Y tanto, y tanto...
Tiene la desacostumbrada virtud de identificar con meridiana claridad al enemigo, al cual mantenemos en el poder como estúpidos ratoncitos, en lugar de encumbrar a alguno de los "nuestros" con esclarecidas dotes políticas... Claro que en 1944 todavía no se veía con claridad que el esclarecido ratoncito "uno de los nuestros", no tardaría mucho en convertirse en " uno de los de ellos" una vez alcanzado el Poder, con lo cual vuelta a empezar...
...y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
Saludos.