Operación Impensable

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Gaspacher
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Mensaje por Gaspacher »

El problema estimado flanker, es la desproporción de números.

Es evidente que no todos los aviones británicos estarían en el aire a la vez, pero en cuanto los radares detectasen a los atacantes, y siendo tan numerosos lo harían a 30km mínimo, y eso sin considerar que hubiesen situado algún piquete radar, empezarían a despegar todos los que pudiesen incluyendo los cazabombarderos/torpederos y a reaprovisionar los que fuese posible. Mientras, la CAP interceptaría a los atacantes a kilómetros de la flota, con el problema añadido que algunos de los bombarderos se verían obligados a soltar sus cargas para tratar de evadir. Posteriormente y a medida que se acercasen a la flota, se verían acometidos por nuevos cazas procedentes de los portaaviones, y finalmente deberían pasar la barrera antiaérea de los destructores antes de atacar a los BB, que, por supuesto, tratarían de evitar a los atacantes mediante maniobras.

La Fuerza Z, estaba formada por 2 BB sin cobertura aérea y enfrentados a pilotos con amplia experiencia en ataques navales, y a pesar de todo, lograrían evadir numerosos de los torpedos, obligando a los nipones a un segundo ataque con trayectorias cruzadas.

Pero bueno, es tu historia :mrgreen:


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Mensaje por Gaspacher »

Lo olvidaba, la Fuerza Z fue atacada por alrededor de 100 bombarderos y torpederos con magníficos y expertos pilotos que, en ausencia de oposición aérea, dispusieron de todas las facilidades del mundo para atacar a placer, y pese a ello tan solo lograron 11 impactos de torpedos errando el primer ataque.

Si quieres que los resultados que mencionas sean creibles yo subiría la cifra al menos hasta los 300 solo en ataque, a sumar la escolta de cazas, y además los dividiría en 2 ataques con el segundo llegando 15 o 20 minutos después del primero desde otra dirección y con el grueso de los cazas británicos en el otro sector. Eso sí, incluso en ese caso las bajas entre los atacantes serían aterradoras, sobre todo si los británicos tenían en la zona algunos de sus cruceros y destructores antiaéreos. :wink:


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flanker33
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Mensaje por flanker33 »

Estimado Gaspacher, tras pequeños problemas técnicos vuelvo a la lucha:

y eso sin considerar que hubiesen situado algún piquete radar


Los acorazados/cruceros estarían proporcionando fuego de cobertura a las tropas terrestres, por lo que los imagino a 6-8 kilómetros de la costa para alargar el tiro unos kilómetros más tierra adentro, por lo que un piquete radar no tendría demasiado sentido. También bastantes de los transportes de tropas estarían más cercanos a la costa.

La idea con el número de cazas era equipararlo o ligeramente por encima con el de los defensores para permitir a los atacantes pasar más o menos incólumes (alguno siempre sería derribado) y debido a la cercanía a la costa, la escolta de destructores estarían cercanos al grueso de la flota, a cuyos buques, imagino saliendo a aguas más abiertas para maniobrar mejor ante el aviso de los atacantes, por que las aguas estarían muy concurridas con barcos de allá para acá.

y enfrentados a pilotos con amplia experiencia en ataques navales, y a pesar de todo, lograrían evadir numerosos de los torpedos


A lo mejor no tenían tanta experiencia o eran tan buenos, que todo puede ser…:mrgreen:

Lo olvidaba, la Fuerza Z fue atacada por alrededor de 100 bombarderos y torpederos


85 para ser exactos – 34 bombarderos y 51 torpederos.

La Fuerza Z también contaba con 4 destructores de escolta, pero uno no estaba con el grupo durante el ataque.

con magníficos y expertos pilotos


pero el 10 de diciembre del 41 con poca o nula experiencia en ataques navales reales, mientras por ejemplo los pilotos del 1º Regimiento de bombarderos minadores/torpederos de la flota del báltico, hundió 17 barcos alemanes en 1942 y 43 en 1943 (Squadron Signal – Il-4 in action). De acuerdo que la oposición no sería ni de lejos la que he desplegado en el relato pero supongo que algo sabrían de atacar blancos navales.

Si quieres que los resultados que mencionas sean creibles yo subiría la cifra al menos hasta los 300 solo en ataque, a sumar la escolta de cazas


Creo que con los 300 que había pensado al principio iría bien, pero vamos a poner 200 cazas para equipararlos con los defensores, bombarderos/torpederos incluidos (aunque creo que los defensores serían algunos menos, digamos 180 dándoles una disponibilidad del 90%) y 100 bombarderos/torpederos, y también ajustaría los daños para que fueran menores y se centraran más en los transportes.

Pero bueno, es tu historia


Con todos sus defectos, por lo que se agradecen los comentarios…:manosi:


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Mensaje por Gaspacher »

flanker33 escribió:pero el 10 de diciembre del 41 con poca o nula experiencia en ataques navales reales, mientras por ejemplo los pilotos del 1º Regimiento de bombarderos minadores/torpederos de la flota del báltico, hundió 17 barcos alemanes en 1942 y 43 en 1943 (Squadron Signal – Il-4 in action). De acuerdo que la oposición no sería ni de lejos la que he desplegado en el relato pero supongo que algo sabrían de atacar blancos navales.


Ese día, no, pero sí tenía toda una doctrina aeronaval de la que los rusos carecían, y no comparemos las victorias rusas (atrévete y di el porte de los buques hundidos :twisted: ), con las niponas, norteamericanas y británicas. Baste recordar que incluso en las postrimerías de la guerra los cruceros alemanes navegaron por el báltico en apoyo de sus fuerzas de tierra, y ahora, con solo unas semanas de diferencia les supones un éxito rotundo sobre una flota 10 veces más poderosa cuando no fueron capaces de hacerlo contra 2 CA...

Creo que con los 300 que había pensado al principio iría bien, pero vamos a poner 200 cazas para equipararlos con los defensores, bombarderos/torpederos incluidos (aunque creo que los defensores serían algunos menos, digamos 180 dándoles una disponibilidad del 90%) y 100 bombarderos/torpederos, y también ajustaría los daños para que fueran menores y se centraran más en los transportes.


Eso es mucho más creíble, sobre todo por su escasa velocidad, maniobrabilidad, cercania a la costa y densidad de naves.


Quedo esperando nuevas del frente…

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Mensaje por flanker33 »

(atrévete y di el porte de los buques hundidos )


Aquí están, en ruso eso si…en la última tabla, cuarta columna. Creo que son en el Báltico, y van desde 175 Tn los menores a casi 7.000 los más grandes.

http://www.airwar.ru/history/av2ww/sovi ... pedos.html

Como curiosidad algunos videos:

http://www.youtube.com/watch?v=-H1t-j3NCz0

y estos de una pelicula:

http://www.youtube.com/watch?v=IpuWEyXS4KM&NR=1

http://www.youtube.com/watch?v=Na8zDet3 ... re=related


les supones un éxito rotundo sobre una flota 10 veces más poderosa cuando no fueron capaces de hacerlo contra 2 CA...


Si, vale, puede que me haya pasado un poco, pero era por hacer una batalla a lo grande, y para dar alguna cabida al plano naval (la otra alternativa era algún encuentro con un submarino soviético, pero lo encontré menos “glamuroso”) y de paso enlazarlo con algún episodio anterior como era el de los infantes navales soviéticos.

Quedo esperando nuevas del frente…


A ver si mañana tengo ya tiempo.

Por supuesto, como agente de LIFE


:oops: Ups…creo que mi nivel de frikismo no llega a tanto, ¿que es un agente de LIFE?


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Mensaje por Gaspacher »

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Mensaje por flanker33 »

Ok, gracias por la aclaración... :thumbs:


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Mensaje por flanker33 »

1 de julio

13:17 Hora local

Su uniforme estaba sucio y se había arrancado los galones de sargento en un intento de pasar desapercibido ante los francotiradores rusos. Su carabina M-1 era el cuarto arma que había usado en unos días. El sargento Bob Weiland recorría las posiciones que todavía, y tras una semana de dura lucha, defendían los hombres de la compañía A. Desde hacía cuarenta y ocho horas él estaba al mando, al haber muerto el último de los oficiales que quedaba con vida en la compañía. Aunque eran bien pocos sobre los que mandar, ya que apenas quedaban algo más de veinte hombres con vida en la compañía. En general, la situación se repetía en toda la 102º división de infantería, a la que tan solo le restaban en disposición de combatir apenas unos tres mil quinientos soldados, mil de ellos heridos. Además, entre mil doscientos y mil quinientos heridos graves, se hacinaban en improvisados hospitales de campaña, en el interior del pequeño perímetro que todavía conservaba la división en los barrios centrales de la ciudad de Stendal.
Weiland se paró detrás de un calcinado carro Sherman sin torreta que obstruía el paso por una de las calles y que hacía de barricada a sus hombres. El joven soldado Dules y su amigo Tom se apoyaban en las cadenas del tanque mientras compartían nerviosamente el último de sus cigarrillos. Ninguno de los dos saludo marcialmente al sargento al verlo llegar. Ya no tenían fuerzas para eso, y su sargento tampoco se lo iba a pedir.
-Chicos – dijo Weiland a modo de saludo.
-Sargento – respondieron ellos.
-¿Cómo va por aquí?
-Bueno señor, en la última hora no hemos recibido ni un solo cañonazo, así que, o se les han acabado las municiones o se están aburriendo de zurrarnos.
-Ojala Tom, ojala.
Se hizo el silencio por unos instantes, hasta que el Dules volvió a hablar.
-Sargento, ¿puedo preguntarle una cosa?
-Claro chaval ¿Qué pasa?
Dules miró a Tom y luego continuó.
-A nosotros no nos informan mucho señor, pero ¿no tenemos ninguna esperanza de que nos rescaten, verdad?
Weiland se lo esperaba, era el tercero que le hacía una pregunta parecida desde por la mañana. Contestó exactamente lo mismo que a los anteriores.
-Hijo, no tengo ni idea, a mi tampoco me cuentan nada, pero no os voy a engañar, la verdad es que toda esta mierda no tiene muy buena pinta.
-Entonces sargento, - dijo Tom – para que seguir luchando, ¿no sería mejor rendirse? o ¿esperan que muramos todos para nada?
Weiland se estaba preguntando eso mismo desde hacía ya unos días y todavía no había encontrado la respuesta, pero aún así, y asumiendo su papel de líder de la compañía, dijo:
-No será para nada Tom. Al menos estamos reteniendo a un montón de soldados y cañones enemigos aquí, y entre más tiempo aguantemos, más pronto podrán reponerse nuestros compañeros y machacar a estos cabrones.
Las palabras del sargento no reconfortaron a ninguno de los tres, pero al menos, hicieron como si así fuera.
Weiland se quedó con la mirada perdida hacía el cielo durante unos momentos. De repente apareció un capitán con dos soldados provenientes de la retaguardia. Cuando llegaron hasta el tanque, saludaron a los allí presentes.
-Soy el capitán Taylor, del estado mayor de la división. ¿Está usted al mando aquí?
-Así es capitán, soy el sargento Weiland.
-Bien, escúcheme sargento, en unos minutos llegaran dos soldados rusos con una bandera blanca.
A los hombres de la compañía Alfa se les abrieron los ojos como platos. ¿Acaso se iban a rendir los soviéticos? Pero la perplejidad duró poco. Por supuesto que no. Aquello debía ser parte de las conversaciones para rendir la ciudad.
-Dígale a sus hombres que no disparen, son emisarios del mando ruso que traen un mensaje.
-A la orden capitán.
Weiland le dio instrucciones a Dules para que fuese al flanco izquierdo a pasar la orden, mientras él hizo lo propio en su flanco derecho. En unos minutos los dos volvían a estar con la espalda apoyada en las cadenas del Sherman.
El capitán se volvió hacia él de nuevo.
-Sargento, ¿conoce este sector bien?
-Más o menos. Llevamos combatiendo aquí desde hace dos días.
-Bien, cuando lleguen esos rusos, yo saldré hacia sus filas para que me retengan en garantía de los emisarios enemigos, así que usted y estos dos soldados, los acompañaran al cuartel general, para hablar con el general.
-Entendido capitán.
Nada más acabar de hablar. Aparecieron dos oficiales rusos agitando una bandera blanca y con una carpeta con documentos bajo el brazo de uno de ellos. Se aproximaron con cautela a las posiciones americanas, hasta que el capitán Taylor salió a su encuentro a medio camino, en tierra de nadie. Tras intercambiar algunas palabras, el americano se adentró en las posiciones enemigas, y los oficiales rusos siguieron hasta donde estaba el destruido tanque americano.
Los dos soldados del estado mayor vendaron los ojos de los soviéticos, y quedaron en espera de las instrucciones de Weiland. A este, le costó reaccionar un momento, pero sus instrucciones eran claras. Se dirigió a los oficiales rusos.
-¿Habla alguno de ustedes mi idioma?
-Yo hablo un poco su idioma – respondió el más bajo de los dos.
-Pues escúcheme, me han ordenado llevarles ante mis mandos. Recuerden que están bajo el amparo de una bandera blanca, así que no intenten nada extraño. ¿Entendido? – dijo en el tono más desafiante que pudo.
-Da… si.
El sargento dirigió una interrogativa mirada a uno de los soldados que habían venido con el capitán. Este le hizo un gesto con la mano indicándole la dirección que debían seguir.
Anduvieron durante un buen rato, y Weiland se dio cuenta que estaban dando más vueltas de las necesarias, sin duda como medida de precaución ante la posibilidad de que aquellos tipos estuvieran contando pasos para medir la distancia al cuartel general, o se intentasen orientar de cualquier otra forma.
Cuando llegaron al sótano del edificio donde el general había establecido el puesto de mando, a Weiland no le dio buena impresión. Había muchos hombres heridos, pocos oficiales y mucha gente con cara de preocupación. No sabía porque, pero esperaba que el estado mayor de la división todavía funcionase como antaño. Pero estaba claro que las cosas estaban mal para todo el mundo dentro de aquel perímetro.
Weiland dejo a los rusos en manos de un joven teniente, que los llevó hacía una pequeña habitación que hacía las veces de despacho del general, y se sentó cerca de allí, con la intención de poder escuchar algo.
Dentro de la habitación esperaban a los rusos, además del general, los pocos oficiales superiores que todavía quedaban sanos y salvos.
Cerraron la puerta pero el sargento pudo oír partes de la conversación.
-… esas son las condiciones… - reconoció la voz del ruso que hablaba ingles.
-… necesitamos al menos doce horas… - dijo un norteamericano.
-… garantizan la atención a nuestros heridos? – dijo el general
Siguieron conversando durante varios minutos, pero Weiland no pudo escuchar nada más. De todos modos, no hacía falta. Estaba claro que se estaban discutiendo los pormenores de la rendición. Aquello le fastidiaba por un lado, pero le aliviaba por otro. Le fastidiaba por que el sacrificio de muchos de sus amigos y compañeros no había servido para nada y finalmente la ciudad caería ante el enemigo, pero por otro lado le aliviaba por que al menos él y otros muchos hombres, podrían salvar el pellejo, aún a costa de pasar una temporada en un campo de prisioneros.
Súbitamente se abrió la puerta, y salio un coronel. Al ver al sargento allí, le preguntó:
-¿A sido usted el que los ha traído?
-Si coronel.
-Bien, ya los puede llevar de vuelta con sus camaradas. Ah, y no olvide que nos devuelvan al capitán Taylor antes de dejarlos marchar.
-A la orden señor.
Weiland y los soldados de antes, volvieron a sus posiciones, esta vez por otro camino diferente. Cuando llegaron al tanque, el sargento le dijo a los soldados que se quedaran a cubierto, mientras el salía con los rusos a tierra de nadie. Cuando les quitó las vendas de los ojos, les hizo una señal para que esperasen. Al poco aparecía el capitán Taylor, encaminándose hacia las líneas americanas.
Weiland miró inquisitivamente al ruso bajito.
-¿Se ha acabado?
-Para ustedes si. Nosotros nos iremos al oeste a seguir luchando.
El americano movió la cabeza como aceptando la explicación del ruso y les indicó que ya se podían marchar.
Cuando el capitán llegó a la altura de Weiland, ambos se giraron sin mediar palabra, y fueron a resguardarse tras el Sherman.
-¿Cómo le ha ido por allí capitán?
-No ha estado mal, hasta me han dado un trago de vodka. ¿Y por aquí?
-Creo que esto se acaba señor. A lo sumo unas pocas horas más.
El capitán asintió.
Cuatro horas después se ordenaba a los soldados de la 102º división de infantería y de las demás unidades que habían quedado atrapados en el cerco de Stendal, que depusieran las armas y se prepararan para ir al cautiverio.
Al caer la noche, la ciudad estaba en manos de las tropas soviéticas. Los heridos norteamericanos comenzaban a ser atendidos por los médicos y enfermeras rusas, y largas columnas de hombres desarmados y cabizbajos, con uniformes sucios y raídos, comenzaban un largo peregrinaje hacia algún campo de prisioneros en el este de Alemania o Polonia.
La lucha por Stendal duró exactamente nueve días.


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Mensaje por Gaspacher »

¿Esas fuerzas recibieron apoyo aéreo durante esos días?
¿Ha habido bombardeos estratégicos aliados sobre las líneas logísticas rusas?
¿La población civil ha apoyado a los defensores?

En otro orden de cosas;
¿Planeas alguna acción de las fuerzas del pacifico sobre las bases soviéticas orientales?


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Mensaje por flanker33 »

¿Esas fuerzas recibieron apoyo aéreo durante esos días?


Si te refirieres a apoyo aéreo táctico con cazabombarderos, pues poco y sobre todo los primeros días, pero la mayoría de aparatos intentarían frenar las puntas de lanza del ataque soviético, y no quedarían muchos para intentar auxiliar a una unidad rodeada, con pocas esperanzas de ser salvada.

Si te refieres a lanzamiento de suministros, pues en vista que no se goza de la superioridad aérea, no creo que se destinasen muchos cazas a labores de escolta de los transportes, por lo que se habrán realizado vuelos nocturnos donde los C-47 habrían lanzado suministros, unas veces dentro del perímetro, otras fuera.

¿Ha habido bombardeos estratégicos aliados sobre las líneas logísticas rusas?


Mi idea es que los B-17, B-24 Lancaster y demás, bombardearan nudos y vías ferroviarias, cruces de carreteras, presas, los pozos petrolíferos de Ploiesti y el Caucaso así como la industria soviética en los Urales, aunque algunas de estas requerirían el redespliegue de varios escuadrones.

En un plano más táctico, de apoyo a la campaña terrestre, pues sus objetivos podrían ser concentraciones de tropas (difícil mientras no se produzca un parón en las operaciones) y bases aéreas y navales (estás últimas sin demasiada importancia dado el desequilibrio existente).

No se si me dejo algo… :conf:

¿La población civil ha apoyado a los defensores?


Los civiles, sorprendidos y perplejos han tratado de sobrevivir refugiándose como han podido de los combates y los bombardeos.

En otro orden de cosas;
¿Planeas alguna acción de las fuerzas del pacifico sobre las bases soviéticas orientales?


En el Pacífico se me ocurren varias cosas:

-Una sería seguir con la campaña como estaba planeada con los preparativos para Olympic/ Downfall, pero no la contemplo seriamente, es demasiado insensato.

-Otra sería pactar la paz con Japón rápidamente accediendo a todas las demandas japonesas sobre juzgar a sus criminales de guerra, no tocar la figura del emperador, desarmar a su propio ejército, dado que los japoneses pensarían que podrían estar en un posición de fuerza con la nueva situación en Europa.

-La última que se me ocurre sería enviar una buena parte de las tropas terrestres y aviación táctica de la USAAF del teatro de operaciones a Europa, y continuar con la campaña contra el Japón con el bloqueo naval y los bombardeos sobre el país, especialmente con las últimas tácticas empleadas de minar puertos y vías marítimas de comunicación y comenzar con la no nata campaña de destrucción de la infraestructura de comunicaciones de Japón para crear la hambruna en el país, y obligar a sus dirigentes a rendirse.

Sobre atacar las bases soviéticas en Lejano Oriente, pues si que se podría hacer, con Vladivostok y Petropavlosk como los grandes objetivos de los B-29 y la aviación embarcada, pero sería algo más testimonial que otra cosa, ya que no iba a hacer que los rusos enviaran refuerzos de Europa a Asia por eso, ni sus fuerzas navales ni aéreas en la zona iban a molestar demasiado a los americanos en la zona.


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Mensaje por flanker33 »

7 de julio

09:20 Hora local

La lluvia no cesó en toda la noche, y las desoladas calles de Bremen adquirieron todavía un tono más lúgubre si cabe. Una buena parte de los edificios de la ciudad estaban derruidos, y prácticamente todos los restantes tenían algún daño en mayor o menor medida como resultado de bombardeos y combates de la guerra que había finalizado hacia apenas un mes y medio.
Pero era ese clima el que hacía que los soldados escoceses como Pet Baker, se sintieran como en casa, allá en su húmeda Escocia, tierra de verdes pastos y altas montañas.
Pero para los hombres de la cincuenta y una división de infantería “Highland” escocesa, el tiempo de descanso y “vacaciones” que había supuesto el final de la Segunda Guerra Mundial llegó a su fin, igual que para todos los soldados del continente aquel fatídico 23 de junio. Ahora, dos semanas después de esa fecha, los escoceses luchaban desesperadamente por cada barrio, por cada calle y por cada edificio o casa de la fantasmagórica ciudad de Bremen.
La división había llevado a cabo tareas de ocupación en la zona, y conocía bien el terreno, así que cuando la retirada de las tropas británicas llegó a la ciudad, la división, que había sufrido relativamente pocas bajas hasta entonces, fue la encargada por el general Horrocks, de liderar la defensa de la ciudad. A ella se unieron los carros restantes de la destrozada brigada acorazada treinta y cuatro, algunos ingenieros del Cuerpo de Ejército, y un puñado de norteamericanos que estaban por la zona, ya que aquella región iba a ser zona de ocupación americana.
El resto de las machacadas fuerzas británicas del XXX Cuerpo de Ejército, se desplegaron detrás del Weser, y hasta Bremenhaven, en la costa del Mar del Norte, con la misión de detener a los rusos y no dejarles cruzar el río.
Prácticamente no quedaban civiles alemanes por las calles ni en las casas, y de todos modos, a nadie parecía importarles mucho donde estuvieran. Los ingleses les habían ordenado evacuar la ciudad cuando los rusos se acercaban, así que se sentían libres de la responsabilidad de lo que les pudiese ocurrir. Por el otro lado, la suerte de los civiles alemanes, no era algo que retrajese al mando ruso de utilizar todo su poderío bélico contra la ciudad en su afán de conquistarla.
Así pues, tres días después de haber comenzado la lucha en Bremen, las cosas no iban muy bien para los escoceses, que habían cedido casi la mitad de la ciudad, y se encontraban escasos de hombres, munición y sobre todo, medicinas. La tormenta veraniega que refresco la ciudad la noche anterior, fue tomada por un buen augurio por los más supersticiosos, pero los más realistas, sabían que solo era lluvia y nada más.
El soldado Baker y sus compañeros del séptimo batallón
del Regimiento Black Watch, defendían sus posiciones contra fuerzas superiores numéricamente, pero que sobre todo, poseían una potencia de fuego mayor que la suya.
Aquella noche, Pet había logrado conciliar el sueño después de casi setenta y dos horas seguidas de combate que lo habían puesto al borde de la extenuación.
Pero por la mañana, ya fuera por aquellas horas de sueño, por la lluvia que había impuesto una momentánea tregua, o por un “sabroso” desayuno de té con galletas, se sentía animado y en plena forma.
Estaba sentado con sus compañeros en el suelo de la planta baja de una casa abandonada, repleta de boquetes y metralla en su fachada, acabando el desayuno cuando entró el sargento Mallory gritando.
-¿Que coñ* hacéis hay parados? Esos cabrones van a empezar otra vez, ¡venga, moveos a vuestras posiciones!-
Pet cogió la ametralladora ligera Bren que tenía a su lado, apoyada en la pared, y acompañado de su infatigable compañero Tony Dixon, subieron al primer piso, desde donde a través de la ventana de una habitación, dominaban por completo la calle situada en frente a la casa, y perpendicular a la calle donde se encontraban.
Las viviendas al otro lado de la calle y en los laterales de la casa, estaban tomadas por soldados escoceses, y aunque se suponía que aquel barrio todavía estaba en manos británicas, más allá de aquellas casas, nada era muy seguro.
Pet y Tony, se acomodaron detrás de los sacos terreros y cascotes que habían puesto de parapeto en la ventana. Durante el combate del día anterior, en el que habían logrado detener por tres veces el intento de los rusos de avanzar por aquel sector, dos compañeros de armas habían muerto en aquella habitación, y la sangre seca manchaba el suelo por donde se los habían llevado. También la abertura de la ventana, era ahora mayor, gracias a los impactos de los proyectiles enemigos.
En las calles se podían ver coches civiles y algunos camiones militares destruidos o volcados, además de cascotes y maderas en cualquier lugar de las enfangadas calles. Por supuesto, había cadáveres sin recoger, la mayoría rusos, pero también algunos escoceses.
Pronto escucharon el silbido de los proyectiles. Al principio cayeron lejos, pero poco a poco se fueron acercando, haciendo que su estruendo fuese cada vez mayor, y como si de una pesadilla de la que no se puede escapar se tratase, unas enormes explosiones avanzaron a lo largo de la calle que tenían en frente. Los dos jóvenes soldados se protegieron como pudieron de aquellas tremendas explosiones, que ahora resonaban a su alrededor, mientras la habitación temblaba, y la pintura caía del techo y paredes. Por suerte para ellos, ningún proyectil de la artillería enemiga alcanzo su casa, aunque si otras defendidas por camaradas, a los que después de recuperar un poco el oído, ahora oían gritar de dolor.
Apenas repuestos de aquel salvaje saludo de la artillería, oían los primeros disparos calle arriba. Fuego de armas portátiles, subfusiles seguramente, armas que los rusos parecían tener en abundancia y que representaba una clara ventaja sobre los fusiles de cerrojo británicos en aquel tipo de lucha. Pero aquella mañana, aquel sonido venía acompañado de algo más, parecía el motor de algún vehiculo. Pet vio al final de la calle como los escoceses se retiraban hacia posiciones a mitad de la calle que él cubría con su ametralladora, mientras detrás de ellos, a poca distancia comenzaron a aparecer soldados enemigos. Baker empezó a disparar su Bren, y Dixon hizo lo propio con su fusil. Ahora, de todas las casas que estaban en manos escocesas comenzó a salir plomo hacia los rusos que se aventuraban por aquella calle. Estos devolvían el fuego como podía mientras se escondían entre ruinas y cualquier tipo de refugio que les protegiera de las balas enemigas. Pronto quedó claro, que pese al número mayor de soldados soviéticos, estos no podrían avanzar más sin ser aniquilados por el certero fuego escocés.
Pet acababa de poner un cargador lleno en su ametralladora cuando aquel sonido de motor, se transformó en la figura de un vehiculo blindado ruso armado. Un cañón de asalto, sin torreta móvil, y descubierto por el techo, observo Baker. Lo había visto antes, durante los combates a campo abierto, y parecía acompañar a la infantería roja, allá donde fuera. De hecho le extrañaba que no hubieran aparecido antes por aquella calle. El cañón del vehiculo ruso comenzó a disparar contra las ventanas y puertas de las casas ocupadas por los soldados escoceses. Baker disparó sobre él, pero sus balas rebotaban en el blindaje. Tony le señaló con el dedo a un par de compañeros de la sección, como corrían por la calle, armados con un arma anticarro Piat, y entonces se pusieron a cubrirles. El equipo antitanque pudo llegar la distancia de disparo del proyectil, pero un intenso fuego enemigo les impedía apuntar el arma sobre el cañón de asalto ruso. Sus compañeros, viendo aquello, redoblaron sus esfuerzos por acallar a la infantería enemiga, y en un momento de pausa, los escoceses pudieron disparar el Piat contra el blindado ruso que se les venía encima. A aquella distancia, acertaron de pleno, produciéndose un explosión que mató a los sirvientes del vehiculo y dejando el cañón inservible.
El fuego británico amaino un poco cuando acabaron de cubrir a sus compañeros, que regresaban a la relativa seguridad de la vivienda de donde habían salido, y desde las posiciones escocesas se pudieron escuchar vítores a sus compañeros e insultos a los soviéticos.
Pero la alegría duró poco, ya que apenas cinco minutos después, una autentica riada de soldados soviéticos invadían de nuevo la calle, apoyados por tres cañones de asalto, que disparaban a discreción sobre las posiciones defensivas. El grito de “hurraaaaaa” llenó la calle y los escoceses se dieron cuenta de que aquella vez, iba en serio.
Otro equipo británico armado con un Piat, intentó detener al primer carro ruso y así bloquear la calle, pero esta vez la suerte no estaba de su parte. Apenas salir al exterior para acercarse al vehiculo, fueron barridos por una cortina de fuego procedente de las posiciones rusas.
La infantería soviética iba progresando casa a casa, cada vez con mayor celeridad. Otro Piat fue lanzado desde la ventana de la parte superior de una casa, y acertó al primer cañón de asalto ruso, pero acto seguido, dicha casa fue objeto de un asalto por los fusileros enemigos, y en pocos minutos tomaron su control, matando a todos los que había dentro. Los otros dos cañones rusos se las apañaron para esquivar a su camarada herido, y siguieron arrasando la calle con sus armas.
-Mierda Pet, ¡ya están casi aquí! – dijo Tony – hay que largarse antes de que sea tarde.-
Pet miró a los cargadores que tenía a su lado en el suelo. Apenas le quedaba munición, y su amigo tenía razón, en pocos minutos los rusos llegarían allí y tomarían la casa, si es que antes no los habían matado a cañonazos. No había nada que pudieran hacer, simplemente carecían del volumen de fuego necesario para detener aquel ataque.
Aun así, se resistía a la idea de retirarse sin la orden de un superior.
-Mira allí – le dijo Dixon – es Mallory. Se retira con algunos más. Vamos Pet, no seas loco, aquí ya no pintamos nada.
Al ver a su sargento retirarse hacía la retaguardia, si es que se podía decir que existía en aquel lugar algo parecido a la retaguardia, se sintió liberado de su deber de aguantar la posición.
-¡Retirada, retirada! – escucharon en la parte baja de la casa.
-Esta bien Tony, nos marchamos de aquí cagando leches.
-Por fin – dijo su compañero irritado ante la tardanza en decidirse de su amigo.
Bajaron a la primera planta, y salieron de la casa por el patio trasero, que comunicaba con otra casa, y desde esta, salieron a una plaza desde donde vieron a muchos compatriotas correr hacía el oeste, mientras que caía sobre ellos fuego de mortero.
Baker y Dixon, se pararon un momento a tomar aliento y acto seguido se unieron en rápida carrera a sus compañeros. Estaban llegando al otro extremo de la plaza, cuando Pet vio a un soldado de su compañía al que conocía. Estaba herido y pedía ayuda. Se paró en seco y fue corriendo hacia el herido, mientras Tony le gritaba algo a su espalda.
De pronto, todo se tornó oscuro y atronador. Una explosión de mortero cayó justo sobre el herido e impulsó a Pet a caer de espaldas.
Perdió el conocimiento unos instantes, y al recobrarlo, sintió como Tony arrastraba de él hacia el interior de un edificio en el extremo de la plaza.
-¡Camillero, camillero! – gritaba su amigo. – ayúdenme, mi amigo está herido.-
Pet logró ver como un par de soldados se acercaban y tras conversar algo con Tony, lo cogieron en volandas y lo llevaron hacía algún sitio, todavía más al oeste.
En el camino se desmayó de nuevo.
Cuando despertó horas más tarde en un camión repleto de heridos que se alejaba de la castigada ciudad de Bremen, noto algo extraño, al principio no sabía que podía ser, pero cuando elevó la cabeza para echar un vistazo dentro del camión, lo vio.
Donde debía estar su pierna derecha, no había nada, tan solo un muñón envuelto en un vendaje ensangrentado. Los ojos se le humedecieron y una terrible presión le entró en el pecho al tomar conciencia de lo que le había sucedido.
Un carrista sentado en el banco del camión, con un prominente vendaje en la zona abdominal y la cara quemada, al ver la reacción de Pet Baker trató de consolarle.
-Amigo, al menos piensa que la guerra para ti se ha acabado.


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Mensaje por flanker33 »

La 102º combate en Stendal:

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Cañón de asalto soviético en las calles de Bremen:

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Escoceses en la ciudad durante una pausa en los combates:

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Mensaje por flanker33 »

8 de julio

07:35 Hora local

El general andaba con aire distraído entre los oficiales de su puesto de mando. Algunos levantaban la cabeza de sus informes y aparatos de radio al verlo pasar, pero rápidamente seguían con su tarea. El general era exigente en cuanto a la eficacia en el puesto, y no perdonaba errores por falta de interés o concentración.
-Camarada general – dijo el oficial de comunicaciones del Frente – la llamada de Moscú por alta frecuencia acaba de llegar.
-Bien, pásemela.
Se sentó detrás de su mesa y descolgó el teléfono.
-Al habla el general Rotmistrov.
-Pavel, soy el Mariscal Vasilevski. El alto mando ha decidido que desde este momento estás autorizado a iniciar “Rasputitsa”. ¿Has entendido?
-Claramente camarada. ¿Dispongo de libertad para escoger el momento?
-Ha de ser en las próximas veinticuatro horas como máximo, pero cuanto antes comience la operación, mejor para todos.
-Recibido.
-Ah, Pavel, se me olvidaba transmitirte la absoluta confianza que tiene en ti el partido, el pueblo soviético y su líder en persona. Te deseo suerte y en cuanto haya comenzado la invasión y obtengas los primeros resultados, volveremos a hablar.
-Gracias camarada Mariscal, espero ser digno de tan alto aprecio.- Dijo Rotmistrov sin mucho entusiasmo, y colgó.
Se levantó y se dirigió hacia donde el jefe de estado mayor del Frente Trascaucásico ojeaba unos mapas desplegados en una amplia mesa.
-Pyotr, tenemos autorización. Prepáralo todo para iniciar el ataque cuanto antes.
-General, ya está todo casi listo, en menos de un par de horas se puede iniciar el avance de las tropas de vanguardia y comenzar los bombardeos aéreos.
-Está bien, adelante con ello.
Pavel Rotmistrov se acercó al mapa de mayores dimensiones que cubría casi toda la mesa. Se quitó las gafas para limpiarlas, y tras volvérselas a colocar, estudió detenidamente por enésima vez las disposiciones de sus tropas y de las enemigas de las que tenían conocimiento.
El mapa mostraba una porción de territorio que abarcaba desde las montañas del Caucaso y la frontera con Turquía en el norte, hasta el Golfo Pérsico al sur, y desde Palestina y el Canal de Suez al oeste hasta Afganistán al este.
Aquel era el tablero de juego de una importante partida de ajedrez, en aquella guerra que había comenzado hacía algo más de dos semanas, y de cuyo resultado dependía el destino del planeta.
El general Pavel Rotmistrov, héroe de Prokhorovka, punto culminante de la batalla por el saliente de Kursk, donde al mando del 5º Ejército Acorzado de la Guardia, había frenado y herido de gravedad a las poderosas formaciones panzer de las siniestras SS alemanas, era ahora el comandante en jefe del Frente Trascaucásico, cuya misión principal era conseguir los beneficios de los campos petrolíferos del Golfo Pérsico, a la vez que se los negaba a los imperialistas, así como ocupar el canal de Suez y en general todo oriente medio, partiendo el imperio británico en dos. Todo el conjunto de esta gran campaña había recibido el nombre de operación “Rasputitsa”
Para esta misión, el alto mando había puesto a su disposición unas fuerzas importantes. En primer lugar, el 59º Ejército, que ya estaba desplegado en la zona desde hacía bastante tiempo, defendiendo el Caucaso y la parte norte de Persia, conforme al acuerdo que había llegado la URSS con el Reino Unido hacía unos años, para asegurarse de que el petróleo de esa región no llegara a mano de los alemanes. Estaba formado por once divisiones de infantería y una brigada acorazada, y aunque numeroso – sus divisiones eran de unos diez mil hombres cada una, cosa poco usual en el Ejército Soviético en esas fechas – sus soldados y equipamiento, eran de segunda fila si se comparaban con las unidades desplegadas en Europa Occidental.
Desde que había comenzado la lucha en Europa, las formaciones rusas, no se habían movido de su sitio y tan solo habían hostigado con fuego de artillería y algunos vuelos de reconocimiento a las fuerzas inglesas que tenían enfrente. Unas fuerzas, que sabedoras de su inferioridad y a la espera de refuerzos, trataron de mejorar sus posiciones defensivas y no provocar a los rusos.
Por suerte para la operación, el mando ruso había dispuesto que a esas fuerzas, se les uniesen otras más capacitadas y con mayor capacidad ofensiva. Se decidió crear un nuevo Ejército Acorazado, el 7º, y equiparlo en parte con tanques y vehículos recién salidos de las fabricas, y en parte con material de otros Frentes que habían sido desmembrados, para reforzar con sus hombres y material de guerra a los Frentes dispuestos para la batalla en Europa y Asia.
Un cuerpo de tanques y otros dos mecanizados, además de varias unidades menores de tanques pesados, cañones de asalto, artillería e ingenieros, formaban el recién alistado Ejército.
A ambos Ejércitos se sumaban otras unidades, como un cuerpo de caballería, una división de artillería y tres brigadas independientes de infantería motorizada, formando todas ellas, junto a las indispensables unidades logísticas, de transmisiones, sanitarias y de ingenieros, la fuerza de la que se podía hacer valer el mando del Frente como tropas de reserva.
En total, tenía bajo sus órdenes a más de doscientos mil soldados, más de cuatrocientos tanques, – incluidos 40 de los poderosos tanques pesados IS-2 – más de quinientas bocas de fuego en la artillería y un número aproximado a los seiscientos aviones de todos los modelos, principalmente cazas y aviones de ataque.
La capacidad enemiga, y siempre según la información a la que pudo tener acceso el servicio de inteligencia militar, los imperialistas habían desplegado frente a ellos una o dos divisiones acorazadas provenientes de la India, pobremente equipadas de tanques. También llegadas del subcontinente indio, dos divisiones de infantería se habían desplegado a toda prisa. Tres brigadas de infantería que defendía el imperio británico en Oriente Medio más una brigada paracaidista llegada por vía aérea, y unidades de apoyo de artillería, reconocimiento acorazado, ingenieros y logísticas, conformaban el despliegue ingles en la zona.
Rotmistrov estaba preocupado, porque pese a la superioridad de sus tropas, que doblaban en número a las enemigas, y su mayor poderío en tanques y artillería, había recibido informes de que el Octavo Ejército ingles se estaba trasladando desde Italia hasta posiciones en Oriente Medio.
Al general soviético le hubiese gustado iniciar antes sus operaciones ofensivas hacia el Golfo, pero la formación del nuevo Ejército, el traspaso de hombres y material, y el entrenamiento intensivo de las tropas del 59º Ejército, impusieron un retraso de quince días respecto al ataque en Europa, y eso había permitido que varias unidades del Octavo Ejército británico, estuviesen ya en Egipto y Palestina. En concreto, sabía que una división de neozelandeses había desembarcado en Beirut hacía un par de días, y también tenía noticia sobre otra división de infantería británica llegada días atrás a Alejandría. De momento no tenía forma de saber si había más, y no estaba muy seguro de cuantas estaban en transito hacia aquella región del mundo.
El plan que había diseñado el estado mayor del Frente era sencillo, el 59º Ejército atacaría por los flancos, con nueve divisiones – reunidas en tres cuerpos de fusileros – atacando la mitad sur de Persia y protegiendo el flanco izquierdo de la llegada de más enemigos de la India, vía Afganistán. Las dos divisiones restantes y la brigada acorazada del 59º Ejército, atacarían la zona norte de Irak, asegurándose la zona de Kirkuk, a la vez que protegían el flanco derecho más septentrional. Como formación principal del ataque, el 7º Ejército Acorazado avanzaría en dirección sur, hasta llegar a Basora y allí se desplegaría por toda la zona norte del Golfo. Las tres brigadas independientes de fusileros motorizados, cubrirían el flanco derecho meridional.
El plan había sido diseñado teniendo en cuenta las disposiciones enemigas conocidas en el momento de su elaboración, y los más que posibles refuerzos desde la India, pero aunque se había valorado la posibilidad de que alguna división fuese trasladada desde Europa a Oriente Medio, el plan no tenía en cuenta la llegada de un Ejército entero de soldados enemigos. Dos divisiones acorazadas, más cinco o seis de infantería y varias brigadas independientes, eran un serio obstáculo para la suerte final de “Rasputitsa”.
Por el momento, él tenía la iniciativa y el despliegue enemigo era apresurado y estaba a medio terminar, así que no tenía que preocuparse inmediatamente. Para cuando el 8º Ejército ingles estuviese operativo en ese teatro de operaciones, el ya habría conseguido su objetivo principal. Luego sería cuestión de pedir más tropas a Stavka para continuar la lucha, aunque no se hacía muchas ilusiones al respecto, ya que había leído informes de la batalla por Europa central, y las cifras de bajas eran bastante mayores a las esperadas. También la destrucción de tanques y aviones propios era muy importante. Pese a esto, Rotmistrov tenía confianza en que sus camaradas que luchaban en el viejo continente, lograrían la victoria en no demasiado tiempo.

Al cabo de varios minutos, su jefe de estado mayor lo saco de sus pensamientos.
-Camarada general, los primeros aviones están alzando el vuelo, y estarán sobre sus objetivos dentro de una hora.
El general alzó la vista hacia el jefe de su estado mayor.
-Gracias Pyotr.- Se acercó a su mesa, recogió un portafolio y unos prismáticos y dijo - Ahora me tengo que ir al frente a ver de cerca como van las cosas. – Dirigió la mirada a su ayudante personal - ¿Están listos los vehículos?
-Si camarada general, y también su escolta.
-De acuerdo, vámonos.
El general y su sequito de oficiales del estado mayor móvil y su escolta, emprendieron la marcha en dirección sur, para asistir desde un puesto de mando avanzado al inicio de la lucha.
Poco después de llegar, comenzaron a caer las primeras bombas sobre los ingleses, la artillería empezó a tronar y los primeros tanque se pusieron en marcha hacia sus lejanos objetivos.


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Mensaje por flanker33 »

Rotmistrov planificando la campaña de Oriente Medio:

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Los tanques soviéticos avanzan hacia el Golfo:

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Mensaje por Gaspacher »

¿15 días y los bombarderos estratégicos aliados sin aparecer?
¿Los rusos realizando desembarcos y operaciones aerotransportadas?
¿Los rusos atacando a una flota de decenas de naves?

Te estás pasando…


A todo hombre tarde o temprano le llega la muerte ¿Y cómo puede morir mejor un hombre que afrontando temibles opciones, defendiendo las cenizas de sus padres y los templos de sus dioses?" T. M.

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