Españoles en el Ejército Libertador
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- Cabo Primero
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Españoles en el Ejército Libertador
Me parece interesante tratar este tema ya que se habla mucho de la guerra hispano cubana, de si estaba por ganar tal o cual y tratando este tema no adentramos en las relaciones político - militares entre la metrópolis y la colonia.
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En el fondo "Archivo de la Comisión Revisora y Liquidadora de los Haberes del Ejército Libertador (1902-1903)", aparecen los expedientes de 542 canarios que participaron en la guerra cubana, que fueron legitimados como combatientes del Ejército Libertador y que constituyen alrededor del 70% de los españoles que combatieron en sus filas.
Aunque en su gran mayoría fueron soldados, cuatro según varios historiadores y seis según otros, llegaron a obtener el grado de General; uno de ellos, el tinerfeño Manuel Suárez Delgado, combatiente desde la Guerra de los Diez Años, alcanzó el grado de Mayor General, con el que fue licenciado.
También conquistaron las estrellas de general, el grancanario Jacinto Hernández Valle, Mateo Vega Alemán, y Julián Santana.
Aunque en su gran mayoría fueron soldados, cuatro según varios historiadores y seis según otros, llegaron a obtener el grado de General; uno de ellos, el tinerfeño Manuel Suárez Delgado, combatiente desde la Guerra de los Diez Años, alcanzó el grado de Mayor General, con el que fue licenciado.
También conquistaron las estrellas de general, el grancanario Jacinto Hernández Valle, Mateo Vega Alemán, y Julián Santana.
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El general Manuel Suárez Delgado se hizo muy célebre, alcanzado el grado de mayor general comandando a la compañía “Rifleros de la libertad”,. Integró las fuerzas del Mayor General Ignacio Agramonte y peleó en las batallas de La Sacra, Palo Seco y Las Guásimas, entre otras muchas.
Este general nació en Tenerife. Algunos historiadores dan como fecha de nacimiento el año 1840 y otros el de 1844. Y murió en la provincia cubana de Camagüey a los 77 años.
Este general nació en Tenerife. Algunos historiadores dan como fecha de nacimiento el año 1840 y otros el de 1844. Y murió en la provincia cubana de Camagüey a los 77 años.
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Saludos bentexui, gracias por participar en el tema. No fué por gusto que la inmensa mayoría de los españoles (llamemosle así, aunque me disculpo por el término) que se incorporaron al ejercito libertador cubano, fuesen canarios y es que lo canarios que fueron en esa época a Cuba, fueron como peones y casi esclavos de los peninsulares, ellos desarrollaron la forma moderna y actual del cultivo del tabaco en Cuba.
Los canarios fueron tan explotados como los propios cubanos en Cuba lo que demuestra lo que eran los canarios para los peninsulares. Muchos como Secundino Delgado formaron su espiritu independentista en Cuba.
Los canarios fueron tan explotados como los propios cubanos en Cuba lo que demuestra lo que eran los canarios para los peninsulares. Muchos como Secundino Delgado formaron su espiritu independentista en Cuba.
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LA FIGURA de Secundino Delgado en el proceso de emancipación de la nación canaria no ha sido, incomprensiblemente, valorada en su justa medida. Patriota intuitivo, personaje ejemplar en su forma de actuar, revolucionario y humanista, especialmente preocupado de los habitantes más desfavorecidos de su amada Patria Canaria, para él representada principalmente por el símbolo del Teide. Patria que añoraba desde El Caribe y otros lugares de América; pues emigró a Cuba a la temprana edad de catorce años, en la década de los ochenta del siglo XIX.
Este intelectual se convirtió en el primero en emprender la lucha para la liberación de Canarias, y por consiguiente es el precursor, el padre de la Patria Canaria. Aunque inicialmente defendió una amplia autonomía para nuestras Islas, pronto demostró que en realidad lo que perseguía era la plena independencia del Archipiélago canario, como queda demostrado en su poemario, con versos como los siguientes:
"Si el sol que primero vi
fue el de mi Patria, en Nivaria,
¿Qué quiere España de mí?
Yo olvidar donde nací,
por la madrastra arbitraria?
...
¿Quién, que en las Afortunadas,
por su fortuna naciera,
viéndolas pobres, diezmadas,
su libertad no quisiera?".
Y refiriéndose a nuestros antepasados guanches expresa:
"Y siendo tú Patria mía,
de aquellos bravos la madre,
¿Son tus hijos los del día?
Siendo esclava todavía,
¿No hay quien tu yugo taladre?
...
¿Es que la sangre de aquellos
en los de estos se extinguió
y el amor a ti con ellos?
¿No volverán nuevos destellos?
¿La dignidad se perdió?".
Estos versos de Secundino Delgado, escritos desde la lejanía, confirman no sólo el amor que le profesa a nuestras Islas y a sus primitivos habitantes, sino que son el fiel reflejo de su propia personalidad e inquietud, pues muy pronto regresó y pasó a la acción implicándose directamente en la lucha de liberación de Canarias. Motivo por el cual fue encarcelado en Madrid, tras la persecución del ministro de la Guerra, Valeriano Weyler, y cuya libertad se produciría gracias a la enardecida intervención del patriota e ilustre Nicolás Estévanez, quien con anterioridad había ocupado la cartera de ese mismo ministerio.
Secundino Delgado, una vez en libertad, y con su salud muy afectada debido al trato recibido durante su encarcelamiento, tuvo que emigrar nuevamente, pero siguió en la lucha hasta su muerte y constituyó las bases para la posteridad, aunque sin dejar de intentarlo, como lo había hecho ya con la creación del Partido Popular de Canarias, o a través de la revista "El Guanche", en Venezuela, conjuntamente con el palmero José Guerra Zerpa. Una vez de vuelta en Venezuela Secundino Delgado, el Gobierno de ese país lo expulsó ante las presiones del reino de España. Al final, en 1912, murió en Tenerife a la edad de 40 años, según acta de defunción, pero es posible que tuviera 44.
Parte de un artículo publicado en "El Día.es" el 14 de febrero de 2010
Este intelectual se convirtió en el primero en emprender la lucha para la liberación de Canarias, y por consiguiente es el precursor, el padre de la Patria Canaria. Aunque inicialmente defendió una amplia autonomía para nuestras Islas, pronto demostró que en realidad lo que perseguía era la plena independencia del Archipiélago canario, como queda demostrado en su poemario, con versos como los siguientes:
"Si el sol que primero vi
fue el de mi Patria, en Nivaria,
¿Qué quiere España de mí?
Yo olvidar donde nací,
por la madrastra arbitraria?
...
¿Quién, que en las Afortunadas,
por su fortuna naciera,
viéndolas pobres, diezmadas,
su libertad no quisiera?".
Y refiriéndose a nuestros antepasados guanches expresa:
"Y siendo tú Patria mía,
de aquellos bravos la madre,
¿Son tus hijos los del día?
Siendo esclava todavía,
¿No hay quien tu yugo taladre?
...
¿Es que la sangre de aquellos
en los de estos se extinguió
y el amor a ti con ellos?
¿No volverán nuevos destellos?
¿La dignidad se perdió?".
Estos versos de Secundino Delgado, escritos desde la lejanía, confirman no sólo el amor que le profesa a nuestras Islas y a sus primitivos habitantes, sino que son el fiel reflejo de su propia personalidad e inquietud, pues muy pronto regresó y pasó a la acción implicándose directamente en la lucha de liberación de Canarias. Motivo por el cual fue encarcelado en Madrid, tras la persecución del ministro de la Guerra, Valeriano Weyler, y cuya libertad se produciría gracias a la enardecida intervención del patriota e ilustre Nicolás Estévanez, quien con anterioridad había ocupado la cartera de ese mismo ministerio.
Secundino Delgado, una vez en libertad, y con su salud muy afectada debido al trato recibido durante su encarcelamiento, tuvo que emigrar nuevamente, pero siguió en la lucha hasta su muerte y constituyó las bases para la posteridad, aunque sin dejar de intentarlo, como lo había hecho ya con la creación del Partido Popular de Canarias, o a través de la revista "El Guanche", en Venezuela, conjuntamente con el palmero José Guerra Zerpa. Una vez de vuelta en Venezuela Secundino Delgado, el Gobierno de ese país lo expulsó ante las presiones del reino de España. Al final, en 1912, murió en Tenerife a la edad de 40 años, según acta de defunción, pero es posible que tuviera 44.
Parte de un artículo publicado en "El Día.es" el 14 de febrero de 2010
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En la historia larga y gruesa por preservar en Cuba la integridad de la justicia y la libertad, el isleño tiene un papel fundador. Desde fechas inaugurales, el pequeño agricultor canario peleó contra las mandíbulas del latifundio ganadero o azucarero que pretendían desalojarlo para explayarse o arrebatarle el patrimonio del tabaco.
Ese insumiso apego a la tierra lo mantuvo protagonizando en casi todo el período colonial lo que don Fernando Ortiz denominó contrapunteo del tabaco y del azúcar. Peleó el isleño además contra la ley real, contra el monopolio peninsular que dañaba, recortaba, el empeño económico del reducto tabacalero. Y sangre veguera y cuellos vegueros jalonaron desde el siglo XVI el martirologio de la rebeldía. Las crónicas relatan minuciosamente el litigio de 1720 a 1723. En este último año, los vegueros del sur de La Habana acometieron uno de los primeros actos insurgentes contra el poder de la metrópoli. Doce fueron ahorcados en el camino de Jesús del Monte, poblado canario por fundación. El terror impulsó a muchos a migrar hacia otros sitios. Y las vegas tabacaleras comenzaron a proliferar en la Vuelta Abajo.
José Martí, que tantas síntesis de hombres y de cosas de Cuba elaboró, condecora el espíritu rebelde, justiciero, del canario con esta caracterización:
"No hay valla al valor del isleño, ni a su fidelidad, ni a su constancia, cuando siente en su misma persona, o en los que ama, maltratada la justicia (...)".
Líneas más abajo, el Apóstol puntualiza, ubica el espacio épico: "¿Quién que peleó en Cuba, dondequiera que pelease, no recuerda a un héroe isleño?"
Se refería Martí al concurso de los inmigrantes de las Islas Canarias en la Guerra de los Diez Años. Porque, junto con el criollo — negro y blanco —, el africano, el español comprometido con la libertad, el chino y combatientes de otras nacionalidades, el canario obedeció a voces y clarines del Ejército Mambí, en la revolución fraguada en el ingenio Demajagua. Carlos Manuel de Céspedes da un testimonio parcial, pero insuperable de la militancia canaria en la manigua. Escribió en su Diario los días 25 y 27 de agosto de 1872:
"... Encontramos a la familia del teniente coronel (Pancho) Vega y hubo una escena: la reunión de todos sus miembros sanos y salvos al cabo de 4 años de guerra y en presencia de su gobierno".
Dos jornadas más tarde, precisa:
"La familia de estos Vega es toda de Canarias que vinieron aquí a buscar fortuna y han abrazado nuestra causa".
Y el isleño repite su presencia en la contienda que, preparada por Martí desde Estados Unidos, se manifestó el 24 de febrero de 1895 y terminó con la oportunista y conquistadora intervención del ejército norteamericano en 1898. Los canarios volvieron a vestir los harapos y comieron de la mesa enclenque y ocasional del mambí. Y de todos los españoles caídos sirviendo a Cuba en las filas insurrectas, el 43,2 por ciento era de origen canario. Cifra que sugiere a simple vista cierta preponderancia de los isleños sobre los oriundos de otras regiones españolas. Y sugiere cuánto de hidalguía, de arrojo, de abnegación impulsaba al isleño en la manigua. La muerte no lo detenía en el empuje o la carga mambisa frente a los cuadros peninsulares de donde partía el plomo repetido de los máuseres o asomaban los cuchillos calados de los fusiles.
Tanto coraje llamó a las estrellas. Y entre los 27 mambises que en la contienda del 95 mandaron con el grado de mayor general había un canario: Manuel Suárez Delgado, nacido en Santa Cruz de Tenerife en 1840 (afirman también que en 1844) y fallecido en Camagüey 77 años más tarde.
La biografía del General Suárez yace sepultada. Su nombre se menciona en memorias o diarios de campaña. Pero aún no se han sistematizado y aclarado, que yo sepa, la vida y los hechos del General. El investigador José Quintas, de Ciego de Ávila, presentó los primeros hallazgos de su indagatoria y con ellos mereció el primer premio del coloquio historiográfico canario celebrado en 1984 con los auspicios de la Asociación Canaria Leonor Pérez.
Los apuntes de Quintas favorecen hilvanar una relación sumaria del General Suárez. De joven eligió la carrera militar. Sirvió un año en Marruecos. Durante la década de los 60, lo radicaron en Cuba. Aquí abandonó el uniforme. Y se ligó a los jóvenes contestatarios de la Acera del Louvre, sitio céntrico de La Habana donde confluían las aspiraciones e inconformidades políticas y sociales de la juventud radical y beligerante. Luego del 10 de octubre de 1868, Suárez emigró a Estados Unidos. Desde allí le resultará más accesible incorporarse a los seguidores de Céspedes. Y en 1869 regresó en la expedición del Perrit, al mando de Francisco Javier Cisneros y Tomás Jordán. Era El 11 de mayo. En el estero de Canalito, bahía de Nipe, costa norte oriental, los expedicionarios desembarcaron 2 340 fusiles Springfield y municiones. De acuerdo con los historiadores fue el mayor alijo insurrecto durante la Guerra de los Diez Años.
Suárez mandaba la compañía llamada Rifleros de la libertad. Establecido en la manigua integró las fuerzas del Mayor General Ignacio Agramonte. Entre otras, y con otros jefes, peleó en las batallas de La Sacra, Palo Seco, Las Guásimas, acciones que bastan para consagrar cualquier expediente patriótico.
Tras el Pacto pacificador de El Zanjón. El General Suárez puso hogar en Santa Clara. Participó en los secretos conspirativos de 1879, vinculado al abogado José Martí, entonces en pos de su historia. Fracaso. Nueva espera. Y el 16 de junio de 1895, de la ciudad se trasladó al campo de la guerra. Entre febrero y junio de 1896 fue jefe del Tercer Cuerpo del Ejército Libertador, en Camagüey. En ese cargo Suárez se aplanó en la pasividad.
"Ni dio combates ni realizó nada digno de mención", apuntó el General Loynaz del Castillo en sus memorias.
¿Por qué? Las causas siguen al parecer en la incógnita. Tal vez alguna injusticia contra sus méritos, una preterición, en fin, debilidades humanas que lo desilusionaron.
El Generalísimo Máximo Gómez lo destituyó en presencia del Ejército, luego de dirigirle violentos cargos que Suárez recibió con silenciosa resignación. Pero si no terminó brillantemente su faena militar, supo conservar la dignidad del patriota en medio de la adversidad y el bochorno. El propio Loynaz acotó:
"No por eso abandonó el campo de la Revolución, cuya suerte quiso hasta lo último compartir".
Otras estrellas distinguieron camisas canarias. General de división fue Matías Vega Alemán, nacido en Las Palmas en 1861 y fallecido en Santiago de Cuba en 1905. Y General de brigada, Julián Santana Santana. Nacido en Tenerife en 1830, murió en Las Tunas en 1931. Combatientes desde 1868, de ambos los datos son escasísimos.
Jacinto Hernández portó también las estrellas de brigadier. Fue uno de los generales veteranos de la guerra del 95 que más tiempo vivió en la República. En 1950 tenía 80 años. Entonces quedaban solo seis generales de los 140 que formaron el cuerpo de mando superior en la insurrección.
La biografía de Hernández es más conocida por causa de su longevidad. Además, fue un ciudadano destacado antes y después de la contienda. A los 12 años vino a Cuba. Precedía de Gran Canaria. Había nacido en 1863. Su padre lo aguardaba aquí. Se estableció en San Antonio de las Vegas, en el sur de La Habana. Cuando los jefes supremos del Ejército Libertador, Máximo Gómez y Antonio Maceo, invadieron esa comarca, el Generalísimo se entrevistó con Hernández, a la sazón alcalde del pueblo. Ambos acordaron que el canario se alzaría en armas. Cumplió. El 10 de febrero de 1896 se presentó en la manigua capitaneando a 400 hombres. Gómez lo promovió a comandante. Y al concluir la campaña lo ascendió a general de brigada. Don Jacinto operó en La Habana. En la paz fue el primer alcalde revolucionario de la villa de Güines. Concluido su mandato en los primeros años de la república intervenida, frustrada, por Estados Unidos, se retiró a su finca para cultivar caña de azúcar.
En mis indagaciones hallé también el nombre de José Fernández Mayato, coronel. Antes de alistarse en las filas mambisas, en Matanzas, participó en la extinción del incendio de la ferretería de Isasi, sita entonces en la esquina de Lamparilla y Mercaderes. El hecho se conserva con colores de luto en la memoria de La Habana. El fuego, que ennegreció el 17 de mayo de 1890, prendió dinamita almacenada en el establecimiento. Veintiocho bomberos perecieron. Y hoy se les venera, al igual que ayer, como mártires del altruismo, porque eran voluntarios vinculados a aquel suceso por sentimientos de generosidad y servicio público.
En 1920, el Coronel Fernández Mayato ocupó la jefatura del Cuerpo de Bomberos de la capital. Ganó el prestigio de trabajador honrado y eficiente.
Extraviados en los anales bélicos, o sin ser recogidos por estos, pueden rutilar en la opacidad del desconocimiento otras estrellas isleñas. La historia las despejará. Queden estas menciones como un acercamiento incompleto, como un acto de gratitud a los canarios que ante el apego a la madre patria injusta, prefirieron servir a la justicia en la patria de adopción.
Publicado en Cuba. Una identità in movimento con el título "Estrellas isleñas en el ejército mambí" por Luís Sexto
Ese insumiso apego a la tierra lo mantuvo protagonizando en casi todo el período colonial lo que don Fernando Ortiz denominó contrapunteo del tabaco y del azúcar. Peleó el isleño además contra la ley real, contra el monopolio peninsular que dañaba, recortaba, el empeño económico del reducto tabacalero. Y sangre veguera y cuellos vegueros jalonaron desde el siglo XVI el martirologio de la rebeldía. Las crónicas relatan minuciosamente el litigio de 1720 a 1723. En este último año, los vegueros del sur de La Habana acometieron uno de los primeros actos insurgentes contra el poder de la metrópoli. Doce fueron ahorcados en el camino de Jesús del Monte, poblado canario por fundación. El terror impulsó a muchos a migrar hacia otros sitios. Y las vegas tabacaleras comenzaron a proliferar en la Vuelta Abajo.
José Martí, que tantas síntesis de hombres y de cosas de Cuba elaboró, condecora el espíritu rebelde, justiciero, del canario con esta caracterización:
"No hay valla al valor del isleño, ni a su fidelidad, ni a su constancia, cuando siente en su misma persona, o en los que ama, maltratada la justicia (...)".
Líneas más abajo, el Apóstol puntualiza, ubica el espacio épico: "¿Quién que peleó en Cuba, dondequiera que pelease, no recuerda a un héroe isleño?"
Se refería Martí al concurso de los inmigrantes de las Islas Canarias en la Guerra de los Diez Años. Porque, junto con el criollo — negro y blanco —, el africano, el español comprometido con la libertad, el chino y combatientes de otras nacionalidades, el canario obedeció a voces y clarines del Ejército Mambí, en la revolución fraguada en el ingenio Demajagua. Carlos Manuel de Céspedes da un testimonio parcial, pero insuperable de la militancia canaria en la manigua. Escribió en su Diario los días 25 y 27 de agosto de 1872:
"... Encontramos a la familia del teniente coronel (Pancho) Vega y hubo una escena: la reunión de todos sus miembros sanos y salvos al cabo de 4 años de guerra y en presencia de su gobierno".
Dos jornadas más tarde, precisa:
"La familia de estos Vega es toda de Canarias que vinieron aquí a buscar fortuna y han abrazado nuestra causa".
Y el isleño repite su presencia en la contienda que, preparada por Martí desde Estados Unidos, se manifestó el 24 de febrero de 1895 y terminó con la oportunista y conquistadora intervención del ejército norteamericano en 1898. Los canarios volvieron a vestir los harapos y comieron de la mesa enclenque y ocasional del mambí. Y de todos los españoles caídos sirviendo a Cuba en las filas insurrectas, el 43,2 por ciento era de origen canario. Cifra que sugiere a simple vista cierta preponderancia de los isleños sobre los oriundos de otras regiones españolas. Y sugiere cuánto de hidalguía, de arrojo, de abnegación impulsaba al isleño en la manigua. La muerte no lo detenía en el empuje o la carga mambisa frente a los cuadros peninsulares de donde partía el plomo repetido de los máuseres o asomaban los cuchillos calados de los fusiles.
Tanto coraje llamó a las estrellas. Y entre los 27 mambises que en la contienda del 95 mandaron con el grado de mayor general había un canario: Manuel Suárez Delgado, nacido en Santa Cruz de Tenerife en 1840 (afirman también que en 1844) y fallecido en Camagüey 77 años más tarde.
La biografía del General Suárez yace sepultada. Su nombre se menciona en memorias o diarios de campaña. Pero aún no se han sistematizado y aclarado, que yo sepa, la vida y los hechos del General. El investigador José Quintas, de Ciego de Ávila, presentó los primeros hallazgos de su indagatoria y con ellos mereció el primer premio del coloquio historiográfico canario celebrado en 1984 con los auspicios de la Asociación Canaria Leonor Pérez.
Los apuntes de Quintas favorecen hilvanar una relación sumaria del General Suárez. De joven eligió la carrera militar. Sirvió un año en Marruecos. Durante la década de los 60, lo radicaron en Cuba. Aquí abandonó el uniforme. Y se ligó a los jóvenes contestatarios de la Acera del Louvre, sitio céntrico de La Habana donde confluían las aspiraciones e inconformidades políticas y sociales de la juventud radical y beligerante. Luego del 10 de octubre de 1868, Suárez emigró a Estados Unidos. Desde allí le resultará más accesible incorporarse a los seguidores de Céspedes. Y en 1869 regresó en la expedición del Perrit, al mando de Francisco Javier Cisneros y Tomás Jordán. Era El 11 de mayo. En el estero de Canalito, bahía de Nipe, costa norte oriental, los expedicionarios desembarcaron 2 340 fusiles Springfield y municiones. De acuerdo con los historiadores fue el mayor alijo insurrecto durante la Guerra de los Diez Años.
Suárez mandaba la compañía llamada Rifleros de la libertad. Establecido en la manigua integró las fuerzas del Mayor General Ignacio Agramonte. Entre otras, y con otros jefes, peleó en las batallas de La Sacra, Palo Seco, Las Guásimas, acciones que bastan para consagrar cualquier expediente patriótico.
Tras el Pacto pacificador de El Zanjón. El General Suárez puso hogar en Santa Clara. Participó en los secretos conspirativos de 1879, vinculado al abogado José Martí, entonces en pos de su historia. Fracaso. Nueva espera. Y el 16 de junio de 1895, de la ciudad se trasladó al campo de la guerra. Entre febrero y junio de 1896 fue jefe del Tercer Cuerpo del Ejército Libertador, en Camagüey. En ese cargo Suárez se aplanó en la pasividad.
"Ni dio combates ni realizó nada digno de mención", apuntó el General Loynaz del Castillo en sus memorias.
¿Por qué? Las causas siguen al parecer en la incógnita. Tal vez alguna injusticia contra sus méritos, una preterición, en fin, debilidades humanas que lo desilusionaron.
El Generalísimo Máximo Gómez lo destituyó en presencia del Ejército, luego de dirigirle violentos cargos que Suárez recibió con silenciosa resignación. Pero si no terminó brillantemente su faena militar, supo conservar la dignidad del patriota en medio de la adversidad y el bochorno. El propio Loynaz acotó:
"No por eso abandonó el campo de la Revolución, cuya suerte quiso hasta lo último compartir".
Otras estrellas distinguieron camisas canarias. General de división fue Matías Vega Alemán, nacido en Las Palmas en 1861 y fallecido en Santiago de Cuba en 1905. Y General de brigada, Julián Santana Santana. Nacido en Tenerife en 1830, murió en Las Tunas en 1931. Combatientes desde 1868, de ambos los datos son escasísimos.
Jacinto Hernández portó también las estrellas de brigadier. Fue uno de los generales veteranos de la guerra del 95 que más tiempo vivió en la República. En 1950 tenía 80 años. Entonces quedaban solo seis generales de los 140 que formaron el cuerpo de mando superior en la insurrección.
La biografía de Hernández es más conocida por causa de su longevidad. Además, fue un ciudadano destacado antes y después de la contienda. A los 12 años vino a Cuba. Precedía de Gran Canaria. Había nacido en 1863. Su padre lo aguardaba aquí. Se estableció en San Antonio de las Vegas, en el sur de La Habana. Cuando los jefes supremos del Ejército Libertador, Máximo Gómez y Antonio Maceo, invadieron esa comarca, el Generalísimo se entrevistó con Hernández, a la sazón alcalde del pueblo. Ambos acordaron que el canario se alzaría en armas. Cumplió. El 10 de febrero de 1896 se presentó en la manigua capitaneando a 400 hombres. Gómez lo promovió a comandante. Y al concluir la campaña lo ascendió a general de brigada. Don Jacinto operó en La Habana. En la paz fue el primer alcalde revolucionario de la villa de Güines. Concluido su mandato en los primeros años de la república intervenida, frustrada, por Estados Unidos, se retiró a su finca para cultivar caña de azúcar.
En mis indagaciones hallé también el nombre de José Fernández Mayato, coronel. Antes de alistarse en las filas mambisas, en Matanzas, participó en la extinción del incendio de la ferretería de Isasi, sita entonces en la esquina de Lamparilla y Mercaderes. El hecho se conserva con colores de luto en la memoria de La Habana. El fuego, que ennegreció el 17 de mayo de 1890, prendió dinamita almacenada en el establecimiento. Veintiocho bomberos perecieron. Y hoy se les venera, al igual que ayer, como mártires del altruismo, porque eran voluntarios vinculados a aquel suceso por sentimientos de generosidad y servicio público.
En 1920, el Coronel Fernández Mayato ocupó la jefatura del Cuerpo de Bomberos de la capital. Ganó el prestigio de trabajador honrado y eficiente.
Extraviados en los anales bélicos, o sin ser recogidos por estos, pueden rutilar en la opacidad del desconocimiento otras estrellas isleñas. La historia las despejará. Queden estas menciones como un acercamiento incompleto, como un acto de gratitud a los canarios que ante el apego a la madre patria injusta, prefirieron servir a la justicia en la patria de adopción.
Publicado en Cuba. Una identità in movimento con el título "Estrellas isleñas en el ejército mambí" por Luís Sexto
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- Coronel
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- Registrado: 06 Dic 2008, 04:46
- Ubicación: Usuario excluído por troll y nazi
Hatuey escribió:Saludos bentexui, gracias por participar en el tema. No fué por gusto que la inmensa mayoría de los españoles (llamemosle así, aunque me disculpo por el término) que se incorporaron al ejercito libertador cubano, fuesen canarios y es que lo canarios que fueron en esa época a Cuba, fueron como peones y casi esclavos de los peninsulares, ellos desarrollaron la forma moderna y actual del cultivo del tabaco en Cuba.
Los canarios fueron tan explotados como los propios cubanos en Cuba lo que demuestra lo que eran los canarios para los peninsulares. Muchos como Secundino Delgado formaron su espiritu independentista en Cuba.
No eran españoles, eran canarios, muchos de esos canarios que lucharon en la guerra de independencia cubana, idearon movimientos independentistas en Canarias.
- tercioidiaquez
- Mariscal de Campo
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- Registrado: 20 Ago 2005, 16:59
- Ubicación: En Empel, pasando frio.
bentexui escribió:Más que españoles eran Canarios, mi tatarabuelo lucho en el ejercito libertador cubano, y era canario.
Mas no.
¿Cúal era su nacionalidad?
Saludos bentexui, gracias por participar en el tema. No fué por gusto que la inmensa mayoría de los españoles (llamemosle así, aunque me disculpo por el término) que se incorporaron al ejercito libertador cubano, fuesen canarios y es que lo canarios que fueron en esa época a Cuba, fueron como peones y casi esclavos de los peninsulares, ellos desarrollaron la forma moderna y actual del cultivo del tabaco en Cuba.
Los canarios fueron tan explotados como los propios cubanos en Cuba lo que demuestra lo que eran los canarios para los peninsulares. Muchos como Secundino Delgado formaron su espiritu independentista en Cuba.
Me gustaría saber porque alguien tiene que disculparse por llamar español a alguien que lo era, salvo que tu comentario sea por mala leche, sobra.
En cuanto al resto de tus comentarios son tan absurdos como el primero.
No se trata de ser canario o peninsular, se trata de clases sociales.
Quien tenía dinero y/o pertenecía a una clase social determinada, vivía mejor que quien no lo tenía o pertenecía a otra clase social determinada, ya fuera peninsular o canario.
No eran españoles, eran canarios, muchos de esos canarios que lucharon en la guerra de independencia cubana, idearon movimientos independentistas en Canarias.
Que ya sabemos la mayoría que no han existido mas que en tu imaginación.
Podemos contar los levantamientos, golpes de estado, revoluciones etc.. de importancia que ha habido en Canarias a lo largo de la historia para conseguir la independencia.
“…Las piezas de campaña se perdieron; bandera de español ninguna…” Duque de Alba tras la batalla de Heiligerlee.
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- Sargento Segundo
- Mensajes: 389
- Registrado: 24 Sep 2006, 00:29
bentexui escribió:Hatuey escribió:Saludos bentexui, gracias por participar en el tema. No fué por gusto que la inmensa mayoría de los españoles (llamemosle así, aunque me disculpo por el término) que se incorporaron al ejercito libertador cubano, fuesen canarios y es que lo canarios que fueron en esa época a Cuba, fueron como peones y casi esclavos de los peninsulares, ellos desarrollaron la forma moderna y actual del cultivo del tabaco en Cuba.
Los canarios fueron tan explotados como los propios cubanos en Cuba lo que demuestra lo que eran los canarios para los peninsulares. Muchos como Secundino Delgado formaron su espiritu independentista en Cuba.
No eran españoles, eran canarios, muchos de esos canarios que lucharon en la guerra de independencia cubana, idearon movimientos independentistas en Canarias.
Me gustaria que me dieras tu DNI, y que todo lo que as trabajado en españa se te olvide, asi como poder disfrutar de la pension que reciben los españoles, ya que si no eres Español y demas pos muy bien, pero no disfrutes de los beneficios que tienes por ello, asi como el viajar por Europa, para eso coges tu pasaporte de canario y vas por ahi, a no que no existe la Republica de Canarias
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- Cabo Primero
- Mensajes: 189
- Registrado: 26 Jun 2009, 20:05
No voy a caer en la trampa tonta de esa discusión, lo siento si tanto se han ofendido, no ha sido mi intención, solamente les puedo decir que tuve la suerte de vivir un año entero en las islas y ver y escuchar de la forma tremendamente despectiva acerca de los canarios a que se refieren los peninsulares que allí conocí.
Mi intención con el tema no es tratar un problema nacional, eso le corresponderá a otros, solamente me interesa el tema militar y no el político que es de lo que se trata si se fijan que el tema se llama “españoles en el ejercito libertador”.
Dicho sea de paso, tercioidiaquez, espero que toda tu trayectoria en este foro no haya sido haciendo comentarios tan poco inteligentes, soeces y resentidos. Si me disculpé fue porque quise y no tengo que explicar por qué ante un comentario tan obtuso.
Terminemos aquí esta absurda querella que no conduce a nada válido y respetemos las opiniones de cada cual.
Mi intención con el tema no es tratar un problema nacional, eso le corresponderá a otros, solamente me interesa el tema militar y no el político que es de lo que se trata si se fijan que el tema se llama “españoles en el ejercito libertador”.
Dicho sea de paso, tercioidiaquez, espero que toda tu trayectoria en este foro no haya sido haciendo comentarios tan poco inteligentes, soeces y resentidos. Si me disculpé fue porque quise y no tengo que explicar por qué ante un comentario tan obtuso.
Terminemos aquí esta absurda querella que no conduce a nada válido y respetemos las opiniones de cada cual.
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- General
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- Ubicación: Hoy en mañolandia, mañana ya veremos
Hatuey escribió:ver y escuchar de la forma tremendamente despectiva acerca de los canarios a que se refieren los peninsulares que allí conocí.
¿no sería al reves con los canarios llamndo Godos a los penínsulares?
A todo hombre tarde o temprano le llega la muerte ¿Y cómo puede morir mejor un hombre que afrontando temibles opciones, defendiendo las cenizas de sus padres y los templos de sus dioses?" T. M.
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- Cabo Primero
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Saludos Gaspacher, es cierto eso que dices, pero es pura defensa.
En cualquier caso creo que es mejor dejar este altercado estéril cuando en realidad en el mundo lo que no debían existir es fronteras para que tampoco puedan existir usurpadores, ni conquistadores, ni propietarios de tierras.
Todos estamos hechos en el mismo potaje y con los mismos ingredientes, todo lo demás es puro invento humano.
En cualquier caso creo que es mejor dejar este altercado estéril cuando en realidad en el mundo lo que no debían existir es fronteras para que tampoco puedan existir usurpadores, ni conquistadores, ni propietarios de tierras.
Todos estamos hechos en el mismo potaje y con los mismos ingredientes, todo lo demás es puro invento humano.
- tercioidiaquez
- Mariscal de Campo
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- Registrado: 20 Ago 2005, 16:59
- Ubicación: En Empel, pasando frio.
No voy a caer en la trampa tonta de esa discusión, lo siento si tanto se han ofendido, no ha sido mi intención, solamente les puedo decir que tuve la suerte de vivir un año entero en las islas y ver y escuchar de la forma tremendamente despectiva acerca de los canarios a que se refieren los peninsulares que allí conocí.
Para evitar caer en discusiones, lo mejor es no provocarlas, así que puedes empezar por ahí.
Respecto a lo otro, no me extraña que pienses así, leyendo lo que has escrito, tan tergiversado y deformado, no puedes pensar de otra manera.
Dicho sea de paso, tercioidiaquez, espero que toda tu trayectoria en este foro no haya sido haciendo comentarios tan poco inteligentes, soeces y resentidos. Si me disculpé fue porque quise y no tengo que explicar por qué ante un comentario tan obtuso.
Mi trayectoria en el foro es irrelevante para este tema, pero si no te gusta que te respondan con comentarios pocos inteligentes, soeces o resentidos, deberías empezar por escribir comentarios inteligentes, poco soeces y sin resentimiento.Puedes intentarlo para variar.
Por cierto, eso de soez es francamente interesante, absurdo, pero interesante.
Terminemos aquí esta absurda querella que no conduce a nada válido y respetemos las opiniones de cada cual.
"Absurda" y "querella" por tu parte. Te he intentado explicar el motivo de las desigualdades de la época, supongo que en tu imaginario, un bracero canario en el siglo XIX era mucho peor tratado que uno de Extremadura, como veo que pasas de responder y te haces el ofendido, doy por supuesto que no tienes ni idea de lo que hablas.
Y no, no hay que respetar todas las ideas, las hay francamente risibles y para nada respetables.
Saludos Gaspacher, es cierto eso que dices, pero es pura defensa.
Vamos, que cuando unos usan un adjetivo descalificativo es ofensa pero lo hacen otros y es defensa. Si es que luego dicen...
“…Las piezas de campaña se perdieron; bandera de español ninguna…” Duque de Alba tras la batalla de Heiligerlee.
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