LONDRES, 5 de octubreKingston. Los españoles habían atacado Kingston. Al igual que en el 98 una de sus escuadras había atravesado el Atlántico sin ser detectada, y mientras los medios de inteligencia creían que estaban cubriendo el estrecho de Gibraltar, habían asestado un duro golpe en uno de los pocos lugares vulnerables del imperio en el Atlántico norte. El puerto de Kingston, base de la escuadra encargada de proteger las colonias caribeñas y el trafico del Atlántico Norte.
El ataque español a Kingston había supuesto un duro golpe para la Royal Navy que había sufrido la primera derrota de la guerra, y aunque los buques perdidos eran anticuados cruceros acorazados, se hacía evidente que los corsarios españoles acababan de ganar un tiempo precioso al desaparecer sus cazadores. Con todo, lo peor de todo era que los mayores temores del Almirantazgo se acababan de hacer patentes. Con todas las rutas del comercio británico abiertas a los ataques españoles, precisarían movilizar una gran fuerza para cubrir todas las rutas que pudiesen tomar los buques capitales españoles, y dispersar a sus cruceros protegidos y ligeros en un intento de combatir los corsarios. Pero primero, primero había que tratar de destruir la escuadra española.
A causa de esta necesidad el almirante Jellicoe había reunido una escuadra de 3 cruceros de batalla formada por los dos Lion
(1), y el Queen Mary, único de su clase. Con esos tres cruceros de batalla, equipados con cañones de mayor calibre y capaces de aventajar a los acorazados españoles en unos 4 ó 5 nudos, esperaban poder cazar a la escuadra española.
Para Jellicoe en cambio los problemas eran otros, podía prescindir un tiempo de los tres cruceros de batalla, pero si fracasaban en su empeño de destruir a los acorazados españoles, se vería obligado a situar flotas de acorazados en Canadá, para proteger la ruta del Atlántico Norte, en el Caribe, para proteger la de esa zona, y en alguna colonia africana para proteger la ruta el Atlántico sur y central, y perder tantos acorazados sería un peligro si los alemanes salían al mar del norte en línea de batalla. La solución le llego de la que podía ser una mala noticia.
HMS LionMientras estaba cavilando sobre las dificultades que se avecinaban y las posibles soluciones que podía darle a la problemática española, llego uno de sus auxiliares, el teniente Holland, quien le entrego los informes del día junto a un periódico español con la traducción de uno de sus artículos. Según parecía los españoles reclamaban la destrucción de un submarino en la costa cantábrica. Esa podía ser la solución, submarinos, mantener un bloqueo de la extensa costa española con unidades de superficie sería imposible y requeriría demasiados recursos, pero con los submarinos eran diferentes.
Los submarinos podían permanecer al acecho patrullando aquellas aguas sin ser advertidos. Eran mucho más baratos y fáciles de construir que los acorazados, y podían tanto atacar a los grandes buques españoles como servir de centinelas y alertar de la salida de las escuadras españolas. Debía preparar los planes adecuados y presentar el plan al primer Lord del Almirantazgo, Winston Churchill, un político competente, pero con unas ideas un tanto peculiares en cuanto a ejércitos y operaciones militares.
Por cierto, como habrían hundido los españoles ese submarino. ¿Lo habrían sorprendido en superficie y cañoneado o tal vez lo habrían embestido?
- Lion y Princess Royal
A todo hombre tarde o temprano le llega la muerte ¿Y cómo puede morir mejor un hombre que afrontando temibles opciones, defendiendo las cenizas de sus padres y los templos de sus dioses?" T. M.