Cuba en Africa, Guerra de Angola

Las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y la historia militar cubana. La DAAFAR y sus MiGs. MGR. Bahía de Cochinos, Crisis de los Misiles, Guerras de Angola, Etiopia, 1895 y otras.
Shah_Massud
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Mensaje por Shah_Massud »

Hola gente...

Che, mucho hablar, mucho hablar... FOTOS, QUIERO FOTOS DE LA GUERRA Y NO LAS QUE YA TENGO DEL SITIO DE RUBEN!!!!!!!!

Gracias...

Ah... che, Bart, hay veces que Ruben nos pone de los pelos con sus posturas, te lo digo porque siempre discutimos desde hace mucho tiempo... a tal punto que ni hablamos del T-72 entre nosotros... sin embargo, aflojale hermano, más clara la visión política no podía ser.

Si te fijás, hoy podés decir que lo que sucede en la Rep. Democ. del Congo (Ex - Zaire) es una lucha entre tribus (hema y lendu), sin embargo, detrás de ese "título" están los gobiernos de la RDCongo, Ruanda y Uganda, entre otros.
Lo cierto es que los líderes utilizan a veces diversos medios para ganarse los apoyos, si sos de Angola decís que tal tribu es enemiga, pero ante el Mundo decís "Esa tribu es mala, es imperialista, yo soy bueno y marxista", con eso te ganás los apoyos necesarios para ganar tus propios intereses de una manera casi gratuíta... una vez que tenés el poder... negociemos... si hay petróleo, a los yonis...

Cuando investigás un líder tenés que buscar fuentes confiables, de ambos lados, compararlas y usar el sentido común, con ello vas a lograr encontrar un 25% de verdad, o más si te esfuerzas. Cuando investigas una situación geoétnica como la africana, tienes que averiguar bien los intereses de cada facción, quién los apoya y que objetivos persigue. Después habría que evaluar las razones geopolíticas, en esa época los apoyos políticos de las dos potencias se basaban en el lema: "Mas amigos, menos enemigos", y con ello todo líder era bueno o malo según la fuente, de este lado o del otro.
Hoy, sin embargo, podemos ver los que en realidad fueron dignos de la palabra "Líder", o los que simplemente recibieron ese mote.


oriental
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cuba

Mensaje por oriental »

En si la guerra de Angola fue una mezcla de muchas versiones pero lo que mas se conoce es la version cubana,aqui les presento la version sudafricana,de la batalla de Cuito Cuanavale.

http://www.ikuska.com/Africa/Historia/hisango2.htm


rojo
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Mensaje por rojo »

Bueno he leido el enlace y me fue muy dificil comprender lo escrito (a causa de la traduccion) es bastante interesante pero como que le faltara mas precision y datos claros, por ejemplo la quantidad de soldados sudafricanos implicados una estimacion de los rebeldes unitas, el material utilisado (otro que los G5) etc. Pero bueno es siempre interesante saber que es lo que ce piensa en los dos lados y decantarse despues por la version mas feaciente y precisa. Un ultimo detalle creo que ese escrito es una version americana y no sudafricana .

Un saludo.


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reytuerto
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Mensaje por reytuerto »

Estimados foristas: Una inquietud que he tenido en relación a los conflictos africanos (y no solamente en el de Angola o Mozambique) es si la conformación de bloques antagónicos, aparte de los componentes ideologicos, de apoyo de las grandes potencias o de intereses económicos, tenía en cuenta la conformación etnica, tribal o religiosa de los implicados. Saludos y gracias.


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Rubén
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Ukraine

Re: cuba

Mensaje por Rubén »

oriental escribió:En si la guerra de Angola fue una mezcla de muchas versiones pero lo que mas se conoce es la version cubana,aqui les presento la version sudafricana,de la batalla de Cuito Cuanavale.


Bart-Oriental, esto no es cierto, basta dar una ojeada por internet o la prensa mundial, para ver que esta batalla, y la guerra de Angola en general, es bastante más conocida por su versión occidental, que por la del otro lado. Busca 1 sola página cubana o angolana del tema (la mía no se cuenta), pero sudafricanas o de occidente, a montones hay.

saludos


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Raul_
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Mensaje por Raul_ »

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Veterano (F. Delgado)
 
Angola era para mí, sólo un nombre extraño
en la geografía de mis primeros años.
Hasta que un día de la noche a la mañana
se convirtió en noticia de primera plana.
Y sin que me mediaran muchas explicaciones
confusos y con la ropa de camuflaje
un día subimos a los aviones.
Y con el amor que en la distancia se agranda
después de cruzar las nubes
aterrizamos en una ciudad llamada Luanda.
 
Angola, mi madre en realidad se quedó sola
buscándome en un mapa rotulado en portugués
por tus ciudades sucias y sonoras.
Angola, mi novia procuró calor humano.
Mi perro nuevo dueño.
Y hasta puede suceder que algún día me llamen veterano.
 
Me conseguí una foto de Agostinho Neto
y le puse una missanga como amuleto.
Se me pegó la zozobra del combatiente
cuidándome del mosquito, de las serpientes
de la muerte que se esconde entre las lianas
o en los pasos inseguros de los blindados
cuando avanzan en caravana.
Un día con alegría nos recibieron.
Otro día que esperábamos eso mismo
nos insultaron y maldijeron.
 
Conozco la cofradía de los valientes
los que en el fragor avanzan siempre hacia el frente
los que esconden sus hazañas tras la modestia.
A otros que se apuntaron más de la cuenta.
Algunos que con la guerra se enriquecieron
y los domingos organizaban safaris.
También amigos que no volvieron.
Pero lo que dio mi gente en esa batalla
perdónenme el adjetivo
pero no cabe en la calamina de una medalla.

Angola...
Última edición por Raul_ el 02 Ago 2003, 11:31, editado 1 vez en total.


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Wallas
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Mensaje por Wallas »

Estimado Ruben, siendo yo bastante ignorante del despliegue cubano en Angola, quisiera saber cual fue el pico máximo en hombres, tanques y aeronaves de las fuerzas cubanas, y en que año. También me gustaría saber cual fue la mejor o la mas poderosa unidad cubana en las tierras africanas.
La verdad es que desconocía los combates que sostuvieron los cubanos en África, y desde ya que estoy asombrado. Siempre admire al pueblo cubano y estos hechos que desconocía no hacen mas que ratificar esa admiración que siento para el pueblo hermano de Cuba.

Un saludo.


Bart

Mensaje por Bart »



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Raul_
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desmentido

Mensaje por Raul_ »

Esa fue desmentido hace tiempo, la UNITA lanzo tal falacia porque era tanta la caña que le estaba dando FAPLA sola y sin ayuda exterior, que los bandidos (UNITA) no querían reconocer que estaban siendo derrotados y su desaparición era cuestión de tiempo (poco) como en efecto ocurrió.


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Raul_
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Mensaje por Raul_ »

Complementando la noticia de la supuesta nueva intervención.
Aqui ya empiezan a dudar:
http://64.21.33.164/CNews/y99/jan99/25o1.htm
Desmentido angoleño:
http://www.estado.estadao.com.br/edicao ... nt952.html


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CUBANOS EN GUINEA

Mensaje por Raul_ »

Cubanos en Guinea
Ulises Estrada Lescaille

Oramas fue designado posteriormente embajador de Cuba en la República de Guinea con la tarea principal de atender las relaciones con el PAIGC, mientras que a mí, como oficial de la Inteligencia cubana vinculado al apoyo a movimientos de liberación nacional, el comandante Manuel Piñeiro me asignó la misión de llevar en abril de 1966, en la motonave cubana Uvero, la ayuda solicitada por Amílcar y otras prometidas por el Che a diferentes movimientos de liberación nacional. Paralelamente se unen al PAIGC los primeros tres médicos y asesores militares cubanos, quienes participan en el primer combate contra el ejército portugués el primero de mayo de ese año.

Una vez concluida la misión en el Uvero, en noviembre de 1966, a pesar de la preocupación de Amílcar -que no se encontraba en el país-, por temor a la muerte o captura de uno de nosotros en los frentes de batalla, me uno a las guerrillas comandadas por Domingo Ramos, comisario político del PAIGC, en la primera operación militar de envergadura en la que participan los instructores militares cubanos, bajo el principio de convertir el combate en una escuela.

Así, en el Frente Este, atacamos el cuartel de Madina Boé, una fortaleza muy bien protegida por los tugas (portugueses) con el apoyo de miembros de la tribu fula, que eran los que estaban en la superficie, ya que los soldados estaban en trincheras bien cubiertas o bajo tierra.

Me encontraba al lado de Domingo, quien con la mitad de su cuerpo cubría el mío para protegerme, cosa que no pude evitar, y abrimos fuego con un cañón B-10 desde una pequeña elevación situada a unos 600 metros del cuartel. Los portugueses tenían colimada la zona y respondieron con certeros disparos de mortero, mientras nosotros continuamos haciendo fuego con el cañón sin retroceso, ametralladoras y fusiles.

Un rato después de iniciado el combate, sentí que corría por el lado derecho de mi espalda un líquido caliente y pensé que estaba herido por uno de los morterazos que caían a nuestro alrededor. Era Domingo, sangraba copiosamente. Tomé su cuerpo en unión de otro compañero y lo condujimos al puesto médico, situado a unos cien metros de la zona de combate. El médico cubano me informó que había fallecido. No podíamos dejar el cadáver del dirigente guineano en manos portuguesas. Tomamos su cuerpo y en un camión nos trasladamos a través de sembrados de arroz hacia la frontera con Conakry. Llegamos a Boké, donde se encontraba el puesto de mando fronterizo y entregamos su cadáver al compañero Arístides Pereira, para que pudieran darle sepultura y rendirle los honores que merecía este luchador, que fue uno de los primeros altos jefes del PAIGC en caer en combate.

Los cubanos continuaron combatiendo junto al PAIGC en numerosas acciones militares. Nueve de ellos entregaron allí su sangre generosa: Raúl Pérez Abad, Raúl Mestres Infante, Miguel A. Zerquera Palacio, Pedro Casimiro LLopins, Radamés Sánchez Bejerano, Eduardo Solís Renté, Felipe Barriendo Laporte, Radamés Despaigne Robert y Edilberto González.

Las zonas liberadas crecían por día. Amílcar continuó sus esfuerzos por la liberación del colonialismo mediante la lucha armada. Su empeño fue tal que se convirtió en un obstáculo insalvable para la política colonial. Los principios que defendía también afectaban los intereses imperialistas. Por eso decidieron eliminarlo. El 1ro de enero de 1973, cuando ya la victoria era irreversible, fue asesinado por militantes traidores reclutados por los portugueses, los cuales pagaron ante la justicia revolucionaria su crimen.

Nueve meses después, Guinea Bissau obtenía su independencia nacional. Aquel hombre que había sabido llevar a su pueblo a la guerra liberadora, en un país empobrecido, de menos de un millón de habitantes, dividido en unos 20 grupos tribales, ofrendó su vida a cambio de un futuro mejor e independencia para sus hermanos. Sus ideas han quedado grabadas para siempre en aquellos que se mantienen leales a su pensamiento, a su valeroso ejemplo y se proponen hoy construir una Guinea unida, enfrentarse a la pobreza y alcanzar un escalón más alto en la vida de sus hombres y mujeres.


http://www.rebelion.org/sociales/030521lescaille.htm


Bart
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africa

Mensaje por Bart »

Interesante el articulo,pero seria bueno ampliar sobre este hecho,la participacion cubana en Guinea Bissau,sus principales hechos y caracteristicas.


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Raul_
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Mensaje por Raul_ »

Un médico cubano en Guinea Bissau

Donde el tiempo no se mide por el reloj

A los 29 años y recién graduado de cirujano, el doctor Domingo Díaz Delgado solicitó su incorporación como combatiente internacionalista en cualquier lugar del mundo. Su mayor inspiración era el Che Guevara. Apenas comenzaba el año 1966, y respondiendo a esa solicitud, lo designan miembro del primer grupo –muy reducido–, de combatientes de diferentes especialidades que participarían en la lucha de liberación del pueblo de Guinea Bissau, cuya metrópoli era Portugal. Los guineanos, que desde hacía algunos años libraban una difícil y desigual lucha, carecían de técnica militar, armamentos y asistencia médica. Las acciones prácticamente comenzaban en esa época. Treinta y seis años después, Domingo cuenta su propia historia a Tricontinental

Hedelberto López Blanch, periodista cubano
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Yo era jefe de los servicios médicos de la división 1270 ubicada en el Mariel, Cuba, y tenía cierta experiencia en cirugía, ya que durante la carrera me desempeñé como alumno ayudante de esta especialidad en el Hospital Militar “Carlos J. Finlay”. Éramos aproximadamente 24 hombres, entre los cuales había nueve médicos.

Dos meses después de mi incorporación a este contingente, integrado por artilleros, morteristas, cañoneros y médicos partimos hacia Guinea Bissau, en la motonave «Lidia Doce» de 2 000 toneladas. El viaje duró casi 20 días hasta el puerto de Conakry. En los primeros días de navegación fuimos sobrevolados por la aviación de la Marina de Guerra norteamericana. Nuestra nave estaba algo deteriorada y el trayecto se tornó difícil y angustioso. Hasta una amenaza de fuego tuvimos en las máquinas y casi hubo que abandonar el barco en medio del Atlántico, además de roturas que en varias ocasiones lo obligaron a detenerse por espacio de horas.

En unos sacos llevamos mochilas, con uniformes, botas y otros implementos, y en unas maleticas de madera un equipaje sencillo. Íbamos vestidos de civil. Aquello era totalmente secreto e incluso para abordar el barco principal no lo hicimos en puerto, sino en alta mar.

En Cuba nos entrenamos cerca de dos meses física y militarmente con diferentes armas, pues aunque éramos médicos nos dirigíamos hacia una zona de guerra. Yo pensaba que las caminatas que practicábamos y los ejercicios físicos eran suficientes; sin embargo, cuando llegamos nos percatamos de que ningún entrenamiento podía compararse con la realidad.

En Conakry, el grupo permaneció alrededor de un mes a la espera de ser llevado a los lugares de destino. En esa época, Guinea Bissau tenía tres zonas guerrilleras: el norte, el sur y Madina do Boé, al este, allí se combatía bastante. En Guinea Conakry nos recibió el dirigente principal del Partido Africano por la Independencia de Guinea y Cabo Verde (PAIGC), Amílcar Cabral, un dirigente de cualidades excepcionales. Aprendí muchas cosas acerca de esta lucha en los días que tuvimos oportunidad de compartir con él. Ya tenían un himno y canciones revolucionarias de la guerra.

Guinea Conakry era la antigua Guinea Francesa y Guinea Bissau es un país vecino más pequeño, comparable en extensión territorial con nuestra provincia de Villa Clara. Los portugueses tenían allí un número considerable de tropas pertenecientes a la OTAN.

En ese pequeño espacio era muy difícil desarrollar una guerra de esas características, sobre todo si tenemos en cuenta el escaso armamento de la guerrilla comparado con el de las unidades de aire, mar y tierra de las tropas portuguesas.

De nuestro grupo algunos fueron al sur, otros al este, y a mí me enviaron al norte en calidad de médico-cirujano. Como de Guinea Conakry no se podía ir directamente hacia el norte de Guinea Bissau, sino que había que dar un rodeo por el este en camiones y atravesar parte del territorio de Senegal –país que limita al sur con el norte de Bissau y no era precisamente simpatizante de la guerrilla, sino de Portugal–, por el color blanco de mi piel no podía hacer el recorrido por tierra sin llamar la atención. Entonces me confeccionaron un carné de militante del Partido Africano de la Independencia de Guinea y Cabo Verde (PAIGC) con un nombre falso, donde aparecía como natural de Praia, la capital de Cabo Verde, que no era propiamente un pasaporte, pero funcionaba como tal, y con ese documento hago el vuelo hasta Dakar, capital de Senegal, acompañado por dos guineanos que no supieron explicar la situación a la aduana en el aeropuerto. De manera que tuve que darle un empujón al torniquete en forma de cruz que impide la salida libre de los pasajeros y salir a toda carrera hacia un carro de donde me hacía señas la compañera Lilica Boal, secretaria de Amílcar Cabral.

Permanecí dos días en condiciones de clandestinidad. Y mi mayor sorpresa la recibí cuando llevaron a la casa donde estaba escondido a un presunto desertor del ejército portugués que había decidido pasarse a las filas de la guerrilla, y que quería conocerme. Al retirarse el individuo, exigí me trasladaran inmediatamente de ese lugar. Poco después se comprobó que el supuesto desertor era un infiltrado de la PIDE, policía portuguesa. Con él como prisionero atravesé la frontera hacia la zona de guerra.

De allí, por tierra, recorrimos 400 kilómetros hacia el sur, que es la distancia de Dakar al pueblo más cercano de Senegal con la frontera de Guinea Bissau, Ziguinchor, a través de una larga franja de terreno de Gambia, país enclavado en pleno territorio de Senegal.

Fue Luis Cabral, hermano de Amílcar, el compañero designado para trasladarme a Ziguinchor en un Peugeot 404. Allí permanecí uno o dos días. Conocí a varios de los jefes principales de esta lucha, entre ellos el comandante Osvaldo Vieira, jefe militar del norte. De noche crucé la línea fronteriza por la aldea de Yiribán, escoltado por un grupo de combatientes. La caminata de 4 ó 5 horas que hicimos para llegar a la primera base guerrillera (Zambulla) por un terreno abrupto para mí fue terrible –ese mismo recorrido al regreso lo hice en una hora, pero ya tenía 80 libras menos de peso y conocía perfectamente el trayecto.

Pasamos la noche en ese lugar y de madrugada seguimos camino hacia la próxima base guerrillera, Maqué. Recorrimos unos 7 kilómetros sin protección natural, pues no había árboles ni ningún otro tipo de vegetación, lo cual nos hacía muy vulnerables a la aviación. Yo, desacostumbrado a tales trajines, caminaba lentamente por el estado en que se encontraban mis pies. Los compañeros guineanos comenzaron a desesperarse porque temían un ataque de la aviación portuguesa, cosa esta muy común en ese lugar. Nuestra salvación era llegar a las márgenes del río Farim para protegernos con el mangle y la foresta, pero también ahí otro peligro nos acechaba: las lanchas artilladas y silenciosas que a menudo sorprendían a las inermes canoas. En una acción como esta perdió la vida la compañera Titina, jefa de salud del norte.

Tuvimos que beber agua en malas condiciones. Allí el agua potable es la de los ríos, y se acostumbraba hacer unos hoyos en la tierra bien marcados y escondidos para que se llenaran cuando lloviera. En el curso de las caminatas, sacaban esa agua con tierra y era la que se bebía, si no morías de sed.

Cuando llegué a la base de Maqué, ya las diarreas comenzaron a hacerme estragos, pero no por eso dejé de comer lo que nos encontrábamos en el camino.

En esta región el tiempo no se mide por el reloj, sino por la distancia que se camina, es decir, medio día, dos días de andar. Nuestra comida era la misma que la de los guineanos y una sola vez al día. Por la noche, en una palangana echábamos un poco de arroz con pedacitos de carne y huesos, que en algunas ocasiones nos los pasábamos unos a otros para chuparlos y, por supuesto, todo con las manos. Nos acostumbramos a comer el arroz sin sal y en forma de bolas, metiendo las manos en las cacerolas. No teníamos cubiertos ni nada, además, queríamos compartir lo poco de que disponíamos en iguales condiciones, no era el momento de impartir clases de higiene y epidemiología. Por la mañana desayunábamos cocimientos de cualquier tipo de hojas, si era de naranja, mejor. Posteriormente en el este, en Madina do Boé, teníamos frijoles, pero los repetíamos tanto que llegó el momento en que a un compañero le enseñaban uno solo y vomitaba.

Caminé dos días más hasta la segunda base guerrillera y llegué bastante mal. Me revivió una especie de leche condensada con agua muy caliente, y recuerdo perfectamente que me lo tomé y caí rendido. En la madrugada siguiente seguimos avanzando dentro el país y llegamos a la base de Moré, donde hacía pocas semanas los portugueses habían bombardeado. El lugar estaba totalmente devastado. Allí estuvimos un día y luego seguimos hasta la base donde permanecí alrededor de seis meses: Saará.

En Saará me reuní con dos médicos del grupo que se habían adelantado, pues viajaron hasta Conakry por avión: el ortopédico Teudi Ojeda y el clínico Pedro Lavarrere, compañeros de las FAR. El resto de los médicos fueron enviados al sur. La base de Saará estaba en la profundidad del norte pero prácticamente en la mitad del territorio y muy cerca de la capital Bissau, desde donde escuchábamos por las noches música y otros ruidos. Por esos días se estaba organizando un ataque a Bissau, no para tomar la ciudad sino para hostigar a las autoridades. La acción fue dirigida por el jefe de la seguridad del territorio norte, el caboverdiano Irenio do Nascimento, muy admirador de nuestra revolución.

Poseíamos un pequeño grupo de medicamentos y el instrumental quirúrgico elemental para resolver urgencias. Al cabo de seis meses, nos vimos obligados a trasladar nuestro modesto hospital de Saará a causa de los continuos bombardeos y ametrallamiento, y por el fácil acceso a la base de los pobladores que diseminaban información sobre los médicos cubanos y llegaba a los oídos de los portugueses. Lo ubicamos en un enclave secreto con una pequeña escolta y sin acceso de la población.

Luego de seis meses allí, me asignaron a un grupo integrado por 72 hombres fuertemente armados que realizaban ataques a diferentes cuarteles. Los guerrilleros destruían el cuartel o parte de este, y se retiraban. Su objetivo no era tomarlo sino desgastar poco a poco al enemigo. El jefe era un comandante guineano llamado Julián. Comencé a moverme con ellos por todo el territorio norte y tuve la oportunidad de participar en varios ataques. Él me alertaba constantemente de que no me acercara demasiado, pues si perdían a los enfermeros y a mí, se acababa el servicio médico.

El primer combate en el que participé fue contra la base de San Domingo. Conjuntamente con el comandante Julián, dirigía los combates el compañero Alfonso Pérez Morales, “Pina”, entrañable camarada, y participaron otros combatientes cubanos. Después de la liberación, el compañero Pina fue designado primer Embajador de nuestro país en Guinea Bissau.

Cuando termina el ataque, regreso al territorio donde me encontraba. Aquí también realizamos un segundo ataque al cuartel de Guilelle, que fue más efectivo, y esta vez sí estuve cerca. Nos hirieron a tres hombres. A uno de ellos pude hacerle una primera cura rápida y seguí con los dos heridos hasta llegar a la base. Por esa época ya yo había recorrido a pie casi todas las bases guerrilleras: Llador, Naga, Maqué, Moré, Zambulla.

Más tarde comencé a enfermarme. Padecí paludismo crónico, filaria y una lesión infiltrativa tuberculosa. Por esa razón el jefe de la misión, comandante Víctor Dreke, “Moya”, decidió sacarme hasta mi total restablecimiento. No había salido todavía de Zambulla cuando fuimos sorprendidos en horas de la madrugada por las fuerzas portuguesas, que abrieron fuego con ametralladoras, morteros y bazukas sobre las rústicas construcciones de la base, a una distancia aproximada de 100 metros. Nos dio tiempo apenas para arrastrarnos bajo aquel fuego unos 800 metros y nos metimos hasta la cintura en un río, esperando el avance enemigo y dispuestos a no entregarnos. Por suerte, los primeros disparos los hizo una ronda nuestra constituida por dos guerrilleros que al percatarse de la presencia del enemigo reaccionaron adecuadamente y lograron aniquilar al jefe de la compañía y, según ellos, a un asesor norteamericano. Después se generalizó el combate, pero no se decidieron a avanzar. A mediodía comenzaron a llegar helicópteros para evacuar muertos y heridos. Hay que decir que en el momento del ataque no teníamos más que 10 combatientes en la base, y el propio jefe no se encontraba en ella.

Varios días después me trasladé a Conakry, donde me quedé tres meses para recuperarme. Luego regresé a Guinea Bissau, esta vez al este, donde estaba ubicado el cuartel de Madina do Boé, hasta el final de mi misión. Innumerables hechos, vivencias y situaciones difíciles tuvimos que enfrentar por espacio de dos años, pero algo fundamental quedó en mí, la calidad humana de los combatientes guineanos, las vivencias compartidas con ellos, su cultura.

Al igual que yo, otros compañeros internacionalistas cubanos, cumplieron tareas en las mismas condiciones, pero conscientes del aporte que dábamos a la independencia de un pequeño y sufrido país del África Occidental.


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Mensaje por Raul_ »

EL PAPEL DE CUBA EN AFRICA
Por Saul Landau

En junio de 1974 acompañé a los ex-funcionarios de los Cuerpos de Paz Frank Mankiewicz y Kirby Jones con el propósito de filmar en Cuba. En octubre de 1974 el documental, en el que aparecía una larga entrevista con el Presidente cubano Fidel Castro, fue transmitido por CBS con la narración de Dan Rather. Antes de nuestra partida, el Secretario de Estado Henry Kissinger le había pedido a Mankiewicz que le llevara una carta sellada a Castro. Aceptó. Semanas después fuimos testigos sorprendidos cuando Fidel abrió y leyó la carta que lo invitaba, según descubrimos después, a tener conversaciones secretas.

Para Kissinger el anuncio sorpresivo de un entendimiento con Cuba hubiera significado el equivalente del logro de otra China --bueno, una mini-China. Por su parte, Castro hubiera podido reclamar también una victoria, después de haber resistido quince años sin hacer concesiones al amenazante vecino.

Las conversaciones no reveladas que comenzaron en el otoño de 1974 continuaron por un año, hasta que Kissinger las canceló abruptamente en respuesta a dos decisiones cubanas. Castro había iniciado una campaña anti-EE.UU. por la independencia de Puerto Rico en Naciones Unidas y, más dramático aún, había enviado miles de soldados cubanos a Angola.

Un nuevo libro de Piero Gleijeses (Conflicting Missions: Havana, Washington and Africa, 1959-1967, The University of North Carolina Press) cuenta la historia de cómo Cuba y Estados Unidos compitieron por el control de Angola en lo que fue una gran batalla por un territorio del Tercer Mundo, así como por los corazones y mentes de Africa.

Imaginen cómo debe haber reaccionado Kissinger en el otoño de 1975, a medida que avanzaban las discusiones entre EE.UU. y Cuba, cuando supo que Fidel Castro había enviado tropas a combatir en Angola. Pero el público ignoraba que Kissinger antes había lanzado una acción militar encubierta para evitar que el pro-soviético y pro-cubano Movimiento Popular por la Liberación de Angola (MPLA) llegara al poder. Estados Unidos estaba financiando a dos facciones angolanas rivales.

El plan de la CIA incluía la coordinación de acciones estadounidenses con la fuerza de defensa sudafricana, que invadiría a Angola desde el sur bajo el pretexto --para que no pareciera que un ejército blanco oficial del apartheid estaba invadiendo nuevamente un país africano-- de que las tropas estaban en coordinación con la UNITA, un grupo de base tribal anti-MPLA, que supuestamente había reclutado una fuerza mercenaria irregular de blancos. Jonas Savimbi aceptó dinero tanto de la CIA como de los sudafricanos y sus heterogéneas tropas de la UNITA se adscribieron al disciplinado ejército del apartheid.

Simultáneamente el FNLA, otro grupo rival "independiente" dirigido por Holden Roberto, también muy bien pagado por la CIA, atacó a Angola desde Zaire en el norte, con ayuda del gobierno zairense. Ambos ejércitos avanzaron rápidamente hacia la capital de Angola, y los expertos estaban aceptando apuestas acerca de cuántos días les tomaría derrotar a las frágiles e inexpertas fuerzas armadas del MPLA.

En una entrevista en 1977 Castro explicó en detalle como el Presidente Agostino Netto del MPLA le había telefoneado y pedido que enviara tropas a fin de salvar la independencia angolana. Castro dice que él estuvo de acuerdo y lo discutió con compañeros de alto rango del Politburó, quienes también estuvieron de acuerdo.

Pero --se preguntó retóricamente Castro--, ¿cómo podemos enviar rápidamente nuestras tropas a Angola, si no hay tiempo de enviarlas por mar? Castro dice que llamó al Primer Ministro jamaicano Michael Manley, quien también apoyó la idea de enviar tropas para evitar la ocupación de Angola por Sudáfrica, pero que Jamaica, a sólo 80 millas de distancia de Cuba, podía ofrecer poca ayuda logística. Ambos llegaron a la idea de pedir al Primer Ministro de Guyana, Forbes Burnham, que permitiera que aviones cubanos de transporte de tropas se reabastecieran de combustible en Georgetown. Burnham, que había tenido relaciones personales con la CIA tiempo antes, sorprendentemente accedió en menos de una semana. Manley me confirmó esta conversación. Gleijeses ofrece una versión ligeramente distinta que él obtuvo de otras fuentes cubanas.

Pero los hechos demuestran que mientras Raúl Castro (el hermano de Fidel y jefe de las fuerzas armadas cubanas) salía para Moscú a solicitar apoyo en armas, las tropas cubanas ya estaban en camino a Luanda, la capital de Angola. Los soviéticos accedieron y con las armas adquiridas los cubanos y angolanos, luchando conjuntamente, derrotaron a ambos ejércitos invasores y los hicieron regresar a sus fronteras.

Hubiera sido difícil en aquella época, considera Gleijeses al discutir el pusilánime papel jugado por los medios en la cobertura --o ausencia de cobertura-- de la guerra en Angola, que incluso un ávido lector de periódicos supiera que "sin la intervención cubana, los sudafricanos hubrían ocupado Luanda (la capital de Angola) antes de que alguien hubiera reportado que ellos (los sudafricanos) habían cruzado la frontera. La operación encubierta de la CIA en Angola hubiera triunfado."

Cuando fracasó Kissinger estalló. ¿Con qué derecho --debe haberse preguntado Kissinger-- un pequeño país como Cuba había desempeñado un papel en la historia mundial? ¡Un país que no tiene recursos naturales serios (petróleo, uranio, diamantes) y sin una base industrial desarrollada! Kissinger --lo sabemos ahora-- se sintió ofendido por el hecho de que Fidel Castro, un advenedizo revolucionario del Tercer Mundo, había osado interferir en la Guerra Fría, en un juego de alcance mundial entre grandes potencias nucleares. Sólo las grandes potencias hacen la historia, le había dicho poco antes a un ex-funcionario de la ONU.

La decisión de Castro de intervenir en Angola en vez de lograr el entendimiento con Estados Unidos disgustó y desconcertó a Kissinger. Según Gleisejes, Kissinger había escogido a "Angola como el lugar donde se demostraría la resolución de EE.UU. después de la derrota de Viet Nam. En Angola él tomaría la ofensiva, enviaría una señal." Kissinger estaba buscando formas de asegurar tanto a aliados como a enemigos que Washington tenía la decisión de responder a la agresión comunista, y había definido la tibia actitud de Moscú hacia el MPLA como una importante iniciativa anti-Occidente.

Sin embargo, Gleisejes demuestra que el apoyo soviético al gobierno del MPLA era a desgano y pobre y que Castro, no el Premier soviético Leonid Brezhnev, desempeñó el papel decisivo al subir la parada en Angola. Washington, como Gleisejes demuestra citando cientos de cables recién desclasificados de la CIA y de funcionarios del Departamento de Estado, a menudo tenía información insuficiente para tomar decisiones y cuando los altos funcionarios tenían información adecuada, frecuentemente la ignoraban a fin de actuar según sus inclinaciones ideológicas.

Kissinger, el ideólogo supremo y experto en ignorar evidencias, ya estaba molesto por la decisión de Castro de intervenir en Angola en vez de buscar el acercamiento con Washington. Debe haberse sentido mucho más molesto cuando la CIA le informó más tarde que cubanos y angolanos le habían pateado el trasero a las fuerzas blancas sudafricanas que habían invadido subrepticiamente Angola .

Los planes de acción encubierta de la CIA habían fracasado en ambos frentes. Hasta entonces los blancos sudafricanos se habían envuelto en un aura de invencibilidad. En una serie de batallas en el sur de Angola sufrieron grandes bajas y aprendieron una lección de humildad. Resultó que los ejércitos de color del Tercer Mundo podían enfrentarse a los ejércitos blancos del Primer Mundo.

Gleijeses ofrece este fascinante episodio de la Guerra Fría, las intervenciones militares de Cuba en Africa, desde los 60 hasta los 80, y los distintos puntos de Africa donde chocaron los intereses cubanos y estadounidenses, como una respuesta a las distorsiones oficiales de ese período, como los reportajes acerca de las Memorias de Kissinger.

Los historiadores también han repetido el mito de Cuba como títere soviético o no han tocado el tema. Piero Gleijeses ha ayudado a llenar los dos vacíos de distorsión y olvido. Hasta la aparición de este libro, poco se había escrito acerca de la decisiva ayuda de Cuba al esfuerzo de liberación argelino, tanto durante como después de su exitosa guerra de independencia a principios de los 60. De manera similar, Gleijeses brinda algunos de los factores claves del vano intento de Che Guevara en 1964 en pro de la revolución en Zaire. Che y los líderes cubanos, escribe él, sobrestimaron "el potencial revolucionario en Africa y en particular en Zaire."

Gleijeses también cuenta cómo "un millar de mercenarios, armados y transportados por Estados Unidos y apoyados por la fuerza aérea de la CIA", se enfrentaron eficazmente a los esfuerzos de los valientes combatientes del Che. La CIA había disfrutado otra exitosa operación encubierta contra los movimientos revolucionarios y de independencia en el Tercer Mundo, mientras Che Guevara se responsabilizaba personalmente con la derrota. "No tuve la suficiente fuerza de voluntad para realizar el esfuerzo necesario", escribió en su diario africano.

Gleijeses concluye perspicazmente que "el mayor error (de Che) en Zaire (fue) su optimismo excesivo (que) lo llevó a condenar el realismo de otros como debilidad". Pero Gleijeses quizás subestima la determinación de los revolucionarios cubanos, cuya falta de realismo los llevó a combatir en Cuba contra una fuerza mucho más grande y mejor armada.

Igualmente hicieron los guerreros cubanos en Africa, después de su humillante experiencia, y regresaron a luchar con los movimientos de liberación. A partir de su investigación increíblemente completa, Gleijeses revela detalles acerca de los miles de cubanos --incluyendo mujeres-- que también cumplieron voluntariamente misiones en lugares como Guinea Bissau, donde desempeñaron un papel decisivo en la derrota de los portugueses por el ejército de liberación.

Aunque existen algunas narraciones anteriores de estos asuntos, Gleijeses es el primer historiador que cita los cables y memorandos oficiales de Washington y La Habana --así como de otros países-- para brindar una visión del proceso mismo de toma de decisiones. Adicionalmente, sus citas de los actores históricos ofrecen una textura única al libro y enriquecen la narración. Dos fuentes faltan, ostensiblemente, de las referencias de Gleijeses, pero no por su culpa. Desafortunadamente ni Fidel ni Raúl concedieron entrevistas al historiador. Pero incluso sin esos dos actores principales, Conflicting Misions se destaca como una obra intensamente documentada y razonablemente argumentada que ilumina lo que había sido un oscuro túnel de la Guerra Fría.

Más allá de la política intrínseca y del análisis y argumentos de Africa, el libro también sugiere un tema más amplio, uno que ayuda a definir la esquiva dinámica de la revolución cubana. Cuando los revolucionarios llegaron al poder en 1959, Cuba emergió de su papel como colonia informal de Estados Unidos, una especie de apéndice de la economía estadounidense, y en pocos años comenzó a desempeñar un papel en la historia mundial.

Como deja en claro Conflicting Missions, la revolución cubana envió a sus soldados a hacer lo suyo en la parte africana del escenario de la historia. Los artistas, atletas y científicos cubanos ya habían alcanzado reputación mundial, pero los soldados de Cuba en Africa murieron y fueron heridos a fin de conformar el destino de otros pueblos.

Quizás esta sea la parte de la revolución cubana que ha escapado a la comprensión de los EE.UU.: el hecho de que Fidel Castro haya lidereado un proyecto que ha convertido una desmoralizada colonia informal de Estados Unidos en una orgullosa nación. Evidentemente los cubanos han pagado un alto precio por su logro nacional --familias divididas, prisioneros políticos, la larga cadena de relaciones hostiles durante cuatro décadas con Estados Unidos--, pero ¿qué proceso histórico no exige un alto precio?

El estudio de Gelijeses termina en 1976. Gracias al esfuerzo de Cuba Angola obtuvo su independencia. Pero una década más tarde, las tropas cubanas desempeñaron nuevamente el papel clave en la segunda derrota de los militares sudafricanos en las batallas de Cuito Cuanavale en 1987-88, batallas que finalmente provocaron la decisión del gobierno del apartheid de abandonar una estrategia militar y negociar con el Congreso Nacional Africano (CNA).

Recuerdo cuando vi la toma de posesión de Nelson Mandela como el primer presidente negro de Sudáfrica. El le daba la mano a los jefes de estado hasta que llegó a Fidel. Mandela lo abrazó fuertemente y le susurró, de manera que todos oyeran: "Tú has hecho esto posible".

El gobierno cubano abrió algunos de sus archivos a Gleijeses para que él pudiera contar mejor la historia de la primera etapa de las aventuras cubanas en Africa. Esperamos la segunda parte, en la cual se explora el papel militar de Cuba en Etiopía y la historia completa de cómo Cuba posibilitó la independencia de Namibia y la emergencia de Mandela y el CNA en Sudáfrica a principios de los 90.

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Saul Landau es director de Medios Digitales y Alcance Internacional en el Colegio de Letras, Artes y Ciencias Sociales de la Universidad Politécnica de California, en Pomona.


Paulo
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Ocupacion Cubana en Africa

Mensaje por Paulo »

"...Guinea Conakry era la antigua Guinea Francesa y Guinea Bissau es un país vecino más pequeño, comparable en extensión territorial con nuestra provincia de Villa Clara. Los portugueses tenían allí un número considerable de tropas pertenecientes a la OTAN.
"

Adonde será que estaban las tropas Portuguesas de OTAN en Guiné-Bissau ?
Nadie lo sabe. Por lo menos los Portugueses no lo saben, lo que es algo estraño.
Lo que se sabe es que en Guiné-Bissau estaban numeros reducidos de tropas Portuguesas, en el inicio de las operaciones anti-terroristas eran solamente policia y poco más. Quando el conflicto empeçó, Portugal no tenia siquier helicopteros.


"...
En ese pequeño espacio era muy difícil desarrollar una guerra de esas características, sobre todo si tenemos en cuenta el escaso armamento de la guerrilla comparado con el de las unidades de aire, mar y tierra de las tropas portuguesas..."



Seguramente que era muchissimo más dificil desarrollar una guerra para un exercito convencional preparado (mal) para la guerra convencional que para los grupos terroristas.

Las caracteristicas del terreno de Guiné-Bissau, adonde todos los dias 1/3 del país desaparece en el mar, eran las mellores para los grupos terroristas, pués qualquier equipo militar que los portugueses tivessen (y no lo tenian) teria su operacionalidad muchissimo reducida.

De qualquier forma las condiciones del país han sido consiuderadas suficientemente buenas para que ya en los años, 70 tiengan sido suministrados a los terroristas equipos pesados, y mismo carros BMR.

El grandissimo ejercito português ni tenia una unica arma anti-tanque para defenderse.

Como és diferente la idea que se tiene del idealismo de los terroristas, quando se sabe lo que efectivamente hicieron, y quando se tiene conocimiento del otro punto de vista. Aqui, Portugal tiene mucha responsabilidad (Principalmente del gobierno de inspiracion comunista de 1975, que há por ejemplo ayudado a entregar Luanda a los Cubanos, y há sido responsable por la intervencion Sud-Africana).

A my me han dado informaciones desde el terreno, jente que se há quedado en Angola, y en otras es-colonias. El desprecio que los Cubanos tenian a los Angoleños, los incredibles problemas de alchoolismo entre las tropas cubanas, las violaciones de mujeres, y la forma como han sido tratados los angoleños del planalto central.

La retirada sud africana en el final de los años 80, há dado el mejor de los argumentos para, perante el mundo nos quedarmos con la idea de una victoria Cubana. Victória pirrica sin duda. Los comunistas siempre tuveran esta capacidad para transformar derrotas en victorias (perante su opinion publica).

Pero siempre se puede perguntar (por exemplo a algunos de los funcionarios Cubanos que trabajan en hoteles en Cuba) siempre se puede perguntar a los angoleños lo que há passado.

No és possible "educar" a todos hay siempre un que escapa del cucillo.

Paulo


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