La profesora de instituto que denuncia que "la Ley Celaá penaliza a los alumnos tímidos"
Laura Rodríguez Montecino (Zamora, 1991) es profesora de Lengua y Literatura en el instituto público Príncipe Felipe del barrio madrileño de El Pilar. Responsable de Educación del partido Izquierda Española y creadora de un canal de YouTube que critica las modas pedagógicas imperantes, denuncia que los estudiantes están «hartos de proyectos y experimentos pedagógicos vacíos» y piden una «instrucción sólida basada en el conocimiento».
P. ¿Qué es lo más gordo que le ha pasado dando clase a adolescentes?
R. Podría citar episodios de violencia entre alumnos, faltas de respeto y maltrato al mobiliario, pero, con todo, creo que lo peor que he visto es a alumnos de 1º de Bachillerato incapaces de leer dos líneas seguidas a sus 16 años..
P. ¿Llegan muy mal preparados los estudiantes a su instituto?
R. Nos llegan chicos con carencias de lectura, que silabean y no comprenden lo que leen, algo que no ocurre sólo en mi instituto o en Madrid sino en toda España. Tienen problemas de vocabulario que se acrecientan a lo largo de la ESO en vez de disminuir. La ortografía incluso es peor en Bachillerato que en los cursos inferiores.
P. ¿Por qué?
R. Porque en la ESO todavía están en contacto con las reglas ortográficas pero, a medida que van pasando los cursos, abandonan la escritura manual y la lectura por el uso del teléfono móvil.
P. ¿Sus alumnos toman apuntes con el ordenador portátil?
R. No. En mi asignatura no usan el ordenador. Los alumnos escriben a mano y son conscientes de que el móvil les distrae. Cuando fui su tutora, les preguntaba por las cosas que más les afectaban a la hora de estudiar y siempre decían que el teléfono era lo que más les distraía.
P. ¿Qué porcentaje de alumnos le llegan con carencias graves?
R. Depende del grupo. Yo diría que hay entre un 20% y un 30% de alumnos con carencias serias de lectoescritura y comprensión lectora y entre un 60% y un 70% que tienen dificultades para interpretar lo que leen: no sólo los textos, sino lo que se les pregunta en los enunciados. Esto obedece a un problema de falta de vocabulario: como no manejan conceptos teóricos y no saben lo que significan las palabras, no entienden lo que tienen que hacer. Otra cosa que veo que se está perdiendo en las escuelas es la clase media. No me refiero a la clase media económica, sino a la clase media académica. Hay un pequeño porcentaje de alumnos que van muy bien y luego tenemos a una cantidad considerable de estudiantes con carencias muy fuertes. Teniendo en cuenta que ha bajado el nivel para todos, se ha perdido un porcentaje significativo de alumnos que antes lograban los objetivos con esfuerzo. Ahora tienen buenas notas, pero las consiguen sin esfuerzo.
P. ¿Quiere decir que se están inflando artificialmente las notas?
R. Se ha bajado el nivel en Primaria y Secundaria. Los alumnos están logrando el título de la ESO sin límite de suspensos y llegan al Bachillerato con carencias de base. Nuestras buenas intenciones están teniendo, además, un efecto patológico en los estudiantes, porque, cuando se enfrentan cara a cara con sus lagunas, se sienten impotentes y llegan los problemas. Me pregunto si este incremento de la ansiedad entre los jóvenes la hemos provocado nosotros haciéndoles creer que podían hacer cosas que en realidad no sabían.
P. ¿Qué dicen de todo esto los alumnos?
R. No sólo los profesores y los padres llevamos tiempo denunciando esto. Cada vez más estudiantes están pidiendo más exigencia. Rechazan los experimentos pedagógicos vacíos y reclaman una instrucción sólida basada en el conocimiento. Los alumnos están hartos de hacer proyectos y de ver películas en clase y piden volver a las explicaciones del profesor y a tomar apuntes a mano. Las últimas veces que he mandado algún proyecto he recibido un rechazo brutal por parte de los estudiantes.
P.¿Ve diferencias de nivel entre los alumnos que vienen de colegios que aplican las llamadas nuevas metodologías y los que aprenden por la instrucción directa del profesor?
R. Noto carencias muy grandes en los alumnos de colegios donde ponen menos deberes y trabajan por proyectos. Sobre todo, y paradójicamente, en la capacidad de relacionar conceptos, algo que sólo se consigue cuando se tiene una base sólida de conocimientos. Hay alumnos que lo pasan fatal porque no tienen automatizadas las reglas de acentuación y me dicen: «Profe, yo vengo de un colegio donde nos decían que la ortografía no era importante».
P. ¿Son, al menos, alumnos más solidarios o que trabajan mejor en equipo?
R. Yo creo que estas metodologías tampoco funcionan a la hora de ser más solidarios o trabajar mejor en equipo porque eso tiene que ver con el temperamento. En este sentido, es terrorífico que la actitud del alumno cuente para la nota. Los criterios de evaluación actuales incluyen la puesta en práctica de la competencia social y cívica, la capacidad comunicativa o el emprendimiento, lo que penaliza a los alumnos que conocen bien el temario pero son tímidos o introvertidos. La escuela de ahora no está pensada para aprender, sino para aprender a ser.
P. ¿Y cómo se evalúa eso?
R. Es algo totalmente arbitrario porque depende de la percepción personal y subjetiva del profesor.
P. En la formación del profesorado también se sigue esta línea. En el último mes, profesores han denunciado cursos de astrología para que los docentes la apliquen en sus clases.
R. La misma enseñanza basura que están recibiendo nuestros alumnos se nos está ofreciendo a nosotros, los profesores. Hay todo tipo de cursos de metodología sobre las que no hay evidencias científicas, pero, si queremos ponernos al día, por ejemplo, con la Nueva gramática de la lengua española, no encontramos estos cursos.
P. ¿De dónde viene todo esto?
R. De una tendencia pedagógica iniciada en la Logse, que ha sido reformulada con leyes educativas de uno y otro color político que rebajan la exigencia, fomentan un aprendizaje competencial y generalizan la experimentación metodológica. La Ley Celaá profundiza en lo anterior y aporta una estrategia muy bien armada de maquillaje de las estadísticas de fracaso escolar. Cataluña ha sido la avanzadilla, pero en otras partes de España también se están produciendo experimentos metodológicos, pseudociencias e ideologías supersticiosas que, en mi opinión, explican los datos desastrosos en PISA.
P. Es una de las ponentes del congreso que se celebra hoy y mañana, organizado por la Fundación Episteme y el Observatorio Crítico con la Realidad Educativa (Ocre), donde intervendrán profesores críticos con este modelo educativo. ¿Son mayoría en la escuela?
R. Hay cada vez más profesores que denuncian esto. Veo que los más jóvenes, los que se incorporan a la carrera docente, son menos partidarios de los experimentos metodológicos, que son la nueva lista de los Reyes Godos. Han tenido profesores en el grado de Magisterio o en el máster que no les han enseñado nada y huyen de ellos. Porque los pedagogos viven en Narnia, en una realidad alternativa. Además, hay cada vez más padres, alumnos y movimientos de la sociedad civil que están denunciando la dejación de funciones del Gobierno central.
P. Como responsable de Educación del partido Izquierda Española, ¿es partidaria de una Selectividad única?
R. Sí, desde luego. Y, además, es urgente recuperar para el Estado las competencias legislativas en educación, transferidas a las comunidades autónomas. Entre ellas, el currículo, que es lo que garantiza que los estudiantes de Bachillerato concurran en igualdad de oportunidades a la prueba de acceso a la universidad.
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