Juan Maderal Oleaga
13 de enero de 1958
Edchera (Sahara)
Méritos:
"El legionario D. Juan Maderal Oleaga, que el día 13 de enero de 1958 tomó parte en la acción de guerra de Edchera, encuadrado en la 3ª sección de la 1ª Compañía de la XIII Bandera Independiente de la Legión, cuya sección era mandada por el Brigada legionario don Francisco Fadrique Castromonte estaba excelentemente conceptuado por su espíritu legionario, valor y serenidad, presentándose siempre voluntario para cuantas ocasiones de riesgo y trabajo se le ofrecían. Dicho legionario estuvo hasta el último momento de su vida cooperando eficazmente con el brigada Fadrique Castromonte en la lucha entablada por la sección citada contra un enemigo triple numéricamente, emboscados en las orillas del lecho seco de la Saguia el Hamra, por el que cubriendo el flanco izquierdo de la 2ª Compañía de la XIII Bandera, progresaba dicha Sección, atacada de frente y por los flancos, viéndose precisados los componentes de la misma a acciones de combate cuerpo a cuerpo para impedir la penetración del enemigo, tan superior en número y apoyado en un terreno favorable para sus fines. Cuando el brigada Fadrique Castromonte, ante la imposibilidad de seguir avanzando, ordenó establecerse en defensiva y posteriormente el repliegue de los supervivientes y evacuación de las bajas, el legionario Maderal Oleaga permaneció junto a su superior protegiendo la retirada, dando constantes muestras de arrojo y valor, hasta que fue alcanzado por el fuego enemigo muriendo heroicamente al lado de su jefe, dando prueba evidente de su desprecio por la muerte y el sacrificio hecho voluntariamente en beneficio del resto de sus compañeros. De los treinta y un hombres que componían la Sección fueron baja veinte, incluso el jefe de la Sección y los tres mandos de pelotón.
O.C de 5 de enero de 1966 (D.O. nº 5)."
22 Laureadas De La Legion
- fran2ªlegion
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Excelente trabajo del comandante D Miguel Ballenilla y Garcia de Gamarra merece la pena su lectura para los que os interese la laureada que falta
la de Fermin Galan
un saludo
Fran
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Fermín Galán llega a La Legión en momentos difíciles. El «Pronunciamiento» de Primo de Rivera tuvo lugar en septiembre de 1923 y no era un secreto su doctrina abandonista con respecto a Marruecos. Este ambiente de abandono intensificó, como no podía ser de otra forma, los asedios a las posiciones avanzadas. En el frente occidental sufrieron importantes ataques Tizzi-Azza, Tifaurin y Sidi Mesaud. Sería en este último lugar donde Fermín Galán revalidaría frente a los legionarios el prestigio ganado en la Mehala Jalifiana de buen oficial que reúne condiciones sobresalientes para comisiones especiales en Marruecos.
Es destinado a la III Bandera, donde ya se encontraba destinado el tenien¬te Ángel García Hernández, más moderno que Fermín Galán (ingreso en la Academia el año que salió Galán) pero más antiguo en el Tercio, donde lle¬vaba destinado desde octubre de 1922. Juntos en la Bandera, Galán en la 7ª compañía de fusiles y García Hernández en la 9ª de ametralladoras, partici¬paron en la operación para levantar el asedio a la posición de Sidi Mesaud los días 10, 11 y 12 de mayo, junto a la II y la IV banderas, todas al mando del Teniente Coronel Francisco Franco. Esta operación fue de las más distinguidas del Tercio de Extranjeros y el teniente Galán aparecía en el parte de Guerra firmado por Franco como muy distinguido por la decisión con que se lanzó con su sección para la ocupación de las trincheras que impedían el paso del convoy a Sidi-Mesaud, demostrando valor y serenidad durante todo el día que se sostuvo fuego y su Hoja de Servicios recogía estos mismos hechos con una hermosa descripción, sin duda eco de la vanidad que señalaba Mola, pues las vicisitu¬des eran redactadas por los propios interesados: dio al frente de su sección brillantes asaltos a la bayoneta para la ocupación de atrincheramientos enemigos y vivaqueando por las noches en la Loma del Felipe hasta que lograda la liberación y aprovisionamiento de Sidi Mesaud regresó a Dar Quebdani.
Este arrojo, unido a sus cualidades y experiencia producto de su paso por la Policía Indígena e Intervención Militar, hicieron que el jefe de La Legión, Francisco Franco, lo reclamara a su lado el 23 de junio.
había acordado con el Comandante Luis Pareja Aycuens, jefe de elevadísimo prestigio de las fuerzas Regulares, solicitar destino a la Península como forma de oposición a los planes de repliegue de Primo de Rivera, arrastrando con ello a los jefes y oficiales de La Legión y Regulares, golpe de efecto que ocasionaría una autentica crisis en el Gobierno del marqués de Estella, que se vería forzando a destinar a las resolutivas unidades de choque a oficiales «peninsulares» que deberían hacer frente a la difícil operación de repliegue que ellos mismos reclamaban.
Finalmente, Franco permanecería al frente del Tercio, seguramente por lealtad a los generales Sanjurjo y Bermudez de Castro, marchando a la Península únicamente Pareja, lo que truncaría una carrera, por aquel entonces, más prometedora que la del mismo Franco. Fermín Galán, sin duda al corriente de estas intenciones, se encontraba por aquellas fechas a las inmediatas ordenes de Franco, y de cuyo pensamiento no debía divergir a la vista de su activa participación en la emblemática «Revista de Tropas Coloniales», publicación que servía de portavoz del sentir de la oficialidad «africanista». En el número 2 de la revista, nuestro capitán, entonces teniente de la intervención Indígena de Tetuán, publica un artículo defendiendo el desarme de las kábilas como mejor manera de afianzarla .
Realmente las armas son las que deciden, pero obran nada más que en el momento preciso, para dejar después campo libre a la política que se encarga del afianzamiento de lo ocupado.
Nada hay tan delicado para la política como el afianzamiento. Afianzar no es sostener, es asegurar lo ocupado. Afianzamiento no existe sin desarme. Con las kábilas armadas podrá haber sostenimiento de las mismas, pero nunca estarán afianzadas. Se alejará la influencia de la civilización, porque las armas en las kábila no le dan seguridad ni confianza al colono.
Este artículo tuvo su continuación en la revista de mayo de 1924, ya destinado en La Legión, compartiendo páginas con Millán Astray, que desde París, tras dejar el mando del Tercio por presión de las Juntas de Defensa, escribe sobre la «Necesidad de permanecer en África». Es difícil reconocer en estas líneas de entonces al autor de La barbarie organizada, tremendo alegato contra la guerra colonial o Nueva creación donde concibe un nuevo Estado desde la utopía más radical.
Sería el general Bermúdez de Castro, Comandante General de Ceuta, quien personalmente reclamaría al teniente Galán el 16 de agosto para las operaciones sobre la kábila rebelde de Beni Said, cuyo territorio conocía. Es en esta fecha cuando su vida se cruza por primera vez con la del teniente coronel Emilio Mola, quien sustituyó a teniente coronel Luis Pareja al frente de los Regulares de Larache nº 4. Galán, unido al Cuartel General de Bermúdez de Castro, tomo parte en las operaciones sobre «Cudia Mahfora», informando de la posibilidad de organizar en este picacho, de más de 800 metros de altitud, una posición de compañía por disponer de un gran manantial. El general Serrano, responsable de la columna que operará al día siguiente, concibe la maniobra conforme a esta información, que resultó ser incorrecta, no siendo posible ubicar la proyectada posición por estar el agua a más de tres kilómetros en un barranco, lo que situó a la columna en una situación difícil. Este desenlace provocó un enfrentamiento entre el general Serrano y el teniente Galán que no fue a más, según manifiesta Mola en su obra Dar Akobba, por su intermediación y el carácter bondadoso del general Serrano.
De regreso junto a Franco, el 24 de agosto, este le da el mando interino de la 13ª compañía de fusiles de la I Bandera, que carecía de capitán, mues¬tra, sin duda, de la confianza que depositaba en él. En las mismas fechas, el Marques de Estella, en un gesto que no es ajeno a su personalidad, se nom¬bra a si mismo Alto Comisario y General en Jefe del Ejército para dirigir de forma personal y directa, asumiendo con ello toda la responsabilidad de su decisión, el repliegue general de las fuerzas desplegadas en Yebala y Gomara, reduciendo el territorio ocupado al mínimo necesario para asegurar las comunicaciones entre Tetuán, Tánger, Larache y Ceuta. El empuje del ene¬migo es tremendo ante la retirada española y cada día es necesario tomar posiciones que aseguren las comunicaciones con las puestos avanzados.
En aquellas difíciles operaciones Galán cosecha felicitación tras fe¬licitación: El 26 de septiembre, en la operación para levantar el asedio a Zoco Arbaa, se solicita la apertura de juicio contradictorio para el ascenso a capitán por su comportamiento, grandes conocimientos y aptitudes para el mando. El 28 es citado por Franco en su parte de la operación de socorro a las posiciones de Xauen: muy distinguido por el rápido avance hacia la loma del Árbol, así como la excelente posición que escogió para su compañía y el 30 de septiembre en el reconocimiento ofensivo sobre Abba
da: se distingue al mando de la 13ª compañía, por su entusiasmo al mismo tiempo que por el impulso dado a esta.
Así llegamos a la jornada del día 1 de octubre de 1924 que, posiblemen¬te, cambiaria el rumbo de la vida de Fermín Galán. Aquella mañana salieron las fuerzas del campamento de «Dar Akobba» para fortificar el morabo de Abada, que cubría el flanco Este de la carretera de Tetuán a Xauen, fun¬damental para mantener abiertas las comunicaciones con la Ciudad Santa. El teniente Galán marchaba al mando de la 1ª y 13ª compañías de la Iª Bandera, reunidas por lo escaso del personal de ambas debido a las bajas habidas en las operaciones precedentes, de hecho se había prescindido de mulos para organizar una sección de fusiles con los sufridos acemileros.
Desde los primeros momentos el enemigo hostilizaba los puestos de los dos frentes de «Abada» y «Xeruta» a un flanco y otro de la carretera a Xauen. La misión de Galán era fortificar el morabo, dejar un destacamento para su defensa y replegarse en extrema retaguardia hasta el campamento, apoyado por un escalón que cubriría su repliegue. La columna estaba a las órdenes del teniente coronel jefe del Tercio, Francisco Franco.
Establecida la fortificación y cubierta su defensa al mando de un sar¬gento, se inicia el repliegue sobre las 5 de la tarde. Galán había mandado por delante al sargento Font con algunos legionarios heridos y despeados y los mulos con la munición. El movimiento se produce sin incidentes en los primeros momentos, pero el enemigo había descendido muy rápidamente desde las alturas, una vez retirados los Regulares de Larache que defendían este flanco, y la unidad a las ordenes de Galán se encontró emboscada en las ruinas del poblado de Xeruta.
Ante esta situación, asediado por casi dos centenares de enemigos, con apenas cuarenta hombres y sin reservas de munición, decidió establecer una defensa perimétrica, asignado al alférez Guirao un sector, al joven teniente Peire otro de los sectores y responsabilizándose el mismo de los otros dos lados del cuadro. Ante la acometida del enemigo, ordenó al teniente Peire que diera un asalto para rechazarlo, lo que ejecutó valientemente, falleciendo en combate al arma blanca.
Al tiempo que estos hechos se producen, Franco, que controlaba desde un altozano el desarrollo de toda la operación, observa con acritud el combate que se esta desarrollando en el poblado y ordena al capitán Joaquín Rios Capape que reaccione ofensivamente para recuperar a las fuerzas
de Galán asediadas. Así se ejecuta y los legionarios de la 1ª y 13ª compañía son liberados con un saldo de un oficial muerto el teniente Peire— dos oficiales heridos Guirao y el Mismo Galán en una pierna y tres legionarios muertos, cuatro heridos y dos desaparecidos.
La herida de bala sufrida, con orificio de entrada y salida en el mus¬lo izquierdo, fue declarada de carácter leve siendo evacuado al Hospital del Zoco el Arbaa al día siguiente del combate, para terminar en el de Madrid el día 9 de noviembre donde la herida es recalificada como «menos grave».
La muerte del teniente Peire fue comunicada telegráficamente a los padres, residentes en Zaragoza. Estos se interesaron por las circunstancias de la misma y enterados de la valentía con que éste se batió en las ruinas de Xeruta, solicitaron que se instruyera el oportuno juicio contradictorio para el ingreso en la Real y Militar Orden de San Fernando. La instancia se elevo por el jefe del Tercio, Franco, el 15 de enero de 1925 y el expediente para la concesión de la Laureada fue abierto.
Dos años y medio después, el 10 de junio de 1927, el expediente con el juicio contradictorio fue cursado al Consejo Supremo de Guerra y Marina, que lo resolvió en sentido negativo el 5 de noviembre del mismo año por no encontrar la actuación del teniente comprendida en ninguno de los casos recogidos en el Reglamento de la Orden, siendo comunicada la resolución a los padres el día 16.
Durante este tiempo, la vida de Galán daría un giro radical. Lo habíamos dejado ingresado en el hospital militar de Madrid, donde se le dio el alta hospitalaria el día 20 de noviembre quedando convaleciente en su do¬micilio hasta el 25 de marzo del 25 en que se incorporó al Tercio en Ceuta. Allí, como no podía ser de otra manera, y con el expediente de Peire abierto, el combate del 1 de octubre sería tema de conversación de Galán, como así nos manifiesta el teniente legionario Tiede, que declara en el Juicio Contradictorio de Galán años después:
Que conocía y tenía mucha amistad con el teniente D. Fermín Galán Rodríguez, lo que no impide declarará imparcialmente, máxime tenien¬do en cuanta que mucho ha discutido con el citado teniente sobre el hecho de armas origen de autos, no pudiendo comprender como se podría instruir juicio contradictorio para la Orden de San Fernando al teniente de
su compañía D. Tomás Peire Legorburu, muerto el día 1 de octubre de 1924, sin instruirlo también al teniente comandante de la compañía que era D. Fermín Galán.
El 23 de mayo deja La Legión............
Con la llegada de la republica Manuel Azaña como Ministro de la Guerra, solicita información sobre el estado de tramitación del expediente para la concesión de la Laureada al capitán Galán, expediente que había sido archivado por el Ministerio con fecha 10 de febrero por haber causado baja el recurrente en el Ejército, ordenando, en consecuencia, su reapertura inmediata, que se produce por la Orden general de las Fuerzas militares de Made fecha 12 de Junio de 1931, tal como venia prescrito en los artículos 74 y 75 del reglamento de 192519), en virtud de la orden manuscrita del Ministro de la Guerra y en vista del testimonio deducido del expediente de juicio contradictorio instruido a favor del teniente Tomas Peire.
Se nombró Juez instructor del juicio contradictorio al teniente coro¬nel del regimiento Ceriñola 42 Jesús Rodríguez Arzuaga, siendo sustituido posteriormente por el del mismo empleo, y jefe del Grupo de Fuerzas Regulares Indígenas de Larache nº 4, Emilio March y López del Castillo.
El resumen de lo actuado se publicó en la Orden general de las Fuerzas mi¬litares de Marruecos en agosto de 1932 y en el Diario Oficial del Ministe¬rio de la Guerra del 9 de septiembre a los efectos de que cualquier general, jefe, oficial o individuo de tropa pudiera declarar en contra de lo apreciado sobre los hechos juzgados, como ordenaba el procedimiento establecido en el reglamento de la Orden militar de San Fernando.
El expediente fue elevado por el Juez instructor a la Asamblea de la Orden, que era el Consejo Supremo de Guerra y Marina, el 21 de febrero de 1933 donde se nombró Vocal Ponente al general Juan Picasso González, laureado en Melilla en 1893 y juez instructor de la información abierta por el hundimiento de la Comandancia General de Melilla en 1921, el conocido como Expediente Picasso que tanto influyó en la política española de la década de los 20, precipitando el «pronunciamiento» de Primo de Rivera y la posterior reacción Republicana. Los caprichosos rizos de la historia ponían, a este militar de integridad probada, al frente de la información de nuestro personaje, producto genuino de esta década marcada por el desastre de Annual.
Picasso estudia el expediente y constata dos irregularidades, la falta del parte médico que detalle el carácter de las heridas sufridas por Galán y el incumplimiento de los establecido con respecto a las declaraciones necesarias, ya que, si bien eran suficientes las declaraciones de nueve testigos, como contenía el expediente, solo una correspondía a un igual en empleo, siendo preceptivo que al menos figuraran tres de igual, supe¬rior e inferior empleo.
El expediente es devuelto al Juez instructor para subsanar las deficiencias procedimentales, retornando a la Asamblea el 30 de noviembre de 1933 e iniciando Picasso el análisis detallado de los hechos y declaraciones.
Básicamente el proceso consistía en determinar si los hechos encajaban en alguno de los supuestos contemplados en el reglamento de la Orden. Para que el lector tenga el marco de referencia adecuado, hemos reproducido en el cuadro adjunto los casos que, según las declaraciones de los testigos, podían amparar la concesión de la Cruz laureada a Galán.
De la lectura del expediente, y prescindiendo de los declarantes que no aportan nada por no haber sido testigos directos o no recordar detalles, se manifiestan dos percepciones de lo acontecido el uno de octubre de 1924. Por una parte están los que valoran la actuación de Galán enmarcada, únicamente, en el combate sostenido en las ruinas del poblado de Xeruta, donde todas las declaraciones de igual o inferior empleo coinciden en que el teniente se batió con gran valentía y era merecedor de la Cruz laureada.
Así, por ejemplo, el teniente Enrique Guirau, que fuera alférez a las ordenes de Galán el día de autos, declara que muerto el teniente Peire y él mismo herido de gravedad, quedo solo Galán ya herido en la pierna:
y siguió al frente de la compañía, sin poderse curar por no tener material, dando pruebas de gran espíritu y valor, hasta que llegó refuerzo; que, de no haber acudido pronto, la situación hubiera sido comprometidísima; que no puede precisar el número de bajas, aunque cree que las nuestras fueron superior al tercio de las fuerzas que tomaron parte en el hecho; que el teniente Galán con su serenidad y sangre fría, dio en todo momento ejemplo a todos cuantos estaban a sus órdenes, y lo considera comprendido en el artículo 49, casos cuarto y quinto
Las dos únicas clases de tropa que declaran, el cabo García Ruiz y el legionario Escandell, también consideran a su antiguo teniente merecedor de la laureada (casos 5, 7 y 11 Art. 54), y el segundo detalla que tras resultar herido Galán:
continuando en este estado haciendo fuego al enemigo, negándose a ser retirado y alentando a las fuerzas de su mando hasta que llego el refuerzo, continuando el combate y logrando hacer la retirada
Especial relevancia tiene la declaración del, entonces alférez, Carlos Tiede Zeden, jefe de la sección de enlaces, que participo en la reacción ofensiva para liberar las fuerzas de Galán y solicitó voluntariamente declarar en el expediente de su amigo por considerar que:
se comportó heroicamente, prestándose, sin ser obligado, a una defensa heroica y consciente de una muerte segura, perdiendo casi todas las fuer¬zas del grupo, única fuerza que tenía en la mano, por no tener enlace con las demás fracciones, y que considera al teniente D. Fermín Galán comprendido en el artículo 54, párrafos cuarto y 11, y en el artículo 49, párrafos cuarto y quinto, del reglamento de la Orden Militar de San Fernando.
En el caso de las declaraciones de los de superior empleo, el comandante Joaquín Rios Capape, entonces capitán al mando de la 7ª Compañía, que acudió por orden de Franco a apoyar y socorrer a la compañía del teniente Galán, afirma que cuando llego al poblado de Xeruta tras hacer huir al enemigo que cercaba a la fuerza de Galán, pudo percibir que el combate debió ser encarnizado y cuerpo a cuerpo, pero que al no presenciar el hecho, no podía precisar en que artículo del reglamento podía estar comprendido Galán.
Pero las declaraciones más relevantes son las del general Francisco Franco, entonces teniente coronel jefe de la columna, y del teniente coronel Luis Valcazar Crespo, comandante jefe de la 3ª Bandera en 1924, cuyas fuerzas socorrieron a Galán. Ambos enmarcan lo ocurrido en las ruinas de Xeruta dentro de la operación general sostenida en la jornada del 1 de octubre y afirman algo determinante para la comprensión del combate en el 59
que se vio embebido Galán: Este se produjo por el incumplimiento de una orden recibida. Así lo declara Franco:
Que la retirada que debía efectuarse sobre Dar-Acobba se efectuaba con toda normalidad; solo faltaba el repliegue de las fuerzas de Galán a retaguardia de los blockaus y posiciones; que no había otro peligro que el enemigo se filtrase por los espacios cubiertos a los dos flancos de la carretera; para evitarlo, se había establecido un escalón de retirada y protección a caballo entre las estribaciones de Dar-Accoba, inmediato al barranco de la Muerte, ocupadas por la derecha y las estribaciones de Xaif a la izquierda, vigilando aquel barranco, por un lado, y en el boquete entre Xaif y la Abbada, por el otro; que en esta forma las fuerzas, le envió el declarante la orden de repliegue al teniente D. Fermín Galán, diciéndole en ella lo efectuara siguiendo el cauce del río sobre el resto de las fuerzas; que siguiese ese camino, y no el del poblado de Xeruta; que, pasado tiempo suficiente para ver aparecer la compañía que había visto descender al río, sin ser hostilizada, se escuchó un fuego muy violento hacia el poblado de Xeruta, con muchos tiros del enemigo, acudiendo el declarante con las fuerzas disponibles, efectuando un contraataque sobre el poblado, desalojando al enemigo y salvando a la compañía de su comprometida situación, ordenando la inmediata retirada sobre Dar-Accoba y la evacuación de heridos, entre los que se encontraba el teniente Galán, y muerto, el teniente Peire; que la situación de las fuerzas era: la del teniente Galán, herido en un patio o corral de una casa; la de los legionarios, en grupos, agarrados a las ruinas del poblado, y las noticias recogidas le demostraron que la compañía se había retirado por el camino del poblado, confiando estaría ocupado a vanguardia por las fuerzas de Xeruta, y que, retiradas éstas, lo había ocupado el enemigo, que los sorprendió en su marcha de a uno; que, al llegar al campamento, el declarante dio cuenta de los sucedido al Excmo. Sr. General Castro Girona, y seguidamente fue a la ambulancia a visitar a los heridos, encontrando allí al teniente Galán, herido en las piernas, al que interrogó sobre las causas por las que había efectuado el repliegue por el poblado, contra mi orden, manifestando que lo había hecho por considerar que iría mejor, por creer que las fuerzas de Xeruta que cubrían el poblado no se habían retirado; que conocía su grave error y rogaba le perdonase;contraviniendo la orden, no se replegó por el río: que desconoce hubiera contraído ningún mérito, pues si lo hubiera creído comprendido en algún artículo del reglamento de la Orden militar de San Fernando, lo hubiera expresado en el parte, mencionando la distinción extraordinaria.
Esta versión de los hechos es avalada por el teniente coronel Valcazar que declara: el teniente coronel D. Francisco Franco, jefe de la columna, dio orden, en su presencia, al teniente Galán de que la retirada la efectuara siguiendo precisamente el cauce del río; que una vez en la posición, y al preguntar el teniente coronel Franco por qué razón no había cumplido la orden terminante de efectuar la retirada siguiendo el cauce del río, para cuya protección y marcha se había colocado el correspondiente escalón, le contestó el citado oficial que perdonase, que bien caro había pagado la iniciativa suya de marcharse por el poblado creyendo le sería más fácil, ya que por la gaba no veía desde el sitio en que estaba la situación del escalón.
Conviene señalar que este asunto no surgía por primera vez. Ya el teniente coronel Valcazar manifestó años antes, en el expediente del teniente Peire que no se cumplimentaron las ordenes de repliegue recibidas por la compañía, si bien en esta ocasión lo justifica: al iniciarse la retirada se dio orden a la 13 compañía, a la cual per¬tenecía el teniente D. Tomás Peire, de que constituyese la retaguardia de la columna y que le efectuase siguiendo el curso del río. El teniente D. Fermín Galán, que mandaba la compañía, se dio cuenta del número de enemigo que apostado entre las adelfas y la gaba del cauce, por lo que ordenó variar la dirección y marchar cruzando la carretera; siguió por la antigua pista de Xauen, marchando en extrema retaguardia la sección del teniente D. Tomás Peire.
Y es indiscutible que el repliegue no se produjo de la forma esperada, como nos atestigua un testigo de aquella jornada, el legionario Nuez, que
se encontraba apoyando el repliegue con su ametralladora, próximo al lugar donde se encontraba Franco. los legionarios que ocupaban las cábilas se retiran hacia nuestra ladera por los senderos que bajan al río, entre ellos varios vienen malheridos. Marchan bajo un fuego intenso al abrigo de la vaguada.
La Compañía que ocupaba las cábilas es la 13 mandada por el teniente Galán, que se encuentra herido en ambas piernas. El teniente coronel llega hasta mi emplazamiento para observar el repliegue de esa Compañía que no debe realizarse de forma ortodoxa a juzgar por el humor de mil demonios que no titubea en manifestar sobre todo cada vez que traen a la carretera bajas.
Queda para la especulación los motivos por los que Franco y Valcazar abundan en el expediente de Galán lo que soslayaron en el de Peire. Pudiera ser consecuencia de las circunstancias políticas del momento, buscando con ello desacreditar a Galán impidiendo la concesión de la laureada, pero también es muy probable que se obrara con honestidad, restando importancia al asunto sin ocultarlo cuando lo que estaba en juego era la laureada de un subordinado que no era responsable del incumplimiento de órdenes, más bien victima, dando, sin embargo, la justa medida al incidente cuando se trataba de conceder la laureada a quien por su actuación ocasionó un encuentro de desventuradas consecuencias, todo ello sin menoscabo de la consideración y respeto que merecía Galán como oficial que se condujo valerosamente en el combate de las ruinas, aspecto que queda bien recogido en la declaración final de Valcazar y que afianza la hipótesis de que se obró con honestidad respecto a Galán que por no haber sido testigo presencial, desconoce si el teniente Galán contrajo en el momento de la sorpresa y comportamiento subsiguiente algún mérito que le hiciese acreedor a ingresar en la Orden militar de San Fernando, si bien debe hacer constar, por saberlo por referencias, que demostró valor y arrojo, condiciones innatas de este buen oficial, y no obstante, considera el jefe declarante que el incumplimiento de órdenes y su desgraciada iniciativa, que llevó a la fuerza a sus órdenes a caer en una emboscada del enemigo, relevan en este día al citado oficial de ser merecedor de distinción de mención especial alguna
Estas son las declaraciones que, junto al resto de partes, órdenes, planos, croquis, relaciones de fuerzas y número de bajas estudiará el Vocal ponente, general Picasso, para elevar su informe al Consejo que tendrá que decidir sobre el ingreso, o no, de Galán en la Orden Militar de San Fernando, y en éste señala que es importante puntualizar la génesis de los hechos que se depuran como base necesaria para su crítica a la luz de la reglamentación de la Orden y en este sentido considera que el Jefe de la columna dio las ordenes para la retirada con conocimiento de la situación general y correcta distribución táctica de las unidades bajo su protección recíproca, por ello
la unidad del teniente Galán vino a dar en la celada del enemigo, el cual la cerca, le corta de retirada y la ataca briosamente provocando una situación desesperada desvinculada del concierto de la retirada general. Bajo esta impresión indeleble habrá que juzgar lo hechos y examinar los artículos del reglamento de la Orden que invocan los que le consideran comprendidos en su términos.
Y así lo hace el vocal que rechaza la aplicación del artículo 49, caso 4º y añade que su herida fue de pronostico menos grave, y no grave como señala el artículo, además de que, si bien ejerció el mando hasta la terminación del combate, este no finalizó por sus propios medios, si no por la reacción ofensiva de la fuerzas que acudieron en su socorro. También rechaza la aplicación del caso 5º del mismo artículo, ya que es la fuerza a la que el debía proteger en retaguardia la que reacciona socorriéndole y permitién¬dole retirarse y evacuar bajas.
Continua Picasso en su informe con el artículo, caso 4º, que no considera ajustado a la acción en estudio porque no sufrió un tercio de bajas aun aplicando el recuento mas favorable, y porque el repliegue solo fue posible por el auxilio recibido de fuerza ajena a su mando. Tampoco considera de aplicación el caso 5º porque, si bien el combate del teniente Peire fue al arma blanca, no se consiguió el rechazo del enemigo, ni el caso 7º por no ser de aplicación al teniente Galán, que combatió pistola en mano. Rechazando, por último, la aplicación del caso 11º del mismo artículo 54 argumentando que si bien se vio obligado a sostenerse en una posición durante la retirada, y aunque en ella combatió, cercada por el enemigo, lo hizo en 63
su propia defensa y no en facción de proteger la columna como exige el artº, ni a su tropa se causo el número de bajas que señala el mismo.
Termina Picasso su informe al Consejo el 31 de diciembre de 1933 alegando que:
Por cuanto se deja manifestado y no obstante reconocer el Vocal ponen¬te la esforzada conducta y el valeroso comportamiento observado por el capitán de Infantería D. FERMIN GALAN RODRÍGUEZ en el accidental mando, siendo teniente, de la 13ª compañía de El Tercio en el combate episódico librado el 1º de octubre de 1924 en el poblado de Xeruta, es de parecer que procede informar en sentido desfavorable su ingreso en la Orden de San Fernando por no estar comprendido en ninguno de los artículos de su reglamento la actuación del referido capitán en el hecho de armas de su intervención, como exige terminantemente el 36 del mismo.
En nada parece que alteró el proceso la llegada, en septiembre de 1933, del gobierno radical-cedista, bajo cuyo mandato se resolvió el expediente. Tampoco conocemos las presiones si las hubo que recibirían los miembros del Consejo Superior de Guerra y Marina, ni las deliberaciones mantenidas en su seno en la sesión del 28 de agosto de 1934 en la que se decidió proponer la concesión de la Cruz Laureada de San Fernando a Fermín Galán, no era fácil negar tal recompensa a quien se había proyectado enterrar bajo la Puerta de Alcalá como héroe nacional. Solo Picasso hizo gala de su independencia, como ya hiciera en el informe de su nombre, al mantener voto particular sosteniendo las conclusiones de su informe como así consta en el expediente.
El Ministro de la guerra, Diego Hidalgo, paso a despacho del Presidente de la república, Alcalá Zamora, la resolución del expediente y este la firmó con fecha 8 de septiembre de 1934, publicándose en el Diario Oficial del ministerio al día siguiente.
En la resolución se soslayaba el delicado tema del camino utilizado para el repliegue, se incrementaba la calificación de la herida, el porcentaje de fuerza que causo baja en el combate y no se hacía mención a la reacción ofensiva que facilitó la salvación de la fuerza de Galán, quedando los hechos redactados de la siguiente forma: El teniente Galán, siguiendo el mismo camino que la tropa que le precedía, al llegar al poblado de Xeruta, la compañía de extrema retaguardia, tuvo que resistir el ataque violento de numerosos enemi¬go que se encontraba oculto. El teniente Galán, muy lejos de huir o soslayar el riesgo que suponía el atravesar dicho poblado donde inopinadamente apareció el enemigo, lo afrontó e intentó superarle, despreciando así el riesgo de su propia vida; distinguiéndose constantemen¬te por su valor, entusiasmo y gran conocimiento de esta clase de guerra, dando pruebas de gran valor y espíritu militar en la lucha en la cabila, en que llega al cuerpo a cuerpo, resultando gravemente herido.Que llegado el momento de efectuar la retirada, el teniente Galán la realiza con gran orden y pericia militar después de tener el tercio de bajas, demostrando gran valor y arrojo.
Con esta trascripción, los hechos encajaban perfectamente en el caso 4º del artículo 54 del reglamento de la Orden Militar, y como tal se le concedió la soñada Cruz Laureada, cuya pensión de 1.500 pesetas anuales le fue conferida a su madre, que lo solicitó mediante instancia.
No era el ingreso en la Orden militar de San Fernando algo sencillo, la tipificación exacta en su reglamento de los méritos precisos para su concesión y la exigencia de un juicio contradictorio con la debida publicidad, eran garantías que prestigiaban la Orden, al exigir que subordinados, iguales y superiores, por encima de interpretaciones y envidias, coincidieran en considerar unos hechos merecedores de tan alta recompensa y que estos encajaran en los casos contemplados en el reglamento. La Legión, en siete años de campaña, 505 operaciones de guerra, 1.987 muertos y 6.094 heridos solo obtuvo 13 laureadas. Es indiscutible que la llegada de la II República favoreció la concesión de esta recompensa a Fermín Galán, aunque solo fuera por la orden personal del Ministro Azaña de iniciar el expediente, lo que influiría en el Consejo, a pesar del informe desfavorable del vocal ponente.
No podemos tampoco dejar de constatar la solidez de los lazos entre los «africanistas», a pesar de posiciones ideológicas tan distantes, que se ponen de manifiesto en la defensa de Valles, la carta de Mola y las declaraciones favorables en el juicio contradictorio.
Hoy, los restos de Galán y García Hernández, casi olvidados, descansan en el cementerio de Huesca; la parcela civil en el caso de Galán, bajo
una sencilla lápida sufragada por su madre y hermanos que tiene grabada una cruz que hubiera rechazado, como así hizo con la asistencia espiritual que le ofrecieron en vísperas de su muerte. García Hernández en un nicho en el cementerio católico, cuya lápida está dedicada por su esposa e hijita. Lejos quedan las calles y plazas dedicadas, su traslado a la Puerta de Alcalá y el gran monumento que el escultor anarquista Ramón Acín, amigo de Galán, levantaba en Jaca por encargo de una ciudad que se sentía orgullosa de ser adelantada de la República y en la que hoy no queda elemento alguno que rememore aquella sublevación militar que intentó establecer la II República.
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la de Fermin Galan
un saludo
Fran
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Fermín Galán llega a La Legión en momentos difíciles. El «Pronunciamiento» de Primo de Rivera tuvo lugar en septiembre de 1923 y no era un secreto su doctrina abandonista con respecto a Marruecos. Este ambiente de abandono intensificó, como no podía ser de otra forma, los asedios a las posiciones avanzadas. En el frente occidental sufrieron importantes ataques Tizzi-Azza, Tifaurin y Sidi Mesaud. Sería en este último lugar donde Fermín Galán revalidaría frente a los legionarios el prestigio ganado en la Mehala Jalifiana de buen oficial que reúne condiciones sobresalientes para comisiones especiales en Marruecos.
Es destinado a la III Bandera, donde ya se encontraba destinado el tenien¬te Ángel García Hernández, más moderno que Fermín Galán (ingreso en la Academia el año que salió Galán) pero más antiguo en el Tercio, donde lle¬vaba destinado desde octubre de 1922. Juntos en la Bandera, Galán en la 7ª compañía de fusiles y García Hernández en la 9ª de ametralladoras, partici¬paron en la operación para levantar el asedio a la posición de Sidi Mesaud los días 10, 11 y 12 de mayo, junto a la II y la IV banderas, todas al mando del Teniente Coronel Francisco Franco. Esta operación fue de las más distinguidas del Tercio de Extranjeros y el teniente Galán aparecía en el parte de Guerra firmado por Franco como muy distinguido por la decisión con que se lanzó con su sección para la ocupación de las trincheras que impedían el paso del convoy a Sidi-Mesaud, demostrando valor y serenidad durante todo el día que se sostuvo fuego y su Hoja de Servicios recogía estos mismos hechos con una hermosa descripción, sin duda eco de la vanidad que señalaba Mola, pues las vicisitu¬des eran redactadas por los propios interesados: dio al frente de su sección brillantes asaltos a la bayoneta para la ocupación de atrincheramientos enemigos y vivaqueando por las noches en la Loma del Felipe hasta que lograda la liberación y aprovisionamiento de Sidi Mesaud regresó a Dar Quebdani.
Este arrojo, unido a sus cualidades y experiencia producto de su paso por la Policía Indígena e Intervención Militar, hicieron que el jefe de La Legión, Francisco Franco, lo reclamara a su lado el 23 de junio.
había acordado con el Comandante Luis Pareja Aycuens, jefe de elevadísimo prestigio de las fuerzas Regulares, solicitar destino a la Península como forma de oposición a los planes de repliegue de Primo de Rivera, arrastrando con ello a los jefes y oficiales de La Legión y Regulares, golpe de efecto que ocasionaría una autentica crisis en el Gobierno del marqués de Estella, que se vería forzando a destinar a las resolutivas unidades de choque a oficiales «peninsulares» que deberían hacer frente a la difícil operación de repliegue que ellos mismos reclamaban.
Finalmente, Franco permanecería al frente del Tercio, seguramente por lealtad a los generales Sanjurjo y Bermudez de Castro, marchando a la Península únicamente Pareja, lo que truncaría una carrera, por aquel entonces, más prometedora que la del mismo Franco. Fermín Galán, sin duda al corriente de estas intenciones, se encontraba por aquellas fechas a las inmediatas ordenes de Franco, y de cuyo pensamiento no debía divergir a la vista de su activa participación en la emblemática «Revista de Tropas Coloniales», publicación que servía de portavoz del sentir de la oficialidad «africanista». En el número 2 de la revista, nuestro capitán, entonces teniente de la intervención Indígena de Tetuán, publica un artículo defendiendo el desarme de las kábilas como mejor manera de afianzarla .
Realmente las armas son las que deciden, pero obran nada más que en el momento preciso, para dejar después campo libre a la política que se encarga del afianzamiento de lo ocupado.
Nada hay tan delicado para la política como el afianzamiento. Afianzar no es sostener, es asegurar lo ocupado. Afianzamiento no existe sin desarme. Con las kábilas armadas podrá haber sostenimiento de las mismas, pero nunca estarán afianzadas. Se alejará la influencia de la civilización, porque las armas en las kábila no le dan seguridad ni confianza al colono.
Este artículo tuvo su continuación en la revista de mayo de 1924, ya destinado en La Legión, compartiendo páginas con Millán Astray, que desde París, tras dejar el mando del Tercio por presión de las Juntas de Defensa, escribe sobre la «Necesidad de permanecer en África». Es difícil reconocer en estas líneas de entonces al autor de La barbarie organizada, tremendo alegato contra la guerra colonial o Nueva creación donde concibe un nuevo Estado desde la utopía más radical.
Sería el general Bermúdez de Castro, Comandante General de Ceuta, quien personalmente reclamaría al teniente Galán el 16 de agosto para las operaciones sobre la kábila rebelde de Beni Said, cuyo territorio conocía. Es en esta fecha cuando su vida se cruza por primera vez con la del teniente coronel Emilio Mola, quien sustituyó a teniente coronel Luis Pareja al frente de los Regulares de Larache nº 4. Galán, unido al Cuartel General de Bermúdez de Castro, tomo parte en las operaciones sobre «Cudia Mahfora», informando de la posibilidad de organizar en este picacho, de más de 800 metros de altitud, una posición de compañía por disponer de un gran manantial. El general Serrano, responsable de la columna que operará al día siguiente, concibe la maniobra conforme a esta información, que resultó ser incorrecta, no siendo posible ubicar la proyectada posición por estar el agua a más de tres kilómetros en un barranco, lo que situó a la columna en una situación difícil. Este desenlace provocó un enfrentamiento entre el general Serrano y el teniente Galán que no fue a más, según manifiesta Mola en su obra Dar Akobba, por su intermediación y el carácter bondadoso del general Serrano.
De regreso junto a Franco, el 24 de agosto, este le da el mando interino de la 13ª compañía de fusiles de la I Bandera, que carecía de capitán, mues¬tra, sin duda, de la confianza que depositaba en él. En las mismas fechas, el Marques de Estella, en un gesto que no es ajeno a su personalidad, se nom¬bra a si mismo Alto Comisario y General en Jefe del Ejército para dirigir de forma personal y directa, asumiendo con ello toda la responsabilidad de su decisión, el repliegue general de las fuerzas desplegadas en Yebala y Gomara, reduciendo el territorio ocupado al mínimo necesario para asegurar las comunicaciones entre Tetuán, Tánger, Larache y Ceuta. El empuje del ene¬migo es tremendo ante la retirada española y cada día es necesario tomar posiciones que aseguren las comunicaciones con las puestos avanzados.
En aquellas difíciles operaciones Galán cosecha felicitación tras fe¬licitación: El 26 de septiembre, en la operación para levantar el asedio a Zoco Arbaa, se solicita la apertura de juicio contradictorio para el ascenso a capitán por su comportamiento, grandes conocimientos y aptitudes para el mando. El 28 es citado por Franco en su parte de la operación de socorro a las posiciones de Xauen: muy distinguido por el rápido avance hacia la loma del Árbol, así como la excelente posición que escogió para su compañía y el 30 de septiembre en el reconocimiento ofensivo sobre Abba
da: se distingue al mando de la 13ª compañía, por su entusiasmo al mismo tiempo que por el impulso dado a esta.
Así llegamos a la jornada del día 1 de octubre de 1924 que, posiblemen¬te, cambiaria el rumbo de la vida de Fermín Galán. Aquella mañana salieron las fuerzas del campamento de «Dar Akobba» para fortificar el morabo de Abada, que cubría el flanco Este de la carretera de Tetuán a Xauen, fun¬damental para mantener abiertas las comunicaciones con la Ciudad Santa. El teniente Galán marchaba al mando de la 1ª y 13ª compañías de la Iª Bandera, reunidas por lo escaso del personal de ambas debido a las bajas habidas en las operaciones precedentes, de hecho se había prescindido de mulos para organizar una sección de fusiles con los sufridos acemileros.
Desde los primeros momentos el enemigo hostilizaba los puestos de los dos frentes de «Abada» y «Xeruta» a un flanco y otro de la carretera a Xauen. La misión de Galán era fortificar el morabo, dejar un destacamento para su defensa y replegarse en extrema retaguardia hasta el campamento, apoyado por un escalón que cubriría su repliegue. La columna estaba a las órdenes del teniente coronel jefe del Tercio, Francisco Franco.
Establecida la fortificación y cubierta su defensa al mando de un sar¬gento, se inicia el repliegue sobre las 5 de la tarde. Galán había mandado por delante al sargento Font con algunos legionarios heridos y despeados y los mulos con la munición. El movimiento se produce sin incidentes en los primeros momentos, pero el enemigo había descendido muy rápidamente desde las alturas, una vez retirados los Regulares de Larache que defendían este flanco, y la unidad a las ordenes de Galán se encontró emboscada en las ruinas del poblado de Xeruta.
Ante esta situación, asediado por casi dos centenares de enemigos, con apenas cuarenta hombres y sin reservas de munición, decidió establecer una defensa perimétrica, asignado al alférez Guirao un sector, al joven teniente Peire otro de los sectores y responsabilizándose el mismo de los otros dos lados del cuadro. Ante la acometida del enemigo, ordenó al teniente Peire que diera un asalto para rechazarlo, lo que ejecutó valientemente, falleciendo en combate al arma blanca.
Al tiempo que estos hechos se producen, Franco, que controlaba desde un altozano el desarrollo de toda la operación, observa con acritud el combate que se esta desarrollando en el poblado y ordena al capitán Joaquín Rios Capape que reaccione ofensivamente para recuperar a las fuerzas
de Galán asediadas. Así se ejecuta y los legionarios de la 1ª y 13ª compañía son liberados con un saldo de un oficial muerto el teniente Peire— dos oficiales heridos Guirao y el Mismo Galán en una pierna y tres legionarios muertos, cuatro heridos y dos desaparecidos.
La herida de bala sufrida, con orificio de entrada y salida en el mus¬lo izquierdo, fue declarada de carácter leve siendo evacuado al Hospital del Zoco el Arbaa al día siguiente del combate, para terminar en el de Madrid el día 9 de noviembre donde la herida es recalificada como «menos grave».
La muerte del teniente Peire fue comunicada telegráficamente a los padres, residentes en Zaragoza. Estos se interesaron por las circunstancias de la misma y enterados de la valentía con que éste se batió en las ruinas de Xeruta, solicitaron que se instruyera el oportuno juicio contradictorio para el ingreso en la Real y Militar Orden de San Fernando. La instancia se elevo por el jefe del Tercio, Franco, el 15 de enero de 1925 y el expediente para la concesión de la Laureada fue abierto.
Dos años y medio después, el 10 de junio de 1927, el expediente con el juicio contradictorio fue cursado al Consejo Supremo de Guerra y Marina, que lo resolvió en sentido negativo el 5 de noviembre del mismo año por no encontrar la actuación del teniente comprendida en ninguno de los casos recogidos en el Reglamento de la Orden, siendo comunicada la resolución a los padres el día 16.
Durante este tiempo, la vida de Galán daría un giro radical. Lo habíamos dejado ingresado en el hospital militar de Madrid, donde se le dio el alta hospitalaria el día 20 de noviembre quedando convaleciente en su do¬micilio hasta el 25 de marzo del 25 en que se incorporó al Tercio en Ceuta. Allí, como no podía ser de otra manera, y con el expediente de Peire abierto, el combate del 1 de octubre sería tema de conversación de Galán, como así nos manifiesta el teniente legionario Tiede, que declara en el Juicio Contradictorio de Galán años después:
Que conocía y tenía mucha amistad con el teniente D. Fermín Galán Rodríguez, lo que no impide declarará imparcialmente, máxime tenien¬do en cuanta que mucho ha discutido con el citado teniente sobre el hecho de armas origen de autos, no pudiendo comprender como se podría instruir juicio contradictorio para la Orden de San Fernando al teniente de
su compañía D. Tomás Peire Legorburu, muerto el día 1 de octubre de 1924, sin instruirlo también al teniente comandante de la compañía que era D. Fermín Galán.
El 23 de mayo deja La Legión............
Con la llegada de la republica Manuel Azaña como Ministro de la Guerra, solicita información sobre el estado de tramitación del expediente para la concesión de la Laureada al capitán Galán, expediente que había sido archivado por el Ministerio con fecha 10 de febrero por haber causado baja el recurrente en el Ejército, ordenando, en consecuencia, su reapertura inmediata, que se produce por la Orden general de las Fuerzas militares de Made fecha 12 de Junio de 1931, tal como venia prescrito en los artículos 74 y 75 del reglamento de 192519), en virtud de la orden manuscrita del Ministro de la Guerra y en vista del testimonio deducido del expediente de juicio contradictorio instruido a favor del teniente Tomas Peire.
Se nombró Juez instructor del juicio contradictorio al teniente coro¬nel del regimiento Ceriñola 42 Jesús Rodríguez Arzuaga, siendo sustituido posteriormente por el del mismo empleo, y jefe del Grupo de Fuerzas Regulares Indígenas de Larache nº 4, Emilio March y López del Castillo.
El resumen de lo actuado se publicó en la Orden general de las Fuerzas mi¬litares de Marruecos en agosto de 1932 y en el Diario Oficial del Ministe¬rio de la Guerra del 9 de septiembre a los efectos de que cualquier general, jefe, oficial o individuo de tropa pudiera declarar en contra de lo apreciado sobre los hechos juzgados, como ordenaba el procedimiento establecido en el reglamento de la Orden militar de San Fernando.
El expediente fue elevado por el Juez instructor a la Asamblea de la Orden, que era el Consejo Supremo de Guerra y Marina, el 21 de febrero de 1933 donde se nombró Vocal Ponente al general Juan Picasso González, laureado en Melilla en 1893 y juez instructor de la información abierta por el hundimiento de la Comandancia General de Melilla en 1921, el conocido como Expediente Picasso que tanto influyó en la política española de la década de los 20, precipitando el «pronunciamiento» de Primo de Rivera y la posterior reacción Republicana. Los caprichosos rizos de la historia ponían, a este militar de integridad probada, al frente de la información de nuestro personaje, producto genuino de esta década marcada por el desastre de Annual.
Picasso estudia el expediente y constata dos irregularidades, la falta del parte médico que detalle el carácter de las heridas sufridas por Galán y el incumplimiento de los establecido con respecto a las declaraciones necesarias, ya que, si bien eran suficientes las declaraciones de nueve testigos, como contenía el expediente, solo una correspondía a un igual en empleo, siendo preceptivo que al menos figuraran tres de igual, supe¬rior e inferior empleo.
El expediente es devuelto al Juez instructor para subsanar las deficiencias procedimentales, retornando a la Asamblea el 30 de noviembre de 1933 e iniciando Picasso el análisis detallado de los hechos y declaraciones.
Básicamente el proceso consistía en determinar si los hechos encajaban en alguno de los supuestos contemplados en el reglamento de la Orden. Para que el lector tenga el marco de referencia adecuado, hemos reproducido en el cuadro adjunto los casos que, según las declaraciones de los testigos, podían amparar la concesión de la Cruz laureada a Galán.
De la lectura del expediente, y prescindiendo de los declarantes que no aportan nada por no haber sido testigos directos o no recordar detalles, se manifiestan dos percepciones de lo acontecido el uno de octubre de 1924. Por una parte están los que valoran la actuación de Galán enmarcada, únicamente, en el combate sostenido en las ruinas del poblado de Xeruta, donde todas las declaraciones de igual o inferior empleo coinciden en que el teniente se batió con gran valentía y era merecedor de la Cruz laureada.
Así, por ejemplo, el teniente Enrique Guirau, que fuera alférez a las ordenes de Galán el día de autos, declara que muerto el teniente Peire y él mismo herido de gravedad, quedo solo Galán ya herido en la pierna:
y siguió al frente de la compañía, sin poderse curar por no tener material, dando pruebas de gran espíritu y valor, hasta que llegó refuerzo; que, de no haber acudido pronto, la situación hubiera sido comprometidísima; que no puede precisar el número de bajas, aunque cree que las nuestras fueron superior al tercio de las fuerzas que tomaron parte en el hecho; que el teniente Galán con su serenidad y sangre fría, dio en todo momento ejemplo a todos cuantos estaban a sus órdenes, y lo considera comprendido en el artículo 49, casos cuarto y quinto
Las dos únicas clases de tropa que declaran, el cabo García Ruiz y el legionario Escandell, también consideran a su antiguo teniente merecedor de la laureada (casos 5, 7 y 11 Art. 54), y el segundo detalla que tras resultar herido Galán:
continuando en este estado haciendo fuego al enemigo, negándose a ser retirado y alentando a las fuerzas de su mando hasta que llego el refuerzo, continuando el combate y logrando hacer la retirada
Especial relevancia tiene la declaración del, entonces alférez, Carlos Tiede Zeden, jefe de la sección de enlaces, que participo en la reacción ofensiva para liberar las fuerzas de Galán y solicitó voluntariamente declarar en el expediente de su amigo por considerar que:
se comportó heroicamente, prestándose, sin ser obligado, a una defensa heroica y consciente de una muerte segura, perdiendo casi todas las fuer¬zas del grupo, única fuerza que tenía en la mano, por no tener enlace con las demás fracciones, y que considera al teniente D. Fermín Galán comprendido en el artículo 54, párrafos cuarto y 11, y en el artículo 49, párrafos cuarto y quinto, del reglamento de la Orden Militar de San Fernando.
En el caso de las declaraciones de los de superior empleo, el comandante Joaquín Rios Capape, entonces capitán al mando de la 7ª Compañía, que acudió por orden de Franco a apoyar y socorrer a la compañía del teniente Galán, afirma que cuando llego al poblado de Xeruta tras hacer huir al enemigo que cercaba a la fuerza de Galán, pudo percibir que el combate debió ser encarnizado y cuerpo a cuerpo, pero que al no presenciar el hecho, no podía precisar en que artículo del reglamento podía estar comprendido Galán.
Pero las declaraciones más relevantes son las del general Francisco Franco, entonces teniente coronel jefe de la columna, y del teniente coronel Luis Valcazar Crespo, comandante jefe de la 3ª Bandera en 1924, cuyas fuerzas socorrieron a Galán. Ambos enmarcan lo ocurrido en las ruinas de Xeruta dentro de la operación general sostenida en la jornada del 1 de octubre y afirman algo determinante para la comprensión del combate en el 59
que se vio embebido Galán: Este se produjo por el incumplimiento de una orden recibida. Así lo declara Franco:
Que la retirada que debía efectuarse sobre Dar-Acobba se efectuaba con toda normalidad; solo faltaba el repliegue de las fuerzas de Galán a retaguardia de los blockaus y posiciones; que no había otro peligro que el enemigo se filtrase por los espacios cubiertos a los dos flancos de la carretera; para evitarlo, se había establecido un escalón de retirada y protección a caballo entre las estribaciones de Dar-Accoba, inmediato al barranco de la Muerte, ocupadas por la derecha y las estribaciones de Xaif a la izquierda, vigilando aquel barranco, por un lado, y en el boquete entre Xaif y la Abbada, por el otro; que en esta forma las fuerzas, le envió el declarante la orden de repliegue al teniente D. Fermín Galán, diciéndole en ella lo efectuara siguiendo el cauce del río sobre el resto de las fuerzas; que siguiese ese camino, y no el del poblado de Xeruta; que, pasado tiempo suficiente para ver aparecer la compañía que había visto descender al río, sin ser hostilizada, se escuchó un fuego muy violento hacia el poblado de Xeruta, con muchos tiros del enemigo, acudiendo el declarante con las fuerzas disponibles, efectuando un contraataque sobre el poblado, desalojando al enemigo y salvando a la compañía de su comprometida situación, ordenando la inmediata retirada sobre Dar-Accoba y la evacuación de heridos, entre los que se encontraba el teniente Galán, y muerto, el teniente Peire; que la situación de las fuerzas era: la del teniente Galán, herido en un patio o corral de una casa; la de los legionarios, en grupos, agarrados a las ruinas del poblado, y las noticias recogidas le demostraron que la compañía se había retirado por el camino del poblado, confiando estaría ocupado a vanguardia por las fuerzas de Xeruta, y que, retiradas éstas, lo había ocupado el enemigo, que los sorprendió en su marcha de a uno; que, al llegar al campamento, el declarante dio cuenta de los sucedido al Excmo. Sr. General Castro Girona, y seguidamente fue a la ambulancia a visitar a los heridos, encontrando allí al teniente Galán, herido en las piernas, al que interrogó sobre las causas por las que había efectuado el repliegue por el poblado, contra mi orden, manifestando que lo había hecho por considerar que iría mejor, por creer que las fuerzas de Xeruta que cubrían el poblado no se habían retirado; que conocía su grave error y rogaba le perdonase;contraviniendo la orden, no se replegó por el río: que desconoce hubiera contraído ningún mérito, pues si lo hubiera creído comprendido en algún artículo del reglamento de la Orden militar de San Fernando, lo hubiera expresado en el parte, mencionando la distinción extraordinaria.
Esta versión de los hechos es avalada por el teniente coronel Valcazar que declara: el teniente coronel D. Francisco Franco, jefe de la columna, dio orden, en su presencia, al teniente Galán de que la retirada la efectuara siguiendo precisamente el cauce del río; que una vez en la posición, y al preguntar el teniente coronel Franco por qué razón no había cumplido la orden terminante de efectuar la retirada siguiendo el cauce del río, para cuya protección y marcha se había colocado el correspondiente escalón, le contestó el citado oficial que perdonase, que bien caro había pagado la iniciativa suya de marcharse por el poblado creyendo le sería más fácil, ya que por la gaba no veía desde el sitio en que estaba la situación del escalón.
Conviene señalar que este asunto no surgía por primera vez. Ya el teniente coronel Valcazar manifestó años antes, en el expediente del teniente Peire que no se cumplimentaron las ordenes de repliegue recibidas por la compañía, si bien en esta ocasión lo justifica: al iniciarse la retirada se dio orden a la 13 compañía, a la cual per¬tenecía el teniente D. Tomás Peire, de que constituyese la retaguardia de la columna y que le efectuase siguiendo el curso del río. El teniente D. Fermín Galán, que mandaba la compañía, se dio cuenta del número de enemigo que apostado entre las adelfas y la gaba del cauce, por lo que ordenó variar la dirección y marchar cruzando la carretera; siguió por la antigua pista de Xauen, marchando en extrema retaguardia la sección del teniente D. Tomás Peire.
Y es indiscutible que el repliegue no se produjo de la forma esperada, como nos atestigua un testigo de aquella jornada, el legionario Nuez, que
se encontraba apoyando el repliegue con su ametralladora, próximo al lugar donde se encontraba Franco. los legionarios que ocupaban las cábilas se retiran hacia nuestra ladera por los senderos que bajan al río, entre ellos varios vienen malheridos. Marchan bajo un fuego intenso al abrigo de la vaguada.
La Compañía que ocupaba las cábilas es la 13 mandada por el teniente Galán, que se encuentra herido en ambas piernas. El teniente coronel llega hasta mi emplazamiento para observar el repliegue de esa Compañía que no debe realizarse de forma ortodoxa a juzgar por el humor de mil demonios que no titubea en manifestar sobre todo cada vez que traen a la carretera bajas.
Queda para la especulación los motivos por los que Franco y Valcazar abundan en el expediente de Galán lo que soslayaron en el de Peire. Pudiera ser consecuencia de las circunstancias políticas del momento, buscando con ello desacreditar a Galán impidiendo la concesión de la laureada, pero también es muy probable que se obrara con honestidad, restando importancia al asunto sin ocultarlo cuando lo que estaba en juego era la laureada de un subordinado que no era responsable del incumplimiento de órdenes, más bien victima, dando, sin embargo, la justa medida al incidente cuando se trataba de conceder la laureada a quien por su actuación ocasionó un encuentro de desventuradas consecuencias, todo ello sin menoscabo de la consideración y respeto que merecía Galán como oficial que se condujo valerosamente en el combate de las ruinas, aspecto que queda bien recogido en la declaración final de Valcazar y que afianza la hipótesis de que se obró con honestidad respecto a Galán que por no haber sido testigo presencial, desconoce si el teniente Galán contrajo en el momento de la sorpresa y comportamiento subsiguiente algún mérito que le hiciese acreedor a ingresar en la Orden militar de San Fernando, si bien debe hacer constar, por saberlo por referencias, que demostró valor y arrojo, condiciones innatas de este buen oficial, y no obstante, considera el jefe declarante que el incumplimiento de órdenes y su desgraciada iniciativa, que llevó a la fuerza a sus órdenes a caer en una emboscada del enemigo, relevan en este día al citado oficial de ser merecedor de distinción de mención especial alguna
Estas son las declaraciones que, junto al resto de partes, órdenes, planos, croquis, relaciones de fuerzas y número de bajas estudiará el Vocal ponente, general Picasso, para elevar su informe al Consejo que tendrá que decidir sobre el ingreso, o no, de Galán en la Orden Militar de San Fernando, y en éste señala que es importante puntualizar la génesis de los hechos que se depuran como base necesaria para su crítica a la luz de la reglamentación de la Orden y en este sentido considera que el Jefe de la columna dio las ordenes para la retirada con conocimiento de la situación general y correcta distribución táctica de las unidades bajo su protección recíproca, por ello
la unidad del teniente Galán vino a dar en la celada del enemigo, el cual la cerca, le corta de retirada y la ataca briosamente provocando una situación desesperada desvinculada del concierto de la retirada general. Bajo esta impresión indeleble habrá que juzgar lo hechos y examinar los artículos del reglamento de la Orden que invocan los que le consideran comprendidos en su términos.
Y así lo hace el vocal que rechaza la aplicación del artículo 49, caso 4º y añade que su herida fue de pronostico menos grave, y no grave como señala el artículo, además de que, si bien ejerció el mando hasta la terminación del combate, este no finalizó por sus propios medios, si no por la reacción ofensiva de la fuerzas que acudieron en su socorro. También rechaza la aplicación del caso 5º del mismo artículo, ya que es la fuerza a la que el debía proteger en retaguardia la que reacciona socorriéndole y permitién¬dole retirarse y evacuar bajas.
Continua Picasso en su informe con el artículo, caso 4º, que no considera ajustado a la acción en estudio porque no sufrió un tercio de bajas aun aplicando el recuento mas favorable, y porque el repliegue solo fue posible por el auxilio recibido de fuerza ajena a su mando. Tampoco considera de aplicación el caso 5º porque, si bien el combate del teniente Peire fue al arma blanca, no se consiguió el rechazo del enemigo, ni el caso 7º por no ser de aplicación al teniente Galán, que combatió pistola en mano. Rechazando, por último, la aplicación del caso 11º del mismo artículo 54 argumentando que si bien se vio obligado a sostenerse en una posición durante la retirada, y aunque en ella combatió, cercada por el enemigo, lo hizo en 63
su propia defensa y no en facción de proteger la columna como exige el artº, ni a su tropa se causo el número de bajas que señala el mismo.
Termina Picasso su informe al Consejo el 31 de diciembre de 1933 alegando que:
Por cuanto se deja manifestado y no obstante reconocer el Vocal ponen¬te la esforzada conducta y el valeroso comportamiento observado por el capitán de Infantería D. FERMIN GALAN RODRÍGUEZ en el accidental mando, siendo teniente, de la 13ª compañía de El Tercio en el combate episódico librado el 1º de octubre de 1924 en el poblado de Xeruta, es de parecer que procede informar en sentido desfavorable su ingreso en la Orden de San Fernando por no estar comprendido en ninguno de los artículos de su reglamento la actuación del referido capitán en el hecho de armas de su intervención, como exige terminantemente el 36 del mismo.
En nada parece que alteró el proceso la llegada, en septiembre de 1933, del gobierno radical-cedista, bajo cuyo mandato se resolvió el expediente. Tampoco conocemos las presiones si las hubo que recibirían los miembros del Consejo Superior de Guerra y Marina, ni las deliberaciones mantenidas en su seno en la sesión del 28 de agosto de 1934 en la que se decidió proponer la concesión de la Cruz Laureada de San Fernando a Fermín Galán, no era fácil negar tal recompensa a quien se había proyectado enterrar bajo la Puerta de Alcalá como héroe nacional. Solo Picasso hizo gala de su independencia, como ya hiciera en el informe de su nombre, al mantener voto particular sosteniendo las conclusiones de su informe como así consta en el expediente.
El Ministro de la guerra, Diego Hidalgo, paso a despacho del Presidente de la república, Alcalá Zamora, la resolución del expediente y este la firmó con fecha 8 de septiembre de 1934, publicándose en el Diario Oficial del ministerio al día siguiente.
En la resolución se soslayaba el delicado tema del camino utilizado para el repliegue, se incrementaba la calificación de la herida, el porcentaje de fuerza que causo baja en el combate y no se hacía mención a la reacción ofensiva que facilitó la salvación de la fuerza de Galán, quedando los hechos redactados de la siguiente forma: El teniente Galán, siguiendo el mismo camino que la tropa que le precedía, al llegar al poblado de Xeruta, la compañía de extrema retaguardia, tuvo que resistir el ataque violento de numerosos enemi¬go que se encontraba oculto. El teniente Galán, muy lejos de huir o soslayar el riesgo que suponía el atravesar dicho poblado donde inopinadamente apareció el enemigo, lo afrontó e intentó superarle, despreciando así el riesgo de su propia vida; distinguiéndose constantemen¬te por su valor, entusiasmo y gran conocimiento de esta clase de guerra, dando pruebas de gran valor y espíritu militar en la lucha en la cabila, en que llega al cuerpo a cuerpo, resultando gravemente herido.Que llegado el momento de efectuar la retirada, el teniente Galán la realiza con gran orden y pericia militar después de tener el tercio de bajas, demostrando gran valor y arrojo.
Con esta trascripción, los hechos encajaban perfectamente en el caso 4º del artículo 54 del reglamento de la Orden Militar, y como tal se le concedió la soñada Cruz Laureada, cuya pensión de 1.500 pesetas anuales le fue conferida a su madre, que lo solicitó mediante instancia.
No era el ingreso en la Orden militar de San Fernando algo sencillo, la tipificación exacta en su reglamento de los méritos precisos para su concesión y la exigencia de un juicio contradictorio con la debida publicidad, eran garantías que prestigiaban la Orden, al exigir que subordinados, iguales y superiores, por encima de interpretaciones y envidias, coincidieran en considerar unos hechos merecedores de tan alta recompensa y que estos encajaran en los casos contemplados en el reglamento. La Legión, en siete años de campaña, 505 operaciones de guerra, 1.987 muertos y 6.094 heridos solo obtuvo 13 laureadas. Es indiscutible que la llegada de la II República favoreció la concesión de esta recompensa a Fermín Galán, aunque solo fuera por la orden personal del Ministro Azaña de iniciar el expediente, lo que influiría en el Consejo, a pesar del informe desfavorable del vocal ponente.
No podemos tampoco dejar de constatar la solidez de los lazos entre los «africanistas», a pesar de posiciones ideológicas tan distantes, que se ponen de manifiesto en la defensa de Valles, la carta de Mola y las declaraciones favorables en el juicio contradictorio.
Hoy, los restos de Galán y García Hernández, casi olvidados, descansan en el cementerio de Huesca; la parcela civil en el caso de Galán, bajo
una sencilla lápida sufragada por su madre y hermanos que tiene grabada una cruz que hubiera rechazado, como así hizo con la asistencia espiritual que le ofrecieron en vísperas de su muerte. García Hernández en un nicho en el cementerio católico, cuya lápida está dedicada por su esposa e hijita. Lejos quedan las calles y plazas dedicadas, su traslado a la Puerta de Alcalá y el gran monumento que el escultor anarquista Ramón Acín, amigo de Galán, levantaba en Jaca por encargo de una ciudad que se sentía orgullosa de ser adelantada de la República y en la que hoy no queda elemento alguno que rememore aquella sublevación militar que intentó establecer la II República.
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16 COMPAÑIA DE LA CUARTA BANDERA¡¡¡¡ que pocos habeis quedado
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22 Laureadas De La Legion
Recordar que recientemente ha aparecido un nuevo Caballero Laureado de La Legión, por lo que a día de hoy el número asciende a 23.
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