Malcomn escribió:Pasarela festimode, Marruecos.
Podemos continuar así hasta que admitas que te equivocaste al meter a todos los musulmanes en el mismo saco, pero oye hasta entonces un buen rato pasaremos.
Saludines!
Umm, Marruecos no es A.S. y no entiendo que deseas que admita que me equivoqué, ¿en que la mujeres musulmanas son oprimidas (en comparación con las europeas)?.
Si es así me equivoqué grandemente, he estado engañado por los medios, he sido desinformado toda mi vida, ingenuamente pensé que la mujer en A.S. y en Irán están sometidas a estrictas normas religiosas, mas en el primer país.
Encontré esta foto de lo que parece ser un aula de clases "mixta" en Irán. Supuse que su típico cubrecabeza era de uso obligatorio, ya veo que ha sido una moda de estas mujeres
Esta otra foto se puede ver mujeres caminando en A.S. seguramente la prenda negra tiene alguna utilidad práctica como protegerlas de los rayos del sol, la saudies seguramente tienen la menor taza de cáncer a la piel en comparación con las europeas.
Me he equivocado, en defensa solo puede mostar aquellos agentes de mi desinformación como este tipo de notas.
http://www.elmundo.es/elmundo/2009/07/2 ... 56981.html
La princesa saudí que huyó de la lapidación
Mujeres caminando en Arabia Saudí.
(Foto: REUTERS)
MÓNICA G. PRIETO desde Beirut22 de julio de 2009.- Sólo el diario británico 'The Independent' se hace eco de una historia de la que no existen documentos gráficos. No hay nombres ni apellidos, ni ningún dato que pueda identificar a los protagonistas, posiblemente la única forma de proteger sus vidas. Pero la credibilidad del rotativo, la identificación de las fuentes y la noticia en sí, ni siquiera novedosa, hacen de ella algo desgraciadamente muy creíble.
Se trata de la historia de una joven saudí de familia adinerada, casada con uno de los 10.000 miembros de la millonaria dinastía Saud, y más concretamente con uno de los príncipes. En un viaje a Londres se produjo un encuentro en unos grandes almacenes que le cambió la vida. Un joven británico, no musulmán, con quien cruzó miradas antes de intercambiar teléfonos. A la primera cita le siguieron otras, y unos meses después la joven, aterrorizada, descubrió que había quedado embarazada de una relación adúltera, algo que en el régimen wahabí que rige el reino saudí equivale a padecer una de las más ancestrales formas de muerte que cabe imaginar: la lapidación.
La joven llamó desesperada a su amante, para pedirle que le permitiera visitarle de nuevo en Londres. Su objetivo era huir antes de que su marido se percatara del engaño y dar a luz en Europa. Cogió un avión en secreto que la llevó a Gran Bretaña, sabiendo que así rompería con su vida anterior para siempre, y una vez en territorio británico pidió asilo con un argumento de peso: regresar a Arabia Saudí supondría su muerte ya fuera apedreada, azotada o decapitada, los castigos que impone la interpretación más estricta de la Sharia (la ley islámica), o bien a manos de su familia en lo que constituiría otro anónimo 'crimen de honor' tan comunes en los países árabes.
El Tribunal de Inmigración y Asilo de Londres estudió su caso y no tardó en contestar positivamente. Como explicaba Keith Vaz, presidente del Comité de Asuntos Internos de la Cámara de los Comunes, "este es el tipo de persona a la que nuestras leyes de asilo están diseñadas para proteger. Una mujer y su hijo por nacer no deben ser, bajo ninguna circunstancia, enviados de vuelta a su país donde es muy posible que reciban algún tipo de daño. Doy la bienvenida a la decisión adoptada en este caso".
El fallo del tribunal se ha realizado de forma secreta y garantiza el anonimato a la mujer y a su hijo. Además, es uno de los pocos casos de concesión de refugio político que no ha sido admitido por ambos Gobiernos (el saudí y el británico), una forma de salvaguardar las excelentes relaciones económicas de Londres con Riad pese a las draconianas condiciones en las que viven las mujeres saudíes y las violaciones de los Derechos Humanos.
El Independent apunta a que cualquier publicidad de este caso podría ser interpretado por la Casa Saud como una crítica abierta a su régimen, uno de los más estrictos en la aplicación de la Sharia. De hecho, Arabia Saudí es uno de los pocos países musulmanes -junto a Irán, Yemen, Sudán y Malasia- que siguen condenando a la lapidación a las adúlteras, una costumbre más relacionada con la tradición que con la religión, tal como explican algunos expertos en leyes islámicas como Sumbul al Karamali, para quien el Corán impone tantas y tan severas condiciones para aplicar una condena a muerte por adulterio que, siguiendo estrictamente el texto, resulta imposible imponer dicha sentencia.
Al abrigo de las críticas
El petróleo y los contratos de armamento que mantiene la Casa Saud con las principales potencias occidentales -es el más importante socio económico y estratégico de EEUU en la región, junto a Israel- le protege de las críticas por la dramática situación de los Derechos Humanos en el reino, hoy mismo denunciados por el último informe de Amnistía Internacional. Según el informe anual de AI respecto al año 2008, al menos 102 personas fueron ejecutadas en el reino wahabí el pasado año, convirtiéndose así en el segundo país de Oriente Próximo en número de ejecuciones por detrás de Irán, donde fueron ejecutadas 346 personas. La mayoría de los condenados en Arabia Saudí fueron decapitados, unos pocos crucificados.
Una mujer saudí, con tan sólo los ojos al descubierto. (Foto: AP)
Los expertos británicos en migración resaltan que no son muchos los casos de petición de asilo que se reciben similares a los de la joven princesa saudí, si bien hoy el Independent publica que existen otros 10 saudíes que demandan refugio porque consideran que sus vidas corren peligro de regresar a su país. "Ese es un país con una cuestionable expediente en lo que se refiere a los Derechos Humanos. Es importante dejar claro el número de gente que trata de escapar a un trato similar", explicaba Keith Best, asesor del Servicio de Inmigración británico. "Puedo entender por qué estos casos son difíciles para Gran Bretaña cuando considero las relaciones [oficiales] con la familia real saudí y los numerosos contratos militares".
Triste precedente
Esa privilegiada relación económica entre los gobiernos europeos y la dinastía wahabí deja a la Casa Saud a salvo de toda crítica. La principal prueba la encontramos en el precedente que seguramente rondó la cabeza de nuestra protagonista: la historia de la princesa Mishaal bin Fahd al Saud, sobrina del rey Jalid, quien en 1977 mantuvo una relación con 19 años sin estar casada. Su abuelo, el hermano mayor del monarca, ordenó que la joven fuera asesinada de varios disparos en la cabeza. Su triste suerte inspiró el documental 'Muerte de una Princesa', que la Casa Saud trató de prohibir por todos los medios: al no conseguirlo, expulsó al embajador británico en Ryad y anuló contratos de exportación por valor de millones de dólares.
Desgraciadamente, el de la princesa Mishaal sólo es el caso más notorio de los crímenes de honor -venganzas contra féminas a manos de sus propios familiares varones- que se producen en el reino saudí. La semana pasada, la Policía de la Moral fue acusada de involucración en el asesinato de dos hermanas, de 19 y 21 años, detenidas por estar acompañadas de dos chicos con quien no tenían lazo sanguíneo alguno. Los agentes no impidieron que el hermano de las chicas les disparara en la cabeza frente a su padre el pasado 5 de julio, según denuncia la Sociedad para la Defensa de los Derechos de la Mujer en Arabia Saudí.
El pasado marzo, una mujer cingalesa fue sentenciada a morir lapidada en Jedda por cometer, supuestamente, adulterio. Más terrible aún fue el caso de una joven saudí condenada, en 2007, a recibir 200 latigazos por haber sido violada en grupo. La presión internacional logró finalmente el indulto de la chica.