La 2ª Batalla del Pacífico
- flanker33
- Teniente Coronel
- Mensajes: 2238
- Registrado: 18 Jun 2005, 12:02
FURIA ÁRTICA
Islas Aleutianas
23 de octubre
9ª Parte
El sargento Mark Zanneti maldijo su suerte una vez más. Estaba helado de frío, y aunque el sol hacía un rato que había salido sobre el horizonte (en aquellas latitudes, y en esa época del año, el sol salía a mediodía), la capa de nubes bajas que había en el cielo impedía que calentase algo al congelado marine, y para acabar de arreglar la situación, el viento fuerte y racheado no dejaba de soplar del oeste. Al menos todavía no había mucha nieve, excepto en las cumbres de los picos más altos, y el ocre de la tundra en otoño se imponía en el paisaje.
“Soy de sangre caliente, debería estar en el Golfo Pérsico, o en el sur de Europa, pegando tiros y matando comunistas, y no aquí, congelándome el trasero y muriéndome de aburrimiento. Con todos los destinos que había en el mundo, por que me ha tenido que tocar esta mierda de isla en medio de ninguna parte” pensaba pasa si el italo-americano. Junto al cabo Murphy, un irlandés que veía aquel desolado paraje casi como la Irlanda de sus abuelos, se encontraban de guardia en la costa sur de Shagak Bay, en la isla de Adak, en las Aleutianas centrales. Ambos formaban parte de un pequeño destacamento de seis marines de la Compañía Provisional de Fuerzas de Seguridad de Adak. Dicha compañía se había formado a toda prisa con marines de varios lugares, entre ellos, unos cincuenta que ya formaban parte de la seguridad de la base aeronaval existente en la isla, pero también había más de dos centenares provenientes de la policía militar de la 1ª División de marines y de fusileros de la 4ª División de Marines de la reserva.
Pero el destacamento de Zanneti no pertenecía a ninguna de esas unidades. Eran Marines FAST (Fleet Antiterrorism Security Team), que en número de treinta efectivos, habían sido desplazados desde Norfolk hasta allí, para ayudar a proteger la isla de cualquier posible ataque soviético. A Zanneti aquello le parecía un chiste, ya que la isla estaba situada a más de 1.000 kilómetros de territorio ruso, y no creía que la marina fuera a dejar que se acercasen allí para invadirlos, y por aire tenían la cobertura de un destacamento de 10 Phantoms del 123º TFS de la Guardia Aérea Nacional, estacionados allí mismo, en la base aeronaval de Adak. El mando del Pacífico pensaba de forma parecida al marine, y por eso había previsto que la principal amenaza fuera de incursores Spetznatzs, que llevados en silenciosos submarinos eléctricos, desembarcasen en algún punto de la isla y cometiesen actos de sabotaje. Y no tendrían escasez de objetivos. La Naval Air Station (NAS) tenías dos pistas de aviación en funcionamiento, donde operaban, no solo los Phantoms, sino también un destacamento de P-3 Orion del Escuadrón de Patrulla Naval VQ-6. Otro objetivo importantísimo era las instalaciones donde se recibían, procesaban y distribuían los datos que proporcionaba el sistema acústico fijo de vigilancia submarina del Pacífico Norte. Sin esas instalaciones, los submarinos soviéticos en aquellas aguas tendrían más libertad de movimiento y más posibilidades de supervivencia y por tantomás probabilidades de causar daños a los norteamericanos. Por último, Adak también era un importante centro de comunicaciones, tanto de emisiones propias como de Inteligencia de Señales enemigas, con instalaciones distribuidas principalmente al norte de la isla.
Así que algún mandó pensó que aquellos chicos que se encargaban de defender objetivos navales de alto valor, podrían hacer un buen trabajo en aquella isla dejada de la mano de Dios. Aquellos marines, con un entrenamiento especial, serían los encargados de descubrir y aniquilar a cualquier comando ruso que se atreviese a entrar en la isla, y para ello, habían dispuesto un despliegue en tres de los puntos más factibles de ser utilizados por el enemigo para una hipotética incursión. De otros puntos menos probables, se encargaban los marines “regulares”.
El punto desde donde observaban Zanetti y Murphy, era en lo alto de una pequeña colina situada junto a la bahía, a unos veinte metros sobre el nivel del agua. Habían cavado un hoyo de tirador, con capacidad para dos observadores, que les permitiese tener una buena panorámica de toda la bahía, así como de la mayor parte de las zonas circundantes. Los cuatro marines del resto del destacamento, al cual habían apodado, no sin poca mala leche, “el destacamento fetuccini”, por tener dos italo-americanos al mando, el propio sargento Zanneti y el capitán Andrew Petrucci, se encontraban a un kilómetro al sur, en un alojamiento un poco más cómodo, un barril de supervivencia. Algo así como un cilindro de madera de unos cuatro metros de largo por uno de alto y sujeto al suelo por cables de acero y estacas de madera. Dentro había algunos enseres de supervivencia, mantas y algo de comida, lo suficiente como para salvar la vida a alguien que pillase una tormenta de nieve en medio de la tundra sin posibilidad de refugiarse, pero que ahora servían de improvisado “hogar” de los marines. Aquél turno en Shagak Bay duraría dos días, y ya había pasado uno, así que lo que Zanneti esperaba es que pasasen las horas deprisa y volver a calentarse el cul* en la estufa del barracón lo antes posible.
-Mire sargento, los cazas vuelven antes de tiempo.
Zanneti elevó la mirada y vio como dos reactores entraban en la lejanía volando bajo de oeste a este.
-Que raro, si hace apenas veinte minutos que han aterrizado los otros. Espera…allí hay otros dos más. Detrás de los dos primeros.
-¿Cuatro? Si solo han despegado dos, ¿de donde vienen esos otros?
Los aparatos se iban acercando cada vez más y al llegar cerca de la entrada de la bahía, Zanetti saltó del hoyo.
-¡Joder! ¡Esos no son de los nuestros! ¡Son rusos!
-¿Qué? No puede ser – respondió el irlandés.
El sargento se llevó los prismáticos a los ojos y enfocó rápidamente a los reactores. No tenía mucha idea de aviones rusos, pero si de los americanos, y lo que estaba claro es que aquellos aparatos no eran de los buenos. Al acercarse un poco más y divisar claramente la gran estrella roja pintada en la cola, ya no hubo más dudas.
-Si, son rusos.
-¿Qué hacemos sargento? – preguntó nervioso el cabo irlandés.
Los dos primeros aparatos estaban entrando ya en la bahía y se elevaban, ganando altura. Dispararles estaba fuera de lugar. Hubiera sido un desperdicio absoluto de munición.
Tras dudar un segundo, Zanneti cogió el walkie-talkie y contactó con el capitán Petrucci.
-Delta Foxtrot para Oscar Dos Cinco, ¿me recibe?
Tras unos segundos de estática en el aparato, surgió la voz del capitán.
-Aquí Delta Foxtrot, adelante.
-Tenemos pájaros rusos sobre nosotros.
El capitán no respondió de inmediato. Mientras, la segunda pareja de reactores remontaba el vuelo.
-¿De que coñ* me estás habla…? ¡Ostia!
En ese momento las bombas arrojadas por la primera pareja de aparatos hacían impacto en la estación aeronaval. Al menos cuatro explosiones secundarias de gran potencia, marcaron la destrucción de varios aviones en tierra. Los más de seis kilómetros que los separaban del lugar no fueron problema para que lo escuchasen con claridad y vieran las grandes llamaradas de las explosiones.
-¿Cuántos son?
-Han pasado cuatro, de momento.
-De acuerdo, quedaos ahí y seguidme informando si hay algo nuevo. Voy a llamar a Control. Cambio y corto.
-Recibido. Corto.
Zanneti intuía que Control ya sabía que había aviones rusos atacando la isla, pero al menos la información del número podía ser útil, siempre que no aparecieran desde otros lados que ellos no pudieran observar.
De nuevo otro reguero de explosiones sacudió las instalaciones de la base aérea, y de nuevo hubo más explosiones secundarias.
-¿Y los de los Stingers? ¿Dónde están esos jodidos tíos? – dijo Murphy.
-No lo se, pero como no hagan algo pronto, les van a calentar el trasero, pero bien.
En total había 4 equipos Stinger en la isla, y los cuatro estaban en las cercanías de la base aérea y de los barracones de la tropa. Todos fueron pillados por sorpresa y ninguno pudo reaccionar al primer ataque.
Zanneti y Murphy seguían los acontecimientos con los potentes prismáticos Steiner que tenían. Los cuatro aparatos sobrevolaron las instalaciones militares y el pueblo, para salir a la bahía de Kuluk, y allí giraron 180º para dar otra pasada. Los dos primeros, pasaron a toda velocidad dejando tras de sí un reguero de bengalas. Soltaron su carga sobre algún lugar que los marines no pudieron ver, y tomaron más altura a la vez que iniciaban un fuerte viraje al sur.
La segunda pareja llevaba la misma dirección, pero de repente uno de ellos varió su trayectoria y se dirigió al noroeste.
-El radar. ¡Ese hijo de puta va a por el radar! – grito el sargento.
Un radar móvil de búsqueda aérea estaba situado en uno de los riscos cercanos al Monte Moffett, que con sus más de mil metros de altitud, era la cima de la isla. Aquel ruso se proponía destruir el radar americano.
Era un Su-24, como el resto de los atacantes, que habían despegado de la base de Anadyr, y tras ser repostados en vuelo por otros Fencers con sistemas de reabastecimiento, se habían acercado a baja altura para evitar el radar y a los cazas americanos,. Con buena información de reconocimiento por satélite de la isla, sabía exactamente donde estaba ubicado, si es que en las últimas 7 horas no lo habían cambiado de lugar… y no había sido así.
El Fencer descubrió y atacó con gran precisión su objetivo, destruyéndolo completamente. El avión escapó acelerando para conseguir altitud.
El último Su-24 no tuvo tanta suerte, ya que si bien logró soltar su mortífera carga sobre los barracones de la tropa, al iniciar el ascenso para escapar, un Stinger salio disparado buscando sus toberas. Tras unos segundos de vuelo aparentemente errático, en los que el misil no se dejó confundir por las bengalas, acertó en los motores de aparato ruso, convirtiéndolo en una bola de fuego que se tragó a los dos miembros de su tripulación.
Los restos del aparato fueron a caer en la orilla norte de Shagak Bay, casi enfrente de los marines, a unos dos kilómetros.
-¡Bien hecho muchachos! – exclamo el cabo Murphy
-Por fin, joder. Al menos ese cabrón se ha jodido. – La elegancia en el vocabulario nunca había sido el fuerte de Zanneti.
El walkie volvió a sonar.
-¿Hay alguno más, Oscar Dos Cinco?
-Negativo. Por aquí todo despejado...bueno, tenemos unos rusos a la barbacoa delante de nosotros. Dudo mucho que hayan sobrevivido.
-Recibido. Manténgase a la espera y estad bien atentos.
-Recibido. Corto.
En total el ataque había durado un minuto, pero el resultado fue malo para los norteamericanos. Los ocho Phantoms que había en tierra y que eran los blancos primarios de los rusos, estaban destruidos, y dos P-3, alcanzados por fragmentos de las explosiones estaban inoperativos. Además, las bombas arrojadas sobre el resto de instalaciones militares, y sin contar el radar de búsqueda aérea, habían caudado casi ochenta bajas entre muertos y heridos, además de destruir tres de los lanzamisiles Stingers y sus misiles asociados, que solo más tarde se revelaría como una gran tragedia. Tan solo el equipo Stinger que logró derribar al Fencer, pudo conservar su lanzador y los restantes 4 misiles que le quedaban.
Tras media hora en la que Murphy y Zanneti no quitaron los ojos del horizonte, por fin vieron algo.
-Allí – y cogiendo al cabo con una mano, le indicó que mirase hacia el oeste.
Murphy llevó los prismáticos hacia esa posición y cuando terminó de comprender que era aquello y lo que se les venía encima, literalmente, se le hizo un nudo en el estómago.
-¡Paracaidistas!
Continuara…
Islas Aleutianas
23 de octubre
9ª Parte
El sargento Mark Zanneti maldijo su suerte una vez más. Estaba helado de frío, y aunque el sol hacía un rato que había salido sobre el horizonte (en aquellas latitudes, y en esa época del año, el sol salía a mediodía), la capa de nubes bajas que había en el cielo impedía que calentase algo al congelado marine, y para acabar de arreglar la situación, el viento fuerte y racheado no dejaba de soplar del oeste. Al menos todavía no había mucha nieve, excepto en las cumbres de los picos más altos, y el ocre de la tundra en otoño se imponía en el paisaje.
“Soy de sangre caliente, debería estar en el Golfo Pérsico, o en el sur de Europa, pegando tiros y matando comunistas, y no aquí, congelándome el trasero y muriéndome de aburrimiento. Con todos los destinos que había en el mundo, por que me ha tenido que tocar esta mierda de isla en medio de ninguna parte” pensaba pasa si el italo-americano. Junto al cabo Murphy, un irlandés que veía aquel desolado paraje casi como la Irlanda de sus abuelos, se encontraban de guardia en la costa sur de Shagak Bay, en la isla de Adak, en las Aleutianas centrales. Ambos formaban parte de un pequeño destacamento de seis marines de la Compañía Provisional de Fuerzas de Seguridad de Adak. Dicha compañía se había formado a toda prisa con marines de varios lugares, entre ellos, unos cincuenta que ya formaban parte de la seguridad de la base aeronaval existente en la isla, pero también había más de dos centenares provenientes de la policía militar de la 1ª División de marines y de fusileros de la 4ª División de Marines de la reserva.
Pero el destacamento de Zanneti no pertenecía a ninguna de esas unidades. Eran Marines FAST (Fleet Antiterrorism Security Team), que en número de treinta efectivos, habían sido desplazados desde Norfolk hasta allí, para ayudar a proteger la isla de cualquier posible ataque soviético. A Zanneti aquello le parecía un chiste, ya que la isla estaba situada a más de 1.000 kilómetros de territorio ruso, y no creía que la marina fuera a dejar que se acercasen allí para invadirlos, y por aire tenían la cobertura de un destacamento de 10 Phantoms del 123º TFS de la Guardia Aérea Nacional, estacionados allí mismo, en la base aeronaval de Adak. El mando del Pacífico pensaba de forma parecida al marine, y por eso había previsto que la principal amenaza fuera de incursores Spetznatzs, que llevados en silenciosos submarinos eléctricos, desembarcasen en algún punto de la isla y cometiesen actos de sabotaje. Y no tendrían escasez de objetivos. La Naval Air Station (NAS) tenías dos pistas de aviación en funcionamiento, donde operaban, no solo los Phantoms, sino también un destacamento de P-3 Orion del Escuadrón de Patrulla Naval VQ-6. Otro objetivo importantísimo era las instalaciones donde se recibían, procesaban y distribuían los datos que proporcionaba el sistema acústico fijo de vigilancia submarina del Pacífico Norte. Sin esas instalaciones, los submarinos soviéticos en aquellas aguas tendrían más libertad de movimiento y más posibilidades de supervivencia y por tantomás probabilidades de causar daños a los norteamericanos. Por último, Adak también era un importante centro de comunicaciones, tanto de emisiones propias como de Inteligencia de Señales enemigas, con instalaciones distribuidas principalmente al norte de la isla.
Así que algún mandó pensó que aquellos chicos que se encargaban de defender objetivos navales de alto valor, podrían hacer un buen trabajo en aquella isla dejada de la mano de Dios. Aquellos marines, con un entrenamiento especial, serían los encargados de descubrir y aniquilar a cualquier comando ruso que se atreviese a entrar en la isla, y para ello, habían dispuesto un despliegue en tres de los puntos más factibles de ser utilizados por el enemigo para una hipotética incursión. De otros puntos menos probables, se encargaban los marines “regulares”.
El punto desde donde observaban Zanetti y Murphy, era en lo alto de una pequeña colina situada junto a la bahía, a unos veinte metros sobre el nivel del agua. Habían cavado un hoyo de tirador, con capacidad para dos observadores, que les permitiese tener una buena panorámica de toda la bahía, así como de la mayor parte de las zonas circundantes. Los cuatro marines del resto del destacamento, al cual habían apodado, no sin poca mala leche, “el destacamento fetuccini”, por tener dos italo-americanos al mando, el propio sargento Zanneti y el capitán Andrew Petrucci, se encontraban a un kilómetro al sur, en un alojamiento un poco más cómodo, un barril de supervivencia. Algo así como un cilindro de madera de unos cuatro metros de largo por uno de alto y sujeto al suelo por cables de acero y estacas de madera. Dentro había algunos enseres de supervivencia, mantas y algo de comida, lo suficiente como para salvar la vida a alguien que pillase una tormenta de nieve en medio de la tundra sin posibilidad de refugiarse, pero que ahora servían de improvisado “hogar” de los marines. Aquél turno en Shagak Bay duraría dos días, y ya había pasado uno, así que lo que Zanneti esperaba es que pasasen las horas deprisa y volver a calentarse el cul* en la estufa del barracón lo antes posible.
-Mire sargento, los cazas vuelven antes de tiempo.
Zanneti elevó la mirada y vio como dos reactores entraban en la lejanía volando bajo de oeste a este.
-Que raro, si hace apenas veinte minutos que han aterrizado los otros. Espera…allí hay otros dos más. Detrás de los dos primeros.
-¿Cuatro? Si solo han despegado dos, ¿de donde vienen esos otros?
Los aparatos se iban acercando cada vez más y al llegar cerca de la entrada de la bahía, Zanetti saltó del hoyo.
-¡Joder! ¡Esos no son de los nuestros! ¡Son rusos!
-¿Qué? No puede ser – respondió el irlandés.
El sargento se llevó los prismáticos a los ojos y enfocó rápidamente a los reactores. No tenía mucha idea de aviones rusos, pero si de los americanos, y lo que estaba claro es que aquellos aparatos no eran de los buenos. Al acercarse un poco más y divisar claramente la gran estrella roja pintada en la cola, ya no hubo más dudas.
-Si, son rusos.
-¿Qué hacemos sargento? – preguntó nervioso el cabo irlandés.
Los dos primeros aparatos estaban entrando ya en la bahía y se elevaban, ganando altura. Dispararles estaba fuera de lugar. Hubiera sido un desperdicio absoluto de munición.
Tras dudar un segundo, Zanneti cogió el walkie-talkie y contactó con el capitán Petrucci.
-Delta Foxtrot para Oscar Dos Cinco, ¿me recibe?
Tras unos segundos de estática en el aparato, surgió la voz del capitán.
-Aquí Delta Foxtrot, adelante.
-Tenemos pájaros rusos sobre nosotros.
El capitán no respondió de inmediato. Mientras, la segunda pareja de reactores remontaba el vuelo.
-¿De que coñ* me estás habla…? ¡Ostia!
En ese momento las bombas arrojadas por la primera pareja de aparatos hacían impacto en la estación aeronaval. Al menos cuatro explosiones secundarias de gran potencia, marcaron la destrucción de varios aviones en tierra. Los más de seis kilómetros que los separaban del lugar no fueron problema para que lo escuchasen con claridad y vieran las grandes llamaradas de las explosiones.
-¿Cuántos son?
-Han pasado cuatro, de momento.
-De acuerdo, quedaos ahí y seguidme informando si hay algo nuevo. Voy a llamar a Control. Cambio y corto.
-Recibido. Corto.
Zanneti intuía que Control ya sabía que había aviones rusos atacando la isla, pero al menos la información del número podía ser útil, siempre que no aparecieran desde otros lados que ellos no pudieran observar.
De nuevo otro reguero de explosiones sacudió las instalaciones de la base aérea, y de nuevo hubo más explosiones secundarias.
-¿Y los de los Stingers? ¿Dónde están esos jodidos tíos? – dijo Murphy.
-No lo se, pero como no hagan algo pronto, les van a calentar el trasero, pero bien.
En total había 4 equipos Stinger en la isla, y los cuatro estaban en las cercanías de la base aérea y de los barracones de la tropa. Todos fueron pillados por sorpresa y ninguno pudo reaccionar al primer ataque.
Zanneti y Murphy seguían los acontecimientos con los potentes prismáticos Steiner que tenían. Los cuatro aparatos sobrevolaron las instalaciones militares y el pueblo, para salir a la bahía de Kuluk, y allí giraron 180º para dar otra pasada. Los dos primeros, pasaron a toda velocidad dejando tras de sí un reguero de bengalas. Soltaron su carga sobre algún lugar que los marines no pudieron ver, y tomaron más altura a la vez que iniciaban un fuerte viraje al sur.
La segunda pareja llevaba la misma dirección, pero de repente uno de ellos varió su trayectoria y se dirigió al noroeste.
-El radar. ¡Ese hijo de puta va a por el radar! – grito el sargento.
Un radar móvil de búsqueda aérea estaba situado en uno de los riscos cercanos al Monte Moffett, que con sus más de mil metros de altitud, era la cima de la isla. Aquel ruso se proponía destruir el radar americano.
Era un Su-24, como el resto de los atacantes, que habían despegado de la base de Anadyr, y tras ser repostados en vuelo por otros Fencers con sistemas de reabastecimiento, se habían acercado a baja altura para evitar el radar y a los cazas americanos,. Con buena información de reconocimiento por satélite de la isla, sabía exactamente donde estaba ubicado, si es que en las últimas 7 horas no lo habían cambiado de lugar… y no había sido así.
El Fencer descubrió y atacó con gran precisión su objetivo, destruyéndolo completamente. El avión escapó acelerando para conseguir altitud.
El último Su-24 no tuvo tanta suerte, ya que si bien logró soltar su mortífera carga sobre los barracones de la tropa, al iniciar el ascenso para escapar, un Stinger salio disparado buscando sus toberas. Tras unos segundos de vuelo aparentemente errático, en los que el misil no se dejó confundir por las bengalas, acertó en los motores de aparato ruso, convirtiéndolo en una bola de fuego que se tragó a los dos miembros de su tripulación.
Los restos del aparato fueron a caer en la orilla norte de Shagak Bay, casi enfrente de los marines, a unos dos kilómetros.
-¡Bien hecho muchachos! – exclamo el cabo Murphy
-Por fin, joder. Al menos ese cabrón se ha jodido. – La elegancia en el vocabulario nunca había sido el fuerte de Zanneti.
El walkie volvió a sonar.
-¿Hay alguno más, Oscar Dos Cinco?
-Negativo. Por aquí todo despejado...bueno, tenemos unos rusos a la barbacoa delante de nosotros. Dudo mucho que hayan sobrevivido.
-Recibido. Manténgase a la espera y estad bien atentos.
-Recibido. Corto.
En total el ataque había durado un minuto, pero el resultado fue malo para los norteamericanos. Los ocho Phantoms que había en tierra y que eran los blancos primarios de los rusos, estaban destruidos, y dos P-3, alcanzados por fragmentos de las explosiones estaban inoperativos. Además, las bombas arrojadas sobre el resto de instalaciones militares, y sin contar el radar de búsqueda aérea, habían caudado casi ochenta bajas entre muertos y heridos, además de destruir tres de los lanzamisiles Stingers y sus misiles asociados, que solo más tarde se revelaría como una gran tragedia. Tan solo el equipo Stinger que logró derribar al Fencer, pudo conservar su lanzador y los restantes 4 misiles que le quedaban.
Tras media hora en la que Murphy y Zanneti no quitaron los ojos del horizonte, por fin vieron algo.
-Allí – y cogiendo al cabo con una mano, le indicó que mirase hacia el oeste.
Murphy llevó los prismáticos hacia esa posición y cuando terminó de comprender que era aquello y lo que se les venía encima, literalmente, se le hizo un nudo en el estómago.
-¡Paracaidistas!
Continuara…
"Si usted no tiene libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor" - José Luís Sampedro
- flanker33
- Teniente Coronel
- Mensajes: 2238
- Registrado: 18 Jun 2005, 12:02
Marines de la Compañía Provisional de Fuerzas de Seguridad de Adak, posiblemente fusileros reservistas.
El "hogar" temporal del destacamento "fetuccini".
Vista aérea de NAS Adak.
Saludos.
El "hogar" temporal del destacamento "fetuccini".
Vista aérea de NAS Adak.
Saludos.
"Si usted no tiene libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor" - José Luís Sampedro
- cervantes
- Suboficial
- Mensajes: 501
- Registrado: 24 Feb 2005, 21:35
- Ubicación: Complutum
- flanker33
- Teniente Coronel
- Mensajes: 2238
- Registrado: 18 Jun 2005, 12:02
FURIA ÁRTICA
Islas Aleutianas
23 de octubre
10º y última parte.
El cabo Nikolai Baktin caía en su paracaídas mientras veía horrorizado como uno de los aviones que transportaba a parte de sus camaradas de la 13º Brigada de Asalto Aéreo caía precipitadamente hacia el suelo tras él. Algunos de los ocupantes del aparato lograron saltar, pero la mayoría perecieron cuando el Il-76 se estrelló al oeste de Shagak Bay. Seguramente habrían muerto casi un centenar de “desantnikis”, pero no tuvo mucho tiempo para pensar en aquello, tenía sus propios problemas.
En teoría, el lanzamiento de las tropas aerotransportadas de la VDV sobre Adak debía realizarse en una zona de salto de 2,5 km por 2,5 Km entre Shagak Bay y Adak, pero el fuerte viento del oeste y las maniobras evasivas de los pilotos para evitar el fuego de antiaéreo, hizo que las fuerzas se dispersaran más de lo debido, llegando incluso algunos desafortunados a caer en las gélidas aguas de la bahía de Kuluk, al oeste del pueblo de Adak.
Batkin también se había desviado del punto donde se suponía que debía caer, y veía como se aproximaba a las base aérea americana, uno de los objetivos a ocupar por las tropas aerotransportadas. Si no había otra fuerte ráfaga de viento, iba a caer en las inmediaciones de la conjunción de las dos pistas de aterrizaje. Por suerte, varios miembros de su pelotón también llevaban la misma dirección y caerían en las proximidades. Al menos no estaría solo.
Nikolai veía acercarse la tierra rápidamente. Un último estirón de las cuerdas para tratar de frenar en la caída y suavizar en lo posible el impacto con el suelo. Contacto. Un revolcón por el suelo y logró recomponerse para deshacerse del paracaídas como pudo. Su casco acolchado, variante de los usados por las tropas acorazadas, le salvó de un buen golpe en la cabeza, a la vez que su forrado uniforme de invierno marrón, le protegía del frío, pero no pudo evitar que se hiciese un par de cardenales en el cuerpo.
Por un momento estuvo desorientado, pero logró orientarse al ver la torre de control del aeropuerto a unos trescientos metros enfrente de él. Otros camaradas seguían cayendo a su alrededor y se aprestaban lo más rápido que podían para el combate. De momento nadie había disparado sobre ellos, pero aquello no podía durar mucho. Y no lo hizo.
Las balas enemigas provenían del edificio que albergaba la torre de control. “Demasiado lejos para un fuego efectivo” pensó Batkin, pero aquello no quitaba para que alguno de aquellos americanos tuviera suerte y lograran alcanzarlo. Se echó cuerpo a tierra y se mantuvo a la expectativa.
-¡Granadas de humo! ¡Lanzad grandas de humo!
Era el sargento Tamirov, el jefe de su pelotón, un grueso y barbudo siberiano con muchos años de servicio y experiencia en Afganistán, que dirigiendo con el ejemplo, lanzó un par de granadas de humo en la dirección de los disparos. Otros le imitaron.
El humo, arrastrado por el viento, se dirigía hacia la torre. Cuando la cortina iba tomando forma, Tamirov volvió a gritar a pleno pulmón.
-¡Corred! ¡Hay que llegar a la torre, es el único refugio, aquí estamos perdidos!
Se incorporó y comenzó a correr hacia delante, seguido de varios miembros de pelotón. Batkin también lo siguió. El fuego enemigo había menguado, pero no le gustaba nada como todavía oía silbar algunas balas a su alrededor. Cuando el humo de la débil cortina fue esparciéndose, ya habían traspasado la pista de aterrizaje principal, y el fuego enemigo comenzó a incrementarse. En esos momentos, y pasados los instantes de dudas iniciales, el duro entrenamiento de los paracaidistas soviéticos comenzó a tener resultados. Los soldados se tendían cuerpo a tierra, disparaban y saltaban corriendo unos pocos metros, en pequeños grupos, proporcionándose cobertura unos a otros. Nikolai llegó a un pequeño bancal a escasos cien metros de su objetivo, y al abrigo de esa cobertura se preparó para abrir fuego de nuevo. Le quedaban cuatro proyectiles en el cargador de su rifle de francotirador SVD, y tenía intención de emplearlos bien. Era un buen tirador, y creía que ya había matado a su primer enemigo, cuando disparó una de las veces, varios metros atrás, pero ahora, a esa distancia y con algo de protección, se sentía capaz de hacer blanco con cada disparo.
Se acercó la mira a la cara y observó de nuevo el edificio. Era de planta baja, y en su esquina noroeste se elevaba la torre de control. En el lado que daba hacía los paracaidistas soviéticos, había tres ventanas en la torre y una especie de garaje o almacén grande con el portón levantado, desde los que se recibía fuego. Fijó su vista en la ventana superior que era desde la que el enemigo tendría un mejor campo de visión, y esperó a ver otra vez el destello del arma enemiga. Allí estaba. Lo vio con claridad. Serenó la respiración, apretó la culata contra su hombro y suavemente accionó el gatillo.
Vio como una figura caía hacia atrás. No tuvo ninguna duda de que lo había alcanzado. La satisfacción recorrió su cuerpo. En ese momento no se paró a pensar que había matado a un hombre, y si que había conseguido facilitar el camino a él y a sus camaradas hacia ese edificio que veía como un refugio.
-¡Mas humo, vamos! ¡Hay que seguir avanzando! – volvió a vociferar el sargento.
Uno de los soldados se levantó antes de que el humo volviera a ocultarlos, y recibió una descarga en el pecho, cayendo hacia atrás y muriendo al instante. Con él, ya eran tres los miembros del pelotón de Tamirov que habían caído en el avance hacia la torre.
Batkin volvió a abrir fuego y el americano de la segunda ventana se llevó una bala del 7.62 en la cara. “Otro menos”, pensó el cabo, mientras sus compañeros avanzaban a toda prisa. Él se mantuvo en aquella posición. Era el francotirador del pelotón y desde aquella posición podría hacer mucho más daño que si se dedicaba a correr.
También el camarada Moldin, con su ametralladora ligera RPKS y sus cargadores de 75 tiros, proporcionaba apoyo a los asaltantes, disparando ráfagas sobre la primera ventana de la torre.
Cuando el humo se volvió a desvanecer, Nikolai vio como sus camaradas luchaban en el interior del almacén y se adentraban en el edificio.
En un rápido vistazo a su alrededor, el cabo Batkin pudo ver como había trazadoras y soldados por todas partes, aunque algo lejos de ellos todavía. Estaba claro que lo que se suponía iba a ser un coordinado ataque de dos batallones de paracaidistas contra las instalaciones militares de los capitalistas, había degenerado en una serie de pequeñas escaramuzas locales por toda la zona.
Batkin y Moldin se miraron y se pusieron de acuerdo en que había llegado el momento de avanzar. Aunque ya no se recibía fuego desde aquel lado del edificio, la sensación de estar totalmente expuesto les hizo correr a toda velocidad hacia donde sus compañeros se habían internado en el edificio.
Cuando llegaron a la fachada, Nikolai caló la bayoneta en su fusil y Moldin cambió de cargador. Con suma cautela, avanzaron hacia el interior de aquel almacén. Efectivamente, allí había cajas, estanterías, carretillas eléctricas y también un par de vehículos utilitarios. Ambos soldados siguieron el ruido de los disparos, hasta alcanzar a sus camaradas.
Cuando el sargento los vio llegar, se dirigió a ellos.
-Cabo, quédate aquí y vigila que no venga nadie por aquel lado – refiriéndose al opuesto por donde habían llegado. – Moldin, tu ven con nosotros. Tenemos que tomar la torre.
Ambos asintieron con la cabeza. Vio subir a los siete miembros restantes de su pelotón por el hueco de las escaleras que llevaban a lo alto de la torre de control.
Nikolai buscó una posición que tuviera un buen campo de visión y no estuviera muy expuesto. El lugar donde se encontraba ahora, parecía una cafetería y allí yacían los cuerpos de cuatro americanos con uniformes de la marina y la fuerza aérea. Se colocó un poco al interior de la cafetería para que no le pudiesen ver con facilidad, y oteó su campo de visión con la mira de su rifle. A la izquierda había pistas de carreteo, en frente un edificio del que no sabría decir cual era su función, y a la derecha, una zona de aparcamiento para aviones y al fondo un hangar. En aquella zona de aparcamiento había dos reactores enemigos ardiendo, ya casi consumidos del todo.
“Boom” “Boom”. Las explosiones sonaron arriba. Sin duda estaban lanzando granadas, pero no podía saber quien las lanzaba a quien. Ojala no cayesen más camaradas en el asalto, pero el tenía sus ordenes y no podía hacer nada al respecto.
Oyó varias ráfagas de armas automáticas y disparos de lo que parecía pistolas, hasta que cesaron por completo. Al poco, bajaron el cabo Volodya y el soldado Misha.
-Nikolai, el edificio es nuestro. – Le dijo Volodya moviendo el puño en señal de euforia y estrés. - El sargento dice que subas, nosotros nos quedamos aquí abajo.
Batkin subió por las escaleras y al llegar arriba observó como sus camaradas tenían el control de la torre. En el suelo había dos americanos muertos y otros dos más estaban heridos, apoyados contra una pared, y vigilados por uno de los paracaidistas. En la pared opuesta, el soldado Baturin se debatía entre la vida y la muerte, mientras Tamirov trataba de cortar la hemorragia que sufría y aplicaba un torniquete.
-Nikolai- le dijo Moldin – desde aquí hay una visión estupenda ¿te sirve?
El cabo miró a su alrededor y vio como gran parte del cristal de la torre había desaparecido por efecto de las granadas y las balas. Con aquel campo de visión perimetral, el francotirador podía hacer mucho daño.
-Perfectamente – aseguró a su camarada.
Después de cambiar su cargador, comenzó a evaluar donde era más necesario su fuego.
Con 600 metros de alcance eficaz, tenía varios blancos donde escoger. Comenzó disparando sobre unos marines que defendían el hangar que quedaba cerca de donde ardían los dos reactores enemigos, y que dificultaban el avance de otros paracaidistas.
A casi 400 metros y viento racheado, le costó tres disparos hacer blanco sobre el primer objetivo. Los gritos de su camarada Baturin y el fuego de la ametralladora de Moldin disparando sobre un todoterreno de la policía militar que se acercaba por el sur, disparando los marines desde sus ventanillas, tampoco ayudaban a concentrarse.
Otros tres disparos y el segundo marine cayó al suelo como un muñeco.
-¡Mirad! – Dijo el sargento Tamirov – Están lanzando los BMD,s. La cosa se pone mejor camaradas.
A un par de kilómetros de allí, dos enormes Antonov 22 lanzaban desde su vientre cuatro BMD-2 cada uno de ellos.
Al instante, el sargento volvió a ocuparse del herido, aunque parecía que ya había conseguido estabilizarlo.
Batkin volvió a concentrarse en sus objetivos. Ahora consiguió un impacto tras solo dos tiros. “Estoy empezando a calentarme” pensó. Pero ya no pudo realizar más disparos sobre el hangar. Los marines se dieron cuenta de que un francotirador los estaba friendo y optaron por tomar otras posiciones de tiro, desde las que Batkin no podía hacer fuego contra ellos.
De todas formas, blancos no le faltaba. El coche sobre el que había disparado Moldin, ahora estaba volcado, pero tiradores enemigos parapetados tras él, habrían fuego sobre los camaradas de la planta baja. Nikolai disparó un par de veces y logró herir a uno de los americanos. Recargó el arma con otro cargador y siguió disparando.
Un bote de humo lanzado por el enemigo presagiaba un asalto, pero debían ser demasiados pocos para lanzarlo, y cuando el viento se llevo el humo, nadie disparaba ya desde detrás del coche.
El combate se prolongó durante casi una hora antes que llegasen los BMDs, y todavía hubo de pasar otra hora más de intensos combates antes que los blindados y el fuego de los morteros pesados comenzara a hacer mella en los defensores y terminasen por desequilibrar la batalla a favor de los paracaidistas. Pero no fue hasta ya caída la noche, y tras limpiar los pasillos subterráneos que comunicaban los barracones de la tropa con el hospital y algunas otras instalaciones, como último foco de resistencia, que no se pudo dar por controlada finalmente la población de Adak y sus instalaciones militares, incluyendo las que se encontraban al norte de la isla.
De los cinco mil habitantes que tenía la isla, tres mil de ellos eran militares, la mayoría personal técnico y de mantenimiento, que no había cogido un fusil desde la instrucción básica, y de los que tampoco había en gran número para equipar a todo el personal militar. Así que pese al empeño que pusieron en defender la isla, pudieron hacer bien poco para ayudar a los 300 marines que la defendieron hasta quedar totalmente desbordados contra los 1.200 paracaidistas soviéticos que asaltaron la isla. Bien entrenados, equipados y con la sorpresa de su lado, habían luchado en una confusa batalla que solo se decidió tras recibir algo de apoyo de sus morteros y de los blindados.
El balance de bajas fue alto para ambos bandos. Los norteamericanos tuvieron un centenar y medio de muertos y casi el doble de heridos. Por parte soviética, y contando el centenar de soldados muertos al ser abatido uno de los aviones de transporte, fueron doscientos treinta los muertos y mas de doscientos los heridos de diversa consideración, además de un BMD destruido y otro inutilizado.
Pero pese a aquellas bajas, el coronel que comandaba la 13ª Brigada de Asalto Aéreo estaba encantado. Él y su estado mayor habían tomado tierra en Adak, en plena madrugada, y al amanecer, comenzaría un puente aéreo que llevaría al resto de la brigada, es decir sus otros dos batallones aerotransportados equipados con BMD,s y el resto de unidades de apoyo, así como un buen número de personal técnico que harían funcionar los equipos que también llegarían vía aérea como radares o misiles SAM.
El coronel también tenía conocimiento que la otra parte de la operación aerotransportada, y que de forma similar a esta aunque a menor escala, se había llevado a cabo en la isla de Shemya, también había sido coronada por el éxito.
Con esas islas en su poder, los soviéticos, no solo negaban las instalaciones que allí había a sus enemigos, razón ya de por si importantísima, sino que permitían hacer uso de algunas de ellas a sus propias fuerzas, principalmente las bases aéreas, que permitían formar un escudo contra los buques americanos que trataran de alcanzar las costas del Pacífico Norte de la Rodina, y a su vez eran una lanza apuntando hacia Alaska y la costa Oeste de los EEUU. También los submarinos soviéticos tendrían mayor libertad de movimientos, lo cual era una muy mala noticia para la US Navy.
Pero la consecuencia que más regocijaba al coronel, si bien no era de índole estrictamente militar, no era otra que el impacto que tendría en la sociedad norteamericana el que sus enemigos comunistas hubiesen sido capaces, no solo de atacar su territorio, sino de invadirlo y ocuparlo.
En definitiva, habían desequilibrado al enemigo y habían recuperado la iniciativa estratégica en la región.
Nikolai Batkin y lo que quedaba de su pelotón acabó el día vigilando a los prisioneros en uno de los hangares, antes de ser relevados para que descansaran y durmieran un poco. Al alba, se enteraron que habían quedado pequeños grupos de marines que se habían retirado hacia el montañoso sur de la isla… y alguien tenía que ir a sacarlos de allí.
-…¡Putos ruskis! Nos han jodido a base de bien. ¡Me cago en…
-¡Cállate ya Zanneti! – le dijo el capitán Petrucci – Hemos hecho lo que hemos podido. Dadas las circunstancias, no había mucho más que se pudiera hacer.
-Pero, todavía no entiendo como a podido suceder capitán – intervino Murphy - ¿Quién la ha cagado?
-No lo se, pero me parece que van a rodar algunas cabezas en Hawai y en Washington
-¡A la mierda con los jerifaltes! ¿Qué vamos a hacer ahora? Estamos en un puñetero agujero en medio de las montañas de una isla de mierda, rodeados de comunistas, y apenas tenemos comida y munición – dijo el sargento italo-americano.
-Sobrevivir. Hasta que lleguen los buenos – le contestó el capitán.
En lo profundo de un valle, en una pequeña gruta natural, se resguardaban los cuatro supervivientes del “destacamento fetuccini”.
A la mañana siguiente, y a varios cientos de millas de distancia, los portaviones Nimitz, Ranger y Enterprise, junto a sus grupos de batallas y un grupo anfibio, se dirigían a toda velocidad hacía el territorio norteamericano que les había sido arrebatado por los soviéticos. Mientras en Alaska se recuperaban de las operaciones enemigas del día anterior, los primero refuerzos para proteger adecuadamente aquella importante región de territorio norteamericano ya salían hacia allí, mientras que se buscaban afanosamente más aparatos y buques con los que poder recuperar la iniciativa en el Pacífico Norte.
-- Agradezco nuevamente al compañero sergiopl sus ideas e información para este relato --
Islas Aleutianas
23 de octubre
10º y última parte.
El cabo Nikolai Baktin caía en su paracaídas mientras veía horrorizado como uno de los aviones que transportaba a parte de sus camaradas de la 13º Brigada de Asalto Aéreo caía precipitadamente hacia el suelo tras él. Algunos de los ocupantes del aparato lograron saltar, pero la mayoría perecieron cuando el Il-76 se estrelló al oeste de Shagak Bay. Seguramente habrían muerto casi un centenar de “desantnikis”, pero no tuvo mucho tiempo para pensar en aquello, tenía sus propios problemas.
En teoría, el lanzamiento de las tropas aerotransportadas de la VDV sobre Adak debía realizarse en una zona de salto de 2,5 km por 2,5 Km entre Shagak Bay y Adak, pero el fuerte viento del oeste y las maniobras evasivas de los pilotos para evitar el fuego de antiaéreo, hizo que las fuerzas se dispersaran más de lo debido, llegando incluso algunos desafortunados a caer en las gélidas aguas de la bahía de Kuluk, al oeste del pueblo de Adak.
Batkin también se había desviado del punto donde se suponía que debía caer, y veía como se aproximaba a las base aérea americana, uno de los objetivos a ocupar por las tropas aerotransportadas. Si no había otra fuerte ráfaga de viento, iba a caer en las inmediaciones de la conjunción de las dos pistas de aterrizaje. Por suerte, varios miembros de su pelotón también llevaban la misma dirección y caerían en las proximidades. Al menos no estaría solo.
Nikolai veía acercarse la tierra rápidamente. Un último estirón de las cuerdas para tratar de frenar en la caída y suavizar en lo posible el impacto con el suelo. Contacto. Un revolcón por el suelo y logró recomponerse para deshacerse del paracaídas como pudo. Su casco acolchado, variante de los usados por las tropas acorazadas, le salvó de un buen golpe en la cabeza, a la vez que su forrado uniforme de invierno marrón, le protegía del frío, pero no pudo evitar que se hiciese un par de cardenales en el cuerpo.
Por un momento estuvo desorientado, pero logró orientarse al ver la torre de control del aeropuerto a unos trescientos metros enfrente de él. Otros camaradas seguían cayendo a su alrededor y se aprestaban lo más rápido que podían para el combate. De momento nadie había disparado sobre ellos, pero aquello no podía durar mucho. Y no lo hizo.
Las balas enemigas provenían del edificio que albergaba la torre de control. “Demasiado lejos para un fuego efectivo” pensó Batkin, pero aquello no quitaba para que alguno de aquellos americanos tuviera suerte y lograran alcanzarlo. Se echó cuerpo a tierra y se mantuvo a la expectativa.
-¡Granadas de humo! ¡Lanzad grandas de humo!
Era el sargento Tamirov, el jefe de su pelotón, un grueso y barbudo siberiano con muchos años de servicio y experiencia en Afganistán, que dirigiendo con el ejemplo, lanzó un par de granadas de humo en la dirección de los disparos. Otros le imitaron.
El humo, arrastrado por el viento, se dirigía hacia la torre. Cuando la cortina iba tomando forma, Tamirov volvió a gritar a pleno pulmón.
-¡Corred! ¡Hay que llegar a la torre, es el único refugio, aquí estamos perdidos!
Se incorporó y comenzó a correr hacia delante, seguido de varios miembros de pelotón. Batkin también lo siguió. El fuego enemigo había menguado, pero no le gustaba nada como todavía oía silbar algunas balas a su alrededor. Cuando el humo de la débil cortina fue esparciéndose, ya habían traspasado la pista de aterrizaje principal, y el fuego enemigo comenzó a incrementarse. En esos momentos, y pasados los instantes de dudas iniciales, el duro entrenamiento de los paracaidistas soviéticos comenzó a tener resultados. Los soldados se tendían cuerpo a tierra, disparaban y saltaban corriendo unos pocos metros, en pequeños grupos, proporcionándose cobertura unos a otros. Nikolai llegó a un pequeño bancal a escasos cien metros de su objetivo, y al abrigo de esa cobertura se preparó para abrir fuego de nuevo. Le quedaban cuatro proyectiles en el cargador de su rifle de francotirador SVD, y tenía intención de emplearlos bien. Era un buen tirador, y creía que ya había matado a su primer enemigo, cuando disparó una de las veces, varios metros atrás, pero ahora, a esa distancia y con algo de protección, se sentía capaz de hacer blanco con cada disparo.
Se acercó la mira a la cara y observó de nuevo el edificio. Era de planta baja, y en su esquina noroeste se elevaba la torre de control. En el lado que daba hacía los paracaidistas soviéticos, había tres ventanas en la torre y una especie de garaje o almacén grande con el portón levantado, desde los que se recibía fuego. Fijó su vista en la ventana superior que era desde la que el enemigo tendría un mejor campo de visión, y esperó a ver otra vez el destello del arma enemiga. Allí estaba. Lo vio con claridad. Serenó la respiración, apretó la culata contra su hombro y suavemente accionó el gatillo.
Vio como una figura caía hacia atrás. No tuvo ninguna duda de que lo había alcanzado. La satisfacción recorrió su cuerpo. En ese momento no se paró a pensar que había matado a un hombre, y si que había conseguido facilitar el camino a él y a sus camaradas hacia ese edificio que veía como un refugio.
-¡Mas humo, vamos! ¡Hay que seguir avanzando! – volvió a vociferar el sargento.
Uno de los soldados se levantó antes de que el humo volviera a ocultarlos, y recibió una descarga en el pecho, cayendo hacia atrás y muriendo al instante. Con él, ya eran tres los miembros del pelotón de Tamirov que habían caído en el avance hacia la torre.
Batkin volvió a abrir fuego y el americano de la segunda ventana se llevó una bala del 7.62 en la cara. “Otro menos”, pensó el cabo, mientras sus compañeros avanzaban a toda prisa. Él se mantuvo en aquella posición. Era el francotirador del pelotón y desde aquella posición podría hacer mucho más daño que si se dedicaba a correr.
También el camarada Moldin, con su ametralladora ligera RPKS y sus cargadores de 75 tiros, proporcionaba apoyo a los asaltantes, disparando ráfagas sobre la primera ventana de la torre.
Cuando el humo se volvió a desvanecer, Nikolai vio como sus camaradas luchaban en el interior del almacén y se adentraban en el edificio.
En un rápido vistazo a su alrededor, el cabo Batkin pudo ver como había trazadoras y soldados por todas partes, aunque algo lejos de ellos todavía. Estaba claro que lo que se suponía iba a ser un coordinado ataque de dos batallones de paracaidistas contra las instalaciones militares de los capitalistas, había degenerado en una serie de pequeñas escaramuzas locales por toda la zona.
Batkin y Moldin se miraron y se pusieron de acuerdo en que había llegado el momento de avanzar. Aunque ya no se recibía fuego desde aquel lado del edificio, la sensación de estar totalmente expuesto les hizo correr a toda velocidad hacia donde sus compañeros se habían internado en el edificio.
Cuando llegaron a la fachada, Nikolai caló la bayoneta en su fusil y Moldin cambió de cargador. Con suma cautela, avanzaron hacia el interior de aquel almacén. Efectivamente, allí había cajas, estanterías, carretillas eléctricas y también un par de vehículos utilitarios. Ambos soldados siguieron el ruido de los disparos, hasta alcanzar a sus camaradas.
Cuando el sargento los vio llegar, se dirigió a ellos.
-Cabo, quédate aquí y vigila que no venga nadie por aquel lado – refiriéndose al opuesto por donde habían llegado. – Moldin, tu ven con nosotros. Tenemos que tomar la torre.
Ambos asintieron con la cabeza. Vio subir a los siete miembros restantes de su pelotón por el hueco de las escaleras que llevaban a lo alto de la torre de control.
Nikolai buscó una posición que tuviera un buen campo de visión y no estuviera muy expuesto. El lugar donde se encontraba ahora, parecía una cafetería y allí yacían los cuerpos de cuatro americanos con uniformes de la marina y la fuerza aérea. Se colocó un poco al interior de la cafetería para que no le pudiesen ver con facilidad, y oteó su campo de visión con la mira de su rifle. A la izquierda había pistas de carreteo, en frente un edificio del que no sabría decir cual era su función, y a la derecha, una zona de aparcamiento para aviones y al fondo un hangar. En aquella zona de aparcamiento había dos reactores enemigos ardiendo, ya casi consumidos del todo.
“Boom” “Boom”. Las explosiones sonaron arriba. Sin duda estaban lanzando granadas, pero no podía saber quien las lanzaba a quien. Ojala no cayesen más camaradas en el asalto, pero el tenía sus ordenes y no podía hacer nada al respecto.
Oyó varias ráfagas de armas automáticas y disparos de lo que parecía pistolas, hasta que cesaron por completo. Al poco, bajaron el cabo Volodya y el soldado Misha.
-Nikolai, el edificio es nuestro. – Le dijo Volodya moviendo el puño en señal de euforia y estrés. - El sargento dice que subas, nosotros nos quedamos aquí abajo.
Batkin subió por las escaleras y al llegar arriba observó como sus camaradas tenían el control de la torre. En el suelo había dos americanos muertos y otros dos más estaban heridos, apoyados contra una pared, y vigilados por uno de los paracaidistas. En la pared opuesta, el soldado Baturin se debatía entre la vida y la muerte, mientras Tamirov trataba de cortar la hemorragia que sufría y aplicaba un torniquete.
-Nikolai- le dijo Moldin – desde aquí hay una visión estupenda ¿te sirve?
El cabo miró a su alrededor y vio como gran parte del cristal de la torre había desaparecido por efecto de las granadas y las balas. Con aquel campo de visión perimetral, el francotirador podía hacer mucho daño.
-Perfectamente – aseguró a su camarada.
Después de cambiar su cargador, comenzó a evaluar donde era más necesario su fuego.
Con 600 metros de alcance eficaz, tenía varios blancos donde escoger. Comenzó disparando sobre unos marines que defendían el hangar que quedaba cerca de donde ardían los dos reactores enemigos, y que dificultaban el avance de otros paracaidistas.
A casi 400 metros y viento racheado, le costó tres disparos hacer blanco sobre el primer objetivo. Los gritos de su camarada Baturin y el fuego de la ametralladora de Moldin disparando sobre un todoterreno de la policía militar que se acercaba por el sur, disparando los marines desde sus ventanillas, tampoco ayudaban a concentrarse.
Otros tres disparos y el segundo marine cayó al suelo como un muñeco.
-¡Mirad! – Dijo el sargento Tamirov – Están lanzando los BMD,s. La cosa se pone mejor camaradas.
A un par de kilómetros de allí, dos enormes Antonov 22 lanzaban desde su vientre cuatro BMD-2 cada uno de ellos.
Al instante, el sargento volvió a ocuparse del herido, aunque parecía que ya había conseguido estabilizarlo.
Batkin volvió a concentrarse en sus objetivos. Ahora consiguió un impacto tras solo dos tiros. “Estoy empezando a calentarme” pensó. Pero ya no pudo realizar más disparos sobre el hangar. Los marines se dieron cuenta de que un francotirador los estaba friendo y optaron por tomar otras posiciones de tiro, desde las que Batkin no podía hacer fuego contra ellos.
De todas formas, blancos no le faltaba. El coche sobre el que había disparado Moldin, ahora estaba volcado, pero tiradores enemigos parapetados tras él, habrían fuego sobre los camaradas de la planta baja. Nikolai disparó un par de veces y logró herir a uno de los americanos. Recargó el arma con otro cargador y siguió disparando.
Un bote de humo lanzado por el enemigo presagiaba un asalto, pero debían ser demasiados pocos para lanzarlo, y cuando el viento se llevo el humo, nadie disparaba ya desde detrás del coche.
El combate se prolongó durante casi una hora antes que llegasen los BMDs, y todavía hubo de pasar otra hora más de intensos combates antes que los blindados y el fuego de los morteros pesados comenzara a hacer mella en los defensores y terminasen por desequilibrar la batalla a favor de los paracaidistas. Pero no fue hasta ya caída la noche, y tras limpiar los pasillos subterráneos que comunicaban los barracones de la tropa con el hospital y algunas otras instalaciones, como último foco de resistencia, que no se pudo dar por controlada finalmente la población de Adak y sus instalaciones militares, incluyendo las que se encontraban al norte de la isla.
De los cinco mil habitantes que tenía la isla, tres mil de ellos eran militares, la mayoría personal técnico y de mantenimiento, que no había cogido un fusil desde la instrucción básica, y de los que tampoco había en gran número para equipar a todo el personal militar. Así que pese al empeño que pusieron en defender la isla, pudieron hacer bien poco para ayudar a los 300 marines que la defendieron hasta quedar totalmente desbordados contra los 1.200 paracaidistas soviéticos que asaltaron la isla. Bien entrenados, equipados y con la sorpresa de su lado, habían luchado en una confusa batalla que solo se decidió tras recibir algo de apoyo de sus morteros y de los blindados.
El balance de bajas fue alto para ambos bandos. Los norteamericanos tuvieron un centenar y medio de muertos y casi el doble de heridos. Por parte soviética, y contando el centenar de soldados muertos al ser abatido uno de los aviones de transporte, fueron doscientos treinta los muertos y mas de doscientos los heridos de diversa consideración, además de un BMD destruido y otro inutilizado.
Pero pese a aquellas bajas, el coronel que comandaba la 13ª Brigada de Asalto Aéreo estaba encantado. Él y su estado mayor habían tomado tierra en Adak, en plena madrugada, y al amanecer, comenzaría un puente aéreo que llevaría al resto de la brigada, es decir sus otros dos batallones aerotransportados equipados con BMD,s y el resto de unidades de apoyo, así como un buen número de personal técnico que harían funcionar los equipos que también llegarían vía aérea como radares o misiles SAM.
El coronel también tenía conocimiento que la otra parte de la operación aerotransportada, y que de forma similar a esta aunque a menor escala, se había llevado a cabo en la isla de Shemya, también había sido coronada por el éxito.
Con esas islas en su poder, los soviéticos, no solo negaban las instalaciones que allí había a sus enemigos, razón ya de por si importantísima, sino que permitían hacer uso de algunas de ellas a sus propias fuerzas, principalmente las bases aéreas, que permitían formar un escudo contra los buques americanos que trataran de alcanzar las costas del Pacífico Norte de la Rodina, y a su vez eran una lanza apuntando hacia Alaska y la costa Oeste de los EEUU. También los submarinos soviéticos tendrían mayor libertad de movimientos, lo cual era una muy mala noticia para la US Navy.
Pero la consecuencia que más regocijaba al coronel, si bien no era de índole estrictamente militar, no era otra que el impacto que tendría en la sociedad norteamericana el que sus enemigos comunistas hubiesen sido capaces, no solo de atacar su territorio, sino de invadirlo y ocuparlo.
En definitiva, habían desequilibrado al enemigo y habían recuperado la iniciativa estratégica en la región.
Nikolai Batkin y lo que quedaba de su pelotón acabó el día vigilando a los prisioneros en uno de los hangares, antes de ser relevados para que descansaran y durmieran un poco. Al alba, se enteraron que habían quedado pequeños grupos de marines que se habían retirado hacia el montañoso sur de la isla… y alguien tenía que ir a sacarlos de allí.
-…¡Putos ruskis! Nos han jodido a base de bien. ¡Me cago en…
-¡Cállate ya Zanneti! – le dijo el capitán Petrucci – Hemos hecho lo que hemos podido. Dadas las circunstancias, no había mucho más que se pudiera hacer.
-Pero, todavía no entiendo como a podido suceder capitán – intervino Murphy - ¿Quién la ha cagado?
-No lo se, pero me parece que van a rodar algunas cabezas en Hawai y en Washington
-¡A la mierda con los jerifaltes! ¿Qué vamos a hacer ahora? Estamos en un puñetero agujero en medio de las montañas de una isla de mierda, rodeados de comunistas, y apenas tenemos comida y munición – dijo el sargento italo-americano.
-Sobrevivir. Hasta que lleguen los buenos – le contestó el capitán.
En lo profundo de un valle, en una pequeña gruta natural, se resguardaban los cuatro supervivientes del “destacamento fetuccini”.
A la mañana siguiente, y a varios cientos de millas de distancia, los portaviones Nimitz, Ranger y Enterprise, junto a sus grupos de batallas y un grupo anfibio, se dirigían a toda velocidad hacía el territorio norteamericano que les había sido arrebatado por los soviéticos. Mientras en Alaska se recuperaban de las operaciones enemigas del día anterior, los primero refuerzos para proteger adecuadamente aquella importante región de territorio norteamericano ya salían hacia allí, mientras que se buscaban afanosamente más aparatos y buques con los que poder recuperar la iniciativa en el Pacífico Norte.
-- Agradezco nuevamente al compañero sergiopl sus ideas e información para este relato --
"Si usted no tiene libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor" - José Luís Sampedro
- Chepicoro
- Teniente Coronel
- Mensajes: 2077
- Registrado: 12 Jun 2009, 06:11
- Ubicación: Quebec
- Juan David
- Comandante
- Mensajes: 1980
- Registrado: 08 Mar 2009, 22:49
- Ubicación: Cali
-
- Sargento
- Mensajes: 258
- Registrado: 17 Oct 2009, 19:20
- flanker33
- Teniente Coronel
- Mensajes: 2238
- Registrado: 18 Jun 2005, 12:02
Hola a todos,
Lo primero gracias por los comentarios y por vuestra aportación al tema
Vamos a polemizar un poco…
Tened en cuenta que como podéis ver, esto es un relato novelado, y si bien trato de que sea verosímil, tampoco es mi objetivo hacerlo real al máximo, ya que seguramente entonces, no habría permitido que el “Buffer” llegara a superficie y se salvaran algunos marineros, o que el “Cisne Negro” se le estropearan los motores, y cosas así, pero es para dar un poco de dramatismo al asunto, que si no puede quedar un poco soso…
Además, me gustan las historias en las que las cosas se ponen feas al principio, que sean difíciles, para que luego la victoria sepa mejor, más trabajada…pero con esto no estoy diciendo que este relato vaya a terminar de este modo
Por otro lado, hasta ahora, han ido siendo relatos donde salían elementos navales y aéreos soviéticos, en los cuales, una buena parte del personal era más técnico y mejor entrenado que las grandes masas de soldados del ejército de tierra regular (en la armada, por ejemplo, el tiempo era mayor que en las otras ramas de las fuerzas armadas, 3 años en vez de 2).
En general, cualquier soldado soviético, había recibido dos años de instrucción paramilitar en el DOSAAF (discontinuo claro, de los 16 a los 18 años), antes de convertirse en soldado de reemplazo, y al pasar a la reserva también tenían periodos de instrucción para refrescar su entrenamiento militar.
En cuanto a las tropas de la VDV, pues eran consideradas una de las tropas de elite, como la infantería naval, y en cierto modo, con los Spetznatzs, y tenían preferencia en la elección de sus soldados, como las fuerzas submarinas y estratégicas. Su entrenamiento era duro y exigente, más que el del resto del ejército, y sus unidades eran de categoría 1. En general no creo que tuvieran demasiado que envidiar a sus contrapartes norteamericanas.
Israel o Corea del Sur, tienen ejércitos de conscriptos, y no por eso se tiene la impresión de que sean menos capaces. Para mí, un ejército con servicio militar obligatorio de una duración de dos-tres años, bien aprovechados, es decir, dedicados a la instrucción para el combate, no es menos eficaz que uno de voluntarios, y si lo es, por estrecho margen. Otra cosa es que se pase el tiempo de instrucción recogiendo la cosecha, sirviendo copas en el bar de oficiales o cosas por el estilo.
Saludos.
Lo primero gracias por los comentarios y por vuestra aportación al tema
Vamos a polemizar un poco…
Para ser un ejercito formado por reclutas como fue el Sovietico me parece que se le esta dando muy bien las cosas enfrentandose a un ejercito formado por profesionales como era el Norteamericano en aquella epoca
Tened en cuenta que como podéis ver, esto es un relato novelado, y si bien trato de que sea verosímil, tampoco es mi objetivo hacerlo real al máximo, ya que seguramente entonces, no habría permitido que el “Buffer” llegara a superficie y se salvaran algunos marineros, o que el “Cisne Negro” se le estropearan los motores, y cosas así, pero es para dar un poco de dramatismo al asunto, que si no puede quedar un poco soso…
Además, me gustan las historias en las que las cosas se ponen feas al principio, que sean difíciles, para que luego la victoria sepa mejor, más trabajada…pero con esto no estoy diciendo que este relato vaya a terminar de este modo
Por otro lado, hasta ahora, han ido siendo relatos donde salían elementos navales y aéreos soviéticos, en los cuales, una buena parte del personal era más técnico y mejor entrenado que las grandes masas de soldados del ejército de tierra regular (en la armada, por ejemplo, el tiempo era mayor que en las otras ramas de las fuerzas armadas, 3 años en vez de 2).
En general, cualquier soldado soviético, había recibido dos años de instrucción paramilitar en el DOSAAF (discontinuo claro, de los 16 a los 18 años), antes de convertirse en soldado de reemplazo, y al pasar a la reserva también tenían periodos de instrucción para refrescar su entrenamiento militar.
En cuanto a las tropas de la VDV, pues eran consideradas una de las tropas de elite, como la infantería naval, y en cierto modo, con los Spetznatzs, y tenían preferencia en la elección de sus soldados, como las fuerzas submarinas y estratégicas. Su entrenamiento era duro y exigente, más que el del resto del ejército, y sus unidades eran de categoría 1. En general no creo que tuvieran demasiado que envidiar a sus contrapartes norteamericanas.
Israel o Corea del Sur, tienen ejércitos de conscriptos, y no por eso se tiene la impresión de que sean menos capaces. Para mí, un ejército con servicio militar obligatorio de una duración de dos-tres años, bien aprovechados, es decir, dedicados a la instrucción para el combate, no es menos eficaz que uno de voluntarios, y si lo es, por estrecho margen. Otra cosa es que se pase el tiempo de instrucción recogiendo la cosecha, sirviendo copas en el bar de oficiales o cosas por el estilo.
Saludos.
"Si usted no tiene libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor" - José Luís Sampedro
- cervantes
- Suboficial
- Mensajes: 501
- Registrado: 24 Feb 2005, 21:35
- Ubicación: Complutum
Ya, pero los marines americanos son "lo mejor de lo mejor de lo mejor", dicho por la policia de Nueva York, agente K...
Y que sí, que dos años dan para hacer buenos soldados. No a todos, evidentemente, pero sí a los necesarios para que no haya tanta diferencia con otros ejércitos profesionales.
Y que sí, que dos años dan para hacer buenos soldados. No a todos, evidentemente, pero sí a los necesarios para que no haya tanta diferencia con otros ejércitos profesionales.
La cantidad total de inteligencia del planeta permanece constante. La población, sin embargo, sigue aumentando.
-
- Sargento
- Mensajes: 258
- Registrado: 17 Oct 2009, 19:20
cervantes escribió:Ya, pero los marines americanos son "lo mejor de lo mejor de lo mejor", dicho por la policia de Nueva York, agente K...
Y que sí, que dos años dan para hacer buenos soldados. No a todos, evidentemente, pero sí a los necesarios para que no haya tanta diferencia con otros ejércitos profesionales.
El ejercito sovietico era bastante mas chapucero e ineficiente de lo que en estos foros se considera,tuvo infinidad de accidentes nucleares y quimicos ocasionados por la desidia,y si tenia unidades preparadas y eficientes como los marines y comandos de primer nivel ,ero la mayoria del ejercito no estaba igual de entrenado ni de lejos y en esta supuesta 3ª Guerra Mundial tendrian que emplear no solo las unidades de elite sino todo tipo de unidades incluidas las de reclutas mal entrenados guiados por mandos incompetentes.
Flanker de todas formas enhorabuena por el relato y disculpa por no felicitarte antes.
- Urbano Calleja
- General de Brigada
- Mensajes: 5430
- Registrado: 14 Ago 2009, 16:52
- Ubicación: Ganándome las habichuelas en algun lugar del centro de europa...
Bueno... pues un contraataque increible por parte ruski.
Han salido con toda la escuadra hacia el Pacifico, han puetso el pie en territorio americano y han abierto huecos en la cadena de radares del NORAD.
Y ahora que? Te lo pregunto, porque dudo que los USA se queden de brazos cruzados mientras ponen pie en tierra de Alaska, les funden las estaciones de radar de seguimiento de misiles.
Que tienes en mente pillin? A mi se me ocurren un par de cosas, pero como minimo, esperaria una reaccion furibunda desde Japon (con un mas que probable ataque masivo al oriente sovietico), una accion decisiva que limite la capacidad aerea rusa?
Estoy a la espera!
Han salido con toda la escuadra hacia el Pacifico, han puetso el pie en territorio americano y han abierto huecos en la cadena de radares del NORAD.
Y ahora que? Te lo pregunto, porque dudo que los USA se queden de brazos cruzados mientras ponen pie en tierra de Alaska, les funden las estaciones de radar de seguimiento de misiles.
Que tienes en mente pillin? A mi se me ocurren un par de cosas, pero como minimo, esperaria una reaccion furibunda desde Japon (con un mas que probable ataque masivo al oriente sovietico), una accion decisiva que limite la capacidad aerea rusa?
Estoy a la espera!
"Qué miedo me dais algunos, rediós. En serio. Cuánto más peligro tiene un imbécil que un malvado". Arturo Pérez-Reverte
- wikingo
- Teniente Coronel
- Mensajes: 2175
- Registrado: 08 Ene 2003, 19:23
- Ubicación: Castilla la vieja
Lo primero aqui se esta comentando la actuacion de una unidad de elite y ademas fogueada en la guerra de Afganistan con gente no solo valida, sino lo mejor de lo mejor que tenia la poblacion sovietiica, aparte de una motivacion altisima y un armamento de nivel (incluso hoy) para ser una fuerza paracaidista envidiable.
Lo segundo los marines seran muy buenos, pero no tanto al igual que las fuerzas de comandos USA muy buenas sobre el papel y en combate, en inferioridad de condiciones (como se ve en Afganistan) agua de borrajas.
Sobre la superioridad de un ejercito profesional sobre uno de recluta, depende, los grandes paises militares (Israel, Finlandia,Suecia y Suiza) tienen un ejercito asi y para el pequeño numero de poblacion estan armados hasta los dientes (cosa que en un ejercito profesional no pasa), el numero sigue siendo importante, luego las unidades que habria de tipo guardia nacional (estubieron en Irak, asi les fue) su e ntrenamiento aun siendo algo mejor que la linea sovietica no eran gran cosa.
Aparte que el mito de la derrota de las Malvinas hay que cogerla con pinzas y fijarse que los argentino mandaron tropas B (por decirlo de manera suave) con una instruccion dedficiente o nula y un equipo que diferencia aun mas, mientras las A estaban en la frontera con Chile.
Sobre la capacidad de los mandos no es una cosa en la que destaquen los USA y menos los de la guardia nacional, frente a tropas veteranas, con oficiales veteranos, por cierto no todos los marines regulares son de "lo mejor" y las recienbtes guerras USA sin su superioridad aplastante se ha demostrado.
Por cierto la desidia y el escaso valosr de las tropas es una de las caracteristicas del ejercito zarista, rojo y ruso, en una guerra actual es importante saber quien aguanta mejor las bajas y la moral interna.
Lo segundo los marines seran muy buenos, pero no tanto al igual que las fuerzas de comandos USA muy buenas sobre el papel y en combate, en inferioridad de condiciones (como se ve en Afganistan) agua de borrajas.
Sobre la superioridad de un ejercito profesional sobre uno de recluta, depende, los grandes paises militares (Israel, Finlandia,Suecia y Suiza) tienen un ejercito asi y para el pequeño numero de poblacion estan armados hasta los dientes (cosa que en un ejercito profesional no pasa), el numero sigue siendo importante, luego las unidades que habria de tipo guardia nacional (estubieron en Irak, asi les fue) su e ntrenamiento aun siendo algo mejor que la linea sovietica no eran gran cosa.
Aparte que el mito de la derrota de las Malvinas hay que cogerla con pinzas y fijarse que los argentino mandaron tropas B (por decirlo de manera suave) con una instruccion dedficiente o nula y un equipo que diferencia aun mas, mientras las A estaban en la frontera con Chile.
Sobre la capacidad de los mandos no es una cosa en la que destaquen los USA y menos los de la guardia nacional, frente a tropas veteranas, con oficiales veteranos, por cierto no todos los marines regulares son de "lo mejor" y las recienbtes guerras USA sin su superioridad aplastante se ha demostrado.
Por cierto la desidia y el escaso valosr de las tropas es una de las caracteristicas del ejercito zarista, rojo y ruso, en una guerra actual es importante saber quien aguanta mejor las bajas y la moral interna.
Nadie es más que nadie, porque, por mucho que valga un hombre,
nunca tendrá valor más alto que el valor de ser hombre.
Así habla Castilla, un pueblo de señores,
que siempre ha despreciado al señorito
Antonio Machado.
nunca tendrá valor más alto que el valor de ser hombre.
Así habla Castilla, un pueblo de señores,
que siempre ha despreciado al señorito
Antonio Machado.
-
- Sargento
- Mensajes: 258
- Registrado: 17 Oct 2009, 19:20
wikingo escribió:Lo primero aqui se esta comentando la actuacion de una unidad de elite y ademas fogueada en la guerra de Afganistan con gente no solo valida, sino lo mejor de lo mejor que tenia la poblacion sovietiica, aparte de una motivacion altisima y un armamento de nivel (incluso hoy) para ser una fuerza paracaidista envidiable.
Lo segundo los marines seran muy buenos, pero no tanto al igual que las fuerzas de comandos USA muy buenas sobre el papel y en combate, en inferioridad de condiciones (como se ve en Afganistan) agua de borrajas.
Sobre la superioridad de un ejercito profesional sobre uno de recluta, depende, los grandes paises militares (Israel, Finlandia,Suecia y Suiza) tienen un ejercito asi y para el pequeño numero de poblacion estan armados hasta los dientes (cosa que en un ejercito profesional no pasa), el numero sigue siendo importante, luego las unidades que habria de tipo guardia nacional (estubieron en Irak, asi les fue) su e ntrenamiento aun siendo algo mejor que la linea sovietica no eran gran cosa.
Aparte que el mito de la derrota de las Malvinas hay que cogerla con pinzas y fijarse que los argentino mandaron tropas B (por decirlo de manera suave) con una instruccion dedficiente o nula y un equipo que diferencia aun mas, mientras las A estaban en la frontera con Chile.
Sobre la capacidad de los mandos no es una cosa en la que destaquen los USA y menos los de la guardia nacional, frente a tropas veteranas, con oficiales veteranos, por cierto no todos los marines regulares son de "lo mejor" y las recienbtes guerras USA sin su superioridad aplastante se ha demostrado.
Por cierto la desidia y el escaso valosr de las tropas es una de las caracteristicas del ejercito zarista, rojo y ruso, en una guerra actual es importante saber quien aguanta mejor las bajas y la moral interna.
Respectoa Afghanistan hay una cosa que no comentas las normas de combate,si las tropas aliadas tuviesen la libertad de las sovieticas para trabar combate probablemente hubiesen triturado a esos cretinos hace tiempo,te recuerdo que la invasion Sovietica causo aproximadamente un millon de muertos civiles segun que fuentes durante los 10 años de ocupacion, en cambio la OTAN se la tiene que cojer con papel de fumar para causar daños colaterales(y aun asi causa de vez en cuando masacres)de todas formas sobre los sovieticos te recuerdo desde la desercion del MIG25 al Japon hasta la fragata que deserto y fue machacada creo que en el Baltico y tuvo que volver y eso es la punta del iceberg de graves problemas dentro del ejercito sovietico de aquellos años.
- flanker33
- Teniente Coronel
- Mensajes: 2238
- Registrado: 18 Jun 2005, 12:02
Hola Cervantes
Yo no pongo en duda el valor como tropas de combate de los marines, ni mucho menos, pero los que salen en el texto, son mayoritariamente PM,s y reservistas, luego tan poco son “el orgullo del cuerpo”.
Hola occidental
Gracias, me alegro que te guste el relato…y por supuesto no hay nada que disculpar...
Hola Urbano Calleja
Estoy abierto a sugerencias… por supuesto habrá un contraataque, y algo sobre la capacidad aérea soviética, pero tampoco olvidemos que en Corea las tropas aliadas combaten desesperadamente y necesitan todo el apoyo aéreo posible para frenar el avance comunista ya que los refuerzos terrestres llegan con cuenta gotas y de momento no son unidades “pesadas”, lo que limita un tanto la elección de unidades para un contraataque, pero habrá que sacarlas de algún sitio…
También habrá que recuperar esas islas perdidas, buscar a la flota enemiga, atacar Cam Rahm, ¿seguir con la campaña anti-SSBN, después de la acción contra los radares americanos? Podría suponer subir un peldaño hacia la escalada nuclear…en fin, como digo, estoy abierto a sugerencias, y si alguien se anima a escribir algo, pues también, claro.
Hola Vikingo
Estoy de acuerdo con que las tropas de la VDV eran de lo mejor que podían poner en combate las tropas soviéticas, y como comenté, también la infantería naval y los Spetznatzs, pero creo que las fuerzas desplegadas en Europa oriental, los Grupos de Fuerzas Oeste (sobre todo este, desplegado en Alemania oriental) Norte, Centro y Sur, tendrían un entrenamiento a un buen nivel. Seguramente también las divisiones de categoría A del lejano oriente dispuestas cerca de la frontera china, serían de buena calidad, y no por nada, sino por que eran las que más posibilidades tenían de entrar en combate, y debían llevar el peso de las operaciones. Otra cosa serían las unidades categoría B, que eran la mayoría en el conjunto del ejército, por ya no hablar de las C.
Y sobre este tema, si me permitís una batallita de la “mili”, yo recuerdo que en mi compañía y en otras, veías mandos, ya fueran sargentos, tenientes o capitanes que por muy profesionales que fueran, para mi pensaba, “como nos tocase ir a la guerra con este, estaríamos jodidos” y alguna conversación entre la tropa se tuvo sobre eso. Por el contrario también había mandos que se les veía que se podría confiar en que actuasen bien en caso de conflicto, o al menos te daban esa confianza. Y lo mismo se puede decir de la tropa de soldados de reemplazo que éramos, unos no los querrías tener al lado ni de coña, y otros te podían dar seguridad en ese aspecto.
Saludos.
Ya, pero los marines americanos son "lo mejor de lo mejor de lo mejor", dicho por la policia de Nueva York, agente K...
Yo no pongo en duda el valor como tropas de combate de los marines, ni mucho menos, pero los que salen en el texto, son mayoritariamente PM,s y reservistas, luego tan poco son “el orgullo del cuerpo”.
Hola occidental
Flanker de todas formas enhorabuena por el relato y disculpa por no felicitarte antes.
Gracias, me alegro que te guste el relato…y por supuesto no hay nada que disculpar...
Hola Urbano Calleja
Y ahora que? Te lo pregunto, porque dudo que los USA se queden de brazos cruzados mientras ponen pie en tierra de Alaska, les funden las estaciones de radar de seguimiento de misiles.
Que tienes en mente pillin? A mi se me ocurren un par de cosas, pero como minimo, esperaria una reaccion furibunda desde Japon (con un mas que probable ataque masivo al oriente sovietico), una accion decisiva que limite la capacidad aerea rusa?
Estoy abierto a sugerencias… por supuesto habrá un contraataque, y algo sobre la capacidad aérea soviética, pero tampoco olvidemos que en Corea las tropas aliadas combaten desesperadamente y necesitan todo el apoyo aéreo posible para frenar el avance comunista ya que los refuerzos terrestres llegan con cuenta gotas y de momento no son unidades “pesadas”, lo que limita un tanto la elección de unidades para un contraataque, pero habrá que sacarlas de algún sitio…
También habrá que recuperar esas islas perdidas, buscar a la flota enemiga, atacar Cam Rahm, ¿seguir con la campaña anti-SSBN, después de la acción contra los radares americanos? Podría suponer subir un peldaño hacia la escalada nuclear…en fin, como digo, estoy abierto a sugerencias, y si alguien se anima a escribir algo, pues también, claro.
Hola Vikingo
Lo primero aqui se esta comentando la actuacion de una unidad de elite y ademas fogueada en la guerra de Afganistan con gente no solo valida, sino lo mejor de lo mejor que tenia la poblacion sovietiica, aparte de una motivacion altisima y un armamento de nivel (incluso hoy) para ser una fuerza paracaidista envidiable.
Estoy de acuerdo con que las tropas de la VDV eran de lo mejor que podían poner en combate las tropas soviéticas, y como comenté, también la infantería naval y los Spetznatzs, pero creo que las fuerzas desplegadas en Europa oriental, los Grupos de Fuerzas Oeste (sobre todo este, desplegado en Alemania oriental) Norte, Centro y Sur, tendrían un entrenamiento a un buen nivel. Seguramente también las divisiones de categoría A del lejano oriente dispuestas cerca de la frontera china, serían de buena calidad, y no por nada, sino por que eran las que más posibilidades tenían de entrar en combate, y debían llevar el peso de las operaciones. Otra cosa serían las unidades categoría B, que eran la mayoría en el conjunto del ejército, por ya no hablar de las C.
Y sobre este tema, si me permitís una batallita de la “mili”, yo recuerdo que en mi compañía y en otras, veías mandos, ya fueran sargentos, tenientes o capitanes que por muy profesionales que fueran, para mi pensaba, “como nos tocase ir a la guerra con este, estaríamos jodidos” y alguna conversación entre la tropa se tuvo sobre eso. Por el contrario también había mandos que se les veía que se podría confiar en que actuasen bien en caso de conflicto, o al menos te daban esa confianza. Y lo mismo se puede decir de la tropa de soldados de reemplazo que éramos, unos no los querrías tener al lado ni de coña, y otros te podían dar seguridad en ese aspecto.
Saludos.
"Si usted no tiene libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor" - José Luís Sampedro
¿Quién está conectado?
Usuarios navegando por este Foro: No hay usuarios registrados visitando el Foro y 0 invitados