Ojala no tenga que experimentarlo en un futuro proximo.
El diario Nuevo Herald de Miami publica este domingo un reportaje sobre la cantidad de secuestros que suceden en Venezuela. "La corrupción, la indiferencia oficial y la debilidad del sistema penal han convertido este tipo de delito en una actividad casi libre de riesgos para el delincuente y a la nación petrolera en la nueva capital del secuestro de América Latina".
Venezuela es el centro del secuestro en Latinoamérica
Por Antonio María Delgado
Nuevo Herald
En medio de la risa cruel de sus secuestradores, David Viana lloraba atormentado y rogaba que no lo mataran.
Los delincuentes no habían mostrado sus pistolas cuando interceptaron al joven venezolano a inicios de septiembre, mientras caminaba por las inmediaciones de la Plaza Francia, en Caracas, usando sólo amenazas para obligarle a abordar un pequeño automóvil.
Pero una vez adentro, los secuestradores sacaron dos pistolas y con una de ellas iniciaron un perverso juego. Le apuntaban, y tras tensos instantes le gritaban: ‘‘¡Pum!'', soltando carcajadas ante el espanto que se acrecentaba en el joven.
"Me colocaban la pistola en la cabeza, en la boca, por todas partes y hacían el sonido de disparo con sus voces'', relató Viana a El Nuevo Herald. "En mi mente, sólo pedía perdón porque pensé que me matarían''.
Viana fue una de varias decenas de personas raptadas ese día en Venezuela, país donde la corrupción, la indiferencia oficial y la debilidad del sistema penal han convertido este tipo de delito en una actividad casi libre de riesgos para el delincuente y a la nación petrolera en la nueva capital del secuestro de América Latina.
Expertos consultados tienen diferentes proyecciones sobre el número de casos que se están produciendo en Venezuela anualmente, pero coincidieron en que el arrollador ritmo con que se han multiplicado coloca al país por encima de México y Colombia, los antiguos epicentros regionales de este tipo de delito.
"El secuestro es la actividad delictiva que más ha crecido en los últimos 10 años'', afirmó Fermín Mármol García, profesor de Criminalística en la Universidad Santa María de Caracas. "Es una actividad que realmente ha sufrido un empuje vertiginoso en el complejo mundo del delito''.
Según la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción de la Seguridad Ciudadana realizada por el estatal Instituto Nacional de Estadísticas (INE), unas 16,917 personas fueron secuestradas entre julio del 2008 y julio del 2009, cifra sin precedente en el país, que equivale a más de 46 secuestros diarios.
Pero ese número --que incluye el secuestro express al igual que el más tradicional secuestro prolongado-- es sólo parcial, aseguró Roberto Briceño León, director del Observatorio Venezolano de la Violencia, con sede en Caracas.
Al proyectar la cifra para incluir a toda la población en el país, el número de secuestros en ese período sube a 26,873, más de 73 diarios, o 94.4 por cada 100,000 habitantes, dijo.
Estos números, basados en una encuesta efectuada por los representantes del INE que visitaron más de 16,000 hogares, contrastan con los 537 casos del 2008 y los 795 del 2009 registrados en el Ministerio de Relaciones Interiores y Justicia.
Los expertos, sin embargo, tienen una explicación para esta discrepancia.
"En materia de secuestro las cifras negras [no reportadas] son muy altas'', declaró Mármol. "La gente no denuncia porque está consciente de que el aparato policial no puede dar respuesta y la familia quiere a su familiar sano y salvo lo más pronto posible''.
Las personas también se abstienen de realizar la denuncia por temor a represalias, bien porque temen que los victimarios sean rápidamente puestos en libertad o que agentes de la propia policía estén involucrados.
La participación de la policía en actos delictivos ha sido denunciada muchas veces en Venezuela. El propio ministro de Relaciones Interiores y Justicia, Tarek El Aissami, admitió a inicios de este año que efectivos de la policía han estado involucrados hasta en un 20 por ciento de todos los delitos.
En el caso de Viana, quien por espacio de tres horas permaneció en cautiverio mientras le paseaban por la ciudad y le obligaban a retirar la máxima cantidad de dinero de los cajeros automáticos, sus captores le liberaron en una zona oscura de la ciudad, no sin antes recomendarle que no hablara con las autoridades.
"Me dejaron una advertencia, que si llegaba a denunciarlos o a hablar con algún policía, ellos lo iban a saber porque eran funcionarios y me buscarían para vengarse'', indicó. "Yo sólo lloraba y le daba gracias a Dios por estar vivo''.
Briceño explicó que el delincuente venezolano ha mutado. El secuestro, dijo, se convirtió en una forma muy fácil de obtener dinero y los delincuentes que actuaban en otras áreas decidieron pasar a esta actividad que les permitía tener acceso a dinero en efectivo con más rapidez y menos riesgos y complicaciones.
"Lo que hemos tenido es una transformación del delito, por un lado, y por el otro una popularización del delito del secuestro'', añadió.
Según los expertos, los secuestros están siendo ejecutados por bandas que antes se dedicaban al robo de autos blindados, bancos y joyerías.
Estos delincuentes ahora operan en actividades de secuestros prolongados, los cuales requieren de logística, mientras que aquellos que se dedicaban al hurto de vehículos mayoritariamente se han dedicado a la modalidad del secuestro express. A estas actividades delictivas también se han unido funcionarios policiales y militares activos, así como aquellos que han sido destituidos. También se han sumado guerrilleros y ex rebeldes colombianos, dijeron los expertos.
Pero son los jóvenes delincuentes de las grandes barriadas, aquellos que previamente se dedicaban al sicariato y al microtráfico de drogas, los que constituyen el mayor riesgo para las víctimas.
"Estos son mucho más peligrosos'', comentó Mármol. "Son lo que nosotros llamamos en el argot policial ‘coco secos', porque no tienen nada dentro en el coco [la cabeza], y para muchos de ellos la vida no vale nada, y ante un acoso policial o una mala negociación, ajustician a la víctima''.
Los coco secos también se han dedicado a los secuestros express, descrito así porque suelen durar sólo unas horas.
Francisco Quiñones, director de Operaciones de Clayton Consultants, firma de asesores internacionales de resolución de crisis con sede en Herndon, Virginia, afirmó que hay una estrecha relación entre el riesgo de la víctima y la experiencia del secuestrador.
"El secuestro corto es más arriesgado porque se trata de gente con menos experiencia y que tiene mayor potencialidad a usar la violencia'', afirmó Quiñones, cuya firma normalmente asesora a los familiares de las víctimas a negociar con los secuestradores.
Agregó que los secuestros largos tienden a ser ejecutados por bandas más profesionales. La operación de estas bandas, señaló, es más costosa, debido a que requieren una mayor logística y un mayor personal.
Quiñones precisó que su empresa en los últimos tiempos ha estado más ocupada en Venezuela que en México. Según él, el auge del secuestro en Venezuela puede ser atribuido en parte a una mejoría de la seguridad en Colombia, situación que llevó a muchos de los grupos guerrilleros que se dedicaban a esa actividad a cruzar la frontera.
Los primeros efectos de este fenómeno comenzaron a observarse inicialmente en los estados fronterizos de Apure, Táchira, Mérida y Zulia.
"Eran secuestros de la guerrilla que duraban varias semanas y hasta varios meses'', dijo Quiñones. "Muchas veces la amenaza era que si no se pagaba el rescate, se llevaban al secuestrado a Colombia''.
Añadió, no obstante, que el secuestro ya no está limitado a los estados fronterizos y hoy en día la mayor parte de los casos se producen en Caracas y en la industrial ciudad de Valencia.
En Caracas, aumentó mucho el secuestro de tres a cuatro días, en una modalidad que Clayton Consultants sigue considerando como express, pero que se diferencia de la retención de tres a cuatro horas, período en el que la víctima es llevada a los cajeros.
En este tipo de secuestro, la víctima es trasladada a alguna de las barriadas populares, mientras los delincuentes negocian con los familiares.
En Valencia, los secuestros tienden a durar varios días más y muchas veces la víctima es llevada fuera de la ciudad.
Pero aún cuando fueron las bandas colombianas las que dieron pie a la popularización del secuestro, hoy en día son los venezolanos los que va a la cabeza, con un creciente número de grupos especializados.
El Observatorio Venezolano de la Violencia registró un caso en que una de las víctimas fue contactada posteriormente por teléfono por uno de sus secuestradores, para que ofreciera asesoría a una mujer que tenían secuestrada, dijo Briceño.
"La otra voz [el secuestrador] le dice: ‘Disculpe señor Fulano, es que tenemos aquí a una señora secuestrada y ella no cree que nosotros somos gente seria. Piensa que la vamos a matar. ¿Podría conversar con ella para que le explique?' '', relató Briceño.
Mármol explicó que otra de las razones del auge es la impunidad que reina en Venezuela, país que carece de suficientes policías, fiscales y jueces.
Según estudios elaborados por Mármol, el país sólo cuenta con 4,000 de los 25,000 agentes especializados en investigaciones que debería tener, y sólo 70,000 de los 125,000 agentes que deberían patrullar las calles.
Además, cada fiscal está a cargo como promedio de unos 3,000 casos al año, equivalentes a más de ocho por día, y los jueces penales tienen asignados unos 500 casos.
El resultado final de esta carencia es que sólo un 8 por ciento de las denuncias formuladas llegan a resolución judicial.
"En Venezuela es fácil cometer delitos, porque los delincuentes tienen 90 por ciento de probabilidades de éxito'', declaró Mármol. "Si de cada 100 delitos, 90 quedan sin resolución, hermano, usted tiene grandes oportunidades de salir ganando, y no ha de sorprendernos que el delincuente en Venezuela esté envalentonado''.
El reportero Deivis Ramírez Miranda contribuyó a esta información desde Caracas.
En todo caso y solo a modo de información, MIS DOS (2) PRIMOS MURIERON EN LA BOMBA DEL NOGAL; SOLO POR SI SE LE DA LA PUTA GANA DE SENTIR LO QUE UNO DE LOS COLOMBIANOS SENTIMOS.