Para los interesados:Domper escribió:Un Galileo español no tenía una frontera donde refugiarse.
http://www.fomento.gob.es/NR/rdonlyres/ ... an2007.pdf
La historia de la ciencia, y en particular la española, está en gran parte dominada por tópicos basados en ideas preconcebidas y sencillas, y por ello muy difíciles de erradicar. Estos tópicos han ayudado a configurar una “historia” generalmente aceptada pero muy alejada de la realidad, y un ejemplo muy claro de lo que afirmamos se puede encontrar en todo lo referente a la astronomía española de la época de los Austrias y en concreto a la aceptación de los nuevos modelos del universo por los españoles que vivieron en el primer tercio del siglo XVII.
La acogida del Sistema Heliocéntrico por los europeos fue durante más de sesenta años muy minoritaria, pues se consideraba que en esencia no mejoraba el sistema ptolemaico y que además contradecía a los sentidos y se enfrentaba a la concepción aristotélica que impregnaba el cristianismo. En un primer momento tan sólo aparece un defensor, Georg Joachim Rheticus, mientras que en las últimas décadas del siglo XVI se encuentran unos pocos más, como Thomas Digges, Giordano Bruno, Christopher Rothmann o el español Diego de Zúñiga. Lo mismo sucede en las primeras décadas del siglo XVII, en que únicamente pueden citarse a Thomas Harriot en Inglaterra, a Galileo Galilei en Italia, a Simón Stevin en los Países Bajos, a Michael Maestlin y Johannes Kepler en el ámbito germánico y a Juan Cedillo Díaz y Juan Bautista Vélez en España.
La necesidad de la utilización por los astrólogos y por los médicos de tablas con las posiciones de los planetas y de tablas con la “altura” del Sol por los navegantes fue un factor determinante para la difusión de los nuevos sistemas del mundo. Así sucedió con las Tablas Pruténicas, publicadas en 1551 por el alemán Erasmus Reinhold, elaboradas según el modelo de Copérnico. Su mayor concordancia en ese tiempo con las observaciones hizo que los astrólogos, cosmógrafos, médicos y navegantes las utilizaran durante más de cuarenta años, pero al finales del siglo XVI fueron abandonándose al ir apreciándose errores cada vez mayores respecto a las mediciones efectuadas. En los comienzos del siglo XVII fueron sustituidas por las Tablas Rudolfinas, que aplicaban las leyes de Kepler al movimiento planetario y que mantuvieron su vigencia durante casi un siglo.
Las observaciones de fenómenos astronómicos de distinta naturaleza, como los eclipses solares o sobre todo el de la supernova de 1572, los cometas de 1577, 1582, 1593 y especialmente el de 1604 y los dos de 1618, dieron lugar en Europa a una gran variedad de escritos y publicaciones en los que progresivamente se fue cuestionando el modelo aristotélico del universo.
España, contrariamente a lo que se ha mantenido, participó plenamente de esta actividad, de la cual queda como prueba un alto número de impresos y manuscritos en donde se recogen las mediciones y reflexiones de muchos astrónomos y cosmógrafos españoles de la época sobre los fenómenos que presenciaron.
Un saludo