Cátedra de Estrategia
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Una página de la IIGM.(El bombardeo aéreo estratégico)
En un debate en la Cámara de los Comunes, en julio de 1934, Winston Churchill, alarmó a sus colegas con la noticia de que los alemanes estaban construyendo, en secreto, un arma aérea que en dos años sería capaz de derrotar a la Royal Air Force, a menos que se modernizase de inmediato. La tarea no fue fácil y cuando Inglaterra entró en guerra en 1939, su Fuerza Aérea se había cuadruplicado hasta alcanzar los 118.000 efectivos. No obstante, seguía sin estar a la altura de la alemana, para entonces con más de 500.000 hombres y un número de pilotos y aviones cuatro veces superior.
Sin embargo los alemanes, en cierto sentido, se sintieron como Napoleón, cuando la flota británica mantenía el dominio del mar en el Canal. Pero, a diferencia de aquel, disponían de una fuerza aérea que podía - pensaba el mariscal Goering - abrir el camino al ejército germano. Los aviones alemanes - operando como una caballería ligera sobre la tierra y el mar - podían anular la flota británica y, aunque los buques disponían de armamento antiaéreo, el número de aviones germanos en servicio podía vaticinar la victoria. Las Fuerzas Aéreas alemanas disponían de 1.300 aviones - unos 300 de bombardeo en picado - que teóricamente tenían alcance y precisión para destruir, al menos, los destructores o cruceros menos protegidos que los acorazados. Por otra parte las pérdidas de aviones eran más fáciles de reponer que los buques. Pero las Fuerzas Aéreas alemanas no podían atacar la flota sin destruir antes la aviación británica, que ya había mostrado su importancia contribuyendo al éxito de la retirada de Dunkerque.
Durante la II Guerra Mundial las principales mejoras en los aviones se produjeron en la velocidad y capacidad de carga. La batalla aérea sobre Inglaterra ya se libró con verdaderos aviones modernos como el Messerschmitt 109 o el Spitfire . Así mismo se pudo comprobar la bondad del radar - y otros avances - y también que era más difícil reemplazar a un piloto que a un avión. En cuanto a innovaciones tácticas, las más relevantes se refieren a ataques a baja cota que permitieron alcanzar con éxito vehículos, ferrocarriles, puentes... . Los rusos fueron, quizás, los más eficaces en ataques a tierra, mediante el empleo de cañones de 37 mm que se mostraron especialmente útiles contra carros en espacios abiertos.
La aviación de caza jugó un muy importante papel en la guerra pero, tanto los británicos como los americanos invirtieron los mayores recursos económicos y de personal en fuerzas de bombarderos, pensando que la guerra se ganaría, fundamentalmente, mediante una estrategia dirigida contra la economía. Los bombardeos británicos realizados, durante 1939 y 1940, se revelaron poco eficaces pues no solo los lanzamientos eran imprecisos sino que, incluso, era difícil encontrar el blanco aunque, a veces, fuese una ciudad. De otra parte los bombarderos, sin escolta, se mostraron muy vulnerables. En una de las primeras incursiones, los británicos pierden 15 de 31 aparatos – y a los alemanes les pasaba lo mismo -. Los cazas no tenían autonomía suficiente para acompañar a los bombarderos y, por ello, se comenzaron a realizar bombardeos nocturnos, ya que la artillería antiaérea era menos eficaz. Pero no se resolvió el problema pues la precisión era aún menor y los reconocimientos demostraron que solo una de cada diez bombas alcanzaba un blanco de 1 milla (casi como en la IGM.). Quizá fue el conocimiento de esta ineficacia lo que llevó a los aliados a cambiar de blancos, de manera que en lugar de bombardear fábricas o estaciones férreas atacaron objetivos de zona. Y así los ataques a las ciudades, para debilitar la moral del personal civil, llegaron a ser los objetivos de los bombardeos. Este cambio de objetivos significó lo que con propiedad podría denominarse la guerra por el terror.
Los bombardeos fueron terribles. Los británicos, en 1943, disponían de medios suficientes para conseguir la demolición de ciudades enteras; la producción de cuatrimotores aseguró la disponibilidad de 700/800 aparatos y el radar les aseguraba una precisión mayor. Con estos medios, el 60% de las bombas caía dentro de un radio de acción de unas 3 millas y esta precisión, y el empleo de bombas incendiarias, producía resultados tremendos – en estos ataques se empleaban 400/500 bombarderos durante 2 ó 3 horas - . Sin embargo, curiosamente, las incursiones alemanas, en este sentido, produjeron resultados contrarios a los buscados; la determinación y la moral británicas no sufrieron lo más mínimo, de manera que los británicos no tenían por qué pensar que fuese distinto en el bando contrario.
En la noche del 24/25 de julio, Hamburgo fue atacado por 791 bombarderos. Tres noches más tarde, 787 bombarderos lanzaron 1.200 toneladas de bombas incendiarias y de alto explosivo. El fuego resultante y los vientos creados, por una temperatura de 1400º, fueron capaces de derribar árboles. El bombardeo fue terrible; dañaron o destruyeron 300.000 casas y causaron la muerte de casi 40.000 civiles. Sin embargo, como se ha expresado, la política de terror ni trajo la paz ni los resultados deseados. Por el contrario la moral no cayó al nivel previsto (quizás por la propaganda) en ningún bando.
La estrategia aérea recibió un enorme refuerzo, en 1942, cuando los bombarderos de la USAF llegaron a Europa. Los bombarderos americanos eran más precisos que los europeos y montaban un armamento defensivo mayor; en consecuencia se pensó que los bombardeos nocturnos podían destruir la economía enemiga. Pero las pérdidas de aviones fueron impresionantes (proporción normal 315/60) hasta el punto que los americanos pensaban que pronto se quedarían sin aparatos. En octubre de 1943, 291 bombarderos hicieron una incursión perdiendo 60 aparatos y sin que el objetivo – una importante fábrica - sufriera lo más mínimo en su producción. Los alemanes (El radar, los cazas y la defensa a/a) producían en los británicos casi un 50% de pérdidas. Los 55.000 británicos muertos, durante la guerra, muestra claramente el alto costo de sus incursiones nocturnas.
En la primavera de 1944 los americanos superaron decisivamente las defensas alemanas. Escoltaron los bombarderos con cazas - a los que añadieron depósitos de combustible supletorios para aumentar su radio de acción - para empeñarse con los cazas alemanes a los que infringieron gravísimas pérdidas. Los aliados, en el verano de ese año, tenían bombarderos suficientes para llevar a cabo incursiones con regularidad y, sin embargo, aún cuando habían lanzado más de 750.000 toneladas de bombas, los alemanes fueron capaces de doblar su producción de armamento entre 1942/1944. La movilización total de la economía alemana, y el trabajo de los prisioneros de guerra, compensó suficientemente la labor de los bombarderos.
Otro hecho digno de relatarse se realizó el 15 de septiembre de 1944 . Ese día 27 bombarderos británicos “Lancaster” atacaron al acorazado alemán “Tirpitz” - de 42.500 toneladas - pero poco pudieron hacer contra el doble blindaje del acorazado. El inventor inglés Sir Barnes Wallis construyó una bomba especial - que bautizaron como “Tallboy” - de 5.400 kilos capaz de atravesar el duro blindaje del acorazado. Dos escuadrones de bombarderos de la RAF llevaron a cabo un ataque por sorpresa contra el barco en el fiordo Alten de Noruega. Los aviones sólo lograron hacer un impacto directo, pero fue suficiente para hacer al “Tirpitz” innavegable. Los alemanes lo remolcaron a Tromso, al sur de Noruega, para utilizarlo como defensa costera estacionaria. Allí, el 12 de Noviembre, 30 bombarderos “Lancaster” provenientes de Escocia lo bombardearon y hundieron.
Las FF.AA. recibieron recursos sin precedentes durante la IIGM. Los británicos llegaron a tener más de 1.000 bombarderos operativos, y los EEUU más de 2.000 en Gran Bretaña y 1.200 en Italia. Es necesario resaltar que a pesar de estos enormes medios, y que el objetivo principal de los aliados era la industria de aviación, los alemanes alcanzaron el máximo nivel de producción en septiembre de 1944. En ese mes la producción fue de más de 3.500 aviones y en otoño, del mismo año, sus fábricas superaron aún aquella producción. Por ello no es exagerado decir que el programa de bombardeo estratégico no contribuyó, en la manera esperada, a la victoria. Los aliados dedicaron 1/3 de sus recursos al esfuerzo aéreo y, sin embargo, no produjo un resultado paralelo en el desgaste alemán. Los británicos construyeron 44.000 aviones – muchos bimotores y cuatrimotores -. Los alemanes aproximadamente el mismo número y los EEUU nada menos que 100.000. Estas cifras indican, por sí solas, el esfuerzo que requirió el bombardeo estratégico. Solo en 1944 los británicos y americanos tenían 4.200 cuatrimotores operativos y los alemanes unos 1.600 cazas con que oponerse a sus acciones. Cada aparato tenía dos dotaciones (7 hombres o más) lo que también ilustra sobre el costo del esfuerzo en el aire.
Al final de la IIGM aparece el avión a reacción que constituyó un incremento increíble en la velocidad. Desde las 450 millas, de los cazas más rápidos, se pasó a las 650 y aún el doble en algunos aparatos. Al mismo tiempo aumentaron de tamaño con la posibilidad de mayores cargas. El período inmediato de la posguerra puede con propiedad, denominarse la era del cohete - que se empleó tanto en los aviones como en las armas a/a que, con ayuda de radares muy precisos, incrementó la eficacia de ambos sistemas -.Las guerras contemporáneas (árabe-israelí y del Vietnam) son escaparates para observar los avances de la aviación que siguieron en las guerras del Golfo y Afganistán, donde el avión se situó un poco más cerca de las teorías de Guilio Douhet.
SALUDOS
Sin embargo los alemanes, en cierto sentido, se sintieron como Napoleón, cuando la flota británica mantenía el dominio del mar en el Canal. Pero, a diferencia de aquel, disponían de una fuerza aérea que podía - pensaba el mariscal Goering - abrir el camino al ejército germano. Los aviones alemanes - operando como una caballería ligera sobre la tierra y el mar - podían anular la flota británica y, aunque los buques disponían de armamento antiaéreo, el número de aviones germanos en servicio podía vaticinar la victoria. Las Fuerzas Aéreas alemanas disponían de 1.300 aviones - unos 300 de bombardeo en picado - que teóricamente tenían alcance y precisión para destruir, al menos, los destructores o cruceros menos protegidos que los acorazados. Por otra parte las pérdidas de aviones eran más fáciles de reponer que los buques. Pero las Fuerzas Aéreas alemanas no podían atacar la flota sin destruir antes la aviación británica, que ya había mostrado su importancia contribuyendo al éxito de la retirada de Dunkerque.
Durante la II Guerra Mundial las principales mejoras en los aviones se produjeron en la velocidad y capacidad de carga. La batalla aérea sobre Inglaterra ya se libró con verdaderos aviones modernos como el Messerschmitt 109 o el Spitfire . Así mismo se pudo comprobar la bondad del radar - y otros avances - y también que era más difícil reemplazar a un piloto que a un avión. En cuanto a innovaciones tácticas, las más relevantes se refieren a ataques a baja cota que permitieron alcanzar con éxito vehículos, ferrocarriles, puentes... . Los rusos fueron, quizás, los más eficaces en ataques a tierra, mediante el empleo de cañones de 37 mm que se mostraron especialmente útiles contra carros en espacios abiertos.
La aviación de caza jugó un muy importante papel en la guerra pero, tanto los británicos como los americanos invirtieron los mayores recursos económicos y de personal en fuerzas de bombarderos, pensando que la guerra se ganaría, fundamentalmente, mediante una estrategia dirigida contra la economía. Los bombardeos británicos realizados, durante 1939 y 1940, se revelaron poco eficaces pues no solo los lanzamientos eran imprecisos sino que, incluso, era difícil encontrar el blanco aunque, a veces, fuese una ciudad. De otra parte los bombarderos, sin escolta, se mostraron muy vulnerables. En una de las primeras incursiones, los británicos pierden 15 de 31 aparatos – y a los alemanes les pasaba lo mismo -. Los cazas no tenían autonomía suficiente para acompañar a los bombarderos y, por ello, se comenzaron a realizar bombardeos nocturnos, ya que la artillería antiaérea era menos eficaz. Pero no se resolvió el problema pues la precisión era aún menor y los reconocimientos demostraron que solo una de cada diez bombas alcanzaba un blanco de 1 milla (casi como en la IGM.). Quizá fue el conocimiento de esta ineficacia lo que llevó a los aliados a cambiar de blancos, de manera que en lugar de bombardear fábricas o estaciones férreas atacaron objetivos de zona. Y así los ataques a las ciudades, para debilitar la moral del personal civil, llegaron a ser los objetivos de los bombardeos. Este cambio de objetivos significó lo que con propiedad podría denominarse la guerra por el terror.
Los bombardeos fueron terribles. Los británicos, en 1943, disponían de medios suficientes para conseguir la demolición de ciudades enteras; la producción de cuatrimotores aseguró la disponibilidad de 700/800 aparatos y el radar les aseguraba una precisión mayor. Con estos medios, el 60% de las bombas caía dentro de un radio de acción de unas 3 millas y esta precisión, y el empleo de bombas incendiarias, producía resultados tremendos – en estos ataques se empleaban 400/500 bombarderos durante 2 ó 3 horas - . Sin embargo, curiosamente, las incursiones alemanas, en este sentido, produjeron resultados contrarios a los buscados; la determinación y la moral británicas no sufrieron lo más mínimo, de manera que los británicos no tenían por qué pensar que fuese distinto en el bando contrario.
En la noche del 24/25 de julio, Hamburgo fue atacado por 791 bombarderos. Tres noches más tarde, 787 bombarderos lanzaron 1.200 toneladas de bombas incendiarias y de alto explosivo. El fuego resultante y los vientos creados, por una temperatura de 1400º, fueron capaces de derribar árboles. El bombardeo fue terrible; dañaron o destruyeron 300.000 casas y causaron la muerte de casi 40.000 civiles. Sin embargo, como se ha expresado, la política de terror ni trajo la paz ni los resultados deseados. Por el contrario la moral no cayó al nivel previsto (quizás por la propaganda) en ningún bando.
La estrategia aérea recibió un enorme refuerzo, en 1942, cuando los bombarderos de la USAF llegaron a Europa. Los bombarderos americanos eran más precisos que los europeos y montaban un armamento defensivo mayor; en consecuencia se pensó que los bombardeos nocturnos podían destruir la economía enemiga. Pero las pérdidas de aviones fueron impresionantes (proporción normal 315/60) hasta el punto que los americanos pensaban que pronto se quedarían sin aparatos. En octubre de 1943, 291 bombarderos hicieron una incursión perdiendo 60 aparatos y sin que el objetivo – una importante fábrica - sufriera lo más mínimo en su producción. Los alemanes (El radar, los cazas y la defensa a/a) producían en los británicos casi un 50% de pérdidas. Los 55.000 británicos muertos, durante la guerra, muestra claramente el alto costo de sus incursiones nocturnas.
En la primavera de 1944 los americanos superaron decisivamente las defensas alemanas. Escoltaron los bombarderos con cazas - a los que añadieron depósitos de combustible supletorios para aumentar su radio de acción - para empeñarse con los cazas alemanes a los que infringieron gravísimas pérdidas. Los aliados, en el verano de ese año, tenían bombarderos suficientes para llevar a cabo incursiones con regularidad y, sin embargo, aún cuando habían lanzado más de 750.000 toneladas de bombas, los alemanes fueron capaces de doblar su producción de armamento entre 1942/1944. La movilización total de la economía alemana, y el trabajo de los prisioneros de guerra, compensó suficientemente la labor de los bombarderos.
Otro hecho digno de relatarse se realizó el 15 de septiembre de 1944 . Ese día 27 bombarderos británicos “Lancaster” atacaron al acorazado alemán “Tirpitz” - de 42.500 toneladas - pero poco pudieron hacer contra el doble blindaje del acorazado. El inventor inglés Sir Barnes Wallis construyó una bomba especial - que bautizaron como “Tallboy” - de 5.400 kilos capaz de atravesar el duro blindaje del acorazado. Dos escuadrones de bombarderos de la RAF llevaron a cabo un ataque por sorpresa contra el barco en el fiordo Alten de Noruega. Los aviones sólo lograron hacer un impacto directo, pero fue suficiente para hacer al “Tirpitz” innavegable. Los alemanes lo remolcaron a Tromso, al sur de Noruega, para utilizarlo como defensa costera estacionaria. Allí, el 12 de Noviembre, 30 bombarderos “Lancaster” provenientes de Escocia lo bombardearon y hundieron.
Las FF.AA. recibieron recursos sin precedentes durante la IIGM. Los británicos llegaron a tener más de 1.000 bombarderos operativos, y los EEUU más de 2.000 en Gran Bretaña y 1.200 en Italia. Es necesario resaltar que a pesar de estos enormes medios, y que el objetivo principal de los aliados era la industria de aviación, los alemanes alcanzaron el máximo nivel de producción en septiembre de 1944. En ese mes la producción fue de más de 3.500 aviones y en otoño, del mismo año, sus fábricas superaron aún aquella producción. Por ello no es exagerado decir que el programa de bombardeo estratégico no contribuyó, en la manera esperada, a la victoria. Los aliados dedicaron 1/3 de sus recursos al esfuerzo aéreo y, sin embargo, no produjo un resultado paralelo en el desgaste alemán. Los británicos construyeron 44.000 aviones – muchos bimotores y cuatrimotores -. Los alemanes aproximadamente el mismo número y los EEUU nada menos que 100.000. Estas cifras indican, por sí solas, el esfuerzo que requirió el bombardeo estratégico. Solo en 1944 los británicos y americanos tenían 4.200 cuatrimotores operativos y los alemanes unos 1.600 cazas con que oponerse a sus acciones. Cada aparato tenía dos dotaciones (7 hombres o más) lo que también ilustra sobre el costo del esfuerzo en el aire.
Al final de la IIGM aparece el avión a reacción que constituyó un incremento increíble en la velocidad. Desde las 450 millas, de los cazas más rápidos, se pasó a las 650 y aún el doble en algunos aparatos. Al mismo tiempo aumentaron de tamaño con la posibilidad de mayores cargas. El período inmediato de la posguerra puede con propiedad, denominarse la era del cohete - que se empleó tanto en los aviones como en las armas a/a que, con ayuda de radares muy precisos, incrementó la eficacia de ambos sistemas -.Las guerras contemporáneas (árabe-israelí y del Vietnam) son escaparates para observar los avances de la aviación que siguieron en las guerras del Golfo y Afganistán, donde el avión se situó un poco más cerca de las teorías de Guilio Douhet.
SALUDOS
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La aparición del avión, en la guerra, y algunas curiosidades
Las marinas adquirieron su misión independiente cuando aplicaron estrategias directas de combate o recurriendo a los bloqueos para ganar el dominio del mar e incursiones contra el comercio enemigo. Las fuerzas aéreas igualmente emplearon la estrategia directa para ganar el dominio del aire y permitir que las incursiones de bombarderos se pudiesen realizar con éxito. Siguiendo una secuencia comparativa los ejércitos terrestres también se orientaban sobre los ejércitos enemigos empleando estrategias de combate o logísticas o una combinación de ambas. Es decir, las tres fuerzas (tierra, mar y aire) emplearon las estrategias directas y las de incursión. En la mar incluso buques corsarios realizaron incursiones para capturar y destruir buques mercantes enemigos y, en ocasiones, la marina vivió a expensas del enemigo como lo habían hecho las tropas.
Cuando se inició el empleo del avión de combate, algunos escritores y teóricos pensaron que este sistema de armas, por si solo, podría suprimir los buques de la superficie del mar e incluso ganar las guerras terrestres por si solo. La aviación, en su papel de "caballería ligera", se mostró desde el primer momento totalmente eficaz, pero su empleo no significó que otros sistemas de armas quedasen obsoletos.
El avión, en cometidos de reconocimiento e interdicción se mostró inestimable. Podía volar sobre toda clase de obstáculos y fuerzas enemigas y esta posibilidad fue la que convenció a Douhet que la estrategia de incursión, realizada por medios aéreos, era adecuada para llevar a cabo una ofensiva aun en presencia de superioridad de fuerzas terrestres enemigas; de manera que pensaba, que cuando la entidad de fuerzas era inferior a la del enemigo, se podía emplear como "antídoto" la estrategia aérea de incursión.
En definitiva, el empleo de la aviación, para ejecutar el papel tradicional de la caballería ligera, contra las líneas de comunicación enemigas se evidenció, desde el principio, muy importante, aunque tenía menos precisión que la ejecutada por unidades terrestres. Los puentes, por ejemplo, que incursiones terrestres podían destruir con una pequeña cantidad de explosivos, eran objetivos extremadamente difíciles de destruir para los aviones. La destrucción de cada puente importante, antes del desembarco de Normandía, exigió una media de 220 toneladas de bombas.
En cometidos logísticos tuvo un valor limitado porque el transporte aéreo es más caro que los otros medios de transporte - el ferrocarril unas cuatro veces más caro que el transporte marítimo, el de carretera cinco veces más que el ferrocarril y el aéreo tres veces más que el transporte por carretera -. Sin embargo el transporte aéreo tenía la ventaja de su rapidez, la posibilidad de volar sobre territorio enemigo e incluso su empleo cuando es imposible el de los otros medios. Los abastecimientos a las topas alemanas en Stalingrado o de la ciudad de Berlín, durante el bloqueo soviético, o los transportes – de tropas y material –que se realizan con los gigantescos medios aéreos disponibles, en la actualidad, son ejemplos del empleo logístico de los medios aéreos.
El empleo de tropas, lanzadas desde el aire, fue otra posibilidad del empleo aéreo. Creta fue un éxito relevante, así como la caída del fuerte Eben Emael que fue la primera utilización de planeadores en la guerra.
“La caída del fuerte Eben Emael, de Bélgica, en manos de comandos aerotransportados alemanes en 1940, marcó la primera utilización de planeadores para el traslado de tropas en la guerra, y la puesta en práctica de una idea que había estado madurando desde años.
El general Ernst Udet, de la Luftwaffe, fue uno de los primeros en pensar en los planeadores, como equivalentes modernos del caballo de Troya, capaces de aterrizar sigilosamente con tropas detrás de las líneas enemigas. En 1933, promovió el desarrollo del DFS 230, un planeador de madera, acero y lona era robusto y, no obstante, ligero, y podía cargar ocho o más soldados armados.
El general Kurt Student - comandante de las fuerzas aerotransportadas alemanas - organizó, poco después del inicio de la contienda, un destacamento de aviones DFS 230 con la intención de utilizarlos en combate. Para ello se tuvo que enfrentar a miembros del alto mando del ejército, que consideraban a los planeadores simples aviones de transporte. Sin embargo, a finales de 1939, Student tuvo la oportunidad de presentar sus argumentos a Hitler, que sugirió un plan para un ataque a Eben Emael, en el que los planeadores aterrizarían en la superficie del fuerte subterráneo.
Student aceptó la propuesta de inmediato, proponiendo que se realizara al amanecer, de modo que sus hombres tuvieran luz suficiente para reconocer sus objetivos. Hitler cambió la hora de la invasión de Bélgica e insistió en un ataque directo con planeadores contra Eben Emael. El ataque fue un éxito total. El 10 de mayo de 1940, soldados mandados por el teniente Rudolph Witzig aterrizaron en el fuerte y destruyeron sus baterías. Eben Emael, que los belgas consideraban casi inexpugnable, cayó en manos de los alemanes en 24 horas”.
El dominio del aire no solo favoreció las operaciones en la mar y en tierra, sino el empleo de paracaidistas y el bombardeo estratégico. El coste y fallo, en relación con las perspectivas, del bombardero estratégico, durante la II GM, produjo una gran controversia sobre su utilidad y la aparición de armas precisas, potentes y de largo alcance ha cambiado este empleo de manera significativa.
Hoy es preciso abandonar la idea antigua de tratar las guerras terrestres, aérea o naval como independientes, por el contrario los ejércitos se emplean de manera conjunta de manera que se complementen, usando cada uno en aquello para lo que es más capaz, pues es más rentable, y eficaz, emplear los medios de acuerdo con las características y el medio en el que se desarrolla la guerra. En cualquier caso siempre hubo una relación entre los fines estratégicos de la guerra en tierra, mar y aire. Los bloqueos navales, como las incursiones aéreas contra objetivos económicos, tuvieron como efecto militar la debilidad de los ejércitos enemigos y, en consecuencia, facilitaron la misión conjunta de los ejércitos propios.
¿Y las Fuerzas Aéreas en estos momentos? En otro momento podemos entrar en este tema. Pues, en la actualidad, el empleo de las fuerzas aéreas, en algunos aspectos, están más cerca de lo que había preconizado el italiano Douhett. Pero eso otro día.
Algunas curiosidades. Información obtenida de (2).
“Récords” de las Fuerzas Aéreas (En su momento)
• El Cuerpo Aéreo del Ejército USA – ahora USAF - : En 1944 tenía 79.908 aviones y 2.411.294 de hombres.
• Bombardero más pesado : Boeing B-52 H Stratofortress. Peso máximo de despegue 221.353 kg. Podía llevar 12 cohetes termonucleares SRAM ó 24 bombas de 340 kilos y 8 SRAM ó 84 bombas de 227 kg
• “As” de reactores : Capitán Joseph Mc Connell Jr.(USAF) que derribó 16 aviones en la guerra de Corea.
• “As” de las aviadoras : La segunda teniente Lydia Litvak (1921- 43) de la URSS que derribó 12 aviones entre 1941 y 1943.
• El rey de los “ases”: Durante la IIGM el comandante alemán Erich Hartmann (1922-93) que derribó 352 aviones.
• Avión de mayor envergadura : Hidroavión Hughes Hércules Spruce Goose con 97,51 metros.
• El avión mas pequeño: Bumble Bee Two de 2,64 m . de largo y 179,6 kg de peso.
• Avión más pesado: Antonov An-225 Mriya (Sueño) con 600 tns.
Famosos aviones de Combate
• Triplano Fokker : Manfred von Richofen (1892-1918), el Barón Rojo y as germano de la IGM, pilotó muchos aviones. El más conocido era el triplano Fokker.
• Spitfire : El caza británico más rápido y eficaz de la IIGM. Podía alcanzar los 684 km/h.
• Messerschmitt-109: Digno contrincante germano del Spitfire.
• Fortaleza Volante: Bombardero USA de la IIGM muy artillado. Creado para vuelo en formación y protección mutua aunque esa estrategia falló. Su seguridad dependía de la escolta de cazas.
• Avro Lancaster: Principal bombardero empleado por la RAF en la IIGM.
• Vulcan: Principal avión británico de ataque nuclear en los años 50/60.
• Mig 25: Ruso. Uno de los más rápidos en servicio . Mach 2,8. Creado para oponerse a la amenaza de los bombarderos nucleares norteamericanos.
• Bombardero Northrop B-2 “Stealth” :Avión USA concebido para absorver o desviar el radar enemigo y muy difícil de detectar.
Referencias:
(1).- The arto f war in the western World. Arches Jones. Oxford University Press.
(2).- El gran libro de consulta. El Pais. Altea. 1995.
(3).- Military History. Robert Cowley &Geoffrey Parker.Osprey Military.
Saludos.
Cuando se inició el empleo del avión de combate, algunos escritores y teóricos pensaron que este sistema de armas, por si solo, podría suprimir los buques de la superficie del mar e incluso ganar las guerras terrestres por si solo. La aviación, en su papel de "caballería ligera", se mostró desde el primer momento totalmente eficaz, pero su empleo no significó que otros sistemas de armas quedasen obsoletos.
El avión, en cometidos de reconocimiento e interdicción se mostró inestimable. Podía volar sobre toda clase de obstáculos y fuerzas enemigas y esta posibilidad fue la que convenció a Douhet que la estrategia de incursión, realizada por medios aéreos, era adecuada para llevar a cabo una ofensiva aun en presencia de superioridad de fuerzas terrestres enemigas; de manera que pensaba, que cuando la entidad de fuerzas era inferior a la del enemigo, se podía emplear como "antídoto" la estrategia aérea de incursión.
En definitiva, el empleo de la aviación, para ejecutar el papel tradicional de la caballería ligera, contra las líneas de comunicación enemigas se evidenció, desde el principio, muy importante, aunque tenía menos precisión que la ejecutada por unidades terrestres. Los puentes, por ejemplo, que incursiones terrestres podían destruir con una pequeña cantidad de explosivos, eran objetivos extremadamente difíciles de destruir para los aviones. La destrucción de cada puente importante, antes del desembarco de Normandía, exigió una media de 220 toneladas de bombas.
En cometidos logísticos tuvo un valor limitado porque el transporte aéreo es más caro que los otros medios de transporte - el ferrocarril unas cuatro veces más caro que el transporte marítimo, el de carretera cinco veces más que el ferrocarril y el aéreo tres veces más que el transporte por carretera -. Sin embargo el transporte aéreo tenía la ventaja de su rapidez, la posibilidad de volar sobre territorio enemigo e incluso su empleo cuando es imposible el de los otros medios. Los abastecimientos a las topas alemanas en Stalingrado o de la ciudad de Berlín, durante el bloqueo soviético, o los transportes – de tropas y material –que se realizan con los gigantescos medios aéreos disponibles, en la actualidad, son ejemplos del empleo logístico de los medios aéreos.
El empleo de tropas, lanzadas desde el aire, fue otra posibilidad del empleo aéreo. Creta fue un éxito relevante, así como la caída del fuerte Eben Emael que fue la primera utilización de planeadores en la guerra.
“La caída del fuerte Eben Emael, de Bélgica, en manos de comandos aerotransportados alemanes en 1940, marcó la primera utilización de planeadores para el traslado de tropas en la guerra, y la puesta en práctica de una idea que había estado madurando desde años.
El general Ernst Udet, de la Luftwaffe, fue uno de los primeros en pensar en los planeadores, como equivalentes modernos del caballo de Troya, capaces de aterrizar sigilosamente con tropas detrás de las líneas enemigas. En 1933, promovió el desarrollo del DFS 230, un planeador de madera, acero y lona era robusto y, no obstante, ligero, y podía cargar ocho o más soldados armados.
El general Kurt Student - comandante de las fuerzas aerotransportadas alemanas - organizó, poco después del inicio de la contienda, un destacamento de aviones DFS 230 con la intención de utilizarlos en combate. Para ello se tuvo que enfrentar a miembros del alto mando del ejército, que consideraban a los planeadores simples aviones de transporte. Sin embargo, a finales de 1939, Student tuvo la oportunidad de presentar sus argumentos a Hitler, que sugirió un plan para un ataque a Eben Emael, en el que los planeadores aterrizarían en la superficie del fuerte subterráneo.
Student aceptó la propuesta de inmediato, proponiendo que se realizara al amanecer, de modo que sus hombres tuvieran luz suficiente para reconocer sus objetivos. Hitler cambió la hora de la invasión de Bélgica e insistió en un ataque directo con planeadores contra Eben Emael. El ataque fue un éxito total. El 10 de mayo de 1940, soldados mandados por el teniente Rudolph Witzig aterrizaron en el fuerte y destruyeron sus baterías. Eben Emael, que los belgas consideraban casi inexpugnable, cayó en manos de los alemanes en 24 horas”.
El dominio del aire no solo favoreció las operaciones en la mar y en tierra, sino el empleo de paracaidistas y el bombardeo estratégico. El coste y fallo, en relación con las perspectivas, del bombardero estratégico, durante la II GM, produjo una gran controversia sobre su utilidad y la aparición de armas precisas, potentes y de largo alcance ha cambiado este empleo de manera significativa.
Hoy es preciso abandonar la idea antigua de tratar las guerras terrestres, aérea o naval como independientes, por el contrario los ejércitos se emplean de manera conjunta de manera que se complementen, usando cada uno en aquello para lo que es más capaz, pues es más rentable, y eficaz, emplear los medios de acuerdo con las características y el medio en el que se desarrolla la guerra. En cualquier caso siempre hubo una relación entre los fines estratégicos de la guerra en tierra, mar y aire. Los bloqueos navales, como las incursiones aéreas contra objetivos económicos, tuvieron como efecto militar la debilidad de los ejércitos enemigos y, en consecuencia, facilitaron la misión conjunta de los ejércitos propios.
¿Y las Fuerzas Aéreas en estos momentos? En otro momento podemos entrar en este tema. Pues, en la actualidad, el empleo de las fuerzas aéreas, en algunos aspectos, están más cerca de lo que había preconizado el italiano Douhett. Pero eso otro día.
Algunas curiosidades. Información obtenida de (2).
“Récords” de las Fuerzas Aéreas (En su momento)
• El Cuerpo Aéreo del Ejército USA – ahora USAF - : En 1944 tenía 79.908 aviones y 2.411.294 de hombres.
• Bombardero más pesado : Boeing B-52 H Stratofortress. Peso máximo de despegue 221.353 kg. Podía llevar 12 cohetes termonucleares SRAM ó 24 bombas de 340 kilos y 8 SRAM ó 84 bombas de 227 kg
• “As” de reactores : Capitán Joseph Mc Connell Jr.(USAF) que derribó 16 aviones en la guerra de Corea.
• “As” de las aviadoras : La segunda teniente Lydia Litvak (1921- 43) de la URSS que derribó 12 aviones entre 1941 y 1943.
• El rey de los “ases”: Durante la IIGM el comandante alemán Erich Hartmann (1922-93) que derribó 352 aviones.
• Avión de mayor envergadura : Hidroavión Hughes Hércules Spruce Goose con 97,51 metros.
• El avión mas pequeño: Bumble Bee Two de 2,64 m . de largo y 179,6 kg de peso.
• Avión más pesado: Antonov An-225 Mriya (Sueño) con 600 tns.
Famosos aviones de Combate
• Triplano Fokker : Manfred von Richofen (1892-1918), el Barón Rojo y as germano de la IGM, pilotó muchos aviones. El más conocido era el triplano Fokker.
• Spitfire : El caza británico más rápido y eficaz de la IIGM. Podía alcanzar los 684 km/h.
• Messerschmitt-109: Digno contrincante germano del Spitfire.
• Fortaleza Volante: Bombardero USA de la IIGM muy artillado. Creado para vuelo en formación y protección mutua aunque esa estrategia falló. Su seguridad dependía de la escolta de cazas.
• Avro Lancaster: Principal bombardero empleado por la RAF en la IIGM.
• Vulcan: Principal avión británico de ataque nuclear en los años 50/60.
• Mig 25: Ruso. Uno de los más rápidos en servicio . Mach 2,8. Creado para oponerse a la amenaza de los bombarderos nucleares norteamericanos.
• Bombardero Northrop B-2 “Stealth” :Avión USA concebido para absorver o desviar el radar enemigo y muy difícil de detectar.
Referencias:
(1).- The arto f war in the western World. Arches Jones. Oxford University Press.
(2).- El gran libro de consulta. El Pais. Altea. 1995.
(3).- Military History. Robert Cowley &Geoffrey Parker.Osprey Military.
Saludos.
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Una Lectura sobre Estrategia Aérea.
El general Schwarzkopf, unos días después de la invasión de Kuwait, había pedido ayuda - a la Junta de Jefes de EM - para planear un contragolpe y ponerlo en acción en caso de guerra. El coronel Warden, de la USAF, fue designado, a partir de ese momento, para dirigir un equipo que se denominó Checkmate (Jaquemate). El plan que diseñó fue muy semejante al que se ejecutó en enero del 1991. En guerra, como en paz, la paternidad del éxito corresponde a miles de personas, pero el coronel jugó un importante papel…
El coronel Warden era poco conocido fuera de la USAF, y en ella, estaba catalogado como un personaje controvertido ya que censuraba la Fuerza Aérea, particularmente lo que consideraba una mafia: el Mando Aéreo –Táctico. No aprobaba su concepto de combate, que definía como estrecho y defensivo basado en exceso, decía, en el apoyo al Ejército de Tierra contra los carros soviéticos. La USAF había perdido, insistía, el foco del esfuerzo olvidando pensar en estrategia, es decir, en golpear el corazón en lugar de los miembros. Tales críticas, por el tono en que los exponía, sentaban muy mal entre muchos de sus colegas. Warden tenía más de 300 misiones de combate en Vietnam y, más tarde, mandó un Ala Aérea de F-15, en Alemania pero ... no gozaba de prestigio.
Los pilotos tienen la tradición de prometer, a veces, mucho... ya en 1942 habían alardeado ante Franklin Roosevelt de que con 150 cazas y 42 bombarderos podrían derrotar al Japón. El mismo año el mariscal británico del Aire, Arthur Harris, había anunciado que las incursiones sobre las ciudades alemanas causarían la destrucción de la industria y la moral de la población. Sin embargo el resultado fue muy otro, el espíritu de lucha permaneció intacto y la producción aún se incrementó durante dos años más... En 1945 el bombardeo estratégico sufrió gran descrédito y en algunos cuarteles generales, incluso, había sido considerado una atrocidad.
Warden, un firme defensor de la supremacía aérea, creía que cada Estado tenía "centros de gravedad" - el concepto de Clausewitz - que el coronel Warden definía como "el punto donde el enemigo es más vulnerable y donde un ataque tiene la mayor oportunidad de ser decisivo". "Alejandro el Grande había destruido el poder naval persa, conquistando las bases navales en el litoral mediterráneo - escribió Warden - de manera que atacó con éxito el centro de gravedad persa sin necesidad de librar un combate marítimo”. La Luftwaffe en 1940 equivocó el centro de gravedad británico, al abandonar prematuramente los ataques sobre la RAF, en favor de incursiones sobre las ciudades.
El coronel Warden también creía que cualquier Estado con independencia de su tamaño, tenía de 3 a 5.000 objetivos estratégicos. "Descubra y golpee esos puntos y paralizará al enemigo tanto si es la Unión Soviética como si es Irak”. No era una nueva premisa, ya los aviadores franceses, antes de la Guerra Mundial, hablaban de bombardear "puntos sensibles" cuya destrucción bloquearía líneas críticas de abastecimiento y cadenas de producción... También otros teóricos, del poder aéreo, creían que un Estado centralizado no podía soportar daños a su capital... Giulio Dohuet un artillero italiano - que llegó a ser el más célebre teórico del poder aéreo en los años 20 - argumentaba que el poder aéreo ofrecía una alternativa a los encarnizados combates terrestres. Un punto de vista seguido en las Fuerzas Aéreas americanas.
"El potencial de la ofensiva aérea estratégica en la II GM fue muy superior a sus logros" admiten muchos historiadores. Warden creía, sin embargo, que las municiones modernas ofrecían una precisión que hacían las cosas diferentes. El círculo de error probable de un B-17 en la II GM era de 1.100 metros; matemáticamente significaba que para asegurar un 90% de probabilidad para batir un blanco de 20 X 40 metros hacían falta 9.000 bombas. Un escritor militar escribió "un bombardeo puede hacer blanco en una ciudad desde 10.000 pies si es suficientemente grande". Aún en Vietnam un impacto en un blanco de 20 X 40 metros requería 300 bombas. Pero un F-117 portando municiones guiadas por láser podía destruir, teóricamente, el blanco con una sola bomba.
El 8 de agosto Warden, después de recibir la orden, reunió a 12 oficiales para su EM y empezó a redactar un plan de acuerdo con sus creencias. En una pizarra dibujó 5 círculos concéntricos para representar los "centros de gravedad" iraquíes. El más pequeño : para designar el liderazgo iraquí. El siguiente : para combustibles y líneas eléctricas sin las que un ejército moderno queda paralizado. El tercero: infraestructuras especialmente de transporte. El cuarto: la población iraquí y el quinto: la fuerza militar de tierra iraquí. " El poder aéreo, declaró Warden, puede saltar sobre los círculos exteriores para golpear el corazón". Cada una de las 5 categorías se convirtieron después en una lista de blancos. En el primer grupo y bajo la palabra liderazgo se escribió "Saddam"; dos días más tarde se borró...
En la pared se puso un mapa de Bagdad y se señalaron 45 blancos empleando información de todas las agencias de inteligencia... Para ilustrar las consecuencias devastadoras, se colocó otro a su lado de Washington con blancos equivalentes: la Casa Blanca, el Capitolio, el Pentágono, etc... "Si una nevada de cinco centímetros paraliza la capital, imagínense lo que sucedería si se alcanzasen esos blancos" decía el coronel.
El plan fue presentado al general Schwarzkopf y a Colin Powell más tarde. Tan convencido estaba Warden de su plan que dijo al último: "Este plan puede terminar con la guerra. Puede no hacer falta un ataque terrestre. Pienso que los iraquíes se retirarán de Kuwait como resultado de esta campaña aérea estratégica."
El coronel Warden, después de afinar su plan, lo presentó de nuevo al general Schwarzkopf. Contenía 84 blancos - clasificados en 10 categorías -, entre ellos, :10 blancos de las defensas aéreas, 8 de armas químicas, 5 de liderazgo, 19 de telecomunicaciones, 10 de líneas eléctricas. Este ataque podría noquear el 60% de la energía eléctrica en Bagdad, que significaba el 35% del país, y el 70% de la capacidad de refino.
Varios escuadrones de A-10 se mantendrían en reserva para atacar a las formaciones de carros que se aventurasen a marchar hacia el Sur. El plan se podría llevar a cabo en 6 días empleándose 170 aparatos y unas 1.000 salidas diarias. El coronel Warden, bajo el epígrafe de resultados esperados, predecía: Capacidad de liderazgo nacional y mando y control: destruidos. Capacidad ofensiva y defensiva estratégica iraquí eliminada por un período amplio.
El general Schwarzkopf agradeció la explicación de Warden, pero enfatizó la importancia de bombardear también las fuerzas iraquíes, particularmente las divisiones de la guardia republicana - tropas de elite de Saddam -. Cuando terminó el "Briefing" el general de la U.S. Air Force - sentado al lado de Schwarzkopf - le preguntó: “Señor, ¿hay algo más que podamos hacer por usted?” El general señaló al coronel Warden y dijo: "Déme a ese hombre, le necesito para llevar este plan a Horner"
Referencia : Crusade. Rcck Atkinson. Harper Collins.
SALUDOS
El coronel Warden era poco conocido fuera de la USAF, y en ella, estaba catalogado como un personaje controvertido ya que censuraba la Fuerza Aérea, particularmente lo que consideraba una mafia: el Mando Aéreo –Táctico. No aprobaba su concepto de combate, que definía como estrecho y defensivo basado en exceso, decía, en el apoyo al Ejército de Tierra contra los carros soviéticos. La USAF había perdido, insistía, el foco del esfuerzo olvidando pensar en estrategia, es decir, en golpear el corazón en lugar de los miembros. Tales críticas, por el tono en que los exponía, sentaban muy mal entre muchos de sus colegas. Warden tenía más de 300 misiones de combate en Vietnam y, más tarde, mandó un Ala Aérea de F-15, en Alemania pero ... no gozaba de prestigio.
Los pilotos tienen la tradición de prometer, a veces, mucho... ya en 1942 habían alardeado ante Franklin Roosevelt de que con 150 cazas y 42 bombarderos podrían derrotar al Japón. El mismo año el mariscal británico del Aire, Arthur Harris, había anunciado que las incursiones sobre las ciudades alemanas causarían la destrucción de la industria y la moral de la población. Sin embargo el resultado fue muy otro, el espíritu de lucha permaneció intacto y la producción aún se incrementó durante dos años más... En 1945 el bombardeo estratégico sufrió gran descrédito y en algunos cuarteles generales, incluso, había sido considerado una atrocidad.
Warden, un firme defensor de la supremacía aérea, creía que cada Estado tenía "centros de gravedad" - el concepto de Clausewitz - que el coronel Warden definía como "el punto donde el enemigo es más vulnerable y donde un ataque tiene la mayor oportunidad de ser decisivo". "Alejandro el Grande había destruido el poder naval persa, conquistando las bases navales en el litoral mediterráneo - escribió Warden - de manera que atacó con éxito el centro de gravedad persa sin necesidad de librar un combate marítimo”. La Luftwaffe en 1940 equivocó el centro de gravedad británico, al abandonar prematuramente los ataques sobre la RAF, en favor de incursiones sobre las ciudades.
El coronel Warden también creía que cualquier Estado con independencia de su tamaño, tenía de 3 a 5.000 objetivos estratégicos. "Descubra y golpee esos puntos y paralizará al enemigo tanto si es la Unión Soviética como si es Irak”. No era una nueva premisa, ya los aviadores franceses, antes de la Guerra Mundial, hablaban de bombardear "puntos sensibles" cuya destrucción bloquearía líneas críticas de abastecimiento y cadenas de producción... También otros teóricos, del poder aéreo, creían que un Estado centralizado no podía soportar daños a su capital... Giulio Dohuet un artillero italiano - que llegó a ser el más célebre teórico del poder aéreo en los años 20 - argumentaba que el poder aéreo ofrecía una alternativa a los encarnizados combates terrestres. Un punto de vista seguido en las Fuerzas Aéreas americanas.
"El potencial de la ofensiva aérea estratégica en la II GM fue muy superior a sus logros" admiten muchos historiadores. Warden creía, sin embargo, que las municiones modernas ofrecían una precisión que hacían las cosas diferentes. El círculo de error probable de un B-17 en la II GM era de 1.100 metros; matemáticamente significaba que para asegurar un 90% de probabilidad para batir un blanco de 20 X 40 metros hacían falta 9.000 bombas. Un escritor militar escribió "un bombardeo puede hacer blanco en una ciudad desde 10.000 pies si es suficientemente grande". Aún en Vietnam un impacto en un blanco de 20 X 40 metros requería 300 bombas. Pero un F-117 portando municiones guiadas por láser podía destruir, teóricamente, el blanco con una sola bomba.
El 8 de agosto Warden, después de recibir la orden, reunió a 12 oficiales para su EM y empezó a redactar un plan de acuerdo con sus creencias. En una pizarra dibujó 5 círculos concéntricos para representar los "centros de gravedad" iraquíes. El más pequeño : para designar el liderazgo iraquí. El siguiente : para combustibles y líneas eléctricas sin las que un ejército moderno queda paralizado. El tercero: infraestructuras especialmente de transporte. El cuarto: la población iraquí y el quinto: la fuerza militar de tierra iraquí. " El poder aéreo, declaró Warden, puede saltar sobre los círculos exteriores para golpear el corazón". Cada una de las 5 categorías se convirtieron después en una lista de blancos. En el primer grupo y bajo la palabra liderazgo se escribió "Saddam"; dos días más tarde se borró...
En la pared se puso un mapa de Bagdad y se señalaron 45 blancos empleando información de todas las agencias de inteligencia... Para ilustrar las consecuencias devastadoras, se colocó otro a su lado de Washington con blancos equivalentes: la Casa Blanca, el Capitolio, el Pentágono, etc... "Si una nevada de cinco centímetros paraliza la capital, imagínense lo que sucedería si se alcanzasen esos blancos" decía el coronel.
El plan fue presentado al general Schwarzkopf y a Colin Powell más tarde. Tan convencido estaba Warden de su plan que dijo al último: "Este plan puede terminar con la guerra. Puede no hacer falta un ataque terrestre. Pienso que los iraquíes se retirarán de Kuwait como resultado de esta campaña aérea estratégica."
El coronel Warden, después de afinar su plan, lo presentó de nuevo al general Schwarzkopf. Contenía 84 blancos - clasificados en 10 categorías -, entre ellos, :10 blancos de las defensas aéreas, 8 de armas químicas, 5 de liderazgo, 19 de telecomunicaciones, 10 de líneas eléctricas. Este ataque podría noquear el 60% de la energía eléctrica en Bagdad, que significaba el 35% del país, y el 70% de la capacidad de refino.
Varios escuadrones de A-10 se mantendrían en reserva para atacar a las formaciones de carros que se aventurasen a marchar hacia el Sur. El plan se podría llevar a cabo en 6 días empleándose 170 aparatos y unas 1.000 salidas diarias. El coronel Warden, bajo el epígrafe de resultados esperados, predecía: Capacidad de liderazgo nacional y mando y control: destruidos. Capacidad ofensiva y defensiva estratégica iraquí eliminada por un período amplio.
El general Schwarzkopf agradeció la explicación de Warden, pero enfatizó la importancia de bombardear también las fuerzas iraquíes, particularmente las divisiones de la guardia republicana - tropas de elite de Saddam -. Cuando terminó el "Briefing" el general de la U.S. Air Force - sentado al lado de Schwarzkopf - le preguntó: “Señor, ¿hay algo más que podamos hacer por usted?” El general señaló al coronel Warden y dijo: "Déme a ese hombre, le necesito para llevar este plan a Horner"
Referencia : Crusade. Rcck Atkinson. Harper Collins.
SALUDOS
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Apuntes a UNA LECTURA SOBRE ESTRATÉGIA AÉREA
Desde su puesta de largo, el PODER AÉREO ha estado siempre imbuído de una marcada vocación estratégica. Como corresponde a una entidad que pertenece a una primera potencia mundial, la Fuerza Aérea de los Estados Unidos ha sido siempre la estrella que el resto de países occidentales han seguido, con los lógicos y evidentes condicionantes particulares que cada nación ha tenido.
Tras el conflicto en Vietnam, y en el marco de una especial coyuntura mundial, la USAF se planteó como misión prioritaria la defensa europea ante un ataque no nuclear del Pacto de Varsovia a las fuerzas de la OTAN. Esta misión excluía de forma especial aquellos ataques estratégicos que pudiesen provocar una escalada que desembocase en un desenlace nuclear del conflicto. Con ello se operaba en detrimento del enfoque estratégico que durante los primeros años de la Guerra Fría se había convertido en la piedra angular operativa de la USAF. A la nueva situación contribuyó de forma especial un factor interno desarrollado dentro del propio organigrama de la Fuerza Aérea, como era el hecho de que si durante la década de los 60 los puestos de dirección se encontraban ocupados fundamentalmente por pilotos que habían formado parte de las Alas de Bombarderos Estratégicos, y solo un pequeño núcleo procedía de Unidades de Caza Táctica, en los 80 y 90, esa relación se invirtió totalmente. Por ello, y pese a que en el fondo desde la USAF siempre se pensó y divulgó que el apoyo de fuego directo a las fuerzas terrestres (lo que incluía eliminación de objetivos en tierra y en el aire) era la forma menos efectiva de emplear el poder aéreo en combate, tampoco se cuestionaba de una forma profunda la necesidad de actuar codo a codo con las tropas del US Army.
En ese contexto, a finales de los 80, el coronel de la USAF John A. Warden III, publicó un estudio que a día de hoy sigue siendo lectura obligada en las Escuelas de Guerra Aérea y cursos de Estado Mayor de todo el mundo, y que volvía a plantear la vocación estratégica del poder aéreo, al tiempo que abogaba por un nuevo enfoque en la doctrina. No se trataba símplemente de hacer uso de nuevas plataformas aéreas, sino de los efectos conseguidos por éstas mediante su utilización sobre unos objetivos muy concretos.
El trabajo del coronel Warden nacía en el momento histórico oportuno, y su publicación se vió respaldada por dos hechos significativos. El primero fue la desmembración de la Unión Soviética y el final de la Guerra Fría, lo que llevaba aparejado una evidente disminución del peligro de escalada hacia el conflicto nuclear, y el segundo el nacimiento de nuevas tecnologías de guiado que permitían aumentar de forma notable la precisión del armamento utilizado.
Sintetizando, Warden defendía que un conflicto armado podía ser ganado de forma exclusiva desde el aire. Para ello sostenía que el enemigo podía considerarse como un organismo vivo que se componía de 5 elementos fundamentales, a saber: 1º el Cerebro, que se materializa en el Sistema de Mando y Control, incluyendo desde el núcleo de liderazgo nacional al más alto nivel político, hasta los medios a través de los cuales se ejerce dicha labor de mando (centros de comunicaciones, emisoras de radio y televisión, sedes de partidos políticos etc...); 2º los Órganos Esenciales (corazón, pulmones, hígado, riñones...) que se corresponden con los órganos de producción industrial y energéticos, estructuras económicas y comerciales etc...; 3º el Esqueleto y Sistema Muscular, que engloban las vías de comunicación y enlace, además de aquellas industrias que emplean la energía que otros centros producen; 4º el Tejido, que estaría conformado por la población civil; y 5º el Sistema Inmunológico, constituído por las Fuerzas Armadas, Fuerzas Policiales, de Bomberos, de Protección Civil etc...
Estos 5 elementos, Warden los distribuye en 5 anillos concéntricos, en cuyo centro del esquema se encuentra el cerebro, es decir, la capacidad de Mando, Control y Liderazgo del enemigo. Para el coronel, el poder aéreo es el único que garantiza el ataque de forma independiente y directa a cada uno de los anillos, sin antes tener que pasar por cada uno de ellos, empezando por el más duro anillo exterior, que es al primero al que deben enfrentarse las tropas terrestres para llegar al centro. Este modelo fue el seguido en Iraq durante la Operación Instant thunder en la Guerra del Golfo del 91, y en la Operación Allied Force en Kosovo, en el 99. Aunque hay que decir que si bien los 6 días que Warden consideró en principio suficientes para cumplir los objetivos deseados en Iraq, se convirtieron en 45, y que en Kosovo, las presiones políticas condicionaron que los ataques de presión aumentasen de forma gradual, por lo que también se distanciaron algo las operaciones en el tiempo, en definitiva, los resultados coincidieron absolutamente con los inicialmente pretendidos.
Sin embargo, como toda teoría, la del coronel Warden tiene sus vertientes positivas y negativas. Entre las positivas se destaca el poder realizar un empleo centralizado de los medios aéreos, con lo cual el mando puede, de forma muy flexible, aumentar o disminuir instantáneamente la presión sobre el enemigo. Se disminuye el número de bajas propias y los daños colaterales no deseados. Se ataca de forma directa el Centro de Gravedad enemigo, sin distraer medios hacia objetivos no desados, y se producen efectos muy rápidos en la capacidad de combate del contrario.
Como elemento negativo se puede destacar que aunque en principio el comparar una Nación con un Organismo Vivo parece sencillo, la realidad es algo diferente, ya que un Estado puede realizar funciones para las que un ser vivo se encuentra incapacitado. Una Nación puede modificar la dependencia de sus recursos energéticos y reorientar su economía para hacerla más resistente a un bloqueo enemigo, o puede reorganizar su sistema de transportes, algo que se encuentra fuera del alcance del cuerpo humano, que no puede adaptarse a vivir sin oxígeno, o a circular la sangre por sitios diferentes a venas y arterias. Por lo tanto, los objetivos del sistema de Warden solo son efectivos en la medida en que el enmigo se vea afectado por las acciones llevadas a cabo. Un enemigo cuyo Centro de Gravedad no pueda ser bombardeado, como puede ser el caso de sociedades primitivas cuya base económica sea la agricultura de subsistencia, o sociedades que reciban un fuerte apoyo exterior imposible de atacar, o conformado por grupos guerrilleros que actúan de forma independiente a un estado centralizado en terreno difícil, es inmune a las actuaciones aplicadas por Warden.
Aunque para el coronel Warden el actuar sobre los elementos materiales del enemigo, es razón suficiente para conseguir la victoria, el factor psicológico es esencial. Clausewitz ya había señalado que la guerra es un conflicto de voluntades, y toda la parafernalia militar que constituyen los medios de combate no son más que instrumentos para forzar la voluntad del adversario. En todo conflicto se debe tener en cuenta el precio que se está dispuesto a pagar por doblegar la voluntad del enemigo. Por eso, la calificación de fortaleza o debilidad militar es un término mucho más relativo de lo que en un principio se podría pensar. Se depende de los medios materiales disponibles, pero sobre todo se depende de la voluntad psicológica que los respalda. Y esa voluntad depende a su vez de la importancia subjetiva de la meta a alcanzar, en relación con los sacrificios necesarios para obtenerla. Por lo tanto, un enemigo no se encuentra derrotado hasta que es absolutamente destruído o reconoce su derrota, y la falta de medios materiales del enemigo no implica necesariamente la victoria propia. El suponer que la destrucción de los recursos materiales del enemigo llevará a éste a una rendición incondicional, parte de la suposición nuevamente subjetiva de que actuará de forma racional, es decir, siendo coherente con sus propios intereses.
Tras el conflicto en Vietnam, y en el marco de una especial coyuntura mundial, la USAF se planteó como misión prioritaria la defensa europea ante un ataque no nuclear del Pacto de Varsovia a las fuerzas de la OTAN. Esta misión excluía de forma especial aquellos ataques estratégicos que pudiesen provocar una escalada que desembocase en un desenlace nuclear del conflicto. Con ello se operaba en detrimento del enfoque estratégico que durante los primeros años de la Guerra Fría se había convertido en la piedra angular operativa de la USAF. A la nueva situación contribuyó de forma especial un factor interno desarrollado dentro del propio organigrama de la Fuerza Aérea, como era el hecho de que si durante la década de los 60 los puestos de dirección se encontraban ocupados fundamentalmente por pilotos que habían formado parte de las Alas de Bombarderos Estratégicos, y solo un pequeño núcleo procedía de Unidades de Caza Táctica, en los 80 y 90, esa relación se invirtió totalmente. Por ello, y pese a que en el fondo desde la USAF siempre se pensó y divulgó que el apoyo de fuego directo a las fuerzas terrestres (lo que incluía eliminación de objetivos en tierra y en el aire) era la forma menos efectiva de emplear el poder aéreo en combate, tampoco se cuestionaba de una forma profunda la necesidad de actuar codo a codo con las tropas del US Army.
En ese contexto, a finales de los 80, el coronel de la USAF John A. Warden III, publicó un estudio que a día de hoy sigue siendo lectura obligada en las Escuelas de Guerra Aérea y cursos de Estado Mayor de todo el mundo, y que volvía a plantear la vocación estratégica del poder aéreo, al tiempo que abogaba por un nuevo enfoque en la doctrina. No se trataba símplemente de hacer uso de nuevas plataformas aéreas, sino de los efectos conseguidos por éstas mediante su utilización sobre unos objetivos muy concretos.
El trabajo del coronel Warden nacía en el momento histórico oportuno, y su publicación se vió respaldada por dos hechos significativos. El primero fue la desmembración de la Unión Soviética y el final de la Guerra Fría, lo que llevaba aparejado una evidente disminución del peligro de escalada hacia el conflicto nuclear, y el segundo el nacimiento de nuevas tecnologías de guiado que permitían aumentar de forma notable la precisión del armamento utilizado.
Sintetizando, Warden defendía que un conflicto armado podía ser ganado de forma exclusiva desde el aire. Para ello sostenía que el enemigo podía considerarse como un organismo vivo que se componía de 5 elementos fundamentales, a saber: 1º el Cerebro, que se materializa en el Sistema de Mando y Control, incluyendo desde el núcleo de liderazgo nacional al más alto nivel político, hasta los medios a través de los cuales se ejerce dicha labor de mando (centros de comunicaciones, emisoras de radio y televisión, sedes de partidos políticos etc...); 2º los Órganos Esenciales (corazón, pulmones, hígado, riñones...) que se corresponden con los órganos de producción industrial y energéticos, estructuras económicas y comerciales etc...; 3º el Esqueleto y Sistema Muscular, que engloban las vías de comunicación y enlace, además de aquellas industrias que emplean la energía que otros centros producen; 4º el Tejido, que estaría conformado por la población civil; y 5º el Sistema Inmunológico, constituído por las Fuerzas Armadas, Fuerzas Policiales, de Bomberos, de Protección Civil etc...
Estos 5 elementos, Warden los distribuye en 5 anillos concéntricos, en cuyo centro del esquema se encuentra el cerebro, es decir, la capacidad de Mando, Control y Liderazgo del enemigo. Para el coronel, el poder aéreo es el único que garantiza el ataque de forma independiente y directa a cada uno de los anillos, sin antes tener que pasar por cada uno de ellos, empezando por el más duro anillo exterior, que es al primero al que deben enfrentarse las tropas terrestres para llegar al centro. Este modelo fue el seguido en Iraq durante la Operación Instant thunder en la Guerra del Golfo del 91, y en la Operación Allied Force en Kosovo, en el 99. Aunque hay que decir que si bien los 6 días que Warden consideró en principio suficientes para cumplir los objetivos deseados en Iraq, se convirtieron en 45, y que en Kosovo, las presiones políticas condicionaron que los ataques de presión aumentasen de forma gradual, por lo que también se distanciaron algo las operaciones en el tiempo, en definitiva, los resultados coincidieron absolutamente con los inicialmente pretendidos.
Sin embargo, como toda teoría, la del coronel Warden tiene sus vertientes positivas y negativas. Entre las positivas se destaca el poder realizar un empleo centralizado de los medios aéreos, con lo cual el mando puede, de forma muy flexible, aumentar o disminuir instantáneamente la presión sobre el enemigo. Se disminuye el número de bajas propias y los daños colaterales no deseados. Se ataca de forma directa el Centro de Gravedad enemigo, sin distraer medios hacia objetivos no desados, y se producen efectos muy rápidos en la capacidad de combate del contrario.
Como elemento negativo se puede destacar que aunque en principio el comparar una Nación con un Organismo Vivo parece sencillo, la realidad es algo diferente, ya que un Estado puede realizar funciones para las que un ser vivo se encuentra incapacitado. Una Nación puede modificar la dependencia de sus recursos energéticos y reorientar su economía para hacerla más resistente a un bloqueo enemigo, o puede reorganizar su sistema de transportes, algo que se encuentra fuera del alcance del cuerpo humano, que no puede adaptarse a vivir sin oxígeno, o a circular la sangre por sitios diferentes a venas y arterias. Por lo tanto, los objetivos del sistema de Warden solo son efectivos en la medida en que el enmigo se vea afectado por las acciones llevadas a cabo. Un enemigo cuyo Centro de Gravedad no pueda ser bombardeado, como puede ser el caso de sociedades primitivas cuya base económica sea la agricultura de subsistencia, o sociedades que reciban un fuerte apoyo exterior imposible de atacar, o conformado por grupos guerrilleros que actúan de forma independiente a un estado centralizado en terreno difícil, es inmune a las actuaciones aplicadas por Warden.
Aunque para el coronel Warden el actuar sobre los elementos materiales del enemigo, es razón suficiente para conseguir la victoria, el factor psicológico es esencial. Clausewitz ya había señalado que la guerra es un conflicto de voluntades, y toda la parafernalia militar que constituyen los medios de combate no son más que instrumentos para forzar la voluntad del adversario. En todo conflicto se debe tener en cuenta el precio que se está dispuesto a pagar por doblegar la voluntad del enemigo. Por eso, la calificación de fortaleza o debilidad militar es un término mucho más relativo de lo que en un principio se podría pensar. Se depende de los medios materiales disponibles, pero sobre todo se depende de la voluntad psicológica que los respalda. Y esa voluntad depende a su vez de la importancia subjetiva de la meta a alcanzar, en relación con los sacrificios necesarios para obtenerla. Por lo tanto, un enemigo no se encuentra derrotado hasta que es absolutamente destruído o reconoce su derrota, y la falta de medios materiales del enemigo no implica necesariamente la victoria propia. El suponer que la destrucción de los recursos materiales del enemigo llevará a éste a una rendición incondicional, parte de la suposición nuevamente subjetiva de que actuará de forma racional, es decir, siendo coherente con sus propios intereses.
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La Supremacía Aérea.
"Si perdemos la guerra en el aire, perderemos la guerra, y la perderemos rápidamente". (Mariscal Montgomery)
Tengo poco tiempo, Tayun, para dedicar al Foro y, por ello, entro en pocos temas pero alguna vez “encontré” alguna de tus aportaciones y desde el primer momento – sería por la materia que tratabas – pensé que pertenecías al Ejército del Aire. Si es así te felicito pues es el ejército que goza de mis preferencias. Me ha gustado tu mensaje y, si me lo permites, te diré que estoy de acuerdo con lo que dices y añado solo unas palabras en la misma dirección.
Hace tiempo leí un artículo que seguramente conocerás (1) donde el autor basándose en conocidos teóricos del poder aéreo como Giuilio Douhet, Hugh Trenchard, Billy Mitchell y John Warden - por nombrar solo los que han aparecido en estas páginas - concluye que “a pesar de que vivieron en diferentes épocas, lugares, y circunstancias, estos hombres contribuyeron a la definición de ciertos principios, normas, preceptos, y experiencias que parecen ser aplicables en todos los tiempos y en forma universal. Algunas de estas normas han sido ratificadas en la guerra; otras han sido meras especulaciones. Sin embargo, considero que en 75 años el poder aéreo ha tenido suficientes experiencias para determinar su adecuado o inadecuado uso …”
Douhet, por ejemplo, señaló que lograr la supremacía aérea era lograr la victoria. Dentro de esta misma línea de pensamiento, muchos años más tarde, John Warden escribió que “... desde el ataque alemán a Polonia en 1939, ningún país ha ganado una guerra cuando el enemigo ha tenido la supremacía aérea ... Contrario a lo anterior, ninguna nación ha perdido una guerra mientras ha mantenido la supremacía aérea y los ejércitos de Alemania, Japón … Irak ciertamente coincidirían en que las operaciones convencionales terrestres serían no sólo difíciles, sino imposibles, si el enemigo controla el espacio aéreo…”
A los comandantes de las fuerzas terrestres tradicionalmente les ha preocupado el deseo de los mandos aéreos - que consideran obsesivo - por establecer la supremacía aérea porque pretenden tener a los aviones “a mano” en apoyo de fuego directo. Desde el punto de vista de los terrestres, ese deseo se puede comprender, pero sería mantener a la aviación en una situación contraria a su propia esencia y menos eficaz. Dice el coronel Meilinger que “ las tropas norteamericanas no han tenido que luchar sin supremacía aérea desde 1942; 1953 fue el último año en que un soldado norteamericano pereció a consecuencia de un ataque aéreo; y nuestras fuerzas armadas nunca han tenido que disparar misiles de tierra - aire contra aviones enemigos porque a estos nunca se les ha permitido llegar tan cerca. En realidad, la doctrina de nuestro Ejército presume de supremacía aérea, y lo considera como uno de los aportes más grandes del poder aéreo a las operaciones terrestres”.
Claro que en una guerra no convencional, como tu bien dices, el problema es otro.
Referencia :.- Diez propuestas en relación con el Poder Aéreo. Coronel Phillip S. Meilinger, USAF (1996)
Saludos
Tengo poco tiempo, Tayun, para dedicar al Foro y, por ello, entro en pocos temas pero alguna vez “encontré” alguna de tus aportaciones y desde el primer momento – sería por la materia que tratabas – pensé que pertenecías al Ejército del Aire. Si es así te felicito pues es el ejército que goza de mis preferencias. Me ha gustado tu mensaje y, si me lo permites, te diré que estoy de acuerdo con lo que dices y añado solo unas palabras en la misma dirección.
Hace tiempo leí un artículo que seguramente conocerás (1) donde el autor basándose en conocidos teóricos del poder aéreo como Giuilio Douhet, Hugh Trenchard, Billy Mitchell y John Warden - por nombrar solo los que han aparecido en estas páginas - concluye que “a pesar de que vivieron en diferentes épocas, lugares, y circunstancias, estos hombres contribuyeron a la definición de ciertos principios, normas, preceptos, y experiencias que parecen ser aplicables en todos los tiempos y en forma universal. Algunas de estas normas han sido ratificadas en la guerra; otras han sido meras especulaciones. Sin embargo, considero que en 75 años el poder aéreo ha tenido suficientes experiencias para determinar su adecuado o inadecuado uso …”
Douhet, por ejemplo, señaló que lograr la supremacía aérea era lograr la victoria. Dentro de esta misma línea de pensamiento, muchos años más tarde, John Warden escribió que “... desde el ataque alemán a Polonia en 1939, ningún país ha ganado una guerra cuando el enemigo ha tenido la supremacía aérea ... Contrario a lo anterior, ninguna nación ha perdido una guerra mientras ha mantenido la supremacía aérea y los ejércitos de Alemania, Japón … Irak ciertamente coincidirían en que las operaciones convencionales terrestres serían no sólo difíciles, sino imposibles, si el enemigo controla el espacio aéreo…”
A los comandantes de las fuerzas terrestres tradicionalmente les ha preocupado el deseo de los mandos aéreos - que consideran obsesivo - por establecer la supremacía aérea porque pretenden tener a los aviones “a mano” en apoyo de fuego directo. Desde el punto de vista de los terrestres, ese deseo se puede comprender, pero sería mantener a la aviación en una situación contraria a su propia esencia y menos eficaz. Dice el coronel Meilinger que “ las tropas norteamericanas no han tenido que luchar sin supremacía aérea desde 1942; 1953 fue el último año en que un soldado norteamericano pereció a consecuencia de un ataque aéreo; y nuestras fuerzas armadas nunca han tenido que disparar misiles de tierra - aire contra aviones enemigos porque a estos nunca se les ha permitido llegar tan cerca. En realidad, la doctrina de nuestro Ejército presume de supremacía aérea, y lo considera como uno de los aportes más grandes del poder aéreo a las operaciones terrestres”.
Claro que en una guerra no convencional, como tu bien dices, el problema es otro.
Referencia :.- Diez propuestas en relación con el Poder Aéreo. Coronel Phillip S. Meilinger, USAF (1996)
Saludos
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Operación "Vitlles".El bloqueo de Berlín (I).
Hemos dedicado unos cuantos trabajos a la estrategia aérea, y en el aire – nunca mejor dicho - parece que solo estaban presentes los “aviones de combate” y nos hemos olvidado de los transportes que también lo son. Pues nada mejor para terminar esta “serie” con este tipo de aviones y una de sus grandísimas epopeyas como fue el bloqueo de Berlín, por los soviéticos, del que se cumplen, este año, su 60 aniversario. En torno a los 2,2 millones de berlineses habían quedado atrapados como una isla - en el centro de la República Democrática Alemana - a la que no llegaba ni comida ni carbón y los soviéticos reclamaban para su tutela. No podían los aliados (americanos, británicos y franceses) admitir esta situación y decidieron afrontarla. La primera idea consistió en llevar los abastecimientos mediante un convoy armado, pero el plan no se ejecutó por temor a provocar otra guerra. En su lugar, el comando aéreo de Estados Unidos decidió abastecer la ciudad por vía aérea – los aliados disponían de tres corredores aéreos -.
El Puente Aéreo de Berlín se inició el 25 de junio de 1948, con el aterrizaje del primer avión de carga C-47 en el aeropuerto Tempelhof (Berlín). El plan era un verdadero desafío, porque el suministro, por vía aérea, de unas cuatro mil toneladas de abastecimentos al día parecía imposible. Pero el número de aviones aliados implicados creció constantemente y, al cabo de unos meses, Berlín recibía unos novecientos vuelos cada día, que la abastecían con más de nueve mil toneladas de bienes. El puente se mantuvo durante más de un año y cuando las autoridades soviéticas se dieron cuenta de la determinación de los aliados lo levantaron el 12 de mayo de 1949.
El plan Marshall. En verano de 1947 se hizo público un plan
americano, elaborado por el general George Marshall, de ayuda a los países europeos afectados por la guerra,. El plan fue rechazado por la Unión Soviética - y con ella, por orden de Stalin, todos los países sometidos a su influencia - lo que significó que, además de otros países, sólo la parte occidental de Alemania iba a beneficiarse del programa de rehabilitación económico. De este modo Alemania se dividió en dos Estados : Alemania Oriental pasaba definitiva¬mente a la condición de país satélite de la URSS y el "telón de acero" se situaba en el Elba. La "Guerra Fría" se convertía en algo más que una frase hecha y la ciudad de Berlín – en el centro de Alemania Oriental - era el enclave más problemático de un continente ya claramente dividido en dos bloques. En ese enclave se produjo el primer "pulso" entre el Este y el Oeste.
La creación de una nueva moneda, para uso de los berlineses, era una medida necesaria y tendente a poner fin al caos originado por el uso de diversas monedas y por la circulación de gran numero de billetes falsos. No se había llegado a un acuerdo, en el seno de la Comisión de Control, ya que los rusos se inhibían respecto a esta cuestión, y los Estados Unidos y Gran Bretaña decidieron crear una nueva moneda, el Deutschemark, y Francia se unió a la iniciativa. En una reunión celebrada el 20 de marzo de 1948, a la que asistieron representantes de la Unión Soviética, Gran Bretaña y Francia, la representación rusa pidió explicaciones sobre la decisión tomada en la cuestión monetaria. Los Aliados occidentales negaron tal información, argumentando la indiferencia mostrada por las autoridades soviéticas a la hora de proceder a la reforma. La delegación soviética abandonó la sesión y declaró que la Comisión interaliada había cesado en sus funciones por el proceder unilateral de las tres potencias occidentales .
Los rusos, pocos días después, empezaron a entorpecer el tráfico de trenes de mercancías con destino a Berlín mediante estrictos controles y con el pretexto de "dificultades técnicas" obligados a volver a su lugar de procedencia. El 3 de abril de 1948 los soviéticos cortaron las rutas de aprovisionamiento de Berlín desde Hamburgo y Munich y el 9 comenzaron a exigir una autorización especial para circular a los trenes que salían de Berlín con destino a la zona occidental. El 20 de abril se iniciaron las restricciones al tráfico fluvial y el 19 de junio se prohibió el tráfico de pasajeros hacia Berlín por ferrocarril y carretera. El 23 se suspendieron los servicios de correos y el tráfico total y poco más tarde se cortó el suministro de electricidad a la capital. El bloqueo se había cerrado. Posiblemente, la escalada de medidas restrictivas sólo pretendían ser una demostración de fuerza, sin embargo la escalada siguió a medida que los aliados respondían con mayor decisión a las presiones. El propósito de los rusos era mostrar a los berlineses, de las zonas ocupadas por los aliados occidentales, que sólo podrían continuar allí si ellos lo permitían y, para ello, procuraron ganarse la adhesión de la población recurriendo tanto a medidas de carácter político como a estímulos económicos. A los habitantes de Berlín Occidental que se registrasen en el censo del sector oriental, se les ofrecieron abundantes raciones de alimentos y de combustible. En invierno de 1948, en una ciudad atormentada por la escasez, y que contaba con un elevado número de ancianos y enfermos, sólo unos cien mil berlineses occidentales se acogieron el ofrecimiento soviético.
Necesidades de supervivencia.
El total de los productos importados para la subsistencia de Berlín Occidental ascendía a unas 12.200 toneladas diarias entre alimentos, carbón, materias primas y artículos diversos que arribaban por ferrocarril, por carretera o por vía fluvial. En el mes de julio, ya con el bloqueo impuesto, se hizo un estudio exhaustivo de las cantidades necesarias para que la colectividad pudiera sobrevivir y el mínimo imprescindible, para sostener a la población civil, a las fuerzas de ocupación y al personal administrativo se estimó en unas 4.000 toneladas diarias de provisiones.
El puente aéreo empezó a funcionar intensivamente el 26 de junio, pues las autoridades aliadas habían decidido responder al reto ruso salvando por la única vía libre que les quedaba: el aire. La aviación norteamericana transportó 73 toneladas desde los aeródromos de Rhein-Main y Wiesbaden, y los británicos 7 toneladas. A los tres meses se habían transportado un total de 200.000 toneladas, en casi 50.000 vuelos, a razón de unas 2.000 toneladas/día al principio y 3.000 toneladas/día al final. El 31 de octubre habían entrado en Berlín más de 400.000 toneladas de abastecimientos y habían salido 15.604 personas, 2.848 toneladas de productos manufacturados y 3.000 toneladas de correo.
Hasta los seis meses de funcionamiento del puente aéreo no se alcanzaron las 4.000 toneladas/día - que se habían considerado necesarias - pero la perfección en la planificación de los vuelos permitió, en diciembre, alcanzar las 7.000 toneladas diarias, y a comienzos de 1949, con la apertura del nuevo campo de aviación de Tegel (sector francés) - que venía a unirse a los de Tempelhof (sector americano) y Gatow (sector británico) - se llegó a las 10.000. El 18 de febrero de 1949 se celebró el transporte de la tonelada que hacía el millón de las trasportadas. Por sorteo entre los aparatos en vuelo aquel día, correspondió el honor de transportarla a un avión británico Avro York. El 16 de abril de 1949 se transportó la máxima carga en 24 horas. En esa fecha se descargaron en los tres aeropuertos berlineses 11.440 toneladas, transportadas en 1.398 vuelos.
El frente cívico.
Cuando las perspectivas del bloqueo se configuraron como una amenaza cierta una representación de la municipalidad, se presentó en el Cuartel General americano e hizo constar, ante el general Clay, la determinación de los berlineses de resistir a las imposiciones soviéticas. Las autoridades municipales y políticas se convirtieron en el soporte moral de la resistencia y se mantuvo la apariencia de normalidad ciudadana en un momento en que las restricciones eléctricas y otras privaciones auguraban un sombrío porvenir. En noviembre de 1948, como prueba de un pueblo que se crecía ante la adversidad, tuvo lugar la inauguración de la Universidad Libre de Berlín.
Los ciudadanos de Berlín se acostumbraron al ruido de los aviones que entraban y salían continuamente de los aeródromos. Eran el cordón umbilical que les unía con un mundo que, por solidaridad, había volcado sus recursos para ayudar a un pueblo aislado en lo geográfico pero unido en lo moral. De todas partes llegaban mensajes de estímulo, pero tal vez ninguno resonó con tanta energía como las palabras pronunciadas por Ernest Bevin, ministro de Asuntos Exteriores británico, cuando dijo: "Nunca capitularemos ante Berlín".
Y efectivamente nunca capitularon y la operación “Vitlles” fue un éxito gracias a la pericia, determinación y valor de muchas personas. Pero, para no hacer muy extenso este relato, continuaremos otro día.
Saludos.
El Puente Aéreo de Berlín se inició el 25 de junio de 1948, con el aterrizaje del primer avión de carga C-47 en el aeropuerto Tempelhof (Berlín). El plan era un verdadero desafío, porque el suministro, por vía aérea, de unas cuatro mil toneladas de abastecimentos al día parecía imposible. Pero el número de aviones aliados implicados creció constantemente y, al cabo de unos meses, Berlín recibía unos novecientos vuelos cada día, que la abastecían con más de nueve mil toneladas de bienes. El puente se mantuvo durante más de un año y cuando las autoridades soviéticas se dieron cuenta de la determinación de los aliados lo levantaron el 12 de mayo de 1949.
El plan Marshall. En verano de 1947 se hizo público un plan
americano, elaborado por el general George Marshall, de ayuda a los países europeos afectados por la guerra,. El plan fue rechazado por la Unión Soviética - y con ella, por orden de Stalin, todos los países sometidos a su influencia - lo que significó que, además de otros países, sólo la parte occidental de Alemania iba a beneficiarse del programa de rehabilitación económico. De este modo Alemania se dividió en dos Estados : Alemania Oriental pasaba definitiva¬mente a la condición de país satélite de la URSS y el "telón de acero" se situaba en el Elba. La "Guerra Fría" se convertía en algo más que una frase hecha y la ciudad de Berlín – en el centro de Alemania Oriental - era el enclave más problemático de un continente ya claramente dividido en dos bloques. En ese enclave se produjo el primer "pulso" entre el Este y el Oeste.
La creación de una nueva moneda, para uso de los berlineses, era una medida necesaria y tendente a poner fin al caos originado por el uso de diversas monedas y por la circulación de gran numero de billetes falsos. No se había llegado a un acuerdo, en el seno de la Comisión de Control, ya que los rusos se inhibían respecto a esta cuestión, y los Estados Unidos y Gran Bretaña decidieron crear una nueva moneda, el Deutschemark, y Francia se unió a la iniciativa. En una reunión celebrada el 20 de marzo de 1948, a la que asistieron representantes de la Unión Soviética, Gran Bretaña y Francia, la representación rusa pidió explicaciones sobre la decisión tomada en la cuestión monetaria. Los Aliados occidentales negaron tal información, argumentando la indiferencia mostrada por las autoridades soviéticas a la hora de proceder a la reforma. La delegación soviética abandonó la sesión y declaró que la Comisión interaliada había cesado en sus funciones por el proceder unilateral de las tres potencias occidentales .
Los rusos, pocos días después, empezaron a entorpecer el tráfico de trenes de mercancías con destino a Berlín mediante estrictos controles y con el pretexto de "dificultades técnicas" obligados a volver a su lugar de procedencia. El 3 de abril de 1948 los soviéticos cortaron las rutas de aprovisionamiento de Berlín desde Hamburgo y Munich y el 9 comenzaron a exigir una autorización especial para circular a los trenes que salían de Berlín con destino a la zona occidental. El 20 de abril se iniciaron las restricciones al tráfico fluvial y el 19 de junio se prohibió el tráfico de pasajeros hacia Berlín por ferrocarril y carretera. El 23 se suspendieron los servicios de correos y el tráfico total y poco más tarde se cortó el suministro de electricidad a la capital. El bloqueo se había cerrado. Posiblemente, la escalada de medidas restrictivas sólo pretendían ser una demostración de fuerza, sin embargo la escalada siguió a medida que los aliados respondían con mayor decisión a las presiones. El propósito de los rusos era mostrar a los berlineses, de las zonas ocupadas por los aliados occidentales, que sólo podrían continuar allí si ellos lo permitían y, para ello, procuraron ganarse la adhesión de la población recurriendo tanto a medidas de carácter político como a estímulos económicos. A los habitantes de Berlín Occidental que se registrasen en el censo del sector oriental, se les ofrecieron abundantes raciones de alimentos y de combustible. En invierno de 1948, en una ciudad atormentada por la escasez, y que contaba con un elevado número de ancianos y enfermos, sólo unos cien mil berlineses occidentales se acogieron el ofrecimiento soviético.
Necesidades de supervivencia.
El total de los productos importados para la subsistencia de Berlín Occidental ascendía a unas 12.200 toneladas diarias entre alimentos, carbón, materias primas y artículos diversos que arribaban por ferrocarril, por carretera o por vía fluvial. En el mes de julio, ya con el bloqueo impuesto, se hizo un estudio exhaustivo de las cantidades necesarias para que la colectividad pudiera sobrevivir y el mínimo imprescindible, para sostener a la población civil, a las fuerzas de ocupación y al personal administrativo se estimó en unas 4.000 toneladas diarias de provisiones.
El puente aéreo empezó a funcionar intensivamente el 26 de junio, pues las autoridades aliadas habían decidido responder al reto ruso salvando por la única vía libre que les quedaba: el aire. La aviación norteamericana transportó 73 toneladas desde los aeródromos de Rhein-Main y Wiesbaden, y los británicos 7 toneladas. A los tres meses se habían transportado un total de 200.000 toneladas, en casi 50.000 vuelos, a razón de unas 2.000 toneladas/día al principio y 3.000 toneladas/día al final. El 31 de octubre habían entrado en Berlín más de 400.000 toneladas de abastecimientos y habían salido 15.604 personas, 2.848 toneladas de productos manufacturados y 3.000 toneladas de correo.
Hasta los seis meses de funcionamiento del puente aéreo no se alcanzaron las 4.000 toneladas/día - que se habían considerado necesarias - pero la perfección en la planificación de los vuelos permitió, en diciembre, alcanzar las 7.000 toneladas diarias, y a comienzos de 1949, con la apertura del nuevo campo de aviación de Tegel (sector francés) - que venía a unirse a los de Tempelhof (sector americano) y Gatow (sector británico) - se llegó a las 10.000. El 18 de febrero de 1949 se celebró el transporte de la tonelada que hacía el millón de las trasportadas. Por sorteo entre los aparatos en vuelo aquel día, correspondió el honor de transportarla a un avión británico Avro York. El 16 de abril de 1949 se transportó la máxima carga en 24 horas. En esa fecha se descargaron en los tres aeropuertos berlineses 11.440 toneladas, transportadas en 1.398 vuelos.
El frente cívico.
Cuando las perspectivas del bloqueo se configuraron como una amenaza cierta una representación de la municipalidad, se presentó en el Cuartel General americano e hizo constar, ante el general Clay, la determinación de los berlineses de resistir a las imposiciones soviéticas. Las autoridades municipales y políticas se convirtieron en el soporte moral de la resistencia y se mantuvo la apariencia de normalidad ciudadana en un momento en que las restricciones eléctricas y otras privaciones auguraban un sombrío porvenir. En noviembre de 1948, como prueba de un pueblo que se crecía ante la adversidad, tuvo lugar la inauguración de la Universidad Libre de Berlín.
Los ciudadanos de Berlín se acostumbraron al ruido de los aviones que entraban y salían continuamente de los aeródromos. Eran el cordón umbilical que les unía con un mundo que, por solidaridad, había volcado sus recursos para ayudar a un pueblo aislado en lo geográfico pero unido en lo moral. De todas partes llegaban mensajes de estímulo, pero tal vez ninguno resonó con tanta energía como las palabras pronunciadas por Ernest Bevin, ministro de Asuntos Exteriores británico, cuando dijo: "Nunca capitularemos ante Berlín".
Y efectivamente nunca capitularon y la operación “Vitlles” fue un éxito gracias a la pericia, determinación y valor de muchas personas. Pero, para no hacer muy extenso este relato, continuaremos otro día.
Saludos.
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(Operación "Vitlles"). EL bloque de Berlín de 194
Los aviones - con lluvia, con niebla, con nieve - tripulados por pilotos británicos, americanos, canadienses, australianos, franceses, neozelandeses y sudafricanos, aseguraron la supervivencia de los berlineses y colaboraron, en sus viajes de retorno, a la evacuación de enfermos y de niños, a quienes las autoridades de las potencias occidentales dieron refugio para ahorrarles las penalidades del bloqueo. Entre el 20/9/1948 y 20/5/1949 fueron evacuados 8.000 niños a la zona británica, 5.000 a la americana y 1.000 a la francesa. Los pilotos tomaron la costumbre, desde el principio de la operación, de lanzar miles de paquetes de golosinas con minúsculos paracaídas que hicieron las delicias de los niños.
La infraestructura del puente aéreo.
Establecido el bloqueo, el acceso aéreo a Berlín se trazó mediante tres pasillos de 32 Km de ancho: el pasillo norte partía de Hamburgo, el central, de Hannover y el del Sur de Frankfurt . Este último, que era el más largo, procedía de la zona americana, mientras que los otros dos, lo hacían de la británica. Los tres terminaban en Berlín, donde estaban los aeródromos de Tempelhof y Gatow. Los hidroaviones empleaban el lago Havel cerca de Gatow. Con habilidad los tres pasillos se convirtieron en 15 al entrar 5 aparatos a la vez a distintas alturas de vuelo.
Transcurridos dos meses, el tráfico sobre estos aeródromos había llegado hasta el punto de saturación, lo que obligó a construir un tercer aeródromo en Tegel, en el sector francés. El equipo para su construcción tuvo que ser transportado por aire y algunas piezas de tal tamaño que no cabía en los mayores aviones de la época, los Glomemaster C74, por lo que tuvo que ser cortado a soplete en las bases de partida y soldado nuevamente en las de descarga en Berlín. Como no había piedra suficiente para la cimentación de la pista, se emplearon los escombros de los edificios derruidos, el empedrado de las calles berlinesas y el balasto de las inutilizadas líneas férreas. Se empezó el 5 de septiembre de 1948, fijándose la fecha de terminación para primeros de enero; luego se acortó al 15 de diciembre pero - tal era el entusiasmo - el primer avión aterrizó en la pista de Tegel fue el 5 de noviembre, al cabo de tan solo dos meses del inicio de las obras. Durante este tiempo, 17.000 ciudadanos alemanes trabajaron en tres turnos diarios bajo la supervisión de técnicos aliados.
El otro extremo del puente se apoyaba en los aeródromos de Rhein Main, Wiesbaden, Fassberg y Celle, utilizados por los americanos, y en los de Wunstorf, Lubeck, Fuhisbuttel y la base de hidroaviones de Hamburgo, empleados por los británicos. Los franceses quedaron a cargo del mantenimiento del campo de Tegel. La misión de los servicios de tierra fue tan importante como la que desempeñó el personal de vuelo. Para mantener el ritmo de movimiento de los aviones, ningún aparato podía permanecer en tierra más de 50 minutos, desde el aterrizaje al despegue. Cuando llegaba un avión a la zona de aparcamiento era materialmente asediado por camiones que llevaban su propia cuadrilla de obreros.
El problema de los abastecimientos.
Todos los alimentos estaban racionados en Berlín antes de empezar el bloqueo. El promedio nutritivo era de 1.800 calorías por persona, llegando a 2.500 en el caso de los obreros encargados de los trabajos pesados, que representaban el 4% de la población. En noviembre de 1948, un estudio efectuado por los expertos en dietética permitió elevar el racionamiento en un 15%, a pesar de que el tonelaje transportado sólo aumentó en un 8,2%.
La lista de provisiones era extensa y variada. Diariamente eran necesarias 1.304 toneladas de víveres: 586 toneladas de trigo y harina, 113 de otros cereales, 58 de grasas, 99 de carne y pescado, 163 de patatas deshidratadas (lo que suponía un ahorro de 80 viajes, ya que de ser frescas habrían sido 816 las toneladas que se hubieran precisado diariamente), 77 de azúcar, 10 de café, 21 de leche en polvo, 3 de levadura fresca, 131 de verduras deshidratadas, 34 de sal y 9 de queso. A estas cantidades hay que añadir el suministro a las tropas de ocupación, el carbón, el combustible líquido, el papel para los periódicos, las materias primas para el funcionamiento de las fábricas, la ropa de vestir, el calzado, el material sanitario, los productos farmacéuticos…
Los ahorros más importantes en peso se obtuvieron en los alimentos deshidratados que supuso rebajar el 40% del tonelaje diario para el mismo valor alimentario. (Para compensar las pérdidas debidas a la falta de verduras frescas se distribuían tabletas de vitaminas "C"). También se redujo del peso de los envases, que para algunos alimentos - que iban en cajas de madera o en latas - representaba una cuarta parte del total, y se rebajó en un 6%.
El fin del bloqueo
A finales de 1948, las potencias occidentales, reunidas en Londres, acordaron la creación de una Asamblea Constituyente en Alemania para que el país se estructurase según un modelo de República Federal y procediera a redactar la Constitución del nuevo Estado. Para entonces el peligro de un golpe, que pudiera alterar la situación de Berlín, se había alejado pero los soviéticos no colaboraron en el proyecto de los aliados sino que, por el contrario, obligaron a la incipiente Administración alemana a abandonar sus sedes que, casualmente, estaban situadas en el sector ruso y convirtieron este sector en la capital de Alemania Oriental.
La división en dos bloques antagónicos se había consumado. Ante la expansión de la zona de influencia soviética y, tras el golpe de fuerza comunista en la primavera de 1948 en Checoslovaquia, los países occidentales firmaron en Bruselas un tratado de alianza y coopera¬ción y, en abril de 1949, se creó la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Los efectos disuasorios del tratado no se hicieron esperar. En mayo de 1949 circularon noticias indicativas de que los rusos iban a levantar el bloqueo y así fue. El 11 de mayo se autorizó la salida del primer tren con destino a Berlín. En el viajaban periodistas de los más importantes rotativos del mundo, deseosos de reconstruir para sus lectores el momento de la reanudación de las comunicaciones terrestres. Sin embargo, el puente aéreo siguió funcionando hasta agosto, toda vez que los soviéticos continuaron cortando el tráfico bajo cualquier pretexto y de la manera más inopinada, tanto por carretera como por ferrocarril.
Balance de la operación "Vittles".
El puente aéreo duró 403 días, en los que se transportaron 2.223.000 toneladas de mercancías, en un total de 266.700 vuelos, que sumaron más de 750.000 horas de vuelo. El costo de la llamada operación "Vittles" - el puente aéreo de suministros a Berlín - fue de nueve millones de libras esterlinas a cargo de Gran Bretaña y de 238 millones de dólares a cargo de Estados Unidos – equivalentes a unos 2.000 millones de € en la actualidad -. La red establecida involucró a 150.000 personas entre civiles y militares y los aparatos volaron 175 millones de kilómetros es decir unas 456 veces la distancia a la Luna.
La operación, dadas las circunstancias en que se desarrolló, tuvo que pagar su tributo en vidas humanas. Los británicos sufrieron siete accidentes, con un total de 23 víctimas. Los americanos tuvieron nueve accidentes, que ocasionaron 39 muertos. Por parte alemana perdieron la vida siete pasajeros. El promedio general fue de una víctima por cada 12.000 horas de vuelo. El puente aéreo ratificó la importancia de las fuerzas aéreas.
FIN
En el mes de junio de este año, en la Feria Aeronáutica de Berlín, se pudieron ver a pilotos octogenarios con uniforme de gala posando junto a un C-17 que participó en el puente aéreo. Habían sido invitados a los distintos festejos del 60ª aniversario. Algunos seguramente habrían volado aquel 25 de junio de 1948, “el día en los niños comenzaron a ver como caían golosinas del cielo con pequeños paracaídas”.
Referencias : 1).-Military History. The Osprey Companion 2).- La Guerras de la postguerra (1945-60) (tomo4). Editorial Argos Vergara.
Saludos
La infraestructura del puente aéreo.
Establecido el bloqueo, el acceso aéreo a Berlín se trazó mediante tres pasillos de 32 Km de ancho: el pasillo norte partía de Hamburgo, el central, de Hannover y el del Sur de Frankfurt . Este último, que era el más largo, procedía de la zona americana, mientras que los otros dos, lo hacían de la británica. Los tres terminaban en Berlín, donde estaban los aeródromos de Tempelhof y Gatow. Los hidroaviones empleaban el lago Havel cerca de Gatow. Con habilidad los tres pasillos se convirtieron en 15 al entrar 5 aparatos a la vez a distintas alturas de vuelo.
Transcurridos dos meses, el tráfico sobre estos aeródromos había llegado hasta el punto de saturación, lo que obligó a construir un tercer aeródromo en Tegel, en el sector francés. El equipo para su construcción tuvo que ser transportado por aire y algunas piezas de tal tamaño que no cabía en los mayores aviones de la época, los Glomemaster C74, por lo que tuvo que ser cortado a soplete en las bases de partida y soldado nuevamente en las de descarga en Berlín. Como no había piedra suficiente para la cimentación de la pista, se emplearon los escombros de los edificios derruidos, el empedrado de las calles berlinesas y el balasto de las inutilizadas líneas férreas. Se empezó el 5 de septiembre de 1948, fijándose la fecha de terminación para primeros de enero; luego se acortó al 15 de diciembre pero - tal era el entusiasmo - el primer avión aterrizó en la pista de Tegel fue el 5 de noviembre, al cabo de tan solo dos meses del inicio de las obras. Durante este tiempo, 17.000 ciudadanos alemanes trabajaron en tres turnos diarios bajo la supervisión de técnicos aliados.
El otro extremo del puente se apoyaba en los aeródromos de Rhein Main, Wiesbaden, Fassberg y Celle, utilizados por los americanos, y en los de Wunstorf, Lubeck, Fuhisbuttel y la base de hidroaviones de Hamburgo, empleados por los británicos. Los franceses quedaron a cargo del mantenimiento del campo de Tegel. La misión de los servicios de tierra fue tan importante como la que desempeñó el personal de vuelo. Para mantener el ritmo de movimiento de los aviones, ningún aparato podía permanecer en tierra más de 50 minutos, desde el aterrizaje al despegue. Cuando llegaba un avión a la zona de aparcamiento era materialmente asediado por camiones que llevaban su propia cuadrilla de obreros.
El problema de los abastecimientos.
Todos los alimentos estaban racionados en Berlín antes de empezar el bloqueo. El promedio nutritivo era de 1.800 calorías por persona, llegando a 2.500 en el caso de los obreros encargados de los trabajos pesados, que representaban el 4% de la población. En noviembre de 1948, un estudio efectuado por los expertos en dietética permitió elevar el racionamiento en un 15%, a pesar de que el tonelaje transportado sólo aumentó en un 8,2%.
La lista de provisiones era extensa y variada. Diariamente eran necesarias 1.304 toneladas de víveres: 586 toneladas de trigo y harina, 113 de otros cereales, 58 de grasas, 99 de carne y pescado, 163 de patatas deshidratadas (lo que suponía un ahorro de 80 viajes, ya que de ser frescas habrían sido 816 las toneladas que se hubieran precisado diariamente), 77 de azúcar, 10 de café, 21 de leche en polvo, 3 de levadura fresca, 131 de verduras deshidratadas, 34 de sal y 9 de queso. A estas cantidades hay que añadir el suministro a las tropas de ocupación, el carbón, el combustible líquido, el papel para los periódicos, las materias primas para el funcionamiento de las fábricas, la ropa de vestir, el calzado, el material sanitario, los productos farmacéuticos…
Los ahorros más importantes en peso se obtuvieron en los alimentos deshidratados que supuso rebajar el 40% del tonelaje diario para el mismo valor alimentario. (Para compensar las pérdidas debidas a la falta de verduras frescas se distribuían tabletas de vitaminas "C"). También se redujo del peso de los envases, que para algunos alimentos - que iban en cajas de madera o en latas - representaba una cuarta parte del total, y se rebajó en un 6%.
El fin del bloqueo
A finales de 1948, las potencias occidentales, reunidas en Londres, acordaron la creación de una Asamblea Constituyente en Alemania para que el país se estructurase según un modelo de República Federal y procediera a redactar la Constitución del nuevo Estado. Para entonces el peligro de un golpe, que pudiera alterar la situación de Berlín, se había alejado pero los soviéticos no colaboraron en el proyecto de los aliados sino que, por el contrario, obligaron a la incipiente Administración alemana a abandonar sus sedes que, casualmente, estaban situadas en el sector ruso y convirtieron este sector en la capital de Alemania Oriental.
La división en dos bloques antagónicos se había consumado. Ante la expansión de la zona de influencia soviética y, tras el golpe de fuerza comunista en la primavera de 1948 en Checoslovaquia, los países occidentales firmaron en Bruselas un tratado de alianza y coopera¬ción y, en abril de 1949, se creó la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Los efectos disuasorios del tratado no se hicieron esperar. En mayo de 1949 circularon noticias indicativas de que los rusos iban a levantar el bloqueo y así fue. El 11 de mayo se autorizó la salida del primer tren con destino a Berlín. En el viajaban periodistas de los más importantes rotativos del mundo, deseosos de reconstruir para sus lectores el momento de la reanudación de las comunicaciones terrestres. Sin embargo, el puente aéreo siguió funcionando hasta agosto, toda vez que los soviéticos continuaron cortando el tráfico bajo cualquier pretexto y de la manera más inopinada, tanto por carretera como por ferrocarril.
Balance de la operación "Vittles".
El puente aéreo duró 403 días, en los que se transportaron 2.223.000 toneladas de mercancías, en un total de 266.700 vuelos, que sumaron más de 750.000 horas de vuelo. El costo de la llamada operación "Vittles" - el puente aéreo de suministros a Berlín - fue de nueve millones de libras esterlinas a cargo de Gran Bretaña y de 238 millones de dólares a cargo de Estados Unidos – equivalentes a unos 2.000 millones de € en la actualidad -. La red establecida involucró a 150.000 personas entre civiles y militares y los aparatos volaron 175 millones de kilómetros es decir unas 456 veces la distancia a la Luna.
La operación, dadas las circunstancias en que se desarrolló, tuvo que pagar su tributo en vidas humanas. Los británicos sufrieron siete accidentes, con un total de 23 víctimas. Los americanos tuvieron nueve accidentes, que ocasionaron 39 muertos. Por parte alemana perdieron la vida siete pasajeros. El promedio general fue de una víctima por cada 12.000 horas de vuelo. El puente aéreo ratificó la importancia de las fuerzas aéreas.
FIN
En el mes de junio de este año, en la Feria Aeronáutica de Berlín, se pudieron ver a pilotos octogenarios con uniforme de gala posando junto a un C-17 que participó en el puente aéreo. Habían sido invitados a los distintos festejos del 60ª aniversario. Algunos seguramente habrían volado aquel 25 de junio de 1948, “el día en los niños comenzaron a ver como caían golosinas del cielo con pequeños paracaídas”.
Referencias : 1).-Military History. The Osprey Companion 2).- La Guerras de la postguerra (1945-60) (tomo4). Editorial Argos Vergara.
Saludos
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Liddell Hart. Estrategia de Aproximación Indirecta (I).
El AUTOR
Sir Basil H. Liddell Hart nació en París el 31 de octubre de 1895 y falleció el 29 de enero de 1979 en Marlon (Gran Bretaña). Adquirió gran notoriedad por sus ideas sobre el carro de combate (Guerra acorazada) en los años 20 y 30, cuando el Arma Blindada era todavía una novedad en los campos de batalla. Sus estudios estuvieron en la base de las elaboraciones por parte de la Reichswehr y la Wehrmacht de la doctrina de la blitzkrieg que permitió al Tercer Reich alcanzar la superioridad durante las primeras fases de la Segunda Guerra Mundial. Pero sus actividades se desarrollaron en muchos campos y uno de los más brillantes es el relacionado con la “estrategia de aproximación indirecta”
El padre de Hart, sacerdote de la Iglesia de Inglaterra, había tomado a su cargo la iglesia de París y establecido un centro de actividades religiosas para la colonia británica y, en Paris, nació Basil. De vuelta a Inglaterra, Liddell Hart, asistió a la escuela preparatoria a la edad de 8 años. "Sintió un voraz apetito por leer libros de aventuras y de historia; tenía auténtico interés por los planos, particularmente por aquéllos que mostraban las redes de ferrocarriles, y también era aficionado a trazar mapas de países o islas imaginarias con ríos, puertos …”.
Confiesa que constituye un misterio saber cómo se desarrolló su vocación militar. Un día, aún muy joven - tomó de la biblioteca de su padre un libro, profusamente ilustrado, sobre la guerra franco-prusiana de 1870 y le entusiasmó. Una influencia mayor la constituyó la guerra ruso-japonesa de 1904 que, manifiesta: "seguía con interés leyendo todos los artículos de los corresponsales de guerra". Ingresó en el colegio Corpus Christi, de Cambridge, para seguir el "History Tripos" y disfrutó del nivel cultural, y de la atmósfera de libertad, que reinaba en la universidad. "Sentía, en particular, una inclinación especial a leer la historia militar y por imaginar maniobras sobre el mapa, "mientras dejé mi futuro en manos del tiempo hasta que me graduara". Así pues, llegó 1914 sin ocupación definida, cuando estalló la guerra.
Al tener noticia de la invasión de Bélgica, presentó solicitud para ingresar en el ejército como oficial. Después de un curso especial para oficiales, fue nombrado teniente del regimiento de infantería King's Own Yorkshire y destinado al frente. Alcanzó el grado de capitán, resultó herido - con cierto grado de invalidez - y como consecuencia de ello se dedicó a la investigación histórica. Fue historiador, estratega y crítico militar y político. Fue pionero del arma acorazada, redactor militar de la Enciclopedia Británica y publicó varias decenas de libros de las que quizás el más conocido sea "La Estrategia de la Aproximación Indirecta".
El general británico Montgomery al hablar de los historiadores militares dice: "Sir Basil Lidell Hart me pareció, de los británicos, con mucho el mejor. En mi opinión es un historiador militar sin paralelo, de fácil lectura, claridad absoluta, y un experto en el análisis y el comentario. Durante más de 40 años le conocí personalmente y he leído sus obras; siempre me ha atraído su pensamiento militar y ejerció una influencia concreta en mi conducta... Algunos historiadores son muy sabios después de ocurridos los hechos, pero no hay más que leer los volúmenes de las "Memorias de Liddell Hart” para entender que fue un sabio "a priori"..., no solamente es un historiador, capaz de analizar y comentar, sino que también es un teórico que, con sus vastos conocimientos, ha producido una filosofía o doctrina de guerra y, a diferencia de otros tratadistas, ha demostrado tener generalmente razón".
CONSIDERACIONES GENERALES
La bomba H parece que ha tenido como consecuencia fundamental demostrar la insensatez de la guerra total como método y como fin de la guerra. Así lo han reconocido destacados valedores del bombardeo estratégico. "La guerra total como la hemos conocido en los últimos 40 años es una cosa del pasado... Una guerra mundial, en esta época, sería un suicidio general y el fin de la civilización que conocemos" dijo el Mariscal Slessor de la RAF y en los mismos términos se manifestó el Mariscal Tedder : "una contienda con la utilización de armas atómicas no sería un duelo, sino más bien un mutuo suicidio". Estas opiniones, expresadas poco después del final de la II Guerra Mundial, parece que tienen cierta autoridad hasta el momento.
“La bomba H - dice Liddell Hart - es más una desventaja que una ayuda para la política de contención. En el mismo grado que disminuye la posibilidad de una guerra total incrementa las de una limitada. Para la contención de amenazas de este tipo dependemos, ahora, más de las "armas convencionales" y nos hemos trasladado a una era de la estrategia que es muy diferente a la que fue defendida por los abogados del poder atómico. Es más, hemos ayudado al proceso de esta nueva estrategia del tipo guerrilla..." El poder atómico, como lleva la destrucción a un extremo suicida, no hace más que estimular y acelerar una reversión de los métodos indirectos que constituyen la esencia de la estrategia. Ya en la II Guerra Mundial la estrategia de aproximación indirecta jugó un papel más importante que en la I Guerra Mundial. Ahora, la disuasión atómica tiende a fomentar una estrategia de la astucia o sutileza mucho más profunda.
En 1941 se editó un tratado de aproximación indirecta de Liddell Hart con el nombre de "Las Guerras decisivas de la Historia" -que había sido escrito años antes-.
“La primera vez –dice Liddel Hart- que percibí la superioridad de la aproximación indirecta sobre la directa, fue durante el estudio de una serie de campañas militares, en que simplemente buscaba claridad sobre la estrategia. Después, mediante reflexiones más profundas, comencé a comprobar que la aproximación indirecta tenía una aplicación mucho más amplia, y que era una ley de la vida en todas sus esferas: una verdad filosófica. Esta ley, como una clave, aparecía en la resolución de cualquier problema donde predominara el factor humano y donde surge el "conflicto de intereses". En estos casos el asalto directo por medio de ideas nuevas, provoca una resistencia obstinada y una mayor dificultad de alcanzar un cambio de actitud. El cambio se consigue más fácil, y rápidamente, infiltrando una idea diferente de manera insospechada, o mediante argumentos, que envuelvan el flanco de la opinión que se trata de variar. La aproximación indirecta es tan fundamental en el reino de la política como en el reino del sexo. En el comercio, la sugerencia de que puede obtenerse una "ganga" es mucho más poderosa que cualquier llamada directa a comprar y, en cualquier esfera, es ya proverbial que la forma más segura de obtener la aprobación de una idea nueva es persuadiendo al superior que la idea es suya. Del mismo modo en la guerra, el objetivo consiste en debilitar la resistencia, antes de intentar vencerla, y el efecto se logra mejor si se atrae al oponente a la otra parte fuera de sus defensas".
"Un principio de la estrategia es mantener siempre presente un objetivo y tratar de alcanzarlo de acuerdo con las circunstancias del momento. Se puede conseguir, y el grado de resistencia se puede disminuir, prestando atención no sólo al objetivo sino también al método de aproximación al mismo. Evite un ataque frontal sobre una posición establecida hace tiempo, dobléguela con un envolvimiento al flanco de modo que exponga un lado más favorable..."
"El significado de estas reflexiones puede parecer más claro, ilustrándolo con ejemplos de la experiencia propia. Uno notable fue cómo disminuyó la oposición a la mecanización, mediante la demostración que el carro era en esencia el heredero del jinete acorazado y, por ello, el medio natural de revivir el papel decisivo que jugó la caballería en épocas pasadas...".
Seguiremos con la apasionante estrategia de aproximación indirecta de nuestro ya conocido Basil H. Liddel Hart. Tengo que confesar que es uno de mis autores preferidos.
Saludos
Sir Basil H. Liddell Hart nació en París el 31 de octubre de 1895 y falleció el 29 de enero de 1979 en Marlon (Gran Bretaña). Adquirió gran notoriedad por sus ideas sobre el carro de combate (Guerra acorazada) en los años 20 y 30, cuando el Arma Blindada era todavía una novedad en los campos de batalla. Sus estudios estuvieron en la base de las elaboraciones por parte de la Reichswehr y la Wehrmacht de la doctrina de la blitzkrieg que permitió al Tercer Reich alcanzar la superioridad durante las primeras fases de la Segunda Guerra Mundial. Pero sus actividades se desarrollaron en muchos campos y uno de los más brillantes es el relacionado con la “estrategia de aproximación indirecta”
El padre de Hart, sacerdote de la Iglesia de Inglaterra, había tomado a su cargo la iglesia de París y establecido un centro de actividades religiosas para la colonia británica y, en Paris, nació Basil. De vuelta a Inglaterra, Liddell Hart, asistió a la escuela preparatoria a la edad de 8 años. "Sintió un voraz apetito por leer libros de aventuras y de historia; tenía auténtico interés por los planos, particularmente por aquéllos que mostraban las redes de ferrocarriles, y también era aficionado a trazar mapas de países o islas imaginarias con ríos, puertos …”.
Confiesa que constituye un misterio saber cómo se desarrolló su vocación militar. Un día, aún muy joven - tomó de la biblioteca de su padre un libro, profusamente ilustrado, sobre la guerra franco-prusiana de 1870 y le entusiasmó. Una influencia mayor la constituyó la guerra ruso-japonesa de 1904 que, manifiesta: "seguía con interés leyendo todos los artículos de los corresponsales de guerra". Ingresó en el colegio Corpus Christi, de Cambridge, para seguir el "History Tripos" y disfrutó del nivel cultural, y de la atmósfera de libertad, que reinaba en la universidad. "Sentía, en particular, una inclinación especial a leer la historia militar y por imaginar maniobras sobre el mapa, "mientras dejé mi futuro en manos del tiempo hasta que me graduara". Así pues, llegó 1914 sin ocupación definida, cuando estalló la guerra.
Al tener noticia de la invasión de Bélgica, presentó solicitud para ingresar en el ejército como oficial. Después de un curso especial para oficiales, fue nombrado teniente del regimiento de infantería King's Own Yorkshire y destinado al frente. Alcanzó el grado de capitán, resultó herido - con cierto grado de invalidez - y como consecuencia de ello se dedicó a la investigación histórica. Fue historiador, estratega y crítico militar y político. Fue pionero del arma acorazada, redactor militar de la Enciclopedia Británica y publicó varias decenas de libros de las que quizás el más conocido sea "La Estrategia de la Aproximación Indirecta".
El general británico Montgomery al hablar de los historiadores militares dice: "Sir Basil Lidell Hart me pareció, de los británicos, con mucho el mejor. En mi opinión es un historiador militar sin paralelo, de fácil lectura, claridad absoluta, y un experto en el análisis y el comentario. Durante más de 40 años le conocí personalmente y he leído sus obras; siempre me ha atraído su pensamiento militar y ejerció una influencia concreta en mi conducta... Algunos historiadores son muy sabios después de ocurridos los hechos, pero no hay más que leer los volúmenes de las "Memorias de Liddell Hart” para entender que fue un sabio "a priori"..., no solamente es un historiador, capaz de analizar y comentar, sino que también es un teórico que, con sus vastos conocimientos, ha producido una filosofía o doctrina de guerra y, a diferencia de otros tratadistas, ha demostrado tener generalmente razón".
CONSIDERACIONES GENERALES
La bomba H parece que ha tenido como consecuencia fundamental demostrar la insensatez de la guerra total como método y como fin de la guerra. Así lo han reconocido destacados valedores del bombardeo estratégico. "La guerra total como la hemos conocido en los últimos 40 años es una cosa del pasado... Una guerra mundial, en esta época, sería un suicidio general y el fin de la civilización que conocemos" dijo el Mariscal Slessor de la RAF y en los mismos términos se manifestó el Mariscal Tedder : "una contienda con la utilización de armas atómicas no sería un duelo, sino más bien un mutuo suicidio". Estas opiniones, expresadas poco después del final de la II Guerra Mundial, parece que tienen cierta autoridad hasta el momento.
“La bomba H - dice Liddell Hart - es más una desventaja que una ayuda para la política de contención. En el mismo grado que disminuye la posibilidad de una guerra total incrementa las de una limitada. Para la contención de amenazas de este tipo dependemos, ahora, más de las "armas convencionales" y nos hemos trasladado a una era de la estrategia que es muy diferente a la que fue defendida por los abogados del poder atómico. Es más, hemos ayudado al proceso de esta nueva estrategia del tipo guerrilla..." El poder atómico, como lleva la destrucción a un extremo suicida, no hace más que estimular y acelerar una reversión de los métodos indirectos que constituyen la esencia de la estrategia. Ya en la II Guerra Mundial la estrategia de aproximación indirecta jugó un papel más importante que en la I Guerra Mundial. Ahora, la disuasión atómica tiende a fomentar una estrategia de la astucia o sutileza mucho más profunda.
En 1941 se editó un tratado de aproximación indirecta de Liddell Hart con el nombre de "Las Guerras decisivas de la Historia" -que había sido escrito años antes-.
“La primera vez –dice Liddel Hart- que percibí la superioridad de la aproximación indirecta sobre la directa, fue durante el estudio de una serie de campañas militares, en que simplemente buscaba claridad sobre la estrategia. Después, mediante reflexiones más profundas, comencé a comprobar que la aproximación indirecta tenía una aplicación mucho más amplia, y que era una ley de la vida en todas sus esferas: una verdad filosófica. Esta ley, como una clave, aparecía en la resolución de cualquier problema donde predominara el factor humano y donde surge el "conflicto de intereses". En estos casos el asalto directo por medio de ideas nuevas, provoca una resistencia obstinada y una mayor dificultad de alcanzar un cambio de actitud. El cambio se consigue más fácil, y rápidamente, infiltrando una idea diferente de manera insospechada, o mediante argumentos, que envuelvan el flanco de la opinión que se trata de variar. La aproximación indirecta es tan fundamental en el reino de la política como en el reino del sexo. En el comercio, la sugerencia de que puede obtenerse una "ganga" es mucho más poderosa que cualquier llamada directa a comprar y, en cualquier esfera, es ya proverbial que la forma más segura de obtener la aprobación de una idea nueva es persuadiendo al superior que la idea es suya. Del mismo modo en la guerra, el objetivo consiste en debilitar la resistencia, antes de intentar vencerla, y el efecto se logra mejor si se atrae al oponente a la otra parte fuera de sus defensas".
"Un principio de la estrategia es mantener siempre presente un objetivo y tratar de alcanzarlo de acuerdo con las circunstancias del momento. Se puede conseguir, y el grado de resistencia se puede disminuir, prestando atención no sólo al objetivo sino también al método de aproximación al mismo. Evite un ataque frontal sobre una posición establecida hace tiempo, dobléguela con un envolvimiento al flanco de modo que exponga un lado más favorable..."
"El significado de estas reflexiones puede parecer más claro, ilustrándolo con ejemplos de la experiencia propia. Uno notable fue cómo disminuyó la oposición a la mecanización, mediante la demostración que el carro era en esencia el heredero del jinete acorazado y, por ello, el medio natural de revivir el papel decisivo que jugó la caballería en épocas pasadas...".
Seguiremos con la apasionante estrategia de aproximación indirecta de nuestro ya conocido Basil H. Liddel Hart. Tengo que confesar que es uno de mis autores preferidos.
Saludos
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Sir Basil Liddell Hart (II).
La estrategia de aproximación indirecta pueden ser valorada, mediante el estudio de la historia de la guerra. En cualquier caso se pueden, al menos, obtener dos simples máximas: una positiva y otra negativa.
La primera es que ningún general debe lanzar sus tropas, a un ataque directo, contra un enemigo asentado firmemente en una posición.
La segunda es que en lugar de buscar el desequilibrio del enemigo, por un ataque, debe lograrse antes que el ataque sea, o pueda ser, lanzado con éxito...
En el campo táctico Liddell Hart explica su concepto " torrente en expansión" (expanding torrent) por analogía a un torrente de agua que tantea el frente, evita los puntos fuertes, se infiltra a través de los huecos que encuentra a su paso, se expande detrás de los puntos fuertes, en volumen creciente, y deja atrás cada obstáculo debilitado (1). De la misma manera un ataque probará, como el agua, por dónde fluir, evitará los puntos fuertes y explotará los intervalos que permitirá expandirse a retaguardia, para destruir unidades e instalaciones críticas del enemigo.
“Estas poderosas embestidas, dirigidas contra el punto fuerte del enemigo principal, resultaron costosas e ineficaces y condujeron a la paralización de los frentes en lugar de la victoria. En estas condiciones no es de extrañar que los protagonistas pensasen en otra estrategia que apuntase al punto débil. En el sitio donde no concentraba sus fuerzas, la operación sin duda tenía pocas posibilidades de aniquilarlo, pero el golpe podía, no obstante, desorganizar sus planes, reducir el número de sus asociados y abrir nuevas vías hacia la victoria (2. pág. 120) ”
Dice Liddell Hart :
"Mediante el estudio de la historia, una impresión surgió en mi, y se fue fortaleciendo, y es que a través del tiempo raramente se han logrado resultados efectivos en la guerra, a menos que la aproximación tuviera tal sentido indirecto, que asegurara que el enemigo no estaría listo a tiempo para enfrentarla. Este sentido indirecto, comúnmente ha sido material, pero permanentemente psicológico. En estrategia, el camino más largo y desviado, pero que envuelve, es el que conduce más rápido al objetivo".
"Cada vez ví con mayor claridad que una aproximación directa al objetivo, mental o físico, siguiendo el camino o la "línea natural de expectativa" del enemigo, tiende a producir, y ha producido, resultados negativos. La razón ha sido gráficamente expresada en la máxima de Napoleón de que "la moral está relacionada con lo material en la proporción de 3 a 1". Puede expresarse científicamente diciendo que en tanto que el potencial de una fuerza, o un país enemigo, reside aproximadamente en el número de sus hombres y de sus recursos, hombres y recursos dependen, a su vez, fundamentalmente de la estabilidad o "equilibrio" de su dirección, moral y abastecimiento".
" Seguir la línea natural de expectativa del enemigo, consolida su equilibrio, y de ese modo se incrementa su poder de resistencia. En la guerra, como en el combate cuerpo a cuerpo, el intentar derribar un adversario sin perder o abandonar el punto inicial en el que uno se apoya, y sin comprometer el propio equilibrio, trae como consecuencia el desgaste de uno mismo, que se incrementa en forma desproporcionada al grado de esfuerzo efectivo a que se somete dicho enemigo. La obtención del éxito a través de un método de esa índole, sólo es posible por medio de un inmenso margen de superioridad de fuerzas y, aun así, el éxito tiende a perder su carácter decisivo. Por el contrario, en muchas campañas ha sido condición previa esencial, a todo intento exitoso de vencer a un enemigo, la dislocación de su equilibrio psicológico y físico. Esa dislocación ha sido siempre producida por una aproximación estratégica indirecta, sea intencionada o casual… ".
El general Beaufré al analizar la estrategia, distingue una estrategia directa de disuasión y una estrategia indirecta esencialmente política y económica... Leo Hamon (2) prefiere evitar el empleo del término estrategia directa refiriéndose a la disuasión pues ésta, por definición, evita el empleo material de la fuerza. Y así prefiere reservar a la estrategia total las denominaciones de directa e indirecta, y hablar de estrategia de aproximación directa o indirecta cuando se refiere a la estrategia militar.
La estrategia ofensiva de Aproximación Directa - seguimos a Leo Hamon - busca el combate y para emplearla, razonablemente, se deben poseer medios superiores a los del adversario. Toda la campaña apunta entonces hacia la batalla decisiva con la máxima concentración de efectivos. Si, contrariamente, esta situación no se da desde el inicio del conflicto, se adoptará o bien una defensiva, destinada a provocar un fenómeno de desgaste en el adversario, o bien una aproximación más favorable.
“Esta batalla de desgaste en que la artillería tenía que conquistar el terreno y la infantería ocuparlo, acabó en asaltos sucesivos; con razón los llamamos asaltos sucesivos porque, en efecto, después de un asalto son tales las pérdidas sufridas por la tropa que ésta es incapaz de realizar un segundo esfuerzo.
...Hay que relevar la infantería y conceder a la artillería el tiempo necesario para ejecutar su nuevo trabajo; de ahí las pausas obligadas entre sucesivos ataques... La victoria suponía una superioridad aplastante de la artillería del que atacaba y, en efecto, los aliados tuvieron el doble número de piezas que los alemanes. Con cerca de 2000 piezas, en línea, los franceses disponían de un cañón cada 18 metros y los ingleses cada 50” (La Gran Guerra (3). pág. 156)
Por el contrario la estrategia de aproximación indirecta pretende alcanzar, mediante combinaciones, la preponderancia local de una fuerza que, globalmente, no es superior, pero que puede serlo en un punto particular. Liddell Hart nos la presenta brillantemente y opina que es posible que sólo una superioridad evidente pudo legitimar la aproximación directa - es el caso de la ofensiva alemana sobre Polonia - . Pero una situación similar se da rara vez; Liddell Hart estima, incluso, que nunca es posible, en las condiciones de guerra moderna, entre potencias comparables.
“ El general Gambiz, partiendo de una distinción fundamental en el arte de la guerra, opone el estilo directo al indirecto. El primero – dice - supone la reducción de las fuerzas enemigas por medio de la batalla, batalla que se busca y, que se funda, en la potencia de la acción. El estilo indirecto apunta a poner el adversario en inferioridad, por medio de acciones preliminares que le disloquen moral y materialmente...”
Referencias:
1.- The art of Maneuver. Robert R. Leonhrd. Editorial Presidio
2.-Estrategia contra la Guerra. Leo Hamón. Colección Universitaria de Bolsillo.. Punto Omega. Edición Guadarrama.
3.- La Gran Guerra (1914 – 1918). Marc Ferro. Alianza Universal
4.- Estrategia de Aproximación Indirecta. Cap. B.H- Liddell Hart.
5.- Memorias de un Cronista Militar. Liddell Hart.
6.- El otro lado de la colina: Liddell Hart.
SALUDOS
La primera es que ningún general debe lanzar sus tropas, a un ataque directo, contra un enemigo asentado firmemente en una posición.
La segunda es que en lugar de buscar el desequilibrio del enemigo, por un ataque, debe lograrse antes que el ataque sea, o pueda ser, lanzado con éxito...
En el campo táctico Liddell Hart explica su concepto " torrente en expansión" (expanding torrent) por analogía a un torrente de agua que tantea el frente, evita los puntos fuertes, se infiltra a través de los huecos que encuentra a su paso, se expande detrás de los puntos fuertes, en volumen creciente, y deja atrás cada obstáculo debilitado (1). De la misma manera un ataque probará, como el agua, por dónde fluir, evitará los puntos fuertes y explotará los intervalos que permitirá expandirse a retaguardia, para destruir unidades e instalaciones críticas del enemigo.
“Estas poderosas embestidas, dirigidas contra el punto fuerte del enemigo principal, resultaron costosas e ineficaces y condujeron a la paralización de los frentes en lugar de la victoria. En estas condiciones no es de extrañar que los protagonistas pensasen en otra estrategia que apuntase al punto débil. En el sitio donde no concentraba sus fuerzas, la operación sin duda tenía pocas posibilidades de aniquilarlo, pero el golpe podía, no obstante, desorganizar sus planes, reducir el número de sus asociados y abrir nuevas vías hacia la victoria (2. pág. 120) ”
Dice Liddell Hart :
"Mediante el estudio de la historia, una impresión surgió en mi, y se fue fortaleciendo, y es que a través del tiempo raramente se han logrado resultados efectivos en la guerra, a menos que la aproximación tuviera tal sentido indirecto, que asegurara que el enemigo no estaría listo a tiempo para enfrentarla. Este sentido indirecto, comúnmente ha sido material, pero permanentemente psicológico. En estrategia, el camino más largo y desviado, pero que envuelve, es el que conduce más rápido al objetivo".
"Cada vez ví con mayor claridad que una aproximación directa al objetivo, mental o físico, siguiendo el camino o la "línea natural de expectativa" del enemigo, tiende a producir, y ha producido, resultados negativos. La razón ha sido gráficamente expresada en la máxima de Napoleón de que "la moral está relacionada con lo material en la proporción de 3 a 1". Puede expresarse científicamente diciendo que en tanto que el potencial de una fuerza, o un país enemigo, reside aproximadamente en el número de sus hombres y de sus recursos, hombres y recursos dependen, a su vez, fundamentalmente de la estabilidad o "equilibrio" de su dirección, moral y abastecimiento".
" Seguir la línea natural de expectativa del enemigo, consolida su equilibrio, y de ese modo se incrementa su poder de resistencia. En la guerra, como en el combate cuerpo a cuerpo, el intentar derribar un adversario sin perder o abandonar el punto inicial en el que uno se apoya, y sin comprometer el propio equilibrio, trae como consecuencia el desgaste de uno mismo, que se incrementa en forma desproporcionada al grado de esfuerzo efectivo a que se somete dicho enemigo. La obtención del éxito a través de un método de esa índole, sólo es posible por medio de un inmenso margen de superioridad de fuerzas y, aun así, el éxito tiende a perder su carácter decisivo. Por el contrario, en muchas campañas ha sido condición previa esencial, a todo intento exitoso de vencer a un enemigo, la dislocación de su equilibrio psicológico y físico. Esa dislocación ha sido siempre producida por una aproximación estratégica indirecta, sea intencionada o casual… ".
El general Beaufré al analizar la estrategia, distingue una estrategia directa de disuasión y una estrategia indirecta esencialmente política y económica... Leo Hamon (2) prefiere evitar el empleo del término estrategia directa refiriéndose a la disuasión pues ésta, por definición, evita el empleo material de la fuerza. Y así prefiere reservar a la estrategia total las denominaciones de directa e indirecta, y hablar de estrategia de aproximación directa o indirecta cuando se refiere a la estrategia militar.
La estrategia ofensiva de Aproximación Directa - seguimos a Leo Hamon - busca el combate y para emplearla, razonablemente, se deben poseer medios superiores a los del adversario. Toda la campaña apunta entonces hacia la batalla decisiva con la máxima concentración de efectivos. Si, contrariamente, esta situación no se da desde el inicio del conflicto, se adoptará o bien una defensiva, destinada a provocar un fenómeno de desgaste en el adversario, o bien una aproximación más favorable.
“Esta batalla de desgaste en que la artillería tenía que conquistar el terreno y la infantería ocuparlo, acabó en asaltos sucesivos; con razón los llamamos asaltos sucesivos porque, en efecto, después de un asalto son tales las pérdidas sufridas por la tropa que ésta es incapaz de realizar un segundo esfuerzo.
...Hay que relevar la infantería y conceder a la artillería el tiempo necesario para ejecutar su nuevo trabajo; de ahí las pausas obligadas entre sucesivos ataques... La victoria suponía una superioridad aplastante de la artillería del que atacaba y, en efecto, los aliados tuvieron el doble número de piezas que los alemanes. Con cerca de 2000 piezas, en línea, los franceses disponían de un cañón cada 18 metros y los ingleses cada 50” (La Gran Guerra (3). pág. 156)
Por el contrario la estrategia de aproximación indirecta pretende alcanzar, mediante combinaciones, la preponderancia local de una fuerza que, globalmente, no es superior, pero que puede serlo en un punto particular. Liddell Hart nos la presenta brillantemente y opina que es posible que sólo una superioridad evidente pudo legitimar la aproximación directa - es el caso de la ofensiva alemana sobre Polonia - . Pero una situación similar se da rara vez; Liddell Hart estima, incluso, que nunca es posible, en las condiciones de guerra moderna, entre potencias comparables.
“ El general Gambiz, partiendo de una distinción fundamental en el arte de la guerra, opone el estilo directo al indirecto. El primero – dice - supone la reducción de las fuerzas enemigas por medio de la batalla, batalla que se busca y, que se funda, en la potencia de la acción. El estilo indirecto apunta a poner el adversario en inferioridad, por medio de acciones preliminares que le disloquen moral y materialmente...”
Referencias:
1.- The art of Maneuver. Robert R. Leonhrd. Editorial Presidio
2.-Estrategia contra la Guerra. Leo Hamón. Colección Universitaria de Bolsillo.. Punto Omega. Edición Guadarrama.
3.- La Gran Guerra (1914 – 1918). Marc Ferro. Alianza Universal
4.- Estrategia de Aproximación Indirecta. Cap. B.H- Liddell Hart.
5.- Memorias de un Cronista Militar. Liddell Hart.
6.- El otro lado de la colina: Liddell Hart.
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Liddell Hart (III).
Liddell Hart resume, a partir de la historia de la guerra, unas “pocas verdades” que considera tan universales y tan fundamentales que califica de axiomas. Son guías prácticas, no principios abstractos
Para Hart los principios de la guerra se pueden resumir en una sola palabra concentración. Pero para que tenga sentido, ha de entenderse la concentración de fuerza frente a debilidad. Y explica que, la concentración depende de la dispersión de la fuerza enemiga, que se produce a su vez por una distribución de la fuerza propia. "Dispersión propia, dispersión del enemigo, concentración propia ... " . Esta es la secuencia y, cada una de ellas, es una consecuencia. La verdadera concentración es el resultado de la dispersión calculada. He aquí un principio fundamental cuya comprensión permitirá evitar un error fundamental - y el más común -: el de dar al oponente libertad y tiempo para concentrarse y enfrentarse con nuestra concentración.
Hart, con la sencillez que caracterizan sus escritos, expone sus máximas con el menor número de palabras. Son ocho máximas imperativas, seis positivas y dos negativas. Son aplicables tanto a la táctica como a la estrategia, a menos que se indique lo contrario.
Positivas.
1) Ajusta el fin a los medios disponibles. Es una locura "abarcar más de lo que se puede apretar" y el origen de la sabiduría militar está en la percepción de lo que es posible. Por tanto, es preciso aprender a enfrentarte a los hechos y, a la vez, conservar la fe: fe que puede lograr lo aparentemente imposible cuando comience la acción. La confianza es como la carga de una batería: evita agotarla en un esfuerzo inútil, y recuerda que tu propia confianza no servirá de nada si los elementos de tu batería, los hombres de los que dependes, están agotados.
2) Ten siempre presente –“in mente”- el objetivo perseguido, mientras adaptas tu plan a las circunstancias. Piensa que siempre hay más de una manera de alcanzar un objetivo, pero no olvides que cualquier objetivo intermedio debe estar relacionado con la meta final. Y a la hora de considerar posibles objetivos intermedios, sopesa la posibilidad de su obtención con su utilidad para alcanzar el objetivo final. Entrar en una vía secundaria es malo, pero peor es llegar a una vía muerta.
3) Elige la línea de acción más inesperada. Intenta ponerte en el caso del enemigo y piensa qué línea de acción es menos probable que prevea que puedas adoptar.
4) Sigue la línea de acción de menor resistencia. Pero siempre que pueda conducir¬te a cualquier objetivo intermedio que pueda contribuir al objetivo final. En táctica, esta máxima, es aplicable al uso de las reservas y, en estrategia, a la explotación de cualquier éxito táctico.
5) Adopta una línea de acción que ofrezca objetivos alternativos. De esta manera pondrás a tu oponente en un dilema, lo que facilitará la oportunidad de alcanzar al menos un objetivo intermedio -el que menos defendido esté- que puede permitir alcanzar uno detrás de otro. Los objetivos alternati¬vos proporcionan la oportunidad de alcanzar uno de ellos, mientras que el objetivo único, salvo en condiciones de clara inferioridad del oponente, no podrá ser alcanzado, una vez que el enemigo no albergue dudas sobre el objetivo perseguido. Si bien esta máxima es aplicable principalmente a la estrategia, siempre que sea posible debe aplicarse también a la táctica, y, de hecho, es la base de la táctica de infiltración.
6) Asegura que tanto el plan como los dispositivos son flexibles, es decir, adaptables a las circunstancias. El plan debe prever y tener preparado el paso siguiente tanto en caso de éxito, como de fracaso, o de éxito parcial, -que en la guerra es el caso más frecuente-. Los dispositivos deben permitir la explotación o adaptación a la situación en el menor tiempo posible.
Negativas.
7) No empeñes todas tus fuerzas en un ataque mientras que tu oponente esté en guardia. Es decir, mientras esté preparado para resistirlo o evitarlo. La experiencia histórica muestra que, excepto cuando el enemigo es muy inferior, no es posible lanzar un ataque efectivo hasta que se haya anulado su capacidad de resistencia o de evasión. Por tanto, ningún mando debería iniciar un ataque a fondo, contra un enemigo en posición, hasta conseguir tal paralización. Ésta se produce mediante la desorganización del enemigo y, su equivalente moral, la desmoralización.
8) No repitas un ataque en la misma dirección -o de la misma forma- si ha fracasado con anterioridad. Un simple refuerzo de fuerzas no es un cambio suficiente; probablemente el enemigo también se habrá reforzado en el intervalo. Incluso es más probable que el éxito, de su rechazo, haya elevado su moral.
“Modernamente esto se denomina no reforzar el fracaso, que en términos generales significa que lanzar refuerzos con soldados –o unidades- que han fracasado en un ataque, que se encuentran abatidos o que han intentado huir, desperdicia las energías de los recién llegados ... y tiene el riesgo de infectar con su desesperación” (2)
Dice Liddel Hart:
• “La verdad fundamental, que subyace en estas máximas, es que para conseguir el éxito, se han de solucionar dos problemas principales: dislocación y explotación". Una precede y la otra sigue al ataque, propiamente dicho. Es imposible atacar al enemigo eficazmente si antes no se ha creado la ocasión; tampoco es posible lograr que ese efecto sea decisivo, si no se explotan las oportunidades, antes de que el enemigo se pueda recuperar.
• Nunca se ha reconocido adecuadamente la importancia de estos dos problemas, hecho que explica, en gran medida, la falta de resolución habitual en la guerra. La instrucción de los ejércitos está dirigida principalmente a desarrollar la eficacia en la ejecución del ataque. Esta concentración de esfuerzos - en procedimientos tácticos - suele oscurecer el elemento psicológico y estimula más el culto a la seguridad que a la sorpresa. Genera mandos que intentan no cometer ningún error y a proceder, siempre, estrictamente de acuerdo con los reglamentos, que olvidan la necesidad de forzar al enemigo a cometer algún error. El resultado es que sus planes no producen resultados favorables. En la guerra la balanza se desequilibra si obligamos al enemigo a cometer fallos.
• Hay múltiples ejemplos de mandos que han rechazado lo preceptuado y han encontrado, en lo inesperado, la clave para tomar una decisión afortunada ... la suerte no es ajena a la guerra, puesto que la guerra forma parte de la vida. Por tanto lo inesperado no asegura el éxito, pero garantiza la mayor probabilidad del mismo.
En definitiva:
Para repetir una conclusión que fue suficientemente justificada en la IIGM, y conflictos posteriores, “el verdadero objetivo no es tanto buscar la batalla, como procurar una situación estratégica tan ventajosa que caso de no producir la decisión deseada, por si misma , se produzca a continuación – con seguridad - mediante la batalla”
Referencias:1).- La Estrategia de Aproximación Indirecta. B.H Liddell Hart. 2).- El rostro de la Batralla. . John Keegan. Edición Ejército. 1990.
Saludos.
Para Hart los principios de la guerra se pueden resumir en una sola palabra concentración. Pero para que tenga sentido, ha de entenderse la concentración de fuerza frente a debilidad. Y explica que, la concentración depende de la dispersión de la fuerza enemiga, que se produce a su vez por una distribución de la fuerza propia. "Dispersión propia, dispersión del enemigo, concentración propia ... " . Esta es la secuencia y, cada una de ellas, es una consecuencia. La verdadera concentración es el resultado de la dispersión calculada. He aquí un principio fundamental cuya comprensión permitirá evitar un error fundamental - y el más común -: el de dar al oponente libertad y tiempo para concentrarse y enfrentarse con nuestra concentración.
Hart, con la sencillez que caracterizan sus escritos, expone sus máximas con el menor número de palabras. Son ocho máximas imperativas, seis positivas y dos negativas. Son aplicables tanto a la táctica como a la estrategia, a menos que se indique lo contrario.
Positivas.
1) Ajusta el fin a los medios disponibles. Es una locura "abarcar más de lo que se puede apretar" y el origen de la sabiduría militar está en la percepción de lo que es posible. Por tanto, es preciso aprender a enfrentarte a los hechos y, a la vez, conservar la fe: fe que puede lograr lo aparentemente imposible cuando comience la acción. La confianza es como la carga de una batería: evita agotarla en un esfuerzo inútil, y recuerda que tu propia confianza no servirá de nada si los elementos de tu batería, los hombres de los que dependes, están agotados.
2) Ten siempre presente –“in mente”- el objetivo perseguido, mientras adaptas tu plan a las circunstancias. Piensa que siempre hay más de una manera de alcanzar un objetivo, pero no olvides que cualquier objetivo intermedio debe estar relacionado con la meta final. Y a la hora de considerar posibles objetivos intermedios, sopesa la posibilidad de su obtención con su utilidad para alcanzar el objetivo final. Entrar en una vía secundaria es malo, pero peor es llegar a una vía muerta.
3) Elige la línea de acción más inesperada. Intenta ponerte en el caso del enemigo y piensa qué línea de acción es menos probable que prevea que puedas adoptar.
4) Sigue la línea de acción de menor resistencia. Pero siempre que pueda conducir¬te a cualquier objetivo intermedio que pueda contribuir al objetivo final. En táctica, esta máxima, es aplicable al uso de las reservas y, en estrategia, a la explotación de cualquier éxito táctico.
5) Adopta una línea de acción que ofrezca objetivos alternativos. De esta manera pondrás a tu oponente en un dilema, lo que facilitará la oportunidad de alcanzar al menos un objetivo intermedio -el que menos defendido esté- que puede permitir alcanzar uno detrás de otro. Los objetivos alternati¬vos proporcionan la oportunidad de alcanzar uno de ellos, mientras que el objetivo único, salvo en condiciones de clara inferioridad del oponente, no podrá ser alcanzado, una vez que el enemigo no albergue dudas sobre el objetivo perseguido. Si bien esta máxima es aplicable principalmente a la estrategia, siempre que sea posible debe aplicarse también a la táctica, y, de hecho, es la base de la táctica de infiltración.
6) Asegura que tanto el plan como los dispositivos son flexibles, es decir, adaptables a las circunstancias. El plan debe prever y tener preparado el paso siguiente tanto en caso de éxito, como de fracaso, o de éxito parcial, -que en la guerra es el caso más frecuente-. Los dispositivos deben permitir la explotación o adaptación a la situación en el menor tiempo posible.
Negativas.
7) No empeñes todas tus fuerzas en un ataque mientras que tu oponente esté en guardia. Es decir, mientras esté preparado para resistirlo o evitarlo. La experiencia histórica muestra que, excepto cuando el enemigo es muy inferior, no es posible lanzar un ataque efectivo hasta que se haya anulado su capacidad de resistencia o de evasión. Por tanto, ningún mando debería iniciar un ataque a fondo, contra un enemigo en posición, hasta conseguir tal paralización. Ésta se produce mediante la desorganización del enemigo y, su equivalente moral, la desmoralización.
8) No repitas un ataque en la misma dirección -o de la misma forma- si ha fracasado con anterioridad. Un simple refuerzo de fuerzas no es un cambio suficiente; probablemente el enemigo también se habrá reforzado en el intervalo. Incluso es más probable que el éxito, de su rechazo, haya elevado su moral.
“Modernamente esto se denomina no reforzar el fracaso, que en términos generales significa que lanzar refuerzos con soldados –o unidades- que han fracasado en un ataque, que se encuentran abatidos o que han intentado huir, desperdicia las energías de los recién llegados ... y tiene el riesgo de infectar con su desesperación” (2)
Dice Liddel Hart:
• “La verdad fundamental, que subyace en estas máximas, es que para conseguir el éxito, se han de solucionar dos problemas principales: dislocación y explotación". Una precede y la otra sigue al ataque, propiamente dicho. Es imposible atacar al enemigo eficazmente si antes no se ha creado la ocasión; tampoco es posible lograr que ese efecto sea decisivo, si no se explotan las oportunidades, antes de que el enemigo se pueda recuperar.
• Nunca se ha reconocido adecuadamente la importancia de estos dos problemas, hecho que explica, en gran medida, la falta de resolución habitual en la guerra. La instrucción de los ejércitos está dirigida principalmente a desarrollar la eficacia en la ejecución del ataque. Esta concentración de esfuerzos - en procedimientos tácticos - suele oscurecer el elemento psicológico y estimula más el culto a la seguridad que a la sorpresa. Genera mandos que intentan no cometer ningún error y a proceder, siempre, estrictamente de acuerdo con los reglamentos, que olvidan la necesidad de forzar al enemigo a cometer algún error. El resultado es que sus planes no producen resultados favorables. En la guerra la balanza se desequilibra si obligamos al enemigo a cometer fallos.
• Hay múltiples ejemplos de mandos que han rechazado lo preceptuado y han encontrado, en lo inesperado, la clave para tomar una decisión afortunada ... la suerte no es ajena a la guerra, puesto que la guerra forma parte de la vida. Por tanto lo inesperado no asegura el éxito, pero garantiza la mayor probabilidad del mismo.
En definitiva:
Para repetir una conclusión que fue suficientemente justificada en la IIGM, y conflictos posteriores, “el verdadero objetivo no es tanto buscar la batalla, como procurar una situación estratégica tan ventajosa que caso de no producir la decisión deseada, por si misma , se produzca a continuación – con seguridad - mediante la batalla”
Referencias:1).- La Estrategia de Aproximación Indirecta. B.H Liddell Hart. 2).- El rostro de la Batralla. . John Keegan. Edición Ejército. 1990.
Saludos.
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Liddel Hart, la "Bliztkrieg" y... (yIV)
“Bliztkrieg” se puede traducir como "guerra relámpago" y no entró en la terminología oficial de la Wehrmacht ni antes ni durante la guerra - ni siquiera se empleó con profusión en las memorias o correspondencia de generales alemanes - ; el mismo general Guderian da al término un origen extranjero. En el mundo anglosajón la denominación la popularizó, el 25 de septiembre de 1939, un periodista de la revista Time, al describir la invasión de Polonia en 1939. (1):
«El frente de batalla se ha perdido, y con él la ilusión que siempre había existido en un frente de batalla. En esta no hubo una guerra de ocupación, sino una guerra de penetración rápida y anulación—Blitzkrieg, guerra relámpago - . Las rápidas columnas de tanques y camiones blindados se han sumergido dentro de Polonia mientras que las bombas llovían desde el cielo anunciando su llegada. Han cortado las comunicaciones, destruido los animales, dispersado la población, extendido el terror. Actuando algunas veces a 50 km por delante de la infantería y la artillería, han acabado con las defensas polacas antes de que tuviesen tiempo de organizarse. Luego, mientras la infantería limpiaba, se movieron, para atacar de nuevo muy detrás de lo que se conocía como frente”
El término tuvo éxito y fue empleada, incluso, por Fuller y Liddell Hart que consideraron la guerra móvil fundamental en las victorias alemanas 1939-41. Los planes germanos pretendían asegurar la victoria mediante envolvimientos de los ejércitos enemigos, amenazando sus líneas de comunicaciones y de aprovisionamiento y forzando a luchar en direcciones inesperadas. Fue en la madrugada del 3 de septiembre cuando no solo Polonia, sino el mundo, mostró su asombro. Los alemanes atacaron a los polacos de una manera nunca vista anteriormente : los “Stukas” descendían en picado, con sus sirenas a todo volumen, mientras divisiones de carros progresaban unos 50/70 kilómetros cada día. Los generales le habían advertido a Hitler que la victoria sobre Polonia podía no ser un paseo, pero lo cierto es que las 40 divisiones polacas, ninguna de ellas acorazada, fueron arrolladas en cinco semanas, por 62 divisiones alemanas - de ellas 10 panzer – mientras que la fuerza aérea polaca, con 935 aparatos, casi todos anticuados, fue barrida del mapa en la primera jornada. Casi un millón de polacos cayeron prisioneros – 200.000 en manos de los rusos con quien Hitler había firmado un acuerdo -.De nada les valió a los polacos su valor temerario , que les llevó en ocasiones a la locura de contraatacar los carros con su caballería.
La campaña de Polonia, puso al descubierto las tácticas innovadoras para las que las fuerzas de tierra y aire alemanas estaban entrenadas y equipadas. “Este tipo de guerra concentraba los carros de las divisiones panzer en forma de falange ofensiva, apoyada por bombarderos en picado a guisa de artillería volante, táctica que al aplicarla sobre al punto débil de una línea defensiva hacía saltar el punto e irrumpía por él sembrando la destrucción” (2). La “Bliztkrieg” lograba unos resultados sorprendentes pues los carros, no solo desbordaban fácilmente a la infantería, sino que mantenían una velocidad de avance de 50/70/90 kilómetros al día. Unas comunicaciones – radio, adecuadas, permitían al mando recibir informes y transmitir órdenes a la misma velocidad con que se producían los acontecimientos (más tarde estas operaciones se denominaron en “tiempo real”) mientras que una descentralización efectiva permitía que se tomasen decisiones a niveles más bajos lo que era una ventaja crítica y una de las razones principales para el éxito de la “Blitzkrieg”. Los comandantes en lugar de recibir órdenes explícitas, recibían las intenciones del mando superior y el papel que sus unidades tenían dentro de ese concepto dejando a sus mandos el método exacto de ejecución que determinarían como mejor se ajustase a la situación. El fomento de la iniciativa, a todos los niveles, ayudaba a su puesta en práctica. En definitiva las órdenes verbales o escritas, pero breves, permitían que las misiones se pudiesen ejecutar rápidamente. (Más recientemente estas órdenes recibieron, en la Guerra de Maniobra, la denominación de “órdenes tipo misión”).
Los resultados de la campaña de mayo-junio de 1940, en Francia y los Países Bajos, parecieron confirmar las expectativas. La victoria del ejército alemán frente a un enemigo técnicamente eficiente y más numeroso, en Francia, llevó a muchos analistas a creer que se había inventado un nuevo sistema de guerra que, además, evitaba la pavorosa guerra de trincheras de la IGM que estaba en la mente de todos. El general de la fuerza aérea alemana Erhard Milch decía antes de la guerra : “Los bombarderos en picado constituirán una artillería volante, encaminada a coordinarse con las fuerzas terrestres mediante una eficaz comunicación por radio… los tanques y los aviones estarán a disposición del mando. El verdadero secreto es la rapidez : rapidez de ataque y rapidez de comunicación.”
Las tácticas de infiltración, creadas por el ejército alemán durante la I Guerra Mundial, se convirtieron en la base de las tácticas posteriores. En general, las doctrinas externas tuvieron poca influencia, con tres posibles excepciones: el francés Charles de Gaulle y los británicos J.F.C. Fuller y Basil Liddell Hart. El mismo Guderian, en su libro de memorias, reconoce la influencia de Fuller y Liddell Hart en el desarrollo de la “Blitzkrieg”. A propuesta de ambos, la Oficina de Guerra británica constituyó una fuerza experimental mecanizada, el 1 de mayo de 1927, que estaba completamente motorizada incluyendo ingenieros y artillería autopropulsada. Sus artículos con las conclusiones extraídas – que fueron traducidos por Guderian - tuvieron una amplia difusión en Alemania y tanto Fuller como Hart eran muy conocidos por el cuerpo de oficiales alemán. (Erwin Rommel, por ejemplo, tenía en su casa ejemplares originales y algunas de las traducciones de Guderian ).
No es momento ni motivo para tratar operaciones concretas donde se emplearon estas tácticas sino de destacar la influencia que nuestro conocido Liddell Hart pudo tener en ellas. La “Blitzkrieg” siempre perseguía acciones decisivas y, con este fin, se desarrolló la teoría del “Schwerpunkt” o punto focal: se trataba del punto de máximo esfuerzo. Las fuerzas Panzer y la Luftwaffe eran utilizadas únicamente en este punto de máximo esfuerzo siempre que fuera posible. Mediante el éxito local en el “Schwerpunkt”, la fuerza conseguía romper la línea y la ventaja de luchar en la retaguardia del enemigo. Guderían escribió que «el éxito debe ser explotado sin respiro con cada pizca de fuerza disponible, incluso de noche. El enemigo derrotado no debe estar tranquilo.»
Esa “guerra de movimiento” era la respuesta a los horrores de la guerra de desgaste de la IGM y la inmovilidad de la guerra de trincheras. La solución aliada fue tecnológica: el carro, mientras que la alemana fue doctrinal: las tácticas de infiltración. Integrando ambas soluciones con la aviación surgió la guerra relámpago, que tuvo en el general Guderian uno de sus más brillantes ejecutores y que, según autores, tomó de Liddle Hart el concepto de “Expanding torrent” por analogía a un torrente de agua que tantea el frente, se infiltra a través de los huecos que encuentra a su paso, se expande detrás de aquellos puntos fuertes en volumen creciente y deja atrás cada obstáculo debilitado. De la misma forma un ataque probará como el agua – superficies - y explotará los puntos débiles – intervalos – que permitirá expandirse a retaguardia de las superficies para destruir unidades e instalaciones críticas del enemigo.
Algunos autores han considerado, sin embargo, que los éxitos de la “Blitzkrieg” se han exagerada ya que el número de divisiones Panzer fue escasa en relación al número total de divisiones empleado en la IIGM. John Ellis escribió al respeto (1):
«Nuestra percepción de las operaciones terrestres en la Segunda Guerra Mundial han sido distorsionadas por un excesivo énfasis sobre el equipo empleado. El punto principal de atención ha sido el tanque y las formaciones que lo emplearon, más notablemente las divisiones Panzer. A pesar del hecho de que sólo 40 de las 520 divisiones alemanas que vieron combate fueron divisiones Panzer (hubo también 24 divisiones motorizadas/panzergrenadier adicionales), la historia de las operaciones alemanas han sido escritas ampliamente en términos de la Blitzkrieg y se ha concentrado casi exclusivamente en las proezas de las formaciones mecanizadas. Incluso más erróneamente, esta presentación del combate terrestre como una gran confrontación de blindados ha sido extendida a las operaciones aliadas, así que en la imaginación popular las hazañas de los ejércitos británicos y de la Commonwealth, con sólo 11 divisiones de blindados de 73 (que vieron combate), y de los estadounidenses en Europa, con sólo 19 de 59, son tipificadas por tanques avanzando por el Desierto Occidental o intentando mantener el ritmo con Patton en la carrera a través de Sicilia y a través del norte de Francia. Por supuesto, esas fuerzas blindadas desempeñaron un algo más que importante papel en las operaciones que las proporciones sencillas parecen indicar, pero aun hay que hacer hincapié en que no dominaron el campo de batalla o precipitaron la evolución de nuevos modelos de guerra.»
En cualquier caso se ha pretendido exclusivamente exponer la “influencia” de Liddel Hart en la concepción de la “Blitzkrieg”. La influencia del estratega y escritor continuó y continúa presente en el pensamiento estratégico. A finales de los años 70,s estuvo de moda lo que se denominó la Guerra de Maniobra concepto que - aunque no nuevo - tuvo, en esos años, el apoyo del prestigio de autores como William S. Lind y Liddle Hart que como ya sabemos preconiza que muchos éxitos militares fueron basados en la aproximación indirecta, evitando la potencia enemiga, engañando al adversario para evitar el empleo de su potencia donde desea, y atacando sus vulnerabilidades. La aproximación indirecta más efectiva es, en fin, aquella que engañe al adversario o le obligue a dar un paso en falso, de tal modo que, como en el jiu-jitsu, su propio esfuerzo contribuya a derribarlo…y, en definitiva, para Hart el verdadero objetivo es procurar una situación estratégica tan ventajosa que produzca el efecto deseado sin necesidad de un enfrentamiento directo.
Finalmente es preciso afirmar que Liddel Hart - preconizador de una teoría atractiva – es un autor sugestivo y con una virtud que no alcanzan muchos de los escritores, sobre temas estratégicos, y es que sus obras son de fácil lectura. Lo que es de agradecer.
Referencias : 1).- Wikipedia 2.- Historia de la Guerra John Keegan. Planeta. 3.-Recuerdos de un soldado. Gral. Heinz Guderian. 4.- La aproximación indirecta. Liddle Hart.5.-The art of maneuver. Robert Leonhard. Presidio
Saludos
«El frente de batalla se ha perdido, y con él la ilusión que siempre había existido en un frente de batalla. En esta no hubo una guerra de ocupación, sino una guerra de penetración rápida y anulación—Blitzkrieg, guerra relámpago - . Las rápidas columnas de tanques y camiones blindados se han sumergido dentro de Polonia mientras que las bombas llovían desde el cielo anunciando su llegada. Han cortado las comunicaciones, destruido los animales, dispersado la población, extendido el terror. Actuando algunas veces a 50 km por delante de la infantería y la artillería, han acabado con las defensas polacas antes de que tuviesen tiempo de organizarse. Luego, mientras la infantería limpiaba, se movieron, para atacar de nuevo muy detrás de lo que se conocía como frente”
El término tuvo éxito y fue empleada, incluso, por Fuller y Liddell Hart que consideraron la guerra móvil fundamental en las victorias alemanas 1939-41. Los planes germanos pretendían asegurar la victoria mediante envolvimientos de los ejércitos enemigos, amenazando sus líneas de comunicaciones y de aprovisionamiento y forzando a luchar en direcciones inesperadas. Fue en la madrugada del 3 de septiembre cuando no solo Polonia, sino el mundo, mostró su asombro. Los alemanes atacaron a los polacos de una manera nunca vista anteriormente : los “Stukas” descendían en picado, con sus sirenas a todo volumen, mientras divisiones de carros progresaban unos 50/70 kilómetros cada día. Los generales le habían advertido a Hitler que la victoria sobre Polonia podía no ser un paseo, pero lo cierto es que las 40 divisiones polacas, ninguna de ellas acorazada, fueron arrolladas en cinco semanas, por 62 divisiones alemanas - de ellas 10 panzer – mientras que la fuerza aérea polaca, con 935 aparatos, casi todos anticuados, fue barrida del mapa en la primera jornada. Casi un millón de polacos cayeron prisioneros – 200.000 en manos de los rusos con quien Hitler había firmado un acuerdo -.De nada les valió a los polacos su valor temerario , que les llevó en ocasiones a la locura de contraatacar los carros con su caballería.
La campaña de Polonia, puso al descubierto las tácticas innovadoras para las que las fuerzas de tierra y aire alemanas estaban entrenadas y equipadas. “Este tipo de guerra concentraba los carros de las divisiones panzer en forma de falange ofensiva, apoyada por bombarderos en picado a guisa de artillería volante, táctica que al aplicarla sobre al punto débil de una línea defensiva hacía saltar el punto e irrumpía por él sembrando la destrucción” (2). La “Bliztkrieg” lograba unos resultados sorprendentes pues los carros, no solo desbordaban fácilmente a la infantería, sino que mantenían una velocidad de avance de 50/70/90 kilómetros al día. Unas comunicaciones – radio, adecuadas, permitían al mando recibir informes y transmitir órdenes a la misma velocidad con que se producían los acontecimientos (más tarde estas operaciones se denominaron en “tiempo real”) mientras que una descentralización efectiva permitía que se tomasen decisiones a niveles más bajos lo que era una ventaja crítica y una de las razones principales para el éxito de la “Blitzkrieg”. Los comandantes en lugar de recibir órdenes explícitas, recibían las intenciones del mando superior y el papel que sus unidades tenían dentro de ese concepto dejando a sus mandos el método exacto de ejecución que determinarían como mejor se ajustase a la situación. El fomento de la iniciativa, a todos los niveles, ayudaba a su puesta en práctica. En definitiva las órdenes verbales o escritas, pero breves, permitían que las misiones se pudiesen ejecutar rápidamente. (Más recientemente estas órdenes recibieron, en la Guerra de Maniobra, la denominación de “órdenes tipo misión”).
Los resultados de la campaña de mayo-junio de 1940, en Francia y los Países Bajos, parecieron confirmar las expectativas. La victoria del ejército alemán frente a un enemigo técnicamente eficiente y más numeroso, en Francia, llevó a muchos analistas a creer que se había inventado un nuevo sistema de guerra que, además, evitaba la pavorosa guerra de trincheras de la IGM que estaba en la mente de todos. El general de la fuerza aérea alemana Erhard Milch decía antes de la guerra : “Los bombarderos en picado constituirán una artillería volante, encaminada a coordinarse con las fuerzas terrestres mediante una eficaz comunicación por radio… los tanques y los aviones estarán a disposición del mando. El verdadero secreto es la rapidez : rapidez de ataque y rapidez de comunicación.”
Las tácticas de infiltración, creadas por el ejército alemán durante la I Guerra Mundial, se convirtieron en la base de las tácticas posteriores. En general, las doctrinas externas tuvieron poca influencia, con tres posibles excepciones: el francés Charles de Gaulle y los británicos J.F.C. Fuller y Basil Liddell Hart. El mismo Guderian, en su libro de memorias, reconoce la influencia de Fuller y Liddell Hart en el desarrollo de la “Blitzkrieg”. A propuesta de ambos, la Oficina de Guerra británica constituyó una fuerza experimental mecanizada, el 1 de mayo de 1927, que estaba completamente motorizada incluyendo ingenieros y artillería autopropulsada. Sus artículos con las conclusiones extraídas – que fueron traducidos por Guderian - tuvieron una amplia difusión en Alemania y tanto Fuller como Hart eran muy conocidos por el cuerpo de oficiales alemán. (Erwin Rommel, por ejemplo, tenía en su casa ejemplares originales y algunas de las traducciones de Guderian ).
No es momento ni motivo para tratar operaciones concretas donde se emplearon estas tácticas sino de destacar la influencia que nuestro conocido Liddell Hart pudo tener en ellas. La “Blitzkrieg” siempre perseguía acciones decisivas y, con este fin, se desarrolló la teoría del “Schwerpunkt” o punto focal: se trataba del punto de máximo esfuerzo. Las fuerzas Panzer y la Luftwaffe eran utilizadas únicamente en este punto de máximo esfuerzo siempre que fuera posible. Mediante el éxito local en el “Schwerpunkt”, la fuerza conseguía romper la línea y la ventaja de luchar en la retaguardia del enemigo. Guderían escribió que «el éxito debe ser explotado sin respiro con cada pizca de fuerza disponible, incluso de noche. El enemigo derrotado no debe estar tranquilo.»
Esa “guerra de movimiento” era la respuesta a los horrores de la guerra de desgaste de la IGM y la inmovilidad de la guerra de trincheras. La solución aliada fue tecnológica: el carro, mientras que la alemana fue doctrinal: las tácticas de infiltración. Integrando ambas soluciones con la aviación surgió la guerra relámpago, que tuvo en el general Guderian uno de sus más brillantes ejecutores y que, según autores, tomó de Liddle Hart el concepto de “Expanding torrent” por analogía a un torrente de agua que tantea el frente, se infiltra a través de los huecos que encuentra a su paso, se expande detrás de aquellos puntos fuertes en volumen creciente y deja atrás cada obstáculo debilitado. De la misma forma un ataque probará como el agua – superficies - y explotará los puntos débiles – intervalos – que permitirá expandirse a retaguardia de las superficies para destruir unidades e instalaciones críticas del enemigo.
Algunos autores han considerado, sin embargo, que los éxitos de la “Blitzkrieg” se han exagerada ya que el número de divisiones Panzer fue escasa en relación al número total de divisiones empleado en la IIGM. John Ellis escribió al respeto (1):
«Nuestra percepción de las operaciones terrestres en la Segunda Guerra Mundial han sido distorsionadas por un excesivo énfasis sobre el equipo empleado. El punto principal de atención ha sido el tanque y las formaciones que lo emplearon, más notablemente las divisiones Panzer. A pesar del hecho de que sólo 40 de las 520 divisiones alemanas que vieron combate fueron divisiones Panzer (hubo también 24 divisiones motorizadas/panzergrenadier adicionales), la historia de las operaciones alemanas han sido escritas ampliamente en términos de la Blitzkrieg y se ha concentrado casi exclusivamente en las proezas de las formaciones mecanizadas. Incluso más erróneamente, esta presentación del combate terrestre como una gran confrontación de blindados ha sido extendida a las operaciones aliadas, así que en la imaginación popular las hazañas de los ejércitos británicos y de la Commonwealth, con sólo 11 divisiones de blindados de 73 (que vieron combate), y de los estadounidenses en Europa, con sólo 19 de 59, son tipificadas por tanques avanzando por el Desierto Occidental o intentando mantener el ritmo con Patton en la carrera a través de Sicilia y a través del norte de Francia. Por supuesto, esas fuerzas blindadas desempeñaron un algo más que importante papel en las operaciones que las proporciones sencillas parecen indicar, pero aun hay que hacer hincapié en que no dominaron el campo de batalla o precipitaron la evolución de nuevos modelos de guerra.»
En cualquier caso se ha pretendido exclusivamente exponer la “influencia” de Liddel Hart en la concepción de la “Blitzkrieg”. La influencia del estratega y escritor continuó y continúa presente en el pensamiento estratégico. A finales de los años 70,s estuvo de moda lo que se denominó la Guerra de Maniobra concepto que - aunque no nuevo - tuvo, en esos años, el apoyo del prestigio de autores como William S. Lind y Liddle Hart que como ya sabemos preconiza que muchos éxitos militares fueron basados en la aproximación indirecta, evitando la potencia enemiga, engañando al adversario para evitar el empleo de su potencia donde desea, y atacando sus vulnerabilidades. La aproximación indirecta más efectiva es, en fin, aquella que engañe al adversario o le obligue a dar un paso en falso, de tal modo que, como en el jiu-jitsu, su propio esfuerzo contribuya a derribarlo…y, en definitiva, para Hart el verdadero objetivo es procurar una situación estratégica tan ventajosa que produzca el efecto deseado sin necesidad de un enfrentamiento directo.
Finalmente es preciso afirmar que Liddel Hart - preconizador de una teoría atractiva – es un autor sugestivo y con una virtud que no alcanzan muchos de los escritores, sobre temas estratégicos, y es que sus obras son de fácil lectura. Lo que es de agradecer.
Referencias : 1).- Wikipedia 2.- Historia de la Guerra John Keegan. Planeta. 3.-Recuerdos de un soldado. Gral. Heinz Guderian. 4.- La aproximación indirecta. Liddle Hart.5.-The art of maneuver. Robert Leonhard. Presidio
Saludos
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Principios Estratégicos (I)
“Igual que las leyes de la física gobiernan el universo, mucho antes de que los físicos las descubriesen, igualmente existen otras que gobiernan la escena internacional y que pertenecen a la lógica de la estrategia”. Luttwak.(1))
TEORIA DE LOS PRINCIPIOS
El sentido común y un juicio equilibrado son cualidades indispensables en un mando, pero por sí solas no aseguran el éxito. En todas las operaciones militares el factor tiempo es crítico, la información imprescindible, el peligro y la fatiga ejercen su influencia sobre las decisiones y los problemas imprevistos pueden desbaratar los planes mejor estudiados. Los errores en tiempo de guerra pueden ser irreversibles, ya que posiblemente no haya oportunidad de corregirlos.
El mando, para hacer frente a todas esas situaciones, debe tener un profundo conocimiento de unos preceptos básicos, principios, que han vencido el paso del tiempo, marcado el éxito de muchos jefes y que deben estar siempre presentes en todas las operaciones.
Indudablemente, la mejor escuela para conocerlos sería la participación en conflictos ostentando el mando, ya que daría la experiencia necesaria para extraer las propias conclusiones. Pero, como esa oportunidad se presenta muy raramente, los tratadistas han señalado la necesidad de un estudio profundo y reflexivo, de la Historia Militar para emplear adecuadamente estos principios que parecen ser "los caminos que facilitaron la victoria a los afortunados vencedores".
Esta fuente histórica ha provocado el dicho de que "los militares se empeñan en preparar la guerra pasada mientras los científicos preparan la futura", frase que, aunque peyorativa, encerraría algo de verdad si el estudio, de las campañas pasadas, no se realizase con sentido crítico y analítico al objeto de aplicar las conclusiones obtenidas a los conflictos futuros. Naturalmente, será necesario que el análisis se haga a la luz de los problemas que se planteaban, con los medios de que se disponían e incluso extrapolando los posibles medios del futuro. Como dice Castex, se requiere la "ejecución de ejercicios tanto en las cartas, como en el terreno de la realidad, para consolidar las ideas teóricas e incluso adquirir otras nuevas".
No todos los tratadistas han coincidido en la enunciación de los mismos principios pues, como dice Brodie, es más fácil hablar de ellos que enumerarlos porque no estamos hablando de una ciencia exacta y, por tanto, las aproximaciones se hacen desde distintos puntos o direcciones. Los autores tienen diferentes experiencias y mentalidades y por tanto no llegan a conclusiones exactas en su denominación y alcance. Pero la mayoría admite que son verdades fundamentales que, por su propia esencia, tienen cierto matiz de ley o, lo que es lo mismo, implican un carácter de rigidez y permanencia.
El almirante Lorenzo del Peon dice (2): "Un gran número de principios han sido propuestos por tratadistas insignes, pero es notorio que no están de acuerdo en cuántos son los principios que rigen el “ cómo saber hacer la guerra”, y lo que es más, no se han puesto de acuerdo todos los que de esto saben, no únicamente en el número, sino, incluso, ni en la denominación ni en su correlación ... Y establece a su juicio cuáles son los principios estratégicos, que enumera. (Para conocer la autorizada opinión del almirante Alvarez Arenas ver (3)).
La característica de rigidez y permanencia, que se atribuye a los principios estratégicos, ha dado lugar a la aparición de un grupo de detractores que han hecho a la teoría blanco de su ironía y sarcasmo, e incluso ponen en duda la eficacia de unos principios que incluso, dicen, podrían ser vulnerados con éxito.
Probablemente ninguna de esas posiciones -llevada al extremo- sea cierta pues lo difícil no es conocer bien los principios, sino aplicarlos, es decir ponderar adecuadamente el peso de cada uno en la situación que se estudia. Hay que huir de los recetarios simples que parecen permitir la sustitución de la reflexión por una fórmula cartesiana. La estrategia y sus principios sólo serán válidos cuando sus relaciones se ajusten mediante un profundo estudio y reflexión y, aún así, no tendremos la llave del éxito, sino solamente un mayor número de probabilidades de estar en el buen camino.
En cuanto a la permanencia o inmutabilidad, es arriesgado asegurar que tengan esta cualidad, pero es más aventurado negarlo. Hay que admitir que, hasta ahora, han persistido resistiendo las duras pruebas a que la continua transformación de los medios los ha sometido. Cada vez que éstos sufren una rápida evolución se ha producido una crisis que aparentemente ha hecho tambalearse a aquéllos, pero siempre el tiempo ha jugado en su favor reponiendo la validez de las doctrinas clásicas. Por ejemplo, en el ámbito naval probablemente la mayor revolución la produjo la aparición del vapor, que limitó la autonomía, pero permitió la libre elección de la derrota, y aumentó la velocidad; por tanto, mejoró unos factores y empeoró en otros, pero trajo consigo una mayor movilidad y facilitó la concentración y la sorpresa. Efectivamente los principios estratégicos se vieron modificados pero ni apareció uno nuevo, desconocido hasta entonces, ni desapareció ninguno de los ya definidos.
Los principios de la guerra son, pues, verdades fundamentales que han informado y orientado la Estrategia Militar, de todos los tiempos, pero no representan fórmulas rígidas cuyo conocimiento implica la solución de todos los problemas, a los que se enfrenta un mando, en materia de estrategia. Son, eso sí, verdades asenciales que han probado su valor a lo largo de la historia, hasta el punto de que, al menos, cuando no han sido debidamente observadas han conducido a la derrota.
También es verdad que las tácticas o los medios no son óptimos por sí mismos sino que su valor es función del adversario. Por ejemplo, el valor del avión y el carro de combate disminuye grandemente en la guerra de guerrillas, lo que demuestra que la selección de las tácticas y técnicas, así como la orientación de las mismas para que cumplan con la misión, corresponde a la estrategia.
Hay también un error de interpretación cuando se afirma que la estrategia del futuro no debe apoyarse en deducciones firmes y objetivas, pretendiendo significar con ello que no cabe razonar siempre con los mismos principios. Una deducción - muy objetiva por cierto - fue la que hizo el EM francés cuando consideró, con las experiencias de la IGM, que la próxima guerra asumiría un carácter eminentemente estático y, por ello, construyó la Línea Maginot. Pero esta deducción no invalidó los principios de la ofensiva, de la maniobra y de la sorpresa, que fueron perfectamente aplicados por los alemanes, en Sedán y en la campaña de Francia, sacando el máximo partido de la gran movilidad de sus divisiones y del error de concepción estratégica cometido por los franceses.
Los principios de la guerra tampoco están reñidos con la posibilidad, y aun con la necesidad, de que se formulen hipótesis y a que se inventen nuevas soluciones estratégicas para oponerse a un nuevo conflicto con la presencia de nuevas técnicas y tácticas. El no hacerlo significaría negar la posibilidad de seleccionar las técnicas y tácticas apropiadas para contrarrestar las del enemigo.
Los principios de la guerra no significan, en definitiva, una unidad de medida estable. Son, por el contrario, reglas normativas generales, que varían en cada situación y que no pretenden por tanto, tiranizar la estrategia ni coartar la flexibilidad del pensamiento estratégico obligándonos inexorablemente a actuar siempre de la misma manera.
Sostener, en fin, que los principios de la guerra son demasiado abstractos es olvidar que la abstracción facilita su aplicación, no sólo en el campo de la estrategia militar, sino en el de todas las estrategias. Además es indispensable, en cada caso, un apropiado análisis para determinar la forma en que deben ser conducidas las operaciones para saber cómo aplicar un principio particular. Y, más todavía, cada uno de ellos debe ser perfectamente estudiado en el análisis de la situación que precede a toda decisión militar.
Tampoco, el valor de los principios es función del conocimiento que cada uno posee acerca de la guerra, razonamiento que conduciría a la conclusión de que éstos serían buenos o malos según la capacidad o la mediocridad de quienes los aplican. Los principios son verdades y, como tales, no admiten esta relatividad: Hitler, en la campaña de Francia, supo aplicar bien el principio de la ofensiva; pero en el Este, violó los principios de economía y de concentración de esfuerzos, mientras aplicó mal el principio de la ofensiva, alargando indefinidamente sus líneas de comunicación.
Clausewitz - que fue el primero en formular por escrito los principios - en estudios de campañas realizadas por mandos, más antiguos y modernos que él, muestran que siguieron un número de criterios - más o menos comunes y con iguales o diferentes nombres - y que permanecen en la actualidad. En consecuencia las naciones, -al igual que los tratadistas - han sentido la necesidad de definir las líneas maestras del pensamiento estratégico, plasmándolo en unos principios, pero han evitado caer en la tentación de hacer excesivamente prolija la enumeración y, por ello, cada uno de los principios, en general, encerrará una serie de ideas, que a su vez hacen necesario el estudio del concepto, que no se puede encerrar en una sola palabra.
Los estudiosos de la guerra han considerado los principios, y su aplicación a las operaciones de combate, y han encontrado su valor como evidente. Pero cuando la naturaleza de las operaciones, se desvía de lo que considera operaciones convencionales, a alguno les parece menos claro su aplicación: Guerra irregular o conflictos con empleo de armas de destrucción masiva. Por ejemplo, Keegan se muestra poco “animado” a considerar todo el valor de los principios en el último caso.
Incluso el ejército americano distinguía, en un manual, los principios en diferentes tipos de conflictos:
Principios de la Guerra.
Objetivo
Ofensiva
Concentración
Economía de Fuerzas
Maniobra
Unidad de Mando
Seguridad
Sorpresa
Sencillez
Operaciones de "NO Guerra"
Objetivo
Perseverancia
Legitimidad
Moderación
Unidad de esfuerzos
Seguridad
Principios en Operaciones
Objetivo
Ofensiva
Efectos concentrados
Economía de Fuerzas
Maniobra
Unidad de esfuerzos
Seguridad
Sorpresa
Sencillez
Moral
Explotación
En resumen, con lo hasta ahora expuesto, es preciso meditar sobre dos ideas que parecen importantes (4).
Es engañoso e incluso peligroso, al menos en principio, conceder absoluta confianza a los criterios aplicados a una institución tan compleja y fluida como la guerra. Y, en este sentido, los llamados "principios de la guerra o estratégicos" no deberían ser considerados como leyes inmutables que se aplican con carácter independiente sino más bien como un conjunto de ingredientes que empleados en una combinación correcta - en tipo y cantidad - pueden facilitar la consecución del éxito.
Conseguir el equilibrio entre los distintos principios es de la mayor importancia, porque frecuentemente aparecen entrelazados. Así, la necesidad de concentración influye en la economía de fuerzas y conflictos similares pueden surgir con otros principios.
Por último, y antes de pasar a formular los principios, es necesario hacer la observación de que, por encima de todas las críticas, se ha hecho incuestionable la ventaja que significan, proporcionando una sistemática para el estudio, facilitando el camino de la meditación y, como consecuencia, permitiendo una más fluida difusión de la doctrina.
Referencias :
1.- Strategy. The logia of war and peace. Edgard N. Luttwak.. Belknap Harvard.
2.- Perfil filosófico de la Estrategia. Almirante Lorenzo del Peon
3.- Investigaciones Estratégicas. Almirante Alvarez Arenas. Editorial Naval. (páginas 114 y siguientes).
4.- Atlas of Military Strategy. The art,theory and practice of war 1618 – 1878 by David G. Chandler.
Saludos. Continuará
TEORIA DE LOS PRINCIPIOS
El sentido común y un juicio equilibrado son cualidades indispensables en un mando, pero por sí solas no aseguran el éxito. En todas las operaciones militares el factor tiempo es crítico, la información imprescindible, el peligro y la fatiga ejercen su influencia sobre las decisiones y los problemas imprevistos pueden desbaratar los planes mejor estudiados. Los errores en tiempo de guerra pueden ser irreversibles, ya que posiblemente no haya oportunidad de corregirlos.
El mando, para hacer frente a todas esas situaciones, debe tener un profundo conocimiento de unos preceptos básicos, principios, que han vencido el paso del tiempo, marcado el éxito de muchos jefes y que deben estar siempre presentes en todas las operaciones.
Indudablemente, la mejor escuela para conocerlos sería la participación en conflictos ostentando el mando, ya que daría la experiencia necesaria para extraer las propias conclusiones. Pero, como esa oportunidad se presenta muy raramente, los tratadistas han señalado la necesidad de un estudio profundo y reflexivo, de la Historia Militar para emplear adecuadamente estos principios que parecen ser "los caminos que facilitaron la victoria a los afortunados vencedores".
Esta fuente histórica ha provocado el dicho de que "los militares se empeñan en preparar la guerra pasada mientras los científicos preparan la futura", frase que, aunque peyorativa, encerraría algo de verdad si el estudio, de las campañas pasadas, no se realizase con sentido crítico y analítico al objeto de aplicar las conclusiones obtenidas a los conflictos futuros. Naturalmente, será necesario que el análisis se haga a la luz de los problemas que se planteaban, con los medios de que se disponían e incluso extrapolando los posibles medios del futuro. Como dice Castex, se requiere la "ejecución de ejercicios tanto en las cartas, como en el terreno de la realidad, para consolidar las ideas teóricas e incluso adquirir otras nuevas".
No todos los tratadistas han coincidido en la enunciación de los mismos principios pues, como dice Brodie, es más fácil hablar de ellos que enumerarlos porque no estamos hablando de una ciencia exacta y, por tanto, las aproximaciones se hacen desde distintos puntos o direcciones. Los autores tienen diferentes experiencias y mentalidades y por tanto no llegan a conclusiones exactas en su denominación y alcance. Pero la mayoría admite que son verdades fundamentales que, por su propia esencia, tienen cierto matiz de ley o, lo que es lo mismo, implican un carácter de rigidez y permanencia.
El almirante Lorenzo del Peon dice (2): "Un gran número de principios han sido propuestos por tratadistas insignes, pero es notorio que no están de acuerdo en cuántos son los principios que rigen el “ cómo saber hacer la guerra”, y lo que es más, no se han puesto de acuerdo todos los que de esto saben, no únicamente en el número, sino, incluso, ni en la denominación ni en su correlación ... Y establece a su juicio cuáles son los principios estratégicos, que enumera. (Para conocer la autorizada opinión del almirante Alvarez Arenas ver (3)).
La característica de rigidez y permanencia, que se atribuye a los principios estratégicos, ha dado lugar a la aparición de un grupo de detractores que han hecho a la teoría blanco de su ironía y sarcasmo, e incluso ponen en duda la eficacia de unos principios que incluso, dicen, podrían ser vulnerados con éxito.
Probablemente ninguna de esas posiciones -llevada al extremo- sea cierta pues lo difícil no es conocer bien los principios, sino aplicarlos, es decir ponderar adecuadamente el peso de cada uno en la situación que se estudia. Hay que huir de los recetarios simples que parecen permitir la sustitución de la reflexión por una fórmula cartesiana. La estrategia y sus principios sólo serán válidos cuando sus relaciones se ajusten mediante un profundo estudio y reflexión y, aún así, no tendremos la llave del éxito, sino solamente un mayor número de probabilidades de estar en el buen camino.
En cuanto a la permanencia o inmutabilidad, es arriesgado asegurar que tengan esta cualidad, pero es más aventurado negarlo. Hay que admitir que, hasta ahora, han persistido resistiendo las duras pruebas a que la continua transformación de los medios los ha sometido. Cada vez que éstos sufren una rápida evolución se ha producido una crisis que aparentemente ha hecho tambalearse a aquéllos, pero siempre el tiempo ha jugado en su favor reponiendo la validez de las doctrinas clásicas. Por ejemplo, en el ámbito naval probablemente la mayor revolución la produjo la aparición del vapor, que limitó la autonomía, pero permitió la libre elección de la derrota, y aumentó la velocidad; por tanto, mejoró unos factores y empeoró en otros, pero trajo consigo una mayor movilidad y facilitó la concentración y la sorpresa. Efectivamente los principios estratégicos se vieron modificados pero ni apareció uno nuevo, desconocido hasta entonces, ni desapareció ninguno de los ya definidos.
Los principios de la guerra son, pues, verdades fundamentales que han informado y orientado la Estrategia Militar, de todos los tiempos, pero no representan fórmulas rígidas cuyo conocimiento implica la solución de todos los problemas, a los que se enfrenta un mando, en materia de estrategia. Son, eso sí, verdades asenciales que han probado su valor a lo largo de la historia, hasta el punto de que, al menos, cuando no han sido debidamente observadas han conducido a la derrota.
También es verdad que las tácticas o los medios no son óptimos por sí mismos sino que su valor es función del adversario. Por ejemplo, el valor del avión y el carro de combate disminuye grandemente en la guerra de guerrillas, lo que demuestra que la selección de las tácticas y técnicas, así como la orientación de las mismas para que cumplan con la misión, corresponde a la estrategia.
Hay también un error de interpretación cuando se afirma que la estrategia del futuro no debe apoyarse en deducciones firmes y objetivas, pretendiendo significar con ello que no cabe razonar siempre con los mismos principios. Una deducción - muy objetiva por cierto - fue la que hizo el EM francés cuando consideró, con las experiencias de la IGM, que la próxima guerra asumiría un carácter eminentemente estático y, por ello, construyó la Línea Maginot. Pero esta deducción no invalidó los principios de la ofensiva, de la maniobra y de la sorpresa, que fueron perfectamente aplicados por los alemanes, en Sedán y en la campaña de Francia, sacando el máximo partido de la gran movilidad de sus divisiones y del error de concepción estratégica cometido por los franceses.
Los principios de la guerra tampoco están reñidos con la posibilidad, y aun con la necesidad, de que se formulen hipótesis y a que se inventen nuevas soluciones estratégicas para oponerse a un nuevo conflicto con la presencia de nuevas técnicas y tácticas. El no hacerlo significaría negar la posibilidad de seleccionar las técnicas y tácticas apropiadas para contrarrestar las del enemigo.
Los principios de la guerra no significan, en definitiva, una unidad de medida estable. Son, por el contrario, reglas normativas generales, que varían en cada situación y que no pretenden por tanto, tiranizar la estrategia ni coartar la flexibilidad del pensamiento estratégico obligándonos inexorablemente a actuar siempre de la misma manera.
Sostener, en fin, que los principios de la guerra son demasiado abstractos es olvidar que la abstracción facilita su aplicación, no sólo en el campo de la estrategia militar, sino en el de todas las estrategias. Además es indispensable, en cada caso, un apropiado análisis para determinar la forma en que deben ser conducidas las operaciones para saber cómo aplicar un principio particular. Y, más todavía, cada uno de ellos debe ser perfectamente estudiado en el análisis de la situación que precede a toda decisión militar.
Tampoco, el valor de los principios es función del conocimiento que cada uno posee acerca de la guerra, razonamiento que conduciría a la conclusión de que éstos serían buenos o malos según la capacidad o la mediocridad de quienes los aplican. Los principios son verdades y, como tales, no admiten esta relatividad: Hitler, en la campaña de Francia, supo aplicar bien el principio de la ofensiva; pero en el Este, violó los principios de economía y de concentración de esfuerzos, mientras aplicó mal el principio de la ofensiva, alargando indefinidamente sus líneas de comunicación.
Clausewitz - que fue el primero en formular por escrito los principios - en estudios de campañas realizadas por mandos, más antiguos y modernos que él, muestran que siguieron un número de criterios - más o menos comunes y con iguales o diferentes nombres - y que permanecen en la actualidad. En consecuencia las naciones, -al igual que los tratadistas - han sentido la necesidad de definir las líneas maestras del pensamiento estratégico, plasmándolo en unos principios, pero han evitado caer en la tentación de hacer excesivamente prolija la enumeración y, por ello, cada uno de los principios, en general, encerrará una serie de ideas, que a su vez hacen necesario el estudio del concepto, que no se puede encerrar en una sola palabra.
Los estudiosos de la guerra han considerado los principios, y su aplicación a las operaciones de combate, y han encontrado su valor como evidente. Pero cuando la naturaleza de las operaciones, se desvía de lo que considera operaciones convencionales, a alguno les parece menos claro su aplicación: Guerra irregular o conflictos con empleo de armas de destrucción masiva. Por ejemplo, Keegan se muestra poco “animado” a considerar todo el valor de los principios en el último caso.
Incluso el ejército americano distinguía, en un manual, los principios en diferentes tipos de conflictos:
Principios de la Guerra.
Objetivo
Ofensiva
Concentración
Economía de Fuerzas
Maniobra
Unidad de Mando
Seguridad
Sorpresa
Sencillez
Operaciones de "NO Guerra"
Objetivo
Perseverancia
Legitimidad
Moderación
Unidad de esfuerzos
Seguridad
Principios en Operaciones
Objetivo
Ofensiva
Efectos concentrados
Economía de Fuerzas
Maniobra
Unidad de esfuerzos
Seguridad
Sorpresa
Sencillez
Moral
Explotación
En resumen, con lo hasta ahora expuesto, es preciso meditar sobre dos ideas que parecen importantes (4).
Es engañoso e incluso peligroso, al menos en principio, conceder absoluta confianza a los criterios aplicados a una institución tan compleja y fluida como la guerra. Y, en este sentido, los llamados "principios de la guerra o estratégicos" no deberían ser considerados como leyes inmutables que se aplican con carácter independiente sino más bien como un conjunto de ingredientes que empleados en una combinación correcta - en tipo y cantidad - pueden facilitar la consecución del éxito.
Conseguir el equilibrio entre los distintos principios es de la mayor importancia, porque frecuentemente aparecen entrelazados. Así, la necesidad de concentración influye en la economía de fuerzas y conflictos similares pueden surgir con otros principios.
Por último, y antes de pasar a formular los principios, es necesario hacer la observación de que, por encima de todas las críticas, se ha hecho incuestionable la ventaja que significan, proporcionando una sistemática para el estudio, facilitando el camino de la meditación y, como consecuencia, permitiendo una más fluida difusión de la doctrina.
Referencias :
1.- Strategy. The logia of war and peace. Edgard N. Luttwak.. Belknap Harvard.
2.- Perfil filosófico de la Estrategia. Almirante Lorenzo del Peon
3.- Investigaciones Estratégicas. Almirante Alvarez Arenas. Editorial Naval. (páginas 114 y siguientes).
4.- Atlas of Military Strategy. The art,theory and practice of war 1618 – 1878 by David G. Chandler.
Saludos. Continuará
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Los principios de la Guerra (II).
Principios en distintas doctrinas
No todas las naciones e, incluso, distintos ejércitos de una misma nación han aceptado o reconocido los principios, con los mismos nombres y en el mismo número. Incluso hay naciones que afirman unos principios peculiares fruto de sus propias experiencias y carácter. Igual sucede con los autores – como en algún momento veremos -. Aunque en un caso y en otro si se analizan sus contenidos se puede concluir que todos aparecen explícitamente o incluidos en otros.
En los párrafos siguientes se muestran algunos ejemplos de lo que antecede. Cuando se comparan la denominación o el número de los principios, se refieren a la misma época, salvo que se especifique otra cosa. Es preciso también resaltar que estamos tratando los principios de la guerra clásicos o tradicionales pues hay autores que aun considerándolos perdurables requieren algunas matizaciones en los albores del siglo XXI. Desgraciadamente lo que es perdurable es la guerra y, por ello, sus principios siguen requiriendo nuestra atención.
Ejército USA.
El ejército de los EE.UU publicó la primera discusión sobre los principios de la guerra en el año 1921, que fueron tomadas del general Fuller que los había formulado, durante la I GM, para el ejército británico. Los principios se adoptaron fueron siguientes:
Objetivo. --- Unidad de Mando.---Ofensiva.---- Seguridad.----Masa.--- Sorpresa.---Economía de Fuerzas. ---- Sencillez. ---- Maniobra
En el año 1993 reconoce los siguientes:
Objetivo. --- Unidad de mando.--- Ofensiva .---Seguridad.---Concentración.--- Sorpresa.---Economía de fuerzas. ---Sencillez.--- Maniobra.
Marina de los EE.UU En el "Naval Warfare Manual" se enumeran los siguientes principios:
Objetivo.--- Economía.---Control.
Sencillez.--- Sorpresa.---Ofensiva.
Movilidad.--- Seguridad.---Explotación.
Concentración.---Moral.---Preparación.
Doctrina británica.
La doctrina británica - con la misma denominación norteamericana de "principios de la guerra" - enumera en el "The Naval War Manual” los que fueron adoptados por las FAS británicas al finalizar la IIGM .(Estos mismos principios se mantienen, con los mismos nombres, en Fundamentos de la Doctrina Marítima Británica -año 1995-) (2)
Selección/mantenimiento del objetivo. --- Flexibilidad.---Seguridad. --- Mantenimiento de la moral.---Sorpresa.---Acción ofensiva.---Concentración de fuerzas.---Cooperación.---Economía de esfuerzos. ---Administración.
Los seis primeros están entre los relacionados por la Escuela de Guerra Naval española, incluyéndose el británico de flexibilidad en movilidad. De los de moral y acción ofensiva se podría repetir lo dicho al tratar los principios norteamericanos (Primer Objetivo). El de cooperación no cabe duda que queda cubierto en el de unidad de mando. Por último, el de administración, como principio más bien orgánico y logístico, cabe en el de libertad de acción o, en último caso, en el de economía de fuerzas.
Principios de la URSS.
Los "factores permanentes de las operaciones" definidos por Stalin constituían los principios estratégicos de la URSS (1). Son:
Capacidad del Jefe.---La cantidad de Divisiones y calidad.---El armamento.---Estabilidad de la retaguardia.---La moral.
• La moral. Este principio es esencial y una de las principales preocupaciones de toda la doctrina soviética.
• Las denominaciones soviéticas no parecen principios, en el sentido del concepto occidental, sino factores influyentes en el resultado de las operaciones o "factores permanentes". A principios similares – en denominación – a los del mundo occidental les designaban : “factores operativos”.(3).
Los principios rusos del arte militar, (1998) (5):
Alta preparación de combate . ---Sorpresa,--- Agresividad y decisión.--- Persistencia e iniciativa.--- Coordinación de armas combinadas y operaciones conjuntas.--- Concentración decisiva de las fuerzas.--- Profundidad de batalla u operaciones profundas .---Guerra de información.--- Explotación de factores político-morales.--- Mando y control firme y continuo.--- Soporte de combate racional .--- Restauración oportuna de las reservas y del potencial de combate.
Doctrina francesa.
La doctrina francesa contemplaba - como tales - solamente dos principios: la libertad de acción y la economía de fuerzas. El primero comprende una serie de ideas como son el fin de la guerra, la cobertura, la seguridad, la sorpresa y la disponibilidad, y en la economía de fuerzas se contemplan conceptos tales como convergencia de esfuerzos, la maniobra, los principios morales, la selección del objetivo, la concentración y el reparto de medios.
La Doctrina del ET español ( D-O-O-1) señalaba los siguientes:
Voluntad de vencer.--- Libertad de acción.--- Secreto.--- Sorpresa.--- Seguridad.--Capacidad de ejecución.--- Flexibilidad (*).--- Acción de conjunto (*).--- Concentración esfuerzos (*).
La D-O-O-1. Fija los principios fundamentales en tres órdenes - voluntad de vencer: eminentemente moral; libertad de acción, por su propia esencia, operativo y capacidad de ejecución, predominantemente orgánico-. Los principios militares deducidos de cada orden son:
o De orden moral : impulso, audacia y perseverancia.
o De orden operativo : secreto, sorpresa, y seguridad.
o De orden orgánico : flexibilidad, concentración de esfuerzos, y acción de conjunto.
Voluntad de vencer
Debe entenderse como el firme propósito del mando y de las tropas de imponerse al adversario en cualquier situación. Implica fe en el triunfo, tenacidad para alcanzarlo y actividad insuperable en la ejecución. Supone una acendrada identificación con los ideales patrios, un arraigo, un perfeccionamiento y una exaltación de cuantos valores morales y conducen al logro de la victoria. Inherentes unos al propio individuo, conseguibles otros por una adecuada instrucción y perfeccionables todos, constituyen su primordial exponente de la valía de un ejército.
Libertad de acción.
Es la posibilidad de decidir, preparar y ejecutar los planes a pesar de la voluntad del adversario. El mando procurará conservarla a todo trance, y si la pierde, tratará de recuperarla, utilizando todos los medios a su alcance.
Capacidad de Ejecución.
Es la facultad de saber adecuar los medios disponibles a las misiones previstas, así como su dosificación y coordinación, para establecer los planes necesarios al desarrollo de la acción y para modificarlos en función de los cambios que la situación aconseja.
En suma vamos a exponer unos principios que, con unos u otros nombres, son admitidos por la gran mayoría de las naciones y autores que, en general, sostienen que son verdades fundamentales, reglas normativas - en la conducción de las operaciones -, factores esenciales - en la dirección de la guerra - y que dan, a la estrategia, una estabilidad que contrasta con la variación constante de los procedimientos tácticos, que es función de la evolución de los materiales.
Referencias :
1).-EGN. Estrategia (1983). 2).- Los fundamentos de de la Doctrina Marítima Británica (1995). 3).- Investigaciones estratégicas. Eliseo Alvarez Arenas. Editorial Naval. 4).- US Army Manual FM 105-5. 5).- FM 100-61.
Saludos. Continuará
No todas las naciones e, incluso, distintos ejércitos de una misma nación han aceptado o reconocido los principios, con los mismos nombres y en el mismo número. Incluso hay naciones que afirman unos principios peculiares fruto de sus propias experiencias y carácter. Igual sucede con los autores – como en algún momento veremos -. Aunque en un caso y en otro si se analizan sus contenidos se puede concluir que todos aparecen explícitamente o incluidos en otros.
En los párrafos siguientes se muestran algunos ejemplos de lo que antecede. Cuando se comparan la denominación o el número de los principios, se refieren a la misma época, salvo que se especifique otra cosa. Es preciso también resaltar que estamos tratando los principios de la guerra clásicos o tradicionales pues hay autores que aun considerándolos perdurables requieren algunas matizaciones en los albores del siglo XXI. Desgraciadamente lo que es perdurable es la guerra y, por ello, sus principios siguen requiriendo nuestra atención.
Ejército USA.
El ejército de los EE.UU publicó la primera discusión sobre los principios de la guerra en el año 1921, que fueron tomadas del general Fuller que los había formulado, durante la I GM, para el ejército británico. Los principios se adoptaron fueron siguientes:
Objetivo. --- Unidad de Mando.---Ofensiva.---- Seguridad.----Masa.--- Sorpresa.---Economía de Fuerzas. ---- Sencillez. ---- Maniobra
En el año 1993 reconoce los siguientes:
Objetivo. --- Unidad de mando.--- Ofensiva .---Seguridad.---Concentración.--- Sorpresa.---Economía de fuerzas. ---Sencillez.--- Maniobra.
Marina de los EE.UU En el "Naval Warfare Manual" se enumeran los siguientes principios:
Objetivo.--- Economía.---Control.
Sencillez.--- Sorpresa.---Ofensiva.
Movilidad.--- Seguridad.---Explotación.
Concentración.---Moral.---Preparación.
Doctrina británica.
La doctrina británica - con la misma denominación norteamericana de "principios de la guerra" - enumera en el "The Naval War Manual” los que fueron adoptados por las FAS británicas al finalizar la IIGM .(Estos mismos principios se mantienen, con los mismos nombres, en Fundamentos de la Doctrina Marítima Británica -año 1995-) (2)
Selección/mantenimiento del objetivo. --- Flexibilidad.---Seguridad. --- Mantenimiento de la moral.---Sorpresa.---Acción ofensiva.---Concentración de fuerzas.---Cooperación.---Economía de esfuerzos. ---Administración.
Los seis primeros están entre los relacionados por la Escuela de Guerra Naval española, incluyéndose el británico de flexibilidad en movilidad. De los de moral y acción ofensiva se podría repetir lo dicho al tratar los principios norteamericanos (Primer Objetivo). El de cooperación no cabe duda que queda cubierto en el de unidad de mando. Por último, el de administración, como principio más bien orgánico y logístico, cabe en el de libertad de acción o, en último caso, en el de economía de fuerzas.
Principios de la URSS.
Los "factores permanentes de las operaciones" definidos por Stalin constituían los principios estratégicos de la URSS (1). Son:
Capacidad del Jefe.---La cantidad de Divisiones y calidad.---El armamento.---Estabilidad de la retaguardia.---La moral.
• La moral. Este principio es esencial y una de las principales preocupaciones de toda la doctrina soviética.
• Las denominaciones soviéticas no parecen principios, en el sentido del concepto occidental, sino factores influyentes en el resultado de las operaciones o "factores permanentes". A principios similares – en denominación – a los del mundo occidental les designaban : “factores operativos”.(3).
Los principios rusos del arte militar, (1998) (5):
Alta preparación de combate . ---Sorpresa,--- Agresividad y decisión.--- Persistencia e iniciativa.--- Coordinación de armas combinadas y operaciones conjuntas.--- Concentración decisiva de las fuerzas.--- Profundidad de batalla u operaciones profundas .---Guerra de información.--- Explotación de factores político-morales.--- Mando y control firme y continuo.--- Soporte de combate racional .--- Restauración oportuna de las reservas y del potencial de combate.
Doctrina francesa.
La doctrina francesa contemplaba - como tales - solamente dos principios: la libertad de acción y la economía de fuerzas. El primero comprende una serie de ideas como son el fin de la guerra, la cobertura, la seguridad, la sorpresa y la disponibilidad, y en la economía de fuerzas se contemplan conceptos tales como convergencia de esfuerzos, la maniobra, los principios morales, la selección del objetivo, la concentración y el reparto de medios.
La Doctrina del ET español ( D-O-O-1) señalaba los siguientes:
Voluntad de vencer.--- Libertad de acción.--- Secreto.--- Sorpresa.--- Seguridad.--Capacidad de ejecución.--- Flexibilidad (*).--- Acción de conjunto (*).--- Concentración esfuerzos (*).
La D-O-O-1. Fija los principios fundamentales en tres órdenes - voluntad de vencer: eminentemente moral; libertad de acción, por su propia esencia, operativo y capacidad de ejecución, predominantemente orgánico-. Los principios militares deducidos de cada orden son:
o De orden moral : impulso, audacia y perseverancia.
o De orden operativo : secreto, sorpresa, y seguridad.
o De orden orgánico : flexibilidad, concentración de esfuerzos, y acción de conjunto.
Voluntad de vencer
Debe entenderse como el firme propósito del mando y de las tropas de imponerse al adversario en cualquier situación. Implica fe en el triunfo, tenacidad para alcanzarlo y actividad insuperable en la ejecución. Supone una acendrada identificación con los ideales patrios, un arraigo, un perfeccionamiento y una exaltación de cuantos valores morales y conducen al logro de la victoria. Inherentes unos al propio individuo, conseguibles otros por una adecuada instrucción y perfeccionables todos, constituyen su primordial exponente de la valía de un ejército.
Libertad de acción.
Es la posibilidad de decidir, preparar y ejecutar los planes a pesar de la voluntad del adversario. El mando procurará conservarla a todo trance, y si la pierde, tratará de recuperarla, utilizando todos los medios a su alcance.
Capacidad de Ejecución.
Es la facultad de saber adecuar los medios disponibles a las misiones previstas, así como su dosificación y coordinación, para establecer los planes necesarios al desarrollo de la acción y para modificarlos en función de los cambios que la situación aconseja.
En suma vamos a exponer unos principios que, con unos u otros nombres, son admitidos por la gran mayoría de las naciones y autores que, en general, sostienen que son verdades fundamentales, reglas normativas - en la conducción de las operaciones -, factores esenciales - en la dirección de la guerra - y que dan, a la estrategia, una estabilidad que contrasta con la variación constante de los procedimientos tácticos, que es función de la evolución de los materiales.
Referencias :
1).-EGN. Estrategia (1983). 2).- Los fundamentos de de la Doctrina Marítima Británica (1995). 3).- Investigaciones estratégicas. Eliseo Alvarez Arenas. Editorial Naval. 4).- US Army Manual FM 105-5. 5).- FM 100-61.
Saludos. Continuará
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El Principio del Objetivo.
La selección y mantenimiento del objetivo es el "Principio Maestro". Esto no significa que los otros principios sean secundarios, sino que su importancia relativa es variable según la naturaleza de cada operación - Manual de Guerra Naval (GB)-.
Todos los tratados de estrategia militar clásica insisten en la necesidad, de definir claramente el objetivo que se persigue en una operación militar, sea ésta estratégica, operacional o táctica. Una vez establecido el Objetivo, le corresponde al comandante, en todos los escalones del mando, emitir su concepto de la operación y definir y ejecutar las acciones estratégicas, operacionales o tácticas necesarias para conquistarlo y (o) mantenerlo. La misión, que es el eje central que guía estas acciones, se define siempre en términos de objetivos y, por eso, nada es más peligroso que cambiarlos -que sólo se justifica después de un análisis, tanto más exhaustivo cuanto más alto es el escalón de mando -. La violación de este principio tiene consecuencias fatales en la conducción de la guerra.
Alemania en la II GM es un ejemplo patético de la violación de este principio. Del objetivo inicial - que era la conquista de Inglaterra - se pasó a la campaña de Rusia y, aun en ésta, se modificó nuevamente el objetivo - que era Moscú - para conquistar Leningrado y Stalingrado, con lo cual se violaron, además, los principios de concentración de fuerzas y de economía de medios. El cambio de objetivos se produce solo cuando un profundo análisis lo exige:
“Las guerras finalizan cuando se alcanzan los objetivos por las que se empezaron. Pero, aún así, hay veces que hay que modificarlos, cuando su consecución se considera poco rentable (en pérdidas humanas u otras). Por ejemplo aunque la II GM exigía la rendición incondicional del Japón, la guerra solo finalizó cuando se concedieron, a los japoneses, sus demandas de continuidad de la institución imperial. La guerra de Corea, donde nació el término de “guerra limitada”, finalizó con la restricción de los objetivos iniciales.” .(Strategy. The logic of war and peace. Edgard N. Luttack. Belknap Harvard).
Es esencial, al tratar del objetivo, mantener claramente la distinción entre el objetivo político y el militar que son diferentes, pero no están separados. La guerra se produce cuando el empleo de otros medios, menos violentos, han fracasado para alcanzar los objetivos nacionales. El objetivo militar es sólo un medio para lograr un fin político y, por tanto, deberá estar regido por el objetivo político. El objeto de la guerra es lograr un mejor estado de paz para el futuro; por eso es esencial dirigir la guerra considerando siempre la paz que se desea.
Estrategia Nacional
En este nivel, es indispensable la definición de objetivos: políticos y estratégicos. La estrategia nacional es la encargada de coordinar y guiar la acción de las estrategias particulares - de segundo nivel - para la consecución y salvaguarda de los intereses nacionales.
Estrategia Militar.
La Estrategia Militar permite alcanzar los objetivos estratégicos que, una vez establecidos, se conseguirán aplicando con energía y decisión el poder militar de acuerdo con el procedimiento estratégico decidido.
Objetivos.
Es necesario dirigir (FM 100-5 ”Operations”) cada esfuerzo militar hacia un objetivo claro, decisivo y apropiado. Los objetivos estratégicos, operacionales y tácticos no podrán ser definidos hasta que se determine el objetivo político que, una vez fijado, debe ser analizado de manera que aquéllos reflejen exactamente no sólo sus fines, sino sus limitaciones.
Los esfuerzos operacionales también se dirigirán hacia objetivos claros, decisivos y apropiados -que asegurarán los objetivos estratégicos- así como los tácticos debe asegurar los operacionales. Asimismo, los objetivos intermedios tienen que contribuir rápida y económicamente, y directa o indirectamente, a los objetivos finales.
La elección de objetivos se basa en la misión asignada, los medios disponibles, el enemigo y las características de la zona de operacio¬nes. Todos los mandos deben conocer la misión del mando superior – y del superior de este - y los cometidos que deben cumplir. El mando debe comunicar a sus subordinados de manera clara sus intenciones. Decidido el objetivo todos los esfuerzos se encaminarán a su logro, hasta que un cambio de la situación exija una reconsideración y, en su caso, un nuevo objetivo. Un comandante debe tener, en cada momento, un solo objetivo.
El principio del objetivo comprende la elección de un objetivo claro, bien definido - y proporcionado a los medios disponibles -, la tenacidad de su mantenimiento, - para no desviar el esfuerzo principal-, y el espíritu ofensivo imprescindible para alcanzarlo. El objetivo final es destruir la voluntad del enemigo de iniciar la guerra o de continuar la lucha una vez que la ha iniciado.
El objetivo constituye la clave para la interpretación de las órdenes, formulación de decisiones y empleo de los medios disponibles. La nación, la fuerza y cada componente de ésta tienen sus objetivos. El de cada unidad debe contribuir al logro del de la unidad de la que forma parte.
Para tratadistas como Clausewitz o Mahan "la destrucción de las fuerzas armadas organizadas del enemigo" es el primer objetivo, ya que alcanzado los restantes caerán sin dificultad. Para Liddell Hart son necesarias una serie de acciones previas, que tienden a debilitar al enemigo al menor precio posible. Son acciones sobre la moral que permiten destruir la voluntad de lucha del enemigo.
Dice el almirante Castex (Teorías Estratégicas) :"Es preciso hacer algo más que distribuir las fuerzas de manera homogénea. Ello se conseguirá si se observa que es muy difícil que todos los puntos del dispositivo enemigo tengan la misma importancia para el y que, a menudo, existe uno que representa especial interés para el adversario, ya sea porque constituye el centro de su poder, o de sus riquezas, o porque su pérdida le colocaría en graves condiciones de inferioridad y comprometería el éxito de la campaña. Toda acción victoriosa, en este punto, dejará al adversario en una situación crítica y es allí donde puede producirse la ruptura del equilibrio. De ese punto dependen todos los demás - le llama objetivo principal (1) -. Obtenerlo a tiempo también es de la máxima importancia, es decir antes que el enemigo consiga uno un sentido contrario"
"... En una guerra limitada si los objetivos militares y políticos no están sincronizados, desde el principio, siempre habrá el peligro de hacer demasiado o excesivamente poco. Hacer demasiado, y permitir que predomine el elemento militar, deteriora la línea que separa de una guerra total y tiende al adversario a "aumentar las apuestas". Hacer excesivamente poco, y permitir que predomine el bando diplomático, supone el riesgo de sumergir el propósito de una guerra en tácticas de negociaciones y una predisposición a optar por el estancamiento". (Kissinguer. Diplomacia).
(1).- Ya hace tiempo tratamos en este mismo tema: Clausewtz “El Centro de Gravedad”.- Ver Mensaje de fecha 24/1/2007.
Saludos
Todos los tratados de estrategia militar clásica insisten en la necesidad, de definir claramente el objetivo que se persigue en una operación militar, sea ésta estratégica, operacional o táctica. Una vez establecido el Objetivo, le corresponde al comandante, en todos los escalones del mando, emitir su concepto de la operación y definir y ejecutar las acciones estratégicas, operacionales o tácticas necesarias para conquistarlo y (o) mantenerlo. La misión, que es el eje central que guía estas acciones, se define siempre en términos de objetivos y, por eso, nada es más peligroso que cambiarlos -que sólo se justifica después de un análisis, tanto más exhaustivo cuanto más alto es el escalón de mando -. La violación de este principio tiene consecuencias fatales en la conducción de la guerra.
Alemania en la II GM es un ejemplo patético de la violación de este principio. Del objetivo inicial - que era la conquista de Inglaterra - se pasó a la campaña de Rusia y, aun en ésta, se modificó nuevamente el objetivo - que era Moscú - para conquistar Leningrado y Stalingrado, con lo cual se violaron, además, los principios de concentración de fuerzas y de economía de medios. El cambio de objetivos se produce solo cuando un profundo análisis lo exige:
“Las guerras finalizan cuando se alcanzan los objetivos por las que se empezaron. Pero, aún así, hay veces que hay que modificarlos, cuando su consecución se considera poco rentable (en pérdidas humanas u otras). Por ejemplo aunque la II GM exigía la rendición incondicional del Japón, la guerra solo finalizó cuando se concedieron, a los japoneses, sus demandas de continuidad de la institución imperial. La guerra de Corea, donde nació el término de “guerra limitada”, finalizó con la restricción de los objetivos iniciales.” .(Strategy. The logic of war and peace. Edgard N. Luttack. Belknap Harvard).
Es esencial, al tratar del objetivo, mantener claramente la distinción entre el objetivo político y el militar que son diferentes, pero no están separados. La guerra se produce cuando el empleo de otros medios, menos violentos, han fracasado para alcanzar los objetivos nacionales. El objetivo militar es sólo un medio para lograr un fin político y, por tanto, deberá estar regido por el objetivo político. El objeto de la guerra es lograr un mejor estado de paz para el futuro; por eso es esencial dirigir la guerra considerando siempre la paz que se desea.
Estrategia Nacional
En este nivel, es indispensable la definición de objetivos: políticos y estratégicos. La estrategia nacional es la encargada de coordinar y guiar la acción de las estrategias particulares - de segundo nivel - para la consecución y salvaguarda de los intereses nacionales.
Estrategia Militar.
La Estrategia Militar permite alcanzar los objetivos estratégicos que, una vez establecidos, se conseguirán aplicando con energía y decisión el poder militar de acuerdo con el procedimiento estratégico decidido.
Objetivos.
Es necesario dirigir (FM 100-5 ”Operations”) cada esfuerzo militar hacia un objetivo claro, decisivo y apropiado. Los objetivos estratégicos, operacionales y tácticos no podrán ser definidos hasta que se determine el objetivo político que, una vez fijado, debe ser analizado de manera que aquéllos reflejen exactamente no sólo sus fines, sino sus limitaciones.
Los esfuerzos operacionales también se dirigirán hacia objetivos claros, decisivos y apropiados -que asegurarán los objetivos estratégicos- así como los tácticos debe asegurar los operacionales. Asimismo, los objetivos intermedios tienen que contribuir rápida y económicamente, y directa o indirectamente, a los objetivos finales.
La elección de objetivos se basa en la misión asignada, los medios disponibles, el enemigo y las características de la zona de operacio¬nes. Todos los mandos deben conocer la misión del mando superior – y del superior de este - y los cometidos que deben cumplir. El mando debe comunicar a sus subordinados de manera clara sus intenciones. Decidido el objetivo todos los esfuerzos se encaminarán a su logro, hasta que un cambio de la situación exija una reconsideración y, en su caso, un nuevo objetivo. Un comandante debe tener, en cada momento, un solo objetivo.
El principio del objetivo comprende la elección de un objetivo claro, bien definido - y proporcionado a los medios disponibles -, la tenacidad de su mantenimiento, - para no desviar el esfuerzo principal-, y el espíritu ofensivo imprescindible para alcanzarlo. El objetivo final es destruir la voluntad del enemigo de iniciar la guerra o de continuar la lucha una vez que la ha iniciado.
El objetivo constituye la clave para la interpretación de las órdenes, formulación de decisiones y empleo de los medios disponibles. La nación, la fuerza y cada componente de ésta tienen sus objetivos. El de cada unidad debe contribuir al logro del de la unidad de la que forma parte.
Para tratadistas como Clausewitz o Mahan "la destrucción de las fuerzas armadas organizadas del enemigo" es el primer objetivo, ya que alcanzado los restantes caerán sin dificultad. Para Liddell Hart son necesarias una serie de acciones previas, que tienden a debilitar al enemigo al menor precio posible. Son acciones sobre la moral que permiten destruir la voluntad de lucha del enemigo.
Dice el almirante Castex (Teorías Estratégicas) :"Es preciso hacer algo más que distribuir las fuerzas de manera homogénea. Ello se conseguirá si se observa que es muy difícil que todos los puntos del dispositivo enemigo tengan la misma importancia para el y que, a menudo, existe uno que representa especial interés para el adversario, ya sea porque constituye el centro de su poder, o de sus riquezas, o porque su pérdida le colocaría en graves condiciones de inferioridad y comprometería el éxito de la campaña. Toda acción victoriosa, en este punto, dejará al adversario en una situación crítica y es allí donde puede producirse la ruptura del equilibrio. De ese punto dependen todos los demás - le llama objetivo principal (1) -. Obtenerlo a tiempo también es de la máxima importancia, es decir antes que el enemigo consiga uno un sentido contrario"
"... En una guerra limitada si los objetivos militares y políticos no están sincronizados, desde el principio, siempre habrá el peligro de hacer demasiado o excesivamente poco. Hacer demasiado, y permitir que predomine el elemento militar, deteriora la línea que separa de una guerra total y tiende al adversario a "aumentar las apuestas". Hacer excesivamente poco, y permitir que predomine el bando diplomático, supone el riesgo de sumergir el propósito de una guerra en tácticas de negociaciones y una predisposición a optar por el estancamiento". (Kissinguer. Diplomacia).
(1).- Ya hace tiempo tratamos en este mismo tema: Clausewtz “El Centro de Gravedad”.- Ver Mensaje de fecha 24/1/2007.
Saludos
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