Los Mitos de la Guerra del Pacífico (Chile - Perú)
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26 de Febrero de 1880
En carta de esta fecha, de don Marcial de Luna a su hermano en el Batallón “Aconcagua” Nº1 en Antofagasta, refiere la biografía del 2º Jefe de los “Cazadores del Desierto”, don Hilario Bouquet. Los párrafos referidos, dicen así
“Casa de Artola Hermanos.
Mineral del Inca, Febrero 26 de 1880.
El tal Bouquet, después de ser presidario en Cayenna, se fugó formando una partida de bandidos en la Calabria, donde cometió los hechos más horrorosos y se puso, por las autoridades del lugar, su cabeza a precio. Entonces se persiguió a muerte dicha partida y tuvo que emigrar a Francia, donde estaba haciendo estragos la comuna en París, el se proclamó Comandante, como lo hacía cualesquiera carnicero, panadero, zapatero, y fue el tal sujeto uno de los incendiarios de París. Entre ellos estaba un coronel verdadero, un señor Dandló, hombre que tenía fortuna y que lo supo embaucar el tal Bouquet, y concluida la comuna, dicho coronel se llevó a Bouquet a una casa de campo, donde tenía una querida y Bouquet llevó a su mujer legítima y su única hija, al lado de la querida del coronel donde está hasta ahora, mantenida por dicha señora. Entonces fue cuando Pertuisset formó una especie de expedición a la América, para explorar la Tierra del Fuego, la Patagonia y otros puntos del Sur de Chile. Esta expedición no tuvo resultado ninguno útil para el promotor de la expedición, pero si para el bandido intrigante y de mala fe, de Bouquet, pues formó una farsa e inventó informes y planos de ingenieros de nombres supuestos (porque es de advertir que es un falsificador de 1º orden). Se fue a Buenos Aires, donde conoció a don Adolfo Ibañez y le propuso organizar una sociedad sobre el descubrimiento que había hecho en Patagonia, de inmensos depósitos de carbón de piedra y que los mantos tenían 14 metros de ancho. En el acto solicitó y consiguió del Gobierno, apoyado por don Adolfo, que creyó de buena fe todo lo que le dijo y los planos e informes falsificados que le presentó, en que hacía subir el valor existente en carbón en el terreno concedido a 557 millones de pesos. El Gobierno le concedió el terreno que solicitó con la condición de formar una colonia francesa de 50 individuos. Con todas estas falsificaciones y lo único verdadero, lo concedido por el Gobierno, se marchó a Francia donde su amigo y protector, el coronel Dandló y lo embaucó de tal modo, que le sacó 50.000 francos, para poder cumplir con la estipulación del contrato con el Gobierno; primeramente llevar la colonia y hacer los reconocimientos: primero le dio con Secretario y Contador al hermano de la querida del coronel, un joven Paubre. Inmediatamente se embarcó en el Havre con la colonia de 50 hombres y el Secretario en un buque de vela que debía ir directamente a Punta Arenas; pero el buque tuvo que tocar, por hacer agua, a Montevideo, donde él se quedó despachando el buque a su destino, diciéndoles que él estaría antes que ellos, por el primer vapor que pasara. La pobre colonia por poco se muere de hambre en Punta Arenas esperándolo, hasta que perdió o perdieron la esperanza y se principiaron a ocupar en las minas de carbón de ese lugar, y otros se vinieron a Valparaíso y a Santiago. Yo he conocido a dos de ellos que lo quisieran ver frito en aceite. Mientras tanto él se comió todos los realitos de la habitación y cuando no tuvo más se vino a Chile, donde ha vivido a fuerza de robos y petardos, principiando por el pobre Barbeque lo arruinó. No hay Hotel, Restaurant, que no deba, solo al Hotel de los hermanos le debe en pensión y bienes 1.200 pesos, ya que chupa como una esponja. No he visto un animal para chupar como este. Recién lo conocí yo, fue en la calle de la Chimba y estaba este bandido tan pobre, que yo le di desechos de ropa mía para que se pudiera presentar donde don Adolfo Ibañez, y me decía que estaba por hacer negocio con él sobre las minas de carbón. A mí me había ofrecido una buena parte de raciones, pues hasta ahora, después que he visto a los documentos que justificaban lo que te he dicho anteriormente, he venido a saber la clase de pájaro que teníamos por 2º Jefe del Cuerpo. Últimamente le canté la palinodia después que hice mi renuncia; fue tan cobarde que no aceptó el desafío que le hice, pues le escupí hasta la cara, para obligarlo; pero es un animal tan grande como su cuerpo y sus vicios.
Marcial de Luna.”
¿Qué tal este bocado?
28 de Febrero de 1880
Los “Cazadores del Desierto” abandonan Iquique, en la máquina que debía conducirlos al interior, después de haber subido un enorme cerro, llegaron al Alto del Molle, pasando sucesivamente por Santa Rosa y San Juan la Central. De ahí tomaron otra línea, es decir, la que debía conducirlos a Pozo Almonte. La otra sigue para La Noria.
Llegaron a Pozo Almonte y desembarcaron de la máquina. Estuvieron acampados todo el resto del día.
20.00 hrs: Se embarcan de nuevo para la Oficina de la Peña, término del ferrocarril. Estuvieron ahí hasta el otro día.
29 de Febrero de 1880
En la tarde, sale los “Cazadores del Desierto” con todo su equipo desde la Oficina de la Peña, teniendo que hacer una jornada como de ocho a diez leguas. Siguieron por un desecho.
1 de Marzo de 1880
Aclarando, los “Cazadores del Desierto” avistan a Agua Santa. Grande fue para la tropa el júbilo al pensar que ya no iban a andar más a pie. Pero como a las dos horas de estar descansando, siguieron la marcha, no para Agua Santa (de donde les mandaron un tonel de agua) sino para la Estación de Dibujo.
Cuando pasaron por Agua Santa, todavía quedaban señas del combate de los “Cazadores a Caballo”; los cuerpos estaban por encima, tapados con un poco de tierra, lo mismo de aquí se encuentra por todas partes.
2 de Marzo de 1880
Los “Cazadores del Desierto” permanecen de campamento en la Estación de Dibujo. Llegan al campamento los Batallones “Caupolicán” y “Chillan”.
En la noche que llegaron los demás Batallones, ocurrió un accidente desgraciado. Los tres salieron de avanzada y el Batallón que estaba más cercano a la línea era el “Caupolicán”, enseguida él “Chillan” y después los “Cazadores del Desierto”. La máquina había venido con dos o tres carros a dejarles agua y demás provisiones. El centinela más avanzado del “Caupolicán” sintió un ruido y pensando que era de la Caballería enemiga, preguntó el quién vive y no respondiéndosele, hizo fuego. Es de advertir que la máquina venía sin farol y no silbó. Los tiros del centinela pusieron en alarma a todo el campamento. Los del “Chillan” que estaban en una altura hicieron fuego sin rumbo, y el “Cazadores del Desierto” formó, saliendo herido un palanquero que murió al otro día, un sargento 1º y un soldado del “Caupolicán”.
3 de Marzo de 1880
A los 3 días de permanencia en la Oficina de Dibujo, los “Cazadores del Desierto” salieron de ese punto en la noche, para el campamento de Dolores.
4 de Marzo de 1880
Al amanecer llegan a Santa Catalina y después de dos horas de descanso salieron para Dolores, de donde les separaba como dos leguas, donde permanecieron acampados los “Cazadores del Desierto”.
El campo de San Francisco estaba muy fétido, de tantos cuerpos que habían de las batallas que habían habido tiempo atrás, en las oficinas de Agua Santa, Dibujo, Santa Catalina, San Francisco, Dolores, y San Antonio. En San Francisco y Dolores habían sido los enfrentamientos más furiosos. Ahí estaban los campos sembrados con la mayor cantidad de cuerpos. Estaban enterrados, pero aún así se sentía el olor fuerte a descomposición.
En Dolores, unas ruquitas de terrones de salitre, con unos pedazos de tela, daban algo de amparo para el calor. En la misma oficina había estos refugios improvisados y en la estación. Había otros cuerpos más ese día, como los “Granaderos a Caballo” y el Batallón “Chillan”, y otros.
3 de Mayo de 1880
Los “Cazadores del Desierto” sale del campamento de Dolores en la tarde y camina toda la noche, destino Pisagua.
4 de Mayo de 1880
09.00 hrs: Llegan a Pisagua los “Cazadores del Desierto” y se embarca en el Itata. A bordo se encontraba el “Caupolicán”. Salen de puerto ese día.
5 de Mayo de 1880
El transporte Itata llega a la Caleta de Ite con los “Cazadores del Desierto” y el “Caupolicán”. El mar estaba muy bravo, y no pudieron desembarcar; siguen para Ilo y desembarcaron el “Caupolicán”. Los “Cazadores del Desierto” quedaron a bordo del transporte Itata.
6 de Mayo de 1880
Sale de Ilo el transporte Itata, rumbo a la Caleta de Ite, pudiendo desembarcar a los “Cazadores del Desierto”. En tierra se encontraba él “Chillan”, “Zapadores”, “Cazadores a Caballo”, “Carabineros de Yungay” Nº2 y “Granaderos a Caballo”.
23 de Mayo de 1880
Los “Cazadores del Desierto” permanecen de campamento en la Caleta de Ite.
En este día recibe orden de unirse al grueso del Ejército en Las Yaras.
14.00 hrs: Los “Cazadores del Desierto” dejan la caleta para reunirse a la vanguardia. Anduvieron toda la noche.
24 de Mayo de 1880
14.00 hrs: Los “Cazadores del Desierto” llegan a Yaras, habiendo recorrido una extensión como de 13 a 14 leguas.
Componían los cuadros superiores del Batallón “Cazadores del Desierto” :
Comandante, teniente coronel, don Jorge Wood A.
Teniente coronel, señor Hilario Bouquet
Capitán ayudante, señor Clodomiro Pérez
Teniente, señor Francisco Monroy
Abanderado, señor Juan F. De la Guarda
Cirujano, señor Nicolás Palacios
Practicante, señor Genaro Maravolf
Capitán, señor Salvador Rondizoni
Capitán, señor Jorge Porras
Capitán, señor Pedro P. Alvarado
Capitán, señor José A. Infantas
Teniente, señor Santiago Vargas C.
Teniente, señor Ramón Saavedra
Teniente, señor Rómulo Correa
Teniente, señor Carlos Calvo S.
Subteniente, señor Rafael Durán H.
Subteniente, señor Carlos Whiting
Subteniente, señor Camilo Valdivieso
Subteniente, señor Roberto Moran
Subteniente, señor Eusebio Pérez
Subteniente, señor Tristán Calderón
Subteniente, señor Roberto Rashausen
25 de Mayo de 1880 (Marcha del Ejército chileno a Quebrada Honda)
El Batallón “Cazadores del Desierto” acampa en Las Yaras asignado a la 4º División Barboza.
Después de la lista de diana, los rancheros sirvieron en lugar del café cotidiano, un abundante almuerzo de dos platos, uno de cazuela y otro de frijoles; después recibió cada individuo un trozo de carne cocida, galletas y cebollas, como ración seca.
Los “Cazadores del Desierto” están de nuevo listos para partir a combatir a Tacna.
En carta de esta fecha, de don Marcial de Luna a su hermano en el Batallón “Aconcagua” Nº1 en Antofagasta, refiere la biografía del 2º Jefe de los “Cazadores del Desierto”, don Hilario Bouquet. Los párrafos referidos, dicen así
“Casa de Artola Hermanos.
Mineral del Inca, Febrero 26 de 1880.
El tal Bouquet, después de ser presidario en Cayenna, se fugó formando una partida de bandidos en la Calabria, donde cometió los hechos más horrorosos y se puso, por las autoridades del lugar, su cabeza a precio. Entonces se persiguió a muerte dicha partida y tuvo que emigrar a Francia, donde estaba haciendo estragos la comuna en París, el se proclamó Comandante, como lo hacía cualesquiera carnicero, panadero, zapatero, y fue el tal sujeto uno de los incendiarios de París. Entre ellos estaba un coronel verdadero, un señor Dandló, hombre que tenía fortuna y que lo supo embaucar el tal Bouquet, y concluida la comuna, dicho coronel se llevó a Bouquet a una casa de campo, donde tenía una querida y Bouquet llevó a su mujer legítima y su única hija, al lado de la querida del coronel donde está hasta ahora, mantenida por dicha señora. Entonces fue cuando Pertuisset formó una especie de expedición a la América, para explorar la Tierra del Fuego, la Patagonia y otros puntos del Sur de Chile. Esta expedición no tuvo resultado ninguno útil para el promotor de la expedición, pero si para el bandido intrigante y de mala fe, de Bouquet, pues formó una farsa e inventó informes y planos de ingenieros de nombres supuestos (porque es de advertir que es un falsificador de 1º orden). Se fue a Buenos Aires, donde conoció a don Adolfo Ibañez y le propuso organizar una sociedad sobre el descubrimiento que había hecho en Patagonia, de inmensos depósitos de carbón de piedra y que los mantos tenían 14 metros de ancho. En el acto solicitó y consiguió del Gobierno, apoyado por don Adolfo, que creyó de buena fe todo lo que le dijo y los planos e informes falsificados que le presentó, en que hacía subir el valor existente en carbón en el terreno concedido a 557 millones de pesos. El Gobierno le concedió el terreno que solicitó con la condición de formar una colonia francesa de 50 individuos. Con todas estas falsificaciones y lo único verdadero, lo concedido por el Gobierno, se marchó a Francia donde su amigo y protector, el coronel Dandló y lo embaucó de tal modo, que le sacó 50.000 francos, para poder cumplir con la estipulación del contrato con el Gobierno; primeramente llevar la colonia y hacer los reconocimientos: primero le dio con Secretario y Contador al hermano de la querida del coronel, un joven Paubre. Inmediatamente se embarcó en el Havre con la colonia de 50 hombres y el Secretario en un buque de vela que debía ir directamente a Punta Arenas; pero el buque tuvo que tocar, por hacer agua, a Montevideo, donde él se quedó despachando el buque a su destino, diciéndoles que él estaría antes que ellos, por el primer vapor que pasara. La pobre colonia por poco se muere de hambre en Punta Arenas esperándolo, hasta que perdió o perdieron la esperanza y se principiaron a ocupar en las minas de carbón de ese lugar, y otros se vinieron a Valparaíso y a Santiago. Yo he conocido a dos de ellos que lo quisieran ver frito en aceite. Mientras tanto él se comió todos los realitos de la habitación y cuando no tuvo más se vino a Chile, donde ha vivido a fuerza de robos y petardos, principiando por el pobre Barbeque lo arruinó. No hay Hotel, Restaurant, que no deba, solo al Hotel de los hermanos le debe en pensión y bienes 1.200 pesos, ya que chupa como una esponja. No he visto un animal para chupar como este. Recién lo conocí yo, fue en la calle de la Chimba y estaba este bandido tan pobre, que yo le di desechos de ropa mía para que se pudiera presentar donde don Adolfo Ibañez, y me decía que estaba por hacer negocio con él sobre las minas de carbón. A mí me había ofrecido una buena parte de raciones, pues hasta ahora, después que he visto a los documentos que justificaban lo que te he dicho anteriormente, he venido a saber la clase de pájaro que teníamos por 2º Jefe del Cuerpo. Últimamente le canté la palinodia después que hice mi renuncia; fue tan cobarde que no aceptó el desafío que le hice, pues le escupí hasta la cara, para obligarlo; pero es un animal tan grande como su cuerpo y sus vicios.
Marcial de Luna.”
¿Qué tal este bocado?
28 de Febrero de 1880
Los “Cazadores del Desierto” abandonan Iquique, en la máquina que debía conducirlos al interior, después de haber subido un enorme cerro, llegaron al Alto del Molle, pasando sucesivamente por Santa Rosa y San Juan la Central. De ahí tomaron otra línea, es decir, la que debía conducirlos a Pozo Almonte. La otra sigue para La Noria.
Llegaron a Pozo Almonte y desembarcaron de la máquina. Estuvieron acampados todo el resto del día.
20.00 hrs: Se embarcan de nuevo para la Oficina de la Peña, término del ferrocarril. Estuvieron ahí hasta el otro día.
29 de Febrero de 1880
En la tarde, sale los “Cazadores del Desierto” con todo su equipo desde la Oficina de la Peña, teniendo que hacer una jornada como de ocho a diez leguas. Siguieron por un desecho.
1 de Marzo de 1880
Aclarando, los “Cazadores del Desierto” avistan a Agua Santa. Grande fue para la tropa el júbilo al pensar que ya no iban a andar más a pie. Pero como a las dos horas de estar descansando, siguieron la marcha, no para Agua Santa (de donde les mandaron un tonel de agua) sino para la Estación de Dibujo.
Cuando pasaron por Agua Santa, todavía quedaban señas del combate de los “Cazadores a Caballo”; los cuerpos estaban por encima, tapados con un poco de tierra, lo mismo de aquí se encuentra por todas partes.
2 de Marzo de 1880
Los “Cazadores del Desierto” permanecen de campamento en la Estación de Dibujo. Llegan al campamento los Batallones “Caupolicán” y “Chillan”.
En la noche que llegaron los demás Batallones, ocurrió un accidente desgraciado. Los tres salieron de avanzada y el Batallón que estaba más cercano a la línea era el “Caupolicán”, enseguida él “Chillan” y después los “Cazadores del Desierto”. La máquina había venido con dos o tres carros a dejarles agua y demás provisiones. El centinela más avanzado del “Caupolicán” sintió un ruido y pensando que era de la Caballería enemiga, preguntó el quién vive y no respondiéndosele, hizo fuego. Es de advertir que la máquina venía sin farol y no silbó. Los tiros del centinela pusieron en alarma a todo el campamento. Los del “Chillan” que estaban en una altura hicieron fuego sin rumbo, y el “Cazadores del Desierto” formó, saliendo herido un palanquero que murió al otro día, un sargento 1º y un soldado del “Caupolicán”.
3 de Marzo de 1880
A los 3 días de permanencia en la Oficina de Dibujo, los “Cazadores del Desierto” salieron de ese punto en la noche, para el campamento de Dolores.
4 de Marzo de 1880
Al amanecer llegan a Santa Catalina y después de dos horas de descanso salieron para Dolores, de donde les separaba como dos leguas, donde permanecieron acampados los “Cazadores del Desierto”.
El campo de San Francisco estaba muy fétido, de tantos cuerpos que habían de las batallas que habían habido tiempo atrás, en las oficinas de Agua Santa, Dibujo, Santa Catalina, San Francisco, Dolores, y San Antonio. En San Francisco y Dolores habían sido los enfrentamientos más furiosos. Ahí estaban los campos sembrados con la mayor cantidad de cuerpos. Estaban enterrados, pero aún así se sentía el olor fuerte a descomposición.
En Dolores, unas ruquitas de terrones de salitre, con unos pedazos de tela, daban algo de amparo para el calor. En la misma oficina había estos refugios improvisados y en la estación. Había otros cuerpos más ese día, como los “Granaderos a Caballo” y el Batallón “Chillan”, y otros.
3 de Mayo de 1880
Los “Cazadores del Desierto” sale del campamento de Dolores en la tarde y camina toda la noche, destino Pisagua.
4 de Mayo de 1880
09.00 hrs: Llegan a Pisagua los “Cazadores del Desierto” y se embarca en el Itata. A bordo se encontraba el “Caupolicán”. Salen de puerto ese día.
5 de Mayo de 1880
El transporte Itata llega a la Caleta de Ite con los “Cazadores del Desierto” y el “Caupolicán”. El mar estaba muy bravo, y no pudieron desembarcar; siguen para Ilo y desembarcaron el “Caupolicán”. Los “Cazadores del Desierto” quedaron a bordo del transporte Itata.
6 de Mayo de 1880
Sale de Ilo el transporte Itata, rumbo a la Caleta de Ite, pudiendo desembarcar a los “Cazadores del Desierto”. En tierra se encontraba él “Chillan”, “Zapadores”, “Cazadores a Caballo”, “Carabineros de Yungay” Nº2 y “Granaderos a Caballo”.
23 de Mayo de 1880
Los “Cazadores del Desierto” permanecen de campamento en la Caleta de Ite.
En este día recibe orden de unirse al grueso del Ejército en Las Yaras.
14.00 hrs: Los “Cazadores del Desierto” dejan la caleta para reunirse a la vanguardia. Anduvieron toda la noche.
24 de Mayo de 1880
14.00 hrs: Los “Cazadores del Desierto” llegan a Yaras, habiendo recorrido una extensión como de 13 a 14 leguas.
Componían los cuadros superiores del Batallón “Cazadores del Desierto” :
Comandante, teniente coronel, don Jorge Wood A.
Teniente coronel, señor Hilario Bouquet
Capitán ayudante, señor Clodomiro Pérez
Teniente, señor Francisco Monroy
Abanderado, señor Juan F. De la Guarda
Cirujano, señor Nicolás Palacios
Practicante, señor Genaro Maravolf
Capitán, señor Salvador Rondizoni
Capitán, señor Jorge Porras
Capitán, señor Pedro P. Alvarado
Capitán, señor José A. Infantas
Teniente, señor Santiago Vargas C.
Teniente, señor Ramón Saavedra
Teniente, señor Rómulo Correa
Teniente, señor Carlos Calvo S.
Subteniente, señor Rafael Durán H.
Subteniente, señor Carlos Whiting
Subteniente, señor Camilo Valdivieso
Subteniente, señor Roberto Moran
Subteniente, señor Eusebio Pérez
Subteniente, señor Tristán Calderón
Subteniente, señor Roberto Rashausen
25 de Mayo de 1880 (Marcha del Ejército chileno a Quebrada Honda)
El Batallón “Cazadores del Desierto” acampa en Las Yaras asignado a la 4º División Barboza.
Después de la lista de diana, los rancheros sirvieron en lugar del café cotidiano, un abundante almuerzo de dos platos, uno de cazuela y otro de frijoles; después recibió cada individuo un trozo de carne cocida, galletas y cebollas, como ración seca.
Los “Cazadores del Desierto” están de nuevo listos para partir a combatir a Tacna.
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- Registrado: 02 Ene 2012, 18:53
26 de Mayo de 1880 (Batalla de Tacna)
El Batallón “Cazadores del Desierto” acampa en Quebrada Honda.
El trueno del cañón despertó a los “Cazadores del Desierto”.
Pasada la lista, los Batallones se sirvieron almuerzo caliente y café, y surtieron el morral con la ración de fierro de la primera etapa, charqui y galleta; pero los soldados, que ya conocían el desierto, añadieron al morral carne, papas y tortillas de rescoldo. Mezclaron también el agua de la caramayola con dos cucharadas de infusión de té, bebida eficaz para apagar la sed.
Luego se tocó diana con música y los vivas atronaron los aires; después se pusieron en marcha tocándole a los “Cazadores del Desierto” el ala izquierda.
El fuego del cañón continuaba dispersando las avanzadas enemigas.
07.15 hrs : Los clarines del Estado Mayor General tocan llamada y marcha. Las Divisiones rompen pabellones y emprenden el avance, internándose en el desierto, en el siguiente Orden de Combate:
a) Primera línea.
1º División, a la derecha, en columnas por Compañías.
2º División, a la izquierda, en columnas por Compañías.
Por el flanco derecho de la 1º División avanza la Brigada Salvo en columnas por Batería. Forma dos líneas.
A retaguardia de la Artillería, una unidad de Caballería y el Comandante General de Caballería, coronel don José Francisco Vergara.
b) Segunda línea.
3º División, a la derecha, en columnas por Compañías.
4º División, a la izquierda, en columnas por Compañías. En quinto lugar, el Batallón “Cazadores del Desierto”.
Esta División formaba una División independiente de las tres armas. A retaguardia de los “Cazadores del Desierto” seguía una Batería de Montaña de Artillería. En pos de ella, 2 unidades de Caballería, en columnas por Escuadrón. Cerraba la columna, una Brigada de Artillería, en columnas por Batería.
A retaguardia del centro, marchaba la Brigada Fuentes, en columnas por Baterías.
c) Tercera línea.
4 unidades de Infantería, en columnas por Batallón.
El Cuartel General y el Estado Mayor no tuvieron puesto fijo durante la marcha; recorrían todo el campo para subsanar las dificultades.
Por el camino real marchaban el Bagaje, el Parque y las Ambulancias.
En consecuencia, avanzaron en la 4º División, los cirujanos señores Ismael Rubilar y Moisés Pedraza, con sus practicantes señores Nicanor Ugalde y Ramón Ramírez del “Lautaro”; el cirujano don Nicolás Palacios con su practicante don Juan Marabolí de los “Cazadores del Desierto”; y el cirujano don David Tagle Arrate, con sus practicantes señores Belisario Bisquet y Pablo A. de la Torre de los “Zapadores”.
11.50 hrs: En el campamento de Las Yaras, poco antes del mediodía, se dejó caer sobre el campamento, un millar de cholos armados de chuzos, lanzas, escopetas y algunos rifles. Se acercan con gritos descompasados, disparando las armas.
El capitán Infantas de los “Cazadores del Desierto”, los deja acercarse para recibirlos con descargas cerradas. Los enfermos, aún los más graves, alcanzan los rifles; al mando de sus oficiales, refuerzan a la Compañía de custodia del Hospital de Las Yaras, de los “Cazadores del Desierto”. Los atacantes, intimidados, huyen llevándose sus muertos y heridos, como acostumbran desde tiempo inmemorial.
. Baquedano envía dos ayudantes que lleva a la 4º División Barboza (en ella el Batallón “Cazadores del Desierto”) orden de embestir fuertemente al enemigo; y a Lagos que comunique a Amunátegui la salida de la 3º División en refuerzo de la 1º División Amengual y 2º División Barceló. El mismo con el Cuartel General, Estado Mayor, 1º Escuadrón de los “Carabineros de Yungay” y la Reserva siempre en columnas por Batallón, avanza a la altura de la 3º División. La Artillería de Campaña adelanta 1.000 metros; la de Montaña entra a las filas de los Infantes.
El Batallón “Cazadores del Desierto” avanza hacia la línea defensiva Aliada.
Apenas se rompió el fuego, la guerrilla en que iba el soldado Abraham Quiroz, que estaba en este momento a retaguardia del Batallón, se corrió a la izquierda para tomar el ala de éste, cuando cayó una granada como a distancia de 20 pasos. Casualmente, no hizo daño ninguno y desde este momento se tupió el fuego. La derecha de los enemigos los sobrepasó y como a la media hora entró por la izquierda de ellos el 2º Batallón “Lautaro”, o si no los aliados los hubiesen tomado entre dos fuegos.
Los adversarios venían avanzando, pero luego cuando la tropa de los “Cazadores del Desierto” avanzó, comenzaron a hacer fuego en retirada y ya se encontraban bajo las Baterías del fuerte que estaba armado de 6 cañones y ametralladoras. Los cañones eran Krupp de montaña, y el fuerte estaba echo de sacos de arena. La primera fila de abajo era de sacos, disminuyendo para arriba. Por eso los cañones chilenos ni los movían, no había siquiera señas de hacerles algo.
Wood, con los “Cazadores del Desierto” rebasa la extrema derecha de Montero y ataca el fortín de Flores por retaguardia.
Cuando el “Cazadores del Desierto” se acercó, los enemigos arrancaron como cuando salen ratones de las cuevas. Entonces fue cuando cayeron más y ahí se tomaron doce banderas, y enseguida, pasada una lomita, una Batería de Artillería hizo unos cuantos disparos a las guerrillas que volaban y a los leones que se iban escondiendo.
14.30 hrs : Un grito de gozo, un “¡Viva Chile!” anuncia la feliz nueva; Tacna a la vista.
Allí, allí está Tacna, a los pies del vencedor, rodeada de sus campos de verdura; más allá el Caplina hace olvidar la sed a las fauces ardientes del soldado, que tiene a la vista el fruto de sus esfuerzos.
Los clarines del Cuartel General chileno tocan alto la marcha; los cornetas de los Regimientos repiten la orden, pero la derecha, que divisa la formación de un grueso núcleo en la Hacienda de Para, baja al valle, deshace a esa gente y le corta el camino de Arica.
Se forma nuevamente la línea y los soldados entreverados para el ataque final, buscan sus Compañías y los cuerpos se reorganizan, listos para entrar nuevamente en batalla.
Oyese en esto, un estruendoso vocerío por la izquierda y luego los acordes de la Canción Nacional. El general Baquedano recorre la línea, erguido y radiante, sobre su corcel de guerra. Los jefes salen a su paso a darle cuenta de las novedades del día.
Termina la batalla.
En la tarde, los “Cazadores del Desierto” bajaron al valle, pero no entraron adentro de la población de Tacna.
Los muertos, a cálculo del soldado Abraham Quiroz, serán como de 5.000 de ambas partes. En la Compañía de él, no ha muerto ninguno, pero han salido como 15 heridos, entre ellos Emilio Ramírez.
Dentro de las bajas de esta unidad, tenemos:
Oficial herido Comandante Hilario Bouquet
Oficial herido Capitán Jorge Porras
Oficial herido Teniente Santiago Barbosa
Oficial herido Subteniente José G. Pérez
Muertos de tropa 5
Heridos de tropa 38
14 de Junio de 1880
Los “Cazadores del Desierto” permanecen de campamento en Tacna. Parece que dentro de poco estarán en su querida patria. El soldado Abraham Quiroz, de ésta unidad, siempre tendrá un recuerdo para los días que ha pasado en Tacna, comiendo camotes cocidos asados en charquicán, puchero y toda clase de comidas con camotes con todo el Ejército chileno. Se los han acabado y ya no quedan frutas. Solo quedan guayabas.
14 de Agosto de 1880 (Decreto de Disolución)
En esta fecha se Decreta lo siguiente
“Santiago, Agosto 14 de 1880.
Vengo en acordar y Decreto
Disuélvese el Batallón Cívico Movilizado “Cazadores del Desierto”.
Los individuos de tropa pasarán a llenar las bajas que haya en los demás cuerpos del Ejército de Operaciones.
El General en Jefe designará un Jefe del Ejército para que pase una revista de inspección a la caja de dicho cuerpo; debiendo el remanente de los fondos que resultare, ingresar a la Comisaría de Guerra, remitiendo a la Inspección General del ramo los papeles y documentos pertenecientes a la Mayoría del mencionado Batallón.
Tómese razón y comuníquese.
Pinto.
José Francisco Vergara.”
En este día, se disuelve el Batallón “Cazadores del Desierto” y sus efectivos pasan a llenar las bajas de otros cuerpos del Ejército de Tacna.
El Batallón fue pues disuelto, pero no para reorganizarlo, como era natural que se hiciera, sino para extinguirlo, refundiéndolo en los demás cuerpos de la 4º División del Ejército de Operaciones. Mucho se trabajó para privar a Wood de su mando, escogiéndose el momento en que ese cuerpo, con excepción de los malos oficiales, se encontraba acabadamente organizado y como ninguno preparado para la guerra.
Procurando el Comandante Wood inquirir la verdadera causa de la sorpresiva disolución de su Batallón, nunca pudo conseguir que se le diese terminantemente. El señor José Francisco Vergara, Ministro entonces de la Guerra, le contestó en términos altamente honrosos para su amor propio de soldado, pero explica esa medida por las necesidades del servicio; y sabido es que mientras tanto se formaban apresuradamente nuevos cuerpos para emprender la Campaña sobre Lima, entre los cuales seguramente ni uno sólo hubiera podido compararse a los “Cazadores del Desierto”, por su pericia y disciplina.
A su vez, el general Baquedano, contestando sobre el particular, se expresa así: “no me queda recuerdo sino de su brillante conducta en las batallas y de su celo y contracción al cumplimiento de sus deberes como Comandante de Cuerpo. No fui yo, y Ud. lo sabe muy bien, quien disolvió los “Cazadores del Desierto”. Me opuse siempre a la adopción de esa medida porque la consideraba inconveniente e injusta, sobre todo después que ese Batallón hubo peleado con tanto heroísmo en el Alto de la Alianza”.
Aún el general Escala, ante quien mucho se trabajó por conseguir su disolución, se había negado a ello tenazmente, calificando esa disposición como el paso más impolítico que podía dar un Gobierno.
Es justo decir aquí dos palabras en honor de ese Batallón, tan digno de mejor suerte.
Puede decirse que nunca hubo un cuerpo tan indisciplinado y desorganizado, que en tan breve tiempo sintiera los benéficos efectos de una reforma enérgica, impuesta con muchas dificultades.
En el momento de su disolución, era ya proverbial su brillante pié de disciplina y su ejemplar compostura en los campamentos. Cuando el Comandante Wood se recibió de él, traía un feo apodo que el Ingeniero Bouquet, su 2º Jefe, traducía por “Los Céfiros del Desierto”, apodo que pasó muy pronto a ser el merecido distintivo de otro cuerpo vecino. Y es del caso dejar aquí constancia de que esa sorprendente metamorfosis, en tan corto tiempo alcanzado, se operó sin que Wood se viera obligado a hacer aplicar no más de 3 veces la pena corporal en su Batallón.
Las obras ejecutadas por los “Cazadores del Desierto” en el Campamento de Dolores, hubieran bastado por si solas para enaltecer a un Jefe ante la consideración de sus superiores.
Allí están todavía. Ellas atestiguan sus esfuerzos por corresponder a la confianza de quienes pusieron ese cuerpo bajo su mando. Esas obras se ejecutaron, cierto es, sin estrépito de bombo, y sin ese aparato de publicidad que otros ensayaron de continuo para hacer llegar hasta Chile, con ridícula exageración, cualquiera nimiedad, tributándose aplausos por paniaguados escritores, hasta a los grotescos juegos de títeres, siempre inmorales, y casi siempre ofensivos a la disciplina misma. Lejos de entregarse a entretenimientos pueriles, los “Cazadores del Desierto”, sin desatender una sólida instrucción militar, ejecutaba una obra colosal transformando un extenso calichal en vasto campo de maniobras, al mismo tiempo que erigía un monumento en honor de los que cayeron en la Batalla de Dolores, y construía también cómodos Cuarteles para el alojamiento de los otros cuerpos que se entretenían en frivolidades mientras carecían de abrigo, no teniendo más que sus propios pabellones para guarecerse contra el sol abrasador del día y el frío glacial de la noche.
Fue pues un constante y útil trabajo unido a la seriedad en el mando y un apego inalterable a los principios de justicia, lo que originó aquella sorprendente transformación en los “Cazadores del Desierto”.
Disuelto este cuerpo en plena campaña, en el campo raso de Pachía, en virtud del Supremo Decreto de esta fecha, transcrito por el señor Inspector General de la Guardia Nacional, coronel don Luis Arteaga, privándose a Wood de improviso del concurso de su dotación de oficiales y clases.
10 de Septiembre de 1880
Con esta fecha, el soldado Abraham Quiroz escribía a su padre: “El objeto de esta es anunciarle que disolvieron el Batallón (“Cazadores del Desierto”), repartiendo la tropa en el 3º de Línea, “Lautaro” y “Chacabuco”, tocándome a mí en el 3º (de Línea). No hemos sabido cuáles han sido los motivos que haya tenido el Gobierno para disolvernos; pero con todo nos contentaremos”.
Terminaba su carta diciéndole a su padre que le escribiera al Regimiento 3º de Línea, 3º Compañía del 1º Batallón.
17 de Diciembre de 1880
No obstante esto, Wood pudo burlar estas contrariedades y hacer en muy pocos días la liquidación de las cuentas y el total ajuste de todo el Batallón hasta el último tambor por muchos meses de sueldos devengados, según lo hizo presente al señor Inspector General del Ejército en nota de esta fecha, antes de partir sobre Lima. Depositó en Comisaría un sobrante a favor del Fisco de $ 11.900 y nunca se oyó decir de un individuo de “Cazadores del Desierto” que no se hallara plenamente satisfecho del ajuste de sus sueldos durante el tiempo que Wood fue su comandante.
Es necesario aclarar también que aunque este jefe hizo los ajustes, no todos los soldados fueron pagados, porque entregó los haberes respectivos a los habilitados de los cuerpos en que fueron incorporados los individuos del Batallón disuelto y que ya estaban en campaña sobre la capital peruana. Pudo Wood comprobar más tarde, con dolor e indignación, que hubo cuerpos en que no se pagaron esos sueldos, dándose así lugar a murmuraciones malévolas en su contra.
¿Por qué razón esos abnegados servidores de la patria no fueron remunerados por aquellos a quienes correspondía pagarles?
Sépase que si hay aún individuos del extinguido Batallón “Cazadores del Desierto” insolutos de sus haberes, de ello son causas únicamente los nuevos jefes bajo cuyas órdenes pasaron a servir después de la disolución del cuerpo.
Para apreciar debidamente lo que significa el pago en aquellos momentos, es menester compararlo con otros, que en medio de todas las comodidades apetecibles, con toda la dotación completa de oficiales y clases veteranos, ha agitado el bombo a todos los vientos envaneciéndose sus jefes por la tardía liquidación que al fin pudieron hacer de sus cuentas, en Chile, en plena paz, después de años de afanes, bajo la dirección de un inspector y de empleados comisionados ad hoc.
No hablemos de la manera como otros cuerpos han cerrado sus cuentas al ser disueltos, terminada que fue la guerra. Hay cuerpos de línea que hasta Enero de 1889 no podían todavía atinar a hacer la liquidación de sus cuentas. A otros ha sido necesario darles un corte.
También hizo Wood valiosos ahorros al Erario Nacional por el arbitrio que ensayó con buenos resultados de habilitar talleres de sastrería y zapatería en el campamento, desde que se apercibió de la mala voluntad manifestada por el general en jefe del Ejército de Reserva para con su cuerpo; porque, constándole su desnudez, hizo sin embargo entregar a otro cuerpo el vestuario y calzado que el Intendente General del Ejército y Armada, por un acto de particular deferencia a la vez que de rigurosa justicia, había remitido desde Valparaíso a Pisagua, destinado expresamente y rotulado para el Batallón “Cazadores del Desierto”.
La disolución de este cuerpo en la forma y bajo las circunstancias en que tuvo lugar, no podía, por cierto, ser un golpe más hiriente para su jefe, a la vez que un triunfo para sus ocultos enemigos, que con tanto afán lo habían perseguido desde tiempo atrás.
Así cuando, después de la ocupación de Lima, el ilustre general Baquedano, deseoso sin duda de reparar de alguna manera tan inmerecido como inesperado golpe, le llamó a su presencia para proponerle el mando del Batallón “Chacabuco”, cuyo jefe regresaba herido a Chile, su excusa no se hizo esperar.
- Señor general - le dijo - Cuando un jefe militar de honor no ha sido mejor tratado, habiendo mandado un cuerpo de la manera como yo he mandado los “Cazadores del Desierto”, ese jefe no puede, de grado, aceptar el mando de ningún otro cuerpo.
El Batallón “Cazadores del Desierto” acampa en Quebrada Honda.
El trueno del cañón despertó a los “Cazadores del Desierto”.
Pasada la lista, los Batallones se sirvieron almuerzo caliente y café, y surtieron el morral con la ración de fierro de la primera etapa, charqui y galleta; pero los soldados, que ya conocían el desierto, añadieron al morral carne, papas y tortillas de rescoldo. Mezclaron también el agua de la caramayola con dos cucharadas de infusión de té, bebida eficaz para apagar la sed.
Luego se tocó diana con música y los vivas atronaron los aires; después se pusieron en marcha tocándole a los “Cazadores del Desierto” el ala izquierda.
El fuego del cañón continuaba dispersando las avanzadas enemigas.
07.15 hrs : Los clarines del Estado Mayor General tocan llamada y marcha. Las Divisiones rompen pabellones y emprenden el avance, internándose en el desierto, en el siguiente Orden de Combate:
a) Primera línea.
1º División, a la derecha, en columnas por Compañías.
2º División, a la izquierda, en columnas por Compañías.
Por el flanco derecho de la 1º División avanza la Brigada Salvo en columnas por Batería. Forma dos líneas.
A retaguardia de la Artillería, una unidad de Caballería y el Comandante General de Caballería, coronel don José Francisco Vergara.
b) Segunda línea.
3º División, a la derecha, en columnas por Compañías.
4º División, a la izquierda, en columnas por Compañías. En quinto lugar, el Batallón “Cazadores del Desierto”.
Esta División formaba una División independiente de las tres armas. A retaguardia de los “Cazadores del Desierto” seguía una Batería de Montaña de Artillería. En pos de ella, 2 unidades de Caballería, en columnas por Escuadrón. Cerraba la columna, una Brigada de Artillería, en columnas por Batería.
A retaguardia del centro, marchaba la Brigada Fuentes, en columnas por Baterías.
c) Tercera línea.
4 unidades de Infantería, en columnas por Batallón.
El Cuartel General y el Estado Mayor no tuvieron puesto fijo durante la marcha; recorrían todo el campo para subsanar las dificultades.
Por el camino real marchaban el Bagaje, el Parque y las Ambulancias.
En consecuencia, avanzaron en la 4º División, los cirujanos señores Ismael Rubilar y Moisés Pedraza, con sus practicantes señores Nicanor Ugalde y Ramón Ramírez del “Lautaro”; el cirujano don Nicolás Palacios con su practicante don Juan Marabolí de los “Cazadores del Desierto”; y el cirujano don David Tagle Arrate, con sus practicantes señores Belisario Bisquet y Pablo A. de la Torre de los “Zapadores”.
11.50 hrs: En el campamento de Las Yaras, poco antes del mediodía, se dejó caer sobre el campamento, un millar de cholos armados de chuzos, lanzas, escopetas y algunos rifles. Se acercan con gritos descompasados, disparando las armas.
El capitán Infantas de los “Cazadores del Desierto”, los deja acercarse para recibirlos con descargas cerradas. Los enfermos, aún los más graves, alcanzan los rifles; al mando de sus oficiales, refuerzan a la Compañía de custodia del Hospital de Las Yaras, de los “Cazadores del Desierto”. Los atacantes, intimidados, huyen llevándose sus muertos y heridos, como acostumbran desde tiempo inmemorial.
. Baquedano envía dos ayudantes que lleva a la 4º División Barboza (en ella el Batallón “Cazadores del Desierto”) orden de embestir fuertemente al enemigo; y a Lagos que comunique a Amunátegui la salida de la 3º División en refuerzo de la 1º División Amengual y 2º División Barceló. El mismo con el Cuartel General, Estado Mayor, 1º Escuadrón de los “Carabineros de Yungay” y la Reserva siempre en columnas por Batallón, avanza a la altura de la 3º División. La Artillería de Campaña adelanta 1.000 metros; la de Montaña entra a las filas de los Infantes.
El Batallón “Cazadores del Desierto” avanza hacia la línea defensiva Aliada.
Apenas se rompió el fuego, la guerrilla en que iba el soldado Abraham Quiroz, que estaba en este momento a retaguardia del Batallón, se corrió a la izquierda para tomar el ala de éste, cuando cayó una granada como a distancia de 20 pasos. Casualmente, no hizo daño ninguno y desde este momento se tupió el fuego. La derecha de los enemigos los sobrepasó y como a la media hora entró por la izquierda de ellos el 2º Batallón “Lautaro”, o si no los aliados los hubiesen tomado entre dos fuegos.
Los adversarios venían avanzando, pero luego cuando la tropa de los “Cazadores del Desierto” avanzó, comenzaron a hacer fuego en retirada y ya se encontraban bajo las Baterías del fuerte que estaba armado de 6 cañones y ametralladoras. Los cañones eran Krupp de montaña, y el fuerte estaba echo de sacos de arena. La primera fila de abajo era de sacos, disminuyendo para arriba. Por eso los cañones chilenos ni los movían, no había siquiera señas de hacerles algo.
Wood, con los “Cazadores del Desierto” rebasa la extrema derecha de Montero y ataca el fortín de Flores por retaguardia.
Cuando el “Cazadores del Desierto” se acercó, los enemigos arrancaron como cuando salen ratones de las cuevas. Entonces fue cuando cayeron más y ahí se tomaron doce banderas, y enseguida, pasada una lomita, una Batería de Artillería hizo unos cuantos disparos a las guerrillas que volaban y a los leones que se iban escondiendo.
14.30 hrs : Un grito de gozo, un “¡Viva Chile!” anuncia la feliz nueva; Tacna a la vista.
Allí, allí está Tacna, a los pies del vencedor, rodeada de sus campos de verdura; más allá el Caplina hace olvidar la sed a las fauces ardientes del soldado, que tiene a la vista el fruto de sus esfuerzos.
Los clarines del Cuartel General chileno tocan alto la marcha; los cornetas de los Regimientos repiten la orden, pero la derecha, que divisa la formación de un grueso núcleo en la Hacienda de Para, baja al valle, deshace a esa gente y le corta el camino de Arica.
Se forma nuevamente la línea y los soldados entreverados para el ataque final, buscan sus Compañías y los cuerpos se reorganizan, listos para entrar nuevamente en batalla.
Oyese en esto, un estruendoso vocerío por la izquierda y luego los acordes de la Canción Nacional. El general Baquedano recorre la línea, erguido y radiante, sobre su corcel de guerra. Los jefes salen a su paso a darle cuenta de las novedades del día.
Termina la batalla.
En la tarde, los “Cazadores del Desierto” bajaron al valle, pero no entraron adentro de la población de Tacna.
Los muertos, a cálculo del soldado Abraham Quiroz, serán como de 5.000 de ambas partes. En la Compañía de él, no ha muerto ninguno, pero han salido como 15 heridos, entre ellos Emilio Ramírez.
Dentro de las bajas de esta unidad, tenemos:
Oficial herido Comandante Hilario Bouquet
Oficial herido Capitán Jorge Porras
Oficial herido Teniente Santiago Barbosa
Oficial herido Subteniente José G. Pérez
Muertos de tropa 5
Heridos de tropa 38
14 de Junio de 1880
Los “Cazadores del Desierto” permanecen de campamento en Tacna. Parece que dentro de poco estarán en su querida patria. El soldado Abraham Quiroz, de ésta unidad, siempre tendrá un recuerdo para los días que ha pasado en Tacna, comiendo camotes cocidos asados en charquicán, puchero y toda clase de comidas con camotes con todo el Ejército chileno. Se los han acabado y ya no quedan frutas. Solo quedan guayabas.
14 de Agosto de 1880 (Decreto de Disolución)
En esta fecha se Decreta lo siguiente
“Santiago, Agosto 14 de 1880.
Vengo en acordar y Decreto
Disuélvese el Batallón Cívico Movilizado “Cazadores del Desierto”.
Los individuos de tropa pasarán a llenar las bajas que haya en los demás cuerpos del Ejército de Operaciones.
El General en Jefe designará un Jefe del Ejército para que pase una revista de inspección a la caja de dicho cuerpo; debiendo el remanente de los fondos que resultare, ingresar a la Comisaría de Guerra, remitiendo a la Inspección General del ramo los papeles y documentos pertenecientes a la Mayoría del mencionado Batallón.
Tómese razón y comuníquese.
Pinto.
José Francisco Vergara.”
En este día, se disuelve el Batallón “Cazadores del Desierto” y sus efectivos pasan a llenar las bajas de otros cuerpos del Ejército de Tacna.
El Batallón fue pues disuelto, pero no para reorganizarlo, como era natural que se hiciera, sino para extinguirlo, refundiéndolo en los demás cuerpos de la 4º División del Ejército de Operaciones. Mucho se trabajó para privar a Wood de su mando, escogiéndose el momento en que ese cuerpo, con excepción de los malos oficiales, se encontraba acabadamente organizado y como ninguno preparado para la guerra.
Procurando el Comandante Wood inquirir la verdadera causa de la sorpresiva disolución de su Batallón, nunca pudo conseguir que se le diese terminantemente. El señor José Francisco Vergara, Ministro entonces de la Guerra, le contestó en términos altamente honrosos para su amor propio de soldado, pero explica esa medida por las necesidades del servicio; y sabido es que mientras tanto se formaban apresuradamente nuevos cuerpos para emprender la Campaña sobre Lima, entre los cuales seguramente ni uno sólo hubiera podido compararse a los “Cazadores del Desierto”, por su pericia y disciplina.
A su vez, el general Baquedano, contestando sobre el particular, se expresa así: “no me queda recuerdo sino de su brillante conducta en las batallas y de su celo y contracción al cumplimiento de sus deberes como Comandante de Cuerpo. No fui yo, y Ud. lo sabe muy bien, quien disolvió los “Cazadores del Desierto”. Me opuse siempre a la adopción de esa medida porque la consideraba inconveniente e injusta, sobre todo después que ese Batallón hubo peleado con tanto heroísmo en el Alto de la Alianza”.
Aún el general Escala, ante quien mucho se trabajó por conseguir su disolución, se había negado a ello tenazmente, calificando esa disposición como el paso más impolítico que podía dar un Gobierno.
Es justo decir aquí dos palabras en honor de ese Batallón, tan digno de mejor suerte.
Puede decirse que nunca hubo un cuerpo tan indisciplinado y desorganizado, que en tan breve tiempo sintiera los benéficos efectos de una reforma enérgica, impuesta con muchas dificultades.
En el momento de su disolución, era ya proverbial su brillante pié de disciplina y su ejemplar compostura en los campamentos. Cuando el Comandante Wood se recibió de él, traía un feo apodo que el Ingeniero Bouquet, su 2º Jefe, traducía por “Los Céfiros del Desierto”, apodo que pasó muy pronto a ser el merecido distintivo de otro cuerpo vecino. Y es del caso dejar aquí constancia de que esa sorprendente metamorfosis, en tan corto tiempo alcanzado, se operó sin que Wood se viera obligado a hacer aplicar no más de 3 veces la pena corporal en su Batallón.
Las obras ejecutadas por los “Cazadores del Desierto” en el Campamento de Dolores, hubieran bastado por si solas para enaltecer a un Jefe ante la consideración de sus superiores.
Allí están todavía. Ellas atestiguan sus esfuerzos por corresponder a la confianza de quienes pusieron ese cuerpo bajo su mando. Esas obras se ejecutaron, cierto es, sin estrépito de bombo, y sin ese aparato de publicidad que otros ensayaron de continuo para hacer llegar hasta Chile, con ridícula exageración, cualquiera nimiedad, tributándose aplausos por paniaguados escritores, hasta a los grotescos juegos de títeres, siempre inmorales, y casi siempre ofensivos a la disciplina misma. Lejos de entregarse a entretenimientos pueriles, los “Cazadores del Desierto”, sin desatender una sólida instrucción militar, ejecutaba una obra colosal transformando un extenso calichal en vasto campo de maniobras, al mismo tiempo que erigía un monumento en honor de los que cayeron en la Batalla de Dolores, y construía también cómodos Cuarteles para el alojamiento de los otros cuerpos que se entretenían en frivolidades mientras carecían de abrigo, no teniendo más que sus propios pabellones para guarecerse contra el sol abrasador del día y el frío glacial de la noche.
Fue pues un constante y útil trabajo unido a la seriedad en el mando y un apego inalterable a los principios de justicia, lo que originó aquella sorprendente transformación en los “Cazadores del Desierto”.
Disuelto este cuerpo en plena campaña, en el campo raso de Pachía, en virtud del Supremo Decreto de esta fecha, transcrito por el señor Inspector General de la Guardia Nacional, coronel don Luis Arteaga, privándose a Wood de improviso del concurso de su dotación de oficiales y clases.
10 de Septiembre de 1880
Con esta fecha, el soldado Abraham Quiroz escribía a su padre: “El objeto de esta es anunciarle que disolvieron el Batallón (“Cazadores del Desierto”), repartiendo la tropa en el 3º de Línea, “Lautaro” y “Chacabuco”, tocándome a mí en el 3º (de Línea). No hemos sabido cuáles han sido los motivos que haya tenido el Gobierno para disolvernos; pero con todo nos contentaremos”.
Terminaba su carta diciéndole a su padre que le escribiera al Regimiento 3º de Línea, 3º Compañía del 1º Batallón.
17 de Diciembre de 1880
No obstante esto, Wood pudo burlar estas contrariedades y hacer en muy pocos días la liquidación de las cuentas y el total ajuste de todo el Batallón hasta el último tambor por muchos meses de sueldos devengados, según lo hizo presente al señor Inspector General del Ejército en nota de esta fecha, antes de partir sobre Lima. Depositó en Comisaría un sobrante a favor del Fisco de $ 11.900 y nunca se oyó decir de un individuo de “Cazadores del Desierto” que no se hallara plenamente satisfecho del ajuste de sus sueldos durante el tiempo que Wood fue su comandante.
Es necesario aclarar también que aunque este jefe hizo los ajustes, no todos los soldados fueron pagados, porque entregó los haberes respectivos a los habilitados de los cuerpos en que fueron incorporados los individuos del Batallón disuelto y que ya estaban en campaña sobre la capital peruana. Pudo Wood comprobar más tarde, con dolor e indignación, que hubo cuerpos en que no se pagaron esos sueldos, dándose así lugar a murmuraciones malévolas en su contra.
¿Por qué razón esos abnegados servidores de la patria no fueron remunerados por aquellos a quienes correspondía pagarles?
Sépase que si hay aún individuos del extinguido Batallón “Cazadores del Desierto” insolutos de sus haberes, de ello son causas únicamente los nuevos jefes bajo cuyas órdenes pasaron a servir después de la disolución del cuerpo.
Para apreciar debidamente lo que significa el pago en aquellos momentos, es menester compararlo con otros, que en medio de todas las comodidades apetecibles, con toda la dotación completa de oficiales y clases veteranos, ha agitado el bombo a todos los vientos envaneciéndose sus jefes por la tardía liquidación que al fin pudieron hacer de sus cuentas, en Chile, en plena paz, después de años de afanes, bajo la dirección de un inspector y de empleados comisionados ad hoc.
No hablemos de la manera como otros cuerpos han cerrado sus cuentas al ser disueltos, terminada que fue la guerra. Hay cuerpos de línea que hasta Enero de 1889 no podían todavía atinar a hacer la liquidación de sus cuentas. A otros ha sido necesario darles un corte.
También hizo Wood valiosos ahorros al Erario Nacional por el arbitrio que ensayó con buenos resultados de habilitar talleres de sastrería y zapatería en el campamento, desde que se apercibió de la mala voluntad manifestada por el general en jefe del Ejército de Reserva para con su cuerpo; porque, constándole su desnudez, hizo sin embargo entregar a otro cuerpo el vestuario y calzado que el Intendente General del Ejército y Armada, por un acto de particular deferencia a la vez que de rigurosa justicia, había remitido desde Valparaíso a Pisagua, destinado expresamente y rotulado para el Batallón “Cazadores del Desierto”.
La disolución de este cuerpo en la forma y bajo las circunstancias en que tuvo lugar, no podía, por cierto, ser un golpe más hiriente para su jefe, a la vez que un triunfo para sus ocultos enemigos, que con tanto afán lo habían perseguido desde tiempo atrás.
Así cuando, después de la ocupación de Lima, el ilustre general Baquedano, deseoso sin duda de reparar de alguna manera tan inmerecido como inesperado golpe, le llamó a su presencia para proponerle el mando del Batallón “Chacabuco”, cuyo jefe regresaba herido a Chile, su excusa no se hizo esperar.
- Señor general - le dijo - Cuando un jefe militar de honor no ha sido mejor tratado, habiendo mandado un cuerpo de la manera como yo he mandado los “Cazadores del Desierto”, ese jefe no puede, de grado, aceptar el mando de ningún otro cuerpo.
-
- Sargento
- Mensajes: 248
- Registrado: 02 Ene 2012, 18:53
Otro mito que debería ser aclarado (si es que no lo han hecho ya) es la supuesta uniformidad de la munición para los infantes chilenos.
Algo de eso hubo, pero nunca se consiguió el 100%.
Hay bastantes testimonios sobre unidades en combate con problemas de abastecimiento de municiones, por usar distintos fusiles. El Esmeralda, en Tacna. El Talca, en Huamachuco.
Al parecer los Comblain podían usar toda munición. Pero los Grass sólo alguna.
Los primeros Grass fueron construidos en Austria (Austria-Hungría, para ser exactos) por la Styer.
Aparte está la historia de la fabricación de las municiones.
Si les parece, podemos conversar un poco de eso.
Algo de eso hubo, pero nunca se consiguió el 100%.
Hay bastantes testimonios sobre unidades en combate con problemas de abastecimiento de municiones, por usar distintos fusiles. El Esmeralda, en Tacna. El Talca, en Huamachuco.
Al parecer los Comblain podían usar toda munición. Pero los Grass sólo alguna.
Los primeros Grass fueron construidos en Austria (Austria-Hungría, para ser exactos) por la Styer.
Aparte está la historia de la fabricación de las municiones.
Si les parece, podemos conversar un poco de eso.
- __DiaMoND__
- Coronel
- Mensajes: 3755
- Registrado: 25 Dic 2008, 07:31
13 de enero de 1981
Batalla de Chorrillos
Unos 40.000 mil hombres blandieron sus armas un dia como hoy a las afueras de Lima. Chile con la victoria en Chorrillos habria sellado definitivamente su avance hacia la captura de Lima. faltando solamente la ultima resistencia con lo que se pudo reorganizar escazamente en miraflores.
Batalla de Chorrillos
Unos 40.000 mil hombres blandieron sus armas un dia como hoy a las afueras de Lima. Chile con la victoria en Chorrillos habria sellado definitivamente su avance hacia la captura de Lima. faltando solamente la ultima resistencia con lo que se pudo reorganizar escazamente en miraflores.
houston we have a probl€m
- GRUMO
- Mariscal de Campo
- Mensajes: 12509
- Registrado: 14 Ago 2005, 06:32
__DiaMoND__ escribió:13 de enero de 1981
Batalla de Chorrillos
Unos 40.000 mil hombres blandieron sus armas un dia como hoy a las afueras de Lima. Chile con la victoria en Chorrillos habria sellado definitivamente su avance hacia la captura de Lima. faltando solamente la ultima resistencia con lo que se pudo reorganizar escazamente en miraflores.
¿Felicitaciones?
¡Somos o no pilotos de combate!.... ya, que nos den otra misión y salimos 3 o 4 fierros, rasanteamos hasta donde podamos y si nos van tumbando.... nos tumbaron pues.... pero por lo menos uno llega y rompe.... así no regresemos los demás.... total para eso nos hemos formado, para eso estamos preparados, y si vamos a morir.... bueno nos inmolamos por la patria, es la oportunidad de demostrar lo que somos y valemos”. Coronel FAP Marco Antonio Schenone Oliva , piloto muerto en el Cenepa
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A mi me dijeron dos chilenos especializados en el tema (coleccionan armas, realizan pruebas de fuego y todo eso) que si usaban la misma munición, inclusive los fusiles hechos por la Styer (creo que eran 4 los tipos de Gras), pero el proyectil Comblain quedaba holgado y tenía un alcance menor. Me dijeron que no crea en el parte oficial del Esmeralda en Tacna. Muchas veces los partes oficiales, ya sean chilenos o peruanas, tratan de excusar algún error o disimular una mala acción.
Vendo el libro de la Batalla en el Morro Solar de Chorrillos. Cualquier interesado, me escribe un mp
-
- Cabo
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- Ubicación: Callao
comando_pachacutec escribió:Yo tengo una de esa bayonetas, tiene una cruz grabada y dice "sagrado"
No se si pertenecio a un peruano o a un chileno.
Saludos
Tienes que probar a que fusil le da, Peabody o Remington, pero hay muchas que son de Mauser del siglo XX.
Felicitaciones Ilam por la historia del Cazadores del Desierto
Vendo el libro de la Batalla en el Morro Solar de Chorrillos. Cualquier interesado, me escribe un mp
- comando_pachacutec
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De las mismas fuentes, de otras historias de unidades que he puesto, pongo a continuación la historia de la Ambulancia N° 1 "Santiago". Resumen de un trabajo del Sr. Marco Antonio Lang.
1º AMBULANCIA “SANTIAGO” O Nº1 “SANTIAGO”
UNIFORME
Pantalón y chaqueta azul, vuelta corta con una sola botonadura amarilla; gorra blanca de lona, con listas rojas horizontales y cruz roja al frente. Al brazo izquierdo la Cruz de Ginebra (cruz roja sobre fondo blanco). La cruz roja en campo blanco (antebrazo izquierdo) tiene las siguientes dimensiones: ancho de la faja blanca, 17 cm; largo, lo necesario para rodear el brazo. La cruz tendrá 12 cm de diámetro, y el ancho de los brazos será de 3 cm.
ESTANDARTE (BANDERA)
La bandera de estas unidades no militares, estaba de acuerdo a la Convención de Ginebra de fecha 22 de Agosto de 1864; la cual, en su Artículo 7º la define como: “Llevará cruz roja en fondo blanco”.
ARMAMENTO
Ninguno. No está permitido por la Convención de Ginebra.
HISTORIA
Año 1879
1 de Enero de 1879
Al estallar el conflicto del Pacífico (Guerra del Pacífico), ninguno de los beligerantes (Chile, Bolivia y Perú) formaba parte de la Convención de Ginebra.
El Servicio Sanitario no existía como institución militar. Los cuerpos de línea tenían dotación de cirujanos y practicantes, y los buques de la Armada cirujanos y sangradores.
En los botiquines de las unidades de mar y tierra, había un surtido más o menos completo de drogas para enfermedades comunes; pero eran escasos los aparatos de cirugía, que apenas bastaban para determinados accidentes. Declarada la guerra (5 de Abril de 1879), se formaron espontáneamente comisiones de la Cruz Roja, autorizadas por los respectivos Intendentes, en todas las provincias del país. Colectaron fondos, prepararon Ambulancias, echaron las bases de Hospitales de Sangre y reunieron los elementos necesarios para las emergencias del porvenir.
Surgieron comisiones de la Cruz Roja en todas las ciudades. Se hicieron notar principalmente, las de Santiago, Valparaíso, Concepción y La Serena, por la magnitud de los elementos reunidos.
12 de Marzo de 1879
En la madrugada de este día, han llegado a Antofagasta en el vapor Copiapó, los cirujanos don Florencio Middleton y don Jerónimo Rosas.
13 de Marzo de 1879
En Antofagasta, se ha organizado el cuerpo médico que ha de servir a las fuerzas chilenas que operan en estos territorios. Lo componen los doctores don Florencio Middleton, don Jerónimo Rosas, don Federico Arnao, don Arturo Sanford y don Juan Kild.
16 de Marzo de 1879
En Antofagasta, en reunión de todos los jefes con mando de tropas y de los cirujanos, se acordó en esta fecha el servicio de la Ambulancia. A cada 500 hombres acompañará una Ambulancia.
Abril de 1879
La comisión de Santiago no se daba descanso para preparar el material y personal de 4 Ambulancias destinadas a operar en los campos de batalla.
Alistada la 1º Ambulancia “Santiago”, armó su material en la Quinta de Agricultura, en donde acudió el pueblo a visitarla, depositando igualmente su óbolo a favor de los heridos, en alcancías colocadas al efecto.
Las carpas tenían forma de tijeral, cuyo vértice se apoya sobre un madero; la base, sólidamente afianzada sobre el terreno, para resistir airosamente los ventarrones de la pampa, muy frecuentes en la zona de Tarapacá, con un largo de más de 20 varas, por 3 de ancho y 3 de alto. Una doble cubierta de lona bastante fuerte forma las paredes; la doble cubierta encierra cierta cantidad de aire, que como mal conductor del calor, impide los bruscos cambios de temperatura.
Ocupan el interior en hileras, 20 catres o marcos de madera, colocados a 1 pié de altura, con fondo de lona; dotado cada uno, con dos frazadas, dos sábanas y dos camisas.
Abrazaderas de hierro separan las patas de los catres; durante el descanso, pueden transformarse en tarimas de poca altura, con toda facilidad y son muy cómodas.
Una colgadera de lona cubre las puertas, a cada extremo de la carpa.
Por el mismo sistema se construyeron dos carpas salones, casi cuadradas de techo, destinadas a operaciones de cirugía.
Cada Ambulancia tenía su cocina, con camas para cocineros y un quiosco para el doctor.
14 de Abril de 1879
La Junta de Sanidad de Santiago en sesión de esta fecha, acordó solicitar del Supremo Gobierno, la centralización de los servicios sanitarios, dispersos hasta entonces en todo el país. Asistieron a esta sesión los doctores Díaz, Aguirre, Hidalgo, Valdivieso, Middleton, Salamanca y Torres.
El Gobierno accedió a los deseos de la Junta y nombró una Comisión Central encargada de la Dirección Sanitaria en todo el país, compuesta de los señores José Tocornal, Matías Ovalle, Guillermo Mackenna, Pedro García de la Huerta, Joaquín Díaz Besoain y Cesáreo Pérez.
La Junta de Sanidad santiaguina quedó funcionando a las órdenes de la Central, siempre bajo la presidencia del doctor Díaz.
De igual manera, el Comité de Valparaíso, continuó sus labores, como rama de la Junta Central, con el nombre de Sociedad de la Cruz Roja, y su mismo personal.
2 de Mayo de 1879
A poco menos de un mes del inicio oficial del conflicto y siendo conveniente dar unidad y dirección a los asuntos que se relacionan con el servicio de Hospitales Militares y Ambulancias del Ejército de Operaciones del Norte, se decretaba el nombramiento de una comisión compuesta por el proto médico don Wenceslao Díaz, el doctor don José Joaquín Aguirre y del cirujano de esta guarnición (Santiago) don Domingo Gutiérrez, con el fin de que por su conducto, propongan al Gobierno los cirujanos, farmacéuticos y practicantes que requieran las necesidades del servicio de Hospitales del Norte; debiendo pasarse al efecto a dicha comisión una nómina de los empleados que han sido nombrados con anterioridad a la fecha de este Decreto y las propuestas elevadas con posterioridad por el Cirujano Mayor del Ejército de Operaciones.
Junto a estas atribuciones, la comisión quedaba encargada del estudio de las listas de medicamentos, útiles de cirugía y demás artículos que se soliciten para el servicio de los referidos Hospitales, debiendo pasarlos informados y con las supresiones o agregaciones que consideren convenientes, al Ministerio de Guerra para los fines ulteriores.
Un corazón generoso Mr. Eduardo Séve, Ministro de Bélgica en Chile, Perú y Bolivia, se impuso la filantrópica tarea de poner de acuerdo a los 3 países beligerantes, para su ingreso a la Convención de Ginebra de 22 de Agosto de 1864.
Después de algunos viajes a Lima y La Paz, obtuvo la adhesión del Perú, en esta fecha.
7 de Mayo de 1879
A esta comisión sanitaria recién creada y que constituyó el origen del Servicio Sanitario del Ejército de Chile, le fueron agregados, por Decreto de esta fecha, los doctores don Nicanor Rojas y don Valentín Saldías, a la vez que se la ponía bajo la dependencia del Intendente General del Ejército y la Armada, don Francisco Echaurren García Huidobro; debiendo atender los pedidos y prestar todo género de facilidades a las medidas de dicho funcionario, concernientes al servicio de hospitales y ambulancias militares.
9 de Mayo de 1879
Puesta bajo la dependencia del Intendente General, éste, de común acuerdo con la comisión nombrada por los Decretos de 2 y 7 de Mayo, propuso un Plan General del Servicio Sanitario del Ejército en Campaña, el que fue aprobado por el Ejecutivo este día y que expresaba:
Santiago, Mayo 9 de 1879.
Con lo expuesto en la nota que precede del Intendente General del Ejército y Armada y visto el acuerdo de los facultativos que componen la comisión nombrada por Decretos de 2 y 7 del actual.
He acordado y Decreto:
Apruébase el siguiente plan general del Servicio Sanitario del Ejército en Campaña.
Servicio Sanitario del Ejército en Campaña
Sueldos Rancho
Cirujano en Jefe, igual a teniente coronel de Artillería en
campaña. $ 2.200 30 ct.
Cirujano 1º, igual a sargento mayor de Artillería en campaña. $ 1.670 30 ct.
Cirujano 2º, igual a capitán de Artillería en campaña. $ 1.140 20 ct.
Farmacéutico mayor y guarda almacén, igual a capitán de
Artillería en campaña. $ 1.140 20 ct.
Practicantes farmacéuticos, igual a alférez de Artillería en
campaña. $ 680 20 ct.
Practicantes, igual a alférez de Artillería en campaña. $ 680 20 ct.
Conductor contralor, igual a alférez de Artillería en campaña. $ 680 20 ct.
Enfermeros porta sacos, igual a sargento 2º de Artillería en
campaña. $ 216 rancho.
Servicio de Regimiento de Infantería
Personal.
1 Cirujano 1º.
1 Cirujano 2º.
2 Practicantes farmacéuticos.
2 Enfermeros porta sacos.
Material
2 sacos de Ambulancia, de cirugía y de farmacia.
Servicio de Regimiento de Artillería y Caballería
Personal
Se establece para cada 2 Baterías y 1 Escuadrón de Caballería:
1 Cirujano 2º.
1 Practicante farmacéutico.
1 Enfermero porta sacos.
Material
1 saco de Ambulancia.
Servicio de Ambulancia para 2.000 hombres
Personal
1 Cirujano 1º.
2 Cirujanos 2º.
3 Practicantes.
1 Practicante farmacéutico.
12 Angarilleros enfermeros.
1 Conductor contralor y Jefe de los angarilleros enfermeros.
Material
2 cantinas de cirugía.
2 cantinas de farmacia.
2 cantinas de administración.
2 artolas.
2 literas o sillas volantes.
6 parihuelas.
3 cargas de agua.
2 cargas de leña cortada o carbón de leña.
200 camillas.
Carpas para 200 hombres y 1 de administración.
12 delantales de angarilleros.
30 mulas con aperos.
Tómese razón, comuníquese y publíquese.
Pinto.
Basilio Urrutia.
Además, se aumenta el personal de esta comisión por Decreto con esta fecha, con los doctores Valentín Saldías y Nicanor Rojas.
10 de Mayo de 1879
Al efecto de dar a conocer la creación de la Comisión Sanitaria al Jefe del Ejército del Norte, general Justo Arteaga, el Ministro de Guerra y Marina le despachó, con esta fecha, una nota en la que le transcribía por separado: los Decretos referentes al nombramiento de una comisión de distinguidos facultativos, encargada de organizar el Servicio Sanitario del Ejército, al mando de U.S.
A través de ella ponía, además, en conocimiento de éste que, todas las notas del Cirujano Mayor remitidas a este Ministerio han sido transmitidas a la citada Comisión y a la Intendencia General y que el plan de empleados y el abastecimiento de medicina será inmediatamente organizado y atendido, en conformidad a los acuerdos de los expresados funcionarios, agregando que previniese al Cirujano Mayor que las necesidades que se hicieren sentir en ese ramo del servicio deben, en lo sucesivo, exponerse ante la Intendencia General del Ejército en Campaña, sin cuya anuencia no deberá innovarse el plan general de empleados, decretado por el Gobierno, ni darse curso a pedidos de medicinas, carpas y otros utensilios.
Terminaba la nota recordando al general en jefe que el Ministerio de Guerra y Marina, ha remitido a Antofagasta, camas, frazadas, hilas (gasa) y medicinas, en número suficiente para atender durante algunos meses a los enfermos del Ejército, según lo expuesto por el cirujano de esta plaza encargado, mientras se establecía la Intendencia General, de la adquisición de los mencionados artículos.
12 de Mayo de 1879
En el Boletín de la Guerra del Pacífico de esta fecha, en el apartado de “Donativos para la guerra” bajo el título “Ofrecimientos”, dice lo siguiente:
Francisco Puelma – $ 200 y $ 50 mensuales para el sostén de la Ambulancias.
Daniel Oliva - $ 500 para las Ambulancias, y promete colectar fondos en Taltal con el mismo objeto.
El curador del insano don Miguel P. Herrera – Obsequia $ 4.000 para costear una Ambulancia y pide se le dé el nombre de “El Coronel Villalón”.
Bajo el título “Donativos”:
Tránsito Errázuriz de Lira – 10 arrobas de vino dulce y añejo para las Ambulancias.
Bajo el título “Erogaciones”:
Ramón Eyzaguirre – Se ofrece para ayudar a los trabajos de la Secretaría de la Comisión de Ambulancias.
13 de Mayo de 1879
En esta fecha, se envía la siguiente carta:
Santiago, Mayo 13 de 1879.
Tengo el honor de poner en conocimiento de US. que ayer se ha hecho entrega a la Comisión de Sanidad del edificio de la antigua Cárcel. Asimismo aviso a US. que he oficiado a la Junta Central de Donativos para que entregue a la Comisión de Sanidad todos los elementos de que actualmente dispone para la guerra, como Ambulancias, víveres, etc.
Dios guarde a US.
Z. Freire.
Al señor Intendente General del Ejército y Armada.
El Presidente de la Comisión Central de Donativos contestó esta carta, con esta misma fecha; que en lo relativo a las Ambulancias dice:
La Junta, al imponerse de la comisión de US. acordó poner desde luego a su disposición 3 Ambulancias de a 50 camas cada una, que tiene ya completamente concluidas y dotadas de todos los elementos necesarios para atender con prolijidad y eficacia las necesidades de los heridos en el campo de batalla. Para que US. pueda recibirse de ellas, y para que el pueblo de Santiago juzgue de la inversión de los fondos a que con patriótico desinterés ha contribuido, acordó la Junta, armar estas Ambulancias el próximo Jueves en la Quinta Normal de Agricultura y ponerlas allí a su disposición para que US. a su vez lo haga con la Intendencia General del Ejército, si lo estima conveniente.
US. dará las órdenes del caso para que el próximo Jueves pueda esa Intendencia recibir las Ambulancias.
14 de Mayo de 1879
En contestación de don F. Echaurren al Intendente de Santiago, con esta fecha, le dice: “Para que esta Intendencia General pueda tener conocimiento de los elementos que el patriotismo y el entusiasmo públicos han podido ya colectar y reunir (entre ellos 3 Ambulancias completas), me permito pedir a US. se sirva manifestar a los dignos miembros de esa Junta, que esta Intendencia General vería con satisfacción que se pusiese en comunicación directa con la Junta de Sanidad para examinar y distribuir todos esos artículos de la manera que sea más conveniente y más conforme con los deseos mismos de los que con abnegación han contribuido a preparar”.
En carta de don F. Echaurren al señor Presidente de la Comisión Sanitaria del Ejército en campaña, en esta fecha, en unos de sus puntos dice: “Las carpas para el servicio de Ambulancias deben ser proporcionadas para que se puedan conducir en mulas, único medio de transporte con que debe contarse en los parajes en que va a tener por ahora su desarrollo la campaña”.
Para hacer operante la Comisión Sanitaria, la Intendencia General, convencida del celo y patriotismo con que ha procedido la Comisión Sanitaria, atendiendo todas las consultas, estudios e indicaciones que se han sometido a su ilustrado dictamen y contando con su decidida cooperación, especialmente en los ramos de sanidad, ambulancias y hospitales de sangre para el mejor servicio del Ejército en campaña, recordaba al Presidente de ella, en esta fecha, las siguientes instrucciones encaminadas al mejor servicio:
1º Formar reglamentos para el mejor servicio científico y económico de todo el servicio médico y sus dependencias en campaña, sin olvidar lo que impone la Ordenanza General del Ejército.
2º Proponer a la Intendencia General los empleados que juzguen idóneos para llenar las vacantes en el servicio.
3º Formar una oficina con un almacén o almacenes, necesarios para preparar todos los pedidos que se hagan por la Intendencia General en el ramo del servicio sanitario de ambulancia y hospitales.
4º Proponer los empleados que sean necesarios para el servicio de esa oficina y almacenes y sus sueldos.
5º Hacer provisión bastante y con toda previsión de todo lo que puede necesitarse, para atender sin demora los pedidos que haga la Intendencia para renovar los consumos.
6º Los pedidos que hagan los Cirujanos Jefes a la Intendencia General serán despachados por la comisión, previo un prolijo examen para apreciar bien estos pedidos y justificar la necesidad de remitir él todo o parte.
7º Llevar cuenta prolija y detallada, con toda la documentación correspondiente, de los fondos que se pongan a su disposición, como también de las especies que le entreguen y todo lo que sea pedido por el Intendente General, órgano único que debe servir a la comisión para todo lo que se remita al Ejército y Armada en Campaña. Al efecto, la comisión vigilará porque los empleados de su dependencia cumplan con puntualidad las instrucciones que se dieran a ese propósito y para que tenga siempre sus cuentas al día, enviando diariamente un balance a última hora a la Intendencia General de toda la existencia y salida, sea de fondos y de especies.
8º La comisión cuidará que los embalajes de todo lo que deba remitirse, sea apropiado y según los objetos, teniendo presente las distancias, transbordos, remesas a lomo de mula, temperatura y almacenes provisionales del territorio donde van a servir esos elementos.
9º Cada bulto o paquete debe llevar su número o rótulo, bien legible, de su contenido para que no haya confusión ni se abran cajas inútilmente, buscando algún objeto.
10º Las remesas se harán por facturas duplicadas, debiendo también quedar copia en la oficina. Las facturas han de detallar bien los números y rótulos de cada cajón o paquete.
11º Las carpas para el servicio de ambulancias deben ser proporcionadas para que se puedan conducir en mulas, único medio de transporte con que debe contarse en los parajes en que va a tener, por ahora, su desarrollo la campaña.
12º Para sirvientes y muleteros sería conveniente preferir individuos contratados o enganchados en el litoral, que están aclimatados y son conocedores del territorio donde van a prestar sus servicios, porque los que se mandarán de aquí, careciendo de esas condiciones, podrían inutilizarse, aparte de otras circunstancias y consideraciones fáciles de tomar en cuenta.
13º La comisión, por medio de su Presidente deberá, dirigirse a las autoridades y particulares que estime conveniente, ya para solicitar algo que, a su juicio, les sea útil para desempeñar su humanitario cometido, ya en fin para solicitar la concentración en su oficina de objetos que el patriotismo proporcionará para las necesidades de la guerra en el ramo de las ambulancias y servicio sanitario del Ejército y la Armada.
14º La comisión propondrá a la Intendencia el nombramiento de sucursales en las localidades que estime necesarias y formará los reglamentos que crea útiles para el servicio interno de su oficina y sucursales.
15º Dar los informes que pida la Intendencia General sobre todo lo que refiera a los ramos de salubridad, higiene y manutención del soldado y marino.
16º Tendrá siempre lista la comisión de Cirujanos y demás empleados especiales, para reponer los que se inhabilitarán en el servicio y para proveer al personal de los nuevos cuerpos que se envían a la campaña; la Comisión Sanitaria Central para el servicio del Ejército y Armada en Campaña encontrará en el Intendente General todas las facilidades para el desempeño de su filantrópico cometido y atenderá todas las indicaciones que se sirva hacerle, tendientes a mejorar y hacer lo más cómoda posible la situación de los que van a derramar...........................................................del honor nacional. Escusado me parece recomendar a la ilustrada comisión la mayor economía posible en el servicio de todos los ramos que van a correr a su cargo, pues desde luego, he tenido ocasión de conocer el cuidado y atención que todos sus miembros prestan a esta condición indispensable de arreglo y buen servicio.
A fin de regularizar el sistema de rancho diario correspondiente a los empleados de ambulancias, se decretaba este mismo día, que los funcionarios de esa dependencia que se encontraren en el litoral del norte, serían considerados como miembros del Ejército en conformidad con lo dispuesto por Decreto Supremo de fecha 9 de Mayo de 1879.
15 de Mayo de 1879
Siendo necesario ampliar el número de componentes de la Comisión Sanitaria, en esta fecha, se acordaba agregar, mediante un Decreto, los siguientes ciudadanos con determinación de sus funciones de procedencia de la Comisión Eclesiástica, a los presbíteros don Raimundo Cisternas y don José Ramón Saavedra; de la Comisión de Donativos, a don José Tocornal y don Pedro García de la Huerta y de la Comisión de Ambulancias, a don Matías Ovalle y don Damián Miquel.
16 de Mayo de 1879
Con el objeto de atender en mejor forma a la provisión de las necesidades del Servicio Sanitario, la Intendencia General propuso al Ejecutivo la creación de una oficina y almacenes para este objeto; proposición que resultó aprobada a través del Decreto 146 de esta fecha, que disponía:
Apruébese el siguiente Decreto expedido con fecha de ayer por la Intendencia General del Ejército y Armada en Campaña, que establece la Oficina y Almacenes para proveer al Ejército y Armada de todo lo que sea necesario a su mejor servicio sanitario:
1º Organízase la Oficina y Almacenes para proveer al Ejército y Armada de todo lo que sea necesario a su mejor servicio sanitario. Dicha oficina tendrá su asiento en esta capital (Santiago); estará a las órdenes de la Comisión Sanitaria y se regirá por los reglamentos que ella dicte, de acuerdo con la Intendencia General.
2º El personal de la Oficina y sus sueldos serán los siguientes, propuestos por la Comisión de Sanidad: 1 Guarda almacenes, encargado también de llevar la contabilidad, con 50 pesos mensuales; 1 Ayudante del anterior, con 30 pesos mensuales y 1 Escribiente con 30 pesos, también mensuales.
3º Nómbrase Guarda almacenes de la expresada Oficina a don Francisco Zorrilla; Ayudante del mismo, a don Florencio Hurtado y Escribiente a don Juvenal Bari. Páguese a los nombrados, el sueldo mensual que les corresponde desde que principien a prestar sus servicios.
4º Los nombrados estarán obligados a servir en horas extraordinarias si así se les exigiere, sin más remuneración que la ya determinada y permanecerán en sus empleos por el tiempo que sus servicios sean necesarios, a juicio de la Intendencia General.
En esta fecha, la Intendencia General vio decretadas las propuestas hechas por la Comisión de Sanidad para el Servicio Sanitario del Ejército en Campaña, conforme a lo dispuesto por el Decreto Supremo de 9 de Mayo de 1879, que determinaba el personal y sueldo de los diversos empleados que deben ocuparse de ese Servicio y que había remitido para su resolución al Ejecutivo. Por medio de este Decreto se ordenaba:
1º Nómbrase en comisión Cirujano en Jefe del Ejército en Campaña, al profesor de Cirugía y Clínica Quirúrgica de la Universidad don Nicanor Rojas, con el sueldo de teniente coronel de Artillería. Nómbrase Ayudante del mismo, con el sueldo de Cirujano 2º a don Marcial Gatica y Secretario encargado de la Estadística a don Carlos Roja y Roja, con el mismo sueldo.
2º Nómbrase Médico en Jefe de los Hospitales fijos, a don Florencio Middleton, con el sueldo de teniente coronel de Artillería.
3º Nombramiento en el Batallón de Artillería de Línea Nº 2 (ver archivo de esta unidad).
4º Nombramiento en el Regimiento de Artillería de Marina (ver archivo de esta unidad).
5º Nombramiento en el Regimiento 1º de Línea “Buin” (ver archivo de esta unidad).
6º Nombramiento en el Regimiento 2º de Línea (ver archivo de esta unidad).
7º Nombramiento en el Regimiento 3º de Línea (ver archivo de esta unidad).
8º Nombramiento en el Regimiento 4º de Línea (ver archivo de esta unidad).
9º Nombramiento en el Batallón “Bulnes” (ver archivo de esta unidad).
10º Nómbrase Cirujanos 2º para los cuerpos de caballería de línea actualmente en campaña, a don Emilio Sierralta y a don Manuel A. García y de Practicantes de los mismos cuerpos a don Abel G. Pumarín y a don Lorenzo F. López.
11º Nombramiento en el Batallón Cívico de Caracoles (ver archivo de esta unidad).
12º Nombramiento en el Batallón Cívico Nº1 de Antofagasta (ver archivo de esta unidad).
13º Nombramiento en el Batallón Cívico Nº2 de Antofagasta (ver archivo de esta unidad).
14º Nombramiento en el Batallón Cívico de Carmen Alto (ver archivo de esta unidad).
15º Nombramiento en la Ambulancia Nº1 “Santiago” (ver archivo de esta unidad).
16º Nómbrase de Farmacéutico Mayor, Guarda Almacén de Hospitales y Ambulancias, a don Favorino Charlín y de Ayudante Farmacéutico a don Amador Araos.
17º Páguese a los nombrados el sueldo y rancho que les corresponde según el rancho, con arreglo al Decreto Supremo, fecha 9 de Mayo de 1879, desde el día que partan del puerto de Valparaíso para ir a incorporarse al Ejército.
A este efecto, cada Cirujano Jefe del Cuerpo, Ambulancia u Hospital fijo, se presentará al Jefe de la Comisaría Principal con todo su personal respectivo, en la ciudad de Valparaíso y los que residiesen en Antofagasta, al Comisario de esa localidad, para que se tomen las notas del caso en las Oficinas de Contabilidad.
18º Todos los nombrados prestarán sus servicios en calidad de comisión y por el tiempo que la Intendencia General lo juzgue necesario.
19º Los empleados del Cuerpo Sanitario del Ejército en Campaña quedarán subordinados a las disposiciones de la Ordenanza General del Ejército y a los reglamentos y órdenes que libre esta Intendencia General, oyendo a la Comisión de Sanidad.
20º Todos los empleados del cuerpo de sanidad tanto en el Ejército, como en la Armada, llevarán por distintivo, cosido en el antebrazo izquierdo, una Cruz Roja en campo blanco de las dimensiones siguientes: ancho de la faja blanca, 17 centímetros; largo de la misma, el necesario para que rodee completamente el brazo. La Cruz Roja de 12 centímetros de diámetro y en el ancho de los brazos, 3 centímetros.
21º La Comisión de Sanidad cuidará que cada cuerpo de Ambulancia que se despache en lo sucesivo para el servicio del Ejército en campaña lleve su personal conforme al Decreto Supremo de fecha 9 del actual, haciendo oportunamente a esta Intendencia General las propuestas respectivas.
22º Quedan sin efecto las comisiones y nombramientos hechos con anterioridad para el Servicio Sanitario del Ejército en campaña.
Aplíquese este gasto a la ley de 3 de Abril último.
Por Decreto, con esta fecha, se nombra para el servicio de la Ambulancia Nº1, denominada “Santiago”, de Cirujano 1º a don Federico Arnao; de Cirujanos 2º a don Víctor Rirner y a don Luis Roserdi; de Practicantes farmacéuticos a don Manuel González, don Francisco de B. Valenzuela, don Felipe Abarca y don Francisco Valdivia, de Contralor a don Víctor Castro y de Contralor suplente, sin goce de sueldo, pero con rancho, a don Rodolfo Valdés.
La Oficina y Almacenes del Servicio Sanitario, con residencia en Santiago, quedaron con la siguiente dotación de empleados:
1 guarda almacenes con $ 50 mensuales
1 ayudante con $ 30 mensuales
1 escribiente con $ 30 mensuales
Estos empleados tenían la obligación de servir en horas extraordinarias sin derecho a mayor remuneración.
20 de Mayo de 1879 (Salida de Valparaíso hacia Antofagasta)
La 1º Ambulancia “Santiago” se embarca en Valparaíso, rumbo a Antofagasta; a cargo del doctor don Federico Arnao, que llevaba como segundos a los estudiantes del último año de medicina, señores Víctor Körner y Luis Rosende Lopeandía; Practicante a cargo de la farmacia, al estudiante don Manuel González Gálvez; practicante a cargo de cirugía, a los señores Francisco de B. Valenzuela, Felipe Abarca y Francisco Valdivia; y contralores, a los señores Víctor Castro y Rodolfo Valdés.
09.25 hrs: Zarpó el Rímac de Valparaíso en convoy con el Itata en este día, conduciendo entre ambos el Regimiento “Santiago” y los Batallones “Valparaíso”, “Naval” y “Chacabuco”, las Ambulancias (1º Ambulancia “Santiago” y 2º Ambulancia “Valparaíso”) y algunos oficiales pertenecientes a otros cuerpos.
Durante el trayecto no ocurrió nada de notable, sino la separación del convoy en esta noche, a causa de la fuerte lluvia que impedía ver las luces.
1º AMBULANCIA “SANTIAGO” O Nº1 “SANTIAGO”
UNIFORME
Pantalón y chaqueta azul, vuelta corta con una sola botonadura amarilla; gorra blanca de lona, con listas rojas horizontales y cruz roja al frente. Al brazo izquierdo la Cruz de Ginebra (cruz roja sobre fondo blanco). La cruz roja en campo blanco (antebrazo izquierdo) tiene las siguientes dimensiones: ancho de la faja blanca, 17 cm; largo, lo necesario para rodear el brazo. La cruz tendrá 12 cm de diámetro, y el ancho de los brazos será de 3 cm.
ESTANDARTE (BANDERA)
La bandera de estas unidades no militares, estaba de acuerdo a la Convención de Ginebra de fecha 22 de Agosto de 1864; la cual, en su Artículo 7º la define como: “Llevará cruz roja en fondo blanco”.
ARMAMENTO
Ninguno. No está permitido por la Convención de Ginebra.
HISTORIA
Año 1879
1 de Enero de 1879
Al estallar el conflicto del Pacífico (Guerra del Pacífico), ninguno de los beligerantes (Chile, Bolivia y Perú) formaba parte de la Convención de Ginebra.
El Servicio Sanitario no existía como institución militar. Los cuerpos de línea tenían dotación de cirujanos y practicantes, y los buques de la Armada cirujanos y sangradores.
En los botiquines de las unidades de mar y tierra, había un surtido más o menos completo de drogas para enfermedades comunes; pero eran escasos los aparatos de cirugía, que apenas bastaban para determinados accidentes. Declarada la guerra (5 de Abril de 1879), se formaron espontáneamente comisiones de la Cruz Roja, autorizadas por los respectivos Intendentes, en todas las provincias del país. Colectaron fondos, prepararon Ambulancias, echaron las bases de Hospitales de Sangre y reunieron los elementos necesarios para las emergencias del porvenir.
Surgieron comisiones de la Cruz Roja en todas las ciudades. Se hicieron notar principalmente, las de Santiago, Valparaíso, Concepción y La Serena, por la magnitud de los elementos reunidos.
12 de Marzo de 1879
En la madrugada de este día, han llegado a Antofagasta en el vapor Copiapó, los cirujanos don Florencio Middleton y don Jerónimo Rosas.
13 de Marzo de 1879
En Antofagasta, se ha organizado el cuerpo médico que ha de servir a las fuerzas chilenas que operan en estos territorios. Lo componen los doctores don Florencio Middleton, don Jerónimo Rosas, don Federico Arnao, don Arturo Sanford y don Juan Kild.
16 de Marzo de 1879
En Antofagasta, en reunión de todos los jefes con mando de tropas y de los cirujanos, se acordó en esta fecha el servicio de la Ambulancia. A cada 500 hombres acompañará una Ambulancia.
Abril de 1879
La comisión de Santiago no se daba descanso para preparar el material y personal de 4 Ambulancias destinadas a operar en los campos de batalla.
Alistada la 1º Ambulancia “Santiago”, armó su material en la Quinta de Agricultura, en donde acudió el pueblo a visitarla, depositando igualmente su óbolo a favor de los heridos, en alcancías colocadas al efecto.
Las carpas tenían forma de tijeral, cuyo vértice se apoya sobre un madero; la base, sólidamente afianzada sobre el terreno, para resistir airosamente los ventarrones de la pampa, muy frecuentes en la zona de Tarapacá, con un largo de más de 20 varas, por 3 de ancho y 3 de alto. Una doble cubierta de lona bastante fuerte forma las paredes; la doble cubierta encierra cierta cantidad de aire, que como mal conductor del calor, impide los bruscos cambios de temperatura.
Ocupan el interior en hileras, 20 catres o marcos de madera, colocados a 1 pié de altura, con fondo de lona; dotado cada uno, con dos frazadas, dos sábanas y dos camisas.
Abrazaderas de hierro separan las patas de los catres; durante el descanso, pueden transformarse en tarimas de poca altura, con toda facilidad y son muy cómodas.
Una colgadera de lona cubre las puertas, a cada extremo de la carpa.
Por el mismo sistema se construyeron dos carpas salones, casi cuadradas de techo, destinadas a operaciones de cirugía.
Cada Ambulancia tenía su cocina, con camas para cocineros y un quiosco para el doctor.
14 de Abril de 1879
La Junta de Sanidad de Santiago en sesión de esta fecha, acordó solicitar del Supremo Gobierno, la centralización de los servicios sanitarios, dispersos hasta entonces en todo el país. Asistieron a esta sesión los doctores Díaz, Aguirre, Hidalgo, Valdivieso, Middleton, Salamanca y Torres.
El Gobierno accedió a los deseos de la Junta y nombró una Comisión Central encargada de la Dirección Sanitaria en todo el país, compuesta de los señores José Tocornal, Matías Ovalle, Guillermo Mackenna, Pedro García de la Huerta, Joaquín Díaz Besoain y Cesáreo Pérez.
La Junta de Sanidad santiaguina quedó funcionando a las órdenes de la Central, siempre bajo la presidencia del doctor Díaz.
De igual manera, el Comité de Valparaíso, continuó sus labores, como rama de la Junta Central, con el nombre de Sociedad de la Cruz Roja, y su mismo personal.
2 de Mayo de 1879
A poco menos de un mes del inicio oficial del conflicto y siendo conveniente dar unidad y dirección a los asuntos que se relacionan con el servicio de Hospitales Militares y Ambulancias del Ejército de Operaciones del Norte, se decretaba el nombramiento de una comisión compuesta por el proto médico don Wenceslao Díaz, el doctor don José Joaquín Aguirre y del cirujano de esta guarnición (Santiago) don Domingo Gutiérrez, con el fin de que por su conducto, propongan al Gobierno los cirujanos, farmacéuticos y practicantes que requieran las necesidades del servicio de Hospitales del Norte; debiendo pasarse al efecto a dicha comisión una nómina de los empleados que han sido nombrados con anterioridad a la fecha de este Decreto y las propuestas elevadas con posterioridad por el Cirujano Mayor del Ejército de Operaciones.
Junto a estas atribuciones, la comisión quedaba encargada del estudio de las listas de medicamentos, útiles de cirugía y demás artículos que se soliciten para el servicio de los referidos Hospitales, debiendo pasarlos informados y con las supresiones o agregaciones que consideren convenientes, al Ministerio de Guerra para los fines ulteriores.
Un corazón generoso Mr. Eduardo Séve, Ministro de Bélgica en Chile, Perú y Bolivia, se impuso la filantrópica tarea de poner de acuerdo a los 3 países beligerantes, para su ingreso a la Convención de Ginebra de 22 de Agosto de 1864.
Después de algunos viajes a Lima y La Paz, obtuvo la adhesión del Perú, en esta fecha.
7 de Mayo de 1879
A esta comisión sanitaria recién creada y que constituyó el origen del Servicio Sanitario del Ejército de Chile, le fueron agregados, por Decreto de esta fecha, los doctores don Nicanor Rojas y don Valentín Saldías, a la vez que se la ponía bajo la dependencia del Intendente General del Ejército y la Armada, don Francisco Echaurren García Huidobro; debiendo atender los pedidos y prestar todo género de facilidades a las medidas de dicho funcionario, concernientes al servicio de hospitales y ambulancias militares.
9 de Mayo de 1879
Puesta bajo la dependencia del Intendente General, éste, de común acuerdo con la comisión nombrada por los Decretos de 2 y 7 de Mayo, propuso un Plan General del Servicio Sanitario del Ejército en Campaña, el que fue aprobado por el Ejecutivo este día y que expresaba:
Santiago, Mayo 9 de 1879.
Con lo expuesto en la nota que precede del Intendente General del Ejército y Armada y visto el acuerdo de los facultativos que componen la comisión nombrada por Decretos de 2 y 7 del actual.
He acordado y Decreto:
Apruébase el siguiente plan general del Servicio Sanitario del Ejército en Campaña.
Servicio Sanitario del Ejército en Campaña
Sueldos Rancho
Cirujano en Jefe, igual a teniente coronel de Artillería en
campaña. $ 2.200 30 ct.
Cirujano 1º, igual a sargento mayor de Artillería en campaña. $ 1.670 30 ct.
Cirujano 2º, igual a capitán de Artillería en campaña. $ 1.140 20 ct.
Farmacéutico mayor y guarda almacén, igual a capitán de
Artillería en campaña. $ 1.140 20 ct.
Practicantes farmacéuticos, igual a alférez de Artillería en
campaña. $ 680 20 ct.
Practicantes, igual a alférez de Artillería en campaña. $ 680 20 ct.
Conductor contralor, igual a alférez de Artillería en campaña. $ 680 20 ct.
Enfermeros porta sacos, igual a sargento 2º de Artillería en
campaña. $ 216 rancho.
Servicio de Regimiento de Infantería
Personal.
1 Cirujano 1º.
1 Cirujano 2º.
2 Practicantes farmacéuticos.
2 Enfermeros porta sacos.
Material
2 sacos de Ambulancia, de cirugía y de farmacia.
Servicio de Regimiento de Artillería y Caballería
Personal
Se establece para cada 2 Baterías y 1 Escuadrón de Caballería:
1 Cirujano 2º.
1 Practicante farmacéutico.
1 Enfermero porta sacos.
Material
1 saco de Ambulancia.
Servicio de Ambulancia para 2.000 hombres
Personal
1 Cirujano 1º.
2 Cirujanos 2º.
3 Practicantes.
1 Practicante farmacéutico.
12 Angarilleros enfermeros.
1 Conductor contralor y Jefe de los angarilleros enfermeros.
Material
2 cantinas de cirugía.
2 cantinas de farmacia.
2 cantinas de administración.
2 artolas.
2 literas o sillas volantes.
6 parihuelas.
3 cargas de agua.
2 cargas de leña cortada o carbón de leña.
200 camillas.
Carpas para 200 hombres y 1 de administración.
12 delantales de angarilleros.
30 mulas con aperos.
Tómese razón, comuníquese y publíquese.
Pinto.
Basilio Urrutia.
Además, se aumenta el personal de esta comisión por Decreto con esta fecha, con los doctores Valentín Saldías y Nicanor Rojas.
10 de Mayo de 1879
Al efecto de dar a conocer la creación de la Comisión Sanitaria al Jefe del Ejército del Norte, general Justo Arteaga, el Ministro de Guerra y Marina le despachó, con esta fecha, una nota en la que le transcribía por separado: los Decretos referentes al nombramiento de una comisión de distinguidos facultativos, encargada de organizar el Servicio Sanitario del Ejército, al mando de U.S.
A través de ella ponía, además, en conocimiento de éste que, todas las notas del Cirujano Mayor remitidas a este Ministerio han sido transmitidas a la citada Comisión y a la Intendencia General y que el plan de empleados y el abastecimiento de medicina será inmediatamente organizado y atendido, en conformidad a los acuerdos de los expresados funcionarios, agregando que previniese al Cirujano Mayor que las necesidades que se hicieren sentir en ese ramo del servicio deben, en lo sucesivo, exponerse ante la Intendencia General del Ejército en Campaña, sin cuya anuencia no deberá innovarse el plan general de empleados, decretado por el Gobierno, ni darse curso a pedidos de medicinas, carpas y otros utensilios.
Terminaba la nota recordando al general en jefe que el Ministerio de Guerra y Marina, ha remitido a Antofagasta, camas, frazadas, hilas (gasa) y medicinas, en número suficiente para atender durante algunos meses a los enfermos del Ejército, según lo expuesto por el cirujano de esta plaza encargado, mientras se establecía la Intendencia General, de la adquisición de los mencionados artículos.
12 de Mayo de 1879
En el Boletín de la Guerra del Pacífico de esta fecha, en el apartado de “Donativos para la guerra” bajo el título “Ofrecimientos”, dice lo siguiente:
Francisco Puelma – $ 200 y $ 50 mensuales para el sostén de la Ambulancias.
Daniel Oliva - $ 500 para las Ambulancias, y promete colectar fondos en Taltal con el mismo objeto.
El curador del insano don Miguel P. Herrera – Obsequia $ 4.000 para costear una Ambulancia y pide se le dé el nombre de “El Coronel Villalón”.
Bajo el título “Donativos”:
Tránsito Errázuriz de Lira – 10 arrobas de vino dulce y añejo para las Ambulancias.
Bajo el título “Erogaciones”:
Ramón Eyzaguirre – Se ofrece para ayudar a los trabajos de la Secretaría de la Comisión de Ambulancias.
13 de Mayo de 1879
En esta fecha, se envía la siguiente carta:
Santiago, Mayo 13 de 1879.
Tengo el honor de poner en conocimiento de US. que ayer se ha hecho entrega a la Comisión de Sanidad del edificio de la antigua Cárcel. Asimismo aviso a US. que he oficiado a la Junta Central de Donativos para que entregue a la Comisión de Sanidad todos los elementos de que actualmente dispone para la guerra, como Ambulancias, víveres, etc.
Dios guarde a US.
Z. Freire.
Al señor Intendente General del Ejército y Armada.
El Presidente de la Comisión Central de Donativos contestó esta carta, con esta misma fecha; que en lo relativo a las Ambulancias dice:
La Junta, al imponerse de la comisión de US. acordó poner desde luego a su disposición 3 Ambulancias de a 50 camas cada una, que tiene ya completamente concluidas y dotadas de todos los elementos necesarios para atender con prolijidad y eficacia las necesidades de los heridos en el campo de batalla. Para que US. pueda recibirse de ellas, y para que el pueblo de Santiago juzgue de la inversión de los fondos a que con patriótico desinterés ha contribuido, acordó la Junta, armar estas Ambulancias el próximo Jueves en la Quinta Normal de Agricultura y ponerlas allí a su disposición para que US. a su vez lo haga con la Intendencia General del Ejército, si lo estima conveniente.
US. dará las órdenes del caso para que el próximo Jueves pueda esa Intendencia recibir las Ambulancias.
14 de Mayo de 1879
En contestación de don F. Echaurren al Intendente de Santiago, con esta fecha, le dice: “Para que esta Intendencia General pueda tener conocimiento de los elementos que el patriotismo y el entusiasmo públicos han podido ya colectar y reunir (entre ellos 3 Ambulancias completas), me permito pedir a US. se sirva manifestar a los dignos miembros de esa Junta, que esta Intendencia General vería con satisfacción que se pusiese en comunicación directa con la Junta de Sanidad para examinar y distribuir todos esos artículos de la manera que sea más conveniente y más conforme con los deseos mismos de los que con abnegación han contribuido a preparar”.
En carta de don F. Echaurren al señor Presidente de la Comisión Sanitaria del Ejército en campaña, en esta fecha, en unos de sus puntos dice: “Las carpas para el servicio de Ambulancias deben ser proporcionadas para que se puedan conducir en mulas, único medio de transporte con que debe contarse en los parajes en que va a tener por ahora su desarrollo la campaña”.
Para hacer operante la Comisión Sanitaria, la Intendencia General, convencida del celo y patriotismo con que ha procedido la Comisión Sanitaria, atendiendo todas las consultas, estudios e indicaciones que se han sometido a su ilustrado dictamen y contando con su decidida cooperación, especialmente en los ramos de sanidad, ambulancias y hospitales de sangre para el mejor servicio del Ejército en campaña, recordaba al Presidente de ella, en esta fecha, las siguientes instrucciones encaminadas al mejor servicio:
1º Formar reglamentos para el mejor servicio científico y económico de todo el servicio médico y sus dependencias en campaña, sin olvidar lo que impone la Ordenanza General del Ejército.
2º Proponer a la Intendencia General los empleados que juzguen idóneos para llenar las vacantes en el servicio.
3º Formar una oficina con un almacén o almacenes, necesarios para preparar todos los pedidos que se hagan por la Intendencia General en el ramo del servicio sanitario de ambulancia y hospitales.
4º Proponer los empleados que sean necesarios para el servicio de esa oficina y almacenes y sus sueldos.
5º Hacer provisión bastante y con toda previsión de todo lo que puede necesitarse, para atender sin demora los pedidos que haga la Intendencia para renovar los consumos.
6º Los pedidos que hagan los Cirujanos Jefes a la Intendencia General serán despachados por la comisión, previo un prolijo examen para apreciar bien estos pedidos y justificar la necesidad de remitir él todo o parte.
7º Llevar cuenta prolija y detallada, con toda la documentación correspondiente, de los fondos que se pongan a su disposición, como también de las especies que le entreguen y todo lo que sea pedido por el Intendente General, órgano único que debe servir a la comisión para todo lo que se remita al Ejército y Armada en Campaña. Al efecto, la comisión vigilará porque los empleados de su dependencia cumplan con puntualidad las instrucciones que se dieran a ese propósito y para que tenga siempre sus cuentas al día, enviando diariamente un balance a última hora a la Intendencia General de toda la existencia y salida, sea de fondos y de especies.
8º La comisión cuidará que los embalajes de todo lo que deba remitirse, sea apropiado y según los objetos, teniendo presente las distancias, transbordos, remesas a lomo de mula, temperatura y almacenes provisionales del territorio donde van a servir esos elementos.
9º Cada bulto o paquete debe llevar su número o rótulo, bien legible, de su contenido para que no haya confusión ni se abran cajas inútilmente, buscando algún objeto.
10º Las remesas se harán por facturas duplicadas, debiendo también quedar copia en la oficina. Las facturas han de detallar bien los números y rótulos de cada cajón o paquete.
11º Las carpas para el servicio de ambulancias deben ser proporcionadas para que se puedan conducir en mulas, único medio de transporte con que debe contarse en los parajes en que va a tener, por ahora, su desarrollo la campaña.
12º Para sirvientes y muleteros sería conveniente preferir individuos contratados o enganchados en el litoral, que están aclimatados y son conocedores del territorio donde van a prestar sus servicios, porque los que se mandarán de aquí, careciendo de esas condiciones, podrían inutilizarse, aparte de otras circunstancias y consideraciones fáciles de tomar en cuenta.
13º La comisión, por medio de su Presidente deberá, dirigirse a las autoridades y particulares que estime conveniente, ya para solicitar algo que, a su juicio, les sea útil para desempeñar su humanitario cometido, ya en fin para solicitar la concentración en su oficina de objetos que el patriotismo proporcionará para las necesidades de la guerra en el ramo de las ambulancias y servicio sanitario del Ejército y la Armada.
14º La comisión propondrá a la Intendencia el nombramiento de sucursales en las localidades que estime necesarias y formará los reglamentos que crea útiles para el servicio interno de su oficina y sucursales.
15º Dar los informes que pida la Intendencia General sobre todo lo que refiera a los ramos de salubridad, higiene y manutención del soldado y marino.
16º Tendrá siempre lista la comisión de Cirujanos y demás empleados especiales, para reponer los que se inhabilitarán en el servicio y para proveer al personal de los nuevos cuerpos que se envían a la campaña; la Comisión Sanitaria Central para el servicio del Ejército y Armada en Campaña encontrará en el Intendente General todas las facilidades para el desempeño de su filantrópico cometido y atenderá todas las indicaciones que se sirva hacerle, tendientes a mejorar y hacer lo más cómoda posible la situación de los que van a derramar...........................................................del honor nacional. Escusado me parece recomendar a la ilustrada comisión la mayor economía posible en el servicio de todos los ramos que van a correr a su cargo, pues desde luego, he tenido ocasión de conocer el cuidado y atención que todos sus miembros prestan a esta condición indispensable de arreglo y buen servicio.
A fin de regularizar el sistema de rancho diario correspondiente a los empleados de ambulancias, se decretaba este mismo día, que los funcionarios de esa dependencia que se encontraren en el litoral del norte, serían considerados como miembros del Ejército en conformidad con lo dispuesto por Decreto Supremo de fecha 9 de Mayo de 1879.
15 de Mayo de 1879
Siendo necesario ampliar el número de componentes de la Comisión Sanitaria, en esta fecha, se acordaba agregar, mediante un Decreto, los siguientes ciudadanos con determinación de sus funciones de procedencia de la Comisión Eclesiástica, a los presbíteros don Raimundo Cisternas y don José Ramón Saavedra; de la Comisión de Donativos, a don José Tocornal y don Pedro García de la Huerta y de la Comisión de Ambulancias, a don Matías Ovalle y don Damián Miquel.
16 de Mayo de 1879
Con el objeto de atender en mejor forma a la provisión de las necesidades del Servicio Sanitario, la Intendencia General propuso al Ejecutivo la creación de una oficina y almacenes para este objeto; proposición que resultó aprobada a través del Decreto 146 de esta fecha, que disponía:
Apruébese el siguiente Decreto expedido con fecha de ayer por la Intendencia General del Ejército y Armada en Campaña, que establece la Oficina y Almacenes para proveer al Ejército y Armada de todo lo que sea necesario a su mejor servicio sanitario:
1º Organízase la Oficina y Almacenes para proveer al Ejército y Armada de todo lo que sea necesario a su mejor servicio sanitario. Dicha oficina tendrá su asiento en esta capital (Santiago); estará a las órdenes de la Comisión Sanitaria y se regirá por los reglamentos que ella dicte, de acuerdo con la Intendencia General.
2º El personal de la Oficina y sus sueldos serán los siguientes, propuestos por la Comisión de Sanidad: 1 Guarda almacenes, encargado también de llevar la contabilidad, con 50 pesos mensuales; 1 Ayudante del anterior, con 30 pesos mensuales y 1 Escribiente con 30 pesos, también mensuales.
3º Nómbrase Guarda almacenes de la expresada Oficina a don Francisco Zorrilla; Ayudante del mismo, a don Florencio Hurtado y Escribiente a don Juvenal Bari. Páguese a los nombrados, el sueldo mensual que les corresponde desde que principien a prestar sus servicios.
4º Los nombrados estarán obligados a servir en horas extraordinarias si así se les exigiere, sin más remuneración que la ya determinada y permanecerán en sus empleos por el tiempo que sus servicios sean necesarios, a juicio de la Intendencia General.
En esta fecha, la Intendencia General vio decretadas las propuestas hechas por la Comisión de Sanidad para el Servicio Sanitario del Ejército en Campaña, conforme a lo dispuesto por el Decreto Supremo de 9 de Mayo de 1879, que determinaba el personal y sueldo de los diversos empleados que deben ocuparse de ese Servicio y que había remitido para su resolución al Ejecutivo. Por medio de este Decreto se ordenaba:
1º Nómbrase en comisión Cirujano en Jefe del Ejército en Campaña, al profesor de Cirugía y Clínica Quirúrgica de la Universidad don Nicanor Rojas, con el sueldo de teniente coronel de Artillería. Nómbrase Ayudante del mismo, con el sueldo de Cirujano 2º a don Marcial Gatica y Secretario encargado de la Estadística a don Carlos Roja y Roja, con el mismo sueldo.
2º Nómbrase Médico en Jefe de los Hospitales fijos, a don Florencio Middleton, con el sueldo de teniente coronel de Artillería.
3º Nombramiento en el Batallón de Artillería de Línea Nº 2 (ver archivo de esta unidad).
4º Nombramiento en el Regimiento de Artillería de Marina (ver archivo de esta unidad).
5º Nombramiento en el Regimiento 1º de Línea “Buin” (ver archivo de esta unidad).
6º Nombramiento en el Regimiento 2º de Línea (ver archivo de esta unidad).
7º Nombramiento en el Regimiento 3º de Línea (ver archivo de esta unidad).
8º Nombramiento en el Regimiento 4º de Línea (ver archivo de esta unidad).
9º Nombramiento en el Batallón “Bulnes” (ver archivo de esta unidad).
10º Nómbrase Cirujanos 2º para los cuerpos de caballería de línea actualmente en campaña, a don Emilio Sierralta y a don Manuel A. García y de Practicantes de los mismos cuerpos a don Abel G. Pumarín y a don Lorenzo F. López.
11º Nombramiento en el Batallón Cívico de Caracoles (ver archivo de esta unidad).
12º Nombramiento en el Batallón Cívico Nº1 de Antofagasta (ver archivo de esta unidad).
13º Nombramiento en el Batallón Cívico Nº2 de Antofagasta (ver archivo de esta unidad).
14º Nombramiento en el Batallón Cívico de Carmen Alto (ver archivo de esta unidad).
15º Nombramiento en la Ambulancia Nº1 “Santiago” (ver archivo de esta unidad).
16º Nómbrase de Farmacéutico Mayor, Guarda Almacén de Hospitales y Ambulancias, a don Favorino Charlín y de Ayudante Farmacéutico a don Amador Araos.
17º Páguese a los nombrados el sueldo y rancho que les corresponde según el rancho, con arreglo al Decreto Supremo, fecha 9 de Mayo de 1879, desde el día que partan del puerto de Valparaíso para ir a incorporarse al Ejército.
A este efecto, cada Cirujano Jefe del Cuerpo, Ambulancia u Hospital fijo, se presentará al Jefe de la Comisaría Principal con todo su personal respectivo, en la ciudad de Valparaíso y los que residiesen en Antofagasta, al Comisario de esa localidad, para que se tomen las notas del caso en las Oficinas de Contabilidad.
18º Todos los nombrados prestarán sus servicios en calidad de comisión y por el tiempo que la Intendencia General lo juzgue necesario.
19º Los empleados del Cuerpo Sanitario del Ejército en Campaña quedarán subordinados a las disposiciones de la Ordenanza General del Ejército y a los reglamentos y órdenes que libre esta Intendencia General, oyendo a la Comisión de Sanidad.
20º Todos los empleados del cuerpo de sanidad tanto en el Ejército, como en la Armada, llevarán por distintivo, cosido en el antebrazo izquierdo, una Cruz Roja en campo blanco de las dimensiones siguientes: ancho de la faja blanca, 17 centímetros; largo de la misma, el necesario para que rodee completamente el brazo. La Cruz Roja de 12 centímetros de diámetro y en el ancho de los brazos, 3 centímetros.
21º La Comisión de Sanidad cuidará que cada cuerpo de Ambulancia que se despache en lo sucesivo para el servicio del Ejército en campaña lleve su personal conforme al Decreto Supremo de fecha 9 del actual, haciendo oportunamente a esta Intendencia General las propuestas respectivas.
22º Quedan sin efecto las comisiones y nombramientos hechos con anterioridad para el Servicio Sanitario del Ejército en campaña.
Aplíquese este gasto a la ley de 3 de Abril último.
Por Decreto, con esta fecha, se nombra para el servicio de la Ambulancia Nº1, denominada “Santiago”, de Cirujano 1º a don Federico Arnao; de Cirujanos 2º a don Víctor Rirner y a don Luis Roserdi; de Practicantes farmacéuticos a don Manuel González, don Francisco de B. Valenzuela, don Felipe Abarca y don Francisco Valdivia, de Contralor a don Víctor Castro y de Contralor suplente, sin goce de sueldo, pero con rancho, a don Rodolfo Valdés.
La Oficina y Almacenes del Servicio Sanitario, con residencia en Santiago, quedaron con la siguiente dotación de empleados:
1 guarda almacenes con $ 50 mensuales
1 ayudante con $ 30 mensuales
1 escribiente con $ 30 mensuales
Estos empleados tenían la obligación de servir en horas extraordinarias sin derecho a mayor remuneración.
20 de Mayo de 1879 (Salida de Valparaíso hacia Antofagasta)
La 1º Ambulancia “Santiago” se embarca en Valparaíso, rumbo a Antofagasta; a cargo del doctor don Federico Arnao, que llevaba como segundos a los estudiantes del último año de medicina, señores Víctor Körner y Luis Rosende Lopeandía; Practicante a cargo de la farmacia, al estudiante don Manuel González Gálvez; practicante a cargo de cirugía, a los señores Francisco de B. Valenzuela, Felipe Abarca y Francisco Valdivia; y contralores, a los señores Víctor Castro y Rodolfo Valdés.
09.25 hrs: Zarpó el Rímac de Valparaíso en convoy con el Itata en este día, conduciendo entre ambos el Regimiento “Santiago” y los Batallones “Valparaíso”, “Naval” y “Chacabuco”, las Ambulancias (1º Ambulancia “Santiago” y 2º Ambulancia “Valparaíso”) y algunos oficiales pertenecientes a otros cuerpos.
Durante el trayecto no ocurrió nada de notable, sino la separación del convoy en esta noche, a causa de la fuerte lluvia que impedía ver las luces.
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21 de Mayo de 1879
La 1º Ambulancia “Santiago” navega en el convoy del Rímac y el Itata.
El Intendente General del Ejército y Armada, don Francisco Echaurren, hizo saber a las autoridades administrativas del país, y a las Juntas Patrióticas, el establecimiento en Santiago de la Comisión Central, encargada de unificar el servicio.
22 de Mayo de 1879 (Llegada a Antofagasta)
La 1º Ambulancia “Santiago” navega en el convoy del Rímac y el Itata.
16.25 hrs: El Itata fondea en Antofagasta.
21.25 hrs: Fondeó el Rímac en Antofagasta a esta hora, donde se hallaba el Itata desde cinco horas antes.
26 y 27 de Mayo de 1879
Las Ambulancias recibieron su bautismo de fuego en Antofagasta, estos días. El Huáscar se presenta en la bahía a vengar en la población la pérdida de la fragata acorazada Independencia. En Antofagasta, se hallaba asilada en la poza la cañonera Covadonga, la heroica nave de Punta Gruesa.
Durante los dos días de bombardeo, las Ambulancias 1º de “Santiago” y 1º de “Valparaíso”, alistaron su material y la gente formó en son de guerra.
La 1º Ambulancia de “Valparaíso” constituyó cinco grupos, que se distribuyeron en el recinto urbano.
1º Sección, en la carpa, al mando de don Leopoldo Gutiérrez.
2º Sección, en el centro de la ciudad, al mando del doctor Martínez Ramos.
3º Sección, al norte de la población, al mando de don Roberto E. Meecks.
4º Sección, en las Baterías del Sur, al mando de don Laureano Ladrón de Guevara.
5º Sección, en el muelle, al mando de don Eduardo Oddó.
Las Ambulancias no sufrieron bajas, ni desperfectos en el material. Algunas bombas pasaron sobre las carpas, sin causar perjuicios.
10 de Junio de 1879
La Junta de Sanidad de Santiago, tuvo noticias por diferentes conductos, de que los soldados se encontraban seriamente amenazados por la plaga venérea.
Con esta fecha, el presidente doctor Wenceslao Díaz, pasa una interesante nota sobre la materia a la Intendencia General del Ejército; en ella, después de hacer notar la propagación de las enfermedades venéreas en Antofagasta, pide que se ordene al Servicio Sanitario de dicha plaza o a sus autoridades locales, la implantación de medidas enérgicas para extirpar el mal, y recomienda que se examinen semanalmente las mujeres adscritas a los cuerpos de la guarnición, que a las manifestadas se las atienda de preferencia, que se aíslen a las más graves hasta su total restablecimiento y todavía que la Gobernación y Junta de Alcaldes procedan manu militari a deportar a las más peligrosas como constantes focos del mal.
El Intendente General transcribió la nota al general en jefe, quien a su vez la hizo conocer del cirujano jefe y del Gobernador señor Prieto Zenteno.
Las autoridades procedieron sin contemplaciones y merced al celo desplegado, el estado sanitario cambió rápidamente, a tal punto que las salas especiales del Hospital quedaron poco a poco desiertas.
22 de Junio de 1879
Por Decreto de esta fecha, firmado por el Presidente Pinto y Ministro Jorge Hunneus, Chile pasó a formar parte de la Cruz Roja Internacional.
28 de Junio de 1879
En esta fecha se Decreta lo siguiente:
Santiago, Junio 28 de 1879.
Considerando: que las estipulaciones del Convenio de Ginebra obedecen a elevados sentimientos de humanidad, dignos de ser acatados por toda nación civilizada;
Considerando: que el Gobierno del Perú ha manifestado ya su adhesión a las estipulaciones del Convenio;
Considerando: que la observancia por ambos beligerantes de las humanitarias y generosas disposiciones que aquel consigna, contribuirá a suavizar los males inseparables de la lucha en que ambos países se encuentran empeñados,
He acordado y Decreto:
Primero.
Acéptanse por el Gobierno de Chile, en la guerra que sostiene contra el Perú, los 8 artículos del Convenio Internacional de Ginebra, fecha 22 de Agosto de 1864, que copiados a la letra, dicen así:
Artículo 1º Las Ambulancias y los Hospitales Militares serán reconocidos neutrales y como tales protegidos y respetados por los beligerantes, mientras haya en ellos enfermos y heridos.
La neutralidad cesará si estas Ambulancias u Hospitales estuvieren guardados por una fuerza militar.
Artículo 2º El personal de las Ambulancias y de los Hospitales, incluso la Intendencia, los servicios de sanidad, de administración, de transporte de heridos, así como capellanes, participarán del beneficio de la neutralidad cuando ejerzan sus funciones y mientras haya heridos para recoger o socorrer.
Artículo 3º Las personas designadas en el artículo anterior podrán, aún después de la ocupación por el enemigo, continuar ejerciendo sus funciones en el Hospital y Ambulancia en que sirvan o retirarse para incorporarse al cuerpo a que pertenezcan.
En este caso, cuando estas personas cesen en sus funciones, serán entregadas a los puestos avanzados del enemigo, quedando la entrega al cuidado del Ejército de ocupación.
Artículo 4º Como el material de los Hospitales Militares queda sujeto a las leyes de la guerra, las personas agregadas a estos Hospitales no podrán al retirarse llevar consigo más que los objetos que sean de su propiedad particular.
En las mismas circunstancias, por el contrario, la Ambulancia conservará su material.
Artículo 5º Los habitantes del país que presten socorro a los heridos serán respetados y permanecerán libres.
Los generales de las potencias beligerantes tendrán la misión de advertir a los habitantes del llamamiento hecho a su humanidad y la neutralidad que resultara de ello.
Todo herido recogido y cuidado en una casa, le servirá de salvaguardia. El habitante que hubiera recogido heridos en su casa, estará dispensado del alojamiento de tropas, así como de una parte de las contribuciones de guerra que se impusieren.
Artículo 6º Los militares heridos o enfermos serán recogidos y cuidados, sea cual fuere la nación a que pertenezcan. Los Comandantes en Jefe tendrán la facultad de entregar inmediatamente a las avanzadas enemigas los militares heridos durante el combate, cuando las circunstancias lo permitan y con el consentimiento de las dos partes.
Serán enviados a su país los que después de curarlos fueren reconocidos inútiles para el servicio.
También podrán ser enviados los demás, a condición de no volver a tomar las armas mientras dure la guerra.
Las evacuaciones, con el personal que las dirija, serán protegidos por una neutralidad absoluta.
Artículo 7º Se adoptará una bandera distintiva y uniforme para los Hospitales, Ambulancias y evacuaciones, que en todo caso irá acompañada de la bandera nacional.
También se admitirá un brazal para el personal considerado neutral; pero la entrega de este distintivo será de la competencia de las autoridades militares.
La bandera y el brazal llevarán cruz roja en fondo blanco.
Artículo 8º Los Comandantes en Jefe de los Ejércitos beligerantes fijarán los detalles de ejecución del presente Convenio, según las instrucciones de sus respectivos Gobiernos, conforme a los principios generales enunciados en el mismo.
Segundo.
Por los Ministerios respectivos se expedirán las órdenes y providencias conducentes a la fiel observancia por parte de Chile de las estipulaciones que preceden.
Tercero.
Tan pronto como el Gobierno de Chile tenga constancia oficial de que Bolivia se adhiere también por su parte a las conclusiones del Convenio citado, las disposiciones del presente Decreto se harán extensivas a las Ambulancias, Hospitales Militares y personal ocupado en el servicio sanitario del Ejército de aquella República.
Tómese razón, comuníquese y publíquese.
Pinto.
Jorge Hunneus.
3 de Julio de 1879
Bolivia se adhiere en esta fecha a la Convención de Ginebra, similar a las resoluciones de Chile y Perú.
Los tres beligerantes comunicaron su ingreso, por medio de sus plenipotenciarios, al Comité Central de Ginebra, quedando aceptados.
24 de Julio de 1879
En esta fecha se Decreta lo siguiente:
Santiago, Julio 24 de 1879.
Apareciendo de la nota del señor Encargado de Negocios de Bélgica, de fecha 18 del presente mes, que el Gobierno de Bolivia ha declarado adherirse a la Convención de Ginebra de 1864, que reconoce la neutralidad de las Ambulancias, Hospitales Militares y personal del Servicio Sanitario en campaña; y estando por consiguiente, cumplidos los requisitos que exige el Art. 3º del Decreto Supremo de fecha 28 de Junio próximo pasado,
Decreto:
Se hacen extensivas a las Ambulancias, Hospitales Militares y personal del Servicio Sanitario de Bolivia, las disposiciones consignadas en el Supremo Decreto de 28 de Junio del presente año, en los mismos casos y bajo las mismas condiciones establecidas en dicho Decreto para las Ambulancias, Hospitales Militares y personal del Servicio Sanitario del Perú.
Tómese razón, comuníquese y publíquese.
Pinto.
Jorge Hunneus.
28 de Agosto de 1879 (Combate Naval y Terrestre en Antofagasta)
En el combate de esta fecha, entre el Huáscar y las Baterías de tierra y buques de guerra Abtao y Magallanes, el cuerpo sanitario hizo labor ruda y eficiente.
Durante la acción y bajo el imponente fuego de a 300 del Huáscar, desembarcó los 12 heridos del Abtao, de los cuales 7 se encontraban en estado grave. Todos fueron atendidos por los cirujanos de las Ambulancias, bajo la inmediata dirección de Martínez Ramos y Arnao, de las Ambulancias 2º y 1º de “Valparaíso” respectivamente.
Octubre de 1879
La captura del Huáscar, puso fin a las correrías de este monitor. Las Ambulancias no tuvieron otro trabajo que la atención de los enfermos de dolencias comunes, propias de una numerosa guarnición.
No obstante las diarias tareas, y las visitas de hospital, los cirujanos en jefe no escaseaban los ejercicios de campaña, para adiestrar al personal.
Dos y aún tres veces a la semana, se ordenaba levantar el campamento, plegar carpas, embarcar las impedimentas en los carretones y cargar en las mulas el material liviano.
La Sanidad se encontraba lista para la ofensiva, que debía seguir a la victoria del 8 de Octubre.
Mientras tanto, las Juntas de la Cruz Roja trabajaban en el sur, para reunir fondos y atender debidamente al personal destacado en Antofagasta, pues el Gobierno no podía disponer de un centavo para este servicio. Con patriótico esfuerzo abrieron un Hospital Militar en Antofagasta y enviaron a campaña 4 Ambulancias dotadas de elementos quirúrgicos, aparatos y útiles de curación, transporte de heridos y medicina para enfermedades comunes.
21 de Noviembre de 1879
En esta fecha se Decreta lo siguiente:
Santiago, Noviembre 21 de 1879.
Conviniendo en vista de las circunstancias aumentar el personal de la Comisión Sanitaria de Santiago,
Decreto:
Nómbranse miembros de la Comisión Sanitaria de Santiago, a los facultativos don Ramón Allende Padín y don Francisco Puelma Tupper.
Anótese y comuníquese.
Pinto.
Domingo Santa María.
Este mismo día, también se Decreta lo siguiente:
Santiago, Noviembre 21 de 1879.
He acordado y Decreto:
Los miembros de la Comisión Sanitaria de Santiago, don Ramón Allende Padín y don Francisco Puelma Tupper, se trasladarán a Pisagua, en su carácter de miembros de la expresada Comisión, para prestar sus servicios profesionales a los heridos, debiendo ponerse de acuerdo con el Jefe de Estado Mayor y con el Cirujano en Jefe del Ejército para tomar todas las medidas necesarias para la mencionada atención y curación de los heridos.
Anótese y comuníquese.
Pinto.
Domingo Santa María.
Diciembre de 1879
En Pisagua, funcionaba la 1º Ambulancia “Santiago”, que armó sus carpas al lado de la Estación del Ferrocarril.
El Decreto de 9 de Mayo de 1879, había dispuesto un plan general de sanidad en virtud del cual se dotaba a cada Regimiento o Batallón del personal y material correspondiente. Cada Regimiento tuvo 2 Cirujanos, 2 Practicantes y 2 Enfermeros; cada Batallón recibió la mitad de esta dotación con lo cual era deficiente, tanto para los Batallones, como para los Regimientos, sobre todo si operaban dislocados en diversos sectores.
Para la Campaña de Tarapacá se alistaron 5 Ambulancias, la “Valparaíso” y las “Santiago” 1, 2, 3 y 4; la primera surtida por el vecindario y alto comercio porteño, las otras por el fisco.
Cada Ambulancia tenía 3 Cirujanos, 4 Practicantes, 12 Angarilleros, 1 Contralor, con un material de 200 camas, carpas y útiles correspondientes, 2 cantinas de cirugía, 2 de farmacia y 2 de administración.
La ciudad de Valparaíso cedió su Ambulancia al Gobierno, que tomó el número de Ambulancia Nº5 “Valparaíso”.
Después de esta fusión, el Cuerpo Sanitario quedó con el siguiente personal: 22 Cirujanos 1º, 53 Cirujanos 2º, 118 Practicantes, 12 Farmacéuticos, 78 mozos de Ambulancia, 87 de Hospital, 16 Contralores y otros empleados.
8 de Diciembre de 1879
El Intendente General del Ejército nombró jefe del servicio ad honorem, al Doctor don Ramón Allende Padín, con amplias facultades para la organización de este ramo.
El Gobierno aprobó la designación y Allende Padín marchó al Norte y trabajó tesoneramente para poner en estado de movilización las Ambulancias 1º, 3º y 4º “Santiago” y 5º “Valparaíso”. La 2º quedaba con la Reserva en la línea Pisagua – Jazpampa – Dolores.
El Doctor Allende Padín estableció la Superintendencia en Pisagua, dedicando su actividad a completar el personal y material a sus órdenes.
Propuso como cirujano 1º de la 1º Ambulancia al Doctor don Ramón Gorroño, que tomó su puesto en Las Yaras, después de desempeñar en Pacocha la jefatura del Hospital Volante. Mientras tanto, la 1º Ambulancia estaba a cargo de los cirujanos 2º señores Víctor Körner Anwandter y Luis Rosendo Lopehandia.
La 5º Ambulancia tenía excesivo personal; se la dividió en dos secciones y su jefe, Doctor Teodosio Martínez Ramos pasó a cirujano en jefe de las Ambulancias.
Año 1880
26 de Febrero de 1880 (Zarpe de la 4º División)
El doctor Allende Padín, mientras desembarcan las Ambulancias (entre ellas la Ambulancia Nº1 “Santiago”) y su voluminoso material, construye jardines en la playa, para el descanso natural de la gente, con prohibición bajo severas penas, de cavar letrinas o proceder aisladamente a campo raso. Todo el mundo debe ocupar las nuevas vespasianas, bajo las cuales corren las olas, arrastrando todo germen de infección.
Procede igualmente a habilitar un Hospital volante, destinado a las enfermedades comunes, en unas bodegas desocupadas de la Estación, a cuyo servicio destina la 4º Ambulancia “Santiago”, con el siguiente personal:
- Cirujano 1º Doctor Hermógenes Ilabaca.
- Cirujanos 2º licenciados en medicina y farmacia, señores David Perry y Manuel Gundelach.
- Contralor, don Rafael Vargas.
- Farmacéutico, don N. Chacón.
- Practicantes, señores Luis E. Arellano, Francisco de Borja Valdés y J. Tapia.
El Hospital volante recibía a los enfermos de los campamentos de Pacocha, como a los que bajaron más tarde de Moquegua y del valle de Ilo. Después de algunos días de tratamiento, algo fortalecidos, eran evacuados al Hospital Militar de Iquique, y de ahí a la Noria, los atacados de tercianas.
Entre las enfermedades reinantes, predominan el paludismo y sus complicaciones intestinales y hepáticas.
2 de Marzo de 1880
Gran alarma produjo en la segunda semana de ocupación, la noticia de haber aparecido la viruela negra, con caracteres hemorrágicos, naturalmente transmitida por los mosquitos del valle, como ya habían introducido el hematozoario de la terciana, según los médicos de la Sanidad, que no se aceptaban las antiguas teorías de la transmisión de la malaria por contagio sino por la inoculación del virus por los mosquitos propagadores de la epidemia, según quedó comprobado ese mismo año, por el Doctor Laveran, que hizo público su descubrimiento el 6 de Noviembre de 1880.
Los cirujanos se preparaban a un duro combate contra el paludismo y extremaban las medidas higiénicas en el campamento, merced a las cuales el Doctor Allende cortó en su germen el peligro de la viruela.
La tropa vacunada en los campamentos de Pisagua, se revacunó a toda prisa, para evitar la propagación del flagelo. Desgraciadamente, no se conocía entonces la vacunación contra la malaria.
Los cuatro infectados, fueron conducidos al pueblo de Ilo, a cargo de los Cirujanos 2º Víctor Körner y Luis Rosendo Lopendía, con los Practicantes y mozos necesarios.
Un cordón de tropas estableció estricta incomunicación, con orden de hacer fuego sobre cualquier individuo que intentase violar la rigurosa cuarentena.
Los enfermos fallecieron pronto, pues nadie escapa a la terrible enfermedad, que envenena la sangre y gangrena los músculos en cuyas pústulas anidan bolsas de gusanos. Los atacados perecen consumidos por la fiebre, delirantes, con una sed devoradoras.
11 de Marzo de 1880
La Ambulancia Nº1 “Santiago” permanece en Mollendo.
12 de Marzo de 1880
17.30 hrs: Toda la gente que quedaba en tierra sube a los botes (entre ellos la Ambulancia Nº1 “Santiago”). Queda ardiendo la cubierta de madera del muelle, que no se hizo volar por agotamiento de los explosivos. Los vecinos apagan el fuego y salvan el muelle.
17.45 hrs: Todo el mundo está a bordo.
13 de Marzo de 1880 (Regresa la División Barboza a Mollendo)
La División Barboza, que expedicionó a Mollendo, llega a Pacocha.
La Ambulancia Nº1 “Santiago” desembarca en Pacocha.
24 de Marzo de 1880
El doctor Martínez Ramos guardaba en las bodegas de la Ambulancia (Nº5) “Valparaíso”, para el servicio profesional, 940 barricas de vino de 225 litros cada una, 6 pipas de pisco de 600 litros, fuera del vino a granel para convalecientes en tinajas vidriadas y en cubas madres de quince mil litros de capacidad.
El doctor tan sabio como práctico, hizo cosechar un majuelito por niños expertos, que fabricaron una baya superior a la de Chagres y Quilicura, daba de beber un litro en ayunas a ciertos enfermos, y según aseguraba, obtenía resultados más positivos que con el sulfato de soda.
El uso inmoderado de las frutas originó algunas disenterías que cedían ante un severo régimen dietético.
Pero los terribles mosquitos del fondo del valle, esparcían las tercianas con una rapidez que puso en alarma al servicio sanitario.
El doctor Allende Padín se trasladó con su estado mayor a San Julián y se batió a brazo partido con la epidemia. Hubo de optar por embarcar a los más graves con destino a Iquique o Antofagasta, en donde bien pronto se reponían. Algunos cuerpos como el 2º de Línea, quedaron reducidos a la mitad de su efectivo.
Baquedano visitaba diariamente los campamentos, desde el amanecer, pues el sol jamás le sorprendió en el lecho. Revisaba el Hospital, las Ambulancias, el rancho, el ganado, los potreros, las grandes guardias y los piquetes de destacamento.
14 de Mayo de 1880
El Ejército chileno de Operaciones concentrado en Sama, con víveres para 15 días, municiones para 2 días de batalla, 4 Ambulancias completas (entre ellas la Ambulancia Nº1 “Santiago”), bagaje de 1.500 mulas aperadas, barriles y odres en cantidad suficiente y algunas decenas de carretas para víveres y municiones, esperan únicamente la voz de marcha.
21 de Mayo de 1880
La Ambulancia Nº1 “Santiago” permanece en el Valle de Sama, con el Ejército chileno.
24 de Mayo de 1880 (Consejo de Guerra)
La Ambulancia Nº1 “Santiago” permanece en el Valle de Sama, con el Ejército chileno.
19.00 hrs: A la hora designada se reúne la Junta, presidida por el general Baquedano, con asistencia del Jefe de Estado Mayor General, coronel don José Velásquez, el 1º ayudante coronel don Pedro Lagos, los Jefes Divisionarios coroneles don Santiago Amengual, don Francisco Barceló, don Domingo Amunátegui y don Orozimbo Barboza; el de la Reserva, coronel don Mauricio Muñoz; el Comandante General de Caballería coronel don Salvador Vergara; el Director del Servicio Sanitario doctor Ramón Allende Padín; y el Jefe de Comunicaciones, comandante don Francisco Bascuñán Alvarez.
El general reunió el presente Consejo no para pedir pareceres, sino para exponer el plan de combate y el papel que debían desempeñar los Comandantes de Unidades superiores.
El plan consistía en empeñar un ataque frontal con el Ejército en tres escalones, destinados a quebrantar el Centro enemigo, romperlo si era preciso, en tanto que se llevaba una embestida violenta sobre su ala izquierda, viendo modo de envolverla.
Las Ambulancias (entre ellas la Ambulancia Nº1 “Santiago”) armarían las carpas en la línea de la Artillería de Campaña. Los cirujanos de Cuerpo y los designados por la Dirección Sanitaria avanzarían con la línea de fuego, con los Practicantes necesarios para las primeras curaciones.
El Parque en cuatro trozos atendería respectivamente a las 4 Divisiones. Los capellanes marcharían con los cirujanos.
25 de Mayo de 1880 (Marcha del Ejército chileno a Quebrada Honda)
09.00 hrs: Se puso en marcha el Ejército chileno para cubrir la primera jornada, que era de 18 km. La columna demoró 2 ½ horas en desfilar por Yaras.
11.30 hrs: A esta hora pasó el último carro del Servicio de Sanidad frente al general Baquedano, que se manifestaba complacido del buen talante y marcialidad de la tropa.
20.00 hrs: La Ambulancia Nº1 “Santiago” acampa en Quebrada Honda.
La 1º Ambulancia “Santiago” navega en el convoy del Rímac y el Itata.
El Intendente General del Ejército y Armada, don Francisco Echaurren, hizo saber a las autoridades administrativas del país, y a las Juntas Patrióticas, el establecimiento en Santiago de la Comisión Central, encargada de unificar el servicio.
22 de Mayo de 1879 (Llegada a Antofagasta)
La 1º Ambulancia “Santiago” navega en el convoy del Rímac y el Itata.
16.25 hrs: El Itata fondea en Antofagasta.
21.25 hrs: Fondeó el Rímac en Antofagasta a esta hora, donde se hallaba el Itata desde cinco horas antes.
26 y 27 de Mayo de 1879
Las Ambulancias recibieron su bautismo de fuego en Antofagasta, estos días. El Huáscar se presenta en la bahía a vengar en la población la pérdida de la fragata acorazada Independencia. En Antofagasta, se hallaba asilada en la poza la cañonera Covadonga, la heroica nave de Punta Gruesa.
Durante los dos días de bombardeo, las Ambulancias 1º de “Santiago” y 1º de “Valparaíso”, alistaron su material y la gente formó en son de guerra.
La 1º Ambulancia de “Valparaíso” constituyó cinco grupos, que se distribuyeron en el recinto urbano.
1º Sección, en la carpa, al mando de don Leopoldo Gutiérrez.
2º Sección, en el centro de la ciudad, al mando del doctor Martínez Ramos.
3º Sección, al norte de la población, al mando de don Roberto E. Meecks.
4º Sección, en las Baterías del Sur, al mando de don Laureano Ladrón de Guevara.
5º Sección, en el muelle, al mando de don Eduardo Oddó.
Las Ambulancias no sufrieron bajas, ni desperfectos en el material. Algunas bombas pasaron sobre las carpas, sin causar perjuicios.
10 de Junio de 1879
La Junta de Sanidad de Santiago, tuvo noticias por diferentes conductos, de que los soldados se encontraban seriamente amenazados por la plaga venérea.
Con esta fecha, el presidente doctor Wenceslao Díaz, pasa una interesante nota sobre la materia a la Intendencia General del Ejército; en ella, después de hacer notar la propagación de las enfermedades venéreas en Antofagasta, pide que se ordene al Servicio Sanitario de dicha plaza o a sus autoridades locales, la implantación de medidas enérgicas para extirpar el mal, y recomienda que se examinen semanalmente las mujeres adscritas a los cuerpos de la guarnición, que a las manifestadas se las atienda de preferencia, que se aíslen a las más graves hasta su total restablecimiento y todavía que la Gobernación y Junta de Alcaldes procedan manu militari a deportar a las más peligrosas como constantes focos del mal.
El Intendente General transcribió la nota al general en jefe, quien a su vez la hizo conocer del cirujano jefe y del Gobernador señor Prieto Zenteno.
Las autoridades procedieron sin contemplaciones y merced al celo desplegado, el estado sanitario cambió rápidamente, a tal punto que las salas especiales del Hospital quedaron poco a poco desiertas.
22 de Junio de 1879
Por Decreto de esta fecha, firmado por el Presidente Pinto y Ministro Jorge Hunneus, Chile pasó a formar parte de la Cruz Roja Internacional.
28 de Junio de 1879
En esta fecha se Decreta lo siguiente:
Santiago, Junio 28 de 1879.
Considerando: que las estipulaciones del Convenio de Ginebra obedecen a elevados sentimientos de humanidad, dignos de ser acatados por toda nación civilizada;
Considerando: que el Gobierno del Perú ha manifestado ya su adhesión a las estipulaciones del Convenio;
Considerando: que la observancia por ambos beligerantes de las humanitarias y generosas disposiciones que aquel consigna, contribuirá a suavizar los males inseparables de la lucha en que ambos países se encuentran empeñados,
He acordado y Decreto:
Primero.
Acéptanse por el Gobierno de Chile, en la guerra que sostiene contra el Perú, los 8 artículos del Convenio Internacional de Ginebra, fecha 22 de Agosto de 1864, que copiados a la letra, dicen así:
Artículo 1º Las Ambulancias y los Hospitales Militares serán reconocidos neutrales y como tales protegidos y respetados por los beligerantes, mientras haya en ellos enfermos y heridos.
La neutralidad cesará si estas Ambulancias u Hospitales estuvieren guardados por una fuerza militar.
Artículo 2º El personal de las Ambulancias y de los Hospitales, incluso la Intendencia, los servicios de sanidad, de administración, de transporte de heridos, así como capellanes, participarán del beneficio de la neutralidad cuando ejerzan sus funciones y mientras haya heridos para recoger o socorrer.
Artículo 3º Las personas designadas en el artículo anterior podrán, aún después de la ocupación por el enemigo, continuar ejerciendo sus funciones en el Hospital y Ambulancia en que sirvan o retirarse para incorporarse al cuerpo a que pertenezcan.
En este caso, cuando estas personas cesen en sus funciones, serán entregadas a los puestos avanzados del enemigo, quedando la entrega al cuidado del Ejército de ocupación.
Artículo 4º Como el material de los Hospitales Militares queda sujeto a las leyes de la guerra, las personas agregadas a estos Hospitales no podrán al retirarse llevar consigo más que los objetos que sean de su propiedad particular.
En las mismas circunstancias, por el contrario, la Ambulancia conservará su material.
Artículo 5º Los habitantes del país que presten socorro a los heridos serán respetados y permanecerán libres.
Los generales de las potencias beligerantes tendrán la misión de advertir a los habitantes del llamamiento hecho a su humanidad y la neutralidad que resultara de ello.
Todo herido recogido y cuidado en una casa, le servirá de salvaguardia. El habitante que hubiera recogido heridos en su casa, estará dispensado del alojamiento de tropas, así como de una parte de las contribuciones de guerra que se impusieren.
Artículo 6º Los militares heridos o enfermos serán recogidos y cuidados, sea cual fuere la nación a que pertenezcan. Los Comandantes en Jefe tendrán la facultad de entregar inmediatamente a las avanzadas enemigas los militares heridos durante el combate, cuando las circunstancias lo permitan y con el consentimiento de las dos partes.
Serán enviados a su país los que después de curarlos fueren reconocidos inútiles para el servicio.
También podrán ser enviados los demás, a condición de no volver a tomar las armas mientras dure la guerra.
Las evacuaciones, con el personal que las dirija, serán protegidos por una neutralidad absoluta.
Artículo 7º Se adoptará una bandera distintiva y uniforme para los Hospitales, Ambulancias y evacuaciones, que en todo caso irá acompañada de la bandera nacional.
También se admitirá un brazal para el personal considerado neutral; pero la entrega de este distintivo será de la competencia de las autoridades militares.
La bandera y el brazal llevarán cruz roja en fondo blanco.
Artículo 8º Los Comandantes en Jefe de los Ejércitos beligerantes fijarán los detalles de ejecución del presente Convenio, según las instrucciones de sus respectivos Gobiernos, conforme a los principios generales enunciados en el mismo.
Segundo.
Por los Ministerios respectivos se expedirán las órdenes y providencias conducentes a la fiel observancia por parte de Chile de las estipulaciones que preceden.
Tercero.
Tan pronto como el Gobierno de Chile tenga constancia oficial de que Bolivia se adhiere también por su parte a las conclusiones del Convenio citado, las disposiciones del presente Decreto se harán extensivas a las Ambulancias, Hospitales Militares y personal ocupado en el servicio sanitario del Ejército de aquella República.
Tómese razón, comuníquese y publíquese.
Pinto.
Jorge Hunneus.
3 de Julio de 1879
Bolivia se adhiere en esta fecha a la Convención de Ginebra, similar a las resoluciones de Chile y Perú.
Los tres beligerantes comunicaron su ingreso, por medio de sus plenipotenciarios, al Comité Central de Ginebra, quedando aceptados.
24 de Julio de 1879
En esta fecha se Decreta lo siguiente:
Santiago, Julio 24 de 1879.
Apareciendo de la nota del señor Encargado de Negocios de Bélgica, de fecha 18 del presente mes, que el Gobierno de Bolivia ha declarado adherirse a la Convención de Ginebra de 1864, que reconoce la neutralidad de las Ambulancias, Hospitales Militares y personal del Servicio Sanitario en campaña; y estando por consiguiente, cumplidos los requisitos que exige el Art. 3º del Decreto Supremo de fecha 28 de Junio próximo pasado,
Decreto:
Se hacen extensivas a las Ambulancias, Hospitales Militares y personal del Servicio Sanitario de Bolivia, las disposiciones consignadas en el Supremo Decreto de 28 de Junio del presente año, en los mismos casos y bajo las mismas condiciones establecidas en dicho Decreto para las Ambulancias, Hospitales Militares y personal del Servicio Sanitario del Perú.
Tómese razón, comuníquese y publíquese.
Pinto.
Jorge Hunneus.
28 de Agosto de 1879 (Combate Naval y Terrestre en Antofagasta)
En el combate de esta fecha, entre el Huáscar y las Baterías de tierra y buques de guerra Abtao y Magallanes, el cuerpo sanitario hizo labor ruda y eficiente.
Durante la acción y bajo el imponente fuego de a 300 del Huáscar, desembarcó los 12 heridos del Abtao, de los cuales 7 se encontraban en estado grave. Todos fueron atendidos por los cirujanos de las Ambulancias, bajo la inmediata dirección de Martínez Ramos y Arnao, de las Ambulancias 2º y 1º de “Valparaíso” respectivamente.
Octubre de 1879
La captura del Huáscar, puso fin a las correrías de este monitor. Las Ambulancias no tuvieron otro trabajo que la atención de los enfermos de dolencias comunes, propias de una numerosa guarnición.
No obstante las diarias tareas, y las visitas de hospital, los cirujanos en jefe no escaseaban los ejercicios de campaña, para adiestrar al personal.
Dos y aún tres veces a la semana, se ordenaba levantar el campamento, plegar carpas, embarcar las impedimentas en los carretones y cargar en las mulas el material liviano.
La Sanidad se encontraba lista para la ofensiva, que debía seguir a la victoria del 8 de Octubre.
Mientras tanto, las Juntas de la Cruz Roja trabajaban en el sur, para reunir fondos y atender debidamente al personal destacado en Antofagasta, pues el Gobierno no podía disponer de un centavo para este servicio. Con patriótico esfuerzo abrieron un Hospital Militar en Antofagasta y enviaron a campaña 4 Ambulancias dotadas de elementos quirúrgicos, aparatos y útiles de curación, transporte de heridos y medicina para enfermedades comunes.
21 de Noviembre de 1879
En esta fecha se Decreta lo siguiente:
Santiago, Noviembre 21 de 1879.
Conviniendo en vista de las circunstancias aumentar el personal de la Comisión Sanitaria de Santiago,
Decreto:
Nómbranse miembros de la Comisión Sanitaria de Santiago, a los facultativos don Ramón Allende Padín y don Francisco Puelma Tupper.
Anótese y comuníquese.
Pinto.
Domingo Santa María.
Este mismo día, también se Decreta lo siguiente:
Santiago, Noviembre 21 de 1879.
He acordado y Decreto:
Los miembros de la Comisión Sanitaria de Santiago, don Ramón Allende Padín y don Francisco Puelma Tupper, se trasladarán a Pisagua, en su carácter de miembros de la expresada Comisión, para prestar sus servicios profesionales a los heridos, debiendo ponerse de acuerdo con el Jefe de Estado Mayor y con el Cirujano en Jefe del Ejército para tomar todas las medidas necesarias para la mencionada atención y curación de los heridos.
Anótese y comuníquese.
Pinto.
Domingo Santa María.
Diciembre de 1879
En Pisagua, funcionaba la 1º Ambulancia “Santiago”, que armó sus carpas al lado de la Estación del Ferrocarril.
El Decreto de 9 de Mayo de 1879, había dispuesto un plan general de sanidad en virtud del cual se dotaba a cada Regimiento o Batallón del personal y material correspondiente. Cada Regimiento tuvo 2 Cirujanos, 2 Practicantes y 2 Enfermeros; cada Batallón recibió la mitad de esta dotación con lo cual era deficiente, tanto para los Batallones, como para los Regimientos, sobre todo si operaban dislocados en diversos sectores.
Para la Campaña de Tarapacá se alistaron 5 Ambulancias, la “Valparaíso” y las “Santiago” 1, 2, 3 y 4; la primera surtida por el vecindario y alto comercio porteño, las otras por el fisco.
Cada Ambulancia tenía 3 Cirujanos, 4 Practicantes, 12 Angarilleros, 1 Contralor, con un material de 200 camas, carpas y útiles correspondientes, 2 cantinas de cirugía, 2 de farmacia y 2 de administración.
La ciudad de Valparaíso cedió su Ambulancia al Gobierno, que tomó el número de Ambulancia Nº5 “Valparaíso”.
Después de esta fusión, el Cuerpo Sanitario quedó con el siguiente personal: 22 Cirujanos 1º, 53 Cirujanos 2º, 118 Practicantes, 12 Farmacéuticos, 78 mozos de Ambulancia, 87 de Hospital, 16 Contralores y otros empleados.
8 de Diciembre de 1879
El Intendente General del Ejército nombró jefe del servicio ad honorem, al Doctor don Ramón Allende Padín, con amplias facultades para la organización de este ramo.
El Gobierno aprobó la designación y Allende Padín marchó al Norte y trabajó tesoneramente para poner en estado de movilización las Ambulancias 1º, 3º y 4º “Santiago” y 5º “Valparaíso”. La 2º quedaba con la Reserva en la línea Pisagua – Jazpampa – Dolores.
El Doctor Allende Padín estableció la Superintendencia en Pisagua, dedicando su actividad a completar el personal y material a sus órdenes.
Propuso como cirujano 1º de la 1º Ambulancia al Doctor don Ramón Gorroño, que tomó su puesto en Las Yaras, después de desempeñar en Pacocha la jefatura del Hospital Volante. Mientras tanto, la 1º Ambulancia estaba a cargo de los cirujanos 2º señores Víctor Körner Anwandter y Luis Rosendo Lopehandia.
La 5º Ambulancia tenía excesivo personal; se la dividió en dos secciones y su jefe, Doctor Teodosio Martínez Ramos pasó a cirujano en jefe de las Ambulancias.
Año 1880
26 de Febrero de 1880 (Zarpe de la 4º División)
El doctor Allende Padín, mientras desembarcan las Ambulancias (entre ellas la Ambulancia Nº1 “Santiago”) y su voluminoso material, construye jardines en la playa, para el descanso natural de la gente, con prohibición bajo severas penas, de cavar letrinas o proceder aisladamente a campo raso. Todo el mundo debe ocupar las nuevas vespasianas, bajo las cuales corren las olas, arrastrando todo germen de infección.
Procede igualmente a habilitar un Hospital volante, destinado a las enfermedades comunes, en unas bodegas desocupadas de la Estación, a cuyo servicio destina la 4º Ambulancia “Santiago”, con el siguiente personal:
- Cirujano 1º Doctor Hermógenes Ilabaca.
- Cirujanos 2º licenciados en medicina y farmacia, señores David Perry y Manuel Gundelach.
- Contralor, don Rafael Vargas.
- Farmacéutico, don N. Chacón.
- Practicantes, señores Luis E. Arellano, Francisco de Borja Valdés y J. Tapia.
El Hospital volante recibía a los enfermos de los campamentos de Pacocha, como a los que bajaron más tarde de Moquegua y del valle de Ilo. Después de algunos días de tratamiento, algo fortalecidos, eran evacuados al Hospital Militar de Iquique, y de ahí a la Noria, los atacados de tercianas.
Entre las enfermedades reinantes, predominan el paludismo y sus complicaciones intestinales y hepáticas.
2 de Marzo de 1880
Gran alarma produjo en la segunda semana de ocupación, la noticia de haber aparecido la viruela negra, con caracteres hemorrágicos, naturalmente transmitida por los mosquitos del valle, como ya habían introducido el hematozoario de la terciana, según los médicos de la Sanidad, que no se aceptaban las antiguas teorías de la transmisión de la malaria por contagio sino por la inoculación del virus por los mosquitos propagadores de la epidemia, según quedó comprobado ese mismo año, por el Doctor Laveran, que hizo público su descubrimiento el 6 de Noviembre de 1880.
Los cirujanos se preparaban a un duro combate contra el paludismo y extremaban las medidas higiénicas en el campamento, merced a las cuales el Doctor Allende cortó en su germen el peligro de la viruela.
La tropa vacunada en los campamentos de Pisagua, se revacunó a toda prisa, para evitar la propagación del flagelo. Desgraciadamente, no se conocía entonces la vacunación contra la malaria.
Los cuatro infectados, fueron conducidos al pueblo de Ilo, a cargo de los Cirujanos 2º Víctor Körner y Luis Rosendo Lopendía, con los Practicantes y mozos necesarios.
Un cordón de tropas estableció estricta incomunicación, con orden de hacer fuego sobre cualquier individuo que intentase violar la rigurosa cuarentena.
Los enfermos fallecieron pronto, pues nadie escapa a la terrible enfermedad, que envenena la sangre y gangrena los músculos en cuyas pústulas anidan bolsas de gusanos. Los atacados perecen consumidos por la fiebre, delirantes, con una sed devoradoras.
11 de Marzo de 1880
La Ambulancia Nº1 “Santiago” permanece en Mollendo.
12 de Marzo de 1880
17.30 hrs: Toda la gente que quedaba en tierra sube a los botes (entre ellos la Ambulancia Nº1 “Santiago”). Queda ardiendo la cubierta de madera del muelle, que no se hizo volar por agotamiento de los explosivos. Los vecinos apagan el fuego y salvan el muelle.
17.45 hrs: Todo el mundo está a bordo.
13 de Marzo de 1880 (Regresa la División Barboza a Mollendo)
La División Barboza, que expedicionó a Mollendo, llega a Pacocha.
La Ambulancia Nº1 “Santiago” desembarca en Pacocha.
24 de Marzo de 1880
El doctor Martínez Ramos guardaba en las bodegas de la Ambulancia (Nº5) “Valparaíso”, para el servicio profesional, 940 barricas de vino de 225 litros cada una, 6 pipas de pisco de 600 litros, fuera del vino a granel para convalecientes en tinajas vidriadas y en cubas madres de quince mil litros de capacidad.
El doctor tan sabio como práctico, hizo cosechar un majuelito por niños expertos, que fabricaron una baya superior a la de Chagres y Quilicura, daba de beber un litro en ayunas a ciertos enfermos, y según aseguraba, obtenía resultados más positivos que con el sulfato de soda.
El uso inmoderado de las frutas originó algunas disenterías que cedían ante un severo régimen dietético.
Pero los terribles mosquitos del fondo del valle, esparcían las tercianas con una rapidez que puso en alarma al servicio sanitario.
El doctor Allende Padín se trasladó con su estado mayor a San Julián y se batió a brazo partido con la epidemia. Hubo de optar por embarcar a los más graves con destino a Iquique o Antofagasta, en donde bien pronto se reponían. Algunos cuerpos como el 2º de Línea, quedaron reducidos a la mitad de su efectivo.
Baquedano visitaba diariamente los campamentos, desde el amanecer, pues el sol jamás le sorprendió en el lecho. Revisaba el Hospital, las Ambulancias, el rancho, el ganado, los potreros, las grandes guardias y los piquetes de destacamento.
14 de Mayo de 1880
El Ejército chileno de Operaciones concentrado en Sama, con víveres para 15 días, municiones para 2 días de batalla, 4 Ambulancias completas (entre ellas la Ambulancia Nº1 “Santiago”), bagaje de 1.500 mulas aperadas, barriles y odres en cantidad suficiente y algunas decenas de carretas para víveres y municiones, esperan únicamente la voz de marcha.
21 de Mayo de 1880
La Ambulancia Nº1 “Santiago” permanece en el Valle de Sama, con el Ejército chileno.
24 de Mayo de 1880 (Consejo de Guerra)
La Ambulancia Nº1 “Santiago” permanece en el Valle de Sama, con el Ejército chileno.
19.00 hrs: A la hora designada se reúne la Junta, presidida por el general Baquedano, con asistencia del Jefe de Estado Mayor General, coronel don José Velásquez, el 1º ayudante coronel don Pedro Lagos, los Jefes Divisionarios coroneles don Santiago Amengual, don Francisco Barceló, don Domingo Amunátegui y don Orozimbo Barboza; el de la Reserva, coronel don Mauricio Muñoz; el Comandante General de Caballería coronel don Salvador Vergara; el Director del Servicio Sanitario doctor Ramón Allende Padín; y el Jefe de Comunicaciones, comandante don Francisco Bascuñán Alvarez.
El general reunió el presente Consejo no para pedir pareceres, sino para exponer el plan de combate y el papel que debían desempeñar los Comandantes de Unidades superiores.
El plan consistía en empeñar un ataque frontal con el Ejército en tres escalones, destinados a quebrantar el Centro enemigo, romperlo si era preciso, en tanto que se llevaba una embestida violenta sobre su ala izquierda, viendo modo de envolverla.
Las Ambulancias (entre ellas la Ambulancia Nº1 “Santiago”) armarían las carpas en la línea de la Artillería de Campaña. Los cirujanos de Cuerpo y los designados por la Dirección Sanitaria avanzarían con la línea de fuego, con los Practicantes necesarios para las primeras curaciones.
El Parque en cuatro trozos atendería respectivamente a las 4 Divisiones. Los capellanes marcharían con los cirujanos.
25 de Mayo de 1880 (Marcha del Ejército chileno a Quebrada Honda)
09.00 hrs: Se puso en marcha el Ejército chileno para cubrir la primera jornada, que era de 18 km. La columna demoró 2 ½ horas en desfilar por Yaras.
11.30 hrs: A esta hora pasó el último carro del Servicio de Sanidad frente al general Baquedano, que se manifestaba complacido del buen talante y marcialidad de la tropa.
20.00 hrs: La Ambulancia Nº1 “Santiago” acampa en Quebrada Honda.
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26 de Mayo de 1880 (Batalla de Tacna)
El doctor don Ramón Allende Padín tenía a sus órdenes 5 Ambulancias para la atención de los enfermos y heridos en el Ejército de Operaciones chileno.
La 2º Ambulancia quedó en Pisagua para servir a la Reserva del general Villagrán. La 4º Ambulancia permaneció en las Yaras con 300 enfermos de terciana, disentería y viruelas, a cargo de los cirujanos señores Hermógenes Ilabaca y David Perry, contralor Iñiguez y farmacéutico don N. Chuecas.
La 3º Ambulancia a las órdenes del doctor don José Manuel Ojeda, no pudo acompañar al Ejército por falta de medios de movilidad. El Jefe de Estado Mayor prometió y cumplió enviar por ella al día siguiente.
En consecuencia, acompañaron al Ejército chileno únicamente las Ambulancias 1º “Santiago” y 5º “Valparaíso”.
La 1º Ambulancia llevaba los cirujanos 1º don Ramón Gorroño y los cirujanos 2º señores Víctor Körner Andwanter y Luis Rosende Lopeandía. En la mañana de este día, armó su material a la izquierda de la Reserva de Muñoz.
El doctor Allende Padín se situó entre el claro formado por la retaguardia de la 2º División Barceló y la 3º División Amunátegui, con sus secretarios, señores Marcial Gatica y Eugenio Peña Vicuña y el ayudante don Víctor Castro.
Las Ambulancias tenían orden de enviar los camilleros y mozos a la línea en cuanto se rompieran los fuegos, para transportar a los heridos; los médicos y practicantes debían permanecer en ellas para proceder a las primeras curaciones.
Los cirujanos de cuerpo acompañarían a sus unidades, hasta la caída del primer herido. Desde este momento avanzarían efectuando curaciones en la dirección seguida por su Batallón o Regimiento, atendiendo heridos, amigos o enemigos, por el orden de encuentro, sin preferencia de categorías ni grados.
En consecuencia, avanzaron en la 1º División, el cirujano 1º don Juan Francisco Ibarra, con su practicante don Manuel Ortiz de los “Navales”; el cirujano don Ismael Merino con su practicante don Justo Pastor Ramírez del “Chillán”; el cirujano don Manuel A. García con su practicante don Lorenzo H. López de los “Granaderos a Caballo”.
Este personal fue reforzado por el día 26, por el cirujano de la 4º Ambulancia, don David Perry, que vino de las Yaras con el contralor, el farmacéutico y 2 practicantes.
En la 2º División, los cirujanos señores Juan Kidd y Julio Gutiérrez, con el practicante don Vicente Soto del 2º de Línea; los cirujanos don Matías Aguirre y don Guillermo Besoain con sus practicantes señores Francisco Valdivia y Juan de Dios Guerrero del “Santiago”; el cirujano don Eustorjio Díaz con los practicantes señores Senen Palacios (estudiante de medicina, después médico) y Rafael Valenzuela del “Atacama” Nº1.
En la 3º División, el cirujano don Clodomiro Pérez Canto con su practicante don Francisco de B. Valenzuela del “Chacabuco”; practicante don Manuel Cantillano del “Artillería de Marina”; y practicante don Juan Francisco Concha Cavada del “Coquimbo”.
En la 4º División, los cirujanos señores Ismael Rubilar y Moisés Pedraza, con sus practicantes señores Nicanor Ugalde y Ramón Ramírez del “Lautaro”; el cirujano don Nicolás Palacios con su practicante don Juan Marabolí de los “Cazadores del Desierto”; y el cirujano don David Tagle Arrate, con sus practicantes señores Belisario Bisquet y Pablo A. de la Torre de los “Zapadores”.
Los cirujanos y practicantes desempeñan su difícil misión, con toda valentía y abnegación bajo el nutrido fuego de ambos contendientes, pues varias veces quedaron entre las líneas de combate.
El practicante don Zenen Palacios recibió una bala de rifle que le atravesó el pecho de parte a parte, en circunstancias que vendaba a un herido.
Tan pronto como el enemigo empezó a ceder el campo y a iniciar su dispersión, el doctor Allende Padín que había permanecido en la línea de fuego, tras la 2º División, ordena con sus ayudantes la movilización del resto, cirujanos y practicantes que permanecían a retaguardia.
El cirujano don Emiliano Sierralta, con su practicante Abel Pumarino de los “Cazadores a Caballo” y los practicantes Ismael Díaz y Manuel Suárez de los “Carabineros de Yungay” marcharon a prestar servicios a la izquierda; los cirujanos don Arturo Sandfort y Elías Lillo, con sus practicantes señores Constanino Muñoz, Aníbal Muñoz y Wencelao Pizarro de la Artillería Nº2, pasaron al ala derecha.
Avanzaron hacia el centro, el cirujano don Clotario Salamanca con sus practicantes, señores Víctor Salinas y Floro del Carmen Cáceres del “Buín” 1º de Línea; el cirujano don Julio Pinto Agüero del 3º de Línea; los cirujanos don Juan Manuel Salamanca y don Juan Antonio Llausás, con sus practicantes señores Menandro Latorre, Nicolás Covarrubias y Moisés Zúñiga del 4º de Línea; y cirujano don Juan A. Manríquez con su practicante don Cirilo Contreras del “Bulnes”.
Terminada la acción, el Director General del servicio marchó a vanguardia, a inspeccionar las Ambulancias Aliadas, para tomar nota de sus necesidades más urgentes y hacer comunes los esfuerzos para la humanitaria obra de la Cruz Roja.
Se puso de acuerdo con las Ambulancias 4º peruana y la boliviana, para enviarles heridos chilenos, de los últimos caídos en las mismas trincheras o sus cercanías, pues las Ambulancias chilenas habían quedado muy distanciadas, la 5º “Valparaíso” a 4 kilómetros y la 1º “Santiago” a 5 kilómetros.
En virtud del convenio, fueron llevados a la 4º Ambulancia peruana los Comandantes señores Ricardo Santa Cruz y Estanislao León. Santa Cruz quedó al lado del Comandante Luna (peruano), gravemente herido; ambos fallecieron poco después.
En esos momentos, un oficial chileno traía a las ancas al Comandante don Felipe 2º Ravelo, 2º Jefe de los “Colorados”; legaba también el coronel Murguía, 1º Jefe de este mismo cuerpo, en un caballo que le proporcionó un soldado de los “Navales”.
El doctor Allende recorrió parte del extenso campo de batalla y cerciorado del inmenso número de heridos, ordenó a las Ambulancias que enviaran agua y ración seca a los sanitarios, cuya labor no terminaría quizás en toda la noche. Después se dirige al Jefe de Estado Mayor General para obtener 100 hombres de cada División y la Reserva, con sus respectivos oficiales, para la conducción de heridos a las Ambulancias. Estas comisiones recorrieron el campo de batalla regresando a sus cuerpos a la mañana siguiente, con los capellanes que pasaron la noche en el campo.
27 de Mayo de 1880
01.00 hrs: A esta hora, Allende Padín nombra una comisión compuesta del doctor Martínez Ramos, de su secretario señor Marcial Gatica y ayudante Luis W. Castro, para que con destacamentos de tropa, procedan al entierro de los cadáveres este día, con orden precisa de que no queden restos en la superficie, para evitar la descomposición.
02.00 hrs: De acuerdo con el General en Jefe Baquedano, se dirige a Tacna con el objeto de preparar los Hospitales de Sangre y adquirir los útiles para su funcionamiento. El general Baquedano le autoriza para gastar cuanto fuere necesario en la habilitación de los Hospitales y su correcto funcionamiento; que dé su fianza para las adquisiciones y que este día tendrá para los gastos más urgentes 20.000 pesos, que piensa solicitar en préstamo al Banco de Tacna.
Con la primera claridad de la aurora, el doctor empieza la inspección de locales.
06.00 hrs: Tiene los que juzga más adecuados:
1º Una espaciosa bodega con altos y bajos, a la entrada de la Estación, por el camino de acceso del Campo de la Alianza a la ciudad de Tacna.
2º El Establecimientos de Baños, con capacidad para 60 camas.
3º Una casa extensa y cómoda, vecina a los Baños.
4º El Teatro, con cabida para 500 heridos.
5º El Liceo, para 200.
6º El Mercado Público, con comodidad para 400.
Repartió estos locales entre las 3 Ambulancias de que disponía, pues no había llegado aún la 4º Ambulancia destacada en las Yaras, a cargo del cirujano 2º don David Perry, pues éste había abandonado el puesto, viniéndose de mutuo propio a Tacna. Lo encuentra por su mal el doctor Allende, y después de merecida filípea, lo envía arrestado a un Cuartel.
No tiene que preocuparse de las Ambulancias Aliadas; éstas habían dejado sus antiguos locales listos para hospitalizar a sus heridos, llevando al Campo de la Alianza las carpas y útiles de emergencia.
El doctor Allende se dirige al Cuartel General y obtiene permiso para que la tropa de los cuerpos, con sus respectivos oficiales, baje los heridos a la ciudad, pues no hay ninguna clase de vehículos para el objeto.
Empezó entonces un silencioso e impotente desfile desde el campo de batalla a los Hospitales.
Los heridos que todavía podían valerse por sí mismos, caminaban apoyados en sus rifles; y los ya débiles del brazo de sus compañeros, que les sostenían con tierna solicitud. Su cara tranquila y serena, revelaba no obstante el intenso placer de la victoria. Chile ante todo.
Los graves venían en camillas, que precisaban 12 hombres para los relevos; los menos graves, en ponchos alzados por los conductores por las cuatro puntas, y en parihuelas formadas con maderos o con los rifles.
Iniciada la evacuación de los campamentos, Allende Padín vuelve a Tacna, para alistar los Hospitales y ponerlos en estado de prestar los servicios más indispensables del momento.
El comercio de Tacna le abre cuenta ilimitada, que acepta con la condición de que las mercaderías sean puestas a domicilio. Un ejército de cargadores invade los Hospitales con colchonetas, frazadas, escupideras, fondos, ollas, baldes, cucharas, etc. Copó las Boticas con la adquisición de todos los útiles de curación y artículos médicos.
12.00 hrs: Los Hospitales tienen guardia de los cuerpos de la 1º División y un personal extra para la cocina, en tanto llega la dotación de las Ambulancias que no se hace esperar.
Reparte entonces el personal de las 3 Ambulancias. La 1º Ambulancia a cargo de los Hospitales del Liceo y el Mercado; la 3º Ambulancia de 2 Hospitales; y la 5º Ambulancia de otros 2 Hospitales.
El personal de las 3 Ambulancias estaba calculado para atender 300 heridos; hay que figurarse el esfuerzo para recibir a mil y tantos, que necesitaban alimentación sana y curación diaria.
El Director hace llamar a todos los cirujanos y practicantes de cuerpo, y los distribuye convenientemente.
Sin pérdida de momento, porque el tiempo urge, organiza tres locales para proceder a las grandes operaciones. Funcionaron mesas de operaciones; la 1º en el Teatro, a cargo de los doctores Martínez Ramos y Kidd; la 2º en el Liceo, atendida por los doctores Allende Padín y Gorroño; y la 3º en el Mercado, dirigida por los doctores Clotario y Juan Manuel Salamanca, David Tagle Arrate, nombrado cirujano de los “Zapadores”, y Rubilar.
Hubo también una mesa accidental, a cargo del doctor Juan Manuel Ojeda.
Se hicieron 100 grandes operaciones, entre amputaciones, desarticulaciones y resecciones, con resultados muy favorables.
Por iniciativa de los oficiales, apoyada por el señor Allende, el Comando Superior permitió el establecimiento de Hospitales particulares para jefes y oficiales, en casas arrendadas o tomadas al efecto, atendidos por médicos chilenos en horas extraordinarias.
El primero en prestar servicios fue el Hospital Coquimbo, establecido en el palacete de un coronel peruano fugitivo por la sierra.
Ayudó a su arreglo una distinguida dama tacneña, viuda de francés, Madame Berthelon, que se había encontrado en el sitio de París en 1870-71.
Los jefes y oficiales del “Coquimbo” y “Atacama” Nº1 deben a esta señora servicios tan delicados como inapreciables. Este Hospital estuvo atendido por el doctor don Ramón Gorroño.
28 de Mayo de 1880
Los servicios se regularizaron convenientemente desde el tercer día. Hubo entonces necesidad de proceder a otros trabajos, como seleccionar los heridos, asear los Hospitales y formar uno especial, distinto y aislado de los demás, para amputados.
El estado sanitario de la ciudad de Tacna era pésimo. El doctor Allende ordenó sanearla. Como primera providencia, hace correr el agua por las acequias de la ciudad; ordena regar y barrer las calles y levantar las basuras, que se queman en los sitios baldíos, en las plazas, en las calles y aún en las riberas del río.
7 de Junio de 1880 (Asalto y Toma de Arica)
Apenas corriente el servicio sanitario en Tacna, viene el asalto de Arica, en el que actuaron los médicos de cuerpo, los de abordo, la Ambulancia peruana y los cirujanos de los buques de guerra extranjeros, a quienes Chile debe inmensa gratitud. Desembarcaron con personal y material, los médicos de la Hussard, nave francesa; de la Garibaldi, italiana; y de las alemanas Hansa y Bismark. Ejecutaron grandes operaciones con todo éxito, en heridos de uno y otro bando, sin preferencia alguna.
Establecidas las comunicaciones con Arica, el doctor Allende se traslada al puerto, y hace enterrar e incinerar los cadáveres, que en el primer momento se creyó más expedito arrojarlos al mar desde el Morro. La primera marea los devolvió a la playa en estado de descomposición, peligro que conjuró inmediatamente el servicio chileno quemándolos y enterrándolos.
Temeroso Allende de las epidemias por la aglomeración de heridos, remitió inmediatamente al Sur, dos grandes partidas de heridos:
La primera llevó 180 a Pisagua, 450 a Iquique, 125 a Antofagasta, 100 a Copiapó y 50 a Coquimbo.
Por la segunda remesa envió 50 a Antofagasta y 200 a La Serena.
Los Hospitales del Sur encargados de la recepción de heridos eran sostenidos por erogaciones particulares, pues las arcas nacionales estaban vacías por los gastos de la campaña.
Después de la Toma de Arica, llegaron varios cirujanos del Sur, que el doctor Allende utilizó en la atención de los heridos evacuados para el litoral. Los doctores Herrera y Talavera marcharon a Iquique; Barros y García llevaron oficiales hasta Valparaíso; Izquierdo, Arce y Prado, otras remesas también a Valparaíso.
Descargado de los heridos remitidos al Sur, la Dirección Sanitaria se preocupa de enviar al Norte a los peruanos al Callao y a los bolivianos a Mollendo.
El doctor don Ramón Allende Padín tenía a sus órdenes 5 Ambulancias para la atención de los enfermos y heridos en el Ejército de Operaciones chileno.
La 2º Ambulancia quedó en Pisagua para servir a la Reserva del general Villagrán. La 4º Ambulancia permaneció en las Yaras con 300 enfermos de terciana, disentería y viruelas, a cargo de los cirujanos señores Hermógenes Ilabaca y David Perry, contralor Iñiguez y farmacéutico don N. Chuecas.
La 3º Ambulancia a las órdenes del doctor don José Manuel Ojeda, no pudo acompañar al Ejército por falta de medios de movilidad. El Jefe de Estado Mayor prometió y cumplió enviar por ella al día siguiente.
En consecuencia, acompañaron al Ejército chileno únicamente las Ambulancias 1º “Santiago” y 5º “Valparaíso”.
La 1º Ambulancia llevaba los cirujanos 1º don Ramón Gorroño y los cirujanos 2º señores Víctor Körner Andwanter y Luis Rosende Lopeandía. En la mañana de este día, armó su material a la izquierda de la Reserva de Muñoz.
El doctor Allende Padín se situó entre el claro formado por la retaguardia de la 2º División Barceló y la 3º División Amunátegui, con sus secretarios, señores Marcial Gatica y Eugenio Peña Vicuña y el ayudante don Víctor Castro.
Las Ambulancias tenían orden de enviar los camilleros y mozos a la línea en cuanto se rompieran los fuegos, para transportar a los heridos; los médicos y practicantes debían permanecer en ellas para proceder a las primeras curaciones.
Los cirujanos de cuerpo acompañarían a sus unidades, hasta la caída del primer herido. Desde este momento avanzarían efectuando curaciones en la dirección seguida por su Batallón o Regimiento, atendiendo heridos, amigos o enemigos, por el orden de encuentro, sin preferencia de categorías ni grados.
En consecuencia, avanzaron en la 1º División, el cirujano 1º don Juan Francisco Ibarra, con su practicante don Manuel Ortiz de los “Navales”; el cirujano don Ismael Merino con su practicante don Justo Pastor Ramírez del “Chillán”; el cirujano don Manuel A. García con su practicante don Lorenzo H. López de los “Granaderos a Caballo”.
Este personal fue reforzado por el día 26, por el cirujano de la 4º Ambulancia, don David Perry, que vino de las Yaras con el contralor, el farmacéutico y 2 practicantes.
En la 2º División, los cirujanos señores Juan Kidd y Julio Gutiérrez, con el practicante don Vicente Soto del 2º de Línea; los cirujanos don Matías Aguirre y don Guillermo Besoain con sus practicantes señores Francisco Valdivia y Juan de Dios Guerrero del “Santiago”; el cirujano don Eustorjio Díaz con los practicantes señores Senen Palacios (estudiante de medicina, después médico) y Rafael Valenzuela del “Atacama” Nº1.
En la 3º División, el cirujano don Clodomiro Pérez Canto con su practicante don Francisco de B. Valenzuela del “Chacabuco”; practicante don Manuel Cantillano del “Artillería de Marina”; y practicante don Juan Francisco Concha Cavada del “Coquimbo”.
En la 4º División, los cirujanos señores Ismael Rubilar y Moisés Pedraza, con sus practicantes señores Nicanor Ugalde y Ramón Ramírez del “Lautaro”; el cirujano don Nicolás Palacios con su practicante don Juan Marabolí de los “Cazadores del Desierto”; y el cirujano don David Tagle Arrate, con sus practicantes señores Belisario Bisquet y Pablo A. de la Torre de los “Zapadores”.
Los cirujanos y practicantes desempeñan su difícil misión, con toda valentía y abnegación bajo el nutrido fuego de ambos contendientes, pues varias veces quedaron entre las líneas de combate.
El practicante don Zenen Palacios recibió una bala de rifle que le atravesó el pecho de parte a parte, en circunstancias que vendaba a un herido.
Tan pronto como el enemigo empezó a ceder el campo y a iniciar su dispersión, el doctor Allende Padín que había permanecido en la línea de fuego, tras la 2º División, ordena con sus ayudantes la movilización del resto, cirujanos y practicantes que permanecían a retaguardia.
El cirujano don Emiliano Sierralta, con su practicante Abel Pumarino de los “Cazadores a Caballo” y los practicantes Ismael Díaz y Manuel Suárez de los “Carabineros de Yungay” marcharon a prestar servicios a la izquierda; los cirujanos don Arturo Sandfort y Elías Lillo, con sus practicantes señores Constanino Muñoz, Aníbal Muñoz y Wencelao Pizarro de la Artillería Nº2, pasaron al ala derecha.
Avanzaron hacia el centro, el cirujano don Clotario Salamanca con sus practicantes, señores Víctor Salinas y Floro del Carmen Cáceres del “Buín” 1º de Línea; el cirujano don Julio Pinto Agüero del 3º de Línea; los cirujanos don Juan Manuel Salamanca y don Juan Antonio Llausás, con sus practicantes señores Menandro Latorre, Nicolás Covarrubias y Moisés Zúñiga del 4º de Línea; y cirujano don Juan A. Manríquez con su practicante don Cirilo Contreras del “Bulnes”.
Terminada la acción, el Director General del servicio marchó a vanguardia, a inspeccionar las Ambulancias Aliadas, para tomar nota de sus necesidades más urgentes y hacer comunes los esfuerzos para la humanitaria obra de la Cruz Roja.
Se puso de acuerdo con las Ambulancias 4º peruana y la boliviana, para enviarles heridos chilenos, de los últimos caídos en las mismas trincheras o sus cercanías, pues las Ambulancias chilenas habían quedado muy distanciadas, la 5º “Valparaíso” a 4 kilómetros y la 1º “Santiago” a 5 kilómetros.
En virtud del convenio, fueron llevados a la 4º Ambulancia peruana los Comandantes señores Ricardo Santa Cruz y Estanislao León. Santa Cruz quedó al lado del Comandante Luna (peruano), gravemente herido; ambos fallecieron poco después.
En esos momentos, un oficial chileno traía a las ancas al Comandante don Felipe 2º Ravelo, 2º Jefe de los “Colorados”; legaba también el coronel Murguía, 1º Jefe de este mismo cuerpo, en un caballo que le proporcionó un soldado de los “Navales”.
El doctor Allende recorrió parte del extenso campo de batalla y cerciorado del inmenso número de heridos, ordenó a las Ambulancias que enviaran agua y ración seca a los sanitarios, cuya labor no terminaría quizás en toda la noche. Después se dirige al Jefe de Estado Mayor General para obtener 100 hombres de cada División y la Reserva, con sus respectivos oficiales, para la conducción de heridos a las Ambulancias. Estas comisiones recorrieron el campo de batalla regresando a sus cuerpos a la mañana siguiente, con los capellanes que pasaron la noche en el campo.
27 de Mayo de 1880
01.00 hrs: A esta hora, Allende Padín nombra una comisión compuesta del doctor Martínez Ramos, de su secretario señor Marcial Gatica y ayudante Luis W. Castro, para que con destacamentos de tropa, procedan al entierro de los cadáveres este día, con orden precisa de que no queden restos en la superficie, para evitar la descomposición.
02.00 hrs: De acuerdo con el General en Jefe Baquedano, se dirige a Tacna con el objeto de preparar los Hospitales de Sangre y adquirir los útiles para su funcionamiento. El general Baquedano le autoriza para gastar cuanto fuere necesario en la habilitación de los Hospitales y su correcto funcionamiento; que dé su fianza para las adquisiciones y que este día tendrá para los gastos más urgentes 20.000 pesos, que piensa solicitar en préstamo al Banco de Tacna.
Con la primera claridad de la aurora, el doctor empieza la inspección de locales.
06.00 hrs: Tiene los que juzga más adecuados:
1º Una espaciosa bodega con altos y bajos, a la entrada de la Estación, por el camino de acceso del Campo de la Alianza a la ciudad de Tacna.
2º El Establecimientos de Baños, con capacidad para 60 camas.
3º Una casa extensa y cómoda, vecina a los Baños.
4º El Teatro, con cabida para 500 heridos.
5º El Liceo, para 200.
6º El Mercado Público, con comodidad para 400.
Repartió estos locales entre las 3 Ambulancias de que disponía, pues no había llegado aún la 4º Ambulancia destacada en las Yaras, a cargo del cirujano 2º don David Perry, pues éste había abandonado el puesto, viniéndose de mutuo propio a Tacna. Lo encuentra por su mal el doctor Allende, y después de merecida filípea, lo envía arrestado a un Cuartel.
No tiene que preocuparse de las Ambulancias Aliadas; éstas habían dejado sus antiguos locales listos para hospitalizar a sus heridos, llevando al Campo de la Alianza las carpas y útiles de emergencia.
El doctor Allende se dirige al Cuartel General y obtiene permiso para que la tropa de los cuerpos, con sus respectivos oficiales, baje los heridos a la ciudad, pues no hay ninguna clase de vehículos para el objeto.
Empezó entonces un silencioso e impotente desfile desde el campo de batalla a los Hospitales.
Los heridos que todavía podían valerse por sí mismos, caminaban apoyados en sus rifles; y los ya débiles del brazo de sus compañeros, que les sostenían con tierna solicitud. Su cara tranquila y serena, revelaba no obstante el intenso placer de la victoria. Chile ante todo.
Los graves venían en camillas, que precisaban 12 hombres para los relevos; los menos graves, en ponchos alzados por los conductores por las cuatro puntas, y en parihuelas formadas con maderos o con los rifles.
Iniciada la evacuación de los campamentos, Allende Padín vuelve a Tacna, para alistar los Hospitales y ponerlos en estado de prestar los servicios más indispensables del momento.
El comercio de Tacna le abre cuenta ilimitada, que acepta con la condición de que las mercaderías sean puestas a domicilio. Un ejército de cargadores invade los Hospitales con colchonetas, frazadas, escupideras, fondos, ollas, baldes, cucharas, etc. Copó las Boticas con la adquisición de todos los útiles de curación y artículos médicos.
12.00 hrs: Los Hospitales tienen guardia de los cuerpos de la 1º División y un personal extra para la cocina, en tanto llega la dotación de las Ambulancias que no se hace esperar.
Reparte entonces el personal de las 3 Ambulancias. La 1º Ambulancia a cargo de los Hospitales del Liceo y el Mercado; la 3º Ambulancia de 2 Hospitales; y la 5º Ambulancia de otros 2 Hospitales.
El personal de las 3 Ambulancias estaba calculado para atender 300 heridos; hay que figurarse el esfuerzo para recibir a mil y tantos, que necesitaban alimentación sana y curación diaria.
El Director hace llamar a todos los cirujanos y practicantes de cuerpo, y los distribuye convenientemente.
Sin pérdida de momento, porque el tiempo urge, organiza tres locales para proceder a las grandes operaciones. Funcionaron mesas de operaciones; la 1º en el Teatro, a cargo de los doctores Martínez Ramos y Kidd; la 2º en el Liceo, atendida por los doctores Allende Padín y Gorroño; y la 3º en el Mercado, dirigida por los doctores Clotario y Juan Manuel Salamanca, David Tagle Arrate, nombrado cirujano de los “Zapadores”, y Rubilar.
Hubo también una mesa accidental, a cargo del doctor Juan Manuel Ojeda.
Se hicieron 100 grandes operaciones, entre amputaciones, desarticulaciones y resecciones, con resultados muy favorables.
Por iniciativa de los oficiales, apoyada por el señor Allende, el Comando Superior permitió el establecimiento de Hospitales particulares para jefes y oficiales, en casas arrendadas o tomadas al efecto, atendidos por médicos chilenos en horas extraordinarias.
El primero en prestar servicios fue el Hospital Coquimbo, establecido en el palacete de un coronel peruano fugitivo por la sierra.
Ayudó a su arreglo una distinguida dama tacneña, viuda de francés, Madame Berthelon, que se había encontrado en el sitio de París en 1870-71.
Los jefes y oficiales del “Coquimbo” y “Atacama” Nº1 deben a esta señora servicios tan delicados como inapreciables. Este Hospital estuvo atendido por el doctor don Ramón Gorroño.
28 de Mayo de 1880
Los servicios se regularizaron convenientemente desde el tercer día. Hubo entonces necesidad de proceder a otros trabajos, como seleccionar los heridos, asear los Hospitales y formar uno especial, distinto y aislado de los demás, para amputados.
El estado sanitario de la ciudad de Tacna era pésimo. El doctor Allende ordenó sanearla. Como primera providencia, hace correr el agua por las acequias de la ciudad; ordena regar y barrer las calles y levantar las basuras, que se queman en los sitios baldíos, en las plazas, en las calles y aún en las riberas del río.
7 de Junio de 1880 (Asalto y Toma de Arica)
Apenas corriente el servicio sanitario en Tacna, viene el asalto de Arica, en el que actuaron los médicos de cuerpo, los de abordo, la Ambulancia peruana y los cirujanos de los buques de guerra extranjeros, a quienes Chile debe inmensa gratitud. Desembarcaron con personal y material, los médicos de la Hussard, nave francesa; de la Garibaldi, italiana; y de las alemanas Hansa y Bismark. Ejecutaron grandes operaciones con todo éxito, en heridos de uno y otro bando, sin preferencia alguna.
Establecidas las comunicaciones con Arica, el doctor Allende se traslada al puerto, y hace enterrar e incinerar los cadáveres, que en el primer momento se creyó más expedito arrojarlos al mar desde el Morro. La primera marea los devolvió a la playa en estado de descomposición, peligro que conjuró inmediatamente el servicio chileno quemándolos y enterrándolos.
Temeroso Allende de las epidemias por la aglomeración de heridos, remitió inmediatamente al Sur, dos grandes partidas de heridos:
La primera llevó 180 a Pisagua, 450 a Iquique, 125 a Antofagasta, 100 a Copiapó y 50 a Coquimbo.
Por la segunda remesa envió 50 a Antofagasta y 200 a La Serena.
Los Hospitales del Sur encargados de la recepción de heridos eran sostenidos por erogaciones particulares, pues las arcas nacionales estaban vacías por los gastos de la campaña.
Después de la Toma de Arica, llegaron varios cirujanos del Sur, que el doctor Allende utilizó en la atención de los heridos evacuados para el litoral. Los doctores Herrera y Talavera marcharon a Iquique; Barros y García llevaron oficiales hasta Valparaíso; Izquierdo, Arce y Prado, otras remesas también a Valparaíso.
Descargado de los heridos remitidos al Sur, la Dirección Sanitaria se preocupa de enviar al Norte a los peruanos al Callao y a los bolivianos a Mollendo.
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