Vida y obra de Julio César
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Vida y obra de Julio César
Veo que el tema del Gran César está muy repartido por diversos hilos y me gustaría abrir un hilo exclusivamente para su vida y su obra, que no fue sencilla y muchos hitos y anécdotas se produjeron en esa tan intrigante época. Comienzo destruyendo algún que otro mito y si el tiempo me lo permite, seguiré describiendo a tan legendaria figura con la ayuda y aportación de amigos foristas, así como personajes importantes de su tiempo.
Proyecto harto difícil que propongo, pero por voluntad que no sea. Comienzo apoyándome en el portal de José I. Lago, buen conocedor de este tema y continuaré con mis notas y escritos.
Si el hilo que me propongo iniciar ya existe, ruego al Moderador me lo haga saber y colocarlo donde se preste a ello.
EL PROYECTO DE CÉSAR
A lo largo de los dos mil y pico años transcurridos desde el asesinato de César mucho es lo que se ha hablado sobre cuál era su proyecto. Y entre lo que se ha hablado hay varias tonterías que conviene puntualizar, no solo conviene si no necesariamente ha de ser.
Hay quien defiende que Julio César fue un malvado tirano, y está en su derecho porque todo el mundo tiene derecho a expresar sus opiniones, siempre y cuando éstas no hagan apología de la violencia. Pero que cada uno tenga derecho a expresarse libremente no resta un ápice de tontería a su discurso si es una tontería de discurso.
A lo largo de las páginas de esta web hemos visto con todas las pruebas documentales que Cayo Julio César jamás se salió de la legalidad hasta el cruce del Rubicón, momento en el que, ante el autogolpe de estado dado por los optimates, la casta oligárquica que controlaba el Senado, él decide que si ya no hay legalidad vigente de ninguna clase no tiene por qué seguir jugando con una baraja que otros habían roto.
También hemos visto cómo César, el general "rebelde" enfrentado a los optimates, cruza el Rubicón y conquista Italia sin matar a un sólo enemigo. Sin encarcelar a nadie, si no liberando a todos sus enemigos. Sin confiscar sus pertenencias, si no devolviéndoselas hasta el último sestercio y que durante su marcha hacia Roma trata infructuosamente de llegar a un acuerdo con Pompeyo para que ambos se retiren de la contienda. ¿Es esto un "tirano"?
César gana la Guerra Civil y regresa a Roma triunfante. Ahora tiene todo el poder en sus manos. ¿Hay represalias contra sus enemigos? ¿Hay asesinatos, proscripciones o matanzas como las perpetradas por Sila?
No.
No sólo no hay nada de eso si no que sus enemigos no sufren ni prisión ni confiscación de sus bienes.
¿Es esto un "tirano"? Tú, amable lector, decides.
La República de Roma era un gigantesco enfermo en estado terminal. Sus instituciones eran caducas y estaban tan corrompidas que todo atisbo de legalidad no era más que un espejismo. Los hermanos Graco, tratando de reformar el sistema para repartir entre los que nada tenían (y que por cierto son los que más dan, entre otras cosas su vida defendiendo a su patria), fueron asesinados por los matones de los optimates.
Tras los Gracos llega la Guerra Social entre Roma y sus "aliados" italianos que eran aliados para pagar impuestos y dar soldados, pero para nada más. Casi toda Italia se alza contra Roma pero ésta consigue vencer aunque debe ceder y dar la ciudadanía romana a gran parte de Italia para evitar que algo así vuelva a repetirse. Pero la paz no llega porque no puede llegar, porque la República romana es un barril de pólvora en una pira ardiente. Mario y Sila se enzarzarán en la primera Guerra Civil en una lucha que terminará con el triunfo de Sila y su gobierno de terror y matanzas.
Y después, bajo las leyes de Sila, el Senado seguirá gobernando una población resentida y asqueada que sólo quiere reformas. Reformas que los optimates se niegan a conceder porque ello significaría renunciar a sus privilegios. Ésta es la República que los que no tienen ni idea de Historia consideran paradigma de las libertades. ¿Las libertades de quién? La Libertad no es un concepto aplicable a una determinada clase socio-económico-política. La Libertad es LA LIBERTAD DE TODOS, y si no es así no es libertad, es humo de colores. En esa Roma los únicos libres para hacer lo que les venía en gana eran los optimates. ¿Es eso "libertad"?
Un ejemplo de esa "libertad" de la República optimate fue la Conjuración de Catilina. Cinco ciudadanos romanos fueron detenidos y acusados de ser conspiradores. El cónsul senior Marco Tulio Cicerón, amparándose en una ley extraordinaria del tirano Sila, el famoso Senatus Consultum Ultimum, ordenó el asesinato de los cinco detenidos sin juicio previo. Y a la mañana siguiente fueron estrangulados en el Tullianum.
¿Es esto "libertad"?
La Ley de las XII Tablas, la Constitución de Roma, decía:
Tabula IX
I. Privilegia ne inroganto.
II. De capite civis nisi per maximum comitiatum... ne ferunt.
(Tabla IX
I. Que no se establezcan privilegios.
II. Que no se dicten penas capitales contra ciudadanos sino por los comicios máximos.)
Cayo Julio César fue el único senador que se levantó para pedir que los acusados fueran procesados legalmente porque según la máxima ley de Roma todo acusado tenía derecho a un juicio justo. Pero Cicerón, angustiado por impedir que aquellos cinco acusados hablaran más de la cuenta, ordenó su asesinato.
¿Es esto "libertad"?
Además de ver cómo cinco ciudadanos romanos eran asesinados de esa manera, César tuvo que aguantar que le acusaran de estar implicado en la Conjuración por haber pedido que los acusados pudieran defenderse. Se supone que si César hubiera formado parte de la Conjuración lo mejor para él era que los acusados no hablaran ¿no?. Pues encima eso.
La Conjuración de Catilina estableció un nuevo precedente en Roma: los optimates podían hacer lo que les viniera en gana, incluso acusar a un adversario político para asesinarlo y quitarlo de en medio. Ésta era la "libertad" que se respiraba en aquella República de Roma.
¿Quién se ponía por encima de la ley?
Hartos de aquella situación, César, Craso y Pompeyo se unieron para reformar el sistema desde dentro. Este Primer Triunvirato posibilitó el triunfo de César como reformador.
Las reformas de César durante su consulado
En el año 59 aC César fue elegido cónsul senior (primer cónsul) con Bíbulo, líder optimate que odiaba a César más que a la peste negra, como colega junior para ejercer el consulado durante el año 60 aC.
Durante su consulado César inició una serie de reformas verdaderamente revolucionarias destinadas a agilizar el aparato administrativo y judicial romano y a acercar el gobierno de Roma a ese pueblo olvidado por los optimates, ese pueblo cuyo trabajo, esfuerzo y sacrificio habían hecho de Roma lo que era para que los optimates se repartieran los beneficios.
Las líneas maestras de su consulado fueron una serie de leyes conocidas genéricamente como las Leyes Julias que ordenaban cosas tan propias de un "tirano" como el reparto de tierras públicas a los necesitados o el ordenamiento de las funciones de los gobernadores provinciales para evitar que esquilmaran sus provincias.
Transparencia de gobierno. Su primera medida fue crear el primer boletín oficial del estado de la Historia, un tablón de anuncios expuesto de manera permanente en el Foro de Roma donde cada día se pondrían las actas del Senado, con lo que todos los ciudadanos tendrían acceso a lo que se trataba en las reuniones.
Persecución de los abusos de los gobernadores en las provincias. Los gobernadores provinciales eran senadores que solían llegar a la provincia para ocupar una propretura o un proconsulado. Disponían de un año para su gobierno y solían ocuparlo esquilmando y abusando, exprimiendo su provincia hasta que crujían las pepitas. César presentó al Senado su lex Iulia de repentundis que legislaba ¡por fin! contra estos abusos.
La nueva ley impedía que los magistrados en ejercicio pudieran recibir "donaciones" por un valor superior a los 10.000 sestercios, además, la cantidad de impuestos a exigir a la provincia debía debatirse en el Senado y ser expuesta tanto en Roma como en la provincia para evitar "malentendidos" y si se producía algún abuso las víctimas quedaban facultadas para emprender un proceso judicial en Roma de manera automática. Si el acusado resultaba condenado debería pagar el cuádruple del valor de lo robado y además sería expulsado del Senado.
Reparto de tierras a los necesitados. Muchos ciudadanos romanos vivían del subsidio del estado porque no tenían medios de subsistencia. César fue el inventor de eso de "no le des un pez al hambriento, enséñale a pescar". Su lex Iulia agraria parceló las inmensas propiedades del estado romano además de en Italia en las provincias de España, Sicilia, Macedonia, Acaya, Cirenaica y África para asentar en ellas a los necesitados. César tuvo buen cuidado de no incluir el agger campanus, la Campania italiana en la que los optimates tenían sus grandes explotaciones agrícolas.
El Senado se opuso a la ley pero el Pueblo Romano, harto de tanta intransigencia, hizo saber cuál era su voluntad manifestándose por toda Roma y los senadores, acobardados, decidieron votar la ley agraria. Sin embargo, un mes más tarde, César trató de introducir también el agger campanus, a lo que el Senado se opuso con el demente Catón a la cabeza. Marco Porcio Catón se levantó de su escaño y se puso a hablar. En el Senado no había tiempo asignado a cada orador, por lo que cada uno podía hablar hasta que quisiera, y la táctica de Catón era la de hablar hasta que se cerrara la sesión al anochecer para impedir la votación (¡viva la democracia!), pero César, harto, le expulsó del Senado.
Los senadores votaron y la ley fue enviada a la Asamblea para su ratificación, entonces apareció de nuevo Catón que quiso repetir lo del día anterior, pero también fue expulsado y cuando el cónsul junior Bíbulo trató de oponerse a que la ley fuera votada la gente no pudo aguantarse por más tiempo y le echaron a patadas de la tribuna vaciándole encima un cubo de desperdicios. La ley agraria era una auténtica obra maestra de la política, la obra maestra de César.
El estado repartía los lotes de tierra a los pobres y a los veteranos de las guerras que nada tenían, las tierras no podían ser vendidas a particulares en un plazo de veinte años, lo que aseguraba que nadie haría negocio con ellas. Para regular el reparto se designó una comisión de veinte miembros del Senado que estarían tan ocupados vigilándose unos a otros que no podrían ponerse de acuerdo para un fraude.
Derrotado, El cónsul junior Bíbulo se retiró entonces a su casa a contemplar el cielo en busca de presagios para tratar de obstaculizar la legislación de César por medio de esta argucia religiosa. Los romanos llamaban sus años por sus cónsules, así el año 60 aC para nosotros era para ellos el año de César y Bíbulo. Pero el pueblo, siempre proclive al chiste, comenzó a nombrar aquel año como "el año de Julio y César".
Regulación de actividades económicas. César trató de conseguir un equilibrio entre los poderes actuantes en la economía romana rebajando las tasas de las sociedades de los publicanos. El cobro de los impuestos en las provincias estaba en manos de concesiones estatales otorgadas a los miembros del orden ecuestre, los caballeros. Al rebajar las tasas, César no sólo favoreció a los caballeros si no que consiguió agilizar el cobro, y el efecto final de esta medida fue el abaratamiento general de los impuestos.
Estas reformas revolucionarias iban dirigidas al núcleo del sistema, pero aún quedaban asuntos de mucha importancia que también fueron abordados por los nuevos cónsules Gabinio y Pisón bajo inspiración de César. Fue tan grande al apoyo popular a las reformas que los nuevos cónsules elegidos fueron ambos del círculo de César, sin ningún optimate que obstaculizara las reformas pendientes.
Retorno a la legalidad constitucional. El peligroso precedente creado por el asesinato de los acusados durante la Conjuración de Catilina debía ser remediado. César consiguió que un noble, Clodio, fuera adoptado por un plebeyo para perder sus derechos de sangre y poder ser elegido tribuno de la plebe, gracias a lo cual Clodio pudo acusar a Cicerón por el asesinato de los cinco acusados. Cicerón fue juzgado (él sí tuvo un juicio, no como los asesinados) y declarado culpable de ordenar la ejecución de ciudadanos romanos sin juicio previo y fue condenado al exilio. César tuvo con él la piedad que él no había tenido con los cinco acusados. Pero César no era un hombre cruel y en 57 aC Cicerón pudo regresar a Roma.
Democratización de las asambleas. Con el paso de los siglos las asambleas romanas donde el pueblo participaba habían quedado reducidas a una mera figura decorativa. César repartió a los libertos (esclavos que obtenían su libertad y se convertían en ciudadanos romanos) entre las tribus rústicas, con lo que consiguió equilibrar la balanza frente a las tribus urbanas donde campaban a sus anchas los optimates.
Reparto de trigo gratuito a los necesitados. El estado romano aseguraba la manutención de los ciudadanos sin posibilidades vendiéndoles trigo a bajo precio. Era un viejo derecho de la plebe que los optimates habían utilizado para enriquecerse especulando con el precio del trigo. Con el reparto gratuito del trigo ya no hubo posibilidad de especulación.
Todas estas reformas (como podrá comprobar el amable lector, las reformas típicas de un "tirano") airearon el viejo sistema republicano romano, pero aún quedaban capítulos importantísimos que César dejó para después de terminado su mandato proconsular en las Galias. Los optimates, sabedores de que César conseguiría ser elegido de nuevo cónsul para finalizar sus reformas le empujaron a la guerra con la esperanza de aniquilarle.
El programa de gobierno de César tras la Guerra Civil
Tras la Guerra Civil, César promulgó una serie de leyes que trataban de reformar el estado según su visión, una visión muy adelantada a su tiempo pero que fue truncada con su asesinato a manos de los optimates.
El Gobierno de Roma. la denominación oficial del estado romano era S.P.Q.R. Senatus Populus Que Romanus, el Senado y el Pueblo de Roma. Pero en realidad era el Senado manejado por los optimates y no el Pueblo Romano quien manejaba la política hasta sus últimas consecuencias. César pensaba que había que equilibrar esta situación haciendo que las leyes no estuvieran en manos de una casta oligárquica, por ello aumentó el número de senadores de 300 a 900, para restar poder a los optimates y agilizar así la promulgación de leyes justas dando entrada en el nuevo Senado a personajes de las provincias como los españoles Titio, Decidio Saxa o Balbo el Joven e incluso libertos como Ventidio o Baso. Además, reforzó la agilidad de las magistraturas ampliando su número, pasando así de ocho pretores a dieciséis, de cuatro ediles a seis y de veinte cuestores a cuarenta.
El nuevo Imperio Romano. Roma era una ciudad que gobernaba todo un imperio que se extendía desde el canal de La Mancha hasta la actual Turquía, y todo, absolutamente todo, debía pasar por Roma, lo que convertía el Imperio en una maquinaria lenta, y la lentitud sólo favorece la corrupción.
César pensaba que un verdadero imperio debía ser universal. La idea de un Imperio Universal nació de la cabeza de otro genio inconmensurable: Alejandro Magno, y consistía en un imperio en el que todos los habitantes tuvieran los mismos derechos y deberes. Alejandro comenzó haciendo que sus oficiales se casaran con hijas de nobles persas y César, consciente de los problemas que tenía Roma, comenzó dando entrada en el Senado de Roma a destacados personajes de las provincias, provincias que hasta entonces sólo habían sido fincas particulares para los optimates pero que ahora serían parte integrante del nuevo Imperio. La concesión de la ciudadanía romana a ciudades como Gades, nuestra Cádiz (más de veinte ciudades españolas recibieron la ciudadanía) o regiones enteras fue un primer paso en esta revolución que trataba de convertir a Roma en un auténtico Imperio Universal. Así, toda la Galia Transalpina recibió la ciudadanía romana en premio por su esfuerzo y lealtad durante la campaña de las Galias.
El aumento de funcionarios dedicados a la administración representó el esfuerzo de César por adecuar esa administración al Imperio que gobernaba, una idea que su sucesor Augusto continuará con éxito. Para crear ese Imperio Universal era preciso convertir al mundo sometido por Roma en una auténtica extensión de Roma. Para ello César creó un ambicioso programa de asentamiento de ciudadanos y creación de colonias para más de 100.000 familias que serían el germen de la romanización del nuevo Imperio. Con estos nuevos repartos de tierras se redujo el número de ciudadanos que recibían el subsidio gratuito de trigo de 320.000 a 150.000. Con lo que, encima, el estado salía ganando. Ahora los pobres que antes nada tenían poseían una propiedad y además servían de canalización de la romanización.
Su programa de obras públicas fue espectacular, el Foro de César en Roma es tan sólo la más conocida y celebrada. Por todo el Imperio se comenzaron obras públicas como carreteras, acueductos, puertos, ciudades enteras fueron levantadas para acoger a los nuevos colonos a los que César dio una ley, ley reflejada en la lex coloniae Ivliae Genetivae de la ciudad española de Urso por la que se regían por leyes casi idénticas a las de la propia ciudad de Roma con instuticiones municipales análogas.
Además redactó una nueva ley para impedir los abusos de los gobernadores, una nueva lex Iulia de repentundis por la que de una vez se separaba el gobierno militar del civil en las provincias, se rebajaban los impuestos y se fijaban por medio de leyes anuales votadas en el Senado para evitar abusos de ningún tipo. César no quería "territorios ocupados" si no provincias de un Imperio Universal.
La economía. Gracias a la revolucionaria legislación cesariana, la economía romana se liberalizó desde dentro del mismo sistema. Ahora los impuestos eran más bajos pero llegaban íntegros a las arcas del erario romano, con lo que los ingresos se multiplicaron. El nuevo programa de carreteras que habían de unir todo el Imperio contribuyó a dar trabajo a todo el que lo necesitaba (por ley 1/3 de los trabajadores debían ser hombres libres) y a relanzar la economía espectacularmente posibilitando junto con la reducción o supresión de las tasas arancelarias que el comercio creciera como nunca antes se había soñado. Así César creó un nuevo patrón monetario: el Aureus.
El áureo era una moneda de oro creada especialmente para transacciones comerciales, pesaba 8,21 gramos y equivalía a 25 denarios de plata, es decir a 100 sestercios. Con esta nueva moneda se simplificaron las transacciones comerciales y financieras. El día que César fue asesinado Roma nunca había sido tan rica como lo era entonces y aún tardaría años en recuperar ese nivel.
El calendario. Sin duda la más famosa de las reformas de César fue la que aún disfrutamos hoy en día: el nuevo calendario. Nuestro calendario. Hasta César los romanos se habían regido por un obsoleto calendario oficial que no recuperaba los días perdidos, con lo que los meses no coincidían con las estaciones. César modificó eso encargando al astrónomo egipcio Sosígenes la elaboración de un calendario perfecto basado en el sistema solar (César insisitió en este punto crucial).
Así se creó nuestro calendario cuya base es el año solar de trescientos sesenta y cinco días, intercalando un año bisiesto para no perder ese día que quedaba sobrante cada cuatro años. A su muerte, el mes de su nacimiento fue llamado Julio en su honor como el siguiente fue llamado Agosto en honor de su sucesor Augusto. En 1.582 dC se realizó la corrección Gregoriana suprimiendo tres años bisiestos cada cuatrocientos años.
Para lograr todo esto César se invistió de poder casi absoluto, siendo declarado por el Senado Dictador Perpetuo. A nuestros ojos, a los ojos del siglo XXI dC, tal acumulación de poder no es grata, por supuesto, pero no olvidemos que estamos hablando del siglo I aC y que nunca debemos comparar unas épocas con otras porque eso es falsear la Historia. Cada época tiene sus características, su Circunstancia, y lo que hoy puede resultarnos incorrecto hace dos mil años podía no serlo.
A lo largo de la Historia ha habido miles de hombres que han concentrado el poder en sus manos, César lo hizo para crear un nuevo mundo y jamás se manchó las manos con sangre romana fuera del campo de batalla y en una guerra que él no provocó. Y terminada la batalla César ordenó quemar toda la correspondencia enemiga para evitar que se supiera quiénes le habían traicionado y liberó allí mismo a sus enemigos. César no asesinó a sus opositores, trató de integrarlos en su obra y éstos le pagaron su clemencia asesinándolo a él.
¿Fue un "tirano"? Pues piensa, amable lector, que hoy el presidente de los EEUU tiene poderes extraordinarios que en tiempo de César él no tuvo y que siguieron teniendo el Senado y las Asambleas. Cuestión de formas.
Y respecto a Catón, sus boni y su mos maiorum lo dejamos en otro escrito para el solito, al igual que Cicerón, Cayo Escribonio Curiôn, Marco Antonio y un largo etc. Pues todos influyeron en esa época.
Proyecto harto difícil que propongo, pero por voluntad que no sea. Comienzo apoyándome en el portal de José I. Lago, buen conocedor de este tema y continuaré con mis notas y escritos.
Si el hilo que me propongo iniciar ya existe, ruego al Moderador me lo haga saber y colocarlo donde se preste a ello.
EL PROYECTO DE CÉSAR
A lo largo de los dos mil y pico años transcurridos desde el asesinato de César mucho es lo que se ha hablado sobre cuál era su proyecto. Y entre lo que se ha hablado hay varias tonterías que conviene puntualizar, no solo conviene si no necesariamente ha de ser.
Hay quien defiende que Julio César fue un malvado tirano, y está en su derecho porque todo el mundo tiene derecho a expresar sus opiniones, siempre y cuando éstas no hagan apología de la violencia. Pero que cada uno tenga derecho a expresarse libremente no resta un ápice de tontería a su discurso si es una tontería de discurso.
A lo largo de las páginas de esta web hemos visto con todas las pruebas documentales que Cayo Julio César jamás se salió de la legalidad hasta el cruce del Rubicón, momento en el que, ante el autogolpe de estado dado por los optimates, la casta oligárquica que controlaba el Senado, él decide que si ya no hay legalidad vigente de ninguna clase no tiene por qué seguir jugando con una baraja que otros habían roto.
También hemos visto cómo César, el general "rebelde" enfrentado a los optimates, cruza el Rubicón y conquista Italia sin matar a un sólo enemigo. Sin encarcelar a nadie, si no liberando a todos sus enemigos. Sin confiscar sus pertenencias, si no devolviéndoselas hasta el último sestercio y que durante su marcha hacia Roma trata infructuosamente de llegar a un acuerdo con Pompeyo para que ambos se retiren de la contienda. ¿Es esto un "tirano"?
César gana la Guerra Civil y regresa a Roma triunfante. Ahora tiene todo el poder en sus manos. ¿Hay represalias contra sus enemigos? ¿Hay asesinatos, proscripciones o matanzas como las perpetradas por Sila?
No.
No sólo no hay nada de eso si no que sus enemigos no sufren ni prisión ni confiscación de sus bienes.
¿Es esto un "tirano"? Tú, amable lector, decides.
La República de Roma era un gigantesco enfermo en estado terminal. Sus instituciones eran caducas y estaban tan corrompidas que todo atisbo de legalidad no era más que un espejismo. Los hermanos Graco, tratando de reformar el sistema para repartir entre los que nada tenían (y que por cierto son los que más dan, entre otras cosas su vida defendiendo a su patria), fueron asesinados por los matones de los optimates.
Tras los Gracos llega la Guerra Social entre Roma y sus "aliados" italianos que eran aliados para pagar impuestos y dar soldados, pero para nada más. Casi toda Italia se alza contra Roma pero ésta consigue vencer aunque debe ceder y dar la ciudadanía romana a gran parte de Italia para evitar que algo así vuelva a repetirse. Pero la paz no llega porque no puede llegar, porque la República romana es un barril de pólvora en una pira ardiente. Mario y Sila se enzarzarán en la primera Guerra Civil en una lucha que terminará con el triunfo de Sila y su gobierno de terror y matanzas.
Y después, bajo las leyes de Sila, el Senado seguirá gobernando una población resentida y asqueada que sólo quiere reformas. Reformas que los optimates se niegan a conceder porque ello significaría renunciar a sus privilegios. Ésta es la República que los que no tienen ni idea de Historia consideran paradigma de las libertades. ¿Las libertades de quién? La Libertad no es un concepto aplicable a una determinada clase socio-económico-política. La Libertad es LA LIBERTAD DE TODOS, y si no es así no es libertad, es humo de colores. En esa Roma los únicos libres para hacer lo que les venía en gana eran los optimates. ¿Es eso "libertad"?
Un ejemplo de esa "libertad" de la República optimate fue la Conjuración de Catilina. Cinco ciudadanos romanos fueron detenidos y acusados de ser conspiradores. El cónsul senior Marco Tulio Cicerón, amparándose en una ley extraordinaria del tirano Sila, el famoso Senatus Consultum Ultimum, ordenó el asesinato de los cinco detenidos sin juicio previo. Y a la mañana siguiente fueron estrangulados en el Tullianum.
¿Es esto "libertad"?
La Ley de las XII Tablas, la Constitución de Roma, decía:
Tabula IX
I. Privilegia ne inroganto.
II. De capite civis nisi per maximum comitiatum... ne ferunt.
(Tabla IX
I. Que no se establezcan privilegios.
II. Que no se dicten penas capitales contra ciudadanos sino por los comicios máximos.)
Cayo Julio César fue el único senador que se levantó para pedir que los acusados fueran procesados legalmente porque según la máxima ley de Roma todo acusado tenía derecho a un juicio justo. Pero Cicerón, angustiado por impedir que aquellos cinco acusados hablaran más de la cuenta, ordenó su asesinato.
¿Es esto "libertad"?
Además de ver cómo cinco ciudadanos romanos eran asesinados de esa manera, César tuvo que aguantar que le acusaran de estar implicado en la Conjuración por haber pedido que los acusados pudieran defenderse. Se supone que si César hubiera formado parte de la Conjuración lo mejor para él era que los acusados no hablaran ¿no?. Pues encima eso.
La Conjuración de Catilina estableció un nuevo precedente en Roma: los optimates podían hacer lo que les viniera en gana, incluso acusar a un adversario político para asesinarlo y quitarlo de en medio. Ésta era la "libertad" que se respiraba en aquella República de Roma.
¿Quién se ponía por encima de la ley?
Hartos de aquella situación, César, Craso y Pompeyo se unieron para reformar el sistema desde dentro. Este Primer Triunvirato posibilitó el triunfo de César como reformador.
Las reformas de César durante su consulado
En el año 59 aC César fue elegido cónsul senior (primer cónsul) con Bíbulo, líder optimate que odiaba a César más que a la peste negra, como colega junior para ejercer el consulado durante el año 60 aC.
Durante su consulado César inició una serie de reformas verdaderamente revolucionarias destinadas a agilizar el aparato administrativo y judicial romano y a acercar el gobierno de Roma a ese pueblo olvidado por los optimates, ese pueblo cuyo trabajo, esfuerzo y sacrificio habían hecho de Roma lo que era para que los optimates se repartieran los beneficios.
Las líneas maestras de su consulado fueron una serie de leyes conocidas genéricamente como las Leyes Julias que ordenaban cosas tan propias de un "tirano" como el reparto de tierras públicas a los necesitados o el ordenamiento de las funciones de los gobernadores provinciales para evitar que esquilmaran sus provincias.
Transparencia de gobierno. Su primera medida fue crear el primer boletín oficial del estado de la Historia, un tablón de anuncios expuesto de manera permanente en el Foro de Roma donde cada día se pondrían las actas del Senado, con lo que todos los ciudadanos tendrían acceso a lo que se trataba en las reuniones.
Persecución de los abusos de los gobernadores en las provincias. Los gobernadores provinciales eran senadores que solían llegar a la provincia para ocupar una propretura o un proconsulado. Disponían de un año para su gobierno y solían ocuparlo esquilmando y abusando, exprimiendo su provincia hasta que crujían las pepitas. César presentó al Senado su lex Iulia de repentundis que legislaba ¡por fin! contra estos abusos.
La nueva ley impedía que los magistrados en ejercicio pudieran recibir "donaciones" por un valor superior a los 10.000 sestercios, además, la cantidad de impuestos a exigir a la provincia debía debatirse en el Senado y ser expuesta tanto en Roma como en la provincia para evitar "malentendidos" y si se producía algún abuso las víctimas quedaban facultadas para emprender un proceso judicial en Roma de manera automática. Si el acusado resultaba condenado debería pagar el cuádruple del valor de lo robado y además sería expulsado del Senado.
Reparto de tierras a los necesitados. Muchos ciudadanos romanos vivían del subsidio del estado porque no tenían medios de subsistencia. César fue el inventor de eso de "no le des un pez al hambriento, enséñale a pescar". Su lex Iulia agraria parceló las inmensas propiedades del estado romano además de en Italia en las provincias de España, Sicilia, Macedonia, Acaya, Cirenaica y África para asentar en ellas a los necesitados. César tuvo buen cuidado de no incluir el agger campanus, la Campania italiana en la que los optimates tenían sus grandes explotaciones agrícolas.
El Senado se opuso a la ley pero el Pueblo Romano, harto de tanta intransigencia, hizo saber cuál era su voluntad manifestándose por toda Roma y los senadores, acobardados, decidieron votar la ley agraria. Sin embargo, un mes más tarde, César trató de introducir también el agger campanus, a lo que el Senado se opuso con el demente Catón a la cabeza. Marco Porcio Catón se levantó de su escaño y se puso a hablar. En el Senado no había tiempo asignado a cada orador, por lo que cada uno podía hablar hasta que quisiera, y la táctica de Catón era la de hablar hasta que se cerrara la sesión al anochecer para impedir la votación (¡viva la democracia!), pero César, harto, le expulsó del Senado.
Los senadores votaron y la ley fue enviada a la Asamblea para su ratificación, entonces apareció de nuevo Catón que quiso repetir lo del día anterior, pero también fue expulsado y cuando el cónsul junior Bíbulo trató de oponerse a que la ley fuera votada la gente no pudo aguantarse por más tiempo y le echaron a patadas de la tribuna vaciándole encima un cubo de desperdicios. La ley agraria era una auténtica obra maestra de la política, la obra maestra de César.
El estado repartía los lotes de tierra a los pobres y a los veteranos de las guerras que nada tenían, las tierras no podían ser vendidas a particulares en un plazo de veinte años, lo que aseguraba que nadie haría negocio con ellas. Para regular el reparto se designó una comisión de veinte miembros del Senado que estarían tan ocupados vigilándose unos a otros que no podrían ponerse de acuerdo para un fraude.
Derrotado, El cónsul junior Bíbulo se retiró entonces a su casa a contemplar el cielo en busca de presagios para tratar de obstaculizar la legislación de César por medio de esta argucia religiosa. Los romanos llamaban sus años por sus cónsules, así el año 60 aC para nosotros era para ellos el año de César y Bíbulo. Pero el pueblo, siempre proclive al chiste, comenzó a nombrar aquel año como "el año de Julio y César".
Regulación de actividades económicas. César trató de conseguir un equilibrio entre los poderes actuantes en la economía romana rebajando las tasas de las sociedades de los publicanos. El cobro de los impuestos en las provincias estaba en manos de concesiones estatales otorgadas a los miembros del orden ecuestre, los caballeros. Al rebajar las tasas, César no sólo favoreció a los caballeros si no que consiguió agilizar el cobro, y el efecto final de esta medida fue el abaratamiento general de los impuestos.
Estas reformas revolucionarias iban dirigidas al núcleo del sistema, pero aún quedaban asuntos de mucha importancia que también fueron abordados por los nuevos cónsules Gabinio y Pisón bajo inspiración de César. Fue tan grande al apoyo popular a las reformas que los nuevos cónsules elegidos fueron ambos del círculo de César, sin ningún optimate que obstaculizara las reformas pendientes.
Retorno a la legalidad constitucional. El peligroso precedente creado por el asesinato de los acusados durante la Conjuración de Catilina debía ser remediado. César consiguió que un noble, Clodio, fuera adoptado por un plebeyo para perder sus derechos de sangre y poder ser elegido tribuno de la plebe, gracias a lo cual Clodio pudo acusar a Cicerón por el asesinato de los cinco acusados. Cicerón fue juzgado (él sí tuvo un juicio, no como los asesinados) y declarado culpable de ordenar la ejecución de ciudadanos romanos sin juicio previo y fue condenado al exilio. César tuvo con él la piedad que él no había tenido con los cinco acusados. Pero César no era un hombre cruel y en 57 aC Cicerón pudo regresar a Roma.
Democratización de las asambleas. Con el paso de los siglos las asambleas romanas donde el pueblo participaba habían quedado reducidas a una mera figura decorativa. César repartió a los libertos (esclavos que obtenían su libertad y se convertían en ciudadanos romanos) entre las tribus rústicas, con lo que consiguió equilibrar la balanza frente a las tribus urbanas donde campaban a sus anchas los optimates.
Reparto de trigo gratuito a los necesitados. El estado romano aseguraba la manutención de los ciudadanos sin posibilidades vendiéndoles trigo a bajo precio. Era un viejo derecho de la plebe que los optimates habían utilizado para enriquecerse especulando con el precio del trigo. Con el reparto gratuito del trigo ya no hubo posibilidad de especulación.
Todas estas reformas (como podrá comprobar el amable lector, las reformas típicas de un "tirano") airearon el viejo sistema republicano romano, pero aún quedaban capítulos importantísimos que César dejó para después de terminado su mandato proconsular en las Galias. Los optimates, sabedores de que César conseguiría ser elegido de nuevo cónsul para finalizar sus reformas le empujaron a la guerra con la esperanza de aniquilarle.
El programa de gobierno de César tras la Guerra Civil
Tras la Guerra Civil, César promulgó una serie de leyes que trataban de reformar el estado según su visión, una visión muy adelantada a su tiempo pero que fue truncada con su asesinato a manos de los optimates.
El Gobierno de Roma. la denominación oficial del estado romano era S.P.Q.R. Senatus Populus Que Romanus, el Senado y el Pueblo de Roma. Pero en realidad era el Senado manejado por los optimates y no el Pueblo Romano quien manejaba la política hasta sus últimas consecuencias. César pensaba que había que equilibrar esta situación haciendo que las leyes no estuvieran en manos de una casta oligárquica, por ello aumentó el número de senadores de 300 a 900, para restar poder a los optimates y agilizar así la promulgación de leyes justas dando entrada en el nuevo Senado a personajes de las provincias como los españoles Titio, Decidio Saxa o Balbo el Joven e incluso libertos como Ventidio o Baso. Además, reforzó la agilidad de las magistraturas ampliando su número, pasando así de ocho pretores a dieciséis, de cuatro ediles a seis y de veinte cuestores a cuarenta.
El nuevo Imperio Romano. Roma era una ciudad que gobernaba todo un imperio que se extendía desde el canal de La Mancha hasta la actual Turquía, y todo, absolutamente todo, debía pasar por Roma, lo que convertía el Imperio en una maquinaria lenta, y la lentitud sólo favorece la corrupción.
César pensaba que un verdadero imperio debía ser universal. La idea de un Imperio Universal nació de la cabeza de otro genio inconmensurable: Alejandro Magno, y consistía en un imperio en el que todos los habitantes tuvieran los mismos derechos y deberes. Alejandro comenzó haciendo que sus oficiales se casaran con hijas de nobles persas y César, consciente de los problemas que tenía Roma, comenzó dando entrada en el Senado de Roma a destacados personajes de las provincias, provincias que hasta entonces sólo habían sido fincas particulares para los optimates pero que ahora serían parte integrante del nuevo Imperio. La concesión de la ciudadanía romana a ciudades como Gades, nuestra Cádiz (más de veinte ciudades españolas recibieron la ciudadanía) o regiones enteras fue un primer paso en esta revolución que trataba de convertir a Roma en un auténtico Imperio Universal. Así, toda la Galia Transalpina recibió la ciudadanía romana en premio por su esfuerzo y lealtad durante la campaña de las Galias.
El aumento de funcionarios dedicados a la administración representó el esfuerzo de César por adecuar esa administración al Imperio que gobernaba, una idea que su sucesor Augusto continuará con éxito. Para crear ese Imperio Universal era preciso convertir al mundo sometido por Roma en una auténtica extensión de Roma. Para ello César creó un ambicioso programa de asentamiento de ciudadanos y creación de colonias para más de 100.000 familias que serían el germen de la romanización del nuevo Imperio. Con estos nuevos repartos de tierras se redujo el número de ciudadanos que recibían el subsidio gratuito de trigo de 320.000 a 150.000. Con lo que, encima, el estado salía ganando. Ahora los pobres que antes nada tenían poseían una propiedad y además servían de canalización de la romanización.
Su programa de obras públicas fue espectacular, el Foro de César en Roma es tan sólo la más conocida y celebrada. Por todo el Imperio se comenzaron obras públicas como carreteras, acueductos, puertos, ciudades enteras fueron levantadas para acoger a los nuevos colonos a los que César dio una ley, ley reflejada en la lex coloniae Ivliae Genetivae de la ciudad española de Urso por la que se regían por leyes casi idénticas a las de la propia ciudad de Roma con instuticiones municipales análogas.
Además redactó una nueva ley para impedir los abusos de los gobernadores, una nueva lex Iulia de repentundis por la que de una vez se separaba el gobierno militar del civil en las provincias, se rebajaban los impuestos y se fijaban por medio de leyes anuales votadas en el Senado para evitar abusos de ningún tipo. César no quería "territorios ocupados" si no provincias de un Imperio Universal.
La economía. Gracias a la revolucionaria legislación cesariana, la economía romana se liberalizó desde dentro del mismo sistema. Ahora los impuestos eran más bajos pero llegaban íntegros a las arcas del erario romano, con lo que los ingresos se multiplicaron. El nuevo programa de carreteras que habían de unir todo el Imperio contribuyó a dar trabajo a todo el que lo necesitaba (por ley 1/3 de los trabajadores debían ser hombres libres) y a relanzar la economía espectacularmente posibilitando junto con la reducción o supresión de las tasas arancelarias que el comercio creciera como nunca antes se había soñado. Así César creó un nuevo patrón monetario: el Aureus.
El áureo era una moneda de oro creada especialmente para transacciones comerciales, pesaba 8,21 gramos y equivalía a 25 denarios de plata, es decir a 100 sestercios. Con esta nueva moneda se simplificaron las transacciones comerciales y financieras. El día que César fue asesinado Roma nunca había sido tan rica como lo era entonces y aún tardaría años en recuperar ese nivel.
El calendario. Sin duda la más famosa de las reformas de César fue la que aún disfrutamos hoy en día: el nuevo calendario. Nuestro calendario. Hasta César los romanos se habían regido por un obsoleto calendario oficial que no recuperaba los días perdidos, con lo que los meses no coincidían con las estaciones. César modificó eso encargando al astrónomo egipcio Sosígenes la elaboración de un calendario perfecto basado en el sistema solar (César insisitió en este punto crucial).
Así se creó nuestro calendario cuya base es el año solar de trescientos sesenta y cinco días, intercalando un año bisiesto para no perder ese día que quedaba sobrante cada cuatro años. A su muerte, el mes de su nacimiento fue llamado Julio en su honor como el siguiente fue llamado Agosto en honor de su sucesor Augusto. En 1.582 dC se realizó la corrección Gregoriana suprimiendo tres años bisiestos cada cuatrocientos años.
Para lograr todo esto César se invistió de poder casi absoluto, siendo declarado por el Senado Dictador Perpetuo. A nuestros ojos, a los ojos del siglo XXI dC, tal acumulación de poder no es grata, por supuesto, pero no olvidemos que estamos hablando del siglo I aC y que nunca debemos comparar unas épocas con otras porque eso es falsear la Historia. Cada época tiene sus características, su Circunstancia, y lo que hoy puede resultarnos incorrecto hace dos mil años podía no serlo.
A lo largo de la Historia ha habido miles de hombres que han concentrado el poder en sus manos, César lo hizo para crear un nuevo mundo y jamás se manchó las manos con sangre romana fuera del campo de batalla y en una guerra que él no provocó. Y terminada la batalla César ordenó quemar toda la correspondencia enemiga para evitar que se supiera quiénes le habían traicionado y liberó allí mismo a sus enemigos. César no asesinó a sus opositores, trató de integrarlos en su obra y éstos le pagaron su clemencia asesinándolo a él.
¿Fue un "tirano"? Pues piensa, amable lector, que hoy el presidente de los EEUU tiene poderes extraordinarios que en tiempo de César él no tuvo y que siguieron teniendo el Senado y las Asambleas. Cuestión de formas.
Y respecto a Catón, sus boni y su mos maiorum lo dejamos en otro escrito para el solito, al igual que Cicerón, Cayo Escribonio Curiôn, Marco Antonio y un largo etc. Pues todos influyeron en esa época.
Última edición por Mr Quiros el 09 Ene 2012, 21:19, editado 1 vez en total.
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Pues a ver si lo consigue, Mr Quiros, porque si el señor José I. Lago habla de una única "Lex Agraria" al decir, y cito:
Esto por poner un ejemplo, quedaría muy interesante que nos diera detalles de como ha llegado a esa conclusión a la cual hasta el momento no hay respuesta de si fue una o varias.
Sinceramente serían preferibles a las del susodicho pues en mi humilde parecer tiene VM mucho más que aportar.
Un saludo Mr Quiros.
Su lex Iulia agraria
Esto por poner un ejemplo, quedaría muy interesante que nos diera detalles de como ha llegado a esa conclusión a la cual hasta el momento no hay respuesta de si fue una o varias.
próximamente ya aportaré mis conocimientos y mi visión de la citada época.
Sinceramente serían preferibles a las del susodicho pues en mi humilde parecer tiene VM mucho más que aportar.
Un saludo Mr Quiros.
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Muchas gracias Valerio, pues me pareció interesante y por ello lo copié, hice algunas anotaciones al final y lo pegué. No encuentro el correo del susodicho, dejo la página y a ver si consigo establecer contacto con el, http://www.historialago.com/, seguro que el ISP me la puede decir.
Bueno al tajo y poco a poco.
No, no voy a empezar con una biografía del Gran César, eso se puede encontrar en cualquier libro, en cualquier lugar. Quiero empezar a mi manera, con permiso, o sea pequeños detalles que originaron tan gran Hombre, sin duda otros lo podrían hacer mejor que yo, pero hay que empezar, con el ánimo de que su lectura sea amena y divertida donde quepa.
En Britania,
El prefecto de caballería estaba allí y le tendía a César el pequeño cilindro de cuero rojo que el capitán de la pinaza le había entregado con tanta reverencia como si se tratase de un regalo de los dioses.
.-De parte de Cayo Trebacio- dijo, y saludó y dio un paso atrás sin apartar los ojos de César.
Era cierto lo que decían en Samarobriva. Estaban dispuestos a morir por el. Y César lo sabía y se aprovechaba de ello. Por que le sonrió al prefecto y respondió llamándole por su nombre. El prefecto atesoraría aquel recuerdo y se lo contaría a sus nietos, si es que vivía para conocerlos.
Levantó en el aire el pequeño cilindro rojo en un gesto de despedida y se encaminó hacia la robusta tienda de cuero que se alzaba en un promontorio artificial en el interior del campamento, lugar en donde la bandera escarlata del general ondeaba izada en lo alto del mástil.
Las comodidades existentes en el interior de la tienda se diferenciaban poco de las que se encontraban en la morada de un simple tribuno militar: algunos taburetes plegables, varias mesas también plegables y una estantería de casillas para rollos que podía desmontarse en cuestión de momentos.
César se sentó con la columna vertebral completamente erguida, el pie derecho adelantado y el pie izquierdo metido debajo de la X silla curul, y abrió la carta de Pompeyo el Grande fechada en sextilis.
César de pronto se echó a reír. Hircio y Faberio se sobresaltaron, asustados; hacía ya mucho tiempo desde la última vez que habían oído a su malhumorado general reírse con tanto regocijo.
.- ¡Oh, escuchad esto!-, exclamó César al tiempo que levantaba los ojos del rollo. -¡ Esto no te lo ha enviado nadie en un despacho, Hircio!-.
Inclinó la cabeza y se puso a leer en voz alta, un milagro menor para sus oyentes, por que César era el único hombre que ambos conocían capaz de leer los continuos garabatos en un papel al primer golpe de vista.
"Y ahora - leyó, con voz temblorosa a causa de la risa - tengo que contarte algo acerca de Catón y de Hortensio. Bueno, Hortensio ya no es tan joven como antes, nunca me perdonó que yo propusiera su consulado un año mas cuando me convertí en cónsul a la edad de treinta y seis años. De todos modos creyó que la actuación de Catón en las elecciones de tribunos había sido la mayor victoria para la mos maiorum desde que Lucio Julio Bruto (¿por que siempre nos olvidamos de Valerio?) tuvo el honor de fundar la República."
César levantó la mirada; los ojos le bailaban.
-No se donde va a parar esta historia- comentó Hircio esbozando una amplia sonrisa.
-Yo tampoco lo sé todavía- observó César.
Y volvió a la lectura de la carta de sextilis.
Pronto abriría la de septiembre...
P.D. Creo que César solo publicó una lex agraria y me fundamento a la espera de conocer la opinión del citado esta página:
http://webu2.upmf-grenoble.fr/Haiti/Cou ... hnson.html
Bueno al tajo y poco a poco.
No, no voy a empezar con una biografía del Gran César, eso se puede encontrar en cualquier libro, en cualquier lugar. Quiero empezar a mi manera, con permiso, o sea pequeños detalles que originaron tan gran Hombre, sin duda otros lo podrían hacer mejor que yo, pero hay que empezar, con el ánimo de que su lectura sea amena y divertida donde quepa.
En Britania,
El prefecto de caballería estaba allí y le tendía a César el pequeño cilindro de cuero rojo que el capitán de la pinaza le había entregado con tanta reverencia como si se tratase de un regalo de los dioses.
.-De parte de Cayo Trebacio- dijo, y saludó y dio un paso atrás sin apartar los ojos de César.
Era cierto lo que decían en Samarobriva. Estaban dispuestos a morir por el. Y César lo sabía y se aprovechaba de ello. Por que le sonrió al prefecto y respondió llamándole por su nombre. El prefecto atesoraría aquel recuerdo y se lo contaría a sus nietos, si es que vivía para conocerlos.
Levantó en el aire el pequeño cilindro rojo en un gesto de despedida y se encaminó hacia la robusta tienda de cuero que se alzaba en un promontorio artificial en el interior del campamento, lugar en donde la bandera escarlata del general ondeaba izada en lo alto del mástil.
Las comodidades existentes en el interior de la tienda se diferenciaban poco de las que se encontraban en la morada de un simple tribuno militar: algunos taburetes plegables, varias mesas también plegables y una estantería de casillas para rollos que podía desmontarse en cuestión de momentos.
César se sentó con la columna vertebral completamente erguida, el pie derecho adelantado y el pie izquierdo metido debajo de la X silla curul, y abrió la carta de Pompeyo el Grande fechada en sextilis.
César de pronto se echó a reír. Hircio y Faberio se sobresaltaron, asustados; hacía ya mucho tiempo desde la última vez que habían oído a su malhumorado general reírse con tanto regocijo.
.- ¡Oh, escuchad esto!-, exclamó César al tiempo que levantaba los ojos del rollo. -¡ Esto no te lo ha enviado nadie en un despacho, Hircio!-.
Inclinó la cabeza y se puso a leer en voz alta, un milagro menor para sus oyentes, por que César era el único hombre que ambos conocían capaz de leer los continuos garabatos en un papel al primer golpe de vista.
"Y ahora - leyó, con voz temblorosa a causa de la risa - tengo que contarte algo acerca de Catón y de Hortensio. Bueno, Hortensio ya no es tan joven como antes, nunca me perdonó que yo propusiera su consulado un año mas cuando me convertí en cónsul a la edad de treinta y seis años. De todos modos creyó que la actuación de Catón en las elecciones de tribunos había sido la mayor victoria para la mos maiorum desde que Lucio Julio Bruto (¿por que siempre nos olvidamos de Valerio?) tuvo el honor de fundar la República."
César levantó la mirada; los ojos le bailaban.
-No se donde va a parar esta historia- comentó Hircio esbozando una amplia sonrisa.
-Yo tampoco lo sé todavía- observó César.
Y volvió a la lectura de la carta de sextilis.
Pronto abriría la de septiembre...
P.D. Creo que César solo publicó una lex agraria y me fundamento a la espera de conocer la opinión del citado esta página:
http://webu2.upmf-grenoble.fr/Haiti/Cou ... hnson.html
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Efshár lekabél séfel?.
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Britania.
El rollo de septiembre era mucho mas pequeño. Al abrirlo frunció el ceño; algunas de las palabras estaban emborronadas y manchadas, como si se hubiera derramado agua sobre ellas antes de que la tinta se hubiera asentado cómodamente en el papiro.
La atmósfera cambió en la sala, Hircio levantó la vista al sentir un hormigueo en la carne; Faberio empezó a tiritar.
La cabeza de César continuaba inclinada sobre la segunda carta de Pompeyo, pero todo él quedó de repente inmóvil, helado.
-Dejadme solo - les pidió César con voz normal.
Sin pronunciar una palabra Hircio y Faberio se levantaron y salieron en silencio de la tienda; dejaron las plumas, que goteaban tinta, abandonadas sobre el papel.
"Oh, César, Julia está muerta. Mi niña maravillosa, hermosa y dulce está muerta. Muerta a la edad de veintidós años. Yo mismo le cerré los ojos y puse sobre ellos las monedas; le puse el denario de oro entre los labios para asegurarme de que tuviera el mejor asiento en la barca de Caronte.
Murió tratando de darme un hijo. Solo estaba embarazada de siete meses y no tenía ni aviso de lo que se avecinaba.
La quemaron allí mismo en el Foro Romano, las jefas de las plañideras no habían llegado más allá del Templo de Vesta, también entre la multitud había líderes de la plebe, y se dirigieron a las gradas del Senado a desafiar a Enobarbo. Quisieron desafiar a aquella delegación. Catón estaba con Enobarbo.
¡No a las mujeres nunca las habían enterrado en el Campo de Marte, entre los héroes!, pero Catón y Enobarbo comprendieron que acabarían siendo cadáveres a menos que accedieran a conceder aquel deseo a la plebe".
Poco o mucho se imaginaba, aparte del dolor de perder a su única hija y casada con el Gran Pompeyo, para César y las consecuencias que se derivarían de esa carta, no por la carta en sí, si no lo que traería esa ruptura con Pompeyo en el futuro.
César sabía que había perdido o perdería a un aliado en el Senado.
A las afueras de la tienda encontró a un joven legionario que, evidentemente como castigo, estaba rastrillando los rescoldos de una hoguera. Cuando el soldado vio que se aproximaba el general comenzó a rastrillar con más fuerza y se prometió que nunca más lo encontrarían en falta durante la instrucción.
Pero nunca había visto a César tan de cerca, de modo que cuando aquella figura alta se dirigió hacia él, dejó de rastrillar para verlo mejor. ¡Ante lo cual el general sonrió!
-No la apagues del todo, muchacho. Necesito una brasa - le dijo César con el latín amplio y coloquial que usaban los soldados rasos-. ¿Que has echo para merecer semejante trabajo en este apestoso clima caluroso?
-No me ajusté la correa del casco, general.
César se inclinó, con un rollo pequeño en la mano derecha y puso una punta del mismo sobre la brasa, el papel prendió y César se irguió.
-No descuides nunca tu equipo, soldado, es lo único que se interpone entre una lanza de los casos y tú. - Dio la vuelta para dirigirse a la tienda de mando, pero miró por encima del hombro y se echó a reír -. ¡No no es eso lo único soldado! También están tu valor y tu mente romana. Y eso es lo que te hace ganar de verdad. Sin embargo ... ¡un casco firmemente sujeto a tu mollera es lo que mantiene tu mente romana intacta!.
Sonriendo, el soldado, terminó de rastrillar con furia y luego se puso a pisotear las cenizas. El general conocía la jerga como conocía los nombres de todos los centuriones de su ejército.
Era César.
El rollo de septiembre era mucho mas pequeño. Al abrirlo frunció el ceño; algunas de las palabras estaban emborronadas y manchadas, como si se hubiera derramado agua sobre ellas antes de que la tinta se hubiera asentado cómodamente en el papiro.
La atmósfera cambió en la sala, Hircio levantó la vista al sentir un hormigueo en la carne; Faberio empezó a tiritar.
La cabeza de César continuaba inclinada sobre la segunda carta de Pompeyo, pero todo él quedó de repente inmóvil, helado.
-Dejadme solo - les pidió César con voz normal.
Sin pronunciar una palabra Hircio y Faberio se levantaron y salieron en silencio de la tienda; dejaron las plumas, que goteaban tinta, abandonadas sobre el papel.
"Oh, César, Julia está muerta. Mi niña maravillosa, hermosa y dulce está muerta. Muerta a la edad de veintidós años. Yo mismo le cerré los ojos y puse sobre ellos las monedas; le puse el denario de oro entre los labios para asegurarme de que tuviera el mejor asiento en la barca de Caronte.
Murió tratando de darme un hijo. Solo estaba embarazada de siete meses y no tenía ni aviso de lo que se avecinaba.
La quemaron allí mismo en el Foro Romano, las jefas de las plañideras no habían llegado más allá del Templo de Vesta, también entre la multitud había líderes de la plebe, y se dirigieron a las gradas del Senado a desafiar a Enobarbo. Quisieron desafiar a aquella delegación. Catón estaba con Enobarbo.
¡No a las mujeres nunca las habían enterrado en el Campo de Marte, entre los héroes!, pero Catón y Enobarbo comprendieron que acabarían siendo cadáveres a menos que accedieran a conceder aquel deseo a la plebe".
Poco o mucho se imaginaba, aparte del dolor de perder a su única hija y casada con el Gran Pompeyo, para César y las consecuencias que se derivarían de esa carta, no por la carta en sí, si no lo que traería esa ruptura con Pompeyo en el futuro.
César sabía que había perdido o perdería a un aliado en el Senado.
A las afueras de la tienda encontró a un joven legionario que, evidentemente como castigo, estaba rastrillando los rescoldos de una hoguera. Cuando el soldado vio que se aproximaba el general comenzó a rastrillar con más fuerza y se prometió que nunca más lo encontrarían en falta durante la instrucción.
Pero nunca había visto a César tan de cerca, de modo que cuando aquella figura alta se dirigió hacia él, dejó de rastrillar para verlo mejor. ¡Ante lo cual el general sonrió!
-No la apagues del todo, muchacho. Necesito una brasa - le dijo César con el latín amplio y coloquial que usaban los soldados rasos-. ¿Que has echo para merecer semejante trabajo en este apestoso clima caluroso?
-No me ajusté la correa del casco, general.
César se inclinó, con un rollo pequeño en la mano derecha y puso una punta del mismo sobre la brasa, el papel prendió y César se irguió.
-No descuides nunca tu equipo, soldado, es lo único que se interpone entre una lanza de los casos y tú. - Dio la vuelta para dirigirse a la tienda de mando, pero miró por encima del hombro y se echó a reír -. ¡No no es eso lo único soldado! También están tu valor y tu mente romana. Y eso es lo que te hace ganar de verdad. Sin embargo ... ¡un casco firmemente sujeto a tu mollera es lo que mantiene tu mente romana intacta!.
Sonriendo, el soldado, terminó de rastrillar con furia y luego se puso a pisotear las cenizas. El general conocía la jerga como conocía los nombres de todos los centuriones de su ejército.
Era César.
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Britania.
Para cualquier britano la fortaleza principal de Casivelauno y de su tribu de casos era inexpugnable; se alzaba en una colina bastante empinada, aunque suavemente redondeada, y se hallaba rodeada de enormes baluartes de tierra reforzados con troncos. Los romanos no habían sido capaces de encontrarla porque estaba en medio de muchos kilómetros de denso bosque, pero con Mandubracio y Trinobeluno como guías, la marcha de César hacia ella fue directa y veloz.
César emprendió aquella última marcha hacia la fortaleza de los casos, sus tropas austeras y estoicas estaban completamente hartas de Britania, de los carros y de la escasez de raciones. Por no hablar de aquel calor horrible. Estaban acostumbrados a las temperaturas altas, podían marchar dos mil quinientos kilómetros en medio del calor sin descansar más que un día de vez en cuando; y eso que cada hombre transportaba una carga de quince kilos en una horquilla que llevaba en equilibrio sobre el hombro izquierdo, y a esto había que añadir el peso de la falda de cota de malla que les llegaba hasta la rodilla, la cual se ceñía a las caderas con el cinturón para la espalda y la daga, de manera que así se evitaba llevar otros diez kilos de peso sobre los hombros. A lo que no estaban acostumbrados era a la humedad, al menos hasta aquél nivel de saturación; ello había hecho que se volvieran lentos como caracoles durante aquella segunda expedición, hasta tal punto que César tuvo que revisar sus cálculos relativos a la distancia que los hombres podían recorrer caminando en un día. Con un calor normal en Italia o en Hispania se podían hacer unos cincuenta kilómetros al día. En el calor británico, solamente cuarenta kilómetros.
Aquel día sin embargo, fue más fácil. Con los trinobantes y un pequeño destacamento de a pie que habían dejado atrás para guardar el campamento, sus hombres podían marchar ligeros de peso, con los cascos en la cabeza y los pila en sus propias manos, en vez de llevarlos en la mula de cada octeto. Al entrar en el bosque, estaban preparados. Las órdenes de César eran muy concretas: "Muchachos, no cedáis ni un centímetro de terreno, controlad los caballos con vuestros escudos y tened los pila apuntados para ensartar a los conductores por el pecho pintado de azul; luego id a por los guerreros con vuestras espadas".
Para mantener alto el ánimo de la tropa, César marchaba en el centro de la columna. Casi siempre se le podía encontrar de pie, pues prefería montar en su corcel y ponerse de puntillas sólo cuando necesitaba una altura adicional para otear el horizonte. Normalmente solía caminar rodeado de su personal delegados y tribunos. Aquel día no. Aquel día caminaba a grandes zancadas junto a Asicio, un centurión de categoría inferior de la décima, e iba bromeando con los soldados que iban delante y detrás, que eran los que podían oírle.
Pronto empezaría la batalla.
Para cualquier britano la fortaleza principal de Casivelauno y de su tribu de casos era inexpugnable; se alzaba en una colina bastante empinada, aunque suavemente redondeada, y se hallaba rodeada de enormes baluartes de tierra reforzados con troncos. Los romanos no habían sido capaces de encontrarla porque estaba en medio de muchos kilómetros de denso bosque, pero con Mandubracio y Trinobeluno como guías, la marcha de César hacia ella fue directa y veloz.
César emprendió aquella última marcha hacia la fortaleza de los casos, sus tropas austeras y estoicas estaban completamente hartas de Britania, de los carros y de la escasez de raciones. Por no hablar de aquel calor horrible. Estaban acostumbrados a las temperaturas altas, podían marchar dos mil quinientos kilómetros en medio del calor sin descansar más que un día de vez en cuando; y eso que cada hombre transportaba una carga de quince kilos en una horquilla que llevaba en equilibrio sobre el hombro izquierdo, y a esto había que añadir el peso de la falda de cota de malla que les llegaba hasta la rodilla, la cual se ceñía a las caderas con el cinturón para la espalda y la daga, de manera que así se evitaba llevar otros diez kilos de peso sobre los hombros. A lo que no estaban acostumbrados era a la humedad, al menos hasta aquél nivel de saturación; ello había hecho que se volvieran lentos como caracoles durante aquella segunda expedición, hasta tal punto que César tuvo que revisar sus cálculos relativos a la distancia que los hombres podían recorrer caminando en un día. Con un calor normal en Italia o en Hispania se podían hacer unos cincuenta kilómetros al día. En el calor británico, solamente cuarenta kilómetros.
Aquel día sin embargo, fue más fácil. Con los trinobantes y un pequeño destacamento de a pie que habían dejado atrás para guardar el campamento, sus hombres podían marchar ligeros de peso, con los cascos en la cabeza y los pila en sus propias manos, en vez de llevarlos en la mula de cada octeto. Al entrar en el bosque, estaban preparados. Las órdenes de César eran muy concretas: "Muchachos, no cedáis ni un centímetro de terreno, controlad los caballos con vuestros escudos y tened los pila apuntados para ensartar a los conductores por el pecho pintado de azul; luego id a por los guerreros con vuestras espadas".
Para mantener alto el ánimo de la tropa, César marchaba en el centro de la columna. Casi siempre se le podía encontrar de pie, pues prefería montar en su corcel y ponerse de puntillas sólo cuando necesitaba una altura adicional para otear el horizonte. Normalmente solía caminar rodeado de su personal delegados y tribunos. Aquel día no. Aquel día caminaba a grandes zancadas junto a Asicio, un centurión de categoría inferior de la décima, e iba bromeando con los soldados que iban delante y detrás, que eran los que podían oírle.
Pronto empezaría la batalla.
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Ya pero César no instruía a sus soldados, los acostumbraba a como pensaba el, como actuaba y lo que ordenaba.
Por de la instrucción como reclutas, conocía los pasos,
Durante cuatro meses los nuevos reclutas eran sometidos a un entrenamiento implacable. Al concluir este periodo los supervivientes ya podían llamarse soldados (milites). Los que no podían resistir el entrenamiento eran rechazados.
Primero se les enseñaba a desfilar marcando el paso. Luego se les llevaba de marcha, forzándolos al máximo hasta que fueran capaces de recorrer 20 millas romanas (30 km) en cinco horas. Después tendrían que recorrer la misma distancia cargados con todo su equipo, que incluía armas y armaduras, utensilios de cocina, estacas para la empalizada, instrumentos para cavar y provisiones para varios días, pues al final de cada marcha tenían que levantar un campamento con terraplenes y fosos de defensa.
El entrenamiento continuaba hasta que eran capaces de recorrer 24 millas (36 km) en cinco horas.
En un principio los legionarios utilizaron bestias de carga y carros para transportar el equipo. Pero el célebre general Mario impulsor de grandes reformas en el ejército, les obligó a transportar personalmente casi toda la impedimenta necesaria para reducir el tamaño de las caravanas de intendencia. El equipo completo debía pesar por lo menos 30 kilos, y las armas y armaduras más de 20.
Cayo Mario (Gaius Marius).
Este entrenamiento y capacidad de desplazamiento fue una de las causas por la que el ejército romano era tan superior a otros ejércitos. Esto era solo parte de la instrucción, puesto que el programa de entrenamiento también incluía carreras, saltos, equitación y natación. Cuando se consideraba que se encontraba en buena forma física comenzaba la instrucción en el manejo de las armas.
Los reclutas aprendían a atacar a una gruesa estaca clavada en el suelo con una pesada espada de madera, y un escudo de mimbre que pesaba el doble que un escudo normal. Se les insistía que golpearan de frente, sin describir arcos con la espada, que puede evitarse con más facilidad. También se les entrenaba en el lanzamiento de pesadas jabalinas de madera contra las estacas.
Una vez superado este paso, se les consideraban dignos de empuñar armas auténticas forradas de cuero para evitar accidentes, que les deberían de parecer ligerísimos en comparación con las pesadas armas de madera.
Por ello César se encargaba de que a la hora de combatir lo hicieran a su manera.
Y como combatían.
Por de la instrucción como reclutas, conocía los pasos,
Durante cuatro meses los nuevos reclutas eran sometidos a un entrenamiento implacable. Al concluir este periodo los supervivientes ya podían llamarse soldados (milites). Los que no podían resistir el entrenamiento eran rechazados.
Primero se les enseñaba a desfilar marcando el paso. Luego se les llevaba de marcha, forzándolos al máximo hasta que fueran capaces de recorrer 20 millas romanas (30 km) en cinco horas. Después tendrían que recorrer la misma distancia cargados con todo su equipo, que incluía armas y armaduras, utensilios de cocina, estacas para la empalizada, instrumentos para cavar y provisiones para varios días, pues al final de cada marcha tenían que levantar un campamento con terraplenes y fosos de defensa.
El entrenamiento continuaba hasta que eran capaces de recorrer 24 millas (36 km) en cinco horas.
En un principio los legionarios utilizaron bestias de carga y carros para transportar el equipo. Pero el célebre general Mario impulsor de grandes reformas en el ejército, les obligó a transportar personalmente casi toda la impedimenta necesaria para reducir el tamaño de las caravanas de intendencia. El equipo completo debía pesar por lo menos 30 kilos, y las armas y armaduras más de 20.
Cayo Mario (Gaius Marius).
Este entrenamiento y capacidad de desplazamiento fue una de las causas por la que el ejército romano era tan superior a otros ejércitos. Esto era solo parte de la instrucción, puesto que el programa de entrenamiento también incluía carreras, saltos, equitación y natación. Cuando se consideraba que se encontraba en buena forma física comenzaba la instrucción en el manejo de las armas.
Los reclutas aprendían a atacar a una gruesa estaca clavada en el suelo con una pesada espada de madera, y un escudo de mimbre que pesaba el doble que un escudo normal. Se les insistía que golpearan de frente, sin describir arcos con la espada, que puede evitarse con más facilidad. También se les entrenaba en el lanzamiento de pesadas jabalinas de madera contra las estacas.
Una vez superado este paso, se les consideraban dignos de empuñar armas auténticas forradas de cuero para evitar accidentes, que les deberían de parecer ligerísimos en comparación con las pesadas armas de madera.
Por ello César se encargaba de que a la hora de combatir lo hicieran a su manera.
Y como combatían.
Am Israel Jai !!!
Efshár lekabél séfel?.
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Estimado Mr Quiros, no sé quien es esté José I. Lago, pero los parrafos que tú citas son de los libros de Colleen McCullough http://es.wikipedia.org/wiki/Colleen_McCullough Escritora de novelas que ha ficcionado los ultimos años de la Republica (desde los principios de Cayo Mario) hasta el inicio del Imperio (está por terminar su segundo libro sobre la vida y obra de Cayo Augusto).
Tal vez Lagos transcribe o cita a Colleen y tú no citas las fuentes o séa el que no las respeta, pero casi todo lo que publicas está copiado palabra por palabra de los libros de Colleen, basicamente del libro La suerte está hechada (no recuerdo el titulo original en ingles).
Sería razonable citar las fuentes que usas para tú exposición.
Por otro lado Colleen McCullough aúnque bastante rigurosa en su ficción, ha preferido encajar o completar lineas sobre actos y hechos de la vida de Cayo Julio Cesar en bien de mantener la narrativa en sus novelas, que es magistral por cierto, pero eso incluye que algunos datos o hechos no séan posibles contrastar o verificar por ninguna obra biografica o historia contemporanea con Cayo Julio. Eso nos lleva a mantener su narrativa en el ambitos de las novelas y no aceptarlo como libro de historia.
Después de todo esto quiero felicitarte por tú idea y animarte a continuar con está biografia.
Tal vez Lagos transcribe o cita a Colleen y tú no citas las fuentes o séa el que no las respeta, pero casi todo lo que publicas está copiado palabra por palabra de los libros de Colleen, basicamente del libro La suerte está hechada (no recuerdo el titulo original en ingles).
Sería razonable citar las fuentes que usas para tú exposición.
Por otro lado Colleen McCullough aúnque bastante rigurosa en su ficción, ha preferido encajar o completar lineas sobre actos y hechos de la vida de Cayo Julio Cesar en bien de mantener la narrativa en sus novelas, que es magistral por cierto, pero eso incluye que algunos datos o hechos no séan posibles contrastar o verificar por ninguna obra biografica o historia contemporanea con Cayo Julio. Eso nos lleva a mantener su narrativa en el ambitos de las novelas y no aceptarlo como libro de historia.
Después de todo esto quiero felicitarte por tú idea y animarte a continuar con está biografia.
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Gracias por tu apunte amigo, me baso en varios libros, entre los cuales está el que citas. Pero la bibliografía siempre la coloco al final, como todo libro, que no pretendo que este hilo lo sea, que será en breve. Te animo a seguir con tus opiniones o citas, vienen muy bien.
No puedo dar una opinión personal, solo aporto mis conocimientos que son un compendio de todo lo que tengo y he estudiado y cojo lo mas útil.
Y mi único ánimo es enseñar al que no sabe y darle vida a César.
Así que dale "cera" y añade algo.
No puedo dar una opinión personal, solo aporto mis conocimientos que son un compendio de todo lo que tengo y he estudiado y cojo lo mas útil.
Y mi único ánimo es enseñar al que no sabe y darle vida a César.
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Re: Vida y obra de Julio César
Mr Quiros escribió:Un ejemplo de esa "libertad" de la República optimate fue la Conjuración de Catilina. Cinco ciudadanos romanos fueron detenidos y acusados de ser conspiradores. El cónsul senior Marco Tulio Cicerón, amparándose en una ley extraordinaria del tirano Sila, el famoso Senatus Consultum Ultimum, ordenó el asesinato de los cinco detenidos sin juicio previo. Y a la mañana siguiente fueron estrangulados en el Tullianum.
¿Es esto "libertad"?
Estimado Mr Quiros, eso es defender la libertad. Poner a un buscavidas resentido como Catilina de ¿qué?, ¿de líder populista, de salvador de la República?. Catilina, para no extenderme mucho era de la facción "optimate"; antiguo partidario de Sila que se vio envuelto en muchos mangoneos (perdón por la expresión), que hasta el mismo Cicerón tuvo que defenderlo en un principio.
Al ir perdiendo apoyos entre los de su clase acabó como acabó. Para más información sobre este pájaro:
"De Catilinae coniuratione", Cayo Salustio Crispo. Y para que veas que no hay que tirarse a lo parcial, dejo a un lado las "Catilinarias" de Cicerón, que además son un pelín aburridillas.
Ah, se me olvidaba. El "Senatus consultum ultimum" ni en broma era una ley extraordinaria de Sila pues ya se empleó mucho antes y, por otro lado, Cicerón no podía aplicarla, como su propio nombre indica, sin el consentimiento y la aprobación del senado.
Por eso ante la pregunta planteada:
¿Es esto "libertad"?
Reitero: Eso es defender la libertad.
Un saludo Mr Quiros.
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Re: Vida y obra de Julio César
Mr Quiros escribió:Hartos de aquella situación, César, Craso y Pompeyo se unieron para reformar el sistema desde dentro.
Si es que hay cada perla.
Estimado Mr Quiros, sólo por nombrar a Marco Licinio Craso como "reformador", al señor éste que citas hay que hacerle un monumento pero surrealista. Craso, aquel que se enriqueció durante las proscripciones de Sila, por nombrar una de tantas, ¿ahora lo pone también de santo varón como a Catilina?.
Estimado Mr Quiros, ya no voy a comentar nada más del primer post que pusiste porque si no me tocaría ir cogiendo línea por línea. Y sobre la señora ésta, la Colleen McCullough, hay que considerarla como lo que es, una novelista; por cierto, para mi gusto es pésima.
PD: Lo de "perla" va por el señor ese que citas, no me lo vayas a tomar a mal.
Recibe un saludo cordial Mr Quiros.
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En efecto Valerio, tienes razón en tu exposición, yo naturalmente creo que la citada autora intentó lo que yo modestamente propongo, hacer una lectura fácil y entretenida de tan interesante época. Mis fuentes pueden ser discutibles, es mas, deben serlo. Pero yo lo único que intentaba era darle "sabor" al post y que el neófito una vez leído sacara sus propias conclusiones y averiguara por su cuenta el obtener una opinión. No puedo escribir para historiadores, pues la opinión de estos es muy variada, discutible y uno que le costó sacar adelante su licenciatura, también tiene su opinión y su pedagogía.
Intentaba hacer algo ameno y agradable, no lo he conseguido y lo admito.
En consecuencia, como mi deseo es no liar al que no sabe y no lo he conseguido, dejo el tema para que otros lo continúen si deben o quieren.
Pues si hablamos de historiadores, no es lo mismo, por ejemplo, citar a Polibio sobre las guerras púnicas que a Livio. Total en definitiva, Polibio lo vivió, mientras que Livio lo copió y por cierto bastante criticable.
A mejor entender y para evitar líos entre los, repito, quieren aprender, aportaré gustosamente algún dato, que no crítica, al que tenga a bien continuar el hilo, que para mi ya está cumplido con creces.
Un abrazo Valerio y gracias por tus aportes.
P.D. Respecto a Commentarii de bello Gallico solo lo conocemos por terceros o cuartos historiadores, quién está autorizado a no criticarlo?.
Intentaba hacer algo ameno y agradable, no lo he conseguido y lo admito.
En consecuencia, como mi deseo es no liar al que no sabe y no lo he conseguido, dejo el tema para que otros lo continúen si deben o quieren.
Pues si hablamos de historiadores, no es lo mismo, por ejemplo, citar a Polibio sobre las guerras púnicas que a Livio. Total en definitiva, Polibio lo vivió, mientras que Livio lo copió y por cierto bastante criticable.
A mejor entender y para evitar líos entre los, repito, quieren aprender, aportaré gustosamente algún dato, que no crítica, al que tenga a bien continuar el hilo, que para mi ya está cumplido con creces.
Un abrazo Valerio y gracias por tus aportes.
P.D. Respecto a Commentarii de bello Gallico solo lo conocemos por terceros o cuartos historiadores, quién está autorizado a no criticarlo?.
Última edición por Mr Quiros el 12 Ene 2012, 18:35, editado 1 vez en total.
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Hombre, Mr Quiros que no era esa mi intención. Cuanto más ameno lo hagas mejor; a mí considérame como una nota a pie de página.
Así creo que el tema se puede desarrollar mejor. No consideres mis post como una crítica a tu sistema de exponer el tema y, además, creo que he recalcado que me refería al señor ese que citabas y a la escritora; en ningún momento me he dirigido a tu persona.
Reconsidéralo y continua.
Un saludo.
Así creo que el tema se puede desarrollar mejor. No consideres mis post como una crítica a tu sistema de exponer el tema y, además, creo que he recalcado que me refería al señor ese que citabas y a la escritora; en ningún momento me he dirigido a tu persona.
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Un saludo.
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Valerio escribió:Hombre, Mr Quiros que no era esa mi intención. Cuanto más ameno lo hagas mejor; a mí considérame como una nota a pie de página.
Así creo que el tema se puede desarrollar mejor. No consideres mis post como una crítica a tu sistema de exponer el tema y, además, creo que he recalcado que me refería al señor ese que citabas y a la escritora; en ningún momento me he dirigido a tu persona.
Reconsidéralo y continua.
Un saludo.
Por Dios! D. Valerio, que yo a VM lo considero un experto en la materia y para mí es algo mas que un pie de página, pero claro, ya he dicho que no puedo contactar con el citado, por ello, yo que también tengo mi opinión, respeto al susodicho, a la escritora y a mis apuntes, pues ni todo lo que he escrito se basa en los dos y bien es verdad que también hay algo mío escrito, nunca metería la mano en el fuego por nadie en Historia, que eso también.
Me gustan los aportes, las críticas también, pero no, repito, puedo hablar por nadie que no sea por mi, en Historia.
Total y como he dicho arriba, respecto a Commentarii de bello Gallico solo lo conocemos por terceros o cuartos historiadores, quién está autorizado a no criticarlo. Ni yo viví con César y vive Dios que nunca me he acostado con el. :)
Por ello, por que ser tan riguroso?, por que no fantasear dentro de lo históricamente aceptado?.
Repito el abrazo aún mas fuerte :)
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