Urquhart,¿ esos T-26 Españoles eran de los capturados a la republica durante la guerra civil o capturados por la Divicion Azul?.
¿Debo de entender que la D. Azul opero con blindados sovieticos capturados?
Saluddos.
What if? La Victoria del Eje
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MAR BALTICO/TALLIN
5 octubre de 1942.
El Almirante Marschall, jefe de la flota de la Kriegsmarine miraba por la ventana de la sala de juntas en la que estaba viendo como continuaban las labores de limpieza del puerto, en el que solo tres meses antes los avances de las fuerzas de tierra germanas habían bloqueado a gran parte de las unidades menores de la flota del báltico rusa, que había sido destrozada o auto hundida poco después. Sin embargo la victoria no era total, pues sus unidades mayores continuaban ancladas en Leningrado y eran un peligro para las operaciones germanas, pues con el fuego de sus piezas de gran calibre habían ocasionado fuertes bajas a las fuerzas que sitiaban Leningrado. Era pues necesario eliminarla.
La situación en los alrededores de Leningrado era muy complicada, los fuertes situados en la isla de Kronstandt y en Lebyazhye poseían una poderosa artillería de costa, que en el segundo punto había bastado para contener a las fuerzas de tierra germanas gracias a sus piezas de 356mm. Para empeorar la situación las poderosas defensas antiaéreas de Leningrado estaban compuestas por más de un millar de cañones de todos los calibres y dificultaban sobremanera las operaciones de ataque aéreo excepto durante la noche, cuando la precisión de los ataques disminuía enormemente. Campos de minas marinas y lanchas torpederas diseminadas en numerosos puntos de la costa complicaban aun más la situación, al menos la actividad aérea soviética era ya nula, tras las grandes pérdidas de los meses anteriores, y su expulsión más allá del Vytegra.
En los dos meses que siguieron a los desembarcos de Moozund y Narva la Kriegsmarine se había limitado a impedir la huida de la flota del Báltico, sin embargo en agosto con el cerco de Leningrado su misión había cambiado ante la necesidad de destruir a dicha flota, pues su artillería causaba demasiados problemas. Por ello desde que las operaciones terrestres se detuvieron en el norte, la flota de la Kriegsmarine había iniciado una serie de operaciones ofensivas en las cerradas aguas del golfo de Finlandia con el total apoyo de la Luftwaffe.
Empleando al reparado acorazado Tirpitz, el nuevo portaaviones Graff Zeppelin, cuya construcción se había culminado entre principios del 41 y mediados de Barbarroja, además de los cruceros pesados Admiral Scheer, Hipper y Prinz Eugen, y numerosos destructores, dragaminas, y lanchas torpederas. Esta flota, en colaboración con la armada finlandesa, había ocupado todas las islas del báltico y el golfo de Finlandia a excepción de la propia isla de Kronstadt, que protegía el puerto de Leningrado, era pues el momento de dar el golpe decisivo y destruir la flota del báltico y las baterías de artillería que protegían la ciudad.
Tanto en Moscú como en Leningrado cientos de miles de civiles fueron movilizados para excavar defensas que protegiesen las ciudades.
En Leningrado el mariscal Voroshilov trataba de adivinar las intenciones de los alemanes. De forma evidente toda la defensa de Leningrado descansaba en el saliente de Lebyazhye, donde la artillería de gran calibre sobre raíles, principalmente piezas de 305 y 356mm no solo impedían la entrada en el golfo de la flota alemana, sino también habían salvaguardado el propio saliente al evitar los avances germanos sobre él. Era pues muy probable que los siguientes ataques alemanes tratasen de destruir dicho saliente, por lo que la defensa soviética empleo grandes recursos en mantenerlo, destinando numerosas embarcaciones menores al transporte costero de suministros. Junto a este saliente, la isla de Kronstadt impedía a la Luftwaffe el bombardeo efectivo de la flota, merced a los cientos de cañones antiaéreos desplegados en ella. Afortunadamente la mayor parte de estos cañones se encontraban dentro de trincheras de hormigón, por lo que a menos que lograsen un impacto directo resultaban difíciles de destruir, sin embargo durante las últimas noches los alemanes habían lanzado minas magnéticas en paracaídas, que estallaban si tocaban suelo, y estas minas de 700kg habían destruido unos pocos cañones por mera capacidad destructora.
Por otro lado la Kriegsmarine se había dejado ver en el golfo de Finlandia en varias ocasiones, principalmente mediante dragaminas que escoltados por destructores y cruceros, se habían dedicado a limpiar los campos de minas rusos mientras tendían campos propios. Contra estas fuerzas la flota soviética había opuesto principalmente lanchas torpederas, logrando varios éxitos, mientras su flota de superficie y submarina permanecía atrapada por las minas magnéticas y acústicas alemanas dentro del propio puerto de Leningrado.
En resumidas cuentas, la ciudad permanecía cercada desde finales de junio cuando las fuerzas alemanas llegaron al lago Ladoga, por el que las fuerzas rusas habían logrado enviar suministros durante julio, hasta que la operación Typhoon había catapultado a los germanos hasta el Onega completando el cerco. Sin apoyo aéreo, su artillería de gran calibre, apoyada por la flota, impedía nuevos avances germanos, mientras la numerosa AAA dificultaba sobremanera la actividad de la Luftwaffe. En tierra decenas de miles de soldados y 3 millones de habitantes, muchos de los cuales participaban en la defensa ya fuese activa o pasiva, se preparaban para pasar el duro invierno sin esperanzas de ser socorridos a corto plazo. Resistir, y sobrevivir era su unico objetivo.
5 octubre de 1942.
El Almirante Marschall, jefe de la flota de la Kriegsmarine miraba por la ventana de la sala de juntas en la que estaba viendo como continuaban las labores de limpieza del puerto, en el que solo tres meses antes los avances de las fuerzas de tierra germanas habían bloqueado a gran parte de las unidades menores de la flota del báltico rusa, que había sido destrozada o auto hundida poco después. Sin embargo la victoria no era total, pues sus unidades mayores continuaban ancladas en Leningrado y eran un peligro para las operaciones germanas, pues con el fuego de sus piezas de gran calibre habían ocasionado fuertes bajas a las fuerzas que sitiaban Leningrado. Era pues necesario eliminarla.
La situación en los alrededores de Leningrado era muy complicada, los fuertes situados en la isla de Kronstandt y en Lebyazhye poseían una poderosa artillería de costa, que en el segundo punto había bastado para contener a las fuerzas de tierra germanas gracias a sus piezas de 356mm. Para empeorar la situación las poderosas defensas antiaéreas de Leningrado estaban compuestas por más de un millar de cañones de todos los calibres y dificultaban sobremanera las operaciones de ataque aéreo excepto durante la noche, cuando la precisión de los ataques disminuía enormemente. Campos de minas marinas y lanchas torpederas diseminadas en numerosos puntos de la costa complicaban aun más la situación, al menos la actividad aérea soviética era ya nula, tras las grandes pérdidas de los meses anteriores, y su expulsión más allá del Vytegra.
En los dos meses que siguieron a los desembarcos de Moozund y Narva la Kriegsmarine se había limitado a impedir la huida de la flota del Báltico, sin embargo en agosto con el cerco de Leningrado su misión había cambiado ante la necesidad de destruir a dicha flota, pues su artillería causaba demasiados problemas. Por ello desde que las operaciones terrestres se detuvieron en el norte, la flota de la Kriegsmarine había iniciado una serie de operaciones ofensivas en las cerradas aguas del golfo de Finlandia con el total apoyo de la Luftwaffe.
Empleando al reparado acorazado Tirpitz, el nuevo portaaviones Graff Zeppelin, cuya construcción se había culminado entre principios del 41 y mediados de Barbarroja, además de los cruceros pesados Admiral Scheer, Hipper y Prinz Eugen, y numerosos destructores, dragaminas, y lanchas torpederas. Esta flota, en colaboración con la armada finlandesa, había ocupado todas las islas del báltico y el golfo de Finlandia a excepción de la propia isla de Kronstadt, que protegía el puerto de Leningrado, era pues el momento de dar el golpe decisivo y destruir la flota del báltico y las baterías de artillería que protegían la ciudad.
Tanto en Moscú como en Leningrado cientos de miles de civiles fueron movilizados para excavar defensas que protegiesen las ciudades.
En Leningrado el mariscal Voroshilov trataba de adivinar las intenciones de los alemanes. De forma evidente toda la defensa de Leningrado descansaba en el saliente de Lebyazhye, donde la artillería de gran calibre sobre raíles, principalmente piezas de 305 y 356mm no solo impedían la entrada en el golfo de la flota alemana, sino también habían salvaguardado el propio saliente al evitar los avances germanos sobre él. Era pues muy probable que los siguientes ataques alemanes tratasen de destruir dicho saliente, por lo que la defensa soviética empleo grandes recursos en mantenerlo, destinando numerosas embarcaciones menores al transporte costero de suministros. Junto a este saliente, la isla de Kronstadt impedía a la Luftwaffe el bombardeo efectivo de la flota, merced a los cientos de cañones antiaéreos desplegados en ella. Afortunadamente la mayor parte de estos cañones se encontraban dentro de trincheras de hormigón, por lo que a menos que lograsen un impacto directo resultaban difíciles de destruir, sin embargo durante las últimas noches los alemanes habían lanzado minas magnéticas en paracaídas, que estallaban si tocaban suelo, y estas minas de 700kg habían destruido unos pocos cañones por mera capacidad destructora.
Por otro lado la Kriegsmarine se había dejado ver en el golfo de Finlandia en varias ocasiones, principalmente mediante dragaminas que escoltados por destructores y cruceros, se habían dedicado a limpiar los campos de minas rusos mientras tendían campos propios. Contra estas fuerzas la flota soviética había opuesto principalmente lanchas torpederas, logrando varios éxitos, mientras su flota de superficie y submarina permanecía atrapada por las minas magnéticas y acústicas alemanas dentro del propio puerto de Leningrado.
En resumidas cuentas, la ciudad permanecía cercada desde finales de junio cuando las fuerzas alemanas llegaron al lago Ladoga, por el que las fuerzas rusas habían logrado enviar suministros durante julio, hasta que la operación Typhoon había catapultado a los germanos hasta el Onega completando el cerco. Sin apoyo aéreo, su artillería de gran calibre, apoyada por la flota, impedía nuevos avances germanos, mientras la numerosa AAA dificultaba sobremanera la actividad de la Luftwaffe. En tierra decenas de miles de soldados y 3 millones de habitantes, muchos de los cuales participaban en la defensa ya fuese activa o pasiva, se preparaban para pasar el duro invierno sin esperanzas de ser socorridos a corto plazo. Resistir, y sobrevivir era su unico objetivo.
A todo hombre tarde o temprano le llega la muerte ¿Y cómo puede morir mejor un hombre que afrontando temibles opciones, defendiendo las cenizas de sus padres y los templos de sus dioses?" T. M.
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ROMEL escribió:Urquhart,¿ esos T-26 Españoles eran de los capturados a la republica durante la guerra civil o capturados por la Divicion Azul?.
¿Debo de entender que la D. Azul opero con blindados sovieticos capturados?
Saluddos.
Los T-26 con los que opero España fueron capturados durante la GC.
La división Azul era una división de infantería, por lo tanto no opero carros de combate.
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Siento la tardanza en continuar con la historia, pero estaba un pelín agotado tras los meses pasados a post diario. Supongo que esto será un poco pesado, pero hoy voy a colgar de golpe unas cuantas...
A todo hombre tarde o temprano le llega la muerte ¿Y cómo puede morir mejor un hombre que afrontando temibles opciones, defendiendo las cenizas de sus padres y los templos de sus dioses?" T. M.
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LENINGRADO
Otoño de 1942
A finales de otoño en el norte y el centro de la URSS las operaciones militares parecían estancadas mientras los alemanes aprestaban nuevas fuerzas para la batalla, en este caso mediante el traslado a la zona de Leningrado y Moscú de poderosas piezas de artillería ferroviaria. Mientras, todas las acciones habían sido protagonizadas por la Luftwaffe, que había reunido una importante fuerza de 140 bombarderos Ju-88 y He-111 al mando del jefe de la KG-76, el oberst Bormman, que durante 20 días consecutivos había lanzado ataques nocturnos sobre la ciudad de Leningrado, generalmente en lugar de concentrar todos los aviones en un bombardeo total, habían preferido realizar ataques varios ataques cada noche, en grupos de 5 a 7 aviones cada uno colapsando las defensas a las que obligaban a un gran dispendio de munición.
Para el general Voroshilov, la necesidad de tropas con experiencia empezaba a ser abrumadora, y ya en los primeros momentos de la ofensiva se vio obligado a tratar de evacuar a los 28.000 soldados soviéticos aislados en la península de Hanko. Sin embargo estas operaciones se encontraron con una fuerte oposición de las fuerzas ligeras germanas y finlandesas, que ocasionaron fuertes pérdidas entre las naves soviéticas. Finalmente, la propia flota germana aparecería en aguas del golfo de Finlandia obligando a mando soviético a desistir en sus intentos de evacuar a las fuerzas aisladas, tan solo habían logrado evacuar 9.000 hombres.
En la propia Leningrado se vivían momentos angustiosos, pues 65 Ju-87 Stuka de la STG-2, al mando del Oberst Dinort, habían sido trasladados desde el Grupo de Ejércitos centro con el fin de acabar con la flota soviética. Allí en una serie de audaces ataques aéreos en los que se enfrentaron a la poderosa AAA soviética, lograrían hundir al acorazado Marat, y al crucero Kirov así como otras unidades menores pese a sufrir fuertes pérdidas. Finalmente la necesidad de acabar con el resto de la flota, y la AAA, obligo a la flota de la Kriegsmarine a adentrarse en aguas del golfo, bombardeando duramente el saliente de Lebyazhye. Estos duros bombardeos de artillería de gran calibre, a los que se sumaron los ataques por parte de varios cañones ferroviarios de gran calibre, ocasionaron grandes daños tanto en la isla de Kronstadt como en el saliente de Lebyazhye, donde numerosos cañones antiaéreos fueron destruidos o dañados debilitando la defensa ante los ataques de la Luftwaffe. Sin embargo la artillería de costa soviética, a pesar de su alcance limitado por la antigüedad de las piezas, logro hundir 2 escoltas portuarios alemanes y dañar al Hipper cuando este encajo 2 disparos de 305mm que lo dañaron seriamente, por lo que no volvería a estar en servicio hasta abril de 1943.
El Marat sería hundido por los Stuka.
Las operaciones navales se detendrían poco después por el congelamiento de las aguas, pero los ataques aéreos se extenderían más tiempo, hasta que las crecientes perdidas y el invierno obligaron a detener las operaciones para permitir a las fuerzas aéreas reponerse del desgaste sufrido.
En el centro la situación de Moscú era igual de angustiosa, aunque los ataques alemanes se habían detenido completamente al llegar al último de los anillos defensivos que protegían la ciudad. Ahora los alemanes se contentaban con asediar la ciudad, que moría lentamente de hambre, mientras construían sus propias trincheras rodeando la ciudad para pasar el invierno.
Así a principios de noviembre todas las operaciones ofensivas alemanas se habían detenido a excepción de las correspondientes al Grupo de Ejércitos Sur, donde las fuerzas soviéticas se batían en retirada a la espera de los refuerzos de la costa del pacifico que ya estaban en camino.
Otoño de 1942
A finales de otoño en el norte y el centro de la URSS las operaciones militares parecían estancadas mientras los alemanes aprestaban nuevas fuerzas para la batalla, en este caso mediante el traslado a la zona de Leningrado y Moscú de poderosas piezas de artillería ferroviaria. Mientras, todas las acciones habían sido protagonizadas por la Luftwaffe, que había reunido una importante fuerza de 140 bombarderos Ju-88 y He-111 al mando del jefe de la KG-76, el oberst Bormman, que durante 20 días consecutivos había lanzado ataques nocturnos sobre la ciudad de Leningrado, generalmente en lugar de concentrar todos los aviones en un bombardeo total, habían preferido realizar ataques varios ataques cada noche, en grupos de 5 a 7 aviones cada uno colapsando las defensas a las que obligaban a un gran dispendio de munición.
Para el general Voroshilov, la necesidad de tropas con experiencia empezaba a ser abrumadora, y ya en los primeros momentos de la ofensiva se vio obligado a tratar de evacuar a los 28.000 soldados soviéticos aislados en la península de Hanko. Sin embargo estas operaciones se encontraron con una fuerte oposición de las fuerzas ligeras germanas y finlandesas, que ocasionaron fuertes pérdidas entre las naves soviéticas. Finalmente, la propia flota germana aparecería en aguas del golfo de Finlandia obligando a mando soviético a desistir en sus intentos de evacuar a las fuerzas aisladas, tan solo habían logrado evacuar 9.000 hombres.
En la propia Leningrado se vivían momentos angustiosos, pues 65 Ju-87 Stuka de la STG-2, al mando del Oberst Dinort, habían sido trasladados desde el Grupo de Ejércitos centro con el fin de acabar con la flota soviética. Allí en una serie de audaces ataques aéreos en los que se enfrentaron a la poderosa AAA soviética, lograrían hundir al acorazado Marat, y al crucero Kirov así como otras unidades menores pese a sufrir fuertes pérdidas. Finalmente la necesidad de acabar con el resto de la flota, y la AAA, obligo a la flota de la Kriegsmarine a adentrarse en aguas del golfo, bombardeando duramente el saliente de Lebyazhye. Estos duros bombardeos de artillería de gran calibre, a los que se sumaron los ataques por parte de varios cañones ferroviarios de gran calibre, ocasionaron grandes daños tanto en la isla de Kronstadt como en el saliente de Lebyazhye, donde numerosos cañones antiaéreos fueron destruidos o dañados debilitando la defensa ante los ataques de la Luftwaffe. Sin embargo la artillería de costa soviética, a pesar de su alcance limitado por la antigüedad de las piezas, logro hundir 2 escoltas portuarios alemanes y dañar al Hipper cuando este encajo 2 disparos de 305mm que lo dañaron seriamente, por lo que no volvería a estar en servicio hasta abril de 1943.
El Marat sería hundido por los Stuka.
Las operaciones navales se detendrían poco después por el congelamiento de las aguas, pero los ataques aéreos se extenderían más tiempo, hasta que las crecientes perdidas y el invierno obligaron a detener las operaciones para permitir a las fuerzas aéreas reponerse del desgaste sufrido.
En el centro la situación de Moscú era igual de angustiosa, aunque los ataques alemanes se habían detenido completamente al llegar al último de los anillos defensivos que protegían la ciudad. Ahora los alemanes se contentaban con asediar la ciudad, que moría lentamente de hambre, mientras construían sus propias trincheras rodeando la ciudad para pasar el invierno.
Así a principios de noviembre todas las operaciones ofensivas alemanas se habían detenido a excepción de las correspondientes al Grupo de Ejércitos Sur, donde las fuerzas soviéticas se batían en retirada a la espera de los refuerzos de la costa del pacifico que ya estaban en camino.
A todo hombre tarde o temprano le llega la muerte ¿Y cómo puede morir mejor un hombre que afrontando temibles opciones, defendiendo las cenizas de sus padres y los templos de sus dioses?" T. M.
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Con esto finalizan las operaciones alemanas en la URSS de momento, faltara postear el contraataque soviético de invierno, cosa que hare junto a varios contraataques en otras zonas como África Oriental próximamente.
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LAS BATALLAS DE LOS SUMINISTROS
La entrada en el conflicto de España junto al EJE en otoño del 40 había sumado 3.000km de costas a vigilar por la RN, que carente de bases en las cercanías de las costas españolas, se había visto imposibilitada para mantener un bloqueo eficaz. Por esta razón numerosos burladores del bloqueo procedentes de Japón y otras naciones neutrales, y numerosas presas capturadas por los corsarios, habían logrado arribar a las costas españolas durante los meses finales del 40 y el 41. Además, tras la caída de Gran Bretaña la situación logística se había simplificado sobremanera para el EJE, que había visto como desaparecía de sus costas la armada británica, rompiéndose así el bloqueo al que sometía a Alemania y permitiendo que los mercantes cargados de mercancías arribasen directamente a los puertos alemanes. Aun mejoraría la situación en los primeros meses del 42, cuando con la reapertura del canal de Suez numerosas motonaves arribaron a los países del EJE a través de la ruta del Índico, hasta entonces vedada a las naves del EJE, teniendo especial significancia las numerosas presas logradas por los corsarios germanos en dichas aguas, que ara entonces estaban casi desprotegidas.
Incluso tras la entrada en la guerra de los EEUU, la situación continuó siendo bastante favorable a los intereses del EJE, pues el avance nipón fue imparable en los primeros meses de la guerra, y nuevas colonias sumaron sus materias primas al esfuerzo de la guerra, y no sería hasta la segunda mitad del 1942 cuando las fuerzas aliadas empezaron a reponerse de los varapalos sufridos. Para entonces los astilleros norteamericanos trabajaban a pleno rendimiento, poniendo en servicio nuevos cruceros, destructores y portaaviones casi a diario, mientras los astilleros del EJE, a pesar de la conquista de importantes instalaciones, maquinaria, y numerosos buques en Gran Bretaña, apenas ponían en servicio nuevas unidades.
Gracias a esto los países del EJE recibieron miles de toneladas de preciadas mercancías, salitre, azufre, y algodón para pólvoras, caucho para neumáticos, petróleo para combustibles y plásticos, diamantes para maquinarias de precisión, y carne, vegetales y lácteos entre otros alimentos. Una gran cantidad de productos alimentando a una maquinaria de guerra en constante expansión.
Mientras tanto, la campaña submarina contra los suministros aliados continuaba en todo su esplendor. En las costas norteamericanas y del Caribe los U-boot alemanes actuaban desde sus bases Europeas con una casi total impunidad, logrando durante los primeros meses del 42 decenas de hundimientos, en muchos casos sobre todo en los primeros meses, sin perder ningún submarino propio. Estos submarinos, apoyados por varios buques tender, que gracias al acceso atlántico ganado tras la conquista de Gran Bretaña, actuaban con relativa comodidad hasta el paralelo 40 adentrándose incluso en aguas más occidentales en algunos casos, mantenían una presencia constante torpedeando y minando las aguas costeras norteamericanas.
Ya en el Atlántico sur, 8 corsarios hispano-germanos actuaban intermitentemente ocasionando pérdidas menores aunque no por ello menos importantes a los suministros aliados. Sobre todo porque en numerosos casos a la perdida de las motonaves y sus cargas se sumaba el aprovechamiento de estas por el EJE tras su envío a Europa.
Sin embargo el mayor problema estaba en el Índico, donde los submarinos ítalo-germanos llevaban a cabo una feroz campaña contra los suministros aliados a Kenia y la India, que así se veían privadas de importantes suministros y refuerzos en zonas en las que sus ejércitos se enfrentaban a las fuerzas enemigas. Esto ocasionaría no pocos problemas de mantenimiento, llegando a dejar en tierra a 60 cazas P-38 durante un mes tras la pérdida de vitales repuestos en el mar.
La entrada en el conflicto de España junto al EJE en otoño del 40 había sumado 3.000km de costas a vigilar por la RN, que carente de bases en las cercanías de las costas españolas, se había visto imposibilitada para mantener un bloqueo eficaz. Por esta razón numerosos burladores del bloqueo procedentes de Japón y otras naciones neutrales, y numerosas presas capturadas por los corsarios, habían logrado arribar a las costas españolas durante los meses finales del 40 y el 41. Además, tras la caída de Gran Bretaña la situación logística se había simplificado sobremanera para el EJE, que había visto como desaparecía de sus costas la armada británica, rompiéndose así el bloqueo al que sometía a Alemania y permitiendo que los mercantes cargados de mercancías arribasen directamente a los puertos alemanes. Aun mejoraría la situación en los primeros meses del 42, cuando con la reapertura del canal de Suez numerosas motonaves arribaron a los países del EJE a través de la ruta del Índico, hasta entonces vedada a las naves del EJE, teniendo especial significancia las numerosas presas logradas por los corsarios germanos en dichas aguas, que ara entonces estaban casi desprotegidas.
Incluso tras la entrada en la guerra de los EEUU, la situación continuó siendo bastante favorable a los intereses del EJE, pues el avance nipón fue imparable en los primeros meses de la guerra, y nuevas colonias sumaron sus materias primas al esfuerzo de la guerra, y no sería hasta la segunda mitad del 1942 cuando las fuerzas aliadas empezaron a reponerse de los varapalos sufridos. Para entonces los astilleros norteamericanos trabajaban a pleno rendimiento, poniendo en servicio nuevos cruceros, destructores y portaaviones casi a diario, mientras los astilleros del EJE, a pesar de la conquista de importantes instalaciones, maquinaria, y numerosos buques en Gran Bretaña, apenas ponían en servicio nuevas unidades.
Gracias a esto los países del EJE recibieron miles de toneladas de preciadas mercancías, salitre, azufre, y algodón para pólvoras, caucho para neumáticos, petróleo para combustibles y plásticos, diamantes para maquinarias de precisión, y carne, vegetales y lácteos entre otros alimentos. Una gran cantidad de productos alimentando a una maquinaria de guerra en constante expansión.
Mientras tanto, la campaña submarina contra los suministros aliados continuaba en todo su esplendor. En las costas norteamericanas y del Caribe los U-boot alemanes actuaban desde sus bases Europeas con una casi total impunidad, logrando durante los primeros meses del 42 decenas de hundimientos, en muchos casos sobre todo en los primeros meses, sin perder ningún submarino propio. Estos submarinos, apoyados por varios buques tender, que gracias al acceso atlántico ganado tras la conquista de Gran Bretaña, actuaban con relativa comodidad hasta el paralelo 40 adentrándose incluso en aguas más occidentales en algunos casos, mantenían una presencia constante torpedeando y minando las aguas costeras norteamericanas.
Ya en el Atlántico sur, 8 corsarios hispano-germanos actuaban intermitentemente ocasionando pérdidas menores aunque no por ello menos importantes a los suministros aliados. Sobre todo porque en numerosos casos a la perdida de las motonaves y sus cargas se sumaba el aprovechamiento de estas por el EJE tras su envío a Europa.
Sin embargo el mayor problema estaba en el Índico, donde los submarinos ítalo-germanos llevaban a cabo una feroz campaña contra los suministros aliados a Kenia y la India, que así se veían privadas de importantes suministros y refuerzos en zonas en las que sus ejércitos se enfrentaban a las fuerzas enemigas. Esto ocasionaría no pocos problemas de mantenimiento, llegando a dejar en tierra a 60 cazas P-38 durante un mes tras la pérdida de vitales repuestos en el mar.
A todo hombre tarde o temprano le llega la muerte ¿Y cómo puede morir mejor un hombre que afrontando temibles opciones, defendiendo las cenizas de sus padres y los templos de sus dioses?" T. M.
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ATLÁNTICO I
El mando aliado constato a lo largo del 42 una sensible reducción de los burladores del bloqueo con destino a las costas europeas, sin duda provocado por las nuevas rutas nacidas tras las campañas norteafricanas, que habían ofrecido las costas mediterráneas y persas como nuevos destinos. Sin embargo las rutas atlánticas, que a través del pacifico y tras cruzar el estrecho de Magallanes, recorrían el Atlántico hasta llegar a Alemania no habían desaparecido del todo, sin duda por el peligro la amenaza que las posesiones británicas en la India, y África, además de diversas islas ejercían sobre las rutas del Indico. Era pues necesario cerrar estas rutas de una vez por todas, sin embargo la propia actividad de los U-boot en las costas norteamericanas y el Caribe dificultaba enormemente las acciones y detraía importantes fuerzas al esfuerzo de guerra.
Mientras todos los esfuerzos diplomáticos de los aliados se centraban en lograr la concesión de bases para sus fuerzas aeronavales en las Azores y Cabo Verde por parte de Portugal, pero al menos de momento Salazar parecía muy temeroso de soliviantar al EJE con estas concesiones, que disponía de 20 divisiones en la frontera con Portugal. Más éxito tuvieron al tratar de impedir la venta del valioso Wolframio a Alemania, en este caso por el simple procedimiento de comprar la mayor cantidad posible ellos mismos, lo que ocasiono una gran alza en los precios.
Pronto empezó a pergeñarse un plan general para combatir a las fuerzas de alemanas en el Atlántico, creando una serie de Task Force a lo largo y ancho del océano con vistas a combatir a los U-boot y acabar con los burladores del bloqueo. En Norkfolk alzaría su bandera el almirante norteamericano Wilcox, al mando de la flota del Atlántico, en el que recaería gran parte de la tarea de acabar con los alemanes. Bajo su mando directo los acorazados y portaaviones, la 7ª división de cruceros y 28 destructores tendrían la misión de impedir la acción de corsarios alemanes en las cercanías de EEUU y serían una reserva general que podría acudir en apoyo de las escuadras del atlántico sur y central. También en esta base tendrían su principal puerto los submarinos norteamericanos que actuarían principalmente en aguas del Atlántico Norte y los alrededores de Canarias, así como las costas europeas, para tratar de evitar que llegasen suministros a las islas y combatir el tráfico de mercancías. Pero españoles y germanos protegían fuertemente sus convoyes y tenían una absoluta superioridad aérea, por lo que se trataba de una labor muy peligrosa en la que sufrirían fuertes pérdidas.
En Freetown el almirante Hewit, al mando del acorazado Idaho, la 8ª escuadra de cruceros, y 20 destructores vigilaría el Atlántico central y trataría de impedir que la Kriegsmarine aventurase sus buques de superficie hacia el sur. Allí apoyados por varias escuadrillas de aviones de reconocimiento, combatirían duramente con los U-boot que se aventuraban en sus aguas hundiendo numerosas naves.
En Santa Helena y las Falklands la 2ª escuadra de cruceros de la US Navy, al mando del almirante Ingram, y vigilaría las rutas del atlántico sur, combatiendo tanto a los corsarios como a los burladores del bloqueo.
En Sudáfrica mientras tanto tendría su base la Fuerza S británica compuesta por los viejos portaaviones Pegasus y Argus, y dos divisiones de cruceros y 4 de destructores, que bajo el mando del almirante Somerville quedaría en disposición de actuar según lo requiriesen las circunstancias tanto en el Atlántico como en el Índico.
Sin duda se trataba de una flota mucho más poderosa que la germana, incluso si a esta se le sumaba la española, que tras la incorporación de nuevas unidades ejercía un modesto papel de escolta en las cercanías de Canarias, auxiliando a los burladores del bloque en numerosas ocasiones. Sin embargo obligados a dispersar a sus fuerzas para localizar a los dispersos corsarios y burladores del bloqueo, difícilmente lograban ejercer tareas de dominio sobre el océano, siendo su mayor debilidad la carencia de portaaviones al estar desplegados en el pacifico a excepción de los viejos Argus y Pegasus, y el Ranger.
Esta debilidad se haría patente en la que sería conocida como la primera de las batallas del suministro.
El mando aliado constato a lo largo del 42 una sensible reducción de los burladores del bloqueo con destino a las costas europeas, sin duda provocado por las nuevas rutas nacidas tras las campañas norteafricanas, que habían ofrecido las costas mediterráneas y persas como nuevos destinos. Sin embargo las rutas atlánticas, que a través del pacifico y tras cruzar el estrecho de Magallanes, recorrían el Atlántico hasta llegar a Alemania no habían desaparecido del todo, sin duda por el peligro la amenaza que las posesiones británicas en la India, y África, además de diversas islas ejercían sobre las rutas del Indico. Era pues necesario cerrar estas rutas de una vez por todas, sin embargo la propia actividad de los U-boot en las costas norteamericanas y el Caribe dificultaba enormemente las acciones y detraía importantes fuerzas al esfuerzo de guerra.
Mientras todos los esfuerzos diplomáticos de los aliados se centraban en lograr la concesión de bases para sus fuerzas aeronavales en las Azores y Cabo Verde por parte de Portugal, pero al menos de momento Salazar parecía muy temeroso de soliviantar al EJE con estas concesiones, que disponía de 20 divisiones en la frontera con Portugal. Más éxito tuvieron al tratar de impedir la venta del valioso Wolframio a Alemania, en este caso por el simple procedimiento de comprar la mayor cantidad posible ellos mismos, lo que ocasiono una gran alza en los precios.
Pronto empezó a pergeñarse un plan general para combatir a las fuerzas de alemanas en el Atlántico, creando una serie de Task Force a lo largo y ancho del océano con vistas a combatir a los U-boot y acabar con los burladores del bloqueo. En Norkfolk alzaría su bandera el almirante norteamericano Wilcox, al mando de la flota del Atlántico, en el que recaería gran parte de la tarea de acabar con los alemanes. Bajo su mando directo los acorazados y portaaviones, la 7ª división de cruceros y 28 destructores tendrían la misión de impedir la acción de corsarios alemanes en las cercanías de EEUU y serían una reserva general que podría acudir en apoyo de las escuadras del atlántico sur y central. También en esta base tendrían su principal puerto los submarinos norteamericanos que actuarían principalmente en aguas del Atlántico Norte y los alrededores de Canarias, así como las costas europeas, para tratar de evitar que llegasen suministros a las islas y combatir el tráfico de mercancías. Pero españoles y germanos protegían fuertemente sus convoyes y tenían una absoluta superioridad aérea, por lo que se trataba de una labor muy peligrosa en la que sufrirían fuertes pérdidas.
En Freetown el almirante Hewit, al mando del acorazado Idaho, la 8ª escuadra de cruceros, y 20 destructores vigilaría el Atlántico central y trataría de impedir que la Kriegsmarine aventurase sus buques de superficie hacia el sur. Allí apoyados por varias escuadrillas de aviones de reconocimiento, combatirían duramente con los U-boot que se aventuraban en sus aguas hundiendo numerosas naves.
En Santa Helena y las Falklands la 2ª escuadra de cruceros de la US Navy, al mando del almirante Ingram, y vigilaría las rutas del atlántico sur, combatiendo tanto a los corsarios como a los burladores del bloqueo.
En Sudáfrica mientras tanto tendría su base la Fuerza S británica compuesta por los viejos portaaviones Pegasus y Argus, y dos divisiones de cruceros y 4 de destructores, que bajo el mando del almirante Somerville quedaría en disposición de actuar según lo requiriesen las circunstancias tanto en el Atlántico como en el Índico.
Sin duda se trataba de una flota mucho más poderosa que la germana, incluso si a esta se le sumaba la española, que tras la incorporación de nuevas unidades ejercía un modesto papel de escolta en las cercanías de Canarias, auxiliando a los burladores del bloque en numerosas ocasiones. Sin embargo obligados a dispersar a sus fuerzas para localizar a los dispersos corsarios y burladores del bloqueo, difícilmente lograban ejercer tareas de dominio sobre el océano, siendo su mayor debilidad la carencia de portaaviones al estar desplegados en el pacifico a excepción de los viejos Argus y Pegasus, y el Ranger.
Esta debilidad se haría patente en la que sería conocida como la primera de las batallas del suministro.
A todo hombre tarde o temprano le llega la muerte ¿Y cómo puede morir mejor un hombre que afrontando temibles opciones, defendiendo las cenizas de sus padres y los templos de sus dioses?" T. M.
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I BATALLA DEL SUMINISTRO
El almirante Wilcox no recordaba cuantas veces había solicitado que le asignasen algunos portaaviones. La necesidad de ellos era perentoria en el Atlántico ante la constante presencia de los corsarios germanos, y aunque desde Barbarroja sus grandes unidades no habían vuelto a internarse en mar abierto, el peligro que ejercían sobre las extensas líneas de suministros era patente. Para empeorar la situación, los alemanes habían cambiado sus sistemas de cifrado tras la invasión de Gran Bretaña, cuando capturaron Bletchley Park y descubrieron a pesar del intento de destruir los archivos británicos, cuan cerca estaban de romper su código. Por ello ahora los alemanes empleaban además de las maquinas, cifrados previos que dificultaban enormemente la labor de descifrado. Debido a esto los U-boot estaban actuando con una cuasi total impunidad, y las victimas a lo largo de la costa norteamericana no cesaban de aumentar pese a algunos éxitos defensivos.
Esta actividad submarina obligaba a la US Navy a desplegar sus destructores en una zona demasiado extensa, y pese a las nuevas incorporaciones, la inferioridad de medios era patente, y la efectividad se resentía en consonancia, tanto en la lucha antisubmarina como en los intentos de impedir la llegada de suministros a Europa. Sin embargo poco a poco fueron acumulando experiencia, ayudados en gran medida por los veteranos marineros ingleses, y lograron sus primeros éxitos acabando con 2 corsarios alemanes en la segunda mitad de 1942.
Sería precisamente en octubre cuando el servicio de inteligencia de la US Navy intercepto una comunicación de la Armada Imperial japonesa, que indicaba que habían partido desde Japón de 6 motonaves con destino a Alemania. En este caso y tras la reciente derrota de la armada imperial en Guadalcanal parecía que tratarían de llegar a la costa Alemana a través del Atlántico. Tras una larga travesía individual en la que sortearon numerosos peligros, esquivando constantemente submarinos aliados, y cruceros auxiliares que los buscaban, los cargueros fueron arribando a la zona marítima conocida como Andalucia, donde se reunieron y descansaron brevemente protegidos por el crucero Auxiliar Marqués de Comillas y dos U-boot. Desde allí partieron el 9 de noviembre para tratar de regresar a Alemania.
En Norkfolk el alto mando aliado aunque ignoraba la posición de los mercantes era consciente de su próximo intento, por lo que puso en alerta a todas las fuerzas navales del Atlántico, desplegando numerosas escuadras de caza y numerosos submarinos tanto en las cercanías de Canarias como en las costas del estrecho de Gibraltar y el mar del norte, lugares por los que previsiblemente pudiesen pasar las naves cargadas de valioso caucho. Sin embargo interceptar a los mercantes fue imposible al navegar alejados de las rutas comerciales en el vasto océano. No siendo hasta el 3 de diciembre cuando tuvieron noticias de que estas naves habían superado ya Cabo Verde navegando hacia el norte.
De inmediato varias escuadras se lanzaron en pos del convoy, sin embargo una vez más fueron engañados, pues este en lugar de dirigirse a las cercanas Canarias navegaron al norte rumbo a Ferrol, desde donde se dirigirían en fechas posteriores a Alemania. Por ello la escuadra que finalmente lograría interceptarles sería la formada por los cruceros norteamericanos Wichita, Cincinnati, y Savannah ignorantes de que una poderosa escuadra formada por el portaaviones Graf Zeppelin, el Admiral Scheer, el Prinz Eugen y 5 destructores se dirigía a su encuentro para escoltar al convoy.
El 18 de diciembre los mercantes y sus escoltas se encontraron a 1.100 millas al sureste de Brest, dirigiéndose de inmediato hacia el Ferrol. Mientras 300 millas al noreste la escuadra de cruceros al mando del comodoro Norton se dirigía hacia el oeste ignorante del peligro que les acechaba. Sería esa mañana a las 09:24, cuando dos cazas del GZ que volaban en una misión de patrulla divisaron un hidro de exploración americano que fue rápidamente derribado para impedir que diese la alarma.
Advertido el almirante Krancke de la presencia de buques enemigos en las cercanías, envió 12 patrullas de exploración cubriendo un amplio arco hacia el norte, mientras ponía en alerta a todas sus fuerzas. No tardaron los aviones de exploración en localizar a los tres cruceros en 39º 15´N 16º 51´O, enviando inmediatamente a sus aviones para atacarlo. A bordo de los cruceros los radares habían captado a los aviones de exploración, por lo que Norton, tras comprender que se debía a la presencia de un portaaviones en las cercanías había ordenado la huida. Sin embargo cuando poco después de las 11:20, las pantallas de los radares revelaron una formación de 40 aviones dirigiéndose hacia ellos, comprendió que la escuadra estaba pérdida. Tomando una dura decisión ordeno a sus naves que rompiesen la formación y tratasen de huir a máxima velocidad mientras él atraía el fuego enemigo a bordo del Wichita.
Poco después a bordo del crucero pesado observaban la llegada de numerosos aviones, que pronto se separaron en dos grupos para continuar la aproximación, uno de ellos compuesto de 18 Ju-87 volando a 4.500mts preparados para lanzarse en un ataque en picado, mientras 10 Fi-167 descendían a 500mts para lanzar un ataque de torpedos. Pronto estos aviones se lanzaron sobre el buque atravesando el feroz fuego antiaéreo, obligando al crucero a maniobrar bruscamente entre las feroces explosiones de las bombas de 500kg cargadas por los Stuka que no tardarían en lograr los primeros impactos causando graves daños, que redujeron las capacidades del buque causando un gran incendio. Afortunadamente las violentas maniobras sirvieron para evitar a todos los torpedos a excepción de uno que alcanzo al crucero en la popa bajo las torres de artillería. A bordo del crucero mientras veían como los aviones alemanes se alejaban respiraron convencidos de que la destrucción del crucero había sido aplazada.
Tras dos horas de combate contra el fuego a bordo del Wichita habían logrado extinguirlo, siempre temerosos a la llegada de la segunda oleada de aviones que acabase con ellos, sin embargo esta no se había producido al enviar los alemanes a sus aviones en busca del tercer crucero. Norton, que había sido herido en el brazo por un trozo de metralla, observo la llegada de 2 cruceros pesados alemanes a las 14:28, siendo uno de ellos, uno de los temidos acorazados de bolsillo, por lo que al carecer de su artillería principal destruida por los ataques aéreos, ordeno el abandono del buque y la detonación de las cargas para evitar su captura. Poco después 709 hombres serían capturados por los alemanes, a los que se sumarían otros 307 del desafortunado Cincinnati.
Mientras el grueso de los aviones atacaba al Wichita, un segundo grupo de ataque se había dirigido hacia el crucero Cincinnati guiado por 2 de los Me-109T, y realizando una táctica similar, los 6 Ju-87, 4 Fi-167 y 8 Me-109T atacaron el crucero, logrando alcanzarlo con 3 torpedos que acabarían con él, del que tan solo podrían rescatarse con vida 311 hombres.
Tras la destrucción de la escuadra de cruceros de la que tan solo el Savannah lograría salvarse, el convoy de suministros lograría llegar a Ferrol el día 31 de diciembre sin más sobresaltos que el intento de un submarino norteamericano por torpedearlos en las cercanías de las aguas gallegas. Sin embargo este intento fue abortado por los 4 destructores de escolta alemanes y por la pronta aparición de 6 destructores españoles que apoyados por varios aviones de reconocimiento acosaron al submarino durante horas, aunque este lograría huir con varios daños.
El almirante Wilcox no recordaba cuantas veces había solicitado que le asignasen algunos portaaviones. La necesidad de ellos era perentoria en el Atlántico ante la constante presencia de los corsarios germanos, y aunque desde Barbarroja sus grandes unidades no habían vuelto a internarse en mar abierto, el peligro que ejercían sobre las extensas líneas de suministros era patente. Para empeorar la situación, los alemanes habían cambiado sus sistemas de cifrado tras la invasión de Gran Bretaña, cuando capturaron Bletchley Park y descubrieron a pesar del intento de destruir los archivos británicos, cuan cerca estaban de romper su código. Por ello ahora los alemanes empleaban además de las maquinas, cifrados previos que dificultaban enormemente la labor de descifrado. Debido a esto los U-boot estaban actuando con una cuasi total impunidad, y las victimas a lo largo de la costa norteamericana no cesaban de aumentar pese a algunos éxitos defensivos.
Esta actividad submarina obligaba a la US Navy a desplegar sus destructores en una zona demasiado extensa, y pese a las nuevas incorporaciones, la inferioridad de medios era patente, y la efectividad se resentía en consonancia, tanto en la lucha antisubmarina como en los intentos de impedir la llegada de suministros a Europa. Sin embargo poco a poco fueron acumulando experiencia, ayudados en gran medida por los veteranos marineros ingleses, y lograron sus primeros éxitos acabando con 2 corsarios alemanes en la segunda mitad de 1942.
Sería precisamente en octubre cuando el servicio de inteligencia de la US Navy intercepto una comunicación de la Armada Imperial japonesa, que indicaba que habían partido desde Japón de 6 motonaves con destino a Alemania. En este caso y tras la reciente derrota de la armada imperial en Guadalcanal parecía que tratarían de llegar a la costa Alemana a través del Atlántico. Tras una larga travesía individual en la que sortearon numerosos peligros, esquivando constantemente submarinos aliados, y cruceros auxiliares que los buscaban, los cargueros fueron arribando a la zona marítima conocida como Andalucia, donde se reunieron y descansaron brevemente protegidos por el crucero Auxiliar Marqués de Comillas y dos U-boot. Desde allí partieron el 9 de noviembre para tratar de regresar a Alemania.
En Norkfolk el alto mando aliado aunque ignoraba la posición de los mercantes era consciente de su próximo intento, por lo que puso en alerta a todas las fuerzas navales del Atlántico, desplegando numerosas escuadras de caza y numerosos submarinos tanto en las cercanías de Canarias como en las costas del estrecho de Gibraltar y el mar del norte, lugares por los que previsiblemente pudiesen pasar las naves cargadas de valioso caucho. Sin embargo interceptar a los mercantes fue imposible al navegar alejados de las rutas comerciales en el vasto océano. No siendo hasta el 3 de diciembre cuando tuvieron noticias de que estas naves habían superado ya Cabo Verde navegando hacia el norte.
De inmediato varias escuadras se lanzaron en pos del convoy, sin embargo una vez más fueron engañados, pues este en lugar de dirigirse a las cercanas Canarias navegaron al norte rumbo a Ferrol, desde donde se dirigirían en fechas posteriores a Alemania. Por ello la escuadra que finalmente lograría interceptarles sería la formada por los cruceros norteamericanos Wichita, Cincinnati, y Savannah ignorantes de que una poderosa escuadra formada por el portaaviones Graf Zeppelin, el Admiral Scheer, el Prinz Eugen y 5 destructores se dirigía a su encuentro para escoltar al convoy.
El 18 de diciembre los mercantes y sus escoltas se encontraron a 1.100 millas al sureste de Brest, dirigiéndose de inmediato hacia el Ferrol. Mientras 300 millas al noreste la escuadra de cruceros al mando del comodoro Norton se dirigía hacia el oeste ignorante del peligro que les acechaba. Sería esa mañana a las 09:24, cuando dos cazas del GZ que volaban en una misión de patrulla divisaron un hidro de exploración americano que fue rápidamente derribado para impedir que diese la alarma.
Advertido el almirante Krancke de la presencia de buques enemigos en las cercanías, envió 12 patrullas de exploración cubriendo un amplio arco hacia el norte, mientras ponía en alerta a todas sus fuerzas. No tardaron los aviones de exploración en localizar a los tres cruceros en 39º 15´N 16º 51´O, enviando inmediatamente a sus aviones para atacarlo. A bordo de los cruceros los radares habían captado a los aviones de exploración, por lo que Norton, tras comprender que se debía a la presencia de un portaaviones en las cercanías había ordenado la huida. Sin embargo cuando poco después de las 11:20, las pantallas de los radares revelaron una formación de 40 aviones dirigiéndose hacia ellos, comprendió que la escuadra estaba pérdida. Tomando una dura decisión ordeno a sus naves que rompiesen la formación y tratasen de huir a máxima velocidad mientras él atraía el fuego enemigo a bordo del Wichita.
Poco después a bordo del crucero pesado observaban la llegada de numerosos aviones, que pronto se separaron en dos grupos para continuar la aproximación, uno de ellos compuesto de 18 Ju-87 volando a 4.500mts preparados para lanzarse en un ataque en picado, mientras 10 Fi-167 descendían a 500mts para lanzar un ataque de torpedos. Pronto estos aviones se lanzaron sobre el buque atravesando el feroz fuego antiaéreo, obligando al crucero a maniobrar bruscamente entre las feroces explosiones de las bombas de 500kg cargadas por los Stuka que no tardarían en lograr los primeros impactos causando graves daños, que redujeron las capacidades del buque causando un gran incendio. Afortunadamente las violentas maniobras sirvieron para evitar a todos los torpedos a excepción de uno que alcanzo al crucero en la popa bajo las torres de artillería. A bordo del crucero mientras veían como los aviones alemanes se alejaban respiraron convencidos de que la destrucción del crucero había sido aplazada.
Tras dos horas de combate contra el fuego a bordo del Wichita habían logrado extinguirlo, siempre temerosos a la llegada de la segunda oleada de aviones que acabase con ellos, sin embargo esta no se había producido al enviar los alemanes a sus aviones en busca del tercer crucero. Norton, que había sido herido en el brazo por un trozo de metralla, observo la llegada de 2 cruceros pesados alemanes a las 14:28, siendo uno de ellos, uno de los temidos acorazados de bolsillo, por lo que al carecer de su artillería principal destruida por los ataques aéreos, ordeno el abandono del buque y la detonación de las cargas para evitar su captura. Poco después 709 hombres serían capturados por los alemanes, a los que se sumarían otros 307 del desafortunado Cincinnati.
Mientras el grueso de los aviones atacaba al Wichita, un segundo grupo de ataque se había dirigido hacia el crucero Cincinnati guiado por 2 de los Me-109T, y realizando una táctica similar, los 6 Ju-87, 4 Fi-167 y 8 Me-109T atacaron el crucero, logrando alcanzarlo con 3 torpedos que acabarían con él, del que tan solo podrían rescatarse con vida 311 hombres.
Tras la destrucción de la escuadra de cruceros de la que tan solo el Savannah lograría salvarse, el convoy de suministros lograría llegar a Ferrol el día 31 de diciembre sin más sobresaltos que el intento de un submarino norteamericano por torpedearlos en las cercanías de las aguas gallegas. Sin embargo este intento fue abortado por los 4 destructores de escolta alemanes y por la pronta aparición de 6 destructores españoles que apoyados por varios aviones de reconocimiento acosaron al submarino durante horas, aunque este lograría huir con varios daños.
A todo hombre tarde o temprano le llega la muerte ¿Y cómo puede morir mejor un hombre que afrontando temibles opciones, defendiendo las cenizas de sus padres y los templos de sus dioses?" T. M.
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EL ÍNDICO I
Tras las operaciones del EJE en el norte de África y el Oriente Medio, las rutas orientales se habían abierto de nuevo para los burladores del bloqueo germano italianos, que durante los primeros meses del 42 vieron como numerosas motonaves cargadas del precioso caucho y de otros valiosos materiales llegaban a sus puertos desde Japón y sus colonias, mientras, otras tantas embarcaciones partían cargadas de petróleo, armas, municiones y productos manufacturados. Este intercambio no paso desapercibido para el alto mando aliado que pronto empezó a planear la forma de combatir e impedir este tráfico mercante, que incluía numerosas embarcaciones capturadas por los corsarios germanos. Sin embargo las primeras acciones fueron decepcionantes, pues los primeros intentos de lograr rehacer sus líneas navales e imponer la superioridad de sus flotas fueron infructuosos, ante la gran cantidad de costas y puertos a vigilar.
El almirante Cunnigham tomo el mando de la Flota del Índico basada en Kilindini en septiembre de 1942, bajo su mando directo formarían los portaaviones Furious, y Archer, los acorazados Howe y Leopard, cruceros Southampton, Cairo, Hermione, Cardiff, y 17 destructores, así como una escuadra norteamericana formada por el portaviones de escolta Long Island, el acorazado Washington, los cruceros Tuscaloosa, Quincy, y Brooklyn, y 6 destructores. Además 20 submarinos operarían desde la propia base de Kilindini. Sin duda una poderosa flota para impedir a los acorazados italianos el acceso al Índico, más poderosa si cabe al contar con sendas escuadras de cruceros en Sudáfrica, y la India bajo su mando directo, y que serían las encargadas de las escoltas y la guerra contra el corso. Estas flotas, junto a la Fuerza S emplazada en Sudáfrica, y una escuadra de cruceros en la India, debían encargarse de combatir a los corsarios alemanes allí en donde los encontrasen. Sería precisamente el crucero Hobart, perteneciente a la Fuerza de cruceros R basada en la India, la que localizaría al crucero auxiliar Orion en octubre, hundiéndolo tras un corto pero duro cañoneo.
En Mogadiscio una escuadra italiana compuesta por los acorazados Andrea Doria y el acorazado ex francés Lorraine actuaban como baterías flotantes, mientras 2 cruceros pesados clase Zara y 24 destructores protegían el tráfico mercante a lo largo del mar rojo y las costas de las colonias italianas, apoyados por numerosas lanchas MAS. Mientras, en Alejandría aguardaba una escuadra compuesta por el Roma, el Caio Duilio, 6 cruceros, y 14 destructores, preparada para hacerse a la mar en caso necesario.
Sería precisamente esta escuadra la protagonista de la conocida como la segunda batalla de los suministros.
Tras las operaciones del EJE en el norte de África y el Oriente Medio, las rutas orientales se habían abierto de nuevo para los burladores del bloqueo germano italianos, que durante los primeros meses del 42 vieron como numerosas motonaves cargadas del precioso caucho y de otros valiosos materiales llegaban a sus puertos desde Japón y sus colonias, mientras, otras tantas embarcaciones partían cargadas de petróleo, armas, municiones y productos manufacturados. Este intercambio no paso desapercibido para el alto mando aliado que pronto empezó a planear la forma de combatir e impedir este tráfico mercante, que incluía numerosas embarcaciones capturadas por los corsarios germanos. Sin embargo las primeras acciones fueron decepcionantes, pues los primeros intentos de lograr rehacer sus líneas navales e imponer la superioridad de sus flotas fueron infructuosos, ante la gran cantidad de costas y puertos a vigilar.
El almirante Cunnigham tomo el mando de la Flota del Índico basada en Kilindini en septiembre de 1942, bajo su mando directo formarían los portaaviones Furious, y Archer, los acorazados Howe y Leopard, cruceros Southampton, Cairo, Hermione, Cardiff, y 17 destructores, así como una escuadra norteamericana formada por el portaviones de escolta Long Island, el acorazado Washington, los cruceros Tuscaloosa, Quincy, y Brooklyn, y 6 destructores. Además 20 submarinos operarían desde la propia base de Kilindini. Sin duda una poderosa flota para impedir a los acorazados italianos el acceso al Índico, más poderosa si cabe al contar con sendas escuadras de cruceros en Sudáfrica, y la India bajo su mando directo, y que serían las encargadas de las escoltas y la guerra contra el corso. Estas flotas, junto a la Fuerza S emplazada en Sudáfrica, y una escuadra de cruceros en la India, debían encargarse de combatir a los corsarios alemanes allí en donde los encontrasen. Sería precisamente el crucero Hobart, perteneciente a la Fuerza de cruceros R basada en la India, la que localizaría al crucero auxiliar Orion en octubre, hundiéndolo tras un corto pero duro cañoneo.
En Mogadiscio una escuadra italiana compuesta por los acorazados Andrea Doria y el acorazado ex francés Lorraine actuaban como baterías flotantes, mientras 2 cruceros pesados clase Zara y 24 destructores protegían el tráfico mercante a lo largo del mar rojo y las costas de las colonias italianas, apoyados por numerosas lanchas MAS. Mientras, en Alejandría aguardaba una escuadra compuesta por el Roma, el Caio Duilio, 6 cruceros, y 14 destructores, preparada para hacerse a la mar en caso necesario.
Sería precisamente esta escuadra la protagonista de la conocida como la segunda batalla de los suministros.
A todo hombre tarde o temprano le llega la muerte ¿Y cómo puede morir mejor un hombre que afrontando temibles opciones, defendiendo las cenizas de sus padres y los templos de sus dioses?" T. M.
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II BATALLA DE LOS SUMINISTROS
Tras unos meses de mucha incertidumbre provocados por la entrada de Japón en la segunda guerra mundial y la larga cadena de victorias lograda por las fuerzas imperiales, la situación en el pacifico por fin estaba revertiendo las tornas. Clarificándose así las posiciones aliadas en el resto de frentes. Ahora con la amenaza de una pronta invasión nipona de la India, o las islas del Indico cada vez más lejanas, los aliados por fin podían concentrarse en acabar con las posiciones italianas en el África Oriental, y sobre todo con el canal de suministros para el EJE que suponía su posesión del Canal de Suez y el control ejercido sobre el Mar Rojo y sus cercanías.
En la propia África Oriental, eran las fuerzas aéreas aliadas las que empezaban a imponer su control de los cielos ayudados por su número, y aunque en tierra habían sufrido un serio revés ante el ataque de una fuerza panzer a las bisoñas tropas norteamericanas, ya empezaban a recuperarse de las pérdidas sufridas. Era por lo tanto tiempo de llevar la guerra al territorio del EJE, siendo el primer paso necesario el destruir su sistema de intercambio de suministros con Japón.
Para ello a principios de diciembre fuerzas británicas aseguraron la isla de Socotora y el Aden, permitiendo a los Seebes norteamericanos desplegarse para construir nuevos aeródromos y puertos desde los que vigilar de mucho más cerca la entrada del Mar Rojo, labor que hasta ese momento había resultado impracticable por la acción de los aviones del EJE. Sin embargo la aun antes de que estas nuevas instalaciones estuviesen concluidas tendría lugar una importante batalla en las cercanías de Socotora.
El 16 de enero de 1943, un convoy de 8 motonaves procedente de Japón estaba dirigiéndose al Mar Rojo para tratar de llegar a Europa, escoltado por un crucero auxiliar italiano, cuando la flota italiana compuesta por el Roma y el Caio Duilio partió a su encuentro, reuniéndose sin trabas al noreste de Socotora. De inmediato la flota se dirigió al mar Rojo con la intención de ganarlo, mientras la Reggia Aeronautica bombardeaba el puerto de Kilindi durante la noche con minas magnéticas y acústicas, con el fin de confinar temporalmente en ella a la flota aliada. Sin embargo Cunningham había partido varios días antes al mando de una escuadra compuesta por el Howe, 4 cruceros y sobre todo el portaaviones Furious, escoltando a su propio convoy de suministros con destino a Socotora donde descargaron importantes suministros antes de proseguir a El Aden.
El capitán de origen italiano Anthony D´Enrico patrullaba la costa de Somalia en su Grumman TB1C Avenger acompañado de otros 9 aparatos, supervivientes de no pocos combates con los Me-110Cgermanos empleados en patrullar aguas siempre peligrosas de la costa de Somalia. Unas aguas en las que por la cercanía de las bases del EJE, se habían perdido 5 submarinos en los 6 meses anteriores, resultando otros 3 dañados de diversa consideración. A pesar de ello los sumergibles aliados habían logrado varios éxitos, hundiendo un destructor, y 7 transportes de suministros dañando otros 4. Sin embargo las pérdidas sufridas por los submarinos aconsejaron destinarlos a otros cometidos, mientras los aviones torpederos ya fuese desde portaaviones o basados en tierra, realizaban el cometido de acosar el tráfico del EJE, logrando varios éxitos más, incluyendo el hundimiento de 3 burladores del bloqueo.
Ese día sería su día de suerte, ya que tras haber viajado en el Furious volaron hasta el nuevo aeródromo construido para ellos en Socotora, y tras familiarizarse minimamente con las instalaciones y la zona, partieron de nuevo para explorar los alrededores, donde no tardaron en localizar una escuadra italiana compuesta por un acorazado clase Andrea Doria, dos cruceros pesados clase Zara y al menos 8 destructores, que aunque no lo sabían formaban la escolta lejana de un convoy de suministros. El peligro de ser destruidos si trataban de entrar en el anillo protector de los destructores era muy elevado, pero eludir el combate no era una opción al tratarse de una oportunidad inmejorable de causar un gran daño al EJE. En los cielos no se divisaba ni un solo caza enemigo, por lo que sin preocuparse por la inexistente oposición aérea, descendieron para iniciar el ataque.
No tardaron los cañones antiaéreos de los buques en iniciar el fuego, cubriendo el cielo de explosiones que lanzaron metralla en todas direcciones. Pronto el primero de los aviones norteamericanos fue tocado, precipitándose al mar mientras el resto de aviones cerraban distancias. Poco después sería tocado el segundo de los aviones, desintegrándose en el aire ante el impacto directo de un proyectil de 75mm, sin embargo los aviones ya estaban a 1.000mts de las naves italianas, y lanzaron una salva de torpedos sobre estos antes de remontar sobrevolando a la escuadra enemiga, mientras los cañones de esta seguían cobrándose otras 3 víctimas. Al hacerlo el capitán D´Enrico no pudo dejar de fijarse en el domo de radar presente en varias de las naves italianas.
Bajo la superficie del mar los torpedos surcaron velozmente las aguas mientras los grandes buques maniobraban violentamente, sin embargo no lograrían esquivar todos los torpedos, recibiendo el Caio Duilio dos impactos que lo dañaron seriamente. Sin embargo la mayor pérdida sería el crucero Pola, que victima de otros dos torpedos se hundiría sin remedio tras 3 horas de agonía. Tras aterrizar de nuevo en Socotora, y mientras las sombras de la noche se alargaban ya impidiendo nuevas operaciones, D´Enrico informo de la presencia de la escuadra enemiga y la victoria lograda ese día. A 400 millas al sur de esa posición, Cunningham ordeno a su escuadra que virase de inmediato para volver al norte y tratar de interceptar a la flotilla italiana, para lo cual calculaba que podría interceptarlos a unas 150 millas de la costa somalí. Las horas pasaban angustiosamente mientras la distancia entre ambas flotas se reducía,
Al amanecer ambas flotas estaban separadas por tan solo 120 millas, sin embargo la escuadra italiana estaba más al este de lo calculado por Cunningham, por lo que los aviones de reconocimiento enviados por este no localizaron a la flota, aunque si mantuvieron varios combates con cazas alemanes, que le ocasionaron 3 perdidas. Sin embargo lo peor fue que estas patrullas aéreas enemigas le convencieron de que la escuadra italiana estaría en las cercanías, perdiendo su mejor oportunidad para acabar con ella.
Seria de nuevo los aviones de D´Enrico los que localizarían a la escuadra italiana, que ahora se había reunido al convoy y al Roma que formaba parte de su escolta, estando protegidos por 8 Me-110C que la sobrevolaban continuamente. No fue hasta este momento cuando los aliados comprendieron el porqué de la presencia de la escuadra italiana. En esta ocasión la suerte fue más adversa para los aviones aliados, pues enfrentados a los cazas alemanes perdieron 3 aviones a cambio de un Me-110 derribado y otro dañado, viéndose obligados los demás aviones a soltar sus torpedos para tener alguna posibilidad de enfrentarse a los germanos.
Un postrer intento ya durante la tarde por parte de los aviones del Furious, se saldo con un nuevo fracaso ante la cobertura aérea alemana, que ahora incluía cazas Fw-190 y Me-109, sin embargo en esta ocasión los aviones aliados constataron la falta del acorazado Caio Duilio.
Aunque no lo averiguarían hasta 6 días después, el viejo acorazado italiano había terminado por hundirse a media tarde, cuando tras fallarle las calderas perdió su sistema eléctrico y no pudo achicar el agua que lo inundaba. Afortunadamente su agotada tripulación, que había combatido contra los daños durante 21 horas pudo ser rescatada casi por completo, lamentándose tan solo la pérdida de 14 hombres en el propio torpedeamiento. Tras esta derrota la flota italiana de superficie dejo de internarse en el Índico, limitándose a patrullar las costas siempre bajo el paraguas de la RA.
Tras unos meses de mucha incertidumbre provocados por la entrada de Japón en la segunda guerra mundial y la larga cadena de victorias lograda por las fuerzas imperiales, la situación en el pacifico por fin estaba revertiendo las tornas. Clarificándose así las posiciones aliadas en el resto de frentes. Ahora con la amenaza de una pronta invasión nipona de la India, o las islas del Indico cada vez más lejanas, los aliados por fin podían concentrarse en acabar con las posiciones italianas en el África Oriental, y sobre todo con el canal de suministros para el EJE que suponía su posesión del Canal de Suez y el control ejercido sobre el Mar Rojo y sus cercanías.
En la propia África Oriental, eran las fuerzas aéreas aliadas las que empezaban a imponer su control de los cielos ayudados por su número, y aunque en tierra habían sufrido un serio revés ante el ataque de una fuerza panzer a las bisoñas tropas norteamericanas, ya empezaban a recuperarse de las pérdidas sufridas. Era por lo tanto tiempo de llevar la guerra al territorio del EJE, siendo el primer paso necesario el destruir su sistema de intercambio de suministros con Japón.
Para ello a principios de diciembre fuerzas británicas aseguraron la isla de Socotora y el Aden, permitiendo a los Seebes norteamericanos desplegarse para construir nuevos aeródromos y puertos desde los que vigilar de mucho más cerca la entrada del Mar Rojo, labor que hasta ese momento había resultado impracticable por la acción de los aviones del EJE. Sin embargo la aun antes de que estas nuevas instalaciones estuviesen concluidas tendría lugar una importante batalla en las cercanías de Socotora.
El 16 de enero de 1943, un convoy de 8 motonaves procedente de Japón estaba dirigiéndose al Mar Rojo para tratar de llegar a Europa, escoltado por un crucero auxiliar italiano, cuando la flota italiana compuesta por el Roma y el Caio Duilio partió a su encuentro, reuniéndose sin trabas al noreste de Socotora. De inmediato la flota se dirigió al mar Rojo con la intención de ganarlo, mientras la Reggia Aeronautica bombardeaba el puerto de Kilindi durante la noche con minas magnéticas y acústicas, con el fin de confinar temporalmente en ella a la flota aliada. Sin embargo Cunningham había partido varios días antes al mando de una escuadra compuesta por el Howe, 4 cruceros y sobre todo el portaaviones Furious, escoltando a su propio convoy de suministros con destino a Socotora donde descargaron importantes suministros antes de proseguir a El Aden.
El capitán de origen italiano Anthony D´Enrico patrullaba la costa de Somalia en su Grumman TB1C Avenger acompañado de otros 9 aparatos, supervivientes de no pocos combates con los Me-110Cgermanos empleados en patrullar aguas siempre peligrosas de la costa de Somalia. Unas aguas en las que por la cercanía de las bases del EJE, se habían perdido 5 submarinos en los 6 meses anteriores, resultando otros 3 dañados de diversa consideración. A pesar de ello los sumergibles aliados habían logrado varios éxitos, hundiendo un destructor, y 7 transportes de suministros dañando otros 4. Sin embargo las pérdidas sufridas por los submarinos aconsejaron destinarlos a otros cometidos, mientras los aviones torpederos ya fuese desde portaaviones o basados en tierra, realizaban el cometido de acosar el tráfico del EJE, logrando varios éxitos más, incluyendo el hundimiento de 3 burladores del bloqueo.
Ese día sería su día de suerte, ya que tras haber viajado en el Furious volaron hasta el nuevo aeródromo construido para ellos en Socotora, y tras familiarizarse minimamente con las instalaciones y la zona, partieron de nuevo para explorar los alrededores, donde no tardaron en localizar una escuadra italiana compuesta por un acorazado clase Andrea Doria, dos cruceros pesados clase Zara y al menos 8 destructores, que aunque no lo sabían formaban la escolta lejana de un convoy de suministros. El peligro de ser destruidos si trataban de entrar en el anillo protector de los destructores era muy elevado, pero eludir el combate no era una opción al tratarse de una oportunidad inmejorable de causar un gran daño al EJE. En los cielos no se divisaba ni un solo caza enemigo, por lo que sin preocuparse por la inexistente oposición aérea, descendieron para iniciar el ataque.
No tardaron los cañones antiaéreos de los buques en iniciar el fuego, cubriendo el cielo de explosiones que lanzaron metralla en todas direcciones. Pronto el primero de los aviones norteamericanos fue tocado, precipitándose al mar mientras el resto de aviones cerraban distancias. Poco después sería tocado el segundo de los aviones, desintegrándose en el aire ante el impacto directo de un proyectil de 75mm, sin embargo los aviones ya estaban a 1.000mts de las naves italianas, y lanzaron una salva de torpedos sobre estos antes de remontar sobrevolando a la escuadra enemiga, mientras los cañones de esta seguían cobrándose otras 3 víctimas. Al hacerlo el capitán D´Enrico no pudo dejar de fijarse en el domo de radar presente en varias de las naves italianas.
Bajo la superficie del mar los torpedos surcaron velozmente las aguas mientras los grandes buques maniobraban violentamente, sin embargo no lograrían esquivar todos los torpedos, recibiendo el Caio Duilio dos impactos que lo dañaron seriamente. Sin embargo la mayor pérdida sería el crucero Pola, que victima de otros dos torpedos se hundiría sin remedio tras 3 horas de agonía. Tras aterrizar de nuevo en Socotora, y mientras las sombras de la noche se alargaban ya impidiendo nuevas operaciones, D´Enrico informo de la presencia de la escuadra enemiga y la victoria lograda ese día. A 400 millas al sur de esa posición, Cunningham ordeno a su escuadra que virase de inmediato para volver al norte y tratar de interceptar a la flotilla italiana, para lo cual calculaba que podría interceptarlos a unas 150 millas de la costa somalí. Las horas pasaban angustiosamente mientras la distancia entre ambas flotas se reducía,
Al amanecer ambas flotas estaban separadas por tan solo 120 millas, sin embargo la escuadra italiana estaba más al este de lo calculado por Cunningham, por lo que los aviones de reconocimiento enviados por este no localizaron a la flota, aunque si mantuvieron varios combates con cazas alemanes, que le ocasionaron 3 perdidas. Sin embargo lo peor fue que estas patrullas aéreas enemigas le convencieron de que la escuadra italiana estaría en las cercanías, perdiendo su mejor oportunidad para acabar con ella.
Seria de nuevo los aviones de D´Enrico los que localizarían a la escuadra italiana, que ahora se había reunido al convoy y al Roma que formaba parte de su escolta, estando protegidos por 8 Me-110C que la sobrevolaban continuamente. No fue hasta este momento cuando los aliados comprendieron el porqué de la presencia de la escuadra italiana. En esta ocasión la suerte fue más adversa para los aviones aliados, pues enfrentados a los cazas alemanes perdieron 3 aviones a cambio de un Me-110 derribado y otro dañado, viéndose obligados los demás aviones a soltar sus torpedos para tener alguna posibilidad de enfrentarse a los germanos.
Un postrer intento ya durante la tarde por parte de los aviones del Furious, se saldo con un nuevo fracaso ante la cobertura aérea alemana, que ahora incluía cazas Fw-190 y Me-109, sin embargo en esta ocasión los aviones aliados constataron la falta del acorazado Caio Duilio.
Aunque no lo averiguarían hasta 6 días después, el viejo acorazado italiano había terminado por hundirse a media tarde, cuando tras fallarle las calderas perdió su sistema eléctrico y no pudo achicar el agua que lo inundaba. Afortunadamente su agotada tripulación, que había combatido contra los daños durante 21 horas pudo ser rescatada casi por completo, lamentándose tan solo la pérdida de 14 hombres en el propio torpedeamiento. Tras esta derrota la flota italiana de superficie dejo de internarse en el Índico, limitándose a patrullar las costas siempre bajo el paraguas de la RA.
A todo hombre tarde o temprano le llega la muerte ¿Y cómo puede morir mejor un hombre que afrontando temibles opciones, defendiendo las cenizas de sus padres y los templos de sus dioses?" T. M.
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Gaspacher
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Creo que por hoy ya hay bastante e incluso demasiado.
Con esto acabo también los post correspondientes a la guerra naval en el 42, mañana si me acuerdo y me apetece…posteare los correspondientes a la primera fase de Guadalcanal.
PD acostumbro a buscar alguna foto que ilustre y anime los post, pero ni de eso tengo ganas
Con esto acabo también los post correspondientes a la guerra naval en el 42, mañana si me acuerdo y me apetece…posteare los correspondientes a la primera fase de Guadalcanal.
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Luis M. García
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