Me propongo iniciar este tema con el objetivo de reseñar aspectos de la cultura militar cubana como un complemento al tema Batallas y combates relevantes en la Historia de Cuba.
Este tema promete ser interesante pues pudiera constituir un espacio para esos elementos que están presentes en el mundo militar con una connotación cultural.
Para empezar.
En las guerras de independencia cubana del siglo XIX, los españoles tenían varias formas de referirse peyorativamente hacia los cubanos que luchaban por la independencia: los más comunes fueron “mambís” o “mambises”, este término está asociado, citando el sitio CubGenweb, según el notable historiador cubano, Carlos Márquez Sterling, la palabra "mambí" es de origen afro antillano y se aplicaba a los revolucionarios de Cuba y Santo Domingo (ahora la República Dominicana) en el siglo XIX.
Según el escritor de ficción Elmore Leonard, en su novela de aventuras Cuba Libre, la palabra mambí viene de Eutimio Mambí, un líder que peleó contra los españoles en Santo Domingo 50 años antes. Los soldados españoles, notando las tácticas similares en el uso del machete de los revolucionarios cubanos, comenzaron a referirse a ellos como los "hombres de Mambí", lo que luego se acortó con el uso a "mambís" o "mambíses".
Paradójicamente, está palabra gustó a los independentistas cubanos, tanto, que más que un insulto, veían en la misma un halago por el significado de luchar por la patria frente al colonialismo español.
Pero este no fue el único término despectivo utilizado por los españoles. Otras formas también de referirse a los cubanos fueron: “manigüeros”, “insurrectos”, “bandoleros”, “pillos”, “ñañigos”, “hijos de aura y de mono” (este último, por la cantidad de hombres de raza negra existentes en las filas independentistas).
Los cubanos no fueron menos al referirse de manera burlona a los españoles (por demás, algo muy característico en la idiosincrasia del cubano). Expresiones como “gringos”, “patones”, “soldaos”, “panchos”, “rayadillos”, “tocororos”, “azulejos”, “quintos” servían para referirse al ejército colonial.
Y hablando de expresiones, aprovecho para mencionar otros términos de los mambises y sus respectivos significados:
·Batir el bronce----pelear
·Trifulca----pelea o combate
·Rebumbio----pelea o combate
·Debate----pelea o combate
·Encasquillarse----acobardarse
·Juyuyo---huidizo
·Barbicano----veterano
·Combinación----maniobra
·Forrajeo----buscar alimentos
·Ir al vivere----ir a buscar alimentos
·Cáscara----lazo de cuero trenzado
·Virlongo----fusil de cartucho metálico
·Apapipio----delator, chivato
·Cuandos----amigos de los poblados
·Cuandear----ir al poblado
·Laborantes----conspiradores en los poblados
·Laticas----grados de los clases
·Ir a matar caballo----a toda velocidad
·Con la mecha afuera----muy cansado
·Casquillo reformado lateral----gran problema
·Tiro de la vianda----cartucho reservado para emergencia.
·Plateados----bandidos
·Majases---mambises que se fingían enfermos
·Pacíficos----habitantes de los campos que no participaban en la Revolución.
Formas de referirse al machete----quimbo, calabozo, collin, paraguayo, yaguarama, guámpara.
En el excelente libro Radiografía del Ejército Libertador 1895 - 1898, del ya desaparecido historiador cubano Francisco Pérez Guzmán, este autor cita las expresiones raras que el combatiente habanero, teniente coronel Eduardo Rosell Malpica, anotara en su diario de campaña. Sobre los orientales le llamó la atención el uso frecuente del vocablo “cuasimente”, pero no explicó su acepción. Le resultó llamativo que a la malanga le decían chopos, a los platanales, guineales y a las viandas, víveres. Dentro del territorio oriental, también, había diferencias, pues a la mochila los insurrectos de Guantánamo la denominaban managüí y en otras zonas, macuto.
De Camagüey no se le escapó el empleo del pronombre voz que en otros lugares de la Isla ya estaba en desuso, la sustitución de la palabra bobo por faino y la de sanaco por simplar. A la oreja le llamaban guataca y a la laguna, rambla.
De Sancti Spiritus escribió que la palabra enemigo fue sustituida por solche y cuando se referían a la estatura de una persona hablaban de estado. A los hijos de españoles y cubanos les llamaban castizos.
Otro habanero, Domingo Méndez Capote, durante su estancia en Las Villas, escribió que los insurrectos le decían tarantín a la tienda de campaña. A la gran dispersión le llamaban revolisco y remandingo. Guacabina a la comida que se llevaba lista para el viaje. Jocharse por fatigarse, pojao por estropeado, guaca por escondrijo, escordao por abochornarse, chicharrón por adulón (actualmente y todavía utilizado en Cuba) y goyado o joveros a los caballos.
Por su parte, el teniente coronel Malpica advierte que en la zona de Guantánamo y Santiago de Cuba se hablaba un castellano mezclado con el patois y la lengua francesa. En relación con el modo de hablar – sobre todo de la población negra y mulata de origen y descendiente de africano y haitiano – se tejieron anécdotas cómicas con un sustento burlón y, hasta cierto punto, discriminatorio. Un ejemplo de ello está en las órdenes de un jefe a su subordinado.
-Coja cuatro números y cuatro Remington, con cuatro cláusulas (cápsulas) cada uno, y váyase a desplorar (explorar) esa tropa con el Perfecto (prefecto), en la guanguardia (vanguardia) de adelante, y tenga cuidado con el franco (flanco) no le vayan a echar un ala.
Otro ejemplo, atribuido al comandante Luis Dupuay.
-¡Alto quién va!
-Cuba
-¿Qué trisimento?
-Quinñónez. Gravanza uno para ser corío.



Atentamente.
Siochy