VIERNES 01 DE ABRIL DE 2011
Por Javier Bonilla
En Brasil, superando los avatares políticos cotidianos, un continuo pilar de cohesión nacional y constantes planteamientos estratégicos son, junto al Palacio Itamaraty (Cancillería), las Fuerzas Armadas. Desde 1985, normalizados institucionalmente, sucesivos gobiernos esbozaron más y otros menos distintas líneas en Defensa, siguiendo sus diferentes enfoques filosóficos y planteando mayores o menores desafíos industriales al respecto. Los militares, que gobernaron entre 1964 y 1985 en un proceso autoritario, singular y bastante más abierto que en el resto del Cono Sur, no fueron aquí simples gendarmes económicamente omisos, sino claros protagonistas, impulsando procesos de industrialización, sin los cuales no entenderíamos algunos logros tecnológicos del Brasil actual, ni determinadas opciones tácticas o estratégicas, pasadas, presentes o futuras.
Aún siendo el régimen de 1964 en parte un producto de la Guerra Fría, los uniformados jamás renunciarían al nacionalismo, incluso contrariando circunstancialmente a su entonces aliado estadounidense. En 1965, y sin aviso, cancelarían en horas los permisos de vuelo internacionales de la aerolínea Panair, por ser participada por PanAm, además de políticamente próxima al ex presidente opositor Juscelino Kubistcheck, adjudicando sus licencias a Varig, valorada como más brasileña. Seguidamente, se aproximaron a astilleros europeos de cara a futuros navíos, modificaron a diesel en la Mercedes-Benz local los blindados de reconocimiento M-8, que tendrían gran influencia en conocidos diseños nacionales, intentarían prototipos de 4x4, etc.
Aquel Gobierno, ya no alineado exclusivamente con los programas de ayuda militar estadounidense MAP (Military Aid Program) y FMS (Foreign Military Sales), impulsaba la industria aeronáutica nacional, iniciando programas espaciales, encargando a la privada Neiva los entrenadores T-25 Universal y creando Embraer con dos desafíos: el Bandeirante, propuesto sucesor del inolvidable DC-3, y la licencia del reactor italiano MB-326, localmente denominado Xavante.
La Marina, fabricando en sus arsenales diversos patrulleros costeros y fluviales, o buques auxiliares, tras su Programa de Reequipamiento de 1967 acordaba –en 1970– con la británica Vosper Thornicroft ensamblar algunas fragatas MK-10, denominándolas Niteroi –primeros navíos iberoamericanos CODOG– en los Arsenales de la Marina, en Río. Las corbetas Inhaúma (hoy a modernizar), proyecto compartido con otros astilleros, verían la luz en 1989, mientras, desde 1979, se esboza seriamente construir un sumergible nuclear.
Hacia 1982, esa misma Marina unificaría su propuesta industrial, creando Emgepron de cara a actuar para la Fuerza, el Estado y particulares. Simultáneamente, Brasil renueva submarinos, encargando 4 clase Tupí –actualmente a modernizar– basados en los alemanes HDW 209/1400, nacionalizando el programa desde el segundo ejemplar, encargando el casco resistente a Nuclebrás Equipamentos Pesados (NUCLEP) y establecimientos conexos. En 2005, el Tikuna, derivado de los anteriores, con mayores diferencias y grado de nacionalización, fue el quinto ejemplar de esta saga.
El Ejército, apoyando también a los Arsenales de Guerra de Río y São Paulo, transformaba en 1975 a su pequeña Industria de Material Bélico (que data de 1934) en un gran emprendimiento. Imbel fabricaría armas, municiones y productos militares varios, estableciendo centros de investigaciones y formación tecnológica. El Instituto Militar de Ingeniería creaba, en los setenta, diversos posgrados de singular importancia, como las ingenierías Nuclear, Mecánica y de Sistemas.
Otro tanto hacía en materia aeronáutica el entonces Centro de Tecnología Aeroespacial, de São José dos Campos. La Marina ya formaba ingenieros navales en la poderosa Universidad de São Paulo. Además de industrias específicas o iniciativas académicas, empresas consideradas estratégicas, como algunas de explotación mineral, de energía o la distribuidora de hidrocarburos Petrobrás, continuarían siendo estatales, sorteando la oposición de personalidades del régimen, como el brillante economista liberal, ministro y embajador, Roberto Campos.
La era Geisel
La petrolera fue incluso potenciada desde 1972 por su entonces director y luego presidente brasileño, Ernesto Geisel, impulsor del uso del alcohol como combustible, acaecida la crisis provocada por la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) en 1973. Aunque férreo anticomunista, Geisel se acercó con su llamado pragmatismo responsable a China Popular, Libia, Irak y, especialmente, a Angola y todo el África lusófono. Internamente, desarrolló una economía fuertemente estatista y proteccionista respecto al comercio exterior, incluyendo el control de cambios, un semisocialismo de derechas, con el que importar desde una guitarra hasta un ordenador era casi imposible, hoy elogiado por el propio Lula, entonces opositor.
Durante su presidencia (1974-79), bajo el lema Desarrollo y Seguridad, con enormes las inversiones en infraestructuras, Geisel fundaba Nuclebrás y firmaba controvertidos convenios nucleares con Alemania. Junto a otros gobiernos militares sudamericanos, suspendería relaciones militares con unos Estados Unidos entonces cuestionando los excesos represivos contra la oposición. Como en Chile, esto benefició a la industria militar pública y privada. Embraer vendería sus Bandeirante inicialmente a Uruguay, Gabón y Chile, que también adquirió blindados de Engesa. Otras firmas colocarían armamento diverso, en Latinoamérica, África y, especialmente, Medio Oriente.
Engesa sobresalía. Era una discreta fábrica de tractores y camiones desde 1963, relanzada en 1974. Sus camiones EE-50, EE-25 y EE-15 y sus blindados EE-9 Cascavel, EE -11 Urutú y EE-3 Jararaca recorrieron el mundo exitosamente. Cientos de ellos estuvieron en la guerra entre Irán e Irak en los ochenta y hasta en la primera del Golfo (1991). Otros, custodiaban a Ghadaffi, primer cliente extranjero que implantó un cañón de 90 mm. al Cascavel. Hoy, más de mil camiones suyos, militares y civiles, funcionan en Angola, más de diez años después de desaparecida esta fábrica, o en Colombia y Bolivia, uno de sus mayores clientes. Avibras exportaría sus sistemas de cohetes por saturación Astros y los cohetes aire-tierra SBAT 70 profusamente a Irak y, algo menos, hacia Arabia Saudita o Catar.
Bajo absoluta protección estatal (tanta, que un ministro de Hacienda de la época ordenó a un poderoso empresario, impidiéndole importar un reactor ejecutivo, movilizarse en Bandeirante o en automóvil), Embraer, exportando bastantes EMB-110 a Estados Unidos, Australia, Canadá, Francia e Inglaterra, recibió un enorme respaldo local al imponerse un Sistema de Transporte Regional, por el cual, usando dicho modelo, las mayores aerolíneas brasileñas deberían formar subsidiarias regionales.
En 1978 surge Helibras, asociado a Aéroespatiale (hoy Eurocopter), al Gobierno de Minas Gerais e inversores privados, fabricando el Ecureuil, aquí llamado Esquilo, con pedidos iniciales de la Marina, la FAB (Força Aérea Brasileira) y autoridades regionales. Si su índice de nacionalización era mínimo, hoy es del 44% en sus diversas variantes, también presentes en casi todas las policías, Ejército y abundantes usuarios particulares. En 1982, en reciprocidad, las Fuerzas Armadas francesas importarían el Xingú, primer bimotor presurizado de Embraer, que usan todavía hoy y un rival del Beech King Air sin mercadotecnia, antes de adquirir el Tucano.
El crecimiento rural, incentivado durante el posterior gobierno del General Joao Figueiredo (1979-85), consagró al fumigador Embraer/Neiva Ipanema, aún en producción y con versiones a alcohol y con biocombustible. Durante su gestión, de grandes altibajos económicos, Brasil recuperó la mayoría de las acciones del complejo Carajás, la empresa Vale do Río Doce (después, con gran oposición, totalmente privatizada en democracia y hoy cotizando en varias bolsas, incluida la de Hong Kong), explotadora del mayor complejo de minerales sudamericano y uno de los más grandes del mundo, de enorme importancia estratégica y líder absoluto en producción de hierro, siendo el principal proveedor de Japón.
¿Tiempo perdido?
Redemocratizado Brasil en 1985, durante doce años decayeron los impulsos e industrialización de índole militar. Antiguos opositores comenzaban a cuestionar y destacar el pasado represivo de muchos uniformados, aunque nunca al extremo de la hostilidad dirigida, autodestructiva e inconducente de Argentina, Paraguay o Uruguay. Consecuentemente, se congelaban muchos proyectos militares, excepto los iniciados antes de 1986, ralentizados presupuestariamente. Tanto el submarino Tikuna (209 modificado), como la corbeta Barroso (evolución de las Inhaúma) demorarían décadas en surcar los mares.
Embargado Ghaddaffi y derrotado Hussein en 1991, Engesa tampoco consiguió imponer su nuevo tanque Osorio, un ambicioso y elogiado
prototipo preseleccionado por Arabia Saudita, por tropiezos diplomáticos, ni cobrar las deudas iraquíes, dejando sin financiación sus otros proyectos, desde el cazatanques Sucurí al Jeep EE-12/EE-4 (en el que se basó el Marruá, que Agrale montó con antiguos técnicos de Engesa). Sin interés en él, Brasil, que tampoco compró el Tamoio de Bernardini y prefirió opciones usadas estadounidenses, resucitando el FMS. Engesa quebraría, dividiéndose en varias empresas, de diseño, blindaje, etc. Altos ejecutivos suyos terminarían en Imbel, también conmocionada por deudas orientales.
Avibrás sufriría especialmente el golpe, volcándose en producir blindados de transporte de caudales, antenas parabólicas y decodificadores de televisión domésticos, esperando mejores días. El gobierno de Collor, interesante en muchos aspectos, prácticamente ignoró a la industria bélica nacional, impulsándola al cambio de rubro o asociaciones externas. Esto se atenuaría ligeramente cuando, depuesto, asumía, conciliadoramente, Itamar Franco, sin evitar la decadencia. Esta también evidenciaba que mayoritariamente el incipiente complejo militar brasileño aún carecía de la madurez suficiente para enfrentar el mundo moderno. Para unos pocos, la crisis fue oportuna.
Embraer, aún triunfando internacionalmente con el bimotor regional EMB-120 Brasilia y su entrenador militar EMB-312 Tucano –colocado desde Egipto hasta Gran Bretaña–, también sufriría serias sacudidas. Su avanzado proyecto conjunto con la FMA (Fábrica Militar de Aviones) argentina, el bimotor CBA-123, sería cancelado, mientras era privatizada, operación que supondría su éxito actual. El único programa militar que, con altibajos, Embraer acordaba antes de su privatización, condicionado a evitar grandes cambios en el proyecto original de Alenia y Aermacchi, llamadas en Italia a sustituir el Fiat G-91, fue el reactor de ataque a tierra AMX, denominado allí A-1, sin conseguir exportarlo por sus elevados costes. No se logró inicialmente una gran transferencia tecnológica, aunque fue el primer avión de ataque con mando HOTAS y ordenador de vuelo, pudiendo asumir algunas peculiaridades la versión local, sin cambiar su turbina Rolls-Royce Viper.
La Marina conseguía con dificultades, compartiendo iniciativas con astilleros privados, construir los primeros patrulleros de altura clase Grajaú; empezar a modernizar las fragatas Niteroi dentro del programa Modfrag, con ciertos índices de nacionalización; y recibir las fragatas Tipo 22 inglesas, allí conocidas como Greenhalgh. En 1999, crisis económica mediante, debió dar de baja unos 25 buques, entonces de difícil sustitución. En 2000, sin embargo, por 12.000 millones de USD, adquirió el portaaviones francés Mariscal Foch, rebautizado como São Paulo, sustituyendo al viejo Minas Gerais (un Colossus incorporado en 1960), que hasta hoy no ofrece grandes resultados operativos. Poco antes, el Gobierno de Fernando Henrique Cardoso creaba, sin éxito inicial, el Ministerio de Defensa, extinguiendo la categoría ministerial a las comandancias de cada Fuerza. Las carencias materiales continuaban, mientras Cardoso esbozaba la primera Política Nacional de Defensa.
La Amazonia y el Pantanal, otra estrategia
En 2001, la FAB, para remplazar a 17 viejos Dassault Mirage III, convocó al primer programa FX, luego cancelado. Alquilaría en 2005 a Francia 12 Mirage 2000 usados, con misiles Matra 530 y Magic, en una operación valorada en 80 millones de USD, que actualmente terminan su vida útil. Se produciría otra licitación en 2006, el FX2, con 3 adversarios finales, el Dassault Rafale, el Saab Gripen NG, y el Super Hornet F-18, un culebrón que acaba de tirar por los suelos el nuevo Gobierno de Dilma Roussef.
Simultáneamente, mejorarían enormemente los controles sobre la Amazonia, instaurando el SIVAM/SIPAM (Sistema de Vigilancia/Protección Amazónica). Además de radarizar el territorio Norte y Noroeste del país, se estrenó un avión de singular perfil e importancia: el ALX, AT-29 o Super Tucano, muy diferente al Tucano original, mayor, con motor PT-6A-68, de 1600 CV, digitalizado, opcionalmente blindado, con modernos sistemas de armas inteligentes, creado principalmente para regiones selváticas y rápidamente adoptado por otras naciones de la región, como Colombia -estrenándolo exitosamente en combate- y Ecuador. Junto a este modelo se compraron versiones de reconocimiento (AE& W) con radar Ericsson Erieye del ERJ-145, ya presente en la FAB, que recibió una decena procedentes de la fallida Varig.
Ambas aeronaves, junto con otras de la FAB, como los Learjet basados en Recife, hoy con radares Thales DR-3000 Mk2B para reconocimiento y guerra electrónica y las restantes aviaciones militares, dificultarían sensiblemente la acción del narcoterrorismo y el contrabando de armas en la región. Además de los radares Raytheon ASR 23SS, Lockheed AN/TPS B34 y algunos Thomson-CSF anteriores resguardan la Amazonia de vuelos clandestinos a media y alta cota y también el Ejército y en menor medida la FAB encargan otros de baja cota, desarrollados entre el Centro Tecnológico del Ejército y la empresa Orbisat, los Saber 60.
Lógicamente, en los noventa las clásicas hipótesis de conflicto con los vecinos australes (Argentina, Paraguay y Uruguay) se diluyen con el Mercosur, un tratado comercial entre los cuatro países, afianzándose vínculos diplomáticos infinitamente mejores en el Cono Sur. Aún subsistiendo grandes concentraciones terrestres, o bases aéreas y navales de combate sureñas, paulatinamente se trasladan o se crean unidades en la Amazonia y en el Pantanal. También se refuerza el efectivo policial federal y regional a partir de la triple frontera con Paraguay y Argentina sobre las Cataratas del Iguazú, considerándose que las nuevas hipótesis de conflicto se dan desde allí hacia el Norte, hasta la Amazonia, abarcando narcoguerrilla, gran contrabando, depredación ambiental mayor o la posible detección en puntos limítrofes de grupos extremistas sudamericanos o musulmanes.
Numerosas ONG y grupos religiosos o ecologistas descontrolados, pueden causar muchos sinsabores fronterizos, iguales o peores que los hace poco registrados entre Uruguay y Argentina por las papeleras. En lo religioso, si antes sólo algunos misioneros norteamericanos preocupaban, hoy Venezuela –cuyas posturas radicales y alianzas ya son un grave problema– autoriza a grupos islámicos radicales a predicar en la Amazonia. Fundaciones indigenistas europeas también mantienen costosas y llamativas misiones en la zona. Por ello, las Fuerzas Armadas realizan un constante accionar social, integrando al indígena, no sólo sanitaria y jurídicamente, sino facilitándole su ingreso a unidades militares, policiales o ambientales, evitando así, que exacerbado su sentido tribal por agentes extraños, puedan aliarse con grupos exóticos –como los inventores del problema Ianomami–, terroristas o narcotraficantes.
Supercomputadores
Uniendo cibernética y espacio, el Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales (INPE) instaló en su Centro de Previsión del Tiempo y Estudios Climáticos en Cachoeira Paulista el nuevo superordenador Tupá, Cray XT-6. Realiza 258 trillones de cálculos por segundo, estando entre los 30 más rápidos del mundo y tercero entre los principalmente meteorológicos. Permite pronósticos más extensos, previniendo hasta 2 días antes fenómenos climáticos extremos, mejorando sensiblemente la seguridad náutica y aeronáutica. Es infinitamente más poderoso que el legendario Cyber 150/170 que funcionaba años atrás, supervigilado, en un subsuelo presurizado y forrado por gruesas capas de concreto del viejo CTA.
En el tema nuclear, un científico y militar brasileño, el Almirante Álvaro Alberto, fue quien acuñó, en los cincuenta, la definición de minerales estratégicos y la audaz idea de que su exportación no implicará intercambios monetarios, sino tecnológicos, todavía sin saber que Brasil estaría entre las 5 primeras reservas mundiales de uranio. Eran tiempos aún de liderazgo académico regional argentino y fuerte rivalidad entre ambos países. Realmente, hasta principios de los setenta –centrales energéticas incluidas– Argentina estuvo más adelantada técnicamente. En las 2 naciones pululaban los adictos obsesivos a la bomba. Si Perón en 1951 pasó
vergüenza cuando un falso científico austríaco afirmó haber logrado en Bariloche la fisión, luego, un ex ministro de Marina brasileño decía que explotar una sola bombita mostraría ciertas capacidades.
Actualmente rige un novedoso tratado nuclear argentino-brasileño, transformando la enemistad en cooperación, con acuerdos para construir reactores, área en la que Argentina continúa avanzada y permitiendo mutuas inspecciones de sus respectivas instalaciones, descartando carreras nucleares regionales. Brasil, tras altibajos respecto a sus problemáticas usinas nucleares Angra 1 y Angra 2, decidió en 2007 continuar Angra 3 y, finalmente, dar luz verde definitiva al Submarino Nuclear (SBN).
Este, al igual que la actual posesión de un portaaviones de escaso uso, frecuentemente parece más un ícono de imagen nacional e internacional, que un dispositivo ineludible para irradiar soberanía en sus aguas jurisdiccionales y las abundantes plataformas petroleras oceánicas allí existentes. Curiosamente, la Estrategia Nacional de Defensa casi no cita al portaaviones o sus aeronaves y sí bastante a los sumergibles. Para esta fase y la inmediatamente anterior –incorporar un submarino convencional altamente tecnificado– la Marinha eligió el DCNS Scorpene/Marlin sin AIP, para mantener la opción nuclear vigente en caso de futuros recortes financieros.
Submarinos
No obstante, el programa nuclear naval, significando desde 1979 unos 1.000 millones de USD, pese a permanecer casi vegetativo en los noventa, el reactor tuvo enormes avances, concretados en el centro Aramar (Iperó, Sao Paulo) hacia el enriquecimiento de uranio, obteniendo propiamente el gas hexafluoreto de uranio y completando el ciclo de combustible (cuando hasta hace muy poco no podía enriquecer más del 3%), que alimentará a un reactor capaz también de dar energía a una urbe pequeña, si fuera así utilizado. Las unidades ultracentrífugas de fibra de carbono giran a 66.000 rpm por levitación electromagnética, evitando dispositivos mecánicos directos o metales, para reducir exponencialmente el desgaste.
Dentro del Laboratorio de Generación Nucleo Eléctrica (LABGENE) se construye el prototipo del citado reactor, que será de agua presurizada a 150 milibares. Construirlo previamente en Aramar minimiza los riesgos de futura incompatibilidad en el tamaño y el casco resistente, lo que retrasaría enormemente el proyecto. La DCNS, está asociada con la constructora Odebrecht en el Consorcio Bahía de Sepetiba/Itaguaí Construçoes Navais, para ensamblar en Itaguaí –localidad portuaria y siderúrgica a 70 km. de Río– los submarinos convencionales y los cascos de los sumergibles nucleares. En Itaguaí también está la estatal Nuclebrás Equipamentos Pesados (NUCLEP), futuro fabricante de dichos cascos y varios dispositivos para la central Nuclear Angra III, casi en simultáneo. Para ello montará la Unidad de Fabricación de Estructuras Metálicas (UFEM), una estructura de 90.000 m2., a finalizar en 2012.
Excepto el Grupo de Buzos de Combate (GRUMEC) y el Centro de Medicina Hiperbárica, aún en su sede anterior de Niteroi (isla Mocangué), la Base de Submarinos Almirante Castro e Silva también se muda a Itaguaí, al lado del astillero. Éste, con más de 500.000 m2. construidos, 2 diques secos aptos para cambiar el combustible de los sumergibles cada 7 años y un larguísimo galpón de 50 m. de altura, capaz de albergar 2 submarinos y donde estos serán ensamblados, será el mayor astillero brasileño. Para interesar económicamente a técnicos e ingenieros en este emprendimiento surgió la fundación Amaazul, sin las limitaciones salariales de la Marina en momentos en los cuales también se construyen otros 17 astilleros voluminosos en Brasil, todos requiriendo escasísimo personal.
El gobierno también dispuso estímulos fiscales hacia las empresas proveedoras en iniciativas relacionadas con asuntos nucleares, exonerándolas de impuestos de importación y otros gravámenes. Otra entidad, la Coordinadora General para el Desarrollo del Submarino Nuclear (COGESN), será responsable de las obras, tras obtener permisos especiales de 10 entidades ambientales que aprobaron el proyecto meses atrás, luego de arduas gestiones y con 24 enmiendas. La zona es ambientalmente preservada.
Del SIVAM al SisGAAz
Además del ensamblaje de los sumergibles, se firmaron otros contratos con el consorcio binacional y con los franceses, con estos últimos, sobre gestión y transferencia de tecnología. Con ambos socios, el emplazamiento en las naves de varias unidades del sistema de contramedidas anti torpedo Canto, la dotación de las mismas con torpedos F-21 e ítems correspondientes a los submarinos, mientras la Marina envía a Francia hasta 2012 a 80 ingenieros, para perfeccionarse en la unidad industrial de DCNS en Lorient, aunque la Marina, además del tema sumergibles, precisa un dramático aumento del número de técnicos en todos sus sectores. El programa referente a los nuevos submarinos apunta, a su vez, a un marco naval mayor, que es el Sistema de Gerenciamiento de la Amazonia Azul (SisGAAz). Brasil denomina Amazonia Azul a su Zona Económica Exclusiva, hoy de 350 millas náuticas.
El SisGAAz sería un sistema de sistemas, integrando los ya existentes y futuros. Desde el actual CONCOTRAM (control de tráfico marítimo) y el específico de buques pesqueros elaborado con un núcleo universitario, hasta los datos de futuros radares costeros OTH, el patrullaje de buques y submarinos, información satelital o de aeronaves de vigilancia. Entre estas, futuros UAV, los Bandeirulha digitalizados en Aeroeletrónica y, especialmente, los Lockheed P-3BR de la FAB con radares Elta 2022, motores T-56/14 y modernizados por Airbus Military al sistema FITS, aeronaves con capacidad MPA y SAR hasta aguas africanas, dividiéndose el Atlántico en diversas zonas de patrullaje casi permanente, desde la Base Aérea de Salvador, y, algo menos, los Bandeirulha, desde Florianópolis.
Como los P-3, los helicópteros embarcados Super Linx también fueron dotados de unidades FLIR Sea Starfire, aptos para fines militares o SAR. Adicionalmente, se formará otro escuadrón aeronaval con Tracer y Tracker modernizados, ex EEUU y Uruguay, para llevar suministros al portaaviones, AEW o como aviones cisterna. Respecto a unidades de superficie, se negocian con diversos proveedores los futuros escoltas y actualmente se desarrolla, suscitando interés regional, el programa NaPaOc de modernos patrulleros oceánicos de 1.800 ton.
Según proyecciones, esta apuesta marítima se justifica plenamente, porque la abundancia de hidrocarburos en aguas brasileñas, el aumento del comercio exterior naviero y el boom industrial en astilleros podrían octuplicar el peso de las vertientes navales, aún en relación al ya próspero complejo aeronáutico o automotriz en poco tiempo. Es evidente sí, que este enorme crecimiento de la Marina en Brasil, precisa sustentarse en un incremento geométrico de la actividad comercial naval y un aumento generalizado de las riquezas acuáticas.
Igualmente, incrementar presupuestariamente el control de tránsito aéreo –ahora aparentemente unificando el civil y militar– e infraestructuras aeroportuarias debería corresponderse al sensible aumento actual de la actividad aerocomercial, sustentable luego del mundial y las olimpíadas. Y es que la Estrategia Nacional de Defensa que no previó ni remotamente el actual ajuste fiscal, concibe sus enunciadas inversiones en un país ideal, de constante crecimiento eternamente cercano a dos dígitos, que si obtuviera el muy esquivo sillón permanente en la ONU, debería aumentar aún más los gastos militares, sin, hasta el momento, una clara relación coste-beneficio. Planes grandiosos y algo imprecisos… ¡Vaya talón de Aquiles!