Haga una fortuna (entre musulmanes), pero no bromee con el Islam
Naguib Sawiris ha amasado una fortuna extendiendo su imperio de las telecomunicaciones entre millones de musulmanes. Este egipcio de confesión cristiana y fundador del partido de corte secular de los Egipcios Libres, ostenta uno de los mayores patrimonios de un país en el que la riqueza suele proceder del vecino saudí. Pero ni las influencias ni el más vasto imperio económico le han servido de salvaguarda cuando ha puesto en entredicho al Islam. Sawiris tendrá que pasar por el banquillo, acusado de “blasfemia” por publicar hace meses en su cuenta de Twitter una caricatura de Mickey y Minnie Mouse vestidos con la indumentaria típica entre los integristas islámicos.
“Micky y Minnie después de…”, se podía leer bajo la imagen del ratón con barba y su compañera con velo integral, difundida antes de que la victoria de los partidos islámicos en las elecciones legislativas egipcias fuera un hecho. De nada sirvieron las disculpas del magnate en la red social. “Pido perdón porque sólo se trataba de una broma, no he querido ofender a nadie”, se justificaba. A los pocos días, Twitter estaba inundado de mensajes de “boicot a Sawiris”. Un grupo en Facebook llamado “nosotros también bromeamos con Sawiris”, sirvió de acicate para que unos 800.000 clientes se dieran de baja de su compañía telefónica durante los meses posteriores a la polémica.
“Me dije a mi mismo: me tengo por un hombre inteligente, pero ¿cómo he podido hacer algo tan estúpido?”, aseguraba el propio Sawiris en una entrevista en Bloomberg después de lo ocurrido. El pasado octubre un tribunal egipcio condenó a tres años de prisión a un hombre por utilizar su página de Facebook para burlarse del Islam. Y no es el primer caso. La Justicia se ampara en un artículo del Código Penal que establece penas de entre seis meses y cinco años de cárcel para quienes utilicen la religión con el objetivo de fomentar “ideas extremistas”, “sedición” o “vulnerar la unidad nacional”. Un abogado de filiación islamista sólo tuvo que denunciar el caso para que la Fiscalía General lo aceptara. El proceso debía comenzar el pasado sábado, pero el juez decidió aplazarlo hasta febrero, después de una pelea entre los abogados de ambas partes a las puertas de la sala.
Una vez abierta la guerra, otro abogado ligado al antiguo grupo terrorista Gamaa al Islamiya acusó al millonario de haber utilizado sus influencias para enriquecerse de forma ilícita durante el mandato del depuesto Hosni Mubarak. Según la lista anual que elabora la revisa Forbes, hace tres años Sawiris se encontraba entre los 60 hombres más ricos del planeta, aunque la crisis económica le relegó en 2011 al puesto 310. Según estos datos, el magnate posee una fortuna personal de 3.500 millones de dólares, una cantidad sólo superada en Egipto por su hermano Nassef. Junto a su otro hermano Samih, los Sawiris controlan Orascom, el mayor conglomerado empresarial de Egipto, fundado por su padre en los años cincuenta.
Coqueteos con el régimen
Naguib es el mayor de los tres hermanos. Recibió una educación ortodoxa en el Colegio Evangelical Alemán de El Cairo. Después se marchó a Suiza, donde completó sus estudios de Negocios e Ingeniería. A finales de los setenta entró a formar parte de la compañía de su padre, aunque fue a principios de los noventa cuando comenzó a dejar su impronta. Se lanzó al mercado de las telecomunicaciones, un negocio incipiente en un mercado inestable. Hoy Egipto, un país en el que un 40% de la población vive con menos de dos dólares al día, cuenta con 80 millones de teléfonos móviles, uno por cada habitante.
Su hermano Nassef, encargado de perpetuar el negocio del ladrillo, conseguía la concesión de grandes obras. Sus contactos con el régimen fueron tales que llegó a formar parte de la oficina de negocios del disuelto partido de Mubarak. Naguib nunca estuvo tan cerca del dictador, pero dio el gran salto cuando el Gobierno le otorgó una de las dos licencias de telefonía móvil (de las tres que hay ahora) para explotar este mercado en el país.
De ahí surgió la operadora Mobinil, la joya de la corona de Orascom Telecom. Sawiris se puso al frente de la compañía y rápidamente mostró sus ambiciones expansionistas. Buscó inversores en Occidente y pronto se extendió a más de una decena de países de Oriente Próximo, África y Asia. El empresario encontró atractivo en países como Burundi, Congo o Namibia. Gracias a un acuerdo con Telefónica entró en el mercado tunecino. Ya se había instalado en Canadá, consiguió implantarse en Europa al comprar la tercera operadora italiana y se las arregló para conseguir un acuerdo con el régimen de Kim Jong Il para abrirse hueco en el hermético Estado de Corea del Norte.
Cuando al firme defensor de la libertad de mercado le preguntaron en la citada entrevista en Bloomberg por la moralidad de sus inversiones en este último país, respondió: “¿Cómo empezó la revolución en Egipto? A través de los móviles”. Tampoco tuvo reparos para firmar un acuerdo por 6.500 millones de dólares con una operadora rusa, con la que formaría la sexta compañía de telecomunicaciones en el mundo. Naguib Sawiris y su padre poseen un 19% de la firma resultante. El hijo pródigo también ha invertido en los medios de comunicación en Egipto, donde fundó una televisión privada y controla un periódico independiente.
El estigma religioso
Los negocios de Sawiris le dejan la puerta abierta para salir de Egipto en cualquier momento, tal y como han hecho una gran cantidad de cristianos coptos en los últimos tiempos. Los miembros de esta confesión ortodoxa se han venido quejando de la falta de oportunidades en el país y de la represión que sufren por parte de la mayoría musulmana, con episodios esporádicos de violencia como el del pasado octubre en El Cairo en el que murieron unas 27 personas o el de hace un año en Alejandría, donde una veintena de cristianos egipcios murieron al explotar una bomba en una iglesia durante las celebraciones de la Navidad ortodoxa. Sawiris está casado y tiene cuatro hijos y en alguna ocasión ha manifestado que no piensa abandonar su país “a menos que llegue al Gobierno un partido fundamentalista islámico”.
Apoyó la revolución que acabó con el Gobierno de Hosni Mubarak, pese a sus contactos con el antiguo régimen, y fundó un partido con la intención de frenar el imparable ascenso de las formaciones islámicas. El partido de los Egipcios Libres se autocalifica como “liberal, secularista y capitalista”, al otro extremo de los salafistas, cuyo ideal es volver a los principios originarios del nacimiento del islam. En las elecciones a la Cámara Baja, que finalizaron la semana pasada, los Egipcios Libres tuvieron unos buenos resultados en El Cairo, con aproximadamente un 15% de los votos. Aunque sus resultados han ido empeorando en las zonas rurales, hasta quedarse en torno al 8% de los sufragios, según los datos difundidos por los Hermanos Musulmanes, los únicos disponibles hasta el momento a falta de la confirmación oficial. La propia Hermandad obtendría en torno al 45% de los votos, seguida por los ultraconservadores salafistas, que se quedarían en el 23%.
El partido de Sawiris denunció que los resultados estaban condicionados por un alto número de irregularidades, por lo que decidió no presentarse a los próximos comicios a la Cámara Alta. El director ejecutivo del partido y hombre cercano a Sawiris, Naguib Abadir, reconocía por teléfono a este medio que “quizá es el peor momento de la formación”. Abadir, quien comparte credo con el fundador del partido, reconocía que Sawiris “no está feliz, pero tampoco está preocupado” ante el proceso judicial que le espera, ya que “él cree firmemente en la integridad de la justicia egipcia y en que es inocente”.
“La celebración de este juicio es un gesto más de intimidación. Es el precio que tenemos que pagar ante esta victoria de los partidos islámicos”, añadía el representante del partido. Según el diario estatal Al Ahram, abogados de los Hermanos Musulmanes han estado siguiendo el caso de Sawiris. El triunfo rotundo de los partidos islámicos en las elecciones parlamentarias hace temer un mayor control religioso de una libertad de expresión ya constreñida por la propia legislación.
http://www.elconfidencial.com/mundo/201 ... m%2D91262/
Saludos