El Visitante. Historia Alternativa de la Segunda Guerra Mund
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El Visitante. Historia Alternativa de la Segunda Guerra Mund
Tarea sencilla
El mismo día
—Maximilian, el Doctor Wagner quiere hablar contigo. Quiere que vayas a su casa en cuanto puedas.
—Voy en seguida.
Maximilian Meister recorrió las vacías calles jerosolimitanas. Apenas había viandantes, y continuamente se encontraba con patrullas de soldados o de policías que le exigían su identificación. Pero al menos ya no se oían disparos y recorrer Jerusalén volvía a ser casi seguro. Sin sufrir mayores inconvenientes que un par de comprobaciones de identidad, llegó a la calle Levinsky, donde buscó una casa que desentonaba con el resto, ya que parecía extraída de una postal bávara. Tras llamar a la puerta fue conducido al despacho del doctor Gotthilf Wagner, líder de la comunidad templaria de Jerusalén.
—Siéntate, Maximilian ¿Cómo te van las cosas?
—Ya sabes que mal. Aun no me he recuperado de lo que me robaron esos ladrones malnacidos —al iniciarse la guerra los ingleses habían internado a los alemanes, y las propiedades de los templarios habían sido saqueadas. Había desaparecido todo lo que no estuviese firmemente atornillado al suelo, e incluso habían arrancado las tuberías de las paredes. Meister se ganaba la vida conduciendo una furgoneta de reparto de leche, pero cuando pudo volver a su casa solo encontró el chasis del vehículo: se habían llevado hasta las puertas. No tenía dinero para repararlo, pero aunque lo hubiese tenido la vaquería alemana también había sido saqueada. La empresa judía Halebé se había apropiado de su clientela y no contrataba a los templarios, famosos por sus inclinaciones pronazis.
—No sabes cuánto lo lamento. Pero tengo un trabajo con el que podrás recuperarte ¿Tú sabes conducir un camión, verdad?
—Claro que sí. Me ganaba la vida así.
—Pues de eso se trata ¿Te interesa volver a trabajar como camionero?
—Si está bien pagado, desde luego.
—Pues preséntate en esta dirección —le dijo entregándole un papelito.
—¿Cuándo?
—Ahora mismo si puedes.
El mismo día
—Maximilian, el Doctor Wagner quiere hablar contigo. Quiere que vayas a su casa en cuanto puedas.
—Voy en seguida.
Maximilian Meister recorrió las vacías calles jerosolimitanas. Apenas había viandantes, y continuamente se encontraba con patrullas de soldados o de policías que le exigían su identificación. Pero al menos ya no se oían disparos y recorrer Jerusalén volvía a ser casi seguro. Sin sufrir mayores inconvenientes que un par de comprobaciones de identidad, llegó a la calle Levinsky, donde buscó una casa que desentonaba con el resto, ya que parecía extraída de una postal bávara. Tras llamar a la puerta fue conducido al despacho del doctor Gotthilf Wagner, líder de la comunidad templaria de Jerusalén.
—Siéntate, Maximilian ¿Cómo te van las cosas?
—Ya sabes que mal. Aun no me he recuperado de lo que me robaron esos ladrones malnacidos —al iniciarse la guerra los ingleses habían internado a los alemanes, y las propiedades de los templarios habían sido saqueadas. Había desaparecido todo lo que no estuviese firmemente atornillado al suelo, e incluso habían arrancado las tuberías de las paredes. Meister se ganaba la vida conduciendo una furgoneta de reparto de leche, pero cuando pudo volver a su casa solo encontró el chasis del vehículo: se habían llevado hasta las puertas. No tenía dinero para repararlo, pero aunque lo hubiese tenido la vaquería alemana también había sido saqueada. La empresa judía Halebé se había apropiado de su clientela y no contrataba a los templarios, famosos por sus inclinaciones pronazis.
—No sabes cuánto lo lamento. Pero tengo un trabajo con el que podrás recuperarte ¿Tú sabes conducir un camión, verdad?
—Claro que sí. Me ganaba la vida así.
—Pues de eso se trata ¿Te interesa volver a trabajar como camionero?
—Si está bien pagado, desde luego.
—Pues preséntate en esta dirección —le dijo entregándole un papelito.
—¿Cuándo?
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Valoración
El mismo día
—Gracias por recibirme, Statthalter.
Al mariscal no le intimidaban los jerarcas nazis, pero tuvo que reconocer que en la sala estaba presente lo más granado del Reich. Acompañaban a Goering el ministro de Territorios Ocupados Seyss-Inquart, el de Asuntos Exteriores Von Papen, el jefe del ejército, el mariscal Beck, el coronel general Halder, que había vuelto al puesto de jefe del Estado Mayor, e incluso se sorprendió al volver a ver al general Schellenberg, jefe de los Servicios Secretos.
—Mariscal, he estado revisando… um... sus planes para la invasión de la Unión Soviética— dijo Goering—. He de reconocer que su visión me ha parecido interesante. Pero hay algunos puntos que creo que conviene revisar.
—Lo que ordene su excelencia —respondió el mariscal.
—Gracias. En primer lugar, me sorprende que recomiende retrasar el ataque hasta la próxima primavera. Estamos en Julio. Podríamos iniciar la ofensiva en tres semanas, y estaríamos en Moscú en Octubre ¿Por qué dar un año a Stalin para prepararse?
Von Manstein intentó que su voz no mostrase la desilusión que sufrió con la pregunta. Esperaba que Goering tuviese más sentido militar, o al menos que lo tuviesen en el OKW.
—Statthalter, siento tener que insistir en ello. En primer lugar, no podríamos lanzar una ofensiva en tres semanas. Precisamos como mínimo tres meses de preparativos.
—¿Tanto se necesita para aniquilar a esos esos subombres? —dijo Seyss-Inquart.
—Le ruego que me disculpe, Statthalter, pero el ministro debe haber olvidado su servicio en Rusia durante la Gran Guerra. Yo compartí con él el honor de luchar por Alemania en ese frente —miró al ministro, que asintió con una sonrisa— y si un recuerdo tengo de esos años fue el del valor del soldado ruso. Estaba pésimamente mandado, apenas tenía armas, pero luchaba hasta el final.
—Mariscal, la raza alemana es infinitamente superior a… —respondió Seyss-Inquart, pero Goering lo interrumpió con un gesto: no deseaba una discusión ideológica.
—Como le decía —siguió Von Manstein—, no podemos contar con la falta de valor del ejército ruso. No tengo dudas respecto a la victoria final para Alemania, pero sería una campaña larga y costosa, y Alemania no puede permitirse una guerra prolongada. Creo no equivocarme al decir que el presidente norteamericano, Roosevelt, está esperando la primera ocasión para lanzarse sobre nosotros.
—Mariscal, le ruego que no divague ¿Usted no recomienda atacar este verano? —dijo Goering.
—Le pido perdón, Statthalter. No creo que sea factible lanzar una ofensiva con garantías. El segundo motivo por el que recomiendo retrasar la ofensiva es que la distancia que hay hasta Moscú impedirá que lleguemos antes que comiencen las lluvias y se enfangue el terreno. El ministro Seyss-Inquart también recordará como en otoño las carreteras polacas se convertían en un cenagal, y las rusas son peores. Luego llegará el invierno, con temperaturas que hacen temblar incluso a los alemanes del Báltico. Entre el barro del otoño y el frío del infierno nuestra ofensiva tendrá que detenerse, y dejará a Stalin recuperarse del golpe inicial, lo que nos puede llevar a una guerra prolongada. Atacar este verano significa que la primavera próxima aun estaremos combatiendo en Rusia. Por ello considero que es mejor esperar y que mientras nos preparemos adecuadamente.
Goering meditó un rato y respondió—. No me gusta pero me fío de su criterio. Esperaremos a la primavera.
El mismo día
—Gracias por recibirme, Statthalter.
Al mariscal no le intimidaban los jerarcas nazis, pero tuvo que reconocer que en la sala estaba presente lo más granado del Reich. Acompañaban a Goering el ministro de Territorios Ocupados Seyss-Inquart, el de Asuntos Exteriores Von Papen, el jefe del ejército, el mariscal Beck, el coronel general Halder, que había vuelto al puesto de jefe del Estado Mayor, e incluso se sorprendió al volver a ver al general Schellenberg, jefe de los Servicios Secretos.
—Mariscal, he estado revisando… um... sus planes para la invasión de la Unión Soviética— dijo Goering—. He de reconocer que su visión me ha parecido interesante. Pero hay algunos puntos que creo que conviene revisar.
—Lo que ordene su excelencia —respondió el mariscal.
—Gracias. En primer lugar, me sorprende que recomiende retrasar el ataque hasta la próxima primavera. Estamos en Julio. Podríamos iniciar la ofensiva en tres semanas, y estaríamos en Moscú en Octubre ¿Por qué dar un año a Stalin para prepararse?
Von Manstein intentó que su voz no mostrase la desilusión que sufrió con la pregunta. Esperaba que Goering tuviese más sentido militar, o al menos que lo tuviesen en el OKW.
—Statthalter, siento tener que insistir en ello. En primer lugar, no podríamos lanzar una ofensiva en tres semanas. Precisamos como mínimo tres meses de preparativos.
—¿Tanto se necesita para aniquilar a esos esos subombres? —dijo Seyss-Inquart.
—Le ruego que me disculpe, Statthalter, pero el ministro debe haber olvidado su servicio en Rusia durante la Gran Guerra. Yo compartí con él el honor de luchar por Alemania en ese frente —miró al ministro, que asintió con una sonrisa— y si un recuerdo tengo de esos años fue el del valor del soldado ruso. Estaba pésimamente mandado, apenas tenía armas, pero luchaba hasta el final.
—Mariscal, la raza alemana es infinitamente superior a… —respondió Seyss-Inquart, pero Goering lo interrumpió con un gesto: no deseaba una discusión ideológica.
—Como le decía —siguió Von Manstein—, no podemos contar con la falta de valor del ejército ruso. No tengo dudas respecto a la victoria final para Alemania, pero sería una campaña larga y costosa, y Alemania no puede permitirse una guerra prolongada. Creo no equivocarme al decir que el presidente norteamericano, Roosevelt, está esperando la primera ocasión para lanzarse sobre nosotros.
—Mariscal, le ruego que no divague ¿Usted no recomienda atacar este verano? —dijo Goering.
—Le pido perdón, Statthalter. No creo que sea factible lanzar una ofensiva con garantías. El segundo motivo por el que recomiendo retrasar la ofensiva es que la distancia que hay hasta Moscú impedirá que lleguemos antes que comiencen las lluvias y se enfangue el terreno. El ministro Seyss-Inquart también recordará como en otoño las carreteras polacas se convertían en un cenagal, y las rusas son peores. Luego llegará el invierno, con temperaturas que hacen temblar incluso a los alemanes del Báltico. Entre el barro del otoño y el frío del infierno nuestra ofensiva tendrá que detenerse, y dejará a Stalin recuperarse del golpe inicial, lo que nos puede llevar a una guerra prolongada. Atacar este verano significa que la primavera próxima aun estaremos combatiendo en Rusia. Por ello considero que es mejor esperar y que mientras nos preparemos adecuadamente.
Goering meditó un rato y respondió—. No me gusta pero me fío de su criterio. Esperaremos a la primavera.
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Inestabilidad y desensibilización
El mismo día
De Globalpedia, la Enciclopedia Total.
“En estado puro la Nitroglicerina es un explosivo de contacto, que estalla por el roce o el choque: el test de resistencia a impactos (altura desde la que la caída de una masa de 2 kg desencadena una explosión) es de solo 4 cm. La Nitroglicerina se degrada espontáneamente en formas todavía más inestables, siendo enormemente peligroso su almacenamiento o su transporte. En estado puro, sin diluir, es uno de los explosivos más potentes conocidos, comparable a los modernos RDX o PETN.
A poco de iniciarse su uso se descubrió que la Nitroglicerina líquida podía ser desensibilizada enfriándola a 5-10ºC. A esa temperatura la Nitroglicerina se contrae y se congela, y la Nitroglicerina sólida es más resistente a los golpes, cualidad que comparte con otros explosivos líquidos. Por ello se transportaba solidificada, descongelándose previamente a su uso. Sin embardo la fusión de la Nitroglicerina sólida la hace enormemente sensible, especialmente si presenta impurezas o si el calentamiento es rápido. Además su elevado punto de fusión (15ºC) hace que a temperaturas ambientales la Nitroglicerina pueda solidificarse y luego fundirse, agravándose todavía más los riesgos relacionados con su manipulación. La explosión del mercante Cabo Machichaco que devastó el puerto de Santander en 1893 parece que se debió a que la Nitroglicerina exudada por cartuchos de Dinamita en mal estado se solidificó al contacto con el agua fría usada para extinguir el fuego, luego se fundió por efecto del calor del incendio, y finalmente estalló cuando se intentaba hundir el barco incendiado rompiendo los remaches del casco con mazos.”
El mismo día
De Globalpedia, la Enciclopedia Total.
“En estado puro la Nitroglicerina es un explosivo de contacto, que estalla por el roce o el choque: el test de resistencia a impactos (altura desde la que la caída de una masa de 2 kg desencadena una explosión) es de solo 4 cm. La Nitroglicerina se degrada espontáneamente en formas todavía más inestables, siendo enormemente peligroso su almacenamiento o su transporte. En estado puro, sin diluir, es uno de los explosivos más potentes conocidos, comparable a los modernos RDX o PETN.
A poco de iniciarse su uso se descubrió que la Nitroglicerina líquida podía ser desensibilizada enfriándola a 5-10ºC. A esa temperatura la Nitroglicerina se contrae y se congela, y la Nitroglicerina sólida es más resistente a los golpes, cualidad que comparte con otros explosivos líquidos. Por ello se transportaba solidificada, descongelándose previamente a su uso. Sin embardo la fusión de la Nitroglicerina sólida la hace enormemente sensible, especialmente si presenta impurezas o si el calentamiento es rápido. Además su elevado punto de fusión (15ºC) hace que a temperaturas ambientales la Nitroglicerina pueda solidificarse y luego fundirse, agravándose todavía más los riesgos relacionados con su manipulación. La explosión del mercante Cabo Machichaco que devastó el puerto de Santander en 1893 parece que se debió a que la Nitroglicerina exudada por cartuchos de Dinamita en mal estado se solidificó al contacto con el agua fría usada para extinguir el fuego, luego se fundió por efecto del calor del incendio, y finalmente estalló cuando se intentaba hundir el barco incendiado rompiendo los remaches del casco con mazos.”
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- UlisesII
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Hola amigos:
Amigo Domper, me tienes en ascuas con la historia.
Una pregunta porque la verdad es que me ha sorprendido ¿Quienes son esos Templarios? ¿Es una licencia o realmente existió ese grupo en el Jerusalen del momento?
Y otra cosa ¿Incluiras en tu ucronía un Manhattan alemán? Sería interesante
Hasta otra.><>
Amigo Domper, me tienes en ascuas con la historia.
Una pregunta porque la verdad es que me ha sorprendido ¿Quienes son esos Templarios? ¿Es una licencia o realmente existió ese grupo en el Jerusalen del momento?
Y otra cosa ¿Incluiras en tu ucronía un Manhattan alemán? Sería interesante
Hasta otra.><>
Dios con nosotros ¿Quién contra nosotros? (Romanos 8:31)
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Me alegra que te guste.
Fue un grupo real. Mira en la Wiki: Colonia alemana en Jerusalén
Buscando un poco es fácil encontrar información. Por ejemplo, el Dr. Wagner existió y fue asesinado en 1946 por pistoleros hebreos.
Verás que intento sujetarme en lo posible a lo factible. Estados Unidos dispone de recursos inmensos comparados con los alemanes. La única forma que tendría Alemania de invadir Estados Unidos sería devastarlo previamente con armas nucleares, pero el programa nuclear alemán (incluso en esta historia) está bastante verde, a causa de la “fuga de cerebros” impuesta por el racismo alemán. Aunque consiga adelantarse al norteamericano, lo hará por muy poco, la capacidad nuclear alemana sería bastante inferior a la norteamericana, y queda el pequeño detalle de lanzar las armas atómicas (que pesan varias toneladas) en territorio norteamericano (no, la V-2 no podía llevar una bomba atómica hasta las versiones minituarizadas de los cincuenta).
Saludos
UlisesII escribió:Una pregunta porque la verdad es que me ha sorprendido ¿Quienes son esos Templarios? ¿Es una licencia o realmente existió ese grupo en el Jerusalen del momento?
Fue un grupo real. Mira en la Wiki: Colonia alemana en Jerusalén
Buscando un poco es fácil encontrar información. Por ejemplo, el Dr. Wagner existió y fue asesinado en 1946 por pistoleros hebreos.
Y otra cosa ¿Incluiras en tu ucronía un Manhattan alemán? Sería interesante
Verás que intento sujetarme en lo posible a lo factible. Estados Unidos dispone de recursos inmensos comparados con los alemanes. La única forma que tendría Alemania de invadir Estados Unidos sería devastarlo previamente con armas nucleares, pero el programa nuclear alemán (incluso en esta historia) está bastante verde, a causa de la “fuga de cerebros” impuesta por el racismo alemán. Aunque consiga adelantarse al norteamericano, lo hará por muy poco, la capacidad nuclear alemana sería bastante inferior a la norteamericana, y queda el pequeño detalle de lanzar las armas atómicas (que pesan varias toneladas) en territorio norteamericano (no, la V-2 no podía llevar una bomba atómica hasta las versiones minituarizadas de los cincuenta).
Saludos
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Desembarco
El mismo día
El HMS Sturgeon elevó su periscopio de exploración y exploró el horizonte, encontrando el mar casi vacío. Se podía atisbar la elevada cima del Monte Carmelo y, más próxima a la costa, la blanca vela de un pesquero. El submarino se acercó usando sus motores eléctricos y emergió junto a la embarcación. Era un pequeño bote a vela desde el que los pescadores árabes miraban con espanto al barco que surgía de las profundidades como un monstruo prehistórico.
Una vez en superficie la dotación corrió a cubrir el armamento de cubierta. Una ametralladora apuntó al pesquero. Desde la torre de mando un soldado con un megáfono, hablando en árabe, les conminó a dejarse abordar. Luego descendió a la cubierta, donde la dotación del submarino estaba hinchando dos botes neumáticos con bombonas de gas. Tras botarlos el traductor y una decena de soldados pesadamente cargados los abordaron, remando con fuerza hasta llegar al pesquero. Una vez en él subieron los botes neumáticos y reunieron a la tripulación.
El soldado que hablaba árabe mostró una cartera en la que brillaban las monedas de oro. Los pescadores las miraron con ojos codiciosos, mientras el comando les hacía una oferta: iban a tener que llevarles hasta Palestina, pero el viaje sería bien pagado. Una vez los dejasen en tierra si volvían al mismo lugar el submarino emergería y les entregaría el doble de monedas: sería el precio de su silencio.
Los árabes asintieron vigorosamente. El submarino se sumergió y el barquito puso rumbo a la costa baja y arenosa al sur de Haifa.
El mismo día
El HMS Sturgeon elevó su periscopio de exploración y exploró el horizonte, encontrando el mar casi vacío. Se podía atisbar la elevada cima del Monte Carmelo y, más próxima a la costa, la blanca vela de un pesquero. El submarino se acercó usando sus motores eléctricos y emergió junto a la embarcación. Era un pequeño bote a vela desde el que los pescadores árabes miraban con espanto al barco que surgía de las profundidades como un monstruo prehistórico.
Una vez en superficie la dotación corrió a cubrir el armamento de cubierta. Una ametralladora apuntó al pesquero. Desde la torre de mando un soldado con un megáfono, hablando en árabe, les conminó a dejarse abordar. Luego descendió a la cubierta, donde la dotación del submarino estaba hinchando dos botes neumáticos con bombonas de gas. Tras botarlos el traductor y una decena de soldados pesadamente cargados los abordaron, remando con fuerza hasta llegar al pesquero. Una vez en él subieron los botes neumáticos y reunieron a la tripulación.
El soldado que hablaba árabe mostró una cartera en la que brillaban las monedas de oro. Los pescadores las miraron con ojos codiciosos, mientras el comando les hacía una oferta: iban a tener que llevarles hasta Palestina, pero el viaje sería bien pagado. Una vez los dejasen en tierra si volvían al mismo lugar el submarino emergería y les entregaría el doble de monedas: sería el precio de su silencio.
Los árabes asintieron vigorosamente. El submarino se sumergió y el barquito puso rumbo a la costa baja y arenosa al sur de Haifa.
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Mucho pedir
El mismo día
—Mariscal —siguió diciendo Goering—, lo que me ha sorprendido de verdad es el material que usted dice que será necesario ¡Recomienda duplicar la producción de tanques! ¡Dice que se precisan decenas de miles de camiones!
Von Manstein se dijo que esa pregunta era más razonable, y se aprestó a responder—. Excelencia, quisiera señalar dos aspectos sobre esta cuestión En primer lugar, para Rotbart no propongo un duelo de esgrima, sino un mazazo demoledor que aniquile la voluntad de resistencia del enemigo. Eso necesita mucho más armamento del que tenemos ahora, y precisa también que el flujo de suministros sea continuo. Por otra parte el Reich puede producir ese armamento. Excelencia, he estado revisando nuestra producción de armamento y la de nuestros enemigos. Aunque la capacidad industrial alemana es casi el doble que la rusa y la inglesa reunidas, solo hemos fabricado la mitad de aviones y de tanques que ellos ¿Cómo puede haber tanta discrepancia entre nuestra capacidad industrial y la producción de armamento? Se debe a que nuestros enemigos se están entregando en cuerpo y alma a la guerra. Se han impuesto un severísimo racionamiento y jornadas laborales agotadoras, todo para vencer. Por el contrario los alemanes viven en el lujo. Las amas de casa tienen criadas para ayudarles, mientras que en Inglaterra criadas y amas trabajan en las fábricas de guerra. En nuestra patria se sigue con la construcción de la red de autopistas, e incluso se están edificando edificios monumentales. Statthalter, voy a ser franco: si esto no cambia estaremos traicionando a los jóvenes alemanes que dan su vida en el frente. Incluso podríamos perder la guerra.
Seyss-Inquart se rio sonoramente, pero los militares permanecieron callados, asintiendo con sus cabezas y mostrando que estaban de acuerdo con el mariscal.
Goering vio que no tenía alternativa, y dijo—: Mariscal, creo que ha exagerado un poco, pero acepto que haya que exigir más sacrificios a nuestros ciudadanos. Pero de todas formas será imposible conseguir esas armas que pide.
—La economía no es mi fuerte sino el suyo, Statthalter —concedió Von Manstein: Goering había sido ministro de Economía con Hitler—. Pero racionalizando la producción podremos mejorar el equipamiento de nuestras tropas. Ya le indiqué en el informe que el asunto de los camiones es escandaloso. Con los tanques pasa lo mismo, los fabricantes piden precios descabellados en comparación con los que consiguen otras potencias, y se están enriqueciendo a costa del Reich. No es que me preocupe mucho que un panzer cueste cien mil o doscientos mil marcos, porque supongo que el Estado podrá conseguir esa cantidad de dinero si lo desea.
Seyss-Inquart contestó al mariscal: —¿Dice que no le importa que Alemania se arruine?
Fue Goering esta vez quien hizo callar a Seyss-Inquart—: Arthur, no empieces con esas. Sabes perfectamente que si necesitamos marcos solo tenemos que imprimir unos cuantos millones. Supongo que el mariscal quería decir otra cosa ¿no es así, Eric?
—Desde luego, Statthalter —repuso Von Manstein—. No debemos obcecarnos con el precio en marcos, que es algo arbitrario, sino fijarnos en las horas de trabajo, el espacio fabril, la energía y la cantidad de materiales necesaria. En la construcción de muchas armas alemanas, y especialmente en los tanques, se abusa de los recursos que he citado. Para construir un Panzer IV se desperdicia la misma cantidad de metal que el peso del tanque, y no es cualquier metal, sino acero de calidad excelente para cuya producción se precisan muchos kilos de escasísimos metales raros como el manganeso o el cromo. Ese acero sobrante no se tira, desde luego, pero no se puede templar de nuevo, y acaba volviendo al alto horno como chatarra. De la misma forma, muchas piezas de nuestros tanques son mecanizadas y no estampadas o fundidas, requiriendo muchas horas de trabajo de obreros especializados. Ese despilfarro de nuestros preciados recursos se debe a muchas causas, pero una ella es que así los industriales se enriquecen, ya que cuanto más caro es un producto más beneficio consiguen. Mientras, lo mejor de la juventud alemana muere al no tener los panzer que necesita. No sé si los nueve meses que faltan hasta la próxima primavera bastarán para mejorar la situación, pero si emprendemos los cambios ahora al menos estaremos preparados por si se producen sorpresas inesperadas.
—¿Sorpresas cómo cuáles? —preguntó Goering.
—Como que Estados Unidos entre en guerra —respondió el mariscal; ahora fueron Von Papen y Schellenberg los que asintieron.
—Mariscal, la política exterior del Reich está fuera de sus atribuciones, aunque entiendo que considere esa posibilidad —dijo Goering—. Hay otra cuestión que no me gusta. Usted recomienda que convirtamos nuestro ataque en una guerra de liberación. Pero Alemania no quiere liberar a los rusos, sino conquistar el territorio que le corresponde al pueblo alemán. Si está vacío, mejor
El mismo día
—Mariscal —siguió diciendo Goering—, lo que me ha sorprendido de verdad es el material que usted dice que será necesario ¡Recomienda duplicar la producción de tanques! ¡Dice que se precisan decenas de miles de camiones!
Von Manstein se dijo que esa pregunta era más razonable, y se aprestó a responder—. Excelencia, quisiera señalar dos aspectos sobre esta cuestión En primer lugar, para Rotbart no propongo un duelo de esgrima, sino un mazazo demoledor que aniquile la voluntad de resistencia del enemigo. Eso necesita mucho más armamento del que tenemos ahora, y precisa también que el flujo de suministros sea continuo. Por otra parte el Reich puede producir ese armamento. Excelencia, he estado revisando nuestra producción de armamento y la de nuestros enemigos. Aunque la capacidad industrial alemana es casi el doble que la rusa y la inglesa reunidas, solo hemos fabricado la mitad de aviones y de tanques que ellos ¿Cómo puede haber tanta discrepancia entre nuestra capacidad industrial y la producción de armamento? Se debe a que nuestros enemigos se están entregando en cuerpo y alma a la guerra. Se han impuesto un severísimo racionamiento y jornadas laborales agotadoras, todo para vencer. Por el contrario los alemanes viven en el lujo. Las amas de casa tienen criadas para ayudarles, mientras que en Inglaterra criadas y amas trabajan en las fábricas de guerra. En nuestra patria se sigue con la construcción de la red de autopistas, e incluso se están edificando edificios monumentales. Statthalter, voy a ser franco: si esto no cambia estaremos traicionando a los jóvenes alemanes que dan su vida en el frente. Incluso podríamos perder la guerra.
Seyss-Inquart se rio sonoramente, pero los militares permanecieron callados, asintiendo con sus cabezas y mostrando que estaban de acuerdo con el mariscal.
Goering vio que no tenía alternativa, y dijo—: Mariscal, creo que ha exagerado un poco, pero acepto que haya que exigir más sacrificios a nuestros ciudadanos. Pero de todas formas será imposible conseguir esas armas que pide.
—La economía no es mi fuerte sino el suyo, Statthalter —concedió Von Manstein: Goering había sido ministro de Economía con Hitler—. Pero racionalizando la producción podremos mejorar el equipamiento de nuestras tropas. Ya le indiqué en el informe que el asunto de los camiones es escandaloso. Con los tanques pasa lo mismo, los fabricantes piden precios descabellados en comparación con los que consiguen otras potencias, y se están enriqueciendo a costa del Reich. No es que me preocupe mucho que un panzer cueste cien mil o doscientos mil marcos, porque supongo que el Estado podrá conseguir esa cantidad de dinero si lo desea.
Seyss-Inquart contestó al mariscal: —¿Dice que no le importa que Alemania se arruine?
Fue Goering esta vez quien hizo callar a Seyss-Inquart—: Arthur, no empieces con esas. Sabes perfectamente que si necesitamos marcos solo tenemos que imprimir unos cuantos millones. Supongo que el mariscal quería decir otra cosa ¿no es así, Eric?
—Desde luego, Statthalter —repuso Von Manstein—. No debemos obcecarnos con el precio en marcos, que es algo arbitrario, sino fijarnos en las horas de trabajo, el espacio fabril, la energía y la cantidad de materiales necesaria. En la construcción de muchas armas alemanas, y especialmente en los tanques, se abusa de los recursos que he citado. Para construir un Panzer IV se desperdicia la misma cantidad de metal que el peso del tanque, y no es cualquier metal, sino acero de calidad excelente para cuya producción se precisan muchos kilos de escasísimos metales raros como el manganeso o el cromo. Ese acero sobrante no se tira, desde luego, pero no se puede templar de nuevo, y acaba volviendo al alto horno como chatarra. De la misma forma, muchas piezas de nuestros tanques son mecanizadas y no estampadas o fundidas, requiriendo muchas horas de trabajo de obreros especializados. Ese despilfarro de nuestros preciados recursos se debe a muchas causas, pero una ella es que así los industriales se enriquecen, ya que cuanto más caro es un producto más beneficio consiguen. Mientras, lo mejor de la juventud alemana muere al no tener los panzer que necesita. No sé si los nueve meses que faltan hasta la próxima primavera bastarán para mejorar la situación, pero si emprendemos los cambios ahora al menos estaremos preparados por si se producen sorpresas inesperadas.
—¿Sorpresas cómo cuáles? —preguntó Goering.
—Como que Estados Unidos entre en guerra —respondió el mariscal; ahora fueron Von Papen y Schellenberg los que asintieron.
—Mariscal, la política exterior del Reich está fuera de sus atribuciones, aunque entiendo que considere esa posibilidad —dijo Goering—. Hay otra cuestión que no me gusta. Usted recomienda que convirtamos nuestro ataque en una guerra de liberación. Pero Alemania no quiere liberar a los rusos, sino conquistar el territorio que le corresponde al pueblo alemán. Si está vacío, mejor
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Que atrapante esta la historia. Funcionara alguno de los atentados y gohering escuchando al mariscal, la verdad eso si me sorprendio.
Felicitaciones esta historia esta muy buena, espero con muchas ganas la continuación.
Slds.
Felicitaciones esta historia esta muy buena, espero con muchas ganas la continuación.
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Recordemos que ha sido Goering el que le ha pedido a Von Manstein que estudie la operación ¿por qué no iba a hacerle caso? Así muestra que su protegido pasa por delante de Beck y el OKW.
Saludos
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Domper escribió:Recordemos que ha sido Goering el que le ha pedido a Von Manstein que estudie la operación ¿por qué no iba a hacerle caso? Así muestra que su protegido pasa por delante de Beck y el OKW.
Saludos
Tenes en parte razón, pero no nos olvidemos que esta escuchando mucho a Seyss-Inquart y además están matando judios y quiere limpiar a rusia de rusos para meter alemanes. Igualmente hay que ver como sigue la historia.
Slds.
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Detonación
El mismo día
De Globalpedia, la Enciclopedia Total.
“La Nitroglicerina, diluida o no, puede deflagrar o arder. Sin embargo el poder explosivo de la Nitroglicerina depende de la detonación: la energía de la descomposición inicial de la molécula causa un gran aumento de la presión y una onda de choque que a su vez descompone el resto del explosivo. La onda de choque es auto mantenida y se propaga a unas treinta veces la velocidad del sonido, por lo que la masa de explosivo se transforma casi instantáneamente en gas. Tras la detonación los gases producidos ocupan un volumen más de 1.200 veces mayor que el original a temperatura ambiente pero, ya que se alcanzan temperaturas superiores a los 5.000ºC, el volumen de los gases es diez mil veces mayor. Una presión tan elevada produce una potentísima onda de choque. La detonación de la Nitroglicerina libera más energía que la mayoría de los altos explosivos.”
El mismo día
De Globalpedia, la Enciclopedia Total.
“La Nitroglicerina, diluida o no, puede deflagrar o arder. Sin embargo el poder explosivo de la Nitroglicerina depende de la detonación: la energía de la descomposición inicial de la molécula causa un gran aumento de la presión y una onda de choque que a su vez descompone el resto del explosivo. La onda de choque es auto mantenida y se propaga a unas treinta veces la velocidad del sonido, por lo que la masa de explosivo se transforma casi instantáneamente en gas. Tras la detonación los gases producidos ocupan un volumen más de 1.200 veces mayor que el original a temperatura ambiente pero, ya que se alcanzan temperaturas superiores a los 5.000ºC, el volumen de los gases es diez mil veces mayor. Una presión tan elevada produce una potentísima onda de choque. La detonación de la Nitroglicerina libera más energía que la mayoría de los altos explosivos.”
Tu regere imperio fluctus Hispane memento
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- Registrado: 13 Ago 2014, 16:15
El Visitante. Historia Alternativa de la Segunda Guerra Mund
Avería
El mismo día
Era de esperar. Las cansadas máquinas del Giuseppe Missori no daban para mucho, y el destructor llevaba meses de actividad intensa. La turbina de vapor de estribor empezó a vibrar cada vez más intensamente, y la presión del aceite cayó. Una revisión mostró una fisura en el circuito. Fue preciso parar la turbina para tapar la pérdida, lo que se pudo hacer con facilidad. Pero al volver a conectarla las vibraciones aumentaron aun más. Parecía que se había dañado el eje o que se habían roto algunas palas de la turbina. Iba a ser necesario desmontarla y revisarla, tal vez incluso sustituirla, y no podía hacerse en alta mar.
El capitán de corbeta Cosenz se resignó. Cedió el mando de la agrupación al comandante del otro destructor, el Insidioso, y se dirigió a velocidad reducida hacia el puerto de Haifa. Se hizo acompañar por el patrullero P-121, ya que no se fiaba de la maquinaria del Missori. Si el destructor sufría otra avería quedaría al garete. El patrullero podría intentar remolcarles o, por lo menos, protegerles hasta que llegase algún remolcador desde Haifa.
El mismo día
Era de esperar. Las cansadas máquinas del Giuseppe Missori no daban para mucho, y el destructor llevaba meses de actividad intensa. La turbina de vapor de estribor empezó a vibrar cada vez más intensamente, y la presión del aceite cayó. Una revisión mostró una fisura en el circuito. Fue preciso parar la turbina para tapar la pérdida, lo que se pudo hacer con facilidad. Pero al volver a conectarla las vibraciones aumentaron aun más. Parecía que se había dañado el eje o que se habían roto algunas palas de la turbina. Iba a ser necesario desmontarla y revisarla, tal vez incluso sustituirla, y no podía hacerse en alta mar.
El capitán de corbeta Cosenz se resignó. Cedió el mando de la agrupación al comandante del otro destructor, el Insidioso, y se dirigió a velocidad reducida hacia el puerto de Haifa. Se hizo acompañar por el patrullero P-121, ya que no se fiaba de la maquinaria del Missori. Si el destructor sufría otra avería quedaría al garete. El patrullero podría intentar remolcarles o, por lo menos, protegerles hasta que llegase algún remolcador desde Haifa.
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Limpieza
El mismo día
Hemos llegado al meollo, pensó Von Manstein. Tenía que intentar evitar que Rotbart se convirtiese en un genocidio que avergonzase a su patria.
—Statthalter —dijo el mariscal—, lamento tener que prevenirle sobre esa cuestión. Como a todo buen alemán, sé que Rusia ha sido y es la enemiga secular del Reich, la potencia que siempre ha intentado cercenar las legítimas aspiraciones de Alemania, la enemiga cuyo oscuro objetivo ha sido y es destruir la civilización germánica. A mí, como a todos los presentes en esta sala, me subleva que un pueblo degenerado, enemigo del pueblo alemán, haya conseguido hacerse con las tierras más ricas de Europa, e intente usar esa fortuna para aniquilar la luz civilizadora que usted eleva.
Von Manstein hizo un pequeño alto en su discurso, esperando captar la atención de los presentes. Esperaba que tras esa demostración de ortodoxia nacional socialista permitiese que Goering entendiese que entrar a sangre y fuego en la URSS sería buscarse la ruina.
—Sin embargo —siguió el mariscal—, temo que las consideraciones militares recomienden que no se fuerce el abandono de las tierras que ahora dominan los eslavos, al menos hasta que finalicen las operaciones militares. Statthalter, por desgracia la Unión Soviética tiene unos recursos enormes, que podrían ser insuperables incluso para el pueblo alemán. Pero la Unión Soviética es una dictadura en la que la corrompida ideología bolchevique oprime no solo a los rusos sino a las demás etnias que pueblan la URSS, abriendo grietas en lo que solo aparentemente es un edificio monolítico. Si aprovechamos brechas grietas el edificio enemigo se derrumbará. Si no lo hacemos, si mostramos nuestras verdaderas intenciones, uniremos a los soviéticos contra nosotros.
Seyss-Inquart fue a responder, pero Goering le hizo callar de una mirada. Von Manstein siguió—: Además no debemos perder de vista las enormes dificultades logísticas que implica la invasión de la Unión Soviética. Si la población colabora con nosotros será mucho más fácil conseguir suministros para nuestras tropas. Al contrario, si la limpieza de los territorios conquistados la realizamos durante las operaciones militares la noticia acabará filtrándose y la propaganda soviética podrá usarla contra nosotros. No solo puede tener el efecto de unir a los rusos en torno a Stalin, sino que sus soldados lucharán hasta la muerte. Hasta es posible que los pueblos que habitan en la Unión Soviética, engañados por la propaganda bolchevique, lleguen a preferir la tiranía de Stalin a la luz alemana —Von Manstein pensó en lo absurdo que lo que acababa de decir: la intención de Goering y de sus esbirros era que esa luz encendiese los hornos crematorios.
Statthalter —terminó el mariscal—, creo que es mejor no poner esa arma en manos de la propaganda bolchevique. Una vez conseguida la victoria podrá procederse a las medidas de reordenación que su excelencia considere necesarias, que serán mucho más sencillas de llevar a cabo cuando hayamos derrotado a los rusos y destruido la Unión Soviética.
Goering mostró una sonrisa de satisfacción y se volvió a Seyss-Inquart, diciendo—: Este argumento sí que me convence. Viene a ser como cuando le damos su medicina a un niño: la impregnamos en un terrón de azúcar para que no note el amargor —se volvió a Von Manstein—. Acepto esa parte de su plan. Sin embargo lo que no haremos será reclutar soldados ni rusos, ni eslavos, ni de ninguna de esas razas corrompidas. Sólo alemanes, y como mucho bálticos de origen nórdico.
—Como ordene, Statthalter. Modificaré esa parte del plan.
Von Manstein descubrió el reproche en las miradas de Von Papen y Schellenberg. Estaba seguro que ahora creían que un militar alemán era capaz de venderse al diablo con tal de conseguir laureles. Pero tenían que entender cual era su postura. Si se enfrentaba a Goering, este lo destituiría, y siempre encontraría un general dispuesto a cualquier cosa para conseguir el mando, en una sangrienta operación que no solo convertiría en inmundo el nombre del Reich, sino que podría llevarlo a la catástrofe. No, Von Manstein pensaba que para impedir el genocidio, y para lograr la victoria en lo que sería una lucha a muerte, tenía que mantener la operación Rotbart bajo su control. Por ello tenía que decir lo que el dictador esperaba escuchar, para impedir que las ratas que lo adulaban consiguiesen imponer sus repugnantes planes.
El mismo día
Hemos llegado al meollo, pensó Von Manstein. Tenía que intentar evitar que Rotbart se convirtiese en un genocidio que avergonzase a su patria.
—Statthalter —dijo el mariscal—, lamento tener que prevenirle sobre esa cuestión. Como a todo buen alemán, sé que Rusia ha sido y es la enemiga secular del Reich, la potencia que siempre ha intentado cercenar las legítimas aspiraciones de Alemania, la enemiga cuyo oscuro objetivo ha sido y es destruir la civilización germánica. A mí, como a todos los presentes en esta sala, me subleva que un pueblo degenerado, enemigo del pueblo alemán, haya conseguido hacerse con las tierras más ricas de Europa, e intente usar esa fortuna para aniquilar la luz civilizadora que usted eleva.
Von Manstein hizo un pequeño alto en su discurso, esperando captar la atención de los presentes. Esperaba que tras esa demostración de ortodoxia nacional socialista permitiese que Goering entendiese que entrar a sangre y fuego en la URSS sería buscarse la ruina.
—Sin embargo —siguió el mariscal—, temo que las consideraciones militares recomienden que no se fuerce el abandono de las tierras que ahora dominan los eslavos, al menos hasta que finalicen las operaciones militares. Statthalter, por desgracia la Unión Soviética tiene unos recursos enormes, que podrían ser insuperables incluso para el pueblo alemán. Pero la Unión Soviética es una dictadura en la que la corrompida ideología bolchevique oprime no solo a los rusos sino a las demás etnias que pueblan la URSS, abriendo grietas en lo que solo aparentemente es un edificio monolítico. Si aprovechamos brechas grietas el edificio enemigo se derrumbará. Si no lo hacemos, si mostramos nuestras verdaderas intenciones, uniremos a los soviéticos contra nosotros.
Seyss-Inquart fue a responder, pero Goering le hizo callar de una mirada. Von Manstein siguió—: Además no debemos perder de vista las enormes dificultades logísticas que implica la invasión de la Unión Soviética. Si la población colabora con nosotros será mucho más fácil conseguir suministros para nuestras tropas. Al contrario, si la limpieza de los territorios conquistados la realizamos durante las operaciones militares la noticia acabará filtrándose y la propaganda soviética podrá usarla contra nosotros. No solo puede tener el efecto de unir a los rusos en torno a Stalin, sino que sus soldados lucharán hasta la muerte. Hasta es posible que los pueblos que habitan en la Unión Soviética, engañados por la propaganda bolchevique, lleguen a preferir la tiranía de Stalin a la luz alemana —Von Manstein pensó en lo absurdo que lo que acababa de decir: la intención de Goering y de sus esbirros era que esa luz encendiese los hornos crematorios.
Statthalter —terminó el mariscal—, creo que es mejor no poner esa arma en manos de la propaganda bolchevique. Una vez conseguida la victoria podrá procederse a las medidas de reordenación que su excelencia considere necesarias, que serán mucho más sencillas de llevar a cabo cuando hayamos derrotado a los rusos y destruido la Unión Soviética.
Goering mostró una sonrisa de satisfacción y se volvió a Seyss-Inquart, diciendo—: Este argumento sí que me convence. Viene a ser como cuando le damos su medicina a un niño: la impregnamos en un terrón de azúcar para que no note el amargor —se volvió a Von Manstein—. Acepto esa parte de su plan. Sin embargo lo que no haremos será reclutar soldados ni rusos, ni eslavos, ni de ninguna de esas razas corrompidas. Sólo alemanes, y como mucho bálticos de origen nórdico.
—Como ordene, Statthalter. Modificaré esa parte del plan.
Von Manstein descubrió el reproche en las miradas de Von Papen y Schellenberg. Estaba seguro que ahora creían que un militar alemán era capaz de venderse al diablo con tal de conseguir laureles. Pero tenían que entender cual era su postura. Si se enfrentaba a Goering, este lo destituiría, y siempre encontraría un general dispuesto a cualquier cosa para conseguir el mando, en una sangrienta operación que no solo convertiría en inmundo el nombre del Reich, sino que podría llevarlo a la catástrofe. No, Von Manstein pensaba que para impedir el genocidio, y para lograr la victoria en lo que sería una lucha a muerte, tenía que mantener la operación Rotbart bajo su control. Por ello tenía que decir lo que el dictador esperaba escuchar, para impedir que las ratas que lo adulaban consiguiesen imponer sus repugnantes planes.
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El Visitante. Historia Alternativa de la Segunda Guerra Mund
Hola amigos:
Extraordinaria exposicion. Solo una curiosidad ¿Cuando le cortan el cuello a Seys-Inquatt?
Hasta otra.><>
Extraordinaria exposicion. Solo una curiosidad ¿Cuando le cortan el cuello a Seys-Inquatt?
Hasta otra.><>
Dios con nosotros ¿Quién contra nosotros? (Romanos 8:31)
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- General de Ejército
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El Visitante. Historia Alternativa de la Segunda Guerra Mund
En Nuremberg, desde luego.
Saludos
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