La guerra de Iraq ha puesto de moda -militarmente- los combates en terreno urbano, y ahora parece ser que le toca a los tanques el ser parte activa de esta moda. Así, los EEUU están proponiendo la modificación (o reset como lo denominan ellos) de sus Abrams con el TUSK ( Tank Urban Survival Kit ) de General Dynamics, un intento de adecuar los carros de combate a los entornos de un combate urbano.
Esta modificación no implica la modernización de los Abrams, así los carros modificados serán M1A1 TUSK o M1A2 TUSK, etc. El kit de modificación TUSK incluye entre otras cosas:
- Sistema Blue Force Tracking (BFT)/Force Battle Command Brigade and Below (FBCB2), que muestra la situación de las fuerzas amigas y enemigas en una pantalla de ordenador.
- FLIR de segunda generación.
- Localizador lejano de objetivos.
- Un telémetro láser.
- Sistema de armas de control remoto con una ametralladora de calibre .50 M-2, y visor térmico.
- Visión mejorada para el conductor.
- Sistema eléctrico reforzado ( debido a todos los nuevos sistemas electrónicos instalados).
- Un sistema de potencia auxiliar ( APU ).
- Un teléfono en el exterior para que la infantería pueda comunicarse con los tripulantes.
- Escudo protector del tirador exterior.
- Blindaje reactivo
La variante europea.
Krauss Maffei Wegmann (KMW) propone una nueva variante para el Leopard 2 , el PSO ( Peace Support Operations ), presentado en el Eurosatory. Como novedades se pueden apreciar blindaje añadido en la torre y el chasis, pala empujadora, y una estación de armas de control remoto cerca de la torre del cargador que permite a la tripulación el hacer fuego contra objetivos desde la protección del interior del carro.
Cámaras situadas en todos los lados del vehículo proporcionan una visión panorámica de 360º , y los visores existentes cuentan con unas protecciones metálicas contra proyectiles. Un teléfono exterior proporciona comunicación directa entre las tropas de infantería y los tripulantes. Las imágenes obtenidas por cada uno de los sensores pueden ser vistas por todos los tripulantes.
Este vehículo lleva un tipo de pintura de camuflaje experimental para ambientes urbanos recomendado especialmente para Afganistán.
Fuente: El Tirador Solitario
Noticias Sistemas Terrestres
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Adaptaciones de los carros de combate al entorno urbano
Modificaciones de los carros de combate modernos para adaparlos al combate urbano
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Nuevos pedidos de blindados Textron ASV para EE.UU.
Nuevos pedidos de blindados Textron ASV para EE.UU.
Textron ha anunciado que el Departamento de Defensa de los Estados Unidos ha encargado 424 M1117 ASV Guardian y 10 M1200 Armored Knight para el US Army por valor de 313 millones de dólares.
Con este pedido, ya son 2579 vehículos Guardian los que poseerá el US Army. Textron sigue produciendo 48 vehículos al mes, con contratos hasta Abril de 2010.
El Armored Knight es una variante del ASV usada como Vehículo de Observación de Artillería, que incluye un conjunto multisensor que le permite la identificación de objetivos, así como su marcaje con un láser.
Fuente: El Tirador Solitario
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México aumenta su presupuesto de Seguridad y Defensa.
México aumenta considerablemente su presupuesto de Seguridad y Defensa
13/10/2008 (Infodefensa.com) - El presupuesto de Seguridad y Defensa de México para 2009 está por experimentar un alza muy importante, hasta alcanzar los 8.200 millones de dólares. Sin embargo, algunos analistas consideran que es "insuficiente" para cubrir la amplia variedad de tareas que deben cumplir las Fuerzas Armadas y las Fuerzas de Seguridad del Estado de México, en el marco de la creciente inseguridad ciudadana y la lucha contra los cárteles de la droga.
Las misiones de las Fuerzas Armadas mexicanas van desde la contrainsurgencia, la protección de instalaciones estratégicas, la lucha contra el narcotráfico y la delincuencia organizada, la realización de obras sociales, la ayuda a la población en caso de desastre, e incluyen las misiones de rescate y salvamento, explica el experto en Seguridad y Fuerzas Armadas del diario mexicano El Universal, Jorge Luis Sierra.
El gobierno del presidente Felipe Calderón ha planteado recientemente a la Cámara de Diputados de México un presupuesto destinado a Seguridad, Fuerzas Armadas y el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) de 8.208 millones de dólares, con el que se favorecerá sobre todo a la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) federal, la cual tendrá mayor injerencia en el combate al crimen organizado, como parte de una estrategia para "asegurar la viabilidad del Estado y de la democracia", según informó el diario La Jornada.
Como parte de la propuesta económica para 2009, en la estrategia programática de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) federal se confirma que esta dependencia instalará centros policiales de reacción inmediata, además de que pretende realizar toda la coordinación de tareas de inteligencia y de investigación de organizaciones delictivas para aportar esta información a la Procuraduría General de la República (PGR) y las procuradurías estatales, informaron los periodistas Enrique Méndez y Roberto Garduño del diario mexicano La Jornada.
Reforzamiento del combate antinarco
En la estrategia del presidente mexicano Felipe Calderón para enfrentar la ola de inseguridad ciudadana, las secretarías de Marina y de la Defensa Nacional (Sedena) reforzarán su participación en el combate contra el narcotráfico y la delincuencia organizada, y se les autoriza a comprar aeronaves, construir barcos, a adquirir y construir equipo y material de guerra, así como a mejorar sus instalaciones.
Los mayores incrementos presupuestales serán para la Policía Federal Preventiva (PFP), que dispondrá de
1.200 millones de dólares; la Agencia Federal de Investigación, 142 millones de dólares, y el Cisen, que ejercerá un gasto de 192 millones de dólares.
Estaciones de policía en todo México
El enfoque del gobierno de Felipe Calderón refuerza las atribuciones de la SSP, a la que se asigna la tarea de "alinear las capacidades del Estado mexicano en el combate a la delincuencia organizada, a fin de restablecer las condiciones de seguridad para la sociedad en todo el territorio nacional".
La SSP instalará estaciones de policía en todo México, con un presupuesto de 82 millones de dólares, con el objetivo de "proporcionar a la ciudadanía una atención integral de prevención, investigación y persecución del delito", así como para "ofrecer un servicio de atención expedita para denuncias delictivas, acciones de prevención del delito y despliegue policial eficiente, ya que contará con personal de análisis, servicios técnicos e investigación para desarticular organizaciones criminales".
En el rubro de adquisiciones, se prevé la compra de helicópteros para la PFP, con un valor de 57 millones de dólares, así como una inversión de casi 7 millones de dólares para la compra de sistemas y equipo de seguridad para las oficinas que la SSP federal tiene en seis edificios en la ciudad de México.
Desarticulación de cárteles
En contraste con los objetivos de la SSP, la PGR sostiene que en el combate a la delincuencia organizada y la desarticulación de cárteles del narcotráfico "se buscará" detener a sus miembros mediante la aplicación de "técnicas de investigación avanzada".
Aun cuando el incremento en el gasto en seguridad para 2009 se justificó con el aumento en el índice de delitos, la Unidad Especializada en Investigación de Secuestros de la PGR contará con un presupuesto de casi 2 millones de dólares.
1.200 millones de dólares para la Secretaría de Marina
Asimismo, la Sedena contará con un presupuesto de 3.311 millones de dólares. Entre sus tareas está apoyar "irrestrictamente las políticas gubernamentales en materia de seguridad" y "generar las condiciones necesarias para el desarrollo de la nación que permitan preservar un orden nacional, en el que los poderes públicos sean respetados como instituciones".
Además de la construcción de una casa hogar para militares en retiro, así como viviendas para soldados en activo, a quienes se asignarán salarios que les permitan tener "una decorosa fuente de ingresos", la Sedena destinará mil 77 millones de dólares, 170 millones de dólares para la sustitución de radares terrestres tridimensionales, 38 millones de dólares para la transferencia de tecnología para la fabricación del fusil de asalto Hecler Koch, calibre 5.56, entre otros equipos.
Por su parte, la Secretaría de Marina dispondrá de 1.200 millones de dólares; uno de sus principales propósitos es "aplicar el Estado de Derecho" en mares y litorales mexicanos para "combatir de manera frontal a la delincuencia organizada, al terrorismo, al contrabando, tráfico ilegal de personas y armas (...) y para proporcionar seguridad a la sociedad".
Aviones de EADS, buques y armas y pertrechos
Entre sus inversiones estará la compra de sistemas de inteligencia y contrainteligencia; la sustitución de sistemas de radiocomunicación; la adquisición de seis aviones CN-235-300M Persuader del consorcio europeo EADS para vigilancia marítima, con un valor de 252 millones de dólares; la construcción de cinco buques patrulla, 17 embarcaciones interceptoras clase Polaris II, cuatro buques de vigilancia oceánica, de mil 680 toneladas de desplazamiento, así como la sustitución de armas y pertrechos.
El analista en Seguridad y Fuerzas Armadas del diario mexicano El Universal, Jorge Luis Sierra, cree que lo "significativo de aumentar los mandos navales, pero reducir las tropas, es que la Armada puede estar respondiendo a sus propias necesidades de organización, pero eso no significaría necesariamente que el gasto a realizar corresponda con las prioridades generales de seguridad en el país".
Necesidades nacionales de Seguridad
Aunque en su iniciativa de Ley General del Sistema Nacional de Seguridad Pública el presidente Calderón propone reorganizar las capacidades policiales del país y regresar los soldados a sus cuarteles, "esta asignación de recursos no implica que, en el corto plazo, las Fuerzas Armadas vayan a ser relevadas de sus tareas actuales", afirma Jorge Luis Sierra.
"El aumento al presupuesto intenta cubrir apenas una parte de los niveles crecientes del gasto militar. Casi la mitad de los recursos del Ejército está destinada a proteger el centro político y financiero del país, el cinturón industrial del valle de México, las instalaciones estratégicas en el golfo de México, así como al control de los territorios indígenas en Chiapas", afirma el analista. "Hay una diferencia entre las necesidades nacionales de seguridad y la asignación interna de recursos que no parece estar adecuadamente resuelta en la práctica del gasto militar. En este momento, es indispensable asignar los recursos militares pensando en el contexto amplio de las necesidades nacionales de seguridad", alerta.
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El Complejo Industrial Militar 2.0
En los más de siete años que dura ya la Guerra Global contra el Terror de George W. Bush, el Pentágono se ha visto envuelto en dos grandes guerras, en una guerra de palabras potencialmente explosiva con Teherán y en numerosos conflictos menores, y cada vez se siente más inclinado a que sean los contratistas privados del sector militar los que se las arreglen con todo.
Érase una vez en que los soldados hacían algo más que empuñar un arma. Recogían la basura. Cortaban el pelo y entregaban el correo. Reparaban aviones e inflaban neumáticos de camiones.
Eso se acabó ya. Todas esas tareas son ahora responsabilidad de las corporaciones de la defensa privada. Al servicio del Pentágono, sus empleados manejan también ordenadores, escriben códigos de software, crean sistemas de integración, forman a técnicos, fabrican y se ocupan del manejo de armas de última tecnología, de comercializar municiones y de interpretar imágenes por satélite.
Gente de corbata y tacones, sin boinas ni fatigas, traducen hoy documentos, recogen información de inteligencia, hacen de intérpretes para soldados e interrogadores, aprueban contractos, elaboran informes para el Congreso y proporcionan supervisión para otros contratistas privados. También rellenan recetas, colocan prótesis y organizan terapias físicas y cuidados psiquiátricos. De arriba a abajo, la maquinaria de guerra del Pentágono no sólo está dirigida por esas corporaciones sino que también le proporcionan personal para cualquier tipo de servicio.
Consideren lo siguiente: En el año fiscal de 2005 (el último año del que se disponen datos), el Pentágono gastó más dinero en contratar servicios con las compañías privadas que en los suministros y equipamientos en sí, incluidos los sistemas más importantes de armamento. Esta cifra ha ido aumentando a toda velocidad a lo largo de los últimos diez años. Durante la última década, según un reciente informe de la Oficina de Contabilidad del Gobierno, la suma que el Pentágono ha pagado a las compañías privadas por sus servicios se ha incrementado en un 78% en términos reales. En el año fiscal de 2006, estos contratos de servicios totalizaron más de 151.000 millones de dólares.
Cada vez con mayor frecuencia escuchamos cómo generales y políticos al alimón se lamentan de la situación del ejército. Su conclusión: el desgaste natural de la Guerra Global contra el Terror del Presidente ha puesto al ejército al borde del precipicio. Pero los contratistas privados están tocando una melodía diferente. Piénsenlo de esta manera: Mientras el ejército no puede suministrarse adecuadamente, sus proveedores se están anotando contratos por valor multimilmillonario. Para ellos, es cuestión de dejar que rueden los buenos tiempos.
Las diferencias que marca una guerra
Como nos preparamos ya para concluir el libro sobre la presidencia Bush, merece la pena explorar y ver, justo ahora, cómo en los últimos siete años la larga Guerra contra el Terror ha ayudado a construir una nueva y privatizada versión del Pentágono. Llámenlo Complejo Militar Industrial 2.0.
Consideren el año fiscal 2001, que terminó convenientemente en septiembre de ese año. Sirve para captar, como buen horizonte de fondo anterior a la Guerra contra el Terror, cómo el Pentágono ha venido ampliando desde entonces sus relaciones con los contratistas privados y cuánto les está pagando ahora.
Retrocedamos a aquella época, los diez proveedores más importantes del Pentágono se repartían unos 58.700 millones de dólares en contratos del Departamento de Defensa (DoD), además de un total de 144.000 millones de dólares que iban a parar a los 100 contratistas más importantes del Pentágono. El número 100 en la lista lo ocupaba el Grupo Carlyle, con 145 millones de dólares en contratos. No olviden tener en mente que ese era el precio de la “defensa” de una nación sin ninguna superpotencia rival.
Rebobinando hasta el 2007, las diez compañías más importantes en la lista de contratistas privados del Pentágono compartían 125.000 millones de dólares en contratos del DoD, de un total de 239.000 millones compartidos entre los 100 contratistas más importantes. El menor de los contratos, de entre esos 100 principales, se concedió a ARINC y alcanzó la cifra de 495 millones de dólares.
Es decir, que en estos siete años los contratos que han ido a parar a las 10 empresas de contratistas más importantes se han más que doblado, el tamaño del pastel de los desembolsos se incrementó en dos terceras partes y el contrato más pequeño entre las 100 más importantes se cuadruplicó.
Igual de revelador es que en 2007, casi la mitad de las compañías de la lista de las 100 más importantes del Pentágono no estaban siquiera en esa lista siete años antes, incluida McKesson, que se llevó la considerable cifra de 4.600 millones de dólares en contratos, y MacAndrews and Forbes que cosechó 3.300 millones de dólares.
Aquí hay un hecho que da sentido a todo lo anterior: Teniendo en cuenta el espectro de servicios ofrecidos y el nivel de integración que se ha producido ya entre el Pentágono y esas compañías privadas, Estados Unidos ya no puede emprender una guerra, ni siquiera pagar nóminas, sin ellas.
Estos han sido buenos tiempos para los contratistas de la defensa aunque no tanto para el ejército mismo. Desde septiembre de 2001, muchas compañías han dado un salto espectacular desde no recibir contratos del Pentágono, o sólo contratos por unos pocos millones, a asignaciones en el ámbito de los miles de millones de dólares. Aquí van unos cuantos retratos de las compañías que están viviendo un boom mientras el ejército se va al garete.
URS Corporation: Esta firma de servicios técnicos, ingeniería y construcción tiene su sede en San Francisco y emplea a más de 50.000 personas en 34 países. Es una firma que se mantiene del sector público, que fue recientemente adquirida por el Washington Group International y que obtuvo numerosos contratos de reconstrucción en Iraq. Más del 40% de los ingresos de la compañía (5.400 millones de dólares en 2007) provenían del gobierno federal. Entre 2001 y 2007, sus contratos con el Pentágono se incrementaron más de mil veces (en un 1.400%), desde 169 millones a 2.600 millones de dólares. LA URS empezó la Guerra contra el Terror con el número 91 en la lista de los 100 mejores del Pentágono. Ahora tiene el número 15
Electronic Data Systems Corporation: Fundada por el disidente Ross Perot, EDS es una compañía de servicios tecnológicos globales con sede en Plano, Texas. En marzo, el Pentágono le concedió un contrato por 179 millones para proporcionar servicios de apoyo tecnológico e información al Defense Manpower Data Center del Pentágono, su archivo central de todo tipo de datos sobre personal, mano de obra y víctimas, pagos y tramitaciones, así como toda la gama de información financiera. La compañía –que emplea a 139.000 personas en 65 países- alardeó de 22.100 millones de dólares de ingresos en 2007. El gigante de ordenadores HP compró EDS en agosto pasado.
En 2001, la compañía ocupó el puesto 71 en la lista de los mejores del DoD, con 222 millones en contratos. En 2007, había subido al número 16 con 2.400 millones de dólares en contratos, un aumento de casi el 1.000%.
Harris Corporation: Esta compañía tecnológica de comunicaciones e información tiene su sede en Melbourne, Florida, y da empleo a 16.000 personas. Harris alardeó de haber tenido ingresos por 4.200 millones de dólares en 2007, con más de la cuarta parte de los mismos (1.600 millones) procedentes de las compras del Pentágono de instalaciones y capacidades electrónicas, como los sistemas de radio de alta frecuencia Falcon II.
Cuando empezó la Guerra contra el Terror, Harris tenía una modesta cifra de 380 millones de dólares en contratos con el Pentágono (y era la número 43 en la lista de las 100 principales); pero durante los últimos años ha mejorado su rango a toda velocidad y ahora ocupa el número 30.
KBR: Aprovechando el sistema
La primera vez que en EEUU se escuchó la frase “complejo industrial militar” fue durante el discurso de despedida del Presidente Dwight David Eisenhower el 17 de enero de 1961. Cuando dejó su puesto, nuestro último general convertido en presidente advirtió que la “conjunción de un inmenso establishment militar y una gran industria de armamento es algo nuevo en la experiencia estadounidense” y su influencia “económica, política, incluso espiritual”- se siente en cada ciudad, en cada capitolio, en cada oficina del gobierno federal….
“Debemos protegernos en los consejos de gobierno de la adquisición de influencias indeseables, ya sean buscadas o no, del complejo industrial militar. El potencial para que se produzca un aumento desastroso e inapropiado de poder existe y seguirá existiendo”.
Sí, el comentario de Ike sigue siendo aplicable en los últimos 47 años en muchos sentidos, el Complejo Industrial Militar (MIC, en sus siglas en inglés) que describió ha evolucionado de forma alarmante y masiva. Actualmente, hace algo más que ejercer influencia; ha creado una dependencia sin parangón y unos beneficios sin comparación.
KBR puede muy bien ilustrar lo que esto significa en la práctica; KBR es una compañía privada que no publica informes trimestrales. Sin embargo, su reciente historia proporciona una lección objetiva de lo que el MIC 2.0 puede hacer por la rentabilidad de un contratista privado.
KBR ha seguido de cerca cada paso del caminar del ejército militar estadounidense durante la invasión y ocupación de Iraq: primero como Kellogg Brown and Root, una filial de Halliburton (de la cual Dick Cheney había sido director ejecutivo), y después como KBR, una compañía independiente. Ha hecho, en efecto, su fortuna corporativa a partir de los nefastos “contratos con reembolso de costes” y “sin licitación” del Pentágono. Desde diciembre de 2001, KBR ha estado trabajando para el Pentágono bajo el Logistics Civil Augmentation Program (LOGCAP, en sus siglas en inglés), un acuerdo multimilmillonario en dólares que garantiza a la compañía beneficios mediante el reembolso de costes, sin acordar previamente precio alguno, por el cumplimiento de las tareas contratadas.
Ese enorme contrato se concedió sin tener en cuenta las exigencias del mercado competitivo. Su naturaleza, “sin licitación”, fue una señal de que KBR no era precisamente un contratista corriente del Pentágono. Una segunda señal fue que el Pentágono aceptase el acuerdo de reembolso de costes. Una rareza en el mundo de los negocios, “reembolso de costes” significa que cuanto más cueste un trabajo, más beneficios van a parar a los bolsillos de la compañía. El profesor Steve Schooner, un experto en contratos de la Facultad de Derecho de las Universidad George Washington, comentó: “Nadie, en su sano juicio, se metería en un contrato que básicamente dice: “Piensa en todas las formas creativas que quieras para gastar mi dinero, y cuanto más gastes, más feliz estaré”. Bajo este contrato, el Pentágono ha repartido 20.000 millones de dólares entre KBR para que construya y gestione instalaciones para el personal militar en Iraq y proporcione alimentos y otras necesidades a las tropas estadounidenses que allí están.
Irónicamente, el Pentágono no está obteniendo aquello por lo que pagó… ni por lo más remoto. Las actividades fraudulentas de KBR han supuesto, según la Oficina de Contabilidad del Gobierno: un fracaso total a la hora de dar cuentas de forma adecuada sobre los más de mil millones de dólares en fondos contratados; el arrendamiento de vehículos para uso del personal de la compañía por un monto de hasta 125.000 dólares al año (a pesar del hecho de que esos vehículos se podían haber claramente comprado por 40.000 dólares o menos); la compra de objetos lujosos innecesarios tales como toallas con monogramas para su uso en las instalaciones de recreo de la compañía destinadas al personal militar; sobrecargar el precio del fuel comprado en Kuwait y llevado a Iraq para uso militar; cargar a la cuenta del Pentágono el valor, aumentado tres o cuatro veces, de las comidas consumidas por el personal militar estadounidense; y suministrar agua contaminada a las tropas estadounidenses.
Todos estos abusos salieron a la luz gracias a las investigaciones del Congresista Henry Waxman (D-CA), de la propia Oficina del Inspector General del Pentágono, y de otros, pero Halliburton y su anterior filial se escaparon con poco más que un tirón de orejas, como fue la revocación del contrato de suministro de fuel y del contrato exclusivo LOGCAP de KBR para Iraq. Este contrato fue recientemente dividido en tres partes y sacado a licitación. Sin embargo, a KBR se le permitió presentarse a la misma, y ahora está compartiendo el contrato con Dyncorp y Fluor Corporation. Cada compañía ha recibido un contrato por 5.000 millones de dólares que incluye nueve posibilidades de renovación al año, lo que podría representar, en total, hasta 150.000 millones de dólares, según Dana Hedgpeth, del Washington Post.
El más reciente de los muchos puntos en contra de KBR se produjo cuando varios miembros del Congreso e investigadores la acusaron de que el poco cualificado trabajo de electricidad efectuado por los empleados de la compañía en las duchas de las bases militares habían provocado la muerte por electrocución de 16 soldados estadounidenses.
Para entender lo que significa para el Pentágono la privatización en marcha, consideren sólo un modesto ejemplo de la corrupción que infecta KBR y de cómo se ha abordado el mismo. En 2004, la compañía presentó una serie de solicitudes de reembolso por más de mil millones de dólares en cargos que los auditores del Ejército calificaron de “cuestionables”, en parte porque no estaban respaldados por documentación fiable. Charles Smith, el oficial del ejército que se encargaba de los contratos del Pentágono, se negó a aprobar los pagos y amenazó con imponer multas a la compañía si no conseguía controlar mejor sus gastos. Posteriormente, declaró a James Risen, del New York Times, que KBR tenía “una cantidad gigantesca de pagos que no podía justificar. En última instancia, el dinero que estaba yendo a parar a manos de KBR era dinero que se le estaba quitando a las tropas”.
A pesar de sus 31 años en el Ejército, y sin que casi se diera cuenta, Smith fue trasladado de su puesto, mientras que los pagos requeridos eran posteriormente enviados a KBR. Según el New York Times, el Ejército argumentó que “bloquear los pagos a KBR habría dañado los servicios básicos prestados a las tropas. Dijeron que KBR había advertido que si no se le pagaba, reduciría sus pagos a los subcontratistas, lo que a su vez provocaría un recorte en los servicios”.
Es decir, el Pentágono –a cargo de cientos de miles de millones de dólares y más de un millón de personas con o sin uniforme- era básicamente prisionero de una compañía que amenazaba con negar servicios que (para ser sinceros) habían sido de muy mala calidad desde el principio.
El senador Robert Byrd (D-WV) vio claro el problema: “Hemos pasado a depender de compañías que sólo buscan su beneficio para satisfacer las necesidades diarias de alimentar y albergar a nuestras tropas, [y] para desempeñar una miríada de otras funciones de la misión, incluyendo la seguridad. Esta clase contratos han abierto la puerta para que cada gestor se sirva del sistema para maximizar beneficios”.
Y ya lo creo que se sirven del sistema. Por ejemplo, la clase de corrupción que parece ser endémica en KBR ha creado a su vez un rentable nuevo mercado para otro tipo de corporaciones militares privadas, las especializadas en supervisión y contabilidad.
Después de que el ejército sustituyera a Smith, alquiló los servicios de la RCI Holding Corporation para que revisara los archivos de KBR. Smith dice que la compañía privada “funciona con estimaciones, utilizando los datos, muy poco consistentes, que le proporciona KBR”, mientras que ignora toda la información de auditoría reunida por el Pentágono. Pero a KBR se le concedieron posteriormente pluses de alto rendimiento y una parte de ese nuevo contrato por diez años con el Ejército, SERCO (la compañía originaria de RCI Holding) recibía también un nuevo contrato: para continuar supervisando los contratos de KBR.
Y así la dependencia engendra dependencias más profundas, mientras que la corrupción, la incompetencia y la más insensible de las indiferencias se va arraigando cada vez más en la vida militar.
Durante su primera campaña presidencial, George W. Bush identificó a Cristo como su filósofo político favorito. Pero como primer Presidente estadounidense con un master en Administración de Empresas (y nada menos que de Harvard), ha hecho un trabajo mucho mejor al aplicar el principio de ante todo el beneficio de Donald Trump y Jack Welch en vez de tomar el ejemplo del hombre de Galilea que prometió riquezas a los hombres ricos en el cielo una vez que hubieran vendido todas sus propiedades y las hubieran repartido entre los pobres en la tierra. Como presidente, Bush ha llevado al Despacho Oval la visión de que las corporaciones no pueden equivocarse y le ha dado al sector privado, con toda rapidez, un reino de grandes libertades en vez de ocuparse del conjunto de servicios y obras públicas. Actualmente, el sector militar se apoya enormemente en las corporaciones privadas para llevar a cabo lo que solían ser sus funciones básicas, desde la guerra a la ayuda en caso de desastre, hasta a lavar los platos. KBR es sólo un ejemplo multimilmillonario en dólares del legado de la presidencia de George Bush.
Más allá de Blackwater: Acumulando mercenarios en el Pentágono.
El nuevo complejo 2.0 emplea habitualmente a compañías cuyo trabajo consiste en enviar mercenarios armados al campo de batalla junto a los soldados estadounidenses, o a proteger a los diplomáticos y altos oficiales del ejército de EEUU. Combatir en las guerras de alquiler se ha convertido, desde 2001, en parte esencial del modus operandi del Pentágono, y el empleado de Blackwater disparando por Bagdad con vestimenta Kevlar, kafiyah y amplias gafas de sol es el símbolo supremo del nuevo momento.
Pero hay otra dimensión del incremento de la era privatizadora de Bush en el Pentágono a la que se ha dedicado mucha menos atención: Las firmas militares privadas están también haciendo el trabajo administrativo de la guerra. Según un informe de la GAO de marzo de 2008: “Additional Personal Conflict of Interest Safeguards Needed for Certain DoD Contractor Employees”, en los despachos de todo el Departamento de Defensa se han instalado, en cifras alarmantes, cubículos de mercenarios que trabajan hombro con hombro con el personal militar uniformado y con los empleados federales.
La Oficina de Contabilidad del Gobierno (GAO, en sus siglas en inglés) miró en 21 despachos distintos del Pentágono y se encontró con que los contratistas privados superaban en más de la mitad a los empleados del DoD. En el departamento de ingeniería de la Missile Defense Agency, por ejemplo, los empleados de los contratistas privados representaban más del 80% de la fuerza laboral. La GAO se encontró con que los contratistas eran responsables del desarrollo de una amplia gama de tareas y que no estaban sujetos a las leyes y regulaciones federales diseñadas para impedir los conflictos de intereses, incluyendo las normas que conciernen al personal que quiere conseguir puestos como empleados federales en las compañías a las que se habían concedido contratos.
Otro informe de la GAO de 2008 aconsejaba al Centro de Excelencia de Contratación del Ejército que los contratistas privados no superaran el 20% de la fuerza de trabajo. Sin embargo, el coste medio de la hora de un empleado de un contratista privado estaba más de un 26% por encima de la de un empleado del gobierno. Pueden encontrarse similares disparidades en los pagos de forma aún más escandalosa en Iraq, donde a un soldado se le paga poco más del salario mínimo, mientras que un contratista militar privado puede muy bien ganar más de 100.000 dólares al año, libres de impuestos.
Para apreciar el contraste supremo en la privatización militar, obsérvese lo siguiente: Al testificar en una vista del Congreso en julio, el director ejecutivo de Blackwater Erik Prince ofreció una estimación aproximada de su salario anual: “más de un millón”. Y le aseguró al Congresista Peter Welch (D-VT) que “volvería” con una cifra más exacta. Welch señaló en aquel momento que el General David Petraeus –entonces responsable de más de 160.000 soldados estadounidenses en Iraq- ganaba 180.000 dólares al año.
Privatizando en lo más alto
Una vez que las compañías privadas asumen las tareas militares y las propias de una guerra, ¿dónde se detiene el asunto? No es común, por ejemplo, que una compañía alquilada para realizar un servicio para el Pentágono subcontrate una parte de sus tareas a otra compañía, que a su vez puede subcontratar parte de las mismas a una tercera. ¿Quién se ocupa de controlar todo eso? Cuando hacen algo mal, ¿quién es el culpable?
Una reciente investigación de Craig y Marck Kielburger, cofundadores canadienses de la ONG Free the Children, y del periodista Chris Mallinos, de Toronto, hallaron que KBR había subcontratado a más de 200 firmas diferentes –muchas de ellas con sede en Kuwait- para transportar materiales a Iraq.
El resultado fue éste: Estados Unidos ha acabado pagando a compañías que se dedican a esclavizar a filipinos, a ciudadanos de Sri Lanza y a otros “nacionales de terceros países” para que lleven suministros a Iraq. En un reciente artículo de Epoch Times, el trío narró una serie de misiones de reconocimiento hasta Kuwait para entrevistar a docenas de hombres filipinos y surasiáticos “reclutados para Oriente Medio con la promesa de buenos trabajos, sólo para acabar siendo alquilados por las compañías de transporte kuwaitíes que van y vienen de Iraq”. Un filipino describió cómo Jassin Transport y Stevedoring Company –uno de los sub-subcontratistas de KBR- le quitó el pasaporte, anuló el contrato que había firmado en Filipinas y le entregó un nuevo contrato escrito en árabe. A los empleados se les “daba un ultimátum: o firmaban o se largaban”. Entonces les entregaban las llaves de camiones, tractores y trailer sin blindar y les decían que condujeran velozmente por carreteras famosas por su peligrosidad. Los autores concluían que esas compañías “violaban abiertamente las leyes laborales de EEUU al utilizar mano de obra barata importada, retener los pasaportes de los empleados y albergar a los trabajadores en condiciones infames”.
Oficialmente, se supone que nada de eso está ocurriendo. Filipinas, Nepal y otros países prohíben que sus ciudadanos acepten trabajos en Iraq. En 2006, el Departamento de Defensa emitió normativas más estrictas prohibiendo esos tráficos de trabajadores, y KBR y otras compañías prometieron que sus subcontratistas seguirían las leyes laborales locales. Pero con normativas o no, la verdad es que el Pentágono no controla realmente nada del proceso, y los sub-sub-subcontratos es una forma de hacer mucho dinero en lugares como Iraq.
Oh… y a pesar de las vistas, investigaciones y legislación, el Congreso tampoco controla nada. En un intento de enfrentarse a la privatización del ejército, por ejemplo, el Comité para la Política Democrática del Senado celebró un total de diecisiete vistas sobre despilfarro, fraude y corrupción en Iraq. El Representante del Comité para la Reforma y Supervisión Gubernamental, Henry Waxman, representó el papel de respetable mosca cojonera del Congreso. Las vistas celebradas tanto en el Congreso como en el Senado han sido fascinantes, algunas veces espeluznantes, dentro del teatro de Beltway, pero la posterior legislación creada para adecentar los informes y supervisiones del Pentágono, ajustar enormes lagunas jurídicas en la contabilidad, criminalizar el fraude y poner freno a algunos de los peores abusos de los contratistas privados ha probado ser bien intencionada pero desesperadamente débil e ineficaz en la práctica.
¿Está el MIC 3.0 en nuestro futuro?
El Presidente Bush dejará el poder vanagloriándose de que Estados Unidos tiene la maquinaria militar más profesional y poderosa del mundo. Hemos pagado muy caro por esa maquinaria en los últimos siete años y pico. Desde 2001, la factura por todo eso podría superar los 3.800 billones de dólares, más otros 900.000 millones en marcha hacia Iraq, Afganistán y algún lugar más.
Y si la maquinaria militar estadounidense es ahora descomunal y asombrosamente cara, es también tanto más propensa a descomponerse en un mundo más peligroso e inestable. Por eso piensen que el legado que nos deja George W. Bush con un Pentágono tan inflado que hace imposible que se le reconozca, e inutilizado por su dependencia de las corporaciones militares privadas.
Y en cuanto al legado de Bush a la Lockheed Martins, las KBR y toda la tropa de las “100 más importantes”, se ha ido tal cantidad de dinero hacia ellas que es imposible calcularlo, lo suficiente para dejarlas a todas trabajando duro en aras al Complejo Militar Industrial 3.0. Naturalmente, quieren asegurar que el dinero va a seguir derramándose en su siempre ascendente maquinaria de guerra, no importa quién asuma el poder en la Casa Blanca en 2009.
.- Saludos.
En los más de siete años que dura ya la Guerra Global contra el Terror de George W. Bush, el Pentágono se ha visto envuelto en dos grandes guerras, en una guerra de palabras potencialmente explosiva con Teherán y en numerosos conflictos menores, y cada vez se siente más inclinado a que sean los contratistas privados del sector militar los que se las arreglen con todo.
Érase una vez en que los soldados hacían algo más que empuñar un arma. Recogían la basura. Cortaban el pelo y entregaban el correo. Reparaban aviones e inflaban neumáticos de camiones.
Eso se acabó ya. Todas esas tareas son ahora responsabilidad de las corporaciones de la defensa privada. Al servicio del Pentágono, sus empleados manejan también ordenadores, escriben códigos de software, crean sistemas de integración, forman a técnicos, fabrican y se ocupan del manejo de armas de última tecnología, de comercializar municiones y de interpretar imágenes por satélite.
Gente de corbata y tacones, sin boinas ni fatigas, traducen hoy documentos, recogen información de inteligencia, hacen de intérpretes para soldados e interrogadores, aprueban contractos, elaboran informes para el Congreso y proporcionan supervisión para otros contratistas privados. También rellenan recetas, colocan prótesis y organizan terapias físicas y cuidados psiquiátricos. De arriba a abajo, la maquinaria de guerra del Pentágono no sólo está dirigida por esas corporaciones sino que también le proporcionan personal para cualquier tipo de servicio.
Consideren lo siguiente: En el año fiscal de 2005 (el último año del que se disponen datos), el Pentágono gastó más dinero en contratar servicios con las compañías privadas que en los suministros y equipamientos en sí, incluidos los sistemas más importantes de armamento. Esta cifra ha ido aumentando a toda velocidad a lo largo de los últimos diez años. Durante la última década, según un reciente informe de la Oficina de Contabilidad del Gobierno, la suma que el Pentágono ha pagado a las compañías privadas por sus servicios se ha incrementado en un 78% en términos reales. En el año fiscal de 2006, estos contratos de servicios totalizaron más de 151.000 millones de dólares.
Cada vez con mayor frecuencia escuchamos cómo generales y políticos al alimón se lamentan de la situación del ejército. Su conclusión: el desgaste natural de la Guerra Global contra el Terror del Presidente ha puesto al ejército al borde del precipicio. Pero los contratistas privados están tocando una melodía diferente. Piénsenlo de esta manera: Mientras el ejército no puede suministrarse adecuadamente, sus proveedores se están anotando contratos por valor multimilmillonario. Para ellos, es cuestión de dejar que rueden los buenos tiempos.
Las diferencias que marca una guerra
Como nos preparamos ya para concluir el libro sobre la presidencia Bush, merece la pena explorar y ver, justo ahora, cómo en los últimos siete años la larga Guerra contra el Terror ha ayudado a construir una nueva y privatizada versión del Pentágono. Llámenlo Complejo Militar Industrial 2.0.
Consideren el año fiscal 2001, que terminó convenientemente en septiembre de ese año. Sirve para captar, como buen horizonte de fondo anterior a la Guerra contra el Terror, cómo el Pentágono ha venido ampliando desde entonces sus relaciones con los contratistas privados y cuánto les está pagando ahora.
Retrocedamos a aquella época, los diez proveedores más importantes del Pentágono se repartían unos 58.700 millones de dólares en contratos del Departamento de Defensa (DoD), además de un total de 144.000 millones de dólares que iban a parar a los 100 contratistas más importantes del Pentágono. El número 100 en la lista lo ocupaba el Grupo Carlyle, con 145 millones de dólares en contratos. No olviden tener en mente que ese era el precio de la “defensa” de una nación sin ninguna superpotencia rival.
Rebobinando hasta el 2007, las diez compañías más importantes en la lista de contratistas privados del Pentágono compartían 125.000 millones de dólares en contratos del DoD, de un total de 239.000 millones compartidos entre los 100 contratistas más importantes. El menor de los contratos, de entre esos 100 principales, se concedió a ARINC y alcanzó la cifra de 495 millones de dólares.
Es decir, que en estos siete años los contratos que han ido a parar a las 10 empresas de contratistas más importantes se han más que doblado, el tamaño del pastel de los desembolsos se incrementó en dos terceras partes y el contrato más pequeño entre las 100 más importantes se cuadruplicó.
Igual de revelador es que en 2007, casi la mitad de las compañías de la lista de las 100 más importantes del Pentágono no estaban siquiera en esa lista siete años antes, incluida McKesson, que se llevó la considerable cifra de 4.600 millones de dólares en contratos, y MacAndrews and Forbes que cosechó 3.300 millones de dólares.
Aquí hay un hecho que da sentido a todo lo anterior: Teniendo en cuenta el espectro de servicios ofrecidos y el nivel de integración que se ha producido ya entre el Pentágono y esas compañías privadas, Estados Unidos ya no puede emprender una guerra, ni siquiera pagar nóminas, sin ellas.
Estos han sido buenos tiempos para los contratistas de la defensa aunque no tanto para el ejército mismo. Desde septiembre de 2001, muchas compañías han dado un salto espectacular desde no recibir contratos del Pentágono, o sólo contratos por unos pocos millones, a asignaciones en el ámbito de los miles de millones de dólares. Aquí van unos cuantos retratos de las compañías que están viviendo un boom mientras el ejército se va al garete.
URS Corporation: Esta firma de servicios técnicos, ingeniería y construcción tiene su sede en San Francisco y emplea a más de 50.000 personas en 34 países. Es una firma que se mantiene del sector público, que fue recientemente adquirida por el Washington Group International y que obtuvo numerosos contratos de reconstrucción en Iraq. Más del 40% de los ingresos de la compañía (5.400 millones de dólares en 2007) provenían del gobierno federal. Entre 2001 y 2007, sus contratos con el Pentágono se incrementaron más de mil veces (en un 1.400%), desde 169 millones a 2.600 millones de dólares. LA URS empezó la Guerra contra el Terror con el número 91 en la lista de los 100 mejores del Pentágono. Ahora tiene el número 15
Electronic Data Systems Corporation: Fundada por el disidente Ross Perot, EDS es una compañía de servicios tecnológicos globales con sede en Plano, Texas. En marzo, el Pentágono le concedió un contrato por 179 millones para proporcionar servicios de apoyo tecnológico e información al Defense Manpower Data Center del Pentágono, su archivo central de todo tipo de datos sobre personal, mano de obra y víctimas, pagos y tramitaciones, así como toda la gama de información financiera. La compañía –que emplea a 139.000 personas en 65 países- alardeó de 22.100 millones de dólares de ingresos en 2007. El gigante de ordenadores HP compró EDS en agosto pasado.
En 2001, la compañía ocupó el puesto 71 en la lista de los mejores del DoD, con 222 millones en contratos. En 2007, había subido al número 16 con 2.400 millones de dólares en contratos, un aumento de casi el 1.000%.
Harris Corporation: Esta compañía tecnológica de comunicaciones e información tiene su sede en Melbourne, Florida, y da empleo a 16.000 personas. Harris alardeó de haber tenido ingresos por 4.200 millones de dólares en 2007, con más de la cuarta parte de los mismos (1.600 millones) procedentes de las compras del Pentágono de instalaciones y capacidades electrónicas, como los sistemas de radio de alta frecuencia Falcon II.
Cuando empezó la Guerra contra el Terror, Harris tenía una modesta cifra de 380 millones de dólares en contratos con el Pentágono (y era la número 43 en la lista de las 100 principales); pero durante los últimos años ha mejorado su rango a toda velocidad y ahora ocupa el número 30.
KBR: Aprovechando el sistema
La primera vez que en EEUU se escuchó la frase “complejo industrial militar” fue durante el discurso de despedida del Presidente Dwight David Eisenhower el 17 de enero de 1961. Cuando dejó su puesto, nuestro último general convertido en presidente advirtió que la “conjunción de un inmenso establishment militar y una gran industria de armamento es algo nuevo en la experiencia estadounidense” y su influencia “económica, política, incluso espiritual”- se siente en cada ciudad, en cada capitolio, en cada oficina del gobierno federal….
“Debemos protegernos en los consejos de gobierno de la adquisición de influencias indeseables, ya sean buscadas o no, del complejo industrial militar. El potencial para que se produzca un aumento desastroso e inapropiado de poder existe y seguirá existiendo”.
Sí, el comentario de Ike sigue siendo aplicable en los últimos 47 años en muchos sentidos, el Complejo Industrial Militar (MIC, en sus siglas en inglés) que describió ha evolucionado de forma alarmante y masiva. Actualmente, hace algo más que ejercer influencia; ha creado una dependencia sin parangón y unos beneficios sin comparación.
KBR puede muy bien ilustrar lo que esto significa en la práctica; KBR es una compañía privada que no publica informes trimestrales. Sin embargo, su reciente historia proporciona una lección objetiva de lo que el MIC 2.0 puede hacer por la rentabilidad de un contratista privado.
KBR ha seguido de cerca cada paso del caminar del ejército militar estadounidense durante la invasión y ocupación de Iraq: primero como Kellogg Brown and Root, una filial de Halliburton (de la cual Dick Cheney había sido director ejecutivo), y después como KBR, una compañía independiente. Ha hecho, en efecto, su fortuna corporativa a partir de los nefastos “contratos con reembolso de costes” y “sin licitación” del Pentágono. Desde diciembre de 2001, KBR ha estado trabajando para el Pentágono bajo el Logistics Civil Augmentation Program (LOGCAP, en sus siglas en inglés), un acuerdo multimilmillonario en dólares que garantiza a la compañía beneficios mediante el reembolso de costes, sin acordar previamente precio alguno, por el cumplimiento de las tareas contratadas.
Ese enorme contrato se concedió sin tener en cuenta las exigencias del mercado competitivo. Su naturaleza, “sin licitación”, fue una señal de que KBR no era precisamente un contratista corriente del Pentágono. Una segunda señal fue que el Pentágono aceptase el acuerdo de reembolso de costes. Una rareza en el mundo de los negocios, “reembolso de costes” significa que cuanto más cueste un trabajo, más beneficios van a parar a los bolsillos de la compañía. El profesor Steve Schooner, un experto en contratos de la Facultad de Derecho de las Universidad George Washington, comentó: “Nadie, en su sano juicio, se metería en un contrato que básicamente dice: “Piensa en todas las formas creativas que quieras para gastar mi dinero, y cuanto más gastes, más feliz estaré”. Bajo este contrato, el Pentágono ha repartido 20.000 millones de dólares entre KBR para que construya y gestione instalaciones para el personal militar en Iraq y proporcione alimentos y otras necesidades a las tropas estadounidenses que allí están.
Irónicamente, el Pentágono no está obteniendo aquello por lo que pagó… ni por lo más remoto. Las actividades fraudulentas de KBR han supuesto, según la Oficina de Contabilidad del Gobierno: un fracaso total a la hora de dar cuentas de forma adecuada sobre los más de mil millones de dólares en fondos contratados; el arrendamiento de vehículos para uso del personal de la compañía por un monto de hasta 125.000 dólares al año (a pesar del hecho de que esos vehículos se podían haber claramente comprado por 40.000 dólares o menos); la compra de objetos lujosos innecesarios tales como toallas con monogramas para su uso en las instalaciones de recreo de la compañía destinadas al personal militar; sobrecargar el precio del fuel comprado en Kuwait y llevado a Iraq para uso militar; cargar a la cuenta del Pentágono el valor, aumentado tres o cuatro veces, de las comidas consumidas por el personal militar estadounidense; y suministrar agua contaminada a las tropas estadounidenses.
Todos estos abusos salieron a la luz gracias a las investigaciones del Congresista Henry Waxman (D-CA), de la propia Oficina del Inspector General del Pentágono, y de otros, pero Halliburton y su anterior filial se escaparon con poco más que un tirón de orejas, como fue la revocación del contrato de suministro de fuel y del contrato exclusivo LOGCAP de KBR para Iraq. Este contrato fue recientemente dividido en tres partes y sacado a licitación. Sin embargo, a KBR se le permitió presentarse a la misma, y ahora está compartiendo el contrato con Dyncorp y Fluor Corporation. Cada compañía ha recibido un contrato por 5.000 millones de dólares que incluye nueve posibilidades de renovación al año, lo que podría representar, en total, hasta 150.000 millones de dólares, según Dana Hedgpeth, del Washington Post.
El más reciente de los muchos puntos en contra de KBR se produjo cuando varios miembros del Congreso e investigadores la acusaron de que el poco cualificado trabajo de electricidad efectuado por los empleados de la compañía en las duchas de las bases militares habían provocado la muerte por electrocución de 16 soldados estadounidenses.
Para entender lo que significa para el Pentágono la privatización en marcha, consideren sólo un modesto ejemplo de la corrupción que infecta KBR y de cómo se ha abordado el mismo. En 2004, la compañía presentó una serie de solicitudes de reembolso por más de mil millones de dólares en cargos que los auditores del Ejército calificaron de “cuestionables”, en parte porque no estaban respaldados por documentación fiable. Charles Smith, el oficial del ejército que se encargaba de los contratos del Pentágono, se negó a aprobar los pagos y amenazó con imponer multas a la compañía si no conseguía controlar mejor sus gastos. Posteriormente, declaró a James Risen, del New York Times, que KBR tenía “una cantidad gigantesca de pagos que no podía justificar. En última instancia, el dinero que estaba yendo a parar a manos de KBR era dinero que se le estaba quitando a las tropas”.
A pesar de sus 31 años en el Ejército, y sin que casi se diera cuenta, Smith fue trasladado de su puesto, mientras que los pagos requeridos eran posteriormente enviados a KBR. Según el New York Times, el Ejército argumentó que “bloquear los pagos a KBR habría dañado los servicios básicos prestados a las tropas. Dijeron que KBR había advertido que si no se le pagaba, reduciría sus pagos a los subcontratistas, lo que a su vez provocaría un recorte en los servicios”.
Es decir, el Pentágono –a cargo de cientos de miles de millones de dólares y más de un millón de personas con o sin uniforme- era básicamente prisionero de una compañía que amenazaba con negar servicios que (para ser sinceros) habían sido de muy mala calidad desde el principio.
El senador Robert Byrd (D-WV) vio claro el problema: “Hemos pasado a depender de compañías que sólo buscan su beneficio para satisfacer las necesidades diarias de alimentar y albergar a nuestras tropas, [y] para desempeñar una miríada de otras funciones de la misión, incluyendo la seguridad. Esta clase contratos han abierto la puerta para que cada gestor se sirva del sistema para maximizar beneficios”.
Y ya lo creo que se sirven del sistema. Por ejemplo, la clase de corrupción que parece ser endémica en KBR ha creado a su vez un rentable nuevo mercado para otro tipo de corporaciones militares privadas, las especializadas en supervisión y contabilidad.
Después de que el ejército sustituyera a Smith, alquiló los servicios de la RCI Holding Corporation para que revisara los archivos de KBR. Smith dice que la compañía privada “funciona con estimaciones, utilizando los datos, muy poco consistentes, que le proporciona KBR”, mientras que ignora toda la información de auditoría reunida por el Pentágono. Pero a KBR se le concedieron posteriormente pluses de alto rendimiento y una parte de ese nuevo contrato por diez años con el Ejército, SERCO (la compañía originaria de RCI Holding) recibía también un nuevo contrato: para continuar supervisando los contratos de KBR.
Y así la dependencia engendra dependencias más profundas, mientras que la corrupción, la incompetencia y la más insensible de las indiferencias se va arraigando cada vez más en la vida militar.
Durante su primera campaña presidencial, George W. Bush identificó a Cristo como su filósofo político favorito. Pero como primer Presidente estadounidense con un master en Administración de Empresas (y nada menos que de Harvard), ha hecho un trabajo mucho mejor al aplicar el principio de ante todo el beneficio de Donald Trump y Jack Welch en vez de tomar el ejemplo del hombre de Galilea que prometió riquezas a los hombres ricos en el cielo una vez que hubieran vendido todas sus propiedades y las hubieran repartido entre los pobres en la tierra. Como presidente, Bush ha llevado al Despacho Oval la visión de que las corporaciones no pueden equivocarse y le ha dado al sector privado, con toda rapidez, un reino de grandes libertades en vez de ocuparse del conjunto de servicios y obras públicas. Actualmente, el sector militar se apoya enormemente en las corporaciones privadas para llevar a cabo lo que solían ser sus funciones básicas, desde la guerra a la ayuda en caso de desastre, hasta a lavar los platos. KBR es sólo un ejemplo multimilmillonario en dólares del legado de la presidencia de George Bush.
Más allá de Blackwater: Acumulando mercenarios en el Pentágono.
El nuevo complejo 2.0 emplea habitualmente a compañías cuyo trabajo consiste en enviar mercenarios armados al campo de batalla junto a los soldados estadounidenses, o a proteger a los diplomáticos y altos oficiales del ejército de EEUU. Combatir en las guerras de alquiler se ha convertido, desde 2001, en parte esencial del modus operandi del Pentágono, y el empleado de Blackwater disparando por Bagdad con vestimenta Kevlar, kafiyah y amplias gafas de sol es el símbolo supremo del nuevo momento.
Pero hay otra dimensión del incremento de la era privatizadora de Bush en el Pentágono a la que se ha dedicado mucha menos atención: Las firmas militares privadas están también haciendo el trabajo administrativo de la guerra. Según un informe de la GAO de marzo de 2008: “Additional Personal Conflict of Interest Safeguards Needed for Certain DoD Contractor Employees”, en los despachos de todo el Departamento de Defensa se han instalado, en cifras alarmantes, cubículos de mercenarios que trabajan hombro con hombro con el personal militar uniformado y con los empleados federales.
La Oficina de Contabilidad del Gobierno (GAO, en sus siglas en inglés) miró en 21 despachos distintos del Pentágono y se encontró con que los contratistas privados superaban en más de la mitad a los empleados del DoD. En el departamento de ingeniería de la Missile Defense Agency, por ejemplo, los empleados de los contratistas privados representaban más del 80% de la fuerza laboral. La GAO se encontró con que los contratistas eran responsables del desarrollo de una amplia gama de tareas y que no estaban sujetos a las leyes y regulaciones federales diseñadas para impedir los conflictos de intereses, incluyendo las normas que conciernen al personal que quiere conseguir puestos como empleados federales en las compañías a las que se habían concedido contratos.
Otro informe de la GAO de 2008 aconsejaba al Centro de Excelencia de Contratación del Ejército que los contratistas privados no superaran el 20% de la fuerza de trabajo. Sin embargo, el coste medio de la hora de un empleado de un contratista privado estaba más de un 26% por encima de la de un empleado del gobierno. Pueden encontrarse similares disparidades en los pagos de forma aún más escandalosa en Iraq, donde a un soldado se le paga poco más del salario mínimo, mientras que un contratista militar privado puede muy bien ganar más de 100.000 dólares al año, libres de impuestos.
Para apreciar el contraste supremo en la privatización militar, obsérvese lo siguiente: Al testificar en una vista del Congreso en julio, el director ejecutivo de Blackwater Erik Prince ofreció una estimación aproximada de su salario anual: “más de un millón”. Y le aseguró al Congresista Peter Welch (D-VT) que “volvería” con una cifra más exacta. Welch señaló en aquel momento que el General David Petraeus –entonces responsable de más de 160.000 soldados estadounidenses en Iraq- ganaba 180.000 dólares al año.
Privatizando en lo más alto
Una vez que las compañías privadas asumen las tareas militares y las propias de una guerra, ¿dónde se detiene el asunto? No es común, por ejemplo, que una compañía alquilada para realizar un servicio para el Pentágono subcontrate una parte de sus tareas a otra compañía, que a su vez puede subcontratar parte de las mismas a una tercera. ¿Quién se ocupa de controlar todo eso? Cuando hacen algo mal, ¿quién es el culpable?
Una reciente investigación de Craig y Marck Kielburger, cofundadores canadienses de la ONG Free the Children, y del periodista Chris Mallinos, de Toronto, hallaron que KBR había subcontratado a más de 200 firmas diferentes –muchas de ellas con sede en Kuwait- para transportar materiales a Iraq.
El resultado fue éste: Estados Unidos ha acabado pagando a compañías que se dedican a esclavizar a filipinos, a ciudadanos de Sri Lanza y a otros “nacionales de terceros países” para que lleven suministros a Iraq. En un reciente artículo de Epoch Times, el trío narró una serie de misiones de reconocimiento hasta Kuwait para entrevistar a docenas de hombres filipinos y surasiáticos “reclutados para Oriente Medio con la promesa de buenos trabajos, sólo para acabar siendo alquilados por las compañías de transporte kuwaitíes que van y vienen de Iraq”. Un filipino describió cómo Jassin Transport y Stevedoring Company –uno de los sub-subcontratistas de KBR- le quitó el pasaporte, anuló el contrato que había firmado en Filipinas y le entregó un nuevo contrato escrito en árabe. A los empleados se les “daba un ultimátum: o firmaban o se largaban”. Entonces les entregaban las llaves de camiones, tractores y trailer sin blindar y les decían que condujeran velozmente por carreteras famosas por su peligrosidad. Los autores concluían que esas compañías “violaban abiertamente las leyes laborales de EEUU al utilizar mano de obra barata importada, retener los pasaportes de los empleados y albergar a los trabajadores en condiciones infames”.
Oficialmente, se supone que nada de eso está ocurriendo. Filipinas, Nepal y otros países prohíben que sus ciudadanos acepten trabajos en Iraq. En 2006, el Departamento de Defensa emitió normativas más estrictas prohibiendo esos tráficos de trabajadores, y KBR y otras compañías prometieron que sus subcontratistas seguirían las leyes laborales locales. Pero con normativas o no, la verdad es que el Pentágono no controla realmente nada del proceso, y los sub-sub-subcontratos es una forma de hacer mucho dinero en lugares como Iraq.
Oh… y a pesar de las vistas, investigaciones y legislación, el Congreso tampoco controla nada. En un intento de enfrentarse a la privatización del ejército, por ejemplo, el Comité para la Política Democrática del Senado celebró un total de diecisiete vistas sobre despilfarro, fraude y corrupción en Iraq. El Representante del Comité para la Reforma y Supervisión Gubernamental, Henry Waxman, representó el papel de respetable mosca cojonera del Congreso. Las vistas celebradas tanto en el Congreso como en el Senado han sido fascinantes, algunas veces espeluznantes, dentro del teatro de Beltway, pero la posterior legislación creada para adecentar los informes y supervisiones del Pentágono, ajustar enormes lagunas jurídicas en la contabilidad, criminalizar el fraude y poner freno a algunos de los peores abusos de los contratistas privados ha probado ser bien intencionada pero desesperadamente débil e ineficaz en la práctica.
¿Está el MIC 3.0 en nuestro futuro?
El Presidente Bush dejará el poder vanagloriándose de que Estados Unidos tiene la maquinaria militar más profesional y poderosa del mundo. Hemos pagado muy caro por esa maquinaria en los últimos siete años y pico. Desde 2001, la factura por todo eso podría superar los 3.800 billones de dólares, más otros 900.000 millones en marcha hacia Iraq, Afganistán y algún lugar más.
Y si la maquinaria militar estadounidense es ahora descomunal y asombrosamente cara, es también tanto más propensa a descomponerse en un mundo más peligroso e inestable. Por eso piensen que el legado que nos deja George W. Bush con un Pentágono tan inflado que hace imposible que se le reconozca, e inutilizado por su dependencia de las corporaciones militares privadas.
Y en cuanto al legado de Bush a la Lockheed Martins, las KBR y toda la tropa de las “100 más importantes”, se ha ido tal cantidad de dinero hacia ellas que es imposible calcularlo, lo suficiente para dejarlas a todas trabajando duro en aras al Complejo Militar Industrial 3.0. Naturalmente, quieren asegurar que el dinero va a seguir derramándose en su siempre ascendente maquinaria de guerra, no importa quién asuma el poder en la Casa Blanca en 2009.
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Compañero forista fallecido el 16 de julio de 2011. Ver homenaje en el FMG
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Vehículos Kodiak adquiridos por Suecia y Holanda
Vehículos Kodiak para Ingenieros adquiridos por Suecia y Holanda.
Holanda confirmó la compra de diez vehículos a oruga para ingenieros Kodiak, que se realizarán a partir de chasis Leopard que Holanda tiene almacenados.
Por su parte, Suecia también anunció la compra de seis de estos carros.
Fuente: El Tirador Solitario
Albert Einstein
“Lo importante es no dejar de hacerse preguntas.”
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Excavadora HMEE para el US Army
800 Excavadoras HMEE para el US Army
La empresa de maquinaria de construcción JCB ha anunciado que producirá 800 excavadoras de alta movilidad HMEE para el US Army.
Esta nueva excavadora sustiturá a otros modelos más antiguos y de menos capacidad que están actualmente en servicio.
Esta excavadora tiene una velocidad máxima de casi cien kilómetros por hora. La cabina admite dos hombres y está dotada de aire acondicionado. Los neumáticos son del tipo run-flat.
Fuente: El Tirador Solitario
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Emiratos Árabes adquiere dos sistemas de desminado "Min
Emiratos Árabes adquiere dos sistemas de desminado "Minewolf"
Los Emiratos Árabes han comprado dos sistemas de desminado Mine Wolf. En 2006 la empresa llevó a cabo diversos ensayos en el Golfo Pérsico con este sistema, que concluyó con modificaciones para el desminado en zonas arenosas.
Los dos sistemas de desminado han sido entregados a principios de este año.
Fuente: http://www.minewolf.com/news-and-media/ ... 48/34.html
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Lanzagranadas XM307 ACSW del US Army
Lanzagranadas XM307 ACSW del US Army
Los orígenes del XM307 ACSW (Advanced Crew Served Weapon- Arma Avanzada Servida por dotación), también conocida como XM307 Airbursting Weapon System (Sistema de armas de ráfaga de aire), están basados en documentos militares publicados en EE.UU. durante finales de los 80. En ellos, se señalaban que las armas ligeras del momento habían llegado a su cúspide de desarrollo, y que su única forma de mejorar la efectividad en combate y su letalidad en un tiro de esas armas, era desarrollar nuevas armas que dispararían municiones de ráfaga de aire con espoletas programables.
Siguiendo estas conclusiones, el US Army empezó el desarrollo de varias armas llamadas "Objective Weapons"; Las dos más famosas son el XM29 OICW y el XM307 Objective Crew-Served Weapon (OCSW), actualmente llamada Advanced Crew Served Weapon (ACSW). Despues de gran parte del desarrollo, el principal contratista del programa ACSW fue elegida la General Dynamics Armament and Technical Products (GDATP).
El equipo de desarrollo también incluía a la General Dynamics Ordnance and Tactical Systems (Para la munición de ráfaga de aire), Kaman Dayron Inc (Para la espoleta programable) y Raytheon (Para el sistema de control de fuego computerizado). Primero probada alrededor de 1999 como 25 mm OCSW, en la actualidad (principios de 2006) el XM307 ACSW está en etapas muy avanzadas de desarrollo, con varios prototipos ya probados con munición real, incluyendo proyectiles de ráfaga de aire.
Los planes iniciales fueron llamados a dotar a las unidades del US Army con el las armas M307 ACSW de 25 mm para 2008; El M307 debe reemplazar en servicio a armas más antiguas como el Mk 19 Mod3, lanzagranadas de 40 mm y las ametralladoras M2HB del calibre .50. Para una versatilidad incrementada, el XM307 puede ser fácilmente convertido para disparar munición de ametralladora del calibre .50 con solo cambiar 5 piezas.
La clave para la mejora de la efectividad en combate del sistema ACSW es la munición programable de ráfaga de aire, que puede ser usada en coordinación la la unidad de control de fuego electrónica. La munición permitirá impactar al personal enemigo en cambio abierto o en desenfilada, sin necesidad de un impacto directo en el área objetivo. Otro tipo de munición propuestas para el XM307 ACSW son las HEAT (Con una penetración de blindaje de 5 cm), no-letales (Con gas lacrimógeno para aplicaciones de mantenimiento de la paz) y proyectiles de entrenamiento con ojiva inerte.
Es obvio que para 2008, el XM307 entrará en una dura competición con varias armas de ráfaga de aire de 40 mm como el Mk 47 Striker 40, y el resultado de esta competición es dificilmente predecible, ya qye cada sistema tiene sus propias ventajas e inconvenientes. El ACSW es ciertamente más ligero, dispara munición más ligera (Permitiendo llevar más munición en el mismo peso), y tiene un alcance mayor. Las armas de 40 mm disparan ojivas más grandes y pueden usar grandes existencias de municiones existentes y bien desarrolladas estandard de la OTAN de varios tipos, incluyendo de Fragmentación, HEDP, AP, no letales y muchas otras.
El XM307 ACSW es un arma operada por gas de cerrojo rotatorio que usa un sistema de retroceso diferencial para disminuir el retroceso. El XM307 es un arma alimentada por cinta que dispara a cerrojo abierto. El sistema de retroceso diferencial significa que el cañón y el grupo del cerrojo pueden retroceder a lo largo del cajón de mecanismos, contra los muelles de retroceso.
Cuando el arma es amartillada para el primer disparo, el cerrojo se bloquea abierto y el grupo formado por el cañón y el grupo del cerrojo es llevado hacia atrás y bloqueado en la parte trasera. Al pulsar el gatillo, el cañón y el cerrojo son soltados, y el cerrojo carga un proyectil y lo bloquea en la recámara mientras el cañón sigue moviendose hacia adelante; el percutor es entonces soltado inmediatamente, y el retroceso de la descarga primero tiene que parar el movimiento del cañón hacia adelante, y entonces lo echa para atrás con menos fuerza que como sería con un sistema tradicional de cañón fijo. La cinta de alimentación y el mecanismo del cerrojo son operados por acción convencional de gas.
La unidad de control de fuego incluye canales con aumento diurno y nocturno que mandan una imagen a la pequeña pantalla de la parte trasera de las miras. Un telémetro láser integrado permite medir alcances de forma precisa, necesario para la corrección del punto de impacto automático y para programar las espoletas de ráfaga de aire.
El XM307 está equipado con empuñaduras duales de forma ergonómica con gatillos y botones de control de fuego y puntería. Los botones adicionales se encuentran en la parte trasera de la unidad de control de fuego, bajo el ocular. En aplicaciones estandard, el XM307 puede ser usado ya sea en un trípode ligero de infantería o en montajes en vehículos, controlados de forma manual o remota. Para aplicaciones en vehículos, la GDATP desarrollará una opción de alimentación dual, que permitirá seleccionar el tipo de munición (Antipersonal HEAB o AP) en el instante antes de disparar.
Especificaciones:
Calibre: 25x59mm
Tipo: Lanzagranadas automático operado por gas y alimentado por cinta
Longitud Total: 1328 mm
Peso: 22,7 Kg completo con montaje en trípode y unidad de control de fuego
Alcance Efectivo: Hasta 2000 metros contra objetivos puntuales, 3600 máximo
Cadencia de disparo: 250 dpm
Fuente: http://world.guns.ru/
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La insurgencia en Afganistán dispone de misiles portátiles
Inteligencia informa que la insurgencia en Afganistán dispone de misiles portátiles rusos 9K34 Strela-3 y HN-5 chinos
La Inteligencia Militar desplegada en Afganistán ha alertado que los talibanes disponen de misiles tierra-aire de última generación. Los insurgentes se han rearmado con misiles portátiles rusos ‘9K34 Strela-3’ y de HN-5 chinos.
La Inteligencia en Afganistán ha dado la voz de alarma entre los pilotos de los helicópteros desplazados a este país, tras las últimas evaluaciones. “Los talibanes parece que han introducido misiles tierra-aire de última generación”, se explica. Fuentes consultadas por El Confidencial Digital confirman ahora que, tanto los talibanes como Hekmatyar o Al-Qaeda, están accediendo “fácilmente” a misiles tierra-aire.
Según estas fuentes, el misil “más moderno y peligroso” del que dispone la insurgencia –y contra el que “no hay otra que rezar”, se asegura- es el ruso 9K34 Strela-3, también conocido en nomenclatura OTAN como ‘Gremlin’ (SA-14 para los americanos). Según las mismas fuentes, este misil es la última versión del “viejo” SA-7 ‘Grail’ que entró en servicio en el Ejército ruso en 1970.
El ‘Gremlin’ pesa 17 kilos. De ellos, dos corresponden a la cabeza explosiva. De esta carga, 390 gramos es TNT. Alcanza una altura de 4.100 metros a 470 metros por segundos y es capaz de alcanzar su objetivo desde cualquier ángulo. El sistema de buscador que emplea es difícil de vulnerar frente a ataques electrónicos o bengalas –‘flares’-. Otro tipo de misil que se ha descubierto en Afganistán es el HN-5 chino, de menor riesgo para las tripulaciones en vuelo.
Fuente: El Confidencia Digital
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Boeing lanza al mercado un nuevo programa de helicópteros: el AH-6
Nuevo helicóptero ligero de ataque
La compañía norteamericana Boeing anunció esta semana un nuevo programa, los AH-6, helicópteros ligeros de ataque y reconocimiento. Este programa ha sido diseñado basándose en una plataforma de sistema de combate de eficacia probada, herencia del servicio de Operaciones Especiales. Los AH-6 han sido concebidos para solventar algunas necesidades de clientes del sector militar de todo el mundo, sin embargo, se mantiene la flexibilidad del programa para un posterior crecimiento y desarrollo.
"Varios clientes potenciales se han acercado a Boeing en busca de una plataforma de ataque ligero y de reconocimiento", declara Dave Palm, director del programa de helicópteros de Boeing durante la convención anual del Ejército estadounidense celebrada en Washington D.C. "Creemos que este sistema es perfecto para los clientes que demandan mayor resistencia, un comportamiento de probada eficacia y 2.000 libras de carga explosiva sin dejar de ser un helicóptero asequible".
Las características del AH-6 comprenden un sistema de visión de larga distancia con óptica electrónica y lector de infrarrojos, además de un montaje de armamento capacitado para aviones, incluyendo misiles Hellfire, los M260 de siete disparos por vaina, ametralladora y minigun integradas mediante un sistema de sensores. Por su parte, el sistema de comunicación permite al AH-6 conectar con otras aeronaves y las estaciones de tierra. Boeing fabrica los AH-6 y desarrolla sus sistemas en Mesa (Arizona), donde las compañías existentes en la zona conforman una base de proveedores que asegura la entrega a tiempo y disminuye los costes.
http://www.youtube.com/watch?v=RfRJHm2MHl8
.- Saludos.
Nuevo helicóptero ligero de ataque
La compañía norteamericana Boeing anunció esta semana un nuevo programa, los AH-6, helicópteros ligeros de ataque y reconocimiento. Este programa ha sido diseñado basándose en una plataforma de sistema de combate de eficacia probada, herencia del servicio de Operaciones Especiales. Los AH-6 han sido concebidos para solventar algunas necesidades de clientes del sector militar de todo el mundo, sin embargo, se mantiene la flexibilidad del programa para un posterior crecimiento y desarrollo.
"Varios clientes potenciales se han acercado a Boeing en busca de una plataforma de ataque ligero y de reconocimiento", declara Dave Palm, director del programa de helicópteros de Boeing durante la convención anual del Ejército estadounidense celebrada en Washington D.C. "Creemos que este sistema es perfecto para los clientes que demandan mayor resistencia, un comportamiento de probada eficacia y 2.000 libras de carga explosiva sin dejar de ser un helicóptero asequible".
Las características del AH-6 comprenden un sistema de visión de larga distancia con óptica electrónica y lector de infrarrojos, además de un montaje de armamento capacitado para aviones, incluyendo misiles Hellfire, los M260 de siete disparos por vaina, ametralladora y minigun integradas mediante un sistema de sensores. Por su parte, el sistema de comunicación permite al AH-6 conectar con otras aeronaves y las estaciones de tierra. Boeing fabrica los AH-6 y desarrolla sus sistemas en Mesa (Arizona), donde las compañías existentes en la zona conforman una base de proveedores que asegura la entrega a tiempo y disminuye los costes.
http://www.youtube.com/watch?v=RfRJHm2MHl8
.- Saludos.
Compañero forista fallecido el 16 de julio de 2011. Ver homenaje en el FMG
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Re: Emiratos Árabes adquiere dos sistemas de desminado "
Buf,montond e noticias interesante...
¿hay posibilidades de ver aviones o helicopteros derribados?
Carlos Martín escribió:Emiratos Árabes adquiere dos sistemas de desminado "Minewolf"Los Emiratos Árabes han comprado dos sistemas de desminado Mine Wolf. En 2006 la empresa llevó a cabo diversos ensayos en el Golfo Pérsico con este sistema, que concluyó con modificaciones para el desminado en zonas arenosas.
Los dos sistemas de desminado han sido entregados a principios de este año.
¿que hacen exactamente estas maquinas,las ``mueven´´ o hacen explotar las minas?Inteligencia informa que la insurgencia en Afganistán dispone de misiles portátiles rusos 9K34 Strela-3 y HN-5 chinos
¿hay posibilidades de ver aviones o helicopteros derribados?
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Chávez comprará antes de fin de año más tanques rusos
Chávez comprará antes de fin de año más tanques rusos
Así lo informó hoy un jefe militar venezolano, quien detalló que la negociación tiene como fin renovar su dotación de vehículos blindados.
El comandante Estratégico Operacional de la Fuerza Armada, general Jesús González, confirmó las negociaciones luego de recibir al secretario del Consejo de Seguridad de Rusia, Nikolai Platonovich, quien realiza una visita al país hasta el 18 de octubre.
Explicó que en el encuentro intercambiaron información sobre la integración científica, técnica y militar, entre otros temas de seguridad y defensa. González dijo que Venezuela negocia con Rusia la compra de tanques para renovar su dotación de vehículos blindados. Señaló que la negociación se debe a que los tanques AMX-30, de fabricación francesa, y los ingleses Escorpios, que posee la Fuerza Armada, ya están "obsoletos".
Indicó que existe un abanico de posibilidades para obtener material de defensa, pero que el número de tanques a adquirir depende de un estudio que se lleva adelante sobre los requerimientos que tendrán los jefes de cinco nuevas regiones militares, creadas recientemente. "Se trata de tanques medianos, del tipo T-72 posiblemente, tanques de reconocimiento, semejantes a los que tenemos del tipo BMP-3. Vamos a comprar otros modelos que nos están ofertando, esto no tiene que extrañar ni preocupar a nadie", dijo a los periodistas.
González agregó que hasta ahora se desconoce el costo de la operación o el número de tanques que serán comprados, ya que eso depende del "estudio estratégico que se haga respecto al futuro empleo de esos vehículos". "En este momento no podemos decir si vamos a comparar 500, 600 o 700 tanques porque la tarea del estudio estratégico sobre la base de nuevas regiones militares no se ha completado", aseveró.
Venezuela compró a Rusia una flota de aviones caza Sukoi, helicópteros de transporte y estudia, además de los tanques, comprar submarinos.
Fuente: DPA
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MONTAJE DE FRANCOTIRADOR POR CONTROL REMOTO
MONTAJE DE FRANCOTIRADOR POR CONTROL REMOTO
La unidad de proyectos especiales de la IDF ha presentado un nuevo sistema armado de control remoto con la particularidad de que monta un arma de francotirador.
Este sistema, denominado Tanin, monta un fusil Barrett de 12.7 mm instalado en un montaje de 120 kg de peso, de accionamiento eléctrico, que permite a un francotirador operar el arma desde una posición segura y batir blancos hasta a 2 kilómetros de distancia.
Fuente: El Tirador Solitario
IDF New Remote-Controlled Sniper Mount
Posted by David Eshel at 10/17/2008 10:36 AM CDT
A remotely controlled sniper weapon-mount was unveiled following the conference on land warfare by the IDF special projects development unit, Yiftach.
The system, dubbed Tanin (Alligator) mounts a Barret 0.5" semi-automatic heavy sniper rifle, positioned on an electrically powered, remotely-controlled fixture capable of aiming the rifle at targets up to 3 km away. These weapon are typically positioned near remotely operated observation posts, enabling operators to rapidly engage targets within their area of responsibility. The system is equipped with a firing safety feature. It weighs about 120 kg and is designed for operation at fixed sites.
Yiftach has also developed a deployable, lightweight system designed for automatic sniper rifles. Other remotely controlled weapon stations (RCWS) on display at the exhibition included the Wave system, developed by IMI, demonstrated on IMI's up-armored M-113 and the Samson RCWS, developed by Rafael, shown mounted on the Namer.
La unidad de proyectos especiales de la IDF ha presentado un nuevo sistema armado de control remoto con la particularidad de que monta un arma de francotirador.
Este sistema, denominado Tanin, monta un fusil Barrett de 12.7 mm instalado en un montaje de 120 kg de peso, de accionamiento eléctrico, que permite a un francotirador operar el arma desde una posición segura y batir blancos hasta a 2 kilómetros de distancia.
Fuente: El Tirador Solitario
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Fusil de asalto Khaybar KH 2002 de Iran
Fusil de asalto Khaybar KH 2002 de Iran
El fusil de asalto Khaybar 2002 es un desarrollo de la Industria de Defensa iraní. Apareció por primera vez en 2004 y está destinado a reemplazar los obsoletos fusiles HK G3-origen alemán- de 7.62x51, construido bajo licencia en Irán desde las épocas del Shah.
El Khaybar KH 2002 es un fusil de calibre 5,56 mm, tipo bullpup, aparentemente su mecanismo seria una copia del fusil chino CQ. Es operado por retroceso de gases con rotación y bloqueo del perno, similarmente al M-16, con empuñadura tipo pistola de polimero. Según el fabricante, el fusil está disponible con tres tipos de cañones: corto (carabina), mediano (fusil estándar) y largo (tirador especial). El equipo adicional incluye bipodes plegables y desmontables y cuchillo-bayoneta.
Especificaciones:
Origen: Irán
Calibre: 5.56 x 45 mm
Longitud total: 730 mm (con cañón mediano)
Peso: 3,7 kg con cargador vacío
Tasa de fuego: 800-850 dpm
Cargador: 30 proyectiles
Fuente: http://world.guns.ru/assault/as81-e.htm (Traducción: Desarrollo y Defensa)
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Rusia envía equipos de fusiles Kalashnikov para Venezuela
Rusia suministra equipos para montar producción de fusiles Kalashnikov en Venezuela
La planta rusa de construcción de maquinaria de Izhevsk ("Izhmash") entregó a Venezuela la primera partida de equipos necesarios para montar en ese país la producción de fusiles Kalashnikov "AK-103", informó hoy la planta.
"Los primeros equipos e instalaciones llegaron a Venezuela el 18 de octubre", precisó el jefe del servicio de prensa de "Izhmash", Alexandr Baditsa. Comunicó que el montaje de los equipos debe terminar hasta el fin de 2009 para que la producción de fusiles pueda comenzar en 2010.
Fuente: RIA Novosti.
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