Relato. "1989. La Campaña del Golfo"
- wikingo
- Teniente Coronel
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Enhorabuena flanker te leido varias veces y espectacular, escribe una novela y yo te aseguro comprartela.
Por otro lado alarga la guerra un poquillo que sino nos pasa como en el Pacifico que pronto nos quedamos sin chicha.
Por otro lado alarga la guerra un poquillo que sino nos pasa como en el Pacifico que pronto nos quedamos sin chicha.
Nadie es más que nadie, porque, por mucho que valga un hombre,
nunca tendrá valor más alto que el valor de ser hombre.
Así habla Castilla, un pueblo de señores,
que siempre ha despreciado al señorito
Antonio Machado.
nunca tendrá valor más alto que el valor de ser hombre.
Así habla Castilla, un pueblo de señores,
que siempre ha despreciado al señorito
Antonio Machado.
- flanker33
- Teniente Coronel
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- Registrado: 18 Jun 2005, 12:02
Hola Wikingo, me alegro que te guste.
Este relato va a durar más que las dos semanas de la 2ª Batalla del Pacífico en tiempo del relato, en tiempo real, espero que no llegue a los 8 meses de aquel.
Saludos.
Este relato va a durar más que las dos semanas de la 2ª Batalla del Pacífico en tiempo del relato, en tiempo real, espero que no llegue a los 8 meses de aquel.
Saludos.
"Si usted no tiene libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor" - José Luís Sampedro
- flanker33
- Teniente Coronel
- Mensajes: 2238
- Registrado: 18 Jun 2005, 12:02
30 de junio
El calor era asfixiante al mediodía, y tan solo los potentes equipos de aire acondicionado de aquella pequeña sala de conferencias lograban paliar en parte aquel agobio.
Cuando se detenía a pensar, su vida parecía de locos. Hacía tan solo siete horas estaba deambulando por el desierto en busca de lanzaderas de misiles Scud, que los iraquíes estaban lanzando sobre Arabia Saudí, con grave peligro para su vida y la de sus hombres, y ahora se encontraba recién duchado, afeitado y con su mejor uniforme en un edificio que el MI6 tenía en Riad para una entrevista con algún pez gordo del servicio secreto. Y debía de ser bien gordo para que hubiera logrado que lo reemplazaran por otro oficial en medio de una misión.
Se abrió la puerta y entraron dos hombres vestidos de manera informal, uno de mediana edad y otro algo mayor. MacCardy, aun sin saber sus rangos, se puso de pie y se cuadro instintivamente. El más joven le invitó a sentarse de nuevo y se presentó mientras tomaban asiento.
-Teniente MacCardy, me alegro de conocerle. He oído hablar mucho de usted. Soy el mayor Sinclair y mi amigo es el señor Scott, y si no le molesta tenemos algunas preguntas que hacerle.
-Por supuesto que no. ¿Si les puedo ayudar en algo?
“Claro que me molesta que los espías me interroguen, pero como si pudiera hacer algo” pensó.
-Bien, bien. Pues como veo que ya le han ofrecido algo de beber – dijo indicando al vaso de agua que tenía sobre la mesa - vayamos al grano.
Sacó unas fotos de una carpeta que traía con él, y se la pasó a MacCardy.
-¿Le conoce?
Tuvo que hacer algo de memoria, pero pronto lo reconoció.
-Está algo cambiado, pero diría que se trata de un soldado saudí al que entrené en Hereford y aquí hace unos años. Creo que se llamaba Azizi. Waleed Azizi si no recuerdo mal.
-Exacto, veo que tiene buena memoria. Estas fotos fueron tomadas hace unos días en Río de Janeiro por un equipo de nuestros colegas americanos que vigilaban a sus homólogos rusos en el país. Alguien nuevo del KGB llegó a la ciudad y se reunió con nuestro amigo Waleed un par de veces.
“¿Azizi con el KGB? Vaya, nunca lo hubiera dicho” pensó MacCardy, pero aguardó a que Sinclair continuara.
-Esta información nos la pasaron nuestros colegas americanos a instancias de los saudíes. Estos parece ser que se pusieron bastante nerviosos al tener noticia de ese encuentro, y han pedido la colaboración de los servicios de inteligencia occidentales y latinoamericanos para detener a este individuo. Lo consideran un terrorista extremadamente peligroso, que podría tener algún resentimiento contra el gobierno de su país y temen que pudiese realizar alguna acción aprovechando la situación bélica en la zona. ¿Qué le parece todo esto teniente? ¿Tiene usted alguna información interesante sobre el tal Azizi?
-Si quieren que sea sincero, la verdad es que me sorprende que un soldado como Azizi se convierta en un terrorista, pero la verdad es que tampoco lo conocí demasiado bien.
-¿Cuál fue su relación exactamente?
MacCardy no quiso entrar a pensar que buscaban aquellas palabras, así que fue directo.
-Hace unos años, él y otros soldados saudíes vinieron a Hereford para recibir un curso de entrenamiento de seis meses.
-¿De que era el curso impartido concretamente?
“De ganchillo, no te jode”
-Nivel introductorio y medio de operaciones especiales.
Sinclair lo anotó en un block y le indicó que prosiguiera.
-Yo era uno de los profesores del curso, y a Azizi lo recuerdo como el mejor de aquel curso. Era fuerte, rápido, intuitivo, aprendía rápido y sobre todo, era muy disciplinado, por eso me extraña que se haya pasado al otro lado.
-Siga por favor.
-Al principio, los alumnos eran bastante reservados, como suele ocurrir con los nacionales de aquel país cuando salen al extranjero por primera vez y sus mandos no les quitan ojo de encima para que no se metan en ningún lío ni pongan en entredicho la reputación de su ejército ni la de su país. Pero en las últimas semanas del curso, cuando ya iban cogiendo algo de confianza, algunos de ellos comenzaron a salir de la base más frecuentemente y coincidimos alguna vez en algún pub. Recuerdo haber tomado algunas cervezas con Azizi, quizás dos o tres veces, aunque él no bebía alcohol y se decantaba por el té. Parecía un tipo decente. Finalmente se graduaron y volvieron a su país.
-¿De que hablaron cuando coincidieron fuera de la base?
-No lo recuerdo con exactitud, cosas banales supongo. Las diferencias entre su país y el nuestro, de la comida, del tiempo o creo que incluso de temas más profesionales como por ejemplo de cómo se hacían las cosas en un ejército y en otro.
-¿Manifestó alguna vez tendencias políticas?
-No que yo recuerde. Parecía estar orgulloso de su país y de su ejército, y también de su carrera. Parecía que aquello le gustaba y estaba complacido de estar preparándose para un nuevo destino.
-¿Era muy religioso?
-Me pareció que lo normal en su país, pero no le pregunté nunca. No debemos hacerlo.
-¿Inclinaciones sexuales?
-Tampoco se lo pregunté nunca, pero no demostró “apetitos” mientras estuvo con nosotros, ni en un sentido ni en otro.
-¿Le pareció que podía tener deudas o problemas económicos?
Estaba claro que intentaban buscar un punto débil en Azizi que el KGB hubiera podido explotar, pero aquello comenzaba a cansarle.
-No hasta donde yo se, que es más bien poco, como les dije al principio.
-No crea teniente. Todo esto es muy interesante.
“Si tu lo dices”
Sinclair miró a su compañero y prosiguió el interrogatorio.
-Tengo entendido que volvieron a coincidir un tiempo después.
-Efectivamente. Yo ya estaba destinado en Oriente Medio cuando recibí instrucciones de impartir unas clases de protección y escolta de personalidades a miembros de las fuerzas especiales saudíes.
-¿Y?
-Pues creo que fue un mes o algo más. Esta vez eran menos alumnos, y entre el profesorado había algunos instructores privados norteamericanos. Yo impartí varias clases de conducción ofensiva-defensiva.
-¿Y Azizi?
-Pues nos saludamos. El fue el primero en reconocerme y hablar conmigo. Me dijo que había aprendido mucho de mis clases en Inglaterra y que me estaba agradecido por aquello.
-¿Qué impresión le dio?
-Habían pasado unos años y parecía más maduro y seguro de si mismo. Lo normal cuando se trabaja en estos cuerpos, aunque si…
-¿Si?
-Pues si me pareció algo más cínico, menos inocente. Pero hablaba con ilusión de su futuro y de su nuevo trabajo, e incluso me llegó a insinuar que podía llegar a ocupar un puesto en la escolta de una persona muy importante de su país.
-Y todas las personas muy importantes que precisan escolta en este país son miembros de la familia real.
-Eso entendí yo también. Pero no me dijo nada más al respecto.
-Nuestros informes no dicen nada al respecto, pero ¿cree usted que fue Azizi actuó en operaciones reales?
-Estoy casi convencido. O al menos, como les he dicho, ya no tenía la inocencia de una persona que no ha matado nunca a otro ser humano. Se que no es muy científico, pero mi intuición me decía que así era.
-Por lo que nos ha dicho, entiendo que era bastante bueno en lo suyo.
-Seguramente, y aunque nunca lo vi en acción más allá de los entrenamientos, como les comenté al principio, era un tipo que creo sinceramente que valía para este trabajo.
-Entonces, teniente MacCardy, ¿no es capaz de aventurar una hipótesis de por que se puede haber convertido en un terrorista el señor Azizi?
-Así de pronto no se me ocurre ninguna. Si dice usted que los saudíes han dicho que puede estar resentido contra el gobierno, es decir la familia real, y él esperaba que lo destinaran a un puesto importante en la escolta de alguno de sus miembros importantes, a lo mejor sus expectativas no se vieron cumplidas y eso creo un cierto resentimiento, pero me parece excesivo el que se haya vuelto de los malos solo por eso. Creo que habría que investigar sus destinos como guardaespaldas y a lo mejor sale algo de ahí.
-Interesante, gracias por su esfuerzo – dijo el mayor con cierto tono de superioridad.
“Encima que te hago el trabajo, manda cojo***”
El mayor Sinclair se levantó de la silla y se puso a pasear por la sala. Volvió a mirar a su compañero y dijo:
-Señor Scott.
El hombre mayor sacó a su vez más fotos de otra carpeta y se las mostró a MacCardy.
-Este es Azizi en Jartum – dijo el señor Scott – se aloja en un hotel a la afueras de la ciudad. Los americanos nos dijeron que había salido con destino Argelia, pero allí no se pudo establecer contacto, por lo que se emitió una alerta interna en varios países, incluyendo especialmente Oriente Medio. Estas fotos fueron tomadas por nuestros hombres en Sudán hace dos días, a su llegada al aeropuerto. Viaja con la identidad de un profesor argelino de arqueología, un tal señor Hamza. Establecimos una discreta vigilancia para tenerlo controlado.
MacCardy miró la foto detenidamente. Estaba bien caracterizado, pero definitivamente era él.
-¿Saben los saudíes que está tan cerca?
-Si. Les avisamos ayer. Y se han movido con rapidez. Anoche prepararon un equipo y lo enviaron esta mañana en un vuelo regular, pero han tenido mala suerte. El vuelo ha tenido que volver a Riad.
-¿Por qué?
-¿Todavía no se ha enterado de lo de Sudan?
El teniente negó con la cabeza.
“No, acabo de volver del desierto y he tenido el tiempo justo de adecentarme para presentarme aquí, así que no he podido leer el periódico mientras tomaba el té”
-Hoy ha habido un golpe de estado, y han decretado la ley marcial, cerrando los aeropuertos y sacando las tropas a la calle.
-Y eso también nos ha jodido a nosotros – intervino Sinclair – esta mañana, nuestro hombre salió a la calle y fue recogido por otro individuo en un todo terreno. Nuestros chicos le siguieron desplazándose hacia el sur, pero fueron detenidos por un control militar y se les escapó. Hemos perdido el rastro hace tres horas.
MacCardy pensó que efectivamente, los saudíes estaban nerviosos, y los espías ingleses no les debían de ir a la zaga. Querían saber que se cocía tras todo aquello y parecía que el gobierno británico también estaba muy interesado en averiguarlo, posiblemente la primera ministra habría recibido una solicitud directa de algún alto miembro de la realeza saudí, y trataba de mantener las estrechas relaciones con el reino saudí al mejor nivel posible. Así que aquella presión política y el andar medio a ciegas les ponía de los nervios, MacCardy había aprendido a notar aquellas cosas en los años que llevaba trabajando con ellos.
Aguardó en silencio unos minutos mientras ambos hombres recogían las fotos y se preparaban para dar por concluida la reunión.
-Teniente MacCardy – comenzó a hablar Sinclair – muchas gracias por su ayuda y su tiempo. A sido muy interesante conocer su opinión.
MacCardy asintió.
-Ah, una cosa más – dijo el mayor como si la dijera de pasada, y le pasó una hoja – acaba de ser usted transferido a mi mando. Quiero que reúna un pequeño equipo de tres o cuatro hombres de entre su equipo habitual y se presente esta noche a las veinte horas en este mismo edificio, las ordenes ya están cursadas...vamos a ir a la caza de Azizi.
Acto seguido cerraron la puerta y desaparecieron. MacCardy se quedó un tanto perplejo, pero de algún modo se lo esperaba. Supuso que él era el hombre que tenían más a mano que conociera a Azizi y que tuviera el entrenamiento adecuado como para buscarlo y enfrentarse a él. Abandonó el edificio y se montó en el vehículo que lo había traído. Lo llevo a una base americana a las afueras de la ciudad, donde los ingleses tenían su pequeño rinconcito. Tras acomodarse con el escaso equipaje que había traído, acudió a llamar por teléfono a la sala de comunicaciones. Por suerte Horrocks no estaba desplegado y ya era hora que alguien lo sacase de sus “vacaciones” en Dhahran.
El calor era asfixiante al mediodía, y tan solo los potentes equipos de aire acondicionado de aquella pequeña sala de conferencias lograban paliar en parte aquel agobio.
Cuando se detenía a pensar, su vida parecía de locos. Hacía tan solo siete horas estaba deambulando por el desierto en busca de lanzaderas de misiles Scud, que los iraquíes estaban lanzando sobre Arabia Saudí, con grave peligro para su vida y la de sus hombres, y ahora se encontraba recién duchado, afeitado y con su mejor uniforme en un edificio que el MI6 tenía en Riad para una entrevista con algún pez gordo del servicio secreto. Y debía de ser bien gordo para que hubiera logrado que lo reemplazaran por otro oficial en medio de una misión.
Se abrió la puerta y entraron dos hombres vestidos de manera informal, uno de mediana edad y otro algo mayor. MacCardy, aun sin saber sus rangos, se puso de pie y se cuadro instintivamente. El más joven le invitó a sentarse de nuevo y se presentó mientras tomaban asiento.
-Teniente MacCardy, me alegro de conocerle. He oído hablar mucho de usted. Soy el mayor Sinclair y mi amigo es el señor Scott, y si no le molesta tenemos algunas preguntas que hacerle.
-Por supuesto que no. ¿Si les puedo ayudar en algo?
“Claro que me molesta que los espías me interroguen, pero como si pudiera hacer algo” pensó.
-Bien, bien. Pues como veo que ya le han ofrecido algo de beber – dijo indicando al vaso de agua que tenía sobre la mesa - vayamos al grano.
Sacó unas fotos de una carpeta que traía con él, y se la pasó a MacCardy.
-¿Le conoce?
Tuvo que hacer algo de memoria, pero pronto lo reconoció.
-Está algo cambiado, pero diría que se trata de un soldado saudí al que entrené en Hereford y aquí hace unos años. Creo que se llamaba Azizi. Waleed Azizi si no recuerdo mal.
-Exacto, veo que tiene buena memoria. Estas fotos fueron tomadas hace unos días en Río de Janeiro por un equipo de nuestros colegas americanos que vigilaban a sus homólogos rusos en el país. Alguien nuevo del KGB llegó a la ciudad y se reunió con nuestro amigo Waleed un par de veces.
“¿Azizi con el KGB? Vaya, nunca lo hubiera dicho” pensó MacCardy, pero aguardó a que Sinclair continuara.
-Esta información nos la pasaron nuestros colegas americanos a instancias de los saudíes. Estos parece ser que se pusieron bastante nerviosos al tener noticia de ese encuentro, y han pedido la colaboración de los servicios de inteligencia occidentales y latinoamericanos para detener a este individuo. Lo consideran un terrorista extremadamente peligroso, que podría tener algún resentimiento contra el gobierno de su país y temen que pudiese realizar alguna acción aprovechando la situación bélica en la zona. ¿Qué le parece todo esto teniente? ¿Tiene usted alguna información interesante sobre el tal Azizi?
-Si quieren que sea sincero, la verdad es que me sorprende que un soldado como Azizi se convierta en un terrorista, pero la verdad es que tampoco lo conocí demasiado bien.
-¿Cuál fue su relación exactamente?
MacCardy no quiso entrar a pensar que buscaban aquellas palabras, así que fue directo.
-Hace unos años, él y otros soldados saudíes vinieron a Hereford para recibir un curso de entrenamiento de seis meses.
-¿De que era el curso impartido concretamente?
“De ganchillo, no te jode”
-Nivel introductorio y medio de operaciones especiales.
Sinclair lo anotó en un block y le indicó que prosiguiera.
-Yo era uno de los profesores del curso, y a Azizi lo recuerdo como el mejor de aquel curso. Era fuerte, rápido, intuitivo, aprendía rápido y sobre todo, era muy disciplinado, por eso me extraña que se haya pasado al otro lado.
-Siga por favor.
-Al principio, los alumnos eran bastante reservados, como suele ocurrir con los nacionales de aquel país cuando salen al extranjero por primera vez y sus mandos no les quitan ojo de encima para que no se metan en ningún lío ni pongan en entredicho la reputación de su ejército ni la de su país. Pero en las últimas semanas del curso, cuando ya iban cogiendo algo de confianza, algunos de ellos comenzaron a salir de la base más frecuentemente y coincidimos alguna vez en algún pub. Recuerdo haber tomado algunas cervezas con Azizi, quizás dos o tres veces, aunque él no bebía alcohol y se decantaba por el té. Parecía un tipo decente. Finalmente se graduaron y volvieron a su país.
-¿De que hablaron cuando coincidieron fuera de la base?
-No lo recuerdo con exactitud, cosas banales supongo. Las diferencias entre su país y el nuestro, de la comida, del tiempo o creo que incluso de temas más profesionales como por ejemplo de cómo se hacían las cosas en un ejército y en otro.
-¿Manifestó alguna vez tendencias políticas?
-No que yo recuerde. Parecía estar orgulloso de su país y de su ejército, y también de su carrera. Parecía que aquello le gustaba y estaba complacido de estar preparándose para un nuevo destino.
-¿Era muy religioso?
-Me pareció que lo normal en su país, pero no le pregunté nunca. No debemos hacerlo.
-¿Inclinaciones sexuales?
-Tampoco se lo pregunté nunca, pero no demostró “apetitos” mientras estuvo con nosotros, ni en un sentido ni en otro.
-¿Le pareció que podía tener deudas o problemas económicos?
Estaba claro que intentaban buscar un punto débil en Azizi que el KGB hubiera podido explotar, pero aquello comenzaba a cansarle.
-No hasta donde yo se, que es más bien poco, como les dije al principio.
-No crea teniente. Todo esto es muy interesante.
“Si tu lo dices”
Sinclair miró a su compañero y prosiguió el interrogatorio.
-Tengo entendido que volvieron a coincidir un tiempo después.
-Efectivamente. Yo ya estaba destinado en Oriente Medio cuando recibí instrucciones de impartir unas clases de protección y escolta de personalidades a miembros de las fuerzas especiales saudíes.
-¿Y?
-Pues creo que fue un mes o algo más. Esta vez eran menos alumnos, y entre el profesorado había algunos instructores privados norteamericanos. Yo impartí varias clases de conducción ofensiva-defensiva.
-¿Y Azizi?
-Pues nos saludamos. El fue el primero en reconocerme y hablar conmigo. Me dijo que había aprendido mucho de mis clases en Inglaterra y que me estaba agradecido por aquello.
-¿Qué impresión le dio?
-Habían pasado unos años y parecía más maduro y seguro de si mismo. Lo normal cuando se trabaja en estos cuerpos, aunque si…
-¿Si?
-Pues si me pareció algo más cínico, menos inocente. Pero hablaba con ilusión de su futuro y de su nuevo trabajo, e incluso me llegó a insinuar que podía llegar a ocupar un puesto en la escolta de una persona muy importante de su país.
-Y todas las personas muy importantes que precisan escolta en este país son miembros de la familia real.
-Eso entendí yo también. Pero no me dijo nada más al respecto.
-Nuestros informes no dicen nada al respecto, pero ¿cree usted que fue Azizi actuó en operaciones reales?
-Estoy casi convencido. O al menos, como les he dicho, ya no tenía la inocencia de una persona que no ha matado nunca a otro ser humano. Se que no es muy científico, pero mi intuición me decía que así era.
-Por lo que nos ha dicho, entiendo que era bastante bueno en lo suyo.
-Seguramente, y aunque nunca lo vi en acción más allá de los entrenamientos, como les comenté al principio, era un tipo que creo sinceramente que valía para este trabajo.
-Entonces, teniente MacCardy, ¿no es capaz de aventurar una hipótesis de por que se puede haber convertido en un terrorista el señor Azizi?
-Así de pronto no se me ocurre ninguna. Si dice usted que los saudíes han dicho que puede estar resentido contra el gobierno, es decir la familia real, y él esperaba que lo destinaran a un puesto importante en la escolta de alguno de sus miembros importantes, a lo mejor sus expectativas no se vieron cumplidas y eso creo un cierto resentimiento, pero me parece excesivo el que se haya vuelto de los malos solo por eso. Creo que habría que investigar sus destinos como guardaespaldas y a lo mejor sale algo de ahí.
-Interesante, gracias por su esfuerzo – dijo el mayor con cierto tono de superioridad.
“Encima que te hago el trabajo, manda cojo***”
El mayor Sinclair se levantó de la silla y se puso a pasear por la sala. Volvió a mirar a su compañero y dijo:
-Señor Scott.
El hombre mayor sacó a su vez más fotos de otra carpeta y se las mostró a MacCardy.
-Este es Azizi en Jartum – dijo el señor Scott – se aloja en un hotel a la afueras de la ciudad. Los americanos nos dijeron que había salido con destino Argelia, pero allí no se pudo establecer contacto, por lo que se emitió una alerta interna en varios países, incluyendo especialmente Oriente Medio. Estas fotos fueron tomadas por nuestros hombres en Sudán hace dos días, a su llegada al aeropuerto. Viaja con la identidad de un profesor argelino de arqueología, un tal señor Hamza. Establecimos una discreta vigilancia para tenerlo controlado.
MacCardy miró la foto detenidamente. Estaba bien caracterizado, pero definitivamente era él.
-¿Saben los saudíes que está tan cerca?
-Si. Les avisamos ayer. Y se han movido con rapidez. Anoche prepararon un equipo y lo enviaron esta mañana en un vuelo regular, pero han tenido mala suerte. El vuelo ha tenido que volver a Riad.
-¿Por qué?
-¿Todavía no se ha enterado de lo de Sudan?
El teniente negó con la cabeza.
“No, acabo de volver del desierto y he tenido el tiempo justo de adecentarme para presentarme aquí, así que no he podido leer el periódico mientras tomaba el té”
-Hoy ha habido un golpe de estado, y han decretado la ley marcial, cerrando los aeropuertos y sacando las tropas a la calle.
-Y eso también nos ha jodido a nosotros – intervino Sinclair – esta mañana, nuestro hombre salió a la calle y fue recogido por otro individuo en un todo terreno. Nuestros chicos le siguieron desplazándose hacia el sur, pero fueron detenidos por un control militar y se les escapó. Hemos perdido el rastro hace tres horas.
MacCardy pensó que efectivamente, los saudíes estaban nerviosos, y los espías ingleses no les debían de ir a la zaga. Querían saber que se cocía tras todo aquello y parecía que el gobierno británico también estaba muy interesado en averiguarlo, posiblemente la primera ministra habría recibido una solicitud directa de algún alto miembro de la realeza saudí, y trataba de mantener las estrechas relaciones con el reino saudí al mejor nivel posible. Así que aquella presión política y el andar medio a ciegas les ponía de los nervios, MacCardy había aprendido a notar aquellas cosas en los años que llevaba trabajando con ellos.
Aguardó en silencio unos minutos mientras ambos hombres recogían las fotos y se preparaban para dar por concluida la reunión.
-Teniente MacCardy – comenzó a hablar Sinclair – muchas gracias por su ayuda y su tiempo. A sido muy interesante conocer su opinión.
MacCardy asintió.
-Ah, una cosa más – dijo el mayor como si la dijera de pasada, y le pasó una hoja – acaba de ser usted transferido a mi mando. Quiero que reúna un pequeño equipo de tres o cuatro hombres de entre su equipo habitual y se presente esta noche a las veinte horas en este mismo edificio, las ordenes ya están cursadas...vamos a ir a la caza de Azizi.
Acto seguido cerraron la puerta y desaparecieron. MacCardy se quedó un tanto perplejo, pero de algún modo se lo esperaba. Supuso que él era el hombre que tenían más a mano que conociera a Azizi y que tuviera el entrenamiento adecuado como para buscarlo y enfrentarse a él. Abandonó el edificio y se montó en el vehículo que lo había traído. Lo llevo a una base americana a las afueras de la ciudad, donde los ingleses tenían su pequeño rinconcito. Tras acomodarse con el escaso equipaje que había traído, acudió a llamar por teléfono a la sala de comunicaciones. Por suerte Horrocks no estaba desplegado y ya era hora que alguien lo sacase de sus “vacaciones” en Dhahran.
"Si usted no tiene libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor" - José Luís Sampedro
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- flanker33
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Hola depreyautja,
En el caso de Egipto, ya es un aliado beligerante contra la URSS. Creo que puse en uno de los capítulos, cuando el oficial de inteligencia americano hacía repaso de las unidades presentes en A. Saudí, a las dos divisiones pesadas egipcias, y por supuesto, tras el minado del canal de Suez, el ataque al puerto de Port Said y las operaciones aeronavales soviéticas en el mediterráneo oriental, sus fuerzas aéreas y navales operan de manera conjunta con la americanas. Tengo que hacer un capitulillo de actualización de la situación en las zonas periféricas del conflicto.
Jordanía, Etiopía y Yemen del Sur en principio se mantendrán neutrales (tengo que escribir algo más explicando todo esto).
Israel y Siria, en principio no tienen demasiado protagonismo, por dos factores, uno es que me quería centrar en la invasión del Golfo y las operaciones allí, y el otro es que si me lío y amplio el marco, no voy a tener mucho tiempo y esto se va a alargar más todavía. Además, en un futuro, también me gustaría hacer un flanco sur de la OTAN-PdV ´89 y habría varias cosas que serían muy parecidas y por eso también he optado por no desarrollar mucho esa parte en este relato.
También pensé que Siria, enemiga de Irak, no se uniría a su ofensiva, y aunque había pensado en la posibilidad de enviar aviones soviéticos allí para molestar a la US Navy, seguramente llevaría aparejada una reacción de Israel, y ya la tendría montada, así que como le voy a dar un perfil bajo a la lucha en el mediterráneo oriental y en Turquía, he preferido no liarme y dejarlo para otra ocasión.
De todas formas, Israel aparecerá en los últimos capítulos, y de forma bastante contundente.
En el caso de Egipto, ya es un aliado beligerante contra la URSS. Creo que puse en uno de los capítulos, cuando el oficial de inteligencia americano hacía repaso de las unidades presentes en A. Saudí, a las dos divisiones pesadas egipcias, y por supuesto, tras el minado del canal de Suez, el ataque al puerto de Port Said y las operaciones aeronavales soviéticas en el mediterráneo oriental, sus fuerzas aéreas y navales operan de manera conjunta con la americanas. Tengo que hacer un capitulillo de actualización de la situación en las zonas periféricas del conflicto.
Jordanía, Etiopía y Yemen del Sur en principio se mantendrán neutrales (tengo que escribir algo más explicando todo esto).
Israel y Siria, en principio no tienen demasiado protagonismo, por dos factores, uno es que me quería centrar en la invasión del Golfo y las operaciones allí, y el otro es que si me lío y amplio el marco, no voy a tener mucho tiempo y esto se va a alargar más todavía. Además, en un futuro, también me gustaría hacer un flanco sur de la OTAN-PdV ´89 y habría varias cosas que serían muy parecidas y por eso también he optado por no desarrollar mucho esa parte en este relato.
También pensé que Siria, enemiga de Irak, no se uniría a su ofensiva, y aunque había pensado en la posibilidad de enviar aviones soviéticos allí para molestar a la US Navy, seguramente llevaría aparejada una reacción de Israel, y ya la tendría montada, así que como le voy a dar un perfil bajo a la lucha en el mediterráneo oriental y en Turquía, he preferido no liarme y dejarlo para otra ocasión.
De todas formas, Israel aparecerá en los últimos capítulos, y de forma bastante contundente.
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- flanker33
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4 de julio
“Por fin se lo terminé. Vaya manera de comenzar el 4 de julio” pensaba el coronel Peabody mientras abría la petaca de bourbon y le daba un pequeño trago. En su mesa estaba el informe manuscrito que había preparado a toda prisa para el Contralmirante McConnell sobre las operaciones que habían mantenido en vilo al alto mando y a la opinión pública estadounidense en los últimos días, pero antes de entregarselo al escribiente para que lo transcribiera y fuese transmitido, pensó en darle un último repaso para asegurarse que todo estaba en orden.
“Informe preliminar sobre las operaciones de combate del 1 al 3 de julio de 1989 en el Área de Responsabilidad del Mando Central.
– Despliegue y valoración de nuestras fuerzas y la de nuestros aliados el 1 de julio -
En los días previos al 1 de julio, y tras la invasión de Kuwait y los combates iniciales contra las tropas iraquíes, nuestras fuerzas terrestres recibieron el refuerzo de dos brigadas pesadas, la 1ª Brigada de la 24º DI y la 197ª de Infantería Mecanizada. Esta última fue desviada de su misión REFORGER en Alemania para afianzar nuestras opciones en el Golfo y traerla a tiempo ha supuesto un grandioso esfuerzo de nuestras unidades de transporte y logística, adelantándose dos días, pese a las acciones rusas en el Canal de Suez, a su tiempo estimado de llegada, y fue destinada a completar la 24º DI mientras espera la llegada de su brigada “round-up”. Ambas unidades se vieron afectadas por el cierre de tres días del Canal de Suez al inicio de las operaciones, y ante el peligro que suponía el cruce del Canal, se optó por descargar los buques que las transportaban en Alejandría, y enviarlas, mediante trenes y por carretera a la ciudad de Suez, donde otros buques de nuestra armada que estaban de regreso apoyados por buques de naciones aliadas, las llevaron hacia Jeddah y otras ciudades costeras saudíes en el Mar Rojo, para desde allí desplazarse al Teatro de Operaciones. Parecido camino siguió los restos del contingente francés que fue atacado el primer día en el mar. La otra de las formaciones mayores que llegó antes del inicio de los combates fue la 1ª MEB de los Marines, que junto con la 7ª MEB y algunas tropas de divisionarias de apoyo, han formado la 1ª División de Marines.
La brigada mecanizada francesa, algo disminuida, fue puesta en reserva del flanco izquierdo de nuestro dispositivo terrestre, junto a la Brigada de las Consejo de Cooperación del Golfo (BCCG), tras las brigadas pesadas saudíes que se han desplazado al oeste. La 1º Brigada de infantería británica, con sus tanques Chieftain y sus APC fueron puestos a retaguardia del II Cuerpo egipcio, en la parte central de nuestro frente defensivo. Finalmente, en el flanco derecho y cerca de la costa, se desplegaron nuestras fuerzas. A la izquierda, en contacto con los egipcios, se encontraba la 101ª, a su derecha, la 24º y en el extremo oriental y apoyando su flanco en la costa, la 1º de Marines. La reserva del XVIII Cuerpo era la 82ª y las brigadas de Marines y paracaidistas saudíes, mientras que los paracaidistas franceses y británicos apoyarían a sus respectivos contingentes nacionales en sus sectores.
Todas las unidades estaban listas para operar en la mañana del día 1 de julio.
El despliegue aéreo se había completado hacía días, e incluía 2 escuadrones de F-15, 2 de F-16, 1 de F-4G y otro de F-111 de la USAF. La Guardia Aérea Nacional aportaba un escuadrón de A-10, otro de F-4E y un último de A-7. Apoyados todos ellos por 2 escuadrones de F-18 y uno de Harrier de los Marines. Los portaaviones desplegados en el Indico y en el Mar Rojo aportaban 6 escuadrones de F-14, 4 de F-18 y 5 de A-6 además de algunos valiosos AWACS y aparatos de guerra electrónica.
Nuestros aviadores lo estaban haciendo bastante bien hasta el momento, y las bajas, tanto en aparatos como en personal estaban siendo suplidas a un ritmo adecuado para no perder capacidad operativa.
Las fuerzas navales principales incluían a la TF.50.2 desplegada en el Mar Rojo y centrada en el Grupo de Batalla del Roosvelt, y la TF.50.1 cuyas fuerzas eran los Grupos de Batalla de los portaaviones America y Ranger y operaban desde el Mar Arábigo. Además estaba el componente submarino, con los 6 submarinos de ataque que protegían a los Grupos de Batalla, y otros más que patrullaban por el Golfo de Aden (1), en las cercanías de Diego García (1), en el Mar Arábigo (2) y siguiendo los pasos de la flota soviética en el Indico (4).
– Despliegue y valoración de las fuerzas enemigas el día 1 de julio -
Después de la invasión de Kuwait, el Ejército iraquí destinó allí y al sur de su país a la mitad de su Ejército. Ocho divisiones de infantería tomaron posiciones defensivas en la frontera entre kuwait y Arabia Saudí, y cuatro más extendieron el frente hasta unos 80 kilómetros a lo largo de la frontera de Irak, con varias divisiones pesadas en el interior de Kuwait y en las cercanías de Basora. El día 30 de junio, algunas de esas unidades pesadas avanzaron hacia posiciones de vanguardia, en concreto identificamos a 4 divisiones del Ejército regular, 3 acorazadas (3ª, 6ª, 12ª) y una mecanizada (5ª), que tomaron posiciones en el sector central, aproximadamente en los dos tercios más occidentales de la frontera kuwaití, y otras 4 divisiones de la Guardia Republicana, 2 acorazadas (Hammurabi y Medina) una mecanizada (Tawakalna) y una motorizada (Al Faw) en la zona fronteriza más cercana a la costa.
En el aire, la lucha se había decantado a nuestro favor después de los dos primeros días de combates y nuestras fuerzas estaban realizando una serie de ataques contra su sistema de defensa aérea y mando y control bastante eficaces, e incluso se habían lanzado operaciones puntuales para entorpecer el avance soviético en Irán, pero desde el día 27 comenzaron a llegar escuadrones y regimientos de cazas rusos a Irak. Al principio a las bases en las zonas más al norte y el centro del país, y el día 30 algunas fueron enviadas a algunas bases más al sur que todavía estaban en condiciones de operar. Este despliegue, unido a la llegada de unidades de defensa aérea, principalmente de sistemas de misiles, complicaron las operaciones en gran medida y aumentaron el numero de bajas en nuestras filas, pero también hay que decir que las fuerzas aéreas soviéticas comenzaron a pagar un alto precio por su intervención. El día 1 de julio, el dominio del cielo estaba en disputa.
En el mar, el Escuadrón naval soviético en el Indico, a diferencia de su homólogo en el Mediterráneo, no había presentado combate y se había retirado a aguas muy cercanas a la India, en las inmediaciones de Bombay desde el primer día de guerra. Este país, si bien se ha declarado neutral, ha mantenido una cierta ambigüedad sobre las acciones que emprendería si se produjesen combates cerca de sus aguas, por lo que al estar las naves rusas bastante alejadas y no suponer ningún problema, tan solo se ha mantenido una estricta vigilancia sobre ellas. Ha causado cierta confusión el hecho que no operen desde sus bases en Etiopía o Yemen del Sur, pero se ha tratado de explicar en base a la importante presencia naval y aérea aliada y, a que en dichas bases los buques soviéticos no pueden realizar reparaciones ni rearmarse, e incluso se cree que ni aprovisionarse de combustible, por lo que creemos que los rusos las han considerado poco útiles en esta situación, y los países implicados han preferido mantenerse al margen, de momento, pero habría que seguir su reacción a la posible evolución de la campaña terrestre en la Península Arábiga. Los pocos aviones soviéticos de patrulla marítima allí presentes no han intentado por el momento ninguna misión.
La fuerzas navales rusas de superficie están formadas por 9 buques de guerra y varios auxiliares, siendo los más destacados, los cruceros Slava y Azov. La fuerza submarina es estimada en al menos 4 o 5 submarinos de los que al menos dos serían diésel y el resto nucleares.
Hasta el 1 de julio la actividad había sido escasa en el mar, tan solo el minado del estrecho de Bab el Mandeb y varios contactos ASW no confirmados a lo largo de todo el Indico y el Mar Arábigo.
-Resumen de las operaciones y combates acaecidos entre el 1 y el 3 de julio –
Los primeros movimientos fueron realizados en la madrugada del 30 al 1 por la escuadra soviética, que abandonando sus posiciones cerca de aguas indias y a los buques auxiliares, pusieron proa hacia la TF.50.1 a casi veinte nudos de velocidad. Inmediatamente el P-3 de vigilancia detectó el movimiento y dio la voz de alarma para comenzar una operación de ataque.
Con las primeras luces del día, 6 B-52 procedentes de Diego García y armados con misiles antibuque, lanzaron dichos misiles a la vez que los cuatro submarinos que se habían aproximado a la flota enemiga, todo ello coordinado por el P-3. Dos de los SSN tienen VLS y el total de misiles lanzados fue de 80. Por desgracia para nosotros, el Slava y el Azov cuentan con un buen sistema de defensa aérea de largo alcance y lograron derribar un buen número de misiles, mientras que el resto de buques dio buena cuenta con sus sistemas antiaéreos y de contramedidas de la mayoría de los misiles que quedaron, y tan solo contabilizamos el impacto de un misil Tomahawk en un destructor clase Udaloy que fue bastante dañado y quedó rezagado. Un posterior ataque de los submarinos, empleando de nuevo misiles Harpoon, logró un éxito similar, ya que los cruceros habían gastado todos sus misiles SA-N-6 y el resto buena parte de sus SAM,s, pero de los 16 misiles, tan solo dos lograron impactar, alcanzando a un crucero de la clase Kresta y a una fragata Krivak, pero la principal amenaza era el Slava con sus misiles SSM de largo alcance seguía indemne y acercándose a nuestros portaaviones. Además uno de nuestros SSN fue hundido por la acción de los helicópteros ASW soviéticos. Cuando se estaba comenzando a preparar un ataque desde el “Ranger” y el “América”, los submarinos restantes procedieron a aproximarse y atacaron. Con sus mejores buques ASW dañados y navegando a gran velocidad, tan solo los helicópteros proporcionaban una defensa anti-submarina eficaz, pero esta vez, la aproximación fue limpia para dos de ellos (el tercero tubo que abandonar debido a que fue localizado y hostigado por los helicópteros) y uno logró encajar en la linea de flotación del Slava tres torpedos que lo mandaron al fondo del mar, mientras que el otro logró hundir un crucero clase Kynda con dos torpedos, mientras que un tercero dañaba gravemente a un destructor clase Sovremenny. El comandante del grupo naval enemigo tuvo que tener suficiente castigo y se retiró por donde había venido, perdiendo dos cruceros, con otras cuatro de sus naves dañadas y con muy pocos misiles SAM para sobrevivir a otro ataque de misiles.
Pero no era esta la única amenaza sobre la TF.50.1, ya que un escuadrón de cazabombarderos soviéticos se acercaba volando a baja cota a través de Iran. En cuanto salieron a las aguas del golfo de Omán, fueron detectados por nuestros Hawkeye y los cazas dieron buena cuenta de ellos, derribando 6, pero debido a algún aparato ECM que volaba con ellos, lograron escapar 4. Parece que la no utilización de bombarderos del tipo Backfire indica que las bajas y las tareas asignadas para esos bombarderos en el mar Negro y el Mediterráneo, no han dejado libres a un número suficiente para que monten un ataque como los llevados a cabo el primer día de la guerra en el Mediterráneo oriental, y han intentado otra opción que les ha salido bastante mal.
Finalmente, hacia el mediodía, un SSGN enemigo logró lanzar 6 misiles desde 150 millas, lo que obligó a intervenir crucero “Valley Forge” que con su sistema AEGIS logró neutralizar la amenaza. Todo parecía que iba a terminar bien, pero debido a lo ajetreado de la mañana y a las múltiples amenazas, un silencioso submarino diésel enemigo logró colarse en nuestra pantalla defensiva y atacó el “America”, logrando que un torpedo hiciese impacto en el portaaviones (un segundo torpedo también acertó, pero su cabeza de guerra no explotó) produciendo daños de cierta consideración, pero el “América” consiguió recuperarse y seguir operando. El submarino enemigo aprovechó la confusión y consiguió evadirse a pesar de los intentos de hundirlo.
Debido a todos estos acontecimientos, lo aviones de los dos portaaviones tuvieron una participación muy limitada en las primeras horas de la ofensiva terrestre iraquí.
Mientras todo esto sucedía, un escuadrón de Tu-16 Badger apoyados por aviones ECM atacó a través de Irán las bases de Dhahran y Doha con misiles de crucero lanzados a gran distancia. Los F-15 lograron derribar a tres de los bombarderos y a siete misiles, mientras que las batería de misiles Patriot desplegados para defender esas bases, destruyeron nueve más. De los ocho misiles restantes, tres fallaron el blanco, mientras que Dhahran recibió el impacto de tres proyectiles que causaron la muerte de varios hombres del personal de tierra, pero no causaron daños materiales que impidiesen seguir operando, y en Doha cayeron dos misiles, de los que uno daño la cabecera de la pista, obligando a su reparación, y otro daño parte del equipo ILS de la base, pero tras la reparación de urgencia de la pista, se pudo seguir utilizando sin mayores consecuencias.
Lo que logró el enemigo con todo estos ataques, fue que cuando comenzó el ataque terrestre y durante las primeras horas, el número de aviones que pudimos oponer a su avance fue menor, y el dominio del aire fue muy disputado, ya que los cazas rusos proporcionaban una fuerte cobertura aérea, que hizo incluso que algunos aparatos de ataque iraquíes lograsen apoyar a sus tropas y nos produjesen algunas bajas. Así pues, durante varias horas nuestros soldados en tierra no gozaron del apoyo aéreo necesario para combatir en inferioridad numérica, y los iraquíes lo aprovecharon.
Durante la mañana del primer día de ofensiva, los iraquíes obtuvieron algo parecido a la superioridad aérea local sobre el campo de batalla, pero por la tarde, los cazas aliados comenzaron a recuperar el terreno perdido y se enfrentaron con firmeza a los soviéticos. Durante la noche del 1 al 2, desde el Mar Rojo y el Mar Arábigo, varios buques lanzaron misiles Tomahawk contra las bases que alojaban a los cazas soviéticos, seguidos por ataques de los F-111 y A-6 que limitaron la capacidad de mantener una adecuada cobertura aérea sobre las tropas iraquíes al día siguiente. Durante el día, los ataque aéreos aliados, ahora con mayor libertad, se centraron en los sistemas SAM móviles enemigos y en su artillería, logrando importantes éxitos. El último día de la ofensiva, los cazas enemigos aparecieron esporádicamente sobre el frente de batalla, pero en general, nuestros aviones y helicópteros pudieron actuar con bastante libertad y causaron graves daños. Los cazas enemigos se retiraron de nuevo a la defensa de blancos estratégicos y de sus propias bases, más al norte. A pesar de esta aparente victoria, nuestros escuadrones han quedado bastante mermados de efectivos y será necesario el rápido envío de refuerzos si queremos mantener las operaciones aéreas a un buen nivel.
Su ofensiva terrestre dio comienzo a las 06.30 del 1 de julio.
El avance de su ala derecha lo componían tres divisiones de infantería que se enfrentaron con dos brigadas mecanizadas y una motorizada (de la Guardia Nacional saudí). Tras cruzar la frontera y avanzar apoyadas por su artillería, llegaron a la zona minada, donde sus ingenieros limpiaban pasillos bajo el fuego de la artillería saudí. Cuando lograron abrir algunos huecos, la infantería avanzó hacia la primera linea defensiva que obligó al enemigo a desplegarse. Sufrieron fuertes bajas, y no fue hasta que pudieron hacer pasar a través de los campos minadas a un mayor número de soldados y tanques que no pudieron reemprender el ataque. Esta vez forzaron a los saudíes a retirarse a su segunda linea, donde el ímpetu de la infantería iraquí se agotó. A media tarde, los batallones de tanques adscritos a las divisiones enemigas, armados con viejos T-55 y T-59 intentaron proseguir con el avance, pero la presencia de tanques saudíes bien protegidos y camuflados desbarató el intento, parecía que las linea saudí aguantaría.
Al llegar la noche, la infantería enemiga había sido castigada y no parecía que supusiera una amenaza para el día siguiente. Parece que nuestros informes de inteligencia previos sobre la calidad de dichas divisiones estaban en lo cierto.
En el sector central del frente, el enemigo lanzó un ataque con tres divisiones acorazadas contra el II Cuerpo egipcio y dos brigadas saudíes (una acorazada y otra mecanizada). Tras recibir las primeras bajas en los campos de minas y sufrir el fuego de la artillería, los tanques iraquíes entraron en la zona de cobertura aliada, que retrasó y obligó a desplegarse al enemigo. Los primeros choques importantes se produjeron al llegar a la zona de batalla principal, a unos 15 o 20 kilómetros de la frontera. Las fuerzas estaban bastante igualadas, y la artillería iraquí estaba fuera de alcance hasta que no se reposicionase, por lo que en los primeros encuentros, los iraquíes no contaron con su apoyo. Aunque mostraron más empeño y determinación que sus colegas de infantería, las fuerzas estaban bastante igualadas y los iraquíes ganaban algo de terreno a costa de sufrir graves perdidas. Tan solo en el sector saudí, donde atacó una de las mejores divisiones enemigas, la 3ª acorazada, y donde la proporción de fuerzas era más dispar, se produjo un serio peligro para nuestros aliados. A media tarde, la 1ª Brigada de infantería británica hubo de intervenir para estabilizar la situación. Aquella fue la máxima penetración enemiga en aquel sector, y obligó a las fuerzas en sus flancos a retirarse algunos kilómetros para no dejar sus flancos al descubierto. Al llegar la noche ambos bandos se reagupaban y se preparaban para otro día de lucha intensa.
En el sector americano del frente, nos enfrentamos a las mejores tropas enemigas. La 101ª en nuestro flanco izquierdo, reforzada con un batallón antitanque de la Guardia nacional, con sus misiles TOW sobre vehículos Hummer y los tres batallones de helicópteros de ataque, sufrieron el ataque de la D. Mec. Tawakalna, mientras que la 24ª era atacada por la D. A. Hammurabi y la 1ª de Marines por la D. A. Medina. El guión fue parecido al ataque al Cuerpo egipcio, siendo la 24ª la división que mejor aguantó la embestida enemiga, mientras que los marines y la 101º recibían un mayor castigo y cedían algo de terreno al entrar en su zona principal de batalla. La ausencia de más apoyo aéreo y la defensa antiaérea enemiga previno en gran medida la destrucción de los vehículos enemigos, estimándose alrededor de un 15-20 por ciento las bajas entre sus carros de combate.
Al finalizar el día, se había retrocedido, en algunos sectores incluso más de 40 kilómetros, pero nuestras tropas se mantenían con firmeza dentro de sus zonas defensivas. El día siguiente sería decisivo.
Con las primeras luces del día 2, el cuerpo de infantería enemigo se puso en acción. Las tres divisiones que habían atacado el día anterior, se limitaron ha hacer ataques de tanteo para fijar en sus posiciones a los defensores, pero habían identificado correctamente el talón de Aquiles del despliegue saudí. Trajeron a su división de infantería de reserva que lanzó un ataque sobre la brigada motorizada de la Guardia Nacional. Esta es una unidad bien entrenada por asesores americanos, pero la falta de vehículos pesados la hacía más vulnerable a los ataques con carros, y fue precisamente lo que hicieron los iraquíes. Unieron los restos de los batallones de tanques que habían luchado el día anterior y junto con el de la nueva división, apoyaron el renovado ataque sobre la desdichada brigada saudí. Pronto se hizo patente que no podría resistir y que había que ceder terreno, pero no quedaba mucho terreno que entregar si se quería mantener la ruta de aprovisionamiento de la carretera 85, la ruta “Chicago Express”, como había sido designada por los planificadores de Desert Dragon. EL comandante del sector reclamó sus reservas, y la brigada mecanizada del CCG y la brigada francesa acudieron en apoyo de los saudíes, y estos pasaron a la reserva tras sufrir graves perdidas. Los nuevos tanques que llegaron, los helicópteros anticarro saudíes y qataries y el escuadrón de Mirage dedicado íntegramente a dar apoyo terrestre, lograron restablecer la linea sin tener que ceder demasiado terreno, pero de nuevo, toda la linea debía retroceder para no presentar salientes peligrosos. Al final del día los ataques iraquíes habían perdido todo su ímpetu y más de la mitad de sus tanques estaban destruidos o averiados.
En el sector central, los iraquíes reclamaron a su división mecanizada de reserva, y en unión con la 3ª acorazada, presionó de nuevo sobre el sector anglo-saudí que el día anterior se había demostrado el más vulnerable. Mientras, el resto de las divisiones presionaban a las fuerzas egipcias. Todo aquel sector retrocedió a lo largo de la mañana, pero la aviación aliada comenzó a aparecer con fuerza hacia la tarde y sus ataques causaron muchas bajas entre los vehículos blindados enemigos. Al mismo tiempo, el fuego de contrabatería logró poner fuera de combate a una buena parte de la artillería remolcada iraquí, y los helicópteros lograron transportar a los paracaidistas británicos y franceses delante de las divisiones de vanguardia enemiga, y establecieron sus misiles contracarro Milan que ayudaron a frenar los tanques enemigos.
Al final el ataque pudo ser detenido con graves perdidas para el enemigo, pero de nuevo nuestros aliados tuvieron que retroceder, quedando la vanguardia iraquí a unos 17 kilómetros de Hafar Al Batin, en el cruce de la carretera 50 con la ruta “Chicago Express”. De momento tan solo eran varios kilómetros cuadrados de desierto lo que había caído en manos del Ejército iraquí, pero en aquel sector, los egipcios, saudíes, ingleses y franceses estaban sufriendo bajas moderadas, y lo que era peor, ya no quedaban reservas de las que echar mano.
En el sector americano, la división acorazada Medina, que el día anterior había tomado la ciudad fronteriza de Khafji, inició el ataque contra los marines con fuerzas renovadas, con la vista puesta en la toma de Al Mishab con su puerto, aeropuerto e instalaciones petrolíferas. Al final del día lo habían conseguido, pese a los ataques de los Harrier y Cobras, y habían avanzado 60 kilómteros desde el comienzo de la ofensiva el día anterior. La Hammurabi presionaba a la 24ª pero aquí la situación estaba bastante más controlada, y los tanques M-1 marcaron la diferencia. Los tanques enemigos sufrieron un duro castigo y hacía mediodía su avance se había detenido. La división motorizada Al Faw acudió para aprovechar, en unión con la Tawakalna, la relativa debilidad del sector defendido por la 101ª. Ante este ataque, la infantería americana cedió terreno mientras sus helicópteros y los aviones A-10 se dedicaban a destruir los tanques y vehículos que avanzaban, pero no era suficiente, y se tuvo que reclamar el batallón de tanques Sheridan de la 82ª y el batallón de hummers antitanque que prestaban apoyo a los paracaidistas, y al final de la tarde, una brigada entera de los “All American” fue enviada a ayudar a la 101ª. Al anochecer, y aprovechando la capacidad de combate nocturno de nuestros tanques con sus sofisticados equipos de visión nocturna, la 1ª y 2ª brigada de la 24ª lanzaron un ataque sobre los flancos expuestos de las divisiones enemigas que habían avanzado sobre sus flancos, a la vez que el resto de la división retrocedía para mantener la integridad del frente. El ataque nocturno creemos que causó bastante daño en la división Medina, lo que condicionaría su actuación al día siguiente, y algo menos sobre la Al Faw, pero la confusión y el daño fueron importantes.
En el tercer y último día de la invasión, el sector más occidental del frente se mantuvo bastante tranquilo, ya que las divisiones de infantería enemigas habían agotado su capacidad ofensiva, y se limitaron ha realizar fuego de hostigamiento a la vez que preparaban sus posiciones defensivas.
Los iraquíes volvieron a lanzar un nuevo ataque con las divisiones pesadas enemigas 3ª y 12ª en el sector central, presionando sobre Hafar Al Batin para llegar a la ruta logística principal. Si esta quedaba cortada, todo el frente se resentiría. Sin más reserva en ese sector a las que acudir, el esfuerzo de la aviación aliada se volcó en ese punto, e incluso los helicópteros de ataque de la 18º brigada de aviación y la artillería del XVIII C. AT, que habían estado apoyando a nuestras fuerzas, se desplegaron para frenar el avance aliado. Al final, la concentración de fuego hizo que los iraquíes quedaran destrozados y tuvieran que volver sobre sus pasos a las posiciones de inicio del día, pero el precio fue alto, las tres brigadas franco-británicas quedaron bastante tocadas y los saudíes perdieron más de la mitad de las fuerzas de sus dos brigadas.
El día 3, la división Medina comenzó el día bastante desconcertada. Tras el avance del día anterior en el que había sufrido bastantes perdidas, pero que había conseguido algunos objetivos importantes, el ataque nocturno de una brigada de la 24ª causó el pánico en su retaguardia y la artillería, los suministros y refuerzos que debían recibir, habían quedado destruidos por completo, así que pese a las ordenes de continuar con el avance, su capacidad para reanudar el ataque era muy limitada, y aunque lo intentaron, la resistencia de los marines y el apoyo aéreo pronto hizo que se estancase por las perdidas y la falta de munición. La Hammurabi lanzó tímidos ataques contra la 24ª pero no pudo hacer mucho más, por que además uno de sus regimientos acorazados se había desplazado para apoyar el ataque a la 101ª. Su objetivo parecía ser la unión de la “Chicago Express” con la carretera 75, y presionaron para conseguirlo desde media mañana, ya que el ataque nocturno sobre la división Al Faw hizo que el ataque se pospusiera unas horas. Aquello dio el tiempo necesario para que una segunda brigada de la 82ª y la brigada paracaidista saudí reforzaran el dispositivo. La lucha fue encarnizada y se seguía luchando hasta bien entrada la noche, pero el temor de otro contraataque nocturno y las bajas sufridas hicieron abandonar la ofensiva a los iraquíes y retroceder varios kilómetros hasta posiciones menos expuestas.
Durante la noche, nuestros servicios de escucha han interceptado comunicaciones que parecen indicar que desde el mando de la ofensiva se ha solicitado a Bagdad detenerla, y tras unas horas, parece ser que se ha autorizado. Esta mañana no se han producido nuevos ataques y tan solo se han notificado fuego de artillería y tiroteos aislados. Todo parece indicar que la ofensiva enemiga se ha agotado, pero se mantendrá la vigilancia mientras se reorganizan nuestras fuerzas. Tras esta ofensiva, y pese a que nuestras bajas no han sido excesivamente graves, la posibilidad de resistir otra ofensiva de igual potencia esta en cuestión (aunque es difícil que al enemigo le queden fuerzas para montar otro ataque similar), y si finalmente los soviéticos vencen a los iranies como todo parece indicar y se unen a los iraquíes en su ofensiva, la situación será tremendamente peligrosa, por lo que es imperativo, primero, recibir más suministros y reemplazos para los soldados y armamento perdido, segundo, un mayor número de aviones que proporcionen más apoyo aéreo, que se ha revelado como de una gran importancia para contener la ofensiva. Y por último, más unidades pesadas terrestres para enfrentarse a los soviéticos.
En resumen, la ofensiva enemiga ha sido poderosa, pero simple. La calidad de sus equipos y soldados varía considerablemente. Cuando el enemigo pierde el apoyo de su artillería y la situación se vuelve fluida, su capacidad de coordinar y proseguir sus avances se resiente considerablemente, y sin el dominio aéreo, sus posibilidades se agotan. Tan solo una fuerte cortina artillera y una superioridad numérica importante en tanques y vehículos blindados, hacen que los ataques iraquíes consigan avances.
Nota. - Este informe se hace en base a numerosos informes de inteligencia recibidos en el Cuartel General de CINCCENT y por conversaciones mantenidas con varios oficiales de alto rango.
Como tal, se ha de tener en cuenta que en los próximos días se pueden tener conocimientos de nuevas informaciones y opiniones al respecto de los combate en torno a la ofensiva iraquí del día 1 de julio.”
Peabody no estaba conforme del todo con la forma de explicar lo sucedido, pero la urgencia en remitir la información a su superior era primordial. Doblo el informe y lo introdujo en un sobre con el sello de “Alto Secreto”. Llamo a su ayudante por el interfono y cuando entró, le entregó el sobre para que lo transcribiesen y fuera cursado. Era medía tarde y debía volver al cuartel general a presentarse en su puesto de combate, aquello le había ocupado demasiado tiempo y seguro que la guerra no se había detenido por que fuera 4 de julio.
“Por fin se lo terminé. Vaya manera de comenzar el 4 de julio” pensaba el coronel Peabody mientras abría la petaca de bourbon y le daba un pequeño trago. En su mesa estaba el informe manuscrito que había preparado a toda prisa para el Contralmirante McConnell sobre las operaciones que habían mantenido en vilo al alto mando y a la opinión pública estadounidense en los últimos días, pero antes de entregarselo al escribiente para que lo transcribiera y fuese transmitido, pensó en darle un último repaso para asegurarse que todo estaba en orden.
“Informe preliminar sobre las operaciones de combate del 1 al 3 de julio de 1989 en el Área de Responsabilidad del Mando Central.
– Despliegue y valoración de nuestras fuerzas y la de nuestros aliados el 1 de julio -
En los días previos al 1 de julio, y tras la invasión de Kuwait y los combates iniciales contra las tropas iraquíes, nuestras fuerzas terrestres recibieron el refuerzo de dos brigadas pesadas, la 1ª Brigada de la 24º DI y la 197ª de Infantería Mecanizada. Esta última fue desviada de su misión REFORGER en Alemania para afianzar nuestras opciones en el Golfo y traerla a tiempo ha supuesto un grandioso esfuerzo de nuestras unidades de transporte y logística, adelantándose dos días, pese a las acciones rusas en el Canal de Suez, a su tiempo estimado de llegada, y fue destinada a completar la 24º DI mientras espera la llegada de su brigada “round-up”. Ambas unidades se vieron afectadas por el cierre de tres días del Canal de Suez al inicio de las operaciones, y ante el peligro que suponía el cruce del Canal, se optó por descargar los buques que las transportaban en Alejandría, y enviarlas, mediante trenes y por carretera a la ciudad de Suez, donde otros buques de nuestra armada que estaban de regreso apoyados por buques de naciones aliadas, las llevaron hacia Jeddah y otras ciudades costeras saudíes en el Mar Rojo, para desde allí desplazarse al Teatro de Operaciones. Parecido camino siguió los restos del contingente francés que fue atacado el primer día en el mar. La otra de las formaciones mayores que llegó antes del inicio de los combates fue la 1ª MEB de los Marines, que junto con la 7ª MEB y algunas tropas de divisionarias de apoyo, han formado la 1ª División de Marines.
La brigada mecanizada francesa, algo disminuida, fue puesta en reserva del flanco izquierdo de nuestro dispositivo terrestre, junto a la Brigada de las Consejo de Cooperación del Golfo (BCCG), tras las brigadas pesadas saudíes que se han desplazado al oeste. La 1º Brigada de infantería británica, con sus tanques Chieftain y sus APC fueron puestos a retaguardia del II Cuerpo egipcio, en la parte central de nuestro frente defensivo. Finalmente, en el flanco derecho y cerca de la costa, se desplegaron nuestras fuerzas. A la izquierda, en contacto con los egipcios, se encontraba la 101ª, a su derecha, la 24º y en el extremo oriental y apoyando su flanco en la costa, la 1º de Marines. La reserva del XVIII Cuerpo era la 82ª y las brigadas de Marines y paracaidistas saudíes, mientras que los paracaidistas franceses y británicos apoyarían a sus respectivos contingentes nacionales en sus sectores.
Todas las unidades estaban listas para operar en la mañana del día 1 de julio.
El despliegue aéreo se había completado hacía días, e incluía 2 escuadrones de F-15, 2 de F-16, 1 de F-4G y otro de F-111 de la USAF. La Guardia Aérea Nacional aportaba un escuadrón de A-10, otro de F-4E y un último de A-7. Apoyados todos ellos por 2 escuadrones de F-18 y uno de Harrier de los Marines. Los portaaviones desplegados en el Indico y en el Mar Rojo aportaban 6 escuadrones de F-14, 4 de F-18 y 5 de A-6 además de algunos valiosos AWACS y aparatos de guerra electrónica.
Nuestros aviadores lo estaban haciendo bastante bien hasta el momento, y las bajas, tanto en aparatos como en personal estaban siendo suplidas a un ritmo adecuado para no perder capacidad operativa.
Las fuerzas navales principales incluían a la TF.50.2 desplegada en el Mar Rojo y centrada en el Grupo de Batalla del Roosvelt, y la TF.50.1 cuyas fuerzas eran los Grupos de Batalla de los portaaviones America y Ranger y operaban desde el Mar Arábigo. Además estaba el componente submarino, con los 6 submarinos de ataque que protegían a los Grupos de Batalla, y otros más que patrullaban por el Golfo de Aden (1), en las cercanías de Diego García (1), en el Mar Arábigo (2) y siguiendo los pasos de la flota soviética en el Indico (4).
– Despliegue y valoración de las fuerzas enemigas el día 1 de julio -
Después de la invasión de Kuwait, el Ejército iraquí destinó allí y al sur de su país a la mitad de su Ejército. Ocho divisiones de infantería tomaron posiciones defensivas en la frontera entre kuwait y Arabia Saudí, y cuatro más extendieron el frente hasta unos 80 kilómetros a lo largo de la frontera de Irak, con varias divisiones pesadas en el interior de Kuwait y en las cercanías de Basora. El día 30 de junio, algunas de esas unidades pesadas avanzaron hacia posiciones de vanguardia, en concreto identificamos a 4 divisiones del Ejército regular, 3 acorazadas (3ª, 6ª, 12ª) y una mecanizada (5ª), que tomaron posiciones en el sector central, aproximadamente en los dos tercios más occidentales de la frontera kuwaití, y otras 4 divisiones de la Guardia Republicana, 2 acorazadas (Hammurabi y Medina) una mecanizada (Tawakalna) y una motorizada (Al Faw) en la zona fronteriza más cercana a la costa.
En el aire, la lucha se había decantado a nuestro favor después de los dos primeros días de combates y nuestras fuerzas estaban realizando una serie de ataques contra su sistema de defensa aérea y mando y control bastante eficaces, e incluso se habían lanzado operaciones puntuales para entorpecer el avance soviético en Irán, pero desde el día 27 comenzaron a llegar escuadrones y regimientos de cazas rusos a Irak. Al principio a las bases en las zonas más al norte y el centro del país, y el día 30 algunas fueron enviadas a algunas bases más al sur que todavía estaban en condiciones de operar. Este despliegue, unido a la llegada de unidades de defensa aérea, principalmente de sistemas de misiles, complicaron las operaciones en gran medida y aumentaron el numero de bajas en nuestras filas, pero también hay que decir que las fuerzas aéreas soviéticas comenzaron a pagar un alto precio por su intervención. El día 1 de julio, el dominio del cielo estaba en disputa.
En el mar, el Escuadrón naval soviético en el Indico, a diferencia de su homólogo en el Mediterráneo, no había presentado combate y se había retirado a aguas muy cercanas a la India, en las inmediaciones de Bombay desde el primer día de guerra. Este país, si bien se ha declarado neutral, ha mantenido una cierta ambigüedad sobre las acciones que emprendería si se produjesen combates cerca de sus aguas, por lo que al estar las naves rusas bastante alejadas y no suponer ningún problema, tan solo se ha mantenido una estricta vigilancia sobre ellas. Ha causado cierta confusión el hecho que no operen desde sus bases en Etiopía o Yemen del Sur, pero se ha tratado de explicar en base a la importante presencia naval y aérea aliada y, a que en dichas bases los buques soviéticos no pueden realizar reparaciones ni rearmarse, e incluso se cree que ni aprovisionarse de combustible, por lo que creemos que los rusos las han considerado poco útiles en esta situación, y los países implicados han preferido mantenerse al margen, de momento, pero habría que seguir su reacción a la posible evolución de la campaña terrestre en la Península Arábiga. Los pocos aviones soviéticos de patrulla marítima allí presentes no han intentado por el momento ninguna misión.
La fuerzas navales rusas de superficie están formadas por 9 buques de guerra y varios auxiliares, siendo los más destacados, los cruceros Slava y Azov. La fuerza submarina es estimada en al menos 4 o 5 submarinos de los que al menos dos serían diésel y el resto nucleares.
Hasta el 1 de julio la actividad había sido escasa en el mar, tan solo el minado del estrecho de Bab el Mandeb y varios contactos ASW no confirmados a lo largo de todo el Indico y el Mar Arábigo.
-Resumen de las operaciones y combates acaecidos entre el 1 y el 3 de julio –
Los primeros movimientos fueron realizados en la madrugada del 30 al 1 por la escuadra soviética, que abandonando sus posiciones cerca de aguas indias y a los buques auxiliares, pusieron proa hacia la TF.50.1 a casi veinte nudos de velocidad. Inmediatamente el P-3 de vigilancia detectó el movimiento y dio la voz de alarma para comenzar una operación de ataque.
Con las primeras luces del día, 6 B-52 procedentes de Diego García y armados con misiles antibuque, lanzaron dichos misiles a la vez que los cuatro submarinos que se habían aproximado a la flota enemiga, todo ello coordinado por el P-3. Dos de los SSN tienen VLS y el total de misiles lanzados fue de 80. Por desgracia para nosotros, el Slava y el Azov cuentan con un buen sistema de defensa aérea de largo alcance y lograron derribar un buen número de misiles, mientras que el resto de buques dio buena cuenta con sus sistemas antiaéreos y de contramedidas de la mayoría de los misiles que quedaron, y tan solo contabilizamos el impacto de un misil Tomahawk en un destructor clase Udaloy que fue bastante dañado y quedó rezagado. Un posterior ataque de los submarinos, empleando de nuevo misiles Harpoon, logró un éxito similar, ya que los cruceros habían gastado todos sus misiles SA-N-6 y el resto buena parte de sus SAM,s, pero de los 16 misiles, tan solo dos lograron impactar, alcanzando a un crucero de la clase Kresta y a una fragata Krivak, pero la principal amenaza era el Slava con sus misiles SSM de largo alcance seguía indemne y acercándose a nuestros portaaviones. Además uno de nuestros SSN fue hundido por la acción de los helicópteros ASW soviéticos. Cuando se estaba comenzando a preparar un ataque desde el “Ranger” y el “América”, los submarinos restantes procedieron a aproximarse y atacaron. Con sus mejores buques ASW dañados y navegando a gran velocidad, tan solo los helicópteros proporcionaban una defensa anti-submarina eficaz, pero esta vez, la aproximación fue limpia para dos de ellos (el tercero tubo que abandonar debido a que fue localizado y hostigado por los helicópteros) y uno logró encajar en la linea de flotación del Slava tres torpedos que lo mandaron al fondo del mar, mientras que el otro logró hundir un crucero clase Kynda con dos torpedos, mientras que un tercero dañaba gravemente a un destructor clase Sovremenny. El comandante del grupo naval enemigo tuvo que tener suficiente castigo y se retiró por donde había venido, perdiendo dos cruceros, con otras cuatro de sus naves dañadas y con muy pocos misiles SAM para sobrevivir a otro ataque de misiles.
Pero no era esta la única amenaza sobre la TF.50.1, ya que un escuadrón de cazabombarderos soviéticos se acercaba volando a baja cota a través de Iran. En cuanto salieron a las aguas del golfo de Omán, fueron detectados por nuestros Hawkeye y los cazas dieron buena cuenta de ellos, derribando 6, pero debido a algún aparato ECM que volaba con ellos, lograron escapar 4. Parece que la no utilización de bombarderos del tipo Backfire indica que las bajas y las tareas asignadas para esos bombarderos en el mar Negro y el Mediterráneo, no han dejado libres a un número suficiente para que monten un ataque como los llevados a cabo el primer día de la guerra en el Mediterráneo oriental, y han intentado otra opción que les ha salido bastante mal.
Finalmente, hacia el mediodía, un SSGN enemigo logró lanzar 6 misiles desde 150 millas, lo que obligó a intervenir crucero “Valley Forge” que con su sistema AEGIS logró neutralizar la amenaza. Todo parecía que iba a terminar bien, pero debido a lo ajetreado de la mañana y a las múltiples amenazas, un silencioso submarino diésel enemigo logró colarse en nuestra pantalla defensiva y atacó el “America”, logrando que un torpedo hiciese impacto en el portaaviones (un segundo torpedo también acertó, pero su cabeza de guerra no explotó) produciendo daños de cierta consideración, pero el “América” consiguió recuperarse y seguir operando. El submarino enemigo aprovechó la confusión y consiguió evadirse a pesar de los intentos de hundirlo.
Debido a todos estos acontecimientos, lo aviones de los dos portaaviones tuvieron una participación muy limitada en las primeras horas de la ofensiva terrestre iraquí.
Mientras todo esto sucedía, un escuadrón de Tu-16 Badger apoyados por aviones ECM atacó a través de Irán las bases de Dhahran y Doha con misiles de crucero lanzados a gran distancia. Los F-15 lograron derribar a tres de los bombarderos y a siete misiles, mientras que las batería de misiles Patriot desplegados para defender esas bases, destruyeron nueve más. De los ocho misiles restantes, tres fallaron el blanco, mientras que Dhahran recibió el impacto de tres proyectiles que causaron la muerte de varios hombres del personal de tierra, pero no causaron daños materiales que impidiesen seguir operando, y en Doha cayeron dos misiles, de los que uno daño la cabecera de la pista, obligando a su reparación, y otro daño parte del equipo ILS de la base, pero tras la reparación de urgencia de la pista, se pudo seguir utilizando sin mayores consecuencias.
Lo que logró el enemigo con todo estos ataques, fue que cuando comenzó el ataque terrestre y durante las primeras horas, el número de aviones que pudimos oponer a su avance fue menor, y el dominio del aire fue muy disputado, ya que los cazas rusos proporcionaban una fuerte cobertura aérea, que hizo incluso que algunos aparatos de ataque iraquíes lograsen apoyar a sus tropas y nos produjesen algunas bajas. Así pues, durante varias horas nuestros soldados en tierra no gozaron del apoyo aéreo necesario para combatir en inferioridad numérica, y los iraquíes lo aprovecharon.
Durante la mañana del primer día de ofensiva, los iraquíes obtuvieron algo parecido a la superioridad aérea local sobre el campo de batalla, pero por la tarde, los cazas aliados comenzaron a recuperar el terreno perdido y se enfrentaron con firmeza a los soviéticos. Durante la noche del 1 al 2, desde el Mar Rojo y el Mar Arábigo, varios buques lanzaron misiles Tomahawk contra las bases que alojaban a los cazas soviéticos, seguidos por ataques de los F-111 y A-6 que limitaron la capacidad de mantener una adecuada cobertura aérea sobre las tropas iraquíes al día siguiente. Durante el día, los ataque aéreos aliados, ahora con mayor libertad, se centraron en los sistemas SAM móviles enemigos y en su artillería, logrando importantes éxitos. El último día de la ofensiva, los cazas enemigos aparecieron esporádicamente sobre el frente de batalla, pero en general, nuestros aviones y helicópteros pudieron actuar con bastante libertad y causaron graves daños. Los cazas enemigos se retiraron de nuevo a la defensa de blancos estratégicos y de sus propias bases, más al norte. A pesar de esta aparente victoria, nuestros escuadrones han quedado bastante mermados de efectivos y será necesario el rápido envío de refuerzos si queremos mantener las operaciones aéreas a un buen nivel.
Su ofensiva terrestre dio comienzo a las 06.30 del 1 de julio.
El avance de su ala derecha lo componían tres divisiones de infantería que se enfrentaron con dos brigadas mecanizadas y una motorizada (de la Guardia Nacional saudí). Tras cruzar la frontera y avanzar apoyadas por su artillería, llegaron a la zona minada, donde sus ingenieros limpiaban pasillos bajo el fuego de la artillería saudí. Cuando lograron abrir algunos huecos, la infantería avanzó hacia la primera linea defensiva que obligó al enemigo a desplegarse. Sufrieron fuertes bajas, y no fue hasta que pudieron hacer pasar a través de los campos minadas a un mayor número de soldados y tanques que no pudieron reemprender el ataque. Esta vez forzaron a los saudíes a retirarse a su segunda linea, donde el ímpetu de la infantería iraquí se agotó. A media tarde, los batallones de tanques adscritos a las divisiones enemigas, armados con viejos T-55 y T-59 intentaron proseguir con el avance, pero la presencia de tanques saudíes bien protegidos y camuflados desbarató el intento, parecía que las linea saudí aguantaría.
Al llegar la noche, la infantería enemiga había sido castigada y no parecía que supusiera una amenaza para el día siguiente. Parece que nuestros informes de inteligencia previos sobre la calidad de dichas divisiones estaban en lo cierto.
En el sector central del frente, el enemigo lanzó un ataque con tres divisiones acorazadas contra el II Cuerpo egipcio y dos brigadas saudíes (una acorazada y otra mecanizada). Tras recibir las primeras bajas en los campos de minas y sufrir el fuego de la artillería, los tanques iraquíes entraron en la zona de cobertura aliada, que retrasó y obligó a desplegarse al enemigo. Los primeros choques importantes se produjeron al llegar a la zona de batalla principal, a unos 15 o 20 kilómetros de la frontera. Las fuerzas estaban bastante igualadas, y la artillería iraquí estaba fuera de alcance hasta que no se reposicionase, por lo que en los primeros encuentros, los iraquíes no contaron con su apoyo. Aunque mostraron más empeño y determinación que sus colegas de infantería, las fuerzas estaban bastante igualadas y los iraquíes ganaban algo de terreno a costa de sufrir graves perdidas. Tan solo en el sector saudí, donde atacó una de las mejores divisiones enemigas, la 3ª acorazada, y donde la proporción de fuerzas era más dispar, se produjo un serio peligro para nuestros aliados. A media tarde, la 1ª Brigada de infantería británica hubo de intervenir para estabilizar la situación. Aquella fue la máxima penetración enemiga en aquel sector, y obligó a las fuerzas en sus flancos a retirarse algunos kilómetros para no dejar sus flancos al descubierto. Al llegar la noche ambos bandos se reagupaban y se preparaban para otro día de lucha intensa.
En el sector americano del frente, nos enfrentamos a las mejores tropas enemigas. La 101ª en nuestro flanco izquierdo, reforzada con un batallón antitanque de la Guardia nacional, con sus misiles TOW sobre vehículos Hummer y los tres batallones de helicópteros de ataque, sufrieron el ataque de la D. Mec. Tawakalna, mientras que la 24ª era atacada por la D. A. Hammurabi y la 1ª de Marines por la D. A. Medina. El guión fue parecido al ataque al Cuerpo egipcio, siendo la 24ª la división que mejor aguantó la embestida enemiga, mientras que los marines y la 101º recibían un mayor castigo y cedían algo de terreno al entrar en su zona principal de batalla. La ausencia de más apoyo aéreo y la defensa antiaérea enemiga previno en gran medida la destrucción de los vehículos enemigos, estimándose alrededor de un 15-20 por ciento las bajas entre sus carros de combate.
Al finalizar el día, se había retrocedido, en algunos sectores incluso más de 40 kilómetros, pero nuestras tropas se mantenían con firmeza dentro de sus zonas defensivas. El día siguiente sería decisivo.
Con las primeras luces del día 2, el cuerpo de infantería enemigo se puso en acción. Las tres divisiones que habían atacado el día anterior, se limitaron ha hacer ataques de tanteo para fijar en sus posiciones a los defensores, pero habían identificado correctamente el talón de Aquiles del despliegue saudí. Trajeron a su división de infantería de reserva que lanzó un ataque sobre la brigada motorizada de la Guardia Nacional. Esta es una unidad bien entrenada por asesores americanos, pero la falta de vehículos pesados la hacía más vulnerable a los ataques con carros, y fue precisamente lo que hicieron los iraquíes. Unieron los restos de los batallones de tanques que habían luchado el día anterior y junto con el de la nueva división, apoyaron el renovado ataque sobre la desdichada brigada saudí. Pronto se hizo patente que no podría resistir y que había que ceder terreno, pero no quedaba mucho terreno que entregar si se quería mantener la ruta de aprovisionamiento de la carretera 85, la ruta “Chicago Express”, como había sido designada por los planificadores de Desert Dragon. EL comandante del sector reclamó sus reservas, y la brigada mecanizada del CCG y la brigada francesa acudieron en apoyo de los saudíes, y estos pasaron a la reserva tras sufrir graves perdidas. Los nuevos tanques que llegaron, los helicópteros anticarro saudíes y qataries y el escuadrón de Mirage dedicado íntegramente a dar apoyo terrestre, lograron restablecer la linea sin tener que ceder demasiado terreno, pero de nuevo, toda la linea debía retroceder para no presentar salientes peligrosos. Al final del día los ataques iraquíes habían perdido todo su ímpetu y más de la mitad de sus tanques estaban destruidos o averiados.
En el sector central, los iraquíes reclamaron a su división mecanizada de reserva, y en unión con la 3ª acorazada, presionó de nuevo sobre el sector anglo-saudí que el día anterior se había demostrado el más vulnerable. Mientras, el resto de las divisiones presionaban a las fuerzas egipcias. Todo aquel sector retrocedió a lo largo de la mañana, pero la aviación aliada comenzó a aparecer con fuerza hacia la tarde y sus ataques causaron muchas bajas entre los vehículos blindados enemigos. Al mismo tiempo, el fuego de contrabatería logró poner fuera de combate a una buena parte de la artillería remolcada iraquí, y los helicópteros lograron transportar a los paracaidistas británicos y franceses delante de las divisiones de vanguardia enemiga, y establecieron sus misiles contracarro Milan que ayudaron a frenar los tanques enemigos.
Al final el ataque pudo ser detenido con graves perdidas para el enemigo, pero de nuevo nuestros aliados tuvieron que retroceder, quedando la vanguardia iraquí a unos 17 kilómetros de Hafar Al Batin, en el cruce de la carretera 50 con la ruta “Chicago Express”. De momento tan solo eran varios kilómetros cuadrados de desierto lo que había caído en manos del Ejército iraquí, pero en aquel sector, los egipcios, saudíes, ingleses y franceses estaban sufriendo bajas moderadas, y lo que era peor, ya no quedaban reservas de las que echar mano.
En el sector americano, la división acorazada Medina, que el día anterior había tomado la ciudad fronteriza de Khafji, inició el ataque contra los marines con fuerzas renovadas, con la vista puesta en la toma de Al Mishab con su puerto, aeropuerto e instalaciones petrolíferas. Al final del día lo habían conseguido, pese a los ataques de los Harrier y Cobras, y habían avanzado 60 kilómteros desde el comienzo de la ofensiva el día anterior. La Hammurabi presionaba a la 24ª pero aquí la situación estaba bastante más controlada, y los tanques M-1 marcaron la diferencia. Los tanques enemigos sufrieron un duro castigo y hacía mediodía su avance se había detenido. La división motorizada Al Faw acudió para aprovechar, en unión con la Tawakalna, la relativa debilidad del sector defendido por la 101ª. Ante este ataque, la infantería americana cedió terreno mientras sus helicópteros y los aviones A-10 se dedicaban a destruir los tanques y vehículos que avanzaban, pero no era suficiente, y se tuvo que reclamar el batallón de tanques Sheridan de la 82ª y el batallón de hummers antitanque que prestaban apoyo a los paracaidistas, y al final de la tarde, una brigada entera de los “All American” fue enviada a ayudar a la 101ª. Al anochecer, y aprovechando la capacidad de combate nocturno de nuestros tanques con sus sofisticados equipos de visión nocturna, la 1ª y 2ª brigada de la 24ª lanzaron un ataque sobre los flancos expuestos de las divisiones enemigas que habían avanzado sobre sus flancos, a la vez que el resto de la división retrocedía para mantener la integridad del frente. El ataque nocturno creemos que causó bastante daño en la división Medina, lo que condicionaría su actuación al día siguiente, y algo menos sobre la Al Faw, pero la confusión y el daño fueron importantes.
En el tercer y último día de la invasión, el sector más occidental del frente se mantuvo bastante tranquilo, ya que las divisiones de infantería enemigas habían agotado su capacidad ofensiva, y se limitaron ha realizar fuego de hostigamiento a la vez que preparaban sus posiciones defensivas.
Los iraquíes volvieron a lanzar un nuevo ataque con las divisiones pesadas enemigas 3ª y 12ª en el sector central, presionando sobre Hafar Al Batin para llegar a la ruta logística principal. Si esta quedaba cortada, todo el frente se resentiría. Sin más reserva en ese sector a las que acudir, el esfuerzo de la aviación aliada se volcó en ese punto, e incluso los helicópteros de ataque de la 18º brigada de aviación y la artillería del XVIII C. AT, que habían estado apoyando a nuestras fuerzas, se desplegaron para frenar el avance aliado. Al final, la concentración de fuego hizo que los iraquíes quedaran destrozados y tuvieran que volver sobre sus pasos a las posiciones de inicio del día, pero el precio fue alto, las tres brigadas franco-británicas quedaron bastante tocadas y los saudíes perdieron más de la mitad de las fuerzas de sus dos brigadas.
El día 3, la división Medina comenzó el día bastante desconcertada. Tras el avance del día anterior en el que había sufrido bastantes perdidas, pero que había conseguido algunos objetivos importantes, el ataque nocturno de una brigada de la 24ª causó el pánico en su retaguardia y la artillería, los suministros y refuerzos que debían recibir, habían quedado destruidos por completo, así que pese a las ordenes de continuar con el avance, su capacidad para reanudar el ataque era muy limitada, y aunque lo intentaron, la resistencia de los marines y el apoyo aéreo pronto hizo que se estancase por las perdidas y la falta de munición. La Hammurabi lanzó tímidos ataques contra la 24ª pero no pudo hacer mucho más, por que además uno de sus regimientos acorazados se había desplazado para apoyar el ataque a la 101ª. Su objetivo parecía ser la unión de la “Chicago Express” con la carretera 75, y presionaron para conseguirlo desde media mañana, ya que el ataque nocturno sobre la división Al Faw hizo que el ataque se pospusiera unas horas. Aquello dio el tiempo necesario para que una segunda brigada de la 82ª y la brigada paracaidista saudí reforzaran el dispositivo. La lucha fue encarnizada y se seguía luchando hasta bien entrada la noche, pero el temor de otro contraataque nocturno y las bajas sufridas hicieron abandonar la ofensiva a los iraquíes y retroceder varios kilómetros hasta posiciones menos expuestas.
Durante la noche, nuestros servicios de escucha han interceptado comunicaciones que parecen indicar que desde el mando de la ofensiva se ha solicitado a Bagdad detenerla, y tras unas horas, parece ser que se ha autorizado. Esta mañana no se han producido nuevos ataques y tan solo se han notificado fuego de artillería y tiroteos aislados. Todo parece indicar que la ofensiva enemiga se ha agotado, pero se mantendrá la vigilancia mientras se reorganizan nuestras fuerzas. Tras esta ofensiva, y pese a que nuestras bajas no han sido excesivamente graves, la posibilidad de resistir otra ofensiva de igual potencia esta en cuestión (aunque es difícil que al enemigo le queden fuerzas para montar otro ataque similar), y si finalmente los soviéticos vencen a los iranies como todo parece indicar y se unen a los iraquíes en su ofensiva, la situación será tremendamente peligrosa, por lo que es imperativo, primero, recibir más suministros y reemplazos para los soldados y armamento perdido, segundo, un mayor número de aviones que proporcionen más apoyo aéreo, que se ha revelado como de una gran importancia para contener la ofensiva. Y por último, más unidades pesadas terrestres para enfrentarse a los soviéticos.
En resumen, la ofensiva enemiga ha sido poderosa, pero simple. La calidad de sus equipos y soldados varía considerablemente. Cuando el enemigo pierde el apoyo de su artillería y la situación se vuelve fluida, su capacidad de coordinar y proseguir sus avances se resiente considerablemente, y sin el dominio aéreo, sus posibilidades se agotan. Tan solo una fuerte cortina artillera y una superioridad numérica importante en tanques y vehículos blindados, hacen que los ataques iraquíes consigan avances.
Nota. - Este informe se hace en base a numerosos informes de inteligencia recibidos en el Cuartel General de CINCCENT y por conversaciones mantenidas con varios oficiales de alto rango.
Como tal, se ha de tener en cuenta que en los próximos días se pueden tener conocimientos de nuevas informaciones y opiniones al respecto de los combate en torno a la ofensiva iraquí del día 1 de julio.”
Peabody no estaba conforme del todo con la forma de explicar lo sucedido, pero la urgencia en remitir la información a su superior era primordial. Doblo el informe y lo introdujo en un sobre con el sello de “Alto Secreto”. Llamo a su ayudante por el interfono y cuando entró, le entregó el sobre para que lo transcribiesen y fuera cursado. Era medía tarde y debía volver al cuartel general a presentarse en su puesto de combate, aquello le había ocupado demasiado tiempo y seguro que la guerra no se había detenido por que fuera 4 de julio.
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- flanker33
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7 de julio
Aleyev se levantó las gafas de sol para poder mirar a través de los prismáticos que llevaba colgados al cuello. Desde lo alto de lo que quedaba de la torre de control del aeropuerto de Mehrabad , a unos siete u ocho kilómetros se elevaban al cielo no menos de ocho grandes columnas de humo, en el centro de Teheran, donde todavía continuaba la resistencia del enemigo. Uno de sus generales le daba indicaciones de donde se encontraban las posiciones soviéticas y donde las iraníes, y le explicaba las operaciones en curso. El general era voluntarioso y la explicación clara, pero Aleyev ya sabía todo aquello. Había decidido ir a verlo con sus propios ojos, entre otros motivos para dejarse ver entre sus hombres como un general en el frente, pero sobre todo, para tener esa sensación que tenía al estar en el campo de batalla, y no perder el contacto con la realidad que conllevaban sus decisiones en su Cuartel General.
Hacía seis días que había comenzado la batalla por Teheran, y las cosas no iban mal. Desde el principio había previsto utilizar todo el poder de fuego a su alcance para acelerar en lo posible la toma de la ciudad y para reducir el número de bajas entre sus tropas, lo que desgraciadamente conllevaba una elevada mortandad entre los civiles iraníes, pero aquello, se decía Aleyev, no era su responsabilidad, las autoridades persas habían tenido suficiente tiempo para ordenar una evacuación, y aparentemente no lo habían hecho, quizás esperando que se unieran a la defensa de la capital. La defensa había recaído en tropas de infantería con poco apoyo artillero y casi ningún vehículo blindado, confiando que para el combate en zonas urbanas, fuese suficiente con soldados de a pie. Los informes estimaban que la mitad de aquellos soldados enemigos debían ser tropas regulares y la otra mitad pasdaran y milicianos basij. Eran estos últimos los que estaban planteando una defensa más contundente. La toma del primer cinturón defensivo y los arrabales de la ciudad había sido relativamente sencilla, pero conforme sus tropas avanzaban hacia el centro de la misma, la defensa se hacía más fanática. El apoyo de la artillería, los tanques y sobre todo la aviación y los helicópteros de ataque servían para facilitar en gran medida el avance de la infantería motorizada, pero en última instancia era un duelo de voluntades entre soldados individuales. Aleyev pensaba que aunque el fanatismo de buena parte de sus oponentes les estaba dando problemas, a la vez se los solucionaba, ya que si bien era verdad que cuando trataban de resistir en una zona, lo hacían hasta el último hombre, a su vez, cuando eran derrotados, ya poco podía hacer el mando iraní para tapar la brecha en el frente, ya que todo lo que tenía en ese sector había luchado y muerto allí, produciéndose inmediatamente después importantes avances soviéticos, hasta que eran contenidos por alguna unidad de otro sector o de sus reservas, que cada vez eran más escasas.
La ciudad no había sido cercada del todo, ya que al norte de la misma se encontraban las estribaciones de las poderosas montañas Elbruz, donde el movimiento y las operaciones de las tropas mecanizadas soviéticas era muy complicado, pero Aleyev, aprovechándose de aquello, había lanzado hacía 24 horas una operación para acelerar el desenlace de la lucha por Teherán.
Los generales iraníes habían tenido que recurrir a las tropas que defendían el tranquilo sector norte de la capital para reforzar otros sectores y tratar de frenar el avance soviético, y tras varios días de lucha, el servicio de inteligencia y los reconocimientos aéreos coincidían en un lo que parecía un importante debilitamiento de las fuerzas enemigas al norte de la ciudad. Aleyev ordenó el desembarco aéreo de dos batallones de paracaidistas, uno insertado por helicópteros y otro lanzados en paracaídas. A lo largo del día fue reforzado con algunas piezas de artillería y unos pocos vehículos blindados BMD. El objetivo nunca fue lograr un avance decisivo, ya que lo escaso de las fuerzas y la zona densamente urbanizada y un tanto caótica, complicaba demasiado ese ambicioso objetivo, pero tal y como él y su Estado Mayor había previsto, cientos, no, seguramente miles de enemigos se dirigieron a aquel sector para luchar con los paracaidistas, que según sus comunicaciones, lo habían pasando mal, aunque en todo momento aseguraron que podrían resistir. Aquel desplazamiento de tropas enemigas produjo un debilitamiento en otros sectores enemigos, lo que Aleyev aprovechó para ordenar un avance general de sus fuerzas en todos los sectores, con especial incidencia en los ataques en dirección norte que tenían por objeto enlazar con los apurados paracaidistas. Tras unas pocas horas de combate, los persas se habían visto obligados a retirarse al centro de la ciudad, y ahora, según le explicaba aquel joven general y le decía su Estado Mayor, la resistencia enemiga sería derrotada en un día o dos a lo sumo, a lo que Aleyev sumaba uno o dos días más para limpiar definitivamente la ciudad de las pequeñas bolsas de resistencia que habían quedado en el camino. Pero aquello no le importaba mucho, cuando pudiese vencer la última resistencia organizada, proclamaría la conquista de la capital enemiga y lo anunciaría a sus mandos en Moscú, los cuales esperaba que estuvieran contentos al estar pudiendo cumplir con el calendario fijado en la conquista del país persa.
Pero la situación comenzaría a complicarse después. Sus hombres necesitarían descansar, reaprovisionarse y recibir refuerzos y reemplazos antes de poder continuar la operación, pero sus lineas de suministros seguían amenazadas y eran atacadas con demasiada frecuencia. Sus medidas para defenderlas habían tenido un buen resultado, pero era imposible defender todas las rutas todo el tiempo, y el enemigo lo sabía. Cada vez los ataques eran más esporádicos y de poca importancia, pero aún así lograban reducir algo la capacidad militar y de transporte del ejército soviético, lo que unido a la lejanía de las bases, conllevaba un grave problema de abastecimiento, que se había agudizado sobre todo al dar rienda suelta a sus tropas para que utilizasen toda su potencia de fuego para vencer la resistencia en Teherán. Esperaba paliarlo en parte con la llegada de refuerzos vía aérea, una vez que con la captura de la capital y alrededores, se habían conseguido varios aeródromos y aeropuertos capaces de soportar un puente aéreo importante, pero aqullo no era más que una solución parcial.
Aleyev bajó de los restos de la torre de control pensando en como solucionar ese problema y como podía influir en su campaña un retraso mayor de lo planificado tras la toma de la capital. Al menos sus ejes de avance a ambos extremos del país marchaban aceptablemente, con iguales problemas de abastecimiento, pero al menos todavía no se habían encontrado con el grueso de las fuerzas enemigas alrededor del Khuzestan y el estrecho de Ormuz, ya que dado lo escaso de las fuerzas de ambos Ejércitos, sería muy arriesgado comenzar un ataque sobre sus objetivos sin esperar a los ejércitos que estaban a punto de tomar Teheran, lo cual de nuevo volvía a ralentizar la conquista de Irán y hacía que todo dependiera del ritmo a que pudiera recibir sus suministros y reemplazos.
El general subió junto con su séquito a los vehículos blindados que formaban el convoy que les había llevado a las afueras de Teherán, y regresaron a su cuartel general avanzado en Karaj, a más de treinta kilómetros de allí.
Cuando entró en el edificio que se había habilitado como puesto de mando, estaba esperándole, como casi siempre, el general Demko. Tras los saludos y comentarios de la “excursión”, Demko entregó una carpeta y un sobre a Aleyev y se retiró, quedando que se verían tras la lectura de esos documentos.
Aleyev entró en su pequeño despacho y se sentó en una sofá cama que había pedido le buscasen, para no perder tiempo en irse a dormir a otra parte de la ciudad o del edificio, y poder seguir los acontecimientos rápidamente si era necesario, incluso durante la noche. Ya era casi media tarde, y su ayudante le había dejado algo de comer y una botella de vodka encima de una mesita de salón. El general se atusó el bigote, y se sirvió un vaso de buen vodka ruso para acompañar a unas tostadas de caviar iraní que había conseguido en su avance. Abrió la carpeta y leyó su contenido. Se trataba de un informe de situación de los Teatros de Operaciones periféricos que leyó con avidez, ya que si bien se había mejorado algo el intercambio de información con otros mandos, estos informes tardaban demasiado en llegar a sus manos.
Cuando lo terminó, se quedó con una sensación agridulce. La escuadra soviética del Indico había sufrido una dura derrota, con sus principales naves dañadas o hundidas y su capacidad de combate muy reducida. Aquella derrota y las bajas sufridas entre la marinería eran en parte responsabilidad suya, ya que había urgido a sus camaradas de la marina de guerra para que hiciesen algo para destruir o al menos “importunar” a la flota americana y sobre todo a sus portaaviones, para que no pudiesen interferir en la prevista ofensiva iraquí en Arabia Saudí. Por su parte, los submarinos habían logrado torpedear a un portaaviones enemigo, pero por lo visto no había sido suficiente para hundirlo, y lo que era más preocupante, seguía estando operativo y combatiendo con sus aviones. Aquí solo quedaba algún golpe de suerte y que un submarino lograse algún éxito, pero no confiaba demasiado en ello.
Respecto a la ofensiva iraquí, tal y como había previsto, no llegó demasiado lejos, conquistando algunos kilómetros de desierto y alguna pequeña ciudad e instalación fronteriza. Si bien era cierto que en los últimos años de la guerra contra Irán, el ejército de Sadam Hussein había lanzado importantes ofensivas a nivel de cuerpos, y que se habían visto coronadas por el éxito, estas se basaban en tres factores importantes, el apoyo de poderosas cortinas de fuego artilleras, el uso en masa de vehículos blindados contra un enemigo que básicamente se defendía con fuerzas de infantería y por el uso de armas químicas. Estos factores que habían sido importantes en el pasado, ahora quedaban muy diluidos, ya que la artillería iraquí era castigada por aire, a pesar de los esfuerzos de los cazas soviéticos por impedirlo, y por un fuego de contrabatería superior a todo lo que se había encontrado nunca el ejercito iraquí. Sus centenares de vehículos blindados se enfrentaban esta vez a un enemigo en su mayor parte mecanizado y con tanques tan buenos o mejores que los suyos, y con unos soldados más entrenados que los iraníes y que la mayoría de los iraquíes. El uso de armas químicas quedaba descartado, tanto por indicación de Moscú, como por sentido común, ya que los americanos habían dejado claro que si estas eran utilizadas, ellos recurrirían a las armas atómicas. Pero además los iraquíes habían perdido el control de los cielos sobre el campo de batalla, y solo la ayuda soviética en forma de cazas y misiles antiaéreos había logrado que el daño producido por los imperialistas en su ofensiva fuese menor. Según leyó, era improbable que los iraquíes volviesen a lanzar otro ataque de importancia contra los Estados Unidos y sus aliados del Golfo en las próximas semanas. El estaba de acuerdo.
En el Mediterráneo, tras la práctica desaparición de la flota de superficie soviética el primer día de guerra, tan solo los submarinos estaban puniendo en apuros a las flotas de la OTAN, y por lo visto lo estaban haciendo bastante bien. La amenaza de ser atacados en el Canal de Suez, los submarinos que operaban en el Mediterráneo oriental, los que merodeaban cerca del Estrecho de Gibraltar en su vertiente atlántica y los bombarderos de largo alcance provenientes de Crimea, habían producido suficientes bajas (aunque a un gran coste) en los convoyes navales aliados para que los americanos consideraran más oportuno desviar los que venían de camino desde el territorio continental de América del Norte, hacia el cabo de Buena Esperanza para rodear África en su camino a Oriente Medio, alargando dicho viaje en diez días, pero se aseguraban que llegarían intactos en su mayoría, y tan solo podrían ser molestados por los pocos submarinos soviéticos que quedaban en el Índico.
En Turquía, en la zona oriental y que hacía frontera con la URSS, la situación era tranquila, tras los combates de los primeros días, los soviéticos se habían hecho con una serie de posiciones defensivas de las que los turcos se veían incapaces de echarlos, y tampoco les quedaban fuerzas para amenazar algunas de las lineas de suministros hacia Irán de las que dependían las tropas de Aleyev. Y en gran parte esto era debido a que los turcos se encontraban muy ocupados en la zona occidental de su país, en la Tracia turca, defendiéndose del ataque principal bulgaro-soviético hacia Estambul y el estrecho del Bosforo, y secundario hacia el estrecho de Dardanelos. Los turcos habían retrocedido bastantes kilómetros, pero sus fuerzas, incluyendo a casi todas sus reservas, junto con algunos pequeños refuerzos americanos estaban frenando la ofensiva. Prácticamente todo el potencial aéreo turco apoyados aviones americanos, franceses e italianos se sumaban a la defensa y estaban produciendo graves perdidas entre los aviones comunistas, pero no lograban el control del cielo, que seguía muy disputado, con graves bajas en ambos bandos. La inteligencia soviética pronosticaba un estancamiento de aquel frente, y lo que seguramente sería un grave problema para su colega que estaba comandando el ataque, para Aleyev era suficiente retener a todas aquellas tropas de la OTAN en aquellas latitudes, lejos de su campaña.
En Europa y el Pacífico, la situación se mantenía muy tensa y si bien se habían producido duelos de artillería en la frontera entre las dos Alemanias y algunas escaramuzas aéreas en Centroeuropa, Noruega y el Pacifico, de momento a ningún bando le interesaba comenzar las hostilidades a gran escala en esos Teatros de Operaciones, por lo que si no ocurría ningún incidente medianamente serio, no parecía que la tensión desembocara en más conflictos importantes.
Por último, había un informe de inteligencia valorando la neutralidad siria, ya que si bien podía haber sido utilizada para basar aviones en su territorio para actuar sobre el sur de Turquía y el Mediterráneo, la más que probable intervención israelí contra Damasco, y su posible victoria, habría dejado el flanco iraquí expuesto a la intervención judia, además de una importante fuerza aérea que apoyara las acciones de la OTAN en el Mediterráneo y la Tracia turca.
Así mismo se informaba, que si bien el reino de Jordania estaba sufriendo presiones saudíes y americanas para que se uniese a la coalición imperialista, el reino hachemita se resistía a ello y prefería mantener su neutralidad mientras Iraq no estuviese más debilitado o fuese una amenaza para su propio país, a la vez que pedía garantías a Israel y Siria de que no fueran a usar su territorio o espacio aéreo para posibles operaciones militares. En definitiva, trataba de mantenerse al margen de la contienda navegando entre aguas turbulentas, que tanto en su política interna como exterior, podían hacer saltar al reino por los aires.
Aleyev cerró la carpeta y la dejó sobre la mesita de salón. Descansó un poco la vista y tomó otro bocado y un sorbo de vodka más, antes de abrir el sobre con el sello de alto secreto que le había entregado Demko. Lo leyó rápidamente, ya que si bien no era mucho lo que decía, al menos eran buenas noticias. Las dos primeras divisiones, categoría C, listas para intervenir en Irán acababan de llegar a la frontera entre la repúblicas de Armenia y Azerbaijan con el país persa. Aleyev pensaba destinar dichas divisiones a la vigilancia de sus lineas de suministros y a consolidar el control sobre el país invadido, liberando de estas funciones a otras divisiones mejor preparadas para el combate que hasta ahora venían desempeñando ese papel. En los próximos días esperaba la llegada de hasta diez divisiones más de aquel tipo, que permitirían al resto de sus fuerzas sobre el terreno que se expandiesen y continuasen su avance sobre el resto de territorio iraní. Al fin y al cabo, quizás pudiera mantener su calendario previsto para la victoria total en su campaña. Se levantó y volvió al puesto de mando a recibir novedades. Demko le informó de los avances del día en Teherán, y él le puso al día de lo que acababa de leer. Después Aleyev convocó una reunión de su estado mayor para planificar las operaciones posteriores a la captura de la capital enemiga. Comenzaba a caer el sol, y todavía le quedaba mucha jornada laboral por delante.
Aleyev se levantó las gafas de sol para poder mirar a través de los prismáticos que llevaba colgados al cuello. Desde lo alto de lo que quedaba de la torre de control del aeropuerto de Mehrabad , a unos siete u ocho kilómetros se elevaban al cielo no menos de ocho grandes columnas de humo, en el centro de Teheran, donde todavía continuaba la resistencia del enemigo. Uno de sus generales le daba indicaciones de donde se encontraban las posiciones soviéticas y donde las iraníes, y le explicaba las operaciones en curso. El general era voluntarioso y la explicación clara, pero Aleyev ya sabía todo aquello. Había decidido ir a verlo con sus propios ojos, entre otros motivos para dejarse ver entre sus hombres como un general en el frente, pero sobre todo, para tener esa sensación que tenía al estar en el campo de batalla, y no perder el contacto con la realidad que conllevaban sus decisiones en su Cuartel General.
Hacía seis días que había comenzado la batalla por Teheran, y las cosas no iban mal. Desde el principio había previsto utilizar todo el poder de fuego a su alcance para acelerar en lo posible la toma de la ciudad y para reducir el número de bajas entre sus tropas, lo que desgraciadamente conllevaba una elevada mortandad entre los civiles iraníes, pero aquello, se decía Aleyev, no era su responsabilidad, las autoridades persas habían tenido suficiente tiempo para ordenar una evacuación, y aparentemente no lo habían hecho, quizás esperando que se unieran a la defensa de la capital. La defensa había recaído en tropas de infantería con poco apoyo artillero y casi ningún vehículo blindado, confiando que para el combate en zonas urbanas, fuese suficiente con soldados de a pie. Los informes estimaban que la mitad de aquellos soldados enemigos debían ser tropas regulares y la otra mitad pasdaran y milicianos basij. Eran estos últimos los que estaban planteando una defensa más contundente. La toma del primer cinturón defensivo y los arrabales de la ciudad había sido relativamente sencilla, pero conforme sus tropas avanzaban hacia el centro de la misma, la defensa se hacía más fanática. El apoyo de la artillería, los tanques y sobre todo la aviación y los helicópteros de ataque servían para facilitar en gran medida el avance de la infantería motorizada, pero en última instancia era un duelo de voluntades entre soldados individuales. Aleyev pensaba que aunque el fanatismo de buena parte de sus oponentes les estaba dando problemas, a la vez se los solucionaba, ya que si bien era verdad que cuando trataban de resistir en una zona, lo hacían hasta el último hombre, a su vez, cuando eran derrotados, ya poco podía hacer el mando iraní para tapar la brecha en el frente, ya que todo lo que tenía en ese sector había luchado y muerto allí, produciéndose inmediatamente después importantes avances soviéticos, hasta que eran contenidos por alguna unidad de otro sector o de sus reservas, que cada vez eran más escasas.
La ciudad no había sido cercada del todo, ya que al norte de la misma se encontraban las estribaciones de las poderosas montañas Elbruz, donde el movimiento y las operaciones de las tropas mecanizadas soviéticas era muy complicado, pero Aleyev, aprovechándose de aquello, había lanzado hacía 24 horas una operación para acelerar el desenlace de la lucha por Teherán.
Los generales iraníes habían tenido que recurrir a las tropas que defendían el tranquilo sector norte de la capital para reforzar otros sectores y tratar de frenar el avance soviético, y tras varios días de lucha, el servicio de inteligencia y los reconocimientos aéreos coincidían en un lo que parecía un importante debilitamiento de las fuerzas enemigas al norte de la ciudad. Aleyev ordenó el desembarco aéreo de dos batallones de paracaidistas, uno insertado por helicópteros y otro lanzados en paracaídas. A lo largo del día fue reforzado con algunas piezas de artillería y unos pocos vehículos blindados BMD. El objetivo nunca fue lograr un avance decisivo, ya que lo escaso de las fuerzas y la zona densamente urbanizada y un tanto caótica, complicaba demasiado ese ambicioso objetivo, pero tal y como él y su Estado Mayor había previsto, cientos, no, seguramente miles de enemigos se dirigieron a aquel sector para luchar con los paracaidistas, que según sus comunicaciones, lo habían pasando mal, aunque en todo momento aseguraron que podrían resistir. Aquel desplazamiento de tropas enemigas produjo un debilitamiento en otros sectores enemigos, lo que Aleyev aprovechó para ordenar un avance general de sus fuerzas en todos los sectores, con especial incidencia en los ataques en dirección norte que tenían por objeto enlazar con los apurados paracaidistas. Tras unas pocas horas de combate, los persas se habían visto obligados a retirarse al centro de la ciudad, y ahora, según le explicaba aquel joven general y le decía su Estado Mayor, la resistencia enemiga sería derrotada en un día o dos a lo sumo, a lo que Aleyev sumaba uno o dos días más para limpiar definitivamente la ciudad de las pequeñas bolsas de resistencia que habían quedado en el camino. Pero aquello no le importaba mucho, cuando pudiese vencer la última resistencia organizada, proclamaría la conquista de la capital enemiga y lo anunciaría a sus mandos en Moscú, los cuales esperaba que estuvieran contentos al estar pudiendo cumplir con el calendario fijado en la conquista del país persa.
Pero la situación comenzaría a complicarse después. Sus hombres necesitarían descansar, reaprovisionarse y recibir refuerzos y reemplazos antes de poder continuar la operación, pero sus lineas de suministros seguían amenazadas y eran atacadas con demasiada frecuencia. Sus medidas para defenderlas habían tenido un buen resultado, pero era imposible defender todas las rutas todo el tiempo, y el enemigo lo sabía. Cada vez los ataques eran más esporádicos y de poca importancia, pero aún así lograban reducir algo la capacidad militar y de transporte del ejército soviético, lo que unido a la lejanía de las bases, conllevaba un grave problema de abastecimiento, que se había agudizado sobre todo al dar rienda suelta a sus tropas para que utilizasen toda su potencia de fuego para vencer la resistencia en Teherán. Esperaba paliarlo en parte con la llegada de refuerzos vía aérea, una vez que con la captura de la capital y alrededores, se habían conseguido varios aeródromos y aeropuertos capaces de soportar un puente aéreo importante, pero aqullo no era más que una solución parcial.
Aleyev bajó de los restos de la torre de control pensando en como solucionar ese problema y como podía influir en su campaña un retraso mayor de lo planificado tras la toma de la capital. Al menos sus ejes de avance a ambos extremos del país marchaban aceptablemente, con iguales problemas de abastecimiento, pero al menos todavía no se habían encontrado con el grueso de las fuerzas enemigas alrededor del Khuzestan y el estrecho de Ormuz, ya que dado lo escaso de las fuerzas de ambos Ejércitos, sería muy arriesgado comenzar un ataque sobre sus objetivos sin esperar a los ejércitos que estaban a punto de tomar Teheran, lo cual de nuevo volvía a ralentizar la conquista de Irán y hacía que todo dependiera del ritmo a que pudiera recibir sus suministros y reemplazos.
El general subió junto con su séquito a los vehículos blindados que formaban el convoy que les había llevado a las afueras de Teherán, y regresaron a su cuartel general avanzado en Karaj, a más de treinta kilómetros de allí.
Cuando entró en el edificio que se había habilitado como puesto de mando, estaba esperándole, como casi siempre, el general Demko. Tras los saludos y comentarios de la “excursión”, Demko entregó una carpeta y un sobre a Aleyev y se retiró, quedando que se verían tras la lectura de esos documentos.
Aleyev entró en su pequeño despacho y se sentó en una sofá cama que había pedido le buscasen, para no perder tiempo en irse a dormir a otra parte de la ciudad o del edificio, y poder seguir los acontecimientos rápidamente si era necesario, incluso durante la noche. Ya era casi media tarde, y su ayudante le había dejado algo de comer y una botella de vodka encima de una mesita de salón. El general se atusó el bigote, y se sirvió un vaso de buen vodka ruso para acompañar a unas tostadas de caviar iraní que había conseguido en su avance. Abrió la carpeta y leyó su contenido. Se trataba de un informe de situación de los Teatros de Operaciones periféricos que leyó con avidez, ya que si bien se había mejorado algo el intercambio de información con otros mandos, estos informes tardaban demasiado en llegar a sus manos.
Cuando lo terminó, se quedó con una sensación agridulce. La escuadra soviética del Indico había sufrido una dura derrota, con sus principales naves dañadas o hundidas y su capacidad de combate muy reducida. Aquella derrota y las bajas sufridas entre la marinería eran en parte responsabilidad suya, ya que había urgido a sus camaradas de la marina de guerra para que hiciesen algo para destruir o al menos “importunar” a la flota americana y sobre todo a sus portaaviones, para que no pudiesen interferir en la prevista ofensiva iraquí en Arabia Saudí. Por su parte, los submarinos habían logrado torpedear a un portaaviones enemigo, pero por lo visto no había sido suficiente para hundirlo, y lo que era más preocupante, seguía estando operativo y combatiendo con sus aviones. Aquí solo quedaba algún golpe de suerte y que un submarino lograse algún éxito, pero no confiaba demasiado en ello.
Respecto a la ofensiva iraquí, tal y como había previsto, no llegó demasiado lejos, conquistando algunos kilómetros de desierto y alguna pequeña ciudad e instalación fronteriza. Si bien era cierto que en los últimos años de la guerra contra Irán, el ejército de Sadam Hussein había lanzado importantes ofensivas a nivel de cuerpos, y que se habían visto coronadas por el éxito, estas se basaban en tres factores importantes, el apoyo de poderosas cortinas de fuego artilleras, el uso en masa de vehículos blindados contra un enemigo que básicamente se defendía con fuerzas de infantería y por el uso de armas químicas. Estos factores que habían sido importantes en el pasado, ahora quedaban muy diluidos, ya que la artillería iraquí era castigada por aire, a pesar de los esfuerzos de los cazas soviéticos por impedirlo, y por un fuego de contrabatería superior a todo lo que se había encontrado nunca el ejercito iraquí. Sus centenares de vehículos blindados se enfrentaban esta vez a un enemigo en su mayor parte mecanizado y con tanques tan buenos o mejores que los suyos, y con unos soldados más entrenados que los iraníes y que la mayoría de los iraquíes. El uso de armas químicas quedaba descartado, tanto por indicación de Moscú, como por sentido común, ya que los americanos habían dejado claro que si estas eran utilizadas, ellos recurrirían a las armas atómicas. Pero además los iraquíes habían perdido el control de los cielos sobre el campo de batalla, y solo la ayuda soviética en forma de cazas y misiles antiaéreos había logrado que el daño producido por los imperialistas en su ofensiva fuese menor. Según leyó, era improbable que los iraquíes volviesen a lanzar otro ataque de importancia contra los Estados Unidos y sus aliados del Golfo en las próximas semanas. El estaba de acuerdo.
En el Mediterráneo, tras la práctica desaparición de la flota de superficie soviética el primer día de guerra, tan solo los submarinos estaban puniendo en apuros a las flotas de la OTAN, y por lo visto lo estaban haciendo bastante bien. La amenaza de ser atacados en el Canal de Suez, los submarinos que operaban en el Mediterráneo oriental, los que merodeaban cerca del Estrecho de Gibraltar en su vertiente atlántica y los bombarderos de largo alcance provenientes de Crimea, habían producido suficientes bajas (aunque a un gran coste) en los convoyes navales aliados para que los americanos consideraran más oportuno desviar los que venían de camino desde el territorio continental de América del Norte, hacia el cabo de Buena Esperanza para rodear África en su camino a Oriente Medio, alargando dicho viaje en diez días, pero se aseguraban que llegarían intactos en su mayoría, y tan solo podrían ser molestados por los pocos submarinos soviéticos que quedaban en el Índico.
En Turquía, en la zona oriental y que hacía frontera con la URSS, la situación era tranquila, tras los combates de los primeros días, los soviéticos se habían hecho con una serie de posiciones defensivas de las que los turcos se veían incapaces de echarlos, y tampoco les quedaban fuerzas para amenazar algunas de las lineas de suministros hacia Irán de las que dependían las tropas de Aleyev. Y en gran parte esto era debido a que los turcos se encontraban muy ocupados en la zona occidental de su país, en la Tracia turca, defendiéndose del ataque principal bulgaro-soviético hacia Estambul y el estrecho del Bosforo, y secundario hacia el estrecho de Dardanelos. Los turcos habían retrocedido bastantes kilómetros, pero sus fuerzas, incluyendo a casi todas sus reservas, junto con algunos pequeños refuerzos americanos estaban frenando la ofensiva. Prácticamente todo el potencial aéreo turco apoyados aviones americanos, franceses e italianos se sumaban a la defensa y estaban produciendo graves perdidas entre los aviones comunistas, pero no lograban el control del cielo, que seguía muy disputado, con graves bajas en ambos bandos. La inteligencia soviética pronosticaba un estancamiento de aquel frente, y lo que seguramente sería un grave problema para su colega que estaba comandando el ataque, para Aleyev era suficiente retener a todas aquellas tropas de la OTAN en aquellas latitudes, lejos de su campaña.
En Europa y el Pacífico, la situación se mantenía muy tensa y si bien se habían producido duelos de artillería en la frontera entre las dos Alemanias y algunas escaramuzas aéreas en Centroeuropa, Noruega y el Pacifico, de momento a ningún bando le interesaba comenzar las hostilidades a gran escala en esos Teatros de Operaciones, por lo que si no ocurría ningún incidente medianamente serio, no parecía que la tensión desembocara en más conflictos importantes.
Por último, había un informe de inteligencia valorando la neutralidad siria, ya que si bien podía haber sido utilizada para basar aviones en su territorio para actuar sobre el sur de Turquía y el Mediterráneo, la más que probable intervención israelí contra Damasco, y su posible victoria, habría dejado el flanco iraquí expuesto a la intervención judia, además de una importante fuerza aérea que apoyara las acciones de la OTAN en el Mediterráneo y la Tracia turca.
Así mismo se informaba, que si bien el reino de Jordania estaba sufriendo presiones saudíes y americanas para que se uniese a la coalición imperialista, el reino hachemita se resistía a ello y prefería mantener su neutralidad mientras Iraq no estuviese más debilitado o fuese una amenaza para su propio país, a la vez que pedía garantías a Israel y Siria de que no fueran a usar su territorio o espacio aéreo para posibles operaciones militares. En definitiva, trataba de mantenerse al margen de la contienda navegando entre aguas turbulentas, que tanto en su política interna como exterior, podían hacer saltar al reino por los aires.
Aleyev cerró la carpeta y la dejó sobre la mesita de salón. Descansó un poco la vista y tomó otro bocado y un sorbo de vodka más, antes de abrir el sobre con el sello de alto secreto que le había entregado Demko. Lo leyó rápidamente, ya que si bien no era mucho lo que decía, al menos eran buenas noticias. Las dos primeras divisiones, categoría C, listas para intervenir en Irán acababan de llegar a la frontera entre la repúblicas de Armenia y Azerbaijan con el país persa. Aleyev pensaba destinar dichas divisiones a la vigilancia de sus lineas de suministros y a consolidar el control sobre el país invadido, liberando de estas funciones a otras divisiones mejor preparadas para el combate que hasta ahora venían desempeñando ese papel. En los próximos días esperaba la llegada de hasta diez divisiones más de aquel tipo, que permitirían al resto de sus fuerzas sobre el terreno que se expandiesen y continuasen su avance sobre el resto de territorio iraní. Al fin y al cabo, quizás pudiera mantener su calendario previsto para la victoria total en su campaña. Se levantó y volvió al puesto de mando a recibir novedades. Demko le informó de los avances del día en Teherán, y él le puso al día de lo que acababa de leer. Después Aleyev convocó una reunión de su estado mayor para planificar las operaciones posteriores a la captura de la capital enemiga. Comenzaba a caer el sol, y todavía le quedaba mucha jornada laboral por delante.
"Si usted no tiene libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor" - José Luís Sampedro
- flanker33
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Re: Relato. "1989. La Campaña del Golfo"
Como esta semana he estado algo atascado con el relato, dejo al menos un mapa con la situación hacia el 8-9 de julio:
Por fin...gracias compañero
Pues dejo también algo de lectura:
Soviet Military Options in Iran
Es un pdf con un informe de la CIA sobre las opciones militares de la URSS en Iran y aunque dista un poco de la linea temporal del relato, ya que esta redactado tan solo unos meses después de la revolución iraní y la invasión soviética de Afganista. Tiene otras dos pegas, y es que esta en inglés y bastante censurado, pero puede ser interesante.
Saludos.
Por fin...gracias compañero
Pues dejo también algo de lectura:
Soviet Military Options in Iran
Es un pdf con un informe de la CIA sobre las opciones militares de la URSS en Iran y aunque dista un poco de la linea temporal del relato, ya que esta redactado tan solo unos meses después de la revolución iraní y la invasión soviética de Afganista. Tiene otras dos pegas, y es que esta en inglés y bastante censurado, pero puede ser interesante.
Saludos.
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Re: Relato. "1989. La Campaña del Golfo"
Excelente este relato, me tiene esperando por mas cuando sale el libro completo para comprarlo
Colombia tierra querida, himno de fe y alegria
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Re: Relato. "1989. La Campaña del Golfo"
Gracis por tu comentario Edwin. Supongo que el libro saldrá cuando alguien quiera publicarlo...que va a ser nunca... La verdad es que no deja de ser un pequeño relato sin más pretensiones que pasarmelo bien escribiendo, y si a alguien le gusta, pues mejor que mejor.
He tardado un poco en poner el siguiente relato ya que es la primera vez que hago esto de escribir una historia paralela de espias y me está costando un poco cuadrarlo todo para que quede regular, solo espero que al final no quede muy mal en el conjunto.
Saludos.
He tardado un poco en poner el siguiente relato ya que es la primera vez que hago esto de escribir una historia paralela de espias y me está costando un poco cuadrarlo todo para que quede regular, solo espero que al final no quede muy mal en el conjunto.
Saludos.
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Re: Relato. "1989. La Campaña del Golfo"
9 de julio
Ya era de noche cuando el teniente MacCardy y sus hombres regresaban a las oficinas del MI6 en Riad, tras otra jornada de infructuosa búsqueda de un fantasma. Desde que sus nuevos superiores del MI6 los habían reclutado, apenas había habido avances en la búsqueda del Waleed Hazizi, el misterioso soldado saudí renegado que ponía tan nerviosas a las autoridades de su país, y del que no se había vuelto a saber nada desde que desapareciera en Jartum. Los primeros días, él y su equipo, formado por el sargenteo Horrock, el cabo primero Cowen y el cabo Stuart, que habían recibido el nombre en clave de equipo Dorset, habían permanecido en la sede de los servicios secretos ingleses Riad, estudiando todo lo conocido del caso y del objetivo, donde también recibían información sobre el operativo de búsqueda por parte de Sinclair, y a su vez hacían aportaciones sobre lo que opinaban de la situación. El servicio secreto inglés había reforzado su presencia en Oriente Medio, especialmente en Arabia Saudí y algo menos en los países limítrofes. Los principales puertos, aeropuertos y puestos fronterizos habían sido cubiertos, así como las estaciones de autobuses y trenes, pero era imposible, pese a su coordinación con los norteamericanos, mantener una vigilancia de todo el país, y puesto que sus aliados saudíes apenas intercambiaban información, era realmente complicado obtener avances. Al teniente le hubiese gustado que Sinclair les dejase viajar al suroeste del país, por donde creía que Hazizi debería infiltrarse en Arabia Saudí, pero su nuevo jefe no quería que estuvieran lejos de Riad por si necesitaban que se desplegaran rápidamente a algún lugar, y en última instancia era el sitio donde Hazizi debería llegar, si antes no era apresado en algún otro sitio, así que el equipo Dorset llevaba varios días patrullando y realizando tareas de contravigilancia en zonas frecuentadas y de paso que pudieran ser utilizadas por la familia real saudí, como palacios, ministerios, bases militares, carreteras, aeropuertos, puentes, etc.
Cuando se dirigían a la oficina de Sinclair para darle novedades e informarse si había habido algún avance, se toparon con dos “gorilas” saudíes bien trajeados que les bloqueaban el acceso al despacho. MacCardy se aseguró de llevar bien visible la tarjeta de seguridad que llevaba colgada del cuello y que le permitía tener libre acceso a aquel lugar, antes de acercarse a aquellos tipos.
-Hola amigos – dijo en arabe - ¿algún problema?
-No se puede pasar – fue la escueta respuesta que consiguieron.
-¿Por algún motivo en especial?...¿amigos...?
Pero a aquellos hombres no les iba a sacar nada más, así que les hizo señas a sus hombres para que esperaran un poco. A los cinco minutos, salía de la oficina de Sinclair un hombre con un traje que bien podría haber estado confeccionado en las mejores sastrerías londinenses, con gafas de sol y una barba muy cuidada, pero con cara de pocos amigos. Pasó a su lado como si no lo viera ni a él ni a sus hombres. Los “gorilas” se marcharon tras él.
-¿Piensan quedarse hay toda la noche o van a entrar de una vez? - dijo visiblemente enfadado el mayor Sinclair.
MacCardy y los suyos entraron en el despacho.
-¿Quien era ese? - dijo Cowen.
-Nadie que deba usted conocer, cabo. Basta con que sepa que es miembro del Servicio General de Inteligencia saudí que ha conseguido cabrearme.
-Vaya, entonces debe ser un pez gordo – dijo irónicamente el neozelandés.
-Está bien, déjelo ya. ¿Traen alguna buena noticia, para variar?
Cuando le informaron de otra jornada más sin resultados, Sinclair tomó la palabra.
-Yo tampoco tengo nada nuevo. Ese cabrón parece haberse esfumado. Nada en Sudán, Egipto, Etiopía o Yemen, y por supuesto nada en Arabia Saudí. De todas formas, tampoco es de extrañar, nuestros efectivos son muy limitados y dado el contexto mundial, Londres no nos va a mandar a nadie más, y nuestros informadores en el KGB no han conseguido absolutamente nada. Pero lo que más me jode es que estos... “señores” del servicio secreto saudí, no comparten nada de información y a la vez tienen las narices de presentarse aquí exigiéndonos que les digamos todo lo que sabemos sin darnos nada a cambio.
-Pues menos mal que son nuestros aliados, por que cualquiera diría que les estorbamos aquí – comentó Horrocks.
-Mas o menos – convino Sinclair.
...
Arranque el coche y me dirigí al apartamento. Era ya tarde y no quería tener ningún encuentro desafortunado con la policía de Riad en algún control. Mientras conducía repasé mentalmente todo lo sucedido en las últimos dos días y medio, desde que abandoné el piso franco del KGB en la fronteriza ciudad sudanesa de Kassala, y donde había pasado los últimos días preparándome para la misión que concluiría con mi venganza sobre los que destrozaron mi vida y la de mi familia. Crucé a Etiopía acompañado de algunos rusos y nos adentramos en el conflictivo norte del país, para llegar a la costa en las inmediaciones de Mitsiwa, donde embarque con dos de los agentes rusos en un pequeño barco pesquero. El barco era más rápido de lo que parecía y la tripulación etíope distaba de ser simples pescadores. Eran contrabandistas que se dedicaban a “intercambiar” mercancías entre Etiopía y Arabia Saudí. Le parecieron gente que venderían a su madre si pudiesen conseguir algún beneficio con ello, por eso, dos de mis nuevos amigos rusos se venían conmigo hasta que hubiésemos cruzado a la península arábiga y estuviéramos seguros que no nos habían traicionado llevándonos directamente a las autoridades saudíes, lo cual era poco probable pero no imposible. A la vuelta tendrían su recompensa...el KGB no solía dejar testigos de una cosa así.
El viaje fue rápido y sin contratiempos, se notaba que esa gente conocía aquellas aguas y su oficio, y tan solo al llegar a la altura de la isla Farasan, nos cruzamos con otra embarcación en la distancia, posiblemente verdaderos pescadores saudíes. Por suerte, el grueso de la flota estadounidense operaba y las patrulleras saudíes vigilaban, al norte del Mar Rojo, cerca de Jeddah.. Cuando estaba a punto de amanecer, finalmente nos acercamos a la costa y tras divisar mi contacto, desembarque en una hermosa playa de mi país. Por fin, después de tantos años, volvía a él. Una extraña sensación me recorrió todo el cuerpo...nervios, alivio, alegría, tristeza, desesperación, pero sobre todo responsabilidad. No iba a fallarme a mi mismo y sobre todo no iba a fallar a mi mujer y a mi pequeño. De allí ya no saldría si no era que hubiese llevado a cabo mi venganza o en un ataúd...o quizás ambas cosas.
Cuando el barco se alejó, ya había montado en el vehículo que me esperaba y que me conduciría a Riad. Aquella parte del viaje la habíamos ideado en Kassala. Con una barba postiza, unas gafas redondas y un atuendo adecuado, me disfrace de religioso de los Ulemas. Pero mi principal baza era que los rusos me habían provisto de una documentación que me identificaba como miembro burocrático del Consejo Superior de Ulemas, la máxima institución clerical del reino y con un gran poder por su alianza con la familia real. Era un buen escudo contra miradas y preguntas indiscretas. Cualquier policía o militar se lo pensaría dos veces antes de importunar a un miembro del Consejo de los Ulemas. El uso de aquel mercedes negro con los cristales tintados y un chófer con pinta de guardaespaldas, ayudaban a mejorar el conjunto.
La verdad es que no dejaba de salir de mi asombro de la capacidad operativa del KGB en mi país. Hacía solo unos años aquello hubiera sido impensable. La penetración del servicio secreto soviético en Arabia Saudí se creía bastante reducida y controlada, y ahora ver como aquella gente podía infiltrar agentes, tener acceso a documentación de alta seguridad u organizar viajes a lo largo de todo el país, se me hacía muy extraño. Traté de sonsacarle algo de información al conductor, pero fue tarea imposible. Al final llegue a la conclusión que o bien habíamos estado muy ciegos en el pasado o los rusos habían mejorado mucho en los últimos años. Tuve bastante tiempo para reflexionar sobre aquello ya que el viaje fue largo. Había desembarcado en las inmediaciones del pequeño pueblo de Ad Darb, y viajamos por la carretera nacional 10 en un viaje de más de 1.000 km con final en Riad. Cuando cruzamos la ciudad de Abha, tuve que reprimir de nuevo los fantasmas de mi pasado para no gritar con todas mis fuerzas. No nos detuvimos allí, ya que no había nada que me interesara en aquella maldita ciudad. El “monstruo” Ghaleb, “el príncipe asesino”, había cambiado su residencia a la capital ya que ahora era un cargo importante dentro del ministerio de Asuntos Exteriores. Aquella información había sido una de mis exigencias para aceptar la misión que me propusieron los rusos, sin ella no hubiese habido acuerdo posible. Aunque he de decir que se me había pasado alguna vez por la cabeza el hacer con su familia lo mismo que le hizo a la mía, lo deseche por dos razones. La primera era que su familia no le importaba absolutamente nada y por tanto no le haría el más mínimo efecto, y el segundo y principal era que yo no creía que fuera capaz de cometer aquella matanza contra seres indefensos y que no me habían hecho nada. No, el culpable era uno, y él pagaría. Pero no había cometido aquellos horrendos crímenes sin el consentimiento de la familia real, y por ello y por que el “monstruo” consideraba a los Al Saud como su verdadera familia, que ellos también pagarían el precio de la locura de Ghaleb.
El viaje duró casi todo el día, y tan solo nos paramos a poner combustible y a comer. Los únicos sobresaltos fueron cuando al salir de la ciudad de Khamis Mushait y a medio camino entre Kharj y Riad, nos detuvieron en sendos controles de policía. Pese a lo tenso de la situación, la tapadera funcionó a la perfección y nos dejaron pasar sin más contratiempos. Al caer la noche llegamos a la capital y le indique al conductor que me dejara en el barrio antiguo de la ciudad. Tras salir del coche, me quedé esperando hasta que se marchó y desapareció de mi vista. Busque un pequeño hostal donde pasar la noche. Por la mañana, me dirigí a una abarrotada tetería con mi pequeño equipaje y entré en los lavabos. Me quité la barba y las gafas, me cambie de ropa, poniéndome un caro traje italiano debajo de un atuendo más acorde con el de la población de la ciudad y salí del local sin llamar demasiado la atención. Me dirigí a una barbería, me corté el pelo al estilo occidental y me hice afeitar dejándome un fino bigote. Al salir cogí un autobús que me llevó al centro de la ciudad. Allí busque uno de los muchos concesionarios de automóviles existentes en la ciudad y entre en él. Tras un rato de charla con el vendedor, compré y pague en efectivo un Nissan Patrol de color negro. En un país donde los dolares rebosan por doquier el pago en efectivo de un caro vehículo de importación apenas llamaba la atención. Salí con él del concesionario y tras buscar un discreto y apartado rincón, me quité las ropas superficiales, quedándome con el traje italiano. Los ropajes los lancé por una alcantarilla y continué hacia mi próxima parada.
Tras cruzar media ciudad estacioné el vehículo en una zona próxima al exclusivo barrio diplomático, donde multitud de embajadas extranjeras se mezclaban con lujosas viviendas y palacios. Aquel barrio donde se encontraba era menos exclusivo, pero casi tan caro y elitista, el sitio ideal donde la policía no montaba controles de seguridad y tan solo patrullaba discretamente. Tras dar una vuelta por el barrio, me fijé en un edificio de 9 plantas recién acabado de construir y que tenía su oficina de venta en el propio edificio. Acabé mi ronda y entré en un restaurante que servía comida internacional y donde me fijé que la mayoría de sus comensales eran hombres de negocios extranjeros, occidentales y árabes, que pese a lo cercano del conflicto y los ocasionales misiles que caían sobre la capital, seguían yendo a Riad en busca de los petrodólares saudíes. “Acerté” pensé en seguida, mi tapadera era válida. Comí algo rápido y fui a ver al comercial del edificio en el que me había fijado y puse a prueba mi tapadera. Me hice pasar por un hombre de negocios, y cuando aquel tipo me preguntó por mis negocios contesté con un genérico “importación y exportación” sin especificar más, pero dejando caer entre lineas que estaba relacionado con el mundo de la defensa. Quizás fue por las ganas de alquilar el apartamento, o por la perfecta documentación de identidad que le enseñé, pero se tragó mi nueva identidad sin rechistar. Poco después ya tenía las llaves de un pequeño apartamento de dos habitaciones amueblado con muebles sencillos pero funcionales, y situado en la novena planta, donde tenía unas buenas vistas de los alrededores e incluso de parte de la ciudad, y lo mejor es que los otros dos únicos apartamento ocupados estaban en la primera y segunda planta, por lo que poco tendría que molestarme por los vecinos. Perdí algo de tiempo en subir mi pequeño equipaje e instalarme minimamente. Después me senté a descansar un rato. Eso había sido esa misma tarde, pero todavía me quedaba algo por hacer. Ya caía el sol cuando me subí al Patrol y me dirigí hacia la dirección que me habían proporcionado los rusos, donde supuestamente vivía el “príncipe asesino”. Tenía que comprobar aquella información antes de sentirme capaz de seguir adelante con todo aquello. Estacioné en el centro de la ciudad, muy cerca del edificio de mi objetivo, y esperé. A la media hora apareció un coche de alta gama con un guardaespaldas al volante, y a un lado, aquella serpiente babosa que tenía Ghaleb por ayudante personal. Apenas pude ver al príncipe, pero supe de inmediato que era él. El corazón se me aceleró y la mandíbula y los puños se contrajeron con fuerza. Esperé un poco más mientras me tranquilizaba. Al final se encendió una luz en un piso de la primera planta, justo donde se suponía que debía ser, y vio la figura de Ghaleb y su ayudante. Tuve ganas de poner fin a todo aquello allí y ahora, pero me contuve. Estaba demasiado cerca de llevar a cabo mi venganza como para arriesgarme ahora estúpidamente. Me marché de allí.
Finalmente llegue a mi nuevo apartamento y tras cenar algo que había comprado de camino me acosté, pero a pesar del cansancio no pude dejar de darle vueltas a la cabeza. Después de tanto tiempo, las circunstancias habían cambiado tan rápidamente que apenas podía asimilarlo. Un poco más y todo habría terminado. Tan cerca...
...
-¡Maldito inglés!- espetó el coronel Nawaf Al Rajhi - O son unos ineptos y todavía no han conseguido nada o nos están ocultando información deliberadamente. Y con su homologo americano más de lo mismo.
Su interlocutor, el general Youssef Al Murrah, trató de tranquilizarlo.
-Bueno, no se puede decir que nosotros hallamos avanzado tampoco demasiado, y solo les hemos informado de lo estrictamente necesario.
-Pero general, ellos fueron los que lo descubrieron y lo siguieron, ¿y de repente lo pierden, así sin más? No me lo creo. Y ahora además nos exigen que les demos información sin nada a cambio.
-Recuerde coronel que si nos informaron cuando Hazizi fue detectado. Creo que lo perdieron y de verdad no han sabido nada desde entonces. Además, nuestro rey y su familia están bien protegidos, no hay que preocuparse más de lo necesario.
A Al Rajhi le complacieron las palabras de su superior, aunque no dejó que se le notase.
-General, es usted un soldado bien preparado y nuestro mejor hombre, pero ¿está seguro que los poderosos americanos e ingleses, con todos sus recursos han podido perder el rastro de un sujeto tan peligroso? Me cuesta creerlo, aunque su excelencia, por supuesto sabe más de estas cosas que su humilde servidor.
“Un poco de adulación siempre servía con Murrah” pensaba el coronel.
-Vamos Nawaf que no a llegado a ser usted el número dos del Servicio General de Inteligencia si no estuviese capacitado para ello. Pero es cierto que si tengo algo más de experiencia que usted, y confío en nuestros aliados ¿que iban a ganar permitiendo que ese loco se acercara a nuestro rey? ¿Acaso no están contentos con nuestra política en esta guerra? Es obvio que si. Estamos apoyándoles en todo lo necesario, por lo tanto, sus intereses, como los nuestros, están siendo bien defendidos por nuestro monarca. Hay que fijarse en el gran cuadro de las cosas para tener un visión del conjunto de la situación y sacar conclusiones.
“Patetico” pensaba para sus adentros Al Rajhi “este hombre que está en su puesto por mediación de sus lazos familiares y políticos, y con una vaga preparación como jefe de espías, se las pretende dar de experto y enseñarme mi trabajo. Yo soy el que llevo el Servicio con eficacia, si fuera por él, hasta los yemenies se habrían infiltrado en nuestras instituciones”
-Tiene usted razón general. Disculpe mi torpeza, pero estos occidentales y su prepotencia agotan mi paciencia.
-Lo se, lo se. No se crea que a mi me gustan mucho más, pero es conveniente seguir manteniendo esta alianza, y ahora más que nunca si no queremos vernos invadidos por el imperio comunista.
-Por supuesto excelencia. Trataré de ser más diplomático la próxima vez.
-Así lo espero. Por las buenas conseguiremos más.
El general se levantó de su sillón y le extendió su mano derecha indicando la salida.
-Bien coronel, ya es muy tarde, puede usted retirase. Mañana continuaremos.
-Excelencia – dijo Al Rajhi a modo de despedida retirándose respetuosamente del despacho.
Minutos después, el coronel Nawaf Al Rajhi se encontraba lejos de allí, a las afueras de la ciudad, en un vehículo alquilado hablando con uno de sus hombres de máxima confianza.
-¿Que novedades hay?
-Todo va según lo previsto, coronel.
-¿Ha habido algún problema?
-No, el hombre sabe lo que hace. Lo único no previsto a sido una visita no programada...
Ya era de noche cuando el teniente MacCardy y sus hombres regresaban a las oficinas del MI6 en Riad, tras otra jornada de infructuosa búsqueda de un fantasma. Desde que sus nuevos superiores del MI6 los habían reclutado, apenas había habido avances en la búsqueda del Waleed Hazizi, el misterioso soldado saudí renegado que ponía tan nerviosas a las autoridades de su país, y del que no se había vuelto a saber nada desde que desapareciera en Jartum. Los primeros días, él y su equipo, formado por el sargenteo Horrock, el cabo primero Cowen y el cabo Stuart, que habían recibido el nombre en clave de equipo Dorset, habían permanecido en la sede de los servicios secretos ingleses Riad, estudiando todo lo conocido del caso y del objetivo, donde también recibían información sobre el operativo de búsqueda por parte de Sinclair, y a su vez hacían aportaciones sobre lo que opinaban de la situación. El servicio secreto inglés había reforzado su presencia en Oriente Medio, especialmente en Arabia Saudí y algo menos en los países limítrofes. Los principales puertos, aeropuertos y puestos fronterizos habían sido cubiertos, así como las estaciones de autobuses y trenes, pero era imposible, pese a su coordinación con los norteamericanos, mantener una vigilancia de todo el país, y puesto que sus aliados saudíes apenas intercambiaban información, era realmente complicado obtener avances. Al teniente le hubiese gustado que Sinclair les dejase viajar al suroeste del país, por donde creía que Hazizi debería infiltrarse en Arabia Saudí, pero su nuevo jefe no quería que estuvieran lejos de Riad por si necesitaban que se desplegaran rápidamente a algún lugar, y en última instancia era el sitio donde Hazizi debería llegar, si antes no era apresado en algún otro sitio, así que el equipo Dorset llevaba varios días patrullando y realizando tareas de contravigilancia en zonas frecuentadas y de paso que pudieran ser utilizadas por la familia real saudí, como palacios, ministerios, bases militares, carreteras, aeropuertos, puentes, etc.
Cuando se dirigían a la oficina de Sinclair para darle novedades e informarse si había habido algún avance, se toparon con dos “gorilas” saudíes bien trajeados que les bloqueaban el acceso al despacho. MacCardy se aseguró de llevar bien visible la tarjeta de seguridad que llevaba colgada del cuello y que le permitía tener libre acceso a aquel lugar, antes de acercarse a aquellos tipos.
-Hola amigos – dijo en arabe - ¿algún problema?
-No se puede pasar – fue la escueta respuesta que consiguieron.
-¿Por algún motivo en especial?...¿amigos...?
Pero a aquellos hombres no les iba a sacar nada más, así que les hizo señas a sus hombres para que esperaran un poco. A los cinco minutos, salía de la oficina de Sinclair un hombre con un traje que bien podría haber estado confeccionado en las mejores sastrerías londinenses, con gafas de sol y una barba muy cuidada, pero con cara de pocos amigos. Pasó a su lado como si no lo viera ni a él ni a sus hombres. Los “gorilas” se marcharon tras él.
-¿Piensan quedarse hay toda la noche o van a entrar de una vez? - dijo visiblemente enfadado el mayor Sinclair.
MacCardy y los suyos entraron en el despacho.
-¿Quien era ese? - dijo Cowen.
-Nadie que deba usted conocer, cabo. Basta con que sepa que es miembro del Servicio General de Inteligencia saudí que ha conseguido cabrearme.
-Vaya, entonces debe ser un pez gordo – dijo irónicamente el neozelandés.
-Está bien, déjelo ya. ¿Traen alguna buena noticia, para variar?
Cuando le informaron de otra jornada más sin resultados, Sinclair tomó la palabra.
-Yo tampoco tengo nada nuevo. Ese cabrón parece haberse esfumado. Nada en Sudán, Egipto, Etiopía o Yemen, y por supuesto nada en Arabia Saudí. De todas formas, tampoco es de extrañar, nuestros efectivos son muy limitados y dado el contexto mundial, Londres no nos va a mandar a nadie más, y nuestros informadores en el KGB no han conseguido absolutamente nada. Pero lo que más me jode es que estos... “señores” del servicio secreto saudí, no comparten nada de información y a la vez tienen las narices de presentarse aquí exigiéndonos que les digamos todo lo que sabemos sin darnos nada a cambio.
-Pues menos mal que son nuestros aliados, por que cualquiera diría que les estorbamos aquí – comentó Horrocks.
-Mas o menos – convino Sinclair.
...
Arranque el coche y me dirigí al apartamento. Era ya tarde y no quería tener ningún encuentro desafortunado con la policía de Riad en algún control. Mientras conducía repasé mentalmente todo lo sucedido en las últimos dos días y medio, desde que abandoné el piso franco del KGB en la fronteriza ciudad sudanesa de Kassala, y donde había pasado los últimos días preparándome para la misión que concluiría con mi venganza sobre los que destrozaron mi vida y la de mi familia. Crucé a Etiopía acompañado de algunos rusos y nos adentramos en el conflictivo norte del país, para llegar a la costa en las inmediaciones de Mitsiwa, donde embarque con dos de los agentes rusos en un pequeño barco pesquero. El barco era más rápido de lo que parecía y la tripulación etíope distaba de ser simples pescadores. Eran contrabandistas que se dedicaban a “intercambiar” mercancías entre Etiopía y Arabia Saudí. Le parecieron gente que venderían a su madre si pudiesen conseguir algún beneficio con ello, por eso, dos de mis nuevos amigos rusos se venían conmigo hasta que hubiésemos cruzado a la península arábiga y estuviéramos seguros que no nos habían traicionado llevándonos directamente a las autoridades saudíes, lo cual era poco probable pero no imposible. A la vuelta tendrían su recompensa...el KGB no solía dejar testigos de una cosa así.
El viaje fue rápido y sin contratiempos, se notaba que esa gente conocía aquellas aguas y su oficio, y tan solo al llegar a la altura de la isla Farasan, nos cruzamos con otra embarcación en la distancia, posiblemente verdaderos pescadores saudíes. Por suerte, el grueso de la flota estadounidense operaba y las patrulleras saudíes vigilaban, al norte del Mar Rojo, cerca de Jeddah.. Cuando estaba a punto de amanecer, finalmente nos acercamos a la costa y tras divisar mi contacto, desembarque en una hermosa playa de mi país. Por fin, después de tantos años, volvía a él. Una extraña sensación me recorrió todo el cuerpo...nervios, alivio, alegría, tristeza, desesperación, pero sobre todo responsabilidad. No iba a fallarme a mi mismo y sobre todo no iba a fallar a mi mujer y a mi pequeño. De allí ya no saldría si no era que hubiese llevado a cabo mi venganza o en un ataúd...o quizás ambas cosas.
Cuando el barco se alejó, ya había montado en el vehículo que me esperaba y que me conduciría a Riad. Aquella parte del viaje la habíamos ideado en Kassala. Con una barba postiza, unas gafas redondas y un atuendo adecuado, me disfrace de religioso de los Ulemas. Pero mi principal baza era que los rusos me habían provisto de una documentación que me identificaba como miembro burocrático del Consejo Superior de Ulemas, la máxima institución clerical del reino y con un gran poder por su alianza con la familia real. Era un buen escudo contra miradas y preguntas indiscretas. Cualquier policía o militar se lo pensaría dos veces antes de importunar a un miembro del Consejo de los Ulemas. El uso de aquel mercedes negro con los cristales tintados y un chófer con pinta de guardaespaldas, ayudaban a mejorar el conjunto.
La verdad es que no dejaba de salir de mi asombro de la capacidad operativa del KGB en mi país. Hacía solo unos años aquello hubiera sido impensable. La penetración del servicio secreto soviético en Arabia Saudí se creía bastante reducida y controlada, y ahora ver como aquella gente podía infiltrar agentes, tener acceso a documentación de alta seguridad u organizar viajes a lo largo de todo el país, se me hacía muy extraño. Traté de sonsacarle algo de información al conductor, pero fue tarea imposible. Al final llegue a la conclusión que o bien habíamos estado muy ciegos en el pasado o los rusos habían mejorado mucho en los últimos años. Tuve bastante tiempo para reflexionar sobre aquello ya que el viaje fue largo. Había desembarcado en las inmediaciones del pequeño pueblo de Ad Darb, y viajamos por la carretera nacional 10 en un viaje de más de 1.000 km con final en Riad. Cuando cruzamos la ciudad de Abha, tuve que reprimir de nuevo los fantasmas de mi pasado para no gritar con todas mis fuerzas. No nos detuvimos allí, ya que no había nada que me interesara en aquella maldita ciudad. El “monstruo” Ghaleb, “el príncipe asesino”, había cambiado su residencia a la capital ya que ahora era un cargo importante dentro del ministerio de Asuntos Exteriores. Aquella información había sido una de mis exigencias para aceptar la misión que me propusieron los rusos, sin ella no hubiese habido acuerdo posible. Aunque he de decir que se me había pasado alguna vez por la cabeza el hacer con su familia lo mismo que le hizo a la mía, lo deseche por dos razones. La primera era que su familia no le importaba absolutamente nada y por tanto no le haría el más mínimo efecto, y el segundo y principal era que yo no creía que fuera capaz de cometer aquella matanza contra seres indefensos y que no me habían hecho nada. No, el culpable era uno, y él pagaría. Pero no había cometido aquellos horrendos crímenes sin el consentimiento de la familia real, y por ello y por que el “monstruo” consideraba a los Al Saud como su verdadera familia, que ellos también pagarían el precio de la locura de Ghaleb.
El viaje duró casi todo el día, y tan solo nos paramos a poner combustible y a comer. Los únicos sobresaltos fueron cuando al salir de la ciudad de Khamis Mushait y a medio camino entre Kharj y Riad, nos detuvieron en sendos controles de policía. Pese a lo tenso de la situación, la tapadera funcionó a la perfección y nos dejaron pasar sin más contratiempos. Al caer la noche llegamos a la capital y le indique al conductor que me dejara en el barrio antiguo de la ciudad. Tras salir del coche, me quedé esperando hasta que se marchó y desapareció de mi vista. Busque un pequeño hostal donde pasar la noche. Por la mañana, me dirigí a una abarrotada tetería con mi pequeño equipaje y entré en los lavabos. Me quité la barba y las gafas, me cambie de ropa, poniéndome un caro traje italiano debajo de un atuendo más acorde con el de la población de la ciudad y salí del local sin llamar demasiado la atención. Me dirigí a una barbería, me corté el pelo al estilo occidental y me hice afeitar dejándome un fino bigote. Al salir cogí un autobús que me llevó al centro de la ciudad. Allí busque uno de los muchos concesionarios de automóviles existentes en la ciudad y entre en él. Tras un rato de charla con el vendedor, compré y pague en efectivo un Nissan Patrol de color negro. En un país donde los dolares rebosan por doquier el pago en efectivo de un caro vehículo de importación apenas llamaba la atención. Salí con él del concesionario y tras buscar un discreto y apartado rincón, me quité las ropas superficiales, quedándome con el traje italiano. Los ropajes los lancé por una alcantarilla y continué hacia mi próxima parada.
Tras cruzar media ciudad estacioné el vehículo en una zona próxima al exclusivo barrio diplomático, donde multitud de embajadas extranjeras se mezclaban con lujosas viviendas y palacios. Aquel barrio donde se encontraba era menos exclusivo, pero casi tan caro y elitista, el sitio ideal donde la policía no montaba controles de seguridad y tan solo patrullaba discretamente. Tras dar una vuelta por el barrio, me fijé en un edificio de 9 plantas recién acabado de construir y que tenía su oficina de venta en el propio edificio. Acabé mi ronda y entré en un restaurante que servía comida internacional y donde me fijé que la mayoría de sus comensales eran hombres de negocios extranjeros, occidentales y árabes, que pese a lo cercano del conflicto y los ocasionales misiles que caían sobre la capital, seguían yendo a Riad en busca de los petrodólares saudíes. “Acerté” pensé en seguida, mi tapadera era válida. Comí algo rápido y fui a ver al comercial del edificio en el que me había fijado y puse a prueba mi tapadera. Me hice pasar por un hombre de negocios, y cuando aquel tipo me preguntó por mis negocios contesté con un genérico “importación y exportación” sin especificar más, pero dejando caer entre lineas que estaba relacionado con el mundo de la defensa. Quizás fue por las ganas de alquilar el apartamento, o por la perfecta documentación de identidad que le enseñé, pero se tragó mi nueva identidad sin rechistar. Poco después ya tenía las llaves de un pequeño apartamento de dos habitaciones amueblado con muebles sencillos pero funcionales, y situado en la novena planta, donde tenía unas buenas vistas de los alrededores e incluso de parte de la ciudad, y lo mejor es que los otros dos únicos apartamento ocupados estaban en la primera y segunda planta, por lo que poco tendría que molestarme por los vecinos. Perdí algo de tiempo en subir mi pequeño equipaje e instalarme minimamente. Después me senté a descansar un rato. Eso había sido esa misma tarde, pero todavía me quedaba algo por hacer. Ya caía el sol cuando me subí al Patrol y me dirigí hacia la dirección que me habían proporcionado los rusos, donde supuestamente vivía el “príncipe asesino”. Tenía que comprobar aquella información antes de sentirme capaz de seguir adelante con todo aquello. Estacioné en el centro de la ciudad, muy cerca del edificio de mi objetivo, y esperé. A la media hora apareció un coche de alta gama con un guardaespaldas al volante, y a un lado, aquella serpiente babosa que tenía Ghaleb por ayudante personal. Apenas pude ver al príncipe, pero supe de inmediato que era él. El corazón se me aceleró y la mandíbula y los puños se contrajeron con fuerza. Esperé un poco más mientras me tranquilizaba. Al final se encendió una luz en un piso de la primera planta, justo donde se suponía que debía ser, y vio la figura de Ghaleb y su ayudante. Tuve ganas de poner fin a todo aquello allí y ahora, pero me contuve. Estaba demasiado cerca de llevar a cabo mi venganza como para arriesgarme ahora estúpidamente. Me marché de allí.
Finalmente llegue a mi nuevo apartamento y tras cenar algo que había comprado de camino me acosté, pero a pesar del cansancio no pude dejar de darle vueltas a la cabeza. Después de tanto tiempo, las circunstancias habían cambiado tan rápidamente que apenas podía asimilarlo. Un poco más y todo habría terminado. Tan cerca...
...
-¡Maldito inglés!- espetó el coronel Nawaf Al Rajhi - O son unos ineptos y todavía no han conseguido nada o nos están ocultando información deliberadamente. Y con su homologo americano más de lo mismo.
Su interlocutor, el general Youssef Al Murrah, trató de tranquilizarlo.
-Bueno, no se puede decir que nosotros hallamos avanzado tampoco demasiado, y solo les hemos informado de lo estrictamente necesario.
-Pero general, ellos fueron los que lo descubrieron y lo siguieron, ¿y de repente lo pierden, así sin más? No me lo creo. Y ahora además nos exigen que les demos información sin nada a cambio.
-Recuerde coronel que si nos informaron cuando Hazizi fue detectado. Creo que lo perdieron y de verdad no han sabido nada desde entonces. Además, nuestro rey y su familia están bien protegidos, no hay que preocuparse más de lo necesario.
A Al Rajhi le complacieron las palabras de su superior, aunque no dejó que se le notase.
-General, es usted un soldado bien preparado y nuestro mejor hombre, pero ¿está seguro que los poderosos americanos e ingleses, con todos sus recursos han podido perder el rastro de un sujeto tan peligroso? Me cuesta creerlo, aunque su excelencia, por supuesto sabe más de estas cosas que su humilde servidor.
“Un poco de adulación siempre servía con Murrah” pensaba el coronel.
-Vamos Nawaf que no a llegado a ser usted el número dos del Servicio General de Inteligencia si no estuviese capacitado para ello. Pero es cierto que si tengo algo más de experiencia que usted, y confío en nuestros aliados ¿que iban a ganar permitiendo que ese loco se acercara a nuestro rey? ¿Acaso no están contentos con nuestra política en esta guerra? Es obvio que si. Estamos apoyándoles en todo lo necesario, por lo tanto, sus intereses, como los nuestros, están siendo bien defendidos por nuestro monarca. Hay que fijarse en el gran cuadro de las cosas para tener un visión del conjunto de la situación y sacar conclusiones.
“Patetico” pensaba para sus adentros Al Rajhi “este hombre que está en su puesto por mediación de sus lazos familiares y políticos, y con una vaga preparación como jefe de espías, se las pretende dar de experto y enseñarme mi trabajo. Yo soy el que llevo el Servicio con eficacia, si fuera por él, hasta los yemenies se habrían infiltrado en nuestras instituciones”
-Tiene usted razón general. Disculpe mi torpeza, pero estos occidentales y su prepotencia agotan mi paciencia.
-Lo se, lo se. No se crea que a mi me gustan mucho más, pero es conveniente seguir manteniendo esta alianza, y ahora más que nunca si no queremos vernos invadidos por el imperio comunista.
-Por supuesto excelencia. Trataré de ser más diplomático la próxima vez.
-Así lo espero. Por las buenas conseguiremos más.
El general se levantó de su sillón y le extendió su mano derecha indicando la salida.
-Bien coronel, ya es muy tarde, puede usted retirase. Mañana continuaremos.
-Excelencia – dijo Al Rajhi a modo de despedida retirándose respetuosamente del despacho.
Minutos después, el coronel Nawaf Al Rajhi se encontraba lejos de allí, a las afueras de la ciudad, en un vehículo alquilado hablando con uno de sus hombres de máxima confianza.
-¿Que novedades hay?
-Todo va según lo previsto, coronel.
-¿Ha habido algún problema?
-No, el hombre sabe lo que hace. Lo único no previsto a sido una visita no programada...
"Si usted no tiene libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor" - José Luís Sampedro
- flanker33
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Re: Relato. "1989. La Campaña del Golfo"
12 de julio
En Doha era apenas las 8 de la mañana y el termómetro ya pasaba de los 30 grados centígrados, lo que unido a un ligero viento procedente del mar y a lo cargado de su avión hizo que el despegue fuera algo más dificultoso de lo que normalmente lo era en tiempos de paz, pero allí y ahora, los pilotos de los Hornets no tuvieron ningún problema en elevar uno tras otros sus aviones de combate.
Equipados para una misión a larga distancia con tres depósitos de combustible subalares y su carga de bombas y misiles aire-aire, el teniente Robert Malloy acababa de abandonar la pista de despegue y ganaba altura para reunirse con el resto de la formación de ataque de su escuadrón. Los 10 aviones F/A-18A con que contaba el VMFA-314 resultaban una visión reconfortante. Hacía solo unos días, durante la ofensiva iraquí, el escuadrón había llegado a poseer tan solo 5 aparatos debido a las bajas producidas por el enemigo y a los accidentes. Por suerte, a su escuadrón como a la mayoría de escuadrones de la USAF, la Navy y los Marines, habían llegado aparatos para reemplazar las perdidas, y aunque en su caso no habían acabado de “rellenar” los huecos hasta los 12 aviones autorizados para su escuadrón, el poder organizar un ataque con 10 Hornets, era visto como un lujo por Malloy. Por desgracia, habían pagado un alto precio en vidas de compañeros, incluida la del teniente Rodríguez, el cual tras haber sido alcanzado por dos veces y no resultar abatido se había ganado el efímero apelativo de “Lucky Rody”, hasta que finalmente un misil AA-10 había acabado con su vida 10 días atrás.
Como consecuencia de las perdidas, Malloy había ascendido a segundo al mando y ahora tenía nuevas responsabilidades, entre ellas las de liderar todas las misiones de ataque, que eran la mayoría, debido a su demostraba valía en esas lides.
Las operaciones aéreas sobre Irak, Kuwait, Arabia Saudí y en menor medida Irán, estaba alcanzando en pocos días unas dimensiones gigantescas a medida que más y más aviones eran enviados al Teatro de Operaciones, pero el teniente Malloy respiraba aliviado por que por fin el Pentagono se había dignado a enviar más escuadrones de combate, sacándolos de otros escenarios, principalmente el Pacifico pero también algunos de Europa y el CONUS, y reforzando la campaña aérea donde se estaba llevando a cabo la verdadera lucha contra los soviéticos, aunque el hecho de que estos también hubieran reforzado sus regimientos por las bajas sufridas, seguramente también tuvo algo que ver.
-Greenhammer 1. Greenhammer 1. Aquí Waterfall.
-Adelante para Greenhammer 1. - Respondió Malloy a su controlador del E-3 que dirigía el espacio aéreo en aquel sector.
-Greenhammer 1 y 2 han recibido nuevas ordenes. Viren a rumbo 042. Angels más 5. Más instrucciones en breve. Greenhammer 3 asume el mando de la misión original. Aguarden.
-Recibido. Greenhammer 1 y 2 virando a nuevo rumbo.
Aquello no le gustó. El cambiar a unos componentes de un grupo de ataque nada más despegar para modificar su objetivo, aunque no era imposible, desde luego no era un procedimiento estandar. Algo muy valioso debía de haber encontrado alguien en algún lado para que requiriese la atención inmediata de las bombas que llevaban colgadas bajo sus alas.
El nuevo rumbo los colocaba en dirección a Irán, donde su escuadrón no había realizado todavía ninguna misión de combate.
Impaciente, Malloy se comunicó con el AWACS.
-Alpha Check. Alpha Check. - Tras unos cuantos segundos Waterfall contestó.
-Greenhammer 1, prepárense para copiar.
Malloy miró a su punto, el teniente Spencer, un joven afroamericano cuyo apodo era “Prince”, y que volaba en formación cerrada con él, el cual respondió afirmativamente con la cabeza.
-Listos.
El controlador del AWACS le suministro los datos necesarios de rumbo, altitud, velocidad, amenazas previstas y objetivo.
Los dos marines después de anotar los datos en su “piernografo”, los introdujeron en sus sistemas de navegación computerizados. El primer encuentro sería con un KC-130 sobre las aguas del Golfo, donde realizarían un repostaje a baja cota para no llamar demasiado la atención ante imprevistos radares enemigos.
Tras aquello, Malloy valoró lo que que le habían encomendado. Un Cuartel General móvil de nivel de división era siempre un objetivo de alta prioridad, y en aquella ocasión, el equipo de las fuerzas especiales que lo había descubierto informaba de la presencia de un segundo convoy que había llegado hacía poco, y que podía indicar la presencia de algún alto mando soviético, posiblemente del nivel de Ejército. Era la oportunidad de acabar con dos pájaro de un tiro. Pero no sería sencillo. Estaba situado a poco más de 400 millas de su base, y un radar enemigo emitía hasta llegar a 120 millas por delante del objetivo. Se suponía la presencia de varios lanzadores de misiles SAM, posiblemente SA-8 o SA-6, además de Shilkas y misiles antiaéreos portatiles. En el aire se tenía conocimiento de la presencia de una patrulla aérea de combate en la zona gracias a las conversaciones interceptadas, pero era imposible conocer su localización exacta al no estar en el radio de detección del AWACS ni de los radares terrestres. Por suerte iban a sobrevolar durante bastante parte del trayecto territorio no ocupado por los rusos, y los iraníes no tenían ya nada en el aire capaz de hacerles frente, y según inteligencia, los pocos radares y lanzadores SAM Hawk, estaban situados alrededor de Bandar el Abbas, a bastante distancia de su ruta de vuelo.
Al poco rato, Malloy ya había pensado como realizar la misión e informó a “Prince” por la radio de corto alcance.
-Mantendremos rumbo, altitud y velocidad hasta llegar al umbral de detección de ese radar enemigo. Ese será el Punto Inicial. Bajaremos descendiendo siempre por debajo del horizonte radar hasta llegar a volar a baja cota. Velocidad de crucero, no conviene quemar demasiado combustible, y nada de radar, no queremos alertar a nadie. Mantente alerta por si aparecen los Mig,s.
-Roger.
-Al llegar a la zona del objetivo, te adelantas y lanzas tus GBU sobre el convoy desde una altitud de seguridad. Utiliza la designación láser de los chicos de las fuerzas especiales. Yo te seguiré y cuando hayan terminado las explosiones secundarias, lanzaré mis Rockeye sobre el objetivo. Mientras tanto te elevas y das un barrido de radar para situar a los Mig,s si es que están cerca. Dependiendo de como esté la situación, salimos en vuelo rasante o nos elevamos para enfrentarnos ¿de acuerdo?
-Lo que tu digas “Dallas”. Tu mandas y yo te sigo.
-Está bien, vamos a ello.
-Pies secos – dijo “Prince”.
...
Entre aquellas montañas, a menos de 50 kilómetros de la ciudad de Kerman, el puesto de mando móvil divisionario de la 80ª División de Fusileros Motorizados pasaba desapercibido a la observación aérea gracias a las redes de camuflaje. Aquella mañana todo el mundo estaba más atareado de lo normal debido a la presencia del General Aleyev, máximo responsable de la campaña soviética en Irán, que había llegado poco después del amanecer en un convoy de vehículos blindados tras viajar durante buena parte de la noche en helicóptero.
El general, tras los saludos protocolarios de rigor, organizó una reunión para que le explicasen la situación sobre el terreno en aquel sector. Aleyev se agacho sobre la mesa para ver mejor el plano. En el interior del BTR-70 de mando el espacio era reducido y el confort se dejaba a un lado en aras de la funcionalidad. El general en jefe de la División explicaba a su superior los avances de las últimas horas y lo que las unidades de reconocimiento informaban que había por delante de ellos. A Aleyev le pareció la misma historia que había oído de otros mandos en su gira para informarse sobre el terreno de los avances de sus fuerzas sobre el Khuzestan y el estrecho de Ormuz, mientras esperaba que el grueso de sus fuerzas se recuperaban tras la batalla de Teheran y pudiesen unirse a la ofensiva. Todos los generales se quejaban de que los suministros no llegaban con la debida velocidad al frente y que los ataques de grupos guerrilleros sobre sus lineas de abastecimiento retenían a un número importante de sus fuerzas. Tan solo la escasa oposición que tenían enfrente, (que se concretaban en puentes derruidos, estrechos pasos de montaña bloqueados por derrumbamientos y ataques rápidos y puntuales sobre las unidades de vanguardia entre otros), permitían que las fuerzas soviéticas continuaran avanzando. Pero todos decían lo mismo, si debían enfrentarse a fuerzas de consideración, como las que se sabían que estaban preparándose para recibirlos cerca de Bandar el Abbas, debían mejorar su nivel de suministros y reunir a todas sus fuerzas para golpear al enemigo, y si llegaban nuevas unidades para apoyarles, mejor que mejor.
Aleyev trataba de tranquilizarlos. Estaban llegando refuerzos para mejorar la seguridad en sus lineas de abastecimiento, en concreto dos divisiones “C” habían tomado la responsabilidad de la seguridad de la retaguardia en el NO del país, mientras que otras dos más estaban entrando desde la RSS del Turkestan para hacer lo propio en el NE de Irán. Y más divisiones “C” estaban en camino. El problema era que con la extensión de los terrenos conquistado, las unidades que se suponían que deberían haber liberado para la lucha, simplemente se trasladaban a otro sector más avanzado para seguir protegiendo las lineas de suministro, con lo que mientras que no pudiese disponer de los exhaustos Ejércitos que habían combatido en la capital, no podría darse ningún avance significativo contra los puntos fuertes iraníes. Por suerte el poder aéreo permitía seguir “ablandando” las posiciones enemigas hasta que llegara la hora del asalto final, gracias a que la batalla aérea se había trasladado en gran medida a Iraq y Arabia Saudí, y aunque estaba consumiendo grandes cantidades de aparatos, al menos no estorbaban demasiado el avance de sus tropas por Irán. Cuando llegara el momento de invadir las monarquías del Golfo ya se preocuparía de aquello. Por el momento había designado al general Demko para que se coordinara y supervisara la campaña en aquel Teatro de Operaciones.
-...por lo tanto, deberá usted tomar la ciudad de Sirjan y allí preparar posiciones defensivas. La 36ª de Fusileros se detendrá tras tomar Bam, al este, y ambos esperarán a que lleguen el grueso de nuestras fuerzas para lanzar un ataque coordinado sobre los pozos petrolíferos y el Estrecho de Ormuz. ¿Preguntas?
Ninguno de los presentes hizo ademán de cuestionar nada.
-Bien camaradas, ahora debo irme, todavía tengo más lugares que visitar. Espero que sigan realizando una buena labor como lo han hecho hasta ahora.
-No le decepcionaremos camarada General. Puede contar con la 80ª División.
Tras estrecharse las manos, Aleyev y su séquitos se dirigieron hacia los vehículos BMP y BTR que les habían traído. De pronto comenzaron a oír gritos a su alrededor.
“¡Alarma antiaérea!” “¡Alarma antiaérea!”
-¡Váyase de aquí general! ¡Rápido! - le gritó el jefe de la división.
Aleyev se subió a un BMP-2 y antes de que se hubiese sentado, el conductor ya estaba acelerando a fondo para abandonar el recinto que conformaban aquellas docenas de vehículos de todas las clases que formaba el puesto de mando móvil.
...
Los habían pillado por sorpresa. Ningún radar de búsqueda los había detectado, y los chicos de las fuerzas especiales informaron que habían abatido a dos hombres equipados con misiles Igla. Pero aún así no iba a ser fácil. El F/A-18 de “Prince” se elevó lo suficiente para lanzar sus bombas guiadas por láser con seguridad. “Dallas” Malloy le seguía desde la distancia mientras que también ganaba algo de altitud, y se fijaba en el rombo con el que el designador láser de las fuerzas especiales“pintaba” el objetivo en su HUD. Ciertamente aquel puesto de mando estaba bien camuflado, y si no hubiera sido por sus “amigos” en tierra, hubiese sido casi imposible de identificar.
El teniente Spencer había soltado su carga y las 4 GBU-12 siguieron una trayectoria curva que cada vez más se acercaba a su objetivo. Una tras otra y con gran precisión, fueron impactando sobre el objetivo. Mientras el primer Hornet giraba y se alejaba de la zona, un misil antiaéreo SA-8 salió en su búsqueda.
-¡SAM!¡SAM a tus once! ¡Rompe a la derecha! - advirtió Malloy a Spencer.
Tras un vuelo tranquilo, en unos segundos todo estaba sucediendo muy deprisa. Mientras “Prince” intentaba despistar al misil enemigo, “Dallas”, impotente para ayudar a su punto, se centraba en su propio ataque. Aceleró y cruzo una barrera de fuego de amas ligeras y ametralladoras, mientras fijaba el objetivo en su visor de puntería y liberaba el seguro de sus armas en el panel de armamento. Justo dos segundos después de una explosión secundaria importante, el segundo Hornet lanzaba sus cuatro bombas Mk.20 Rockeye en un patrón amplio, tratando de maximizar su área de efecto.
Con un fuerte viraje ascendente a derecha, se alejó de las explosiones de las submuniciones de sus propias bombas y se dirigía tras su compañero.
Vio a Spencer ascendiendo y ni rastro del SAM enemigo.
-¿Estás bien “Prince”?
-Afirmativo. Todavía no se ha fabricado el SAM que me pueda seguir en mis giros.
-Roger. Salgamos de aquí cagando leches.
Perseguidos por balas trazadoras de 23 mm de un ZSU-23-4, ambos aparatos conectaron la postcombustión y a toda velocidad lograron escapar de la zona hostil tras dejar “confetti” tras ellos para confundir los radares enemigos. Ganaron algo de altura y ya a máxima potencia militar se alejaron rápidamente. Ahora en su pantalla de amenazas, aparecía el radar soviético de exploración de largo alcance, y aquello solo podía querer decir que estaba informando de su posición a los Mig,s que estaban de patrulla. En su radar APG-65 todavía no aparecía ningún caza enemigo, pero como solo habían podido explorar una pequeña porción del espacio aéreo circundante, no sería de extrañar que aparecieran donde menos se esperaran, seguramente a su cola. Ahora se movían rápido y consumían combustible, pero necesitaban esa velocidad para salir cuanto antes de aquella zona de peligro.
Los dos pilotos giraban una y otra vez su cabeza en busca de cualquier pequeño punto en el cielo que les indicara la presencia de cazas rusos, pero pasaban los minutos y cada vez estaban más cerca de llegar a un sector relativamente seguro sin que los Mig,s hubieran echo acto de presencia. Cuando dejaron de ser detectados por el radar de largo alcance se sintieron más aliviados. Variaron de rumbo para asegurarse de que si alguien les seguía con las últimas indicaciones del radar, no los encontraran en ese rumbo. Finalmente llegaron a aguas del Golfo.
-Waterfall. Aquí Greenhammer 1. Pies mojados, repito, pies mojados.
-Recibido Greenhammer. Me alegro de oíros. ¿Que tal ha ido?
-Bombas sobre el objetivo.
-Afirmativo. Nuestras fuerzas en tierra han tenido que salir de la zona, pero confirman impactos positivos y explosiones secundarias.
-Roger. Hoy nos hemos ganado la paga.
-Waterfall – intervino “Prince” - ¿que ha pasado con los Mig,s? ¿No hemos encontrado ninguno sobre el objetivo ni en la zona?
-Denle las gracias a “Buzzer 3-5”. Ha interferido las comunicaciones entre los Mig y su operador GCI. Creo que todavía les deben estar buscando cerca del objetivo.
-Estupendo. Me parece que hoy tendremos que pagar muchas cervezas – sentenció Malloy.
...
Mas de la mitad del personal del puesto de mando móvil de la división de fusileros estaba muerto o herido y a efectos prácticos, su capacidad de mando y control estaría bajo mínimos por unos días. El general de la división había muerto y en cuanto a Aleyev, era la vez que el general había estado más cerca de la muerte. Ni siquiera durante los meses que pasó en Afganistan la había visto tan de cerca. Tras las explosiones de las bombas enemigas, el BMP en que viajaba se había levantado en el aire y volcado de costado. Una tremenda sensación de calor penetró en el interior y Aleyev se golpeo en varios puntos de su cuerpo tras salir despedido de su asiento. Perdió el conocimiento durante unos minutos hasta que fue rescatado. Tenía diversas contusiones, heridas y quemaduras, pero tras una inspección por el médico jefe de la división descartaron que su vida corriera peligro. Aun así, fue trasladado rápidamente a un helicóptero que se había solicitado con urgencia y evacuado a un hospital de campaña a 70 kilómetros de allí. El comandante en jefe de la operación militar soviética en Irán estaría fuera de juego durante unos cuantos días.
En Doha era apenas las 8 de la mañana y el termómetro ya pasaba de los 30 grados centígrados, lo que unido a un ligero viento procedente del mar y a lo cargado de su avión hizo que el despegue fuera algo más dificultoso de lo que normalmente lo era en tiempos de paz, pero allí y ahora, los pilotos de los Hornets no tuvieron ningún problema en elevar uno tras otros sus aviones de combate.
Equipados para una misión a larga distancia con tres depósitos de combustible subalares y su carga de bombas y misiles aire-aire, el teniente Robert Malloy acababa de abandonar la pista de despegue y ganaba altura para reunirse con el resto de la formación de ataque de su escuadrón. Los 10 aviones F/A-18A con que contaba el VMFA-314 resultaban una visión reconfortante. Hacía solo unos días, durante la ofensiva iraquí, el escuadrón había llegado a poseer tan solo 5 aparatos debido a las bajas producidas por el enemigo y a los accidentes. Por suerte, a su escuadrón como a la mayoría de escuadrones de la USAF, la Navy y los Marines, habían llegado aparatos para reemplazar las perdidas, y aunque en su caso no habían acabado de “rellenar” los huecos hasta los 12 aviones autorizados para su escuadrón, el poder organizar un ataque con 10 Hornets, era visto como un lujo por Malloy. Por desgracia, habían pagado un alto precio en vidas de compañeros, incluida la del teniente Rodríguez, el cual tras haber sido alcanzado por dos veces y no resultar abatido se había ganado el efímero apelativo de “Lucky Rody”, hasta que finalmente un misil AA-10 había acabado con su vida 10 días atrás.
Como consecuencia de las perdidas, Malloy había ascendido a segundo al mando y ahora tenía nuevas responsabilidades, entre ellas las de liderar todas las misiones de ataque, que eran la mayoría, debido a su demostraba valía en esas lides.
Las operaciones aéreas sobre Irak, Kuwait, Arabia Saudí y en menor medida Irán, estaba alcanzando en pocos días unas dimensiones gigantescas a medida que más y más aviones eran enviados al Teatro de Operaciones, pero el teniente Malloy respiraba aliviado por que por fin el Pentagono se había dignado a enviar más escuadrones de combate, sacándolos de otros escenarios, principalmente el Pacifico pero también algunos de Europa y el CONUS, y reforzando la campaña aérea donde se estaba llevando a cabo la verdadera lucha contra los soviéticos, aunque el hecho de que estos también hubieran reforzado sus regimientos por las bajas sufridas, seguramente también tuvo algo que ver.
-Greenhammer 1. Greenhammer 1. Aquí Waterfall.
-Adelante para Greenhammer 1. - Respondió Malloy a su controlador del E-3 que dirigía el espacio aéreo en aquel sector.
-Greenhammer 1 y 2 han recibido nuevas ordenes. Viren a rumbo 042. Angels más 5. Más instrucciones en breve. Greenhammer 3 asume el mando de la misión original. Aguarden.
-Recibido. Greenhammer 1 y 2 virando a nuevo rumbo.
Aquello no le gustó. El cambiar a unos componentes de un grupo de ataque nada más despegar para modificar su objetivo, aunque no era imposible, desde luego no era un procedimiento estandar. Algo muy valioso debía de haber encontrado alguien en algún lado para que requiriese la atención inmediata de las bombas que llevaban colgadas bajo sus alas.
El nuevo rumbo los colocaba en dirección a Irán, donde su escuadrón no había realizado todavía ninguna misión de combate.
Impaciente, Malloy se comunicó con el AWACS.
-Alpha Check. Alpha Check. - Tras unos cuantos segundos Waterfall contestó.
-Greenhammer 1, prepárense para copiar.
Malloy miró a su punto, el teniente Spencer, un joven afroamericano cuyo apodo era “Prince”, y que volaba en formación cerrada con él, el cual respondió afirmativamente con la cabeza.
-Listos.
El controlador del AWACS le suministro los datos necesarios de rumbo, altitud, velocidad, amenazas previstas y objetivo.
Los dos marines después de anotar los datos en su “piernografo”, los introdujeron en sus sistemas de navegación computerizados. El primer encuentro sería con un KC-130 sobre las aguas del Golfo, donde realizarían un repostaje a baja cota para no llamar demasiado la atención ante imprevistos radares enemigos.
Tras aquello, Malloy valoró lo que que le habían encomendado. Un Cuartel General móvil de nivel de división era siempre un objetivo de alta prioridad, y en aquella ocasión, el equipo de las fuerzas especiales que lo había descubierto informaba de la presencia de un segundo convoy que había llegado hacía poco, y que podía indicar la presencia de algún alto mando soviético, posiblemente del nivel de Ejército. Era la oportunidad de acabar con dos pájaro de un tiro. Pero no sería sencillo. Estaba situado a poco más de 400 millas de su base, y un radar enemigo emitía hasta llegar a 120 millas por delante del objetivo. Se suponía la presencia de varios lanzadores de misiles SAM, posiblemente SA-8 o SA-6, además de Shilkas y misiles antiaéreos portatiles. En el aire se tenía conocimiento de la presencia de una patrulla aérea de combate en la zona gracias a las conversaciones interceptadas, pero era imposible conocer su localización exacta al no estar en el radio de detección del AWACS ni de los radares terrestres. Por suerte iban a sobrevolar durante bastante parte del trayecto territorio no ocupado por los rusos, y los iraníes no tenían ya nada en el aire capaz de hacerles frente, y según inteligencia, los pocos radares y lanzadores SAM Hawk, estaban situados alrededor de Bandar el Abbas, a bastante distancia de su ruta de vuelo.
Al poco rato, Malloy ya había pensado como realizar la misión e informó a “Prince” por la radio de corto alcance.
-Mantendremos rumbo, altitud y velocidad hasta llegar al umbral de detección de ese radar enemigo. Ese será el Punto Inicial. Bajaremos descendiendo siempre por debajo del horizonte radar hasta llegar a volar a baja cota. Velocidad de crucero, no conviene quemar demasiado combustible, y nada de radar, no queremos alertar a nadie. Mantente alerta por si aparecen los Mig,s.
-Roger.
-Al llegar a la zona del objetivo, te adelantas y lanzas tus GBU sobre el convoy desde una altitud de seguridad. Utiliza la designación láser de los chicos de las fuerzas especiales. Yo te seguiré y cuando hayan terminado las explosiones secundarias, lanzaré mis Rockeye sobre el objetivo. Mientras tanto te elevas y das un barrido de radar para situar a los Mig,s si es que están cerca. Dependiendo de como esté la situación, salimos en vuelo rasante o nos elevamos para enfrentarnos ¿de acuerdo?
-Lo que tu digas “Dallas”. Tu mandas y yo te sigo.
-Está bien, vamos a ello.
-Pies secos – dijo “Prince”.
...
Entre aquellas montañas, a menos de 50 kilómetros de la ciudad de Kerman, el puesto de mando móvil divisionario de la 80ª División de Fusileros Motorizados pasaba desapercibido a la observación aérea gracias a las redes de camuflaje. Aquella mañana todo el mundo estaba más atareado de lo normal debido a la presencia del General Aleyev, máximo responsable de la campaña soviética en Irán, que había llegado poco después del amanecer en un convoy de vehículos blindados tras viajar durante buena parte de la noche en helicóptero.
El general, tras los saludos protocolarios de rigor, organizó una reunión para que le explicasen la situación sobre el terreno en aquel sector. Aleyev se agacho sobre la mesa para ver mejor el plano. En el interior del BTR-70 de mando el espacio era reducido y el confort se dejaba a un lado en aras de la funcionalidad. El general en jefe de la División explicaba a su superior los avances de las últimas horas y lo que las unidades de reconocimiento informaban que había por delante de ellos. A Aleyev le pareció la misma historia que había oído de otros mandos en su gira para informarse sobre el terreno de los avances de sus fuerzas sobre el Khuzestan y el estrecho de Ormuz, mientras esperaba que el grueso de sus fuerzas se recuperaban tras la batalla de Teheran y pudiesen unirse a la ofensiva. Todos los generales se quejaban de que los suministros no llegaban con la debida velocidad al frente y que los ataques de grupos guerrilleros sobre sus lineas de abastecimiento retenían a un número importante de sus fuerzas. Tan solo la escasa oposición que tenían enfrente, (que se concretaban en puentes derruidos, estrechos pasos de montaña bloqueados por derrumbamientos y ataques rápidos y puntuales sobre las unidades de vanguardia entre otros), permitían que las fuerzas soviéticas continuaran avanzando. Pero todos decían lo mismo, si debían enfrentarse a fuerzas de consideración, como las que se sabían que estaban preparándose para recibirlos cerca de Bandar el Abbas, debían mejorar su nivel de suministros y reunir a todas sus fuerzas para golpear al enemigo, y si llegaban nuevas unidades para apoyarles, mejor que mejor.
Aleyev trataba de tranquilizarlos. Estaban llegando refuerzos para mejorar la seguridad en sus lineas de abastecimiento, en concreto dos divisiones “C” habían tomado la responsabilidad de la seguridad de la retaguardia en el NO del país, mientras que otras dos más estaban entrando desde la RSS del Turkestan para hacer lo propio en el NE de Irán. Y más divisiones “C” estaban en camino. El problema era que con la extensión de los terrenos conquistado, las unidades que se suponían que deberían haber liberado para la lucha, simplemente se trasladaban a otro sector más avanzado para seguir protegiendo las lineas de suministro, con lo que mientras que no pudiese disponer de los exhaustos Ejércitos que habían combatido en la capital, no podría darse ningún avance significativo contra los puntos fuertes iraníes. Por suerte el poder aéreo permitía seguir “ablandando” las posiciones enemigas hasta que llegara la hora del asalto final, gracias a que la batalla aérea se había trasladado en gran medida a Iraq y Arabia Saudí, y aunque estaba consumiendo grandes cantidades de aparatos, al menos no estorbaban demasiado el avance de sus tropas por Irán. Cuando llegara el momento de invadir las monarquías del Golfo ya se preocuparía de aquello. Por el momento había designado al general Demko para que se coordinara y supervisara la campaña en aquel Teatro de Operaciones.
-...por lo tanto, deberá usted tomar la ciudad de Sirjan y allí preparar posiciones defensivas. La 36ª de Fusileros se detendrá tras tomar Bam, al este, y ambos esperarán a que lleguen el grueso de nuestras fuerzas para lanzar un ataque coordinado sobre los pozos petrolíferos y el Estrecho de Ormuz. ¿Preguntas?
Ninguno de los presentes hizo ademán de cuestionar nada.
-Bien camaradas, ahora debo irme, todavía tengo más lugares que visitar. Espero que sigan realizando una buena labor como lo han hecho hasta ahora.
-No le decepcionaremos camarada General. Puede contar con la 80ª División.
Tras estrecharse las manos, Aleyev y su séquitos se dirigieron hacia los vehículos BMP y BTR que les habían traído. De pronto comenzaron a oír gritos a su alrededor.
“¡Alarma antiaérea!” “¡Alarma antiaérea!”
-¡Váyase de aquí general! ¡Rápido! - le gritó el jefe de la división.
Aleyev se subió a un BMP-2 y antes de que se hubiese sentado, el conductor ya estaba acelerando a fondo para abandonar el recinto que conformaban aquellas docenas de vehículos de todas las clases que formaba el puesto de mando móvil.
...
Los habían pillado por sorpresa. Ningún radar de búsqueda los había detectado, y los chicos de las fuerzas especiales informaron que habían abatido a dos hombres equipados con misiles Igla. Pero aún así no iba a ser fácil. El F/A-18 de “Prince” se elevó lo suficiente para lanzar sus bombas guiadas por láser con seguridad. “Dallas” Malloy le seguía desde la distancia mientras que también ganaba algo de altitud, y se fijaba en el rombo con el que el designador láser de las fuerzas especiales“pintaba” el objetivo en su HUD. Ciertamente aquel puesto de mando estaba bien camuflado, y si no hubiera sido por sus “amigos” en tierra, hubiese sido casi imposible de identificar.
El teniente Spencer había soltado su carga y las 4 GBU-12 siguieron una trayectoria curva que cada vez más se acercaba a su objetivo. Una tras otra y con gran precisión, fueron impactando sobre el objetivo. Mientras el primer Hornet giraba y se alejaba de la zona, un misil antiaéreo SA-8 salió en su búsqueda.
-¡SAM!¡SAM a tus once! ¡Rompe a la derecha! - advirtió Malloy a Spencer.
Tras un vuelo tranquilo, en unos segundos todo estaba sucediendo muy deprisa. Mientras “Prince” intentaba despistar al misil enemigo, “Dallas”, impotente para ayudar a su punto, se centraba en su propio ataque. Aceleró y cruzo una barrera de fuego de amas ligeras y ametralladoras, mientras fijaba el objetivo en su visor de puntería y liberaba el seguro de sus armas en el panel de armamento. Justo dos segundos después de una explosión secundaria importante, el segundo Hornet lanzaba sus cuatro bombas Mk.20 Rockeye en un patrón amplio, tratando de maximizar su área de efecto.
Con un fuerte viraje ascendente a derecha, se alejó de las explosiones de las submuniciones de sus propias bombas y se dirigía tras su compañero.
Vio a Spencer ascendiendo y ni rastro del SAM enemigo.
-¿Estás bien “Prince”?
-Afirmativo. Todavía no se ha fabricado el SAM que me pueda seguir en mis giros.
-Roger. Salgamos de aquí cagando leches.
Perseguidos por balas trazadoras de 23 mm de un ZSU-23-4, ambos aparatos conectaron la postcombustión y a toda velocidad lograron escapar de la zona hostil tras dejar “confetti” tras ellos para confundir los radares enemigos. Ganaron algo de altura y ya a máxima potencia militar se alejaron rápidamente. Ahora en su pantalla de amenazas, aparecía el radar soviético de exploración de largo alcance, y aquello solo podía querer decir que estaba informando de su posición a los Mig,s que estaban de patrulla. En su radar APG-65 todavía no aparecía ningún caza enemigo, pero como solo habían podido explorar una pequeña porción del espacio aéreo circundante, no sería de extrañar que aparecieran donde menos se esperaran, seguramente a su cola. Ahora se movían rápido y consumían combustible, pero necesitaban esa velocidad para salir cuanto antes de aquella zona de peligro.
Los dos pilotos giraban una y otra vez su cabeza en busca de cualquier pequeño punto en el cielo que les indicara la presencia de cazas rusos, pero pasaban los minutos y cada vez estaban más cerca de llegar a un sector relativamente seguro sin que los Mig,s hubieran echo acto de presencia. Cuando dejaron de ser detectados por el radar de largo alcance se sintieron más aliviados. Variaron de rumbo para asegurarse de que si alguien les seguía con las últimas indicaciones del radar, no los encontraran en ese rumbo. Finalmente llegaron a aguas del Golfo.
-Waterfall. Aquí Greenhammer 1. Pies mojados, repito, pies mojados.
-Recibido Greenhammer. Me alegro de oíros. ¿Que tal ha ido?
-Bombas sobre el objetivo.
-Afirmativo. Nuestras fuerzas en tierra han tenido que salir de la zona, pero confirman impactos positivos y explosiones secundarias.
-Roger. Hoy nos hemos ganado la paga.
-Waterfall – intervino “Prince” - ¿que ha pasado con los Mig,s? ¿No hemos encontrado ninguno sobre el objetivo ni en la zona?
-Denle las gracias a “Buzzer 3-5”. Ha interferido las comunicaciones entre los Mig y su operador GCI. Creo que todavía les deben estar buscando cerca del objetivo.
-Estupendo. Me parece que hoy tendremos que pagar muchas cervezas – sentenció Malloy.
...
Mas de la mitad del personal del puesto de mando móvil de la división de fusileros estaba muerto o herido y a efectos prácticos, su capacidad de mando y control estaría bajo mínimos por unos días. El general de la división había muerto y en cuanto a Aleyev, era la vez que el general había estado más cerca de la muerte. Ni siquiera durante los meses que pasó en Afganistan la había visto tan de cerca. Tras las explosiones de las bombas enemigas, el BMP en que viajaba se había levantado en el aire y volcado de costado. Una tremenda sensación de calor penetró en el interior y Aleyev se golpeo en varios puntos de su cuerpo tras salir despedido de su asiento. Perdió el conocimiento durante unos minutos hasta que fue rescatado. Tenía diversas contusiones, heridas y quemaduras, pero tras una inspección por el médico jefe de la división descartaron que su vida corriera peligro. Aun así, fue trasladado rápidamente a un helicóptero que se había solicitado con urgencia y evacuado a un hospital de campaña a 70 kilómetros de allí. El comandante en jefe de la operación militar soviética en Irán estaría fuera de juego durante unos cuantos días.
"Si usted no tiene libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor" - José Luís Sampedro
- wikingo
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Re: Relato. "1989. La Campaña del Golfo"
Solo un pequeño detalle, comentas que en los duelos artilleros entre las fuerzas de la coalicion y los iraquies, estos ultimos salen mal parados, el otro dia revisando un articulo sobre Gerard Bull (el gran genio de la artilleria de los ultimos tiempos) comenta la venta a Iraq de mas de 300 obuses G6 de artilleria sudafricanos, estos G6 en aquel momento eran superiores a cualquier cosa del bando occidental en cuanto a alcance y precision, se podria decir que era la mejor pieza de artilleria de la epoca.
Por otro lado si la superioridad aerea no es tan aplastante como en el 91 en la guerra del golfo real esta artilleria haria muchisimo daño a los occidentales.
Por otro lado si la superioridad aerea no es tan aplastante como en el 91 en la guerra del golfo real esta artilleria haria muchisimo daño a los occidentales.
Nadie es más que nadie, porque, por mucho que valga un hombre,
nunca tendrá valor más alto que el valor de ser hombre.
Así habla Castilla, un pueblo de señores,
que siempre ha despreciado al señorito
Antonio Machado.
nunca tendrá valor más alto que el valor de ser hombre.
Así habla Castilla, un pueblo de señores,
que siempre ha despreciado al señorito
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- flanker33
- Teniente Coronel
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- Registrado: 18 Jun 2005, 12:02
Re: Relato. "1989. La Campaña del Golfo"
Hola Wikingo, gracias por tu comentario y por participar.
Por lo que he leído, Iraq no tenía G-6, y sus piezas ATP eran soviéticas y las GCT-155 francesas. Supongo que te refieres a los G-5 remolcados. Efectivamente, parece que recibieron alrededor de 300, 200 GHN-45 que Noricum (empresa austriaca) vendió ilegalmente a Iraq, y otros 100 G-5 sudafricanos.
Sobre el combate artillero entiendo que los norteamericanos tienen una mayor capacidad de realizar fuego de contrabatería por sus mejores sistemas de radares, guerra electrónica y la eliminación de parte de los sistemas de mando y control iraquies durante los primeros días de la guerra, que les impedían detectar y comunicar los blancos con la precisión y rapidez debida. En mi opinión, no es tanto una cuestión de potencia de fuego o alcance como de capacidad electrónica y de mando y control. De todos modos, ya comento que donde el apoyo artillero iraquí se da, las tropas de tierra actúan mejor, mientras que cuando pierden su cobertura, lo pasan peor. En concreto, el G-5 fue atacado en Desert Storm (a parte de por la aviación y que aquí también se llevaría alguno que otro por delante) por los MLRS, que con buenos sistemas de adquisición de blancos, podrían hacer daño en la artillería remolcada iraquí. En concreto y en este escenario, habría 9 MLRS pertenecientes a la 24º de Inf. Mecanizada y 27 en la 18º Brigada de artillería de campaña.
Aunque como comentas, esto no es Desert Storm, y pese a las bajas, la artillería iraquí todavía puede apoyar a sus tropas.
http://www.globalsecurity.org/military/world/rsa/g5.htm
http://www.mputtre.com/id15.html
Saludos.
Por lo que he leído, Iraq no tenía G-6, y sus piezas ATP eran soviéticas y las GCT-155 francesas. Supongo que te refieres a los G-5 remolcados. Efectivamente, parece que recibieron alrededor de 300, 200 GHN-45 que Noricum (empresa austriaca) vendió ilegalmente a Iraq, y otros 100 G-5 sudafricanos.
Sobre el combate artillero entiendo que los norteamericanos tienen una mayor capacidad de realizar fuego de contrabatería por sus mejores sistemas de radares, guerra electrónica y la eliminación de parte de los sistemas de mando y control iraquies durante los primeros días de la guerra, que les impedían detectar y comunicar los blancos con la precisión y rapidez debida. En mi opinión, no es tanto una cuestión de potencia de fuego o alcance como de capacidad electrónica y de mando y control. De todos modos, ya comento que donde el apoyo artillero iraquí se da, las tropas de tierra actúan mejor, mientras que cuando pierden su cobertura, lo pasan peor. En concreto, el G-5 fue atacado en Desert Storm (a parte de por la aviación y que aquí también se llevaría alguno que otro por delante) por los MLRS, que con buenos sistemas de adquisición de blancos, podrían hacer daño en la artillería remolcada iraquí. En concreto y en este escenario, habría 9 MLRS pertenecientes a la 24º de Inf. Mecanizada y 27 en la 18º Brigada de artillería de campaña.
Aunque como comentas, esto no es Desert Storm, y pese a las bajas, la artillería iraquí todavía puede apoyar a sus tropas.
http://www.globalsecurity.org/military/world/rsa/g5.htm
Iraq was probably the biggest single customer and the GHN-45's dominated the battlefields of the Iran/Iraq war with their great range and the increased lethality of the ERFB projectiles. As the Gulf War loomed, the Coalition forces were concerned since the GHN-45's outranged anything they had. By the end of the ground fighting however, the GHN-45's proved far less effective then anticipated. Coalition air strikes destroyed the Iraqi target acquisition systems and command control facilities. The guns couldn't hit what they couldn't see, and becasue most of their gun tractors had been withdrawn to serve with logistics units in a futile attempt to re-supply the front line troops, they were unable to withdraw. Thus the majority of the guns were destroyed in their gun positions either by Coalition air strikes or Multiple Launched Rocket Systems (MLRS) counter-battery fire.
http://www.mputtre.com/id15.html
Rewind to the Persian Gulf War of 1991, where prior to Desert Storm the Iraqis possessed about 120 G5 155mm towed howitzers, supplied by Denel of South Africa. By some accounts, the G5 was the finest gun of its kind, capable of outranging all contemporary systems, especially those of the US. Moreover, the Iraqis had hundreds of other 155mm artillery pieces, including 200 GHN-45 towed howitzers from Noricum (Austria), 90+ FH70 towed howitzers from Rheinmetall W&M (Germany), and 76 GCT self-propelled howitzers from Giat (France). All of these guns were considered superior to cannon systems fielded by the US. But it was the South African G5s that caused much pre-war agonizing by pundits in the media. In the event, Iraqi artillery was all but destroyed from the air and by counter-battery fire from MLRS [Multiple Launch Rocket Systems] and yielded little or no combat advantage.
Saludos.
"Si usted no tiene libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor" - José Luís Sampedro
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