Estos aviones ¿combatieron en Libia? Serian los famosos "Centauros del Desierto"

Como los duelos con pan son menos, si a tí no te gusta, le hará feliz posiblemente a Guaripete:
Valerio escribió:Estimado Sursum, Landser es un término coloquial para designar un soldado a palo seco. Esta palabra bárbara (como todo lo alemán) deriva de una abreviatura del singular de Landsknechte, Landsknecht: "Land" (tierra o país) y "Knecht" (siervo).
Sus órdenes.
Valerio escribió::shoked:
Eso es injusto. Tu si que conoces a mis repollos.
Tras un tiempo hecho prisionero debido a que le derribó un Dewoitine D.520 francés durante la Batalla de Francia y puesto en libertad tras la derrota de los franceses ante los nazis y el posterior armisticio en el que estos se comprometían a soltar a todos sus prisioneros de guerra alemanes, Mölders volvió pronto a su escuadrón, el JG 53 (Jagdgeschwader 53), tras haber probado los cazas ingleses (Hurricane y Spitfire) que los alemanes cautivaron durante su repliegue hacia Dunquerque.
No pasó mucho tiempo antes de que Mölders tuviera oportunidad de poner a prueba sus nuevos conocimientos sobre los cazas enemigos. Apenas dos semanas después de sus pruebas de vuelo en Rechlin, el 28 de julio de 1940, despegó de en su primera patrulla desde que lo habían derribado. Se sentía lleno de optimismo, pues acababa de batir otro récord: ahora era el general de brigada más joven de la Luftwaffe, después de que lo hubieran ascendido a la jefatura de toda la JG 51. Habían pasado dos meses desde que había abatido por última vez un avión, y ardía en deseos de aumentar su cuenta antes de que otros lo alcanzaran.
Aquella tarde, el piloto de flanco de Mölders era Erich Kircheis, un ayudante de escuadrón de la JG 51. "Cuando la misión casi había terminado -recordaba-, Mölders ordenó que los otros cazas pusieran rumbo a casa mientras que él decidió alejarse a cierta distancia del resto de la unidad, tal vez para poder observar las cosas desde una posición mejor. De aquel modo, Mölders y yo nos encontrabamos solos a 7.500 metros de altura. Sabíamos que nuestra situación era peligrosa; podían atacarnos Spitfires, pero aún peor era el hecho de que pudiera saberse que un Kommodore había volado sobre Inglaterra a solas con su piloto de flanco. Göring (mariscal de Luftwaffe) había escrito personalmente una orden para prohibir semejantes situaciones. ¡Quería conservar a sus Kommodoren!"
Entretanto, el jefe de escuadrilla de veintinueve años Adolph "Sailor" Malan volaba en su posición acostumbrada, al frente de los Spitfires del Escuadrón 74. A las dos menos diez de aquella tarde, se había hecho despegar al 74 desde la base de la RAF en Manston -en la zona del Grupo 11 del Mando de Cazas- con órdenes de interceptar ala JG 51 y otros aviones enemigos.
Eran alrededor de las dos de la tarde cuando Mölders ordenó a Kircheis que diera la vuelta para regresar a su base de Wisant, en la costa de Normandía, a medio camino entre Calais y Boulogne. Pocos minutos después, justo al Norte de Dover, Kircheis vio una vic de tres Spitfires que volaban a 1.500 metros por debajo de ellos. Sus auriculares se activaron con una crepitación.
-¡Vamos a derribarlos!- ordenó Mölders.
Los Spitfires, con sus círculos de vivos colores, no habían visto a Mölders y Kircheis, que se dirigían a ellos desde el sol.
Kircheis se revolvió en la angosta cabina de su Messerschmitt, oteando el cielo. De repente, vislumbró varios aviones muy arriba, como puntos oscuros sobre el sol. No sabía si eran alemanes o británicos.
-Achtung! (Atención) -advirtió Kircheis-. ¡Una unidad sobre nosotros!
-¡Cállate! -dijo bruscamente Mölders, totalmente concentrado en las presas que tenía debajo.
Kircheis obedeció. El legendario Mölders no podía equivocarse. "Confiaba en él; desde lejos, los aviones son solo puntitos y muy difíciles de identificar", explicaba posteriormente Kircheis.
Pocos segundos después, Mölders inclino el ala y seguidamente se lanzó en picado. Las trazadoras y los proyectiles de cañón atravesaron el aire. Mölders volvía a estar en forma; Kircheis vio un Spitfire cayendo del cielo.
Ya eran cerca de las dos y veinte de la tarde. "Sailor" Malan bajó en picado, seguido de cerca por el resto del Escuadrón 74, y Mölders y Kircheis no tardaron en verse rodeados de Spitfires. No había tiempo para hábiles piruetas. Mölders aceleró y descendió en picado en una dirección. Kircheis hizo otro tanto y fue en la otra; perdió muchos centenares de metros en tan solo unos segundos que le helaron la sangre en las venas, y luego miró a su alrededor: no había ni rastro de su Kommodore. Pero sí había todavía un buen número de Spitfires que le pisaban los talones. Usando toda la habilidad que fue capaz de reunir, picó, viró, volvió a picar y forzó su avión más allá de los límites prescritos hasta que estuvo seguro de que se había librado de los atacantes.
Entretanto, Mölders, después de perder a su piloto de flanco, había virado para hacer frente a varios Spitfires. No tardó en tener uno en el punto de mira. Abrió fuego y, pocos segundos después, una nueva víctima caía envuelta en llamas; era el avión número 26 que derribaba Mölders. "Pero entonces me encontré en medio de un grupo de ingleses, y estaban muy enfadados conmigo", recordaba. "Todos se abalanzaron sobre mí, y tuve suerte de que lo hicieran. Como todos trataban de ganarse unos laureles fáciles a costa de un solo alemán, se obstaculizaron mutuamente. Bien, pues logré maniobrar entre ellos y confundirlos aún más."
Mölders se zafó de ellos y volvió a ganar altura, resuelto a derribar otro Spitfire. Todavía había muchos entre los que escoger. Según varias versiones, optó por "Sailor" Malan. No fue una buena elección, pues Malan no era ningún novato; había visto a Mölders, y antes de que pudiera apuntar, ya estaba dando la vuelta con su Spitfire.
El motor Rolls-Royce rugía mientras Malan mantenía el Spitfire en un viraje cerrado, lo bastante cerrado como para colocar a Werner Mölders en el punto de mira.
Malan apretó el botón de disparo y acribilló a Mölders con una lluvia de plomo.
"Las balas cayeron sobre mi avión", recordaba Mölders. "Los disparos causaron graves desperfectos en el radiador y el depósito de combustible, y tuve que huir lo más rápido posible."
Malan también le había dado en la pierna a Mölders, pero la herida no era tan grave como para causar una pérdida de sangre importante. Mölders viró hacia Francia, con la esperanza de no tener que amarar en el "canal de la mier-da", como llamaban muchos pilotos de la Luftwaffe al canal de la Mancha. Finalmente, aparecieron los acantilados calcáreos. Lo había conseguido. Pero entonces el motor tosió y empezó a fallar. Mölders consultó los instrumentos. Su base, Wisant, comenzaba a distinguirse en la distancia. Trató de sacar el tren de aterrizaje, pero estaba inutilizado. Los "negros"(el personal de tierra) de la JG 51 vieron acercarse al aeródromo a su nuevo Kommodore, con las ruedas recogidas y planeando hacia la hierba. Para su deleite, Mölders realizó un suave aterrizaje de panza.
El combate había terminado con Mölders herido, sin gravedad, pero que lo mantuvo una semana y media inactivo. Pasaría cerca de un mes hasta que Mölders volviera a aumentar su cuenta de derribos.
GUARIPETE escribió:estoy leyendo un libro desde hace 3 días
Valerio escribió:GUARIPETE escribió:estoy leyendo un libro desde hace 3 días
De esos que te descargas, piratilla.
reytuerto escribió:Hola Sursum:
La víctima debe ser un La-5. Saludos.
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