¿Son los Políticos Españoles los peores enemigos de España?
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ADENDA.
Cualquier cosa menos mentir. Un político siempre tiene argumentos para salir del paso. ¡¡Ah!! y, al menos, una obligación: dar ejemplo a los ciudadanos.
ADENDA
De tal palo... Trinidad Jiménez ha comenzado su campaña electoral con tres mentiras de campeonato
JOSÉ MARÍA CARRASCAL Día 11/08/2010
PRIMERA mentira: «Llevo bastante tiempo pensando en esta decisión que he tomado hoy». Durante las últimas semanas e incluso meses, Trinidad Jiménez no ha dado la menor señal de estar interesada en la presidencia de la Comunidad de Madrid. Al revés, daba muestras de que lo estaba pasando bomba como ministra de Sanidad. Dado su carácter expansivo, resulta impensable tal ocultación.
Segunda mentira: «Me lo han pedido muchos dirigentes y muchos militantes». No existe constancia de que un solo dirigente o militante socialista se lo haya solicitado de forma directa o indirecta. Y miren ustedes que hablan los tíos.
Tercera mentira: «El presidente no me lo ha pedido». Una de dos, o no considera a José Luis Rodríguez Zapatero dirigente o militante del PSOE o no ve la tele, no escucha la radio y no lee los periódicos, pues todos esos medios han dejado constancia de la clara preferencia del presidente por ella, «buenísima», sobre Tomás Gómez, meramente «bueno» para el cargo. ¿Y no se enteró tampoco de que pidió a su rival que se retirase?
Resultado: no sabemos si Trinidad Jiménez es buena, mala, regular o buenísima candidata a la presidencia madrileña, pero sabemos que miente como su jefe, habiendo comenzado su campaña electoral con tres mentiras de campeonato. Siendo de esperar que siga por ese camino, pues mentir, como comer y cantar, todo es empezar. Aparte de que el mentiroso se ve obligado a seguir mintiendo para ocultar sus previas mentiras.
Ya verán ustedes cómo se nos explica que Trinidad cambió los duros bancos de la oposición en el ayuntamiento de la capital tras perder su envite a la alcaldía por los cómodos sillones de la Secretaría de Estado para Iberoamérica y del Ministerio de Sanidad para hacer un favor a los madrileños. Lo que puede ser en el fondo cierto, pues su superficialidad es lo que menos conviene hoy a Madrid y a su partido.
Más me preocupa si esa campaña pro Jiménez viene acompañada de otra anti Gómez, que incluya todo tipo de insidias, para acabar con el candidato natural del partido como sea, golpes bajos incluidos. Pues no es ya Trinidad Jiménez la que se la juega. Es el propio Zapatero quien se juega su autoridad y su prestigio en la apuesta. Una derrota de su candidata sería una derrota suya, por mucho que intente camuflarse, aparte que no puede camuflarlo mucho, ya que tiene que emplearse a fondo para atraer a la mayor cantidad de socialistas madrileños hacia ella. El partido, o más exactamente, la corte de clónicos que le rodea, lo sabe y va a lanzarse sobre el «bueno» de Tomás Gómez como si fuera el mísmísimo Rajoy. Y es que la política hace no sólo extraños compañeros de cama, sino enemigos de lid.
Saludos
ADENDA
De tal palo... Trinidad Jiménez ha comenzado su campaña electoral con tres mentiras de campeonato
JOSÉ MARÍA CARRASCAL Día 11/08/2010
PRIMERA mentira: «Llevo bastante tiempo pensando en esta decisión que he tomado hoy». Durante las últimas semanas e incluso meses, Trinidad Jiménez no ha dado la menor señal de estar interesada en la presidencia de la Comunidad de Madrid. Al revés, daba muestras de que lo estaba pasando bomba como ministra de Sanidad. Dado su carácter expansivo, resulta impensable tal ocultación.
Segunda mentira: «Me lo han pedido muchos dirigentes y muchos militantes». No existe constancia de que un solo dirigente o militante socialista se lo haya solicitado de forma directa o indirecta. Y miren ustedes que hablan los tíos.
Tercera mentira: «El presidente no me lo ha pedido». Una de dos, o no considera a José Luis Rodríguez Zapatero dirigente o militante del PSOE o no ve la tele, no escucha la radio y no lee los periódicos, pues todos esos medios han dejado constancia de la clara preferencia del presidente por ella, «buenísima», sobre Tomás Gómez, meramente «bueno» para el cargo. ¿Y no se enteró tampoco de que pidió a su rival que se retirase?
Resultado: no sabemos si Trinidad Jiménez es buena, mala, regular o buenísima candidata a la presidencia madrileña, pero sabemos que miente como su jefe, habiendo comenzado su campaña electoral con tres mentiras de campeonato. Siendo de esperar que siga por ese camino, pues mentir, como comer y cantar, todo es empezar. Aparte de que el mentiroso se ve obligado a seguir mintiendo para ocultar sus previas mentiras.
Ya verán ustedes cómo se nos explica que Trinidad cambió los duros bancos de la oposición en el ayuntamiento de la capital tras perder su envite a la alcaldía por los cómodos sillones de la Secretaría de Estado para Iberoamérica y del Ministerio de Sanidad para hacer un favor a los madrileños. Lo que puede ser en el fondo cierto, pues su superficialidad es lo que menos conviene hoy a Madrid y a su partido.
Más me preocupa si esa campaña pro Jiménez viene acompañada de otra anti Gómez, que incluya todo tipo de insidias, para acabar con el candidato natural del partido como sea, golpes bajos incluidos. Pues no es ya Trinidad Jiménez la que se la juega. Es el propio Zapatero quien se juega su autoridad y su prestigio en la apuesta. Una derrota de su candidata sería una derrota suya, por mucho que intente camuflarse, aparte que no puede camuflarlo mucho, ya que tiene que emplearse a fondo para atraer a la mayor cantidad de socialistas madrileños hacia ella. El partido, o más exactamente, la corte de clónicos que le rodea, lo sabe y va a lanzarse sobre el «bueno» de Tomás Gómez como si fuera el mísmísimo Rajoy. Y es que la política hace no sólo extraños compañeros de cama, sino enemigos de lid.
Saludos
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Trini, vente para Catalunya que aquí sí aceptamos presidentes andaluces.
http://www.elmundo.es/elmundo/2010/08/1 ... 56044.html
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El poder como única finalidad.
El último franquista
José Montilla guarda el silencio de Franco ante su única decisión importante, que es poner fecha de caducidad a su pésima presidencia. Es un silencio franquista, preñado de intrigas. Todo el mundo espera que de un momento a otro llegue el motorista. Montilla es el último político activo que queda del franquismo en Cataluña. Del franquismo sociológico, por su tiempo, y del franquismo moral, por el modo que ha tenido de hacer carrera. Montilla es el subsecretario que siempre hizo vida de partido y funcionariado. Un currículo más gris que el asfalto y una idea del poder personalísima. En un partido de fútbol, sería linier.
El poder como única finalidad. El poder como estrategia y con el único objetivo de mantenerse en él. Cataluña está derrumbándose de mediocridad y desesperanza y él alarga la legislatura un mes más por ver si sucede algún milagro que mejore las tristes expectativas que ahora tiene. Ninguna consideración por el país ni por los catalanes. Ni la menor sombra de grandeza, ninguna piedad. Ninguna ambición que vaya más allá de aferrarse al mando. En el peor de los sentidos, funcionario.
Ya sólo faltaba que la fecha electoral viniera tan directamente condicionada por la visita del Santo Padre a Barcelona. Pocos culebrones políticos desde la recuperación de la democracia se han parecido tanto a uno de aquellos informativos del No-Do como este absurdo misterio que Montilla ha creado alrededor de cuál será el último día -si no hay novedad, y esperemos que no la haya- de su presidencia.
Un país que está degradándose cada día que pasa bajo el yugo del tripartito tendrá que esperar un mes más para poder acabar con la desolación y ponerse al fin a trabajar en serio. Es la última montillada. La última falta de respeto de Montilla a Cataluña. El último desprecio a los catalanes.
Los presidentes anteriores, Jordi Pujol y PasqualMaragall, intentaron hacer algo, con más o menos acierto. Tuvieron un sueño e intentaron realizarlo. Montilla sólo ha tenido una estrategia y todos sus complejos. Es el niño que se ducha con calzoncillos después de la clase de gimnasia porque no quiere que sus compañeros vean sus dimensiones mínimas. Es el que se queda callado cuando tiene que salir a la pizarra y apenas traza un garabato. Cataluña ha vivido secuestrada los últimos años por un tipo que ni ganó las elecciones ni ha sabido cohesionar su Gobierno de perdedores.
Se va como llegó: al margen de la voluntad de los catalanes, que entonces no le votaron y que ahora reclaman a gritos que las elecciones impongan un orden nuevo. Se va como llegó: gris y derrotado. Su presidencia ha servido sólo para demostrar su inagotable catálogo de incompetencias y que los socialistas no tienen nada que decir sobre Cataluña, porque nada han dicho ni nada han hecho cuando han tenido su momento, después de tantos años.
Este último silencio, y esta última agonía, son la prueba más palmaria de que esta gente no conocen la decencia ni la voluntad de servicio en que se basa la política. Todo ha sido urdir y medrar, como en las dictaduras. Franco en los tics y el cerebro de apparatchik. Montilla, ex maoísta, tiene la expresión facial de uno de aquellos edificios de república comunista. Por dentro es igual de siniestro.
- Salvador Sostres.El Mundo 1/9/2010 -
José Montilla guarda el silencio de Franco ante su única decisión importante, que es poner fecha de caducidad a su pésima presidencia. Es un silencio franquista, preñado de intrigas. Todo el mundo espera que de un momento a otro llegue el motorista. Montilla es el último político activo que queda del franquismo en Cataluña. Del franquismo sociológico, por su tiempo, y del franquismo moral, por el modo que ha tenido de hacer carrera. Montilla es el subsecretario que siempre hizo vida de partido y funcionariado. Un currículo más gris que el asfalto y una idea del poder personalísima. En un partido de fútbol, sería linier.
El poder como única finalidad. El poder como estrategia y con el único objetivo de mantenerse en él. Cataluña está derrumbándose de mediocridad y desesperanza y él alarga la legislatura un mes más por ver si sucede algún milagro que mejore las tristes expectativas que ahora tiene. Ninguna consideración por el país ni por los catalanes. Ni la menor sombra de grandeza, ninguna piedad. Ninguna ambición que vaya más allá de aferrarse al mando. En el peor de los sentidos, funcionario.
Ya sólo faltaba que la fecha electoral viniera tan directamente condicionada por la visita del Santo Padre a Barcelona. Pocos culebrones políticos desde la recuperación de la democracia se han parecido tanto a uno de aquellos informativos del No-Do como este absurdo misterio que Montilla ha creado alrededor de cuál será el último día -si no hay novedad, y esperemos que no la haya- de su presidencia.
Un país que está degradándose cada día que pasa bajo el yugo del tripartito tendrá que esperar un mes más para poder acabar con la desolación y ponerse al fin a trabajar en serio. Es la última montillada. La última falta de respeto de Montilla a Cataluña. El último desprecio a los catalanes.
Los presidentes anteriores, Jordi Pujol y PasqualMaragall, intentaron hacer algo, con más o menos acierto. Tuvieron un sueño e intentaron realizarlo. Montilla sólo ha tenido una estrategia y todos sus complejos. Es el niño que se ducha con calzoncillos después de la clase de gimnasia porque no quiere que sus compañeros vean sus dimensiones mínimas. Es el que se queda callado cuando tiene que salir a la pizarra y apenas traza un garabato. Cataluña ha vivido secuestrada los últimos años por un tipo que ni ganó las elecciones ni ha sabido cohesionar su Gobierno de perdedores.
Se va como llegó: al margen de la voluntad de los catalanes, que entonces no le votaron y que ahora reclaman a gritos que las elecciones impongan un orden nuevo. Se va como llegó: gris y derrotado. Su presidencia ha servido sólo para demostrar su inagotable catálogo de incompetencias y que los socialistas no tienen nada que decir sobre Cataluña, porque nada han dicho ni nada han hecho cuando han tenido su momento, después de tantos años.
Este último silencio, y esta última agonía, son la prueba más palmaria de que esta gente no conocen la decencia ni la voluntad de servicio en que se basa la política. Todo ha sido urdir y medrar, como en las dictaduras. Franco en los tics y el cerebro de apparatchik. Montilla, ex maoísta, tiene la expresión facial de uno de aquellos edificios de república comunista. Por dentro es igual de siniestro.
- Salvador Sostres.El Mundo 1/9/2010 -
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Interesantisimo articulo en mi opinión, que no sabñia muy bien donde colocarlo, pero creo que perfectamente podría encajar en este, para conocer un poquito más a los políticos en general.
ELMUNDO.es |
Actualizado miércoles 01/09/2010 19:51 horasDisminuye el tamaño del texto Aumenta el tamaño del texto
El político tiene que mentir. Sin ambages, así lo sostiene el ex premier británico, Tony Blair, en su libro de memorias 'A Journey' (Un viaje), que ha salido a la venta en Reino Unido este miércoles, donde da algunas claves sobre las conversaciones de paz sobre Irlanda del Norte. En sus memorias -que La Esfera de los Libros, parte del grupo Unidad Editorial, publicará en español a principios de 2011- reconoce que "ocultó la verdad completa" para evitar que fracasasen.
Blair no tiene más que elogios para los líderes del Sinn Fein (el brazo político del IRA), Gerry Adams y Martin McGuinness, quienes le gustaban "más de lo que debería", según reconoce en un pasaje recogido por el Daily Telegraph.
"Una extraordinaria pareja" y "maestros supremos de la distinción entre tácticas y estrategia" son algunos de los calificativos que les propia. "Si te gustan o no, y no importa cuánto desapruebes lo que hicieron en el pasado, tienen coraje en abundancia".
Eso sí, reconoce que cuando se citó con la pareja por primera vez (era la primera vez que un primer ministro británico se reunía con los líderes del Sinn Fein), dudó si darles la mano. "Simplemente decidí hacerlo con naturalidad. Así que entraron y nos estrechamos las manos".
Los exasperantes unionistas
Sobre la otra parte de las negociaciones, recuerda que "en una ocasión, llegando al final, [el unionista Ian Paisley] me preguntó si pensaba que Dios aceptase el acuerdo que sellaría el proceso de paz. Quería decir que sí, pero dudé. Aunque estaba seguro de que Dios querría la paz, Dios no es un negociador".
Blair reconoce que cuando estaban en las negociaciones que llevaron a los acuerdos del Viernes Santo en 1998, con los que se puso fin a 30 años de terrorismo del IRA, los unionistas le exasperaron en más de una ocasión con sus idas y venidas que amenazaban con estropear el acuerdo. Según Blair, los unionistas "tienen una tendencia innata y poderosa a pensar que les están engañando".
Aquellos acuerdos de 1997 se anunciaron con una famosa frase de Blair -"Hoy espero que el peso de la Historia se descargue por fin de nuestras espaldas"- que, según confiesa, fue improvisada. "Dios sabe de dónde salió, simplemente se me ocurrió. Con el rabillo del ojo podía ver a Alastair [Campbell, su jefe de prensa] desternillándose".
Estirando la verdad
El ex premier reconoce que se vio obligado a mentir en las conversaciones de paz. El pasaje, recogido por The Guardian, se refiere a las conversaciones mantenidas a finales de 2006, con las que se alcanzaron los Acuerdos de Saint Andrews, un plan para restaurar la autonomía e instituciones norirlandesas.
"Adopté terribles riesgos en lo que decía a cada uno que había aceptado el otro -estirar la verdad, me temo, a veces traspasa el límite- pero podía ver que todo se iba al traste (...). En cierto modo, con la creatividad rezumando por cada orificio, lo conseguimos".
Y es que, según el ex premier, los políticos están "obligados en ocasiones a ocultar la verdad completa, a curvarla, incluso distorsionarla, allí donde los intereses del mayor objetivo estratégico lo exigen". "Sin operar con cierta sutileza en este punto, el trabajo sería casi imposible".
ELMUNDO.es |
Actualizado miércoles 01/09/2010 19:51 horasDisminuye el tamaño del texto Aumenta el tamaño del texto
El político tiene que mentir. Sin ambages, así lo sostiene el ex premier británico, Tony Blair, en su libro de memorias 'A Journey' (Un viaje), que ha salido a la venta en Reino Unido este miércoles, donde da algunas claves sobre las conversaciones de paz sobre Irlanda del Norte. En sus memorias -que La Esfera de los Libros, parte del grupo Unidad Editorial, publicará en español a principios de 2011- reconoce que "ocultó la verdad completa" para evitar que fracasasen.
Blair no tiene más que elogios para los líderes del Sinn Fein (el brazo político del IRA), Gerry Adams y Martin McGuinness, quienes le gustaban "más de lo que debería", según reconoce en un pasaje recogido por el Daily Telegraph.
"Una extraordinaria pareja" y "maestros supremos de la distinción entre tácticas y estrategia" son algunos de los calificativos que les propia. "Si te gustan o no, y no importa cuánto desapruebes lo que hicieron en el pasado, tienen coraje en abundancia".
Eso sí, reconoce que cuando se citó con la pareja por primera vez (era la primera vez que un primer ministro británico se reunía con los líderes del Sinn Fein), dudó si darles la mano. "Simplemente decidí hacerlo con naturalidad. Así que entraron y nos estrechamos las manos".
Los exasperantes unionistas
Sobre la otra parte de las negociaciones, recuerda que "en una ocasión, llegando al final, [el unionista Ian Paisley] me preguntó si pensaba que Dios aceptase el acuerdo que sellaría el proceso de paz. Quería decir que sí, pero dudé. Aunque estaba seguro de que Dios querría la paz, Dios no es un negociador".
Blair reconoce que cuando estaban en las negociaciones que llevaron a los acuerdos del Viernes Santo en 1998, con los que se puso fin a 30 años de terrorismo del IRA, los unionistas le exasperaron en más de una ocasión con sus idas y venidas que amenazaban con estropear el acuerdo. Según Blair, los unionistas "tienen una tendencia innata y poderosa a pensar que les están engañando".
Aquellos acuerdos de 1997 se anunciaron con una famosa frase de Blair -"Hoy espero que el peso de la Historia se descargue por fin de nuestras espaldas"- que, según confiesa, fue improvisada. "Dios sabe de dónde salió, simplemente se me ocurrió. Con el rabillo del ojo podía ver a Alastair [Campbell, su jefe de prensa] desternillándose".
Estirando la verdad
El ex premier reconoce que se vio obligado a mentir en las conversaciones de paz. El pasaje, recogido por The Guardian, se refiere a las conversaciones mantenidas a finales de 2006, con las que se alcanzaron los Acuerdos de Saint Andrews, un plan para restaurar la autonomía e instituciones norirlandesas.
"Adopté terribles riesgos en lo que decía a cada uno que había aceptado el otro -estirar la verdad, me temo, a veces traspasa el límite- pero podía ver que todo se iba al traste (...). En cierto modo, con la creatividad rezumando por cada orificio, lo conseguimos".
Y es que, según el ex premier, los políticos están "obligados en ocasiones a ocultar la verdad completa, a curvarla, incluso distorsionarla, allí donde los intereses del mayor objetivo estratégico lo exigen". "Sin operar con cierta sutileza en este punto, el trabajo sería casi imposible".
Voltaren!, Voltaren!!...a por ellos!! ..oe!!...a por ellos oe!!.
Uy!!..ya no, ahora no hay que subirles el sueldo
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carlos perez llera escribió:Sabiendo esto ¿hubieras votado a Tony Blair?
saludos
Para mí Tony Blair, es un pedazo de político.
De lo mejor que ha parido Europa en ese sentido en el S.XX.
Lástima que las circunstancias que ha tenido que sufrir, no fueran de las más propicias, pero en mi opinión un grande.
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