División independiente
Los zapadores de la IX brigada continuaban las obras de fortificación en la península de Cod, la VIII brigada continuo sus labores de requisa en las poblaciones de la zona. En un arduo trabajo, las patrullas, ahora equipadas con monturas, se adentrarían hasta 60 y en algunas ocasiones más kilómetros, en busca de alimentos. Las granjas, y cultivos fueron arrasadas y saqueadas o incendiadas, y los molinos, telégrafos, y otros ingenios, incendiados.
Mientras tanto la VII brigada había dejado New Bedford para dirigirse hacia Fall River, ciudad que había ocupado con dos de sus batallones de infantería y parte del regimiento de artillería montada. El botín logrado era enorme, tanto que el día 7 el general Martinegui se vio obligado a ordenar a la VIII brigada, el envío de dos de sus batallones a la ciudad. 22 industrias textiles que acumulaban la mayor parte del textil del estado, y fabricas metalúrgicas o de calzado formaban parte del botín. Tal era su cuantía que, incluso se empezaría a utilizar el Old Colonial Railroad para trasladar los bienes a Plymouth, con el fin de cargarlos en los buques y enviarlos a España.
Brigada de caballería.
Tras la ocupación y el desmantelamiento de las industrias Springfield, las fuerzas del general Marco cambiaron su ruta y avanzaron hacia el sur, reuniéndose con su III brigada en Hartford, antes de proseguir hacia el sur.
Para esos momentos, la mayor parte de las poblaciones de la zona empezaban a tener defensas, y milicias armadas para su defensa. Por lo que el general Marco opto por esquivar las poblaciones, y concentrarse únicamente en las que tuviesen un alto valor económico o militar. Aunque no por ello dejo de destruir, o incendiar cada granja, o molino que encontrasen en a lo largo de su ruta, siempre siguiendo el mismo patrón. Se respetaban las viviendas, pero los graneros, cosechas y animales eran requisados, o destruidos. La excepción sería el caso de New Haven, sede de la empresa Winchester, esa ciudad, si merecía la pena conquistarla.
Al llegar frente a la ciudad, comprendió que la conquista podía ser difícil. Las calles habían sido cerradas por barricadas, y en los edificios podían observarse decenas de soldados y milicianos, preparados para la batalla. No le gustaba especialmente actuar así, pero no le quedó más remedio que ordenar a su artillería entrar en posición. Afortunadamente, el enemigo no parecía disponer de artillería, por lo que sus 36 cañones Plasencia de 80mm destrozarían la ciudad con sus granadas.
Precisamente por ello, envió un mensajero a la ciudad. Si deseaban luchar, estaba dispuesto a dar una tregua a la población civil que, disponía hasta el anochecer para salir. Después de medianoche iniciaría el ataque.
Sí, el día siguiente sería muy duro, sin duda.
I Cuerpo de Ejército
Una vez superada la ciudad de Boston la marcha fue mucho más rápida, cubriéndose distancias de 40 e incluso más kilómetros al día. Siempre apoyados por los cruceros auxiliares desde el mar, y con las fuerzas de caballería protegiendo la retaguardia de una salida de la guarnición de Boston. Ahora la tarea de proteger los flancos y explorar el terreno recaía en las sextas compañías de cada batallón, equipadas con caballos (1), y actuando como una guerrilla.
Gracias a esto al acabar el 7º día de la operación, las fuerzas del I CdE estaban ya en Portsmouth, a solo dos días de viaje de Portland.
Golfo de México
Tras descubrir el yate aviso norteamericano días antes, la escuadra de Manterola se estaba alejando de la costa norteamericana en dirección a la península del Yucatán, con el fin de atraer lejos de ella, y por lo tanto de los avisos, a Sampson. No por ello cesaba en sus fintas rumbo a la costa norteamericana, destinadas a mantener el interés de Sampson fija en él.
Sin embargo todo cambió a última hora del día 25, cuando la escuadra norteamericana viro al norte por sí misma. Sin duda estaba ya falta de carbón, pensó el almirante Manterola, el tiempo de jugar se había acabado. Poco después, su propia escuadra tomaba rumbo hacia La Habana. Era el momento de proceder con la siguiente fase de su plan.
En esos instantes los buques estaban a 340 millas al suroeste de Nueva Orleans. A esa velocidad, sin duda Sampson se enteraría de la invasión a lo última hora del día siguiente. A Weyler le quedaban 8 días de ventaja como mucho.
- Caballos requisados para dotar a una Cia como guerrilla montada, como ya hiciera en Cuba.