Sobre los altos oficiales de la Wehrmacht
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A título de epílogo para la discusión que hemos mantenido en lo que ya he llamado, con algo de ironía, "caso Guderian", creo que vale la pena que presente mi traducción de la reseña que, en su día, hizo Bruce I. Gudmundsson sobre la 3ª edición de la biografía sobre Heinz Guderian por K. Macksey. Y que conste que defiende algún punto de vista con el que no estoy de acuerdo
Os detallo la referencia bibliográfica de la misma:
GUDMUNDSSON, Bruce I. (2005). "Book Review: Guderian: Panzer General", War in History, vol. 12 nº 4, pp. 474-476. SAGE Publications, Thousand Oaks, Ca- Londres. 3 páginas.
Y, a continuación, la traducción:
Uno de los grandes mitos de la historia militar del siglo veinte nos cuenta que el fenómeno que ahora denominamos blitzkrieg saltó de la mente de Heinz Guderian, cuál Atenea desde la cabeza de Zeus - completamente desarrollada, totalmente preparada y lista para la batalla. De acuerdo con esta leyenda, Guderian era un genio revolucionario que superó la oposición de una vasta horda de trogloditas recién bajados del árbol [swingletree troglodytes] y fanáticos de la caballería con uniforme gris [field-grey horse fanciers] para crear con una sola mano tanto las fuerzas acorazadas alemanas como las técnicas para su empleo operacional. Una importante subtrama dentro del gran cuento narra como el hombre quién proveyó a Hitler de los medios para conquistar la mayor parte de Europa era, en realidad, un militar profesional totalmente apolítico y un opositor en secreto del Nacionalsocialismo.
La época dorada del mito de Guderian fué el periodo de 30 años inaugurado con la publicación de sus memorias. (La versión alemana, con el título Erinnerungen eines Soldaten [Memorias de un Soldado], salió a la luz en 1951. La traducción inglesa, con el más atractivo título de Panzer Leader, fue publicada en 1953.) Estos eran los tiempos cuando la literatura sobre las innovaciones militares de los 30 y 40, dominada como estaba por las obras de B.H. Liddell Hart y Edward Katzenbach, esta repleta de bonitos cuentos y melodramas. En estos relatos, jóvenes y valerosos hombres de visión pugnaron terriblemente contra las legiones de ludditas del Coronel Blimp. Donde estos profetas prevalecieron, ahí hubo el progreso. Donde estos fracasaron, ahí hubo la catástrofe. Británicos y franceses actuaron tan pésimamente en los años iniciales de la Segunda Guerra Mundial porque no acertaron en escuchar a sus propios visionarios. Los alemanes lo hicieron tan bien durante ese periodo, no sólo porque prestasen oídos al consejo de Liddell Hart, J.F.C. Fuller y Charles de Gaulle, si no porque habían hecho caso al encantador e irascible Heinz Guderian.
A inicios de los 70, en cambio, el mito empezó a de Guderian empezó a tener un aspecto algo ajado, al menos a lo que se refiere al mundo anglófono.[Fin p. 474] El motivo era la creciente sofisticación de la historiografía anglófona en la cuestión relativa a los orígenes de las fuerzas acorazadas alemanas. En The Blitzkrieg Era and the German General Staff (1971), Larry Addington resaltó la considerable continuidad existente entre las operaciones móviles alemanas de anteriores guerras y las de las campañas relámpago [blitzkrieg campaigns] de los años iniciales de la Segunda Guerra Mundial. En Treason Was No Crime (1976), Nicholas Reynolds narra el papel substancial que Ludwig Beck - un hombre caracterizado en las memorias de Guderian como un reaccionario en lo militar- jugó al fomentar el desarrollo de las fuerzas acorazadas alemanas. En Roots of Blitzkrieg (1992), James Corum reforzó la tesis de los orígenes "evolucionarios" de la aproximación alemana a la guerra acorazada al establecer sólidas conexiones con la visión sobre la guerra de maniobra con fuerza animal promulgada por Hans von Seeckt. En The Evolution of Blitzkrieg Tactics (1987) y The Path to Blitzkrieg (1999), Robert Citino describió un ejército alemán de entreguerras en el que el interés por la guerra acorazada puede difícilmente focalizarse en un sólo reformador individual. En Storm of Steel (2003), Mary Habeck dibujó un intricado cuadro de personajes, debates y experimentos inmersos en el auge de las fuerzas acorazadas alemanas - un cuadro en el que Heinz Guderian juega un papel relativamente menor.
La novedad más reciente a la literatura anglófona en lo tocante al mito de Guderian es la edición revisada de la perenne biografía de Heinz Guderian por Kenneth Macksey. Como se explica en la introducción, la razón principal para esta tercera edición era incluir tres nuevos tipos de elementos de evidencia: información relacionada con la amistad de Guderian con Erich Fellgiebel, uno de los conspiradores en el intento de asesinato a Hitler del 20 de Julio de 1944; evidencia resultante de la desclasificación de documentos relacionados con el rompimiento de los códigos Ultra alemanes por el servicio de inteligencia británico; y el Liddell Hart and the Weight of History (1988) de John Mearsheimer. El primero de estas tipologías de elementos tiene un efecto muy obvio en el libro, al echar mucha luz adicional en la parte donde el libro es más sólido: el análisis de cuestiones como la relación de Guderian con Hitler, su culpabilidad en muchos de los crímenes del nacionalsocialismo y las tensiones entre su gran afán en trepar por la cuerda de la jerarquía militar y los aspectos mucho más atractivos de su personalidad. La segunda tipología tiene un papel mucho menor en el libro. Esta sirve para añadir algo de luz addicional en la posición estratégica de Alemania durante el último año de la Segunda Guerra Mundial. La tercera ha moldeado la tercera edición de la biografía en una medida sutil pero poderosa. Especialmente, ha llevado a que Macksey marcase aún más las distancias entre su obra y el mito de Guderian que lo que previamente había sido el caso.
La primera edición de la biografía de Macksey, que se publicó en 1975 como Guderian: the creator of the Blitzkrieg, estaba deslucida por su abrazo acrítico al mito de Guderian. Esto era desafortunado porque, por otra parte, era un admirable ejemplo del arte del biógrafo: elocuente, humana y accesible. La segunda edición (1992), que llevaba el más sobrio título de Guderian: Panzer General, representó una ruptura decisiva con [Fin p. 475] el mito de Guderian. Aunque la publicidad del editor aún describía a Guderian como el inventor de la blitzkrieg, dicha afirmación no podía encontrarse en el libro mismo. Aunque ya no era el Sigfrido que mató con una sola mano al dragón del conservadurismo militar, el sujeto epónimo de la obra seguía siendo un héroe de proporciones míticas. La eliminación de este tufillo en la tercera edición ha resultado en una mucho más matizada, y también así mucho más interesante, obra.
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En fin, sólo me queda anunciar que el próximo personaje que será sujeto de discusión será el mismo Paul Ludwig Ewald von Kleist
Un saludo,
Os detallo la referencia bibliográfica de la misma:
GUDMUNDSSON, Bruce I. (2005). "Book Review: Guderian: Panzer General", War in History, vol. 12 nº 4, pp. 474-476. SAGE Publications, Thousand Oaks, Ca- Londres. 3 páginas.
Y, a continuación, la traducción:
Uno de los grandes mitos de la historia militar del siglo veinte nos cuenta que el fenómeno que ahora denominamos blitzkrieg saltó de la mente de Heinz Guderian, cuál Atenea desde la cabeza de Zeus - completamente desarrollada, totalmente preparada y lista para la batalla. De acuerdo con esta leyenda, Guderian era un genio revolucionario que superó la oposición de una vasta horda de trogloditas recién bajados del árbol [swingletree troglodytes] y fanáticos de la caballería con uniforme gris [field-grey horse fanciers] para crear con una sola mano tanto las fuerzas acorazadas alemanas como las técnicas para su empleo operacional. Una importante subtrama dentro del gran cuento narra como el hombre quién proveyó a Hitler de los medios para conquistar la mayor parte de Europa era, en realidad, un militar profesional totalmente apolítico y un opositor en secreto del Nacionalsocialismo.
La época dorada del mito de Guderian fué el periodo de 30 años inaugurado con la publicación de sus memorias. (La versión alemana, con el título Erinnerungen eines Soldaten [Memorias de un Soldado], salió a la luz en 1951. La traducción inglesa, con el más atractivo título de Panzer Leader, fue publicada en 1953.) Estos eran los tiempos cuando la literatura sobre las innovaciones militares de los 30 y 40, dominada como estaba por las obras de B.H. Liddell Hart y Edward Katzenbach, esta repleta de bonitos cuentos y melodramas. En estos relatos, jóvenes y valerosos hombres de visión pugnaron terriblemente contra las legiones de ludditas del Coronel Blimp. Donde estos profetas prevalecieron, ahí hubo el progreso. Donde estos fracasaron, ahí hubo la catástrofe. Británicos y franceses actuaron tan pésimamente en los años iniciales de la Segunda Guerra Mundial porque no acertaron en escuchar a sus propios visionarios. Los alemanes lo hicieron tan bien durante ese periodo, no sólo porque prestasen oídos al consejo de Liddell Hart, J.F.C. Fuller y Charles de Gaulle, si no porque habían hecho caso al encantador e irascible Heinz Guderian.
A inicios de los 70, en cambio, el mito empezó a de Guderian empezó a tener un aspecto algo ajado, al menos a lo que se refiere al mundo anglófono.[Fin p. 474] El motivo era la creciente sofisticación de la historiografía anglófona en la cuestión relativa a los orígenes de las fuerzas acorazadas alemanas. En The Blitzkrieg Era and the German General Staff (1971), Larry Addington resaltó la considerable continuidad existente entre las operaciones móviles alemanas de anteriores guerras y las de las campañas relámpago [blitzkrieg campaigns] de los años iniciales de la Segunda Guerra Mundial. En Treason Was No Crime (1976), Nicholas Reynolds narra el papel substancial que Ludwig Beck - un hombre caracterizado en las memorias de Guderian como un reaccionario en lo militar- jugó al fomentar el desarrollo de las fuerzas acorazadas alemanas. En Roots of Blitzkrieg (1992), James Corum reforzó la tesis de los orígenes "evolucionarios" de la aproximación alemana a la guerra acorazada al establecer sólidas conexiones con la visión sobre la guerra de maniobra con fuerza animal promulgada por Hans von Seeckt. En The Evolution of Blitzkrieg Tactics (1987) y The Path to Blitzkrieg (1999), Robert Citino describió un ejército alemán de entreguerras en el que el interés por la guerra acorazada puede difícilmente focalizarse en un sólo reformador individual. En Storm of Steel (2003), Mary Habeck dibujó un intricado cuadro de personajes, debates y experimentos inmersos en el auge de las fuerzas acorazadas alemanas - un cuadro en el que Heinz Guderian juega un papel relativamente menor.
La novedad más reciente a la literatura anglófona en lo tocante al mito de Guderian es la edición revisada de la perenne biografía de Heinz Guderian por Kenneth Macksey. Como se explica en la introducción, la razón principal para esta tercera edición era incluir tres nuevos tipos de elementos de evidencia: información relacionada con la amistad de Guderian con Erich Fellgiebel, uno de los conspiradores en el intento de asesinato a Hitler del 20 de Julio de 1944; evidencia resultante de la desclasificación de documentos relacionados con el rompimiento de los códigos Ultra alemanes por el servicio de inteligencia británico; y el Liddell Hart and the Weight of History (1988) de John Mearsheimer. El primero de estas tipologías de elementos tiene un efecto muy obvio en el libro, al echar mucha luz adicional en la parte donde el libro es más sólido: el análisis de cuestiones como la relación de Guderian con Hitler, su culpabilidad en muchos de los crímenes del nacionalsocialismo y las tensiones entre su gran afán en trepar por la cuerda de la jerarquía militar y los aspectos mucho más atractivos de su personalidad. La segunda tipología tiene un papel mucho menor en el libro. Esta sirve para añadir algo de luz addicional en la posición estratégica de Alemania durante el último año de la Segunda Guerra Mundial. La tercera ha moldeado la tercera edición de la biografía en una medida sutil pero poderosa. Especialmente, ha llevado a que Macksey marcase aún más las distancias entre su obra y el mito de Guderian que lo que previamente había sido el caso.
La primera edición de la biografía de Macksey, que se publicó en 1975 como Guderian: the creator of the Blitzkrieg, estaba deslucida por su abrazo acrítico al mito de Guderian. Esto era desafortunado porque, por otra parte, era un admirable ejemplo del arte del biógrafo: elocuente, humana y accesible. La segunda edición (1992), que llevaba el más sobrio título de Guderian: Panzer General, representó una ruptura decisiva con [Fin p. 475] el mito de Guderian. Aunque la publicidad del editor aún describía a Guderian como el inventor de la blitzkrieg, dicha afirmación no podía encontrarse en el libro mismo. Aunque ya no era el Sigfrido que mató con una sola mano al dragón del conservadurismo militar, el sujeto epónimo de la obra seguía siendo un héroe de proporciones míticas. La eliminación de este tufillo en la tercera edición ha resultado en una mucho más matizada, y también así mucho más interesante, obra.
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En fin, sólo me queda anunciar que el próximo personaje que será sujeto de discusión será el mismo Paul Ludwig Ewald von Kleist
Un saludo,
Última edición por Shrike el 02 Dic 2010, 23:23, editado 1 vez en total.
- Von Kleist
- General de Cuerpo de Ejército
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Buenas
Un inciso sobre un tema que se me quedó apartado, al hilo de un comentario de Gaspacher
¡¡¡Gehlen el mejor jefe de espias...!!! ... Más bien habría que decir el PEOR jefe de espías. Para exponerlo brevemente, Gehlen era el jefe del servicio de inteligencia militar dedicado a "Los ejércitos extranjeros orientales" (Fremde Heere Ost) encargado de evaluar la potencia y planes del Ejército Rojo así como sus intenciones operativas. Pues bien, para empezar Gehlen, que era un "espía" que debía estudiar los documentos y comunicaciones interceptadas a los sovieticos... no hablaba ruso (evidentemente tendría traductores, pero no es lo mismo que poder estudiar e interpretar la documentación de primera mano).
Pero es que, aparte de eso, Gehlen pocas veces dió una a derechas a la hora de valorar tanto el potencial como las intenciones de las ofensivas sovieticas. Entre otras se "tragó" la Operación Saturno y sobre todo, Bagration. La evalución de Gehlen de que la ofensiva principal sovietica en el verano de 1944 tendría lugar en Ucrania, debilitó decisivamente al GE Centro y contribuyó al derrumbe del frente alemán.
En definitiva, que hay pocas razones para calificar a Gehlen de brillante oficial de inteligencia, más bien, era un hombre claramente poco capacitado para desempeñar el puesto que ocupaba.
Saludos
Un inciso sobre un tema que se me quedó apartado, al hilo de un comentario de Gaspacher
Gaspacher escribió:Precisamente sorprende las malas relaciones de Hitler con el que posiblemente fuese el mejor de los jefes de espías de la guerra, Reinhard Gehlen.
¡¡¡Gehlen el mejor jefe de espias...!!! ... Más bien habría que decir el PEOR jefe de espías. Para exponerlo brevemente, Gehlen era el jefe del servicio de inteligencia militar dedicado a "Los ejércitos extranjeros orientales" (Fremde Heere Ost) encargado de evaluar la potencia y planes del Ejército Rojo así como sus intenciones operativas. Pues bien, para empezar Gehlen, que era un "espía" que debía estudiar los documentos y comunicaciones interceptadas a los sovieticos... no hablaba ruso (evidentemente tendría traductores, pero no es lo mismo que poder estudiar e interpretar la documentación de primera mano).
Pero es que, aparte de eso, Gehlen pocas veces dió una a derechas a la hora de valorar tanto el potencial como las intenciones de las ofensivas sovieticas. Entre otras se "tragó" la Operación Saturno y sobre todo, Bagration. La evalución de Gehlen de que la ofensiva principal sovietica en el verano de 1944 tendría lugar en Ucrania, debilitó decisivamente al GE Centro y contribuyó al derrumbe del frente alemán.
En definitiva, que hay pocas razones para calificar a Gehlen de brillante oficial de inteligencia, más bien, era un hombre claramente poco capacitado para desempeñar el puesto que ocupaba.
Saludos
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- Ubicación: Hoy en mañolandia, mañana ya veremos
Sé que no le tienes aprecio a Gehlen, yo en cambio si aprecio su labor, posiblemente oscurecida más por el desprecio que Hitler le daba a esta, que por la ineficacia del servicio de espionaje. Valga que también aprecio las Maskirovka desplegada por los soviéticos en Bagration en todo su esplendor, en este caso posiblemente aumentada por la reciente disolución del Abwehr, que sin duda afecto a la inteligencia germana. En cuanto a cargar Saturno sobre los hombros de un Tte. Coronel cuyas responsabilidades en el campo estaban empezando...
Hablar ruso le hubiese sido util sin duda, pero la labor del jefe de inteligencia no es estudiar personalmente los informes, ni tan siquiera evaluarlos, para eso estan los analistas, sino dirigir la organización. En su caso una organización que paso de disponer unos cientos de hombres a decenas de miles en muy poco tiempo.
PD ¿Cuantos idiomas habla el jefe del CNI o de la CIA?
PPD Algún día podemos entrar a fondo en el tema, seguid con el debate original que es muy interesante.
Hablar ruso le hubiese sido util sin duda, pero la labor del jefe de inteligencia no es estudiar personalmente los informes, ni tan siquiera evaluarlos, para eso estan los analistas, sino dirigir la organización. En su caso una organización que paso de disponer unos cientos de hombres a decenas de miles en muy poco tiempo.
PD ¿Cuantos idiomas habla el jefe del CNI o de la CIA?
PPD Algún día podemos entrar a fondo en el tema, seguid con el debate original que es muy interesante.
A todo hombre tarde o temprano le llega la muerte ¿Y cómo puede morir mejor un hombre que afrontando temibles opciones, defendiendo las cenizas de sus padres y los templos de sus dioses?" T. M.
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Gaspacher escribió:PPD Algún día podemos entrar a fondo en el tema, seguid con el debate original que es muy interesante.
Advierto que, hasta el fin de semana no creo que pueda empezar a tratar el "caso Kleist", sobretodo debido a que muy recientemente he hallado evidencia muy relevante para éste, sirviéndonos para contrastar algunas de las afirmaciones que en su día hizo en la entrevista de Léon Goldensohn, y que muy amablemente Alejandro ha traducido y posteado
Un saludo,
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Advierto que, hasta el fin de semana no creo que pueda empezar a tratar el "caso Kleist", sobretodo debido a que muy recientemente he hallado evidencia muy relevante para éste, sirviéndonos para contrastar algunas de las afirmaciones que en su día hizo en la entrevista de Léon Goldensohn, y que muy amablemente Alejandro ha traducido y posteado
No hay problema, ahí estaré al otro lado de la pantalla para leer los mensajes. En este debate estoy echando en falta un libro que tengo, titulado Hitler's generals, de Correlli Barnett.
Saludos.
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- Teniente
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Buenas.
Bien, empezaremos con el "caso Kleist"
Empezaré por sus honorarios. Como ya he dicho, los rangos de mariscal de campo y generaloberst disfrutaban del sabido suplemento salarial en negro que salía directamente de los fondos a disposición del Canciller Reich, es decir, el propio Adolf Hitler. Como detallé en un post anterior, los coroneles generales cobraban 24.000 RM anuales libres de impuestos, sumados a su salario legítimo de 24.000 RM - quedándoles retenido por Hacienda el 65% desde 1939- y un suplemento adicional "de guerra" legítimo de 270 RM mensuales.
Von Kleist fué ascendido a mariscal de campo el 1-II-1943, pasando a disfrutar del suplemento salarial ilegítimo de 48.000 RM anuales además del salario y suplemento "de guerra" legítimos correspondientes a su nuevo rango, 26.500 RM anuales y 300 RM mensuales respectivamente.
Pero a estos suculentos honorarios - recuérdese, el nuevo mariscal cada mes cobraba "en negro" unos honorarios 1,4 veces superiores al salario anual de un sargento mayor, a quién además Hacienda le retendría el 65% del mismo- se le suma el regalo que le hizo el propio Adolf en octubre de 1942. Éste consistía en una hacienda de 100 hectáreas en la Silesia, que Hitler compró por 192.300 RM y regaló a continuación a herr von Kleist. Dicha propiedad formaba parte de un hacienda mayor que el Estado alemán había confiscado a su anterior propietario judío. Por otra parte, por esas fechas - 9 de Septiembre y 23 de Octubre de 1942, exactamente- constan sendos comentarios en los Diarios de Goebbels respecto a que Hitler estaba convencido de la lealtad de von Kleist al propio Hitler (ver GODA, 2000: 436).
Por hoy, finalizaré mi primer post recordando un fragmento de la entrevista que L. Gondensohn hizo a von Kleist en 1946:
A la luz de lo detallado anteriormente, especialmente tras conocer el origen de la hacienda que von Kleist obtuvo en la Silesia, un servidor no sabe si el entonces generaloberst Paul Ludwig Ewald von Kleist era un cínico o se permitió gastar una broma macabra al psiquiatra mientras estaba recluido en la prisión de Nuremberg
Un saludo,
Bien, empezaremos con el "caso Kleist"
Empezaré por sus honorarios. Como ya he dicho, los rangos de mariscal de campo y generaloberst disfrutaban del sabido suplemento salarial en negro que salía directamente de los fondos a disposición del Canciller Reich, es decir, el propio Adolf Hitler. Como detallé en un post anterior, los coroneles generales cobraban 24.000 RM anuales libres de impuestos, sumados a su salario legítimo de 24.000 RM - quedándoles retenido por Hacienda el 65% desde 1939- y un suplemento adicional "de guerra" legítimo de 270 RM mensuales.
Von Kleist fué ascendido a mariscal de campo el 1-II-1943, pasando a disfrutar del suplemento salarial ilegítimo de 48.000 RM anuales además del salario y suplemento "de guerra" legítimos correspondientes a su nuevo rango, 26.500 RM anuales y 300 RM mensuales respectivamente.
Pero a estos suculentos honorarios - recuérdese, el nuevo mariscal cada mes cobraba "en negro" unos honorarios 1,4 veces superiores al salario anual de un sargento mayor, a quién además Hacienda le retendría el 65% del mismo- se le suma el regalo que le hizo el propio Adolf en octubre de 1942. Éste consistía en una hacienda de 100 hectáreas en la Silesia, que Hitler compró por 192.300 RM y regaló a continuación a herr von Kleist. Dicha propiedad formaba parte de un hacienda mayor que el Estado alemán había confiscado a su anterior propietario judío. Por otra parte, por esas fechas - 9 de Septiembre y 23 de Octubre de 1942, exactamente- constan sendos comentarios en los Diarios de Goebbels respecto a que Hitler estaba convencido de la lealtad de von Kleist al propio Hitler (ver GODA, 2000: 436).
Por hoy, finalizaré mi primer post recordando un fragmento de la entrevista que L. Gondensohn hizo a von Kleist en 1946:
En Silesia libramos una dura batalla contra los SS y SA. Nosotros la llamábamos de broma la Cuarta Guerra por Silesia. Tres de las guerras habían sido dirigidas por Federico el Grande y la otra por mí contra elementos de las SS y SA. Mi principal batalla era contra estas organizaciones del partido y sus métodos a la hora de intentar ganar control y poder.
(...)
En Silesia cuando alguien me pedía ayuda, sobre todo los judíos, intentaba hacer todo lo posible. En Breslau un abogado de la comunidad judía de la ciudad venía a verme a menudo y pedir ayuda
A la luz de lo detallado anteriormente, especialmente tras conocer el origen de la hacienda que von Kleist obtuvo en la Silesia, un servidor no sabe si el entonces generaloberst Paul Ludwig Ewald von Kleist era un cínico o se permitió gastar una broma macabra al psiquiatra mientras estaba recluido en la prisión de Nuremberg
Un saludo,
- Von Kleist
- General de Cuerpo de Ejército
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Buenas Shrike
No me metas mucha "caña" please...
En plan rápido, porque no dispongo de demasiado tiempo:
Creo que haces bien en poner las comillas en la expresión "en negro", porque al fin y al cabo, era un pago que salía de las arcas estatales y sobre el que el mismo estado establecía una exención fiscal. Por tanto, si el pago era conforme a la leyes alemanas, no veo donde está el inconveniente, sobre todo, teniendo en cuenta que no era privativo de Kleist. Como dices, era un pago extensivo a todos los altos oficiales del Heer.
Estamos en lo mismo. ¿Desde cuando es ilícito aceptar una donación del jefe de estado de un país?. Sobre todo teniendo en cuenta que se hacía a posteriori de la prestación de unos distinguidos servicios militares a la nación a lo largo de varios años. Por otra parte, dudo mucho de que Hitler informara a Kleist del origen de las tierras y de como estas habían sido obtenidas del anterior propietario.
Bueno, por ahora es todo, un saludo amigo Shrike.
No me metas mucha "caña" please...
En plan rápido, porque no dispongo de demasiado tiempo:
,Pero a estos suculentos honorarios - recuérdese, el nuevo mariscal cada mes cobraba "en negro" unos honorarios 1,4 veces superiores al salario anual de un sargento mayor
Creo que haces bien en poner las comillas en la expresión "en negro", porque al fin y al cabo, era un pago que salía de las arcas estatales y sobre el que el mismo estado establecía una exención fiscal. Por tanto, si el pago era conforme a la leyes alemanas, no veo donde está el inconveniente, sobre todo, teniendo en cuenta que no era privativo de Kleist. Como dices, era un pago extensivo a todos los altos oficiales del Heer.
a quién además Hacienda le retendría el 65% del mismo- se le suma el regalo que le hizo el propio Adolf en octubre de 1942. Éste consistía en una hacienda de 100 hectáreas en la Silesia, que Hitler compró por 192.300 RM y regaló a continuación a herr von Kleist.
Estamos en lo mismo. ¿Desde cuando es ilícito aceptar una donación del jefe de estado de un país?. Sobre todo teniendo en cuenta que se hacía a posteriori de la prestación de unos distinguidos servicios militares a la nación a lo largo de varios años. Por otra parte, dudo mucho de que Hitler informara a Kleist del origen de las tierras y de como estas habían sido obtenidas del anterior propietario.
Bueno, por ahora es todo, un saludo amigo Shrike.
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- Teniente
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Von Kleist escribió:,Pero a estos suculentos honorarios - recuérdese, el nuevo mariscal cada mes cobraba "en negro" unos honorarios 1,4 veces superiores al salario anual de un sargento mayor
Creo que haces bien en poner las comillas en la expresión "en negro", porque al fin y al cabo, era un pago que salía de las arcas estatales y sobre el que el mismo estado establecía una exención fiscal. Por tanto, si el pago era conforme a la leyes alemanas, no veo donde está el inconveniente, sobre todo, teniendo en cuenta que no era privativo de Kleist. Como dices, era un pago extensivo a todos los altos oficiales del Heer.
Tajantemente, no. Dicho dinero era discrecional y no estaba sujeto a ninguna normativa legal o reglamento, no estaba presupuestado en las cuentas del Ministerio de Finanzas del Reich ni, como pensaba exponer en futuros posts, no todos los coroneles generales los cobraron - hubo alguna excepción muy notable e interesante, ya que nos indicaría cuál era la intencionalidad real de los mismos.
Un caso similar y más o menos reciente lo tendríamos en el caso de los regalos, tanto en joyas como en metálico, a ciertos miembros del Gobierno de Felipe González como de diversos estamentos policiales relacionados con el GAL y que se hacían a cuenta de los famosos "Fondos Reservados". En esto caso, también eran claramente discrecionales, al margen de toda normativa legal o reglamento ni estaban presupuestados como tales en los Presupuestos Generales del Estado.
Por otra parte, en un post anterior comparaste el ennoblecimiento de Montgomery, como vizconde de El Alamein después de 1945, con los sobornos sistemáticos cobrados por la mayoría de integrantes de las escalas más altas de la Wehrmacht. Basta un somero análisis para darse cuenta que dicha comparación no tiene base alguna, al no ser lo mismo recibir un título nobiliario, de evidente carácter honorífico y sin ninguna otra atribución, que cobrar en dinero negro fortunas - en RM- y ser el beneficiario de costosísimas propiedades campestres al margen de toda legislación. Y eso sin hablar que la intencionalidad de un regalo y otros son manifiestamente distintas: el de Montgomery servía para honrar un comandante exitoso, los otros para comprar silencios y fidelidades.
Finalmente, ya he hablado en anteriores posts que de estas "donaciones" ninguno de sus beneficiarios dice "ni mu" en sus Memorias de postguerra, y cabe preguntarse el porque. Si dichos regalos eran legítimos, ¿por qué callar? Quizás, situándolo todo en su contexto, no sea aventurado llegar a la conclusión que no tenían nada de legítimos. Una muestra la tenemos en el ya citado el Diario del capitán Hermann Kaiser, uno de los conspiradores del atentado del 20-VII-1944 y hasta entonces admirador de Guderian, que al saber de la concesión de la hacienda de Deipenhof a Guderian, escribió (citado en GODA, 2000: 451):
El asuntillo [de la hacienda de Guderian] en [el] Warthegau me resulta muy vergonzoso.
Y el 6-IV-1943, al saber de los cheques de cumpleaños cobrados por von Kluge y von Runstedt, escribió (ibíd.):
¡Comparémoslos con Scharnhorst o Gneisenau y constataremos las diferencias con el oficial de hoy! (...) Ninguno de estos hombres tiene algo de personalidad, sólo se preocupan de sus intereses... ¿Qué tipo de hombres son?
Está claro que no estaban muy bien vistas estas prácticas entre sus contemporáneos.
Un saludo,
- Lucas de Escola
- Capitán
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@Shrike
Llevo varios días disfrutando de tus argumentos, muy elaborados y desde luego, documentados. Que las atrocidades nazis pudieron llevarse a cabo con la colaboración necesaria del ejército alemán creo que es un hecho indiscutible. Pero creo también que el razonamiento "si no es antinazi, es que es nazi" y viceversa, es equivocado.
Y es que, precisamente, ha sido, y es, el inmovilismo, la indeterminación y el sentirse superado por los acontecimientos lo que más estragos sociales y políticos ha causado en determinados periodos de la historia.
Opino que entre los altos mandos alemanes, su oficialidad, lo que más abundaba eran los que no eran "ni lo uno ni lo otro". ¿La razones para hacer lo que hacían? Seguro que serían varias, pero la que seguro que no faltaba era "el miedo". Y no estoy diciendo que estos oficiales, los que interiormente sabían de la extralimitación, la atrocidad, la imprudencia, el desmán nazi, fueran unos cobardes, entre otras cosas porque la gran mayoría eran combatientes activos, pero reconozcamos que "hacerse el valiente", alzarse y declararse como opositor ante un régimen tiránico, despótico y asesino exige un grado de valor que en los países democráticos no resulta necesario. Ser valiente y arriesgar la vida propia no es lo mismo que hacerse el valiente y arriesgar el bienestar y las vidas ajenas de tus allegados: padres, madres, esposas, hijos... Eso ya es otro cantar. Un buen ejemplo lo tienes en el propio Rommel, al que bastó que le garantizasen la vida y salud de su mujer y su hijo para que aceptase cualquier cosa que quisiesen hacer con él. Empatiza un poco y verás como te muestras más indulgente en algunos razonamientos a pesar de lo que puedan sugerir algunos datos por muy fidedignos que sean.
¿Que Kleist, Guderian, Rommel y muchos otros aceptaban las dádivas de Hitler? Pues, seguro que sí. ¿Porque eran nazis? Pues, no forzosamente.¿Que cumplían con las órdenes que les dictaba? Pues, sí; las cumplían incluso cuando las sabían equivocadas. ¿Porque eran nazis convencidos? Pues, puede que inicialmente, y hasta que el nazismo presentó su verdadero rostro, pero no después de un par de años de guerra. Y es que, a pesar de aceptar esos privilegios, eso no los convierte en nazis, que es algo muy concreto y que no puede decirse de otros altos mandos alemanes como Göering, Goebbels, Himmler, Hess..., etc.
Llevo varios días disfrutando de tus argumentos, muy elaborados y desde luego, documentados. Que las atrocidades nazis pudieron llevarse a cabo con la colaboración necesaria del ejército alemán creo que es un hecho indiscutible. Pero creo también que el razonamiento "si no es antinazi, es que es nazi" y viceversa, es equivocado.
Y es que, precisamente, ha sido, y es, el inmovilismo, la indeterminación y el sentirse superado por los acontecimientos lo que más estragos sociales y políticos ha causado en determinados periodos de la historia.
Opino que entre los altos mandos alemanes, su oficialidad, lo que más abundaba eran los que no eran "ni lo uno ni lo otro". ¿La razones para hacer lo que hacían? Seguro que serían varias, pero la que seguro que no faltaba era "el miedo". Y no estoy diciendo que estos oficiales, los que interiormente sabían de la extralimitación, la atrocidad, la imprudencia, el desmán nazi, fueran unos cobardes, entre otras cosas porque la gran mayoría eran combatientes activos, pero reconozcamos que "hacerse el valiente", alzarse y declararse como opositor ante un régimen tiránico, despótico y asesino exige un grado de valor que en los países democráticos no resulta necesario. Ser valiente y arriesgar la vida propia no es lo mismo que hacerse el valiente y arriesgar el bienestar y las vidas ajenas de tus allegados: padres, madres, esposas, hijos... Eso ya es otro cantar. Un buen ejemplo lo tienes en el propio Rommel, al que bastó que le garantizasen la vida y salud de su mujer y su hijo para que aceptase cualquier cosa que quisiesen hacer con él. Empatiza un poco y verás como te muestras más indulgente en algunos razonamientos a pesar de lo que puedan sugerir algunos datos por muy fidedignos que sean.
¿Que Kleist, Guderian, Rommel y muchos otros aceptaban las dádivas de Hitler? Pues, seguro que sí. ¿Porque eran nazis? Pues, no forzosamente.¿Que cumplían con las órdenes que les dictaba? Pues, sí; las cumplían incluso cuando las sabían equivocadas. ¿Porque eran nazis convencidos? Pues, puede que inicialmente, y hasta que el nazismo presentó su verdadero rostro, pero no después de un par de años de guerra. Y es que, a pesar de aceptar esos privilegios, eso no los convierte en nazis, que es algo muy concreto y que no puede decirse de otros altos mandos alemanes como Göering, Goebbels, Himmler, Hess..., etc.
Un plan que no puede modificarse, no es un buen plan.
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Estimado Lucas de Escola,
En tu post tocas uno de los puntos sensibles a donde quiero llegar en este hilo de discusión. Exactamente, cuando argumentas que - las negritas son mías:
Pues yo afirmo que ese riesgo por sus vidas no existía, en el caso concreto de los mariscales y coroneles generales, al menos antes del atentado del 20-VII-1944. Después de este hecho, Hitler se aseguró que la Wehrmacht no supusiese nunca más una amenaza, real o imaginaria, en contra de su persona, eliminando físicamente o encarcelando a todos aquellos que hubiesen tenido algún grado de participación en dicha conspiración.
Pero, ¿antes? El único general de alto rango asesinado había sido Kurt von Schleicher en la llamada Noche de los Cuchillos Largos (30-VI-1934), y en ese entonces su figura era más de carácter político que otra cosa y quedaba ya muy lejos, en el pasado. Ninguno de los generales de alto rango entonces reticentes o con suficiente personalidad política para no someterse a Hitler - como Beck, von Blomberg o Fritsch- fué asesinado o encarcelado, sólo se vieron forzados al retiro. Lo mismo vale para von Brauchitsch, Halder y otros.
En cambio, lo que sí arriesgaban inmediatamente era su (alto) estatus actualmente alcanzado, su bienestar o el honor del cargo y el poder que iban aparejados al mismo. Ese chorro de dinero que les permitía a ellos y a sus familias vivir sin estrecheces, lujosamente incluso; esa realización de sus sueños de cuando eran jóvenes oficiales de llegar a encabezar los ejércitos de su país. Esto esperaba exponerlo cuando trate del caso del coronel general Johannes Blaskowitz, figura con la que vienen aparejadas algunas circunstancias muy poco conocidas.
Por otra parte, la imagen típica del régimen de terror nazi que atemorizaba a todo el mundo es un mero estereotipo que no se corresponde con toda la realidad. Si no eras judío, gitano, homosexual o un opositor activo - con algo más que palabras pronunciadas en la intimidad-, un alemán podía alcanzar un bienestar nada desdeñable; era sobre las categorías anteriormente enunciadas quiénes caía casi en exclusiva todo el peso del terror nazi. En ese sentido, recomendaría No sólo Hitler, de Robert Gellately (ver referencia al final). Dicho autor expone de forma brillante el grado de consenso favorable existente alrededor de Hitler entre los alemanes antes de 1945.
Y lo que resulta especialmente distorsionador, casi enervante, es la imagen interesada que los alemanes, tanto del Este como del Oeste, crearon respecto a su vivencias con el III Reich, siendo las Memorias de generales y mariscales los máximos exponentes de este enmascaramiento. Según esa imagen, casi nadie era nazi y todos sólo estaban paralizados por el terror, callando que se habían alegrado con las victorias del III Reich y que habían recibido con alegría o indiferencia las leyes raciales de Nuremberg - total, "a ellos no les afectaba"; donde sus mariscales y generales pelearon sólo por Alemania, no para satisfacer sus fobias políticas y raciales o su ambición en riquezas y/o honores.
Esta imagen se creó y vendió a partir de 1945, en parte, para desviar las ira justiciera de sus víctimas y exenemigos; y en parte, también, para alejar el peso asfixiante de la vergüenza para que, a continuación, poder seguir con sus vidas. Yo no odio ni tengo ninguna manía contra los alemanes por el mero de ser alemanes, ni encuentro ningún placer especial en sacar a la luz sus miserias históricas. Sólo trato de restituir lo que realmente sucedió, ya que creo firmemente que un Presente y Futuro sanos no pueden basarse en una imagen falsa o tópica y poco rigurosa del Pasado, por muy cómoda y placentera que pueda resultar esta para las fobias y simpatías, los prejuicios en definitiva, de cada uno de nosotros.
GELLATELY, Robert (2002). No sólo Hitler. La Alemania nazi entre la coacción y el consenso, Crítica, Barcelona. 441 páginas. [Trad. Teófilo de Lozoya, título original Backing Hitler. Consent and Coercion in Nazi Germany, Oxford University Press, Oxford- Londres- Nueva York (2001).]
Un saludo,
En tu post tocas uno de los puntos sensibles a donde quiero llegar en este hilo de discusión. Exactamente, cuando argumentas que - las negritas son mías:
Seguro que serían varias, pero la que seguro que no faltaba era "el miedo". Y no estoy diciendo que estos oficiales, los que interiormente sabían de la extralimitación, la atrocidad, la imprudencia, el desmán nazi, fueran unos cobardes, entre otras cosas porque la gran mayoría eran combatientes activos, pero reconozcamos que "hacerse el valiente", alzarse y declararse como opositor ante un régimen tiránico, despótico y asesino exige un grado de valor que en los países democráticos no resulta necesario. Ser valiente y arriesgar la vida propia no es lo mismo que hacerse el valiente y arriesgar el bienestar y las vidas ajenas de tus allegados: padres, madres, esposas, hijos... Eso ya es otro cantar. Un buen ejemplo lo tienes en el propio Rommel, al que bastó que le garantizasen la vida y salud de su mujer y su hijo para que aceptase cualquier cosa que quisiesen hacer con él. Empatiza un poco y verás como te muestras más indulgente en algunos razonamientos a pesar de lo que puedan sugerir algunos datos por muy fidedignos que sean.
Pues yo afirmo que ese riesgo por sus vidas no existía, en el caso concreto de los mariscales y coroneles generales, al menos antes del atentado del 20-VII-1944. Después de este hecho, Hitler se aseguró que la Wehrmacht no supusiese nunca más una amenaza, real o imaginaria, en contra de su persona, eliminando físicamente o encarcelando a todos aquellos que hubiesen tenido algún grado de participación en dicha conspiración.
Pero, ¿antes? El único general de alto rango asesinado había sido Kurt von Schleicher en la llamada Noche de los Cuchillos Largos (30-VI-1934), y en ese entonces su figura era más de carácter político que otra cosa y quedaba ya muy lejos, en el pasado. Ninguno de los generales de alto rango entonces reticentes o con suficiente personalidad política para no someterse a Hitler - como Beck, von Blomberg o Fritsch- fué asesinado o encarcelado, sólo se vieron forzados al retiro. Lo mismo vale para von Brauchitsch, Halder y otros.
En cambio, lo que sí arriesgaban inmediatamente era su (alto) estatus actualmente alcanzado, su bienestar o el honor del cargo y el poder que iban aparejados al mismo. Ese chorro de dinero que les permitía a ellos y a sus familias vivir sin estrecheces, lujosamente incluso; esa realización de sus sueños de cuando eran jóvenes oficiales de llegar a encabezar los ejércitos de su país. Esto esperaba exponerlo cuando trate del caso del coronel general Johannes Blaskowitz, figura con la que vienen aparejadas algunas circunstancias muy poco conocidas.
Por otra parte, la imagen típica del régimen de terror nazi que atemorizaba a todo el mundo es un mero estereotipo que no se corresponde con toda la realidad. Si no eras judío, gitano, homosexual o un opositor activo - con algo más que palabras pronunciadas en la intimidad-, un alemán podía alcanzar un bienestar nada desdeñable; era sobre las categorías anteriormente enunciadas quiénes caía casi en exclusiva todo el peso del terror nazi. En ese sentido, recomendaría No sólo Hitler, de Robert Gellately (ver referencia al final). Dicho autor expone de forma brillante el grado de consenso favorable existente alrededor de Hitler entre los alemanes antes de 1945.
Y lo que resulta especialmente distorsionador, casi enervante, es la imagen interesada que los alemanes, tanto del Este como del Oeste, crearon respecto a su vivencias con el III Reich, siendo las Memorias de generales y mariscales los máximos exponentes de este enmascaramiento. Según esa imagen, casi nadie era nazi y todos sólo estaban paralizados por el terror, callando que se habían alegrado con las victorias del III Reich y que habían recibido con alegría o indiferencia las leyes raciales de Nuremberg - total, "a ellos no les afectaba"; donde sus mariscales y generales pelearon sólo por Alemania, no para satisfacer sus fobias políticas y raciales o su ambición en riquezas y/o honores.
Esta imagen se creó y vendió a partir de 1945, en parte, para desviar las ira justiciera de sus víctimas y exenemigos; y en parte, también, para alejar el peso asfixiante de la vergüenza para que, a continuación, poder seguir con sus vidas. Yo no odio ni tengo ninguna manía contra los alemanes por el mero de ser alemanes, ni encuentro ningún placer especial en sacar a la luz sus miserias históricas. Sólo trato de restituir lo que realmente sucedió, ya que creo firmemente que un Presente y Futuro sanos no pueden basarse en una imagen falsa o tópica y poco rigurosa del Pasado, por muy cómoda y placentera que pueda resultar esta para las fobias y simpatías, los prejuicios en definitiva, de cada uno de nosotros.
GELLATELY, Robert (2002). No sólo Hitler. La Alemania nazi entre la coacción y el consenso, Crítica, Barcelona. 441 páginas. [Trad. Teófilo de Lozoya, título original Backing Hitler. Consent and Coercion in Nazi Germany, Oxford University Press, Oxford- Londres- Nueva York (2001).]
Un saludo,
- Lucas de Escola
- Capitán
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Shrike, pero si el caso es que estoy plenamente deacuerdo con casi todo lo que dices. Pero, es que, cuando argumentas...:
"En cambio, lo que sí arriesgaban inmediatamente era su (alto) estatus actualmente alcanzado, su bienestar o el honor del cargo y el poder que iban aparejados al mismo."
... me estás dando la razón. Eso no los convierte en nazis, que como ya expuse, es algo muy concreto. Los convierte en hombres temerosos de su futuro; el suyo y el de las familias que dependían de él. Algo que, por cierto, no necesita de un esfuerzo especial al imaginarlo, porque lo podemos ver muchas veces repetido a lo largo de la historia de otros conflictos e, incluso, y a menor escala, en nuestra vida diaria.
Por lo demás, coincido contigo en todo lo demás. Entre otras cosas, porque ese temor no les exime de sus responsabilidades. Y lo mismo digo de aquella población alemana que parecía tener los ojos y oídos cerrados a lo que no querían ver ni oír. Y, otro ejemplo, lo mismo de la holandesa, sin cuya colaboración es impensable que los alemanes hubiesen deportado a, si no recuerdo mal, el 80% de los judios holandeses. Y podríamos seguir...
Pero es que la historia de quíen era nazi o no, exige analizar también los matices, leer entre líneas... Desde luego, que Kleist o Guderian, o algún otro, no reconozca en sus declaraciones que obedeció muchas órdenes exclusivamente por miedo, no me impide pensar, a la vista de otros datos, que, en realidad, así fue.
Datos y documentos sobre sus filiaciones al Partido Nacional Socialista (esto con matices); documentos que revelen acciones directas contra judios o claras aportaciones en reuniones donde se decidía el funesto futuro de estos; informes que demuestren actos criminales que puedan considerarse ajenos a la guerra... Esto es lo que, a mi entender, falta en tus argumentos para determinar quién era realmente nazi o no.
"En cambio, lo que sí arriesgaban inmediatamente era su (alto) estatus actualmente alcanzado, su bienestar o el honor del cargo y el poder que iban aparejados al mismo."
... me estás dando la razón. Eso no los convierte en nazis, que como ya expuse, es algo muy concreto. Los convierte en hombres temerosos de su futuro; el suyo y el de las familias que dependían de él. Algo que, por cierto, no necesita de un esfuerzo especial al imaginarlo, porque lo podemos ver muchas veces repetido a lo largo de la historia de otros conflictos e, incluso, y a menor escala, en nuestra vida diaria.
Por lo demás, coincido contigo en todo lo demás. Entre otras cosas, porque ese temor no les exime de sus responsabilidades. Y lo mismo digo de aquella población alemana que parecía tener los ojos y oídos cerrados a lo que no querían ver ni oír. Y, otro ejemplo, lo mismo de la holandesa, sin cuya colaboración es impensable que los alemanes hubiesen deportado a, si no recuerdo mal, el 80% de los judios holandeses. Y podríamos seguir...
Pero es que la historia de quíen era nazi o no, exige analizar también los matices, leer entre líneas... Desde luego, que Kleist o Guderian, o algún otro, no reconozca en sus declaraciones que obedeció muchas órdenes exclusivamente por miedo, no me impide pensar, a la vista de otros datos, que, en realidad, así fue.
Datos y documentos sobre sus filiaciones al Partido Nacional Socialista (esto con matices); documentos que revelen acciones directas contra judios o claras aportaciones en reuniones donde se decidía el funesto futuro de estos; informes que demuestren actos criminales que puedan considerarse ajenos a la guerra... Esto es lo que, a mi entender, falta en tus argumentos para determinar quién era realmente nazi o no.
Un plan que no puede modificarse, no es un buen plan.
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- Teniente
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Lucas de Escola escribió:
Pero es que la historia de quíen era nazi o no, exige analizar también los matices, leer entre líneas... Desde luego, que Kleist o Guderian, o algún otro, no reconozca en sus declaraciones que obedeció muchas órdenes exclusivamente por miedo, no me impide pensar, a la vista de otros datos, que, en realidad, así fue.
Datos y documentos sobre sus filiaciones al Partido Nacional Socialista (esto con matices); documentos que revelen acciones directas contra judios o claras aportaciones en reuniones donde se decidía el funesto futuro de estos; informes que demuestren actos criminales que puedan considerarse ajenos a la guerra... Esto es lo que, a mi entender, falta en tus argumentos para determinar quién era realmente nazi o no.
Me temo que has entendido algo que yo no he querido afirmar Yo no afirmo que todos los mariscales y coroneles generales de la Wehrmacht fuesen nazis, si no que la inmensa mayoría fueron cómplices, ya fuese por ser nazi o por otros motivos, de la política criminal del III Reich, en contra de la versión que vendieron en el periodo post-1945.
Por ejemplo, yo estoy convencido de que Guderian era nazi pero, en cambio, von Kleist no lo era, aunque sí responsable de hechos y actitudes hacia la dictadura nazi y su Führer que luego trató de ocultar y/o enmascarar en su entrevista con L. Gondensohn en 1946.
Para ser un criminal o un cómplice al servicio del III Reich no se requiere de la condición de ser de ideología nazi y/o tener carné del NSDAP.
Por otro lado, mi anterior post quería matizar notoriamente tu afirmación de que su "miedo" era también por sus vidas - como suele creer de forma inexacta mucha gente-, cosa que no sería cierta en Alemania antes de Julio de 1944 si no eras judío, gitano, homosexual o un opositor notorio y público.
Un saludo,
- Von Kleist
- General de Cuerpo de Ejército
- Mensajes: 8241
- Registrado: 18 Dic 2003, 20:01
Buenas Shrike
Creo que en ese punto hay distinguir moralidad (o ética) y legalidad. Como comentaba algunos post atras, las enmiendas a la constitución de la República de Weimar introducidas por el gobierno de Hitler en 1933 le concedían a este plenos poderes, no solo para legislar sin contar con el parlamento, sino también para tomar decisiones ejecutivas unilaterales. Que las donaciones a los generales fueran a cargo de fondos reservados, es poco relevante, a estos efectos. Formalmente, eran legales, puesto que emanaban del poder máximo de la nación, que estaba legalmente habilitado para tomar esas decisiones. Aunque repito, la moralidad de las mismas sea bastante cuestionable, por supuesto. Legalidad no significa moralidad, ni vicecersa.
Múltiples razones: el que se trataran de hechos privados más que militares, la necesidad de marcar distancias con el régimen nazi; y también, supongo, estaba la cuestión de no dar apariencias de haberse "vendido" a Hitler. Pero te concedo el punto de que lo correcto moralmente habría sido rechazar tales donaciones, y ha sido una ingrata sorpresa saber que Von Kleist la aceptó, cuando otros, como por ejemplo, Rommel, habían rechazado donaciones de ese tipo.
Saludos
Tajantemente, no. Dicho dinero era discrecional y no estaba sujeto a ninguna normativa legal o reglamento, no estaba presupuestado en las cuentas del Ministerio de Finanzas del Reich ni, como pensaba exponer en futuros posts, no todos los coroneles generales los cobraron - hubo alguna excepción muy notable e interesante, ya que nos indicaría cuál era la intencionalidad real de los mismos.
Creo que en ese punto hay distinguir moralidad (o ética) y legalidad. Como comentaba algunos post atras, las enmiendas a la constitución de la República de Weimar introducidas por el gobierno de Hitler en 1933 le concedían a este plenos poderes, no solo para legislar sin contar con el parlamento, sino también para tomar decisiones ejecutivas unilaterales. Que las donaciones a los generales fueran a cargo de fondos reservados, es poco relevante, a estos efectos. Formalmente, eran legales, puesto que emanaban del poder máximo de la nación, que estaba legalmente habilitado para tomar esas decisiones. Aunque repito, la moralidad de las mismas sea bastante cuestionable, por supuesto. Legalidad no significa moralidad, ni vicecersa.
Finalmente, ya he hablado en anteriores posts que de estas "donaciones" ninguno de sus beneficiarios dice "ni mu" en sus Memorias de postguerra, y cabe preguntarse el porque.
Múltiples razones: el que se trataran de hechos privados más que militares, la necesidad de marcar distancias con el régimen nazi; y también, supongo, estaba la cuestión de no dar apariencias de haberse "vendido" a Hitler. Pero te concedo el punto de que lo correcto moralmente habría sido rechazar tales donaciones, y ha sido una ingrata sorpresa saber que Von Kleist la aceptó, cuando otros, como por ejemplo, Rommel, habían rechazado donaciones de ese tipo.
Saludos
- Lucas de Escola
- Capitán
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- Registrado: 04 Ago 2010, 00:27
Yo no afirmo que todos los mariscales y coroneles generales de la Wehrmacht fuesen nazis, si no que la inmensa mayoría fueron cómplices, ya fuese por ser nazi o por otros motivos, de la política criminal del III Reich, en contra de la versión que vendieron en el periodo post-1945.
Plenamente deacuerdo, Shrike. Y entre esos "otros motivos" está la condición humana, que no sólo sirve para explicar actos de indudable valor, sino para todo lo contrario. Y que es lo que he echado en falta en algunos de tus argumentos y valoraciones.
Un Saludo.
Un plan que no puede modificarse, no es un buen plan.
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