reytuerto escribió:Sólo dos apuntes a lo dicho por Cartaphilus:
La venta (y por lo tanto, el precio) de los Mírage V de 1968, fue acordada meses antes del inicio del conflicto, más que nada debido a la mejora de Chile en el mercado de armamento.
La entrega fue adelantada (simbólicamente) un mes, y fue hecha cuando ya se habían realizado los desembarcos en San Carlos. Saludos cordiales.
Estimado reytuerto , a lo mejor esta nota enriquece su post , la disculpa a los foristas por el OT ...
Por Simon el bribón ...
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En 1968 Dassault Aviation (Francia) terminaba la construcción de 50 aeronaves Mirage, pero fueron embargados por el presidente de ese país Carles de Gaulle, como muestra de disconformidad por los ataques Israelies durante la Guerra de los 6 días, Los Israelies respondieron fabricando una copia mejorada sin licencia del Mirage el IAI Nesher, gracias a las especificaciones técnicas que obtuvieron el Mossad.infiltrandose en la propia Dassault fabricante del Mirage-
Con esa tecnología Israel también fabrico el Kfir, pero propulsado con motores made in USA.
Pero parte de los aviones Mirage originales los primeros que utilizo Israel, de fabricación francesa, cuando fueron retirados del servicio activo, con posterioridad fueron transferidos a Argentina, cuando ya estaban gastados de volar, he aquí la historia.
Todo fue revelado por primera vez en el libro Operación Israel: (Ediciones Lumiere).
A pricipios de 1970, representante de ventas de la empresa Isrex Argentina, encargada de promocionar ventas de armamentos de Israel, no podía haber recibido un respuesta mas cortante por parte del Brigadier Argentino:
–Nosotros no le vamos a comprar nunca.
-Porque?
– Porque Uds. Son judíos y lo mataron a Cristo.
Así eran los de la Fuerza Aérea, lo más rancio antisemita de las fuerzas armadas Argentinas. Pero al final el argentino se tuvo que tragar las palabras
El destino fue sorprendente y la Argentina ya 1982, cuando estuvo más aislada del mundo, durante la Guerra de las Malvinas, solo tuvo a Israel para colaborar en sus necesidades de abastecimiento militar.
Los combates durante la Guerra de Malvinas diezmaron el poder de fuego de la Fuerza Aérea Argentina a tal punto que se puso en riesgo la propia seguridad del país ante la posibilidad de que Chile aprovechara esta debilidad para resolver por las armas el conflicto del Beagle. Esto es lo que pensaba la conducción de la Aeronáutica en junio de 1982 cuando decidió salir a comprar cazabombarderos para reemplazar los derribados por los británicos.
“Cuando comenzamos a tener pérdidas, empezamos a hacer una investigación para ver dónde podíamos conseguir reemplazos”, afirma su titular de aquel entonces, el brigadier general Basilio Lami Dozo.
La premura y los bloqueos impuestos por los ingleses, la entonces Comunidad Económica Europea, el Commonwealth y los Estados Unidos hacían imposible obtenerlos en los proveedores tradicionales, por lo que tuvieron que recurrir, una vez más, a sus dos aliados más importantes de esos días: Perú e Israel.
Lima les envió 10 Mirage V que tenía en su flota (costaron 50 millones de dólares) y que llegaron al país piloteados por oficiales de la Fuerza Aérea Peruana. Incluso, muchos de ellos pidieron participar de la guerra como voluntarios; la Argentina les agradeció la ayuda pero se negó a aceptarla.
Con Israel la situación era más complicada ya que había que evitar las presiones británicas. Así, se debió recurrir a la triangulación a través de Perú, como se venía haciendo con otros armamentos durante el conflicto.
La elección no fue simple, ya que durante la guerra se habían recibido cerca de 30 propuestas, de cuanto traficante de armas había en el mundo, por unos cazabombarderos Mirage IIIC que el estado judío había dejado de usar hacía unos años. Luego de analizarlas, concluyeron que la única opción confiable era adquirirlos directamente en Israel.
El problema mayor que planteaba la operación era cómo haría Israel para justificar ante los británicos la venta de estos aviones a la Argentina en medio de la guerra y evitar un escándalo internacional. La solución fue triangularlos a través de Perú, de la misma forma que lo había hecho con otros armamentos.
Para eso, la FAP le facilitó órdenes de compra en blanco y certificados de destino final en Lima que fueron completados en Buenos Aires por el personal de la empresa Isrex Argentina. “Llené una orden de compra que nos habían dado ellos, y certificados de destino final, todos firmados en blanco, en la que decía que adquirían 23 aviones”,
Con esto resuelto, quedaba pendiente arreglar el marco legal que le darían al negocio, ya que no se podía firmar un contrato entre la Fuerza Aérea Argentina y las IAI debido a que, en la práctica, los adquiría Perú.
El brigadier Serafín Julio Iribarren, director general de Obtención y Administración del Material, decidió que se realizaría un acuerdo ficticio con el Ministerio de Defensa de Israel, que contuviera los mismos puntos que un documento real. Se hizo una sola copia que quedó guardada en la caja fuerte del comandante en jefe de la Fuerza Aérea, por si precisaba utilizarse alguna vez.
Este documento debía permanecer oculto ya que la operación era secreta, por lo que se lo llamó Topo I.
Sólo quedaba pendiente arreglar la forma de pago, ya que había que girar, primero, un anticipo a Isrex (la empresa controladora de Isrex Argentina en Israel) y abrir una carta de crédito en un banco por el resto, para que Israel los liberara.
Esto no podía hacerlo una entidad argentina, ya que los aviones eran para las FAP. Por eso, salieron en busca de alguna institución financiera peruana o, en su lugar, de Panamá, dispuesta a brindarle este servicio. Todos se negaron.
Para solucionar el problema, la compañía utilizó una cuenta en el Crédit Suisse y una empresa fantasma que tenían las IAI en Suiza, y le ofrecieron a la Fuerza Aérea que girara todo el dinero allí por anticipado. Si bien los brigadieres no estaban conformes con la idea, no les quedaban muchas alternativas por lo que aceptaron la propuesta y enviaron el efectivo.
A partir de allí, cada día el personal de Isrex en Tel Aviv llamaba al banco para ver si había llegado la transferencia. La respuesta siempre era negativa. Después de recibir durante dos semanas el mismo mensaje, el titular, de la empresa viajó personalmente a Europa para averiguar qué había ocurrido.
Llevó todos los datos y el télex con la confirmación de la transferencia y contrató a un escribano para que labrara un acta de lo que estaba ocurriendo. Frente a esa presión, las autoridades de la entidad cedieron y admitieron que el dinero había llegado y se comprometieron a pagarles los intereses correspondientes al tiempo que el efectivo había estado paralizado.
“Los suizos estuvieron jodiendo 15 días diciendo que la guita no había llegado. En ese momento, las tasas estaban al 14 por ciento, o sea, que era mucha plata de intereses”,.
La llegada. Entre idas y vueltas, los aviones recién estuvieron listos para viajar a Buenos Aires en diciembre de 1982, cuando ya había terminado la guerra. A pesar de que el conflicto bélico ya había quedado atrás, los Mirage IIIC fueron pintados con las insignias y la numeración de la FAP para evitar cualquier tipo de problema con los ingleses.
Así, el círculo cerraba completamente: se habían adquirido con órdenes de compra peruanas y certificados de destino final en Lima y, ahora, contaban con todas las características que ellos usaban, aunque serían utilizados por la Argentina.
Los israelíes montaron una operación secreta de transporte, de los aviones desde su emplazamiento en aeropuertos militares israelíes a para cargarlos en medio de la noche para cargarlos en los buques argentinos de Elma en el Puerto de Ashdod y evitar que los satelites británicos se enteraran de lo que estaba ocurriendo.
Los aviones llegaron a Buenos Aires entre diciembre de 1982 y febrero de 1983, y fueron destinados a la IV Brigada Aérea de Mendoza y a la Base Aérea Militar Río Gallegos, en Santa Cruz. Contra los pronósticos de la mayoría, terminaron volando hasta 1994, cuando fueron desprogramados para siempre.
Saludos cordiales ...