Uɴ ᴍᴇᴅɪᴄᴀᴍᴇɴᴛᴏ ᴄᴀsɪ ᴜɴɪᴠᴇʀsᴀʟ
La resina obtenida del silfio, así como en cocina, fue ampliamente utilizada en el campo de la medicina. Se pensaba que curaba la tos, el dolor de garganta, la fiebre, la indigestión, los dolores, las verrugas y varios otros tipos de enfermedades. Pero, sobre todo, según Plinio, se usaba como anticonceptivo. Esto puede parecer extraño, pero hoy sabemos que muchas de las especies pertenecientes a la familia Apiaceae afectan la actividad de estrógenos (las principales hormonas sexuales femeninas), y se ha demostrado que algunas de ellas causan abortos.
«El destilado de silfio ('laser') viene en muchas preparaciones medicinales», escribe siempre Plinio, «tomado en poción atenúa las dolencias de los tendones. Se da a las mujeres en el vino para provocar la menstruación. Tomado en dosis abundantes previene la flatulencia. En poción neutraliza el veneno de flechas, lanzas y de serpientes. Aplicado con vino, azafrán o pimienta, excrementos de ratón y vinagre, seguido de fricciones de nitro (sal de potasio), favorece la regeneración del cabello en caso de que alopecia». En resumen, una verdadera panacea, que justificaba su precio, a veces exorbitante.
• Nota: Al parecer el silfio se extinguió a mediados del siglo I dC.
Imagen: El rey Arcesilao de Cirene supervisa la elaboración de silfio. Tondo de una crátera laconia (565–560 aC) hallada en Vulci, Etruria. (Biblioteca Nacional de París).
