Sobre Vicente Rojo

La Guerra de 1936-1939. La República Española, el Ejército Popular y el Nacional. Francisco Franco. España en la Segunda Guerra Mundial. La División Azul.

¿Es Vicente Rojo una figura menospreciada por la historia

La encuesta terminó el 14 May 2005, 19:49

SI
12
52%
NO
11
48%
 
Votos totales: 23

blücher
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Sobre Vicente Rojo

Mensaje por blücher »

Una de las mentes militares más importantes de la República no está teniendo la importancia que se le debe, en mi opinión. Hablamos de Mola, Lister, Franco y dejamos a Vicente Rojo en pequeñas alusiones. Ha salido un libro sobre él, pero me sigue pareciendo insuficiente.
¿que opinan Vds.?


"Nunca tantos debieron tanto a tan pocos" (Winston)
Apónez
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Mensaje por Apónez »

¿De que libro sobre Vicente Rojo hablas Blucher?


esevho
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Mensaje por esevho »

Primero veamos la biografia de Vicente Rojo.

Rojo Lluch, Vicente (Énguera, 1894 – Madrid, 1966).

Militar español. Huérfano de militar, ingresó en la Academia de Infantería de Toledo en 1911, y en 1914 consiguió el grado de subteniente. Después de sucesivos destinos en Ceuta, Barcelona y la Seu d’Urgell, en 1923 fue destinado a la Academia de Infantería como profesor de táctica, cargo en el que se mantuvo hasta 1932, cuando ingresó a la Escuela Superior de Guerra con el objetivo de realizar el curso de Estado Mayor. Ascendido a comandante el 25 de febrero de 1936, al estallar la guerra civil, en julio de 1936, se mantuvo fiel a la República. Desde su puesto de agregado al Estado Mayor Central, en octubre de 1936 fue nombrado teniente coronel y al mismo tiempo Largo Caballero lo designó 2º Jefe del Estado Mayor. Durante la ofensiva franquista contra Madrid, fue nombrado jefe del Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa, bajo el mando del general Miaja, convirtiéndose, de esta manera, en uno de los héroes militares de la defensa de Madrid. Con un prestigio acrecentado, en marzo de 1937 fue nombrado coronel y en mayo, tras la formación del gobierno Negrín, Jefe del Estado Mayor Central de las Fuerzas Armadas y jefe del EM del Ejército de Tierra. Desde este nuevo empleo se encargó de dirigir la expansión del Ejército Popular, y creó el Ejército de Maniobra, que debía servir de avanzadilla ofensiva del Ejército Republicano. A lo largo de 1937 proyectó las ofensivas de Huesca, Brunete, Belchite, Zaragoza y Teruel y en octubre de 1937 ascendió a general. En estos momentos era ya uno de los militares más prestigiosos de la República. La operación más ambiciosa que llevó a cabo a lo largo de 1938 fue la ofensiva del Ebro, que dio lugar a la larga batalla del Ebro (julio-noviembre de 1938), y durante la cual la República se jugaba su prestigio internacional y su capacidad de resistencia. Tras la caída de Cataluña, en febrero de 1939, pasó a Francia y ya permaneció en el exilio. Entre 1943 y 1956 fue profesor de la Academia Militar de Bolivia. Regresó a España en 1958. Entre otras obras, donde recogen sus experiencias militares en la guerra civil española, publicó ¡Alerta los pueblos! (1939), ¡España heróica! (1961) y Así fue la defensa de Madrid (1967).


Queda decir, que cuando volvio a España, en ningun momento fue detenido.


oberfeldwebel
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Mensaje por oberfeldwebel »

esevho escribió:Queda decir, que cuando volvio a España, en ningun momento fue detenido.


Puede que por eso mismo no se le de la misma importancia que a otros ya que no se le puede hacer pasar por martir. :twisted:


Churruca1805
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Mensaje por Churruca1805 »

Puede ser que fuese procesado por auxilio a la Rebelion como bien a dicho el amigo ARCHIMENCEY, pero se demostro que la justicia española no era tan mala con el regimen y en ningun momento se le encarcelo, ni se hablo de ajusticiamiento ni nada por el estilo y que los juicios no eran tan sumarisimos como les ha gustado a muchos de tildarlos.


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Von Kleist
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Mensaje por Von Kleist »

Buenas

No creo que Vicente Rojo haya sido menospreciado por la historia. Desde el punto de vista militar, la opinión generalizada es justa: un militar competente, pero poco imaginativo, típico general de Estado Mayor. Desde el punto de vista político tampoco salió mal parado, pues ni uno ni otro bando lo demonizó, como si ocurrió con otras figuras militares.

En definitiva, quizás una de las figuras menos controvertidas de la GCE.

Saludos


Churruca1805
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Mensaje por Churruca1805 »

ARCHIMENCEY escribió:Churruca:

No se le encarcelo por que no tenia causa alguna pendiente de ningun tipo ,ni con la Justicia militar ni con la civil ,cuando regreso del exilio.Se le encauso despues por una serie de motivos y presiones de algunos Generales,Alcubilla por ejemplo, en cambio otros lo defendieron,caso de Muñoz Grandes,Martinez Campos o Rodrigo.Fue el caso especial del General Rojo y no se puede extrapolar a ningun otro ni sacar conclusiones generales sobre la justicia militar en los 40 y 50.Repito, en el hilo que mencione se explica por que se le procesa y por que no va a la carcel.En un rapido resumen , es una solucion de compromiso que toma el propio Franco,que Rojo acepta, ni siquiera nombra defensor militar por que sabe como va acabar todo el proceso ya de antemano,entre los que quieren mano dura , que no se vaya de rositas y los que quieren dejar las cosas como estan y dejarlo en paz.Al final se le condena a la perdida de su empleo militar en julio del 36, Comandante de Infanteria ,pero pactando que de ningun modo seria condenado a pena de prision.

Es decir, un sector de los Altos mandos va a por el y otro lo defiende,Franco tira por la calle de enmedio.

Vuelvo a recomendar leer el hilo mencionado o las condiciones en que se produjo su regreso del exilio y su posterior proceso , es decir consultar bibliografia sobre este tema concreto.

saludos.


Amigo ARCHIMENCEY, mi abuelo por luchar del bando republicano, en transmisiones, que como el decia no habia cogido un fusil en toda la guerra, paso varios meses en el Penal de Chinchilla, que casi se muere de frio alli arriba y lo soltaron por que unos señores del pueblo de mi abuelo a los que el salvo de que los ejecutasen hicieron las gestiones necesarias para sacarlo de alli, asi que decirte que hacian falta pocas causas para encarcelar a alguien.


vicente_rojo
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Mensaje por vicente_rojo »

oberfeldwebel escribió:Puede que por eso mismo no se le de la misma importancia que a otros ya que no se le puede hacer pasar por martir. :twisted:


creo que nadie hace pasar por martir a lister, a franco o a modesto


Rudnstedt
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Mensaje por Rudnstedt »

Buenas:

Hablando de este General, existe un libro sobre ello "Vicente Rojo, El General que humilló a Franco".

Pues bien, voy a postear un articulo sobre éste libro:


Vicente Rojo,
el general que humilló a Franco

José María Laso Prieto

A propósito del libro del coronel Carlos Blanco Escolá

Así titula el coronel Carlos Blanco Escolá, su libro dedicado a analizar la destacada personalidad del militar que tras haberse distinguido en la defensa de Madrid, contra el intento de conquistar la capital de España por las fuerzas militares sublevadas contra la república, llegó después a ser en Jefe del Estado Mayor del Ejercito Popular de la República y el cerebro militar que planificó las batallas de Brunete, Belchite, Teruel y El Ebro. El coronel Blanco Escolá es también autor de las obras La Academia Militar de Zaragoza (1928-1931), Franco y Rojo, dos generales para dos Españas, La incompetencia militar de Franco y General Mola, el ególatra que provocó la guerra civil. El último libro del coronel Blanco Escolá que, además de haber sido director de la Academia Militar de Zaragoza, en su nueva etapa democrática es licenciado en Historia, se presentó en Madrid el 23 de septiembre de 2003. En la reseña del acto dice J. R. M. en el diario El Mundo:

«"Realmente, el general Vicente Rojo, humilló a Franco", sostiene Carlos Blanco Escolá, historiador. Pero ¿cómo le humillo si perdió la guerra?, cabe preguntarse. "Porque en el planteamiento de las grandes estrategias le sacó ventajas siempre y fue la falta de medios del ejército republicano la que decantó el resultado", afirma Blanco Escolá que ayer presentó su libro en Madrid. Y prosigue el reseñista: "El caso es también reivindicar la figura de este militar honesto, cabal, católico de fuertes convicciones, anticomunista, partidario de la legalidad vigente, enemigo de los africanistas y de los golpistas del 36, sabio militar, cuyo objetivo era diseñar un ejército de hombres con conocimientos, algo para lo que fundó como editor la revista Colección bibliográfica militar, respetado por sus enemigos, aglutinador y fundador de las milicias populares... «Rojo ordenó el caos en la guerra civil y fue un maestro en estrategia, entendiendo como tal la utilización del elemento sorpresa", asegura Escolá. "Pero sus hazañas bélicas fueron difíciles de perdonar por Franco, a quien trajo de cabeza durante la lucha." Su vida tras la derrota está contada también en el libro. "Se fue a Argentina y luego a Bolivia, donde se le reconoció su rango y pudo enseñar en su academia militar. En los años cincuenta quiso volver a España, pidió autorización y le dejaron. Pero le esperaban a la vuelta de la esquina. Le llegó una citación judicial por rebelión militar, algo surrealista. Le condenaron a cadena perpetua, pena que no cumplió por una amnistía, pero le rebajaron la graduación y le humillaron. Ahí Franco actuó con espíritu de venganza."»

Desde hace años he sido un gran admirador del general Rojo. He leído y tengo todos sus libros que forman parte de mi biblioteca militar que casi alcanza los dos mil volúmenes, incluida la Colección bibliográfica militar dirigida por los entonces capitanes Rojo y Alamán. En la década del setenta ya publiqué en la prensa asturiana un artículo enaltecedor de Vicente Rojo y después publiqué en la revista El Basilisco el trabajo «Franco y Rojo: dos estrategias en la guerra de España» y, en la misma revista, «El Arco de Fuego (la batalla de Kursk)», sobre la batalla más decisiva de la Segunda Guerra Mundial. Desde tal perspectiva, quiero hacer dos observaciones: Es posible que Franco fuese humillado objetivamente por Rojo. Si embargo no creo que lo fuese subjetivamente, ya que considero que Franco no tenía suficiente conciencia autocrítica para tener tal sensación. Por otra parte, es muy discutible calificar a Vicente Rojo de anticomunista. Con independencia de su cosmovisión cristiana, Rojo elogió muchas veces la combatividad y disciplina de las unidades comunistas que actuaban bajo sus órdenes, y la eficacia de los jefes militares surgidos del V Regimiento de Milicias Populares. En reciprocidad los citados jefes, Lister, Modesto Tagueña &c., siempre elogiaron, en sus memorias, la capacidad militar de Rojo así como su honestidad profesional. Lo mismo ha hecho, años después, Santiago Carrillo.

El coronel Blanco Escolá inicia su último libro describiendo cómo surgió la casta militar africanista que junto con el rey Alfonso XIII, involucró a España en las campañas de Marruecos y fue el núcleo decisivo de la rebelión contra la República que fracasando como alzamiento, se convirtió en guerra civil y, después, en conflicto internacional. En el capítulo titulado «Bailando al son del maestro», Blanco Escolá expone las razones de la superioridad militar de Rojo sobre Franco. Así dice: «Mientras que Franco mostraba su supina ignorancia en todo lo relacionado con la estrategia (no había tenido ocasión de estudiarla ni practicarla en ningún momento cuando realizaba su fulgurante carrera). Rojo procuraba desenvolverse en el marco de la más pura ortodoxia tratando de compensar con su acertada conducción de la guerra la aplastante superioridad de medios del adversario. En definitiva, Rojo parecía asumir resueltamente esta máxima del mariscal Montgomery: 'Hay que obligar al enemigo a bailar al son que se le toque'. Franco, ciertamente, se pasó la guerra bailando al son que tocaba Vicente Rojo.» Después de algunas páginas, Blanco Escolá se centra en la última gran ofensiva republicana: «La maniobra del Ebro, planeada y dirigida por Vicente Rojo, causó gran sensación en su día, y llegó, incluso, a ser estudiada como modelo en las escuelas militares de la extinta Unión Soviética: las tropas republicanas prepararon esta difícil operación a lo largo de cincuenta días, a escasos metros de las posiciones del adversario . En la medianoche del 25 de julio de 1938, utilizando doce puntos de paso, comenzaron a cruzar el río las seis divisiones de los Cuerpos V y XV del Ejército del Ebro, cogiendo al enemigo por sorpresa y logrando desarticular su dispositivo de fuerzas. Por la mañana, con las vanguardias situadas a la otra orilla dominando los puntos esenciales, y pese a la presencia de la aviación franquista, que acudió con rapidez a la cita, el grueso inició la travesía sin encontrar demasiados problemas, a la par que se llevaban a cabo las acciones demostrativas previstas; al finalizar la jornada, los republicanos habían alcanzado los objetivos previstos para el primer avance y, tres días después, tenían al otro lado todos los elementos que debían pasarlo, con los diversos puestos de mando y escalones de servicio instalados. La maniobra del Ebro había terminado y las fuerzas republicanas se dispusieron a afrontar la consecuente batalla defensiva.» Según Blanco Escolá, «A la elegancia y brillantez demostrada por Rojo, con la maniobra del Ebro, Franco respondió con los ataques frontales y el empleo de la fuerza bruta, es decir haciendo gala de los dos rasgos que caracterizan a los militares incompetentes.» Según Enrique Lister, toda la táctica y el arte militar de Franco se redujeron a las del mazo.

:arrow: Bien, ahora vamos a ver la "contrarreplica":


Pero el general Francisco Franco
ganó la guerra

Francisco Alamán Castro

Respuesta al artículo de José María Laso
sobre los generales Franco y Rojo

Leo en El Catoblepas, nº 28, pág. 6, de junio de 2004, un artículo de don José María Laso Prieto, comentando un libro del coronel Blanco Escolá, donde nos explica, con todo detalle, lo tonto que era el general Franco y lo listo que era el general Rojo.

Nos cuenta don José María que el coronel Blanco fue Director de la Academia Militar de Zaragoza, seguramente se referirá a la Academia General Militar de Zaragoza (AGM), pobre AGM. Nada menos exacto. El coronel, que pasó a la reserva siendo teniente coronel, nunca ejerció el empleo de coronel. Sí fue un mediocre profesor de aquella Academia, como mediocre había sido su carrera. Para dirigir la Academia General Militar se ha de ser general de brigada. Por ejemplo Franco, que lo era cuando la creó. No tenía la categoría táctica ni estratégica de nuestro Blanco Escolá, pero, que le vamos a hacer, nadie es perfecto.

No obstante, el general Franco fue felicitado por destacadas personalidades militares de la época. Así la delegación militar francesa presidida por el Ministro de la Guerra francés, general André Maginot, en su visita (19-10-30) a la AGM para condecorar a Franco con la Legión de Honor, manifestó a su regreso a París: «la Academia de Zaragoza era la más moderna del mundo en su clase.» (Pablo Preston, Franco, pág. 89.)

Su jefe de Estado Mayor, general Georges afirmó: «Es un centro de enseñanza del que hay mucho que aprender.» Escribe el Ministro al Rey agradeciéndole la invitación y le cuenta: «He de expresarle mi admiración y decirle, sin exageración, que vuestra organización es perfecta y que entre todas las academias militares de Europa, es la vuestra, sin duda, la más moderna.» (A. Palomino, Caudillo, pág. 71.)

Cuando Maginot le impone las insignias de Comendador de la Legión de Honor manifiesta: «es, sin disputa, el primer centro de enseñanza militar de Europa.» (R. Casas de la Vega, Franco, pág. 283.)

Superó Blanco, nuestro sabio coronel e historiador ínclito, el examen de ingreso después de presentarse cinco años, lo normal eran tres. Repitió tres cursos, el máximo permitido, con cuatro hubiese causado baja. Es muy raro el cadete que repite tanto, no llega ni al 0,5%.

Consultada la Escalilla de Caballería: no tiene ningún título profesional militar, no es lo normal, casi todo militar a lo largo de su carrera ha conseguido uno o varios. Nunca tuvo ningún destino destacado; en las unidades de élite (Paracaidistas, el Tercio...) no se tienen noticias de él. Sí en la Cría caballar y Remonta Militar, preparando sementales para ir a los pueblos a cubrir yeguas, misión evidentemente muy útil pero no expresamente militar.

¡Por cierto! tuvo suerte Blanco que no estaba Azaña de Ministro de la Guerra. Cuando lo fue el servicio de remonta pasó, con excelente criterio, al Ministerio de Agricultura, con lo cual nuestro coronel no hubiese podido ejercer sus más brillantes destinos. Cierto es, la ignorancia es atrevida. El coronel, en sus libros, es ambas cosas con amplia generosidad.

Nos cuenta el señor Laso, muy convencido, que Rojo humilló a Franco en cuantas ocasiones hubo. Pobre Franco, tan humillado y sin perder ni una sola batalla. ¡Jo! Si hubiese perdido una, ¡que gozada! Se le notaba la humillación sobre todo, aquel 1º de abril de 1939, cuando firmaba el intranscendente parte: «cautivo y desarmado el Ejército rojo...»

Disculpa, el señor Laso, la derrota con la vieja monserga de la inferioridad de medios del ejército republicano. Ya desde hace tiempo gente muy seria asegura que los medios de unos y otros fueron muy similares. La diferencia fue su buen o mal empleo. Así que no parece seria la disculpa, hay que buscarse otra.

Nos cuenta un franquista serio: La República comprometió un gasto de 1.000 millones de dólares de la época, casi todo al contado, los nacionales 550 millones, casi todo a crédito. (J. Salas, Intervención extranjera en la guerra de España, Nacional, Madrid 1947, Anexo.) Que, ideales aparte, indica a quién consideraban más serios los financieros extranjeros. Con la mitad de dinero compraron aproximadamente el mismo armamento, lo que dice de la honradez y sobriedad de la gestión de unos y otros.

Nos asegura un antifranquista serio: La República se gastó todo el dinero que tenía. Los nacionales no tenían nada y todos sus gastos fueron a crédito. La República gastó 950 millones $ en armas. Los nacionales 635 millones $. Las reservas en oro de la República eran unas de las mayores del mundo. (H. Thomas, La guerra civil española, Grijalbo, Barcelona 1976, pág. 1040 y ss.) La gestión financiera de la guerra fue un éxito por parte de Franco y un desastre por parte de la República. Franco redujo los gastos innecesarios de manera tajante. La República los aumento enormemente, aumento de forma tremenda el dinero en circulación, los gastos del Gobierno eran enormes, ello produjo una gran inflación, un severo racionamiento y la escasez de alimentos a partir del invierno del 37. (Ibid., pág. 1003 y ss.)

Nos habla don José María de la batalla de Brunete como una enorme humillación. Toda batalla persigue una finalidad estratégica. Ésta consistía en impedir la toma de Santander por Franco, al tener que distraer unidades del esfuerzo principal de la guerra qué allí estaba. El general Rojo monta una ofensiva en Brunete, bien montada, con una superioridad de unidades de tierra, aérea y de tanques apabullante.

Antes de esta batalla la superioridad aérea y de carros, tanto técnica como numérica, era notoria por parte del bando republicano desde el principio de la guerra. Los nacionales una vez convencidos de la imposibilidad de la toma de Madrid, había más fuerzas defendiendo que atacando, desplazaron su esfuerzo hacia el Norte, con una cobertura modesta en la zona de Brunete.

Los medios de Franco eran pocos y el coronel Blanco debería de saber, después de tantos años en la Academia, tres más de los que estuvimos el resto, que hay que dosificarlos y por tanto no se puede mantener el esfuerzo en todos los frentes durante todo el tiempo.

Total que los rojos (Lister) avanzan, el 6 de julio de 1937, diez y seis kilómetros, rompiendo un frente muy débil, consiguiendo, ciertamente, una sorpresa táctica, a las veinticuatro horas se detiene el avance, en parte por que la resistencia enemiga, en determinados puntos, es tenaz y en mayor parte por que el desbarajuste de los rojos es inmenso, la brigadas se mezclan unas con otras, el jefe del Estado Mayor de la operación (Casado), al que nadie hace caso, se va a Madrid con la disculpa de una enfermedad. Los numerosos y potentes tanques, bajo mando independiente soviético, se emplean desperdigados sin ton ni son, separados de la infantería, lo que les hace muy vulnerables y lo mismo pasa con los modernos y numerosos aviones rusos (Chatos y Ratas). La reserva inmediata de los nacionales actúa rápidamente. El ataque se para estableciéndose los rojos en defensiva. En el mientras tanto son traídas tropas y aviones del norte con una gran rapidez. Franco fue siempre un experto en el uso de la reservas móviles, que eran muy potentes, pero que una vez restablecida la situación recuperaba inmediatamente, las empleó con gran habilidad durante toda la guerra. Empieza la contraofensiva, los inferiores tanques nacionales son empleados adecuadamente, lo mismo que los aviones. Habían entrado en combate los Messerschmitt 109 alemanes, en mucho menor número que los rusos, pero superiores técnicamente a estos y bien empleados.

Retroceden los rojos y se estabiliza el frente el día 25. La humillación consistió en que los rojos ganaron una franja de terreno de seis kilómetros de profundidad y doce de anchura sin ningún valor estratégico, perdieron a cambio 20.000 hombres, 100 aviones y 100 tanques.

Se acabó la superioridad aérea republicana, ya para toda la guerra, así como la de tanques. Las Brigadas Internacionales quedaron diezmadas, ya no levantan cabeza y tienen que ser completadas con soldados españoles. La XIII Brigada Internacional se amotina, hay muchos muertos, regresando a Madrid, y no cejando en su empeño hasta que guardias de Asalto con tanques la cercaron sometiéndola.

Franco, con la oposición de alguno de sus generales, decide reemprender la ofensiva en el Norte, que le iba a hacer ganar la guerra de forma segura. Menos de un mes después cae Santander, son hechos 60.000 prisioneros y capturado mucho y valioso material.

La humillación no pudo ser mayor. ¡Evidentemente! Y así de humillación en humillación hasta el final. Azaña decía de los generales humilladores, Modesto, Lister, Mera, el Campesino, y otros: «El único que sabe leer el plano es el llamado Modesto. Los otros, además de no saber, creen no necesitarlo.» (Diario, 25 julio 1937.)

El señor Laso nos lo cuenta de otra manera, más exacta naturalmente, Azaña no tenía los 2.000 libros militares que él tiene. Todos de autores tan solventes, supongo, como nuestro coronel Blanco. Pues Rojo, nos asegura don José María, decía: «La eficacia de los jefes militares surgidos del V Regimiento de Milicias Populares (más corto, comunistas)... Lister, Modesto y Tagüeña, etcétera», que cuando Rojo lo dijo ya debían saber leer el plano, tontería de los militares profesionales completamente inútil con todos sabemos.

La última gran humillación fue la batalla del Ebro. La finalidad estratégica era impedir la toma de Valencia, al tener que distraer fuerzas para detener la ofensiva en el Ebro, que pretendía partir en dos al Ejercito nacional, y parar la toma de Valencia atacando su retaguardia.

Rojo pasa el río con enormes medios, obteniendo una importante sorpresa, embebe todas sus fuerzas en el empeño. Lo hace magníficamente (25 de julio de 1938). El paso de un río es una maniobra muy difícil, lo hace por doce puntos, se necesitan muchos medios y muy caros que, por lo que se vio, la República tenía, a pesar de lo que nos asegura el señor Laso sobre su pobreza en ellos.

Nos dice, que a los tres días Rojo había terminado la maniobra y se para. Por lo visto esa debía ser, a juicio del coronel Blanco, la finalidad estratégica. ¿Poderse bañar en las dos orillas del río? Porque si se para y se queda ahí Valencia cae. Si era para eso, le hubiese salido más cómodo pararse en la orilla que estaba y muchísimo más barato. Además de aprovechar el caudaloso Ebro como barrera defensiva natural inmejorable, cuando Franco le atacase.

Franco detiene casi inmediatamente la ofensiva, se da cuenta de la importante masa de maniobra empleada y como tiene una inmensa superioridad aérea y artillera, que sabe usar, decide terminar la guerra. Convierte la lucha en una batalla de desgaste qué tritura definitivamente el ejercito republicano. El mes de noviembre los pocos restos del ejército destrozado pasan el Ebro. Deja Franco que se pudra la situación en el bando republicano. El avance hasta Barcelona es un paseo, ésta lo recibe alborozada. Así nos lo cuenta Rojo con gran pesar. (V. Rojo, ¡Alerta a los pueblos!, pág. 141-142.)

En febrero, el humillador general Rojo, pasa la frontera francesa. Como ya estaba aburrido de tanto humillar, se le abren los ojos y no se fía de los comunistas (Alerta a los pueblos, págs. 239-240), decide no regresar, dos meses después, en humillación final, Franco firma el parte del fin de la guerra. No somos nadie

En otro libro anterior, La incompetencia militar de Franco, que el señor Laso también tendrá, el coronel Blanco, nos había contado la torpeza de Franco en su avance sobre Madrid. Opinaba el sabio coronel que el avance debía haber sido hecho por Despeñaperros, en vez de apoyarse en la frontera portuguesa avanzando por Badajoz como hizo: la carretera era mejor y se hubiese ahorrado setenta y nueve kilómetros, así la toma hubiese sido mucho más rápida.

Es original la maniobra, no se le hubiese ocurrido ni a un cabo 1º con paga. El muy incompetente coronel quería meter al pobre Franco con una columna de apenas 12.000 hombres y escasa artillería, que era las fuerzas de Regulares y el Tercio que disponía, por un itinerario con los dos flancos descubiertos, en un terreno abrupto, contra un enemigo muy superior en número, se calculaban que unos 42.000 milicianos voluntarios, poco instruidos y mal mandados, pero valientes y muy motivados, eran los que se oponían al avance y por una zona manifiestamente de izquierdas, como se había demostrado en las elecciones de febrero.

El bobo de Franco prefirió ir pegadito a la frontera con Portugal, con un flanco cubierto y además cubierto por una nación amiga, que le ayudaría en todo lo que pudiese, como así fue, por un terreno mucho más suave, con un enemigo menos belicoso, menos organizado e inferior en número.

Maniobra que le permitiría enlazar, en Cáceres, con el Ejercito del Norte mandado por Mola, como así fue. Y además ganar la gran baza moral y de propaganda mundial de la liberación del Alcázar de Toledo, como así fue.

Pena, para el señor Laso, fue que el coronel Blanco no mandase la maniobra, pues la guerra hubiese acabado en nada, eso sí con la victoria de la República.

Nos asegura que Rojo era enemigo de los africanistas. También nos cuenta que funda una revista dirigida por él y el capitán Alamán, tío mío y conocido africanista.

Yo, ahora, le voy a contar cosas más íntimas del general Rojo, brillante militar y estupenda persona, tuve la ocasión de hablar con él en varias ocasiones. Eran mi padre Luis Alamán y mi tío Emilio Alamán, los dos defensores del Alcázar y amigos personales de Rojo.

Rojo, como Miaja, pertenecía a la UME (Unión Militar Española) de derecha y principal protagonista en la preparación del Alzamiento, organización nacida como oposición a la UMRA (Unión Militar Republicana Antifascista). Así se lo cuento y nos lo cuenta Largo Caballero. (F. Largo Caballero, Mis Recuerdos. Cartas a un amigo, México 1954, pág. 213-214.)

A Rojo el Alzamiento le cogió en Madrid, donde todos sus compañero de la UME fueron asesinados. Fue el designado por el Gobierno, como antiguo y querido profesor de la Academia, para invitar a la rendición del Alcázar, le reciben el comandante Blas Piñar (padre de Blas Piñar y de pensamiento afín) y el capitán Emilio Alamán, íntimos amigos suyos y camaradas de la UME. El encuentro, como me contaron mi padre y mi tío, fue muy emocionante. Propuso las condiciones que fueron rechazadas, y se generalizó la conversación. Relató que tenia a sus dos hijas y a su mujer como rehenes en Madrid desde el principio de la guerra, que serían asesinadas si no regresaba, pero que si Moscardó se lo ordenaba se quedaba en el recinto. Éste le dijo que estaría encantado, pero que era una decisión personal, solo por él a tomar y qué en sus circunstancias le aconsejaba que se fuese.

Rojo se emocionó y les contó como iba el avance de Yagüe sobre Madrid. Les dijo que en unos días estarían tranquilos, pues solo tenían un millón de cartuchos de fusil y ametralladora y dada indisciplina de fuego no les durarían nada. Había un barco mexicano que los traía pero tardaría una semana, esto lo comprobaron, los sitiados, en los días siguientes, y que él pensaba que el fin estaba próximo. Les avisó de la preparación de la mina y se despidió con un grito de ¡Viva España! Por cierto prohibido en la zona republicana, ¡que tengáis suerte! B. Bolloten lo ratifica (La guerra civil española, pág. 480). Moscardó lo cita en varias declaraciones suyas.

Nunca Rojo, en ninguno de sus libros, niega estas afirmaciones. Luego las cosas fueron como fueron y llegó a ser el Jefe del Ejercito rojo.

Le parece fatal a don José María que a su regreso a España le juzgasen. Debe de quedar claro que en ningún momento fue detenido y que la pena de 30 años le fue indultada inmediatamente sin que entrase en prisión.

No pasó lo mismo con los generales que se sublevaron en Madrid, Barcelona, Guadalajara y muchos otros sitios, a los que los conmilitones del señor Laso ejecutaron a todos. Ejemplo clásico: Rey D'Harcourt, heroico defensor de Teruel, rendido en el 7 de enero de 1938. Fue fusilado por comunistas, sin formación de causa, el 7 de febrero de 1939, en la frontera francesa poco antes de pasarla sus asesinos.

Mi tío Emilio era general de brigada cuando, ayudado por él y por otros compañeros, regresó Rojo. No debía dar mucha importancia Franco al asunto, cuando Emilio fue nombrado Director de la AGM, Director General de Enseñanza Militar, ascendido a general de división y posteriormente a teniente general, puesto máximo en el escalafón.

Le parece fatal a don José María que Franco no le reconociese la graduación a Rojo. Esto hace pensar que si la guerra la hubiese ganado los del señor Laso, seguro, ¡no! ¡segurísimo! Que a Franco le hubiesen reconocido también su graduación y, por supuesto, ¡faltaría más! a todos los militares sublevados. Qué pena que no viva mi padre para contárselo, con lo que le gustaban a él los chistes, sobre todo los de los comunistas, que suelen ser muy buenos y tan reales como la vida misma. ¡Don José María, no nos tome el pelo! Sea usted serio.

Le va a contar su íntimo, el señor Carrillo, su jefe por aquellas fechas, que es menos chistoso que usted, lo que hubiese pasado: «La condena de muerte a Franco, la firmaría, sí... Estoy entre los españoles que piensan que ver morir a Franco en la cama es una injusticia histórica... Yo nunca he esperado que Franco muriese y he hecho lo posible para cazarle antes de que se muera... ¡Pienso todavía cogerle antes de que se muera!» (Declaraciones de Carrillo a Oriana Fallaci, semanario L'Europeo, 10 de octubre de 1975; no hace tanto, ¿verdad, señor Laso?)

Sin embargo Rojo así fue despedido por sus enemigos, nada que ver con los comunistas, gracias a Dios:

«A las cinco de la tarde estaba en el número 48 de la calle Río Rosas... había como doscientas o trescientas personas esperando. Se veían algunos coches oficiales, dos de ellos del Ejército. Había una mayoría de hombres maduros... Estábamos también... algunos falangistas que rendían su último tributo as un hombre que se equivocó, pero que lo hizo a la española... salió, llevado a hombros de familiares y amigos, posiblemente también de viejos subordinados, un ataúd. Dentro iba... el comandante Vicente Rojo, general jefe del Estado Mayor del Ejército popular en los años de nuestra guerra. Indudablemente un gran general, un hombre que había destacado antes del 36 por su inteligencia en el mundo militar. Autor de numerosos folletos y libros sobre cuestiones de táctica y estrategia; hombre católico a quien los azares de aquella tremenda convulsión sufrida por España... colocaron frente a los nacionales. Sin embargo Vicente Rojo al igual que Miaja Perteneció a la UME y sus ideas estaban posiblemente identificadas con los generales, jefes y oficiales que, acompañados del pueblo, se alzaron en armas por la independencia y la libertad de España. Confieso que sentí una viva emoción mientras hacía la señal de la cruz y rezaba un padrenuestro por su alma... con su muerte desaparece el mejor general que hubo en campo marxista; un excelente estratega y un gran táctico que en uno de sus libros reconocería las razones militares. Políticas, sociales y humanas que inclinaron, desde el punto de vista puramente profesional, la balanza de la victoria del lado de Francisco Franco. Volvió a España en 1957... entre sus familiares, sus recuerdos y sus estudios militares, a los que se dedicó hasta la muerte. Entre la infinita morralla de los generales soviéticos y de los aficionados de diversos países, él fue el único que supo poner orden en las vanguardias rojas y lanzarlas al ataque. Singularmente en Belchite, Teruel y el Ebro. Ya es bueno que fuese un español quien consiguiese esto, mientras que todos los servicios de la retórica marxista elevaban al más alto pedestal a una patrulla de delincuentes o de extranjeros. Su trabajo fue silencioso y eficaz –para nuestro dolor y nuestra gloria– y al cabo del tiempo uno prefiere, personalmente, que este honor recaiga de quien fue enemigo sin dejar de ser español, que sobre toda la caterva de generalitos rusos que pretendieron alzarse con el santo y la limosna... Yo recordaba su visita con bandera de parlamento al Alcázar, donde luchaban sus compañeros de academia, de la cual era un buen profesor. Entonces les animó a resistir informándoles de la proximidad de Yagüe, y vacío su petaca en beneficio de la sed de humo de los sitiados. Su palabra y sus pitillos, su talento y su silencio, me hicieron ponerme en posición de firmes. No es hora de hablar de debilidades sino de grandezas. Descanse en paz... este general cuyo nombre está vinculado perpetuamente a nuestra guerra. Digo nuestra guerra, la de unos y otros, la que se hizo pensando en una España mejor para todos los hombres de buena voluntad que en ella participaron.» (Rafael García Serrano –falangista notorio–, en La Nueva España, Órgano Provincial del Movimiento, 17 de junio de 1966, pág. 28.)

De verdad piensa el señor Laso algo parecido con su Mundo Obrero. No nos cuente otro chiste. ¡Por favor!

Para su satisfacción le contaré que cobró, hasta su muerte, los derechos pasivos que le correspondían a su grado de comandante.

Y finalizo con una pincelada de nuestro común admirado general Rojo y, según nos dice el señor Laso, sus amados comunistas:

Estaba el Gobierno en Francia. Los comunistas y Negrín obligaban a los suyos a defenderse, imponiendo cientos de penas de muerte a los que flaqueaban. Rojo se niega a volver a la zona centro y escribe:

«Si era verdad que la zona central iba a continuar la guerra en serio, ¿por qué se liquidaban en Francia las existencias que en víveres, materias primas y armamento de transito se tenían acumuladas? Esto era demasiado claro y definitivo y significativo para no desconcertarse: por un lado se liquidaba económicamente el conflicto, transformando todas las existencias [en dinero naturalmente, que todos sabemos era para Cáritas]; por otro se ordenaba resistir sin dar medios para ello, ni siquiera víveres.» (¡Alerta los pueblos!, pág. 240.)

Menos mal que, como autoridad final y definitiva, nos cita al famoso experto en táctica y estrategia, general Lister, estudiado en todas las academias militares del mundo, que nos asegura que Franco no tenía ni idea.

Se sabe, con seguridad, que, en aquella época, para asombro del señor Azaña, ya sabía leer el plano e intuía que podía servir para algo.

Ya conoce el señor Laso lo que opinaba Umbral, conocido antifranquista, aunque no tonto, de la bobera de Franco. Le repito: «Ahora sabemos que fuimos vencidos por un mediocre, y no por un gran militar. Esto resulta aún más humillante. Uno no cree demasiado en la gloria de los tontos... Declarar ahora que Franco era un manús supone la mayor humillación para el Ejercito de la República y para los españoles que le padecimos. En verdad que el historial de Franco no está del todo mal para un tonto. Se puede sospechar que la tontería se encuentre en Blanco y en Preston.» El Mundo, 24 de abril de 2000. ¿Tendrá que ampliar su lista el señor Umbral?

:arrow: Bueno, el debate esta servido....


Rudnstedt
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Mensaje por Rudnstedt »

Ok ARCHIMENCEY, como no habia visto ningun link sobre ese post lo expuse aqui, sorry :oops:


Churruca1805
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Mensaje por Churruca1805 »

ARCHIMENCEY escribió:No veo relacion ninguna por lo manifestado sobre el caso particular del General Rojo,no se le proceso por que volvio despues de 20 años y no tenia nada pendiente, se lo abrieron sobre la marcha como una venganza por parte de algunos.En cuanto al caso de su abuelo comentar que mi abuelo paterno,militar profesional,era teniente en julio del 36, fue condenado por rebelion militar a cadena perpetua, de la que cumplio solo 16 años.Entre otros sitios , picando piedra en el Valle de los
caidos.Por lo que conozco tambien el asunto de primera mano.

Vuelvo a insistir en que es conveniente leer el hilo que he mencionado.Ilustres foristas de este FMG,como Jose Luis, Aqualongo, etc,tratan el tema con muchisimo nivel.

saludos.[/b]


Pues amigo ARCHIMENCEY, por lo mismo que a tu abuelo lo tuvieron 16 años picando piedra, a Vicente Rojo tambien lo podrian haber acusado de rebelión militar y condenarlo y sin embargo no lo hicieron, tambien es verdad que en la decada de los 60 ya habian pasado muchos años desde la contienda y lo mejor para todos era olvidar, pero tampoco hubiese parecido raro que un dictador como Franco hubiese condenado a un general republicano.

Ya te digo amigo ARCHIMENCEY, que lo que sucedio despues de guerra fue muy penoso y lastimoso, cantidad de gente que habia ido a la guerra, no por ideales politicos como muchos, sino por que le obligaron y estaban en la zona republicana despues de guerra que tuvieran que pasar tantas penalidades, mi abuelo tuvo suerte y gracias a esas personas que se acordaron que el les habia salvado la vida y movieron los hilos necesarios para que lo sacaran de alli y gracias tambien a que el no habia empuñado un fusil en toda la guerra, puesto que el solo era conductor.


Churruca1805
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Mensaje por Churruca1805 »

ARCHIMENCEY escribió:El libro que menciona es el objeto de un hilo con ese titulo,como ya he dicho,a veces me siento como un predicador en el desierto o que machaco en hierro frio, en este subforo.Hilo por lo demas muy interesante por la calidad de las intervenciones de varios foristas.De reabrir ese debate,deberia de ser en ese hilo,por ser mas antiguo y no perder los datos, ideas y coceptos ya tratados.

saludos.


Amigo ARCHIMENCEY no es que prediques en el desierto es que como este topic ya esta abierto y no hay que buscar el otro no resulta mas facil, pero tranquilo que a partir de ahora intentaremos, por lo menos por mi parte, antes de abrir un topic revisare a ver si hay alguno anterior sobre ese tema.


blücher
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SObre el tema

Mensaje por blücher »

Me alegro que el tema esté dando mucho de sí. Rundstedt ha realizado un excelente post que debe ser mirado con detenimiento. Como es de esperar, Vicente Rojo sigue dando luces y sombras.
Saludos


"Nunca tantos debieron tanto a tan pocos" (Winston)
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JoseLuis
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Mensaje por JoseLuis »

He seguido también por internet la polémica sobre el libro de Blanco Escolá, así como la posterior que ha habido entre Blanco Escolá y el también coronel (retirado) Alamán Castro, y mi opinión, por lo leído y estudiado hasta la fecha, es que éste último refleja con más realismo la verdad sobre Vicente Rojo, del que su padre y sobre todo su tío eran íntimos amigos. Fue precisamente el general Emilio Alamán, una de las almas de la resistencia del Alcazar de Toledo, uno de los militares que más abogó a favor de Vicente Rojo para que pudiera regresar a España.

La transcripción del artículo de Rafael García Serrano, falangista notorio, de los de "camisa vieja" (salió con la 1ª Centuria de la Falange navarra con la columna García Escamez de Pamplona el 19 de julio), luchador incasable y una de las mejores plumas que dió nuestra postguerra y que aún no ha recibido el reconocimiento público que se merece (para un servidor, uno de los autores "favoritos", del que recomiento efusivamente siempre que puedo su "Diccionario para un macuto", como el mejor anecdotario de la guerra civil), refleja el sentir de todos los que combatieron en la guerra civil en el bando contrario al de Vicente Rojo.

Vicente Rojo, a diferencia de otros, no se manchó las manos con la sangre de compañeros, y por eso fue estimado y respetado por los que fueron sus adversarios, nunca sus enemigos.

Sobre su competencia militar, me remito a lo ya expuesto en el anterior debate, y sobre todo a las conclusiones a las que llega Alonso Baquer en su última obra "La batalla del Ebro": buen táctico, sin rozar la genialidad que le han atribuido, pero que se quedaba en el planeamiento, sin implicarse en el desarrollo y guía de la batalla subsiguiente. No se si es un factor atribuible a su personalidad, o al no haber nacido para ser "conductor de hombres", o al no poder imponerse en la caótica situación de la zona republica, pero fue la marca que presidió todas las operaciones que desarrolló durante la guerra civil.


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Alberto Bru
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Mensaje por Alberto Bru »

Pincelada biográfica de Vicente Rojo
El general Vicente Rojo murió en Madrid, La noticia fue una sencilla esquela mortuoria, en la que sus amigos —así, sin concretar nada— rogaban una oración por su alma. Sobre la esquela, una cruz. La misma cruz que estaba colgada en la cama de campaña del jefe del estado mayor republicano durante toda la guerra.
Antes del conflicto, Vicente Rojo era profesor en la Academia de Toledo y, como su amigo Francisco Franco, estaba considerado como uno de los cerebros mejor organizados del Ejército y como un arquetipo del militar profesional.
Vicente Rojo ha muerto en Madrid. El último historiador que tuvo ocasión de entrevistarlo en su casa de Ríos Rosas, ha sido el coronel británico George Hills, hijo de madre española y perfecto conocedor de las cosas de España. La última pregunta de Hills a Rojo:
—¿Qué personaje admira usted más entre los que Intervinieron en la guerra española?
Respuesta muy meditada del autor da España heroica:
—Al teniente coronel Morena.
Morena era un jefe de estado mayor a quien los republicanos ofrecieron un puesto discreto y seguro a cambio de la vida, y, sin embargo, prefirió la muerte en el verano trágico de 1936.
Este testimonio, de autenticidad Indiscutible, ¿es una prueba de que la fulgurante carrera republicana de Vicente Rojo se inició en julio de 1936 con una tragedia intima?
De hecho, el comandante Rojo comenzó la guerra destinado en una oscura sección burocrática del estado mayor madrileño, sección en la que ni siquiera era el Jefe. Formó parte del grupo de militares profesionales que apuntaló en los primeros meses al naciente e irregular ejército republicano, Los comunistas admiraron su eficacia y seguramente las simpatías comunistas tuvieron algo que ver con su designación para jefe de estado mayor del inoperante héroe malgré luí. general José Miaja. Hasta ese momento, Vicente Rojo sólo habla destacado por su humanitaria e infructuosa misión de parlamentario entre los sitiados del Alcázar de Toledo.
El acierto de la designación de Rojo para la coordinación de la defensa de Madrid se comprobó inmediatamente. En su haber hay que apuntar la genial Intuición estratégica de que una ciudad abierta con voluntad de defensa es mejor que un campo atrincherado. Sus enseñanzas llegaron muy lejos: nada menos que hasta Stalingrado.
Rojo venció en Madrid y consiguió hacer tablas en la carretera de La Coruña, en el Jarama, en Guadalajara y en Brunete. Volvió a vencer fugazmente en Teruel, pero allí mismo, a "vuelta de correo", el Ejército nacional se tomó el desquite más amplio con la estupenda maniobra que se abrió en el Alfambra para terminar en Vinaroz. Nuevas tablas en los fortines de Viver y el mundo entero fue testigo del gran desempate: la batalla del Ebro. Rojo intentó una audaz maniobra de diversión sobre Motril, que, tal vez, hubiese cambiado el curso de la guerra; pero no pudo realizar sus planes por motivos políticos. y en las ardientes márgenes del Ebro el profesor de táctica sufrió la derrota definitiva.
Tras el Ebro y Cataluña, Rojo se dio por vencido. Seguro ya del inevitable desastre, nada hizo para contener el alud de las fuerzas de Franco, y no participó en la defensa —por lo demás y sin él, nula— de la zona centro-sur.
Luego escribió libros, meditó, y al fin volvió a España, aunque bajo la condición de guardar un Impenetrable silencio. No deja de ser un símbolo que su hijo, eminente catedrático de la Facultad de Medicina de Cali (Colombia), colaborará con el gobierno de Franco en la organización de la gigantesca clínica madrileña de la Paz.
Sin duda, Vicente Rojo senior lo hubiera aprobado sin reservas.


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