El desarrollo del nuevo proyecto de Nova comenzó cuando en su sede sevillana se supo que la vecina CASA había iniciado los estudios para producir un avión e apoyo táctico basado en el C-101.
En Nova se estaba viendo el futuro con preocupación. La producción del Nova Halcón seguía a buen ritmo, pero la mayor parte de los ejemplares producidos lo eran para reponer pérdidas, o para la exportación. Además se había iniciado la producción en factorías inglesas: ahora que ITP había reiniciado la producción de motores a reacción, el Ejército del Aire prefería equiparse con reactores.
También estaba adquiriendo ritmo la fabricación de los cazabombarderos a reacción Nova y Spatha. Estos últimos estaban destinados a la exportación, y los primeros ejemplares, que el Ejército del Aire ya no necesitaba, habían sido devueltos a Nova y entregados a las fuerzas aéreas mejicana y venezolana. La USAF también había recibido algunos prototipos y estaba empezando a producir el aparato en la factoría McDonnell. En todo caso, el Spatha ya no interesaba al Ejército del Aire, y era previsible que fuese McDonnell la que produjese la mayor parte de las unidades.
El Gladio, similar pero propulsado por el motor J3, más avanzado, se había reservado para el Ejército del Aire y sobre todo para la Armada, pues esta precisaba un reactor que sustituyese a los cada vez más escasos Harrier. Desde un primer momento resultaba evidente que el Gladio, un aparato subsónico de aspecto obsoleto, iba a ser una medida temporal: sería sustituido en las futuras cubiertas de la Armada en cuanto se desarrollasen aparatos más capaces. Su único futuro a medio o largo plazo era como avión de entrenamiento naval, papel para el que se necesitarían muy pocos ejemplares. En cualquier caso, las expectativas del Nova no eran halagüeñas: al Gladio se le calculaba un mercado de doscientas o a lo sumo trescientas unidades, la mitad de combate y la mitad de adiestramiento.
Como alternativa, Nova había apostado por un cazabombardero ligero embarcado, el Nova Alfanje, un aparato del tamaño del avión italiano G-91Y, pero con ala alta. De nuevo, se trataba de un aparato de prestaciones limitadas. Pero al ser poco ambicioso no se esperaban problemas en su desarrollo, y se esperaba que sustituyese al Gladio en 1944. Además, con su capacidad para operar desde portaaviones pequeños también sería interesante para la exportación. Incluso podría atraer a clientes que deseasen un caza a reacción sin excesivas complejidades. CASA también estaba desarrollando un reactor naval, el Miura, pero no parecía probable que entrase en servicio antes de 1946, y tal vez se retrasase aun más.
Pero el desarrollo por CASA del C-103B Aguilucho comprometía el futuro tanto del Nova como del Alfanje. Resultaba evidente el atractivo que tendría para la Armada un aparato de despegue vertical, al no ser precisa la construcción de súper portaaviones, pudiéndose prescindir del complejo sistema de catapultas. Aunque se siguiese con la construcción de los dos grandes portaaviones (Hispania e Iberia) ya iniciados, estos podrían admitir al Aguilucho mientras CASA finalizaba el desarrollo de su reactor naval. Lo mismo ocurría con el mercado de exportación, para el que el Aguilucho sería más interesante. De rebote, si el Aguilucho tenía éxito, la versión de entrenamiento del Gladio no tendría sentido.
Tras algunas deliberaciones, Nova decidió combatir a CASA en su propio terreno. El Aguilucho sería mucho mejor que el Nova o el Alfanje, pero sus derivados de apoyo iban a tener muchas limitaciones. Previamente a la Fractura, cuando la USAF decidió proveerse con un avión de apoyo, prefirió el A-10 al Harrier por la vulnerabilidad de este último, algo que la experiencia en combate confirmó, y que era consustancial a su configuración. En el caso del Aguilucho, aun más: la célula del C-101 de la que se partía era demasiado pequeña para admitir motores de mayor potencia, blindaje, y combustible adicional.
El mucho más grande Gladio parecía tener más posibilidades de desarrollo, y se decidió iniciar los estudios de una versión de dimensiones aun mayores. El avión debía tener un papel similar al A-10 de la anterior línea temporal, salvo que no se consideraba tan importante la capacidad antitanque. Básicamente, se deseaba un avión con buena capacidad de carga, larga permanencia sobre el campo de batalla, y gran capacidad de soportar daños.
Se seleccionó el motor JT8, desarrollo del motor CF34 (muy similar al que en la anterior línea había propulsado al A-10). El avión acabó siendo muy similar al Northrop YA-9: con ala recta de gran alargamiento en posición elevada, y dos grandes motores a ambos lados del fuselaje. El tren de aterrizaje era triciclo muy parecido al del Nova. La cabina era alta con gran visibilidad. Para abaratar el precio y facilitar el mantenimiento, gran parte de las piezas eran intercambiables por las del otro lado, y se emplearon paneles de formas planas, cilíndricas o esféricas, y no con curvas complejas. Gran parte de estos paneles podían desmontarse para la inspección y el mantenimiento.
La capacidad de supervivencia fue criterio principal en el desarrollo del Nova N-25 Estral. La cabina estaba en una bañera blindada, de acero en el prototipo y posteriormente de titanio, y un tabique del mismo material separaba ambos motores. Los depósitos de combustible, situados en el fuselaje y en la parte central del ala (zonas menos expuestas a los daños en combate que las exteriores) eran autosellantes, con doble sistema de sellado (interior y exterior). Las líneas de combustible también eran autosellantes. Al contrario que el desarrollo de CASA, en C-203 Gavilán, el Nova N-25 Estral tenía un sistema de vuelo convencional con asistencia hidráulica, con varias conducciones y válvulas limitadoras que impedían que un único impacto dejase al aparato sin la asistencia. En caso de emergencia, el tren de aterrizaje podía desplegarse solo por gravedad, y el piloto podía manejar el aparato sin asistencia hidráulica. Contrariamente al desarrollo de CASA, el C-203 Gavilán, el Estral no tenía sistema de vuelo asistido por ordenador, sino que era manual: aunque lo hacía algo menos ágil, también suponía mejor vulnerabilidad.
El prototipo del Nova Estral estuvo dispuesto en agosto de 1942, y el Ejército del Aire ordenó la producción de una preserie para competir con el C-203 Gavilán. En las pruebas, el segundo tenía mejores características de vuelo y podía operar desde pistas cortas o sin preparación, mientras que el Nova resultó tener autonomía casi doble, y mayor capacidad de carga.
Nova N-30 Estral
Motor: 2 ITP JT8 de 29,2 kN de empuje unitario (total, 58,4 kN).
Peso en vacío: 7.300 kg
Peso cargado: 11.800 kg
Peso máximo al despegue: 11.800 kg
Velocidad máxima: 790 kilómetros por hora.
Velocidad mínima: 190 km/h
Alcance máximo: 3.200 km con combustible interno. 5.100 con depósitos adicionales. Tanía capacidad de reabastecimiento en vuelo.
Techo de vuelo: 12.400 metros.
Armamento
Un cañón Gatling de 20 mm con 650 proyectiles.
6.300 kgs de armamento en 6 pilones subalares y 3 ventrales (uno ventral y dos subalares eran húmedos).