Grandes militares extranjeros en suelo español

La Historia Militar española desde la antiguedad hasta hoy. Los Tercios, la Conquista, la Armada Invencible, las guerras coloniales y de Africa.
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urquhart
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Mensaje por urquhart »

Hola a todos,

yo me inclino por George Meade, que nio sirvió a favor ni en contra de España, o en alguna de sus bandos en las sopetocientas guerras civiles de este nuestro país.

El bueno de George nació en Cádiz, el 31 de diciembre de 1815, y partiría hacia los Estados Unidos en 1828.... su gloria militar llegaría en julio de 1863... sin olvidar sus campañas posteriores en 1864, a las ordenes de Grant.

Ciertamente, la primera impresión es que Meade fue uno más de los desastrosos generales de la Unión, pero que tuvo la suerte de ser favorecido por los errores continuos de Lee en Gettysburg, y que estos eran consecuencia de la no presencia de Stuart junto al NVA... (no confundir con North Vietnam Army :mrgreen: )... estudios más ponderados, certifican que Meade actuó con consecuencia...

Saludos.


Tempus Fugit
agualongo
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Mensaje por agualongo »

Mi buen urquhart

Sin ánimo de entrar en polémica ni de desviar el tema, no creo que Gettysburg fuera una victoria del Norte.. desde un punto de vista militar lo veo parecido a Sharsburg... una batalla en tablas, donde, dado la diferencia de potenciales, todo empate significaba a la larga, una derrota.

Saludos


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urquhart
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Mensaje por urquhart »

Hola a todos,

estimadísimo Aqualongo,

Gettysburg obliga por primera vez al NVA a abandonar el terreno, aunque Lee decidiera marcharse el 4 de julio (ironías de la vida).

Fijase bien que en ningún momento usé la palabra victoria, a sabiendas que los caballeros del Sur presentarían objecciones bien fundamentadas, y argumentadas más allá de cualquier sentimentalismo.

Un placer volver a coincidir

Saludos


Tempus Fugit
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Matthias Caracciolo
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Mensaje por Matthias Caracciolo »

Aún no se ha mencionado a Luis de Bourbon, Gran Condé, el vencedor de Rocroi, que combatió en el Rosellón en 1642, y cinco años más tarde, en 1647, actuó como virrey francés de Cataluña con más pena que gloria, tomando Ager pero fracasando ante los muros de Lérida.

Otro gran militar francés, Louis-Joseph de Vendôme, dirigió el asedio de Barcelona en 1697 y comandó el ejército borbónico en la Guerra de Sucesión Española durante las batallas de Brihuega y Villaviciosa, para posteriormente morir de una "ingesta de ostras" en Vinaròs.


"Las naciones que promueven a soldados rasos pero íntegros en agradecimiento a su valentía son por lo general las que resultan victoriosas" (Hans von Grimmelshausen).
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Radom
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Grandes militares extranjeros en suelo español

Mensaje por Radom »

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Oskar Dirlewanger.

También estuvo en España, en la Guerra Civil, aunque no me suena que cometiese atrocidad alguna del tipo de las que fue conocido en Bielorrusia y en Polonia.


- Un Malo (a quien le importa): ¿Tienes miedo cabrón? haces bien porque este boina verde te va a dejar para los tigres. - Matrix (Chuache): Yo desayuno boinas verdes, ¡y ahora tengo hambre!
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Grandes militares extranjeros en suelo español

Mensaje por de guiner »

Estimado Radom, el psicópata asesino éste no se merece ni que lo llamen militar. Y llamar atrocidad a sus actos es quedarse corto. Disculpa pero es que cuando le veo la cara se me revuelve el estómago.

Recibe un saludo cordial.


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Mensaje por Radom »

:? Y pederasta también, pero fue militar en España,ya que es de lo que trata el post.

Por cierto, ¿es verdad que estuvo en la Legión?


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Mensaje por de guiner »

Parece ser que estando en Dachau condenado por abusos sexuales a una menor se le dió la oportunidad (por un enchufe que tenía con un alto cargo de las SS) de unirse a la Legión Condor. O eso pone aquí:

http://www.thedarkpaladin.com/dirlewanger.htm

Un saludo.


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Mensaje por Radom »

Aquí os traigo la, tal vez, peor conocida campaña militar de César, la del 61-60 a.C. en Hispania en la que sometió definitivamente a los lusitanos y a los galaicos (o sea, conquistó la actual Castilla-León, mitad norte de Portugal y Galicia).

Julio César : textos, contextos y recepción :
de la Roma Clásica al mundo actual / Antonio Moreno Hernández (coordinador)
Moreno Hernández, Antonio

La campaña del noroeste (61-60 a.C.) Su problemática

El pretexto legal para conducir la guerra no tardó César en encontrarlo con la justificación de someter a los montañeses lusitanos que asolan las poblaciones del sur del Tajo, inició las hostilidades ese mismo verano. Los proyectos de César para estos habitantes de las regiones montañosas de Lusitania no pasaban por un simple castigo que les disuadiera de continuar su vida de salteadores; más bien eran otros, mucho más acordes con las necesidades de Roma y de Hispania.

El principal refugio de estas bandas de salteadores se encontraba en la actual sierra de la Estrella, en el lugar que las fuentes clásicas designan como monte Herminio (Mons Herminius), poniendo como excusa que no deseaba que ellos, sirviéndose de las alturas, se dedicasen al bandidaje. Es cierto que se veían obligadas al bandolerismo por la falta de recursos, y si lograba que se conviertan agricultores, capaces de mantener a sus familias con las cosechas que produjera la tierra, olvidarían su anterior agresividad. Exigió a la población lusitana entre el Tajo y el Duero, que habitaba en esta región montañosa a trasladarse a la llanura y establecerse en ella para evitar que desde sus picos continuaran encontrando refugio seguro donde esconderse tras sus frecuentes razzias a las ricas tierras del sur.

En realidad, él sabía bien que aquella gente no le obedecería y que de esta manera tendría la posibilidad de declararles la guerra, lo que realmente sucedió, Dion Casio no puede ser más claro: <<era sólo un pretexto, pues no ignoraba que sería desobedecido, lo que le permitiría declararles la guerra>>. Dion Casio nos ha transmitido los detalles de la campaña. (DIO 37, 51).

Sin embargo, a pesar de que lo que dice Dion Casio, una parte de estas poblaciones sí que obedeció los deseos de César, mientras que otra, la más indómita, huyó hacia el norte. Los habitantes del Herminio fueron rápidamente vencidos. Los pueblos vecinos decidieron plantar cara, pero antes condujeron a sus mujeres, hijos y bienes al otro lado del Duero. Sabedores de la ambición de los romanos, creían que sólo les interesaban sus ganados, de modo que cuando comenzó la batalla, los lusitanos lanzaron sus reses en vanguardia con el fin de que las líneas romanas se rompieran, y los soldados se dedicaran a perseguir a los animales, olvidándose de continuar la invasión. Esta precaución no sirvió de nada. Así se puede interpretar la cita de comenta Dion Casio: <<César no se ocupó de los rebaños; atacó a los bárbaros y los venció>> (DIO 37, 52.)

Sometió a los que se opusieron a estas órdenes e incluso a tribus vecinas, quizá vetones, que, temiendo ser obligados, se dispusieron a trasladar sus sedes. Pero César no se contentó con alcanzar la línea del Duero, límite real de la provincia, sino que pasó al otro lado persiguiendo a los que habían huido y entrando así en territorio galaico. Que el Duero era considerado en esa época como frontera podemos suponerlo por el importante documento encontrado en 1999, conocido como el <<Bronce de Bembibre>>. Redactado medio siglo más tarde, en el 15 a.C., apenas finalizadas las guerras de Augusto contra cántabros y astures, menciona una provincia Transduriana, que, independientemente de su significado, considera el Duero como un límite.

Todas estas gentes, tanto los habitantes del Herminio como sus vecinos no se dieron por vencidos y continuaron la lucha mediante tácticas de guerrilla. La primera medida que llevó a cabo César fue ocupar todas las poblaciones abandonadas y a continuación fue en persecución de los fugitivos, que habían logrado establecerse en las zonas montañosas entre el Duero y el Miño, en la llamada Galia Bracarense, desde sus nuevas posiciones intentaron impedir que César y sus tropas atravesaran el Duero, pero fracasaron rotundamente.

La presión de César les obligó a avanzar de nuevo hacia el sur. Tras su regreso, los vencidos, reorganizados, se dispusieron de nuevo, aunque no pudo impedir que un buen número de ellos consiguieran escapar hacia la costa atlántica que perseguidos por las fuerzas romanas, los indígenas, optaron por la única salida que les quedaba: refugiarse en una isla próxima.

En este relato hay cuestiones de índole geográfica que no encajan muy bien. La identidad de esa isla siempre ha sido objeto de debate. Hoy por hoy, la mayoría de los historiadores acepta la antigua tesis de Schulten, según la cual sería Peniche, a 45 kilómetros de Lisboa, o, tal vez, las cercanas islas Berlengas, (actualmente, una magnífica reserva natural de aves). También han sido propuestas las islas Cíes. Esta última identificación plantea muchos problemas como las enormes distancias existentes entre la Sierra de la Estrella y esas islas de la costa galaica (Albiano y Lancia, hoy llamada San Martí) tan alejadas de la mencionada sierra lusitana y donde se encuentran vestigios de su origen céltico, intensamente romanizado.

F. Acuña Castroviejo comenta al respecto:

<<Uno de los episodios de la conquista romana de Galicia que más se ha discutido y relacionado con las islas Cíes es el que relata el comienzo de las campañas de César hacia el año 61 a.C. Como primera en su expedición hacia el Norte ordena a los indígenas que vivían en la Serra da Estrela a dejar su hábitat y a descender a la llanura, cosa que los Herminios no hicieron por lo que los romanos tuvieron un pretexto para entrar en lucha venciéndolos en poco tiempo>>.

En su opinión la identificación Peniche parece ser la más acertada. No obstante no deja de dejarnos la duda que se le plantea argumentando: De todas formas quedan problemas por resolver, como el por qué César tuvo que esperar a que llegasen barcos de Cádiz para pasar a la isla en la que estaban refugiados los Herminios si es que, como en el caso de Peniche, estaba unida a tierra firme con marea baja, al contrario de lo que sucede en Cíes. Aunque que no hay razón objetiva para situar el episodio de los Herminios en las islas Cíes.

Surgen muchas otras preguntas como la identificación de <<Los Herminios>>. ¿Eran lusitanos que habitaban el Mons Herminius (Sierra de la Estrella)? ¿Dónde vivían los Herminios, en la Sierra o en la Beira? ¿Cómo pudieron ser empujados todos hasta el océano galaico cuando median varios centenares de kilómetros entre éste y la Sierra de la Estrella? Es decir, quedan muchos puntos oscuros en el relato y en la localización de los episodios, tal como indican los comentarios de estudiosos además de Acuña Castroviejo, como M. A. Ferreiro López, V. Alonso Troncoso y A. Rodríguez Colmenero.

Según Dion Casio, los herminios atravesaron con sus ligeras naves el canal que separa la isla del centro de la del norte. Dicho canal en la actualidad es conocido por los marinos como <<Froi da Porta>>, posiblemente identificable con el Fretum latino o estrecho entre la isla Sur y la del Norte por el que es muy difícil que los barcos pasasen hoy, y mucho menos en época romana, cuando el mar se encontraba como unos dos metros por debajo del actual.

Tomar la isla no era empresa fácil; César se vio obligado a permanecer en tierra firme por algún tiempo, pues no tenía naves con las que continuar la persecución. Ordenó la construcción de algunas barcazas y que permitieran a los legionarios cruzar el brazo de mar que separaba la isla de tierra firme. Sin embargo, los legionarios no eran marinos y el desembarco fue un desastre. Muchas de las balsas ni siquiera pudieron llegar y las que llegaban, fueron atacados por los defensores además, como cuenta Dion Casio, el reflujo del mar se llevó las barcazas , por lo que daron aislados e indefensos. A pesar de que demostraron un gran valor en la lucha, fueron masacrados todos ellos excepto Publio Scevio, que, a pesar de haber perdido sus protecciones y estar gravemente herido, se arrojó al agua y logró ponerse a salvo a nado.

La desastrosa experiencia sirvió a César de lección. Entonces fue cuando recibió la magnífica ayuda de Gades, que envió una flota compuesta de casi un centenar de barcos de transporte para trasladar a sus tropas a la isla.

Sin duda se perciben los buenos oficios de Balbo. Era un excelente hombre de negocios que utilizó su dinero y sus influencias para proveer a César de los medios necesarios, todavía más en su nuevo carácter de praefectus fabrum, con que fue honrado en esta campaña. Se trataba de un puesto de confianza del comandante en jefe, sin especiales competencias, que podría definirse como <<ayudante de campo>>. Uno de sus cometidos era tratar con la parte del botín correspondiente al comandante, que, bien negociada, podía enriquecer a ambos. Pero aún había más; acabó convertido en su confidente, su inmediato colaborador y hombre de confianza y, según Cicerón, gracias a esta amistad, Gades prosperó.

Julio César, entre los días 24 y 25 de agosto del año 60 antes de Cristo, embarca al frente de dos legiones en la antigua Erizana (Bayona), en varias galeras y ochenta balsas, presto a exterminar a los últimos guerreros que se habían refugiado. No fue una campaña dura, salvo para los galaicos derrotados. Cesar pasó con todo su ejército a las islas. Los defensores de la isla (¿Peniche?), que habían logrado salvarse in extremis meses antes, no pudieron contener el avance marítimo y terrestre de los romanos y se rindieron. Algunos, sin embargo, lograron cruzar el Duero y refugiarse más al norte. Con estas mismas naves César fue costeando hacia el norte; era la primera vez que las legiones romanas navegaban por la costa atlántica.

El éxito logrado y la disposición de estos recursos navales empujaron a César a intentar una expedición marítima contra los pueblos al norte del Duero, los galaicos, que hasta entonces, salvo la campaña llevada a cabo por Bruto Galaico en el año 138 a.C., habían permanecido al margen del contacto con Roma. Y efectivamente, bordeando la costa, alcanzó el extremo noroccidental de la Península hasta Brigantium un castro costero de cierta importancia, obligando a su paso a las tribus galaicas a reconocer la soberanía romana, como punto final y triunfal a su campaña. Los ingresos conseguidos le valdrían de mucho en años posteriores. Como indica V. Alonso Troncoso:

<<Indudablemente la presencia de Cayo Julio César en Gallaecia constituye uno de los capítulos más atrayentes de la historia antigua de Galicia. Que nos conste de manera positiva, nunca un emperador, ni siquiera un caudillo republicano de primera fila, llegó a adentrarse en territorio galaico propiamente dicho, y de ahí la significación extraordinaria que cobra la visita del futuro dictador y padre adoptivo del primer emperador romano, Augusto>>.

Ello supuso la sumisión de la Galicia costera y dejó abiertas las vías de penetración hacia el interior, permitiendo el inicio de contactos comerciales entre la Galicia actual y los territorios del Imperio. Cesar llegó hasta donde no había llegado ningún romano antes. Bien para perseguir a los fugitivos que habían cruzado el Duero, bien para alcanzar las <<fuentes>> del estaño. César siguió avanzando hacia el norte, hasta llegar a Brigantium. Según Dion Casio, los brigantinos no ofrecieron resistencia. El debate sobre la identificación de Brigantium con Betanzos o La Coruña no parece superado: la ubicación, tal como se desprende de las distancias viarias entre las distintas localidades y el hecho de que Brigantium fuera asociada a un faro, permite considerar que se trate de La Coruña. Si bien el término Flavium o Falvium también se discute. De todos modos, la presencia romana en Brigantium no debemos entenderla geográficamente reducida a la península coruñesa; con seguridad las tropas cesarianas se extendieron por todo el denominado 'Magnus Portus Artabrorum' (Rías de La Coruña, Ares, Betanzos y Ferrol).

<<... y desde allí, navegando a lo largo de la costa, hasta Brigantium, ciudad de Gallaecia, los atemorizó y los sometió por el rugido de la navegación, ya que nunca habían visto una escuadra.>> (DIO 37, 52-53).

Esta cita de Dion Casio es enormemente importante porque nos señala el momento en que Brigantium entra en la historia de Roma y del mundo. Autores como J. D'Alarçao, destacan la importancia de este momento, a partir del cual puede hablar de una Lusitania totalmente sometida a Roma. Era el año 61-60 a.C. y ha dado pie ciertas hipótesis:

Para Tranoy, la explicación es simple: esta parte de la campaña no tuvo carácter militar, sino exclusivamente comercial. Tampoco podemos olvidar que estas embarcaciones en un número importante, eran transparentes; la flota romana no estaba compuesta por navíos de guerra. Entonces estas expediciones se relacionarían con la explotación del estaño que, según Plinio (nat. 34, 42) se importaba de Galicia y Lusitania, sin olvidar el oro de Galicia, base de la riquísima orfebrería castreña, y que sin duda tendría en cuenta Julio César y Cornelio Balbo, junto con los hombres de negocios gaditanos que le proporcionaron los recursos y las naves.

Es interesante la explicación del profesor N. Santos Yanguas: estas poblaciones nunca habían estado cerca de zonas de operaciones militares, por lo que no habría una organización guerrera ni una tradición de alianzas militares lo suficientemente complejas como para resultar aptas a la hora de plantar cara a un enemigo tan numeroso y organizado como eran los romanos. De ahí el terror que inspiraban los barcos en Brigantium: los habitantes no temían el ruido de los navíos, sino que suponían que tal cantidad de embarcaciones tan grandes cargadas de hombres, no podían augurar nada bueno, los indígenas, conscientes de su debilidad, renunciaron a presentar una lucha que se mostraba casi suicida.

En cambio, los galaicos del Duero, más próximos a la Celtiberia y limítrofes con los lusitanos, sí habían podido comprobar lo que significaba el enfrentamiento con las legiones de Roma desde mucho tiempo antes, por lo que se consolidaron una serie de pactos que les permitieron reunir miles de hombres y causar muchos quebraderos de cabeza a las cohortes de Décimo Junio Bruto.
No sabemos qué pasó en las siguientes cuatro décadas ni en qué sentido fueron las relaciones, pero lo cierto es que en las Guerras Cántabras sólo parece haber jugado algún papel de cierta relevancia la zona montañosa centro oriental. La Galicia costera y, en general, la zona central y centro oeste ya no eran un problema.

Las consecuencias

Por una u otra forma, la arriesgada campaña cumplió todos los deseos de César. Logró un ejército permanente, había conseguido experiencia y logros en la administración y municipalización y en la relación con las ciudades, saneado la economía y todo ello repercutía en la reducción de impuestos, y en la ampliación de la concesiones de ciudadanía y derechos municipales, que fueron las claves de la política de César. Dejaba en Hispania importantes relaciones y lazos de amicitia.

Evidentemente, la empresa resultó enormemente productiva en términos económicos, sumas que justificaban la guerra emprendida. César se enriqueció personalmente, tanto como para poder desterrar definitivamente sus anteriores problemas financieros, y, además, proporcionó lo suficiente para que pudiera enviar a Roma cuantiosas cantidades de dinero que acallaron las voces anticesarianas que protestaban y le acusaban de haber atacado a poblaciones indefensas para involucrarlo a su vuelta en un proceso <<de repetundis>> por irregularidades en la administración.

Al contrario, el Senado no tuvo otro remedio que reconocerle el triunfo, pues además, los legionarios que habían tomado parte en la lucha recibieron su recompensa (el enorme botín cobrado le permitió hacer generosos repartos a sus soldados y sólidos lazos de clientela militar) llegaron a aclamarle como Imperator, paso previo e indispensable a la concesión del triunfo por parte del Senado.
Estuvo acompañada del triunfo en una campaña militar (ésta era la primera, dejando al margen la <<limpieza>> de los piratas cilicios) era un interesante trampolín para el consulado, tanto desde su propia ambición, en su sentido más genérico: Dion Casio relata cómo César esperaba de esta campaña convertirse en más grande que Pompeyo.

Pero también desde su propaganda como líder. Una expedición a los confines de la tierra, al Finis Terrae, suponía una aureola mítica para su persona. Añadámosle el elemento religioso y de presagio. Vinculándose con los sueños premonitorios sobre el poder que iba a alcanzar según Dion Casio, durante su cuestura en Gades.

No olvidemos su relación con Craso; el padre de éste había dirigido una expedición al noroeste en busca de las Casitérides. Probablemente César aspiraba a encontrarlas, con el consiguiente aumento de riqueza y prestigio.

Tras haber permanecido en la península algo más de un año, César consideró que ya había hecho méritos suficientes como para aspirar al consulado. Las tres necesidades que le habían llevado a aceptar el gobierno de Hispania habían desaparecido: ya era solvente económicamente, tenía la suficiente experiencia militar y de gestión como gobernador. Mostró un gran interés en regresar. Había tomado posesión del cargo de manera irregular (sin esperar la aprobación de los presupuestos) y lo dejó de manera irregular (sin esperar a que el Senado designara a su sucesor).

Y en Roma, mientras tanto, había comenzado la campaña electoral para los consulados del 59 a.C. Saludado como imperator por sus tropas y con el botín de la campaña, regresó el verano del 60, con el triunfo que, ante dicho botín, el Senado le concedió.
En una muestra de maestría política propuso un pacto a Craso y Pompeyo subiendo éstos al poder, gracias a los éxitos y el prestigio logrado en Hispania. Los senadores se opusieron fervientemente, pero César en una sagaz estrategia ganó el apoyo de Pompeyo, presentándose como el hombre que este necesitaba para remontar sus últimos fracasos en política, y, además apoyado por la clase empresaria romana. Y así fue, en el 59 a.C. era declarado Cónsul.

Comenta M. Gelzer, en Hispania se forjaría el César político como cónsul y el militar vencedor de la Guerra de las Galias: aquí comenzó a actuar como caudillo y gobernante nato, pero no se pierde en esta actividad en la perifería del Imperio; la meta de todo fue siempre Roma.


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Mensaje por Radom »

Otro que aporto:

Galib Abu Tamman Al-Nasiri, o sea el famoso Galib, un liberto de origen eslavo, general omeya de España durante Abdarramán III, Alhakén II y Hisham II, que luchó victoriosamente contra leoneses, castellanos, navarros, normandos, idrísies, fatimíes, normandos y que estuvo a punto de vencer al mismo Almanzor.


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Mensaje por urquhart »

Hola a todos,

ya que se ha recuperado el hilo, propongo a un Príncipe de Asturias... Emanuele Filiberto di Savoia-Aosta, conocido como el Duque Invicto.


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Mensaje por Radom »

¿Pero cómo nos hemos podido olvidar del gran Genserico? :asombro2:

Si contamos con que entró con su hermanastro Gunderico y con las dos ramas de los vándalos (asdingos y silingos) junto con un gran contingente de alanos y suevos por el 411 en Hispania veremos que estuvo casi 20 años establecido en la península, pues en el 429 al año de su reinado invadió el norte de África hasta Túnez donde fundo un gran imperio, el primero después de la caída de Cartago más de 500 años atrás.

Durante su breve reinado se podría decir que fue "rey" de Andalucía aprendiendo mientras tanto tácticas navales que harían de los vándalos la primera fuerza no-romana en muchos siglos de Mare Nostrum.


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Mensaje por Radom »

urquhart escribió:Hola a todos,

ya que se ha recuperado el hilo, propongo a un Príncipe de Asturias... Emanuele Filiberto di Savoia-Aosta, conocido como el Duque Invicto.
Sé que estuvo en la Armada pero :conf: :conf: no sé mucho más ¿estuvo en la guerra contra los Otomanos de 1911-1912?

Un saludo (un poco tardío :guino: ).


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