juan duns escribió:Parezco un político en campaña, prometo y tardo en cumplir!
Jejeje en realidad no amigo, pues los políticos prometen y directamente no cumplen.
Gracias por hacerme acordar Francisco, me había olvidado por completo.
Por nada. Pero me asalta una duda:
Teniendo en cuenta que yo no te envié un MP ni un e-mail, la única forma de enterarte era que ingreses justamente a éste tema en ésta misma página, para lo cual no pudo haber influido en absoluto mi mensaje que no tiene enlaces fuera del topic...cómo hice entonces yo para recordártelo?
Como lo prometido es deuda, ahí va:
Qué emoción...
En líneas generales, daría la sensación de que uno no podría estar en desacuerdo con el artículo que posteaste. Sin embargo, tras una segunda lectura aparecen dos cosas que me hacen bastante ruido
Esa es la idea.
1) Hay dos grandes ejes alrededor de los que se estructura la argumentación del autor (dispositio), que serían básicamente los siguientes: moralidad (cuestión que se hace girar sobre todo en la honestidad)
No estoy de acuerdo: primero porque entiendo que la moral no deriva de la honestidad sino que es justo a la inversa; y segundo, porque la honestidad es solo uno de los muchos componentes que forman la moral. Para lo cual no es requisito ser santo.
Luego, porqué hablar en 3ra. Persona, estas debatiendo conmigo, no transcribiendo un manual.
y capacidad de gestión.
...ya van dos, te faltan varias más.
El autor es astuto
No sigas que me sonrojo
son dos conceptos de moda, hábilmente instalados por los medios y por estrategias electorales de algunos candidatos (La Coalición Cívica en el primer caso y Unión Pro en el segundo).
El hecho de que algunos candidatos incluyan vanamente los citados conceptos en sus respectivos discursos no significa que debamos rebajar la moral a una simple y pasajera moda...aunque a muchos les convenga que así lo fuera.
Siempre es bueno, al momento de interpretar un texto, buscar la idea que el autor quiso transmitir al momento de escribirlo. En este caso el autor soy yo y, si bien como en todo argumento trato de que no sea contradecido, mi finalidad no era evitar el debate, sino que cité dichos conceptos porque definitivamente me parecen, entre otros, como cruciales requisitos...y en definitiva el hecho de que no admitan discusión no los descalifica para nada.
No olvidemos además, que no admiten discusión únicamente en la teoría, pues en la práctica nadie aplica éstos principios...y así estamos...por eso es deber de cada uno de nosotros recordarlos.
Pues bien, lamentablemente la clase media cree que si un candidato tiene estas dos condiciones, es casi casi un pecado ciudadano que no se los vote.
...sigue ahí? pasame con la clase media, que quiero hablar con ella...
...digo, en qué te basas para hablar por toda la clase media, y porqué hacés tanto énfasis en dividir el pensamiento en clases? Existe más objetividad de lo que te imaginas entre los distintos niveles de poder adquisitivo y ese es el temor del actual gobierno, la sociedad ha ganado gran objetividad, lo cual atenta contra una de las bases de los gobiernos populistas que es demonizar a las clases pudientes para ganarse el apoyo de los sectores mas carenciados, y por eso simplifican la clasificación de la población en tres clases según el ingreso monetario, que si bien no es un dato menor, prefiero clasificar según su calidad de persona y nivel de análisis...las personas más correctas, trabajadoras (que no debe considerarse tal únicamente al esfuerzo físico) y cultas que he conocido, si bien no eran indigentes, no tenían grandes patrimonios personales ni menos tampoco.
Primero: la honestidad es necesaria, pero por ejemplo, Monseñor aguer (obispo de La Plata) no quiere educación sexual en las escuelas, ni que se dicte la materia Construcción de la Ciudadanía ¿es honesto y coherente consigo mismo? si, pero eso afecta a sectores enormes de la población. No es solo honestidad, es ideología (no confundir con dogma) lo que un candidato también necesita.
Antes que nada, tampoco estoy de acuerdo con la Iglesia en ese asunto, mucho menos respecto del uso de preservativos, creo que no se están adaptando al pragmatismo que la sociedad actual requiere, aunque suene contradictorio pedir pragmatismo a los representantes de una religión, que priorizan las cuestiones espirituales antes que las materiales, deben saber que se evitaría el nacimiento de muchos seres humanos destinados a sufrir en la peor de las indigencias y en muchos casos morir de hambre u enfermedades varias.
Luego, yo no dije que fuera solo la honestidad, lo aclaro por las dudas, digo no queremos confundir al lector no? Pues esa es una estrategia muy utilizada y muy de moda, cuando no se tiene la razón, y cuando no se encuentra un argumento válido, generar confusión puede ser beneficioso para quien se ve en aprietos y no quiere admitirlo...entonces te digo por...3ra vez creo ya, que no tergiverses mis planteos. Si yo dije que solo se necesita honestidad por favor citálo como corresponde y gustoso te doy la razón y me disculpo, sino, nop.
Si esa ideología corresponde con el proyecto de país que me favorece como clase, pues lo voto.
“Esa es la realidad que a mí me interesa cambiar”...con mi casi insignificante voto (1 en 40 millones) y mi humilde opinión en éste foro. Ya en anteriores mensajes explico en qué me baso al momento de votar, verás que no voto según mi beneficio personal, aunque sería deshonesto si dijera que no lo tengo en cuenta, lo cual es perfectamente saludable siempre que no sea el único factor que se considere.
Segundo: es claro que un candidato debe saber gestionar, pero con el cuento de la ineficacia de la gestión, en los noventa se regalo la estructura del estado. La gestión no reemplaza a la política, más allá de la eficaz campaña publicitaria que montó Macri, planificada por el ecuatoriano Jaime Durán Barba (por cierto, también forma parte de la campaña de De Narvaéz).
Estamos de acuerdo en eso entonces: el candidato debe saber gestionar, y agrego que este es solo uno de los requisitos...lo digo expresamente para que no quepan dudas de ello en el futuro.
En cuanto a Macri, no lo defiendo, tengo dudas respecto de él, más aún respecto de De Narváez, pero me resultan mucho más creíbles que la lacra del Kirchnerismo. Si bien el PRO pareciera tener una ideología neoliberalista, y no adhiero al neoliberalismo, hay que rescatar que tienen razón cuando dicen que las privatizaciones debieron ser rigurosamente controladas...Macri habla claro, tiene una postura y la defiende, luego podremos ver qué se rescata de su gestión, que no fue lo que esperábamos pues no pudo cumplir con todo lo prometido (gran sorpresa viniendo de un político) con lo cual no me queda muy claro si realmente son algo nuevo como se suelen autodefinir...tienen a Gabriela que es lo más creíble del PRO, por ese lado viene bien.
2) El tercer párrafo no tiene desperdicio: el autor proclama nuestra pureza moral (yo quedo afuera, soy moralmente impuro, he bajado música de internet ).
No caigamos en la falacia de hacer una caricatura de mis argumentos, yo no dije “pureza moral”, me contento con que al menos tengan principios morales normales, en un sano nivel, como cualquier persona decente, nadie habló aquí de que se deba ser santo ni mucho menos, debe ser la 4ta vez que modificas mis dichos.
Podrás notar esto en anteriores mensajes cuando hablo de Alfonsín, y destaco el hecho de que era un hombre con principios, y aclaro entre paréntesis que ello no significa ser santo...no sé, tal vez tenga que empezar a escribir todo con mayúscula y negrita, en color rojo, para que se note viste.
A continuación tira frases como "reinsertar a la Argentina en el mundo", "tolerancia cero con la criminalidad" ¿no tienes la sensación de haber escuchado eso antes? Acertaste, son frases de la campaña del 2003 de... Carlos Menem.
Bueno para mí no son meras frases, no sé vos.
Además: qué querés decir, que porque un troglodita como Menem lo dijo alguna vez, nadie puede decirlo de forma sincera? Veamos, este mamarracho, mal que nos pese, y contrario a lo que muchos tal vez crean, no es tonto ni mucho menos, y sabe distinguir entre el mal y el bien, entonces dice aquellas cosas que muchos quisiéramos que se hagan, que por su puesto luego no cumple, pero esos enunciados son verdades en sí independientemente de quien las haya dicho. Es obvio que una cucaracha como Menem no cumpliría con estas cosas si ganaba en 2003, pero eso no quita que realmente sea bueno reinsertar a la Argentina en el mundo y ser menos tolerantes con las transgresiones a la ley...no nos confundamos señores.
Con lo que dices respecto del peronismo: comparto, es una etapa que debería haver sido superada. Habla mal de la política argentina que no se haya creado una opción válida para los sectores populares.
También concuerdo con lo que planteas como proyecto.
Gracias, me alegra saberlo, es bueno que exista objetividad entre nosotros al respecto...y es sano que así sea.
Eso sí, yo defiendo la estatización de los fondos de la AFJP.
Mira en realidad yo apoyaría la estatización de las AFJP de no ser porque fue llevada a cabo por el Kirchnerismo, y temo por el destino de dichos fondos. ¿Cómo puedo saber si se está controlando responsablemente semejante volumen de dinero con lo que he visto desde el 2003 hasta hoy y teniendo en cuenta que cuando estuvo en manos privadas el estado no controló como debiera?¿qué confianza puedo tener en ellos, cómo sé que no lo usarán para financiar sus campañas electorales o pagar deuda de dudosa prioridad? Es mucho dinero para estar en manos tan poco serias e irresponsables.
La cultura no garantiza nada: en Capital federal, que tiene un nivel educativo increíble, ganó Macri, y seguramente gane ahora Michetti.
No, lo que se necesita no es solo cultura, es formación política (siempre cito el caso boliviano: Evo Morales era casi analfabeto, y así y todo supó conducir el proceso político más legítimo de America latina).
Y dále con eso otra vez, sería productivo para ambos que trates mi argumento como un todo, porque en este mismo mensaje ya me adjudicaste, contradiciéndote 3 veces, las siguientes afirmaciones:
1) Que solo hace falta moral, y como (según tu particular opinión) la moral deriva de la honestidad, entonces, dije que solo hace falta honestidad. FALSO.
2) Que solo hace falta capacidad de gestión. FALSO.
3) Que solo hace falta alto nivel cultural. FALSO.
Si juntas todos mis argumentos verás que planteo un gran CONJUNTO DE CONDICIONES que considero necesarias, sería muy ingenuo creer que solo hace falta una de todas las condiciones planteadas...nadie dijo tal cosa excepto que a tu argumento le convendría que así fuera.
Si lees detenidamente podrás comprobar que yo fracciono tus mensajes pero nunca pierdo ni modifico la idea central que vos planteás, tengo presente la totalidad de tu respuesta al momento de leer un retazo en particular.
Paremos de hacer una parodia de mis argumentos, y dejemos ese nivel a los Kirchner y sus amigos.
A todos nos caen mal agunas figuras, pero no hay que descorazonarse.
Los ciudadanos deben entender que la política es esa difícil relación entre tu proyecto político y los medios que tienes para realizarlo. A veces se cae en contradicciones.
Eso está claro, y sucede hasta en los países mas serios, lo que pasa es que tu “a veces”, en Argentina, resulta ser “siempre”...y eso, verás, es inaceptable.
Pd: Me enteré hoy que no Proyecto Sur no podrá presentarse en la provincia de Buenos Aires, así que no se a quien votar
Una lástima, pues me resultaba una de las mejores opciones...y si bien la Carrió me parece hoy la más coherente al menos en su discurso, su candidato para Capital Federal no me convence, creo que la disputa está entre el PRO y Solanas, ya que tanto Pino como Gabriela son los que mejor han argumentado en los últimos días, y los que más confianza inspiran...Heller es más de lo mismo, fiel a la metodología kirchnerista se dedica a atacar a los demás candidatos...como no tiene nada bueno que rescatar de su partido solo le queda intentar rebajar a los demás a su nivel...y creo que no pudo...y el candidato de la Coalición Cívica me pareció que le faltó fundamento, es como si no respondiera al plan que propone Carrió, cualquiera diría que es un candidato del PRO.
Hablando de la cuestión de la honestidad y la política, aca esta la continuación de un artículo sobre el que se habló bastante en estos días.
Se lo puede encontrar en la edición digital del diario Crítica.
ç
Claro ahora me cierra toda la extraña tramoya que armaste, esa de que la moral es un mero derivado de la honestidad y la falsa acusación tuya de que yo reduzco los requisitos a únicamente “honestidad”. De otra forma éste artículo no tendría cabida como argumento...igualmente es un tiro por la culata pues cualquier lector puede volver a leer los dos mensajes previos míos y se refuta fácilmente tu conveniente interpretación de mis palabras.
HONESTISMO
Por Martín Caparrós
Hoy querría –por una vez y sin que sirva de precedente– que me entendieran. He hablado últimamente de “honestismo”; he notado, en ciertas respuestas y comentarios, que no supe explicarlo.
–Qué novedad, Caparrós. ¿No es lo que le pasa siempre?
Supongo, y por eso insisto: llamé honestismo a esa idea tan difundida según la cual –casi– todos los males de la Argentina contemporánea son producto de la corrupción en general y de la corrupción de los políticos en particular. El honestismo es un producto de los noventa, ante el despliegue de corrupción menemista, y fue alentada por cierto periodismo –el más valiente– que trató de mostrarla. Fue un éxito: la sociedad se escandalizó ante esos errores y excesos y no miró los cambios estructurales, decisivos, que el menemismo estaba produciendo en la Argentina. Fue tal el éxito que permitió el surgimiento y apogeo de una de las fuerzas políticas más aberrantes de nuestra historia de fuerzas aberrantes: ese consorcio entre el conservadurismo católico de De la Rúa y el progresismo acomodaticio de Álvarez que recordamos –poco– bajo el nombre de Alianza.
Ahora la furia honestista se mantiene y permite que muchas de las campañas políticas actuales se basen en ella, y muchos políticos la aprovechen para centrar su discurso en la denuncia de la corrupción y dejar de lado definiciones políticas, sociales, económicas. O, como decía aquí mismo el otro día: “El honestismo es la tristeza más insistente de la democracia argentina: la idea de que cualquier análisis debe basarse en la pregunta criminal: quiénes roban, quiénes no roban. Como si no pudiéramos pensar más allá…”.
–¿Y usted qué prefiere, Caparrós? ¿Que roben? Usted debe de ser de esos que dicen “que roben pero que hagan”.
Me lo han dicho varios y me sorprende: yo jamás dije –ni pensé– tal pavada. Yo digo que la honestidad es el grado cero de la actuación política y que por supuesto hay que exigirle a cualquier político –como a cualquier empresario, ingeniero, maestra, domador de pulgas– que sea honesto. Que, por supuesto, la mayoría de los políticos argentinos no lo parecen. Que, por supuesto, es necesario conseguir que lo sean. Pero que eso, en política, no alcanza para nada: que un político sea honesto no define en absoluto su línea política. Por eso digo que la honestidad es –o debería ser– un dato menor: el mínimo común denominador a partir del cual hay que empezar a preguntarse qué política propone y aplica cada cual.
–¿Y entonces qué problema se hace, Caparrós? Si usted también quiere que sean honestos, por qué dice esas cosas…
Porque creo que hay muchos que siguen currando con eso de la honestidad: con la denuncia, con los prontuarios ajenos, con la promesa propia. Y, con eso, clausuran el debate sobre el poder, la riqueza, las clases sociales: acá lo que necesitamos son gobernantes honestos, dicen, y la honestidad no es de izquierda ni de derecha. La honestidad quizá no, pero los honestos seguro que sí. Se puede ser muy honestamente de izquierda y muy honestamente de derecha, y ahí va a estar la diferencia. Quien administre muy honestamente en favor de los que tienen menos –dedicando honestamente el dinero público a mejorar hospitales y escuelas– será más de izquierda; quien administre muy honestamente en favor de los que tienen más –dedicando honestamente el dinero público a mejorar autopistas, parkings, teatros de ópera– será más de derecha. Quien disponga muy honestamente cobrar más impuestos a las ganancias y menos IVA sobre el pan y la leche será más de izquierda; quien disponga muy honestamente no cobrar impuestos a las actividades financieras y sí al trabajo asalariado será más de derecha. Quien decida muy honestamente facilitar el uso de anticonceptivos será más de izquierda; quien decida muy honestamente acatar las prohibiciones eclesiásticas será más de derecha. Quien decida muy honestamente educar a los chicos pobres para sacarlos de la calle será más de izquierda; quien decida muy honestamente llenar esas calles de policías y de armas será más de derecha. Y sus gobiernos, tan honesto el uno como el otro, serán radicalmente diferentes. Digo, en síntesis: la honestidad –y la voluntad y la capacidad y la eficacia–, cuando existen, actúan, forzosamente, con un programa de izquierda o de derecha.
–Sí, todo bien, pero si los políticos no robaran, muchas cosas serían mejores. La salud y la educación serían mejores, por ejemplo.
Me han dicho varios lectores, y es el argumento clásico del honestismo progre y yo digo que sí, que un poquito mejores. Pero lo que define la salud o la educación argentinas no es que quienes tienen que organizar sus prestaciones públicas se roben un 10, un 20, un 30 por ciento del dinero destinado a ellas; lo que las define es que –gracias a la dictadura militar y sus continuadores democráticos– los argentinos que pueden hacerlo compran salud y educación privadas, y dejan a los pobres esa educación y esa salud públicas que los políticos corroen. O sea: si este mismo sistema estuviera administrado sin la menor fisura, habría –supongamos– un tercio más de recursos para hospitales y escuelas, y los pobres tendrían un poco más de gasa y un poco más de vacunas y un poco más de tiza –y los ricos seguirían teniendo tomógrafos y bypasses al toque y computadoras en el aula. Quiero decir: si todos los políticos fueran honestos, todavía tendríamos que tomar las decisiones básicas: en este caso, por ejemplo, si queremos que haya educación y salud de primera y de segunda, o no. Si queremos que un rico tenga muchísimas más posibilidades de sobrevivir a un infarto que un pobre, o no. Si pensamos que saber matemáticas es el derecho de los hijos de los que ganan más de cuatro lucas, o no.
Pero muchos políticos –y muchos ciudadanos– evitan discutirlo y hablan de la corrupción, que es más fácil y es decir casi nada: ¿quién va a proclamar que está a favor del cáncer? El honestismo es la forma de no pensar en ciertas cosas, un modo parlanchín de callarse la boca. O, para decirlo como lo escribí hace justo diez años, en una nota que se llamaba “El curro de la corrupción”: “Un día nuestros gobernantes serán probos, ignorarán todo sobre las islas Caimán, usarán su propio coche para irse de shopping y denunciarán a su secretaria cuando se limpie las uñas con un clip del Estado: eso es, al menos, lo que nos prometen últimamente casi todos los líderes políticos. Ese día va a ser espeluznante; ese día nuestras esperanzas, si es que todavía las tenemos, caerán procelosas como guano de paloma sobre testas peladas. ¿Será que vamos a esperar hasta ese día para descubrir el curro de la corrupción? ”
–¡Sí, de veras! ¡Qué indignación, hermano, nos afanan sin parar! ”
–No, no me entendiste. Lo que vos decís es la corrupción. Yo te decía el curro de la corrupción. ”Ese día tan esperado, cuando nuestros gobernantes sean tan buenos como la madre Teresa de Calcuta, va a ser estremecedor: ese día, tres millones de desocupados se van a dar cuenta de que siguen estando desocupados; diez millones de pobres van a ver que son igual de pobres; treinta millones de argentinos van a entender que el país está hecho para los otros ocho o nueve, aunque ahora lo van a administrar con honra. Y –quizás, ese día– sí va a pasar algo”.
Lo que dice este Caparrós no contradice en absoluto mis argumentos, al contrario, solo reafirma mi teoría de que la honestidad es un requisito necesario, pero no el único.
Por otro lado, si he de ubicarme en algún sitio, dentro de esa desagradable calificación de “derecha” o “izquierda”, debería decir que soy.....deee....esteeee....centro, si, centro-derecha tal vez porque no me considero ni neoliberalista ni comunista, pero apoyo al sistema capitalista, que resulta la mejor opción por descarte, ya que le da cierta libertad de elección al ciudadano y la capacidad de que algunos de ellos puedan ganar una importancia suficiente que permita que el gobernante de turno tenga una sana oposición y no cree una inamovible hegemonía como ha pasado en todos los comunismos (muy lindo lo de Marx pero en la práctica semejante acefalía derivaría en un insoportable estado anarquista, y el comunismo con un líder ya no es comunismo, sino una monarquía absolutista). Trato de rescatar lo mejor de cada posición, el agrandamiento del estado (con la estatización de los recursos estratégicos) sin llegar a ser demasiado intervensionista o excesivamente benefactor, sumado al fomento de la inversión privada creando condiciones que les resulten atractivas, para lo cual hacen falta políticas de estado, que primero requieren seriedad...que, claro está, hasta ahora no hay.
Saludos cordiales.