Operación Impensable
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- flanker33
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23 de junio
11:45 Hora local
Los marineros soviéticos de la infantería naval de la flota del Mar Báltico no habían parado de avanzar desde que al amanecer llegaran a una playa al norte de Kappeln, Dinamarca, en toda suerte de barcos, desde pesqueros y patrulleros, hasta algún que otro destructor y buque mercante. Cerca de seis mil soldados, reforzados por varios cientos de marineros lanzados en paracaídas en las cercanías de la zona de desembarco para facilitar la operación, arribaron a la costa con las primeras luces del alba, y sin serios contratiempos, se afianzaron en la playa y alrededores, formando un perímetro defensivo mientras llegaban más hombres y material. Seguidamente, avanzaron hacia el interior sin descanso, capturando o matando a los pocos defensores que les salían al paso, y sin encontrar una resistencia organizada. Los marineros, enfundados en sus trajes negros y con sus cintas de munición cruzadas sobre el pecho, avanzaban por la carretera que conducía a Bredstedt como destino final, pasando por Sorup y Tarp, con la intención de cortar la retirada a las tropas enemigas que se retirasen hacia Dinamarca, a la vez que aislaba a las tropas que allí se encontraban.
El soldado Mikhail Galchenko formaba parte de la fuerza de invasión. Llevaba combatiendo desde hacía varios meses, cuando a los diecisiete fue reclutado en su ciudad natal de Leningrado. Se podía decir que pese a su corta edad, ya era todo un veterano, y como bastantes de sus camaradas aquel día, tenía experiencia en realizar pequeños desembarcos en la retaguardia de las posiciones alemanas. Pero aquella invasión no tenía parangón, por lo numeroso de los efectivos desembarcados, con ninguna operación anfibia de la Gran Guerra Patria.
Les habían dicho que era posible que hubiese tropas enemigas en la zona, seguramente infantería inglesa, sin apoyo de tanques, pero con respaldo de artillería.
Galchenko iba casi al final de una de las columna de a dos, que ocupaba ambos lados de la carretera que conducía a Sorup. La marcha de su columna, que había avanzado a buen ritmo, era ahora más lenta, en parte por los disparos que se oían a lo lejos, pero que crecían en intensidad conforme se acercaban a la ciudad, ya que seguramente alguna otra columna que iba por delante había trabado combate con los ingleses, y en parte por que ellos mismos estaban ya mas cerca del enemigo, y había que tomar precauciones.
De pronto comenzó a escuchar disparos cercanos, seguramente de la cabeza de la columna. El y sus camaradas se pusieron en guardia y se arrojaron al suelo buscando al enemigo.
-Adelante camaradas – gritó su sargento indicando que se levantasen y avanzasen hacia donde se escuchaban los disparos.- Por fin estos perros dan la cara, es hora de partírsela – el viejo sargento Shtemenko siempre se refería a sus enemigos como “perros”, ya fueran alemanes, ingleses, o incluso rusos.
-Adelante, vamos, vamos – gritaba Galchenko junto a varios de sus camaradas, que se habían levantado y corrían hacia delante en busca del enemigo.
La columna se había transformado en algo parecido a una línea de soldados desplegados para el combate, que avanzaban hacia las afueras de la ciudad.
Súbitamente empezaron a caer proyectiles de mortero sobre los marineros soviéticos, a la vez que al fuego disperso que habían recibido hasta el momento, se unían el repicar de las ametralladoras y los fusiles enemigos. Pronto se encontraron parapetándose en toda suerte de obstáculos naturales y artificiales, arrastrándose para poder avanzar metro a metro hacia el interior de Sorup, a la vez que respondían al fuego con todas sus armas.
Galchenko disparaba su fusil Tokarev una y otra vez, solo parándose para recargar el arma y avanzar pegado al suelo algunos metros cada vez que el fuego británico parecía decrecer. Aunque los rusos parecían superiores numéricamente, se encontraban en una situación más expuestas que los ingleses, lo que equilibraba la situación.
Aquello continuo así durante más de media hora, hasta que llegaron numerosos aviones de la aviación naval soviética y arrojaron docenas de bombas sobre las posiciones enemigas.
Espoleados por aquello, los marineros rusos se lanzaron a la carrera contra las posiciones defensivas inglesas.
Mikhail corría al unísono con sus compañeros de armas, disparando su fusil desde la cadera, cuando de repente sintió un martillazo en la sien derecha que lo lanzó al suelo. Durante unos instantes trató de recuperar el aliento, a la vez que intentaba averiguar que le había pasado. Se llevo la mano a la cabeza, y la retiró ensangrentada. En ese momento el pánico se apoderó de él. Nunca antes había sido herido, y la idea de que fuera a morir allí mismo, se le hacía insoportable.
Pasaron varios minutos hasta que oyó la voz de su camarada Yuri entre el sonido de las balas y las explosiones.
-Tranquilo Misha, estoy aquí, déjame ver.
-Me han herido, estoy mal. ¡¡¡Joder, me voy a morir!!!!
-Calla Misha, cálmate un poco para que pueda ver la herida.
-Yuri, tu no eres médico, ¿Cómo coñ* me vas a curar la herida?
-Muchacho, yo estoy en esto desde el cuarenta y uno, ¿crees que hubiese llegado hasta aquí si no supiese un par de cosillas?
Tranquilízate, todo va a ir bien.
Galchenko trató de relajarse lo que pudo, mientras que su compañero miraba y hurgaba en su cabeza. Yuri extrajo un vendaje del bolsillo de la guerrera y se lo ató con firmeza a lo largo de la frente.
-Vale chaval, ya esta. No es más que una herida superficial, la bala no ha llegado a entrar en tu dura cabeza.
Mikhail no sabía si creérselo, su cabeza le dolía como si le fuese a estallar y aunque ahora ya no brotaba más, la sangre le tapaba media cara.
-¿No me engañas Yuri?¿seguro que no voy a morir? Me duele muchísimo la cabeza.
-Mierda Misha, será mejor que te levantes y empieces a disparar otra vez o te formaran un consejo de guerra si te ven aquí parado solo con ese rasguño.
Galchenko trató de incorporarse poco a poco ante las palabras de su amigo.
-Créeme Misha, lo mejor que puedes hacer ahora es seguir adelante, que la adrenalina vuelva a fluir por tus venas, y veras como ese dolor desaparece solo.
-Está bien, lo intentaré.
-Así se habla. Venga, vamos a matar a algunos ingleses por la Rodina.
Los dos hombres siguieron avanzando, siguiendo el rastro que sus camaradas habían dejado. Los marineros soviéticos, habían entrado ya en los barrios periféricos de la ciudad, y presionaban hacia delante, pero el precio en vidas y heridos era cada vez mayor.
Cuando Mikhail y Yuri llegaron a las posiciones de vanguardia, la situación se había estancado. Los rusos no podían seguir avanzando hasta que no se reagrupasen. Por su parte los soldados ingleses, no tenían la suficiente fuerza para contraatacar, y se limitaban a afianzar sus posiciones.
Mikhail aprovecho la pausa en el combate para acercarse al puesto sanitario del batallón y hacerse ver la herida por un medico. Un enfermero le lavo la herida y le volvió a aplicar un vendaje nuevo, mandándolo de vuelta a su unidad, no sin antes advertirle de la suerte que había tenido, ya que un par de centímetros a la derecha y no lo cuenta. El joven marinero iba pensando en aquello, y sumido en oscuros pensamientos llego de vuelta a su compañía, donde el capitán, subido en los peldaños de la entrada a un edificio, se aprestaba a dar instrucciones a sus hombres, mientras de fondo se oían tiroteos dispersos.
-Atiendan camaradas. El mando ha decidido que nuestro batallón va a rodear la ciudad y proseguirá el avance, mientras que otros batallones sofocan la resistencia aquí. La velocidad ahora es esencial, así que no podemos permitirnos más demoras. A partir de este momento vamos a ir en vanguardia de la división, y espero que hagan honor a tal distinción. – El capitán paró un momento antes de continuar. – Nuestro próximo objetivo es la ciudad de Tarp, donde cortaremos la vía principal que une el norte de Alemania con Dinamarca. Pero no se equivoquen, no será fácil, el enemigo ahora está alertado y según el reconocimiento de los camaradas de la Fuerza Aérea, es posible que haya tanques por la zona. Pero no se preocupen, el mando nos ha prometido toda clase de ayudas, así que ustedes hagan bien su labor y la victoria será inevitable. – El capitán se dirigió a un teniente con un gesto de su mano y este se volvió hacia los soldados:
-Dejad lo que no necesitéis, después nos lo traerán los camaradas que nos sigan. Sobretodo coged mucha munición y agua. Preparaos para salir en cinco minutos.
Galchenko se unió a Yuri en la marcha y mientras dejaban atrás Sorup, dando un rodeo por el norte de la ciudad, ambos camaradas de armas comentaban la situación.
-¿Qué te han dicho en el puesto sanitario?
-Lo que tú me dijiste, un rasguño sin importancia, pero que si llega a ir un par de centímetros mas allá, no lo cuento.
-Joder, has tenido mucha suerte Misha.
-Ya lo se, venía pensando en ello, y a pesar de haber visto morir a varios camaradas, hasta hoy creo que no me había dado cuenta de que me puede llegar mi turno. No se Yuri, de repente tengo mucho miedo. – Dijo en voz baja.
-Tranquilo, ya se te pasará. No tienes que darle mucha importancia o te agarrotará y te hará cometer errores que te pueden llevar a la tumba. Trata de pensar en otra cosa y mantén la cabeza ocupada.
-Está bien, lo intentaré. – y tras unos segundos de reflexión, siguió hablando – Bueno, y como viejo zorros que eres en este asunto, ¿como crees que va todo esto?, me refiero a la lucha del día de hoy y a las próximas horas.
-Bueno, - dijo Yuri bajando la voz a un tono apenas audible - como ya te comenté esta mañana, creo que esto es muy arriesgado, nunca se había hecho algo así, o al menos no que yo recuerde. Puede que haya suerte y el enemigo aquí no sea muy numeroso, pero de todas maneras, me parece que somos muy pocos para un objetivo tan ambicioso, y ahora aparecen tanques, que según el mando, esta mañana no había. No se, no se, todo esto no me da buen augurio. Solo espero que las tropas de los camaradas del Ejército no tarden demasiado en llegar, sino si que lo vamos a pasar mal.
Mikhail cayó durante varios minutos reflexionando sobre lo que le decía su amigo, hasta que al final hablo de un modo muy decidido.
-Mira Yuri, si ves que resulto herido y me quedo muy mal, hazme un favor, remátame, no quiero vivir como un desgraciado toda la vida. Se que te será muy duro, pero lo he estado pensando y creo que es lo mejor.
-¡Maldito aguafiestas! ¿Que coñ* te acabo de decir? No pienses en esos, lo que tenga que ser será. Trae muy mala suerte decir esas cosas, joder.
-Vale, vale, pero ¿lo harás?
-No haré una mierda, por que a ti no te va a pasar nada mientras estés cerca de mí, ¿entendido?
-De acuerdo, me pegaré a tu viejo cul* si es eso lo que quieres. – dijo Galchenko mientras esbozaba una sonrisa.
-Maldito jovenzuelo impertinente – respondió Yuri mientras le daba una colleja a su joven camarada.
Pronto dejaron de hablar al oír a varios aviones en las alturas dirigiéndose al oeste, posiblemente con la misión de bombardear a las tropas inglesas a las que pronto combatirían.
Una hora después, al atardecer, comenzaron a escuchar el sonido de motores, seguramente los tanques a los que hizo referencia el capitán. Las órdenes empezaron a llegar. Desplegarse en orden de combate y avanzar cautelosamente, a la vez que avisar de cualquier movimiento de tropas enemigas.
Unos minutos después comenzaban a caer proyectiles sobre los infantes navales soviéticos.
“Venga, allá vamos otra vez”, pensó Mikhail Galchenko para sus adentros mientras se refugiaba del bombardeo cerca de su veterano amigo.
11:45 Hora local
Los marineros soviéticos de la infantería naval de la flota del Mar Báltico no habían parado de avanzar desde que al amanecer llegaran a una playa al norte de Kappeln, Dinamarca, en toda suerte de barcos, desde pesqueros y patrulleros, hasta algún que otro destructor y buque mercante. Cerca de seis mil soldados, reforzados por varios cientos de marineros lanzados en paracaídas en las cercanías de la zona de desembarco para facilitar la operación, arribaron a la costa con las primeras luces del alba, y sin serios contratiempos, se afianzaron en la playa y alrededores, formando un perímetro defensivo mientras llegaban más hombres y material. Seguidamente, avanzaron hacia el interior sin descanso, capturando o matando a los pocos defensores que les salían al paso, y sin encontrar una resistencia organizada. Los marineros, enfundados en sus trajes negros y con sus cintas de munición cruzadas sobre el pecho, avanzaban por la carretera que conducía a Bredstedt como destino final, pasando por Sorup y Tarp, con la intención de cortar la retirada a las tropas enemigas que se retirasen hacia Dinamarca, a la vez que aislaba a las tropas que allí se encontraban.
El soldado Mikhail Galchenko formaba parte de la fuerza de invasión. Llevaba combatiendo desde hacía varios meses, cuando a los diecisiete fue reclutado en su ciudad natal de Leningrado. Se podía decir que pese a su corta edad, ya era todo un veterano, y como bastantes de sus camaradas aquel día, tenía experiencia en realizar pequeños desembarcos en la retaguardia de las posiciones alemanas. Pero aquella invasión no tenía parangón, por lo numeroso de los efectivos desembarcados, con ninguna operación anfibia de la Gran Guerra Patria.
Les habían dicho que era posible que hubiese tropas enemigas en la zona, seguramente infantería inglesa, sin apoyo de tanques, pero con respaldo de artillería.
Galchenko iba casi al final de una de las columna de a dos, que ocupaba ambos lados de la carretera que conducía a Sorup. La marcha de su columna, que había avanzado a buen ritmo, era ahora más lenta, en parte por los disparos que se oían a lo lejos, pero que crecían en intensidad conforme se acercaban a la ciudad, ya que seguramente alguna otra columna que iba por delante había trabado combate con los ingleses, y en parte por que ellos mismos estaban ya mas cerca del enemigo, y había que tomar precauciones.
De pronto comenzó a escuchar disparos cercanos, seguramente de la cabeza de la columna. El y sus camaradas se pusieron en guardia y se arrojaron al suelo buscando al enemigo.
-Adelante camaradas – gritó su sargento indicando que se levantasen y avanzasen hacia donde se escuchaban los disparos.- Por fin estos perros dan la cara, es hora de partírsela – el viejo sargento Shtemenko siempre se refería a sus enemigos como “perros”, ya fueran alemanes, ingleses, o incluso rusos.
-Adelante, vamos, vamos – gritaba Galchenko junto a varios de sus camaradas, que se habían levantado y corrían hacia delante en busca del enemigo.
La columna se había transformado en algo parecido a una línea de soldados desplegados para el combate, que avanzaban hacia las afueras de la ciudad.
Súbitamente empezaron a caer proyectiles de mortero sobre los marineros soviéticos, a la vez que al fuego disperso que habían recibido hasta el momento, se unían el repicar de las ametralladoras y los fusiles enemigos. Pronto se encontraron parapetándose en toda suerte de obstáculos naturales y artificiales, arrastrándose para poder avanzar metro a metro hacia el interior de Sorup, a la vez que respondían al fuego con todas sus armas.
Galchenko disparaba su fusil Tokarev una y otra vez, solo parándose para recargar el arma y avanzar pegado al suelo algunos metros cada vez que el fuego británico parecía decrecer. Aunque los rusos parecían superiores numéricamente, se encontraban en una situación más expuestas que los ingleses, lo que equilibraba la situación.
Aquello continuo así durante más de media hora, hasta que llegaron numerosos aviones de la aviación naval soviética y arrojaron docenas de bombas sobre las posiciones enemigas.
Espoleados por aquello, los marineros rusos se lanzaron a la carrera contra las posiciones defensivas inglesas.
Mikhail corría al unísono con sus compañeros de armas, disparando su fusil desde la cadera, cuando de repente sintió un martillazo en la sien derecha que lo lanzó al suelo. Durante unos instantes trató de recuperar el aliento, a la vez que intentaba averiguar que le había pasado. Se llevo la mano a la cabeza, y la retiró ensangrentada. En ese momento el pánico se apoderó de él. Nunca antes había sido herido, y la idea de que fuera a morir allí mismo, se le hacía insoportable.
Pasaron varios minutos hasta que oyó la voz de su camarada Yuri entre el sonido de las balas y las explosiones.
-Tranquilo Misha, estoy aquí, déjame ver.
-Me han herido, estoy mal. ¡¡¡Joder, me voy a morir!!!!
-Calla Misha, cálmate un poco para que pueda ver la herida.
-Yuri, tu no eres médico, ¿Cómo coñ* me vas a curar la herida?
-Muchacho, yo estoy en esto desde el cuarenta y uno, ¿crees que hubiese llegado hasta aquí si no supiese un par de cosillas?
Tranquilízate, todo va a ir bien.
Galchenko trató de relajarse lo que pudo, mientras que su compañero miraba y hurgaba en su cabeza. Yuri extrajo un vendaje del bolsillo de la guerrera y se lo ató con firmeza a lo largo de la frente.
-Vale chaval, ya esta. No es más que una herida superficial, la bala no ha llegado a entrar en tu dura cabeza.
Mikhail no sabía si creérselo, su cabeza le dolía como si le fuese a estallar y aunque ahora ya no brotaba más, la sangre le tapaba media cara.
-¿No me engañas Yuri?¿seguro que no voy a morir? Me duele muchísimo la cabeza.
-Mierda Misha, será mejor que te levantes y empieces a disparar otra vez o te formaran un consejo de guerra si te ven aquí parado solo con ese rasguño.
Galchenko trató de incorporarse poco a poco ante las palabras de su amigo.
-Créeme Misha, lo mejor que puedes hacer ahora es seguir adelante, que la adrenalina vuelva a fluir por tus venas, y veras como ese dolor desaparece solo.
-Está bien, lo intentaré.
-Así se habla. Venga, vamos a matar a algunos ingleses por la Rodina.
Los dos hombres siguieron avanzando, siguiendo el rastro que sus camaradas habían dejado. Los marineros soviéticos, habían entrado ya en los barrios periféricos de la ciudad, y presionaban hacia delante, pero el precio en vidas y heridos era cada vez mayor.
Cuando Mikhail y Yuri llegaron a las posiciones de vanguardia, la situación se había estancado. Los rusos no podían seguir avanzando hasta que no se reagrupasen. Por su parte los soldados ingleses, no tenían la suficiente fuerza para contraatacar, y se limitaban a afianzar sus posiciones.
Mikhail aprovecho la pausa en el combate para acercarse al puesto sanitario del batallón y hacerse ver la herida por un medico. Un enfermero le lavo la herida y le volvió a aplicar un vendaje nuevo, mandándolo de vuelta a su unidad, no sin antes advertirle de la suerte que había tenido, ya que un par de centímetros a la derecha y no lo cuenta. El joven marinero iba pensando en aquello, y sumido en oscuros pensamientos llego de vuelta a su compañía, donde el capitán, subido en los peldaños de la entrada a un edificio, se aprestaba a dar instrucciones a sus hombres, mientras de fondo se oían tiroteos dispersos.
-Atiendan camaradas. El mando ha decidido que nuestro batallón va a rodear la ciudad y proseguirá el avance, mientras que otros batallones sofocan la resistencia aquí. La velocidad ahora es esencial, así que no podemos permitirnos más demoras. A partir de este momento vamos a ir en vanguardia de la división, y espero que hagan honor a tal distinción. – El capitán paró un momento antes de continuar. – Nuestro próximo objetivo es la ciudad de Tarp, donde cortaremos la vía principal que une el norte de Alemania con Dinamarca. Pero no se equivoquen, no será fácil, el enemigo ahora está alertado y según el reconocimiento de los camaradas de la Fuerza Aérea, es posible que haya tanques por la zona. Pero no se preocupen, el mando nos ha prometido toda clase de ayudas, así que ustedes hagan bien su labor y la victoria será inevitable. – El capitán se dirigió a un teniente con un gesto de su mano y este se volvió hacia los soldados:
-Dejad lo que no necesitéis, después nos lo traerán los camaradas que nos sigan. Sobretodo coged mucha munición y agua. Preparaos para salir en cinco minutos.
Galchenko se unió a Yuri en la marcha y mientras dejaban atrás Sorup, dando un rodeo por el norte de la ciudad, ambos camaradas de armas comentaban la situación.
-¿Qué te han dicho en el puesto sanitario?
-Lo que tú me dijiste, un rasguño sin importancia, pero que si llega a ir un par de centímetros mas allá, no lo cuento.
-Joder, has tenido mucha suerte Misha.
-Ya lo se, venía pensando en ello, y a pesar de haber visto morir a varios camaradas, hasta hoy creo que no me había dado cuenta de que me puede llegar mi turno. No se Yuri, de repente tengo mucho miedo. – Dijo en voz baja.
-Tranquilo, ya se te pasará. No tienes que darle mucha importancia o te agarrotará y te hará cometer errores que te pueden llevar a la tumba. Trata de pensar en otra cosa y mantén la cabeza ocupada.
-Está bien, lo intentaré. – y tras unos segundos de reflexión, siguió hablando – Bueno, y como viejo zorros que eres en este asunto, ¿como crees que va todo esto?, me refiero a la lucha del día de hoy y a las próximas horas.
-Bueno, - dijo Yuri bajando la voz a un tono apenas audible - como ya te comenté esta mañana, creo que esto es muy arriesgado, nunca se había hecho algo así, o al menos no que yo recuerde. Puede que haya suerte y el enemigo aquí no sea muy numeroso, pero de todas maneras, me parece que somos muy pocos para un objetivo tan ambicioso, y ahora aparecen tanques, que según el mando, esta mañana no había. No se, no se, todo esto no me da buen augurio. Solo espero que las tropas de los camaradas del Ejército no tarden demasiado en llegar, sino si que lo vamos a pasar mal.
Mikhail cayó durante varios minutos reflexionando sobre lo que le decía su amigo, hasta que al final hablo de un modo muy decidido.
-Mira Yuri, si ves que resulto herido y me quedo muy mal, hazme un favor, remátame, no quiero vivir como un desgraciado toda la vida. Se que te será muy duro, pero lo he estado pensando y creo que es lo mejor.
-¡Maldito aguafiestas! ¿Que coñ* te acabo de decir? No pienses en esos, lo que tenga que ser será. Trae muy mala suerte decir esas cosas, joder.
-Vale, vale, pero ¿lo harás?
-No haré una mierda, por que a ti no te va a pasar nada mientras estés cerca de mí, ¿entendido?
-De acuerdo, me pegaré a tu viejo cul* si es eso lo que quieres. – dijo Galchenko mientras esbozaba una sonrisa.
-Maldito jovenzuelo impertinente – respondió Yuri mientras le daba una colleja a su joven camarada.
Pronto dejaron de hablar al oír a varios aviones en las alturas dirigiéndose al oeste, posiblemente con la misión de bombardear a las tropas inglesas a las que pronto combatirían.
Una hora después, al atardecer, comenzaron a escuchar el sonido de motores, seguramente los tanques a los que hizo referencia el capitán. Las órdenes empezaron a llegar. Desplegarse en orden de combate y avanzar cautelosamente, a la vez que avisar de cualquier movimiento de tropas enemigas.
Unos minutos después comenzaban a caer proyectiles sobre los infantes navales soviéticos.
“Venga, allá vamos otra vez”, pensó Mikhail Galchenko para sus adentros mientras se refugiaba del bombardeo cerca de su veterano amigo.
"Si usted no tiene libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor" - José Luís Sampedro
- ACB, el Mutie
- General de Brigada
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lololposlmao escribió:si moria en el terreno de batalla no hubiera pasado nada ya que desde finales de 1942 los militares eran quienes comandaban las operaciones el solo llevo la parte politica y bastante mal ya que termino regalando la mitad de Berlin y Grecia.
No fue un regalo de buen gusto, sino necesario.
Saludos
Tú dame el tanque y yo haré el resto ;)
Las verdades a medias son mentiras
Las verdades a medias son mentiras
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- Capitán
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- Registrado: 22 Mar 2007, 14:17
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Hola flanker33
Sin estropear tu relato yo tengo una pregunta?
En el supuesto caso de que la URRS lanzase ese ataque en las fechas previstas deberías contar que no dudarían los aliados en lanzar una bomba atómica sobre Moscú, tanto sicológicamente como estratégicamente ya que dejarían a la sin el 80% de la producción eléctrica del país, como un nudo importante ferroviario y no digamos que si de paso podían decapitar a Stalin y a sus altos mandos además después de las bajas sufridas aliadas los altos mandos aliados quieran zanjar rápido esta situación.
Ya se que dirás que es un relato de ficción y todo eso, ero veo mas plausible en esas fechas por ejemplo que fueran los aliados quien atacasen a los Rusos, el motivo que no dejarían Stalin el control de Polonia, Checoslovaca, Bulgaria y Rumania , se vieran forzados a una acción de fuerza para devolver el orden democrático a dichos paises.
Sin estropear tu relato yo tengo una pregunta?
En el supuesto caso de que la URRS lanzase ese ataque en las fechas previstas deberías contar que no dudarían los aliados en lanzar una bomba atómica sobre Moscú, tanto sicológicamente como estratégicamente ya que dejarían a la sin el 80% de la producción eléctrica del país, como un nudo importante ferroviario y no digamos que si de paso podían decapitar a Stalin y a sus altos mandos además después de las bajas sufridas aliadas los altos mandos aliados quieran zanjar rápido esta situación.
Ya se que dirás que es un relato de ficción y todo eso, ero veo mas plausible en esas fechas por ejemplo que fueran los aliados quien atacasen a los Rusos, el motivo que no dejarían Stalin el control de Polonia, Checoslovaca, Bulgaria y Rumania , se vieran forzados a una acción de fuerza para devolver el orden democrático a dichos paises.
- flanker33
- Teniente Coronel
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- Registrado: 18 Jun 2005, 12:02
Hola Huarlot,
Respecto a lo de la bomba atómica, reproduzco lo que puso en un mensaje al principio de este hilo sobre lo que pienso al respecto:
De todas maneras, cuando lanza el ataque la URSS todavía no se ha probado en Los Alamos la bomba, pero Stalin ya lo tiene en cuenta al estar informado del proyecto Manhattan, e intentará presionar a sus generales para que aceleren lo máximo posible la ofensiva.
Sobre lo que comentas que fuesen los aliados los que lanzasen el ataque, esa es precisamente la teoría del plan británico pedido por Churchill, pero que ni sus mismos militares opinaban que fuera posible, aunque al igual que esta ucronía, también sería interesante de tratar. Es una lastima que la página donde estaban colgados los documentos de “Unthinkable”, haya dejado de funcionar, pero si queréis, voy posteando lo que yo tengo que está en imágenes aunque no se verá muy bien.
Saludos.
Respecto a lo de la bomba atómica, reproduzco lo que puso en un mensaje al principio de este hilo sobre lo que pienso al respecto:
El tema de las armas nucleares, es desde luego una de las grandes bazas de EEUU, pero me da por pensar, que si en Japón, tras la bomba de Nagasaki, en un pais que estaba a punto de ser invadido y con unas fuerzas armadas derrotadas, todavía había personas en el gobierno de ese país que querían seguir luchando, quizas no fuera descabellado, el que la URSS, despues de que hubiese perdido la vida de varios millones sus de ciudadanos, pero contando con un ejercito vencedor y en disposición de hacerse con una parte importante de Europa y otras zonas (como el golfo Persico), quizas estuviese dispuesta (sus lideres, claro) a arriesgarse a perder unos cientos de miles más para intentar conseguir el mayor poder pólitico y militar mundial, a la vez que alejaba el peligro de un ataque (convencional) a la URSS.
Creo, que si el ejercito rojo llegase a una distancia suficientemente cercana a las islas británicas, y si los aliados hubiesen lanzado armas atómicas sobre ciudades sovieticas, ademas de matar a un número muy importante de soldados americanos por el camino (por aquello de haber matado a cientos de miles de personas en su pais), podrían lanzar ataques aereos nocturnos con armamento quimico, como un ataque de represalia, sobre las principales ciudades de las islas.
Si despues de esto, se ofrece un arreglo pacifico, quizas devolviendo algunas zonas conquistadas, como los Holanda, Belgica, Dinamarca o Grecia, pero quedandose con toda Alemania y Austria, a la vez que un gobierno titere en Iran, la opinión publica británica, a lo mejor, pedia el cese de las hostilidades a su gobierno.
Por supuesto, son todo elucubraciones, pero mirado desde la óptica y la lógica de esos años y en un mundo en guerra total, tampoco me parecen totalmente descabelladas
De todas maneras, cuando lanza el ataque la URSS todavía no se ha probado en Los Alamos la bomba, pero Stalin ya lo tiene en cuenta al estar informado del proyecto Manhattan, e intentará presionar a sus generales para que aceleren lo máximo posible la ofensiva.
Sobre lo que comentas que fuesen los aliados los que lanzasen el ataque, esa es precisamente la teoría del plan británico pedido por Churchill, pero que ni sus mismos militares opinaban que fuera posible, aunque al igual que esta ucronía, también sería interesante de tratar. Es una lastima que la página donde estaban colgados los documentos de “Unthinkable”, haya dejado de funcionar, pero si queréis, voy posteando lo que yo tengo que está en imágenes aunque no se verá muy bien.
Saludos.
"Si usted no tiene libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor" - José Luís Sampedro
- flanker33
- Teniente Coronel
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- Registrado: 18 Jun 2005, 12:02
23 de junio
23:20 Hora local
Impecablemente vestido, con el uniforme sin una sola arruga, sus botas de caña alta y casco brillante bajo el brazo, entró el general George S. Patton en la sala de reuniones del Cuartel General del Tercer Ejército de los Estados Unidos, situada en el sótano de una pequeña mansión al sur de Munich. Todos los allí presentes se percataron, de que pese a lo avanzado de la noche, lo ocupado que había estado el general durante todo el día, y de que llevaba más de veinticuatro horas sin dormir, parecía que el cansancio no le afectase y que incluso, de algún modo, se sintiera feliz.
Los oficiales y generales que estaban en la sala, fueron a ocupar sus puestos alrededor de una gran mesa central rectangular.
Tan solo el jefe de inteligencia del Tercer Ejército se mantuvo en un extremo de la habitación, con un reducido número de ayudantes mientras que acababa de ultimar los informes y las notas para la reunión.
La puerta fue cerrada por dos policías militares que se quedaron fuera custodiando la sala, mientras el general Patton tomaba asiento.
-Buenas noches caballeros. Se que están cansados y hay mucho trabajo por delante para detener a esos malditos comunistas, así que trataremos de que la reunión sea lo más breve posible, ¿verdad Oscar? – inquirió el general a su G-2.
-Trataré de que así sea general. – dijo Oscar Koch, coronel y jefe de la inteligencia del Estado Mayor del Tercer Ejército.
Aquella era una reunión informativa que había convocado Patton sobre los acontecimientos de las últimas horas, en parte para acallar todo tipo de rumores que se habían extendido a lo largo y ancho del Cuartel General del Ejército, pero también para dar una visión global de la situación en todos los frentes.
-Como bien saben – comenzó su exposición el jefe de inteligencia – hace aproximadamente cuarenta y ocho horas recibimos una información del Mando Aliado en Europa, sobre la posible inminencia de algún tipo de provocación o ataque limitado en cualquier punto del continente por parte de los soviéticos. Ante esto, se tomaron las medidas oportunas. Pero al amanecer del día de hoy, y cuando esas medidas estaban siendo implementadas, se han visto superadas por los acontecimientos. Todavía de madrugada, una cortina de fuego de artillería ha recorrido Europa central, y tras ella ha aparecido el grueso del ejército rojo, avanzando hacia el oeste. El motivo de este ataque a traición y sin previo aviso – a la mente de todos los presentes vino el recuerdo de Pearl Harbour – no esta claro, pero parece que no se trata de algo limitado, sino de amplio alcance, quizás incluso mundial. Podemos sospechar, pese a que ha pasado poco tiempo, que el objetivo de los rusos no es otro que la ocupación de Europa Occidental, Noruega, Grecia y posiblemente Persia y Oriente Medio. Ante estos hechos, la orden del general Eisenhower y del presidente Trumman, como no podía ser de otra manera, es la de resistir, frenar el avance del enemigo y luego hacerlos retroceder.
-Hasta Moscú señores, – dijo el general Patton – en unos meses estaremos comiendo caviar en la Plaza Roja.
El comentario provocó la sonrisa de los presentes y animó un poco el ánimo después de un día aciago para las tropas de su ejército.
-Seguro mi general, pero por el momento, las cosas no parecen marchar demasiado bien. Por lo que sabemos hasta ahora, y espero que entiendan que todavía la información disponible es escasa y en algún caso poco fiable, tropas rusas han atacado Noruega por el cabo norte, aunque dado la distancia, la información es escasísima. En el norte de Alemania, los británicos de Monty – el jefe del Tercer Ejército hizo una pequeña mueca al oír ese nombre – han sido atacados por el Segundo Frente Bielorruso del mariscal Rokkosovsky, y parece que les están golpeando bastante duro. Pero lo peor del día parece que se lo han llevado nuestros colegas del Noveno y del Primer Ejército, que estaban en medio de un lío monumental como consecuencia de las órdenes de evacuar la zona asignada a los rusos en Yalta, lo que debía llevarse a cabo el uno de julio, y las contraordenes de prepararse para alguna acción ofensiva soviética. Aquí esta golpeando el Primer Frente Bielorruso del Mariscal Zhukov, con gran apoyo de tanques y aviación. Todavía es muy pronto, pero si tuviera que apostar, diría que este va a ser su eje principal de avance.
Nuestras tropas están retrocediendo y ceden bastante terreno para evitar ser rodeadas y destruidas, pero parece ser que en algún caso no ha sido suficiente y hay al menos un par de divisiones rodeadas y con pocas esperanzas de ser liberadas, al menos a corto plazo.
El general Patton rememoró los días de hacía apenas medio año, en los que con su ataque sobre las tropas alemanas que asediaban a los defensores de Bastogne, y su empuje posterior, pudo salvar la comprometida situación en que se encontraba el Primer Ejército americano y hacer retroceder a los nazis. Pero incluso el agresivo general se daba cuenta de que la situación ahora era muy diferente, y las posibilidades de que aquello se repitiese, eran escasísimas, en el mejor de los casos.
-A nuestra derecha – continuo Koch – el Séptimo Ejército de Patch y el Quinto de Truscott están siendo atacados a lo largo de todo su frente por tropas de los Frentes Cuarto y Segundo de Ucrania. Aquí las cosas van algo mejor, ya que la orografía del terreno nos beneficia, pero aún así, se está cediendo terreno a los rusos. También sabemos que Grecia ha sido atacada por tropas del Tercer Frente Ucraniano, y que la situación es desesperada, ya que tan solo hay una división inglesa con algunas unidades menores de apoyo, tanto británicas como griegas, y se espera que su capacidad de resistencia se agote en poco tiempo si no reciben refuerzos.- el coronel tragó saliva y cogió otras notas, al tiempo que desechaba las ya usadas.
El jefe de uno de los cuerpos del Tercer Ejército allí presente, aprovecho la pausa para realizar una pregunta.
-Oscar, ¿qué hay de los británicos del Octavo Ejército y de nuestros valerosos aliados franceses?
-Bien, parece como si los ingleses sospechasen algo de esto y hace ya varios días que estaban redesplegando su Octavo Ejército hacia posiciones en Egipto y el Golfo Pérsico. Ahora mismo deben de estar a medio camino las unidades de vanguardia. Los ingleses también nos han dicho que están llevando unidades desde la India para reforzar sus escasas tropas en Oriente Medio. Respecto a los franceses, están ahora mismo en sus zonas de ocupación, a nuestra retaguardia, y esperemos que se unan a nosotros en poco tiempo, aunque parece ser que podrían ser utilizados por Eisenhower como reserva estratégica.
-Entonces ¿los ingleses abandonarán Grecia, nos dejaran tirados en Italia, y los franceses se quedarán a esperar a ver como nos atacan mientras ellos están en la retaguardia?- pregunto otro general presente en tono evidentemente malicioso.
-No se de que se quejan señores,- tercio su jefe - así tocaremos a más rusos para nosotros solos, y la gloria del Tercer Ejército será imperecedera.- dijo Patton, medio en broma, medio en serio - De todos modos no se preocupen por Austria o Italia, los nuestros pueden apañárselas allí. Quizás cedan terreno y sufran perdidas, pero la batalla decisiva se librará en el suelo de Alemania, y aquí es donde estamos nosotros para coger de las narices a esos bolcheviques y darles una buena patada en el trasero.
El comentario del general, acompañado de un gesto explicativo, despertó más de una carcajada entre los oficiales y generales.
-Bueno, sobre lo que pasa en nuestro sector del frente, ya están más o menos informados, así que seré breve. – siguió hablando Koch en cuanto amainaron las risas – Tropas del Primer Frente Ucraniano del Mariscal Konev, creemos que reforzadas por tropas provenientes otros sectores, como pensamos que ocurre con todos los Frentes que están combatiendo en Alemania, nos han atacado desde Checoslovaquia, y pese a nuestra resistencia, nos están haciendo retroceder en todo el frente, aunque por lo menos, nuestra retirada es ordenada y nuestras tropas combaten por cada palmo de terreno.
-Oscar, ¿tenéis ya alguna estimación de las fuerzas a que nos enfrentamos?- preguntó Patton.
Su jefe de inteligencia intercambio unos rápidos comentarios con sus ayudantes y cogió un papel para leer.
-General, esto es muy provisional, y seguramente tendrá varios errores, pero creemos que aproximadamente, y siempre en una primera valoración de urgencia, nos enfrentamos al menos a diez u once ejércitos soviéticos, que como saben, equivalen más o menos a nuestros cuerpos de ejército, de los que al menos dos son blindados, aunque la mayoría de los demás, también disponen de un apoyo blindado significativo.
-¿Y el centro de gravedad de su ataque? – preguntó un coronel del Estado Mayor.
-Por el momento es pronto para averiguarlo, todavía no hay ninguno evidente, sino que presionan en todo el frente. En cuanto tengamos localizados con exactitud a sus Ejércitos de Tanques, tendremos una idea bastante aproximada de su eje de avance principal – respondió Koch. – Por otra parte, me gustaría hacer hincapié en que su apoyo aéreo también esta siendo considerable, y que nuestras fuerzas aéreas – dijo mirando al oficial de enlace de la USAAF en el Tercer Ejérctio – tienen una dura labor para asegurarnos el dominio del aire.
-Por lo menos que hagan que no nos moleste su aviación, es todo lo que pido – dijo Patton - ¿cree que lo podrán conseguir coronel Wallace?
-Bueno señor, por lo que se, a nuestros chicos les han dado una buena tunda hoy, aunque de los suyos también han caído muchos. A partir de mañana esperamos empezar ataques contra sus aeródromos y así reducir su poderío aéreo, e incluso es posible que los bombarderos de la Octava Fuerza Aérea nos echen una mano. A medio plazo, quizás en unas semanas podamos obtener algo parecido a la superioridad aérea, pero mientras tanto, es difícil garantizar nada señor, pero intentaremos que les molesten lo menos posible.
-Gracias hijo, no pido otra cosa.- el general se levantó y mirando a todos los presentes comenzó a preguntar – Ahora ya saben como está la situación, así que si se les ocurre algo para detener a esos hijos de puta y desangrarlos, estoy esperando.
El general Hobart Gay, jefe del Estado Mayor del Tercer Ejército, que había permanecido en silencio todo el tiempo de la exposición fue el primero en tomar la palabra.
-Señores, en mi opinión, esta es una situación parecida a la ofensiva alemana en las Ardenas. Nos atacan por sorpresa con fuerzas superiores, en un terreno boscoso, solo que ahora son ellos los que llevan la iniciativa estratégica y a corto plazo no podemos contar con refuerzos. Propongo que creemos una línea defensiva con nuestras fuerzas ya reagrupadas y preparadas para combatir a unos cincuenta o sesenta kilómetros de la línea del frente actual, utilizando las ciudades como puntos fuertes y el terreno que nos facilita la defensa. Mientras se crean estas posiciones, dejemos destacamentos que retrasen lo más posible el avance enemigo y que les causen un buen número de bajas. Si conseguimos frenarlos, podemos traer refuerzos de la retaguardia, ya sean franceses, divisiones paracaidistas o incluso tropas desde casa. Seguramente, y dependiendo de cómo evolucionase la situación, principalmente en nuestro flanco izquierdo, la situación degeneraría hacia una campaña de desgaste, donde sus mayores recursos humanos, quedarían compensados por nuestra mayor capacidad industrial. Después de desangrar a su ejército, y si obtenemos la superioridad aérea, podemos pensar en avanzar hacia el este, lo cual no ocurriría bajo mi punto de vista, hasta por lo menos, dentro de varios meses.
Algunos de los oyentes no parecían estar de acuerdo, pero otros asentían con la cabeza.
A George S. Patton, no le gustaba nada lo que acababa de oír, su espíritu ofensivo, formado en la caballería y en los tanques, se revolvía con la sola idea de líneas defensivas, guerras de desgaste y cosas por el estilo, pero ahora era tiempo para ser realista.
-Hobart tiene razón, – dijo Patton – al menos en parte. Lo primero es lo primero, y debemos reagruparnos y detener a eso rojos antes de empezar a pensar en los siguientes pasos. Dejaremos destacamentos que frenen el avance enemigo, así como sabotearemos todo aquello que pueda dificultar su avance en nuestra retirada, ya saben, líneas de ferrocarril, puentes, nudos de carreteras, y cosas por el estilo. Los depósitos de combustible y munición que estén en nuestro camino de retirada y que no puedan ser transportados, habrán de ser destruidos, los aeródromos demolidos, y en definitiva, cualquier cosa que ralentice y dificulte su avance, habrá de ser ejecutada. Después ya veremos como hacemos que esos malditos comunistas se vuelvan con el rabo entre las piernas, con nuestro aliento en el cogote. – Dirigiéndose a los oficiales de su estado mayor, dijo - Mañana por la mañana nos volveremos a reunir, y espero planes detallados para la retirada y la defensa de posiciones fortificadas, cediendo el menor terreno posible. Ahora, - y comenzó a hablar en tono mesiánico - vayan con dios y alienten con su ejemplo a sus hombres, que en este día de infamia, nuestros soldados vean una luz de esperanza y que su sed de venganza ante esta traicionera agresión se vea alentada por sus mandos.
El general Patton giró sobre sus tacones, y haciendo un gesto de despedida, salio de la sala seguido de cerca por sus ayudantes. El resto de los oficiales y generales, aún estuvieron unos minutos conversando en pequeños corros, hasta que al cabo de un rato los presentes se acabaron marchando a sus puestos de mando y cuarteles. Acababan de dar las doce en el reloj, y terminaba el primer día de la tercera guerra mundial.
23:20 Hora local
Impecablemente vestido, con el uniforme sin una sola arruga, sus botas de caña alta y casco brillante bajo el brazo, entró el general George S. Patton en la sala de reuniones del Cuartel General del Tercer Ejército de los Estados Unidos, situada en el sótano de una pequeña mansión al sur de Munich. Todos los allí presentes se percataron, de que pese a lo avanzado de la noche, lo ocupado que había estado el general durante todo el día, y de que llevaba más de veinticuatro horas sin dormir, parecía que el cansancio no le afectase y que incluso, de algún modo, se sintiera feliz.
Los oficiales y generales que estaban en la sala, fueron a ocupar sus puestos alrededor de una gran mesa central rectangular.
Tan solo el jefe de inteligencia del Tercer Ejército se mantuvo en un extremo de la habitación, con un reducido número de ayudantes mientras que acababa de ultimar los informes y las notas para la reunión.
La puerta fue cerrada por dos policías militares que se quedaron fuera custodiando la sala, mientras el general Patton tomaba asiento.
-Buenas noches caballeros. Se que están cansados y hay mucho trabajo por delante para detener a esos malditos comunistas, así que trataremos de que la reunión sea lo más breve posible, ¿verdad Oscar? – inquirió el general a su G-2.
-Trataré de que así sea general. – dijo Oscar Koch, coronel y jefe de la inteligencia del Estado Mayor del Tercer Ejército.
Aquella era una reunión informativa que había convocado Patton sobre los acontecimientos de las últimas horas, en parte para acallar todo tipo de rumores que se habían extendido a lo largo y ancho del Cuartel General del Ejército, pero también para dar una visión global de la situación en todos los frentes.
-Como bien saben – comenzó su exposición el jefe de inteligencia – hace aproximadamente cuarenta y ocho horas recibimos una información del Mando Aliado en Europa, sobre la posible inminencia de algún tipo de provocación o ataque limitado en cualquier punto del continente por parte de los soviéticos. Ante esto, se tomaron las medidas oportunas. Pero al amanecer del día de hoy, y cuando esas medidas estaban siendo implementadas, se han visto superadas por los acontecimientos. Todavía de madrugada, una cortina de fuego de artillería ha recorrido Europa central, y tras ella ha aparecido el grueso del ejército rojo, avanzando hacia el oeste. El motivo de este ataque a traición y sin previo aviso – a la mente de todos los presentes vino el recuerdo de Pearl Harbour – no esta claro, pero parece que no se trata de algo limitado, sino de amplio alcance, quizás incluso mundial. Podemos sospechar, pese a que ha pasado poco tiempo, que el objetivo de los rusos no es otro que la ocupación de Europa Occidental, Noruega, Grecia y posiblemente Persia y Oriente Medio. Ante estos hechos, la orden del general Eisenhower y del presidente Trumman, como no podía ser de otra manera, es la de resistir, frenar el avance del enemigo y luego hacerlos retroceder.
-Hasta Moscú señores, – dijo el general Patton – en unos meses estaremos comiendo caviar en la Plaza Roja.
El comentario provocó la sonrisa de los presentes y animó un poco el ánimo después de un día aciago para las tropas de su ejército.
-Seguro mi general, pero por el momento, las cosas no parecen marchar demasiado bien. Por lo que sabemos hasta ahora, y espero que entiendan que todavía la información disponible es escasa y en algún caso poco fiable, tropas rusas han atacado Noruega por el cabo norte, aunque dado la distancia, la información es escasísima. En el norte de Alemania, los británicos de Monty – el jefe del Tercer Ejército hizo una pequeña mueca al oír ese nombre – han sido atacados por el Segundo Frente Bielorruso del mariscal Rokkosovsky, y parece que les están golpeando bastante duro. Pero lo peor del día parece que se lo han llevado nuestros colegas del Noveno y del Primer Ejército, que estaban en medio de un lío monumental como consecuencia de las órdenes de evacuar la zona asignada a los rusos en Yalta, lo que debía llevarse a cabo el uno de julio, y las contraordenes de prepararse para alguna acción ofensiva soviética. Aquí esta golpeando el Primer Frente Bielorruso del Mariscal Zhukov, con gran apoyo de tanques y aviación. Todavía es muy pronto, pero si tuviera que apostar, diría que este va a ser su eje principal de avance.
Nuestras tropas están retrocediendo y ceden bastante terreno para evitar ser rodeadas y destruidas, pero parece ser que en algún caso no ha sido suficiente y hay al menos un par de divisiones rodeadas y con pocas esperanzas de ser liberadas, al menos a corto plazo.
El general Patton rememoró los días de hacía apenas medio año, en los que con su ataque sobre las tropas alemanas que asediaban a los defensores de Bastogne, y su empuje posterior, pudo salvar la comprometida situación en que se encontraba el Primer Ejército americano y hacer retroceder a los nazis. Pero incluso el agresivo general se daba cuenta de que la situación ahora era muy diferente, y las posibilidades de que aquello se repitiese, eran escasísimas, en el mejor de los casos.
-A nuestra derecha – continuo Koch – el Séptimo Ejército de Patch y el Quinto de Truscott están siendo atacados a lo largo de todo su frente por tropas de los Frentes Cuarto y Segundo de Ucrania. Aquí las cosas van algo mejor, ya que la orografía del terreno nos beneficia, pero aún así, se está cediendo terreno a los rusos. También sabemos que Grecia ha sido atacada por tropas del Tercer Frente Ucraniano, y que la situación es desesperada, ya que tan solo hay una división inglesa con algunas unidades menores de apoyo, tanto británicas como griegas, y se espera que su capacidad de resistencia se agote en poco tiempo si no reciben refuerzos.- el coronel tragó saliva y cogió otras notas, al tiempo que desechaba las ya usadas.
El jefe de uno de los cuerpos del Tercer Ejército allí presente, aprovecho la pausa para realizar una pregunta.
-Oscar, ¿qué hay de los británicos del Octavo Ejército y de nuestros valerosos aliados franceses?
-Bien, parece como si los ingleses sospechasen algo de esto y hace ya varios días que estaban redesplegando su Octavo Ejército hacia posiciones en Egipto y el Golfo Pérsico. Ahora mismo deben de estar a medio camino las unidades de vanguardia. Los ingleses también nos han dicho que están llevando unidades desde la India para reforzar sus escasas tropas en Oriente Medio. Respecto a los franceses, están ahora mismo en sus zonas de ocupación, a nuestra retaguardia, y esperemos que se unan a nosotros en poco tiempo, aunque parece ser que podrían ser utilizados por Eisenhower como reserva estratégica.
-Entonces ¿los ingleses abandonarán Grecia, nos dejaran tirados en Italia, y los franceses se quedarán a esperar a ver como nos atacan mientras ellos están en la retaguardia?- pregunto otro general presente en tono evidentemente malicioso.
-No se de que se quejan señores,- tercio su jefe - así tocaremos a más rusos para nosotros solos, y la gloria del Tercer Ejército será imperecedera.- dijo Patton, medio en broma, medio en serio - De todos modos no se preocupen por Austria o Italia, los nuestros pueden apañárselas allí. Quizás cedan terreno y sufran perdidas, pero la batalla decisiva se librará en el suelo de Alemania, y aquí es donde estamos nosotros para coger de las narices a esos bolcheviques y darles una buena patada en el trasero.
El comentario del general, acompañado de un gesto explicativo, despertó más de una carcajada entre los oficiales y generales.
-Bueno, sobre lo que pasa en nuestro sector del frente, ya están más o menos informados, así que seré breve. – siguió hablando Koch en cuanto amainaron las risas – Tropas del Primer Frente Ucraniano del Mariscal Konev, creemos que reforzadas por tropas provenientes otros sectores, como pensamos que ocurre con todos los Frentes que están combatiendo en Alemania, nos han atacado desde Checoslovaquia, y pese a nuestra resistencia, nos están haciendo retroceder en todo el frente, aunque por lo menos, nuestra retirada es ordenada y nuestras tropas combaten por cada palmo de terreno.
-Oscar, ¿tenéis ya alguna estimación de las fuerzas a que nos enfrentamos?- preguntó Patton.
Su jefe de inteligencia intercambio unos rápidos comentarios con sus ayudantes y cogió un papel para leer.
-General, esto es muy provisional, y seguramente tendrá varios errores, pero creemos que aproximadamente, y siempre en una primera valoración de urgencia, nos enfrentamos al menos a diez u once ejércitos soviéticos, que como saben, equivalen más o menos a nuestros cuerpos de ejército, de los que al menos dos son blindados, aunque la mayoría de los demás, también disponen de un apoyo blindado significativo.
-¿Y el centro de gravedad de su ataque? – preguntó un coronel del Estado Mayor.
-Por el momento es pronto para averiguarlo, todavía no hay ninguno evidente, sino que presionan en todo el frente. En cuanto tengamos localizados con exactitud a sus Ejércitos de Tanques, tendremos una idea bastante aproximada de su eje de avance principal – respondió Koch. – Por otra parte, me gustaría hacer hincapié en que su apoyo aéreo también esta siendo considerable, y que nuestras fuerzas aéreas – dijo mirando al oficial de enlace de la USAAF en el Tercer Ejérctio – tienen una dura labor para asegurarnos el dominio del aire.
-Por lo menos que hagan que no nos moleste su aviación, es todo lo que pido – dijo Patton - ¿cree que lo podrán conseguir coronel Wallace?
-Bueno señor, por lo que se, a nuestros chicos les han dado una buena tunda hoy, aunque de los suyos también han caído muchos. A partir de mañana esperamos empezar ataques contra sus aeródromos y así reducir su poderío aéreo, e incluso es posible que los bombarderos de la Octava Fuerza Aérea nos echen una mano. A medio plazo, quizás en unas semanas podamos obtener algo parecido a la superioridad aérea, pero mientras tanto, es difícil garantizar nada señor, pero intentaremos que les molesten lo menos posible.
-Gracias hijo, no pido otra cosa.- el general se levantó y mirando a todos los presentes comenzó a preguntar – Ahora ya saben como está la situación, así que si se les ocurre algo para detener a esos hijos de puta y desangrarlos, estoy esperando.
El general Hobart Gay, jefe del Estado Mayor del Tercer Ejército, que había permanecido en silencio todo el tiempo de la exposición fue el primero en tomar la palabra.
-Señores, en mi opinión, esta es una situación parecida a la ofensiva alemana en las Ardenas. Nos atacan por sorpresa con fuerzas superiores, en un terreno boscoso, solo que ahora son ellos los que llevan la iniciativa estratégica y a corto plazo no podemos contar con refuerzos. Propongo que creemos una línea defensiva con nuestras fuerzas ya reagrupadas y preparadas para combatir a unos cincuenta o sesenta kilómetros de la línea del frente actual, utilizando las ciudades como puntos fuertes y el terreno que nos facilita la defensa. Mientras se crean estas posiciones, dejemos destacamentos que retrasen lo más posible el avance enemigo y que les causen un buen número de bajas. Si conseguimos frenarlos, podemos traer refuerzos de la retaguardia, ya sean franceses, divisiones paracaidistas o incluso tropas desde casa. Seguramente, y dependiendo de cómo evolucionase la situación, principalmente en nuestro flanco izquierdo, la situación degeneraría hacia una campaña de desgaste, donde sus mayores recursos humanos, quedarían compensados por nuestra mayor capacidad industrial. Después de desangrar a su ejército, y si obtenemos la superioridad aérea, podemos pensar en avanzar hacia el este, lo cual no ocurriría bajo mi punto de vista, hasta por lo menos, dentro de varios meses.
Algunos de los oyentes no parecían estar de acuerdo, pero otros asentían con la cabeza.
A George S. Patton, no le gustaba nada lo que acababa de oír, su espíritu ofensivo, formado en la caballería y en los tanques, se revolvía con la sola idea de líneas defensivas, guerras de desgaste y cosas por el estilo, pero ahora era tiempo para ser realista.
-Hobart tiene razón, – dijo Patton – al menos en parte. Lo primero es lo primero, y debemos reagruparnos y detener a eso rojos antes de empezar a pensar en los siguientes pasos. Dejaremos destacamentos que frenen el avance enemigo, así como sabotearemos todo aquello que pueda dificultar su avance en nuestra retirada, ya saben, líneas de ferrocarril, puentes, nudos de carreteras, y cosas por el estilo. Los depósitos de combustible y munición que estén en nuestro camino de retirada y que no puedan ser transportados, habrán de ser destruidos, los aeródromos demolidos, y en definitiva, cualquier cosa que ralentice y dificulte su avance, habrá de ser ejecutada. Después ya veremos como hacemos que esos malditos comunistas se vuelvan con el rabo entre las piernas, con nuestro aliento en el cogote. – Dirigiéndose a los oficiales de su estado mayor, dijo - Mañana por la mañana nos volveremos a reunir, y espero planes detallados para la retirada y la defensa de posiciones fortificadas, cediendo el menor terreno posible. Ahora, - y comenzó a hablar en tono mesiánico - vayan con dios y alienten con su ejemplo a sus hombres, que en este día de infamia, nuestros soldados vean una luz de esperanza y que su sed de venganza ante esta traicionera agresión se vea alentada por sus mandos.
El general Patton giró sobre sus tacones, y haciendo un gesto de despedida, salio de la sala seguido de cerca por sus ayudantes. El resto de los oficiales y generales, aún estuvieron unos minutos conversando en pequeños corros, hasta que al cabo de un rato los presentes se acabaron marchando a sus puestos de mando y cuarteles. Acababan de dar las doce en el reloj, y terminaba el primer día de la tercera guerra mundial.
"Si usted no tiene libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor" - José Luís Sampedro
- flanker33
- Teniente Coronel
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- Registrado: 18 Jun 2005, 12:02
Un muro de fuego se abate sobre las posiciones aliadas en Alemania:
El rodillo ruso avanza por los verdes campos alemanes protegido por su aviación:
Patton prepara la defensa del 3º Ejército:
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Patton prepara la defensa del 3º Ejército:
"Si usted no tiene libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor" - José Luís Sampedro
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24 de junio
16:40 Hora local
-¡Vamos, rápido, a cubierto! – gritó alguien mientras las primeras explosiones sacudían el bosque donde se encontraban.
-¡Joder, moveos si no queréis que se os quemen vuestros lindos culos! – rugió el teniente Morton a los hombres de su compañía, mientras les hacía señas para que entrasen en los hoyos de tirador que habían construido el día anterior.
Los soldados americanos que habían salido a hacer sus necesidades o simplemente a estirar un poco las piernas, volvían ahora a la carrera hacia la relativa seguridad de sus pozos. La mayoría logró llegar, pero algunos cayeron victimas de la metralla de los proyectiles soviéticos, que ahora regaban generosamente el bosque a las afueras de la ciudad de Stendal.
Hacía ya un día entero que la división 102º del Ejército norteamericano había sido cercada por las fuerzas rusas, y si desde entonces tan solo hubo algunos combates esporádicos destinados a mejorar las posiciones de ambos bandos, ahora los comunistas parecían dispuestos a acabar con la resistencia de la división en Stendal y sus alrededores.
Por suerte para los defensores, en la ciudad se hallaban una buena cantidad de suministros, por lo que a corto plazo no tenían que preocuparse de ello, y además, parte de la 5º División Acorazada también cayó en el cerco, proporcionando una capacidad defensiva adicional contra los tanques enemigos y una potencia de fuego muy bien recibida.
El teniente Josh Morton era el oficial más veterano de su compañía, llevaba combatiendo desde Normandia, antes de ser transferido a la 102º División de Infantería, donde hacían falta oficiales con experiencia en combate. Mientras se acurrucaba en lo hondo de su pozo y mantenía la boca abierta para evitar la sobre presión de las ondas expansivas de la artillería, trataba de aislarse de su alrededor hasta que cesara aquella barrera de fuego que recorría sus posiciones una y otra vez. A su cabeza venían los recuerdos del día anterior, cuando de repente, sin previo aviso, el Ejército soviético lanzó una ofensiva sobre Alemania.
En la ciudad de Stendal, comenzó con una cortina de artillería que barrió las posiciones del Ejército norteamericano, y en especial en el acuartelamiento en que se encontraban el teniente Morton y sus hombres. El resultado fue muy duro. Un tercio de los hombres de la compañía, incluyendo el capitán al mando de la misma, murieron o resultaron gravemente heridos, y en las demás compañías el resultado no fue mucho mejor.
Después de acabar el bombardeo los soldados de la compañía se aprestaron a prepararse para el combate en torno a Morton, y una vez equipados y listos, comenzaron su peregrinaje por la ciudad y sus alrededores, yendo de un punto a otro, conforme sus mandos les daban ordenes y contraordenes, a razón del avance de los rusos.
Al final del día, se encontraban al oeste de Stendal, cavando sus pozos de tirador, a la vez que repelían tímidos ataques de la infantería soviética que trataba de reconocer el frente americano en esa zona. Desde entonces, tan solo había habido tiroteos esporádicos y fuego de mortero para hostigarlos, pero esa tarde llegaron noticias de que los rusos habían iniciado una potente ofensiva sobre la parte este de la ciudad, con el objetivo de aniquilar a las fuerzas defensoras. Pocos minutos después comenzaba el terrible bombardeo de artillería sobre sus propias posiciones.
-Sargento Weiland – gritó Morton cuando notó que la artillería cedía en su empeño por destrozarlos y su voz podía ser oída.
-Diga señor – respondió el sargento.
-Prepare a sus hombres, estos cabrones van a comenzar el ataque en cualquier momento, pero no disparen a lo loco, tenemos que ahorrar munición. Páselo a los demás.
-A la orden teniente.
Weiland se arrastró hacía otro pozo desde donde comunicó las ordenes del teniente antes de volver al suyo.
Un par de minutos después comenzaba a llegar del oeste un rugido nada halagüeño para los yanquis. Motores de tanques y gritos de fusileros rusos que buscaban al enemigo.
Morton se apoyó contra un saco terrero y algunas ramas que había colocado delante de su hoyo para protegerlo y hacer más difícil su localización. Cogió su rifle M-1 y apuntó en dirección al amenazante sonido. De repente aparecieron entre los árboles, primero la infantería y después los tanques. El teniente apuntó a uno que parecía arengar a los demás soldados rusos y disparó su primer proyectil. Desde niño había tenido buena puntería y aquel posible oficial lo supo de la manera más dolorosa, cayó de bruces contra el suelo moribundo, y entonces, docenas de armas norteamericanas comenzaron a disparar al unísono.
Los rusos respondieron con prontitud y fiereza, disparando con todo lo que tenían y avanzando a la carrera, refugiándose en los árboles y cualquier otra cobertura natural que hubiese. Los tanques rusos, aunque con sus movimientos limitados por lo frondoso del bosque, disparaban sus poderosos cañones contra la infantería americana, a la vez que sus ametralladoras escupían proyectiles sin parar.
El intercambio de fuego siguió por varios minutos antes que Morton se arriesgase a una rápida mirada a su alrededor y evaluase la situación. El número de tanques enemigos no era muy alto, quizás cuatro o cinco en su sector visual, pero no tenían armas anticarro, ya que un proyectil de los caídos el día anterior en su cuartel se había encargado de destruir el cobertizo donde guardaban sus bazookas y la munición para ellos. También se dio cuenta que la infantería enemiga era muy numerosa, y cada vez aparecían más. Entonces agarró al operador de radio que estaba a su lado en el pozo y le dijo:
-Jenkins, llama al batallón y pide refuerzos ahora mismo. Dile que no podremos aguantar mucho sin ayuda contra los tanques.
-Ahora mismo señor.
El teniente disparaba, recargaba y seguía disparando de nuevo.
Al cabo de unos instantes, su radio operador le gritó:
-Teniente, tendremos algo de fuego de cobertura de la artillería, y la división ha mandado unos cazacarros aquí hace unos veinte minutos, tienen que estar al llegar. Ah, y nos ordenan defender esta posición a toda costa.
Morton asintió con la cabeza a la vez que seguía disparando.
Ahora el repiqueteo de las ametralladoras y fusiles subía de tono, y parecía que los dos bandos estaban echando el resto. El teniente apenas podía alzar la cabeza para apuntar ya que un gran número de balas volaban a pocos centímetros sobre él.
“Mierda – pensó – como esto siga a sí nos van a sobrepasar en poco tiempo.”
Miró hacia el resto de las posiciones de la compañía y vio como el panorama era similar al suyo. Los hombres apenas podían responder al fuego enemigo, y los que se arriesgaban, no tenían tiempo siquiera para apuntar. Todo aquello era muy malo.
De repente, una descarga de artillería cayó sobre las posiciones rusas, entorpeciendo y frenando algo su ataque, haciendo que sus unidades más avanzadas, que ahora se encontraban a escasos cien metros de las posiciones americanas, se echasen cuerpo a tierra.
Morton vio como Weiland le señalaba hacia atrás, y al mirar vio un pequeño destacamento de cuatro cazacarros M-36, con sus grandes cañones de noventa milímetros. Aquello era un regalo del cielo, pensó para sus adentros.
Los blindados americanos se pusieron manos a la obra al instante y comenzaron a disparar sobre los tanques rusos. Estos a su vez respondieron al saludo en forma de más disparos.
En los pocos minutos que duró el bombardeo artillero, la infantería rusa apenas se movió y el intercambio de fuego ligero cesó casi al completo.
Morton aprovechó para recargar su fusil y preparar las granadas de mano que tenía a su alcance. Nada más acabar también el intercambio de proyectiles entre blindados, el teniente comprobó como tres de los cazacarros americanos estaban ardiendo y el cuarto, retrocedía hasta perderse en el bosque.
“Genial – pensó – ahora volvemos a estar solos. Malditos cobardes.”
Se incorporó para seguir disparando y vio como también tres tanques rusos ardían, mientras que de los otros no había ni rastro. Quizás se había precipitado en la valoración de la tripulación del M-36.
De todos modos, no pudo reflexionar por mucho tiempo, ya que los fusileros soviéticos se lanzaron al ataque de nuevo.
Esta vez el combate llegó a sus últimas consecuencias, mientras que oleadas de soldados rusos se lanzaban sobre las posiciones americanas, y estos respondían con todo lo que podían. Se llegó al cuerpo a cuerpo cuando los atacantes llegaron a los pozos de la infantería de los defensores, y docenas y docenas de soldados murieron en aquella lucha sin cuartel.
Algunos lograron sobrepasar las defensas americanas, pero tuvieron que volver al poco ante el peligro de quedarse aislados, ya que el grueso de la infantería soviética pudo ser repelida en un último esfuerzo de los defensores.
Los soviéticos se retiraron tras dejar un gran número de bajas de ambos bandos durante el ataque.
El sargento Weiland se incorporó al cabo de varios minutos y tras comprobar que no existía peligro, fue a ver a sus hombres. Con la guerrera manchada por la sangre de un ruso y varios rasguños superficiales en su abdomen y brazos, recorrió las posiciones de su pelotón, comprobando horrorizado el número de bajas entre los suyos. Soldados gravemente heridos y terriblemente mutilados, aullaban de dolor al lado de muertos y supervivientes. Tras hacer un somero recuento y con animo sombrío se dirigió a dar novedades al teniente Morton. Al llegar a su pozo contempló con gran amargura como su superior yacía en el fondo del mismo, con el pecho ensangrentado como consecuencia de varias heridas de bayoneta, y a su lado, el radio operador Jenkins, con la cabeza destrozada por varios balazos.
Dejó caer su fusil, se sentó con las piernas cruzadas sobre el pozo y se quedó con la mirada perdida. Se le escaparon algunas lágrimas mientras oía los gritos de los heridos. A pesar de haber rechazado el ataque, la compañía estaba ahora reducida a menos de la mitad de sus componentes y los hombres sabían que el rescate era algo casi imposible. La moral no tardaría en caer por los suelos. Sin embargo su tarea y la de los pocos oficiales y suboficiales que restaban en la compañía, era mantener el animo y el espíritu de lucha, aún sabiendo que estaban perdidos de ante mano.
Estaba muy cansado. Mantuvo aquella posición durante unos segundos y luego se fue arrastrando su fusil en busca de otro oficial para darle las novedades y organizar la ayuda a los heridos, para luego poder descansar un poco.
Mañana posiblemente los rusos volverían a intentarlo de nuevo, y seguramente esta vez tendrían éxito.
16:40 Hora local
-¡Vamos, rápido, a cubierto! – gritó alguien mientras las primeras explosiones sacudían el bosque donde se encontraban.
-¡Joder, moveos si no queréis que se os quemen vuestros lindos culos! – rugió el teniente Morton a los hombres de su compañía, mientras les hacía señas para que entrasen en los hoyos de tirador que habían construido el día anterior.
Los soldados americanos que habían salido a hacer sus necesidades o simplemente a estirar un poco las piernas, volvían ahora a la carrera hacia la relativa seguridad de sus pozos. La mayoría logró llegar, pero algunos cayeron victimas de la metralla de los proyectiles soviéticos, que ahora regaban generosamente el bosque a las afueras de la ciudad de Stendal.
Hacía ya un día entero que la división 102º del Ejército norteamericano había sido cercada por las fuerzas rusas, y si desde entonces tan solo hubo algunos combates esporádicos destinados a mejorar las posiciones de ambos bandos, ahora los comunistas parecían dispuestos a acabar con la resistencia de la división en Stendal y sus alrededores.
Por suerte para los defensores, en la ciudad se hallaban una buena cantidad de suministros, por lo que a corto plazo no tenían que preocuparse de ello, y además, parte de la 5º División Acorazada también cayó en el cerco, proporcionando una capacidad defensiva adicional contra los tanques enemigos y una potencia de fuego muy bien recibida.
El teniente Josh Morton era el oficial más veterano de su compañía, llevaba combatiendo desde Normandia, antes de ser transferido a la 102º División de Infantería, donde hacían falta oficiales con experiencia en combate. Mientras se acurrucaba en lo hondo de su pozo y mantenía la boca abierta para evitar la sobre presión de las ondas expansivas de la artillería, trataba de aislarse de su alrededor hasta que cesara aquella barrera de fuego que recorría sus posiciones una y otra vez. A su cabeza venían los recuerdos del día anterior, cuando de repente, sin previo aviso, el Ejército soviético lanzó una ofensiva sobre Alemania.
En la ciudad de Stendal, comenzó con una cortina de artillería que barrió las posiciones del Ejército norteamericano, y en especial en el acuartelamiento en que se encontraban el teniente Morton y sus hombres. El resultado fue muy duro. Un tercio de los hombres de la compañía, incluyendo el capitán al mando de la misma, murieron o resultaron gravemente heridos, y en las demás compañías el resultado no fue mucho mejor.
Después de acabar el bombardeo los soldados de la compañía se aprestaron a prepararse para el combate en torno a Morton, y una vez equipados y listos, comenzaron su peregrinaje por la ciudad y sus alrededores, yendo de un punto a otro, conforme sus mandos les daban ordenes y contraordenes, a razón del avance de los rusos.
Al final del día, se encontraban al oeste de Stendal, cavando sus pozos de tirador, a la vez que repelían tímidos ataques de la infantería soviética que trataba de reconocer el frente americano en esa zona. Desde entonces, tan solo había habido tiroteos esporádicos y fuego de mortero para hostigarlos, pero esa tarde llegaron noticias de que los rusos habían iniciado una potente ofensiva sobre la parte este de la ciudad, con el objetivo de aniquilar a las fuerzas defensoras. Pocos minutos después comenzaba el terrible bombardeo de artillería sobre sus propias posiciones.
-Sargento Weiland – gritó Morton cuando notó que la artillería cedía en su empeño por destrozarlos y su voz podía ser oída.
-Diga señor – respondió el sargento.
-Prepare a sus hombres, estos cabrones van a comenzar el ataque en cualquier momento, pero no disparen a lo loco, tenemos que ahorrar munición. Páselo a los demás.
-A la orden teniente.
Weiland se arrastró hacía otro pozo desde donde comunicó las ordenes del teniente antes de volver al suyo.
Un par de minutos después comenzaba a llegar del oeste un rugido nada halagüeño para los yanquis. Motores de tanques y gritos de fusileros rusos que buscaban al enemigo.
Morton se apoyó contra un saco terrero y algunas ramas que había colocado delante de su hoyo para protegerlo y hacer más difícil su localización. Cogió su rifle M-1 y apuntó en dirección al amenazante sonido. De repente aparecieron entre los árboles, primero la infantería y después los tanques. El teniente apuntó a uno que parecía arengar a los demás soldados rusos y disparó su primer proyectil. Desde niño había tenido buena puntería y aquel posible oficial lo supo de la manera más dolorosa, cayó de bruces contra el suelo moribundo, y entonces, docenas de armas norteamericanas comenzaron a disparar al unísono.
Los rusos respondieron con prontitud y fiereza, disparando con todo lo que tenían y avanzando a la carrera, refugiándose en los árboles y cualquier otra cobertura natural que hubiese. Los tanques rusos, aunque con sus movimientos limitados por lo frondoso del bosque, disparaban sus poderosos cañones contra la infantería americana, a la vez que sus ametralladoras escupían proyectiles sin parar.
El intercambio de fuego siguió por varios minutos antes que Morton se arriesgase a una rápida mirada a su alrededor y evaluase la situación. El número de tanques enemigos no era muy alto, quizás cuatro o cinco en su sector visual, pero no tenían armas anticarro, ya que un proyectil de los caídos el día anterior en su cuartel se había encargado de destruir el cobertizo donde guardaban sus bazookas y la munición para ellos. También se dio cuenta que la infantería enemiga era muy numerosa, y cada vez aparecían más. Entonces agarró al operador de radio que estaba a su lado en el pozo y le dijo:
-Jenkins, llama al batallón y pide refuerzos ahora mismo. Dile que no podremos aguantar mucho sin ayuda contra los tanques.
-Ahora mismo señor.
El teniente disparaba, recargaba y seguía disparando de nuevo.
Al cabo de unos instantes, su radio operador le gritó:
-Teniente, tendremos algo de fuego de cobertura de la artillería, y la división ha mandado unos cazacarros aquí hace unos veinte minutos, tienen que estar al llegar. Ah, y nos ordenan defender esta posición a toda costa.
Morton asintió con la cabeza a la vez que seguía disparando.
Ahora el repiqueteo de las ametralladoras y fusiles subía de tono, y parecía que los dos bandos estaban echando el resto. El teniente apenas podía alzar la cabeza para apuntar ya que un gran número de balas volaban a pocos centímetros sobre él.
“Mierda – pensó – como esto siga a sí nos van a sobrepasar en poco tiempo.”
Miró hacia el resto de las posiciones de la compañía y vio como el panorama era similar al suyo. Los hombres apenas podían responder al fuego enemigo, y los que se arriesgaban, no tenían tiempo siquiera para apuntar. Todo aquello era muy malo.
De repente, una descarga de artillería cayó sobre las posiciones rusas, entorpeciendo y frenando algo su ataque, haciendo que sus unidades más avanzadas, que ahora se encontraban a escasos cien metros de las posiciones americanas, se echasen cuerpo a tierra.
Morton vio como Weiland le señalaba hacia atrás, y al mirar vio un pequeño destacamento de cuatro cazacarros M-36, con sus grandes cañones de noventa milímetros. Aquello era un regalo del cielo, pensó para sus adentros.
Los blindados americanos se pusieron manos a la obra al instante y comenzaron a disparar sobre los tanques rusos. Estos a su vez respondieron al saludo en forma de más disparos.
En los pocos minutos que duró el bombardeo artillero, la infantería rusa apenas se movió y el intercambio de fuego ligero cesó casi al completo.
Morton aprovechó para recargar su fusil y preparar las granadas de mano que tenía a su alcance. Nada más acabar también el intercambio de proyectiles entre blindados, el teniente comprobó como tres de los cazacarros americanos estaban ardiendo y el cuarto, retrocedía hasta perderse en el bosque.
“Genial – pensó – ahora volvemos a estar solos. Malditos cobardes.”
Se incorporó para seguir disparando y vio como también tres tanques rusos ardían, mientras que de los otros no había ni rastro. Quizás se había precipitado en la valoración de la tripulación del M-36.
De todos modos, no pudo reflexionar por mucho tiempo, ya que los fusileros soviéticos se lanzaron al ataque de nuevo.
Esta vez el combate llegó a sus últimas consecuencias, mientras que oleadas de soldados rusos se lanzaban sobre las posiciones americanas, y estos respondían con todo lo que podían. Se llegó al cuerpo a cuerpo cuando los atacantes llegaron a los pozos de la infantería de los defensores, y docenas y docenas de soldados murieron en aquella lucha sin cuartel.
Algunos lograron sobrepasar las defensas americanas, pero tuvieron que volver al poco ante el peligro de quedarse aislados, ya que el grueso de la infantería soviética pudo ser repelida en un último esfuerzo de los defensores.
Los soviéticos se retiraron tras dejar un gran número de bajas de ambos bandos durante el ataque.
El sargento Weiland se incorporó al cabo de varios minutos y tras comprobar que no existía peligro, fue a ver a sus hombres. Con la guerrera manchada por la sangre de un ruso y varios rasguños superficiales en su abdomen y brazos, recorrió las posiciones de su pelotón, comprobando horrorizado el número de bajas entre los suyos. Soldados gravemente heridos y terriblemente mutilados, aullaban de dolor al lado de muertos y supervivientes. Tras hacer un somero recuento y con animo sombrío se dirigió a dar novedades al teniente Morton. Al llegar a su pozo contempló con gran amargura como su superior yacía en el fondo del mismo, con el pecho ensangrentado como consecuencia de varias heridas de bayoneta, y a su lado, el radio operador Jenkins, con la cabeza destrozada por varios balazos.
Dejó caer su fusil, se sentó con las piernas cruzadas sobre el pozo y se quedó con la mirada perdida. Se le escaparon algunas lágrimas mientras oía los gritos de los heridos. A pesar de haber rechazado el ataque, la compañía estaba ahora reducida a menos de la mitad de sus componentes y los hombres sabían que el rescate era algo casi imposible. La moral no tardaría en caer por los suelos. Sin embargo su tarea y la de los pocos oficiales y suboficiales que restaban en la compañía, era mantener el animo y el espíritu de lucha, aún sabiendo que estaban perdidos de ante mano.
Estaba muy cansado. Mantuvo aquella posición durante unos segundos y luego se fue arrastrando su fusil en busca de otro oficial para darle las novedades y organizar la ayuda a los heridos, para luego poder descansar un poco.
Mañana posiblemente los rusos volverían a intentarlo de nuevo, y seguramente esta vez tendrían éxito.
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No es por molestar, perooo…
No imagino a las fuerzas alemanas obedeciendo a mandos aliados, de hecho, no creo que los aliados tuviesen suficientes mandos que dominasen el alemán como para poder comandar la docena de divisiones que decías. En cuanto a dejar a generales nazis al mando de sus fuerzas, creo que había suficientes generales con filiación neutra como para comandar esas divisiones.
¿Cañones anticarros norteamericanos, destruyendo T-34 a más de 700mts? A tenor de la ofensiva alemana en las Ardenas, los cañones anticarros remolcados norteamericanos eran de calibre insuficiente, caso de los cañones M1 al M-4, o extremadamente pesados y de difícil utilización como los M-5 y 6, con lo que fueron ineficaces a distancias medias-altas o fueron fácilmente flanqueados. Por ejemplo, los cañones de 76mm del cazacarros M-10, tenían graves problemas para perforar la coraza de los panther a más de 3-400mts debido a su coraza inclinada, ya que los disparos tendían a rebotar. Incluso el último intento de mejorar la capacidad de penetración de los cañones de 76mm, como fue la munición de wolframio HVAP, tuvo escasa implementación al distribuirse en escaso número.
Por último y no menos importante… ni una sola operación aérea a pesar de la abrumadora superioridad cualitativa y cuantitativa de la que dispondrían los norteamericanos??
saludos
No imagino a las fuerzas alemanas obedeciendo a mandos aliados, de hecho, no creo que los aliados tuviesen suficientes mandos que dominasen el alemán como para poder comandar la docena de divisiones que decías. En cuanto a dejar a generales nazis al mando de sus fuerzas, creo que había suficientes generales con filiación neutra como para comandar esas divisiones.
¿Cañones anticarros norteamericanos, destruyendo T-34 a más de 700mts? A tenor de la ofensiva alemana en las Ardenas, los cañones anticarros remolcados norteamericanos eran de calibre insuficiente, caso de los cañones M1 al M-4, o extremadamente pesados y de difícil utilización como los M-5 y 6, con lo que fueron ineficaces a distancias medias-altas o fueron fácilmente flanqueados. Por ejemplo, los cañones de 76mm del cazacarros M-10, tenían graves problemas para perforar la coraza de los panther a más de 3-400mts debido a su coraza inclinada, ya que los disparos tendían a rebotar. Incluso el último intento de mejorar la capacidad de penetración de los cañones de 76mm, como fue la munición de wolframio HVAP, tuvo escasa implementación al distribuirse en escaso número.
Por último y no menos importante… ni una sola operación aérea a pesar de la abrumadora superioridad cualitativa y cuantitativa de la que dispondrían los norteamericanos??
saludos
A todo hombre tarde o temprano le llega la muerte ¿Y cómo puede morir mejor un hombre que afrontando temibles opciones, defendiendo las cenizas de sus padres y los templos de sus dioses?" T. M.
- flanker33
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Hola Daniber,
Gracias, y no sufras que como ya lo tengo escrito, iré puniendo un relato al día más o menos.
Hay que decir que como comenté cuando retome este hilo para poner el relato, pero que se ha borrado con lo que pasó el fin de semana, es un relato incompleto e inacabado, que algún día espero revisar, ampliar y terminar.
Hola Gaspacher,
Sobre los mandos aliados mandando unidades alemanas, algún capitulo más adelante comento algo al respecto, pero serán unidades menores a divisiones.
Yo si los imagino, no creo que tuviesen mucho problema en obedecer a los anglosajones en una lucha contra los soviéticos, solo hace falta ver a quien tenían “mas cariño” para rendirse en los momentos finales de la guerra, y sobre el idioma, pues no tengo datos, pero si no hay oficiales suficientes (algunos supongo que si habría), hay que contar con alemanes que supiesen ingles y con los interpretes haciendo de enlaces para asegurar una comunicación, aunque seguro que surgirían problemas, no creo que eso fueran insalvables.
Pues fíjate que yo lo que no veo es a los generales americanos que han ganado la guerra a los alemanes decir: “dejemos comandar a ellos estas divisiones que saben mejor lo que hacen”, creo que aparte de la filiación política, habría un importante componente de egos y otros argumentos para que no fuesen los alemanes, al menos a nivel de generales, los que comandasen tropas alemanas.
Sobre la destrucción del T-34, se produce a menos de 600 metros:
Pero no saben que tipo de autopropulsado es. En este caso he supuesto un M-36 con su cañón de 90 mm disparando contra el T-34, solo que no lo he explicado al contarlo desde el punto de vista de los tanquistas, y quizás debería haberlo aclarado.
Todo llegará, estamos al principio, el próximo capítulo es una acción aérea, pero también protagonizada por los soviets.
En cuanto a la ventaja cualitativa, vale, aunque los soviéticos también tenían aparatos bastante equiparables a varios modelos americanos y británicos, pero lo de cuantitativa, y usando datos de la propia planificación de “Unthinkable”, dan a la URSS unos 14.600 aviones, aunque si comenta que al menos algunos cientos o pocos miles son de tipo desconocido, pudiendo ser de transporte, enlace o cosas así, pero el número de aviones solo de combate los sitúa al menos en 10.380, contra 9.178 aliados (USA + UK), y en otro documento posterior del 8 de junio, cifra en 12.762 los aviones de combate soviéticos contra 8.798 aliados, y dice algo como que “la superioridad soviética en número será compensada por un tiempo por el superior manejo y eficiencia de las fuerzas aéreas aliadas. Tras un periodo de operaciones, no obstante, nuestra falta de aviones y tripulaciones de reemplazo puede menoscabar gravemente nuestro potencial aéreo.”
Aquí dejo los datos de los que hablo, espero que se puedan ver:
Numero de aviones aliados ( y asistencia alemana)
Numero de aviones soviéticos
Numero de aviones de ambos bandos en un documento posterior de discusión sobre "Unthinkable"
Saludos.
Gracias, y no sufras que como ya lo tengo escrito, iré puniendo un relato al día más o menos.
Hay que decir que como comenté cuando retome este hilo para poner el relato, pero que se ha borrado con lo que pasó el fin de semana, es un relato incompleto e inacabado, que algún día espero revisar, ampliar y terminar.
Hola Gaspacher,
Sobre los mandos aliados mandando unidades alemanas, algún capitulo más adelante comento algo al respecto, pero serán unidades menores a divisiones.
No imagino a las fuerzas alemanas obedeciendo a mandos aliados
Yo si los imagino, no creo que tuviesen mucho problema en obedecer a los anglosajones en una lucha contra los soviéticos, solo hace falta ver a quien tenían “mas cariño” para rendirse en los momentos finales de la guerra, y sobre el idioma, pues no tengo datos, pero si no hay oficiales suficientes (algunos supongo que si habría), hay que contar con alemanes que supiesen ingles y con los interpretes haciendo de enlaces para asegurar una comunicación, aunque seguro que surgirían problemas, no creo que eso fueran insalvables.
En cuanto a dejar a generales nazis al mando de sus fuerzas, creo que había suficientes generales con filiación neutra como para comandar esas divisiones.
Pues fíjate que yo lo que no veo es a los generales americanos que han ganado la guerra a los alemanes decir: “dejemos comandar a ellos estas divisiones que saben mejor lo que hacen”, creo que aparte de la filiación política, habría un importante componente de egos y otros argumentos para que no fuesen los alemanes, al menos a nivel de generales, los que comandasen tropas alemanas.
Sobre la destrucción del T-34, se produce a menos de 600 metros:
Cuando estuvo a menos de quinientos metros de las defensas enemigas
-A cien metros detrás de las trincheras, sargento. Es un autopropulsado- rugió Drabkin.
Pero no saben que tipo de autopropulsado es. En este caso he supuesto un M-36 con su cañón de 90 mm disparando contra el T-34, solo que no lo he explicado al contarlo desde el punto de vista de los tanquistas, y quizás debería haberlo aclarado.
Por último y no menos importante… ni una sola operación aérea a pesar de la abrumadora superioridad cualitativa y cuantitativa de la que dispondrían los norteamericanos?
Todo llegará, estamos al principio, el próximo capítulo es una acción aérea, pero también protagonizada por los soviets.
En cuanto a la ventaja cualitativa, vale, aunque los soviéticos también tenían aparatos bastante equiparables a varios modelos americanos y británicos, pero lo de cuantitativa, y usando datos de la propia planificación de “Unthinkable”, dan a la URSS unos 14.600 aviones, aunque si comenta que al menos algunos cientos o pocos miles son de tipo desconocido, pudiendo ser de transporte, enlace o cosas así, pero el número de aviones solo de combate los sitúa al menos en 10.380, contra 9.178 aliados (USA + UK), y en otro documento posterior del 8 de junio, cifra en 12.762 los aviones de combate soviéticos contra 8.798 aliados, y dice algo como que “la superioridad soviética en número será compensada por un tiempo por el superior manejo y eficiencia de las fuerzas aéreas aliadas. Tras un periodo de operaciones, no obstante, nuestra falta de aviones y tripulaciones de reemplazo puede menoscabar gravemente nuestro potencial aéreo.”
Aquí dejo los datos de los que hablo, espero que se puedan ver:
Numero de aviones aliados ( y asistencia alemana)
Numero de aviones soviéticos
Numero de aviones de ambos bandos en un documento posterior de discusión sobre "Unthinkable"
Saludos.
"Si usted no tiene libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor" - José Luís Sampedro
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- Ubicación: Hoy en mañolandia, mañana ya veremos
Dijiste 12 divisiones, eso son al menos 3 cuerpos de ejército, o 3 Tte. generales con su plana mayor, sus oficiales de enlace, sus intérpretes, etc., y si colocas mandos aliados a las divisiones alemanas son 12 generales más con sus EM, sus intérpretes etc. Mucho oficial con idiomas haría falta, y una cosa es rendirse a aquellos que crees te trataran mejor, y otra muy distinta luchar por ellos. La única forma segura de lograr que esas fuerzas luchasen por los aliados sería ofreciendoles la oportunidad de recuperar su país y su independencia, y si empiezas por no permitirles luchas con sus propios mandos…
Para ese momento ya hay varias bajas por minas y el fuego de cañones autopropulsados y remolcados, con lo que si el anticarro esta a 100mts detrás de sus líneas, y hasta ellas hay 400mts… En cuanto a que llames autopropulsado a un M-10… a un soviético ese cazacarros le parecería simplemente un carro de combate, pues a diferencia de los alemanes y soviéticos tenía su mismo aspecto aunque se utilizase de forma diferente.
Pero te olvidas de los aviones franceses, italianos, y posiblemente de otras naciones implicadas en la guerra como Brasil, Holanda, Bélgica, etc.
Para ese momento ya hay varias bajas por minas y el fuego de cañones autopropulsados y remolcados, con lo que si el anticarro esta a 100mts detrás de sus líneas, y hasta ellas hay 400mts… En cuanto a que llames autopropulsado a un M-10… a un soviético ese cazacarros le parecería simplemente un carro de combate, pues a diferencia de los alemanes y soviéticos tenía su mismo aspecto aunque se utilizase de forma diferente.
Pero te olvidas de los aviones franceses, italianos, y posiblemente de otras naciones implicadas en la guerra como Brasil, Holanda, Bélgica, etc.
A todo hombre tarde o temprano le llega la muerte ¿Y cómo puede morir mejor un hombre que afrontando temibles opciones, defendiendo las cenizas de sus padres y los templos de sus dioses?" T. M.
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