Se cumplió este mes el 30 aniversario de la Guerra de las Malvinas. El conflicto se ha puesto estos días de actualidad no solo por el aniversario sino, también, por las declaraciones de la presidenta argentina pidiendo "diálogo" al Gobierno del Reino Unido para resolver el conflicto por la soberanía de Malvinas y a la Cruz Roja Internacional para identificar a los soldados argentinos enterrados en las islas.
No es mi intención tratar sobre la guerra y sus resultados que son bien conocidos por los miembros de este foro. Solo quiero hacer referencia, entre lo que he leído estos días, a una carta y a un artículo que me han llamado profundamente la atención porque destacan, merecidamente, la actuación de los pilotos argentinos en condiciones extraordinariamente difíciles y que superaron con decisión, valentía, profesionalidad y patriotismo.
CARTA El coronel francés Pierre Clostermann, héroe de caza de la Segunda Guerra Mundial con 432 salidas y 23 derribos censados, escribió esta carta de homenaje a aquellos hombres que con unos medios precarios -algunos volaban aviones Pucará, turbohélices destinados al apoyo terrestre- consiguieron, pese a todo, poner en un brete a un enemigo con unos medios técnicos impresionantes:
"A vosotros, jóvenes argentinos compañeros pilotos de combate, quisiera expresaros toda mi admiración. A la electrónica más perfeccionada, a los misiles antiaéreos, a los objetivos más peligrosos que existen, es decir los buques, hicistes frente con éxito. A pesar de las condiciones atmosféricas más terribles que puedan encontrarse en el planeta, con una reserva de apenas pocos minutos de combustible en los tanques de nafta, al límite extremo de vuestros aparatos, habéis partido enmedio de la tempestad en vuestros Mirage, vuestros Etendard, vuestros A-4, vuestros Pucará con escarapelas azules y blancas. A pesar de los dispositivos de defensa antiaérea y de los SAM de buques de guerra poderosos, alertados con mucha anticipación por los AWACS y los satélites norteamericanos, habéis arremetido sin vacilar.
Nunca en la historia de las guerras desde 1914 tuvieron aviadores que afrontar una conjunción tan terrorífica de obstáculos mortales, ni aún los de la RAF sobre Londres en 1940 o los de la Luftwaffe en 1945.
Vuestro valor ha deslumbrado no sólo al pueblo argentino sino que somos muchos los que en el mundo estamos orgullosos que seáis nuestros hermanos pilotos. A los padres y a las madres, a los hermanos y a las hermanas, a las esposas y a los hijos de los pilotos argentinos que fueron a la muerte con el coraje más fantástico y más asombroso, les digo que ellos honran a la Argentina y al mundo latino.
¡Ay! La verdad vale únicamente por la sangre derramada y el mundo cree solamente en las causas cuyos testigos se hacen matar por ella."
http://www.taringa.net/comunidades/2-gu ... rmann.htmlARTICULO En lo más álgido de la guerra - batalla de San Carlos - el periodista José María Carrascal publicó un artículo en el Diario ABC con el título : "LA AUDACIA DE LOS PILOTOS ARGENTINOS EN LOS COMBATES DEL ATLÁNTICO SUR" . Decía así:
"Son sólo unos centenares -o eran- pero llevan sobre sus hombros el último peso de esta guerra, no menos cruenta por no estar declarada. Parece, sin embargo, no importarles la muerte de sus camaradas o la posibilidad de perder la suya en la próxima salida. Pocas veces se ha visto tanta gallardía ante la vida, tanta responsabilidad ante la muerte, tanta consideración ante los propios, tanta audacia ante lo ajeno.
Actúan en condiciones extremas con el objetivo a quinientos kilómetros y el carburante justo para estar sobre él tres o cuatro minutos y regresar. Un ojo puesto en el blanco, el otro, en la aguja del depósito, olvidándose de los misiles que llegan por todas partes, de los barcos, de los aparatos enemigos, de las baterías de tierra.
La mayoría de sus reactores no tienen radar "todo tiempo", lo que les obliga a actuar de día, y dejar las nubes, a esquivar la niebla. Otros como los Súper Etendard, tienen que ser repostados en vuelos, tan corto es su radio de acción. No importa. Como aquel príncipe de Gracián que suplía la cortedad de su espada dando un paso adelante, ellos bajan un poco más hasta rozar los palos de las fragatas inglesas, aunque eso signifique consumir más combustible. Lo hacen una y otra vez, como si fueran meros ejercicios. Como si no se jugaran la vida -con bastantes posibilidades de perderla- en cada misión. En máquinas revisadas por los mecánicos a la carrera. Tras ser recargadas de bombas, cohetes y combustible. Con el tiempo justo de echar una cabezada, tomarse un café, examinar las siluetas de los navíos enemigos que aún quedan. Y salir de nuevo.
Sin alardes, sin hablar siquiera. Dejando a los ingleses la cuenta de los derribos y de los impactos. Ellos se limitan a protagonizarlos. Sin aspavientos ni petulancia. Como si fuera la cosa más natural del mundo. No está de moda en nuestros días el panegírico de las glorias militares y no estoy nada seguro que esta crónica lo sea; es la calidad humana de los pilotos argentinos lo que inspira. En un mundo como el nuestro, donde la norma es exigir pero no dar, el ejemplo de estos aviadores, dándolo todo sin pedir nada, ni siquiera un aplauso, es de tal sobria elegancia que deslumbra en su lucidez. La mente moderna necesita hacer un esfuerzo para abarcarlos y aun así no lo consiguen. No dan la vida, naturalmente, por la Junta. Ni siquiera la dan -cree uno- por conceptos abstractos, como el honor o la patria. La dan por algo muy concreto, muy precioso. Por su comunidad, que les ha encomendado su defensa, y en último término, por algo tan simple como el cumplimiento del deber. Individuos así ennoblecen toda especie. En este caso particular nos ennoblecen sobre todo a los hispanos, a los latinos, a quienes tan mal nos va en los últimos tiempos. Con qué dolor y orgullo lee uno esos dobles apellidos españoles e italianos, casi de lápidas antiguas.
No sé si el sacrificio de estos pilotos devolverá las Malvinas a su país. Pero sé otra cosa, tal vez más importante, porque las Malvinas tarde o temprano, y el mundo gira hoy muy rápido, serán argentinas. Sé que cuando en adelante se imagine uno al argentino, ya no pensará en el gaucho típico, en el engominado cantante de tangos o en la presidente de revista. Pensará en esos pilotos que han sabido morir por saber por qué vivían, privilegio hoy al alcance de muy pocos.
Es lugar común decir que Argentina ha sido bendecida por todos los dones del Cielo y de la Tierra. Pero sobre todo, ahora lo vemos, por sus hijos que se hicieron aviadores".
Fdo. José María Carrascal Saludos.