Anécdotas Militares
- BLASITO DE LEZO
- Alférez
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Por lo que pude leer en su día, el entrenamiento de los pilotos tailandeses en Rota, para poder operar los Harrier AV8-S Matador, que la Armada española vendió para embarcar en el gemelo del Príncipe de Asturias vendido a aquella armada, fue toda una aventura:
Debido al caracter de los tailandeses, cuándo recibían una explicación sobre el manejo del avión, a la pregunta de ¿lo has entendido?, siempre decían que sí, no siendo siempre esto cierto, llegándose a malentendidos un tanto peligrosos. Asímismo hubo que avisar a las autoridades americanas de la base compartida del uso de la frencuencia de radio por los pilotos tailandeses debido al especial acento y tono que empleaban los mismos al comunicarse.
Debido al caracter de los tailandeses, cuándo recibían una explicación sobre el manejo del avión, a la pregunta de ¿lo has entendido?, siempre decían que sí, no siendo siempre esto cierto, llegándose a malentendidos un tanto peligrosos. Asímismo hubo que avisar a las autoridades americanas de la base compartida del uso de la frencuencia de radio por los pilotos tailandeses debido al especial acento y tono que empleaban los mismos al comunicarse.
\\\\"Cuanto Virrey Eslava y tonto el haba, queda todavía por barrer en este país\\\\".
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Hablando de anécdotas, sirva esta sobre Napoleón y su paso por el Reino de León,
LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA EN LEÓN
Bajo su atavío femenino, y casi siempre pobre, latían corazones llenos de valor y de abnegación. Las cantineras eran la verdadera flor de los campos de batalla para los ejércitos de aquella época, y por supuesto de la cruel Guerra de la Independencia
Firma Texto: Javier Tomé y José María Muñiz
El poder de Napoleón se hallaba en su apogeo allá por el año 1807, y toda la Europa continental estaba supeditada a su voluntad. En el mes de julio de ese mismo año hizo anunciar al Gobierno español su decisión de enviar a Portugal un contingente francés para obligar a dicha nación a cerrar sus puertos a los ingleses y expulsarlos de sus fronteras. Comenzaron entonces las conversaciones con Godoy que dieron como resultado el infame tratado de Fontaineblau firmado el 27 de octubre, en el que se estipulaba que Godoy recibiría el Principado de los Algarbes y a Carlos IV se le otorgaba el pomposo dictado de Emperador de las Américas. Éste, en cambio, se comprometía a mantener y alimentar a los soldados galos destinados a la ocupación de Portugal, permitiendo su paso por territorio español.
No vieron o no quisieron ver nuestros gobernantes la estratagema, el deseo vehemente de Bonaparte de ocupar así la Península Ibérica. Sesenta mil soldados se agolparon súbitamente sobre los Pirineos, prontos a cruzar la frontera y penetrar en el corazón de nuestra desventurada patria sin pegar un solo tiro. Al año siguiente, en 1808, los españoles comenzaron a manifestarse en muchas ciudades contra los franceses y en distintas fechas. En León, concretamente, hubo un manifiesto el 24 de abril de dicho año, tres meses antes de que las tropas francesas llegaran realmente a la capital, donde penetraron por el barrio extramuros de San Lorenzo.
A Napoleón siempre le acompañaban en sus campañas las cantineras, que además de suministrar víveres a los soldados, les servían de consuelo moral o ejercían de útiles enfermeras, además de su «biblioteca portátil». Según cuentan, el amor a los libros de este arrasador de naciones y empedernido «bibliómano» era tal, que se hizo construir una gran y completa biblioteca portátil. Constaba de un millar de libros que no superaban los diez centímetros de largo por seis de ancho, para facilitar así el traslado. Comprendía cuarenta volúmenes de materias religiosas, cuarenta de poesía épica, cuarenta de obras dramáticas, sesenta de versos, sesenta de historia, cien de novelas y los restantes de memorias históricas. Siempre que Bonaparte proyectaba una campaña dirigía instrucciones a su bibliotecario, un tal Barbier, encargándole libros que pudieran tener relación con aquélla, así como planos y documentos históricos sobre las mismas. Pero a pesar de la multitud de libros que solicitó sobre España, ello no impidió que Napoleón perdiera la guerra.
Un barril por bandolera
Cuando el 1 de enero de 1809, precedido el día antes por el mariscal Bessières, entró Napoleón en Astorga viniendo por Valderas y Benavente, pasó revista a casi setenta mil soldados y jinetes, formando también un pequeño grupo de mujeres, las famosas cantineras. Luego se retiró a su tienda de campaña, donde ya habían instalado su biblioteca, debido al mal tiempo y para que descansaran las tropas y reagruparlas, según narran las crónicas. Horas antes de llegar el emperador galo, la ciudad de Astorga había sido abandonada por las tropas del marqués de la Romana y las inglesas del general Moore, de camino hacia La Coruña.
Las cantineras son personajes poco conocidos, típicas de los ejércitos de antaño, una reminiscencia del pasado con su falda corta y el barrilito colgando de la bandolera. Habían surgido en una época romántica. La cantinera uniformada y formando en filas, verdadera flor de los campos de batalla, fue exotismo pasajero. Los españoles lo habíamos tomado de los franceses, con quienes alcanzaron gran popularidad desde la época de Napoleón. En tiempos de guerra seguían a los ejércitos con una pequeña cantina ambulante, despachando bebidas o comestibles a los soldados. Sin ningún distintivo especial, vestían al igual que cualquier mujer del pueblo, como podemos apreciar en la iconografía que ilustra este reportaje, y normalmente llevaban sus provisiones en un gran cesto colgado al brazo, o cuando más en un carricoche destartalado, del que tiraba un mísero rocín. Sin embargo, bajo su humilde apariencia, latían corazones llenos de patriotismo y valor. En algunas provincias se llegaron a crear las «compañías de mujeres» bajo la advocación de Santa Bárbara, con el deber de auxiliar a la guarnición, socorriendo a los heridos y repartiendo provisiones.
La dama de La Cándana
Napoleón condecoró a gran cantidad de ellas como recompensa a su comportamiento en el campo de batalla, honra para la clase de las cantineras. Así Teresa Fromageot, herida mientras daba de beber a los soldados que habían quedado lisiados. Catalina Rohmer, que asistió al sitio de Zaragoza y fue también herida. María Bourane, salvadora de un soldado que se ahogaba en otra batalla. Hay que destacar igualmente a las esposas de algunos arrieros maragatos, que ejercieron de cantineras ayudando a los ejércitos españoles y a las guerrillas en las contiendas habidas contra los franceses al paso por nuestra agreste y montañosa provincia. No hay que olvidar el servicio que los arrieros maragatos han prestado siempre al Estado y a la Corona. Podemos señalar como cantineras maragatas que destacaron en esa guerra, según fuente particular, a Trinidad Botas, de Castrillo de los Polvazares, Manuela Salvadores, de Santa Colomba, o Juana Calvo, de Rabanal. No nos hemos de olvidar de Amalia Alonso, conocida por la Dama de la Cándana, admiradora de su heroína, la Dama de Arintero. Amalia nació en un lugar del valle del Curueño allá por el año 1770, posiblemente en la Cándana. Era buhonera de profesión y en un pequeño y destartalado carromato, tirado por una mula flaca, recorría todos los pueblos del valle. Tendría unos 40 años cuando se enroló como cantinera al servicio de la guerrilla que luchaba contra el ejército galo. Se alistó al lado del famoso guerrillero fray Juan de Deliva, de sobrenombre el Capuchino , que actuaba por León y era correligionario del afamado Empecinado .
En años posteriores, y en recuerdo de los servicios prestados por tan heroicas mujeres, no sólo como abastecedoras, sino como excelentes auxiliares en la cura y socorro de los heridos, se les dio un carácter militar. Como uniforme se les asignó un traje casi masculino con falda corta y pantalón. Con el fin de evitar escándalos, se exigía que la cantinera fuese casada, y matrimoniada con militar. Se prefería a la mujer de un soldado raso, de un corneta o de un tambor. Además, estaba sometida al reglamento y tenía puesto en filas, detrás de la banda de tambores en las grandes revistas y detrás de la última compañía de su batallón en los desfiles y marchas.
Sirvo a una dama
Aquellas cantineras jóvenes, bonitas las más, se ofendían cuando se les recordaba su sexo o a sus hijos, pues no reconocían otra familia que su regimiento. España las introdujo con éxito en la guerra de África. Su uniforme consistía en sombrero embreado con largas cintas, pantalón como el de la tropa, falda corta, cubierta por delante con un pequeño delantal y corpiño de corte militar. Fortuny supo pintarlas, con hermoso detalle, en el magnífico boceto de la batalla de Wad-Ras. Los periódicos de la época dedicaron especiales elogios a la heroica cantinera de los cazadores de Baza, llamada Ignacia Martínez, que salvó la vida de muchos soldados con riesgo de la propia. Después de haber estado en la guerra siete años, con el ejército del Norte, no quiso abandonar la vida del campamento y siguió toda la campaña de Marruecos.
Cuando en los primeros años del siglo XX desaparecieron las cantineras, ya no eran más que las honradas mujeres de los cantineros; esto es, del cabo de tambores o del viejo sargento reenganchado, que para ayudarse un poco establecían una cantina en el cuartel, previa autorización de sus jefes y mediante el pago de cierta cantidad al regimiento que utilizaba la diminuta tiendecilla. En los ejércitos de Ultramar, nuestras tropas también iban seguidas de las cantineras, y algunas se embarcaron voluntarias hacia aquellas lejanas colonias que acabamos por perder. ¿Cuál era el arma que usaban las cantineras? Desde luego, la navaja, que además de ser objeto familiar y popular en la vida de los españoles, resultaba fácil de camuflar y esconder. Esta arma fue una de las más usadas contra los franceses en la confrontación bélica iniciada en 1808. Fueron muchos los soldados del país invasor que perdieron la vida merced a las navajas empuñadas por las cantineras, que preferían a cualquier otra arma por lo fácil de llevar en cualquier parte de su indumentaria. Cortaban las cinchas de las cabalgaduras de los caballos, y una ver derribados eran degollados. Se cuenta que en la hoja de la navaja de estas valientes mujeres aparecía la inscripción: Sirvo a una dama, la defenderé con la ayuda de Dios . Y es que las mujeres sencillas del pueblo, aquellas cerilleras, floristas, aguadoras o vendedoras ambulantes de otras épocas, confiaban su defensa en la navaja que solapada y dormida entre los pliegues de su ropa, las infundía confianza y tranquilidad.
Entre la historia y la leyenda, así fue el heroísmo, sin escatimar sacrificios ni regatear valor de las cantineras, empeñadas en la lucha por las libertades contra las tropas de Napoleón. Luego se acabó lo nacional, y para bien o para mal, vendrían las dos Españas.
LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA EN LEÓN
Bajo su atavío femenino, y casi siempre pobre, latían corazones llenos de valor y de abnegación. Las cantineras eran la verdadera flor de los campos de batalla para los ejércitos de aquella época, y por supuesto de la cruel Guerra de la Independencia
Firma Texto: Javier Tomé y José María Muñiz
El poder de Napoleón se hallaba en su apogeo allá por el año 1807, y toda la Europa continental estaba supeditada a su voluntad. En el mes de julio de ese mismo año hizo anunciar al Gobierno español su decisión de enviar a Portugal un contingente francés para obligar a dicha nación a cerrar sus puertos a los ingleses y expulsarlos de sus fronteras. Comenzaron entonces las conversaciones con Godoy que dieron como resultado el infame tratado de Fontaineblau firmado el 27 de octubre, en el que se estipulaba que Godoy recibiría el Principado de los Algarbes y a Carlos IV se le otorgaba el pomposo dictado de Emperador de las Américas. Éste, en cambio, se comprometía a mantener y alimentar a los soldados galos destinados a la ocupación de Portugal, permitiendo su paso por territorio español.
No vieron o no quisieron ver nuestros gobernantes la estratagema, el deseo vehemente de Bonaparte de ocupar así la Península Ibérica. Sesenta mil soldados se agolparon súbitamente sobre los Pirineos, prontos a cruzar la frontera y penetrar en el corazón de nuestra desventurada patria sin pegar un solo tiro. Al año siguiente, en 1808, los españoles comenzaron a manifestarse en muchas ciudades contra los franceses y en distintas fechas. En León, concretamente, hubo un manifiesto el 24 de abril de dicho año, tres meses antes de que las tropas francesas llegaran realmente a la capital, donde penetraron por el barrio extramuros de San Lorenzo.
A Napoleón siempre le acompañaban en sus campañas las cantineras, que además de suministrar víveres a los soldados, les servían de consuelo moral o ejercían de útiles enfermeras, además de su «biblioteca portátil». Según cuentan, el amor a los libros de este arrasador de naciones y empedernido «bibliómano» era tal, que se hizo construir una gran y completa biblioteca portátil. Constaba de un millar de libros que no superaban los diez centímetros de largo por seis de ancho, para facilitar así el traslado. Comprendía cuarenta volúmenes de materias religiosas, cuarenta de poesía épica, cuarenta de obras dramáticas, sesenta de versos, sesenta de historia, cien de novelas y los restantes de memorias históricas. Siempre que Bonaparte proyectaba una campaña dirigía instrucciones a su bibliotecario, un tal Barbier, encargándole libros que pudieran tener relación con aquélla, así como planos y documentos históricos sobre las mismas. Pero a pesar de la multitud de libros que solicitó sobre España, ello no impidió que Napoleón perdiera la guerra.
Un barril por bandolera
Cuando el 1 de enero de 1809, precedido el día antes por el mariscal Bessières, entró Napoleón en Astorga viniendo por Valderas y Benavente, pasó revista a casi setenta mil soldados y jinetes, formando también un pequeño grupo de mujeres, las famosas cantineras. Luego se retiró a su tienda de campaña, donde ya habían instalado su biblioteca, debido al mal tiempo y para que descansaran las tropas y reagruparlas, según narran las crónicas. Horas antes de llegar el emperador galo, la ciudad de Astorga había sido abandonada por las tropas del marqués de la Romana y las inglesas del general Moore, de camino hacia La Coruña.
Las cantineras son personajes poco conocidos, típicas de los ejércitos de antaño, una reminiscencia del pasado con su falda corta y el barrilito colgando de la bandolera. Habían surgido en una época romántica. La cantinera uniformada y formando en filas, verdadera flor de los campos de batalla, fue exotismo pasajero. Los españoles lo habíamos tomado de los franceses, con quienes alcanzaron gran popularidad desde la época de Napoleón. En tiempos de guerra seguían a los ejércitos con una pequeña cantina ambulante, despachando bebidas o comestibles a los soldados. Sin ningún distintivo especial, vestían al igual que cualquier mujer del pueblo, como podemos apreciar en la iconografía que ilustra este reportaje, y normalmente llevaban sus provisiones en un gran cesto colgado al brazo, o cuando más en un carricoche destartalado, del que tiraba un mísero rocín. Sin embargo, bajo su humilde apariencia, latían corazones llenos de patriotismo y valor. En algunas provincias se llegaron a crear las «compañías de mujeres» bajo la advocación de Santa Bárbara, con el deber de auxiliar a la guarnición, socorriendo a los heridos y repartiendo provisiones.
La dama de La Cándana
Napoleón condecoró a gran cantidad de ellas como recompensa a su comportamiento en el campo de batalla, honra para la clase de las cantineras. Así Teresa Fromageot, herida mientras daba de beber a los soldados que habían quedado lisiados. Catalina Rohmer, que asistió al sitio de Zaragoza y fue también herida. María Bourane, salvadora de un soldado que se ahogaba en otra batalla. Hay que destacar igualmente a las esposas de algunos arrieros maragatos, que ejercieron de cantineras ayudando a los ejércitos españoles y a las guerrillas en las contiendas habidas contra los franceses al paso por nuestra agreste y montañosa provincia. No hay que olvidar el servicio que los arrieros maragatos han prestado siempre al Estado y a la Corona. Podemos señalar como cantineras maragatas que destacaron en esa guerra, según fuente particular, a Trinidad Botas, de Castrillo de los Polvazares, Manuela Salvadores, de Santa Colomba, o Juana Calvo, de Rabanal. No nos hemos de olvidar de Amalia Alonso, conocida por la Dama de la Cándana, admiradora de su heroína, la Dama de Arintero. Amalia nació en un lugar del valle del Curueño allá por el año 1770, posiblemente en la Cándana. Era buhonera de profesión y en un pequeño y destartalado carromato, tirado por una mula flaca, recorría todos los pueblos del valle. Tendría unos 40 años cuando se enroló como cantinera al servicio de la guerrilla que luchaba contra el ejército galo. Se alistó al lado del famoso guerrillero fray Juan de Deliva, de sobrenombre el Capuchino , que actuaba por León y era correligionario del afamado Empecinado .
En años posteriores, y en recuerdo de los servicios prestados por tan heroicas mujeres, no sólo como abastecedoras, sino como excelentes auxiliares en la cura y socorro de los heridos, se les dio un carácter militar. Como uniforme se les asignó un traje casi masculino con falda corta y pantalón. Con el fin de evitar escándalos, se exigía que la cantinera fuese casada, y matrimoniada con militar. Se prefería a la mujer de un soldado raso, de un corneta o de un tambor. Además, estaba sometida al reglamento y tenía puesto en filas, detrás de la banda de tambores en las grandes revistas y detrás de la última compañía de su batallón en los desfiles y marchas.
Sirvo a una dama
Aquellas cantineras jóvenes, bonitas las más, se ofendían cuando se les recordaba su sexo o a sus hijos, pues no reconocían otra familia que su regimiento. España las introdujo con éxito en la guerra de África. Su uniforme consistía en sombrero embreado con largas cintas, pantalón como el de la tropa, falda corta, cubierta por delante con un pequeño delantal y corpiño de corte militar. Fortuny supo pintarlas, con hermoso detalle, en el magnífico boceto de la batalla de Wad-Ras. Los periódicos de la época dedicaron especiales elogios a la heroica cantinera de los cazadores de Baza, llamada Ignacia Martínez, que salvó la vida de muchos soldados con riesgo de la propia. Después de haber estado en la guerra siete años, con el ejército del Norte, no quiso abandonar la vida del campamento y siguió toda la campaña de Marruecos.
Cuando en los primeros años del siglo XX desaparecieron las cantineras, ya no eran más que las honradas mujeres de los cantineros; esto es, del cabo de tambores o del viejo sargento reenganchado, que para ayudarse un poco establecían una cantina en el cuartel, previa autorización de sus jefes y mediante el pago de cierta cantidad al regimiento que utilizaba la diminuta tiendecilla. En los ejércitos de Ultramar, nuestras tropas también iban seguidas de las cantineras, y algunas se embarcaron voluntarias hacia aquellas lejanas colonias que acabamos por perder. ¿Cuál era el arma que usaban las cantineras? Desde luego, la navaja, que además de ser objeto familiar y popular en la vida de los españoles, resultaba fácil de camuflar y esconder. Esta arma fue una de las más usadas contra los franceses en la confrontación bélica iniciada en 1808. Fueron muchos los soldados del país invasor que perdieron la vida merced a las navajas empuñadas por las cantineras, que preferían a cualquier otra arma por lo fácil de llevar en cualquier parte de su indumentaria. Cortaban las cinchas de las cabalgaduras de los caballos, y una ver derribados eran degollados. Se cuenta que en la hoja de la navaja de estas valientes mujeres aparecía la inscripción: Sirvo a una dama, la defenderé con la ayuda de Dios . Y es que las mujeres sencillas del pueblo, aquellas cerilleras, floristas, aguadoras o vendedoras ambulantes de otras épocas, confiaban su defensa en la navaja que solapada y dormida entre los pliegues de su ropa, las infundía confianza y tranquilidad.
Entre la historia y la leyenda, así fue el heroísmo, sin escatimar sacrificios ni regatear valor de las cantineras, empeñadas en la lucha por las libertades contra las tropas de Napoleón. Luego se acabó lo nacional, y para bien o para mal, vendrían las dos Españas.
Am Israel Jai !!!
Efshár lekabél séfel?.
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León se alzó la primera contra Napoleón
Un texto inédito.
Un manuscrito de Luis de Sosa certifica que esta provincia se levantó en armas antes que Madrid.
El célebre coronel escribió: «El 24 de abril los habitantes fieles de León gritaron: mueran los franceses»
Luis de Sosa y Tovar, protagonista de la jornada del 24 de abril de 1808, futuro coronel y comandante general de León y su provincia contra los invasores franceses, nos da él mismo un resumido currículum de su vida en una relación oficial de méritos, presentada en varios ministerios el 15 de junio de 1828: «Es de edad de cincuenta y cinco años, de calidad noble y acreditada limpieza de sangre, natural del pueblo de Vidanes (nacido en 1792), en el Reyno de León, e hijo legítimo de don Josef de Sosa y Tovar y de doña Teresa Rodríguez Suárez.
Siguió la carrera literaria doce años, habiendo cursado los cinco últimos de estudios mayores en la Real Universidad de Valladolid. Entró en la militar en veintiocho de diciembre de mil setecientos noventa y siete, habiendo sido admitido al servicio de S.M.: en el Cuerpo de guardias de su real persona, cuya plaza juró en siete de enero de mil setecientos noventa y ocho, y sirvió hasta el fin de octubre de mil ochocientos cinco.
Pasó al de destinos políticos en el citado año de mil ochocientos cinco, en el que le confirió S.M. la administración de la Real gracia de Excusado del Departamento de Mansilla, en la diócesis de León, y la graduación de teniente de Caballería...». Desempeñando y viviendo de este modesto empleo de recaudador para el rey de la contribución de Excusado, o de los diezmos de la casa más rica de cada pueblo, le amaneció a Luis de Sosa la jornada del 24 de abril de 1808, en una España desconcertada y sin pulso, en plena anarquía política, en aquel desdichado mes de abril.
Napoleón, bajo apariencias de amigo, aliado y protector , había enviado al Norte de Europa 14.000 soldados españoles para que no se le opusieran en la conquista de España. 1000 franceses tenían ocupadas las ciudades de Pamplona y su ciudadela, la de Barcelona -instalados en Monjuich-, Vitoria, Burgos, Valladolid y Salamanca. El recién nombrado rey de España, Fernando VII, alejado de la patria con engaños y retenido en Bayona, hacia donde viajaban los reyes destronados, Carlos IV y su esposa María Luisa, reclamados por Bonaparte.
En Madrid, apoyado por 25.000 soldados franceses, gobernaba el mariscal Murat, cuñado del emperador y árbitro militar y político del territorio español. En estas circunstancias, el Ayuntamiento de León, como protesta contra el caos y la solapada invasión francesa, convocó las fiestas de la coronación de Fernando VII, el Deseado, y encargó al recaudador Luis de Sosa, con fama ya de literato y poeta, la proclama de convocación, cuyo texto es ampliamente conocido.
En él no se declaraba explícitamente la insurrección contra Napoleón, porque oficialmente todavía era amigo y aliado de España, pero Luis de Sosa nos dejó la clave para la interpretación de sus palabras: atender al espíritu más allá de la letra, cuando las circunstancias no permitían más que veladamente expresarse... De hecho, la proclama leonesa del 24 de abril se comentó en toda la nación, la publicó la Gaceta de Madrid y, al enterarse Murat, mandó recoger y quemar toda la edición, y reeditar el número sin proclama. Al ocupar las tropas francesas la ciudad de León, el primer nombre que traían en sus listas era el del autor del manifiesto, para encarcelarle y, quizá, para algo peor.
Un texto inédito.
Un manuscrito de Luis de Sosa certifica que esta provincia se levantó en armas antes que Madrid.
El célebre coronel escribió: «El 24 de abril los habitantes fieles de León gritaron: mueran los franceses»
Luis de Sosa y Tovar, protagonista de la jornada del 24 de abril de 1808, futuro coronel y comandante general de León y su provincia contra los invasores franceses, nos da él mismo un resumido currículum de su vida en una relación oficial de méritos, presentada en varios ministerios el 15 de junio de 1828: «Es de edad de cincuenta y cinco años, de calidad noble y acreditada limpieza de sangre, natural del pueblo de Vidanes (nacido en 1792), en el Reyno de León, e hijo legítimo de don Josef de Sosa y Tovar y de doña Teresa Rodríguez Suárez.
Siguió la carrera literaria doce años, habiendo cursado los cinco últimos de estudios mayores en la Real Universidad de Valladolid. Entró en la militar en veintiocho de diciembre de mil setecientos noventa y siete, habiendo sido admitido al servicio de S.M.: en el Cuerpo de guardias de su real persona, cuya plaza juró en siete de enero de mil setecientos noventa y ocho, y sirvió hasta el fin de octubre de mil ochocientos cinco.
Pasó al de destinos políticos en el citado año de mil ochocientos cinco, en el que le confirió S.M. la administración de la Real gracia de Excusado del Departamento de Mansilla, en la diócesis de León, y la graduación de teniente de Caballería...». Desempeñando y viviendo de este modesto empleo de recaudador para el rey de la contribución de Excusado, o de los diezmos de la casa más rica de cada pueblo, le amaneció a Luis de Sosa la jornada del 24 de abril de 1808, en una España desconcertada y sin pulso, en plena anarquía política, en aquel desdichado mes de abril.
Napoleón, bajo apariencias de amigo, aliado y protector , había enviado al Norte de Europa 14.000 soldados españoles para que no se le opusieran en la conquista de España. 1000 franceses tenían ocupadas las ciudades de Pamplona y su ciudadela, la de Barcelona -instalados en Monjuich-, Vitoria, Burgos, Valladolid y Salamanca. El recién nombrado rey de España, Fernando VII, alejado de la patria con engaños y retenido en Bayona, hacia donde viajaban los reyes destronados, Carlos IV y su esposa María Luisa, reclamados por Bonaparte.
En Madrid, apoyado por 25.000 soldados franceses, gobernaba el mariscal Murat, cuñado del emperador y árbitro militar y político del territorio español. En estas circunstancias, el Ayuntamiento de León, como protesta contra el caos y la solapada invasión francesa, convocó las fiestas de la coronación de Fernando VII, el Deseado, y encargó al recaudador Luis de Sosa, con fama ya de literato y poeta, la proclama de convocación, cuyo texto es ampliamente conocido.
En él no se declaraba explícitamente la insurrección contra Napoleón, porque oficialmente todavía era amigo y aliado de España, pero Luis de Sosa nos dejó la clave para la interpretación de sus palabras: atender al espíritu más allá de la letra, cuando las circunstancias no permitían más que veladamente expresarse... De hecho, la proclama leonesa del 24 de abril se comentó en toda la nación, la publicó la Gaceta de Madrid y, al enterarse Murat, mandó recoger y quemar toda la edición, y reeditar el número sin proclama. Al ocupar las tropas francesas la ciudad de León, el primer nombre que traían en sus listas era el del autor del manifiesto, para encarcelarle y, quizá, para algo peor.
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EMBARQUE EN EL “USS IWO JIMA”.
La “PHIBLEX-8A-74” fue una operación combinada hispano-norteamericana. En este tipo de operaciones, como entonces estaba establecido, los comandantes de nivel Fuerza Anfibia Operativa (FAO) y de la Fuerza de Desembaco (FD) lo ejercían alternativamente mandos españoles y americanos. Ese año correspondía el mando de la FAO a un oficial español y el de la FD a uno americano.
Las dos flotas se encontraron, en el punto P, a la altura de Carboneras (Almería) y, en la mar se realizaron los transbordos previos previstos. Se había fijado un día para una reunión preoperativa a bordo del “USS IWO JIMA”. Ese día, muy temprano, una lancha española pasó, por los distintos buques españoles, para recoger a los miembros del órgano de mando - así como algunos observadores - que debían de asistir a la reunión. La lancha iba “patroneada” por el teniente de navío P que mantenía firmemente la caña. Patrón tan caracterizado estaba plenamente justificado, pues en la embarcación figuraban: el comandante de la FAO y su jefe de Estado Mayor; el comandante de la FD español y miembros de su Estado Mayor ; los comandantes C y E - futuros comandantes generales de la infantería de marina -; el capitán de corbeta L - después 2º AJEMA y almirante de apoyo logístico - ... y un oficial más modesto : el que esto escribe.
El buque anfibio “USS IWO JIMA” era un buque imponente y crecía en tamaño y majestuosidad a medida que nos acercábamos. Cuando estábamos a una milla o menos de distancia pudimos observar el portalón del buque adornado - no en vano se iba a recibir al comandante de la Fuerza Anfibia Combinada -. Allí desplegadas al viento las banderas de los dos países, una guardia de honor y muchísimo personal asomado a la borda presenciando nuestra llegada. Nuestra embarcación también iba engalanada con el distintivo de la autoridad allí presente - mientras en la proa un marinero mantenía el bichero con gallardía - y todos de uniforme azul impecable. Nos mostrábamos satisfechos pues seguro que causábamos buena impresión.
Y de pronto... surgió la catástrofe. Cuando estábamos aproximadamente a media milla del “USS IWO JIMA”, con todo el mundo pendiente de nosotros, la embarcación... "paf, paf, paf..." ¡¡se paró!!. Y allí quedamos “al pairo”.
Al momento apareció una blanca e inmaculada embarcación americana, se abarloa a la nuestra y embarca un marinero americano que, sin dudarlo va hacia el motor tratando de ponerlo en marcha y ante su imposibilidad, y también sin dudarlo, amarra un cabo a la proa de nuestra lancha y ... a remolque nos condujo al portalón, donde con toda seriedad se rindieron los honores de ordenanza.
Una sonrisa
Las dos flotas se encontraron, en el punto P, a la altura de Carboneras (Almería) y, en la mar se realizaron los transbordos previos previstos. Se había fijado un día para una reunión preoperativa a bordo del “USS IWO JIMA”. Ese día, muy temprano, una lancha española pasó, por los distintos buques españoles, para recoger a los miembros del órgano de mando - así como algunos observadores - que debían de asistir a la reunión. La lancha iba “patroneada” por el teniente de navío P que mantenía firmemente la caña. Patrón tan caracterizado estaba plenamente justificado, pues en la embarcación figuraban: el comandante de la FAO y su jefe de Estado Mayor; el comandante de la FD español y miembros de su Estado Mayor ; los comandantes C y E - futuros comandantes generales de la infantería de marina -; el capitán de corbeta L - después 2º AJEMA y almirante de apoyo logístico - ... y un oficial más modesto : el que esto escribe.
El buque anfibio “USS IWO JIMA” era un buque imponente y crecía en tamaño y majestuosidad a medida que nos acercábamos. Cuando estábamos a una milla o menos de distancia pudimos observar el portalón del buque adornado - no en vano se iba a recibir al comandante de la Fuerza Anfibia Combinada -. Allí desplegadas al viento las banderas de los dos países, una guardia de honor y muchísimo personal asomado a la borda presenciando nuestra llegada. Nuestra embarcación también iba engalanada con el distintivo de la autoridad allí presente - mientras en la proa un marinero mantenía el bichero con gallardía - y todos de uniforme azul impecable. Nos mostrábamos satisfechos pues seguro que causábamos buena impresión.
Y de pronto... surgió la catástrofe. Cuando estábamos aproximadamente a media milla del “USS IWO JIMA”, con todo el mundo pendiente de nosotros, la embarcación... "paf, paf, paf..." ¡¡se paró!!. Y allí quedamos “al pairo”.
Al momento apareció una blanca e inmaculada embarcación americana, se abarloa a la nuestra y embarca un marinero americano que, sin dudarlo va hacia el motor tratando de ponerlo en marcha y ante su imposibilidad, y también sin dudarlo, amarra un cabo a la proa de nuestra lancha y ... a remolque nos condujo al portalón, donde con toda seriedad se rindieron los honores de ordenanza.
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- Cabo Primero
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Re: Anécdotas Militares
Esta canción se canta cada 21 de Diciembre por los miembros de 15º de Husares para commemorar la victoria sobre la caballería francesa el 25 de Diciembre de 1808
en Sahagún (León).
Sahagun
'Twas in quarters we lay, as you quickly shall hear,
Lord Paget came to us and bade us prepare,
Saying, 'Saddle your horses-by the light of the moon,
For the French they are lying in the town of Sahagun.'
We saddled our horses, and away we did go
O'er rivers of ice and o'er mountains of snow,
To the town of Sahagun then our course we did steer,
'Twas the Fifteenth Hussars, who had never known fear.
We rode on all night till the daylight did break,
When eight of those French on a bridge we did take:
But two got away, and rode off to Sahagun,
To tell the French there that the English had come.
The French they turned out of the town of Sahagun,
Well mounted, well armed, full eight hundred strong:
So loud they did cry for Napoleon, their King;
With three cheers from the fifteenth the vineyards did ring.
They formed themselves up, and the fight it began,
They thought they could frighten the brave Englishman:
With our glittering broadswords right at them we sped,
They turned threes about, and away they all fled.
We soon overtook them as frightened they fled,
Cut through the brass helmets they wore on their head;
'Have mercy, have mercy! ' So loud they did cry;
'Have mercy, you English, or else we must die! ,
'Mid the snow in the vineyards the French they lay dead:
Three hundred were taken, the rest of them fled.
Their Colonel, likewise, he was taken in the field;
'Twas the Fifteenth Hussars made those Frenchmen to yield.
The Spaniards turned out of the town of Sahagun
To welcome the Fifteenth, the 'King's Light Dragoons,'
With jugs full of wine, our thirst for to quench,
Crying, 'long live the English, and down with the French!
Lord Paget came to us, and thus he did say:
'I thank you, Fifteenth, for your valour this day;
Dismount now your horses and feed everyone,
For the battle is over and the fight it is won.'
The twenty-first of December, my boys, was the day
When three hundred 'Fifteenth' made those French run away,
Although they then numbered eight hundred or more.
We'll drink and well sing now the battle is o’er.
Here's health to Lord Paget, so endeth our stave,
Likewise Colonel Grant, and our Officers brave;
With a full flowing bowl now "we’ll drink and we’ll sing,
'Success to the Fifteenth; and 'God Save the King.'
Compuesta por uno de los húsares participantes en la batalla.
Para saber algo más sobre la Batalla de Sahagún, pulsar aquí o aquí
El Teniente Coronel Grant lanzó su famosa frase "Un Húsar nunca se cae de su caballo, cae con él" para animar a sus tropas durante la carga en esta batalla.
en Sahagún (León).
Sahagun
'Twas in quarters we lay, as you quickly shall hear,
Lord Paget came to us and bade us prepare,
Saying, 'Saddle your horses-by the light of the moon,
For the French they are lying in the town of Sahagun.'
We saddled our horses, and away we did go
O'er rivers of ice and o'er mountains of snow,
To the town of Sahagun then our course we did steer,
'Twas the Fifteenth Hussars, who had never known fear.
We rode on all night till the daylight did break,
When eight of those French on a bridge we did take:
But two got away, and rode off to Sahagun,
To tell the French there that the English had come.
The French they turned out of the town of Sahagun,
Well mounted, well armed, full eight hundred strong:
So loud they did cry for Napoleon, their King;
With three cheers from the fifteenth the vineyards did ring.
They formed themselves up, and the fight it began,
They thought they could frighten the brave Englishman:
With our glittering broadswords right at them we sped,
They turned threes about, and away they all fled.
We soon overtook them as frightened they fled,
Cut through the brass helmets they wore on their head;
'Have mercy, have mercy! ' So loud they did cry;
'Have mercy, you English, or else we must die! ,
'Mid the snow in the vineyards the French they lay dead:
Three hundred were taken, the rest of them fled.
Their Colonel, likewise, he was taken in the field;
'Twas the Fifteenth Hussars made those Frenchmen to yield.
The Spaniards turned out of the town of Sahagun
To welcome the Fifteenth, the 'King's Light Dragoons,'
With jugs full of wine, our thirst for to quench,
Crying, 'long live the English, and down with the French!
Lord Paget came to us, and thus he did say:
'I thank you, Fifteenth, for your valour this day;
Dismount now your horses and feed everyone,
For the battle is over and the fight it is won.'
The twenty-first of December, my boys, was the day
When three hundred 'Fifteenth' made those French run away,
Although they then numbered eight hundred or more.
We'll drink and well sing now the battle is o’er.
Here's health to Lord Paget, so endeth our stave,
Likewise Colonel Grant, and our Officers brave;
With a full flowing bowl now "we’ll drink and we’ll sing,
'Success to the Fifteenth; and 'God Save the King.'
Compuesta por uno de los húsares participantes en la batalla.
Para saber algo más sobre la Batalla de Sahagún, pulsar aquí o aquí
El Teniente Coronel Grant lanzó su famosa frase "Un Húsar nunca se cae de su caballo, cae con él" para animar a sus tropas durante la carga en esta batalla.
"Todo plan es perfecto hasta que se lleva a la práctica"-Helmut Von Moltke
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- General de Brigada
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- Registrado: 16 Dic 2006, 14:41
Destinado en Ferrol.
Lo que sigue no es un chiste. Es una "poesía" que circuló hace tiempo por la Armada y que he encontrado, entre mis papeles, por casualidad. No recuerdo quién la escribió pero si el motivo. El "literato" era un oficial de la Armada que natural de una soleada provincia española fue destinado, naturalmente forzoso, a Ferrol. Aquel año, como otros muchos, no dejó de llover y el oficial seguramente en un día festivo, de guardia en su barco y sin nada que hacer a las seis de la tarde, cogió un folio y mientras llovía a cántaros - no había parado desde septiembre del año anterior y estaba en mayo - alivió su estado de ánimo de esta manera:
Me cago coñ*, me cago
Me cago coñ*, me cago
en La Coruña, y en Vigo
Orense y Pontevedra
y en El Ferrol del Caudillo.
Me cago, coñ*, me cago
porque ese es el gusto mío
me cago en todo el paisaje
que dicen ser tan bonito.
En sus montañas y en sus pastos
en su lluvia y en su frío
en sus rías altas y bajas
y en toda clase de ríos
pues me defeco en el Sil
y hasta en su áureo Miño.
Me cago en todos sus llanos
sus patatas y su trigo
en sus centollas y sus vieiras
y más me cago en su vino.
Pero la cagada monstrua
en Ferrol la deposito
y esa cagada señores
les advierto no es un mito
pues me estaría cagando
desde un lunes a un domingo
y mucho más me cagaría
si en Ferrol quedara sitio
pues entonces lo haría
desde Septiembre hasta Julio
y en Agosto no me cago
porque me voy de permiso.
Me cago en su primavera
en su otoño y en su estío
y en su invierno
que es de lo más aburrido.
Me excremento en Mugardos
en Puentedeume y su río
en La Graña y en Serantes
en Jubia, Neda y Maniños
y demás alrededores
que tampoco los olvido
en el Campo de Batallones
y en estadio del Inferniño
en casa "La Rafaela"
"La Amancia" y "La Escardilla"
en el café del Comercio
y demás antros de vicio
y en todas, todas las putas
que existen y han existido
y en las demás casas
de putas donde he dormido
porque las puertas de acceso
de este cochino recinto
me las cierran a la una
como mandó Carlos V.
•
•
•
Mientras fumo, mientras bebo
cuando lloro o cuando río
cuando me acuesto o levanto
y hasta cuando estoy dormido
pues me despierto entre sueños
¡a la mierda yo te envío!
y te seguiré enviando
aunque cambie de destino.
Y cuando ya esté en la fosa
con un esfuerzo bravío
levantaré la losa
del sepulcro triste y frío
para lanzar a los vientos
este desgarrado grito
¡¡Ay Ferrol de los cojo***!!
Me cago en la calle Real
y por los siglos de los siglos
¡¡¡ en ti me cagaré cuando esté muerto
igual que me cagé cuando estaba vivo!!!
Nota: Una vez leido se pone de manifiesto que el "poeta" era muy mal hablado e, incluso, poco "fino". Pero lo que expresó claramente es que no estaba muy feliz en Ferrol.
Saludos
Me cago coñ*, me cago
Me cago coñ*, me cago
en La Coruña, y en Vigo
Orense y Pontevedra
y en El Ferrol del Caudillo.
Me cago, coñ*, me cago
porque ese es el gusto mío
me cago en todo el paisaje
que dicen ser tan bonito.
En sus montañas y en sus pastos
en su lluvia y en su frío
en sus rías altas y bajas
y en toda clase de ríos
pues me defeco en el Sil
y hasta en su áureo Miño.
Me cago en todos sus llanos
sus patatas y su trigo
en sus centollas y sus vieiras
y más me cago en su vino.
Pero la cagada monstrua
en Ferrol la deposito
y esa cagada señores
les advierto no es un mito
pues me estaría cagando
desde un lunes a un domingo
y mucho más me cagaría
si en Ferrol quedara sitio
pues entonces lo haría
desde Septiembre hasta Julio
y en Agosto no me cago
porque me voy de permiso.
Me cago en su primavera
en su otoño y en su estío
y en su invierno
que es de lo más aburrido.
Me excremento en Mugardos
en Puentedeume y su río
en La Graña y en Serantes
en Jubia, Neda y Maniños
y demás alrededores
que tampoco los olvido
en el Campo de Batallones
y en estadio del Inferniño
en casa "La Rafaela"
"La Amancia" y "La Escardilla"
en el café del Comercio
y demás antros de vicio
y en todas, todas las putas
que existen y han existido
y en las demás casas
de putas donde he dormido
porque las puertas de acceso
de este cochino recinto
me las cierran a la una
como mandó Carlos V.
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Mientras fumo, mientras bebo
cuando lloro o cuando río
cuando me acuesto o levanto
y hasta cuando estoy dormido
pues me despierto entre sueños
¡a la mierda yo te envío!
y te seguiré enviando
aunque cambie de destino.
Y cuando ya esté en la fosa
con un esfuerzo bravío
levantaré la losa
del sepulcro triste y frío
para lanzar a los vientos
este desgarrado grito
¡¡Ay Ferrol de los cojo***!!
Me cago en la calle Real
y por los siglos de los siglos
¡¡¡ en ti me cagaré cuando esté muerto
igual que me cagé cuando estaba vivo!!!
Nota: Una vez leido se pone de manifiesto que el "poeta" era muy mal hablado e, incluso, poco "fino". Pero lo que expresó claramente es que no estaba muy feliz en Ferrol.
Saludos
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- Ubicación: El Bierzo Alto, tierra celta.
Re: Anécdotas Militares
Jajajajaaaaa muy bueno amigo Afoces, pero que muy bueno.
Aún recuerdo cuando nuestro teniente de la compañía de transmisiones, el muy estimado "Malibrán" y mientras estábamos reunidos a causa de las fuertes nevadas en Huesca, nos hacía cantar una y otra vez el himno de ingenieros. En el momento que el capitán se largaba, colocaba a "un quinto" o recluta en la puerta para vigilar y empezábamos a entonar el,
"Síguete meneando querida Irene
Síguete meneando que ya me viene" ...
Ainss que buenos tiempos los pasados por un servidor en "la mili".
Saludos.
Aún recuerdo cuando nuestro teniente de la compañía de transmisiones, el muy estimado "Malibrán" y mientras estábamos reunidos a causa de las fuertes nevadas en Huesca, nos hacía cantar una y otra vez el himno de ingenieros. En el momento que el capitán se largaba, colocaba a "un quinto" o recluta en la puerta para vigilar y empezábamos a entonar el,
"Síguete meneando querida Irene
Síguete meneando que ya me viene" ...
Ainss que buenos tiempos los pasados por un servidor en "la mili".
Saludos.
Am Israel Jai !!!
Efshár lekabél séfel?.
Efshár lekabél séfel?.
-
- Recluta
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Re: Anécdotas Militares
Año 1969, Córdoba, Regimiento de Infantería Motorizable Lepanto nº II. Yo adscrito como Alferez de Complemento en prácticas en la Cía. de Servicios. El Regimiento está de maniobras en Extremadura y me quedo al mando de la Cia. en la base(Cuartel). En esos días se incorporan los reclutas que vienen del CIR. Primer día de instrucción de gimnasia. Salto del plinto. De pronto, uno de los reclutas se presenta y me pide que no le obligue a saltar. Individuo de origen rural, primera vez que sale de su pueblo( y feliz por ello). Físicamente muy desgarbado y sin ninguna coordinación. También con serias dificultades para expresarse. Intento tranquilizarle, le explico más o menos la técnica del salto y le digo que se fije en como lo hacen sus compañeros y que luego intente saltar él. Cuando le llega el turno, emprende una carrera desenfrenada, bate sobre el trampolín y salta sin apoyo de manos con lo que no consigue salvar toda la longitud del aparato. Cae sobre el pico del plinto y se da tal golpe en la rabadilla que cae al suelo sin conocimiento.Seminconsciente lo llevamos a la Cía, lo metemos en su litera. No es para explicar el susto que me llevé y la mala conciencia por haberle obligado a saltar. Afortunadamente se recuperó en poco tiempo, pero yo le rebajé de todo servicio y le prohibí levantarse de la litera hasta que llegara el capitán. Saludos a todos
-
- General de Brigada
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- Registrado: 16 Dic 2006, 14:41
EL APRESURADO
Un hombre entra en un bar, en un pueblecito cerca de San Sebastián, se dirige a la barra y pide un café. Cuando se lo están sirviendo, entra otro cliente bastante alterado que se le acerca, , y le dice: “Oye, Aitor, tu mujer está en tu casa con otro “.
El hombre deja el café y sale corriendo. Coge una bicicleta que estaba en la puerta del bar y se monta en ella. Aún no había dado ni dos pedaladas cuando se cae dándose un golpe morrocotudo que le deja sin sentido. Una ambulancia lo traslada al hospital donde recibe los cuidados convenientes. Cuando Aitor recupera el conocimiento el doctor le pregunta. “¿ Qué le pasó?”. A lo que el contusionado – con cara compungida - respondió: “ Pues me pasó, lo que me pasó, por apresurado, pues ni me llamo Aitor, ni estoy casado, ni se montar en bicicleta.”
Lo que antecede, naturalmente, es un chiste, pero no lo es lo que le sucedió a mi madre. Como consecuencia de un golpe, estuvo una época ingresada en el hospital. El doctor que la trató era el doctor señor Guerra. Al cabo de unos días, cuando el médico pasaba visita, mi madre, que había estado "groggy", le llamó "doctor Batalla" y el hombre muy educado no se dio por aludido. Así que le siguió llamando "doctor Batalla”, a pesar de las veces que la tratamos de corregir. Al ver al médico se ponía nerviosa y como Aitor siempre se apresuraba.
Una sonrisa
El hombre deja el café y sale corriendo. Coge una bicicleta que estaba en la puerta del bar y se monta en ella. Aún no había dado ni dos pedaladas cuando se cae dándose un golpe morrocotudo que le deja sin sentido. Una ambulancia lo traslada al hospital donde recibe los cuidados convenientes. Cuando Aitor recupera el conocimiento el doctor le pregunta. “¿ Qué le pasó?”. A lo que el contusionado – con cara compungida - respondió: “ Pues me pasó, lo que me pasó, por apresurado, pues ni me llamo Aitor, ni estoy casado, ni se montar en bicicleta.”
Lo que antecede, naturalmente, es un chiste, pero no lo es lo que le sucedió a mi madre. Como consecuencia de un golpe, estuvo una época ingresada en el hospital. El doctor que la trató era el doctor señor Guerra. Al cabo de unos días, cuando el médico pasaba visita, mi madre, que había estado "groggy", le llamó "doctor Batalla" y el hombre muy educado no se dio por aludido. Así que le siguió llamando "doctor Batalla”, a pesar de las veces que la tratamos de corregir. Al ver al médico se ponía nerviosa y como Aitor siempre se apresuraba.
Una sonrisa
-
- Sargento Primero
- Mensajes: 497
- Registrado: 20 May 2008, 19:27
Anécdotas Militares
Muy buenas todas las anécdotas, de verdad, ayudan a ver la otra cara de mili que es mucho más graciosa. Un saludo.
-
- General
- Mensajes: 31166
- Registrado: 03 Nov 2008, 11:08
Anécdotas Militares
Dentro de la vida militar...suele haber situaciones....en las cuales ni uno está preparado para lo que le ordenan...y resulta curiosa la capacidad de improvisación...sobre todo en unidades pequeñas...
Casi toda mi vida militar la pasé en el Polígono A/S Bardenas ...y a un caso muy cuioso voy a referirme...
Ejercicio Tormenta...del año...1994,,,creo recordar (para los neófitos...decir que el ejercicio tormenta es un ejercicio de fuego real donde se prueban tanto las capacidades de las unidades en su reacción ante conflictos-prevuelos, postvuelos, armado de bombas- hasta la propia pericia de los pilotos en estas situaciones---)
aquel, era el primer tormenta que se hacía...y hubo que ir cambiando cosas sobre la marcha...jejejej, pero ya la preparación tuvo su intríngulis...
Bardenas es una unidad pequeñita...con 15 o 16 suboficiales en aquella época...y, normalmente, a cada uno se le asignaban trabajos fuera de los suyos ....y el mío...fué el de recibir a los periodistas acreditados en una sala habilitada a tal efecto...es decir, yo sargento peludo..con un soldado de reemplazo todavía...con unas jarras de leche y café...y unos sobres con té , manzanilla y otras infusiones poniéndole buena cara al plumilla de turno...diciéndole que quería tomar...y haciendo un poco de relaciones públicas...
Todo fué bién...hasta que me encuentro a uno con pintas...curiosas...ahora...y fuera de Navarra les llaman perroflautas...yo, en Navarra y sabiendo de que iban les llamaba abertzales...sin más...
Entonces me fijo en su acreditación y era del Egin (el antecedente del gara)...obviamente...se me cayó un café con leche hirviendo...encima de sus ropas ..producto de mi sin igual torpeza.. ...El tío ya no siguió...se fue a su casa a cambiarse y, la verdad, no se si volvió al evento...
Antes, el día anterior...un compañero me había pedido un cambio de guardia por que el tenía que atender temas personales ese día...le digo que sí...y me encuentro la vispera del acto ...metido en una reunión con el jefe de la unidad, el jefe de seguridad...y 3 miembros de la guardia real más el ayudante de campo de S.A.R el Príncipe D. Felipe...que iba a presidir el acto....Tras un largo y tedioso (para mí, que no soy de seguridad) coñazo sobre quién iba a llevar la seguridad, como colocar al personal disponible, tipo de armamento que llevarían y similares....(en el cual , casi me duermo , lo reconozco)llegamos a la parte principal de la reunión...en la cual se me quitó el sueño echando pipas...
45 minutos se estuvo debatiendo si poner tortilla de patata en la copa de vino español..posterior al acto..y como hacerla...
y ustedes preguntarán...¿por que´? porque si se hacía en el polígono...cabía el riesgo que se quedasen algo blandas y en un picho que se tomase su alteza...poder manchar su uniforme...y claro eso estaba mal visto...
se imaginan el numerito?? 45 minutos...ni uno más ni uno menos...un t col jefe del polígono, un capitán jefe de seguridad...3 oficiales de la GR , un comandante ayudante de campo...y el que suscribe debatiendo tan interesante tema....obviamente yo no daba crédito a lo que estaba viviendo...pero real...como la vida misma...al final ...hubo tortilla de patatas...pero discúlpenme...con 26 añitos cuesta asimilar tan duros trabajos para la defensa nacional...
Pero ya el remate fué el ejercicio en si...sencillamente...ese día es un circo...igual que opino que los 3 o 4 que dura el ejercicio..si sirven para algo...el día de los jefes es un circo...y allí pasó de todo...
Una bronca espectacular entre el controlador (piloto) del ejercicio de tiro con un armero porque se dedicaban atirar armamento real (ametrallando) sobre blancos de tiro simulado... ..Luego tenía que entar el armero con un equipo de gente a recoger balas...y había temor a los rebotes...pués ni caso...la cosa acabó en sendos partes por escrito entre ambas partes...
Se había preparado antes del ejercicio en sí....un lanzamiento de paracaidistas de la EADA...pués bién...el que mande en esa parte los hizo saltar....medio km antes de su sitio...con lo cual cayeron en la zona de blancos...donde 2 minutos después...tenían que tirar los avos...gracias a un coche de bomberos que había preparado se entró en esa zona y se pudo recoger a los paracaidistas... justo con el tiempo para empezar a tirar
Y Ya, para colmo de males...había pasadita de la patrulla para acabar...2 aviones se quedaron atás...y fué curioso como les salió la formación donde sacan los colores de la bandera...
juró que todo eso pasó...
cordiales saludos
Casi toda mi vida militar la pasé en el Polígono A/S Bardenas ...y a un caso muy cuioso voy a referirme...
Ejercicio Tormenta...del año...1994,,,creo recordar (para los neófitos...decir que el ejercicio tormenta es un ejercicio de fuego real donde se prueban tanto las capacidades de las unidades en su reacción ante conflictos-prevuelos, postvuelos, armado de bombas- hasta la propia pericia de los pilotos en estas situaciones---)
aquel, era el primer tormenta que se hacía...y hubo que ir cambiando cosas sobre la marcha...jejejej, pero ya la preparación tuvo su intríngulis...
Bardenas es una unidad pequeñita...con 15 o 16 suboficiales en aquella época...y, normalmente, a cada uno se le asignaban trabajos fuera de los suyos ....y el mío...fué el de recibir a los periodistas acreditados en una sala habilitada a tal efecto...es decir, yo sargento peludo..con un soldado de reemplazo todavía...con unas jarras de leche y café...y unos sobres con té , manzanilla y otras infusiones poniéndole buena cara al plumilla de turno...diciéndole que quería tomar...y haciendo un poco de relaciones públicas...
Todo fué bién...hasta que me encuentro a uno con pintas...curiosas...ahora...y fuera de Navarra les llaman perroflautas...yo, en Navarra y sabiendo de que iban les llamaba abertzales...sin más...
Entonces me fijo en su acreditación y era del Egin (el antecedente del gara)...obviamente...se me cayó un café con leche hirviendo...encima de sus ropas ..producto de mi sin igual torpeza.. ...El tío ya no siguió...se fue a su casa a cambiarse y, la verdad, no se si volvió al evento...
Antes, el día anterior...un compañero me había pedido un cambio de guardia por que el tenía que atender temas personales ese día...le digo que sí...y me encuentro la vispera del acto ...metido en una reunión con el jefe de la unidad, el jefe de seguridad...y 3 miembros de la guardia real más el ayudante de campo de S.A.R el Príncipe D. Felipe...que iba a presidir el acto....Tras un largo y tedioso (para mí, que no soy de seguridad) coñazo sobre quién iba a llevar la seguridad, como colocar al personal disponible, tipo de armamento que llevarían y similares....(en el cual , casi me duermo , lo reconozco)llegamos a la parte principal de la reunión...en la cual se me quitó el sueño echando pipas...
45 minutos se estuvo debatiendo si poner tortilla de patata en la copa de vino español..posterior al acto..y como hacerla...
y ustedes preguntarán...¿por que´? porque si se hacía en el polígono...cabía el riesgo que se quedasen algo blandas y en un picho que se tomase su alteza...poder manchar su uniforme...y claro eso estaba mal visto...
se imaginan el numerito?? 45 minutos...ni uno más ni uno menos...un t col jefe del polígono, un capitán jefe de seguridad...3 oficiales de la GR , un comandante ayudante de campo...y el que suscribe debatiendo tan interesante tema....obviamente yo no daba crédito a lo que estaba viviendo...pero real...como la vida misma...al final ...hubo tortilla de patatas...pero discúlpenme...con 26 añitos cuesta asimilar tan duros trabajos para la defensa nacional...
Pero ya el remate fué el ejercicio en si...sencillamente...ese día es un circo...igual que opino que los 3 o 4 que dura el ejercicio..si sirven para algo...el día de los jefes es un circo...y allí pasó de todo...
Una bronca espectacular entre el controlador (piloto) del ejercicio de tiro con un armero porque se dedicaban atirar armamento real (ametrallando) sobre blancos de tiro simulado... ..Luego tenía que entar el armero con un equipo de gente a recoger balas...y había temor a los rebotes...pués ni caso...la cosa acabó en sendos partes por escrito entre ambas partes...
Se había preparado antes del ejercicio en sí....un lanzamiento de paracaidistas de la EADA...pués bién...el que mande en esa parte los hizo saltar....medio km antes de su sitio...con lo cual cayeron en la zona de blancos...donde 2 minutos después...tenían que tirar los avos...gracias a un coche de bomberos que había preparado se entró en esa zona y se pudo recoger a los paracaidistas... justo con el tiempo para empezar a tirar
Y Ya, para colmo de males...había pasadita de la patrulla para acabar...2 aviones se quedaron atás...y fué curioso como les salió la formación donde sacan los colores de la bandera...
juró que todo eso pasó...
cordiales saludos
simplemente, hola
-
- General de Brigada
- Mensajes: 5943
- Registrado: 16 Dic 2006, 14:41
Anécdotas Militares
No dispongo de todo el tiempo necesario para estar al día de lo publicado en el foro y, por eso, solo entro en algunos temas. Hoy después de algunos meses he entrado en este tema - por mí tan querido - y he disfrutado y aprendido mucho. La verdad es que la "mili" es una fuente de anécdotas que , además, ayudan a conocer costumbres o detalles del momento en que sucedieron.
Pues... gracias por contarlas.
Un saludo.
Pues... gracias por contarlas.
Un saludo.
-
- General de Brigada
- Mensajes: 5943
- Registrado: 16 Dic 2006, 14:41
¡¡Hombre al agua!!
Rafael M. y Jose G, alféreces de Infantería de marina,, fueron destinados como el resto de su promoción a San Fernando y como les gustaba el deporte pidieron permiso para utilizar el mejor gimasio existente en la zona: el del Cuartel de Instrucción de Marinería.
Un día cruzaban el patio del cuartel, para ir al gimnasio, cuando fueron detenidos por una voz procedente de un megáfono, del “puente de mando” que, de manera imperativa, les ordenaba: “Alféreces deténganse. ¡¡ Hombre al agua !!"
En el patio del cuartel estaba pintada la cubierta de un barco y el resto era... la mar. Y por allí, por la mar, transitaban los alféreces - ajenos al peligro que corrían y sin salvavidas - que al oír la orden se detuvieron, y allí permanecieron, hasta que fueron rescatados por el equipo de salvamento que les lanzó los salvavidas correspondientes.
Nota: En esas fechas mandaba el cuartel de instrucción de marinería el capitán de navío V., que aprovechaba cualquier situación para mejorar el adiestramiento con indudable éxito. Cuando estuve con el "Juan Sebastián Elcano" en Plymouth (Inglaterra) tuve la oportunidad de visitar, con otros miembros de la dotación, un colegio naval y, allí, nos hablaron del cuartel de marinería de San Fernando como modelo en Europa.
Saludos
Un día cruzaban el patio del cuartel, para ir al gimnasio, cuando fueron detenidos por una voz procedente de un megáfono, del “puente de mando” que, de manera imperativa, les ordenaba: “Alféreces deténganse. ¡¡ Hombre al agua !!"
En el patio del cuartel estaba pintada la cubierta de un barco y el resto era... la mar. Y por allí, por la mar, transitaban los alféreces - ajenos al peligro que corrían y sin salvavidas - que al oír la orden se detuvieron, y allí permanecieron, hasta que fueron rescatados por el equipo de salvamento que les lanzó los salvavidas correspondientes.
Nota: En esas fechas mandaba el cuartel de instrucción de marinería el capitán de navío V., que aprovechaba cualquier situación para mejorar el adiestramiento con indudable éxito. Cuando estuve con el "Juan Sebastián Elcano" en Plymouth (Inglaterra) tuve la oportunidad de visitar, con otros miembros de la dotación, un colegio naval y, allí, nos hablaron del cuartel de marinería de San Fernando como modelo en Europa.
Saludos
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