El primer símbolo de España: La Cruz Visigoda
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El primer símbolo de España: La Cruz Visigoda
La cruz visigoda como lábaro de la reconquista
De entre los símbolos más importantes utilizados durante los primeros tiempos de la Reconquista destaca la cruz de brazos trapeciales e iguales, llegada a nuestros días como principal emblema heráldico de Asturias y del escudo de Aragón y primitivo lábaro de la reconquista, mantenido desde su acto fundacional como monarquía (batalla de covadonga) por los reyes asturianos como emblema de la monarquía y fomentado este símbolo junto a otros modos y costumbres visigóticas evitando su pérdida «pues en mostrarse heredera de estos visigodos residía su más prestigiosa razón de ser».(1)
Es conocida por los historiadores e investigadores de esta parte de la historia la aspiración por parte de los monarcas asturianos de mantener la continuidad visigoda en el naciente enclave, cuna de los posteriores reinos de León y Castilla que junto a Aragón y Portugal finalizarían la reconquista española del territorio de la península ibérica a los moros, iniciado por sus antepasados de estirpe goda desde la primera llegada de aquellos. Ya el tercer rey de Asturias, Alfonso I, que reinó entre el 739 y el 756, quien fuera yerno de Pelayo –quien a su vez podría ser de la estirpe real de Kindaswinto,pues era hijo de un noble llamado Favila(2), y espatario del rey Egica–, primer rey neogodo elegido al estilo germánico, elevándolo sobre su propio escudo por sus más nobles guerreros, y que arrojó a los moros de Galicia, de León y de Alava, se vanagloriaba de ser de «stirpe regis Recaredi et Ermenegildi» y era apodado "el católico", apodo que usaron algunos reyes godos. Por su parte, su nieto Alfonso II afirmaba en el Epítome Ovetense del año 883, también llamada Cronicón Albeldense «omnem gothorum ordinem sicuti Toleto fuerat, tam in ecclesiam quam palatio in Oveto, cuncta statuit» («todo el orden de los godos tal como existió en Toledo quedó instituido en la Iglesia y la corte de Oviedo»), y es en dicha crónica donde se califica también a la relación de monarcas astures como «Ordo Gothorum Ovetensium Regum»(«relación de los reyes godos de Oviedo»), pues como apunta Gonzalo Menéndez Pidal en su artículo «El lábaro primitivo de la reconquista», «en mostrarse heredera de estos visigodos residía su más prestigiosa razón de ser»(3). Por ello, los modos, costumbres, textos de la época toledana, rituales y símbolos visigodos se perpetúan en Silos, Cardeña , San Millán y otros centros desde los inicios y durante los primeros siglos de la reconquista hispánica. Por su parte, en los nacientes reinos peninsulares –en todos, no sólo en el asturiano–, el rito godo dentro de las costumbres religiosas continuó en vigor hasta el año 1071 fecha en la que el legado del papa Alejandro II, Hugo, fue a San Juan de la Peña y en presencia del rey Sancho Ramírez de Aragón y de toda su corte, obispos y abades, celebró la primera misa pascual conforme al rito romano, originando con ello toda una reforma en la que fue preciso copiar miles de códices para asegurar la difusión de la nueva liturgia, sustituyéndose la letra gótica, en vigor hasta esas fechas, por la carolina, y modificándose el calendario litúrgico y el santoral. También en el campo de la lingüística, la onomástica o el de la legislación, o bien en el mundo de la literatura de los nacientes reinos neogoticos permaneció un legado visigótico nada desdeñable. En definitiva, «la impronta visigoda está grabada en muchas instituciones medievales y en la epopeya castellana» (4). Y en este campo, es la cruz cómo lábaro de la Reconquista, una importante seña de identidad de la monarquía visigótica que continuó como tal entre las aristocracias germánicas que iniciaron la reconquista tal como veremos a continuación.
Tan sólo unos años antes de la batalla de Covadonga, la península ibérica en su totalidad se hallaba bajo el poder del reino visigodo de Toledo, y destacando entre los símbolos godos se encontraba la cruz, antiguo símbolo visigótico representado en numerosas ocasiones de una forma particular, normalmente con brazos iguales, tal como consta en los templos visigóticos de los antiguos reinos de Tolosa y Toledo, y quedando dicha cruz para la posteridad en los emblemas heráldicos de los diversos reinos y condados que devinieron durante la Edad Media procedentes del de Toledo. En la península ibérica, entre las piezas visigodas halladas en los tesoros de Guarrazar y Torredonjimeno se cuentan nunerosas cruces votivas con inscripciones, presencia constatada también en el Liber Ordinum, o en importantes joyas artísticas como la corona de Recesvinto. García Volta, destaca en su obra El mundo perdido de los visigodos , la afición de este pueblo de depositar en los altares cruces junto a otros motivos artísticos (5). Sabemos además por otras fuentes documentales como dice Blanco Torviso, que junto a las representaciones geométricas, vegetales y zoomórficas –repetidas en el llamado «arte asturiano»– destacaban en los templos visigodos resplandecientes elementos suntuarios, «especialmente cruces y coronas votivas» (6). También Fernández Conde y Santos del Valle inciden en que «el mundo tardorromano y visigodo estaba mucho más cercano. Por eso, nada tiene de extraño que las grandes iglesias hispanogodas del siglo VII –San Juan de Baños de Cerrato, San Pedro de la Nave, Santa Comba de Bande, y hasta la misma Quintanilla de Viñas– presentan similitudes estilísticas notorias con la fundación de Silo en su corte asturiana» (7). Ya en tiempos del rey Don Favila, se levantó sobre un dolmen en Cangas de Onís, una de las primeras iglesias cristianas tras la invasión musulmana, llamándose precisamente de la Santa Cruz, observando con ello Besga Marroquín que «si la vinculación de la Santa Cruz con la monarquía asturiana es patente desde el reinado de Favila, no lo es menos con el pasado visigótico» (8), ya que según Menendez Pidal de Navascues, «de todos los pueblos germánicos, solo entre los visigodos se halla este uso de la cruz; (…).Tal signo o emblema de la monarquía visigoda se refuerza por su probable uso como enseña de las milicias reales, llevada la cruz de modo visible, sostenida por el asta, uso que veremos continuado por la monarquía asturiana» (9), añadiendo Besga Marroquín, que «éste debe ser tenido como un elemento más que vinculado al naciente poder en Asturias con el elemento visigodo» (10)
Por su parte el rey Alfonso II, «de quien el Epitome Ovetense dice que restauró los modos del Toledo visigótico, tanto en palacio como en la Iglesia», mandó labrar una extraordinaria cruz votiva con la forma usual entre los visigodos, es decir, brazos trapeciales e iguales, como los representados en Guarrazar, San Juan de Baños, el tablero de Alcaudete u otras muestras del arte visigótico. Es la conocida como Cruz de los Ángeles.
También Alfonso III ofreció a la recién construida basílica de Santiago otra cruz similar, ofrecimiento que se repite con sus descendientes Alfonso III y Ramiro II, ya en el 940.
Por ello, como indica Menéndez Pidal en el trabajo citado «…las cruces conservadas “de los ángeles”, de Santiago y de la Victoria –o la llamada «cruz del secreto» tal como aparece figurada en un pilar visigodo, similar a la de la victoria, con el alfa y el omega– «se nos ofrecen como supervivencias que testifican de qué manera aquella costumbre visigótica, según la cual los reyes ofrecían como dones cruces preciosas a sus iglesias, siguió siendo practicada por los reyes asturianos deseosos de persistir en los modos toledanos» (11),costumbre que pervivirá al menos hasta el siglo XIII. Por su parte, el Liber ordinum en sus diversas ediciones nos describe con todo detalle como el rey visigodo-asturiano era recibido por el obispo y el clero en la iglesia pretoriana, recepción en la que era protagonista la cruz como estandarte victorioso de combate, y en la que acabado el ceremonial los caballeros recibían de manos del sacerdote los estandartes. «De donde resulta que la cruz era lábaro de los reyes visigodos y lo siguió siendo de los asturianos, acorde con lo cual quedan bien justificadas las inscripciones de las cruces de Alfonso II y Alfonso III» (12).
Siguiendo a Menéndez Pidal conocemos que «La vieja tradición española parece haberse distinguido en ciertas peculiaridades: En Santa María de las Viñas un ángel y la figura central de un capitel, actualmente suelto, empuñan cruces de brazos trapeciales e iguales, en una de las cuales se ve claramente el mango que entesta con el pie de la cruz. Ambas van empuñadas con una sola mano y no con dos. En la miniatura de los Beatos, el Ángel de los Vientos marca a los elegidos con una cruz enmangada. Pero la más completa imagen de cómo este lábaro visigótico asturiano era llevado a la guerra, nos la da el estandarte de San Isidoro de León, que en pleno siglo XIII aún representa al santo de Sevilla galopando en corcel que monta con silla de guerra de altos borrenes llevando en la mano derecha una cruz gótica empuñada de igual modo a como lo hace el ángel visigodo de Santa María de Lara o el Angel de los Vientos en los Beatos mozárabes. Así se dice que apareció San Isidoro en el cerco de Baeza; así iría antes los reyes ovetenses o toledanos, el clérigo a quien el rey entregaba la cruz al partir para la guerra desde la Basílica pretoriana, centros ceremoniales donde el rey toma la cruz para partir a la guerra, , basílica en la cual se reunieron de 653 a 702 al menos seis de los grandes concilios toledanos, y en la cual fue ungido Wamba en el 672. Basílica pretoriana también se llamó en Toledo a la de Santa Leocadia. Llevarían título de pretorianas por ser las de la guardia real, por eso en ellas se celebraba la ceremonia de tomar el rey la cruz para la guerra .
Todavía de Alfonso III se refiere como encargó al conde Hermenegildo Gutierrez someter al rebelde Vitiza, y como le combatió con su gente y “cum omnibus militibus palatii”. Esta militia palatii evidentemente ya no osaba llevar el titulo de pretoriana , pero sin duda quería heredar la tradición toledana, y por eso era tenida como nervio de ese ejército permanente que en tantas cosas se consideraba continuador de las tradiciones visigóticas. Esa basílica palatina tendría en Oviedo una basílica preferida para su ceremonial castrense», función no del todo reconocida, o bien semiocultada, en nuestros días por parte de la historiografía oficial, aunque la estructura y emplazamiento del monumento no deje de confundir a muchos historiadores y arqueológos. Sabemos por las crónicas del siglo IX que en Naranco construyó Ramiro I un edificio y una aula regia con baño, pero en ella además de la estancia que ha sido definida como baño existió un ara consagrada a Santa María en el 848 con uso circunstancial de lo que podríamos llamar basílica pretoriana o de la milicia palatina. Y es en el interior de la sala principal de este interesante monumento, donde se pueden apreciar, tal como incluimos en las ilustraciones de este trabajo, la cruz de la que estamos hablando junto a otros motivos que nos remiten a simbologías solares guerreras. Cuando la visitamos, pensamos que no es difícil imaginar el interior de Santa María del Naranco ocupado por guerreros visigodos asturianos junto a su rey. No hay más que estudiar sus detalles con detenimiento. Definitivamente ni es un palacio ni una iglesia.
Por otra parte, siguiendo con Asturias también podemos detectar esta continuidad visigótica en los símbolos de la comunidad de lucha con voluntad de reconquista surgida en el primitivo reino astur, en todo cuanto hace referencia a la continuidad familiar o de linaje, no sólo en el caso de la familia real sino entre los más antiguos linajes asturianos, la mayoría de estirpe goda. Los símbolos de la cruz junto a otros no menos visigóticos como el águila aparecen pintados en numerosas muestras heráldicas de entre las más hidalgas familias asturianas. Tirso de Avilés en su obra Armas y linajes y antigüedad del principadonos habla de apellidos como Fonfría del que recoge «de Recaredo, rey godo, es cierto que descendía el linaje de Fonfría», o de los Noriega «Los de este linaje y apellido son buenos hidalgos, y tan antiguos que se tiene por cierto que vienen del infante Pelayo y se llamaban Infanzones antiguamente teniendo su solar en el valle de Riva de Sella en las Asturias de Santillana. Traen por armas las que tomó dicho infante cuando comenzó a echar a los moros de Asturias que son en azur una cruz que llevó como estandarte y bandera» (13) . Y es que, como afirma Jesús Evaristo Casariego, «viene Oviedo a la historia para ser cabeza de una gran empresa, impregnada de neogoticismo germano hispano, y por tanto, de catolicismo, de germanismo y de romanismo, es decir, de la cristiandad europea que estaba naciendo. Por algo (curiosa coincidencia) Oviedo viene a la historia al mismo tiempo que el imperio carolingio, otro de los creadores de Europa»(14).
Pero no será , de entre los enclaves surgidos de la España visigoda, el reino asturiano, el único en usar como lábaro y emblema de combate de la reconquista el símbolo de la cruz patada, también en Aragón se mantiene, y además la imagen con que tradicionalmente se representa esa cruz en monedas y demás emblemas es de cruz griega con brazos trapeciales y enmanganado, un pequeño astil para empuñadura. Símbolo que se perpetúa en el actual escudo heráldico del reino de Aragón junto a cuatro cabezas de moro cercenadas y ensangrentadas, histórico emblema que cuando esto escribo, los representantes parlamentarios aragoneses trabajan por eliminar, siguiendo el ejemplo del cabildo de Santiago, que renegó publica y vergonzosamente hace unos años de su santo patrón, Santiago el Mayor, patrón de España y de la caballería neovisigótica en su lucha contra el invasor quien según la leyenda también portaba una cruz de similares características, emblema de una importante Orden Militar castellano leonesa.
De igual modo sucedió en el reino pamplonés, en donde al parecer el culto a la Cruz fue potenciado desde el reinado de Sancho Garcés I (905-925)''. Los códices del reino de Pamplona-Nájera, al igual que ios leoneses, reproducen en sus frontispicios la cruz de la Victoria provista de pinjantes y astil con peana. Por noticias documentales sabemos que Sancho Garcés II Abarca (970-994) y la reina doña Urraca hicieron labrar una cruz de oro y piedras preciosas en honor de San Esteban". De las cruces que en el reino hubiera se han conservado escasos restos, pero de San Millán de la Cogolla proceden tres fragmentos (conservados en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid y en el Musée du Louvre de París), tal vez representadas esas cruces en la propia arqueta de San Millán''. La utilización de este tipo de cruz arraigó en la región, conservándose un precioso ejemplar en Mansilla de la Sierra (La Rioja) datado en 1109 y provisto de tintinnabuta pinjantes; esta cruz procesional destaca entre los numerosos ejemplares que de este tipo de objeto litúrgico se realizaran en la época románica. Tales cruces aparecen representadas con frecuencia en pinturas, estelas y laudas sepulcrales de época románica; una estela de la necrópolis de «El Corral de Calvo« —estación arqueológica próxima a Luesia— presenta este tipo de cruz.
Es en este sentido como debe interpretarse también el relieve real de Luesia (Zaragoza) que parece evocar el momento de la ceremonia en el que el rey —caracterizado por la corona— recibe la cruz de la Victoria de manos del obispo y la presenta al diácono que ha de ser su portaenseña durante los días de la campaña.
Por lo demás, no tiene nada de raro que tal relieve haya aparecido en Luesia, de donde seguramente debe de proceder, puesto que Luesia era, junto con Sos y Uncastillo, uno de los principales bastiones de la frontera de los Arbas, el Onsella y el Gallego, que constituía el escudo suroriental del reino pamplonés. A pesar de las penurias documentales propias de la época, sabemos que la zona fue atacada por los musulmanes en los años 891, 911, 937, 940, circo 968, 994 y 999, mientras que también tenemos constancia de que los pamploneses, tomando como centro logístico esta frontera, atacaron a los musulmanes en 907-908, 941-942 y 997. Tales campañas defensivas y ofensivas hacen pensar en una presencia continuada de los monarcas en esta región. Y es gracias a un texto musulmán por el que sabemos que el rey de Viguera, Ramiro Garcés, había fijado su residencia en Sos como probable comandante en jefe de esta frontera. La frecuente presencia real y el ambiente de casi continua conflagración en el que vivían estas fortalezas hubo de llevar en repetidas ocasiones a la celebración de este ordo que el relieve de Luesia rememora. En el estadio actual de la investigación, no es posible precisar si el relieve de Luesia es una representación genérica de! monarca pamplonés durante la celebración del ordo o, por el contrario, conmemora el oficio en una ocasión concreta de esta ceremonia. Por eso mismo, tampoco estamos en condiciones de saber si este relieve debe ser interpretado como una imagen emblemática de los monarcas pamploneses o si presenta a alguno de ellos en concreto.
También en la Iglesia prerrománica navarra de San Miguel de Villatuerta se represantan estas tradiciones visigoticas. Ha sido mérito de Soledad de silva verastegui el saber reconocer en varios de los relieves de San Miguel de Villatuerta la plasmación iconográfica de la fascinante ceremonia que los monarcas visigodos primero y los reyes ovetenses y navarros después celebraban con motivo de la salida de la mesnada real camino de la guerra: el Ordo quando rex cum exercitu ad prelium egreditur.
De igual forma es la cruz de Sobrarbe. «Todos ellos testimonios evidentes de lo enraizada que estuvo en toda la España cristiana la tradición visigoda, y como todos los focos de reconquista mantenían y fomentaban ese mismo lábaro que por una parte testimoniaba su fe ante el invasor y por otra justificaba su legalidad encadenándose a lo visigodo» (15).
Terminando con Gonzalo Menéndez Pidal recordemos que «La cruz como lábaro del ejército real fue adoptada por reyes de Asturias, Pamplona, y los posteriores de Castilla y Aragón (utilizada como emblema de León, Pamplona y Aragón hasta el siglo XII y por Castilla hasta el XIII). Para ello hay que admitir una continuidad, pues sólo los visigodos entre todos los pueblos germánicos, habían tenido la cruz por insignia; y el que las huestes asturianas se lanzasen al combate bajo el mismo estandarte de los ejércitos reales del Toledo visigótico, habla bien a las claras de cómo en Oviedo y en todos los enclaves cristianos españoles exitían las tradiciones visigodas y se mantuvieron tras la invasión. Las minuciosas rúbricas del Liber Ordinum seguían rigiendo las ceremonias con que en el aula regia del Naranco, a las afueras de Oviedo, se despedía al ejército reconquistador, igual que antes de la invasión musulmana habían regido la despedida del ejército hispanogodo en la basílica pretoriana de los arrabales toledanos.
Por eso Alfonso III traerá de su campaña toledana como preciado botín, una cruz con su lignum crucis; tal fue el lábaro de los reyes godos y tal reliquia había de constituir ahora el alma del regio lábaro alfonsí. Por eso, la cruz acabará figurando en Asturias (y por ende en León, Castilla, Aragón) como emblema real. Y por eso, según rúbrica visigótica se esculpirán protectoras cruces sobre regios palacios y fuentes. Porque en toda la vida de los renacientes reinos cristianos habrá constante deseo de mantener la peculiar tradición visigoda, y conforme prescribe el viejo Liber ordinum se seguirán ofreciendo coronas a los altares, y conforme a las mismas rúbricas se seguirá asistiendo a los moribundos. Y no acabaremos de comprender los marfiles de San Millán si olvidamos esto, porque aún la pintura y la literatura románica de los siglos XII y XIII seguían recordándolo.
Recordemos nosotros por tanto, ahora, como la Reconquista empezó siendo una empresa sentida como guerra visigótica, guerra con la que se deseaba restablecer la continuidad de una tradición toledana, y donde no se daba otra variante sino la de que antes del 711 los españoles impetraban de Dios» (16).
Los hijos del primitivo reino visigótico de Asturias, organizados luego en León y posteriormente en Castilla, como también los no menos originalmente visigodos de Pamploa y posteriormente Aragón-Cataluña, siguieron utilizando años después la cruz visigoda como lábaro en la Reconquista de España, constatando orgullosamente con ello cuales eran sus gloriosos orígenes hispanos, y cuales sus objetivos. La identidad hispanogoda y la voluntad de recuperar España se mantuvieron a pesar de que la cruz fue sustituida por leones y castillos, las ceremonias y escritura visigótica fueron tenazmente abolidas por las autoridades religiosas desgotizadas, aunque no muchos otros modos y costumbres bien arraigadas en la población hispano-goda, pero aun las viejas piedras de los templos, los antiguos estandartes y las armas de los guerreros que hicieron posible la recuperación de la tierra que había sido del reino de Toledo mantienen bien visible para el que quisiera verlo, cuales y de que origen fueron los símbolos que animaron la Reconquista. Símbolos que todavía hoy, ocultos entre la confusión y el olvido, nos muestran un legado y una herencia hispánica que algún día habrá que recuperar.
(1) Menéndez Pidal Gonzalo. El lábaro primitivo de la reconquista. En Varia Medievalia I. Real Academia de la Historia. Madrid 2003
(2) Ese Favila podría ser duque de Galicia o duque de un posible provincia de Asturias, o simplemente un magnate godo local.
(3) Menéndez Pidal. op.cit.
(4)La pesa, Rafael .Historia de la lengua española. Madrid 2001.
(5)García Volta, G. El mundo perdido de los visigodos. Ed.Bruguera. Barcelona 1977
(6)VV.AA. Historia del Arte. La Edad Media. Alianza Editorial. Madrid 2004.
(7) Citado por, José Ignacio Gracia Noriega en Don Pelayo, el rey de las montañas. La esfera de los libros. Madrid 2006
(8) Besga Marroquín A., Orígenes hispano-godos del reino de Asturias. Oviedo 2000
(9) Citado por, José Ignacio Gracia Noriega en Don Pelayo, el rey de las montañas
(10) Besga Marroquín, A. op.cit.
(11) Menéndez Pidal. op.cit.
(12) Menéndez Pidal. op.cit.
(13) Avilés, Tirso de. Armas y linajes de Asturias y antigüedades del principado.Grupo Editorial Asturiano. Oviedo 1991El águila como figura heráldica aparece en los blasones de los linajes Portal, Moran, junto con la cruz, Busto, Pedrera, Fonfría, Estrada, Junco, Moniz, Riaño etc. Mientras que la cruz es pintada en las armas deAlfonso, Somonte, Cifuentes,Ordóñez, Caso, Noriega, Hevia «que no tienen sangre mezclada» o Ribero.
(fuente: Tirso de Avilés).
(14) Citado por, José Ignacio Gracia Noriega en Don Pelayo, el rey de las montañas. La esfera de los libros. Madrid 2006
(15) Menéndez Pidal, G.
(16) Menéndez Pidal, G.
De entre los símbolos más importantes utilizados durante los primeros tiempos de la Reconquista destaca la cruz de brazos trapeciales e iguales, llegada a nuestros días como principal emblema heráldico de Asturias y del escudo de Aragón y primitivo lábaro de la reconquista, mantenido desde su acto fundacional como monarquía (batalla de covadonga) por los reyes asturianos como emblema de la monarquía y fomentado este símbolo junto a otros modos y costumbres visigóticas evitando su pérdida «pues en mostrarse heredera de estos visigodos residía su más prestigiosa razón de ser».(1)
Es conocida por los historiadores e investigadores de esta parte de la historia la aspiración por parte de los monarcas asturianos de mantener la continuidad visigoda en el naciente enclave, cuna de los posteriores reinos de León y Castilla que junto a Aragón y Portugal finalizarían la reconquista española del territorio de la península ibérica a los moros, iniciado por sus antepasados de estirpe goda desde la primera llegada de aquellos. Ya el tercer rey de Asturias, Alfonso I, que reinó entre el 739 y el 756, quien fuera yerno de Pelayo –quien a su vez podría ser de la estirpe real de Kindaswinto,pues era hijo de un noble llamado Favila(2), y espatario del rey Egica–, primer rey neogodo elegido al estilo germánico, elevándolo sobre su propio escudo por sus más nobles guerreros, y que arrojó a los moros de Galicia, de León y de Alava, se vanagloriaba de ser de «stirpe regis Recaredi et Ermenegildi» y era apodado "el católico", apodo que usaron algunos reyes godos. Por su parte, su nieto Alfonso II afirmaba en el Epítome Ovetense del año 883, también llamada Cronicón Albeldense «omnem gothorum ordinem sicuti Toleto fuerat, tam in ecclesiam quam palatio in Oveto, cuncta statuit» («todo el orden de los godos tal como existió en Toledo quedó instituido en la Iglesia y la corte de Oviedo»), y es en dicha crónica donde se califica también a la relación de monarcas astures como «Ordo Gothorum Ovetensium Regum»(«relación de los reyes godos de Oviedo»), pues como apunta Gonzalo Menéndez Pidal en su artículo «El lábaro primitivo de la reconquista», «en mostrarse heredera de estos visigodos residía su más prestigiosa razón de ser»(3). Por ello, los modos, costumbres, textos de la época toledana, rituales y símbolos visigodos se perpetúan en Silos, Cardeña , San Millán y otros centros desde los inicios y durante los primeros siglos de la reconquista hispánica. Por su parte, en los nacientes reinos peninsulares –en todos, no sólo en el asturiano–, el rito godo dentro de las costumbres religiosas continuó en vigor hasta el año 1071 fecha en la que el legado del papa Alejandro II, Hugo, fue a San Juan de la Peña y en presencia del rey Sancho Ramírez de Aragón y de toda su corte, obispos y abades, celebró la primera misa pascual conforme al rito romano, originando con ello toda una reforma en la que fue preciso copiar miles de códices para asegurar la difusión de la nueva liturgia, sustituyéndose la letra gótica, en vigor hasta esas fechas, por la carolina, y modificándose el calendario litúrgico y el santoral. También en el campo de la lingüística, la onomástica o el de la legislación, o bien en el mundo de la literatura de los nacientes reinos neogoticos permaneció un legado visigótico nada desdeñable. En definitiva, «la impronta visigoda está grabada en muchas instituciones medievales y en la epopeya castellana» (4). Y en este campo, es la cruz cómo lábaro de la Reconquista, una importante seña de identidad de la monarquía visigótica que continuó como tal entre las aristocracias germánicas que iniciaron la reconquista tal como veremos a continuación.
Tan sólo unos años antes de la batalla de Covadonga, la península ibérica en su totalidad se hallaba bajo el poder del reino visigodo de Toledo, y destacando entre los símbolos godos se encontraba la cruz, antiguo símbolo visigótico representado en numerosas ocasiones de una forma particular, normalmente con brazos iguales, tal como consta en los templos visigóticos de los antiguos reinos de Tolosa y Toledo, y quedando dicha cruz para la posteridad en los emblemas heráldicos de los diversos reinos y condados que devinieron durante la Edad Media procedentes del de Toledo. En la península ibérica, entre las piezas visigodas halladas en los tesoros de Guarrazar y Torredonjimeno se cuentan nunerosas cruces votivas con inscripciones, presencia constatada también en el Liber Ordinum, o en importantes joyas artísticas como la corona de Recesvinto. García Volta, destaca en su obra El mundo perdido de los visigodos , la afición de este pueblo de depositar en los altares cruces junto a otros motivos artísticos (5). Sabemos además por otras fuentes documentales como dice Blanco Torviso, que junto a las representaciones geométricas, vegetales y zoomórficas –repetidas en el llamado «arte asturiano»– destacaban en los templos visigodos resplandecientes elementos suntuarios, «especialmente cruces y coronas votivas» (6). También Fernández Conde y Santos del Valle inciden en que «el mundo tardorromano y visigodo estaba mucho más cercano. Por eso, nada tiene de extraño que las grandes iglesias hispanogodas del siglo VII –San Juan de Baños de Cerrato, San Pedro de la Nave, Santa Comba de Bande, y hasta la misma Quintanilla de Viñas– presentan similitudes estilísticas notorias con la fundación de Silo en su corte asturiana» (7). Ya en tiempos del rey Don Favila, se levantó sobre un dolmen en Cangas de Onís, una de las primeras iglesias cristianas tras la invasión musulmana, llamándose precisamente de la Santa Cruz, observando con ello Besga Marroquín que «si la vinculación de la Santa Cruz con la monarquía asturiana es patente desde el reinado de Favila, no lo es menos con el pasado visigótico» (8), ya que según Menendez Pidal de Navascues, «de todos los pueblos germánicos, solo entre los visigodos se halla este uso de la cruz; (…).Tal signo o emblema de la monarquía visigoda se refuerza por su probable uso como enseña de las milicias reales, llevada la cruz de modo visible, sostenida por el asta, uso que veremos continuado por la monarquía asturiana» (9), añadiendo Besga Marroquín, que «éste debe ser tenido como un elemento más que vinculado al naciente poder en Asturias con el elemento visigodo» (10)
Por su parte el rey Alfonso II, «de quien el Epitome Ovetense dice que restauró los modos del Toledo visigótico, tanto en palacio como en la Iglesia», mandó labrar una extraordinaria cruz votiva con la forma usual entre los visigodos, es decir, brazos trapeciales e iguales, como los representados en Guarrazar, San Juan de Baños, el tablero de Alcaudete u otras muestras del arte visigótico. Es la conocida como Cruz de los Ángeles.
También Alfonso III ofreció a la recién construida basílica de Santiago otra cruz similar, ofrecimiento que se repite con sus descendientes Alfonso III y Ramiro II, ya en el 940.
Por ello, como indica Menéndez Pidal en el trabajo citado «…las cruces conservadas “de los ángeles”, de Santiago y de la Victoria –o la llamada «cruz del secreto» tal como aparece figurada en un pilar visigodo, similar a la de la victoria, con el alfa y el omega– «se nos ofrecen como supervivencias que testifican de qué manera aquella costumbre visigótica, según la cual los reyes ofrecían como dones cruces preciosas a sus iglesias, siguió siendo practicada por los reyes asturianos deseosos de persistir en los modos toledanos» (11),costumbre que pervivirá al menos hasta el siglo XIII. Por su parte, el Liber ordinum en sus diversas ediciones nos describe con todo detalle como el rey visigodo-asturiano era recibido por el obispo y el clero en la iglesia pretoriana, recepción en la que era protagonista la cruz como estandarte victorioso de combate, y en la que acabado el ceremonial los caballeros recibían de manos del sacerdote los estandartes. «De donde resulta que la cruz era lábaro de los reyes visigodos y lo siguió siendo de los asturianos, acorde con lo cual quedan bien justificadas las inscripciones de las cruces de Alfonso II y Alfonso III» (12).
Siguiendo a Menéndez Pidal conocemos que «La vieja tradición española parece haberse distinguido en ciertas peculiaridades: En Santa María de las Viñas un ángel y la figura central de un capitel, actualmente suelto, empuñan cruces de brazos trapeciales e iguales, en una de las cuales se ve claramente el mango que entesta con el pie de la cruz. Ambas van empuñadas con una sola mano y no con dos. En la miniatura de los Beatos, el Ángel de los Vientos marca a los elegidos con una cruz enmangada. Pero la más completa imagen de cómo este lábaro visigótico asturiano era llevado a la guerra, nos la da el estandarte de San Isidoro de León, que en pleno siglo XIII aún representa al santo de Sevilla galopando en corcel que monta con silla de guerra de altos borrenes llevando en la mano derecha una cruz gótica empuñada de igual modo a como lo hace el ángel visigodo de Santa María de Lara o el Angel de los Vientos en los Beatos mozárabes. Así se dice que apareció San Isidoro en el cerco de Baeza; así iría antes los reyes ovetenses o toledanos, el clérigo a quien el rey entregaba la cruz al partir para la guerra desde la Basílica pretoriana, centros ceremoniales donde el rey toma la cruz para partir a la guerra, , basílica en la cual se reunieron de 653 a 702 al menos seis de los grandes concilios toledanos, y en la cual fue ungido Wamba en el 672. Basílica pretoriana también se llamó en Toledo a la de Santa Leocadia. Llevarían título de pretorianas por ser las de la guardia real, por eso en ellas se celebraba la ceremonia de tomar el rey la cruz para la guerra .
Todavía de Alfonso III se refiere como encargó al conde Hermenegildo Gutierrez someter al rebelde Vitiza, y como le combatió con su gente y “cum omnibus militibus palatii”. Esta militia palatii evidentemente ya no osaba llevar el titulo de pretoriana , pero sin duda quería heredar la tradición toledana, y por eso era tenida como nervio de ese ejército permanente que en tantas cosas se consideraba continuador de las tradiciones visigóticas. Esa basílica palatina tendría en Oviedo una basílica preferida para su ceremonial castrense», función no del todo reconocida, o bien semiocultada, en nuestros días por parte de la historiografía oficial, aunque la estructura y emplazamiento del monumento no deje de confundir a muchos historiadores y arqueológos. Sabemos por las crónicas del siglo IX que en Naranco construyó Ramiro I un edificio y una aula regia con baño, pero en ella además de la estancia que ha sido definida como baño existió un ara consagrada a Santa María en el 848 con uso circunstancial de lo que podríamos llamar basílica pretoriana o de la milicia palatina. Y es en el interior de la sala principal de este interesante monumento, donde se pueden apreciar, tal como incluimos en las ilustraciones de este trabajo, la cruz de la que estamos hablando junto a otros motivos que nos remiten a simbologías solares guerreras. Cuando la visitamos, pensamos que no es difícil imaginar el interior de Santa María del Naranco ocupado por guerreros visigodos asturianos junto a su rey. No hay más que estudiar sus detalles con detenimiento. Definitivamente ni es un palacio ni una iglesia.
Por otra parte, siguiendo con Asturias también podemos detectar esta continuidad visigótica en los símbolos de la comunidad de lucha con voluntad de reconquista surgida en el primitivo reino astur, en todo cuanto hace referencia a la continuidad familiar o de linaje, no sólo en el caso de la familia real sino entre los más antiguos linajes asturianos, la mayoría de estirpe goda. Los símbolos de la cruz junto a otros no menos visigóticos como el águila aparecen pintados en numerosas muestras heráldicas de entre las más hidalgas familias asturianas. Tirso de Avilés en su obra Armas y linajes y antigüedad del principadonos habla de apellidos como Fonfría del que recoge «de Recaredo, rey godo, es cierto que descendía el linaje de Fonfría», o de los Noriega «Los de este linaje y apellido son buenos hidalgos, y tan antiguos que se tiene por cierto que vienen del infante Pelayo y se llamaban Infanzones antiguamente teniendo su solar en el valle de Riva de Sella en las Asturias de Santillana. Traen por armas las que tomó dicho infante cuando comenzó a echar a los moros de Asturias que son en azur una cruz que llevó como estandarte y bandera» (13) . Y es que, como afirma Jesús Evaristo Casariego, «viene Oviedo a la historia para ser cabeza de una gran empresa, impregnada de neogoticismo germano hispano, y por tanto, de catolicismo, de germanismo y de romanismo, es decir, de la cristiandad europea que estaba naciendo. Por algo (curiosa coincidencia) Oviedo viene a la historia al mismo tiempo que el imperio carolingio, otro de los creadores de Europa»(14).
Pero no será , de entre los enclaves surgidos de la España visigoda, el reino asturiano, el único en usar como lábaro y emblema de combate de la reconquista el símbolo de la cruz patada, también en Aragón se mantiene, y además la imagen con que tradicionalmente se representa esa cruz en monedas y demás emblemas es de cruz griega con brazos trapeciales y enmanganado, un pequeño astil para empuñadura. Símbolo que se perpetúa en el actual escudo heráldico del reino de Aragón junto a cuatro cabezas de moro cercenadas y ensangrentadas, histórico emblema que cuando esto escribo, los representantes parlamentarios aragoneses trabajan por eliminar, siguiendo el ejemplo del cabildo de Santiago, que renegó publica y vergonzosamente hace unos años de su santo patrón, Santiago el Mayor, patrón de España y de la caballería neovisigótica en su lucha contra el invasor quien según la leyenda también portaba una cruz de similares características, emblema de una importante Orden Militar castellano leonesa.
De igual modo sucedió en el reino pamplonés, en donde al parecer el culto a la Cruz fue potenciado desde el reinado de Sancho Garcés I (905-925)''. Los códices del reino de Pamplona-Nájera, al igual que ios leoneses, reproducen en sus frontispicios la cruz de la Victoria provista de pinjantes y astil con peana. Por noticias documentales sabemos que Sancho Garcés II Abarca (970-994) y la reina doña Urraca hicieron labrar una cruz de oro y piedras preciosas en honor de San Esteban". De las cruces que en el reino hubiera se han conservado escasos restos, pero de San Millán de la Cogolla proceden tres fragmentos (conservados en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid y en el Musée du Louvre de París), tal vez representadas esas cruces en la propia arqueta de San Millán''. La utilización de este tipo de cruz arraigó en la región, conservándose un precioso ejemplar en Mansilla de la Sierra (La Rioja) datado en 1109 y provisto de tintinnabuta pinjantes; esta cruz procesional destaca entre los numerosos ejemplares que de este tipo de objeto litúrgico se realizaran en la época románica. Tales cruces aparecen representadas con frecuencia en pinturas, estelas y laudas sepulcrales de época románica; una estela de la necrópolis de «El Corral de Calvo« —estación arqueológica próxima a Luesia— presenta este tipo de cruz.
Es en este sentido como debe interpretarse también el relieve real de Luesia (Zaragoza) que parece evocar el momento de la ceremonia en el que el rey —caracterizado por la corona— recibe la cruz de la Victoria de manos del obispo y la presenta al diácono que ha de ser su portaenseña durante los días de la campaña.
Por lo demás, no tiene nada de raro que tal relieve haya aparecido en Luesia, de donde seguramente debe de proceder, puesto que Luesia era, junto con Sos y Uncastillo, uno de los principales bastiones de la frontera de los Arbas, el Onsella y el Gallego, que constituía el escudo suroriental del reino pamplonés. A pesar de las penurias documentales propias de la época, sabemos que la zona fue atacada por los musulmanes en los años 891, 911, 937, 940, circo 968, 994 y 999, mientras que también tenemos constancia de que los pamploneses, tomando como centro logístico esta frontera, atacaron a los musulmanes en 907-908, 941-942 y 997. Tales campañas defensivas y ofensivas hacen pensar en una presencia continuada de los monarcas en esta región. Y es gracias a un texto musulmán por el que sabemos que el rey de Viguera, Ramiro Garcés, había fijado su residencia en Sos como probable comandante en jefe de esta frontera. La frecuente presencia real y el ambiente de casi continua conflagración en el que vivían estas fortalezas hubo de llevar en repetidas ocasiones a la celebración de este ordo que el relieve de Luesia rememora. En el estadio actual de la investigación, no es posible precisar si el relieve de Luesia es una representación genérica de! monarca pamplonés durante la celebración del ordo o, por el contrario, conmemora el oficio en una ocasión concreta de esta ceremonia. Por eso mismo, tampoco estamos en condiciones de saber si este relieve debe ser interpretado como una imagen emblemática de los monarcas pamploneses o si presenta a alguno de ellos en concreto.
También en la Iglesia prerrománica navarra de San Miguel de Villatuerta se represantan estas tradiciones visigoticas. Ha sido mérito de Soledad de silva verastegui el saber reconocer en varios de los relieves de San Miguel de Villatuerta la plasmación iconográfica de la fascinante ceremonia que los monarcas visigodos primero y los reyes ovetenses y navarros después celebraban con motivo de la salida de la mesnada real camino de la guerra: el Ordo quando rex cum exercitu ad prelium egreditur.
De igual forma es la cruz de Sobrarbe. «Todos ellos testimonios evidentes de lo enraizada que estuvo en toda la España cristiana la tradición visigoda, y como todos los focos de reconquista mantenían y fomentaban ese mismo lábaro que por una parte testimoniaba su fe ante el invasor y por otra justificaba su legalidad encadenándose a lo visigodo» (15).
Terminando con Gonzalo Menéndez Pidal recordemos que «La cruz como lábaro del ejército real fue adoptada por reyes de Asturias, Pamplona, y los posteriores de Castilla y Aragón (utilizada como emblema de León, Pamplona y Aragón hasta el siglo XII y por Castilla hasta el XIII). Para ello hay que admitir una continuidad, pues sólo los visigodos entre todos los pueblos germánicos, habían tenido la cruz por insignia; y el que las huestes asturianas se lanzasen al combate bajo el mismo estandarte de los ejércitos reales del Toledo visigótico, habla bien a las claras de cómo en Oviedo y en todos los enclaves cristianos españoles exitían las tradiciones visigodas y se mantuvieron tras la invasión. Las minuciosas rúbricas del Liber Ordinum seguían rigiendo las ceremonias con que en el aula regia del Naranco, a las afueras de Oviedo, se despedía al ejército reconquistador, igual que antes de la invasión musulmana habían regido la despedida del ejército hispanogodo en la basílica pretoriana de los arrabales toledanos.
Por eso Alfonso III traerá de su campaña toledana como preciado botín, una cruz con su lignum crucis; tal fue el lábaro de los reyes godos y tal reliquia había de constituir ahora el alma del regio lábaro alfonsí. Por eso, la cruz acabará figurando en Asturias (y por ende en León, Castilla, Aragón) como emblema real. Y por eso, según rúbrica visigótica se esculpirán protectoras cruces sobre regios palacios y fuentes. Porque en toda la vida de los renacientes reinos cristianos habrá constante deseo de mantener la peculiar tradición visigoda, y conforme prescribe el viejo Liber ordinum se seguirán ofreciendo coronas a los altares, y conforme a las mismas rúbricas se seguirá asistiendo a los moribundos. Y no acabaremos de comprender los marfiles de San Millán si olvidamos esto, porque aún la pintura y la literatura románica de los siglos XII y XIII seguían recordándolo.
Recordemos nosotros por tanto, ahora, como la Reconquista empezó siendo una empresa sentida como guerra visigótica, guerra con la que se deseaba restablecer la continuidad de una tradición toledana, y donde no se daba otra variante sino la de que antes del 711 los españoles impetraban de Dios» (16).
Los hijos del primitivo reino visigótico de Asturias, organizados luego en León y posteriormente en Castilla, como también los no menos originalmente visigodos de Pamploa y posteriormente Aragón-Cataluña, siguieron utilizando años después la cruz visigoda como lábaro en la Reconquista de España, constatando orgullosamente con ello cuales eran sus gloriosos orígenes hispanos, y cuales sus objetivos. La identidad hispanogoda y la voluntad de recuperar España se mantuvieron a pesar de que la cruz fue sustituida por leones y castillos, las ceremonias y escritura visigótica fueron tenazmente abolidas por las autoridades religiosas desgotizadas, aunque no muchos otros modos y costumbres bien arraigadas en la población hispano-goda, pero aun las viejas piedras de los templos, los antiguos estandartes y las armas de los guerreros que hicieron posible la recuperación de la tierra que había sido del reino de Toledo mantienen bien visible para el que quisiera verlo, cuales y de que origen fueron los símbolos que animaron la Reconquista. Símbolos que todavía hoy, ocultos entre la confusión y el olvido, nos muestran un legado y una herencia hispánica que algún día habrá que recuperar.
(1) Menéndez Pidal Gonzalo. El lábaro primitivo de la reconquista. En Varia Medievalia I. Real Academia de la Historia. Madrid 2003
(2) Ese Favila podría ser duque de Galicia o duque de un posible provincia de Asturias, o simplemente un magnate godo local.
(3) Menéndez Pidal. op.cit.
(4)La pesa, Rafael .Historia de la lengua española. Madrid 2001.
(5)García Volta, G. El mundo perdido de los visigodos. Ed.Bruguera. Barcelona 1977
(6)VV.AA. Historia del Arte. La Edad Media. Alianza Editorial. Madrid 2004.
(7) Citado por, José Ignacio Gracia Noriega en Don Pelayo, el rey de las montañas. La esfera de los libros. Madrid 2006
(8) Besga Marroquín A., Orígenes hispano-godos del reino de Asturias. Oviedo 2000
(9) Citado por, José Ignacio Gracia Noriega en Don Pelayo, el rey de las montañas
(10) Besga Marroquín, A. op.cit.
(11) Menéndez Pidal. op.cit.
(12) Menéndez Pidal. op.cit.
(13) Avilés, Tirso de. Armas y linajes de Asturias y antigüedades del principado.Grupo Editorial Asturiano. Oviedo 1991El águila como figura heráldica aparece en los blasones de los linajes Portal, Moran, junto con la cruz, Busto, Pedrera, Fonfría, Estrada, Junco, Moniz, Riaño etc. Mientras que la cruz es pintada en las armas deAlfonso, Somonte, Cifuentes,Ordóñez, Caso, Noriega, Hevia «que no tienen sangre mezclada» o Ribero.
(fuente: Tirso de Avilés).
(14) Citado por, José Ignacio Gracia Noriega en Don Pelayo, el rey de las montañas. La esfera de los libros. Madrid 2006
(15) Menéndez Pidal, G.
(16) Menéndez Pidal, G.
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Re: El primer símbolo de España: La Cruz Visigoda
En realidad la cruz visigoda es el tercer símbolo de España. Antes que dicho emblema existieron dos representaciones de España.
La primera es del siglo II antes de cristo y es un jinete (equite) con una lanza y con la leyenda HISPANORVM. Representado en unas monedas en referencia al valor de los mercenarios hispanos que luchaban con Roma.
La segunda es la representación de Hispania que se da durante epoca romana. Una mujer que se apoyaba aparecía en las monedas tumbada entre los pirineos y el estrecho y otrás veces de pie junta a un conejo, el animal que en idioma fenicio da el nombre a nuestro pais.
Pero para los medievales la historia de España propiamente dicha comenzaba con Leovigildo y el III concilio de Toledo, pues la constitución de un Reino independiente de Roma que tomaba el nombre de España como sinónimo de su Reino y cuyas tradiciones e identidad se perpetuan en la Edad Media, será un punto de partida de España más importante que la provincia romana. Por lo que por ser el emblema nacional del Reino de Toledo y de los primitivos reinos de la reconquista que en el escudo de Asturias y de Aragon ha llegado hasta nosotros de manera continua, lo juzgo como primer símbolo de España.
La primera es del siglo II antes de cristo y es un jinete (equite) con una lanza y con la leyenda HISPANORVM. Representado en unas monedas en referencia al valor de los mercenarios hispanos que luchaban con Roma.
La segunda es la representación de Hispania que se da durante epoca romana. Una mujer que se apoyaba aparecía en las monedas tumbada entre los pirineos y el estrecho y otrás veces de pie junta a un conejo, el animal que en idioma fenicio da el nombre a nuestro pais.
Pero para los medievales la historia de España propiamente dicha comenzaba con Leovigildo y el III concilio de Toledo, pues la constitución de un Reino independiente de Roma que tomaba el nombre de España como sinónimo de su Reino y cuyas tradiciones e identidad se perpetuan en la Edad Media, será un punto de partida de España más importante que la provincia romana. Por lo que por ser el emblema nacional del Reino de Toledo y de los primitivos reinos de la reconquista que en el escudo de Asturias y de Aragon ha llegado hasta nosotros de manera continua, lo juzgo como primer símbolo de España.
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Re: El primer símbolo de España: La Cruz Visigoda
Un enlace con lo comentado sobre las menciones a Hispania en las monedas romanas:
http://www.tesorillo.com/articulos/aleg ... egoria.htm
Y otro segundo artículo más genérico sobre emisiones de moneda en la península ibérica:
http://www.tesorillo.com/hispania/index.htm
El cabecilla de los mercenarios hispanos a los cuales entregaron Morgantina fue Merico. Este individuo pactó con Marcelo la entrada a la fortaleza de la Achradina de las tropas romanas.
Dado que Siracusa cayó probablemente a finales del 212 a.C. y el pretor que entregó la ciudad de Morgantina como premio a los hispanos de Merico, fue Marco Cornelio Cetego, que ocupó este puesto en la segunda mitad de 211a.C., probablemente la fecha de acuñación de la misma debe rondar el 210 a.C.
Teniendo en cuenta lo que comentan por aquí de la fecha de la primera acuñación de denarios:
http://www.impacto.com/productos/Moneda ... arios.html
esta moneda "siciliana" no debió ser acuñada mucho después que esos primeros denarios.
Un saludo
http://www.tesorillo.com/articulos/aleg ... egoria.htm
Y otro segundo artículo más genérico sobre emisiones de moneda en la península ibérica:
http://www.tesorillo.com/hispania/index.htm
El cabecilla de los mercenarios hispanos a los cuales entregaron Morgantina fue Merico. Este individuo pactó con Marcelo la entrada a la fortaleza de la Achradina de las tropas romanas.
Dado que Siracusa cayó probablemente a finales del 212 a.C. y el pretor que entregó la ciudad de Morgantina como premio a los hispanos de Merico, fue Marco Cornelio Cetego, que ocupó este puesto en la segunda mitad de 211a.C., probablemente la fecha de acuñación de la misma debe rondar el 210 a.C.
Teniendo en cuenta lo que comentan por aquí de la fecha de la primera acuñación de denarios:
http://www.impacto.com/productos/Moneda ... arios.html
esta moneda "siciliana" no debió ser acuñada mucho después que esos primeros denarios.
Un saludo
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Re: El primer símbolo de España: La Cruz Visigoda
A Valerio:
Si tienes razón, no es una representación de España, aunque si un reflejo de la nueva "natio" ,que creará roma sobre la dividida península, de la reciente identidad hispana.
Por cierto, a parte de mediante adjuntos ¿se pueden subir fotos como lo has hecho tu? Es que no me va lo de subir adjunto, al agregar la foto me da problemas y soy nuevo aquí.
Es que quiero subir unas cuantas fotos de cruces visigodas.
Un cordial saludo.
Si tienes razón, no es una representación de España, aunque si un reflejo de la nueva "natio" ,que creará roma sobre la dividida península, de la reciente identidad hispana.
Por cierto, a parte de mediante adjuntos ¿se pueden subir fotos como lo has hecho tu? Es que no me va lo de subir adjunto, al agregar la foto me da problemas y soy nuevo aquí.
Es que quiero subir unas cuantas fotos de cruces visigodas.
Un cordial saludo.
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Re: El primer símbolo de España: La Cruz Visigoda
capricornio escribió:Teniendo en cuenta lo que comentan por aquí de la fecha de la primera acuñación de denarios:
http://www.impacto.com/productos/Moneda ... arios.html
esta moneda "siciliana" no debió ser acuñada mucho después que esos primeros denarios.
Estimado capricornio, un pequeño inciso. Los primeros denarios oficiales se empiezan a acuñar en el 187 ac.
La II Guerra Púnica provocó una fuerte devaluación del "Quadrigato", posible copia de los dracmas griegos que se usaba en esa época pero con motivos (símbolos) propios. Osea, las monedas de uso común eran:
-Un Quadrigato equivalía a un Dracma.
-Medio-Quadrigato equivalía a un Didracma.
- El Victoriato que pesaba unos 3,4 gramos.
- Medio-Victoriato con 1,7 gramos.
Hasta el 187 se estuvieron acuñando los llamados Predenarios, muy similares a los Denarios posteriores. Yo, por ejemplo, tengo uno emitido entre 206-195 que tanto puede ser Predenario como Denario (todo depende mucho de los símbolos y el peso) porque es anterior a la reforma monetaria en base al bronce, iniciada a partir de 187 ac. que es, como ya dije, cuando se puede fijar la aparición oficial del Denario. Es que todo giraba en base al AS y dependía mucho el sistema monetario de la devaluación de éste (pérdida de peso).
Y para liar aun más la cosa, hay monedas como esa que te he dicho que tengo, que son anteriores al 187 ac. y perfectamente se les puede dar el nombre de denarios. No es que sea mucho lío pero esta moneda sufrió un proceso de variaciones de 80 años.
En cuanto a la moneda siciliana se acuñó entre finales del siglo III e inicios del siglo II, más bien en este último periodo, por la aparición junto a ellas de Predenarios romanos de esa fecha.
PD: El que se compre esos 7 denarios imperiales de la página que has puesto que sepa que le están robando en lugar de vendiendo. Anda que no habré regalado yo de esos; pero no preguntes...
Un saludo.
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Re: El primer símbolo de España: La Cruz Visigoda
Aunque sea un poco de off-topic, y ruego a Magister Militum que me perdone por ello, ¿esta moneda siciliana sería equivalente a un as de bronce?
La fecha que daba el enlace en torno a 212-211, coincide curiosamente con las tomas de Siracusa y Capua, en las que hubo incautaciones importantes de oro y plata. Quizás esos predenarios arrancaron de esos acontecimientos. Aunque acabada la campaña de 211 se produjo la desmovilización de legiones que comentamos y también a comienzos 210 a.C., los cónsules Marcelo y Levino tras intentar imponer un nuevo impuesto, tuvieron al final que hacer una petición de una especie de aportación voluntaria por parte de las clases más pudientes, lo cual indicaría que los saqueos de Siracusa y Capua quizás no llenasen tanto las arcas. En 209 las capturas de Cartago Nova y Tarento debieron constituir un alivio. Adicionalmente en 211 durante la aproximación y huida de Aníbal de las proximidades de Roma, fueron ellos los saqueados, aunque parte de ese botín fue recuperado.
Un saludo
PD: Gracias por el aviso sobre los precios. No tenía ni idea de por donde anda el mercado de monedas antiguas.
La fecha que daba el enlace en torno a 212-211, coincide curiosamente con las tomas de Siracusa y Capua, en las que hubo incautaciones importantes de oro y plata. Quizás esos predenarios arrancaron de esos acontecimientos. Aunque acabada la campaña de 211 se produjo la desmovilización de legiones que comentamos y también a comienzos 210 a.C., los cónsules Marcelo y Levino tras intentar imponer un nuevo impuesto, tuvieron al final que hacer una petición de una especie de aportación voluntaria por parte de las clases más pudientes, lo cual indicaría que los saqueos de Siracusa y Capua quizás no llenasen tanto las arcas. En 209 las capturas de Cartago Nova y Tarento debieron constituir un alivio. Adicionalmente en 211 durante la aproximación y huida de Aníbal de las proximidades de Roma, fueron ellos los saqueados, aunque parte de ese botín fue recuperado.
Un saludo
PD: Gracias por el aviso sobre los precios. No tenía ni idea de por donde anda el mercado de monedas antiguas.
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Re: El primer símbolo de España: La Cruz Visigoda
¿esta moneda siciliana sería equivalente a un as de bronce?
Ni en broma, estimado capricornio. Hablar sobre el tema del As y sus divisiones es un lío; simplemente decir que existía el As como medida de peso y como moneda acuñada. Las continuas devaluaciones dan para abrir un hilo aparte. He encontrado esto que te habla muy en términos generales, pero alguna idea da:
http://www.educa.madrid.org/web/ies.ate ... omisma.htm
La moneda siciliana de marras es un caso aparte. Se han encontrado a lo largo del tiempo unas doscientas y pico en las excavaciones de Serra Orlando y tienen un peso variable ( 5,36 gr, 5,80 gr.). Si quieres buscarle una equivalencia más bien sería igual de peso que los llamados Bronces Siracusanos acuñados durante el mandato de Hieron II.
PD: Habrá que abrir un hilo en el Área Libre en el que se traten todas las cuestiones sobre Roma; pero todas, todas, sino vamos a llenar de Off Topics todo el foro.
Un saludo.
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Re: El primer símbolo de España: La Cruz Visigoda
Vale ahora que ya se voy a subir unas cuantas más, esta es la cruz visigoda más típica patada y votiva: con los símbolos Ala y Omega. Aunque generalmente las cruces que se entregaban cuando se construían Iglesias y las que se usaban como emblema real usaban piedras preciosas y eran de oro.
Otro formato común en los dibujos , a parte de este, es con la cruz coronada por dos palomas.
Y por cierto por si no ha quedado claro este símbolo nacional del Reino de Toledo se continuó usando en los zonas norteñas del Reino libradas del poder musulman. No se introdujo tardiamente si no que estaba antes de que desapareciera el Reino (Iglesias de época visigoda en Vizcaya, Catalunya, Narbona, Navarra aragon, cantabria) y sigue tras su caida.
Los Reinos norteños eran de cultura hispanogoda, exceptuando Pamplona-Aragon donde además del elemento hispanogodo también existía un elemento popular diferenciado: el vascón.
Otro formato común en los dibujos , a parte de este, es con la cruz coronada por dos palomas.
Y por cierto por si no ha quedado claro este símbolo nacional del Reino de Toledo se continuó usando en los zonas norteñas del Reino libradas del poder musulman. No se introdujo tardiamente si no que estaba antes de que desapareciera el Reino (Iglesias de época visigoda en Vizcaya, Catalunya, Narbona, Navarra aragon, cantabria) y sigue tras su caida.
Los Reinos norteños eran de cultura hispanogoda, exceptuando Pamplona-Aragon donde además del elemento hispanogodo también existía un elemento popular diferenciado: el vascón.
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