Proyecto harto difícil que propongo, pero por voluntad que no sea. Comienzo apoyándome en el portal de José I. Lago, buen conocedor de este tema y continuaré con mis notas y escritos.
Si el hilo que me propongo iniciar ya existe, ruego al Moderador me lo haga saber y colocarlo donde se preste a ello.

EL PROYECTO DE CÉSAR
A lo largo de los dos mil y pico años transcurridos desde el asesinato de César mucho es lo que se ha hablado sobre cuál era su proyecto. Y entre lo que se ha hablado hay varias tonterías que conviene puntualizar, no solo conviene si no necesariamente ha de ser.
Hay quien defiende que Julio César fue un malvado tirano, y está en su derecho porque todo el mundo tiene derecho a expresar sus opiniones, siempre y cuando éstas no hagan apología de la violencia. Pero que cada uno tenga derecho a expresarse libremente no resta un ápice de tontería a su discurso si es una tontería de discurso.
A lo largo de las páginas de esta web hemos visto con todas las pruebas documentales que Cayo Julio César jamás se salió de la legalidad hasta el cruce del Rubicón, momento en el que, ante el autogolpe de estado dado por los optimates, la casta oligárquica que controlaba el Senado, él decide que si ya no hay legalidad vigente de ninguna clase no tiene por qué seguir jugando con una baraja que otros habían roto.
También hemos visto cómo César, el general "rebelde" enfrentado a los optimates, cruza el Rubicón y conquista Italia sin matar a un sólo enemigo. Sin encarcelar a nadie, si no liberando a todos sus enemigos. Sin confiscar sus pertenencias, si no devolviéndoselas hasta el último sestercio y que durante su marcha hacia Roma trata infructuosamente de llegar a un acuerdo con Pompeyo para que ambos se retiren de la contienda. ¿Es esto un "tirano"?
César gana la Guerra Civil y regresa a Roma triunfante. Ahora tiene todo el poder en sus manos. ¿Hay represalias contra sus enemigos? ¿Hay asesinatos, proscripciones o matanzas como las perpetradas por Sila?
No.
No sólo no hay nada de eso si no que sus enemigos no sufren ni prisión ni confiscación de sus bienes.
¿Es esto un "tirano"? Tú, amable lector, decides.
La República de Roma era un gigantesco enfermo en estado terminal. Sus instituciones eran caducas y estaban tan corrompidas que todo atisbo de legalidad no era más que un espejismo. Los hermanos Graco, tratando de reformar el sistema para repartir entre los que nada tenían (y que por cierto son los que más dan, entre otras cosas su vida defendiendo a su patria), fueron asesinados por los matones de los optimates.
Tras los Gracos llega la Guerra Social entre Roma y sus "aliados" italianos que eran aliados para pagar impuestos y dar soldados, pero para nada más. Casi toda Italia se alza contra Roma pero ésta consigue vencer aunque debe ceder y dar la ciudadanía romana a gran parte de Italia para evitar que algo así vuelva a repetirse. Pero la paz no llega porque no puede llegar, porque la República romana es un barril de pólvora en una pira ardiente. Mario y Sila se enzarzarán en la primera Guerra Civil en una lucha que terminará con el triunfo de Sila y su gobierno de terror y matanzas.
Y después, bajo las leyes de Sila, el Senado seguirá gobernando una población resentida y asqueada que sólo quiere reformas. Reformas que los optimates se niegan a conceder porque ello significaría renunciar a sus privilegios. Ésta es la República que los que no tienen ni idea de Historia consideran paradigma de las libertades. ¿Las libertades de quién? La Libertad no es un concepto aplicable a una determinada clase socio-económico-política. La Libertad es LA LIBERTAD DE TODOS, y si no es así no es libertad, es humo de colores. En esa Roma los únicos libres para hacer lo que les venía en gana eran los optimates. ¿Es eso "libertad"?
Un ejemplo de esa "libertad" de la República optimate fue la Conjuración de Catilina. Cinco ciudadanos romanos fueron detenidos y acusados de ser conspiradores. El cónsul senior Marco Tulio Cicerón, amparándose en una ley extraordinaria del tirano Sila, el famoso Senatus Consultum Ultimum, ordenó el asesinato de los cinco detenidos sin juicio previo. Y a la mañana siguiente fueron estrangulados en el Tullianum.
¿Es esto "libertad"?
La Ley de las XII Tablas, la Constitución de Roma, decía:
Tabula IX
I. Privilegia ne inroganto.
II. De capite civis nisi per maximum comitiatum... ne ferunt.
(Tabla IX
I. Que no se establezcan privilegios.
II. Que no se dicten penas capitales contra ciudadanos sino por los comicios máximos.)
Cayo Julio César fue el único senador que se levantó para pedir que los acusados fueran procesados legalmente porque según la máxima ley de Roma todo acusado tenía derecho a un juicio justo. Pero Cicerón, angustiado por impedir que aquellos cinco acusados hablaran más de la cuenta, ordenó su asesinato.
¿Es esto "libertad"?
Además de ver cómo cinco ciudadanos romanos eran asesinados de esa manera, César tuvo que aguantar que le acusaran de estar implicado en la Conjuración por haber pedido que los acusados pudieran defenderse. Se supone que si César hubiera formado parte de la Conjuración lo mejor para él era que los acusados no hablaran ¿no?. Pues encima eso.
La Conjuración de Catilina estableció un nuevo precedente en Roma: los optimates podían hacer lo que les viniera en gana, incluso acusar a un adversario político para asesinarlo y quitarlo de en medio. Ésta era la "libertad" que se respiraba en aquella República de Roma.
¿Quién se ponía por encima de la ley?
Hartos de aquella situación, César, Craso y Pompeyo se unieron para reformar el sistema desde dentro. Este Primer Triunvirato posibilitó el triunfo de César como reformador.
Las reformas de César durante su consulado
En el año 59 aC César fue elegido cónsul senior (primer cónsul) con Bíbulo, líder optimate que odiaba a César más que a la peste negra, como colega junior para ejercer el consulado durante el año 60 aC.
Durante su consulado César inició una serie de reformas verdaderamente revolucionarias destinadas a agilizar el aparato administrativo y judicial romano y a acercar el gobierno de Roma a ese pueblo olvidado por los optimates, ese pueblo cuyo trabajo, esfuerzo y sacrificio habían hecho de Roma lo que era para que los optimates se repartieran los beneficios.
Las líneas maestras de su consulado fueron una serie de leyes conocidas genéricamente como las Leyes Julias que ordenaban cosas tan propias de un "tirano" como el reparto de tierras públicas a los necesitados o el ordenamiento de las funciones de los gobernadores provinciales para evitar que esquilmaran sus provincias.
Transparencia de gobierno. Su primera medida fue crear el primer boletín oficial del estado de la Historia, un tablón de anuncios expuesto de manera permanente en el Foro de Roma donde cada día se pondrían las actas del Senado, con lo que todos los ciudadanos tendrían acceso a lo que se trataba en las reuniones.
Persecución de los abusos de los gobernadores en las provincias. Los gobernadores provinciales eran senadores que solían llegar a la provincia para ocupar una propretura o un proconsulado. Disponían de un año para su gobierno y solían ocuparlo esquilmando y abusando, exprimiendo su provincia hasta que crujían las pepitas. César presentó al Senado su lex Iulia de repentundis que legislaba ¡por fin! contra estos abusos.
La nueva ley impedía que los magistrados en ejercicio pudieran recibir "donaciones" por un valor superior a los 10.000 sestercios, además, la cantidad de impuestos a exigir a la provincia debía debatirse en el Senado y ser expuesta tanto en Roma como en la provincia para evitar "malentendidos" y si se producía algún abuso las víctimas quedaban facultadas para emprender un proceso judicial en Roma de manera automática. Si el acusado resultaba condenado debería pagar el cuádruple del valor de lo robado y además sería expulsado del Senado.
Reparto de tierras a los necesitados. Muchos ciudadanos romanos vivían del subsidio del estado porque no tenían medios de subsistencia. César fue el inventor de eso de "no le des un pez al hambriento, enséñale a pescar". Su lex Iulia agraria parceló las inmensas propiedades del estado romano además de en Italia en las provincias de España, Sicilia, Macedonia, Acaya, Cirenaica y África para asentar en ellas a los necesitados. César tuvo buen cuidado de no incluir el agger campanus, la Campania italiana en la que los optimates tenían sus grandes explotaciones agrícolas.
El Senado se opuso a la ley pero el Pueblo Romano, harto de tanta intransigencia, hizo saber cuál era su voluntad manifestándose por toda Roma y los senadores, acobardados, decidieron votar la ley agraria. Sin embargo, un mes más tarde, César trató de introducir también el agger campanus, a lo que el Senado se opuso con el demente Catón a la cabeza. Marco Porcio Catón se levantó de su escaño y se puso a hablar. En el Senado no había tiempo asignado a cada orador, por lo que cada uno podía hablar hasta que quisiera, y la táctica de Catón era la de hablar hasta que se cerrara la sesión al anochecer para impedir la votación (¡viva la democracia!), pero César, harto, le expulsó del Senado.
Los senadores votaron y la ley fue enviada a la Asamblea para su ratificación, entonces apareció de nuevo Catón que quiso repetir lo del día anterior, pero también fue expulsado y cuando el cónsul junior Bíbulo trató de oponerse a que la ley fuera votada la gente no pudo aguantarse por más tiempo y le echaron a patadas de la tribuna vaciándole encima un cubo de desperdicios. La ley agraria era una auténtica obra maestra de la política, la obra maestra de César.
El estado repartía los lotes de tierra a los pobres y a los veteranos de las guerras que nada tenían, las tierras no podían ser vendidas a particulares en un plazo de veinte años, lo que aseguraba que nadie haría negocio con ellas. Para regular el reparto se designó una comisión de veinte miembros del Senado que estarían tan ocupados vigilándose unos a otros que no podrían ponerse de acuerdo para un fraude.
Derrotado, El cónsul junior Bíbulo se retiró entonces a su casa a contemplar el cielo en busca de presagios para tratar de obstaculizar la legislación de César por medio de esta argucia religiosa. Los romanos llamaban sus años por sus cónsules, así el año 60 aC para nosotros era para ellos el año de César y Bíbulo. Pero el pueblo, siempre proclive al chiste, comenzó a nombrar aquel año como "el año de Julio y César".
Regulación de actividades económicas. César trató de conseguir un equilibrio entre los poderes actuantes en la economía romana rebajando las tasas de las sociedades de los publicanos. El cobro de los impuestos en las provincias estaba en manos de concesiones estatales otorgadas a los miembros del orden ecuestre, los caballeros. Al rebajar las tasas, César no sólo favoreció a los caballeros si no que consiguió agilizar el cobro, y el efecto final de esta medida fue el abaratamiento general de los impuestos.
Estas reformas revolucionarias iban dirigidas al núcleo del sistema, pero aún quedaban asuntos de mucha importancia que también fueron abordados por los nuevos cónsules Gabinio y Pisón bajo inspiración de César. Fue tan grande al apoyo popular a las reformas que los nuevos cónsules elegidos fueron ambos del círculo de César, sin ningún optimate que obstaculizara las reformas pendientes.
Retorno a la legalidad constitucional. El peligroso precedente creado por el asesinato de los acusados durante la Conjuración de Catilina debía ser remediado. César consiguió que un noble, Clodio, fuera adoptado por un plebeyo para perder sus derechos de sangre y poder ser elegido tribuno de la plebe, gracias a lo cual Clodio pudo acusar a Cicerón por el asesinato de los cinco acusados. Cicerón fue juzgado (él sí tuvo un juicio, no como los asesinados) y declarado culpable de ordenar la ejecución de ciudadanos romanos sin juicio previo y fue condenado al exilio. César tuvo con él la piedad que él no había tenido con los cinco acusados. Pero César no era un hombre cruel y en 57 aC Cicerón pudo regresar a Roma.
Democratización de las asambleas. Con el paso de los siglos las asambleas romanas donde el pueblo participaba habían quedado reducidas a una mera figura decorativa. César repartió a los libertos (esclavos que obtenían su libertad y se convertían en ciudadanos romanos) entre las tribus rústicas, con lo que consiguió equilibrar la balanza frente a las tribus urbanas donde campaban a sus anchas los optimates.
Reparto de trigo gratuito a los necesitados. El estado romano aseguraba la manutención de los ciudadanos sin posibilidades vendiéndoles trigo a bajo precio. Era un viejo derecho de la plebe que los optimates habían utilizado para enriquecerse especulando con el precio del trigo. Con el reparto gratuito del trigo ya no hubo posibilidad de especulación.
Todas estas reformas (como podrá comprobar el amable lector, las reformas típicas de un "tirano") airearon el viejo sistema republicano romano, pero aún quedaban capítulos importantísimos que César dejó para después de terminado su mandato proconsular en las Galias. Los optimates, sabedores de que César conseguiría ser elegido de nuevo cónsul para finalizar sus reformas le empujaron a la guerra con la esperanza de aniquilarle.
El programa de gobierno de César tras la Guerra Civil
Tras la Guerra Civil, César promulgó una serie de leyes que trataban de reformar el estado según su visión, una visión muy adelantada a su tiempo pero que fue truncada con su asesinato a manos de los optimates.
El Gobierno de Roma. la denominación oficial del estado romano era S.P.Q.R. Senatus Populus Que Romanus, el Senado y el Pueblo de Roma. Pero en realidad era el Senado manejado por los optimates y no el Pueblo Romano quien manejaba la política hasta sus últimas consecuencias. César pensaba que había que equilibrar esta situación haciendo que las leyes no estuvieran en manos de una casta oligárquica, por ello aumentó el número de senadores de 300 a 900, para restar poder a los optimates y agilizar así la promulgación de leyes justas dando entrada en el nuevo Senado a personajes de las provincias como los españoles Titio, Decidio Saxa o Balbo el Joven e incluso libertos como Ventidio o Baso. Además, reforzó la agilidad de las magistraturas ampliando su número, pasando así de ocho pretores a dieciséis, de cuatro ediles a seis y de veinte cuestores a cuarenta.
El nuevo Imperio Romano. Roma era una ciudad que gobernaba todo un imperio que se extendía desde el canal de La Mancha hasta la actual Turquía, y todo, absolutamente todo, debía pasar por Roma, lo que convertía el Imperio en una maquinaria lenta, y la lentitud sólo favorece la corrupción.
César pensaba que un verdadero imperio debía ser universal. La idea de un Imperio Universal nació de la cabeza de otro genio inconmensurable: Alejandro Magno, y consistía en un imperio en el que todos los habitantes tuvieran los mismos derechos y deberes. Alejandro comenzó haciendo que sus oficiales se casaran con hijas de nobles persas y César, consciente de los problemas que tenía Roma, comenzó dando entrada en el Senado de Roma a destacados personajes de las provincias, provincias que hasta entonces sólo habían sido fincas particulares para los optimates pero que ahora serían parte integrante del nuevo Imperio. La concesión de la ciudadanía romana a ciudades como Gades, nuestra Cádiz (más de veinte ciudades españolas recibieron la ciudadanía) o regiones enteras fue un primer paso en esta revolución que trataba de convertir a Roma en un auténtico Imperio Universal. Así, toda la Galia Transalpina recibió la ciudadanía romana en premio por su esfuerzo y lealtad durante la campaña de las Galias.
El aumento de funcionarios dedicados a la administración representó el esfuerzo de César por adecuar esa administración al Imperio que gobernaba, una idea que su sucesor Augusto continuará con éxito. Para crear ese Imperio Universal era preciso convertir al mundo sometido por Roma en una auténtica extensión de Roma. Para ello César creó un ambicioso programa de asentamiento de ciudadanos y creación de colonias para más de 100.000 familias que serían el germen de la romanización del nuevo Imperio. Con estos nuevos repartos de tierras se redujo el número de ciudadanos que recibían el subsidio gratuito de trigo de 320.000 a 150.000. Con lo que, encima, el estado salía ganando. Ahora los pobres que antes nada tenían poseían una propiedad y además servían de canalización de la romanización.
Su programa de obras públicas fue espectacular, el Foro de César en Roma es tan sólo la más conocida y celebrada. Por todo el Imperio se comenzaron obras públicas como carreteras, acueductos, puertos, ciudades enteras fueron levantadas para acoger a los nuevos colonos a los que César dio una ley, ley reflejada en la lex coloniae Ivliae Genetivae de la ciudad española de Urso por la que se regían por leyes casi idénticas a las de la propia ciudad de Roma con instuticiones municipales análogas.
Además redactó una nueva ley para impedir los abusos de los gobernadores, una nueva lex Iulia de repentundis por la que de una vez se separaba el gobierno militar del civil en las provincias, se rebajaban los impuestos y se fijaban por medio de leyes anuales votadas en el Senado para evitar abusos de ningún tipo. César no quería "territorios ocupados" si no provincias de un Imperio Universal.
La economía. Gracias a la revolucionaria legislación cesariana, la economía romana se liberalizó desde dentro del mismo sistema. Ahora los impuestos eran más bajos pero llegaban íntegros a las arcas del erario romano, con lo que los ingresos se multiplicaron. El nuevo programa de carreteras que habían de unir todo el Imperio contribuyó a dar trabajo a todo el que lo necesitaba (por ley 1/3 de los trabajadores debían ser hombres libres) y a relanzar la economía espectacularmente posibilitando junto con la reducción o supresión de las tasas arancelarias que el comercio creciera como nunca antes se había soñado. Así César creó un nuevo patrón monetario: el Aureus.
El áureo era una moneda de oro creada especialmente para transacciones comerciales, pesaba 8,21 gramos y equivalía a 25 denarios de plata, es decir a 100 sestercios. Con esta nueva moneda se simplificaron las transacciones comerciales y financieras. El día que César fue asesinado Roma nunca había sido tan rica como lo era entonces y aún tardaría años en recuperar ese nivel.
El calendario. Sin duda la más famosa de las reformas de César fue la que aún disfrutamos hoy en día: el nuevo calendario. Nuestro calendario. Hasta César los romanos se habían regido por un obsoleto calendario oficial que no recuperaba los días perdidos, con lo que los meses no coincidían con las estaciones. César modificó eso encargando al astrónomo egipcio Sosígenes la elaboración de un calendario perfecto basado en el sistema solar (César insisitió en este punto crucial).
Así se creó nuestro calendario cuya base es el año solar de trescientos sesenta y cinco días, intercalando un año bisiesto para no perder ese día que quedaba sobrante cada cuatro años. A su muerte, el mes de su nacimiento fue llamado Julio en su honor como el siguiente fue llamado Agosto en honor de su sucesor Augusto. En 1.582 dC se realizó la corrección Gregoriana suprimiendo tres años bisiestos cada cuatrocientos años.
Para lograr todo esto César se invistió de poder casi absoluto, siendo declarado por el Senado Dictador Perpetuo. A nuestros ojos, a los ojos del siglo XXI dC, tal acumulación de poder no es grata, por supuesto, pero no olvidemos que estamos hablando del siglo I aC y que nunca debemos comparar unas épocas con otras porque eso es falsear la Historia. Cada época tiene sus características, su Circunstancia, y lo que hoy puede resultarnos incorrecto hace dos mil años podía no serlo.
A lo largo de la Historia ha habido miles de hombres que han concentrado el poder en sus manos, César lo hizo para crear un nuevo mundo y jamás se manchó las manos con sangre romana fuera del campo de batalla y en una guerra que él no provocó. Y terminada la batalla César ordenó quemar toda la correspondencia enemiga para evitar que se supiera quiénes le habían traicionado y liberó allí mismo a sus enemigos. César no asesinó a sus opositores, trató de integrarlos en su obra y éstos le pagaron su clemencia asesinándolo a él.
¿Fue un "tirano"? Pues piensa, amable lector, que hoy el presidente de los EEUU tiene poderes extraordinarios que en tiempo de César él no tuvo y que siguieron teniendo el Senado y las Asambleas. Cuestión de formas.
Y respecto a Catón, sus boni y su mos maiorum lo dejamos en otro escrito para el solito, al igual que Cicerón, Cayo Escribonio Curiôn, Marco Antonio y un largo etc. Pues todos influyeron en esa época.