La Guerra del Fútbol
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EL CONFLICTO SALVADOR-HONDURAS ( EN LA GUERRA NADIE GANA)
Me da risa leer todos los comentarios que se escriben !!
Que honduras tenia mas aviones y mas pilotos que eran los tigres voladores de centro america , que el salvador fue el malo de la pelicula , en fin tanta tonteria nacinalismo tonto !!!!.
En primer lugar todo el armamento era considerado chatarra para los estados unidos , era mas peligroso volar en los F4U Y MUSTANG P-51 ATAUDES VOLADORES !!!
Jamas se encontraron a los responsables del conflicto de ambos bandos para ser procesados por genocidio en un tribunal internacional !!!
Que honduras tenia mas aviones y mas pilotos que eran los tigres voladores de centro america , que el salvador fue el malo de la pelicula , en fin tanta tonteria nacinalismo tonto !!!!.
En primer lugar todo el armamento era considerado chatarra para los estados unidos , era mas peligroso volar en los F4U Y MUSTANG P-51 ATAUDES VOLADORES !!!
Jamas se encontraron a los responsables del conflicto de ambos bandos para ser procesados por genocidio en un tribunal internacional !!!
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Re: EL CONFLICTO SALVADOR-HONDURAS ( EN LA GUERRA NADIE GAN
CHARLIE DIAZ escribió:Me da risa leer todos los comentarios que se escriben !!
Que honduras tenia mas aviones y mas pilotos que eran los tigres voladores de centro america , que el salvador fue el malo de la pelicula , en fin tanta tonteria nacinalismo tonto !!!!.
En primer lugar todo el armamento era considerado chatarra para los estados unidos , era mas peligroso volar en los F4U Y MUSTANG P-51 ATAUDES VOLADORES !!!
Jamas se encontraron a los responsables del conflicto de ambos bandos para ser procesados por genocidio en un tribunal internacional !!!
pues no solo se tenian mejores pilotos.. se evidencio que si lo eran durante todo el conflicto al lograr la superioridad aerea..
y pues, el que inicio la guerra fue El salvador al invadir honduras...
la F.A.H. intento evitar los bombardeos en san salvador, para no confundirse como ejercito agresor,, ..
aqui y en china,, los invasores,, son lo malos jejej
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Re: EL CONFLICTO SALVADOR-HONDURAS ( EN LA GUERRA NADIE GAN
andreè19 escribió:CHARLIE DIAZ escribió:Me da risa leer todos los comentarios que se escriben !!
Que honduras tenia mas aviones y mas pilotos que eran los tigres voladores de centro america , que el salvador fue el malo de la pelicula , en fin tanta tonteria nacinalismo tonto !!!!.
En primer lugar todo el armamento era considerado chatarra para los estados unidos , era mas peligroso volar en los F4U Y MUSTANG P-51 ATAUDES VOLADORES !!!
Jamas se encontraron a los responsables del conflicto de ambos bandos para ser procesados por genocidio en un tribunal internacional !!!
pues no solo se tenian mejores pilotos.. se evidencio que si lo eran durante todo el conflicto al lograr la superioridad aerea..
y pues, el que inicio la guerra fue El salvador al invadir honduras...
la F.A.H. intento evitar los bombardeos en san salvador, para no confundirse como ejercito agresor,, ..
aqui y en china,, los invasores,, son lo malos jejej
buena la fah fue la unica que evito la derrota total de la FFAA hondurenas, aca esta guerra se venia fragundo desde mucho antes de 1969, realmente pongo duda que se intento evitar bombardear san salvador practicamente 9 corsarios eran la ultima linea de defensa que les quedaba.
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Re: EL CONFLICTO SALVADOR-HONDURAS ( EN LA GUERRA NADIE GAN
andreè19 escribió:CHARLIE DIAZ escribió:Me da risa leer todos los comentarios que se escriben !!
Que honduras tenia mas aviones y mas pilotos que eran los tigres voladores de centro america , que el salvador fue el malo de la pelicula , en fin tanta tonteria nacinalismo tonto !!!!.
En primer lugar todo el armamento era considerado chatarra para los estados unidos , era mas peligroso volar en los F4U Y MUSTANG P-51 ATAUDES VOLADORES !!!
Jamas se encontraron a los responsables del conflicto de ambos bandos para ser procesados por genocidio en un tribunal internacional !!!
pues no solo se tenian mejores pilotos.. se evidencio que si lo eran durante todo el conflicto al lograr la superioridad aerea..
y pues, el que inicio la guerra fue El salvador al invadir honduras...
la F.A.H. intento evitar los bombardeos en san salvador, para no confundirse como ejercito agresor,, ..
aqui y en china,, los invasores,, son lo malos jejej
A ver señor André, es cierto que el primer golpe de la guerra lo dio El Salvador atacando Toncontin y a la madrugada siguiente entrando a Honduras por tres frentes. Ahora bien, sabe usted porque hubo que hacerlo?, sabe lo que costó tomar esa decisión?, sabe usted que era la "Mancha Brava"?, sabe a cuantos salvadoreños expulsaron de Honduras con lujo de barbarie?.
El Salvador tuvo que tomar la iniciativa porque la Fuerza Aerea Hondureña era mas potente pero de lejos fue una guerra de agresion sino una manera de defenderse de un país que estaba en malas manos.
Saludos
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Mr Stryker escribió:Estos han sido las únicas orugas que operaron aquí verdad
en la era de martinez habian unos todos feos chiquitos pero con orugas, que para la intentona de golpe contra martinez un general huyo en uno de esos a la embajada de Usa para que le dieran asilo, pero de nada sirvio no le dieron asilo y como mi general era al paredon.
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¡CRÉALO, VIVIMOS 100 HORAS DE GUERRA EN 1969! Por: Rolando Zelaya y Ferrera
¿Por qué razón ocurrió esta guerra, ahora negada? ¿Que eventos se sumaron para que dos países con una herencia común se enfrascaran en una guerra que no podían sostener?
¡UN MAL NOMBRE! El término, Guerra del Fútbol fue acuñado por el reportero polaco Ryszard Kapuscinski, como producto de la noción equivocada de que ambas naciones se habían enfrentado militarmente después de que sus equipos nacionales de fútbol disputaran una serie de partidos. También se ha dicho que la invasión salvadoreña a Honduras era el producto de una explosión demográfica insostenible que ahogaba al más pequeño de los países centroamericanos. Ambas nociones son falsas, la guerra terminó enfrentándolos debido a razones seria y básicamente económicas. Por increíble que parezca, casi todas las operaciones militares relacionadas con la Guerra de las 100 Horas son objeto de argumentos interminables, el conflicto hasta hoy todavía genera largas y acaloradas discusiones y ello debido a que, para los historiadores que pretenden estudiar el conflicto, las fuentes tradicionales de información en estos casos -La Prensa Local- no pueden tomarse en consideración porque ambas tanto en Honduras como en El Salvador, actuaban como medios de propaganda.
ORÍGENES DEL CONFLICTO: Los orígenes de este conflicto, se encuentran a principios del siglo 20, cuando las compañías americanas United Fruit y su rival la Standard Fruit Company, operaban en la región, y más específicamente en Honduras. Ambas compañías transnacionales se dedicaron a la plantación y cosecha de bananos, usando para este propósito las grandes áreas de tierra fértil que podrían encontrarse en Honduras. Con el paso del tiempo se hizo necesario importar obreros extranjeros, ya que los hondureños involucrados en estas actividades se volvieron insuficientes en número. Para ese propósito, se contrataron los servicios de campesinos salvadoreños que vivían en la región fronteriza; regiones mal definidas objeto de interminables demandas territoriales por ambos países. Conocedores de las oportunidades de trabajo en Honduras, la inmigración campesina salvadoreña aumentó y continuó aumentando durante los años siguientes. El gobierno hondureño miró con buenos ojos la presencia de los campesinos y en general toleró su falta de estatuto legal, debido a que este no era un requisito para volverse ciudadanos hondureños. A finales de la década de los años sesenta, había casi 300,000 salvadoreños viviendo en tierras hondureñas.
El (en ese entonces) Capitán Jose Matías Hernández (con las granadas colgando) coordinando las acciones de los Reservistas Combatientes Voluntarios más conocidos como la Brigada del Diablo, en el Peñon de San Rafael de las Mataras. (Foto colección Matías Hernández)
Por otra parte, las naciones centroamericanas estaban buscando la liberalización del comercio de la región, enmarcado en un Mercado Común Centroamericano (Mercomún) el cual fue establecido precisamente en 1960. Sin embargo poco después de su creación, se hizo evidente que el país más beneficiado con el tratado sería El Salvador, ya que sus exportaciones aumentarían en seis veces, mientras que aquéllas de Honduras, el país más afectado, sólo crecerían en un 50% y por lo tanto, quedaría relegado a la categoría de nación satélite. Esto provocó que empezara a crecer el resentimiento entre los sectores económicos hondureños y disparó la denuncia hondureña de que los acuerdos comerciales firmados entre los dos países, servían para que sus colegas salvadoreños se hicieran ricos a sus expensas. Para empeorar las cosas, los cambios políticos en Honduras terminarían trayendo un considerable enfriamiento a las relaciones con El Salvador, y esto tendría que ver directamente con el tratamiento de los hondureños hacia los campesinos salvadoreños viviendo en su país, volviéndose más y más hostil.
¡HONDURAS VÁLVULA DE ESCAPE PARA LOS PROBLEMAS AGRARIOS SALVADOREÑOS! El retorno de los campesinos a El Salvador trajo rápidamente una serie de problemas para este país, ya que todos retornaban como desempleados, los cuales necesitaban comida, ropa y algún tipo de abrigo, todo esto en medio de una crisis económica que ni incluso las ventajas obtenidas a través del Mercomún habían podido aliviar. El Salvador, dominado por catorce familias, no había logrado estructurar un plan agrario que incluyera a todos en un territorio tan pequeño por lo que la mayoría emigraba a Honduras en busca de trabajo, desplazando al campesino local al percibir salarios más bajos. Hacendados hondureños quienes en gran medida influían la escena política, comenzaron a sentirse dañados por la presencia de campesinos salvadoreños, argumentando que esta situación a la larga, sólo beneficiaba al país vecino por lo que presionaron al gobierno, exigiendo la expulsión de los salvadoreños que no habían querido obtener la nacionalidad hondureña. En medio de estos actos, los dos gobiernos comenzaron negociaciones encaminadas a resolver el problema, y firmaron tres acuerdos de inmigración, el primero de ellos en 1962 seguido por otro en 1965, y el último en 1968. La situación se empeoró cuando un golpe de estado puso en la presidencia al General hondureño Oswaldo López Arellano quien tenía un punto de vista muy diferente al de su antecesor con respecto a la situación de los inmigrantes. El número de salvadoreños expulsados aumentó. La gota que derramo el vaso tendría lugar en junio de 1969, cuando el Gobierno hondureño instituyó una Reforma Agraria que no tomo en consideración a los campesinos salvadoreños, y para hacer las cosas peores, tomó sus tierras para dárselas a los campesinos hondureños.
LA PESTE DEL FÚTBOL UTILIZADA PARA MALOS FINES.- Con este delicado trasfondo político, estaban empezando las rondas eliminatorias para la Copa Mundial de Fútbol Jules Rimet a celebrarse en México el próximo año (1970), y durante éstas, los equipos nacionales de El Salvador y Honduras se enfrentarían para obtener su clasificación. El primer juego tuvo lugar en Tegucigalpa, Honduras, y fue ganado por el equipo local. A pesar de la victoria a favor de Honduras, hubo peleas entre los fanáticos de cada país, resultando lesionados aquellos que se vieron involucrados. El segundo juego tuvo lugar en San Salvador, y fue ganado por el equipo salvadoreño. Sin embargo, durante las horas anteriores al juego, los aficionados locales habían hecho sus mejores esfuerzos para hostigar a los jugadores hondureños, demostrando una conducta claramente hostil. Durante el juego, los aficionados hondureños también se volverían víctimas de agresiones lo que terminó en fuertes luchas callejeras. Mientras esto estaba teniendo lugar, hubo también problemas en Honduras, ya que algunas casas y negocios pertenecientes a salvadoreños, eran incendiados, mientras sus dueños eran objeto de humillación y ataques por la chusma. Después de que el juego termino, la violencia contra los inmigrantes salvadoreños en Honduras aumentó, causando fuertes protestas del gobierno salvadoreño. Finalmente, el 27 de junio de 1969, se agravaron las relaciones diplomáticas entre los dos países, mientras al mismo tiempo, grandes números de inmigrantes salvadoreños retornaban a El Salvador después de ser expulsados de Honduras. Al día siguiente de la ruptura de relaciones diplomáticas, los equipos de fútbol de ambos países se enfrentarían de nuevo. Este juego tendría lugar en México, D.F., y sería el juego definitivo para la clasificación a la Copa Mundial. Poco después que el juego termino, y que fue ganado por el equipo salvadoreño, la chusma se desenfreno de nuevo en Honduras, atacando casas y negocios salvadoreños, y dejando como resultado, varias personas heridas.
La refinería de Cutuco arde tras el bombardeo hondureño. La guerra se detendría en parte por escasez de combustible pero principalmente porque ambas naciones no tenían municiones para continuar. (Foto Colección Historia de Honduras)
¡LA GUERRA DE LAS 100 HORAS! Desde 1962 El Salvador creó el llamado Plan Gerardo Barrios para la invasión a Honduras y obtener territorio y una salida al Atlántico con el mejor puerto de Centroamérica a su disposición. Desde ese año, diversas escaladas militares en el territorio hondureño sucedían, en las cuáles se secuestraba a ciudadanos hondureños y se exigía pago al gobierno hondureño por devolverlos a su país bajo la sentencia de que “habían sido encontrados indocumentados en El Salvador, logrando con esto que la frontera entre los dos países se volviera tierra de nadie. El Alto Mando salvadoreño había seleccionado como “Día D” de la campaña contra Honduras, el 14 de julio de 1969. La guerra solo duró 4 días; 100 horas; de allí su verdadero nombre histórico, LA GUERRA DE LAS CIEN HORAS. Se detuvo por un cese al fuego ordenado por la OEA el 18 de Julio y que El Salvador respetó hasta el día 20 por lo cuál se le declaró país agresor por parte de ese organismo internacional; también terminó porque ambos países ya no tenían municiones. Todo se normalizó y cada quién volvió a su vida cotidiana. ¿QUÉ
Hondureños atacados por salvadoreños en el Estadio Flor Blanca de el Salvador (Foto Colección Prensa Gráfica el Salvador)
CONSECUENCIAS TUVO? La muerte de aproximadamente de entre 4.000 o 6.000 civiles, y más de 15.000 heridos dependiendo de la fuente investigada; la finalización del esfuerzo de integración regional conocido como Mercado Común Centroamericano (MCCA) diseñado por EE. UU., como una contraparte económica regional para contrarrestar los efectos de la Revolución Socialista en Cuba; el refuerzo del papel político de los militares en ambos países; el agravamiento de la situación social en El Salvador, producto de las deportaciones desde Honduras, ya que el gobierno tuvo que facilitar a estas personas la reinserción económica, que no se logró satisfacer adecuadamente y aumentó la presión social que derivó en la guerra civil que viviría el país centroamericano. En Honduras, el recrudecimiento de la lucha campesina por la implementación de la Reforma Agraria y por ende la represión a los grupos obreros y campesinos, sentando las bases para lo que ocurriría en los años ochenta con los desaparecidos. Por último, el aumento en el territorio hondureño y la consecuente disminución territorial para El Salvador, por Sentencia de la Corte de Justicia de la Haya quién fijo la frontera entre ambos países. Fue una guerra que ninguno de los pueblos ganó, solamente ganaron sus oligarquías: la guerra es buen negocio.
BIBLIOGRAFÍA
Citas y Proverbios, tal y como aparece en su versión electrónica: http://www.citasyproverbios.com/
Zerzan Jhon, Sobre los orígenes de la guerra, Green anarchy #21 autumn /winter 2005-2006 por libertad de la web anarca http://endehors.org, retraducido al castellano por llavors d’anarquia…. Primavera de 2006.
H. Hanke, Steve, artículo publicado originalmente en la revista Forbes el 8 de diciembre del 2003, traducido por Juan Carlos Hidalgo para Cato Institute.
Kureishi, Hanif, “Las consecuencias de la guerra”, 2005, la vanguardia digital, España.
Escríbanos: [email protected]
http://www.latribuna.hn/2011/07/10/%c2% ... a-en-1969/
¿Por qué razón ocurrió esta guerra, ahora negada? ¿Que eventos se sumaron para que dos países con una herencia común se enfrascaran en una guerra que no podían sostener?
¡UN MAL NOMBRE! El término, Guerra del Fútbol fue acuñado por el reportero polaco Ryszard Kapuscinski, como producto de la noción equivocada de que ambas naciones se habían enfrentado militarmente después de que sus equipos nacionales de fútbol disputaran una serie de partidos. También se ha dicho que la invasión salvadoreña a Honduras era el producto de una explosión demográfica insostenible que ahogaba al más pequeño de los países centroamericanos. Ambas nociones son falsas, la guerra terminó enfrentándolos debido a razones seria y básicamente económicas. Por increíble que parezca, casi todas las operaciones militares relacionadas con la Guerra de las 100 Horas son objeto de argumentos interminables, el conflicto hasta hoy todavía genera largas y acaloradas discusiones y ello debido a que, para los historiadores que pretenden estudiar el conflicto, las fuentes tradicionales de información en estos casos -La Prensa Local- no pueden tomarse en consideración porque ambas tanto en Honduras como en El Salvador, actuaban como medios de propaganda.
ORÍGENES DEL CONFLICTO: Los orígenes de este conflicto, se encuentran a principios del siglo 20, cuando las compañías americanas United Fruit y su rival la Standard Fruit Company, operaban en la región, y más específicamente en Honduras. Ambas compañías transnacionales se dedicaron a la plantación y cosecha de bananos, usando para este propósito las grandes áreas de tierra fértil que podrían encontrarse en Honduras. Con el paso del tiempo se hizo necesario importar obreros extranjeros, ya que los hondureños involucrados en estas actividades se volvieron insuficientes en número. Para ese propósito, se contrataron los servicios de campesinos salvadoreños que vivían en la región fronteriza; regiones mal definidas objeto de interminables demandas territoriales por ambos países. Conocedores de las oportunidades de trabajo en Honduras, la inmigración campesina salvadoreña aumentó y continuó aumentando durante los años siguientes. El gobierno hondureño miró con buenos ojos la presencia de los campesinos y en general toleró su falta de estatuto legal, debido a que este no era un requisito para volverse ciudadanos hondureños. A finales de la década de los años sesenta, había casi 300,000 salvadoreños viviendo en tierras hondureñas.
El (en ese entonces) Capitán Jose Matías Hernández (con las granadas colgando) coordinando las acciones de los Reservistas Combatientes Voluntarios más conocidos como la Brigada del Diablo, en el Peñon de San Rafael de las Mataras. (Foto colección Matías Hernández)
Por otra parte, las naciones centroamericanas estaban buscando la liberalización del comercio de la región, enmarcado en un Mercado Común Centroamericano (Mercomún) el cual fue establecido precisamente en 1960. Sin embargo poco después de su creación, se hizo evidente que el país más beneficiado con el tratado sería El Salvador, ya que sus exportaciones aumentarían en seis veces, mientras que aquéllas de Honduras, el país más afectado, sólo crecerían en un 50% y por lo tanto, quedaría relegado a la categoría de nación satélite. Esto provocó que empezara a crecer el resentimiento entre los sectores económicos hondureños y disparó la denuncia hondureña de que los acuerdos comerciales firmados entre los dos países, servían para que sus colegas salvadoreños se hicieran ricos a sus expensas. Para empeorar las cosas, los cambios políticos en Honduras terminarían trayendo un considerable enfriamiento a las relaciones con El Salvador, y esto tendría que ver directamente con el tratamiento de los hondureños hacia los campesinos salvadoreños viviendo en su país, volviéndose más y más hostil.
¡HONDURAS VÁLVULA DE ESCAPE PARA LOS PROBLEMAS AGRARIOS SALVADOREÑOS! El retorno de los campesinos a El Salvador trajo rápidamente una serie de problemas para este país, ya que todos retornaban como desempleados, los cuales necesitaban comida, ropa y algún tipo de abrigo, todo esto en medio de una crisis económica que ni incluso las ventajas obtenidas a través del Mercomún habían podido aliviar. El Salvador, dominado por catorce familias, no había logrado estructurar un plan agrario que incluyera a todos en un territorio tan pequeño por lo que la mayoría emigraba a Honduras en busca de trabajo, desplazando al campesino local al percibir salarios más bajos. Hacendados hondureños quienes en gran medida influían la escena política, comenzaron a sentirse dañados por la presencia de campesinos salvadoreños, argumentando que esta situación a la larga, sólo beneficiaba al país vecino por lo que presionaron al gobierno, exigiendo la expulsión de los salvadoreños que no habían querido obtener la nacionalidad hondureña. En medio de estos actos, los dos gobiernos comenzaron negociaciones encaminadas a resolver el problema, y firmaron tres acuerdos de inmigración, el primero de ellos en 1962 seguido por otro en 1965, y el último en 1968. La situación se empeoró cuando un golpe de estado puso en la presidencia al General hondureño Oswaldo López Arellano quien tenía un punto de vista muy diferente al de su antecesor con respecto a la situación de los inmigrantes. El número de salvadoreños expulsados aumentó. La gota que derramo el vaso tendría lugar en junio de 1969, cuando el Gobierno hondureño instituyó una Reforma Agraria que no tomo en consideración a los campesinos salvadoreños, y para hacer las cosas peores, tomó sus tierras para dárselas a los campesinos hondureños.
LA PESTE DEL FÚTBOL UTILIZADA PARA MALOS FINES.- Con este delicado trasfondo político, estaban empezando las rondas eliminatorias para la Copa Mundial de Fútbol Jules Rimet a celebrarse en México el próximo año (1970), y durante éstas, los equipos nacionales de El Salvador y Honduras se enfrentarían para obtener su clasificación. El primer juego tuvo lugar en Tegucigalpa, Honduras, y fue ganado por el equipo local. A pesar de la victoria a favor de Honduras, hubo peleas entre los fanáticos de cada país, resultando lesionados aquellos que se vieron involucrados. El segundo juego tuvo lugar en San Salvador, y fue ganado por el equipo salvadoreño. Sin embargo, durante las horas anteriores al juego, los aficionados locales habían hecho sus mejores esfuerzos para hostigar a los jugadores hondureños, demostrando una conducta claramente hostil. Durante el juego, los aficionados hondureños también se volverían víctimas de agresiones lo que terminó en fuertes luchas callejeras. Mientras esto estaba teniendo lugar, hubo también problemas en Honduras, ya que algunas casas y negocios pertenecientes a salvadoreños, eran incendiados, mientras sus dueños eran objeto de humillación y ataques por la chusma. Después de que el juego termino, la violencia contra los inmigrantes salvadoreños en Honduras aumentó, causando fuertes protestas del gobierno salvadoreño. Finalmente, el 27 de junio de 1969, se agravaron las relaciones diplomáticas entre los dos países, mientras al mismo tiempo, grandes números de inmigrantes salvadoreños retornaban a El Salvador después de ser expulsados de Honduras. Al día siguiente de la ruptura de relaciones diplomáticas, los equipos de fútbol de ambos países se enfrentarían de nuevo. Este juego tendría lugar en México, D.F., y sería el juego definitivo para la clasificación a la Copa Mundial. Poco después que el juego termino, y que fue ganado por el equipo salvadoreño, la chusma se desenfreno de nuevo en Honduras, atacando casas y negocios salvadoreños, y dejando como resultado, varias personas heridas.
La refinería de Cutuco arde tras el bombardeo hondureño. La guerra se detendría en parte por escasez de combustible pero principalmente porque ambas naciones no tenían municiones para continuar. (Foto Colección Historia de Honduras)
¡LA GUERRA DE LAS 100 HORAS! Desde 1962 El Salvador creó el llamado Plan Gerardo Barrios para la invasión a Honduras y obtener territorio y una salida al Atlántico con el mejor puerto de Centroamérica a su disposición. Desde ese año, diversas escaladas militares en el territorio hondureño sucedían, en las cuáles se secuestraba a ciudadanos hondureños y se exigía pago al gobierno hondureño por devolverlos a su país bajo la sentencia de que “habían sido encontrados indocumentados en El Salvador, logrando con esto que la frontera entre los dos países se volviera tierra de nadie. El Alto Mando salvadoreño había seleccionado como “Día D” de la campaña contra Honduras, el 14 de julio de 1969. La guerra solo duró 4 días; 100 horas; de allí su verdadero nombre histórico, LA GUERRA DE LAS CIEN HORAS. Se detuvo por un cese al fuego ordenado por la OEA el 18 de Julio y que El Salvador respetó hasta el día 20 por lo cuál se le declaró país agresor por parte de ese organismo internacional; también terminó porque ambos países ya no tenían municiones. Todo se normalizó y cada quién volvió a su vida cotidiana. ¿QUÉ
Hondureños atacados por salvadoreños en el Estadio Flor Blanca de el Salvador (Foto Colección Prensa Gráfica el Salvador)
CONSECUENCIAS TUVO? La muerte de aproximadamente de entre 4.000 o 6.000 civiles, y más de 15.000 heridos dependiendo de la fuente investigada; la finalización del esfuerzo de integración regional conocido como Mercado Común Centroamericano (MCCA) diseñado por EE. UU., como una contraparte económica regional para contrarrestar los efectos de la Revolución Socialista en Cuba; el refuerzo del papel político de los militares en ambos países; el agravamiento de la situación social en El Salvador, producto de las deportaciones desde Honduras, ya que el gobierno tuvo que facilitar a estas personas la reinserción económica, que no se logró satisfacer adecuadamente y aumentó la presión social que derivó en la guerra civil que viviría el país centroamericano. En Honduras, el recrudecimiento de la lucha campesina por la implementación de la Reforma Agraria y por ende la represión a los grupos obreros y campesinos, sentando las bases para lo que ocurriría en los años ochenta con los desaparecidos. Por último, el aumento en el territorio hondureño y la consecuente disminución territorial para El Salvador, por Sentencia de la Corte de Justicia de la Haya quién fijo la frontera entre ambos países. Fue una guerra que ninguno de los pueblos ganó, solamente ganaron sus oligarquías: la guerra es buen negocio.
BIBLIOGRAFÍA
Citas y Proverbios, tal y como aparece en su versión electrónica: http://www.citasyproverbios.com/
Zerzan Jhon, Sobre los orígenes de la guerra, Green anarchy #21 autumn /winter 2005-2006 por libertad de la web anarca http://endehors.org, retraducido al castellano por llavors d’anarquia…. Primavera de 2006.
H. Hanke, Steve, artículo publicado originalmente en la revista Forbes el 8 de diciembre del 2003, traducido por Juan Carlos Hidalgo para Cato Institute.
Kureishi, Hanif, “Las consecuencias de la guerra”, 2005, la vanguardia digital, España.
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Un día como hoy piloto hondureño derribó tres aviones salvadoreños
TEGUCIGALPA.- Con “el rol de la victoria” y a bordo de un avión Corsario F4-U5, a las 11:20 de la mañana del 17 de julio de 1969, el coronel de aviación Fernando Soto Henríquez anunciaba un paso victorioso en el conflicto armado que se registraba entre Honduras y El Salvador.
Tres aviones salvadoreños fueron derribados el 17 de julio de 1969, durante la “guerra de las 100 horas”.
La denominada “guerra de las 100 horas” estalló el 14 de julio de 1969 cuando aviones de la Fuerza Aérea Salvadoreña (FAS) bombardearon el aeropuerto internacional de Toncontín en Tegucigalpa.
Alrededor de las 6:20 de la tarde cuando el cielo comenzaba a oscurecer bombas enemigas estallaron en varias ciudades de Honduras, entre ellas Tegucigalpa, Santa Rosa de Copán, Choluteca, Catacamas, poblados de Talanga y nueva Ocotepeque.
Uno de los pilotos de la Fuerza Aérea Hondureña (FAH) que estaba en servicio en ese momento era el coronel, Francisco Zepeda, quien recuerda que ese día no pudieron localizar las aeronaves que atacaron la capital porque era de noche, aunque despegaron cuatro aviones corsarios F4-U5 en su búsqueda.
Ese fue el primer despegue de una gloriosa hazaña del coronel de aviación Soto Henríquez, quien se escribiría en las páginas de la historia nacional al derribar tres de los caza bombarderos salvadoreños, acompañado en la misión por el coronel José Serra, el mayor Óscar Colindres y el coronel Francisco Zepeda.
Fue así como esa noche se consiguió la autorización del alto mando de las Fuerzas Armadas de Honduras para atacar a El Salvador la madrugada del 15 de julio. El objetivo era lanzar bombas de 100 libras en la base aérea de Ilopango, donde operaba la FAS.
El 15 de julio la noticia en las radios salvadoreñas era que la FAH estaba destruida pero minutos más tarde se encargó de desmentirlas el capitán Rolando Figueroa, el subteniente Reinaldo Silva y, como lanzadores de bombas, el teniente Jorge Matamoros, los sargentos Jorge Espinal, Rafael Cerrato y Antonio Ramón Lagos y el soldado José Blas Molina, que atacaron a El Salvador y se agudizaba el conflicto.
El coronel de aviación retirado Francisco Zepeda recuerda que aunque el conflicto los tomó desprevenidos la Fuerza Aérea Hondureña salió bien librada.
El blanco alterno fue el depósito de combustible de Cutuco, que también recibió daños por la armada aérea hondureña, comandada por el grupo de Soto Henríquez, mientras que los aviones de San Pedro Sula atacaron la refinería de Acajutla.
ATAQUES
Zepeda rememoró que alrededor de las 10:00 de la mañana del 17 de julio de ese año, comenzó el combate aire-aire, en el punto fronterizo de El Amatillo, y fue cuando quedó de manifiesto la superioridad de la FAH.
“Tiramos las bombas en los puntos indicados, pero cuando decidimos comenzar el ametrallamiento de las tropas enemigas, los cañones que llevaba mi avión no funcionaban, entonces le dije al coronel Soto que me quedaría orbitando. Después de dar un par de vueltas, miré la silueta de los Mustang F-51 salvadoreños que venían en descenso por mi lado izquierdo”.
“Le dije al coronel Soto que tenía dos aviones en cola y que venían a atacarme, entonces dejó de ametrallar las tropas salvadoreñas comenzando a ascender para cubrirme porque andaba los cañones dañados”, recordó Zepeda.
“Viré de forma brusca y fuerte a la izquierda, después a la derecha y bajé de altura para venirme hacia Tegucigalpa, perdiendo contacto con mis compañeros y es cuando Soto aprovecha para colocarse a tras de los aviones salvadoreños y derriba a uno de ellos que era piloteado por el capital Vladimir Varela, considerado como uno los mejores de la FAS”, relató.
“Al llegar a Tegucigalpa, inmediatamente informé qué sucedió y que posiblemente Soto y Acosta había trabado combate con los aviones salvadoreños; me ordenaron subirme en otro corsario y mantenerlo encendido en la cabecera de la pista por si había necesidad de otro ataque”.
DERRIBAN
Como héroe nacional fue despedido al más allá, el coronel de aviación Fernando Soto Henríquez, quien derribó tres aviones salvadoreños en un solo día.
El coronel retirado agregó que minutos después escuchó por el radio la conversación entre Soto y Acosta, informando que habían derribado un contrario.
“Hay una costumbre en la aviación mundial, que se llama el rol de la victoria, tradición que se hace desde la primera guerra mundial, que cuando un piloto derribaba a un enemigo al llegar a la base desciende a baja altura con poca velocidad y se levanta haciendo una especie de barril en el aire”, explicó.
Los pilotos arribaron a Toncontín alrededor de las 11:30 de la mañana, pero como a la 1:30 de la tarde les asignaron una nueva misión. Los tres aviadores partieron de inmediato pero “cuando despegamos y vamos entre Ojojona y Santa Ana Soto nos dice que chequeemos los cañones y los míos no trabajan de nuevo; me ordena regresarme a Tegucigalpa, dejándome en la pista de nuevo”.
Soto y Acosta siguieron a El Amatillo a la misión y dejaron caer las bombas, pero después Soto logró divisar dos aviones salvadoreños en su territorio y pese a que había orden del general Oswaldo López Arellano de no atravesar la frontera de ese país, los efectivos nacionales decidieron atacar.
Para Zepeda, “la sangre de cazador de Soto lo motivó a atacarlos y le hace señas a Acosta tomando altura, para luego descender disparándole al avión salvadoreño que piloteaba el capital Francisco Zeceña, quien se lanzó en paracaídas porque iba a estrellarse”.
Al parecer, el piloto del otro avión salvadoreño, Reynaldo Cortés, no se dio cuenta que habían derribado el avión de su compañero, momento que aprovechó Soto para ametrallarlo, incendiando la aeronave y también le impactó al piloto, porque cuando encontraron el cadáver tenía algodón en la mano impregnado de sangre.
ORDEN
El corsario F4-U5 es parte de la Historia de Honduras y es admirado en el Museo del Aire.
Al siguiente día, 18 de julio, la Organización de Estados Americanos (OEA) ordenó a ambas naciones terminar el conflicto, decisión acatada por las dos naciones, evitando que se incrementaran los enfrentamientos.
Zepeda señaló que en la actualidad Honduras tiene superioridad aérea en equipo, pero se necesita mejorar el entrenamiento y reponer la capacidad que se tenía en 1969, porque todos los meses se volaba nocturno, combate aire-aire, cosa que ya no se hace.
Apuntó que del conflicto queda como legado a las FF.AA. que tienen como misión principal la defensa de la soberanía nacional, “nadie esté pensando en conflictos, pero igual sucedió en 1969 y nos agarraron desprevenidos”.
Soto Henríquez falleció a la edad de 68 años, el 27 de junio del 2006, pero en octubre del 2003 mediante decreto número 139-2003 el Congreso Nacional lo declaró Héroe Nacional de la República de Honduras. (Yony Bustillo).
http://www.latribuna.hn/2011/07/17/un-d ... vadorenos/
TEGUCIGALPA.- Con “el rol de la victoria” y a bordo de un avión Corsario F4-U5, a las 11:20 de la mañana del 17 de julio de 1969, el coronel de aviación Fernando Soto Henríquez anunciaba un paso victorioso en el conflicto armado que se registraba entre Honduras y El Salvador.
Tres aviones salvadoreños fueron derribados el 17 de julio de 1969, durante la “guerra de las 100 horas”.
La denominada “guerra de las 100 horas” estalló el 14 de julio de 1969 cuando aviones de la Fuerza Aérea Salvadoreña (FAS) bombardearon el aeropuerto internacional de Toncontín en Tegucigalpa.
Alrededor de las 6:20 de la tarde cuando el cielo comenzaba a oscurecer bombas enemigas estallaron en varias ciudades de Honduras, entre ellas Tegucigalpa, Santa Rosa de Copán, Choluteca, Catacamas, poblados de Talanga y nueva Ocotepeque.
Uno de los pilotos de la Fuerza Aérea Hondureña (FAH) que estaba en servicio en ese momento era el coronel, Francisco Zepeda, quien recuerda que ese día no pudieron localizar las aeronaves que atacaron la capital porque era de noche, aunque despegaron cuatro aviones corsarios F4-U5 en su búsqueda.
Ese fue el primer despegue de una gloriosa hazaña del coronel de aviación Soto Henríquez, quien se escribiría en las páginas de la historia nacional al derribar tres de los caza bombarderos salvadoreños, acompañado en la misión por el coronel José Serra, el mayor Óscar Colindres y el coronel Francisco Zepeda.
Fue así como esa noche se consiguió la autorización del alto mando de las Fuerzas Armadas de Honduras para atacar a El Salvador la madrugada del 15 de julio. El objetivo era lanzar bombas de 100 libras en la base aérea de Ilopango, donde operaba la FAS.
El 15 de julio la noticia en las radios salvadoreñas era que la FAH estaba destruida pero minutos más tarde se encargó de desmentirlas el capitán Rolando Figueroa, el subteniente Reinaldo Silva y, como lanzadores de bombas, el teniente Jorge Matamoros, los sargentos Jorge Espinal, Rafael Cerrato y Antonio Ramón Lagos y el soldado José Blas Molina, que atacaron a El Salvador y se agudizaba el conflicto.
El coronel de aviación retirado Francisco Zepeda recuerda que aunque el conflicto los tomó desprevenidos la Fuerza Aérea Hondureña salió bien librada.
El blanco alterno fue el depósito de combustible de Cutuco, que también recibió daños por la armada aérea hondureña, comandada por el grupo de Soto Henríquez, mientras que los aviones de San Pedro Sula atacaron la refinería de Acajutla.
ATAQUES
Zepeda rememoró que alrededor de las 10:00 de la mañana del 17 de julio de ese año, comenzó el combate aire-aire, en el punto fronterizo de El Amatillo, y fue cuando quedó de manifiesto la superioridad de la FAH.
“Tiramos las bombas en los puntos indicados, pero cuando decidimos comenzar el ametrallamiento de las tropas enemigas, los cañones que llevaba mi avión no funcionaban, entonces le dije al coronel Soto que me quedaría orbitando. Después de dar un par de vueltas, miré la silueta de los Mustang F-51 salvadoreños que venían en descenso por mi lado izquierdo”.
“Le dije al coronel Soto que tenía dos aviones en cola y que venían a atacarme, entonces dejó de ametrallar las tropas salvadoreñas comenzando a ascender para cubrirme porque andaba los cañones dañados”, recordó Zepeda.
“Viré de forma brusca y fuerte a la izquierda, después a la derecha y bajé de altura para venirme hacia Tegucigalpa, perdiendo contacto con mis compañeros y es cuando Soto aprovecha para colocarse a tras de los aviones salvadoreños y derriba a uno de ellos que era piloteado por el capital Vladimir Varela, considerado como uno los mejores de la FAS”, relató.
“Al llegar a Tegucigalpa, inmediatamente informé qué sucedió y que posiblemente Soto y Acosta había trabado combate con los aviones salvadoreños; me ordenaron subirme en otro corsario y mantenerlo encendido en la cabecera de la pista por si había necesidad de otro ataque”.
DERRIBAN
Como héroe nacional fue despedido al más allá, el coronel de aviación Fernando Soto Henríquez, quien derribó tres aviones salvadoreños en un solo día.
El coronel retirado agregó que minutos después escuchó por el radio la conversación entre Soto y Acosta, informando que habían derribado un contrario.
“Hay una costumbre en la aviación mundial, que se llama el rol de la victoria, tradición que se hace desde la primera guerra mundial, que cuando un piloto derribaba a un enemigo al llegar a la base desciende a baja altura con poca velocidad y se levanta haciendo una especie de barril en el aire”, explicó.
Los pilotos arribaron a Toncontín alrededor de las 11:30 de la mañana, pero como a la 1:30 de la tarde les asignaron una nueva misión. Los tres aviadores partieron de inmediato pero “cuando despegamos y vamos entre Ojojona y Santa Ana Soto nos dice que chequeemos los cañones y los míos no trabajan de nuevo; me ordena regresarme a Tegucigalpa, dejándome en la pista de nuevo”.
Soto y Acosta siguieron a El Amatillo a la misión y dejaron caer las bombas, pero después Soto logró divisar dos aviones salvadoreños en su territorio y pese a que había orden del general Oswaldo López Arellano de no atravesar la frontera de ese país, los efectivos nacionales decidieron atacar.
Para Zepeda, “la sangre de cazador de Soto lo motivó a atacarlos y le hace señas a Acosta tomando altura, para luego descender disparándole al avión salvadoreño que piloteaba el capital Francisco Zeceña, quien se lanzó en paracaídas porque iba a estrellarse”.
Al parecer, el piloto del otro avión salvadoreño, Reynaldo Cortés, no se dio cuenta que habían derribado el avión de su compañero, momento que aprovechó Soto para ametrallarlo, incendiando la aeronave y también le impactó al piloto, porque cuando encontraron el cadáver tenía algodón en la mano impregnado de sangre.
ORDEN
El corsario F4-U5 es parte de la Historia de Honduras y es admirado en el Museo del Aire.
Al siguiente día, 18 de julio, la Organización de Estados Americanos (OEA) ordenó a ambas naciones terminar el conflicto, decisión acatada por las dos naciones, evitando que se incrementaran los enfrentamientos.
Zepeda señaló que en la actualidad Honduras tiene superioridad aérea en equipo, pero se necesita mejorar el entrenamiento y reponer la capacidad que se tenía en 1969, porque todos los meses se volaba nocturno, combate aire-aire, cosa que ya no se hace.
Apuntó que del conflicto queda como legado a las FF.AA. que tienen como misión principal la defensa de la soberanía nacional, “nadie esté pensando en conflictos, pero igual sucedió en 1969 y nos agarraron desprevenidos”.
Soto Henríquez falleció a la edad de 68 años, el 27 de junio del 2006, pero en octubre del 2003 mediante decreto número 139-2003 el Congreso Nacional lo declaró Héroe Nacional de la República de Honduras. (Yony Bustillo).
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Última edición por FAHF5 el 18 Jul 2011, 06:46, editado 1 vez en total.
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Hacia una seria interpretación de la guerra de 1969
La Federación de Estudiantes Universitarios de Honduras envió un comando a Nacaome, el que desarrolla una magnífi ca labor a lado de las tropas Hondureñas.
Por Juan Ramón Martínez.
Los hechos históricos no escapan al facilismo de los reduccionistas. O al malicioso encanto de los manipuladores. Y la guerra de julio de 1969, en la que Honduras respondió apurada y casi en forma desesperada ante la invasión salvadoreña, no escapa a este riesgo. Algunas las han simplificado de tal manera que la han reducido a una inocente disputa futbolera. Otros a una acción natural del proceso expansionista salvadoreño. Y no pocos, incluso algunos intelectuales que habían vivido vendiendo intangibles en El Salvador algunos años antes, la han reducido a un simple ejercicio defensivo para cuidarle las vacas de las haciendas a Oswaldo López Arellano y de sus conmilitones, altos miembros de las Fuerzas Armadas de entonces.
Pero al final, los análisis sobre los actos guerreros, terminan por recobrar su prístina presencia y dejan de ser cuentos de la guerra, para transformarse en acciones políticas, confirmando que esta no es otra cosa más, que la política por otros medios. De allí que ahora, a 42 años de distancia de aquellos desafortunados incidentes, los historiadores y los políticos empiezan a juzgarlos con mayor seriedad, con herramientas diferentes a las que se usan en la venta de los escándalos; y mostrando el trágico incidente confrontativo, antes de maldad y perversidad de una parte, como expresión de las difíciles relaciones entre los seres humanos, dentro de espacios territoriales definidos; o entre vecinos, con culturas similares; pero con evidente incompetencia para manejar sus desacuerdos de un clima de diálogo, sin caer en la tentación de la acción violenta.
Ahora, la guerra del 69 no se ve –especialmente desde Honduras– como el resultado de una sola causal, sino como efecto de un conjunto de circunstancias, de múltiple carácter que fueron desde lo económico, lo político, lo social e incluso hasta lo psicológico. Y que el comportamiento asumido por los dos pueblos enfrentados –convenientemente manipulados por sistemas informativos al servicio delos respectivos gobiernos– tuvo las características correspondientes al que ataca, que busca justificarse, frente al que se defiende que, hace de cada trinchera retenida, una fortaleza para la forja de su identidad. Por ello es que, los estudiosos de la guerra de El Salvador todavía, siguen con dificultades para estudiar el fenómeno guerrero, en vista que para el país que ataca, el acontecimiento bélico requiere de una justificación –frecuentemente construida sobre mentiras repetidas– en la que la diferenciación de la verdad con la falsedad, resultan de mucha dificultad. En cambio, el país que se defiende y que además, triunfa en la tarea –caso de Honduras–, el estudio de los acontecimientos que desembocaron en el ataque general del 14 de julio de 1969, concluyen, tarde o temprano en el análisis exclusivo de la justicia o no del atacante, sino que en la fuerza moral y la capacidad operativa del país que se defiende. De allí que en un segundo paso, los historiadores y los analistas de los temas militares, en el caso de Honduras, están abocados a la reflexión no tanto sobre las motivaciones reales o inventadas, del gobierno de Fidel Hernández, sino que de la capacidad del gobierno hondureño para prever el ataque militar salvadoreño, la habilidad de sus dirigentes castrenses para montar por consiguiente un aparato defensivo con el cual frenar la embestida de los atacantes, el entrenamiento de tropas y oficiales para operar en los diferentes teatros de la guerra; y en fin, valorar la capacidad económica de sus agentes productivos que son la base real y efectiva para mantener un esfuerzo guerrero general por más de cinco días en forma continúa.
Para concluir, en un tercero y necesario análisis –muy poco estudiado en afecto, hasta ahora– sobre los efectos psicológicos que para los hondureños tuvo la guerra. Esta última tarea todavía está en pañales. Pero se han hecho algunas exploraciones que nos permiten concluir, provisionalmente por supuesto, que la guerra produjo un severo golpe a los conceptos rurales de la hermandad con los vecinos, a apreciar a las relaciones internacionales en forma dinámica, como un conjunto de encuentros y desencuentros; y que la existencia de un pueblo, se ve fortalecida en la medida en que la amenazan los vecinos. Por ello el estudio de la guerra del 69, nos ha dado trabajos de extraordinario valor –fuera de los propagandísticos que eran justificados y necesarios en los momentos inmediatamente posteriores de los acontecimientos que nos ocupan– como la obra pionera de César Elvir Sierra, que colocan las cosas en su justa perspectiva y que dejan a un lado las lágrimas, para ver la guerra como una confrontación de voluntades, en donde al final, el que se impone es aquel que tiene más conciencia de sí mismo, está orgulloso y seguro de lo que es; y que tiene más voluntad de sobrevivir. Luchando para vencer.
Los salvadoreños siguen atrapados en el estudio de sus justificaciones propagandísticas. Por ello, sus investigadores, fuertemente comprometidos emocionalmente con los hechos, no han podido someter a la guerra en contra de Honduras, como lo hemos nosotros, a las valoraciones de las justificaciones esgrimidas, al análisis de la competencia de los mandos salvadoreños para desempeñarse en los teatros guerreros; y, mucho menos, a escudriñar los efectos que tuvo para la economía y para la estabilidad salvadoreña, una guerra que al plantearla como una acción exitosa en contra del vecino adversario, al no lograrla se transformó en una derrota vergonzosa. Con efectos desastrosos para la sicología profunda de los salvadoreños. Que los marcara inevitablemente, impidiéndoles manejar mejores relaciones con sus vecinos los hondureños que desde el triunfo de su aparato defensivo, siguen aparentemente, arrogantes viéndoles desdeñosos desde la distancia.
Nosotros los hondureños por nuestra parte, debemos enseñar la historia de la guerra del 69, en todos sus detalles, desde las casualidades hasta los efectos, en los colegios y en las universidades. No para estimular innecesarios espíritus guerreros, sino que para conocer cómo se produce una confrontación armada. Y cómo se puede evitar hasta donde el honor lo permita, aprendiendo a entender cómo manejarse en una confrontación bélica en la que la guerra ya no es solo un asunto de los ejércitos que luchan en el campo de batalla, sino que de la confrontación de las voluntades, de dos o más pueblos, que pelean por su sobrevivencia y por la preservación de su identidad. Por supuesto, para hacerlo hay que evitar la tentación del nacionalismo irracional, el menosprecio al otro, el descuido del mantenernos informados sobre el desarrollo de sus fuerzas internas y el olvido del culto al respeto al derecho internacional y a una doctrina militar defensiva, más ordenada y científica que la que desafortunadamente exhibiera el gobierno de Osvaldo López Arellano en los duros días de la guerra de las cien horas.
Para ello, hay que frenar las discretas pero efectivas tendencias que vienen desde el exterior, proponiéndonos el desmonte del aparato militar defensivo por medio de la anulación de sus compromisos institucionales internos, por la politización de sus altos mandos y por el establecimiento de obligaciones policiales para una institución que la hemos creado para que nos respeten, disuadiendo a los que, por las razones que sean, pretendan romperle la columna vertebral a las Fuerzas Armadas de Honduras, para después volvernos esclavos avergonzados llorando a los pies de los conquistadores. Frente a esta tendencia peligrosa para la existencia de Honduras, revertir las cosas, fortaleciendo la igualdad de poder de fuego de las Fuerzas Armadas de Honduras, con el de las demás naciones de la región. Y preservando desde luego la superioridad, aérea, con la cual en 1969 equilibramos las cosas. Y derrotamos a los salvadoreños en todos los frentes en que se dividió la invasión de El Salvador en contra de Honduras.
En fin tenemos que entender que la defensa de Honduras es una obligación de todos. Y que desde el taller, la fábrica y el campo, crearemos la fuerza económica con la cual garantizarla. Porque la guerra es además de lo dicho anteriormente, un esfuerzo económico de la ciudadanía que no quiere permitir que se destruya su identidad, desaparezca su nación y se pierda la patria bajo las botas de los invasores.
Tegucigalpa, julio 8, 2011.
http://www.latribuna.hn/2011/07/17/haci ... a-de-1969/
La Federación de Estudiantes Universitarios de Honduras envió un comando a Nacaome, el que desarrolla una magnífi ca labor a lado de las tropas Hondureñas.
Por Juan Ramón Martínez.
Los hechos históricos no escapan al facilismo de los reduccionistas. O al malicioso encanto de los manipuladores. Y la guerra de julio de 1969, en la que Honduras respondió apurada y casi en forma desesperada ante la invasión salvadoreña, no escapa a este riesgo. Algunas las han simplificado de tal manera que la han reducido a una inocente disputa futbolera. Otros a una acción natural del proceso expansionista salvadoreño. Y no pocos, incluso algunos intelectuales que habían vivido vendiendo intangibles en El Salvador algunos años antes, la han reducido a un simple ejercicio defensivo para cuidarle las vacas de las haciendas a Oswaldo López Arellano y de sus conmilitones, altos miembros de las Fuerzas Armadas de entonces.
Pero al final, los análisis sobre los actos guerreros, terminan por recobrar su prístina presencia y dejan de ser cuentos de la guerra, para transformarse en acciones políticas, confirmando que esta no es otra cosa más, que la política por otros medios. De allí que ahora, a 42 años de distancia de aquellos desafortunados incidentes, los historiadores y los políticos empiezan a juzgarlos con mayor seriedad, con herramientas diferentes a las que se usan en la venta de los escándalos; y mostrando el trágico incidente confrontativo, antes de maldad y perversidad de una parte, como expresión de las difíciles relaciones entre los seres humanos, dentro de espacios territoriales definidos; o entre vecinos, con culturas similares; pero con evidente incompetencia para manejar sus desacuerdos de un clima de diálogo, sin caer en la tentación de la acción violenta.
Ahora, la guerra del 69 no se ve –especialmente desde Honduras– como el resultado de una sola causal, sino como efecto de un conjunto de circunstancias, de múltiple carácter que fueron desde lo económico, lo político, lo social e incluso hasta lo psicológico. Y que el comportamiento asumido por los dos pueblos enfrentados –convenientemente manipulados por sistemas informativos al servicio delos respectivos gobiernos– tuvo las características correspondientes al que ataca, que busca justificarse, frente al que se defiende que, hace de cada trinchera retenida, una fortaleza para la forja de su identidad. Por ello es que, los estudiosos de la guerra de El Salvador todavía, siguen con dificultades para estudiar el fenómeno guerrero, en vista que para el país que ataca, el acontecimiento bélico requiere de una justificación –frecuentemente construida sobre mentiras repetidas– en la que la diferenciación de la verdad con la falsedad, resultan de mucha dificultad. En cambio, el país que se defiende y que además, triunfa en la tarea –caso de Honduras–, el estudio de los acontecimientos que desembocaron en el ataque general del 14 de julio de 1969, concluyen, tarde o temprano en el análisis exclusivo de la justicia o no del atacante, sino que en la fuerza moral y la capacidad operativa del país que se defiende. De allí que en un segundo paso, los historiadores y los analistas de los temas militares, en el caso de Honduras, están abocados a la reflexión no tanto sobre las motivaciones reales o inventadas, del gobierno de Fidel Hernández, sino que de la capacidad del gobierno hondureño para prever el ataque militar salvadoreño, la habilidad de sus dirigentes castrenses para montar por consiguiente un aparato defensivo con el cual frenar la embestida de los atacantes, el entrenamiento de tropas y oficiales para operar en los diferentes teatros de la guerra; y en fin, valorar la capacidad económica de sus agentes productivos que son la base real y efectiva para mantener un esfuerzo guerrero general por más de cinco días en forma continúa.
Para concluir, en un tercero y necesario análisis –muy poco estudiado en afecto, hasta ahora– sobre los efectos psicológicos que para los hondureños tuvo la guerra. Esta última tarea todavía está en pañales. Pero se han hecho algunas exploraciones que nos permiten concluir, provisionalmente por supuesto, que la guerra produjo un severo golpe a los conceptos rurales de la hermandad con los vecinos, a apreciar a las relaciones internacionales en forma dinámica, como un conjunto de encuentros y desencuentros; y que la existencia de un pueblo, se ve fortalecida en la medida en que la amenazan los vecinos. Por ello el estudio de la guerra del 69, nos ha dado trabajos de extraordinario valor –fuera de los propagandísticos que eran justificados y necesarios en los momentos inmediatamente posteriores de los acontecimientos que nos ocupan– como la obra pionera de César Elvir Sierra, que colocan las cosas en su justa perspectiva y que dejan a un lado las lágrimas, para ver la guerra como una confrontación de voluntades, en donde al final, el que se impone es aquel que tiene más conciencia de sí mismo, está orgulloso y seguro de lo que es; y que tiene más voluntad de sobrevivir. Luchando para vencer.
Los salvadoreños siguen atrapados en el estudio de sus justificaciones propagandísticas. Por ello, sus investigadores, fuertemente comprometidos emocionalmente con los hechos, no han podido someter a la guerra en contra de Honduras, como lo hemos nosotros, a las valoraciones de las justificaciones esgrimidas, al análisis de la competencia de los mandos salvadoreños para desempeñarse en los teatros guerreros; y, mucho menos, a escudriñar los efectos que tuvo para la economía y para la estabilidad salvadoreña, una guerra que al plantearla como una acción exitosa en contra del vecino adversario, al no lograrla se transformó en una derrota vergonzosa. Con efectos desastrosos para la sicología profunda de los salvadoreños. Que los marcara inevitablemente, impidiéndoles manejar mejores relaciones con sus vecinos los hondureños que desde el triunfo de su aparato defensivo, siguen aparentemente, arrogantes viéndoles desdeñosos desde la distancia.
Nosotros los hondureños por nuestra parte, debemos enseñar la historia de la guerra del 69, en todos sus detalles, desde las casualidades hasta los efectos, en los colegios y en las universidades. No para estimular innecesarios espíritus guerreros, sino que para conocer cómo se produce una confrontación armada. Y cómo se puede evitar hasta donde el honor lo permita, aprendiendo a entender cómo manejarse en una confrontación bélica en la que la guerra ya no es solo un asunto de los ejércitos que luchan en el campo de batalla, sino que de la confrontación de las voluntades, de dos o más pueblos, que pelean por su sobrevivencia y por la preservación de su identidad. Por supuesto, para hacerlo hay que evitar la tentación del nacionalismo irracional, el menosprecio al otro, el descuido del mantenernos informados sobre el desarrollo de sus fuerzas internas y el olvido del culto al respeto al derecho internacional y a una doctrina militar defensiva, más ordenada y científica que la que desafortunadamente exhibiera el gobierno de Osvaldo López Arellano en los duros días de la guerra de las cien horas.
Para ello, hay que frenar las discretas pero efectivas tendencias que vienen desde el exterior, proponiéndonos el desmonte del aparato militar defensivo por medio de la anulación de sus compromisos institucionales internos, por la politización de sus altos mandos y por el establecimiento de obligaciones policiales para una institución que la hemos creado para que nos respeten, disuadiendo a los que, por las razones que sean, pretendan romperle la columna vertebral a las Fuerzas Armadas de Honduras, para después volvernos esclavos avergonzados llorando a los pies de los conquistadores. Frente a esta tendencia peligrosa para la existencia de Honduras, revertir las cosas, fortaleciendo la igualdad de poder de fuego de las Fuerzas Armadas de Honduras, con el de las demás naciones de la región. Y preservando desde luego la superioridad, aérea, con la cual en 1969 equilibramos las cosas. Y derrotamos a los salvadoreños en todos los frentes en que se dividió la invasión de El Salvador en contra de Honduras.
En fin tenemos que entender que la defensa de Honduras es una obligación de todos. Y que desde el taller, la fábrica y el campo, crearemos la fuerza económica con la cual garantizarla. Porque la guerra es además de lo dicho anteriormente, un esfuerzo económico de la ciudadanía que no quiere permitir que se destruya su identidad, desaparezca su nación y se pierda la patria bajo las botas de los invasores.
Tegucigalpa, julio 8, 2011.
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HONDURAS AVANZA CONMEMORA A LOS VETERANOS DE GUERRA EN SU DIA Por: Rolando Zelaya y Ferrera.
Pelearon con lo que pudieron contra un ejército bien armado; sin embargo los veteranos de guerra en Honduras fueron inmediatamente olvidados. ¿Una demostración más de que para nuestros gobiernos el pueblo no merece vivir con dignidad?
HACE 42 AÑOS SUCEDIÓ LA GUERRA: El 14 de julio de 1969 12,000 hondureños entre ejército y civiles, con armas obsoletas de la segunda guerra mundial, machetes, palos, piedras y cualquier cosa que pudiera convertirse en un proyectil, se enfrentaron a 20,000 salvadoreños perfectamente armados y abastecidos; por los primeros se perdieron 1,200 vidas y por los segundos 700. Pese a esta demostración de valor y amor patrio los hondureños que participaron en la defensa de nuestro territorio son ahora objeto de cuestionamiento: no sólo se les ignora y se les tiene viviendo en pésimas condiciones de vida sin que los últimos gobiernos tomen cartas en el asunto, sino que también se les llama mentirosos ya que hay sectores políticos que afirman que nunca hubo tal guerra. Pero los que fuimos testigos del momento no olvidamos las advertencias de la radio “…La compañía de luz cumple años hoy…”, los apagones, los niños de la guerra que fueron traídos desde la frontera hasta la capital, los comités de defensa local y los aviones salvadoreños bombardeando Tegucigalpa. La guerra solo duró 4 días: 100 horas, y se detuvo por un cese al fuego ordenado por la OEA el 18 de Julio y que El Salvador respetó hasta el día 20, por lo cuál se le declaró país agresor por parte de ese organismo internacional; también terminó porque ambos países ya no tenían municiones. Después de esto, todo se normalizó y cada quién volvió a su vida cotidiana. La ausencia de una memoria histórica y de una cultura de la honestidad no han permitido que los historiadores contemos con fuentes que sean dignas de credibilidad; pero nuevas fuentes surgen para todos aquellos interesados en conocer más de esta guerra; existe un testimonio vivo que ha escrito sus memorias de tan deplorable hecatombe: el veterano de guerra Eloy Concepción Cruz Quiñónez, el escritor, poeta y veterano de guerra William Jemeson Codrington, auxiliar de Historia del Museo Militar, quién maneja mucha información del período; y el héroe nacional Matías Hernández con quién basta una charla para conocer los sucesos de aquel momento aciago.
La Fuerza Aérea Hondureña fue clave para detener los avances del enemigo en el territorio nacional al apoyar las operaciones terrestres. (foto cortesía FMAH)
PROBLEMAS SIN RESOLVER: Después de la guerra muchos de los veteranos fueron los que esperaron que el gobierno tomara en consideración no sólo su participación en el conflicto, sino también sus lesiones e incapacidades; retirados del ejército por las mismas debían adscribirse obligatoriamente a una vida civil en al cuál, si estaban incapacitados para sobrellevar, lo menos que podía hacer el gobierno era ayudarles a tener una vida digna para ellos y sus familias. Sus lesiones y heridas de guerra los han llevado situaciones lamentables: la mayor parte de los veteranos de guerra de Honduras están enfermos, cumpliendo la difícil y última fase de su vida, algunos con cáncer, otros diabéticos, postrados por diabetes y amnesia, o con heridas de guerra: un pie izquierdo amputado y cuatro dedos cercenados pie derecho, ciegos parcial o totalmente, otros sufren de enfermedades comunes con tristeza permanente (depresión clínica) por no ser capaces de atender las necesidades similares de sus compañeras de edad, hijos, nietos y parientes. Por si fuera poco se ha vuelto una normativa que la poca pensión que se les paga, no la reciban mensualmente sino que cuando el gobierno puede pagarla.
HOY POR HOY: los Veteranos del ejército son los que participaron en los enfrentamientos bélicos de Honduras con Nicaragua en 1957 y de Honduras contra El Salvador en 1969. Para ellos la vida no volvió a ser la cotidianeidad de antes. Ello ha llevado a solicitar a diferentes gobiernos sus derechos tan duramente adquiridos. Ejemplo de ello fue lo ocurrido el 25 de marzo de 2008 cuando unos 500 veteranos de guerra de Honduras marcharon ese martes en demanda del pago de un aumento en la pensión, que había aprobado en junio por el presidente Manuel Zelaya, así como su incorporación al sistema de protección social del gobierno. En aquel entonces los veteranos acreditados en su propia Asociación de Veteranos la de Guerra eran unos 2.500 militares retirados, recibiendo una pensión mensual de 2.000 lempiras (unos 105 dólares), cifra que había sido duplicada por el decreto.
Veteranos de guerra en formación de campaña. (Foto cortesía ffaa.mil.hn)
DISPUESTOS A SER PRODUCTIVOS: En el año 2008 La Asociación de Veteranos de Guerra propuso impulsar proyectos de producción de tilapia y camarón, según informó Francisco García miembro de la organización a un diario local. “El proyecto ya es sólido sólo necesitamos una solicitud de financiamiento, ya tenemos camarón y tilapia en las propiedades de Travesía en Puerto Cortés y Río Chiquito en Omoa”, dijo. El entrevistado, precisó que aún les falta obtener el permiso de operación legal, pues hasta la fecha solo han realizado un análisis técnico del suelo y la tierra de la zona para ver lo que se puede producir. En ese sentido, indicó que después actuarán en la parte legal y de producción tomando en cuenta el plan de inversión con que disponen. No obstante, expresó que hasta el momento solo han elegido a Puerto Cortés y Omoa como zonas potenciales de producción. García, sostuvo que no habían solicitado financiamiento porque no sabían que tipo de cultivos podían comercializar. Concluyó diciendo que los miembros de la Asociación de Veteranos de Guerra son dos mil 557, pero en este proyecto solo participan 500. Para la navidad de ese año, aún no habían recibido nada, aunque se les atendió por parte del gobierno de turno y se les prometió que había 20 millones de lempiras disponibles para tal efecto.
LUCHANDO POR VIVIR CON DIGNIDAD: La Asociación de Veteranos de Guerra de Honduras “ASOVEGUEH”, después de realizar amplias actividades de incidencia en el Congreso Nacional y el Poder Ejecutivo logró el reconocimiento indispensable de una asignación mensual equivalente al Salario Mínimo más alto pagado en todo el territorio nacional en acatamiento al DECRETO No. 37-2008 en vigencia. Obviamente, por razón, justicia, humanidad y derechos ganados. Recibieron esa aprobación con beneplácito y firme aceptación, sin embargo, en noviembre de 2010 dio a conocer la determinación oficial en torno a un incremento pequeño que les otorgó el Gobierno de la República, el cual no se aproximaba ni a cuatrocientos lempiras, por lo que los veteranos se vieron obligados a protestar y exigir “justicia”. Lamentablemente la lucha ahora no es por la dignidad del país sino porque el país reconozca la dignidad de ellos. Hago un llamado para que al menos les garanticemos una vejez digna como reconocimiento a quienes defendieron esta tierra como otros NO LO HAN SABIDO HACER. Es lo menos que merecen nuestros compatriotas; hondureños que pelearon por su patria y su bandera. Todos merecemos que se reconozca lo que vale la dignidad de un hondureño, y si a los que tienen méritos no se le reconoce ¿qué podemos esperar los demás, los anónimos?. Hondureños: apoyémonos unos a otros. Solo así…Honduras Avanza.
Veteranos de guerra en formación de campaña. (Foto cortesía ffaa.mil.hn)
¡DIGNIDAD, HONOR Y RESPETO A NUESTROS VETERANOS DE GUERRA!
Fuentes:
1. “Veteranos de guerra exigen un aumento de pensión en Honduras”, Tegucigalpa. Agencia AFP. | 25 noviembre de 2008 martes, tal como aparece en su versión electrónica en http://www.radiolaprimerisima.com/noticias/42301
2. “Veteranos de guerra impulsarán proyectos productivos de tilapia y camarón”, Hondudiario en su versión electrónica en http://www.hondudiariohn.com/economia=0596.php
3. “Los veteranos de Guerra”, Diario La Tribuna, Tribuna del Pueblo del 19 de noviembre de 2009; en su versión electrónica en http://www.latribuna.hn/2010/11/19/los- ... de-guerra/
4. “Propuestas de veteranos de guerra”, Diario La Tribuna, Tribuna del Pueblo 15 abril, 2011 en su versión electrónica en http://www.latribuna.hn/2011/04/15/prop ... de-guerra/
5. “Burlados veteranos de guerra de Honduras: Se les adeudan dos meses de la pensión que el Estado les ha asignado”, Diario El Heraldo, Tegucigalpa, Honduras, 01.01.09 – Actualizado: 01.01.09 09:31pm en su versión electrónica en http://www.elheraldo.hn/Ediciones/2009/ ... e-Honduras
Pelearon con lo que pudieron contra un ejército bien armado; sin embargo los veteranos de guerra en Honduras fueron inmediatamente olvidados. ¿Una demostración más de que para nuestros gobiernos el pueblo no merece vivir con dignidad?
HACE 42 AÑOS SUCEDIÓ LA GUERRA: El 14 de julio de 1969 12,000 hondureños entre ejército y civiles, con armas obsoletas de la segunda guerra mundial, machetes, palos, piedras y cualquier cosa que pudiera convertirse en un proyectil, se enfrentaron a 20,000 salvadoreños perfectamente armados y abastecidos; por los primeros se perdieron 1,200 vidas y por los segundos 700. Pese a esta demostración de valor y amor patrio los hondureños que participaron en la defensa de nuestro territorio son ahora objeto de cuestionamiento: no sólo se les ignora y se les tiene viviendo en pésimas condiciones de vida sin que los últimos gobiernos tomen cartas en el asunto, sino que también se les llama mentirosos ya que hay sectores políticos que afirman que nunca hubo tal guerra. Pero los que fuimos testigos del momento no olvidamos las advertencias de la radio “…La compañía de luz cumple años hoy…”, los apagones, los niños de la guerra que fueron traídos desde la frontera hasta la capital, los comités de defensa local y los aviones salvadoreños bombardeando Tegucigalpa. La guerra solo duró 4 días: 100 horas, y se detuvo por un cese al fuego ordenado por la OEA el 18 de Julio y que El Salvador respetó hasta el día 20, por lo cuál se le declaró país agresor por parte de ese organismo internacional; también terminó porque ambos países ya no tenían municiones. Después de esto, todo se normalizó y cada quién volvió a su vida cotidiana. La ausencia de una memoria histórica y de una cultura de la honestidad no han permitido que los historiadores contemos con fuentes que sean dignas de credibilidad; pero nuevas fuentes surgen para todos aquellos interesados en conocer más de esta guerra; existe un testimonio vivo que ha escrito sus memorias de tan deplorable hecatombe: el veterano de guerra Eloy Concepción Cruz Quiñónez, el escritor, poeta y veterano de guerra William Jemeson Codrington, auxiliar de Historia del Museo Militar, quién maneja mucha información del período; y el héroe nacional Matías Hernández con quién basta una charla para conocer los sucesos de aquel momento aciago.
La Fuerza Aérea Hondureña fue clave para detener los avances del enemigo en el territorio nacional al apoyar las operaciones terrestres. (foto cortesía FMAH)
PROBLEMAS SIN RESOLVER: Después de la guerra muchos de los veteranos fueron los que esperaron que el gobierno tomara en consideración no sólo su participación en el conflicto, sino también sus lesiones e incapacidades; retirados del ejército por las mismas debían adscribirse obligatoriamente a una vida civil en al cuál, si estaban incapacitados para sobrellevar, lo menos que podía hacer el gobierno era ayudarles a tener una vida digna para ellos y sus familias. Sus lesiones y heridas de guerra los han llevado situaciones lamentables: la mayor parte de los veteranos de guerra de Honduras están enfermos, cumpliendo la difícil y última fase de su vida, algunos con cáncer, otros diabéticos, postrados por diabetes y amnesia, o con heridas de guerra: un pie izquierdo amputado y cuatro dedos cercenados pie derecho, ciegos parcial o totalmente, otros sufren de enfermedades comunes con tristeza permanente (depresión clínica) por no ser capaces de atender las necesidades similares de sus compañeras de edad, hijos, nietos y parientes. Por si fuera poco se ha vuelto una normativa que la poca pensión que se les paga, no la reciban mensualmente sino que cuando el gobierno puede pagarla.
HOY POR HOY: los Veteranos del ejército son los que participaron en los enfrentamientos bélicos de Honduras con Nicaragua en 1957 y de Honduras contra El Salvador en 1969. Para ellos la vida no volvió a ser la cotidianeidad de antes. Ello ha llevado a solicitar a diferentes gobiernos sus derechos tan duramente adquiridos. Ejemplo de ello fue lo ocurrido el 25 de marzo de 2008 cuando unos 500 veteranos de guerra de Honduras marcharon ese martes en demanda del pago de un aumento en la pensión, que había aprobado en junio por el presidente Manuel Zelaya, así como su incorporación al sistema de protección social del gobierno. En aquel entonces los veteranos acreditados en su propia Asociación de Veteranos la de Guerra eran unos 2.500 militares retirados, recibiendo una pensión mensual de 2.000 lempiras (unos 105 dólares), cifra que había sido duplicada por el decreto.
Veteranos de guerra en formación de campaña. (Foto cortesía ffaa.mil.hn)
DISPUESTOS A SER PRODUCTIVOS: En el año 2008 La Asociación de Veteranos de Guerra propuso impulsar proyectos de producción de tilapia y camarón, según informó Francisco García miembro de la organización a un diario local. “El proyecto ya es sólido sólo necesitamos una solicitud de financiamiento, ya tenemos camarón y tilapia en las propiedades de Travesía en Puerto Cortés y Río Chiquito en Omoa”, dijo. El entrevistado, precisó que aún les falta obtener el permiso de operación legal, pues hasta la fecha solo han realizado un análisis técnico del suelo y la tierra de la zona para ver lo que se puede producir. En ese sentido, indicó que después actuarán en la parte legal y de producción tomando en cuenta el plan de inversión con que disponen. No obstante, expresó que hasta el momento solo han elegido a Puerto Cortés y Omoa como zonas potenciales de producción. García, sostuvo que no habían solicitado financiamiento porque no sabían que tipo de cultivos podían comercializar. Concluyó diciendo que los miembros de la Asociación de Veteranos de Guerra son dos mil 557, pero en este proyecto solo participan 500. Para la navidad de ese año, aún no habían recibido nada, aunque se les atendió por parte del gobierno de turno y se les prometió que había 20 millones de lempiras disponibles para tal efecto.
LUCHANDO POR VIVIR CON DIGNIDAD: La Asociación de Veteranos de Guerra de Honduras “ASOVEGUEH”, después de realizar amplias actividades de incidencia en el Congreso Nacional y el Poder Ejecutivo logró el reconocimiento indispensable de una asignación mensual equivalente al Salario Mínimo más alto pagado en todo el territorio nacional en acatamiento al DECRETO No. 37-2008 en vigencia. Obviamente, por razón, justicia, humanidad y derechos ganados. Recibieron esa aprobación con beneplácito y firme aceptación, sin embargo, en noviembre de 2010 dio a conocer la determinación oficial en torno a un incremento pequeño que les otorgó el Gobierno de la República, el cual no se aproximaba ni a cuatrocientos lempiras, por lo que los veteranos se vieron obligados a protestar y exigir “justicia”. Lamentablemente la lucha ahora no es por la dignidad del país sino porque el país reconozca la dignidad de ellos. Hago un llamado para que al menos les garanticemos una vejez digna como reconocimiento a quienes defendieron esta tierra como otros NO LO HAN SABIDO HACER. Es lo menos que merecen nuestros compatriotas; hondureños que pelearon por su patria y su bandera. Todos merecemos que se reconozca lo que vale la dignidad de un hondureño, y si a los que tienen méritos no se le reconoce ¿qué podemos esperar los demás, los anónimos?. Hondureños: apoyémonos unos a otros. Solo así…Honduras Avanza.
Veteranos de guerra en formación de campaña. (Foto cortesía ffaa.mil.hn)
¡DIGNIDAD, HONOR Y RESPETO A NUESTROS VETERANOS DE GUERRA!
Fuentes:
1. “Veteranos de guerra exigen un aumento de pensión en Honduras”, Tegucigalpa. Agencia AFP. | 25 noviembre de 2008 martes, tal como aparece en su versión electrónica en http://www.radiolaprimerisima.com/noticias/42301
2. “Veteranos de guerra impulsarán proyectos productivos de tilapia y camarón”, Hondudiario en su versión electrónica en http://www.hondudiariohn.com/economia=0596.php
3. “Los veteranos de Guerra”, Diario La Tribuna, Tribuna del Pueblo del 19 de noviembre de 2009; en su versión electrónica en http://www.latribuna.hn/2010/11/19/los- ... de-guerra/
4. “Propuestas de veteranos de guerra”, Diario La Tribuna, Tribuna del Pueblo 15 abril, 2011 en su versión electrónica en http://www.latribuna.hn/2011/04/15/prop ... de-guerra/
5. “Burlados veteranos de guerra de Honduras: Se les adeudan dos meses de la pensión que el Estado les ha asignado”, Diario El Heraldo, Tegucigalpa, Honduras, 01.01.09 – Actualizado: 01.01.09 09:31pm en su versión electrónica en http://www.elheraldo.hn/Ediciones/2009/ ... e-Honduras
- JRIVERA
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Solo para recordar que el Jurista Arequipeño Jose Luis Bustamante y Rivero, presidente de la Corte Internacional de Justicia de La Haya entre 1967 y 1969, entre otros cargos, pues fue Presidente Constitucional de la República del Perú de 1945 a 1948, gracias a su prestigio internacional fue designado mediador en el conflicto fronterizo entre El Salvador y Honduras agravado tras la llamada Guerra del Fútbol. Este proceso culminó con la firma del tratado general de paz el 30 de octubre de 1980 en Lima.
Saludos,
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A triunfar Peruanos !!! que somos hermanos, que sea la victoria nuestra gratitud...Te daré la vida y cuando yo muera, me uniré en la tierra CONTIGO PERU !!!!
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FAHF5 escribió:Hacia una seria interpretación de la guerra de 1969
La Federación de Estudiantes Universitarios de Honduras envió un comando a Nacaome, el que desarrolla una magnífi ca labor a lado de las tropas Hondureñas.
Por Juan Ramón Martínez.
Los hechos históricos no escapan al facilismo de los reduccionistas. O al malicioso encanto de los manipuladores. Y la guerra de julio de 1969, en la que Honduras respondió apurada y casi en forma desesperada ante la invasión salvadoreña, no escapa a este riesgo. Algunas las han simplificado de tal manera que la han reducido a una inocente disputa futbolera. Otros a una acción natural del proceso expansionista salvadoreño. Y no pocos, incluso algunos intelectuales que habían vivido vendiendo intangibles en El Salvador algunos años antes, la han reducido a un simple ejercicio defensivo para cuidarle las vacas de las haciendas a Oswaldo López Arellano y de sus conmilitones, altos miembros de las Fuerzas Armadas de entonces.
Pero al final, los análisis sobre los actos guerreros, terminan por recobrar su prístina presencia y dejan de ser cuentos de la guerra, para transformarse en acciones políticas, confirmando que esta no es otra cosa más, que la política por otros medios. De allí que ahora, a 42 años de distancia de aquellos desafortunados incidentes, los historiadores y los políticos empiezan a juzgarlos con mayor seriedad, con herramientas diferentes a las que se usan en la venta de los escándalos; y mostrando el trágico incidente confrontativo, antes de maldad y perversidad de una parte, como expresión de las difíciles relaciones entre los seres humanos, dentro de espacios territoriales definidos; o entre vecinos, con culturas similares; pero con evidente incompetencia para manejar sus desacuerdos de un clima de diálogo, sin caer en la tentación de la acción violenta.
Ahora, la guerra del 69 no se ve –especialmente desde Honduras– como el resultado de una sola causal, sino como efecto de un conjunto de circunstancias, de múltiple carácter que fueron desde lo económico, lo político, lo social e incluso hasta lo psicológico. Y que el comportamiento asumido por los dos pueblos enfrentados –convenientemente manipulados por sistemas informativos al servicio delos respectivos gobiernos– tuvo las características correspondientes al que ataca, que busca justificarse, frente al que se defiende que, hace de cada trinchera retenida, una fortaleza para la forja de su identidad. Por ello es que, los estudiosos de la guerra de El Salvador todavía, siguen con dificultades para estudiar el fenómeno guerrero, en vista que para el país que ataca, el acontecimiento bélico requiere de una justificación –frecuentemente construida sobre mentiras repetidas– en la que la diferenciación de la verdad con la falsedad, resultan de mucha dificultad. En cambio, el país que se defiende y que además, triunfa en la tarea –caso de Honduras–, el estudio de los acontecimientos que desembocaron en el ataque general del 14 de julio de 1969, concluyen, tarde o temprano en el análisis exclusivo de la justicia o no del atacante, sino que en la fuerza moral y la capacidad operativa del país que se defiende. De allí que en un segundo paso, los historiadores y los analistas de los temas militares, en el caso de Honduras, están abocados a la reflexión no tanto sobre las motivaciones reales o inventadas, del gobierno de Fidel Hernández, sino que de la capacidad del gobierno hondureño para prever el ataque militar salvadoreño, la habilidad de sus dirigentes castrenses para montar por consiguiente un aparato defensivo con el cual frenar la embestida de los atacantes, el entrenamiento de tropas y oficiales para operar en los diferentes teatros de la guerra; y en fin, valorar la capacidad económica de sus agentes productivos que son la base real y efectiva para mantener un esfuerzo guerrero general por más de cinco días en forma continúa.
Para concluir, en un tercero y necesario análisis –muy poco estudiado en afecto, hasta ahora– sobre los efectos psicológicos que para los hondureños tuvo la guerra. Esta última tarea todavía está en pañales. Pero se han hecho algunas exploraciones que nos permiten concluir, provisionalmente por supuesto, que la guerra produjo un severo golpe a los conceptos rurales de la hermandad con los vecinos, a apreciar a las relaciones internacionales en forma dinámica, como un conjunto de encuentros y desencuentros; y que la existencia de un pueblo, se ve fortalecida en la medida en que la amenazan los vecinos. Por ello el estudio de la guerra del 69, nos ha dado trabajos de extraordinario valor –fuera de los propagandísticos que eran justificados y necesarios en los momentos inmediatamente posteriores de los acontecimientos que nos ocupan– como la obra pionera de César Elvir Sierra, que colocan las cosas en su justa perspectiva y que dejan a un lado las lágrimas, para ver la guerra como una confrontación de voluntades, en donde al final, el que se impone es aquel que tiene más conciencia de sí mismo, está orgulloso y seguro de lo que es; y que tiene más voluntad de sobrevivir. Luchando para vencer.
Los salvadoreños siguen atrapados en el estudio de sus justificaciones propagandísticas. Por ello, sus investigadores, fuertemente comprometidos emocionalmente con los hechos, no han podido someter a la guerra en contra de Honduras, como lo hemos nosotros, a las valoraciones de las justificaciones esgrimidas, al análisis de la competencia de los mandos salvadoreños para desempeñarse en los teatros guerreros; y, mucho menos, a escudriñar los efectos que tuvo para la economía y para la estabilidad salvadoreña, una guerra que al plantearla como una acción exitosa en contra del vecino adversario, al no lograrla se transformó en una derrota vergonzosa. Con efectos desastrosos para la sicología profunda de los salvadoreños. Que los marcara inevitablemente, impidiéndoles manejar mejores relaciones con sus vecinos los hondureños que desde el triunfo de su aparato defensivo, siguen aparentemente, arrogantes viéndoles desdeñosos desde la distancia.
Nosotros los hondureños por nuestra parte, debemos enseñar la historia de la guerra del 69, en todos sus detalles, desde las casualidades hasta los efectos, en los colegios y en las universidades. No para estimular innecesarios espíritus guerreros, sino que para conocer cómo se produce una confrontación armada. Y cómo se puede evitar hasta donde el honor lo permita, aprendiendo a entender cómo manejarse en una confrontación bélica en la que la guerra ya no es solo un asunto de los ejércitos que luchan en el campo de batalla, sino que de la confrontación de las voluntades, de dos o más pueblos, que pelean por su sobrevivencia y por la preservación de su identidad. Por supuesto, para hacerlo hay que evitar la tentación del nacionalismo irracional, el menosprecio al otro, el descuido del mantenernos informados sobre el desarrollo de sus fuerzas internas y el olvido del culto al respeto al derecho internacional y a una doctrina militar defensiva, más ordenada y científica que la que desafortunadamente exhibiera el gobierno de Osvaldo López Arellano en los duros días de la guerra de las cien horas.
Para ello, hay que frenar las discretas pero efectivas tendencias que vienen desde el exterior, proponiéndonos el desmonte del aparato militar defensivo por medio de la anulación de sus compromisos institucionales internos, por la politización de sus altos mandos y por el establecimiento de obligaciones policiales para una institución que la hemos creado para que nos respeten, disuadiendo a los que, por las razones que sean, pretendan romperle la columna vertebral a las Fuerzas Armadas de Honduras, para después volvernos esclavos avergonzados llorando a los pies de los conquistadores. Frente a esta tendencia peligrosa para la existencia de Honduras, revertir las cosas, fortaleciendo la igualdad de poder de fuego de las Fuerzas Armadas de Honduras, con el de las demás naciones de la región. Y preservando desde luego la superioridad, aérea, con la cual en 1969 equilibramos las cosas. Y derrotamos a los salvadoreños en todos los frentes en que se dividió la invasión de El Salvador en contra de Honduras.
En fin tenemos que entender que la defensa de Honduras es una obligación de todos. Y que desde el taller, la fábrica y el campo, crearemos la fuerza económica con la cual garantizarla. Porque la guerra es además de lo dicho anteriormente, un esfuerzo económico de la ciudadanía que no quiere permitir que se destruya su identidad, desaparezca su nación y se pierda la patria bajo las botas de los invasores.
Tegucigalpa, julio 8, 2011.
http://www.latribuna.hn/2011/07/17/haci ... a-de-1969/
sacado de Publicado originalmente en Inglés en la revista Britanica “Air Enthusiast” de Julio / Agosto de 2005.
http://aviaciondeapie.org/2010/11/02/la ... 100-horas/
Quizás quien mejor resume los resultados militares de la guerra en general es el historiador norteamericano Dan Hagedorn, quien en su libro Central American and Caribbean Air Forces escribe: “De hecho, hay mucha evidencia que sugiere que la FAH estableció casi completo control aéreo en su propio territorio durante este breve y poco glorioso conflicto, tras la sorpresa inicial de los ataques salvadoreños. Este fue quizás el único punto brillante en lo que fue, por otro lado, considerada una derrota humillante para las fuerzas armadas hondureñas como un todo
nos derrotaron en todos los frentes, por favor, nosotros decidimos cuando retirar las tropas.
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