La Desaparición del Oro de España
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Relato del traslado del oro en octubre del 36, poco antes de su salida de españa.
Fuente:
http://www.sbhac.net/Republica/TextosIm ... Trenes.htm
Historia y Vida. Extra número 4, 1974
LOS TRENES DEL TESORO
Ernesto Luengo
Una tarde del mes de octubre de 1936, a paso de maniobra, una compañía de milicianos de la Brigada Motorizada del Partido Socialista, marcha a lo largo del Paseo del Prado de Madrid en dirección Atocha. Yo era uno de los ciento y pico de muchachos que integraban la formación. Destino... ignorado.
Recién cumplidos mis diecinueve años, me había incorporado a «La Motorizada» por ser la agrupación miliciana más afín con mis ideales (sabía que era una unidad adepta a la política de don Indalecio Prieto, jefe del ala conservadora del Partido Socialista y, además, por ser quizás el primer grupo de milicianos no comunista organizado con mandos y disciplina militares. Mis ideales de entonces, siendo un chico joven, flaco y con lentes, empleado de oficinas, estaban insuflados -de patriotismo por la lectura de los «Episodios Nacionales», de don Benito Pérez Galdós. Si hubo curas ciento veintiocho años atrás luchando contra la invasión francesa, ¿por qué no mecanógrafos, ahora, para mejorar la justicia social?
Nunca supe por qué mi brigada se tituló "motorizada", puesto que ni motos ni motores teníamos para trasladarnos, sino solamente los pies. Y a pie marchamos en aquel mi primer servicio bélico hacia la estación de Atocha, que aún se llamaba de «Madrid-Zaragoza-Alicante», hasta que nos situaron en un andén, al borde de un tren ya formado con su locomotora despidiendo vapor blanco. ¿Dónde nos Llevarían? ¿Al frente? Seguramente no, porque por entonces "el frente" para los madrileños estaba en la Sierra; y a la Sierra se iba por la estación del Norte, no por la de Atocha. Además éramos poca gente para constituir una expedición de guerra.
Al anochecer apareció en nuestro andén una grupo de muchachas, uniformadas con indumentaria socialista, que repartieron raciones individuales de rancho frío: bocadillos, cerveza y vino, todo muy bien preparado en bolsitos de papel blanco, puesto que aún no se usaba el plástico. Y muy poco después, mientras comenzábamos a merendar, la compañía hubo de formar para escuchar al mando que nos informó así: «Marchamos a Cartagena como escolta de este tren. ¡Es una misión importante y peligrosa, pues custodiamos un cargamento de estopines. Se nombrarán turnos de guardia de dos horas durante la marcha en las plataformas de los vagones, pero cada vez que el tren se detenga, la escolta en pleno ha de saltar rápidamente del tren y rodearlo, con la orden terminante de impedir, si preciso fuera por la fuerza, que alguien se aproxime a los vagones. ¡NADIE, NI PAISANO NI UNIFORMADO!»
Ocupamos tres vagones de viajeros intercalados simétricamente entre los de carga, los cuales ya encontramos en la estación cerrados y precintados. Y a poco de emprender la marcha comenzaron los bulos y los rumores: No transportamos estopines, sino oro, el oro del Banco de España»...
El viaje, que duró toda la noche, se efectuó con total precisión. En las escasas detenciones del convoy saltamos a tierra según lo ordenado y rodeamos el tren hasta reemprender la marcha. A veces, no recuerdo si siempre, llevábamos dos locomotoras, una en cabeza y otra en cola.
Por la mañana muy temprano llegamos a la estación de Cartagena, donde en seguida empezaron a desprecintar y abrir vagones y se nos ordenó trasladar la carga, cajas de madera alargadas, todas Iguales, a unos camiones que estaban esperándonos. En ellos, carga y escolta rodamos algunos kilómetros hasta 'lo que llamaban «los Polvorines» túneles abiertos en la falda de un cerro que recuerdo tenían la planta en forma de una T mayúscula. Nosotros mismos hicimos la descarga y acomodo de las cajas en el fondo de los túneles, recorriendo en fila india los quizá cincuenta metros de túnel para ir depositando !las cajas en la transversal del fondo, a derecha e izquierda y desde el suelo al techo, hasta rellenar o taponar todo el espacio. Para alcanzar las capas superiores de almacenamiento formábamos escalones con las propias cajas. El trabajo duro y el calor en el interior de aquellas cuevas hizo que quedáramos medio desnudos. Recuerdo la escena grabada para siempre en mi mente. Parecíamos dos filas de hormigas, la entrante con caja al hombro y la saliente "de vacío"., para volver a cargar. ¿Veinte, veinticinco kilos cada caja? Algo así. Los bulos y rumores del tren se convirtieron en certeza. El sonido del contenido de las cajas, al manipularlas, era inconfundible. Con toda seguridad monedas. Aunque seguramente ninguno de nosotros había visto jamás ni entonces pudo ver una sola moneda de oro. Terminados la descarga y el almacenamiento, de nuevo a la estación, al tren y a Madrid. Por haber empleado el día entero en los trabajos de transporte y descarga, el viaje de regreso fue Igualmente nocturno. Solamente pudimos dormir a ratos, sentados y vestidos, durante el tiempo libre de guardia, pero en Madrid tuvimos todo el día siguiente de permiso.
Sin embargo..., ¡ay!, libres sólo estuvimos para ir a casa hasta el nuevo atardecer, pues de nuevo se repitió, y así hasta ocho veces seguidas, la misma operación. Ocho veces, ocho viajes, ocho trenes para mi Compañía de escolta. Después supimos que el total de trenes fue de veinticuatro dato que nunca tuve ocasión de comprobar. No pude imaginar por entonces que estaba siendo protagonista de un capítulo importante de la Historia de España. De los miles de libros que después se han escrito sobre la guerra civil he leído aproximada mente media docena; y sobre el tema de este relato he encontrado grandes contradicciones. Por ejemplo, alguien que debería estar documentado, como don Julián Zugazagoitia, que fue director del periódico «El Socialista» y también ministro del Gobierno durante la guerra, dice en la larga historia que escribió en 1940 que «en la tarde o noche del 7 de noviembre de 1936 corrían hacia Levante los camiones que transportaban el oro del Banco de España». Según versiones mejor documentadas de otros autores, para esa fecha el oro estaba ya en Rusia. El traslado a Cartagena desde Madrid se realizó, aunque no puedo recordar los días exactos, a partir de los primeros días de octubre; absolutamente cierto que en trenes y no en camiones (yo estaba allí), y no en noviembre, puesto que fue entre el 25 y el 28 de octubre cuando, según historiadores bien Informados, se embarcaba el oro en Cartagena. Fue sin duda una operación muy secreta que organizaron y ejecutaron pocas personas. El azar me llevó a ser testigo y operario en aquel histórico traslado del tesoro español, que, por supuesto, creí se limitaba a alejarlo del Madrid en peligro. Pero tanto quisieron -y consiguieron- evitar la divulgación del hecho que relato, que muchos años después he sabido, por mis lecturas, que a los funcionarios del Banco de España que acompañaron el oro a Rusia no se les permitió regresar a España. 0 quedaron allí o fueron dispersados por el mundo.
Sin meterme a opinar ni a juzgar la decisión ministerial que ordenó el traslado, sí puedo afirmar que al menos hasta Cartagena se hizo con absoluta disciplina, honradez y meticulosidad. En cada entrada de túnel había una mesa con un funcionario del Banco que tomaba nota de las cajas que iban pasando; y al final de cada descarga, funcionarios y jefes de escolta firmaban solemnemente las actas. El trabajo fue perfecto; pero ocurrió un incidente que supongo completamente desconocido salvo para el grupo -o para quienes quedemos de él- del que fuimos testigos y protagonistas.
Fue en mi tercer viaje, un par de horas después de salir de Madrid, cuando repentinamente el tren se detuvo en una estación pequeña, completamente solitaria y aparentemente abandonada. Los jefes dieron la alarma y ordenaron no descender del tren pero sí asomar los fusiles por las ventanillas en actitud defensiva. Pudimos leer claramente el nombre de la estación: Algodor. El tren retrocedió rápidamente y poco más tarde vinimos a saber que tras pasar Aranjuez, en la desviación de Castillejo, un equivocado cambio de agujas nos llevó por la vía hacia Toledo dejando a la izquierda nuestra ruta de Albacete. Nos informaron que habiendo ocupado muy poco antes la ciudad de Toledo las tropas del general Varela, Algodor estaba aquella noche en «tierra de nadie». De haberlo sabido... ¡qué riquísimo botín, nada menos que un tren lleno de oro, hubieran tomado fácilmente las tropas que avanzaban hacia Madrid!
En el Banco de España sobraba un duro.
Y para terminar este relato me es necesario resaltar mi extrañeza, que aún perdura después de treinta y ocho años, sobre una faceta insólita del caso. He leído, siempre con lógica curiosidad, cuantos artículos y reportajes han caído en mis manos —y no han sido pocos- comentando el traslado del oro, siempre el oro. Pero..., ¿qué pasó con la plata? Nadie la nombra. Fueran o no veinticuatro los trenes, yo doy fe de los ocho en que viajé. Y sin duda fueron en total no menos de dieciséis, pues cada noche nos cruzábamos uno de ida con otro de regreso. Yo ayudé a descargar tres trenes de cajas de oro, pero los otros cinco llevaron plata en talegos y no en cajas. Cada talego contenía veinticinco kilos de plata en mil monedas de un duro. Por comentarios con otros compañeros que escoltaron otros trenes pude calcular que solamente un tercio aproximado de la carga total fue de cajas de oro, mientras que los otros dos tercios fueron de plata.
No tuve ocasión de ver ni moneda ni lingote alguno de oro. ¡Pero sí, curiosamente, vi algo de plata. Y ocurrió así aunque parezca invención, pues ya sabemos que a veces la realidad puede parecer más inverosímil que la fantasía.
Y no es fantasía ni invención, sino rigurosamente cierto, que a un muchacho que transportaba como yo un talego de plata al hombro, túnel adentro, se le cayó al suelo, reventó el talego y allá rodaron duros de plata por el suelo del túnel, cuyo pavimento de cemento estaba ligeramente inclinado hacia la entrada. Todos colaboramos a recoger monedas, depositándolas apiladas en la mesita del representante del Banco de España. Ante el grupo de testigos del hecho se hizo dos veces el recuento, observando que de la cuenta sobraba un duro. (Por cierto que gracias a ese incidente pude comprobar que no portábamos monedas nuevas y relucientes, como los profanos creemos deben ser las que almacena el Banco de España, sino duros de diversos cuños y efigies usados y sobados.) El señor de la mesa nos pidió que revisáramos nuestras pertenencias personales por si a alguno le faltaban del bolsillo cinco pesetas. Pero no fue así, y en consecuencia levantó acta, firmaron los jefes y al papel oficial adjuntó la moneda sobrante, supongo que para reintegrarla a la superioridad.
Después de mi octavo y último viaje de regreso a Madrid, hacia el 20 de octubre, me destinaron al frente del sur de la capital de España, en la línea de Navalcarnero. Retrocediendo ante las tropas de Varela y Yagüe, «La Motorizada» luchó en la Casa de Campo y en el Barrio de Usera, en cuyos combates sufrió muchas bajas. Nos quedamos en cuadro, quizá más de la mitad muertos o desaparecidos. Y en la última semana de noviembre decidieron disolver la unidad, formando con sus restos otra de carabineros, creo que para escolta del Gobierno. Supe que finalmente sus componentes fueron a parar a Méjico, pero nunca después he tenido ocasión de comentar estos temas con algún otro testigo o compañero de entonces. Tampoco recuerdo ningún nombre o fisonomía de ellos. Yo no quise ser carabinero y en diciembre de 1936 elegí pasar al arma de artillería, en la que hice el resto de la guerra.
Fuente:
http://www.sbhac.net/Republica/TextosIm ... Trenes.htm
Historia y Vida. Extra número 4, 1974
LOS TRENES DEL TESORO
Ernesto Luengo
Una tarde del mes de octubre de 1936, a paso de maniobra, una compañía de milicianos de la Brigada Motorizada del Partido Socialista, marcha a lo largo del Paseo del Prado de Madrid en dirección Atocha. Yo era uno de los ciento y pico de muchachos que integraban la formación. Destino... ignorado.
Recién cumplidos mis diecinueve años, me había incorporado a «La Motorizada» por ser la agrupación miliciana más afín con mis ideales (sabía que era una unidad adepta a la política de don Indalecio Prieto, jefe del ala conservadora del Partido Socialista y, además, por ser quizás el primer grupo de milicianos no comunista organizado con mandos y disciplina militares. Mis ideales de entonces, siendo un chico joven, flaco y con lentes, empleado de oficinas, estaban insuflados -de patriotismo por la lectura de los «Episodios Nacionales», de don Benito Pérez Galdós. Si hubo curas ciento veintiocho años atrás luchando contra la invasión francesa, ¿por qué no mecanógrafos, ahora, para mejorar la justicia social?
Nunca supe por qué mi brigada se tituló "motorizada", puesto que ni motos ni motores teníamos para trasladarnos, sino solamente los pies. Y a pie marchamos en aquel mi primer servicio bélico hacia la estación de Atocha, que aún se llamaba de «Madrid-Zaragoza-Alicante», hasta que nos situaron en un andén, al borde de un tren ya formado con su locomotora despidiendo vapor blanco. ¿Dónde nos Llevarían? ¿Al frente? Seguramente no, porque por entonces "el frente" para los madrileños estaba en la Sierra; y a la Sierra se iba por la estación del Norte, no por la de Atocha. Además éramos poca gente para constituir una expedición de guerra.
Al anochecer apareció en nuestro andén una grupo de muchachas, uniformadas con indumentaria socialista, que repartieron raciones individuales de rancho frío: bocadillos, cerveza y vino, todo muy bien preparado en bolsitos de papel blanco, puesto que aún no se usaba el plástico. Y muy poco después, mientras comenzábamos a merendar, la compañía hubo de formar para escuchar al mando que nos informó así: «Marchamos a Cartagena como escolta de este tren. ¡Es una misión importante y peligrosa, pues custodiamos un cargamento de estopines. Se nombrarán turnos de guardia de dos horas durante la marcha en las plataformas de los vagones, pero cada vez que el tren se detenga, la escolta en pleno ha de saltar rápidamente del tren y rodearlo, con la orden terminante de impedir, si preciso fuera por la fuerza, que alguien se aproxime a los vagones. ¡NADIE, NI PAISANO NI UNIFORMADO!»
Ocupamos tres vagones de viajeros intercalados simétricamente entre los de carga, los cuales ya encontramos en la estación cerrados y precintados. Y a poco de emprender la marcha comenzaron los bulos y los rumores: No transportamos estopines, sino oro, el oro del Banco de España»...
El viaje, que duró toda la noche, se efectuó con total precisión. En las escasas detenciones del convoy saltamos a tierra según lo ordenado y rodeamos el tren hasta reemprender la marcha. A veces, no recuerdo si siempre, llevábamos dos locomotoras, una en cabeza y otra en cola.
Por la mañana muy temprano llegamos a la estación de Cartagena, donde en seguida empezaron a desprecintar y abrir vagones y se nos ordenó trasladar la carga, cajas de madera alargadas, todas Iguales, a unos camiones que estaban esperándonos. En ellos, carga y escolta rodamos algunos kilómetros hasta 'lo que llamaban «los Polvorines» túneles abiertos en la falda de un cerro que recuerdo tenían la planta en forma de una T mayúscula. Nosotros mismos hicimos la descarga y acomodo de las cajas en el fondo de los túneles, recorriendo en fila india los quizá cincuenta metros de túnel para ir depositando !las cajas en la transversal del fondo, a derecha e izquierda y desde el suelo al techo, hasta rellenar o taponar todo el espacio. Para alcanzar las capas superiores de almacenamiento formábamos escalones con las propias cajas. El trabajo duro y el calor en el interior de aquellas cuevas hizo que quedáramos medio desnudos. Recuerdo la escena grabada para siempre en mi mente. Parecíamos dos filas de hormigas, la entrante con caja al hombro y la saliente "de vacío"., para volver a cargar. ¿Veinte, veinticinco kilos cada caja? Algo así. Los bulos y rumores del tren se convirtieron en certeza. El sonido del contenido de las cajas, al manipularlas, era inconfundible. Con toda seguridad monedas. Aunque seguramente ninguno de nosotros había visto jamás ni entonces pudo ver una sola moneda de oro. Terminados la descarga y el almacenamiento, de nuevo a la estación, al tren y a Madrid. Por haber empleado el día entero en los trabajos de transporte y descarga, el viaje de regreso fue Igualmente nocturno. Solamente pudimos dormir a ratos, sentados y vestidos, durante el tiempo libre de guardia, pero en Madrid tuvimos todo el día siguiente de permiso.
Sin embargo..., ¡ay!, libres sólo estuvimos para ir a casa hasta el nuevo atardecer, pues de nuevo se repitió, y así hasta ocho veces seguidas, la misma operación. Ocho veces, ocho viajes, ocho trenes para mi Compañía de escolta. Después supimos que el total de trenes fue de veinticuatro dato que nunca tuve ocasión de comprobar. No pude imaginar por entonces que estaba siendo protagonista de un capítulo importante de la Historia de España. De los miles de libros que después se han escrito sobre la guerra civil he leído aproximada mente media docena; y sobre el tema de este relato he encontrado grandes contradicciones. Por ejemplo, alguien que debería estar documentado, como don Julián Zugazagoitia, que fue director del periódico «El Socialista» y también ministro del Gobierno durante la guerra, dice en la larga historia que escribió en 1940 que «en la tarde o noche del 7 de noviembre de 1936 corrían hacia Levante los camiones que transportaban el oro del Banco de España». Según versiones mejor documentadas de otros autores, para esa fecha el oro estaba ya en Rusia. El traslado a Cartagena desde Madrid se realizó, aunque no puedo recordar los días exactos, a partir de los primeros días de octubre; absolutamente cierto que en trenes y no en camiones (yo estaba allí), y no en noviembre, puesto que fue entre el 25 y el 28 de octubre cuando, según historiadores bien Informados, se embarcaba el oro en Cartagena. Fue sin duda una operación muy secreta que organizaron y ejecutaron pocas personas. El azar me llevó a ser testigo y operario en aquel histórico traslado del tesoro español, que, por supuesto, creí se limitaba a alejarlo del Madrid en peligro. Pero tanto quisieron -y consiguieron- evitar la divulgación del hecho que relato, que muchos años después he sabido, por mis lecturas, que a los funcionarios del Banco de España que acompañaron el oro a Rusia no se les permitió regresar a España. 0 quedaron allí o fueron dispersados por el mundo.
Sin meterme a opinar ni a juzgar la decisión ministerial que ordenó el traslado, sí puedo afirmar que al menos hasta Cartagena se hizo con absoluta disciplina, honradez y meticulosidad. En cada entrada de túnel había una mesa con un funcionario del Banco que tomaba nota de las cajas que iban pasando; y al final de cada descarga, funcionarios y jefes de escolta firmaban solemnemente las actas. El trabajo fue perfecto; pero ocurrió un incidente que supongo completamente desconocido salvo para el grupo -o para quienes quedemos de él- del que fuimos testigos y protagonistas.
Fue en mi tercer viaje, un par de horas después de salir de Madrid, cuando repentinamente el tren se detuvo en una estación pequeña, completamente solitaria y aparentemente abandonada. Los jefes dieron la alarma y ordenaron no descender del tren pero sí asomar los fusiles por las ventanillas en actitud defensiva. Pudimos leer claramente el nombre de la estación: Algodor. El tren retrocedió rápidamente y poco más tarde vinimos a saber que tras pasar Aranjuez, en la desviación de Castillejo, un equivocado cambio de agujas nos llevó por la vía hacia Toledo dejando a la izquierda nuestra ruta de Albacete. Nos informaron que habiendo ocupado muy poco antes la ciudad de Toledo las tropas del general Varela, Algodor estaba aquella noche en «tierra de nadie». De haberlo sabido... ¡qué riquísimo botín, nada menos que un tren lleno de oro, hubieran tomado fácilmente las tropas que avanzaban hacia Madrid!
En el Banco de España sobraba un duro.
Y para terminar este relato me es necesario resaltar mi extrañeza, que aún perdura después de treinta y ocho años, sobre una faceta insólita del caso. He leído, siempre con lógica curiosidad, cuantos artículos y reportajes han caído en mis manos —y no han sido pocos- comentando el traslado del oro, siempre el oro. Pero..., ¿qué pasó con la plata? Nadie la nombra. Fueran o no veinticuatro los trenes, yo doy fe de los ocho en que viajé. Y sin duda fueron en total no menos de dieciséis, pues cada noche nos cruzábamos uno de ida con otro de regreso. Yo ayudé a descargar tres trenes de cajas de oro, pero los otros cinco llevaron plata en talegos y no en cajas. Cada talego contenía veinticinco kilos de plata en mil monedas de un duro. Por comentarios con otros compañeros que escoltaron otros trenes pude calcular que solamente un tercio aproximado de la carga total fue de cajas de oro, mientras que los otros dos tercios fueron de plata.
No tuve ocasión de ver ni moneda ni lingote alguno de oro. ¡Pero sí, curiosamente, vi algo de plata. Y ocurrió así aunque parezca invención, pues ya sabemos que a veces la realidad puede parecer más inverosímil que la fantasía.
Y no es fantasía ni invención, sino rigurosamente cierto, que a un muchacho que transportaba como yo un talego de plata al hombro, túnel adentro, se le cayó al suelo, reventó el talego y allá rodaron duros de plata por el suelo del túnel, cuyo pavimento de cemento estaba ligeramente inclinado hacia la entrada. Todos colaboramos a recoger monedas, depositándolas apiladas en la mesita del representante del Banco de España. Ante el grupo de testigos del hecho se hizo dos veces el recuento, observando que de la cuenta sobraba un duro. (Por cierto que gracias a ese incidente pude comprobar que no portábamos monedas nuevas y relucientes, como los profanos creemos deben ser las que almacena el Banco de España, sino duros de diversos cuños y efigies usados y sobados.) El señor de la mesa nos pidió que revisáramos nuestras pertenencias personales por si a alguno le faltaban del bolsillo cinco pesetas. Pero no fue así, y en consecuencia levantó acta, firmaron los jefes y al papel oficial adjuntó la moneda sobrante, supongo que para reintegrarla a la superioridad.
Después de mi octavo y último viaje de regreso a Madrid, hacia el 20 de octubre, me destinaron al frente del sur de la capital de España, en la línea de Navalcarnero. Retrocediendo ante las tropas de Varela y Yagüe, «La Motorizada» luchó en la Casa de Campo y en el Barrio de Usera, en cuyos combates sufrió muchas bajas. Nos quedamos en cuadro, quizá más de la mitad muertos o desaparecidos. Y en la última semana de noviembre decidieron disolver la unidad, formando con sus restos otra de carabineros, creo que para escolta del Gobierno. Supe que finalmente sus componentes fueron a parar a Méjico, pero nunca después he tenido ocasión de comentar estos temas con algún otro testigo o compañero de entonces. Tampoco recuerdo ningún nombre o fisonomía de ellos. Yo no quise ser carabinero y en diciembre de 1936 elegí pasar al arma de artillería, en la que hice el resto de la guerra.
Licenciado en Geografía, Técnico en Gestión Ambiental y Planificación Territorial
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- JoseLuis
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A título particular me parece muy bien lo que ha hecho nou_moles, de rescatar, sobre todo para las nuevas generaciones, textos que el tiempo ha ido relegando a las hemerotecas, bibliotecas y archivos, y sobre todo de esa etapa de la revista HISTORIA Y VIDA (para servidor, la mejor de esa revista). El número Extra ese en cuestión creo que está aún por casa de mis padres (espero que no me lo hayan tirado, porque hace ya 22 años que salí de ella), junto con otros dedicados a las guerras carlistas, la SGM, etc.
Animo y a seguir por esa vía.
Animo y a seguir por esa vía.
ULTIMA RATIO REGIS
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- Coronel
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JoseLuis escribió:A título particular me parece muy bien lo que ha hecho nou_moles, de rescatar, sobre todo para las nuevas generaciones, textos que el tiempo ha ido relegando a las hemerotecas, bibliotecas y archivos, y sobre todo de esa etapa de la revista HISTORIA Y VIDA (para servidor, la mejor de esa revista). El número Extra ese en cuestión creo que está aún por casa de mis padres (espero que no me lo hayan tirado, porque hace ya 22 años que salí de ella), junto con otros dedicados a las guerras carlistas, la SGM, etc.
Animo y a seguir por esa vía.
Gracias, es difícil por que solo puedo buscar por la red, ya que no tengo libros de mi pequeña colección en Italia.
Licenciado en Geografía, Técnico en Gestión Ambiental y Planificación Territorial
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Hola a todos.
Como mi anterior post fué bastante off-topic , sólo plantearé una cosa sobre aviación.
Además ya, han abierto un post sobre armamento en la Guerra Civil.
No es que lo admita, es que lo dice alguien tan importante (aunque a usted no le gusta) como Hidalgo de Cisneros.
La llegada de los cazas y bombarderos germanoitalianos (me refiero a los CR32 y He51, SM81 y Ju52, no al Me109 y al He111 que llegaron más tarde) alteraron totalmente ese desequilibrio y alteraron el curso de la guerra, que los anticuados y malos cazas y bombarderos franceses no pudieron evitar.
No mezclo conceptos: ambos tipos de aviones, los volados por la Aviación Legionaria y los comprados por los sublevados fueron usados contra los republicanos y quedaron en España después de la guerra.
Tenga en cuenta que la política de construcción aeronáutica italiana era caótica, al contrario que la alemana (de ésa época, claro, luego también dejó bastante que desear).
El gobierno italiano vendió aviones a enemigos de Alemania y Japón (Bélgica, Noruega y China).
El resultado fué que se encontraron con menos aviones de los que necesitaban. Algo parecido le pasó a Polonia, que vendió su mejor caza (el PZL24) quedándose con los anticuados PZL7 y PZL11.
Bueno, me ha pillado
Lo que hago en realidad es "copiar-pegar" cosas de interner...para evitar tener que escribirlas, soy un poco vago .
Pero eso no significa que "pille" cosas sin ton ni son. Simplemente las que están de acuerdo con los datos de que dispongo.
Si usted encuentra en internet un artículo de alguno de sus queridos y "objetivos" historiadores, ¿por qué se va a molestar en escribir LO MISMO?
Lo copia y lo pega. No veo que sea algo malo. Por eso "parece" que escribo tanto.
Salud y suerte.
Como mi anterior post fué bastante off-topic , sólo plantearé una cosa sobre aviación.
Además ya, han abierto un post sobre armamento en la Guerra Civil.
Bueno, al menos admite que tras el Alzamiento quedó en manos de la República casi toda la Aviación, con aparatos aeródromos y maestranzas. Pero ¿cuando llegaron los cazas y bombarderos germanoitalianos?. Porque de la forma que lo plantea es como si llegaran todos juntos y de golpe. Llegaron con cuentagotas y hasta 1937, por la época de la batalla de Brunete, ni la Legión Cóndor ni la Aviación Legionaria eran fuerzas operativas, lo que no implica que nohubiese aviones alemanes e italianos volando, ni pilotos de esas nacionalidades.
No es que lo admita, es que lo dice alguien tan importante (aunque a usted no le gusta) como Hidalgo de Cisneros.
La llegada de los cazas y bombarderos germanoitalianos (me refiero a los CR32 y He51, SM81 y Ju52, no al Me109 y al He111 que llegaron más tarde) alteraron totalmente ese desequilibrio y alteraron el curso de la guerra, que los anticuados y malos cazas y bombarderos franceses no pudieron evitar.
Y de la lista de aparatos que dice, pues mezcla conceptos. Hay que distinguir, de los aviones que se suministran a la Aviación nacional y los que constituyen la Aviación Legionaria. Estos últimos eran propiedad del Estado italiano, y muchos de ellos (no todos) rotaban, es decir, volaban desde Italia, les cambiaban las enseñas, prestaban servicio y volvían a Italia, como es el caso de los Fiat Br.20, o los Canz 506. Ya ni decir de los aviones experimentales comos los Fiat G.50, que fueron visto y no visto. Y si bien es cierto que parte de la plantilla de la Aviación Legionaria fue cedida tras el 1 de abril de 1939, el resto, es decir, la mayoría volvió a Italia.
No mezclo conceptos: ambos tipos de aviones, los volados por la Aviación Legionaria y los comprados por los sublevados fueron usados contra los republicanos y quedaron en España después de la guerra.
Tenga en cuenta que la política de construcción aeronáutica italiana era caótica, al contrario que la alemana (de ésa época, claro, luego también dejó bastante que desear).
El gobierno italiano vendió aviones a enemigos de Alemania y Japón (Bélgica, Noruega y China).
El resultado fué que se encontraron con menos aviones de los que necesitaban. Algo parecido le pasó a Polonia, que vendió su mejor caza (el PZL24) quedándose con los anticuados PZL7 y PZL11.
Ay, pillín, pillín, que coge demasiadas cosas de la intenet y las toma como artículo de fe sin contrastarlas. Que ya me se de donde ha sacado ese dato cool cool cool
Bueno, me ha pillado
Lo que hago en realidad es "copiar-pegar" cosas de interner...para evitar tener que escribirlas, soy un poco vago .
Pero eso no significa que "pille" cosas sin ton ni son. Simplemente las que están de acuerdo con los datos de que dispongo.
Si usted encuentra en internet un artículo de alguno de sus queridos y "objetivos" historiadores, ¿por qué se va a molestar en escribir LO MISMO?
Lo copia y lo pega. No veo que sea algo malo. Por eso "parece" que escribo tanto.
Salud y suerte.
- JoseLuis
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ernesto1967 escribió:La llegada de los cazas y bombarderos germanoitalianos (me refiero a los CR32 y He51, SM81 y Ju52, no al Me109 y al He111 que llegaron más tarde) alteraron totalmente ese desequilibrio y alteraron el curso de la guerra, que los anticuados y malos cazas y bombarderos franceses no pudieron evitar.
Es que, como le dije en el anterior post, vuelve a mezclar fechas, misones y operaciones. Los CR32 que llegan en agosto, son sólo 5, para misiones de protección de los SM81 (10 de los 12 que se enviaron desde Italia), los cuales simultaneaban las misiones de bombardero y transporte de tropas. Los He.51 llegaron muy pocos, a finales de agosto, se tuvieron que enviar a Sevilla para ser montados en la Maestranza de Aviación y no fueron operativos hasta bien entrado septiembre.
Y los Ju52, pues vamos, qué decir de un avión concebido como de transporte de pasajeros, que luego fue pasado a transporte militar y que durante la guerra civil se improvisó como bombardero. Y ello porque el bombadero reglamentario en la Luftwaffe era el Ju86, que era una verdadera m..... (también estuvo en servicio en un muy corto período en la Legión Condor y por lo menos 1 fue cedido a la Brigada Hispana), y hasta la llegada de los D.17 y He.111, poco podía suponer "alteración".
Ahora, sí por "alteración" entiende que se compensó algo el desequilibrio en Aviación, que tras el 18 de julio de 936 en 4 a 1 a favor de la República, pues tendrá razón. Pero eso de "alterar el curso de la guerra" me suena un poco a "peliculero" (dicho sea con todos los respetos), porque, le vuelvo a repetir, hasta la batalla de Brunete, la aviación nacional sólo tenía la superioridad táctica sobre el teatro de operaciones, y nada más. Que la República no supiera sacar partido a la superioridad aéra hay que achacarlo más al caos de la retaguardia y a la desconfianza sobre los militares que imperó hasta el gobierno de Largo Caballero.
ernesto1967 escribió:No mezclo conceptos: ambos tipos de aviones, los volados por la Aviación Legionaria y los comprados por los sublevados fueron usados contra los republicanos y quedaron en España después de la guerra.
Si que los mezcla, y si lee atentamente mi frase dije "no todos" los de la Aviación Legionaria se quedaron en España, porque las unidades y aparatos (sobre todo los bombarderos) rotaban. Baste el ejemplo de los hidroaviones Cantz 506: todos volvieron a Italia, y por eso, durante la SGM y para funciones SAR el Ejército del Aire adquirió los Dornier Do. 24, para las funciones de rescate en el mar, mientras que durante el conflicto Italia siguió usando los Cantz 506. ¿Porque comprar entonces un aparato nuevo si ya se tenía uno igual? Sencillamente porque no había, todos habían vuelto a Italia.
ernesto1967 escribió:Tenga en cuenta que la política de construcción aeronáutica italiana era caótica, al contrario que la alemana (de ésa época, claro, luego también dejó bastante que desear).
El gobierno italiano vendió aviones a enemigos de Alemania y Japón (Bélgica, Noruega y China).
El resultado fué que se encontraron con menos aviones de los que necesitaban. Algo parecido le pasó a Polonia, que vendió su mejor caza (el PZL24) quedándose con los anticuados PZL7 y PZL11.
Claro que dejaba bastante que desear, porque se durmieron en los laureles y les sobrepasó el "salto tecnológico" que se produjo en 1939. Por las fechas de la guerra civil, también la RAF tenía como caza principal el Hawker Fury, pero en 1940 ya puso en servicio los Hurricanes y para el verano de ese año los Spitfire, mientras que Italia aún llegó a enviar en la Batalla de Inglaterra a cazas CR.42 (versión mejorada del CR.32) en misiones de escolta de bombarderos y los usó con profusión aún durante el 41 en el Mediterráneo y en el norte de Africa. Pero es que no habían puesto en servicio nada más. Imagínese si aún hubieran tenido en servicio los CR.32 que dejaron en España.
Sobre ventas, le remito a un artículo aparecido en la revista SERGA sobre los Buffalo finlandeses en la que ellos llaman "la guerra de continuación". y su empleo contra los sovieticos, aliados USA.
A los polacos, pobrecitos, dejémosles en paz, que no tenían industria aeronáutica relevante.
ernesto1967 escribió:Bueno, me ha pillado
Lo que hago en realidad es "copiar-pegar" cosas de interner...para evitar tener que escribirlas, soy un poco vago .
Pero eso no significa que "pille" cosas sin ton ni son. Simplemente las que están de acuerdo con los datos de que dispongo.
Si usted encuentra en internet un artículo de alguno de sus queridos y "objetivos" historiadores, ¿por qué se va a molestar en escribir LO MISMO?
Lo copia y lo pega. No veo que sea algo malo. Por eso "parece" que escribo tanto.
No, hombre, si eso no es malo. Pero cite la fuente, bien como nota o bien como cita, para que el lector sepa distinguir entre la cosecha propia y la ajena, porque de esos "historiadores objetivos" que yo cito, lo hago, hasta con indicación de página en algunos casos, pero no lo transcrib de forma literal porque servidor al menos saca conclusiones.
Y la wikipedia no siempre es fuente fiable, como en la reforma agraria
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JoseLuis escribió:ernesto1967 escribió:La llegada de los cazas y bombarderos germanoitalianos (me refiero a los CR32 y He51, SM81 y Ju52, no al Me109 y al He111 que llegaron más tarde) alteraron totalmente ese desequilibrio y alteraron el curso de la guerra, que los anticuados y malos cazas y bombarderos franceses no pudieron evitar.
Es que, como le dije en el anterior post, vuelve a mezclar fechas, misones y operaciones. Los CR32 que llegan en agosto, son sólo 5, para misiones de protección de los SM81 (10 de los 12 que se enviaron desde Italia), los cuales simultaneaban las misiones de bombardero y transporte de tropas. Los He.51 llegaron muy pocos, a finales de agosto, se tuvieron que enviar a Sevilla para ser montados en la Maestranza de Aviación y no fueron operativos hasta bien entrado septiembre.
Y los Ju52, pues vamos, qué decir de un avión concebido como de transporte de pasajeros, que luego fue pasado a transporte militar y que durante la guerra civil se improvisó como bombardero. Y ello porque el bombadero reglamentario en la Luftwaffe era el Ju86, que era una verdadera m..... (también estuvo en servicio en un muy corto período en la Legión Condor y por lo menos 1 fue cedido a la Brigada Hispana), y hasta la llegada de los D.17 y He.111, poco podía suponer "alteración".
Ahora, sí por "alteración" entiende que se compensó algo el desequilibrio en Aviación, que tras el 18 de julio de 936 en 4 a 1 a favor de la República, pues tendrá razón. Pero eso de "alterar el curso de la guerra" me suena un poco a "peliculero" (dicho sea con todos los respetos), porque, le vuelvo a repetir, hasta la batalla de Brunete, la aviación nacional sólo tenía la superioridad táctica sobre el teatro de operaciones, y nada más. Que la República no supiera sacar partido a la superioridad aéra hay que achacarlo más al caos de la retaguardia y a la desconfianza sobre los militares que imperó hasta el gobierno de Largo Caballero.ernesto1967 escribió:No mezclo conceptos: ambos tipos de aviones, los volados por la Aviación Legionaria y los comprados por los sublevados fueron usados contra los republicanos y quedaron en España después de la guerra.
Si que los mezcla, y si lee atentamente mi frase dije "no todos" los de la Aviación Legionaria se quedaron en España, porque las unidades y aparatos (sobre todo los bombarderos) rotaban. Baste el ejemplo de los hidroaviones Cantz 506: todos volvieron a Italia, y por eso, durante la SGM y para funciones SAR el Ejército del Aire adquirió los Dornier Do. 24, para las funciones de rescate en el mar, mientras que durante el conflicto Italia siguió usando los Cantz 506. ¿Porque comprar entonces un aparato nuevo si ya se tenía uno igual? Sencillamente porque no había, todos habían vuelto a Italia.ernesto1967 escribió:Tenga en cuenta que la política de construcción aeronáutica italiana era caótica, al contrario que la alemana (de ésa época, claro, luego también dejó bastante que desear).
El gobierno italiano vendió aviones a enemigos de Alemania y Japón (Bélgica, Noruega y China).
El resultado fué que se encontraron con menos aviones de los que necesitaban. Algo parecido le pasó a Polonia, que vendió su mejor caza (el PZL24) quedándose con los anticuados PZL7 y PZL11.
Claro que dejaba bastante que desear, porque se durmieron en los laureles y les sobrepasó el "salto tecnológico" que se produjo en 1939. Por las fechas de la guerra civil, también la RAF tenía como caza principal el Hawker Fury, pero en 1940 ya puso en servicio los Hurricanes y para el verano de ese año los Spitfire, mientras que Italia aún llegó a enviar en la Batalla de Inglaterra a cazas CR.42 (versión mejorada del CR.32) en misiones de escolta de bombarderos y los usó con profusión aún durante el 41 en el Mediterráneo y en el norte de Africa. Pero es que no habían puesto en servicio nada más. Imagínese si aún hubieran tenido en servicio los CR.32 que dejaron en España.
Sobre ventas, le remito a un artículo aparecido en la revista SERGA sobre los Buffalo finlandeses en la que ellos llaman "la guerra de continuación". y su empleo contra los sovieticos, aliados USA.
A los polacos, pobrecitos, dejémosles en paz, que no tenían industria aeronáutica relevante.ernesto1967 escribió:Bueno, me ha pillado
Lo que hago en realidad es "copiar-pegar" cosas de interner...para evitar tener que escribirlas, soy un poco vago .
Pero eso no significa que "pille" cosas sin ton ni son. Simplemente las que están de acuerdo con los datos de que dispongo.
Si usted encuentra en internet un artículo de alguno de sus queridos y "objetivos" historiadores, ¿por qué se va a molestar en escribir LO MISMO?
Lo copia y lo pega. No veo que sea algo malo. Por eso "parece" que escribo tanto.
No, hombre, si eso no es malo. Pero cite la fuente, bien como nota o bien como cita, para que el lector sepa distinguir entre la cosecha propia y la ajena, porque de esos "historiadores objetivos" que yo cito, lo hago, hasta con indicación de página en algunos casos, pero no lo transcrib de forma literal porque servidor al menos saca conclusiones.
Y la wikipedia no siempre es fuente fiable, como en la reforma agraria
Citas o eso he entendido que Italia mando cr-42 a la batalla de Inglaterra, cuéntame mas sobre eso que no tenia ni idea.
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Italia Nou moles, mandó a la Batalla de Inglaterra lo que tenía a mano y lo que tenía a mano en mayor cantidad eran los CR-42, luego tenía en esos momentos unos cuantos Fiat G-50, MC-200 y Re-2000 que tampoco es que fuesen para echar cohetes
El primer avión decente que italiano (de caza) supongo que estará de acuerdo JoseLuis en que debió ser el MC-202 Folgore y para hacerlo tuvieron que recurrir a Alemania para conseguir algunos motores DB-601
El primer avión decente que italiano (de caza) supongo que estará de acuerdo JoseLuis en que debió ser el MC-202 Folgore y para hacerlo tuvieron que recurrir a Alemania para conseguir algunos motores DB-601
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Apónez escribió:Italia Nou moles, mandó a la Batalla de Inglaterra lo que tenía a mano y lo que tenía a mano en mayor cantidad eran los CR-42, luego tenía en esos momentos unos cuantos Fiat G-50, MC-200 y Re-2000 que tampoco es que fuesen para echar cohetes
El primer avión decente que italiano (de caza) supongo que estará de acuerdo JoseLuis en que debió ser el MC-202 Folgore y para hacerlo tuvieron que recurrir a Alemania para conseguir algunos motores DB-601
No tenia ni idea de la aportación italiana a la batalla de inglaterra, fueron pilotados por pilotos italianos imagino?
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Apónez escribió:Pues si, creo que mandaron un grupo de caza y otro de bombardeo, pero eso te lo podrán confirmar mejor los entendidos
No tenia ni idea, ya tengo otra cosa de la que informarme, la verdad es que llevo muchos años en este mundillo y aun así me sigue sorprendiendo. Gracias, no tenia ni idea, ni me lo podía imaginar. Sabes algo de su actuación? si fue aceptable?
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