La otra memoria histórica
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- General de Brigada
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La ira y la venganza conducen a la perdición.
He dejado pasar unos días para que se tranquilizasen los ánimos o para evitar que se pudiesen alterar. Ha pasado el 20 de Noviembre y, como todos los años, se han producido las manifestaciones y “encuentros” entre “fascistas y antifascistas” – como se denominan unos a otros - . La verdad es que se echa de menos, después de tanto tiempo, "la cordura, el sentido común y la responsabilidad de particulares y de políticos que hicieron la pacífica transición de la dictadura a la democracia". ¿Quién no recuerda la frase – hablando de las Cortes franquistas: se hicieron el harakiri?
Alex de la Iglesia es director de cine y actual presidente de la Academia de Cine – y, por tanto, persona no “sospechosa” –. Acaba de rodar Balada triste de trompeta que es una visión caricaturesca de la España de la Transición. La película ha constituido un éxito - en La Mostra de Venecia obtuvo los premios al mejor director y al mejor guión-. Con dicho motivo el director de la Iglesia recibió muchos plácemes y concedió entrevistas. En una de ellas el periodista le preguntó, entre otras cosas:
- “Visión grotesca de la España de la Transición”, así ha definido usted su película. ¿Se corresponde con su visión de aquella España?
Y el director contestó :“Con los recuerdos que poseo de unos años oscuros, pero a los que intento no guardar rencor. El pasado me aterroriza, me asusta, pero no lo juzgo. Hay otros que se dedican a eso. Lo que sí siento es la injusticia de sentirte perseguido por un pasado del que realmente no eres responsable. El verdadero fondo de la película podría resumirse en una frase: la ira y el ansia de venganza conducen inexorablemente a la perdición”
Pues ... eso.
Saludos.
Alex de la Iglesia es director de cine y actual presidente de la Academia de Cine – y, por tanto, persona no “sospechosa” –. Acaba de rodar Balada triste de trompeta que es una visión caricaturesca de la España de la Transición. La película ha constituido un éxito - en La Mostra de Venecia obtuvo los premios al mejor director y al mejor guión-. Con dicho motivo el director de la Iglesia recibió muchos plácemes y concedió entrevistas. En una de ellas el periodista le preguntó, entre otras cosas:
- “Visión grotesca de la España de la Transición”, así ha definido usted su película. ¿Se corresponde con su visión de aquella España?
Y el director contestó :“Con los recuerdos que poseo de unos años oscuros, pero a los que intento no guardar rencor. El pasado me aterroriza, me asusta, pero no lo juzgo. Hay otros que se dedican a eso. Lo que sí siento es la injusticia de sentirte perseguido por un pasado del que realmente no eres responsable. El verdadero fondo de la película podría resumirse en una frase: la ira y el ansia de venganza conducen inexorablemente a la perdición”
Pues ... eso.
Saludos.
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- General de Brigada
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Alex de la Iglesia.
En Balada triste de trompeta Álex de la Iglesia tumba en el diván del psicoanalista el espectro del cainismo español
JUAN MANUEL DE PRADA (27/11/2010)
EL otro día tuve la oportunidad de ver la película Balada triste de trompeta, de Álex de la Iglesia, que se estrenará en salas comerciales el próximo mes de diciembre; y, coincidiendo con su estreno, volveré a escribir sobre ella, porque creo que se trata del mayor acontecimiento del cine español en mucho tiempo. Hay creadores de tercera, de segunda y de primera fila; y luego hay escasísimos creadores hors catégorie que a través de sus creaciones explican el tiempo que les tocó vivir y mucho más que el tiempo que les tocó vivir: creadores que, al estilo de un médium, son capaces de convocar los fantasmas que acechan a sus contemporáneos; creadores que, al estilo de un exorcista, son capaces de expulsar los demonios que envenenan el alma del pueblo al que pertenecen; creadores que penetran en la médula misma de ese veneno, allá donde se enviscan las serpientes del odio, para dilucidarlo, para purificarlo, para vencerlo.
Hasta que vi esta Balada triste de trompeta consideraba que Álex de la Iglesia era un creador de primera fila. Pero ahora ya sé que Álex de la Iglesia es un creador hors catégorie; y descubrirlo ha sido una de las experiencias más emocionantes de mi vida: una experiencia arrasadora, temible, estupefaciente, finalmente felicísima. Porque no es que Álex de la Iglesia haya completado una película magnífica, sin lugar a dudas la mejor de su filmografía, en coherencia completa y radical con sus obsesiones más recurrentes y su estilo personalísimo; es que ha hecho algo más —mucho más— que una mera película. Álex de la Iglesia se ha atrevido a nombrar lo innombrable, se ha atrevido a zambullirse en el lodazal donde fermentan los atavismos más pestilentes del alma española y, armado de lejía y zotal, se ha atrevido a limpiarlo sin remilgos, como Hércules limpió los establos de Augias, en un ejercicio de cirugía sin anestesia que sólo está al alcance de un creador genial, único en su especie.
En Balada triste de trompeta Álex de la Iglesia tumba en el diván del psicoanalista el espectro del cainismo español. Pero enseguida descubrimos que lo que habíamos tomado por un diván es en realidad el lecho de un faquir, erizado de púas; y sobre ese lecho del dolor vemos cómo el espectro del cainismo se revuelve furioso, desangrándose como un cerdo en la matanza, dejándose trozos de tripa y de vísceras en cada púa. Y, cuando el espectro del cainismo es ya un gurruño de carne dilacerada, Álex de la Iglesia lo resucita y lo obliga a contemplar su rostro abominable en un espejo: y lo que ese espejo muestra es tan horrible que sólo el llanto histérico o la risa histérica pueden atemperar su visión. Y ese llanto —o esa risa— tienen una eficacia catártica. En alguna ocasión Álex de la Iglesia ha manifestado que todo su cine nace de un fondo de dolor; y que ese dolor encuentra su desaguadero en un humor desaforado, cruel, vesánico casi. En Balada triste de trompetaese fondo de dolor —alimento del verdadero artista— se hace más fecundo que nunca, y cuaja una obra trágica y grotesca, macabra y circense a un tiempo, una obra que parece amasada con la sangre de Quevedo y Gutiérrez Solana, Goya y Berlanga, Valdés Leal y Ramón Gómez de la Serna, después de que alguien los hubiese arrojado juntos a la jaula de los leones. Álex de la Iglesia ha completado una obra para la eternidad; yo no sé si los españoles de hoy la reconocerán, porque a nadie le gusta contemplar su rostro abominable en un espejo, pero sé que dentro de cien o de mil años la seguirán viendo con sobrecogimiento y admiración.
http://www.abc.es/20101127/opinion/alex ... 01127.html
Saludos
JUAN MANUEL DE PRADA (27/11/2010)
EL otro día tuve la oportunidad de ver la película Balada triste de trompeta, de Álex de la Iglesia, que se estrenará en salas comerciales el próximo mes de diciembre; y, coincidiendo con su estreno, volveré a escribir sobre ella, porque creo que se trata del mayor acontecimiento del cine español en mucho tiempo. Hay creadores de tercera, de segunda y de primera fila; y luego hay escasísimos creadores hors catégorie que a través de sus creaciones explican el tiempo que les tocó vivir y mucho más que el tiempo que les tocó vivir: creadores que, al estilo de un médium, son capaces de convocar los fantasmas que acechan a sus contemporáneos; creadores que, al estilo de un exorcista, son capaces de expulsar los demonios que envenenan el alma del pueblo al que pertenecen; creadores que penetran en la médula misma de ese veneno, allá donde se enviscan las serpientes del odio, para dilucidarlo, para purificarlo, para vencerlo.
Hasta que vi esta Balada triste de trompeta consideraba que Álex de la Iglesia era un creador de primera fila. Pero ahora ya sé que Álex de la Iglesia es un creador hors catégorie; y descubrirlo ha sido una de las experiencias más emocionantes de mi vida: una experiencia arrasadora, temible, estupefaciente, finalmente felicísima. Porque no es que Álex de la Iglesia haya completado una película magnífica, sin lugar a dudas la mejor de su filmografía, en coherencia completa y radical con sus obsesiones más recurrentes y su estilo personalísimo; es que ha hecho algo más —mucho más— que una mera película. Álex de la Iglesia se ha atrevido a nombrar lo innombrable, se ha atrevido a zambullirse en el lodazal donde fermentan los atavismos más pestilentes del alma española y, armado de lejía y zotal, se ha atrevido a limpiarlo sin remilgos, como Hércules limpió los establos de Augias, en un ejercicio de cirugía sin anestesia que sólo está al alcance de un creador genial, único en su especie.
En Balada triste de trompeta Álex de la Iglesia tumba en el diván del psicoanalista el espectro del cainismo español. Pero enseguida descubrimos que lo que habíamos tomado por un diván es en realidad el lecho de un faquir, erizado de púas; y sobre ese lecho del dolor vemos cómo el espectro del cainismo se revuelve furioso, desangrándose como un cerdo en la matanza, dejándose trozos de tripa y de vísceras en cada púa. Y, cuando el espectro del cainismo es ya un gurruño de carne dilacerada, Álex de la Iglesia lo resucita y lo obliga a contemplar su rostro abominable en un espejo: y lo que ese espejo muestra es tan horrible que sólo el llanto histérico o la risa histérica pueden atemperar su visión. Y ese llanto —o esa risa— tienen una eficacia catártica. En alguna ocasión Álex de la Iglesia ha manifestado que todo su cine nace de un fondo de dolor; y que ese dolor encuentra su desaguadero en un humor desaforado, cruel, vesánico casi. En Balada triste de trompetaese fondo de dolor —alimento del verdadero artista— se hace más fecundo que nunca, y cuaja una obra trágica y grotesca, macabra y circense a un tiempo, una obra que parece amasada con la sangre de Quevedo y Gutiérrez Solana, Goya y Berlanga, Valdés Leal y Ramón Gómez de la Serna, después de que alguien los hubiese arrojado juntos a la jaula de los leones. Álex de la Iglesia ha completado una obra para la eternidad; yo no sé si los españoles de hoy la reconocerán, porque a nadie le gusta contemplar su rostro abominable en un espejo, pero sé que dentro de cien o de mil años la seguirán viendo con sobrecogimiento y admiración.
http://www.abc.es/20101127/opinion/alex ... 01127.html
Saludos
- ZULU 031
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Algo conocido, con algún dato relevante más, aunque obviado, tragiversado y falseado por los de casi siempre y que no cuentan los muy demócratas e imparciales medios de comunicación
Alfredo Amestoy sobre el Valle de los Caídos
Antes de la promulgar la Ley de la Memoria Histórica, quizás convenga derogar la «Ley del Silencio» que, en perjuicio de todos, vencedores y vencidos, ha regido en torno a lo que ocurría en el Valle de los Caídos.
Así se explica que, como nunca se dieron a conocer datos sobre la construcción de la obra, el informe elaborado en 2006 por el socialista maltés Leo Brincat para el Consejo de la Unión Europea «con objeto de que se condene internacionalmente a la dictadura franquista», insista en cifras que, después de muchas investigaciones, han sido rectificadas.
Por ejemplo, el número de presos políticos que trabajaron en las obras. Según la prensa de la época, a finales de 1943, trabajaban en el valle seiscientos obreros. Y, en el libro que escribió el arquitecto director, don Diego Méndez, se señala que «durante los quince años que duraron los trabajos intervinieron dos mil hombres (y ni todos a la vez, ni todos penados)».
O sea que es un error de bulto la cifra dada por TVE hace poco, en «Memoria de España», al decir que en las obras intervinieron veinte mil presos políticos.
Los documentos rectifican estos datos del director y elevan la cifra de obreros a 2.643, de los cuales el número de penados no eran ni un diez por ciento, 243.
De estos 243 presos políticos que se habían acogido libremente a la «redención de penas por el trabajo» –«seis días de redención por cada uno trabajado»; más de lo que, luego, estableció el Código Penal que fue de «tres días por cada dos trabajados»– y gracias a los indultos y concesiones de «libertad provisional», en 1950, nueve años antes de que terminaran las obras, asegura la Fundación Francisco Franco que ya no quedaba en el Valle ni un solo preso político; y, curiosamente, sí presos comunes que quisieron beneficiarse de condiciones tan favorables para poder redimir penas por trabajo.
Estas informaciones sobre el Valle no se hacían públicas y, en cuarenta años de periodista, yo Alfredo Amestoy, periodista y escritor sólo recuerdo una ocasión en la se habló de este tema en Televisión Española.
Por supuesto, con Franco desaparecido, en 1979, Francisco Rabal me comentó en pantalla que, en los años cuarenta, el único trabajo que encontró su padre, que era tunelero, fue el de horadar el Risco de la Nava, en cuyo interior se construiría la Basílica. Los Rabal, de ideas comunistas, estaban contratados y ocupaban viviendas que se habían construido para los trabajadores. El actor reveló también en televisión que «en la obra reinaba una gran solidaridad y los familiares de muchos de los presos que allí trabajaban dormían en nuestra casa y les dejábamos nuestras camas». ¿Cuántos muertos? ¿cuántos millones?
Con su padre también, a quien condenado a muerte se le conmutó la pena y luego se acogió a la redención de pena por trabajo, estuvo en el Valle, Gregorio Peces Barba. A los cuatro meses de permanecer allí toda la familia, el padre del político recibió la libertad condicional y explicó que «no puedo decir que he estado arrancando piedras en el Valle, sería estúpido decir eso; no hubiera sido demasiado útil arrancando piedras… yo estaba trabajando en las oficinas».
No en las oficinas sino en el dispensario estuvo otro preso que llegó de los primeros al Valle, en 1940, para redimir pena por trabajo, el doctor Ángel Lausín. Redimida la pena, ya libre, decidió quedarse en el Valle hasta el final de las obras. Su testimonio como médico titular es que «en dieciocho años de obra faraónica hubo sólo catorce muertos». Menos de los que hoy se registran en nuestras carreteras durante un fin de semana.
Se puede hablar de «obra faraónica» puesto que se trata de una de las obras más colosales no sólo del siglo sino de la historia. La Basílica es el mayor templo del mundo con una capacidad de más de veinticuatro mil personas en su nave de trescientos metros de longitud. Fuera, en la plaza, caben otras doscientas mil almas. La cruz no tiene parangón, si a sus ciento cincuenta metros, altura superior a la Torre de Madrid, añadimos su «base» que es el Risco de la Nava, de mil cuatrocientos metros de altitud. Pero el dato más increíble es que por el interior de los brazos de la cruz, un crucero de 46 metros, pueden circular simultáneamente dos automóviles.
En cuanto al costo de una obra de tales proporciones se han barajado cantidades astronómicas, reprochando al régimen de Franco un gasto impropio de un país empobrecido. Las últimas cifras conocidas hablan de que, al cerrarse las cuentas, se habían invertido 1.033 millones de pesetas; al parecer hace tiempo amortizadas con los cuatrocientos mil visitantes anuales que contabiliza el Patrimonio Nacional en éste que es su tercer monumento más visitado, tras el Palacio Real y El Escorial.
Por otra parte, los mil millones de pesetas, que si bien entonces hubieran permitido construir tres estadios como el Santiago Bernabeu, hoy son «sólo» seis millones de euros, que es el precio que puede pagar por un jugador cualquier equipo de fútbol español de primera división.
El «salario del miedo» en los trabajos forzados Frente a las acusaciones de represión y «esclavitud», que adjudican al franquismo en la obras del Valle los grupos de izquierda y que reclaman recuperar la Memoria Histórica, la derecha presenta documentos con el objeto de demostrar que los presos, además de descontar tiempo de pena por trabajo, percibieron, al principio, un jornal mínimo de siete pesetas más la comida, que pronto se elevó a diez pesetas diarias, más pluses por trabajo a destajo o por peligrosidad, lo que unido a vivienda y escuela gratuitas les permitió llevar a sus familias a residir en el Valle.
Nos recuerdan que un sueldo de trescientas a cuatrocientas pesetas mensuales, en los años cuarenta, y primeros «cincuenta», era lo que cobraba un profesor adjunto en la Universidad. Y el médico del Valle, el ya mencionado Dr. Lausín, superaba las mil pesetas mensuales, como el maestro, don Gonzalo –ex condenado a muerte– mil también; o el practicante, el señor Orejas, que cobraba más de quinientas… Nos recuerdan que ya en l950 no había penados.
Y que la España de finales de la obra no tenía nada que ver con la de los años cuarenta. Lógico; en l959, cuando se inaugura el Valle de los Caídos, ya lleva tres años funcionando en España la televisión y hay casi un millón de receptores; visita nuestro país y abraza a Franco el vencedor de Hitler, Dwight D. Eisenhower, presidente de los Estados Unidos; y, en el mes de diciembre, un tren de alta velocidad entonces, el TALGO, une Madrid y Barcelona.
Se considera pues un despropósito la cifra de cincuenta céntimos que se ha llegado a publicar como salario que recibían los penados. Cabe pensar que tal insultante cantidad no hubiera sido consentido por los falangistas, como José Antonio Girón, ministro de Trabajo a la edad de veintinueve años, y que emprendió una política social que asustó a la derecha conservadora; ni tampoco por los arquitectos Muguruza o Méndez, autor y director del proyecto, ni por el progresista Juan de Ávalos, el artífice del conjunto escultórico del Valle de los Caídos.
Juan de Ávalos, gran amigo mío hasta el punto de que una semana antes de fallecer el pasado mes de julio, a la edad de 94 años, me llamó para que juntos visitáramos a monseñor Astilleros y le convenciéramos para colocar en la Catedral de Madrid una figura en suspensión de Cristo Resucitado, era un republicano de izquierdas, carnet número 5 ó 7 del PSOE de Mérida. Este dato no impidió que Franco le encargara la realización de su empresa predilecta. Ávalos explicaba que él ganó «un concurso para hacer unas estatuas con un equipo donde no había 'esclavos' y que fue una obra hecha con la vergüenza de haber sufrido una guerra increíble entre hermanos y para enterrar a nuestros muertos juntos». El famoso escultor nunca me quiso decir la cantidad que cobró por las gigantescas cabezas de los evangelistas que figuran al pie de la Cruz, por las virtudes y por la piedad, pero hay que pensar que fue bien retribuido.
Tampoco estuvo mal pagado otro escultor, autor del auténtico protagonista del Valle, el Cristo «vasco» que preside el altar mayor de la Basílica. Nos referimos al artista guipuzcoano Julio Beobide. Porque en el Valle, como en «el monte del olvido» de la canción, están clavadas no una sino dos cruces. El generalisimo «pasó» de política en el valle En realidad las dos cruces del Valle son «vascas». Pedro Muguruza es el «padre» de la del exterior, la de 150 metros, y Beobide de la del interior, la del altar.
En 1940, Franco, siempre previsor –recuerden lo de «atado y bien atado»–, respecto al Valle, lo tenía todo «cortado y bien cortado». Hasta la madera para hacer su pieza favorita: un gran crucifijo que en el altar mayor de la Basílica es lo único que permanece iluminado durante la Consagración, cuando se apagan todas las luces del templo. La madera para hacer la cruz de este Cristo la había elegido el propio Franco en la Sierra al ver la forma de una rama de una sabina. La sabina es apreciada por su madera hermosa, fuerte y olorosa, ideal para fabricar violines y castañuelas. Pero ahora venía lo más difícil: tenía que buscar alguien capaz de tallar «el Cristo más importante del siglo XX».
Y el Caudillo volvió a tener lo que le atribuían los moros: «baraka», suerte. Ese mismo verano, al ser invitado a una fiesta que daba el pintor Zuloaga en su casa de Zumaya, descubre en su capilla una figura que le deja deslumbrado. Es, precisamente, el Cristo que siempre había soñado para el altar mayor del Valle. Le pregunta quién es el autor de esta talla que el propio Zuloaga había policromado. Don Ignacio duda si ocultárselo, pero le acaba confesando que es de Beobide, un escultor nacionalista vasco. Zuloaga también engaña, al principio, al escultor diciéndole que un americano se ha interesado por una copia del cristo que había hecho para su capilla. Franco sorprende a Zuloaga cuando le contesta que no le importa cómo piense políticamente el escultor. Además, lo que él quiere es que ese Cristo, en el altar del Valle de los Caídos, sea el símbolo de la conciliación. En ese momento el Cristo de Beobide empezó a entrar en la leyenda, y a circular en torno a él una curiosa historia. Para salvar la cara al pobre Beobide se contó que Zuloaga, cuando encarga al escultor otro Cristo para un americano, le oculta quién es el cliente, «porque de saber su destino jamás hubiera realizado el trabajo». Una falacia porque Beobide supo pronto para quién y para dónde era el Cristo que le pedía Ignacio Zuloaga. Y la prueba es el talón, por veinte mil pesetas –lo que entonces costaba un buen piso– que se le ingresa en su cuenta bancaria por orden de Franco, según se le comunica en carta de la Jefatura del Estado, que obra en nuestro poder, fechada en el Palacio de Oriente el 23 de Junio de l941, un año después de la visita del general a Zumaya, y donde se le pide «acuse de recibo».
Franco murió sin saber que le enterrarían en el Valle Parece que el acierto de Franco en la elección del artista fue total. Beobide, sobre todo en la talla de Cristos, es heredero de sus maestros, Berruguete, Montañés o Mena… Pero, a pesar de todo, Franco nunca pensó en que le enterraran bajo ese Cristo.
A Franco, otra vez la «cara» y la «cruz» del Valle, por culpa de las «broncas» que le organizaban allí los falangistas, creo que ya no le gustaba que le llevaran a Cuelgamuros… «ni vivo, ni muerto».
Pero le ocurrió lo de siempre y, a quien nadie se había atrevido a contradecir en vida, no se le respetó su última voluntad. Franco tenía previsto que le enterraran en el Cementerio de El Pardo, donde descansan todos los personajes del Régimen, pero al ver que su muerte estaba próxima, su familia y los altos cargos del Estado, incluido el Príncipe Juan Carlos, deciden que su cuerpo descanse en el Valle de los Caídos. Y es el futuro rey quien ha de solicitar el enterramiento a la comunidad benedictina que rige la Basílica. Hace poco la periodista Victoria Prego ha publicado algún dato más que confirma esta realidad: «En los últimos días de la enfermedad del general, Arias Navarro preguntó a su hija Carmen si se le iba a enterrar en el Valle y la respuesta fue 'No'». Y continúa Prego: «Lo que sí consta es que las obras para acondicionar una tumba al otro lado del altar se realizaron a toda prisa, estando ya el dictador irremediablemente enfermo».
Así fue y yo aporto este otro dato que aclara definitivamente que Franco no construyó el Valle para que fuera su gran mausoleo: De labios de un oficial de su escolta, dueño de la librería en el Mercado de los Mostenses, de Madrid, al que encargaron preparar su tumba en un par de semanas, escuché los problemas que hubo que resolver, incluso de inundación por rotura de cañerías, para hacer una fosa imprevista detrás del altar, ya que en su día sólo se hizo el hoyo para enterrar los restos de José Antonio que se habían depositado, antes, en El Escorial.
Pero dejemos que Victoria sume otro argumento valioso: «Consta también, y hay testimonio de ello, que a comienzos de los 70, Franco envió a su mujer a visitar la cripta de la ermita del cementerio de El Pardo, que está adornada por los mismos artistas que participaron en la decoración del Valle de los Caídos. Y consta que en esa cripta había una urna funeraria con capacidad sobrada para dos cuerpos y que, una vez enterrado Franco en Cuelgamuros, esa urna fue retirada.
Y finalmente consta que allí reposan ahora en solitario los restos de su viuda, Carmen Polo». ¿Cuántos restos, además de los de José Antonio y Franco, hay de verdad en el Valle de los Caídos? La cifra, siempre discutida, se ha movido de setenta mil a treinta mil. Pero ya está bien de contar muertos. Que descansen todos en paz debajo de las dos cruces: la de fuera, del arquitecto vizcaíno Pedro Muguruza, y la de dentro de la Basílica, del escultor guipuzcoano, Julio Beobide. Vasco era también Carmelo Larrea, el autor de la canción «Dos cruces» donde se decía que «están clavadas dos cruces en el monte del olvido». No estaría mal que también el Valle de los Caídos fuera «el Valle del Olvido». No siempre es bueno recordar y ya es un tópico que «hay que recordar para no repetir». Lo mejor para no repetir es perdonar. Y olvidar. No puede ser lo de «yo perdono pero no olvido». Hay que olvidar todos los muertos; los mil muertos de ETA y los millares de la Guerra Civil. Este «perdón histórico» y con «olvido colectivo» puede ser, además, «políticamente más correcto».
Alfredo Amestoy sobre el Valle de los Caídos
Antes de la promulgar la Ley de la Memoria Histórica, quizás convenga derogar la «Ley del Silencio» que, en perjuicio de todos, vencedores y vencidos, ha regido en torno a lo que ocurría en el Valle de los Caídos.
Así se explica que, como nunca se dieron a conocer datos sobre la construcción de la obra, el informe elaborado en 2006 por el socialista maltés Leo Brincat para el Consejo de la Unión Europea «con objeto de que se condene internacionalmente a la dictadura franquista», insista en cifras que, después de muchas investigaciones, han sido rectificadas.
Por ejemplo, el número de presos políticos que trabajaron en las obras. Según la prensa de la época, a finales de 1943, trabajaban en el valle seiscientos obreros. Y, en el libro que escribió el arquitecto director, don Diego Méndez, se señala que «durante los quince años que duraron los trabajos intervinieron dos mil hombres (y ni todos a la vez, ni todos penados)».
O sea que es un error de bulto la cifra dada por TVE hace poco, en «Memoria de España», al decir que en las obras intervinieron veinte mil presos políticos.
Los documentos rectifican estos datos del director y elevan la cifra de obreros a 2.643, de los cuales el número de penados no eran ni un diez por ciento, 243.
De estos 243 presos políticos que se habían acogido libremente a la «redención de penas por el trabajo» –«seis días de redención por cada uno trabajado»; más de lo que, luego, estableció el Código Penal que fue de «tres días por cada dos trabajados»– y gracias a los indultos y concesiones de «libertad provisional», en 1950, nueve años antes de que terminaran las obras, asegura la Fundación Francisco Franco que ya no quedaba en el Valle ni un solo preso político; y, curiosamente, sí presos comunes que quisieron beneficiarse de condiciones tan favorables para poder redimir penas por trabajo.
Estas informaciones sobre el Valle no se hacían públicas y, en cuarenta años de periodista, yo Alfredo Amestoy, periodista y escritor sólo recuerdo una ocasión en la se habló de este tema en Televisión Española.
Por supuesto, con Franco desaparecido, en 1979, Francisco Rabal me comentó en pantalla que, en los años cuarenta, el único trabajo que encontró su padre, que era tunelero, fue el de horadar el Risco de la Nava, en cuyo interior se construiría la Basílica. Los Rabal, de ideas comunistas, estaban contratados y ocupaban viviendas que se habían construido para los trabajadores. El actor reveló también en televisión que «en la obra reinaba una gran solidaridad y los familiares de muchos de los presos que allí trabajaban dormían en nuestra casa y les dejábamos nuestras camas». ¿Cuántos muertos? ¿cuántos millones?
Con su padre también, a quien condenado a muerte se le conmutó la pena y luego se acogió a la redención de pena por trabajo, estuvo en el Valle, Gregorio Peces Barba. A los cuatro meses de permanecer allí toda la familia, el padre del político recibió la libertad condicional y explicó que «no puedo decir que he estado arrancando piedras en el Valle, sería estúpido decir eso; no hubiera sido demasiado útil arrancando piedras… yo estaba trabajando en las oficinas».
No en las oficinas sino en el dispensario estuvo otro preso que llegó de los primeros al Valle, en 1940, para redimir pena por trabajo, el doctor Ángel Lausín. Redimida la pena, ya libre, decidió quedarse en el Valle hasta el final de las obras. Su testimonio como médico titular es que «en dieciocho años de obra faraónica hubo sólo catorce muertos». Menos de los que hoy se registran en nuestras carreteras durante un fin de semana.
Se puede hablar de «obra faraónica» puesto que se trata de una de las obras más colosales no sólo del siglo sino de la historia. La Basílica es el mayor templo del mundo con una capacidad de más de veinticuatro mil personas en su nave de trescientos metros de longitud. Fuera, en la plaza, caben otras doscientas mil almas. La cruz no tiene parangón, si a sus ciento cincuenta metros, altura superior a la Torre de Madrid, añadimos su «base» que es el Risco de la Nava, de mil cuatrocientos metros de altitud. Pero el dato más increíble es que por el interior de los brazos de la cruz, un crucero de 46 metros, pueden circular simultáneamente dos automóviles.
En cuanto al costo de una obra de tales proporciones se han barajado cantidades astronómicas, reprochando al régimen de Franco un gasto impropio de un país empobrecido. Las últimas cifras conocidas hablan de que, al cerrarse las cuentas, se habían invertido 1.033 millones de pesetas; al parecer hace tiempo amortizadas con los cuatrocientos mil visitantes anuales que contabiliza el Patrimonio Nacional en éste que es su tercer monumento más visitado, tras el Palacio Real y El Escorial.
Por otra parte, los mil millones de pesetas, que si bien entonces hubieran permitido construir tres estadios como el Santiago Bernabeu, hoy son «sólo» seis millones de euros, que es el precio que puede pagar por un jugador cualquier equipo de fútbol español de primera división.
El «salario del miedo» en los trabajos forzados Frente a las acusaciones de represión y «esclavitud», que adjudican al franquismo en la obras del Valle los grupos de izquierda y que reclaman recuperar la Memoria Histórica, la derecha presenta documentos con el objeto de demostrar que los presos, además de descontar tiempo de pena por trabajo, percibieron, al principio, un jornal mínimo de siete pesetas más la comida, que pronto se elevó a diez pesetas diarias, más pluses por trabajo a destajo o por peligrosidad, lo que unido a vivienda y escuela gratuitas les permitió llevar a sus familias a residir en el Valle.
Nos recuerdan que un sueldo de trescientas a cuatrocientas pesetas mensuales, en los años cuarenta, y primeros «cincuenta», era lo que cobraba un profesor adjunto en la Universidad. Y el médico del Valle, el ya mencionado Dr. Lausín, superaba las mil pesetas mensuales, como el maestro, don Gonzalo –ex condenado a muerte– mil también; o el practicante, el señor Orejas, que cobraba más de quinientas… Nos recuerdan que ya en l950 no había penados.
Y que la España de finales de la obra no tenía nada que ver con la de los años cuarenta. Lógico; en l959, cuando se inaugura el Valle de los Caídos, ya lleva tres años funcionando en España la televisión y hay casi un millón de receptores; visita nuestro país y abraza a Franco el vencedor de Hitler, Dwight D. Eisenhower, presidente de los Estados Unidos; y, en el mes de diciembre, un tren de alta velocidad entonces, el TALGO, une Madrid y Barcelona.
Se considera pues un despropósito la cifra de cincuenta céntimos que se ha llegado a publicar como salario que recibían los penados. Cabe pensar que tal insultante cantidad no hubiera sido consentido por los falangistas, como José Antonio Girón, ministro de Trabajo a la edad de veintinueve años, y que emprendió una política social que asustó a la derecha conservadora; ni tampoco por los arquitectos Muguruza o Méndez, autor y director del proyecto, ni por el progresista Juan de Ávalos, el artífice del conjunto escultórico del Valle de los Caídos.
Juan de Ávalos, gran amigo mío hasta el punto de que una semana antes de fallecer el pasado mes de julio, a la edad de 94 años, me llamó para que juntos visitáramos a monseñor Astilleros y le convenciéramos para colocar en la Catedral de Madrid una figura en suspensión de Cristo Resucitado, era un republicano de izquierdas, carnet número 5 ó 7 del PSOE de Mérida. Este dato no impidió que Franco le encargara la realización de su empresa predilecta. Ávalos explicaba que él ganó «un concurso para hacer unas estatuas con un equipo donde no había 'esclavos' y que fue una obra hecha con la vergüenza de haber sufrido una guerra increíble entre hermanos y para enterrar a nuestros muertos juntos». El famoso escultor nunca me quiso decir la cantidad que cobró por las gigantescas cabezas de los evangelistas que figuran al pie de la Cruz, por las virtudes y por la piedad, pero hay que pensar que fue bien retribuido.
Tampoco estuvo mal pagado otro escultor, autor del auténtico protagonista del Valle, el Cristo «vasco» que preside el altar mayor de la Basílica. Nos referimos al artista guipuzcoano Julio Beobide. Porque en el Valle, como en «el monte del olvido» de la canción, están clavadas no una sino dos cruces. El generalisimo «pasó» de política en el valle En realidad las dos cruces del Valle son «vascas». Pedro Muguruza es el «padre» de la del exterior, la de 150 metros, y Beobide de la del interior, la del altar.
En 1940, Franco, siempre previsor –recuerden lo de «atado y bien atado»–, respecto al Valle, lo tenía todo «cortado y bien cortado». Hasta la madera para hacer su pieza favorita: un gran crucifijo que en el altar mayor de la Basílica es lo único que permanece iluminado durante la Consagración, cuando se apagan todas las luces del templo. La madera para hacer la cruz de este Cristo la había elegido el propio Franco en la Sierra al ver la forma de una rama de una sabina. La sabina es apreciada por su madera hermosa, fuerte y olorosa, ideal para fabricar violines y castañuelas. Pero ahora venía lo más difícil: tenía que buscar alguien capaz de tallar «el Cristo más importante del siglo XX».
Y el Caudillo volvió a tener lo que le atribuían los moros: «baraka», suerte. Ese mismo verano, al ser invitado a una fiesta que daba el pintor Zuloaga en su casa de Zumaya, descubre en su capilla una figura que le deja deslumbrado. Es, precisamente, el Cristo que siempre había soñado para el altar mayor del Valle. Le pregunta quién es el autor de esta talla que el propio Zuloaga había policromado. Don Ignacio duda si ocultárselo, pero le acaba confesando que es de Beobide, un escultor nacionalista vasco. Zuloaga también engaña, al principio, al escultor diciéndole que un americano se ha interesado por una copia del cristo que había hecho para su capilla. Franco sorprende a Zuloaga cuando le contesta que no le importa cómo piense políticamente el escultor. Además, lo que él quiere es que ese Cristo, en el altar del Valle de los Caídos, sea el símbolo de la conciliación. En ese momento el Cristo de Beobide empezó a entrar en la leyenda, y a circular en torno a él una curiosa historia. Para salvar la cara al pobre Beobide se contó que Zuloaga, cuando encarga al escultor otro Cristo para un americano, le oculta quién es el cliente, «porque de saber su destino jamás hubiera realizado el trabajo». Una falacia porque Beobide supo pronto para quién y para dónde era el Cristo que le pedía Ignacio Zuloaga. Y la prueba es el talón, por veinte mil pesetas –lo que entonces costaba un buen piso– que se le ingresa en su cuenta bancaria por orden de Franco, según se le comunica en carta de la Jefatura del Estado, que obra en nuestro poder, fechada en el Palacio de Oriente el 23 de Junio de l941, un año después de la visita del general a Zumaya, y donde se le pide «acuse de recibo».
Franco murió sin saber que le enterrarían en el Valle Parece que el acierto de Franco en la elección del artista fue total. Beobide, sobre todo en la talla de Cristos, es heredero de sus maestros, Berruguete, Montañés o Mena… Pero, a pesar de todo, Franco nunca pensó en que le enterraran bajo ese Cristo.
A Franco, otra vez la «cara» y la «cruz» del Valle, por culpa de las «broncas» que le organizaban allí los falangistas, creo que ya no le gustaba que le llevaran a Cuelgamuros… «ni vivo, ni muerto».
Pero le ocurrió lo de siempre y, a quien nadie se había atrevido a contradecir en vida, no se le respetó su última voluntad. Franco tenía previsto que le enterraran en el Cementerio de El Pardo, donde descansan todos los personajes del Régimen, pero al ver que su muerte estaba próxima, su familia y los altos cargos del Estado, incluido el Príncipe Juan Carlos, deciden que su cuerpo descanse en el Valle de los Caídos. Y es el futuro rey quien ha de solicitar el enterramiento a la comunidad benedictina que rige la Basílica. Hace poco la periodista Victoria Prego ha publicado algún dato más que confirma esta realidad: «En los últimos días de la enfermedad del general, Arias Navarro preguntó a su hija Carmen si se le iba a enterrar en el Valle y la respuesta fue 'No'». Y continúa Prego: «Lo que sí consta es que las obras para acondicionar una tumba al otro lado del altar se realizaron a toda prisa, estando ya el dictador irremediablemente enfermo».
Así fue y yo aporto este otro dato que aclara definitivamente que Franco no construyó el Valle para que fuera su gran mausoleo: De labios de un oficial de su escolta, dueño de la librería en el Mercado de los Mostenses, de Madrid, al que encargaron preparar su tumba en un par de semanas, escuché los problemas que hubo que resolver, incluso de inundación por rotura de cañerías, para hacer una fosa imprevista detrás del altar, ya que en su día sólo se hizo el hoyo para enterrar los restos de José Antonio que se habían depositado, antes, en El Escorial.
Pero dejemos que Victoria sume otro argumento valioso: «Consta también, y hay testimonio de ello, que a comienzos de los 70, Franco envió a su mujer a visitar la cripta de la ermita del cementerio de El Pardo, que está adornada por los mismos artistas que participaron en la decoración del Valle de los Caídos. Y consta que en esa cripta había una urna funeraria con capacidad sobrada para dos cuerpos y que, una vez enterrado Franco en Cuelgamuros, esa urna fue retirada.
Y finalmente consta que allí reposan ahora en solitario los restos de su viuda, Carmen Polo». ¿Cuántos restos, además de los de José Antonio y Franco, hay de verdad en el Valle de los Caídos? La cifra, siempre discutida, se ha movido de setenta mil a treinta mil. Pero ya está bien de contar muertos. Que descansen todos en paz debajo de las dos cruces: la de fuera, del arquitecto vizcaíno Pedro Muguruza, y la de dentro de la Basílica, del escultor guipuzcoano, Julio Beobide. Vasco era también Carmelo Larrea, el autor de la canción «Dos cruces» donde se decía que «están clavadas dos cruces en el monte del olvido». No estaría mal que también el Valle de los Caídos fuera «el Valle del Olvido». No siempre es bueno recordar y ya es un tópico que «hay que recordar para no repetir». Lo mejor para no repetir es perdonar. Y olvidar. No puede ser lo de «yo perdono pero no olvido». Hay que olvidar todos los muertos; los mil muertos de ETA y los millares de la Guerra Civil. Este «perdón histórico» y con «olvido colectivo» puede ser, además, «políticamente más correcto».
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Héroes españoles y memoria histórica.
"EL PROBLEMA ES LA FALTA DE PATRIOTISMO"
España según el historiador Henry Kamen: "No es un país, no tiene ni un sólo héroe"
(Publicado en El Confidencial el 03/12/2010)
"España no es un país, no tiene ni un sólo héroe", afirma el historiador británico Henry Kamen, quien lamenta que sigan existiendo los dos bandos surgidos hace dos siglos y que defiendan sus ideas con la misma "ferocidad" y "visceralidad".
Kamen (Birmania, 1936) hace esta reflexión en una entrevista al hilo la publicación de su nuevo libro, "Poder y Gloria. Los héroes de la España Imperial" (España), y lo hace con "tristeza" ante la evidencia de que "ni unos ni otros quieren cambiar su enfoque en la manera de ver la historia de su propio país".
El problema que subyace, en su opinión, es "una falta de patriotismo": "Si compartieran los mismos ideales, la misma bandera y el mismo himno, los españoles aceptarían sus divisiones como ocurre en las familias. España no es una familia".
España adolece de una "ética del patriotismo", dice, y, por eso, al héroe, añade, se le ha negado "un papel reconocible". Los españoles se han sentido más atraídos por las ficciones ideológicas, como El Cid, o los personajes salidos de la literatura antiheroica, como el archifamoso Don Quijote de la Mancha, señala.
Para sacar a los héroes potenciales de la negación histórica, Kamen, especialista de la historia de Europa y de América, recupera la vida y obra de diez "héroes", diez personajes que tuvieron un papel protagonista en el Imperio Español de los siglos XVI y XVII.
Diez hombres que dejaron huella
Se trata, y por este orden, de El Gran Capitán, Hernán Cortés, Francisco Pizarro, Carlos V, Fernando Álvarez de Toledo, Duque de Alba; Don Juan de Austria, Alessandro Farnese, Ambrogio Spinola, el Cardenal Infante Fernando de Austria y el duque de Berwick.
"Esos hombres tuvieron un papel excepcional, fueron héroes y dejaron su huella en la historia", subraya Kamel, autor de una veintena de obras, entre ellas "El enigma de El Escorial".
Los diez tienen además en común el haber sido hombres de armas, muchos de ellos extranjeros, cuyas hazañas y reputación traspasaron fronteras, ya que los campos de batalla y los intereses del imperio español se encontraban sobre todo en Europa y también en América.
"Quería insistir en el tema militar -explica- porque interesa, muchos se identifican con militares de la misma manera que lo hacen con futbolistas porque son gente que juega a la vista de todos". Algunos de los personajes que Kamen eleva al altar de héroe cayeron en el olvido o sus logros no fueron reconocidos en su época.
Las vidas de los diez héroes de Kamen se suceden cronológicamente y, aunque algunos son coetáneos, con cada capítulo el relato va avanzando en la historia, desde el inicio del imperio hasta su fin.
De Gonzalo Fernández de Córdoba, "El Gran Capitán" (1453-1515), Kamen destaca que es "el gran olvidado de la historia de Europa y de España", mientras que a Hernán Cortés (1484?-1547), el artífice de la conquista de México, le califica de "auténtico héroe", que "mereció más de lo que al final consiguió".
Francisco Pizarro (¿?-1541) es, dice, "un gran misterio", "logró una gran hazaña y desapareció en un baño de sangre, y al final no hizo mucho", pues la creación del virreinato de Perú fue después.
Carlos V (1500-1558), por contra, fue "un gran hombre: humanista, artista, guerrero, amante de muchas mujeres, con una visón espléndida de las posibilidades de ser emperador. Fue un fuera de serie", subraya.
El Duque de Alba (1504-1582) fue "un gran militar, pero con una mente muy cerrada. Su regla básica era obedecer y al final lo único que consiguió fue que todo el mundo le odiara". "Una gran estrella, pero una estrella fugaz" fue Juan de Austria (1547-1578), "un hombre -señala- con muchas posibilidades que nunca llegó a desarrollar porque murió muy joven".
El italiano Alessandro Farnesse (1545-1592) fue "el general más importante de España del siglo XVI y uno de los más admirados de su tiempo. Pasó su vida sirviendo a España pero sin ser reconocido".
Su compatriota Ambrogio Spinola (1569-1630) tuvo, por su parte, la mala fortuna de presidir "el derrumbe del imperio, pues dirigió el ejercito cuando todos los factores eran negativos". El Cardenal Infante Fernando (1609-1642) fue, según Kamen, "el único soldado que España produjo" en el siglo XVII.
Y por último, James FitzJames, primer duque de Berwick, fue un "gran soldado internacional que amó tres países, Inglaterra, Francia y España, y acabó sin gloria en ninguno de ellos.
HENRY KAMEN/ HISTORIADOR«La memoria histórica es una frase inventada»
Presenta «Poder y Gloria. Los héroes de la España imperial»
(Publicado en La Razón 4/12/2010)
Henry Kamen es una de las personalidades más respetadas y leídas sobre temas históricos de la España moderna. Vive tanto en nuestro país como en Estados Unidos, y ha escrito un nuevo libro: «Poder y Gloria. Los héroes de la España imperial», donde hace un repaso por la historia nacional a través de diez personajes meticulosamente escogidos. Kamen es, además, crítico con la parcialidad de la llamada «memoria histórica».
-Elige a diez personajes. ¿Por qué ese número y por qué ellos?
-Limitándonos a estas diez personas, no existe ni una sola biografía original sobre ninguna de ellas. A excepción del Gran Capitán, las biografías que hay son de extranjeros, es decir, hay poco interés español por estos personajes. Era materialmente imposible confeccionar más biografías porque no hay datos suficientes.
-De todos, ¿con cuál se queda?
-Es difícil seleccionar un personaje sobre otro. Del Duque de Alba, por ejemplo, ya había escrito antes un libro, aunque aquí ocupa sólo un capítulo.
-Los cuales, entre sí, parecen no tener conexión...
- Pero la hay, claro. Los diez tienen una causa en común: todos sirvieron a España y a la Corona.
-¿Siente que ha dejado alguno en el tintero?
-Es posible que sí, pero elegí esa cifra porque me parecía redonda.
-¿Qué le parece la Ley de Memoria Histórica?
-«Memoria Histórica» es una frase inventada con una clara intención político-ideológica. Personalmente la evito porque siempre, al menos dentro de España, significa algo bastante curioso: la proyección de un punto de vista muy partidista sobre ciertos acontecimientos de la historia de España. La expresión correcta se basa en un bipartidismo que no entra en las ideas y deformaciones ideológicas de lo que el historiador está estudiando, que es lo que los escritores intentamos hacer. En España muchas veces no se publican porque existe demasiada influencia del mundo político. Por eso, «memoria histórica» como frase no tiene ningún sentido.
-¿Le interesa mucho España?
-Yo soy historiador, pero mi tesis doctoral no es sobre España, sino sobre la política francesa en la Guerra de Sucesión de España. Me he dedicado especialmente a temas de historia y, con el tiempo, lo he hecho más con España porque he descubierto que se había investigado poco sobre la manera de enfocar la visión del pasado español, y he escrito muchos libros por eso. España me interesa especialmente como parte de un conjunto más universal.
http://www.elconfidencial.com/sociedad/ ... 72258.html
Saludos.
España según el historiador Henry Kamen: "No es un país, no tiene ni un sólo héroe"
(Publicado en El Confidencial el 03/12/2010)
"España no es un país, no tiene ni un sólo héroe", afirma el historiador británico Henry Kamen, quien lamenta que sigan existiendo los dos bandos surgidos hace dos siglos y que defiendan sus ideas con la misma "ferocidad" y "visceralidad".
Kamen (Birmania, 1936) hace esta reflexión en una entrevista al hilo la publicación de su nuevo libro, "Poder y Gloria. Los héroes de la España Imperial" (España), y lo hace con "tristeza" ante la evidencia de que "ni unos ni otros quieren cambiar su enfoque en la manera de ver la historia de su propio país".
El problema que subyace, en su opinión, es "una falta de patriotismo": "Si compartieran los mismos ideales, la misma bandera y el mismo himno, los españoles aceptarían sus divisiones como ocurre en las familias. España no es una familia".
España adolece de una "ética del patriotismo", dice, y, por eso, al héroe, añade, se le ha negado "un papel reconocible". Los españoles se han sentido más atraídos por las ficciones ideológicas, como El Cid, o los personajes salidos de la literatura antiheroica, como el archifamoso Don Quijote de la Mancha, señala.
Para sacar a los héroes potenciales de la negación histórica, Kamen, especialista de la historia de Europa y de América, recupera la vida y obra de diez "héroes", diez personajes que tuvieron un papel protagonista en el Imperio Español de los siglos XVI y XVII.
Diez hombres que dejaron huella
Se trata, y por este orden, de El Gran Capitán, Hernán Cortés, Francisco Pizarro, Carlos V, Fernando Álvarez de Toledo, Duque de Alba; Don Juan de Austria, Alessandro Farnese, Ambrogio Spinola, el Cardenal Infante Fernando de Austria y el duque de Berwick.
"Esos hombres tuvieron un papel excepcional, fueron héroes y dejaron su huella en la historia", subraya Kamel, autor de una veintena de obras, entre ellas "El enigma de El Escorial".
Los diez tienen además en común el haber sido hombres de armas, muchos de ellos extranjeros, cuyas hazañas y reputación traspasaron fronteras, ya que los campos de batalla y los intereses del imperio español se encontraban sobre todo en Europa y también en América.
"Quería insistir en el tema militar -explica- porque interesa, muchos se identifican con militares de la misma manera que lo hacen con futbolistas porque son gente que juega a la vista de todos". Algunos de los personajes que Kamen eleva al altar de héroe cayeron en el olvido o sus logros no fueron reconocidos en su época.
Las vidas de los diez héroes de Kamen se suceden cronológicamente y, aunque algunos son coetáneos, con cada capítulo el relato va avanzando en la historia, desde el inicio del imperio hasta su fin.
De Gonzalo Fernández de Córdoba, "El Gran Capitán" (1453-1515), Kamen destaca que es "el gran olvidado de la historia de Europa y de España", mientras que a Hernán Cortés (1484?-1547), el artífice de la conquista de México, le califica de "auténtico héroe", que "mereció más de lo que al final consiguió".
Francisco Pizarro (¿?-1541) es, dice, "un gran misterio", "logró una gran hazaña y desapareció en un baño de sangre, y al final no hizo mucho", pues la creación del virreinato de Perú fue después.
Carlos V (1500-1558), por contra, fue "un gran hombre: humanista, artista, guerrero, amante de muchas mujeres, con una visón espléndida de las posibilidades de ser emperador. Fue un fuera de serie", subraya.
El Duque de Alba (1504-1582) fue "un gran militar, pero con una mente muy cerrada. Su regla básica era obedecer y al final lo único que consiguió fue que todo el mundo le odiara". "Una gran estrella, pero una estrella fugaz" fue Juan de Austria (1547-1578), "un hombre -señala- con muchas posibilidades que nunca llegó a desarrollar porque murió muy joven".
El italiano Alessandro Farnesse (1545-1592) fue "el general más importante de España del siglo XVI y uno de los más admirados de su tiempo. Pasó su vida sirviendo a España pero sin ser reconocido".
Su compatriota Ambrogio Spinola (1569-1630) tuvo, por su parte, la mala fortuna de presidir "el derrumbe del imperio, pues dirigió el ejercito cuando todos los factores eran negativos". El Cardenal Infante Fernando (1609-1642) fue, según Kamen, "el único soldado que España produjo" en el siglo XVII.
Y por último, James FitzJames, primer duque de Berwick, fue un "gran soldado internacional que amó tres países, Inglaterra, Francia y España, y acabó sin gloria en ninguno de ellos.
HENRY KAMEN/ HISTORIADOR«La memoria histórica es una frase inventada»
Presenta «Poder y Gloria. Los héroes de la España imperial»
(Publicado en La Razón 4/12/2010)
Henry Kamen es una de las personalidades más respetadas y leídas sobre temas históricos de la España moderna. Vive tanto en nuestro país como en Estados Unidos, y ha escrito un nuevo libro: «Poder y Gloria. Los héroes de la España imperial», donde hace un repaso por la historia nacional a través de diez personajes meticulosamente escogidos. Kamen es, además, crítico con la parcialidad de la llamada «memoria histórica».
-Elige a diez personajes. ¿Por qué ese número y por qué ellos?
-Limitándonos a estas diez personas, no existe ni una sola biografía original sobre ninguna de ellas. A excepción del Gran Capitán, las biografías que hay son de extranjeros, es decir, hay poco interés español por estos personajes. Era materialmente imposible confeccionar más biografías porque no hay datos suficientes.
-De todos, ¿con cuál se queda?
-Es difícil seleccionar un personaje sobre otro. Del Duque de Alba, por ejemplo, ya había escrito antes un libro, aunque aquí ocupa sólo un capítulo.
-Los cuales, entre sí, parecen no tener conexión...
- Pero la hay, claro. Los diez tienen una causa en común: todos sirvieron a España y a la Corona.
-¿Siente que ha dejado alguno en el tintero?
-Es posible que sí, pero elegí esa cifra porque me parecía redonda.
-¿Qué le parece la Ley de Memoria Histórica?
-«Memoria Histórica» es una frase inventada con una clara intención político-ideológica. Personalmente la evito porque siempre, al menos dentro de España, significa algo bastante curioso: la proyección de un punto de vista muy partidista sobre ciertos acontecimientos de la historia de España. La expresión correcta se basa en un bipartidismo que no entra en las ideas y deformaciones ideológicas de lo que el historiador está estudiando, que es lo que los escritores intentamos hacer. En España muchas veces no se publican porque existe demasiada influencia del mundo político. Por eso, «memoria histórica» como frase no tiene ningún sentido.
-¿Le interesa mucho España?
-Yo soy historiador, pero mi tesis doctoral no es sobre España, sino sobre la política francesa en la Guerra de Sucesión de España. Me he dedicado especialmente a temas de historia y, con el tiempo, lo he hecho más con España porque he descubierto que se había investigado poco sobre la manera de enfocar la visión del pasado español, y he escrito muchos libros por eso. España me interesa especialmente como parte de un conjunto más universal.
http://www.elconfidencial.com/sociedad/ ... 72258.html
Saludos.
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Bueno, como siempre es una opinion de este Sr. y segun mi pobre parecer tampoco muy fundamentada.
Entre los diez hombres que han dejado huella, creo que faltan algunos y quizas tambien sobren algunos, aparte de que por ejemplo el duque de Berwick, no creo que fuera muy español, huella si que dejo,es verdad, pero para algunos, no muy buena.
Pero es lo de siempre, opiniones habra para todos los gustos.
Un saludo.
Entre los diez hombres que han dejado huella, creo que faltan algunos y quizas tambien sobren algunos, aparte de que por ejemplo el duque de Berwick, no creo que fuera muy español, huella si que dejo,es verdad, pero para algunos, no muy buena.
Pero es lo de siempre, opiniones habra para todos los gustos.
Un saludo.
El vientre de mi enemigo, sera la unica vaina para mi espada. Salut.
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Re: Héroes españoles y memoria histórica.
AFOCES escribió:España adolece de una "ética del patriotismo", dice, y, por eso, al héroe, añade, se le ha negado "un papel reconocible". Los españoles se han sentido más atraídos por las ficciones ideológicas, como El Cid, o los personajes salidos de la literatura antiheroica, como el archifamoso Don Quijote de la Mancha, señala.
¿Le sonaran héroes como el Rey Arturo, Robin Hood o Ivanhoe como ficciones?
A todo hombre tarde o temprano le llega la muerte ¿Y cómo puede morir mejor un hombre que afrontando temibles opciones, defendiendo las cenizas de sus padres y los templos de sus dioses?" T. M.
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Poder y Gloria.
El historiador y escritor Henry Kamen escribe mucho sobre España y solo por esa razón , con independencia de sus opiniones, merece respeto y agradecimiento porque demuestra un gran amor a nuestro país – vive aquí la mitad del tiempo -. Las reflexiones que hace, en una entrevista al hilo de la publicación de su nuevo libro, "Poder y Gloria” lo hace con "tristeza" ante la evidencia de que "ni unos ni otros quieren cambiar su enfoque en la manera de ver la historia de su propio país" porque… "Si compartieran los mismos ideales, la misma bandera y el mismo himno, los españoles aceptarían sus divisiones como ocurre en las familias. España no es una familia".
Creo que la cuestión no es si uno está de acuerdo o no con los personajes seleccionados, tampoco el historiador manifiesta que son, a su juicio, los más relevantes. La elección de esos diez personajes la justifica porque no existe ni una sola biografía original sobre ninguno de ellos a excepción de Gonzalo Fernández de Córdoba. Del mismo modo justifica por qué ha elegido personajes militares. Nadie piensa, y él menos, que los españoles que han dejado huella en la historia sean solo militares y no también científicos, inventores, escritores…
En fin creo que lo mejor será leer su libro "Poder y Gloria. Los héroes de la España Imperial" y , mientras tanto, agradecer al señor Henry Kamen que se preocupe por España y los españoles.
Saludos.
Creo que la cuestión no es si uno está de acuerdo o no con los personajes seleccionados, tampoco el historiador manifiesta que son, a su juicio, los más relevantes. La elección de esos diez personajes la justifica porque no existe ni una sola biografía original sobre ninguno de ellos a excepción de Gonzalo Fernández de Córdoba. Del mismo modo justifica por qué ha elegido personajes militares. Nadie piensa, y él menos, que los españoles que han dejado huella en la historia sean solo militares y no también científicos, inventores, escritores…
En fin creo que lo mejor será leer su libro "Poder y Gloria. Los héroes de la España Imperial" y , mientras tanto, agradecer al señor Henry Kamen que se preocupe por España y los españoles.
Saludos.
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- Ubicación: Hoy en mañolandia, mañana ya veremos
Y respetarle, le respeto mucho, pero no tengo porque compartir su opinión de que España no es un país porque no tiene ni un solo héroe…
Él mismo cita a uno, a el Cid, como ficción ideológica, mezclándolo luego por alguna extraña razón, con un personaje de ficción (bueno, sí, entiendo que se debe a el toma y daca propio de la entrevista).
Yo solo he contrapuesto ejemplos ingleses a ese héroe español, al que aun conociendo sus defectos, mercenario al servicio de reyes moros, se aprecia más por su individualismo y su enfrentamiento con el poder real idealizado en el juramento de Santa Gadea. Que más español que el individualismo.
Unos ejemplos ingleses que están mucho más afianzados, ensalzados, e idealizados que el Cid, y a los que podría añadir muchos más que también son claros mitos, y en no pocos casos ladrones y piratas también idealizados.
Por cierto yo ya leí su libro, que como siempre que me es posible, adquirí en cuanto salió a la venta.
Él mismo cita a uno, a el Cid, como ficción ideológica, mezclándolo luego por alguna extraña razón, con un personaje de ficción (bueno, sí, entiendo que se debe a el toma y daca propio de la entrevista).
Yo solo he contrapuesto ejemplos ingleses a ese héroe español, al que aun conociendo sus defectos, mercenario al servicio de reyes moros, se aprecia más por su individualismo y su enfrentamiento con el poder real idealizado en el juramento de Santa Gadea. Que más español que el individualismo.
Unos ejemplos ingleses que están mucho más afianzados, ensalzados, e idealizados que el Cid, y a los que podría añadir muchos más que también son claros mitos, y en no pocos casos ladrones y piratas también idealizados.
Por cierto yo ya leí su libro, que como siempre que me es posible, adquirí en cuanto salió a la venta.
A todo hombre tarde o temprano le llega la muerte ¿Y cómo puede morir mejor un hombre que afrontando temibles opciones, defendiendo las cenizas de sus padres y los templos de sus dioses?" T. M.
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- Registrado: 23 Ene 2003, 13:19
Estimado Afoces,
Me precio de no leer jamás nada de ese Kamen, un farsante pagado por la internacional... y los peneuvistas, que niega la existencia de España, que niega la existencia del Imperio Español, un cerdo que dice que los extranjeros controlaban a España y que eran los estranjeros los que gobernaban el Imperio no Español... sólo es uno de esos envidiosos,,,, corroídos por la envidia de no haber descubierto América, de no haber llegado primero a Australia, ni a las Salomón o las Palaos, por no haber cruzado el Amazonas de parte a parte, un pobre degenerado y cobarde que lanza sucias mentiras sobre España porque como hombre no tiene valor personal para atravesar el Napa, el Negro, el Magdalena, el Orinoco, el Darien, como sí hicieron esos ESPAÑOLES a los que ese farsante malnacido les niega esos hechos, afirmando que fueron sus extranjeros, un inútil que no puede justificar las derrotas de sus ingleses en Flandes, de sus franceses en Italia, de sus rubicundos germanos, de sus admirados suecos, del fiero turco...
Estimado Afoces,
No sé como tienes estomago para leer a ese tipo de gentuza, y en cambio, no lo sé, igualmente no lees a Américo Castro o a Sánchez de Albornoz, o a Pirala, o a Menéndez Pidal... mucho más ilustrados y por supuesto, con un currículum más envidiable que al de esa excrecencia ... Decir que España no ha tenido héroes, sólo lo puede decir alguien nacido de esa raza de pervertidos que jamás han ganado una batalla, pero que se atribuyen todas las victorias que otras razas han ganado por ellos... a cierto barrizal de Flandes me remito...
Saludos
Me precio de no leer jamás nada de ese Kamen, un farsante pagado por la internacional... y los peneuvistas, que niega la existencia de España, que niega la existencia del Imperio Español, un cerdo que dice que los extranjeros controlaban a España y que eran los estranjeros los que gobernaban el Imperio no Español... sólo es uno de esos envidiosos,,,, corroídos por la envidia de no haber descubierto América, de no haber llegado primero a Australia, ni a las Salomón o las Palaos, por no haber cruzado el Amazonas de parte a parte, un pobre degenerado y cobarde que lanza sucias mentiras sobre España porque como hombre no tiene valor personal para atravesar el Napa, el Negro, el Magdalena, el Orinoco, el Darien, como sí hicieron esos ESPAÑOLES a los que ese farsante malnacido les niega esos hechos, afirmando que fueron sus extranjeros, un inútil que no puede justificar las derrotas de sus ingleses en Flandes, de sus franceses en Italia, de sus rubicundos germanos, de sus admirados suecos, del fiero turco...
Estimado Afoces,
No sé como tienes estomago para leer a ese tipo de gentuza, y en cambio, no lo sé, igualmente no lees a Américo Castro o a Sánchez de Albornoz, o a Pirala, o a Menéndez Pidal... mucho más ilustrados y por supuesto, con un currículum más envidiable que al de esa excrecencia ... Decir que España no ha tenido héroes, sólo lo puede decir alguien nacido de esa raza de pervertidos que jamás han ganado una batalla, pero que se atribuyen todas las victorias que otras razas han ganado por ellos... a cierto barrizal de Flandes me remito...
Saludos
- Yorktown
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El historiador y escritor Henry Kamen escribe mucho sobre España y solo por esa razón , con independencia de sus opiniones, merece respeto y agradecimiento porque demuestra un gran amor a nuestro país – vive aquí la mitad del tiempo -.
Ciertamente una de las razones más peregrinas que he leido para tener respeto por alguien.
Saludos.
We, the people...
¡Sois todos un puñado de socialistas!. (Von Mises)
¡Sois todos un puñado de socialistas!. (Von Mises)
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Aquí quién es Kamen
Un escritor británico nacido en Rangún (Birmania), que reside en Barcelona desde 1992. El propósito de este autor, Henry Kamen, no puede estar más claro: «En este libro –escribe– pretendo deconstruir el papel de España». Lo hace en más de setecientas páginas; de ellas extraigo solamente dos frases: «Los historiadores españoles del siglo XVI engañan, adornan y falsean»; y «Fuera de Castilla, todo el mundo sabe que España no existe». Dos perlas de sabiduría histórica y de talento político, que no son sino una muestra de otros grandes logros del brillante hispanista.
Kamen es un concienzudo investigador. Lo malo es que todo lo interpreta de un modo agresivo, retorciendo los argumentos, machacando con insistencia en los tópicos antiespañoles y llevando de la verdad a la mentira. El imperio –que da título al libro– es un término equívoco, pues el poder de España en los siglos XVI y XVII nunca tuvo carácter imperial. Ya en el subtítulo de la obra, Henry Kamen se contradice: «La forja de España como potencia mundial». ¿No quedábamos en que España no existía?
Sólo en el estado actual de degeneración en que ha caído la sociedad española por mor del.. y los... que todos conocemos, alguien puede hablar con respeto de ese maldito indeseable. Espero que cuando otros tomen el poder, sea expulsado del país. Recuerdo que la Generalida no tiene competencias en materia de extranjería, así que espero que se expulse a ese bastardo de España.
Saludos
Un escritor británico nacido en Rangún (Birmania), que reside en Barcelona desde 1992. El propósito de este autor, Henry Kamen, no puede estar más claro: «En este libro –escribe– pretendo deconstruir el papel de España». Lo hace en más de setecientas páginas; de ellas extraigo solamente dos frases: «Los historiadores españoles del siglo XVI engañan, adornan y falsean»; y «Fuera de Castilla, todo el mundo sabe que España no existe». Dos perlas de sabiduría histórica y de talento político, que no son sino una muestra de otros grandes logros del brillante hispanista.
Kamen es un concienzudo investigador. Lo malo es que todo lo interpreta de un modo agresivo, retorciendo los argumentos, machacando con insistencia en los tópicos antiespañoles y llevando de la verdad a la mentira. El imperio –que da título al libro– es un término equívoco, pues el poder de España en los siglos XVI y XVII nunca tuvo carácter imperial. Ya en el subtítulo de la obra, Henry Kamen se contradice: «La forja de España como potencia mundial». ¿No quedábamos en que España no existía?
Sólo en el estado actual de degeneración en que ha caído la sociedad española por mor del.. y los... que todos conocemos, alguien puede hablar con respeto de ese maldito indeseable. Espero que cuando otros tomen el poder, sea expulsado del país. Recuerdo que la Generalida no tiene competencias en materia de extranjería, así que espero que se expulse a ese bastardo de España.
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- General
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- Ubicación: Hoy en mañolandia, mañana ya veremos
La verdad es que no se qué tiene que ver el leer y respetar a Kamen, con dejar de leer a Américo Castro o a cualquier otro, de hecho ni tan siquiera es necesario compartir sus opiniones para hacerlo, y siempre se puede aprender o descubrir algo nuevo al hacerlo, aunque sea por referencias.
Lo encuentro sano, la verdad.
Lo encuentro sano, la verdad.
A todo hombre tarde o temprano le llega la muerte ¿Y cómo puede morir mejor un hombre que afrontando temibles opciones, defendiendo las cenizas de sus padres y los templos de sus dioses?" T. M.
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- Cabo
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agualongo escribió:Kamen es un concienzudo investigador. Lo malo es que todo lo interpreta de un modo agresivo, retorciendo los argumentos, machacando con insistencia en los tópicos antiespañoles y llevando de la verdad a la mentira.
Quita lo de antiespañoles y encontrarás que es lo que hacen muchos supuestos investigadores hoy día. Tanto el grupo de la memoria histórica (que dice que todos los republicanos eran demócratas y santos inocentes y que los franquistas eran todos nazis con cuernos y rabo) como Pío Moa & friends. Como también otros historiadores franceses, norteamericanos, etc; y esos que hablan de la guerra de civilizaciones, o en América Latina de que los Solano López eran maravillosos y de izquierdas, y la Kitchner poniendo el nombre de Solano López a una unidad argentina de sus Fuerzas Armadas. Es el cuento de no acabar de llevar la verdad a la mentira y de interpretarlo retorcidamente todo.
Y lo de concienzudo investigador el sr. Kamen , me quedo con una frase del libro "Imperio" en que decía que los conquistadores españoles eran la mayoría soldados veteranos de la guerra de Granada o de Italia. Una investigación ardua y concienzuda, sin duda, le llevó a esa afirmación .
Por otra parte, Américo Castro (más filólogo e historiador de la literatura) y Sánchez Albornoz marcaron un hito pero ya han sido superados (más que nada por la posibilidad que han tenido historiadores posteriores de acceder a archivos que antes no se conocían o no se podía acceder por diversas causas, y a técnicas que revelan falsicaciones, etc).
Por España y el que quiera defenderla honrado muera; y el traidor que la abandone no tenga quien le perdone
ni en Tierra Santa cobijo, ni una cruz en sus despojos; ni las manos de un buen hijo para cerrarle los ojos.
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- General de Brigada
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Poder y Gloria...
El tema en el que estamos es "la otra memoria histórica". En la reseña del libro que comentamos - “Poder y Gloria. Los héroes de la España Imperial” - Kamen manifiesta:”«Memoria Histórica» es una frase inventada con una clara intención político-ideológica. Personalmente la evito porque siempre, al menos dentro de España, significa algo bastante curioso: la proyección de un punto de vista muy partidista sobre ciertos acontecimientos de la historia de España. La expresión correcta se basa en un bipartidismo… etc" . Kamer no dice que España no tenga héroes - menciona diez y justifica por qué ese número - sino que en función de ese bipartidismo no tiene “héroes compartidos”. Así al menos lo interpreto yo porque, dice, España está dividida ”…ni unos ni otros quieren cambiar su enfoque en la manera de ver la historia de su propio país”… ya que si, por el contrario “compartieran sus mismos ideales, la misma bandera y el mismo himno, los españoles (TODOS, esto lo añado yo) aceptarían sus divisiones como ocurre en las familias…”
Cosa distinta es que guste o no guste el conjunto de la obra del historiador. He leído alguno de sus libros, no es santo de mi devoción y leer no quiere decir compartir. De manera que no dejaré de leer ese libro, donde se habla de diez héroes de España, como en su momento leí con muchísimo interés “Los conquistadores españoles” del también británico Kirkpatrick. Y como la idea de Kamer es “sacar de la negación histórica a diez héroes de España” se lo agradezco y hacerlo no me parece una razón peregrina.
Y al hilo de este tema propongo a los curiosos que pregunten a chicos de 15/17 años - o mayores - que mencionen diez nombres que consideren héroes de España y si puede ser de diferentes Comunidades mejor. La sorpresa puede ser mayúscula.
Saludos.
Cosa distinta es que guste o no guste el conjunto de la obra del historiador. He leído alguno de sus libros, no es santo de mi devoción y leer no quiere decir compartir. De manera que no dejaré de leer ese libro, donde se habla de diez héroes de España, como en su momento leí con muchísimo interés “Los conquistadores españoles” del también británico Kirkpatrick. Y como la idea de Kamer es “sacar de la negación histórica a diez héroes de España” se lo agradezco y hacerlo no me parece una razón peregrina.
Y al hilo de este tema propongo a los curiosos que pregunten a chicos de 15/17 años - o mayores - que mencionen diez nombres que consideren héroes de España y si puede ser de diferentes Comunidades mejor. La sorpresa puede ser mayúscula.
Saludos.
- Autentic
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- Ubicación: Cabalgando al tigre.
No si yo no opino contra el Sr.Kamen, pero insisto en que no veo porque el duque de Berwick, es un heroe Español.
"El duque de Berwick es un personaje fundamental para la historia de España. Entre otras cosas, él fue el general que consiguió la decisiva victoria de Almansa, hace ahora 300 años, que asentó en el trono a Felipe V de Borbón, y el que conquistó Barcelona en 1714. Hijo natural de Jacobo II, último rey inglés de la dinastía Estuardo, destronado en 1688, el futuro duque fue reconocido por su padre, lo que le convirtió en Jacobo Fitz-James, en alusión a su bastardía. Exiliado en la corte de Luis XIV, al igual que su padre, Jacobo llegó a ser uno de los principales generales de su tiempo, al servicio siempre de los reyes de Francia, así como de la causa de los Estuardo y sus fallidas intentonas por recuperar el trono. La victoria de Almansa le valió la grandeza de España de primera clase y la concesión de los ducados de Liria y Jérica, en el reino de Valencia, cuyos descendientes heredarían, tiempo después, el título ducal de Alba."
Nacido Ingles, y militar al servicio de Francia, pues como que no.
Un saludo.
"El duque de Berwick es un personaje fundamental para la historia de España. Entre otras cosas, él fue el general que consiguió la decisiva victoria de Almansa, hace ahora 300 años, que asentó en el trono a Felipe V de Borbón, y el que conquistó Barcelona en 1714. Hijo natural de Jacobo II, último rey inglés de la dinastía Estuardo, destronado en 1688, el futuro duque fue reconocido por su padre, lo que le convirtió en Jacobo Fitz-James, en alusión a su bastardía. Exiliado en la corte de Luis XIV, al igual que su padre, Jacobo llegó a ser uno de los principales generales de su tiempo, al servicio siempre de los reyes de Francia, así como de la causa de los Estuardo y sus fallidas intentonas por recuperar el trono. La victoria de Almansa le valió la grandeza de España de primera clase y la concesión de los ducados de Liria y Jérica, en el reino de Valencia, cuyos descendientes heredarían, tiempo después, el título ducal de Alba."
Nacido Ingles, y militar al servicio de Francia, pues como que no.
Un saludo.
El vientre de mi enemigo, sera la unica vaina para mi espada. Salut.
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