
Manco Inca a caballo y armadura dirigiendo la batalla (boceto)
El arquitecto suizo Jean Pierre Protzen, uno de los mayores expertos en arquitectura inca y especialista del yacimiento de Ollantaytambo, después de una extensa investigación en el terreno y las fuentes escritas ha conseguido ubicar con exactitud el sitio de la impresionante batalla tan fascinante como desconocida en la extensa guerra de conquista del Perú.
Gracias a que Ollantaytambo es aún un poblado adormecido donde la modernidad recién la está afectando y donde aún se conserva buena parte del terreno original más las fuentes testimoniales de los que estuvieron en aquella jornada podemos reconstruir con bastante fidelidad lo que sucedió tácticamente con ayuda de Google Earth.
Hernando Pizarro, después de librarse del cerco del Cuzco en 1536 planifica un ataque hacia las posiciones de Manco Inca. Para ello cuenta con 60 de sus mejores jinetes, alrededor de 30 infantes españoles y, como fuerza de choque, un enorme ejército nativo de 30,000 efectivos conformado por tropas huancas, Chachapoyas y cañaris liderados por sus curacas. Además esclavos negros y nativos de Nicaragua; y con el invaluable auxilio de tropas incas, presuntamente liderados por Pascac e Inquill, nobles cusqueños que salvaron a los castellanos de la gran crisis de 1536.
Para defenderse Manco Inca ya no poseía a los ejércitos imperiales de su padre. Los huesos de las mejores tropas incaicas blanqueaban en los campos de batalla de la guerra civil y las pocas experimentadas habían sido derrotadas en el Cusco. Había perdido a sus mejores generales y la traición de no pocos incas. Solo le quedaban al rebelde un puñado de nobles a caballo y reclutas de los pueblos aledaños a los que había instruido rápidamente. Además contaba con el auxilio de los arqueros selváticos que había reclutado. Se estima un efectivo insurgente entre 15,000 y 20,000 en Ollantaytambo.
En enero de 1537 el ejercito indocastellano de Hernando y Gonzalo Pizarro atraviesa el río Anta en el sector de Pachar para ingresar en la profunda quebrada que cortaba el rio Urubamba. El camino Inca estaba tapiado y flanqueado por montañas cortadas a pico ocupadas por centinelas rebeldes que no tardaron en hostigar a la vanguardia dirigida por Gonzalo Pizarro, que tuvo que vérselas con constantes impactos de proyectil de onda, peligrosos por los efectos graves sobre los caballos.
Conforme avanzaban la quebrada se iba estrechando hasta formar un angosto cuello en la zona de Inca Pintay. A lo largo del camino tapiado la quebrada estaba cubierta por terrazas que eran muy bien aprovechadas por los insurgentes incas ya que desde ellas practicaban su impecable puntería sobre los jinetes y peones de los españoles. Eran los auxiliares nativos de los castellanos los que debían desalojar a los rebeldes desde Choqana hasta Ollantaytambo, una hermosa ciudad construida por Pachakuti en la confluencia de dos ríos: el Patakancha y el Urubamba.
Jean Pierre Protzen observó que Manco Inca no permitió que los castellanos tomaran la ciudad y no se resguardó en la imponente ciudadela megalítica levantada varios metros por encima de la población. Hacerlo había equivalido a cometer el mismo error que perdió Sacsayhuaman. Los castellanos hubieran saqueado la ciudad obligando a los defensores insurgentes a descender al llano donde su superior número y caballos los hubieran masacrado. Para evitarlo Manco Inca aprovechó genialmente el terreno inmediato: Mascabamba donde había un llano flanqueado por terrazas al nor-oeste, el empinado cerro Pinkuylluma al norte y las terrazas de Wayroncoyoc al sur. Lo sectores de Choqana e Inka Pintay a su vez obligaban a los invasores a vadear el rio dos veces estando a merced de los rebeldes en las alturas.