El maximo heroe peruano de la GDP es Francisco Bolognesi, quien segun ellos murio peleando....basado en fantasiosos relatos.
Falta leer no mas el parte del Jefe de las Baterias quien dice.
“...la tropa que tenía su rifle en estado de servicio, seguía haciendo fuego, hasta que los enemigos invadieron el recinto haciendo descargas sobre los pocos que quedábamos allí; en esta situación llegaron a la batería, el señor Coronel D. Francisco Bolognesi, Jefe de la Plaza, Coronel D. Alfonso Ugarte, Ud. (se refiere a Manuel C. de la Torre, a quien está elevado el parte), el teniente Coronel D. Roque Sáenz Peña, que venía herido, el Sargento Mayor D. Armando Blondel y otros que no recuerdo; y como era inútil toda resistencia, ordenó el señor Comandante General que se suspendieran los fuegos, lo que no pudiendo conseguirse a viva voz, el señor Coronel Ugarte fue personalmente a ordenarlo a los que disparaban situados al otro lado del cuartel, en donde dicho jefe fue muerto (...) A la vez que tenían lugar estos acontecimientos, las tropas enemigas disparaban sus armas sobre nosotros, y encontrándonos reunidos los señores Coronel Bolognesi, Capitán de Navío Moore, Teniente Coronel Sáenz Peña, Ud., el que suscribe y algunos oficiales de esta batería, vinieron aquellos sobre nosotros y, a pesar de haberse suspendido los fuegos por nuestra parte, nos hicieron descargas de los que resultaron muertos el señor Coronel Comandante General de la Plaza D. Francisco Bolognesi y el señor Capitán de Navío D. Juan G. Moore, habiendo salvado los demás por la presencia de oficiales que nos hicieron prisioneros...”
Lo que concuerda con los relatos de los 2 oficiales chilenos que llegaron primero al morro.
En estas circunstancias, después de 45 o 50 minutos de pelea, llegamos al centro de la Plaza del Morro; me acompañaban cuatro o cinco soldados y un sargento; a mi retaguardia corría todo el regimiento.
No en el mismo centro, un poco cerca de las piezas que daban al mar estaba Bolognesi, don Juan Guillermo Moore, vestido de paisano; Espinosa, chiquito, y otros jefes peruanos más.
La tropa, obediente a mi voz, se detuvo y rodeó a los comandantes enemigos.
Bolognesi se dirigió a mí y me dijo: "Estoy rendido; no me mate, que estoy herido; soy un pobre viejo cargado de hijos!"
En el acto contesté: "Los oficiales chilenos no matan a los heridos ni a los prisioneros".
Bolognesi, en señal de rendición, gritó a los suyos: ¡Alto el fuego! ¡Alto el fuego!
Sobre la marcha, recibí de manos del coronel don Francisco Bolognesi, su espada, y del capitán Espinosa, la suya.
Esas armas las poseen hoy, don Juan Miguel Dávila Baeza, la de Bolognesi y la familia de mi capitán don José Losedano Fuenzalida, la de Espinosa.
Don Juan Guillermo Moore, Bolognesi y Espinosa, fueron inmediatamente puestos bajo custodia, para librarlos de la furia de los soldados que no querían dar cuartel.
Yo continué mi camino, acompañado por mi sargento Briones y tropa de mi compañía, y en demanda de otra situación.
Por desgracia, habiendo cesado el fuego y dándose por todos la orden de no continuarlo, y estando rendido aquel poderoso reducto, un infeliz soldado, dicen algunos, jamás se sabrá quien fue, creo yo, hizo reventar uno de los grandes cajones de la batería del mar!
Esa felonía volvió loco a todo el mundo, y a nadie se perdonó entonces la vida.
Más tarde pude ver juntos los cadáveres de Bolognesi, Moore y otros que no recuerdo. Bolognesi tenía roto, destapado el cráneo de un culatazo.
La tropa, furiosa, los mató estando rendidos".
Teniente Aldunate Bascuñan
Partimos oblicuando sobre la izquierda, con esta en cabeza, en movimiento envolvente; el ataque fue rapidísimo; no hicimos fuego sino cuando ya estábamos encima; todo el 2º batallón, ciego y con rapidez asombrosa, tomamos todos los fuertes de la playa y llegamos al recinto mismo del Morro; sentimos el toque de ¡Alto el fuego!
Nos detuvimos un momento, y como hubieran muchas bajas, de acuerdo todos seguimos el asalto y penetramos a la gran plazuela, y me dirigí a un fuerte cuadrado y con rieles que había en el medio.
Cuando llegué al mástil, que enarbolaba la insignia peruana con varios de sus soldados, nadie, de nuestro ejército, se había adelantado a mí.
Más tarde pude ver los cadáveres de Bolognesi, Moore y Ugarte. Todos decían que después de haberse rendido vulgarmente, la tropa los había ultimado a culatazos, porque, con felonía, estando rendida la plaza, le dieron fuego a los cajones, reventándolos.
Capitan Ricardo Silva Arriagada
Es asi mi estimado como en Perú se tergiversa la historia, para darse honores y glorias que no tienen.
saludos