen que tienen como objeto enmascarar con fulgores de escaparate lo que en realidad no se posee. No de otro modo se pueden entender las moles vacías del Gaiás; los gastos desproporcionados en decoración o transporte; las maquilladas y exasperantes listas de espera en la sanidad pública, y, sobre todo, la decepcionante promesa - por incumplida - de la atención a las personas dependientes. No contentos con maquinar continuas campañas de imagen, o de intentar domesticar a la prensa, no faltan incluso políticos que deciden crear sus propios medios de comunicación para garantizarse al precio que sea la foto más favorecedora.
Se ha dicho alguna vez que la política es la profesión más noble cuando su objetivo es el interés general, y la más mezquina cuando se hace por interés propio. Por eso es obligado protestar contra el populismo, el clientelismo y el favoritismo.
Fueron los auténticos padres del galleguismo los que más se manifestaron a lo largo de la historia reciente contra las prácticas caciquiles. Pero ahora ha surgido un nuevo caciquismo que se disfraza de falsa modernidad y opera con desparpajo en todo cuanto se pone a su alcance, desde las concesiones eólicas a las plazas de empleo público.
Flaco favor hacen a la historia. De los grandes galleguistas heredó Galicia un noble concepto de país, armónicamente integrado en España y en Europa, que destacaba sus valores y los relacionaba sin antagonismos con el mundo. Así pensamos siempre los que, como yo, tuvimos la feliz experiencia de compartir trabajo y proyectos ilusionantes con Ramón Piñeiro, Domingo García Sabell, Francisco Fernández del Riego, Valentín Paz Andrade, Marino Dónega o Carlos Casares; todos ellos colaboradores en las páginas de La Voz de Galicia, que siempre ha estado abierta a los sueños que pugnan por el engrandecimiento de nuestra tierra.
Ahora, aquel hermoso ideario de los grandes galleguistas parece usurpado en manos de intolerantes que lo emplean como arma arrojadiza entre gallegos. Muchos callan ante esto. Pero yo, que fui multado precisamente por impulsar que se publicase en gallego en este periódico, hoy protesto. Protesto porque el idioma que antes fue negado ahora se quiere imponer sin contemplaciones ni concesiones al sentido común. Y la lengua se parece en esto al amor. Si nadie por la fuerza pudo retirarla, nadie por la fuerza podrá tampoco imponerla.
Al cabo, este intento de imposición es solo un síntoma más de la preocupante deriva que, a causa de las confrontaciones partidarias, se viene dando en el actual Estado de las Autonomías. Los estados federales que son ejemplo en el mundo han establecido mejores pautas de relación y cohesión interna que las que se están dando en España en asuntos tan enloquecidos y carentes de lógica como la financiación autonómica, la educación, la ruptura de la unidad de mercado o el gravemente deteriorado principio de la igualdad entre ciudadanos.
Ni quienes en las instancias ejecutivas tienen la obligación de ordenar la vida pública, ni quienes han sido facultados por el pueblo para ejercer la oposición están cumpliendo con sus obligaciones. En el ámbito político, todo se traduce en guerras partidarias (incluso dentro del mismo gobierno), en espionajes (incluso dentro del mismo partido), en delaciones y en intereses personales. En el campo económico, asistimos a una crisis mundial causada por la avaricia de empresarios y dirigentes sin escrúpulos, cuyas malas prácticas han sido consentidas por los supuestos encargados de controlarlas e impedirlas.
Mientras, grandes pilares básicos de la vida en común se desmoronan ante la inacción de la sociedad. Los rectores de las universidades gallegas claman en el desierto por la falta de recursos que las ponen a la cola de Europa en un momento en el que se reformula el futuro de los estudios universitarios. Los jueces, divididos como nunca, añaden problemas e incongruencias al más ineficiente de los poderes que rigen la vida de los ciudadanos. Las entidades financieras ignoran sus obligaciones mientras crece el rosario de empresas ahogadas por la falta de recursos. Las listas del paro se agrandan y se llenan de dramas permanentes, hasta hacer entrever las calamidades de la desolación y la revuelta social. Hacienda, que somos todos, muestra una infamante doble cara: mantiene su exigencia ineludible al autónomo que en un revés pierde a sus clientes, mientras envuelve en mullidos cojines a sociedades anónimas que, como las deportivas, eluden sus obligaciones con el Estado (con todos nosotros) y acumulan deudas más que obscenas.
Por todo eso yo protesto. Y por la falta de compromiso que nos está haciendo perder de nuevo el tren de la historia en cuestiones tan fundamentales para el futuro de esta comunidad como las infraestructuras, la energía y el desarrollo tecnológico. La lentitud y la ineficacia en estos campos solo vienen a confirmar que Galicia no ha reaccionado todavía con presteza ni a sus propios desequilibrios internos ni a la amenaza de una península hemipléjica, donde todos los motores económicos y sociales se concentran en la mitad oriental y toda la rémora y la falta de perspectivas se quedan en el abandonado paraíso del Finisterre.
Si digo todo esto, si protesto incluso por tener que protestar, no es porque me embarguen sentimientos derrotistas. Justo al contrario. Solo los indolentes callan. Los batalladores saben que el primer paso para afrontar con arrojo la solución de los problemas es dándoles la cara; poniéndose frente a ellos; citándolos.
Ese ánimo positivo me llevó a decir públicamente en noviembre del año pasado que es tiempo de fraguar un gran acuerdo. Y lo reitero ahora: nada se alcanzará sin una acción concertada, que sume esfuerzos para aprovechar las oportunidades. Un gran acuerdo social, no solo entre políticos, que cuaje en un gran proyecto de Galicia en el que todos puedan sentirse cómodos y confiados.
Por todo esto, hace falta más que nunca que regrese la desaparecida sociedad civil. Que se restablezca de la postración, que conozca, que pida cuentas, que juzgue, que actúe. Porque dicen los manuales que después de la depresión económica viene siempre la depresión social. Pero esa es una tragedia que Galicia no se debe volver a permitir. Y, desde luego, no se puede permitir hoy".
Saludos
Ya estaba resignado cuando abro “La Voz de Galicia” y ahí - como Émile Zola en 1898 con su famoso :"YO ACUSO” (J’ accuse) por el caso del capitán Alfred Dreyfus – me encuentro con este ”YO PROTESTO” de Santiago Rey Fernández-latorre – Presidente Editor de la Voz de Galicia - que, como creo que no tiene desperdicio, comparto con vosotros.
YO PROTESTO
"Inmersos de lleno en la crisis - cuyos zarpazos, con ser graves, no son solo económicos - la parte más vital de la sociedad gallega asiste atónita al baile de confusiones y a la inoperancia que se ha instalado en nuestra vida pública, mientras se encienden cada día más luces rojas de alarma. Resulta difícil mirar para otro lado o dejarse llevar confiando en que las cosas se irán arreglando por sí solas. Por eso es necesario levantar la voz y llamar la atención de los corazones nobles, como hemos hecho siempre en momentos cumbre, desde grandes medios de comunicación, aquellos que tenemos como norma cumplir con nuestra responsabilidad. Y eso ha de hacerse por encima de cualquier posición cómoda, aun a riesgo de ganarse las incomprensiones de unos y las declaradas hostilidades de otros.
No es nada nuevo. Quienes hace ya dos años vimos aproximarse, con bastante antelación, toda la crudeza de la depresión económica, fuimos tachados entonces de agoreros del pesimismo, de alentadores del desánimo e incluso de antipatriotas. Los hechos, tan inapelables, han venido a demostrar lo que hoy ya son dos evidencias: una, que no era la querencia por lo negativo, sino un ejercicio de ciudadanía, avisar entonces de lo que se nos venía encima; y dos - lo que resulta mucho más grave -, que no se aprovechó aquel tiempo precioso para reaccionar. Ni siquiera ahora se toman medidas resolutivas para enderezar un rumbo meridianamente equivocado. Por eso yo protesto.
Yo protesto contra el cortoplacismo miope de los agentes políticos, enfrascados hoy en satisfacer sus ansias electorales escondiendo el polvo debajo de las alfombras, aun a sabiendas de que el viento que soplará después de marzo lo esparcirá todo hasta dejar la estancia inhabitable. No de otra forma se pueden entender, por ejemplo, las ayudas al sector de la automoción, inoperantes si tienen como objeto ocultar los dramáticos efectos de la crisis hasta después de la batalla electoral
Yo protesto también porque pequeñas y medianas empresas, que son parte esencial de nuestro tejido productivo y han creado tanto empleo, se ven abocadas al cierre sin que nadie se digne reparar en su drama. Y al mismo tiempo, grandes empresas y grandes empresarios que han demostrado con hechos y sin retórica su amor por Galicia son prácticamente expulsados y casi obligados a llevar su capacidad de iniciativa a otros lugares.
Es difícil encontrar en nuestro entorno despropósitos más grandes que los que aquí se cometen, mientras se despilfarra sin tino en operaciones de imagen que tienen como objeto enmascarar con fulgores de escaparate lo que en realidad no se posee. No de otro modo se pueden entender las moles vacías del Gaiás; los gastos desproporcionados en decoración o transporte; las maquilladas y exasperantes listas de espera en la sanidad pública, y, sobre todo, la decepcionante promesa - por incumplida - de la atención a las personas dependientes. No contentos con maquinar continuas campañas de imagen, o de intentar domesticar a la prensa, no faltan incluso políticos que deciden crear sus propios medios de comunicación para garantizarse al precio que sea la foto más favorecedora.
Se ha dicho alguna vez que la política es la profesión más noble cuando su objetivo es el interés general, y la más mezquina cuando se hace por interés propio. Por eso es obligado protestar contra el populismo, el clientelismo y el favoritismo.
Fueron los auténticos padres del galleguismo los que más se manifestaron a lo largo de la historia reciente contra las prácticas caciquiles. Pero ahora ha surgido un nuevo caciquismo que se disfraza de falsa modernidad y opera con desparpajo en todo cuanto se pone a su alcance, desde las concesiones eólicas a las plazas de empleo público.
Flaco favor hacen a la historia. De los grandes galleguistas heredó Galicia un noble concepto de país, armónicamente integrado en España y en Europa, que destacaba sus valores y los relacionaba sin antagonismos con el mundo. Así pensamos siempre los que, como yo, tuvimos la feliz experiencia de compartir trabajo y proyectos ilusionantes con Ramón Piñeiro, Domingo García Sabell, Francisco Fernández del Riego, Valentín Paz Andrade, Marino Dónega o Carlos Casares; todos ellos colaboradores en las páginas de La Voz de Galicia, que siempre ha estado abierta a los sueños que pugnan por el engrandecimiento de nuestra tierra.
Ahora, aquel hermoso ideario de los grandes galleguistas parece usurpado en manos de intolerantes que lo emplean como arma arrojadiza entre gallegos. Muchos callan ante esto. Pero yo, que fui multado precisamente por impulsar que se publicase en gallego en este periódico, hoy protesto. Protesto porque el idioma que antes fue negado ahora se quiere imponer sin contemplaciones ni concesiones al sentido común. Y la lengua se parece en esto al amor. Si nadie por la fuerza pudo retirarla, nadie por la fuerza podrá tampoco imponerla.
Al cabo, este intento de imposición es solo un síntoma más de la preocupante deriva que, a causa de las confrontaciones partidarias, se viene dando en el actual Estado de las Autonomías. Los estados federales que son ejemplo en el mundo han establecido mejores pautas de relación y cohesión interna que las que se están dando en España en asuntos tan enloquecidos y carentes de lógica como la financiación autonómica, la educación, la ruptura de la unidad de mercado o el gravemente deteriorado principio de la igualdad entre ciudadanos.
Ni quienes en las instancias ejecutivas tienen la obligación de ordenar la vida pública, ni quienes han sido facultados por el pueblo para ejercer la oposición están cumpliendo con sus obligaciones. En el ámbito político, todo se traduce en guerras partidarias (incluso dentro del mismo gobierno), en espionajes (incluso dentro del mismo partido), en delaciones y en intereses personales. En el campo económico, asistimos a una crisis mundial causada por la avaricia de empresarios y dirigentes sin escrúpulos, cuyas malas prácticas han sido consentidas por los supuestos encargados de controlarlas e impedirlas.
Mientras, grandes pilares básicos de la vida en común se desmoronan ante la inacción de la sociedad. Los rectores de las universidades gallegas claman en el desierto por la falta de recursos que las ponen a la cola de Europa en un momento en el que se reformula el futuro de los estudios universitarios. Los jueces, divididos como nunca, añaden problemas e incongruencias al más ineficiente de los poderes que rigen la vida de los ciudadanos. Las entidades financieras ignoran sus obligaciones mientras crece el rosario de empresas ahogadas por la falta de recursos. Las listas del paro se agrandan y se llenan de dramas permanentes, hasta hacer entrever las calamidades de la desolación y la revuelta social. Hacienda, que somos todos, muestra una infamante doble cara: mantiene su exigencia ineludible al autónomo que en un revés pierde a sus clientes, mientras envuelve en mullidos cojines a sociedades anónimas que, como las deportivas, eluden sus obligaciones con el Estado (con todos nosotros) y acumulan deudas más que obscenas.
Por todo eso yo protesto. Y por la falta de compromiso que nos está haciendo perder de nuevo el tren de la historia en cuestiones tan fundamentales para el futuro de esta comunidad como las infraestructuras, la energía y el desarrollo tecnológico. La lentitud y la ineficacia en estos campos solo vienen a confirmar que Galicia no ha reaccionado todavía con presteza ni a sus propios desequilibrios internos ni a la amenaza de una península hemipléjica, donde todos los motores económicos y sociales se concentran en la mitad oriental y toda la rémora y la falta de perspectivas se quedan en el abandonado paraíso del Finisterre.
Si digo todo esto, si protesto incluso por tener que protestar, no es porque me embarguen sentimientos derrotistas. Justo al contrario. Solo los indolentes callan. Los batalladores saben que el primer paso para afrontar con arrojo la solución de los problemas es dándoles la cara; poniéndose frente a ellos; citándolos.
Ese ánimo positivo me llevó a decir públicamente en noviembre del año pasado que es tiempo de fraguar un gran acuerdo. Y lo reitero ahora: nada se alcanzará sin una acción concertada, que sume esfuerzos para aprovechar las oportunidades. Un gran acuerdo social, no solo entre políticos, que cuaje en un gran proyecto de Galicia en el que todos puedan sentirse cómodos y confiados.
Por todo esto, hace falta más que nunca que regrese la desaparecida sociedad civil. Que se restablezca de la postración, que conozca, que pida cuentas, que juzgue, que actúe. Porque dicen los manuales que después de la depresión económica viene siempre la depresión social. Pero esa es una tragedia que Galicia no se debe volver a permitir. Y, desde luego, no se puede permitir hoy".
Saludos
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¡¡Qué se cumpla la ley!!
Se han celebrado este fin de semana dos manifestaciones – una en Barcelona y otra en Santiago - e, increíblemente, lo que pedían era que se cumpliese la ley, lo cual es terrible porque, donde un espacio donde no se cumplen las leyes y no se ejecutan las sentencias, no se puede designar como un Estado de Derecho.
El sábado, en Barcelona, los manifestantes pedían que el gobierno de la Generalidad cumpliese una sentencia del Supremo que “obliga a incluir en los formularios de prescripción una casilla en la que los padres puedan escoger la lengua de escolarización de sus hijos”. En el caso de Santiago fue contra la imposición del gallego en las escuelas. O sea lo que pedían era que se cumpliese la Constitución - la defensa del bilingüismo y la libertad de los ciudadanos para elegir - . Y ante la “abstención” del Gobierno, y el envalentonamiento de los nacionalistas, miles de españoles se han visto obligados a salir a la calle en defensa de sus derechos.
Grupos independentistas radicales intentaron reventar las pacíficas manifestaciones y la más violenta fue la de Santiago en la que jóvenes arrojaron, contra los manifestantes, botellas y piedras y obligó a la Policía Nacional a cargar contra ellos con un saldo de diez detenidos, todos radicales, y dos heridos, uno de los arrestados y un manifestante - lo que indica la violencia desatada -.
Albert Rivera (presidente de Ciudadanos) definió perfectamente la situación: "Es un poco surrealista convocar manifestaciones para que un presidente autonómico cumpla la ley y las sentencias, pero es lo que sucede en España ...".
Las minorías activas, violentas y exigentes siempre ganan a las mayorías pacíficas y silenciosas. De manera que creo que hay que aplaudir, y apoyar, acciones como las manifestaciones pacíficas que este fin de semana se han hecho oír.
Saludos.
El sábado, en Barcelona, los manifestantes pedían que el gobierno de la Generalidad cumpliese una sentencia del Supremo que “obliga a incluir en los formularios de prescripción una casilla en la que los padres puedan escoger la lengua de escolarización de sus hijos”. En el caso de Santiago fue contra la imposición del gallego en las escuelas. O sea lo que pedían era que se cumpliese la Constitución - la defensa del bilingüismo y la libertad de los ciudadanos para elegir - . Y ante la “abstención” del Gobierno, y el envalentonamiento de los nacionalistas, miles de españoles se han visto obligados a salir a la calle en defensa de sus derechos.
Grupos independentistas radicales intentaron reventar las pacíficas manifestaciones y la más violenta fue la de Santiago en la que jóvenes arrojaron, contra los manifestantes, botellas y piedras y obligó a la Policía Nacional a cargar contra ellos con un saldo de diez detenidos, todos radicales, y dos heridos, uno de los arrestados y un manifestante - lo que indica la violencia desatada -.
Albert Rivera (presidente de Ciudadanos) definió perfectamente la situación: "Es un poco surrealista convocar manifestaciones para que un presidente autonómico cumpla la ley y las sentencias, pero es lo que sucede en España ...".
Las minorías activas, violentas y exigentes siempre ganan a las mayorías pacíficas y silenciosas. De manera que creo que hay que aplaudir, y apoyar, acciones como las manifestaciones pacíficas que este fin de semana se han hecho oír.
Saludos.
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Comparecencia del presidente en el Congreso.
Esta tarde el presidente del Gobierno comparecerá en el Congreso de los Diputados para informar a los diputados, y a los ciudadanos, de la situación económica del país y de las medidas en curso, o las que piensa tomar, para tratar de resolver o paliar la crisis tan importante que padecemos.
Y ese debe ser el tema, en exclusiva, porque es lo suficiente alarmante para que así sea. Pero preveo que el presidente, o sus aliados, aprovechará la ocasión para atacar al PP por los temas de espionaje y corrupción – que son muy importantes e, incluso, es posible que haya fundamentos – pero que como decía el presidente Pujol: “hoy no toca”. Y si don Mariano Rajoy, no es un “pardillo”, no caería en la trampa si se adelantase en su comparecencia poniéndolos, aunque sea brevemente, en evidencia antes que se los pongan delante y, entonces, tenga que batirse a la defensiva.
Sin oposición – alternativa – no hay democracia y pienso que el PP no está a la altura.
Saludos.
Y ese debe ser el tema, en exclusiva, porque es lo suficiente alarmante para que así sea. Pero preveo que el presidente, o sus aliados, aprovechará la ocasión para atacar al PP por los temas de espionaje y corrupción – que son muy importantes e, incluso, es posible que haya fundamentos – pero que como decía el presidente Pujol: “hoy no toca”. Y si don Mariano Rajoy, no es un “pardillo”, no caería en la trampa si se adelantase en su comparecencia poniéndolos, aunque sea brevemente, en evidencia antes que se los pongan delante y, entonces, tenga que batirse a la defensiva.
Sin oposición – alternativa – no hay democracia y pienso que el PP no está a la altura.
Saludos.
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