Fuerzas Armadas de México
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- Teniente Coronel
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Parece un poco fastidioso escuchar siempre lo mismo de periodicos rusos, dando por sentado que su industria de defensa tiene contratos ya ganados o que se dan el lujo de especular incluso antes de que siquiera se lancen licitaciones.
Sería bueno que dijeran quién es la "fuente" de su noticia... Porque honestamente, esto se ha vuelto ya algo recurrente y muy molesto, siempre se trata de lanzar "rumores" a ciegas sin el más mínimo respaldo, vamos ni siquiera dicen que mugre sistema se está manejando y de que "otras compañias" aparte de PEMEX va a destinar esos recursos.
Sería bueno que dijeran quién es la "fuente" de su noticia... Porque honestamente, esto se ha vuelto ya algo recurrente y muy molesto, siempre se trata de lanzar "rumores" a ciegas sin el más mínimo respaldo, vamos ni siquiera dicen que mugre sistema se está manejando y de que "otras compañias" aparte de PEMEX va a destinar esos recursos.
Jagdgeschwader 74 "Viva Zapata" SQdr.
- Tom_of_Finland
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Pues quien sabe, hasta que no haya mayores datos oficiales, o sea SEMAR, PEMEX, no pasara de ser otro rumor. Por otra parte el equipo ruso le sento muy bien a la SEMAR, y SUPONIENDO, que en realidad se interesen en sistemas de defensa aerea, Rusia podria ser un buen proveedor, desde sistemas modernizados, hasta nuevos como el Tor o el S 300. Ahora, ¿que tendria que ver en esto PEMEX? pues cuando compraron los radares Sentinel, Pemex puso parte del dinero, ¿y de que sirve tener radares si no hay con que enfrentar una amenaza?
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- Teniente Coronel
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- Registrado: 18 Abr 2010, 00:12
La nota dice que PEMEX y "otras corporaciones" supuestamente "estarían interesadas" en adquirir un sistema de defensa aérea, algo que parece un poco absurdo considerando que los únicos autorizados para adquirir este tipo de equipos son las fuerzas armadas.
Hay que aclarar, que los únicos misiles de defensa aérea que tiene o ha tenido México en toda su historia son los Igla en servicio con la SEMAR, de ahí en fuera, de ser esto cierto representaría un verdadero hito en la historia de las adquisiciones militares del país.
Hay que aclarar, que los únicos misiles de defensa aérea que tiene o ha tenido México en toda su historia son los Igla en servicio con la SEMAR, de ahí en fuera, de ser esto cierto representaría un verdadero hito en la historia de las adquisiciones militares del país.
Jagdgeschwader 74 "Viva Zapata" SQdr.
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- Recluta
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mexicanos curso comando jungla
Colombia entrena a militares mexicanos en lucha antidrogas (reportaje)
En un territorio verde y agreste, en medio de colinas selváticas localizadas a unas tres horas en coche al sur de Bogotá, se ocultan 17 mil hectáreas fortificadas. Adentro de ese enclave militar se percibe un constante ir y venir de camionetas llenas de uniformados en verde olivo. Hombres equipados con armamento sofisticado, casco y chaleco antibalas, cuidan los accesos detrás de retenes pintados de negro en medio del ensordecedor ruido de los helicópteros. Es el mundo aparte del nuevo Centro de Operaciones de la Policía colombiana, construida con una inversión de 90 millones de dólares y financiado en parte con dinero de Estados Unidos (EU) a través del Plan Colombia. Una vez terminados los trabajos, que avanzan a marcha forzada, este súper complejo bélico tendrá de todo: desde un casino para oficiales hasta su propia plantación de coca con un laboratorio para fabricar cocaína, pasando por un helipuerto y puestos de tiro. Es un centro de formación de élite, una nueva Escuela de las Américas para la guerra antinarcóticos; una referencia no sólo para los policías colombianos sino, desde 2006, para todos los países vecinos. Por el famoso Comando Jungla (el curso de comandos más exigente del centro y basado en la doctrina de los servicios militares británicos) han pasado uniformados de toda Latinoamérica. Son cada vez más los mexicanos que aprenden aquí tácticas para una guerra irregular, sin frentes claros, con enemigos disfrazados de civiles o escondidos entre la maleza de los montes. M Semanal los acompañó en sus rutinas.
Es uno de esos amaneceres espectaculares de la selva colombiana. El sol naciente baña las paredes desnudas de los cerros con una luz dorada, y los pájaros saludan al nuevo día con los más diversos cantos. Desde lejos se escucha murmurar al río Cuello, cuyas aguas abundantes por las lluvias se estrellan contra las rocas creando un fondo sonoro permanente. El termómetro aún no llega a los 30 grados y los mosquitos dan una rara tregua. Pero Menéndez, Sánchez, Díaz y los demás mexicanos aprendieron a desconfiar del panorama bucólico: el enemigo —o sus minas antipersonales— puede estar en todas partes. Así lo han aprendido en el Comando Jungla, aunque haya sido con minas de humo y balas de pintura. A estas alturas del curso, ficción y realidad no se distinguen fácil.
Vestidos de verde olivo y cargando un kit de munición y de sobrevivencia que pesa unos 20 kilos, los mexicanos se preparan para el patrullaje pintándose las caras de camuflaje. Cada quien a su estilo: a uno le gustan las rayas diagonales, otro prefiere manchas redondas como de jaguar, el tercero pinta formas irregulares: una pequeña rebelión de individualidad en un mundo de uniformados. Los comandos especiales tienen que ser eficientes, atemorizantes, anónimos. Desembarcan a una sola voz al lugar justo donde se les ordena, y caen de sorpresa sobre la “presa dorada”, como suelen llamar a sus objetivos, arrestándolos o matándolos. Desaparecen tan rápido como llegaron, sin que nadie los identifique: “Así nos cuidamos de los enemigos y también de nosotros mismos, de no fraternizar con la población civil y amafiarnos”. Eso dice el teniente Arboledas (todos los nombres han sido cambiados, a petición de los entrevistados), el único militar del equipo y suboficial de las fuerzas especiales del Ejército Mexicano. No le gusta que le digan Rambo oMáquina de matar, como tampoco a los colombianos. “Aquí ponemos mucho énfasis en los derechos humanos”, subraya el responsable del curso, el sargento Armando Lozano. “Les enseñamos sobre derecho humanitario y tienen que aprender a discriminar blancos. Les ponemos situaciones en donde en medio hay rehenes, civiles o instituciones como la Cruz Roja, y el que dispara indiscriminadamente es castigado”.
Las armas les son entregadas en el depósito: M60, M16, fusiles automáticos probados en todas las guerras recientes, todas estadunidenses. Hay una barraca que es solamente de los gringos, y nadie más tiene acceso al lugar prohibido. No se sabe qué pasa allí. Washington, en el marco del Plan Colombia, entregó al país andino unos siete mil millones de dólares para la lucha antidroga, pero la mayor parte del monto regresó a EU, a los bolsillos de los fabricantes de armas, helicópteros, aviones y radares.
LOS MEXICANOS, “UNOS VERRACOS”
En México se está repitiendo la historia, pero los alumnos del campamento no se detienen en esos enredos políticos; están aquí para otra cosa. Hoy toca practicar emboscadas, pero ellos no lo saben. En un patrullaje en medio del monte van uno tras otro, y caminan a cerca de dos metros de distancia uno del otro en un pequeño sendero flanqueado por árboles y maleza. De la nada aparecen los enemigos y estallan las detonaciones: ¡pum, pum, pum, pum! Aunque éstos llevan armas reales, no las disparan; sólo imitan el sonido; aunque no siempre es así, ya que a veces se usan balas de pintura, a veces verdaderas. En esta ocasión los reclutas forman un “túnel”, una doble fila donde cada quien tira hacia afuera. Otra vez: ¡pum, pum, pum, pum! “Son muchos, no pueden, qué van a hacer, rápido, les están matando a la gente”, presiona el instructor. El jefe del comando mexicano ordena la retirada. Hay gritos, sudores, ruido, excitación, caos, aunque no tanto: uno por uno, de izquierda a derecha, empezando por los de adelante, levantan el arma y corren por el interior del túnel. Cuando pasan, tocan el hombro del compañero de al lado en señal de que es su turno. En menos de un minuto el sitio está despejado. El policía Vargas, el más joven del grupo con sus 24 años, tiene gruesas gotas de sudor en la cara. “Uno se acostumbra a estar bañado en sudor”, dice, sin inmutarse. Ahora se siente preparado, pero antes no siempre fue así: “En sus inicios la Policía Federal no tenía preparación, no teníamos equipo, ni siquiera chalecos antibalas”, recuerda. Los mandaron a la guerra sin fusil.
Llegaron a Colombia 20 efectivos y terminaron siendo 13. El balance cae en el promedio: 30 por ciento de los participantes fracasa y no logra terminar el Curso Jungla. Todos tienen entre 24 y 40 años. Vinieron de Ciudad Juárez, de Michoacán, del Distrito Federal, de Puebla. Casi todos son policías federales. La mayoría ha estado en operaciones antinarcóticos peligrosas, y presume fotos de sus hazañas o del desfile militar en el Zócalo capitalino. En México pasaron por una estricta selección y, aun así, siete tuvieron que regresar anticipadamente por lesiones, por fallar en los exámenes teóricos y prácticos o por no aguantar la presión sicológica. Con todo, Lozano está contento con los mexicanos. “Son unos verracos”, dice, con ese adjetivo colombiano que expresa admiración ante la perseverancia. No son como los afganos que mandaron los estadunidenses hace algún tiempo, a quienes recuerda con una amplia sonrisa porque interrumpían los ejercicios cada tanto para rezar y porque se negaron a meterse al agua.
Los mexicanos no son así: Arboledas hasta sacó el primer lugar, el mejor del curso en todas las pruebas (principalmente, de carácter). Así lo concibieron los ingleses del Servicio Aéreo Especial (SAS, por sus siglas en inglés), inspirados por las luchas independentistas de sus colonias. A veces los ejercicios parecen sacados de un manual de boy scouts: cómo hacer fuego sin cerillos, orientarse en la selva siguiendo el curso de un río o leyendo el crecimiento de las hojas, o recolectar y filtrar agua en palos de bambú partidos a lo largo.
Más que nada, hay que aguantar el frío, el hambre, la falta de sueño, los mosquitos y las culebras, el cansancio, las humillaciones, los insultos y presiones. Cada quien tiene sus límites. Los primeros alumnos salieron desde el primer día, cuando apenas los instructores delinearon las reglas: un rapado al ras para todos, estar siempre con un compañero —llamado “garra” en la jerga militar—, sanciones drásticas por indisciplina o malas calificaciones. Quien pierde un examen no sale a descanso. A uno de los participantes, por dormirse en una lección, lo mandaron a subir a un árbol y quedarse aferrado a una rama como perezoso durante casi una hora.
Sánchez, el mayor de los mexicanos, sufre desde el primer día. Pesa unos 70 kilos por 1.70 metros de estatura, pero no está en forma. Los trotes en la madrugada, las lagartijas interminables y la amenaza de ser castigado si no roza el puño del implacable y omnipresente entrenador, lo llevaron al borde de la rendición. “A los 15 días tenía los brazos inflamados y me dolían las piernas”, recuerda. Dormir solamente cuatro o cinco horas diarias lo agotaba. Comer a veces en menos de cinco minutos fue otra prueba dura. Pero sus compañeros lo alentaron a seguir. No podía dejarlos, era el papá de todos, el ejemplo. El médico le recetó unas cremas y píldoras, y Sánchez continuó. “Si la mente quiere, el cuerpo puede”, afirma. Ahora pesa 58 kilos, tiene algunas canas más y está orgulloso por formar parte de la “Junglería”, como los colombianos llaman a los que logran terminar el curso y reciben la medalla de reconocimiento.
Para Menéndez el momento crítico llegó con los ejercicios acuáticos: viene de Ciudad Juárez y el agua no es su elemento. Sabe nadar bien, pero cruzar un lago de dos kilómetros de largo a nado cargando el equipo lo llevó al límite. Estar todo el día mojado, con el agua hasta el cuello y comiendo en medio del río le resultó una prueba de voluntad terrible. “Sólo aguanté pensando en mi familia, no los quería defraudar”, recuerda. Díaz, por su parte, casi se queda en “El Páramo”, como los colombianos llaman a la parte alta de las montañas, donde un frío húmedo se mete en los huesos y el pantano dificulta cada paso. Tuvieron que caminar y pernoctar en esa zona durante una semana, casi sin dormir. “Es un paso adelante y tres para atrás”, resume Díaz. No cualquiera forma parte de un grupo de élite, de líderes, de personas que nunca pierden el control y con un agudo instinto de sobrevivencia.
TÁCTICAS PARA ZONAS RURALES
Estos hombres serán destinados, al graduarse, a las peores operaciones antinarcóticos. Cuándo y cómo, no lo saben. Lo más probable es que ni siquiera estarán juntos. Algo que los colombianos consideran clave: el espíritu de cuerpo, forjado por el Comando Jungla, debe crear un equipo donde se confía ciegamente en los compañeros, lo que blinda contra la infiltración y las tentaciones. Entre los mexicanos, sin embargo, reina la desconfianza. “Los policías, sobre todo los estatales y municipales, son mercenarios: van con quien más les paga”, espeta Arboledas. En los años ochenta así le pasó a la Policía colombiana: los policías fungían como guardaespaldas de narcos, cuidaban cargamentos y se enfrentaban a tiros con los militares. Ahora, los 165 mil efectivos existentes en el país están bajo un mando único, se someten a estrictos exámenes de admisión y control permanente, tienen la posibilidad de estudiar una carrera y tienen beneficios como centros vacacionales y hospitales. A pesar de todo lo anterior, aún hay infiltraciones, deserción, corrupción, desconfianza de la población y colaboración con grupos criminales.
No obstante, los estadunidenses constatan avances y están contentos. Al general que realizó la reforma interna, Oscar Naranjo, lo galardonaron el año pasado como el “mejor policía del mundo”. “Para nosotros, la Policía colombiana debe ser un ejemplo”, diceArboledas. Sus colegas asienten con la cabeza mientras almuerzan y tratan de cortar un pedazo de carne tan dura como la suela de un zapato. La comida no ha sido lo mejor del Campamento Jungla, pero el hambre es tenaz.
Ahora toca tomar una casa. Sigilosamente, pegados al muro y en fila india, el fusil apoyado en el hombro del predecesor, se acercan a la puerta principal. El primero, muy despacio, saca la punta del fusil, después su cabeza, y examina rápidamente la entrada. No hay nadie. Da una señal con la mano y el gusano avanza, casi sin hacer ruido. “Pegados a la pared”, grita el instructor. Así entran por la segunda puerta de vidrio que marca la entrada a las oficinas y se dispersan corriendo. Cada quien agarra a algún señuelo, gritan y los tumban al piso para revisarlos. Es un ambiente intimidante, hostil. Todo dura menos de un minuto. Impresionante para cualquier casa de seguridad o narcolaboratorio, pero ¿cómo llegar hasta el núcleo si narcotraficantes como El Chapo Guzmán tienen sus influencias hasta en los altos mandos políticos y militares, protegiéndose con hasta nueve anillos de seguridad a varios kilómetros de distancia?
Es una pregunta para la cual los colombianos tampoco tienen una respuesta. Desde el nacimiento del Plan Colombia a mediados de los años noventa, las fuerzas de seguridad optaron por perseguir a la guerrilla izquierdista que en ese momento, desde su escondite en la selva con tácticas guerrilleras y terroristas, logró controlar una tercera parte del país (lo que incluía las principales carreteras) incluso mediante la amenaza de bombas contra las grandes ciudades. Se financiaba con secuestros, extorsiones, narcotráfico y ayuda internacional de simpatizantes. Pero los grandes capos del narco no suelen andar por la selva. Los jefes paramilitares, con quienes el gobierno del presidente Álvaro Uribe (2002-2010) prefirió negociar, sí. Ellos llegaron a controlar una tercera parte del Congreso colombiano bajo Uribe, algo que desembocó en el escándalo de la “parapolítica” y que llevó a la cárcel hasta al primo del Presidente. Al final los jefes “paras” al estilo de Carlos Castaño, Salvatore Mancuso y Don Berna se desmovilizaron, pero la guerra contra la guerrilla sigue, y el narcotráfico también.
En el patio del Comando Jungla, la marcial estatua metálica del capitán Wilson Quintero lo recuerda. Fue un agente del comando, rehén de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, quien logró escapar con unos compañeros sólo para ser traicionado por un campesino después de marchar días por la selva, por lo que terminó siendo asesinado por sus captores.
En estos cuatro meses en Colombia, los mexicanos han escuchado miles de historias como la anterior. Y las preguntas surgen. “Esto que aprendimos no nos sirve en ciudades como Monterrey, Acapulco o Veracruz. Son tácticas para zonas rurales, como Michoacán, Guerrero o el ‘Triángulo Dorado’”, dice Menéndez. Él mismo estuvo en una emboscada en Michoacán, de la cuál salieron con ocho heridos y dos muertos. Los refuerzos nunca llegaron. Porque estos hombres que ponen el pellejo cuando la mayoría de sus oficiales nunca han estado en un tiroteo de verdad, ni saben reaccionar o prefieren dar marcha atrás a las operaciones ante cualquier duda. O simplemente carecen de información de inteligencia, por lo que navegan a ciegas. Ante estas reflexiones aflora la sensación de malestar, de incertidumbre, esa zona gris que no tiene cabida en la guerra.
En un territorio verde y agreste, en medio de colinas selváticas localizadas a unas tres horas en coche al sur de Bogotá, se ocultan 17 mil hectáreas fortificadas. Adentro de ese enclave militar se percibe un constante ir y venir de camionetas llenas de uniformados en verde olivo. Hombres equipados con armamento sofisticado, casco y chaleco antibalas, cuidan los accesos detrás de retenes pintados de negro en medio del ensordecedor ruido de los helicópteros. Es el mundo aparte del nuevo Centro de Operaciones de la Policía colombiana, construida con una inversión de 90 millones de dólares y financiado en parte con dinero de Estados Unidos (EU) a través del Plan Colombia. Una vez terminados los trabajos, que avanzan a marcha forzada, este súper complejo bélico tendrá de todo: desde un casino para oficiales hasta su propia plantación de coca con un laboratorio para fabricar cocaína, pasando por un helipuerto y puestos de tiro. Es un centro de formación de élite, una nueva Escuela de las Américas para la guerra antinarcóticos; una referencia no sólo para los policías colombianos sino, desde 2006, para todos los países vecinos. Por el famoso Comando Jungla (el curso de comandos más exigente del centro y basado en la doctrina de los servicios militares británicos) han pasado uniformados de toda Latinoamérica. Son cada vez más los mexicanos que aprenden aquí tácticas para una guerra irregular, sin frentes claros, con enemigos disfrazados de civiles o escondidos entre la maleza de los montes. M Semanal los acompañó en sus rutinas.
Es uno de esos amaneceres espectaculares de la selva colombiana. El sol naciente baña las paredes desnudas de los cerros con una luz dorada, y los pájaros saludan al nuevo día con los más diversos cantos. Desde lejos se escucha murmurar al río Cuello, cuyas aguas abundantes por las lluvias se estrellan contra las rocas creando un fondo sonoro permanente. El termómetro aún no llega a los 30 grados y los mosquitos dan una rara tregua. Pero Menéndez, Sánchez, Díaz y los demás mexicanos aprendieron a desconfiar del panorama bucólico: el enemigo —o sus minas antipersonales— puede estar en todas partes. Así lo han aprendido en el Comando Jungla, aunque haya sido con minas de humo y balas de pintura. A estas alturas del curso, ficción y realidad no se distinguen fácil.
Vestidos de verde olivo y cargando un kit de munición y de sobrevivencia que pesa unos 20 kilos, los mexicanos se preparan para el patrullaje pintándose las caras de camuflaje. Cada quien a su estilo: a uno le gustan las rayas diagonales, otro prefiere manchas redondas como de jaguar, el tercero pinta formas irregulares: una pequeña rebelión de individualidad en un mundo de uniformados. Los comandos especiales tienen que ser eficientes, atemorizantes, anónimos. Desembarcan a una sola voz al lugar justo donde se les ordena, y caen de sorpresa sobre la “presa dorada”, como suelen llamar a sus objetivos, arrestándolos o matándolos. Desaparecen tan rápido como llegaron, sin que nadie los identifique: “Así nos cuidamos de los enemigos y también de nosotros mismos, de no fraternizar con la población civil y amafiarnos”. Eso dice el teniente Arboledas (todos los nombres han sido cambiados, a petición de los entrevistados), el único militar del equipo y suboficial de las fuerzas especiales del Ejército Mexicano. No le gusta que le digan Rambo oMáquina de matar, como tampoco a los colombianos. “Aquí ponemos mucho énfasis en los derechos humanos”, subraya el responsable del curso, el sargento Armando Lozano. “Les enseñamos sobre derecho humanitario y tienen que aprender a discriminar blancos. Les ponemos situaciones en donde en medio hay rehenes, civiles o instituciones como la Cruz Roja, y el que dispara indiscriminadamente es castigado”.
Las armas les son entregadas en el depósito: M60, M16, fusiles automáticos probados en todas las guerras recientes, todas estadunidenses. Hay una barraca que es solamente de los gringos, y nadie más tiene acceso al lugar prohibido. No se sabe qué pasa allí. Washington, en el marco del Plan Colombia, entregó al país andino unos siete mil millones de dólares para la lucha antidroga, pero la mayor parte del monto regresó a EU, a los bolsillos de los fabricantes de armas, helicópteros, aviones y radares.
LOS MEXICANOS, “UNOS VERRACOS”
En México se está repitiendo la historia, pero los alumnos del campamento no se detienen en esos enredos políticos; están aquí para otra cosa. Hoy toca practicar emboscadas, pero ellos no lo saben. En un patrullaje en medio del monte van uno tras otro, y caminan a cerca de dos metros de distancia uno del otro en un pequeño sendero flanqueado por árboles y maleza. De la nada aparecen los enemigos y estallan las detonaciones: ¡pum, pum, pum, pum! Aunque éstos llevan armas reales, no las disparan; sólo imitan el sonido; aunque no siempre es así, ya que a veces se usan balas de pintura, a veces verdaderas. En esta ocasión los reclutas forman un “túnel”, una doble fila donde cada quien tira hacia afuera. Otra vez: ¡pum, pum, pum, pum! “Son muchos, no pueden, qué van a hacer, rápido, les están matando a la gente”, presiona el instructor. El jefe del comando mexicano ordena la retirada. Hay gritos, sudores, ruido, excitación, caos, aunque no tanto: uno por uno, de izquierda a derecha, empezando por los de adelante, levantan el arma y corren por el interior del túnel. Cuando pasan, tocan el hombro del compañero de al lado en señal de que es su turno. En menos de un minuto el sitio está despejado. El policía Vargas, el más joven del grupo con sus 24 años, tiene gruesas gotas de sudor en la cara. “Uno se acostumbra a estar bañado en sudor”, dice, sin inmutarse. Ahora se siente preparado, pero antes no siempre fue así: “En sus inicios la Policía Federal no tenía preparación, no teníamos equipo, ni siquiera chalecos antibalas”, recuerda. Los mandaron a la guerra sin fusil.
Llegaron a Colombia 20 efectivos y terminaron siendo 13. El balance cae en el promedio: 30 por ciento de los participantes fracasa y no logra terminar el Curso Jungla. Todos tienen entre 24 y 40 años. Vinieron de Ciudad Juárez, de Michoacán, del Distrito Federal, de Puebla. Casi todos son policías federales. La mayoría ha estado en operaciones antinarcóticos peligrosas, y presume fotos de sus hazañas o del desfile militar en el Zócalo capitalino. En México pasaron por una estricta selección y, aun así, siete tuvieron que regresar anticipadamente por lesiones, por fallar en los exámenes teóricos y prácticos o por no aguantar la presión sicológica. Con todo, Lozano está contento con los mexicanos. “Son unos verracos”, dice, con ese adjetivo colombiano que expresa admiración ante la perseverancia. No son como los afganos que mandaron los estadunidenses hace algún tiempo, a quienes recuerda con una amplia sonrisa porque interrumpían los ejercicios cada tanto para rezar y porque se negaron a meterse al agua.
Los mexicanos no son así: Arboledas hasta sacó el primer lugar, el mejor del curso en todas las pruebas (principalmente, de carácter). Así lo concibieron los ingleses del Servicio Aéreo Especial (SAS, por sus siglas en inglés), inspirados por las luchas independentistas de sus colonias. A veces los ejercicios parecen sacados de un manual de boy scouts: cómo hacer fuego sin cerillos, orientarse en la selva siguiendo el curso de un río o leyendo el crecimiento de las hojas, o recolectar y filtrar agua en palos de bambú partidos a lo largo.
Más que nada, hay que aguantar el frío, el hambre, la falta de sueño, los mosquitos y las culebras, el cansancio, las humillaciones, los insultos y presiones. Cada quien tiene sus límites. Los primeros alumnos salieron desde el primer día, cuando apenas los instructores delinearon las reglas: un rapado al ras para todos, estar siempre con un compañero —llamado “garra” en la jerga militar—, sanciones drásticas por indisciplina o malas calificaciones. Quien pierde un examen no sale a descanso. A uno de los participantes, por dormirse en una lección, lo mandaron a subir a un árbol y quedarse aferrado a una rama como perezoso durante casi una hora.
Sánchez, el mayor de los mexicanos, sufre desde el primer día. Pesa unos 70 kilos por 1.70 metros de estatura, pero no está en forma. Los trotes en la madrugada, las lagartijas interminables y la amenaza de ser castigado si no roza el puño del implacable y omnipresente entrenador, lo llevaron al borde de la rendición. “A los 15 días tenía los brazos inflamados y me dolían las piernas”, recuerda. Dormir solamente cuatro o cinco horas diarias lo agotaba. Comer a veces en menos de cinco minutos fue otra prueba dura. Pero sus compañeros lo alentaron a seguir. No podía dejarlos, era el papá de todos, el ejemplo. El médico le recetó unas cremas y píldoras, y Sánchez continuó. “Si la mente quiere, el cuerpo puede”, afirma. Ahora pesa 58 kilos, tiene algunas canas más y está orgulloso por formar parte de la “Junglería”, como los colombianos llaman a los que logran terminar el curso y reciben la medalla de reconocimiento.
Para Menéndez el momento crítico llegó con los ejercicios acuáticos: viene de Ciudad Juárez y el agua no es su elemento. Sabe nadar bien, pero cruzar un lago de dos kilómetros de largo a nado cargando el equipo lo llevó al límite. Estar todo el día mojado, con el agua hasta el cuello y comiendo en medio del río le resultó una prueba de voluntad terrible. “Sólo aguanté pensando en mi familia, no los quería defraudar”, recuerda. Díaz, por su parte, casi se queda en “El Páramo”, como los colombianos llaman a la parte alta de las montañas, donde un frío húmedo se mete en los huesos y el pantano dificulta cada paso. Tuvieron que caminar y pernoctar en esa zona durante una semana, casi sin dormir. “Es un paso adelante y tres para atrás”, resume Díaz. No cualquiera forma parte de un grupo de élite, de líderes, de personas que nunca pierden el control y con un agudo instinto de sobrevivencia.
TÁCTICAS PARA ZONAS RURALES
Estos hombres serán destinados, al graduarse, a las peores operaciones antinarcóticos. Cuándo y cómo, no lo saben. Lo más probable es que ni siquiera estarán juntos. Algo que los colombianos consideran clave: el espíritu de cuerpo, forjado por el Comando Jungla, debe crear un equipo donde se confía ciegamente en los compañeros, lo que blinda contra la infiltración y las tentaciones. Entre los mexicanos, sin embargo, reina la desconfianza. “Los policías, sobre todo los estatales y municipales, son mercenarios: van con quien más les paga”, espeta Arboledas. En los años ochenta así le pasó a la Policía colombiana: los policías fungían como guardaespaldas de narcos, cuidaban cargamentos y se enfrentaban a tiros con los militares. Ahora, los 165 mil efectivos existentes en el país están bajo un mando único, se someten a estrictos exámenes de admisión y control permanente, tienen la posibilidad de estudiar una carrera y tienen beneficios como centros vacacionales y hospitales. A pesar de todo lo anterior, aún hay infiltraciones, deserción, corrupción, desconfianza de la población y colaboración con grupos criminales.
No obstante, los estadunidenses constatan avances y están contentos. Al general que realizó la reforma interna, Oscar Naranjo, lo galardonaron el año pasado como el “mejor policía del mundo”. “Para nosotros, la Policía colombiana debe ser un ejemplo”, diceArboledas. Sus colegas asienten con la cabeza mientras almuerzan y tratan de cortar un pedazo de carne tan dura como la suela de un zapato. La comida no ha sido lo mejor del Campamento Jungla, pero el hambre es tenaz.
Ahora toca tomar una casa. Sigilosamente, pegados al muro y en fila india, el fusil apoyado en el hombro del predecesor, se acercan a la puerta principal. El primero, muy despacio, saca la punta del fusil, después su cabeza, y examina rápidamente la entrada. No hay nadie. Da una señal con la mano y el gusano avanza, casi sin hacer ruido. “Pegados a la pared”, grita el instructor. Así entran por la segunda puerta de vidrio que marca la entrada a las oficinas y se dispersan corriendo. Cada quien agarra a algún señuelo, gritan y los tumban al piso para revisarlos. Es un ambiente intimidante, hostil. Todo dura menos de un minuto. Impresionante para cualquier casa de seguridad o narcolaboratorio, pero ¿cómo llegar hasta el núcleo si narcotraficantes como El Chapo Guzmán tienen sus influencias hasta en los altos mandos políticos y militares, protegiéndose con hasta nueve anillos de seguridad a varios kilómetros de distancia?
Es una pregunta para la cual los colombianos tampoco tienen una respuesta. Desde el nacimiento del Plan Colombia a mediados de los años noventa, las fuerzas de seguridad optaron por perseguir a la guerrilla izquierdista que en ese momento, desde su escondite en la selva con tácticas guerrilleras y terroristas, logró controlar una tercera parte del país (lo que incluía las principales carreteras) incluso mediante la amenaza de bombas contra las grandes ciudades. Se financiaba con secuestros, extorsiones, narcotráfico y ayuda internacional de simpatizantes. Pero los grandes capos del narco no suelen andar por la selva. Los jefes paramilitares, con quienes el gobierno del presidente Álvaro Uribe (2002-2010) prefirió negociar, sí. Ellos llegaron a controlar una tercera parte del Congreso colombiano bajo Uribe, algo que desembocó en el escándalo de la “parapolítica” y que llevó a la cárcel hasta al primo del Presidente. Al final los jefes “paras” al estilo de Carlos Castaño, Salvatore Mancuso y Don Berna se desmovilizaron, pero la guerra contra la guerrilla sigue, y el narcotráfico también.
En el patio del Comando Jungla, la marcial estatua metálica del capitán Wilson Quintero lo recuerda. Fue un agente del comando, rehén de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, quien logró escapar con unos compañeros sólo para ser traicionado por un campesino después de marchar días por la selva, por lo que terminó siendo asesinado por sus captores.
En estos cuatro meses en Colombia, los mexicanos han escuchado miles de historias como la anterior. Y las preguntas surgen. “Esto que aprendimos no nos sirve en ciudades como Monterrey, Acapulco o Veracruz. Son tácticas para zonas rurales, como Michoacán, Guerrero o el ‘Triángulo Dorado’”, dice Menéndez. Él mismo estuvo en una emboscada en Michoacán, de la cuál salieron con ocho heridos y dos muertos. Los refuerzos nunca llegaron. Porque estos hombres que ponen el pellejo cuando la mayoría de sus oficiales nunca han estado en un tiroteo de verdad, ni saben reaccionar o prefieren dar marcha atrás a las operaciones ante cualquier duda. O simplemente carecen de información de inteligencia, por lo que navegan a ciegas. Ante estas reflexiones aflora la sensación de malestar, de incertidumbre, esa zona gris que no tiene cabida en la guerra.
- Tom_of_Finland
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Experten escribió:La nota dice que PEMEX y "otras corporaciones" supuestamente "estarían interesadas" en adquirir un sistema de defensa aérea, algo que parece un poco absurdo considerando que los únicos autorizados para adquirir este tipo de equipos son las fuerzas armadas.
Hay que aclarar, que los únicos misiles de defensa aérea que tiene o ha tenido México en toda su historia son los Igla en servicio con la SEMAR, de ahí en fuera, de ser esto cierto representaría un verdadero hito en la historia de las adquisiciones militares del país.
Si revisamos la historia, los radares Sentynel que la SEMAR opera en la sonda de Campeche, fueron comprados con dinero de Pemex. En los 90's un Hercules version L 100 alargada, fue donado por Pemex a la FAM. Hace dos años el unico Mi 17 que se compro este sexenio, fue pagado con dinero del FONDEN -fondo para desastres naturales-, tambien se dice que el avion Embraer R 99 de la FAM , fue pagado en parte con dinero de la SEGOB.
Obviamente PEMEX no va a escoger ni operar dicho armamento, -siempre y cuando la noticia sea cierta- eso corresponderia a la Marina, y ya PEMEX podria pagarlo y facilitar los lugares para operar dichas armas.
Los Iglas que se tienen en la actualidad, obviamente resultan insuficientes para proteger las instalaciones de PEMEX en primera porque se compraron muy pocos, en sugunda por su poco alcance y porque dependen que el operador localice visualmente su objetivo antes de disparar. Lo ideal seria un sistema de mayor alcance asociado a un radar y director de tiro optronico, como el Pantsyr o el Tor.
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Si y al final, aunque se utilizó dinero de PEMEX, fue la Marina la que solicitó la adquisición de ese equipo y a PEMEX le correspondió justificar la erogación de esos recursos. Hasta que los oficiales de la Marina o el ejército no mencionen nada, sigue siendo una anécdota.
Yo estoy deacuerdo en que se adquieran más misiles, pero... y lo tengo que decir así, se tiene que lanzar una licitación, por ejemplo, la Marina ya tiene los radares Sentinel, los mismos que opera, por ejemplo, el sistema NASAMS de fabricación Noruega... que parecerían, en este caso en concreto, una adquisición mejor, hay que tomar todo a consideración. Se tiene que lanzar una competición.
Yo estoy deacuerdo en que se adquieran más misiles, pero... y lo tengo que decir así, se tiene que lanzar una licitación, por ejemplo, la Marina ya tiene los radares Sentinel, los mismos que opera, por ejemplo, el sistema NASAMS de fabricación Noruega... que parecerían, en este caso en concreto, una adquisición mejor, hay que tomar todo a consideración. Se tiene que lanzar una competición.
Jagdgeschwader 74 "Viva Zapata" SQdr.
- Tom_of_Finland
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En efecto el sistema NASAMS utiliza el radar Sentynel junto a misiles AMI 120 lanzados desde tierra, y podria resultar mas practico irse por este sistema del que al menos ya se tiene una parte.
Pero por otra parte habriamos de ver si este material se lo venderian a la SEMAR, o si es reservado a socios estrategicos de los EU, ademas de que tendriamos que ver el costo de este junto con otros sistemas.
A mi en lo personal se me hace mas completo un sistema como el Pantsir, con cañones -que pueden destruir incluso lanchas rapidas- y misiles con una cobertura de 20 kms de longitud y 15 kms de altura, y que incluso puede atacar blancos de superficie.
Pero por otra parte habriamos de ver si este material se lo venderian a la SEMAR, o si es reservado a socios estrategicos de los EU, ademas de que tendriamos que ver el costo de este junto con otros sistemas.
A mi en lo personal se me hace mas completo un sistema como el Pantsir, con cañones -que pueden destruir incluso lanchas rapidas- y misiles con una cobertura de 20 kms de longitud y 15 kms de altura, y que incluso puede atacar blancos de superficie.
- Tom_of_Finland
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Lucha contra el narco
El proyecto, a cargo de científicos navales; se usará en tareas de seguridad o en desastres naturales
Empiezan en enero las pruebas del primer avión no tripulado que construye la Armada
Autonomía programada de 80 minutos o alcance de 6 kilómetros; es un proyecto que puede crecer
Foto
Avión no tripulado construido por la Marina con tecnología de punta, cuyas pruebas de operación empezarán a realizarse en enero próximoFoto La Jornada
Jesús Aranda
Periódico La Jornada
Miércoles 28 de diciembre de 2011, p. 3
"Esta vez no estamos llegando tarde; esta vez estamos desarrollando algo que en muchos países es considerado tecnología de punta", sostiene orgulloso el encargado del proyecto de la Armada de México para construir el primer avión no tripulado, el cual realizará sus primeras pruebas en unidades operativas a partir de enero de 2012.
En diciembre de 2010, el Instituto de Investigación y Desarrollo Tecnológico de la Armada de México empezó este proyecto de avión no tripulado, que para junio próximo prevé la construcción de tres aeronaves, fabricadas ciento por ciento por un cuerpo multidisciplinario de científicos navales, y que no tiene precedentes en la industria militar nacional.
Este avión no tripulado, que según fuentes de la Marina tendrá un costo final equivalente a una décima parte de naves similares adquiridas hace un año por las secretarías de la Defensa Nacional y de Seguridad Pública federal, es la respuesta de los marinos a la necesidad de impulsar el desarrollo tecnológico en México y para atender la demanda creciente de este tipo de aparatos para vigilancia, operaciones tácticas y en apoyo de la población en casos de desastre.
En entrevista con este diario, el encargado del proyecto y dos de sus principales colaboradores (todos oficiales de la Armada de México y con estudios en el extranjero) señalan que el programa ha cumplido con las expectativas del alto mando naval.
Dicho avión está construido con base en fibra de carbono, de 2.5 metros de envergadura por 1.7 de largo, con una autonomía programada de 80 minutos o un alcance de seis kilómetros. Cuenta con un sensor principal, que es una cámara que envía en tiempo real imágenes diurnas y nocturnas a una estación terrestre y de ahí a cualquier puesto de comando.
El proyecto se desarrolló en el contexto de la controvertida decisión del gobierno mexicano de solicitar a Estados Unidos que aviones no tripulados de ese país sobrevuelen territorio mexicano para recolectar información sobre la actividad de grupos criminales.
Ésta es parte de la entrevista con los oficiales, cuyos nombres se omiten por su seguridad.
–¿Cuáles son las misiones que puede cumplir este aparato?
–El avión tiene la facilidad o la funcionalidad de enviar imágenes o video a un operador en tierra. Es una herramienta tan versátil como la situación lo demande. Va a proveer imágenes de un punto de interés, que puede ser de apoyo a la población civil en casos de desastre o para una operación táctica o militar.
–¿Cuál es la meta más ambiciosa que se pusieron al iniciar el proyecto?
–La meta, por supuesto, es cumplir con cada uno de los requerimientos que nos planteó el Estado Mayor General. El alcance, la autonomía, el tipo de sensores, el despliegue sin necesidad de una pista, una estación portátil, todo eso es la meta de este proyecto. Una vez concluido, en junio del año que viene, puede tener múltiples prospectivas:
Puede crecer a un avión de mayor autonomía, de más alcance. Puede variar a uno mucho más pequeño; que ya no necesitemos una camioneta o un helicóptero para transportarlo, sino que un hombre lo pueda traer en la espalda; que tenga menos alcance, pero sea mucho más fácil de desplegar. Este aparato se transporta desarmado y en 10 minutos se arma y está listo para volar.
Puede evolucionar en múltiples rubros, y conforme se vaya utilizando, seguramente la Marina identificará hacia dónde ir.
–¿Se está instalando una capacidad a futuro?
–¡Claro! A raíz del grupo que hemos integrado, estamos creando la infraestructura en recursos materiales, el equipamiento, los laboratorios, el recurso humano en el que la Marina ha invertido.
–¿Cuántas personas están involucradas?
–Somos 10. Hay de todos los grados académicos y de múltiples disciplinas: mecánica, ciencias computacionales, ingeniería electrónica, aerodinámica, ingeniería de software.
“Todo lo que es la parte intelectual del proyecto es completamente mexicana; el diseño del fuselaje, el programa que controla al avión, el diseño de la electrónica, la algorítmica y todo el esfuerzo que hace que el avión sea inteligente es completamente desarrollo de la Marina.
"México no manufactura circuitos integrados ni cámaras, por lo que esos dispositivos fueron adquiridos en otro lado, pero el resto es nacional".
Señala que de haber interés institucional o nacional por desarrollar este aspecto de la industria aeronáutica, mucho del trabajo que han desarrollado sería directamente transferible. Por supuesto que esto sienta las bases de algo mucho mayor.
Asimismo, afirma que una de las grandes ventajas del proyecto es la retroalimentación con las unidades operativas, porque el avión es perfectible, y cuando las naves lleguen a las unidades operativas podrán hacer las mejoras que sean necesarias.
–Este es un país de sexenios. ¿No se corre el riesgo de que el proyecto termine?
–No creo que este sea el caso. Hay un gran capital humano preparado que ha costado tiempo a la Marina, y estoy seguro de que va a continuar aprovechándolo. A escala internacional, estos aparatos han demostrado ser una herramienta extremadamente útil.
El proyecto, a cargo de científicos navales; se usará en tareas de seguridad o en desastres naturales
Empiezan en enero las pruebas del primer avión no tripulado que construye la Armada
Autonomía programada de 80 minutos o alcance de 6 kilómetros; es un proyecto que puede crecer
Foto
Avión no tripulado construido por la Marina con tecnología de punta, cuyas pruebas de operación empezarán a realizarse en enero próximoFoto La Jornada
Jesús Aranda
Periódico La Jornada
Miércoles 28 de diciembre de 2011, p. 3
"Esta vez no estamos llegando tarde; esta vez estamos desarrollando algo que en muchos países es considerado tecnología de punta", sostiene orgulloso el encargado del proyecto de la Armada de México para construir el primer avión no tripulado, el cual realizará sus primeras pruebas en unidades operativas a partir de enero de 2012.
En diciembre de 2010, el Instituto de Investigación y Desarrollo Tecnológico de la Armada de México empezó este proyecto de avión no tripulado, que para junio próximo prevé la construcción de tres aeronaves, fabricadas ciento por ciento por un cuerpo multidisciplinario de científicos navales, y que no tiene precedentes en la industria militar nacional.
Este avión no tripulado, que según fuentes de la Marina tendrá un costo final equivalente a una décima parte de naves similares adquiridas hace un año por las secretarías de la Defensa Nacional y de Seguridad Pública federal, es la respuesta de los marinos a la necesidad de impulsar el desarrollo tecnológico en México y para atender la demanda creciente de este tipo de aparatos para vigilancia, operaciones tácticas y en apoyo de la población en casos de desastre.
En entrevista con este diario, el encargado del proyecto y dos de sus principales colaboradores (todos oficiales de la Armada de México y con estudios en el extranjero) señalan que el programa ha cumplido con las expectativas del alto mando naval.
Dicho avión está construido con base en fibra de carbono, de 2.5 metros de envergadura por 1.7 de largo, con una autonomía programada de 80 minutos o un alcance de seis kilómetros. Cuenta con un sensor principal, que es una cámara que envía en tiempo real imágenes diurnas y nocturnas a una estación terrestre y de ahí a cualquier puesto de comando.
El proyecto se desarrolló en el contexto de la controvertida decisión del gobierno mexicano de solicitar a Estados Unidos que aviones no tripulados de ese país sobrevuelen territorio mexicano para recolectar información sobre la actividad de grupos criminales.
Ésta es parte de la entrevista con los oficiales, cuyos nombres se omiten por su seguridad.
–¿Cuáles son las misiones que puede cumplir este aparato?
–El avión tiene la facilidad o la funcionalidad de enviar imágenes o video a un operador en tierra. Es una herramienta tan versátil como la situación lo demande. Va a proveer imágenes de un punto de interés, que puede ser de apoyo a la población civil en casos de desastre o para una operación táctica o militar.
–¿Cuál es la meta más ambiciosa que se pusieron al iniciar el proyecto?
–La meta, por supuesto, es cumplir con cada uno de los requerimientos que nos planteó el Estado Mayor General. El alcance, la autonomía, el tipo de sensores, el despliegue sin necesidad de una pista, una estación portátil, todo eso es la meta de este proyecto. Una vez concluido, en junio del año que viene, puede tener múltiples prospectivas:
Puede crecer a un avión de mayor autonomía, de más alcance. Puede variar a uno mucho más pequeño; que ya no necesitemos una camioneta o un helicóptero para transportarlo, sino que un hombre lo pueda traer en la espalda; que tenga menos alcance, pero sea mucho más fácil de desplegar. Este aparato se transporta desarmado y en 10 minutos se arma y está listo para volar.
Puede evolucionar en múltiples rubros, y conforme se vaya utilizando, seguramente la Marina identificará hacia dónde ir.
–¿Se está instalando una capacidad a futuro?
–¡Claro! A raíz del grupo que hemos integrado, estamos creando la infraestructura en recursos materiales, el equipamiento, los laboratorios, el recurso humano en el que la Marina ha invertido.
–¿Cuántas personas están involucradas?
–Somos 10. Hay de todos los grados académicos y de múltiples disciplinas: mecánica, ciencias computacionales, ingeniería electrónica, aerodinámica, ingeniería de software.
“Todo lo que es la parte intelectual del proyecto es completamente mexicana; el diseño del fuselaje, el programa que controla al avión, el diseño de la electrónica, la algorítmica y todo el esfuerzo que hace que el avión sea inteligente es completamente desarrollo de la Marina.
"México no manufactura circuitos integrados ni cámaras, por lo que esos dispositivos fueron adquiridos en otro lado, pero el resto es nacional".
Señala que de haber interés institucional o nacional por desarrollar este aspecto de la industria aeronáutica, mucho del trabajo que han desarrollado sería directamente transferible. Por supuesto que esto sienta las bases de algo mucho mayor.
Asimismo, afirma que una de las grandes ventajas del proyecto es la retroalimentación con las unidades operativas, porque el avión es perfectible, y cuando las naves lleguen a las unidades operativas podrán hacer las mejoras que sean necesarias.
–Este es un país de sexenios. ¿No se corre el riesgo de que el proyecto termine?
–No creo que este sea el caso. Hay un gran capital humano preparado que ha costado tiempo a la Marina, y estoy seguro de que va a continuar aprovechándolo. A escala internacional, estos aparatos han demostrado ser una herramienta extremadamente útil.
- Tom_of_Finland
- Sargento Primero
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llegaran 3 nuevos Mi 17V5 para la SEMAR.
Rusia-Iberoamérica
México compra a Rusia tres helicópteros polivalentes Mi-17 según fuente militar
15:12 31/12/2011
Ciudad de México, 31 de diciembre, RIA Novosti.
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Planta nuclear “Laguna Verde” en México utilizará uranio ruso hasta el año 2016
Rusia es socio comercial principal de México en Europa Central y del Este
México muestra interés por sistemas de defensa antiaérea de fabricación rusa
Rusia y México repasan asuntos claves en materia de seguridad
México adquirió tres helicópteros polivalentes rusos de transporte militar Mi-17V-5, declaró la víspera a RIA Novosti una fuente militar mexicana familiarizada con el asunto.
Las máquinas, fabricadas en la Planta de helicópteros de Kazan, serán entregadas a la parte mexicana a lo largo del año 2012. Fueron adquiridas por la Secretaría de Marina de México mediante un esquema de arrendamiento con participación del Banco Nacional de Obras y Servicios (Banobras).
Según se espera, los helicópteros se utilizarán para la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado en los estados fronterizos del norte del país.
El contrato para la compra de los tres helicópteros fue firmado el pasado día 22 con la exportadora estatal del armamento ruso “Rosoboronexport”. El monto del negocio no se revela.
Actualmente, los helicópteros rusos, según cálculos de expertos, tienen una cuota del 20% en el mercado de helicópteros de combate de América Latina y del 2% en el sector de máquinas civiles.
El Mi-17V-5, diseñado por la Fábrica de helicópteros Mil de Moscú, gracias a su polivalencia y elogiables características de vuelo, llegó a ser uno de los helicópteros rusos de transporte militar más solicitados del mundo.
¿No que ya nada de nada con Rusia?
México compra a Rusia tres helicópteros polivalentes Mi-17 según fuente militar
15:12 31/12/2011
Ciudad de México, 31 de diciembre, RIA Novosti.
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Las máquinas, fabricadas en la Planta de helicópteros de Kazan, serán entregadas a la parte mexicana a lo largo del año 2012. Fueron adquiridas por la Secretaría de Marina de México mediante un esquema de arrendamiento con participación del Banco Nacional de Obras y Servicios (Banobras).
Según se espera, los helicópteros se utilizarán para la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado en los estados fronterizos del norte del país.
El contrato para la compra de los tres helicópteros fue firmado el pasado día 22 con la exportadora estatal del armamento ruso “Rosoboronexport”. El monto del negocio no se revela.
Actualmente, los helicópteros rusos, según cálculos de expertos, tienen una cuota del 20% en el mercado de helicópteros de combate de América Latina y del 2% en el sector de máquinas civiles.
El Mi-17V-5, diseñado por la Fábrica de helicópteros Mil de Moscú, gracias a su polivalencia y elogiables características de vuelo, llegó a ser uno de los helicópteros rusos de transporte militar más solicitados del mundo.
¿No que ya nada de nada con Rusia?
- Tom_of_Finland
- Sargento Primero
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- ss_korp
- Cabo
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- Registrado: 04 Sep 2005, 18:13
Mientras los helicopteros rusos le sigan funcionando a la Marina, y no alcance el dinero para otra cosa, aqui seguiran.
Ademas los MI-17 cumplen bien su tarea y son los mas adecuados para apoyo logístico o transporte de tropas en áreas de gran altura como lo es la sierra de Durango donde muchas picos rebasan los 3400 metros sobre el nivel del mar ahí el CH-53 no puede realizar esa tarea, el BlackHawk tiene menor cupo, menos espacio pues y los Bell 412/212 tambien se ven muy limitados
"...JUZGARSE PEOR QUE LOS OTROS ES UNO DE LOS ACTOS MAS VIOLENTOS DE ORGULLO, POR QUE ESA ES LA MANERA MAS DESTRUCTIVA DE SER DIFERENTE ..."
- Andrés Eduardo González
- General
- Mensajes: 30783
- Registrado: 05 Jul 2007, 17:33
- Ubicación: Bogotá (Colombia)
No hay que confunfir. Los Mi-17 son para llevar personal y equipo hasta las zonas que son seguras y propias, es decir, detrás de nuestras líneas. Los UH-60 son helos que están diseñados para el asalto aéreo y que pueden ir hasta detrás de las líneas enemigas gracias a su velocidad, agilidad y, porque no, tamaño. Los Bell dan soporte armado junto a los AH-60L que son UH-60 "letalizados" por la FAC, no van simplemente artillados...
Así es cómo se usa la variedad de helos en Colombia...
Así es cómo se usa la variedad de helos en Colombia...
"En momentos de crisis, el pueblo clama a Dios y pide ayuda al soldado. En tiempos de paz, Dios es olvidado y el soldado despreciado».
- Tom_of_Finland
- Sargento Primero
- Mensajes: 479
- Registrado: 18 Oct 2008, 19:48
Aqui las condiciones son distintas, Colombia tiene una gran flota de helicopteros, y Mexico para su tamaño y la emergencia que se tiene por el narco, no tiene una flota tan grande. De hecho hay zonas como Tamaulipas o Chihuahua, del tamaño de España donde apenas se cuenta con unos pocos helicopteros. En manos de la Marina, el Mi 17 la ha hecho hasta de helicoptero de asalto, es de recordar los operativos en Tamaulipas donde se culmino con la muerte del lider del cartel del Golfo, en dichos operativos los Mi 17 incluso llegaron a apoyar con fuego de M 134 miniguns a las fuerzas especiales. Obviamente por su tamaño y poca agilidad no es el helicoptero mas adecuado. Ahora se cuenta con tres helicopteros UH 60M que ya han realizado operativos de muy alto impacto, y que podrian tomar un papel mas de "asalto", pero son solo tres, ojala en el futuro la Marina pueda hacerse de mas helicopteros de estos, -UH 60M-.
- Isra999
- Sargento
- Mensajes: 211
- Registrado: 02 Dic 2006, 01:52
- Ubicación: Muy Noble, Leal e Imperial Ciudad de México
Experten escribió:Eso dicen algunos fanfarrones "conectados" en ciertos foros... México seguirá adquiriendo equipo militar ruso, incluido equipo aeronáutico.
Bueno, aquí hay que puntualizar, la FAM es quien ya no quiere mas máquinas rusas (eso por su mala experiencia operativa derivado de no hacer las compras como se deben), al contrario de la SEMAR la cual tiene muy buena experiencia con ellos y por supuesto que van a seguir en ese tenor en cuanto al vector aéreo.
Y tus templos, palacios y torres se derrumben con hórrido estruendo, y sus ruinas existan diciendo: De mil héroes la Patria aquí fue.
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