Un grupo de oficiales al mando del capitán de fragata M M embarcamos, en el portaaviones “CV-67 USS John F. Kennedy”, para integrarnos en el EM del almirante Chang - mando del componente naval - para la operación “CRISEX-83”.
Durante la fase de planeamiento habíamos estado trabajando, en la Base Naval de Rota, y llegó el momento de embarcar para la fase de ejecución. El capitán de fragata M, como oficial más antiguo nos reunió, 2 o 3 días antes del embarque, para decidir el vestuario más conveniente a utilizar en el barco como uniforme de trabajo. No nos parecía adecuado usar el azul, que debíamos dejar para actos formales, y el uniforme ”gris plancha” - uniforme de trabajo en aquella época - carecía de la “prestancia” necesaria para convivir, durante casi un mes, con unos oficiales tan bien uniformados como los americanos.
Después de meditar, opinar y discutir - como siempre había varias opciones - la decisión fue la siguiente: pantalón azul, zapatos y calcetines negros y camisa blanca de manga corta del uniforme de verano. Como se puede observar, inventamos el que se adoptó después en la Armada y que continúa en la actualidad.
El día 30 de octubre tomamos un avión-estafeta, en Rota, y aterrizamos en la cubierta del “Kennedy", que navegaba por el Mediterráneo al N. de las Baleares. Los seis oficiales íbamos vestidos con el uniforme azul número1 (completo). Inmediatamente nos presentamos a los mandos de a bordo. Era muy temprano y el almirante nos ofreció su cámara para el desayuno, que empezaría media hora más tarde. Para quién haya embarcado en buques americanos, de gran porte, no es necesario decirles que los reposteros, en las cámaras de mandos superiores, eran - al menos en gran parte - filipinos y, muchos, de mediana edad.
En espera de la hora del desayuno, fuimos a nuestros camarotes, deshicimos las maletas, nos pusimos el uniforme de trabajo que habíamos decidido y nos dirigimos a la cámara del almirante para desayunar. No nos habíamos sentado todavía, cuando un suboficial se dirige a nosotros, de manera airada, y sin miramiento - a “nuestro rango” y prestancia - nos invita de malos modos a salir de allí inmediatamente.
¡¡Nuestro uniforme de trabajo era exacto al usado por los reposteros filipinos del buque!!
