japa escribió:Intentarlo pues lo intentaré, pero vamos, tal y como están las cosas no espero conseguir nada. Una vez tenga claro que no se publica subiré el pdf a la red.
Hombre, una opción podría estar en la auto-edición. Y me explico
Hay muchas copisterías (al menos en Barcelona) que ofrecen la posibilidad de imprimirte el libro si tú ya se lo traes editado, de forma similar como se hace con las copias de tesis doctorales que se entregan a los miembros del tribunal, al fondo de la Universidad correspondiente, etcétera.
Evidentemente, la tirada como mucho podría ser de tres o cuatro docenas de ejemplares, a no ser que encontraras un "socio capitalista" dispuesto a poner el dinero necesario para cubrir los costes para imprimir y que sólo espere el retorno de la inversión en un plazo razonable. El precio de cada ejemplar sería entonces sólo para cubrir costes y los gastos de envío a cada comprador.
Y la verdad es que a mi también ma haría ilusión tener un ejemplar dedicado
Hay muchas copisterías (al menos en Barcelona) que ofrecen la posibilidad de imprimirte el libro si tú ya se lo traes editado, de forma similar como se hace con las copias de tesis doctorales que se entregan a los miembros del tribunal, al fondo de la Universidad correspondiente, etcétera.
Eso es buena idea, ademas como no tiene muchas fotos el precio seria menor. Un forista americano llamado Ron Klages hacia algo parecido. Soy -como muchos- de los que pienso que este trabajo tiene que estar imprimido para poder ser apreciado mejor. Ha sido uno de los hilos mas interesantes que he leido en un foro.
Hay muchas copisterías (al menos en Barcelona) que ofrecen la posibilidad de imprimirte el libro si tú ya se lo traes editado, de forma similar como se hace con las copias de tesis doctorales que se entregan a los miembros del tribunal, al fondo de la Universidad correspondiente, etcétera.
Eso es buena idea, ademas como no tiene muchas fotos el precio seria menor. Un forista americano llamado Ron Klages hacia algo parecido. Soy -como muchos- de los que pienso que este trabajo tiene que estar imprimido para poder ser apreciado mejor. Ha sido uno de los hilos mas interesantes que he leido en un foro.
Saludos.
Me temo que vamos por el centenar de fotos. Y además habría que incluir mapas en las campañas. De todas formas insisto en que aún queda un trecho.
Hay muchas copisterías (al menos en Barcelona) que ofrecen la posibilidad de imprimirte el libro si tú ya se lo traes editado, de forma similar como se hace con las copias de tesis doctorales que se entregan a los miembros del tribunal, al fondo de la Universidad correspondiente, etcétera.
Eso es buena idea, ademas como no tiene muchas fotos el precio seria menor. Un forista americano llamado Ron Klages hacia algo parecido. Soy -como muchos- de los que pienso que este trabajo tiene que estar imprimido para poder ser apreciado mejor. Ha sido uno de los hilos mas interesantes que he leido en un foro.
Saludos.
Me temo que vamos por el centenar de fotos. Y además habría que incluir mapas en las campañas. De todas formas insisto en que aún queda un trecho.
Más que un libro seria una colección.
Licenciado en Geografía, Técnico en Gestión Ambiental y Planificación Territorial
Guardia sobre el Rin nació en la mente de Hitler a mediados del mes de septiembre. Desde el mismo momento del desembarco aliado el Führer había tratado de cortar el avance aliado mediante un contraataque acorazado pero las dos veces en que logró ponerse en marcha la operación (en Mortain y en Lorena) las acciones enemigas habían dado al traste con los ataques casi antes de que éstos empezaran. El parón logístico de los invasores en septiembre dio un respiro a los alemanes, y el dictador decidió aprovechar la que podía ser su última oportunidad de retomar la iniciativa antes de que los angloamericanos llegaran al Rin.
Tras estudiar las posibilidades a lo largo de todo el frente aliado, el OKW se decidió por un golpe al norte de Luxemburgo, a través de los bosques de las Ardenas, que destruyera el flanco derecho del I Ejército Americano y alcanzara la costa a la altura de Amberes, aislando al II Ejército británico contra el mar. Si la ofensiva tenía éxito sería posible destruir entre 20 y 30 divisiones enemigas, un volumen de bajas que en el frente oriental no sería apreciable, pero resultaría catastrófico para los angloamericanos.
La cercanía del invierno favorecía los planes alemanes ya que al empeorar el tiempo la aviación aliada tendría cada vez más difícil intervenir sobre el campo de batalla. Además el respiro que la industria germana había recibido con la invasión de Francia había permitido acumular algunas reservas de combustible y material, y en el este la situación permanecería estable un par de meses mientras los soviéticos recuperaban el aliento.
A priori el proyecto no era descabellado: si Alemania tenía que jugárselo todo a una carta, no habría un momento y lugar más idóneos. SIn embargo el éxito de una apuesta tan arriesgada dependía de tres premisas: concentrar un volumen adecuado de fuerzas, desplegar un apoyo logístico ingente y mantener un secreto absoluto.
Como veremos, sólo la tercera condición iba a cumplirse de forma efectiva.
Inicialmente sólo unos pocos miembros del OKW estaban al tanto de las intenciones del Führer: el trabajo preparatorio se llevó a cabo sin informar a los implicados de lo que iba a suceder, de forma que los movimientos de tropas y suministros aparecieran como parte de una estrategia defensiva (de ahí el nombre de la operación)
Rundstedt y Model, al cargo del Frente Occidental y del Grupo de Ejércitos B, y Otto Skorzeni, que debía llevar a cabo una operación especial de apoyo, visitaron el cuartel de la Wollfschanze el 22 de octubre y fueron puestos al tanto de los nuevos planes. En la siguiente semana se informó a los jefes de los tres ejércitos que participarían en la ofensiva.
Aparte de estos mandos y sus respectivos estados mayores, nadie más debía saber lo que se estaba organizando. Para evitar que los aliados pudieran interferir en las comunicaciones alemanas, las órdenes a las diversas unidades se dieron de forma verbal o se transmitieron en mano. Sin mensajes radiados, ULTRA estaba ciego respecto a las intenciones alemanas.
Hubo indiscreciones, como una orden cursada a todas las unidades pidiendo voluntarios para la operación de Skorzeni con el membrete Asunto: comando secreto en grandes letras de cabecera, pero cosas como esa pasaron desapercibidas en el mar de rumores que acompaña a toda guerra. Por supuesto era inevitable que el enemigo observara algunos preparativos, pero la ofensiva del I Ejército facilitó buena parte del trabajo preliminar ya que los desplazamientos de unidades pudieron enmascararse como parte de las medidas destinadas a defender los accesos al Roer. Los trenes hacia el oeste circulaban sólo de noche y permanecían de día en túneles para escapar a la observación aérea. Además se alejaron las cabeceras ferroviarias de los puntos de concentración para no levantar sospechas, y buena parte de los abastecimientos se acumularon en las cercanías del Rin.
Las lluvias limitaron bastante las misiones de reconocimiento de la aviación aliada y dado que los informes de ULTRA eran tranquilizadores una gran sensación de confianza se expandió por las líneas aliadas. A ello contribuyó el optimismo que aún reinaba entre los mandos: pese a la dureza de los combates de Arhem y Hurtgen, se suponía que los alemanes estaban agotando sus últimas fuerzas y todos confiaban en que la guerra terminaría en cuanto los angloamericanos pudieran ponerse de nuevo en marcha. La decepción alemana funcionó: el enemigo bajó la guardia. O al menos lo hicieron casi todos.
El III Ejército se mantuvo alerta. Patton recibía la misma información que el resto de los generales, pero su jefe de inteligencia, el coronel Koch, era un hombre dinámico e imaginativo y al viejo sangre y agallas le gustaba ponerse en el lugar del contrario. En una situación como la que tenían los alemanes, él atacaría a la primera oportunidad, ergo los alemanes atacarían a la primera oportunidad. Bradley consideró que Patton exageraba y no prestó atención a sus mensajes, así que el I Ejército siguió ignorando la amenaza que se le venía encima.
Discretamente y sin descuidar sus propios planes ofensivos, Patton modificó el despliegue de su ala izquierda, por si se producía una emergencia al norte y alguien requería sus servicios.
La principal preocupación de Hitler de cara a la ofensiva en las Ardenas era el combustible y la primera tarea que recibieron Keitel y Jold fue calcular cuanta gasolina requerirían las PzDiv para alcanzar sus objetivos. La estimación inicial fue de unos 900000 galones (algo más de 4 millones de litros) pero aunque las plantas de hidrogenación estaban trabajando a pleno rendimiento para asegurar las reservas necesarias, estos requerimientos fueron siendo limados, economizando en todos los aspectos posibles, hasta dejarlos en unos 170000.
La mayor parte de las tropas se desplazaron a pie hacia sus objetivos y se incrementó el volumen de caballos, carros y bicicletas en las VGDiv, reduciendo al mínimo sus recursos motorizados. Todo el transporte posible se llevó a cabo por ferrocarril y se movilizaron miles de carros de tiro y camiones con gasógeno para llevar el combustible hasta el frente sin consumir ni una gota más de lo imprescindible.
Rebañando todo lo posible fue posible acumular un stock que casi duplicaba los cálculos del OKW. Keitel estimó que los panzer podrían avanzar más de 150 km antes de que fuera necesario reavituallar a las divisiones. El 12 de diciembre Hitler, en un discurso a los oficiales que intervendrían en la ofensiva, afirmó que habría suficiente gasolina para cubrir todos los objetivos, pero al igual que Keitel, estaba cometiendo un error de apreciación.
Debido a la necesidad de garantizar el secreto, parte de los depósitos estaban lejos del frente, en las inmediaciones del Rin. En cuanto la ofensiva diera comienzo los aliados tratarían de destruir todas las líneas férreas conocidas, así que a la hora de la verdad esos almacenes eran tan inútiles como si estuvieran en Polonia. Las reservas situadas cerca de la primera línea tampoco serían de utilidad una vez las PzDiv se pusieran en marcha, porque en el terreno de las Ardenas la congestión de tráfico que se produciría en el frente impediría avituallar a las puntas de avance. Por supuesto Goering prometió que la Luftwaffe podría abastecer desde el aire a las tropas acorazadas, pero a esas alturas todos deberían haber tenido claro el valor de las promesas del ReichsMarshall.
Para todos los efectos los panzer no contarían con más combustible que el que cargaran sus propias columnas, y teniendo en cuenta el gasto medio de los panther (que suponían más del 50% de los carros disponibles) con suerte podrían avanzar 60 km antes de quedar inmóviles. Claro que el OKW contaba con un as en la manga, ya que las tropas acorazadas podrían repostar en los ingentes depósitos aliados que capturarían sobre la marcha.
De todas las apuestas de Watch am Rhein esa era una de las más arriesgadas porque presuponía que A: esos depósitos (que en efecto eran ingentes) estarían justo en la ruta de avance de las PzDiv y B: los americanos huirían sin intentar defender o destruir sus existencias de gasolina. Ambos presupuestos se mostrarían, por supuesto erróneos.
Por si fuera poco, los cálculos fallaban por su misma base, ya que se hicieron en base a distancias lineales sobre el mapa, sin tener en cuenta que la primera vez que las PzDiv atravesaron las Ardenas fue en un mes de mayo, con un perfecto clima primaveral y empleando principalmente carros ligeros, que atravesaron sin problemas las pistas forestales. La nueva ofensiva tendría lugar en pleno invierno, tras un otoño excepcionalmente lluvioso, y con carros tan grandes que en muchos tramos tendrían que desplazarse en fila india, bloqueando la vía cada vez que hubiera una avería. En esas condiciones el consumo de combustible sería superior a las optimistas previsiones de Keitel, tan alejado de la realidad del campo de batalla como lo estaba todo el entorno del Führer.
Si la situación del combustible era preocupante, la de los otros suministros no era mejor. Los requerimientos de transporte no podían cubrirse con la exigua producción alemana de camiones militares y eso significaba que la artillería sólo dispondría de munición en abundancia mientras la lucha se centrara en el frente de ruptura: después, habría que ahorrar proyectiles. En cuanto a materiales como la ropa de abrigo o el calzado invernal, las divisiones acorazadas estaban algo mejor equipadas (sobre todo las de las Waffen) pero los volksgrenadier tendrían que apañarse con lo que hubiera en los almacenes. Y lo mismo vale para la comida: una vez en marcha, las cocinas de campaña irían quedando atrás y comer caliente podría ser casi imposible.
Había un punto en el que la situación era buena: el suministro de armas de infantería había aumentado y la potencia de fuego de los granaderos alemanes, equipados con ametralladoras MG42 y fusiles de asalto MP44, dejaba en ridículo a la de los fusileros del US Army, que aún manejaban el M-1 Garand y las AML Browning. Por lo demás los soldados alemanes partirían hacia su última ofensiva occidental a pie, mal avituallados, mal vestidos y en muchos casos mal calzados. Alemania había hecho un gran esfuerzo para preparar su última baza, pero no era suficiente.
japa escribió: equipados con ametralladoras MG42 y fusiles de asalto MP44, dejaba en ridículo a la de los fusileros del US Army, que aún manejaban el M-1 Garand y las AML Browning.
Esta apreciación es incorrecta.
Mientras que el arma stándard del infante americano es el M1 el del alemán es el Kar-98. Los STG-44 sustituían a los subfusiles, no a los fusiles de cerrojo. A pesar de ser mucho mas versátil el STG que el M1 al que supera en todo excepto en alcance máximo, el número de éstos últimos dan la vuelta a la tortilla en cuestión de potencia de fuego "genérica"
Acabo de revisar mis notas y tienes toda la razón: la superioridad de potencia de fuego de la infantería alemana no se debe al MP44 sino a sus tácticas de pelotón, centradas en el empleo de la MG como arma principal en torno a la que se despliegan los fusileros (armados en efecto con el viejo Ka98, salvo uno con subfusil o MP44). En cambio los americanos usan una táctica de pelotón más descoordinada, en la que la AML es un apoyo de los fusileros.
A eso le añadimos la distribución masiva de Panzerfaust a la infantería alemana, siendo así la única que puede enfrentarse a los carros con un arma ligera pero eficaz (y más práctica que el bazooka americano, ya que éste requiere dos hombres para su manejo)
Hay que decir que la MG42 es un arma superior a la AML en combate, tanto por su potencia de fuego como por su sencillez, pero en cualquier caso queda claro que la ventaja alemana, una vez más, está en las ideas tácticas antes que en la técnica
El término correcto para el AML americano es BAR. No confundir con la ametralladora browning de 7'62 (un arma similar de aspecto a la Cal 50, pero más reducida), que si bien se empleaba también en apoyo de la infantería, no era usada anivel de pelotón
El problema del BAR es que no es una ametralladora ligera en el sentido que solemos usar habitualmente (tomando como ejemplos la MG-34, 43, Bren, Degtyarev, ...) sino una especie de arma de apoyo (recordemos que viene de la IGM) para dar potencia de fuego a otras armas. Incluso las ametralladoras ligeras de los americanos tampoco eran tan versátiles como sus equivalentes del otro lado del charco (por ejemplo, tenían que operar con trípodes, aunque hubo alguna versión de la .30 con bípode) Para compensar disponían de la Browning .50, arma que no tenía comparación excepto en las DShK del 12,7 soviéticas.
El BAR era un buen arma, pero para la SGM estaba un poco "pasada de moda" Sus cargadores de solo 20 disparos hacían que su poder de fuego fuera un poco limitado (y comparadao con una MG-42 ni te cuento) Creo que siguió en uso por la potencia de fuego que le daban a los pelotones americanos los Garand, que si no hubieran tenido que buscar un reemplazo a toda prisa.
Por no mencionar que mientras la MG es preciosa el BAR es más feo que darle a tu padre con un calcetín sudado. Que mamotreto más… Lo lógico habría sido reemplazarlo por una versión aligerada de la 30 cal, pero supongo que no se les pasó por la cabeza hasta que la guerra ya había acabado.
Preciamente la 50 cal tuvo uno de sus momentos carniceros en las Ardenas, en el formato de cuadruple montaje antiaéreo, que contra infantería era una verdadera picadora de salchichas