Mascar las hojas de un arbusto que crece en el Cuerno de África produce una sensación estimulante acompañada de alucinaciones
Qat, la droga que toman los piratas somalíes


En los países del Cuerno de África, el qat –conocido en Somalia como qaat o jaad– es una sustancia de abuso nada marginal o de consumo discreto. Nada de eso, drogarse masticando las hojas de la planta Catha edulis es tan frecuente como fumar un cigarro en España o beber una lata de refresco de cola es decir, algo generalizado en todos los estratos de la sociedad somalí o yemení. Los piratas de Somalia responsables del dramático y tenso secuestro del pesquero español «Alakrana», están, según los testimonios de los marineros retenidos, todo el día drogados. Si la conducta de estos individuos desarraigados es ya de por sí violenta e impredecible, el consumo de qat sólo introduce variables que invitan al pesimismo.
El qat pertenece a la familia de las celestraceae y crece en altitudes de 1.500 a 2.000 metros sobre el nivel del mar. Presenta fuertes propiedades psicoestimulantes gracias a dos fenilaquilaminas –la catina y la catinona–; masticarla durante un rato conlleva una sensación de bienestar y excitación, es una especie de prima hermana de las anfetaminas. Un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) estudió el año pasado los problemas asociados a su consumo abusivo en Yemen, ya que la situación política de Somalia imposibilita llevar a cabo estas investigaciones. El documento refleja que no existe evento social en el país en el que no esté presente el qat. Se estima que el 90 por ciento de los varones mastica estas hojas durante tres o cuatro horas cada día. En mujeres la prevalencia del consumo se encuentra en un 70 por ciento y en niños menores de 12 años, dos de cada diez también son adictos a esta sustancia. El doctor A.A. Gunaid, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Sana (Yemén), asegura que «las personas que mascan qat experimentan un estado de euforia seguido de depresión y los que están genéticamente más predispuestos sufren incluso episodios de psicosis. En muchas personas son frecuentes las alucinaciones».
Según el consejero de la OMS sobre Salud Mental y Abuso de Sustancias del Mediterráneo Oriental, Taghi Yasami, «la droga también afecta al sueño, provocando insomnio y que el consumido se levante más pronto de lo habitual, lo que luego se traduce en un bajo rendimiento laboral». Un reciente estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Konstanz, en Alemania, ha analizado el consumo de qat en soldados o ex combatientes somalíes. Las conclusiones extraídas son que las personas con estrés postraumático propio de la brutalidad de la guerra tienden a consumir más cantidad del estimulante, lo que acarrea episodios de paranoia. Dentistas británicos, por su parte, investigan su relación con los cánceres de la boca.
Además de sus efectos sobre el sistema nervioso central, la OMS recuerda que sus efectos cardiovasculares no son menos dramáticos, ya que incrementa el ritmo cardiaco y la presión arterial, lo que coloca en la diana a los pacientes hipertensos. Además, su consumo en embarazadas o mujeres que dan el pecho puede resultar fatal para el bebé.
Sin embargo, además de que sea una misión casi imposible por el arraigo cultural de esta droga, los responsables sanitarios y políticos no ven claro que una prohibición solucione nada. Es bastante posible, dice Yasami en el boletín de la OMS, que «el qat fuera sustituido por algo mucho más dañino, como el opio o la heroína».