Cneo Fulvio, tras aceptar la amistad de los corcirenses, zarpa hacia Apollonia guiado por Demetrio, el cual estaría al servicio de los romanos durante el resto de las operaciones.
Mientras tanto, Lucio Postumio Albino, que había embarcado a las tropas terrestres en Brundisium, alcanza a Cneo Fulvio en Apollonia. Los habitantes de la ciudad se ponen enseguida bajo tutela de Roma.
Los dos cónsules prosiguen camino hacia Epidamno. Enterados de la llegada de los romanos, los ilirios levantan el cerco y se dan a la fuga. Los romanos, tras tomar también a los de Epidamno bajo su protección, se adentran en terreno ilirio y emprenden el sometimiento de los ardieos. Entre las muchas embajadas que les salen al encuentro, la de los partinos traía una oferta de sumisión, a la que los romanos contestaron con la aceptación de su amistad; de idéntica manera procedieron con los emisarios de los atintanos. Después continuan en dirección a Isa, sitiada por los ilirios.
Una vez que los cónsules llegan a Isa, rompen el cerco y toman asimismo bajo su protección a los habitantes de la isla.
En la franja costera se capturan algunas ciudades ilirias por las armas, entre ellas Nutria, "donde perdieron no sólo abundantes soldados, sino también a varios tribunos y al cuestor" (Pol. II, 11). Veinte de las embarcaciones que transportaban parte del botín obtenido en los campos por los ilirios son apresadas.
De los soldados que sitiaban Isa, por mediación de Demetrio, unos se quedaron en la ciudad de Pharo sin recibir daño alguno, los demás huyeron dispersos hacia Arbón.
• Apiano menciona que Demetrio, además de haberse hecho cargo de la guarnición de Corcira, también era gobernador de Pharo.
La reina Teuta se puso a salvo junto a unos escasos efectivos en la ciudad de Rhizón, población fuertemente defendida (cerca de la actual Risan, en la bahía de Kotor, Montenegro).

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Una vez terminadas las operaciones, los cónsules ponen la mayor parte de Iliria bajo la tutela de Demetrio y se retiran a Epidamno tanto la escuadra como las fuerzas terrestres.
Mientras Lucio Postumio se queda con 40 naves y un ejército reclutado en las ciudades de la zona con la intención de pasar el invierno y mantener la custodia de los pueblos que se habían acogido a la protección de los romanos, Cneo Fulvio zarpa en dirección a Roma con el grueso del ejército.