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Los tercios españoles. La batalla de Pavía |
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Guión Real de Carlos I de España y V de Alemania (banderasmilitares.com) |
Ya en 1.482 se tienen referencias de la llegada de peones suizos a España. Parece ser que no solo eran mercenarios, sino instructores de su forma de combatir, ágil, sin apenas armadura. Su presencia terminaría en 1.492, aunque sus descendientes servirían durante siglos bajo las banderas españolas, hasta bastantes años después. Es indudable la influencia del modelo militar suizo en las tropas españolas, pero perfeccionándolo y elevándolo a categoría de arte.
En 1.493 y ante los más que previsibles conflictos con Francia, los Reyes Católicos crearon las Guardias de Castilla. 25 unidades con 100 lanzas cada una. 20 eran hombres de armas, acorazados de pies a cabeza, con lanza y caballo con barda. Las 5 restantes eran "ginetes", un tipo de caballería única en Europa, claramente influenciada por la cultura militar árabe, con armas ligeras y con caballos rápidos y veloces.
Como curiosidad decir que en Francia, el regente Beaujeu suprimió en 1490 la infantería de ordenanza creada por Luis XI en 1448 y los gendarmes en 1445.
Las medidas militares se tradujeron en "ordenanzas", organizando y regulando multitud de disposiciones relativas a crear una "reserva" para tiempos de guerra, organizada y apoyada en los concejos municipales. Se regulaba incluso las multas que deberían pagar los municipios que no proveyeran el armamento necesario.
Los futuros conflictos con Francia llevaron a
una Ordenanza en 1.496. Había habido dos anteriores, que detallaban
todo el sistema de "milicias", pero esta tercera, se puede decir que es
el origen de la organización del poderío militar español
durante siglos.
Desarrollaba toda la cuestión administrativa,
que a la larga sería clave para mantener, con tan menguados medios
(en comparación con otros países) territorios tan extensos.
La ordenanza de 1.496, determinaba la estructura de la tesorería de guerra y el procedimiento de gestión. Desarrollaba el concepto de permiso y el de licencia, desde el soldado hasta el general.
Ordenaba que los encargados de la economía militar, contadores y veedores, vivieran con sus capitanías y regulaba el "libro de sueldos" donde figuraban todos los contratos, llevando la contabilidad de cada uno de los hombres.
Regulaba las revistas por parte de los mandos
superiores, para garantizar el buen estado, tanto material y espiritual
de la tropa.
Marcaba los sueldos para cada combatiente, según
su especialidad y los castigos a repartir en caso de desbandada.
También castigaba lo que ahora se conoce como "sedición", reunión de la tropa sin permiso.
Esta larga Ordenanza, marcaba el sistema de centinelas, las obligaciones de los "castellanos" (señores de castillo), la utilización de espías... un sinfín de disposiciones que fueron perfilando lo que sería el primer ejército moderno de la historia
Una buena representación de estas medidas está en el ejército que mandó Gonzalo Fernández de Córdoba en Italia en 1.501. Era el ejército "intermedio" entre el medieval y los futuros tercios. Contaba con 549 lanzas distribuidas en 6 capitanías. Los peones 3.243, divididos en 30 capitanías. Los soldados a pie iban armados según la Ordenanza de 1.497:
"puf(s)ofe en efte tiempo nueva ordenanza en la gente de guerra...repartieronfe los peones en tres partes: el un tercio con lanças, como los alemanes los trayan, que llamaron picas, y el otro tenía el nombre antiguo de efcudados (los rodeleros) y el tercero de ballesteros, y efpingarderos... y aun eftos peones repartidos en quadrillas, de cincuenta en cincuenta".
Se adoptaba la pica en sustitución de la lanza pero añadiéndole coraza al piquero, no como el suizo o el lansquenete que no portaba. Otro tercio con espada y rodela (efcudados) para intentar alcanzar, entre la maraña de piqueros a los enemigos, y por último, los tiradores a distancia. De momento se combinaba la ballesta y las primitivas armas de fuego.
No cabe duda, que aquí tenemos el origen de la palabra �tercio�, que mas tarde daría nombre a las unidades militares españolas.
Las Ordenanzas recogen términos como Capitán y la unidad que manda, Capitanía, en lugar de Almocaden. La capitanía está formada por escuadras. A su mando los quadrilleros o cabos de escuadra. Las escuadras tienen al comienzo unos 40 hombres para ir reduciéndose hasta unos 25. El empleo de Sargento se utiliza por primera vez hacia 1.520.
El Alférez, segundo al mando, con la misión de enarbolar y proteger con su vida la bandera. Creo interesante recordar aquel Alférez que hacía el año 1000 cubrió la bandera de Castilla con su cuerpo para evitar que fuera capturada, y con su sangre dio el color rojo a la hasta entonces blanca bandera de Castilla.
El detalle alcanzado era tal, que para el pago de los sueldos se empleaba una detallada contabilidad, donde cada maravedí quedaba justificado, de tal modo que los RRCC, sabían que el coste del ejército expedicionario a Italia costaba 114.403.560 maravedíes al año, siendo el gasto total 365.000.000.
Todavía se menciona la almogavaría
pero no a los almogávares, sino peones o lacayos (sin carácter
despectivo). Hasta 1506 no aparece la palabra infante.
Habida cuenta que las Capitanías eran demasiado pequeñas para participar en combate por si solas, se decide agruparlas en una unidad superior, la "Colunela", derivada de la palabra italiana "columna". Al jefe se le dio primero el nombre de "Colonnelo" y posteriormente al evolucionar en "Coronelía" del mismo modo evolucionó "Coronel" en 1.508. Quien mandaba todas las colunelas era el Coronel General.
No tenía un número fijo de capitanías, sino que se agrupaban en el comienzo de las campañas y al terminar, se volvían a separar. De esta manera, el número no era fijo pero no excedían de 1.500 ni bajaba de 800, siendo lo normal, 1.000 hombres. Poco tiempo después, estas reformas, junto con las de Gonzalo Fernández de Córdoba darán lugar a la Coronelía. La Coronelía estaba formada por 10 "compañías" o "batallas", de 500 hombres, divididos en 200 piqueros ordinarios, 100 arcabuceros y 200 rodeleros. Además había 2 compañías de piqueros "extraordinarios"
Coronelía
1 Coronel
12 Capitanes
12 Alféreces
60 Cabos de batallas
600 Cabos de a diez
12 Tambores
2000 piqueros (incluyendo los cabos de a 10).
1000 piqueros extraordinarios (incluyendo los
cabos de a 10)
2000 rodeleros (incluyendo los cabos de a 10)
1000 arcabuceros (incluyendo los cabos de a 10).
El ejército se componía normalmente
de 2 Coronelías (o escuadrones que también recibía
a veces este nombre), al mando de un Capitán General.
El ejército contaba con un escuadrón
de 300 jinetes ligeros y 300 hombres de armas por Coronelía. En
total un ejército estaba formado por 12.000 infantes y 1.200 jinetes.
Esta organización era la teórica, lógicamente en campaña era difícil de mantener y tampoco era rígida. El impulsor de esta organización fue Gonzalo Fernández de Córdoba, en el que se aprecian ya algunas características importantes que debemos resaltar.
De una manera "más o menos" oficial, se resalta la importancia de la infantería sobre la caballería, pasamos por lo tanto de la Edad Media, al pleno renacimiento militar. Dentro de la caballería, tanta importancia (respecto al número) tienen los jinetes ligeros como los pesados jinetes acorazados. La utilización de los piqueros, irá relegando su papel, para quitarles el papel protagonista en los campos de batalla.
Por otro lado, el ejército se organiza de una manera racional, se tienen en cuenta todas las posibilidades del combate y las unidades están organizadas para ello. Los piqueros para parar a la caballería enemiga (y a los piqueros enemigos), los rodeleros para introducirse entre las picas enemigas y las armas de fuego para desgastar por el fuego a distancia. Los rodeleros españoles cobrarán fama, haciendo auténticas carnicerías en las campañas contra los franceses en Italia. Curiosamente no duraron mucho ya que se consideraba un entrenamiento demasiado especializado para una tarea que podían hacer los arcabuceros, que poco a poco irán cobrando más y más preponderancia.
Para dar una semblanza de las Coronelías,
nada mejor que verlas en acción, para ello creo que sería
interesante ver su actuación en la Batalla de Pavía.
Tras el sitio de Barletta, de nueve meses, según las crónicas de la campaña: "el ejército sufrió muy grande necesidad, pues no se hallaba trigo, ni cebada ni otro mantenimiento alguno".
Los españoles aguantaron 9 meses y solo tras recibir permiso del Gran Capitán rindieron la fortaleza, con la condición de reincorporarse al ejército español. Los españoles que quedaban (400) mandados por Pedro Navarro, salieron desfilando, con las banderas desplegadas y gritando "¡España! ¡España!", el cronista francés DÁuton escribió: "Yo no quiero en mi crónica dejar en olvido los buenos hechos de los españoles, antes bien, decir lo que por su virtuosa defensa deben tener como honorable elogio".
El Gran Capitán ordenó a sus tropas
en la misma época:
�...mando luego echar un bando con gran severidad
que todos tratasen muy bien a los prisioneros, porque querían que
los españoles no sólo venciesen a las demás naciones;
más en la humanidad, en el tratamiento, en la liberalidad, en la
cortesía, en la crianza, que sin esfuerzo les hacían tanta
ventaja".
Años después en la campaña
del Garellano, se libran duros combates en un puente. García de
Paredes expone a Gonzalo las dificultades y aconseja abandonar el puente.
Gonzalo le responde:
"García de Paredes, pues no puso Dios
miedo en vuestro corazón, no lo pongáis en el mío,
continuad".
El valiente soldado respondió:
"...seguro
está vuestro campo de miedo si no entra en él más
que el que yo trajera".
Dicho esto, se lanzó al puente y lógicamente
venció.
En ese mismo combate el Alférez Hernando de Illescas, pierde las dos manos por un disparo de cañón. Pero continúa enarbolando la bandera con los muñones y se pone a la cabeza de sus hombres gritando ¡España, España!
Otro ejemplo es la orden que Gonzalo da a sus capitanes, entre los que se encuentra el futuro conquistador del Perú, Pizarro, para la toma del pueblo de Rocaseta. "Señores, a Rocaseta he elegido para vuestra victoria o para vuestra sepultura".
Aprovecho para hacer un inciso, creo interesante. Entre los soldados ya hay un sentimiento "español". Gritan en repetidas ocasiones "España".
Creo que esto puede decir algo lo que pensaban
en la época, sobre el sentimiento de pertenencia a una nación,
España.
Tan importante era la preparación moral
para el combate que Gonzalo opinaba (escrito por Diego de Salazar en su
obra "De Re Militari"):
"No traigas jamás a tus guerreros a dar la batalla, si primero no estás seguro de sus corazones y conocido están sin temor y que están ordenados, ni los pruebes si no ves que ellos esperan vencer".
Este texto es importante porque recoge lo que será una de las máximas más importantes de los futuros Tercios: solo combatirá el soldado (ejército) cuando esté preparado para ello.
Como antecedente de lo que harían los Tercios, en la batalla de Ravenna (1.512), victoria francesa las Coronelías se comportaron así:
Cronista Alonso de Santa Cruz:
"... la qual artillería francesa comenzaron a tirar contra la vanguardia de los hombres de armas españoles e hizieron con ellos tanto vacio que más no podía ser, porque eran muchos tiros gruesos y cañones y culebrinas. Que vino vez llevar de un tiro a quince o veinte hombres juntos. Y como esto vido la Infantería de la vanguardia española, se echó en tierra y cubrió por ciertos valladares que allí avia. Y también hizo el artillería mucho daño en los escuadrones de la batalla y retaguardia española y los capitanes no entendían sino en mandar que cada uno de los suyos estuviera constante y firme en el martirio y que no se partiesen de la orden que tenían. Y la infantería española, como avia estado echada en tierra para no ser ofendida de la artillería de los contrarios, como vieron que ya no tiraban por andar la batalla travada con los españoles, se levantó en pie e acometieron a la infantería de los gascones, normandos y picardos, de tal manera que la rompieron toda, matando la mayor parte della, y los demás hombres los lanzaron al río Ronco. Visto esto, la infantería alemana arremetió a los españoles por vengar a los gascones y travóse entre ellos una cruel batalla y al cabo fueron casi todos los alemanes muertos y los españoles estuvieron por todo el campo, haciendo muchos estragos entre los infantes enemigos, como victoriosos, y se los dexo ir sin hacer molestia alguna, con sus atambores sonando y con sus banderas".
Otro cronista sobre el mismo hecho de armas:
Fray Prudencio de Sandoval:
"...y los franceses sitiaron a la ciudad de
Rávena, a la cual fue a socorrer el campo de la Liga. Y las voluntades
y ocasiones llegaron a términos que con todas sus fuerzas se dieron
en una de las más sangrientas batallas de Europa, domingo 12 de
abril de 1.512. En la cual, aunque los franceses se tuvieron por vencedores,
murieron tantos de su parte y personas tan señaladas, con su capitán
general, Monsieur de la Foix, que se pudo dudar mucho de la victoria. Y
después de rompidos los campos, quedó un escuadrón
de infantería española que nunca la pudieron romper, y pasó
por medio de todos los franceses dejándolos ir en salvo".
En 1.519 fue candidato al trono imperial, al que como sabemos, fue elevado Carlos I. Su prestigio quedó mermado y se dio cuenta que Francia podía ser estrangulada por sus fronteras en el sur con España, y en este por el Sacro Imperio Romano Germánico. Recupero parte de su prestigio tras el acuerdo con Enrique VIII de Inglaterra, y aunque en 1.522 sufrió una derrota en Bicoca y el cambio de bando de Carlos, III duque de Borbón, Condestable de Francia, uno de los artífices de la victoria en Mariñano y uno de los hombres más poderosos del reino, se sintió con las suficientes fuerzas para reclamar el ducado de Milán, una de las zonas más ricas de Europa
Las tropas francesas al mando del Señor
de Bonnivet, Almirante de Francia, penetraron en Italia, con un ejército
de casi 20.000 hombres.
Bonnivet, era el mejor amigo del Rey, y este
tenía en gran estima sus consejos.
Por España combatía Prospero Colonna, que con 9.000 hombres retrocedió inicialmente, mientras recibía refuerzos, 15.000 lansquenetes alemanes y 6.000 más bajo pago del Borbón. Colonna murió y fue sustituido por el Virrey de Nápoles, Carlos de Lannoy. Era de nacimiento italiano, pero de origen español. No estaba bien situado socialmente, pero sus habilidades militares y políticas le situaron en lo más alto del reino de Nápoles y del ejército.
Los imperiales, ya reforzados, dirigieron acciones
contra la retaguardia francesa, hostigando sus vías de comunicación
con Francia.
Disensiones en el mando francés, llevaron
a la retirada de 13.000 mercenarios suizos, con lo que Bonnivet, se retiró
hacia Novara.
En una escaramuza contra las tropas al mando
de Borbón, Bonnivet fue herido y tomó el mando el caballero
Bayardo, "el caballero sin tacha", famoso caballero francés, temible
y legendario guerrero, con mentalidad, todavía medieval. En una
escaramuza, el valiente Bayardo, que cubría la retirada de sus hombres,
fue abatido por un certero disparo de un arcabucero español. Curiosa
muerte la de alguien, que años atrás, en las campañas
del Gran Capitán, había ordenado que fueran ejecutados todos
los arcabuceros españoles que fueran hechos prisioneros.
La retirada francesa continuó hasta Briancon, en Abril de 1.524, mientras los imperiales, con los españoles como protagonistas, ocuparon el Piamonte. La primera ofensiva francesa, había fracasado, tanto en dominar el norte de Italia, como en capturar al Borbón.
Se organiza un ejército de unos 12.000 hombres y 26 cañones, que bajo el mando de Borbón y de Pescara, penetran en Francia. Al llegar a Aix-le-Provence, Borbón reclama el título de conde de Provenza e intenta recabar el apoyo de Enrique VIII. Las fuerzas francesas se atrincheran en Marsella, donde 4.000 y otros tantos miembros de la milicia resisten el asedio hispano-imperial. Francisco I se reúne en Lyons con Bonnivet donde se reagrupa y recibe refuerzos, avanzando a continuación hacia Avignon. Los sitiadores intentan tomar la ciudad al asalto pero son rechazados, y ante la disyuntiva de verse atacados por un ejército, ahora superior en número, se repliegan hacia Italia, siendo hostigados por la vanguardia francesa al mando del Condestable de Francia Anne de Montmorency. Francisco I libera Marsella y castiga a los que apoyaron a su enemigo Borbón. Los imperiales se retiran maltrechos a Italia.
Francisco I tiene dos opciones, permanecer en Francia e incluso apoyar los combates, en un frente secundario como el de Bayona, o entrar en Italia, persiguiendo a los exhaustos imperiales. El objetivo final, vuelve a ser Milán, lo que le permitiría recuperar todo lo perdido. Siguiendo el consejo de Bonnivet, Francisco se decide a entrar en Italia.
Los franceses dividieron sus fuerzas en tres columnas para atravesar los Alpes. La vanguardia, bajo el mando de Montmorency, perseguía a los imperiales por la ruta costera, en dirección Génova. El Rey con el grueso bajo el mando de Michel-Antoine, marqués de Saluzzo, reclutaba mercenarios italianos en la zona de Briancon, y una columna central mandada por el mariscal Jacques de Chabannes, señor de la Palice, atravesaba el Col de Larche.
A mediados de Octubre, el Rey se encontraba en Vercelli, a mitad de camino entre Turín y Milán (el objetivo de esta fase).El duque de Turín, tío del Rey, Carlos duque de Saboya, se unió a su sobrino, junto con 14.000 mercenarios suizos. Contaba el rey con 24.000 hombres. El señor de la Palice, con 7.000 infantes franceses y 2.000 caballeros (gendarmes) perseguía de cerca a los menos de 9.000 imperiales (la mayoría españoles) que se habían retirado hasta Alba. La columna al mando de Montmorency, con 5.000 jinetes ligeros italianos y lansquenetes alemanes, intentaban rodear y copar a las fuerzas enemigas.
Pero no era fácil la coordinación de estas fuerzas con los medios de la época. Los imperiales forzaron la marcha y lograron escapar del cerco, lo que hubiera supuesto, posiblemente, el fin de la campaña y de las aspiraciones españolas en la zona. Pescara y Borbón llegaron a Pavía (quedando al mando de la ciudad Leiva), quedando en la ciudad de Alessandria, una guarnición de 2.000 españoles. El mal tiempo ayudó a los imperiales, ya que retrasó la persecución que daban los franceses.
El 26 de Octubre de 1.524 el rey francés
entra en Milán. Los imperiales se refugian en Alessandría,
Lodi y Pavía. A esta ciudad ponen sitio los franceses. Ante el riesgo
de que el ejército, por falta de pagas, se deshaga, los imperiales
se ven obligados a avanzar contra el ejército sitiador.
Los oficiales de Francisco le recomiendan levantar
el sitio, para no quedar aprisionado por las fuerzas que defienden la ciudad
y aquellos que intentan levantar el sitio, pero confiado de la calidad
y del número de sus fuerzas, y conocedor de los problemas monetarios
del enemigo, decide mantener la posición.
Pescara llega el 7 de Febrero a Pavía e instala su campamento, próximo al del enemigo. Desde el primer día, se dedican a hostigar, en aquel tipo de guerra, incómodo y tan poco "heroico y noble" que poco gustaba al francés. Así en la noche del 19 al 20, una encamisada en el campo francés causa graves bajas al enemigo, 2.000 hombres y 9 cañones ligeros.
Para el sitio el ejército francés
se dividió en tres cuerpos:
Vanguardia, al mando de La Palice y la Flourance.
Retaguardia, a las órdenes de Carlos,
Duque de Alençon.
Cuerpo principal, con el Rey.
Así quedaron los franceses alrededor de
la ciudad, defendida por 9.000 hombres. El principal problema para Leiva
era el pago a los mercenarios. Hubo hasta que coger la plata de las iglesias
para pagarlos. Pero no era suficiente, así que Leiva pidió
a los españoles, no solo combatir sin paga, sino que prestaran el
dinero que tuvieran para pagar a los mercenarios alemanes. Y aceptaron,
¡este era el carácter de estos soldados!
Antes de la llegada de los refuerzos, hubo varias
embestidas y escaramuzas contra la ciudad.
En una de ellas, 40 españoles que defendían una pequeña posición en la orilla sur, se defendieron valientemente y los franceses los colgaron por orden de Montmorency. Leyva protestó y el rey, pidió disculpas por el hecho. En una de esas escaramuzas, cayó en poder de la guarnición el estandarte de los guardias reales escoceses, una de las banderas más preciadas del ejército francés.
Según a los autores que se lea, como es habitual, las fuerzas de cada bando aumentan o disminuyen. Entre 35.000 hasta 20.000 hombres, hay todo un margen de cifras. Las cifras para la guarnición de Pavía, van desde 6.000 hasta 11.000, con la mayoría de lansquenetes y en menor número, aunque decisivos, españoles.
Si parece ser que estaban igualados en números totales, con superioridad en caballería pesada y artillería por el lado francés. Al bando francés había pasado la banda de mercenarios "della Bande Nere" y distintas fuerzas de varias ciudades italianas, incluso más de 10.000 hombres pagados por el Papa. Los imperiales habían reclutado lansquenetes, entre otros al famoso Jorge von Frundsberg, señor de Mindelheim, que a pesar de ser luterano, su fidelidad al emperador Carlos era absoluta.
Uno de los mayores problemas para ambos ejércitos era la falta de pólvora, sobre todo para los defensores de Pavía. Se logró introducir un envío, que Leyva, aprovechó para organizar una arriesgada salida contra el campo francés que se cobró numerosas bajas. Leyva se encontraba enfermo y se hacía transportar en una litera para supervisar los combates desde la muralla.
Finalmente, y ante el riesgo de que los mercenarios
abandonaran la campaña, los imperiales decidieron atacar el 22 de
Febero de 1.525.
El plan, preveía atacar el ala izquierda
francesa, apoyada en el muro del parque.
En el medio del parque, había un edificio, llamado Castillo de Mirabello. Había sido elegido por Francisco I como su cuartel general. Los imperiales decidieron ocupar el castillo, hacer prisionero al rey y enlazando con una fuerza que saliera de Pavía, traspasarles, comida, pólvora y sobre todo dinero para poder mantener la defensa. Preveían que de lograrlo, los franceses deberían levantar el sitio, ya que ellos también comenzaban a notar los efectos del alquiler de tanto mercenario.
Una parte del ejército se mantendría
en reserva, mientras una pequeña fuerza haría una maniobra
de distracción frente a la Torre del Gallo.
El problema de introducirse en el parque, era
el muro. Esto, hoy en día puede parecer un detalle menor, pero en
una época en la que las formaciones eran rígidas y el mantener
o no, la formación adecuada podía resultar la causa de la
victoria o la derrota, era un asunto trascendental. El que una unidad de
lansquenetes, por ejemplo, pica al hombro, manteniendo las filas y las
columnas su orden, atravesara el muro por la brecha del tamaño de
un hombre, podía llevar horas.
Por lo tanto, desde el día 19, los gastadores españoles (el término proviene de "desgastar" el terreno) realizaron patrullas de reconocimiento, e introduciéndose en el parque, sostuvieron pequeñas escaramuzas. El sitio elegido (aunque no sé conoce con total precisión) estaba al oeste del arroyo Vernavola, alejado del campamento imperial situado enfrente de la torre del Gallo y relativamente cerca del supuesto alojamiento del rey francés.
La fuerza de distracción debería mantener el fuego toda la noche con sus arcabuces y pequeñas piezas de artillería, para mantener entretenidos a los enemigos, justo antes del amanecer cesaría el fuego y 3 cañonazos seguidos en el momento en que saliera el sol, serían la señal para que el valiente Leyva, saliera con sus tropas para enlazar con la fuerza de rescate. Durante la noche, las tropas, se desplazarían hasta las brechas y entrarían en el parque.
A las diez de la noche, las tropas comenzaron la marcha, rodeando el muro por el norte. Se ordenó guardar silencio y para distinguir a las tropas, se les ordenó que portaran sus camisas (algunos lo hicieron con papeles) por encima de sus vestiduras, para ser reconocidos en la oscuridad (encamisada).
En ese momento, los gastadores españoles comenzaron la tarea de demoler el muro. No era una tarea sencilla, medía 5 metros y debían hacerlo en silencio. Se había desechado el uso de la pólvora por tal motivo, por lo que hubo que hacerlo con herramientas. Inmediatamente comenzó el fuego realizado por la unidad encargada de distraer la atención.
Con todo, el movimiento de las tropas fue detectado por una unidad de caballería ligera francesa, encargada de la custodia de la valla en la zona norte. Pero su jefe, Charles Tiercelin, señor de la roca del Maine, debió creer que comenzaba la retirada de la fuerza sitiadora o que se trataba de un redespliegue, pues tan solo alertó a la guarnición de torre del Gallo, pero no tomó ninguna medida más.
Hacía las doce de la noche, las tropas imperiales, al mando del virrey Lannoy llegaron a la altura de los afanados gastadores, que todavía no habían podido terminar la obra, por lo que se ordenó a los soldados que los apoyaran en su trabajo. Cuanto más tardaran, más riesgo corrían de ser descubiertos.
Esto ocurrió hacia las cuatro de la mañana.
Las patrullas de caballería alertaron de ruidos a su jefe, Tiercelin,
y ahora sí avisó a su rey.
Hacia las cinco de la mañana, el señor
de la Flourence, al mando de 3.000 piqueros suizos y Tiercelin con unos
1.000 jinetes, se dirigían hacia el norte, hacia los ruidos que
habían avisado los jinetes.
Poco antes, los gastadores terminaron de abrir las brechas. La primera unidad en el parque, estaba mandada por el marqués del Vasto, según algunos formada por 3.000 arcabuceros y según otros, mitad arcabuceros y mitad piqueros. No es seguro, pero lo más probable es que los arcabuceros fueran españoles. Su misión, capturar al rey francés, en el castillo de Mirabello, pero esto se había trasladado, días antes al campamento, al oeste del parque.
Tras ellos, entran por las brechas unos cuantos cañones ligeros, para apoyar el asalto a Mirabello. A continuación, caballería ligera española e italiana. De este modo, los hombres de del Vasto, las piezas y los jinetes se dirigen hacia el sur y hacia el norte se dirigen los mercenarios suizos y los jinetes franceses. La noche era oscura, limitando la visibilidad a poco más de 100-150 metros.
De repente, ambas unidades de jinetes se encontraron, y comenzó a librarse un duro combate, a corta distancia y entre la oscuridad. Los arcabuceros a las órdenes del Marqués del Vasto, pasaron a 100 metros de los suizos sin ser detectados. Estos, sin saber lo que tenían al frente, se toparon con la batería de cañones ligeros que estaban siendo transportados. Inmediatamente los atacaron y logaron capturar las piezas, las fuentes varían entre 12 a 20. Los artilleros huyeron y a su vez, los franceses comenzaron a disparar con 4 piezas que habían traído, contra los ruidos que provenían de la muralla y contra la melé de caballería.
Francisco I envió a Bonnivet, que llegó con 50 "gendarmes". Se unió a la refriega, logrando rechazar a los jinetes ligeros imperiales, que huyeron hacia los bosques cercanos y hacia las brechas por las que habían entrado. Tras ello, los jinetes de Tiercerlin y los gendarmes, se reagrupan tras las piezas capturadas y las propias y se manda aviso al rey que el asalto al parque ha sido rechazado. Son las 6 de la mañana.
En ese momento se dio la señal para la salida de las fuerzas de Pavía. En las posiciones francesas, habían quedado según algunos historiadores las Bandas Negras de Juan de Medici, según otros, mercenarios suizos. El caso, es que preveían un ataque, desde las posiciones desde las que se les hostigó toda la noche y lo que sufrieron fue un terrible asalto desde la ciudad de Pavía, cogiéndolos por la retaguardia. Los imperiales, con los españoles a la cabeza deshicieron al enemigo.
Mientras, del Vasto, con sus hombres, llegó al castillo de Mirabello, y lo asaltó con rapidez. La pequeña guarnición fue reducida y el castillo tomado. Los historiadores franceses han explicado siempre, que tras el asalto se produjo una orgía de asesinatos y saqueos sobre la enorme cantidad de mercaderes, prostitutas y acompañantes de lo que había sido la corte.
Saqueos debió haber, pero no en la medida que se ha dado a conocer, pues poco después, del Vasto, fue capaz de volver a participar en la batalla con sus tropas. Esta tarea hubiera sido particularmente difícil de realizar, si los soldados se hubieran sumergido en la vorágine del saqueo. Basta recordar uno de los casos más famosos, el del saqueo del rey José I, tras la batalla de Vitoria, donde gran parte de los franceses, entre ellos el hermano de Napoleón, escaparon debido al "retraso" sufrido por los soldados ingleses, al convertirse en una horda deseosa del botín.
Mientras, en las brechas abiertas, Borbón, supervisa el paso de las fuerzas. Los siguientes en entrar en el parque, son los lansquenetes alemanes, la mayoría piqueros reforzados con arcabuceros (españoles e italianos). Son unos 8.000 hombres, al mando de Sittlich y de von Frundsberg.
Los alemanes, formados en dos grandes cuadros, se topan de repente con los piqueros suizos al servicio francés. Los mismos que han pasado al lado de las tropas de del Vasto sin verlos. Hay que hacer notar, que los mejores hombres de los cantones suizos, habían muerto en la batalla de Bicoca (1.522), donde los españoles ganaron esta batalla con tal facilidad, que su nombre, ha pasado al castellano, como sinónimo de algo ganado sin esfuerzo ni dificultad. En esa batalla, comenzó a declinar la fama de los hasta entonces, invencibles piqueros suizos. Los mercenarios que luchaban por Francia, no eran de la calidad que habían tenido sus antecesores. De este modo, los piqueros de ambos ejércitos, se toparon de repente con sus enemigos, y en la oscuridad, comenzó una porfiada lucha entre los piqueros.
Mientras, más tropas penetraban en el parque, 4.000 españoles y 4.000 alemanes, cubiertos por unos 400 caballeros españoles y jinetes ligeros. Los infantes al mando del Marqués de Pescara y los jinetes, a las órdenes del propio Lannoy. Los imperiales habían logrado superioridad local en el norte del parque, y la posición central de del Vasto, impedía la comunicación entre los distintos cuerpos franceses.
Pero la principal fuerza francesa es la que está con el rey. Más de 900 gendarmes, que junto con sus jinetes de apoyo, dan más de 3000 jinetes junto con infantería alemana y gascona. Las tropas de Pescara, iban cubiertas en su flanco oeste por la caballería ligera española y algunos jinetes pesados italianos. En el campamento francés se habían ya desplegado las tropas.
Una batería francesa (se cree que 12 cañones) comenzó a disparar a los imperiales. Se encontraba en una inmejorable situación, pues al sorprenderles de flanco, los cañones cogieron a las formaciones de enfilada. Los historiadores franceses siempre han aducido que este fuego logró causar muchas bajas a sus enemigos. Las descripciones de cabezas, brazos y piernas volando son bastante descriptivas. Tanto Pescara como Frundsberg siempre negaron este extremo, diciendo que habían sufrido bajas pero no muy extensas. Los lansquenetes y los españoles, eran soldados experimentados, que al recibir el fuego, abrieron distancia, logrando reducir los efectos del fuego.
Una opinión personal mía, es que se intentó "maximizar" los daños de la artillería para dejar en mal lugar, la carga que posteriormente dará Francisco, y aducir que con el fuego se hubiera podido ganar la batalla. La cifra que más se aproxima a la realidad, podría acercarse a las 600 bajas como máximo (posiblemente menos).
Para entonces los jinetes franceses ya se habían equipado (llevaba una media hora el equipar a un caballero y a su montura con todo el metal que solían llevar encima). Se organizó un enorme cuerpo de caballería, en cuatro filas, formada por los gendarmes, archeros (jinetes pesados) y jinetes ligeros, más de 3.600 jinetes. La nobleza francesa no había aprendido la lección de la guerra de los 100 años ni de las campañas de Italia con el Gran Capitán.
Esta gran masa de jinetes se lanzó a la carga contra los jinetes imperiales, unos 2.000 jinetes, italianos y españoles, la mayoría caballería ligera.
El resultado del choque solo podía ser uno, dada sobre todo, la diferencia entre blindajes de unos y otros. Lannoy, al ver lo que se le venía encima exclamó: "No queda más esperanza que Dios".
En unos 5 minutos, la caballería imperial fue rechazada y obligada a retirarse, mientras que los infantes, buscaban cubierta entre los árboles.
Francisco I entusiasmado gritó al Mariscal de Foix: "Ahora si soy el Duque de Milán". Tras lo cual ordenó perseguir a los jinetes en retirada. El rey se veía así mismo como el protagonista de una de las novelas de caballería a las que era aficionado y pensó que había ganado la batalla.
Pero no contaba con la flexibilidad táctica de los españoles.
A la derecha del despliegue (al sur) ha quedado
la infantería gascona y los mercenarios alemanes, prestos para apoyar
al rey en caso necesario.
Pero la carga ha separado en exceso a la caballería
de la infantería y ahora, Francisco y sus jinetes se encuentran
parados por su frente por el bosque en el que se refugian los imperiales
y sus caballos se encuentran muy fatigados tras la galopada.
Pescara se hizo cargo de la situación, y mandó mensajes a del Vasto para que regresara hacia el norte y atacara por el flanco derecho a la masa de caballería francesa, ya que la carga se había dada a escasa distancia del castillo de Mirabello. Del mismo modo, avisó a Frundsberg y a Borbón pidiendo refuerzos.
Frundsberg y Sittlich, llevaban una hora combatiendo contra los suizos y finalmente habían logrado imponerse. Según algunos historiadores, los suizos huyeron y según otros, tan solo se retiraron.
Como fuera, la mitad de los lansquenetes, bajo el mando del propio Frundsberg se dirigieron hacia la zona de la carga francesa. Pescara desplegó mas arcabuceros en el bosque, frente al cual se hallaba detenida y reorganizándose los gendarmes franceses. Según algunas fuentes, el terreno fangoso no ayudó en exceso a los pesados jinetes franceses.
Mientras Borbón, con más lansquenetes alemanes y 100 "lanzas" llegó por el flanco izquierdo francés, así, con Borbón por el norte, Frundsber con sus lansquenetes y los arcabuceros españoles por el este, y del Vasto por el sur, la gendarmería francesa está rodeada por 3 sitios. Con los jinetes sin espacio para maniobrar y separados de su infantería.
Son las ocho de la mañana. Los arcabuceros españoles tomaron el protagonismo de la batalla. Comenzaron a disparar a la masa de caballería, apuntando preferentemente a los caballos, ya que un jinete con armadura, al caer al suelo era víctima fácil de los infantes.
La carnicería fue horrible. Los certeros disparos españoles diezmaron a la nobleza francesa. Los principales señores del reino, rodeaban al rey y comenzaron a caer bajo los disparos: el señor de la Palice, Mariscal de Francia (según las crónicas es descabalgado y al rendirse a un arcabucero español lo mata "encarándole un grueso harguebuse á la coraca"; el bastardo de Saboya, Gran Maestre de Francia; señor de la Tremoille; Galeazzo Sanverino, señor de las caballerizas reales; Bussy dÁmboise; el conde de Tonerre... Los peones españoles y los lansquenetes rematan la carnicería, acercándose y cebándose en los jinetes caídos, inmovilizados por el peso de sus armaduras, apenas pueden defenderse, son muertos y despojados en el saqueo subsiguiente.
Bonnivet, que se siente responsable de lo que está presenciando por haber aconsejado al rey presentar batalla, alza la celada de su casco y se lanza contra un bloque de picas buscando la muerte, que encuentra al ser ensartado.
La infantería francesa al mando del duque de Suffolk (exiliado inglés) y de Francisco de Lorena, se lanzan a intentar rescatar a la caballería. Cuentan con 4.000 lansquenetes alemanes (las bandas negras) y 2.000 franceses. Pero se enfrentan al temible von Frundsberg con sus alemanes, que consideran traidores a sus compatriotas que luchan contra el emperador. Comienza una terrible lucha entre los bloques de piqueros en la que no se hacen prisioneros.
Mientras, algunos de los jinetes menos acorazados dan la vuelta y logran huir, mientras la mayoría de los nobles son acribillados a quemarropa por los arcabuceros. El rey se da cuenta de la carnicería y exclama: "Dios mío, ¿qué es esto?". Sin duda era algo más salvaje que las novelas que acostumbraba a leer.
Se defiende bien pero su caballo es derribado, y es el propio Lannoy el que debe protegerle de la furia de los españoles, incluso la escolta del virrey debe matar a algunos de los hispanos que tratan de acabar con el rey prisionero.
Los piqueros al mando de Lorena son derrotados por sus contrapartes imperiales, que logran imponerse en la lucha entre piqueros. En la persecución del enemigo, numerosos franceses y alemanes son muertos y las piezas de artillería tomadas.
Mientras en el otro lado del campo de batalla,
los piqueros suizos son perseguidos por los hombres de Sittlich. Los jinetes
ligeros, españoles e italianos se unen a la persecución,
mientras los jinetes nobles franceses, divididos en pequeños grupos
son muertos y despojados de sus pertenencias.
Con esta victoria, Italia quedó por España y allí se mantendría hasta el siglo XVIII, con los naturales altibajos.
Borbón aconsejó a Carlos V invadir Francia, ya que su rey estaba prisioneros. La alianza con Inglaterra parecía resucitar y Enrique VIII ordenó disparar fuegos artificiales en honor de los imperiales.
Pero como se demostraría a lo largo de la historia, el patriotismo francés recuperó rápidamente las defensas del reino, con la madre del rey a la cabeza. Se recaudó dinero, se pagaron más mercenarios y se aumentaron las defensas. ¿Qué hubiera ocurrido en el caso de una invasión? Difícil saberlo.
Carlos V sabía todo esto y por el motivo que fuera no quiso una invasión: "porque viesen todos que no era mi fin conquistar ni tomar lo ajeno, sino solamente recobrar y conservar lo que era mío propio". Del mismo modo prohibió celebrar la victoria.
Lannoy comentó: "Dios envía a todo hombre en el curso de su vida, un buen otoño; si entonces no cosecha, pierde su oportunidad".
Algún comentario sobre los protagonistas de la batalla:
El Borbón sería nombrado posteriormente general en jefe de los ejércitos imperiales y moriría en el "saco de Roma", en el año 1.527, por un disparo de arcabuz, según dice la leyenda, del escultor Benvenutto Cellini.
Antonio de Leyva. El heroico defensor de Pavía.
Contaba con 45 años de edad y había participado ya en 32
batallas y 47 asedios.
Combatió con el Gran Capitán y
Colonna, participó en Ravenna y Bicoca. Su fama era tal que en una
ocasión el Emperador Carlos, llegó a desfilar delante de
él, con una pica en la mano y diciendo: "Carlos de Gante, soldado
del valeroso don Antonio de Leyva". Esto puede parecer intrascendente,
pero en la época era un honor increíblemente elevado. Falleció
en 1.536 durante la expedición a la Provenza.
Fernando Francisco de Avalos, marqués de Pescara, su puesto preferido era delante de sus hombres, como en Vicenza (1.513), "dexando el cavallo, á pie, con una pica en la mano".
En el cruce de Sessia fue a la cabeza de sus hombres
cruzando el rio y llegando a las posiciones enemigas.
Está considerado como uno de los precursores
de las "encamisadas", de la guerra a "disgusto" del enemigo en suma. Falleció
en 1.525.
En Pavía participaron cuatro coronelías de españoles. Junto con los mandos imperiales, habían demostrado nuevamente, que ya eran un ejército moderno, que habían dejado atrás las tácticas y el pensamiento militar medieval.
La flexibilidad que demostraron los arcabuceros de Del Vasto, de volver sobre sus pasos para acribillar a los jinetes franceses, la veteranía para abrir filas ante la artillería enemiga y la capacidad de reaccionar ante lo imprevisto, eran una clara muestra de la profesionalidad de estos soldados.
Así se van perfilando ya, las características militares de la nueva escuela militar que dominará Europa durante los próximos años: la escuela militar española.
Con esto doy por terminado la fase previa del
nacimiento de los Tercios, lo próximo será ver como se crean
las primeras unidades militares con esta denominación. LOS TERCIOS.
Dibujo número 1 de http://www.banderasmilitares.com/
Resto de dibujos del autor.
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